30 June 2008

El 1 de Julio Lectura Bíblica Diaria


El 1 de Julio Lectura Bíblica Diaria:

Rut 1 a 3 Nueva Versión Internacional:
En el tiempo en que los caudillos gobernaban el país, hubo allí una época de hambre. Entonces un hombre de Belén de Judá emigró a la tierra de Moab, junto con su esposa y sus dos hijos. El hombre se llamaba Elimélec, su esposa se llamaba Noemí y sus dos hijos, Majlón y Quilión, todos ellos efrateos, de Belén de Judá. Cuando llegaron a la tierra de Moab, se quedaron a vivir allí. Pero murió Elimélec, esposo de Noemí, y ella se quedó sola con sus dos hijos. Éstos se casaron con mujeres moabitas, la una llamada Orfa y la otra Rut. Después de haber vivido allí unos diez años, murieron también Majlón y Quilión, y Noemí se quedó viuda y sin hijos. Noemí regresó de la tierra de Moab con sus dos nueras, porque allí se enteró de que el Señor había acudido en ayuda de su pueblo al proveerle de alimento. Salió, pues, con sus dos nueras del lugar donde había vivido, y juntas emprendieron el camino que las llevaría hasta la tierra de Judá. Entonces Noemí les dijo a sus dos nueras: ¡Miren, vuelva cada una a la casa de su madre! Que el Señor las trate a ustedes con el mismo amor y lealtad que ustedes han mostrado con los que murieron y conmigo. Que el Señor les conceda hallar seguridad en un nuevo hogar, al lado de un nuevo esposo. Luego las besó. Pero ellas, deshechas en llanto, alzaron la voz y exclamaron: ¡No! Nosotras volveremos contigo a tu pueblo. ¡Vuelvan a su casa, hijas mías! insistió Noemí. ¿Para qué se van a ir conmigo? ¿Acaso voy a tener más hijos que pudieran casarse con ustedes? ¡Vuelvan a su casa, hijas mías! ¡Váyanse! Yo soy demasiado vieja para volver a casarme. Aun si abrigara esa esperanza, y esta misma noche me casara y llegara a tener hijos, ¿los esperarían ustedes hasta que crecieran? ¿Y por ellos se quedarían sin casarse? ¡No, hijas mías! Mi amargura es mayor que la de ustedes; ¡la mano del Señor se ha levantado contra mí! Una vez más alzaron la voz, deshechas en llanto. Luego Orfa se despidió de su suegra con un beso, pero Rut se aferró a ella. Mira dijo Noemí, tu cuñada se vuelve a su pueblo y a sus dioses. Vuélvete con ella. Pero Rut respondió: ¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! "Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tú mueras, y allí seré sepultada. ¡Que me castigue el Señor con toda severidad si me separa de ti algo que no sea la muerte! Al ver Noemí que Rut estaba tan decidida a acompañarla, no le insistió más. Entonces las dos mujeres siguieron caminando hasta llegar a Belén. Apenas llegaron, hubo gran conmoción en todo el pueblo a causa de ellas. ¿No es ésta Noemí? se preguntaban las mujeres del pueblo. Ya no me llamen Noemí repuso ella. Llámenme Mara, porque el Todopoderoso ha colmado mi vida de amargura. "Me fui con las manos llenas, pero el Señor me ha hecho volver sin nada. ¿Por qué me llaman Noemí si me ha afligido el Señor, si me ha hecho desdichada el Todopoderoso? Así fue como Noemí volvió de la tierra de Moab acompañada por su nuera, Rut la moabita. Cuando llegaron a Belén, comenzaba la cosecha de cebada. Noemí tenía, por parte de su esposo, un pariente que se llamaba Booz. Era un hombre rico e influyente de la familia de Elimélec. Y sucedió que Rut la moabita le dijo a Noemí: Permíteme ir al campo a recoger las espigas que vaya dejando alguien a quien yo le caiga bien. Anda, hija mía le respondió su suegra. Rut salió y comenzó a recoger espigas en el campo, detrás de los segadores. Y dio la casualidad de que el campo donde estaba trabajando pertenecía a Booz, el pariente de Elimélec. En eso llegó Booz desde Belén y saludó a los segadores: ¡Que el Señor esté con ustedes! ¡Que el Señor lo bendiga! respondieron ellos. ¿De quién es esa joven? preguntó Booz al capataz de sus segadores. Es una joven moabita que volvió de la tierra de Moab con Noemí le contestó el capataz. Ella me rogó que la dejara recoger espigas de entre las gavillas, detrás de los segadores. No ha dejado de trabajar desde esta mañana que entró en el campo, hasta ahora que ha venido a descansar un rato en el cobertizo. Entonces Booz le dijo a Rut: Escucha, hija mía. No vayas a recoger espigas a otro campo, ni te alejes de aquí; quédate junto a mis criadas, fíjate bien en el campo donde se esté cosechando, y síguelas. Ya les ordené a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve adonde están las vasijas y bebe del agua que los criados hayan sacado. Rut se inclinó hacia la tierra, se postró sobre su rostro y exclamó: ¿Cómo es que le he caído tan bien a usted, hasta el punto de fijarse en mí, siendo sólo una extranjera? Ya me han contado le respondió Booz todo lo que has hecho por tu suegra desde que murió tu esposo; cómo dejaste padre y madre, y la tierra donde naciste, y viniste a vivir con un pueblo que antes no conocías. ¡Que el Señor te recompense por lo que has hecho! Que el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte, te lo pague con creces. ¡Ojalá siga yo siendo de su agrado, mi señor! contestó ella. Usted me ha consolado y me ha hablado con cariño, aunque ni siquiera soy como una de sus servidoras. A la hora de comer, Booz le dijo: Ven acá. Sírvete pan y moja tu bocado en el vinagre. Cuando Rut se sentó con los segadores, Booz le ofreció grano tostado. Ella comió, quedó satisfecha, y hasta le sobró. Después, cuando ella se levantó a recoger espigas, él dio estas órdenes a sus criados: Aun cuando saque espigas de las gavillas mismas, no la hagan pasar vergüenza. Más bien, dejen caer algunas espigas de los manojos para que ella las recoja, ¡y no la reprendan! Así que Rut recogió espigas en el campo hasta el atardecer. Luego desgranó la cebada que había recogido, la cual pesó más de veinte kilos. La cargó de vuelta al pueblo, y su suegra vio cuánto traía. Además, Rut le entregó a su suegra lo que le había quedado después de haber comido hasta quedar satisfecha. Su suegra le preguntó: ¿Dónde recogiste espigas hoy? ¿Dónde trabajaste? ¡Bendito sea el hombre que se fijó en ti! Entonces Rut le contó a su suegra acerca del hombre con quién había estado trabajando. Le dijo: El hombre con quien hoy trabajé se llama Booz. ¡Que el Señor lo bendiga! exclamó Noemí delante de su nuera. El Señor no ha dejado de mostrar su fiel amor hacia los vivos y los muertos. Ese hombre es nuestro pariente cercano; es uno de los parientes que nos pueden redimir. Rut la moabita añadió: Incluso me dijo que me quede allí con sus criados hasta que terminen de recogerle toda la cosecha. Hija mía, te conviene seguir con sus criadas le dijo Noemí, para que no se aprovechen de ti en otro campo. Así que Rut se quedó junto con las criadas de Booz para recoger espigas hasta que terminó la cosecha de la cebada y del trigo. Mientras tanto, vivía con su suegra. Un día su suegra Noemí le dijo: Hija mía, ¿no debiera yo buscarte un hogar seguro donde no te falte nada? Además, ¿acaso Booz, con cuyas criadas has estado, no es nuestro pariente? Pues bien, él va esta noche a la era para aventar la cebada. Báñate y perfúmate, y ponte tu mejor ropa. Baja luego a la era, pero no dejes que él se dé cuenta de que estás allí hasta que haya terminado de comer y beber. Cuando se vaya a dormir, te fijas dónde se acuesta. Luego vas, le destapas los pies, y te acuestas allí. Verás que él mismo te dice lo que tienes que hacer. Haré todo lo que me has dicho respondió Rut. Y bajó a la era e hizo todo lo que su suegra le había mandado. Booz comió y bebió, y se puso alegre. Luego se fue a dormir detrás del montón de grano. Más tarde Rut se acercó sigilosamente, le destapó los pies y se acostó allí. A medianoche Booz se despertó sobresaltado y, al darse vuelta, descubrió que había una mujer acostada a sus pies. ¿Quién eres? le preguntó. Soy Rut, su sierva. Extienda sobre mí el borde de su manto, ya que usted es un pariente que me puede redimir. Que el Señor te bendiga, hija mía. Esta nueva muestra de lealtad de tu parte supera la anterior, ya que no has ido en busca de hombres jóvenes, sean ricos o pobres. Y ahora, hija mía, no tengas miedo. Haré por ti todo lo que me pidas. Todo mi pueblo sabe que eres una mujer ejemplar. Ahora bien, aunque es cierto que soy un pariente que puede redimirte, hay otro más cercano que yo. Quédate aquí esta noche. Mañana, si él quiere redimirte, está bien que lo haga. Pero si no está dispuesto a hacerlo, ¡tan cierto como que el Señor vive, te juro que yo te redimiré! Ahora acuéstate aquí hasta que amanezca. Así que se quedó acostada a sus pies hasta el amanecer, y se levantó cuando aún estaba oscuro; pues él había dicho: "Que no se sepa que una mujer vino a la era." Luego Booz le dijo: Pásame el manto que llevas puesto y sosténlo firmemente. Rut lo hizo así, y él echó en el manto veinte kilos [3] de cebada y puso la carga sobre ella. Luego él regresó al pueblo. Cuando Rut llegó adonde estaba su suegra, ésta le preguntó: ¿Cómo te fue, hija mía? Rut le contó todo lo que aquel hombre había hecho por ella, y añadió: Me dio estos veinte kilos de cebada, y me dijo: No debes volver a tu suegra con las manos vacías. Entonces Noemí le dijo: Espérate, hija mía, a ver qué sucede. Porque este hombre no va a descansar hasta dejar resuelto este asunto hoy mismo.


