11 August 2025

El 11 de agosto Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Picacho, Arizona

El 11 de agosto Lectura Bíblica Diaria:

Ezequiel 35 - 37:

35 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro hacia el monte de Seir, y profetiza contra él, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti, oh monte de Seir, y extenderé mi mano contra ti, y te convertiré en desierto y en soledad. A tus ciudades asolaré, y tú serás asolado; y sabrás que yo soy Jehová. Por cuanto tuviste enemistad perpetua, y entregaste a los hijos de Israel al poder de la espada en el tiempo de su aflicción, en el tiempo extremadamente malo, por tanto, vivo yo, dice Jehová el Señor, que a sangre te destinaré, y sangre te perseguirá; y porque la sangre no aborreciste, sangre te perseguirá. Y convertiré al monte de Seir en desierto y en soledad, y cortaré de él al que vaya y al que venga. Y llenaré sus montes de sus muertos; en tus collados, en tus valles y en todos tus arroyos, caerán muertos a espada. Yo te pondré en asolamiento perpetuo, y tus ciudades nunca más se restaurarán; y sabréis que yo soy Jehová. Por cuanto dijiste: Las dos naciones y las dos tierras serán mías, y tomaré posesión de ellas; estando allí Jehová; por tanto, vivo yo, dice Jehová el Señor, yo haré conforme a tu ira, y conforme a tu celo con que procediste, a causa de tus enemistades con ellos; y seré conocido en ellos, cuando te juzgue. Y sabrás que yo Jehová he oído todas tus injurias que proferiste contra los montes de Israel, diciendo: Destruidos son, nos han sido dados para que los devoremos. Y os engrandecisteis contra mí con vuestra boca, y multiplicasteis contra mí vuestras palabras. Yo lo oí. Así ha dicho Jehová el Señor: Para que toda la tierra se regocije, yo te haré una desolación. Como te alegraste sobre la heredad de la casa de Israel, porque fue asolada, así te haré a ti; asolado será el monte de Seir, y todo Edom, todo él; y sabrán que yo soy Jehová. 36 Tú, hijo de hombre, profetiza a los montes de Israel, y di: Montes de Israel, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto el enemigo dijo de vosotros: ¡Ea! también las alturas eternas nos han sido dadas por heredad; profetiza, por tanto, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto os asolaron y os tragaron de todas partes, para que fueseis heredad de las otras naciones, y se os ha hecho caer en boca de habladores y ser el oprobio de los pueblos, por tanto, montes de Israel, oíd palabra de Jehová el Señor: Así ha dicho Jehová el Señor a los montes y a los collados, a los arroyos y a los valles, a las ruinas y asolamientos y a las ciudades desamparadas, que fueron puestas por botín y escarnio de las otras naciones alrededor; por eso, así ha dicho Jehová el Señor: He hablado por cierto en el fuego de mi celo contra las demás naciones, y contra todo Edom, que se disputaron mi tierra por heredad con alegría, de todo corazón y con enconamiento de ánimo, para que sus expulsados fuesen presa suya. Por tanto, profetiza sobre la tierra de Israel, y dí a los montes y a los collados, y a los arroyos y a los valles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, en mi celo y en mi furor he hablado, por cuanto habéis llevado el oprobio de las naciones. Por lo cual así ha dicho Jehová el Señor: Yo he alzado mi mano, he jurado que las naciones que están a vuestro alrededor han de llevar su afrenta. Mas vosotros, oh montes de Israel, daréis vuestras ramas, y llevaréis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque cerca están para venir. Porque he aquí, yo estoy por vosotros, y a vosotros me volveré, y seréis labrados y sembrados. Y haré multiplicar sobre vosotros hombres, a toda la casa de Israel, toda ella; y las ciudades serán habitadas, y edificadas las ruinas. Multiplicaré sobre vosotros hombres y ganado, y serán multiplicados y crecerán; y os haré morar como solíais antiguamente, y os haré mayor bien que en vuestros principios; y sabréis que yo soy Jehová. Y haré andar hombres sobre vosotros, a mi pueblo Israel; y tomarán posesión de ti, y les serás por heredad, y nunca más les matarás los hijos. Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto dicen de vosotros: Comedora de hombres, y matadora de los hijos de tu nación has sido; por tanto, no devorarás más hombres, y nunca más matarás a los hijos de tu nación, dice Jehová el Señor. Y nunca más te haré oír injuria de naciones, ni más llevarás denuestos de pueblos, ni harás más morir a los hijos de tu nación, dice Jehová el Señor. Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, mientras la casa de Israel moraba en su tierra, la contaminó con sus caminos y con sus obras; como inmundicia de menstruosa fue su camino delante de mí. Y derramé mi ira sobre ellos por la sangre que derramaron sobre la tierra; porque con sus ídolos la contaminaron. Les esparcí por las naciones, y fueron dispersados por las tierras; conforme a sus caminos y conforme a sus obras les juzgué. Y cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, diciéndose de ellos: Estos son pueblo de Jehová, y de la tierra de él han salido. Pero he tenido dolor al ver mi santo nombre profanado por la casa de Israel entre las naciones adonde fueron. Por tanto, dí a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos. Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios. Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre. Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones. Y os acordaréis de vuestros malos caminos, y de vuestras obras que no fueron buenas; y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones. No lo hago por vosotros, dice Jehová el Señor, sabedlo bien; avergonzaos y cubríos de confusión por vuestras iniquidades, casa de Israel. Así ha dicho Jehová el Señor: El día que os limpie de todas vuestras iniquidades, haré también que sean habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas. Y la tierra asolada será labrada, en lugar de haber permanecido asolada a ojos de todos los que pasaron. Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas. Y las naciones que queden en vuestros alrededores sabrán que yo reedifiqué lo que estaba derribado, y planté lo que estaba desolado; yo Jehová he hablado, y lo haré. Así ha dicho Jehová el Señor: Aún seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto; multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños. Como las ovejas consagradas, como las ovejas de Jerusalén en sus fiestas solemnes, así las ciudades desiertas serán llenas de rebaños de hombres; y sabrán que yo soy Jehová. 37 La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes. Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová. Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu. Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y dí al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo. Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová. Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá, y para los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros. Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano. Y cuando te pregunten los hijos de tu pueblo, diciendo: ¿No nos enseñarás qué te propones con eso?, diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano. Y los palos sobre que escribas estarán en tu mano delante de sus ojos, y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos. Ni se contaminarán ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeliones; y los salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios. Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra. Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre. Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre.