Salmos 49 Nueva Versión Internacional:
Oigan esto, pueblos todos; escuchen, habitantes todos del mundo, tanto débiles como poderosos, lo mismo los ricos que los pobres. Mi boca hablará con sabiduría; mi corazón se expresará con inteligencia. Inclinaré mi oído a los proverbios; propondré mi enigma al son del arpa. ¿Por qué he de temer en tiempos de desgracia, cuando me rodeen inicuos detractores? ¿Temeré a los que confían en sus riquezas y se jactan de sus muchas posesiones? Nadie puede salvar a nadie, ni pagarle a Dios rescate por la vida. Tal rescate es muy costoso; ningún pago es suficiente. Nadie vive para siempre sin llegar a ver la fosa. Nadie puede negar que todos mueren, que sabios e insensatos perecen por igual, y que sus riquezas se quedan para otros. Aunque tuvieron tierras a su nombre, sus tumbas serán su hogar eterno, su morada por todas las generaciones. A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen. Tal es el destino de los que confían en sí mismos; el final de los que se envanecen. * Selah. Como ovejas, están destinados al *sepulcro; hacia allá los conduce la muerte. Sus cuerpos se pudrirán en el *sepulcro, lejos de sus mansiones suntuosas. Por la mañana los gobernarán los justos. Pero Dios me rescatará de las garras del sepulcro y con él me llevará. * Selah. No te asombre ver que alguien se enriquezca y aumente el esplendor de su casa, porque al morir no se llevará nada, ni con él descenderá su esplendor. Aunque en vida se considere dichoso, y la gente lo elogie por sus logros, irá a reunirse con sus ancestros, sin que vuelva jamás a ver la luz. A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen.


Proverbios 12:
El que ama la disciplina ama el conocimiento, pero el que la aborrece es un necio. El hombre bueno recibe el favor del Señor, pero el intrigante recibe su condena. Nadie puede afirmarse por medio de la maldad; sólo queda firme la raíz de los justos. La mujer ejemplar es corona de su esposo; la desvergonzada es carcoma en los huesos. En los planes del justo hay justicia, pero en los consejos del malvado hay engaño. Las palabras del malvado son insidias de muerte, pero la boca de los justos los pone a salvo. Los malvados se derrumban y dejan de existir, pero los hijos de los justos permanecen. Al hombre se le alaba según su sabiduría, pero al de mal corazón se le desprecia. Vale más un Don Nadie con criado que un Don Alguien sin pan. El justo atiende a las necesidades de su bestia, pero el malvado es de mala entraña. El que labra su tierra tendrá abundante comida, pero el que sueña despierto es un imprudente. Los malos deseos son la trampa de los malvados, pero la raíz de los justos prospera. En el pecado de sus labios se enreda el malvado, pero el justo sale del aprieto. Cada uno se sacia del fruto de sus labios, y de la obra de sus manos recibe su recompensa. Al necio le parece bien lo que emprende, pero el sabio atiende al consejo. El necio muestra en seguida su enojo, pero el prudente pasa por alto el insulto. El testigo verdadero declara lo que es justo, pero el testigo falso declara falsedades. El charlatán hiere con la lengua como con una espada, pero la lengua del sabio brinda alivio. Los labios sinceros permanecen para siempre, pero la lengua mentirosa dura sólo un instante. En los que fraguan el mal habita el engaño, pero hay gozo para los que promueven la paz. Al justo no le sobrevendrá ningún daño, pero al malvado lo cubrirá la desgracia. El Señor aborrece a los de labios mentirosos, pero se complace en los que actúan con lealtad. El hombre prudente no muestra lo que sabe, pero el corazón de los necios proclama su necedad. El de manos diligentes gobernará; pero el perezoso será subyugado. La angustia abate el corazón del hombre, pero una palabra amable lo alegra. El justo es guía de su prójimo, pero el camino del malvado lleva a la perdición. El perezoso no atrapa presa, pero el diligente ya posee una gran riqueza. En el camino de la justicia se halla la vida; por ese camino se evita la muerte.


El Libro de I Pedro Capítulo 1 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA PRIMERA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE
SAN PEDRO

CAPÍTULO 1
(60 d.C.)
INTRODUCCIÓN

PEDRO (el nombre significa la "roca," y se usa aquí metafóricamente para describir a Pedro como un hombre semejante a una roca por razones de su firmeza y fortaleza del alma), Apóstol de Jesucristo (indica el tono autoritario de esta Epístola), a los extranjeros (forasteros para Pedro porque él no los había conocido antes) esparcidos en Ponto, en Galacia, en Capadocia, en Asia, y en Bitinia (describe esta Epístola enviada a los Judíos Cristianos que se habían instalado en ciertas partes del Imperio Romano; sin embargo, también está destinada para los Gentiles),
2 Elegidos (aquellos que deciden responder favorablemente al llamado del Espíritu Santo, son los Elegidos de Dios) según el previo conocimiento de Dios el Padre (Dios ve en el futuro y tendría que enviar a un Salvador para redimir al hombre de la Caída; todos quienes aceptan al Salvador son "elegidos") en Santificación del Espíritu (elegidos a ser Santificados por el Espíritu Santo), para obedecer y ser rociados con la Sangre de Jesucristo (corresponde al hecho de que el Espíritu Santo nos Santifica sobre la base de la Obra Terminada de Cristo, donde nuestra Fe debe residir; ya que la Cruz es todo en cuanto a la Salvación, es también todo en cuanto a la Santificación): Gracia, y Paz os sean multiplicadas. (Ambos atributos pasan por la Cruz, y seguirán multiplicándose con tal que nuestra Fe esté afianzada firmemente en la Cruz de Cristo.)
ACCIÓN DE GRACIAS
3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo (debemos Bendecir siempre a Dios por lo que Él hizo por nosotros mediante Jesucristo), que según Su grande Misericordia (indica el hecho de que la Ley y la venganza ya no están delante de nosotros, sino la pura Misericordia) nos ha regenerado en una esperanza viva (explica el hecho de que somos transplantados de la herencia de Adán a la herencia de Dios), por la Resurrección de Jesucristo de los muertos (se refiere a nosotros que somos resucitados con Cristo en "novedad de vida," que nos permite vivir una Vida Santa [Rom. 6:3-5]),
4 Para una herencia incorruptible, y que no puede contaminarse, ni marchitarse (como Niños engendrados de Dios, somos Herederos de Dios y Coherederos con Su Hijo, el Señor Jesucristo [Rom. 8:17]), reservada en los Cielos (conlleva la idea de que Dios protege nuestra herencia por nosotros bajo vigilancia constante),
5 Para nosotros que somos guardados en el Poder de Dios por Fe (se refiere al Espíritu Santo que ejerce Su Poder de nuestra parte, cuando nuestra Fe está arraigada Siempre en la Cruz [Rom. 6:5]), para alcanzar la Salvación que está preparada para ser manifestada en el postrer tiempo (preparada para el Arrebatamiento).
LA FE
6 En lo cual vosotros os alegráis (se refiere al tiempo cuando se terminará esta permanencia terrenal, la Trompeta de Dios suena, y "seremos transformados" [I Cor. 15:51-54]), estando al presente un poco de tiempo afligidos en diversas pruebas, si es necesario (esta vida es el ensayo general para la Eternidad):
7 Para que la prueba de vuestra Fe (toda Fe es probada, y la gran Fe debe ser probada en gran manera), mucho más preciosa que el oro, el cual perece (el énfasis es en las pruebas de nuestra Fe para mostrar si es genuina o no; el Espíritu Santo dice que tal es más preciosa que la prueba del oro, lo cual es el artículo más precioso en el mundo; ¿está nuestra Fe realmente en la Cruz o no?), bien que sea probado con fuego (el fuego de la tentación, dificultad, etc.; tal tiene la intención de mostrar la debilidad), sea hallada en Alabanza, Gloria y Honra (que sólo puede lograrse si la Cruz de Cristo es el único Objeto de nuestra Fe), cuando Jesucristo fuere revelado (estamos siendo preparados por el Espíritu Santo como súbditos dignos para la aparición de nuestro Señor, en cuanto al Arrebatamiento):
GOZO INEFABLE
8 Al Cual (Jesucristo), no habiendo visto, Le amáis (no hemos visto personalmente al Señor, pero el Espíritu Santo lo ha hecho realidad a nuestros corazones); en El Cual creyendo, aunque al presente no Lo veáis (proclama la Fe total y completa en Cristo, aunque ojos naturales no Lo han visto, pero a Quien veremos un día), os alegráis con Gozo inefable y lleno de Gloria (el estado previsto para todo Creyente, y lo que se puede alcanzar a pesar de las dificultades y las aflicciones si la Fe está afianzada firmemente en la Cruz):
9 Obteniendo el fin de vuestra Fe, que es la Salvación de vuestras almas (se refiere a la Resurrección venidera, cuando seremos Glorificados en aquel momento).
10 De la cual Salvación los Profetas que Profetizaron de la Gracia que había de venir a vosotros (esta "Gracia" no era para ese momento, sino para la dispensación venidera, todo hecho posible por la Cruz), han inquirido y diligentemente buscado (los Profetas del Antiguo Testamento con cuidado y diligentemente buscando el significado de lo que predecían en cuanto esto tenía que ver con Cristo y lo que Él haría para Redimir a la humanidad [Gén. 49:10; Isa., cap. 53]):
11 Escudriñando cuándo (estos hombres diligentemente buscaron en sus propias Profecías y las Profecías de otros Profetas, para que pudieren entender aquello del cual fue dicho), y en qué punto de tiempo (¿qué clase de tiempo acompañaría esta única Salvación particular? el tiempo de Gracia sola, lo que significaba que la Ley ya no existiría más) significaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos (todo lo que el Espíritu de Dios hizo en los tiempos del Antiguo Testamento, todo pertenecía a Cristo, sin excepción), el cual de antemano anunciaba las aflicciones que habían de venir a Cristo (se refiere al Mensaje del Antiguo Testamento, todo dado por el Espíritu Santo, y todos señalaban a la Redención venidera del hombre, que acontecería por la Cruz de Cristo), y las Glorias después de ellas. (Declara todo lo maravilloso que fueron hechos posibles por los "Sufrimientos de Cristo.")
12 A los cuales fue revelado (se refiere a la Iglesia), que no para sí mismos, sino para nosotros administraban las cosas (proclama la totalidad del Antiguo Testamento), que ahora os son anunciadas de los que os han Predicado el Evangelio (se refiere a lo que Cristo hizo en la Cruz, lo que los Profetas predijeron) por el Espíritu Santo enviado del Cielo (el Espíritu Santo verificó lo que Cristo hizo en la Cruz al venir del Cielo en una nueva dimensión, así para morar en los corazones y las vidas de los Creyentes, y haciéndolo así permanentemente [Jn. 14:16-17]); en las cuales desean mirar los Ángeles. (En otras palabras, la Iglesia es la Universidad para los Ángeles.)
VIVIR EN SANTIDAD
13 Por lo cual, teniendo los lomos de vuestro entendimiento ceñidos (en vista de lo que el Señor ha hecho por nosotros, debiéramos tener un espíritu optimista y esperanzador), con templanza, esperad perfectamente en la Gracia que se os traerá (en efecto, habla de la Glorificación de los Santos) cuando Jesucristo os es Manifestado (se refiere al Arrebatamiento venidero de la Iglesia);
14 Como hijos obedientes, no conformándoos con los malos deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia (no sean dominados por la naturaleza pecaminosa que les dominaba antes de venir a Cristo):
15 Sino como Aquél que os ha llamado es Santo (Dios es Santo, por lo tanto debemos ser Santos también), sed también vosotros Santos en toda conversación (se refiere al estilo de vida);
16 Porque escrito está (Lev. 11:44), Sed Santos; porque yo soy Santo. (Sólo de una manera se puede lograr esto. La colocación de nuestra Fe exclusivamente en la Cruz de Cristo le da libertad de acción al Espíritu Santo para ayudarnos, y Él Solo puede perfeccionar la Santidad en nuestras vidas. No puede lograrse por la obstinación, ni por reglas, ordenanzas, etc.)
17 Y si invocáis por Padre (debiera traducirse, "ya que ustedes ruegan al Padre"), a Aquél que sin acepción de personas (dice en el Griego, "no recibe la cara"; Dios no recibe la cara de nadie; Él es imparcial) juzga según la obra de cada uno (Dios Solo es nuestro Juez, no el hombre; el hombre puede ser engañado; ¡Dios no puede ser engañado!), comportaos en temor reverente todo el tiempo de vuestra peregrinación (un temor de la autoconfianza):
LA REDENCIÓN
18 Sabiendo que habéis sido Rescatados de vuestra vana conversación (vano estilo de vida), la cual recibisteis de vuestros padres (se refiere al pecado original que se transmite del padre al hijo en la concepción), no con cosas corruptibles, como oro o plata (presenta el hecho de que los artículos más preciosos [la plata y el oro] no pudieron Redimir al hombre caído);
LA CRUZ
19 Sino con la Sangre Preciosa de Cristo (presenta el pago, lo cual proclama la Vida derramada de Cristo en favor de los pecadores), como de un Cordero sin mancha y sin contaminación (los corderos ofrecidos como sustitutos en la Antigua economía Judía; la Muerte de Cristo no era una ejecución ni un asesinato, sino un Sacrificio; la Ofrenda de Sí Mismo presentó un Sacrificio Perfecto, ya que Él era Perfecto en todo respeto [Éx. 12:5]):
20 Ya ordenado de antes de la fundación del mundo (se refiere al hecho de que Dios, en Su Omnisciencia, sabía que Él crearía al hombre, el hombre Caería, y Cristo Redimiría al hombre que iría a la Cruz; todo esto fue ordenado antes de la creación del Universo; significa que la Cruz de Cristo es la Doctrina Fundamental de toda la Doctrina, lo cual se refiere que toda Doctrina debe basarse en ese Fundamento, de otro modo, es engañoso), pero manifestado en los últimos tiempos por amor de vosotros (se refiere al Dios invisible Quien, en la Persona del Hijo, fue hecho visible a la vista humana al tomar cuerpo humano y limitaciones humanas),
21 Que por Él creéis a Dios (es sólo por Cristo y lo que Él hizo por nosotros en la Cruz que somos capaces "de Creer en Dios"), El Cual Le (Cristo) resucitó de los muertos (Su Resurrección fue garantizada en tanto que Él Expió todo el pecado [Rom. 6:23]), y Le ha dado Gloria (exaltación a Cristo); para que vuestra Fe y Esperanza sean en Dios. (Se refiere a una Fe sincera en Dios, Quien salva a los pecadores al responder a nuestra Fe en el Resucitado Señor Jesús Quien murió por nosotros.)
22 Habiendo purificado vuestras almas (en efecto, dice en el Griego, "ya que habéis purificado vuestras almas") en la obediencia de la Verdad (el gran sistema de la Verdad respecto a la Redención del mundo, lo cual se refiere a la Cruz), por la acción del Espíritu (todo es hecho "por acción del Espíritu"), en amor fraternal sin fingimiento (amor que no es hipócrita), amaos unos a otros entrañablemente de corazón puro (la clase del amor de Dios, que sólo puede ocurrir cuando el Creyente afianza su Fe en la Cruz, y lo hace exclusivamente):
23 Siendo nacidos de nuevo, no de simiente corruptible (la experiencia de Nacer de Nuevo no es de ninguna manera en virtud de cierto descenso de padres humanos), sino de incorruptible (que es el Señor Jesucristo), por la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre. (La historia de la Biblia es la historia de la Redención del hombre, lo cual es la historia de la Cruz.)
24 Porque toda carne es como la hierba (el Apóstol hace contraste de lo que es engendrado de Dios con lo que es engendrado por el hombre), y toda la gloria del hombre como la flor de la hierba (se refiere a una gloria muy temporal). Se secó la hierba, y la flor se cayó (considerando eso, nuestras esperanzas deben estar en los asuntos de Dios, y no en los del hombre):
25 Mas la Palabra del Señor permanece perpetuamente (en contraste con la del hombre, que perece rápidamente). Y esta es la Palabra que por el Evangelio os ha sido anunciada. (Predique la Cruz, que trae beneficios Eternos [I Cor. 1:21, 23; 2:2].)


1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4 Nueva Versión Internacional:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8 Nueva Versión Internacional:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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El 30 de Junio Lectura Bíblica Diaria


El 30 de Junio Lectura Bíblica Diaria:

Jueces 19 a 21 Nueva Versión Internacional:
En la época en que no había rey en Israel, un levita que vivía en una zona remota de la región montañosa de Efraín tomó como concubina a una mujer de Belén de Judá. Pero ella le fue infiel y lo dejó, volviéndose a la casa de su padre, en Belén de Judá. Había estado allí cuatro meses cuando su esposo fue a verla para convencerla de que regresara. Con él llevó a un criado suyo y dos asnos. Ella lo hizo pasar a la casa de su propio padre, quien se alegró mucho de verlo. Su suegro, padre de la muchacha, lo convenció de que se quedara, y él se quedó con él tres días, comiendo, bebiendo y durmiendo allí. Al cuarto día madrugaron y él se dispuso a salir, pero el padre de la muchacha le dijo a su yerno: "Repón tus fuerzas con algo de comida; luego podrás irte." Así que se sentaron a comer y a beber los dos juntos. Después el padre de la muchacha le pidió: "Por favor, quédate esta noche para pasarla bien." Cuando el levita se levantó para irse, su suegro le insistió de tal manera que se vio obligado a quedarse allí esa noche. Al quinto día madrugó para irse, pero el padre de la muchacha le dijo: "Repón tus fuerzas. ¡Espera hasta la tarde!" Así que los dos comieron juntos. Cuando el hombre se levantó para irse con su concubina y su criado, su suegro, que era el padre de la muchacha, le dijo: "Mira, está a punto de oscurecer, y el día ya se termina. Pasa aquí la noche; quédate para pasarla bien. Mañana podrás madrugar y emprender tu camino a casa." No queriendo quedarse otra noche, el hombre salió y partió rumbo a Jebús, es decir, Jerusalén, con sus dos asnos ensillados y su concubina. Cuando estaban cerca de Jebús, y ya era casi de noche, el criado le dijo a su amo: Vamos, desviémonos hacia esta ciudad de los jebuseos y pasemos la noche en ella. Pero su amo le replicó: No. No nos desviaremos para entrar en una ciudad extranjera, cuyo pueblo no sea israelita. Seguiremos hasta Guibeá. Luego añadió: Ven, tratemos de acercarnos a Guibeá o a Ramá, y pasemos la noche en uno de esos lugares. Así que siguieron de largo, y al ponerse el sol estaban frente a Guibeá de Benjamín. Entonces se desviaron para pasar la noche en Guibeá. El hombre fue y se sentó en la plaza de la ciudad, pero nadie les ofreció alojamiento para pasar la noche. Aquella noche volvía de trabajar en el campo un anciano de la región montañosa de Efraín, que vivía en Guibeá como forastero, pues los hombres del lugar eran benjaminitas. Cuando el anciano miró y vio en la plaza de la ciudad al viajero, le preguntó: ¿A dónde vas? ¿De dónde vienes? El viajero le respondió: Estamos de paso. Venimos de Belén de Judá, y vamos a una zona remota de la región montañosa de Efraín, donde yo vivo. He estado en Belén de Judá, y ahora me dirijo a la casa del Señor, pero nadie me ha ofrecido alojamiento. Tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y también pan y vino para mí y para tu sierva, y para el joven que está conmigo. No nos hace falta nada. En mi casa serás bienvenido le dijo el anciano. Yo me encargo de todo lo que necesites. Pero no pases la noche en la plaza. Así que lo llevó a su casa y dio de comer a sus asnos y, después de lavarse los pies, comieron y bebieron. Mientras pasaban un momento agradable, algunos hombres perversos de la ciudad rodearon la casa. Golpeando la puerta, le gritaban al anciano dueño de la casa: ¡Saca al hombre que llegó a tu casa! ¡Queremos tener relaciones sexuales con él! El dueño de la casa salió y les dijo: No, hermanos míos, no sean tan viles, pues este hombre es mi huésped. ¡No cometan con él tal infamia! Miren, aquí está mi hija, que todavía es virgen, y la concubina de este hombre. Las voy a sacar ahora, para que las usen y hagan con ellas lo que bien les parezca. Pero con este hombre no cometan tal infamia. Aquellos perversos no quisieron hacerle caso, así que el levita tomó a su concubina y la echó a la calle. Los hombres la violaron y la ultrajaron toda la noche, hasta el amanecer; ya en la madrugada la dejaron ir. Despuntaba el alba cuando la mujer volvió, y se desplomó a la entrada de la casa donde estaba hospedado su marido. Allí se quedó hasta que amaneció. Cuando por la mañana su marido se levantó y abrió la puerta de la casa, dispuesto a seguir su camino, vio allí a su concubina, tendida a la entrada de la casa y con las manos en el umbral. "¡Levántate, vámonos!", le dijo, pero no obtuvo respuesta. Entonces el hombre la puso sobre su asno y partió hacia su casa. Cuando llegó a su casa, tomó un cuchillo y descuartizó a su concubina en doce pedazos, después de lo cual distribuyó los pedazos por todas las regiones de Israel. Todo el que veía esto decía: "Nunca se ha visto, ni se ha hecho semejante cosa, desde el día que los israelitas salieron de la tierra de Egipto. ¡Piensen en esto! ¡Considérenlo y dígannos qué hacer!" Todos los israelitas desde Dan hasta Berseba, incluso los de la tierra de Galaad, salieron como un solo hombre y se reunieron ante el Señor en Mizpa. Los jefes de todo el pueblo, es decir, de todas las tribus de Israel, tomaron sus puestos en la asamblea del pueblo de Dios. Eran cuatrocientos mil soldados armados con espadas. A su vez, los de la tribu de Benjamín se enteraron de que los israelitas habían subido a Mizpa. Entonces los israelitas le dijeron al levita: Cuéntanos cómo sucedió esta infamia. El levita, esposo de la mujer asesinada, respondió: Mi concubina y yo llegamos a Guibeá de Benjamín para pasar la noche. Durante la noche los hombres de Guibeá se levantaron contra mí y rodearon la casa, con la intención de matarme. Luego violaron a mi concubina de tal manera que murió. Entonces la tomé, la corté en pedazos, y envié un pedazo a cada tribu en el territorio israelita, porque esa gente cometió un acto depravado e infame en Israel. Ahora, todos ustedes israelitas, opinen y tomen una decisión aquí mismo. Todo el pueblo se levantó como un solo hombre, y dijo: ¡Ninguno de nosotros volverá a su carpa! ¡Nadie regresará a su casa! Y esto es lo que le haremos ahora a Guibeá: Echaremos suertes para ver quiénes subirán contra ella. De entre todas las tribus de Israel, tomaremos a diez hombres de cada cien, a cien de cada mil, y a mil de cada diez mil, para conseguir provisiones para el ejército. Cuando el ejército llegue a Guibeá de Benjamín, les dará su merecido por toda la infamia cometida en Israel. Así que todos los israelitas, como un solo hombre, unieron sus fuerzas para atacar la ciudad. Las tribus de Israel enviaron mensajeros por toda la tribu de Benjamín, diciendo: "¿Qué les parece este crimen que se cometió entre ustedes? Entreguen ahora a esos malvados de Guibeá, para que los matemos y eliminemos así la maldad en Israel." Pero los de la tribu de Benjamín no quisieron hacerles caso a sus hermanos israelitas. Al contrario, gente de todas sus ciudades se reunió en Guibeá para luchar contra los israelitas. En aquel día los de Benjamín movilizaron de entre sus ciudades veintiséis mil soldados armados de espada, además de setecientos hombres escogidos de los que vivían en Guibeá. Entre todos ellos había setecientos soldados escogidos que eran zurdos, todos ellos capaces de lanzar con la honda una piedra contra un cabello, sin errar. Israel, sin contar a Benjamín, movilizó a cuatrocientos mil soldados armados de espada, todos ellos expertos guerreros. Los israelitas subieron a Betel y consultaron a Dios. Le preguntaron: ¿Cuál de nosotros será el primero en combatir a los de la tribu de Benjamín? El Señor respondió: Judá será el primero. Los israelitas se levantaron temprano y acamparon frente a Guibeá; salieron a luchar contra los de Benjamín, y frente a Guibeá se dispusieron contra ellos en orden de batalla. Pero los de Benjamín salieron de Guibeá y abatieron aquel día a veintidós mil israelitas en el campo de batalla. Los israelitas se animaron unos a otros, y volvieron a presentar batalla donde se habían apostado el primer día, pues habían subido a llorar en presencia del Señor hasta el anochecer, y le habían consultado: ¿Debemos subir y volver a luchar contra los de Benjamín, nuestros hermanos? Y el Señor les había contestado: Suban contra ellos. Fue así como los israelitas se acercaron a Benjamín el segundo día. Los de Benjamín salieron de Guibeá para combatirlos, abatiendo esta vez a dieciocho mil israelitas más, todos ellos armados con espadas. Entonces los israelitas, con todo el pueblo, subieron a Betel, y allí se sentaron y lloraron en presencia del Señor. Ayunaron aquel día hasta el anochecer y presentaron al Señor *holocaustos y sacrificios de comunión. Después consultaron al Señor, pues en aquel tiempo estaba allí el arca del pacto de Dios, y Finés, hijo de Eleazar y nieto de Aarón, ministraba delante de ella. Preguntaron: ¿Debemos subir y volver a luchar contra los de Benjamín, nuestros hermanos, o nos retiramos? El Señor respondió: Suban, porque mañana los entregaré en sus manos. Israel tendió una emboscada alrededor de Guibeá. Al tercer día subieron contra los de Benjamín y se pusieron en orden de batalla contra Guibeá, como lo habían hecho antes. Los de Benjamín salieron a su encuentro, y se vieron obligados a alejarse de la ciudad. Comenzaron a causar bajas entre los israelitas, como en las ocasiones anteriores, y alcanzaron a matar a unos treinta hombres en el campo abierto y por el camino que lleva a Betel, y también por el que lleva a Guibeá. Los benjaminitas decían: "Los estamos derrotando como antes", pero los israelitas decían: "Huyamos, para que se alejen de la ciudad hasta los caminos." De pronto, los israelitas cambiaron de táctica y presentaron batalla en Baal Tamar, y los israelitas que estaban emboscados salieron a atacar al oeste de Guibeá. Diez mil de los mejores guerreros de Israel lanzaron un ataque frontal contra Guibeá, y fue tan intenso el combate que los benjaminitas no se dieron cuenta de que la calamidad se les venía encima. El Señor derrotó a Benjamín delante de Israel, y aquel día los israelitas mataron a veinticinco mil cien hombres de la tribu de Benjamín, todos ellos armados con espadas. Allí los de Benjamín cayeron en cuenta de que habían sido vencidos. Los hombres de Israel habían cedido terreno delante de Benjamín, porque confiaban en la emboscada que habían tendido contra Guibeá. De repente los hombres que habían estado emboscados asaltaron a Guibeá, se desplegaron, y mataron a filo de espada a todos los habitantes de la ciudad. Los israelitas habían acordado con los que estaban emboscados que, cuando éstos levantaran una gran nube de humo desde la ciudad, los hombres de Israel volverían a la batalla. Cuando los de Benjamín comenzaron a causar bajas entre los israelitas, matando a unos treinta, se decían: "¡Los estamos derrotando, como en la primera batalla!" Pero cuando la columna de humo comenzó a levantarse de la ciudad, los de Benjamín se dieron vuelta y vieron que el fuego de la ciudad entera subía al cielo. En ese momento atacaron los israelitas, y los hombres de Benjamín se aterrorizaron al darse cuenta de que la calamidad se les venía encima. Así que huyeron ante los israelitas por el camino del desierto; pero no pudieron escapar de la batalla, pues a los que salían de las ciudades los abatieron allí. Rodearon a los de Benjamín; los persiguieron y los aplastaron con facilidad en las inmediaciones de Guibeá, hacia el lado oriental. Cayeron dieciocho mil de la tribu de Benjamín, todos ellos guerreros valientes. Cuando se volvieron y huyeron hacia el desierto, a la peña de Rimón, los israelitas abatieron a cinco mil hombres junto a los caminos. Continuaron persiguiéndolos hasta Guidón, y mataron a dos mil más. Aquel día cayeron en combate veinticinco mil soldados benjaminitas armados con espada, todos ellos guerreros valientes. Pero seiscientos hombres se volvieron y huyeron por el desierto hasta la peña de Rimón, donde permanecieron cuatro meses. Los israelitas se volvieron contra los de Benjamín y mataron a filo de espada a los habitantes de todas las ciudades, incluso a los animales, y destrozaron todo lo que encontraron a su paso. También les prendieron fuego a todas las ciudades. Los israelitas habían jurado en Mizpa: "Ninguno de nosotros dará su hija en matrimonio a un benjaminita." El pueblo fue a Betel, y allí permanecieron hasta el anochecer, clamando y llorando amargamente en presencia de Dios. "Oh Señor, Dios de Israel clamaban, ¿por qué le ha sucedido esto a Israel? ¡Hoy ha desaparecido una de nuestras tribus!" Al día siguiente el pueblo se levantó de madrugada, construyó allí un altar, y presentaron holocaustos y sacrificios de comunión. Luego preguntaron los israelitas: "¿Quién de entre todas las tribus de Israel no se presentó a la asamblea del Señor?" Porque habían pronunciado un juramento solemne contra cualquiera que no se presentara ante el Señor en Mizpa, diciendo: "Tendrá que morir." Los israelitas se afligieron por sus hermanos, los benjaminitas. "Hoy ha sido arrancada una tribu de Israel dijeron ellos. ¿Cómo podemos proveerles esposas a los que quedan, si ya hemos jurado ante el Señor no darles ninguna de nuestras hijas en matrimonio?" Entonces preguntaron: "¿Cuál de las tribus de Israel no se presentó ante el Señor en Mizpa?" Y resultó que ninguno de Jabés Galaad había llegado al campamento para la asamblea, porque al pasar revista al pueblo notaron que de los habitantes de Jabés Galaad no había allí ninguno. Así que la asamblea envió doce mil de los mejores guerreros con la siguiente orden: "Vayan y maten a filo de espada a los habitantes de Jabés Galaad. Maten también a las mujeres y a los niños. Esto es lo que van a hacer: *Exterminarán a todos los hombres y a todas las mujeres que no sean vírgenes." Entre los habitantes de Jabés Galaad encontraron a cuatrocientas muchachas que no habían tenido relaciones sexuales con ningún hombre, y las llevaron al campamento de Siló, que está en la tierra de Canaán. Entonces toda la comunidad envió una oferta de paz a los benjaminitas que estaban en la peña de Rimón. En esa ocasión regresaron los benjaminitas, y se les dieron las mujeres de Jabés Galaad que habían dejado con vida. Pero no hubo mujeres para todos. El pueblo todavía se afligía por Benjamín, porque el Señor había dejado un vacío en las tribus de Israel. Y los ancianos de la asamblea dijeron: "¿Cómo podemos darles mujeres a los hombres que quedaron, si las mujeres de Benjamín fueron exterminadas? ¡Los sobrevivientes benjaminitas deben tener herederos exclamaron, para que no sea aniquilada una tribu de Israel! Pero nosotros no podemos darles nuestras hijas como esposas, porque hemos jurado diciendo: Maldito sea el que dé una mujer a un benjaminita. Pero miren, se acerca la fiesta del Señor que todos los años se celebra en Siló, al norte de Betel, y al este del camino que va de Betel a Siquén, y al sur de Leboná." Así que dieron estas instrucciones a los de Benjamín: "Vayan, escóndanse en los viñedos y estén atentos. Cuando las muchachas de Siló salgan a bailar, salgan ustedes de los viñedos y róbese cada uno de ustedes una de esas muchachas para esposa, y váyase a la tierra de Benjamín. Y si sus padres o sus hermanos vienen a reclamarnos algo, les diremos: Sean bondadosos con ellos, porque no conseguimos esposas para todos ellos durante la guerra. Además, ustedes son inocentes, ya que no les dieron sus hijas. " Así lo hicieron los de la tribu de Benjamín. Mientras bailaban las muchachas, cada uno de ellos se robó una y se la llevó. Luego regresaron a sus propias tierras, reconstruyeron las ciudades y se establecieron en ellas. Luego de eso los israelitas también se fueron de aquel lugar y regresaron a sus tribus y a sus clanes, cada uno a su propia tierra. En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor.



Salmos 48 Nueva Versión Internacional:
Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza en la ciudad de nuestro Dios. Su monte santo, bella colina, es la alegría de toda la tierra. El monte Sión, en la parte norte, es la ciudad del gran Rey. En las fortificaciones de Sión Dios se ha dado a conocer como refugio seguro. Hubo reyes que unieron sus fuerzas y que juntos avanzaron contra la ciudad; pero al verla quedaron pasmados, y asustados emprendieron la retirada. Allí el miedo se apoderó de ellos, y un dolor de parturienta les sobrevino. ¡Con un viento huracanado destruiste las naves de Tarsis! Tal como lo habíamos oído, ahora lo hemos visto en la ciudad del Señor Todopoderoso, en la ciudad de nuestro Dios: ¡Él la hará permanecer para siempre! Selah. Dentro de tu templo, oh Dios, meditamos en tu gran amor. Tu alabanza, oh Dios, como tu *nombre, llega a los confines de la tierra; tu derecha está llena de justicia. Por causa de tus justas decisiones el monte Sión se alegra y las aldeas de Judá se regocijan. Caminen alrededor de Sión, caminen en torno suyo y cuenten sus torres. Observen bien sus murallas y examinen sus fortificaciones, para que se lo cuenten a las generaciones futuras. ¡Este Dios es nuestro Dios eterno! ¡Él nos guiará para siempre!

Proverbios 11:
El Señor aborrece las balanzas adulteradas, pero aprueba las pesas exactas. Con el orgullo viene el oprobio; con la humildad, la sabiduría. A los justos los guía su integridad; a los falsos los destruye su hipocresía. En el día de la ira de nada sirve ser rico, pero la justicia libra de la muerte. La justicia endereza el camino de los íntegros, pero la maldad hace caer a los impíos. La justicia libra a los justos, pero la codicia atrapa a los falsos. Muere el malvado, y con él su esperanza; muere también su ilusión de poder. El justo se salva de la calamidad, pero la desgracia le sobreviene al malvado. Con la boca el impío destruye a su prójimo, pero los justos se libran por el conocimiento. Cuando el justo prospera, la ciudad se alegra; cuando el malvado perece, hay gran regocijo. La bendición de los justos enaltece a la ciudad, pero la boca de los malvados la destruye. El falto de juicio desprecia a su prójimo, pero el entendido refrena su lengua. La gente chismosa revela los secretos; la gente confiable es discreta. Sin dirección, la nación fracasa; el éxito depende de los muchos consejeros. El fiador de un extraño saldrá perjudicado; negarse a dar fianza es vivir en paz. La mujer bondadosa se gana el respeto; los hombres violentos sólo ganan riquezas. El que es bondadoso se beneficia a sí mismo; el que es cruel, a sí mismo se perjudica. El malvado obtiene ganancias ilusorias; el que siembra justicia asegura su ganancia. El que es justo obtiene la vida; el que persigue el mal se encamina a la muerte. El Señor aborrece a los de corazón perverso, pero se complace en los que viven con rectitud. Una cosa es segura: Los malvados no quedarán impunes, pero los justos saldrán bien librados. Como argolla de oro en hocico de cerdo es la mujer bella pero indiscreta. Los deseos de los justos terminan bien; la esperanza de los malvados termina mal. Unos dan a manos llenas, y reciben más de lo que dan; otros ni sus deudas pagan, y acaban en la miseria. El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado. La gente maldice al que acapara el trigo, pero colma de bendiciones al que gustoso lo vende. El que madruga para el bien, halla buena voluntad; el que anda tras el mal, por el mal será alcanzado. El que confía en sus riquezas se marchita, pero el justo se renueva como el follaje. El que perturba su casa no hereda más que el viento, y el necio termina sirviendo al sabio. El fruto de la justicia es árbol de vida, pero el que arrebata vidas es violento. Si los justos reciben su pago aquí en la tierra, ¡cuánto más los impíos y los pecadores!



El Libro de Santiago Capítulo 5 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE
SANTIAGO


CAPÍTULO 5
(60 d.C.)
LOS RICOS



ID ya ahora, oh ricos, llorad lamentándose por vuestras miserias que os van a sobrevenir. (Esta advertencia es para los ricos quienes han ganado su riqueza por fraude y engaño.)
2 Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. (Este tipo de riquezas no le servirá a nadie, y sobre todo, a la persona que la tiene.)
3 Vuestro oro y plata están corrompidos de orín (la idea es que el oro y la plata están acumulados y no los ponen en buen uso); y su orín os será testimonio, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. (No es malo tener dinero. La pregunta es ¿qué hacemos con lo que Dios nos ha bendecido? Si no lo usamos para Su Gloria, asegurando que es para Su Gloria, el Señor nos advierte que tal riqueza nos consumirá.) Habéis amontonado vuestro tesoro para el juicio final de los postreros días (lo que significa que el tesoro no está acumulándose en el Cielo [Mat. 6:19-20]).
4 He aquí, el jornal de los obreros que han sembrado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado de vosotros, clama (este Pasaje nos dice, y con razón, de que demasiado tesoro está amontonado a costa de otros): y los clamores de los que habían sembrado, han entrado en los oídos del Señor de los Ejércitos (el Señor de Sabaot en el Hebreo que es el sobrenombre militar de Dios).
5 Habéis vivido en deleites sobre la Tierra, y sido disolutos (el lujo y la indulgencia a costa de otros es un gran pecado ante Dios); habéis cebado vuestros corazones como en el día de sacrificios. (Santiago usa imágenes gráficas para indicar que los ricos malvados, quienes han ganado su riqueza a costa de otros, están siempre al borde del Juicio.)
6 Habéis condenado y muerto al justo; y él no os resiste. (En la acumulación de semejante ganancia, algunos de los Justos son víctimas. El Señor presta mucha atención a esto, y sobre todo a su impotencia.)
LA PACIENCIA
7 Pues, Hermanos, tened paciencia hasta la Venida del Señor. (Nos proporciona el remedio y, de hecho, el único remedio para las injusticias en este mundo. Es la Venida del Señor.) He aquí, mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la Tierra, aguardando con paciencia, hasta que reciba la lluvia temprana y tardía. (El Espíritu Santo, por Santiago, nos dice en pocas palabras que la Venida del Señor ocurrirá poco después de la "Lluvia Tardía," que de hecho, el mundo ya experimenta. Significa que la Segunda Venida está muy cerca, y el Arrebatamiento está a la puerta. La Segunda Venida se dirigirá definitivamente a las flagrantes injusticias de este planeta.)
8 Tened también vosotros paciencia; confirmad vuestros corazones (acérquese al Señor, lo que sólo se puede lograr al hacer la Cruz el Objeto de nuestra Fe): porque la Venida del Señor se acerca. (El Arrebatamiento de la Iglesia ha de estar siempre en nuestra mente.)
9 Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados (el Juicio injusto de los consiervos Cristianos es a veces más doloroso que el odio de los incrédulos): he aquí, el Juez ya está a la puerta. (Se refiere al Señor Jesús y Su preparación de vengar toda la maldad.)
10 Hermanos míos, tomad por ejemplo de aflicción y de paciencia, a los Profetas que hablaron en Nombre del Señor. (A pesar que fueron Profetas, lo que significa que ocuparon una Oficina santa y suprema, no fueron exentos de la aflicción.)
11 He aquí, tenemos por bienaventurados a los que perseveran. (La palabra "perseverar" se refiere al hecho de que la prueba o el proceso pueden durar por mucho tiempo.) Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor; que el Señor es muy misericordioso y piadoso. (Tiene el propósito de explicar el hecho de que independientemente de lo que el Señor permita, es para nuestro propio bien. Debiéramos entender esto, y procurar a aprender lo que la lección desea enseñar.)
LA VERDAD
12 Mas sobre todo, Hermanos míos, no juréis, ni por el Cielo, ni por la Tierra, ni por ningún otro juramento (se refiere al hecho de que el Señor guía a todo Creyente, aun en los tiempos de prueba, y proporcionalmente no debemos perder la Fe, por ello, tomando los asuntos en nuestras propias manos): sino vuestro sí sea sí; y vuestro no sea no; para que no caigáis en condenación. (¡Aunque no entendamos el motivo de la situación, independientemente de lo que pudiera ser, no debemos cuestionar al Señor!)
LA SANIDAD
13 ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. (La oración es la recomendación del Espíritu Santo en cuanto a la aflicción. ¿Pero cuántos Cristianos se aprovechan de este privilegio?) ¿Está alguno alegre? Cante Salmos. (En efecto, se refiere al canto como forma de oración, lo que realmente es, si cantamos canciones que glorifican debidamente al Señor.)
14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? (Se refiere a la enfermedad física o emocional de cualquier índole.) Llame a los Ancianos (Pastores) de la Iglesia; y oren por él (pidiendo al Señor por sanidad en cuanto a la necesidad), ungiéndole con aceite en el Nombre del Señor (el "aceite" no tiene ningún propósito medicinal, sino más bien es con el propósito de simbolizar el Espíritu Santo, y es usado como punto de contacto con respecto a nuestra Fe; la oración debe ser ofrecida en el Nombre de Jesús [Jn. 16:23]):
LA ORACIÓN DE FE
15 Y la oración de Fe salvará al enfermo (la "oración de Fe" es simplemente la creencia que Dios oye y contesta la oración), y el Señor lo levantará (proclama al Señor como el Sanador, como es obvio, con la Cruz siendo el medio de todo esto; es el Espíritu Santo Quien lo lleva a cabo); y si él ha cometido pecados, le serán perdonados. (La cláusula condicional, "si él ha pecado," deja en claro que no toda enfermedad es el resultado del pecado, pero algunas definitivamente son. Aquel siendo el caso, el Señor sanará y perdonará al creer con Fe.)
16 Confesaos vuestras faltas unos a otros (se refiere a estar presto para admitir la falta, si ese es el caso), y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos. (El Espíritu Santo, por Santiago, amplía el aspecto de la oración por el enfermo para que sea aplicable a cualquier Creyente.) La oración eficaz del Justo puede mucho (de todo "hombre Justo," Predicador u otro; la "Justicia" corresponde al hecho de que la Fe del individuo esté precisamente en Cristo y la Cruz, y no en otras cosas).
17 Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras (fue dicho de esta manera porque el Espíritu Santo quiere que sepamos que lo que está al alcance de uno está también al alcance del otro), y rogó con oración que no lloviese: y no llovió sobre la Tierra en tres años y seis meses (nos muestra el poder de la oración, si oramos en la Voluntad de Dios).
18 Y otra vez oró, y el Cielo dio lluvia, y la Tierra produjo su fruto (se refiere al efecto de las oraciones de un hombre).
LA VERDAD
19 Hermanos, si alguno de entre vosotros ha errado de la Verdad (Santiago se refiere aquí a los Creyentes extraviándose de la Verdad de la Cruz), y alguno le convirtiere (se refiere al fortalecer al individuo, devolviéndolo al camino correcto de la Verdad, lo cual es de regreso a Cristo y la Cruz);
20 Sepa que el que hubiere hecho convertir al pecador del error de su camino (francamente expresa que cualquier otro camino que no es la Cruz es "camino del pecado," lo cual entonces convierte al que anda en ese camino "un pecador") salvará un alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados. (Se refiere al hecho de que si el Creyente abandona la Cruz, por ello, transfiriendo su Fe a otra cosa, y continúa en ese camino equivocado, resultará en la pérdida del alma. ¡Volver a la Cruz salva a esa alma, lo cual la Cruz Sola puede hacer!)


1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4 Nueva Versión Internacional:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8 Nueva Versión Internacional:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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29 June 2008

El 29 de Junio Lectura Bíblica Diaria




El 29 de Junio Lectura Bíblica Diaria:


Jueces 16 a 18 Nueva Versión Internacional:
Un día Sansón fue a Gaza, donde vio a una prostituta. Entonces entró para pasar la noche con ella. Al pueblo de Gaza se le anunció: "¡Sansón ha venido aquí!" Así que rodearon el lugar y toda la noche estuvieron al acecho junto a la puerta de la ciudad. Se quedaron quietos durante toda la noche diciéndose: "Lo mataremos al amanecer." Pero Sansón estuvo acostado allí hasta la medianoche; luego se levantó y arrancó las puertas de la entrada de la ciudad, junto con sus dos postes, con cerrojo y todo. Se las echó al hombro y las llevó hasta la cima del monte que está frente a Hebrón. Pasado algún tiempo, Sansón se enamoró de una mujer del valle de Sorec, que se llamaba Dalila. Los jefes de los filisteos fueron a verla y le dijeron: "Sedúcelo, para que te revele el secreto de su tremenda fuerza y cómo podemos vencerlo, de modo que lo atemos y lo tengamos sometido. Cada uno de nosotros te dará mil cien monedas de plata." Dalila le dijo a Sansón: Dime el secreto de tu tremenda fuerza, y cómo se te puede atar y dominar. Sansón le respondió: Si se me ata con siete cuerdas de arco que todavía no estén secas, me debilitaré y seré como cualquier otro hombre. Los jefes de los filisteos le trajeron a ella siete cuerdas de arco que aún no se habían secado, y Dalila lo ató con ellas. Estando unos hombres al acecho en el cuarto, ella le gritó: ¡Sansón, los filisteos se lanzan sobre ti! Pero él rompió las cuerdas como quien rompe un pedazo de cuerda chamuscada. De modo que no se descubrió el secreto de su fuerza. Dalila le dijo a Sansón: ¡Te burlaste de mí! ¡Me dijiste mentiras! Vamos, dime cómo se te puede atar. Si se me ata firmemente con sogas nuevas, sin usar le dijo él, me debilitaré y seré como cualquier otro hombre. Mientras algunos filisteos estaban al acecho en el cuarto, Dalila tomó sogas nuevas y lo ató, y luego le gritó: ¡Sansón, los filisteos se lanzan sobre ti! Pero él rompió las sogas que ataban sus brazos, como quien rompe un hilo. Entonces Dalila le dijo a Sansón: ¡Hasta ahora te has burlado de mí, y me has dicho mentiras! Dime cómo se te puede atar. Si entretejes las siete trenzas de mi cabello con la tela del telar, y aseguras ésta con la clavija respondió él, me debilitaré y seré como cualquier otro hombre. Entonces, mientras él dormía, Dalila tomó las siete trenzas de Sansón, las entretejió con la tela y las aseguró con la clavija. Una vez más ella le gritó: "¡Sansón, los filisteos se lanzan sobre ti!" Sansón despertó de su sueño y arrancó la clavija y el telar, junto con la tela. Entonces ella le dijo: "¿Cómo puedes decir que me amas, si no confías en mí? Ya van tres veces que te burlas de mí, y aún no me has dicho el secreto de tu tremenda fuerza." Como todos los días lo presionaba con sus palabras, y lo acosaba hasta hacerlo sentirse harto de la vida, al fin se lo dijo todo. "Nunca ha pasado navaja sobre mi cabeza le explicó, porque soy nazareo, consagrado a Dios desde antes de nacer. Si se me afeitara la cabeza, perdería mi fuerza, y llegaría a ser tan débil como cualquier otro hombre." Cuando Dalila se dio cuenta de que esta vez le había confiado todo, mandó llamar a los jefes de los filisteos, y les dijo: "Vuelvan una vez más, que él me lo ha confiado todo." Entonces los gobernantes de los filisteos regresaron a ella con la plata que le habían ofrecido. Después de hacerlo dormir sobre sus rodillas, ella llamó a un hombre para que le cortara las siete trenzas de su cabello. Así comenzó a dominarlo. Y su fuerza lo abandonó. Luego ella gritó: "¡Sansón, los filisteos se lanzan sobre ti!" Sansón despertó de su sueño y pensó: "Me escaparé como las otras veces, y me los quitaré de encima." Pero no sabía que el Señor lo había abandonado. Entonces los filisteos lo capturaron, le arrancaron los ojos y lo llevaron a Gaza. Lo sujetaron con cadenas de bronce, y lo pusieron a moler en la cárcel. Pero en cuanto le cortaron el cabello, le comenzó a crecer de nuevo. Los jefes de los filisteos se reunieron para festejar y ofrecerle un gran sacrificio a Dagón, su dios, diciendo: "Nuestro dios ha entregado en nuestras manos a Sansón, nuestro enemigo." Cuando el pueblo lo vio, todos alabaron a su dios diciendo: "Nuestro dios ha entregado en nuestras manos a nuestro enemigo, al que asolaba nuestra tierra y multiplicaba nuestras víctimas." Cuando ya estaban muy alegres, gritaron: "¡Saquen a Sansón para que nos divierta!" Así que sacaron a Sansón de la cárcel, y él les sirvió de diversión. Cuando lo pusieron de pie entre las columnas, Sansón le dijo al muchacho que lo llevaba de la mano: "Ponme donde pueda tocar las columnas que sostienen el templo, para que me pueda apoyar en ellas." En ese momento el templo estaba lleno de hombres y mujeres; todos los jefes de los filisteos estaban allí, y en la parte alta había unos tres mil hombres y mujeres que se divertían a costa de Sansón. Entonces Sansón oró al Señor: "Oh soberano Señor, acuérdate de mí. Oh Dios, te ruego que me fortalezcas sólo una vez más, y déjame de una vez por todas vengarme de los filisteos por haberme sacado los ojos." Luego Sansón palpó las dos columnas centrales que sostenían el templo y se apoyó contra ellas, la mano derecha sobre una y la izquierda sobre la otra. Y gritó: "¡Muera yo junto con los filisteos!" Luego empujó con toda su fuerza, y el templo se vino abajo sobre los jefes y sobre toda la gente que estaba allí. Fueron muchos más los que Sansón mató al morir, que los que había matado mientras vivía. Sus hermanos y toda la familia de su padre descendieron para recogerlo. Lo llevaron de regreso y lo sepultaron entre Zora y Estaol, en la tumba de su padre Manoa. Sansón había gobernado a Israel durante veinte años. En la región montañosa de Efraín había un hombre llamado Micaías, quien le dijo a su madre: Con respecto a las mil cien monedas de plata que te robaron y sobre las cuales te oí pronunciar una maldición, yo tengo esa plata; yo te la robé. Su madre le dijo: ¡Que el Señor te bendiga, hijo mío! Cuando Micaías le devolvió a su madre las mil cien monedas de plata, ella dijo: Solemnemente consagro mi plata al Señor para que mi hijo haga una imagen tallada y un ídolo de fundición. Ahora pues, te la devuelvo. Cuando él le devolvió la plata a su madre, ella tomó doscientas monedas de plata y se las dio a un platero, quien hizo con ellas una imagen tallada y un ídolo de fundición, que fueron puestos en la casa de Micaías. Este Micaías tenía un santuario. Hizo un efod y algunos ídolos domésticos, y consagró a uno de sus hijos como sacerdote. En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor. Un joven levita de Belén de Judá, que era forastero y de la tribu de Judá, salió de aquella ciudad en busca de algún otro lugar donde vivir. En el curso de su viaje llegó a la casa de Micaías en la región montañosa de Efraín. ¿De dónde vienes? le preguntó Micaías. Soy levita, de Belén de Judá contestó él, y estoy buscando un lugar donde vivir. Vive conmigo le propuso Micaías, y sé mi padre y sacerdote; yo te daré diez monedas de plata al año, además de ropa y comida. El joven levita aceptó quedarse a vivir con él, y fue para Micaías como uno de sus hijos. Luego Micaías invistió al levita, y así el joven se convirtió en su sacerdote y vivió en su casa. Y Micaías dijo: "Ahora sé que el Señor me hará prosperar, porque tengo a un levita como sacerdote." En aquella época no había rey en Israel, y la tribu de Dan andaba buscando un territorio propio donde establecerse, porque hasta ese momento no había recibido la parte que le correspondía de entre las tribus de Israel. Desde Zora y Estaol los danitas enviaron a cinco de sus hombres más valientes, para que espiaran la tierra y la exploraran. Les dijeron: "Vayan, exploren la tierra." Los hombres entraron en la región montañosa de Efraín y llegaron hasta la casa de Micaías, donde pasaron la noche. Cuando estaban cerca de la casa de Micaías, reconocieron la voz del joven levita; así que entraron allí y le preguntaron: ¿Quién te trajo aquí? ¿Qué haces en este lugar? ¿Qué buscas aquí? El joven les contó lo que Micaías había hecho por él, y dijo: Me ha contratado, y soy su sacerdote. Le dijeron: Te rogamos que consultes a Dios para que sepamos si vamos a tener éxito en nuestro viaje. El sacerdote les respondió: Vayan en paz. Su viaje tiene la aprobación del Señor. Los cinco hombres se fueron y llegaron a Lais, donde vieron que la gente vivía segura, tranquila y confiada, tal como vivían los sidonios. Gozaban de prosperidad y no les faltaba nada. Además, vivían lejos de los sidonios y no se relacionaban con nadie más. Cuando volvieron a Zora y Estaol, sus hermanos les preguntaron: ¿Cómo les fue? Ellos respondieron: ¡Subamos, ataquémoslos! Hemos visto que la tierra es excelente. ¿Qué pasa? ¿Se van a quedar ahí, sin hacer nada? No duden un solo instante en marchar allí y apoderarse de ella. Cuando lleguen allí, encontrarán a un pueblo confiado y una tierra espaciosa que Dios ha entregado en manos de ustedes. Sí, es una tierra donde no hace falta absolutamente nada. Entonces partieron de Zora y Estaol seiscientos danitas armados para la batalla. Subieron y acamparon cerca de Quiriat Yearín en Judá. Por eso hasta el día de hoy el sector oeste de Quiriat Yearín se llama Majané Dan. Desde allí cruzaron hasta la región montañosa de Efraín, y llegaron a la casa de Micaías. Entonces los cinco hombres que habían explorado la tierra de Lais les dijeron a sus hermanos: ¿Saben que una de esas casas tiene un efod, algunos dioses domésticos, una imagen tallada y un ídolo de fundición? Ahora bien, ustedes sabrán qué hacer. Ellos se acercaron hasta allí, y entraron en la casa del joven levita, que era la misma de Micaías, y lo saludaron amablemente. Los seiscientos danitas armados para la batalla se quedaron haciendo guardia en la entrada de la puerta. Los cinco hombres que habían explorado la tierra entraron y tomaron la imagen tallada, el efod, los dioses domésticos y el ídolo de fundición. Mientras tanto, el sacerdote y los seiscientos hombres armados para la batalla permanecían a la entrada de la puerta. Cuando aquellos hombres entraron en la casa de Micaías y tomaron la imagen tallada, el efod, los dioses domésticos y el ídolo de fundición, el sacerdote les preguntó: ¿Qué están haciendo? Ellos le respondieron: ¡Silencio! No digas ni una sola palabra. Ven con nosotros, y serás nuestro padre y sacerdote. ¿No crees que es mejor ser sacerdote de toda una tribu y de un clan de Israel, que de la familia de un solo hombre? El sacerdote se alegró. Tomó el efod, los dioses domésticos y la imagen tallada, y se fue con esa gente. Ellos, poniendo por delante a sus niños, su ganado y sus bienes, se volvieron y partieron. Cuando ya se habían alejado de la casa de Micaías, los hombres que vivían cerca de Micaías se reunieron y dieron alcance a los danitas. Como gritaban tras ellos, los danitas se dieron vuelta y le preguntaron a Micaías: ¿Qué te sucede, que has convocado a tu gente? Micaías les respondió: Ustedes se llevaron mis dioses, que yo mismo hice, y también se llevaron a mi sacerdote y luego se fueron. ¿Qué más me queda? ¡Y todavía se atreven a preguntarme qué me sucede! Los danitas respondieron: No nos levantes la voz, no sea que algunos de los nuestros pierdan la cabeza y los ataquen a ustedes, y tú y tu familia pierdan la *vida. Y así los danitas siguieron su camino. Micaías, viendo que eran demasiado fuertes para él, se dio la vuelta y regresó a su casa. Así fue como los danitas se adueñaron de lo que había hecho Micaías, y también de su sacerdote, y marcharon contra Lais, un pueblo tranquilo y confiado; mataron a sus habitantes a filo de espada, y quemaron la ciudad. No hubo nadie que los librara, porque vivían lejos de Sidón y no se relacionaban con nadie más. La ciudad estaba situada en un valle cercano a Bet Rejob. Después los mismos danitas reconstruyeron la ciudad y se establecieron allí. La llamaron Dan en honor a su antepasado del mismo nombre, que fue hijo de Israel, aunque antes la ciudad se llamaba Lais. Allí erigieron para sí la imagen tallada, y Jonatán, hijo de Guersón y nieto de Moisés, y sus hijos fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el tiempo del exilio. Instalaron la imagen tallada que había hecho Micaías, y allí quedó todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Siló.



Salmos 47 Nueva Versión Internacional:
Aplaudan, pueblos todos; aclamen a Dios con gritos de alegría. ¡Cuán imponente es el Señor Altísimo, el gran rey de toda la tierra! Sometió a nuestro dominio las naciones; puso a los pueblos bajo nuestros pies; escogió para nosotros una heredad que es el orgullo de Jacob, a quien amó. Selah. Dios el Señor ha ascendido entre gritos de alegría y toques de trompeta. Canten salmos a Dios, cántenle salmos; canten, cántenle salmos a nuestro rey. Dios es el rey de toda la tierra; por eso, cántenle un salmo solemne. Dios reina sobre las naciones; Dios está sentado en su santo trono. Los nobles de los pueblos se reúnen con el pueblo del Dios de Abraham, pues de Dios son los imperios de la tierra. ¡Él es grandemente enaltecido!


Proverbios 10:
Proverbios de Salomón: El hijo sabio es la alegría de su padre; el hijo necio es el pesar de su madre. Las riquezas mal habidas no sirven de nada, pero la justicia libra de la muerte. El Señor no deja sin comer al justo, pero frustra la avidez de los malvados. Las manos ociosas conducen a la pobreza; las manos hábiles atraen riquezas. El hijo prevenido se abastece en el verano, pero el sinvergüenza duerme en tiempo de cosecha. El justo se ve coronado de bendiciones, pero la boca del malvado encubre violencia. La memoria de los justos es una bendición, pero la fama de los malvados será pasto de los gusanos. El de sabio corazón acata las órdenes, pero el necio y rezongón va camino al desastre. Quien se conduce con integridad, anda seguro; quien anda en malos pasos será descubierto. Quien guiña el ojo con malicia provoca pesar; el necio y rezongón va camino al desastre. Fuente de vida es la boca del justo, pero la boca del malvado encubre violencia. El odio es motivo de disensiones, pero el amor cubre todas las faltas. En los labios del prudente hay sabiduría; en la espalda del falto de juicio, sólo garrotazos. El que es sabio atesora el conocimiento, pero la boca del necio es un peligro inminente. La riqueza del rico es su baluarte; la pobreza del pobre es su ruina. El salario del justo es la vida; la ganancia del malvado es el pecado. El que atiende a la corrección va camino a la vida; el que la rechaza se pierde. El de labios mentirosos disimula su odio, y el que propaga calumnias es un necio. El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua. Plata refinada es la lengua del justo; el corazón del malvado no vale nada. Los labios del justo orientan a muchos; los necios mueren por falta de juicio. La bendición del Señor trae riquezas, y nada se gana con preocuparse. El necio se divierte con su mala conducta, pero el sabio se recrea con la sabiduría. Lo que el malvado teme, eso le ocurre; lo que el justo desea, eso recibe. Pasa la tormenta y desaparece el malvado, pero el justo permanece firme para siempre. Como vinagre a los dientes y humo a los ojos es el perezoso para quienes lo emplean. El temor del Señor prolonga la vida, pero los años del malvado se acortan. El futuro de los justos es halagüeño; la esperanza de los malvados se desvanece. El camino del Señor es refugio de los justos y ruina de los malhechores. Los justos no tropezarán jamás; los malvados no habitarán la tierra. La boca del justo profiere sabiduría, pero la lengua perversa será cercenada. Los labios del justo destilan bondad; de la boca del malvado brota perversidad.



El Libro de Santiago Capítulo 4 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

LA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE
SANTIAGO

CAPÍTULO 4
(60 d.C.)
LA MUNDANALIDAD

¿DE dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? (Cuando los Creyentes se fijan en otras cosas que no es la Cruz, el resultado es "la contienda.") ¿No son de vuestras concupiscencias, las cuales combaten en vuestros miembros? (Nuevamente, la única solución para este problema que asecha a todo Cristiano, consiste en que entendamos que todo nos llega de Dios por la Cruz. Al hacer de la Cruz el Objeto de nuestra Fe le da libertad de acción al Espíritu Santo para obrar en nuestras vidas, a fin de que podamos vivir la vida que hemos de vivir [Rom. 6:3-5, 12-13].)
2 Codiciáis, y no tenéis (tal persona no está mirando a Dios, sino más bien obrando desde el punto de vista de la obstinación): matáis, y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar (la palabra "matáis" se refiere a destruir la reputación de otra persona a fin de ganar la ventaja, y hacerlo por difamación, etc.): combatís y guerreáis, y no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. (Se refiere a los Creyentes que no buscan al Señor para nada, sino más bien ¡dependen de otras fuentes que son irregulares por no decir algo más!)
3 Pedís, y no recibís (y hay un motivo), porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. (Tal persona no pide en la Voluntad de Dios, sino más bien de sus propios deseos egoístas.)
4 Adúlteros y adúlteras (presenta a Santiago usando los mismos términos que Pablo [Rom. 7:1-4]; el Creyente debe mirar exclusivamente a Cristo y la Cruz en cuanto a todas sus necesidades; mirar a otra parte, o mejor dicho cuando coloca la Fe en algo que no es la Cruz, entonces la persona está cometiendo adulterio espiritual), ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? (Si la Cruz de Cristo no es estrictamente el Objeto de nuestra Fe, Dios mira todo lo demás como "mundanalidad.") Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. (Permítame que haga de nuevo la declaración de que si la Cruz de Cristo no es nuestro único Objeto de Fe, no importa lo religioso que sean nuestros esfuerzos, el Señor todavía los mira como "amistad con el mundo." Significa que el Creyente, en esencia, se hace "enemigo de Dios.")
5 ¿Pensáis que La Escritura dice sin causa (Santiago cita varias Escrituras [Gén. 15:6; 49:10; Éx. 17:6; Sal. 78:16; Ezeq. 47:9; Joel 2:28-29]), que es el Espíritu Quien mora en nosotros que codicia para envidia? (Se refiere al Espíritu Santo, lo que significa que la palabra "Espíritu" debiera haber sido escrita con mayúscula. La palabra "codicia" aquí significa "un deseo serio o apasionante." ¿De qué tiene Él envidia, y qué desea Él apasionadamente? El Espíritu Santo tiene envidia de cualquier control que la naturaleza caída pudiera tener sobre el Creyente, y está deseoso de controlar apasionadamente todos nuestros pensamientos, palabras y acciones. Él anhela que el Creyente dependa de Él para Su Ministerio a Él, para que descargue Su responsabilidad a Quien Le envió, a Saber Dios el Padre.)
6 Mas Él da mayor Gracia. (Si el Creyente siempre hace la Cruz el Objeto de Su Fe, mediante la cual la Gracia viene del Señor.) Por esto dice (Job 22:29; Sal. 138:6; Prov. 3:34), Dios resiste a los soberbios, y da Gracia a los humildes. (Dios resiste a aquellos que miran a lo que no es la Cruz, y bendice a aquellos que se humillan al seguir mirando estrictamente a Cristo y la Cruz, lo cual desarrolla la humildad.)
LA ORACIÓN
7 Someteos pues a Dios (al Plan que Él ha provisto, lo cual es la Cruz). Resistid al Diablo, y éste huirá de vosotros. (Precisamente hacemos esto al mirar a Cristo, y lo que Él hizo por nosotros en la Cruz, donde Satanás fue totalmente derrotado [Col. 2:14-15].)
8 Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. (Otra vez y para siempre, se logra sólo por la Fe cuando la Cruz es su Objeto.) Pecadores, limpiad las manos; y vosotros de doble ánimo, purificad los corazones. (Sin un conocimiento apropiado de la Cruz en cuanto a la Santificación del Santo, es imposible para el Creyente vivir una Victoriosa vida Cristiana.)
9 Afligíos, y lamentad, y llorad (se refiere a la consternación por haber recurrido a otras cosas además de Cristo y la Cruz): vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. (Se refiere al Arrepentimiento Verdadero, lo que significa que admitimos nuestro pecado de mirar aquello que no es la Cruz, por lo tanto, buscando el perdón. Debemos arrepentirnos no sólo por lo malo, sino también por lo bueno. Con esto, me refiero a nuestra dependencia en cosas buenas para la victoria en nuestras vidas, sin embargo, lo que no es la Cruz.)
10 Humillaos delante del Señor, y Él os ensalzará. (Como hemos dicho continuamente, se refiere a mirar a Cristo y a la Cruz, lo que es el único proceso humillante por el cual el Creyente pueda participar sinceramente.)
JUZGAR
11 Hermanos, no murmuréis los unos de los otros (se refiere a Jueces nombrados por sí mismos [Mat. 7:1-5]). El que murmura del Hermano, y juzga a su Hermano, este tal murmura de la Ley, y juzga a la Ley (corresponde a la Ley de Moisés, a la cual Santiago señala; cuando un Creyente juzga a otro, él está sustituyendo la Gracia por la Ley, donde sólo encontrará condenación): pero si tú juzgas a la Ley, no eres guardador de la Ley, sino Juez. (En otras palabras, tal persona se ha colocado en el puesto de Dios.)
12 Uno es el Dador de la Ley, que es El Que sólo tiene poder para salvar y para destruir (Dios es el Único Quien puede ocupar esta posición): ¿quién eres tú que juzgas a otro? (El Griego en efecto dice, "¿pero tú — quién eres tú?" En otras palabras, "¿quién te crees que eres?")
EL OBSTINADO
13 Id ahora, los que decís, Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y compraremos mercadería, y ganaremos (los planes de los individuos que no incluyen a Dios):
14 Y no sabéis lo que será mañana (explica el hecho de que no lo sabemos, en cambio ¡Dios lo sabe!). Porque ¿qué es vuestra vida? (Al hacer planes sin Dios nos consideramos que somos nuestro propio maestro.) Ciertamente es un vapor, que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. (Significa que si el Señor no dirige nuestras vidas, entonces todo es una pérdida.)
15 En lugar de lo cual deberíais decir (demuestra lo opuesto del "iremos" en el Versículo 13), Si el Señor quisiere, y si viviéremos, haremos esto, o aquello (nuestra dependencia absoluta en Dios).
16 Mas ahora os jactáis en vuestras soberbias (regocijarse en los planes que uno mismo ha hecho): toda jactancia semejante es mala. (Todo regocijo debiera ser en el Señor y sólo en el Señor.)
EL PECADO
17 El pecado, pues, está en aquel que sabe hacer lo bueno, y no lo hace. (El pecado es una ofensa contra Dios, lo cual Él no puede tolerar. Si no cumplimos con la Palabra de Dios, entonces pecamos.)


1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4 Nueva Versión Internacional:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8 Nueva Versión Internacional:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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