Salmo 40: 
Pacientemente esperé a Jehová,
Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;
Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.
Verán esto muchos, y temerán,
Y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza,
Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas;
Y tus pensamientos para con nosotros,
No es posible contarlos ante ti.
Si yo anunciare y hablare de ellos,
No pueden ser enumerados. Sacrificio y ofrenda no te agrada;
Has abierto mis oídos;
Holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo;
En el rollo del libro está escrito de mí; El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado,
Y tu ley está en medio de mi corazón. He anunciado justicia en grande congregación;
He aquí, no refrené mis labios,
Jehová, tú lo sabes. No encubrí tu justicia dentro de mi corazón;
He publicado tu fidelidad y tu salvación;
No oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea. Jehová, no retengas de mí tus misericordias;
Tu misericordia y tu verdad me guarden siempre. Porque me han rodeado males sin número;
Me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista.
Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla. Quieras, oh Jehová, librarme;
Jehová, apresúrate a socorrerme. Sean avergonzados y confundidos a una
Los que buscan mi vida para destruirla.
Vuelvan atrás y avergüéncense
Los que mi mal desean; Sean asolados en pago de su afrenta
Los que me dicen: ¡Ea, ea! Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan,
Y digan siempre los que aman tu salvación:
Jehová sea enaltecido. Aunque afligido yo y necesitado,
Jehová pensará en mí.
Mi ayuda y mi libertador eres tú;
Dios mío, no te tardes.

Proverbios 28:
Huye el impío sin que nadie lo persiga;
Mas el justo está confiado como un león. Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos;
Mas por el hombre entendido y sabio permanece estable. El hombre pobre y robador de los pobres
Es como lluvia torrencial que deja sin pan. Los que dejan la ley alaban a los impíos;
Mas los que la guardan contenderán con ellos. Los hombres malos no entienden el juicio;
Mas los que buscan a Jehová entienden todas las cosas. Mejor es el pobre que camina en su integridad,
Que el de perversos caminos y rico. El que guarda la ley es hijo prudente;
Mas el que es compañero de glotones avergüenza a su padre. El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés,
Para aquel que se compadece de los pobres las aumenta. El que aparta su oído para no oír la ley,
Su oración también es abominable. El que hace errar a los rectos por el mal camino,
El caerá en su misma fosa;
Mas los perfectos heredarán el bien. El hombre rico es sabio en su propia opinión;
Mas el pobre entendido lo escudriña. Cuando los justos se alegran, grande es la gloria;
Mas cuando se levantan los impíos, tienen que esconderse los hombres. El que encubre sus pecados no prosperará;
Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios;
Mas el que endurece su corazón caerá en el mal. León rugiente y oso hambriento
Es el príncipe impío sobre el pueblo pobre. El príncipe falto de entendimiento multiplicará la extorsión;
Mas el que aborrece la avaricia prolongará sus días. El hombre cargado de la sangre de alguno
Huirá hasta el sepulcro, y nadie le detendrá. El que en integridad camina será salvo;
Mas el de perversos caminos caerá en alguno. El que labra su tierra se saciará de pan;
Mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza. El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones;
Mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa. Hacer acepción de personas no es bueno;
Hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre. Se apresura a ser rico el avaro,
Y no sabe que le ha de venir pobreza. El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia
Que el que lisonjea con la lengua. El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad,
Compañero es del hombre destruidor. El altivo de ánimo suscita contiendas;
Mas el que confía en Jehová prosperará. El que confía en su propio corazón es necio;
Mas el que camina en sabiduría será librado. El que da al pobre no tendrá pobreza;
Mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones. Cuando los impíos son levantados se esconde el hombre;
Mas cuando perecen, los justos se multiplican.


El Libro de Los Hechos Capítulo 14 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES




CAPÍTULO 14
(45 d.C.)
ICONIO




Y ACONTECIÓ en Iconio, que entrados juntamente (Pablo y Bernabé) en la Sinagoga de los Judíos, hablaron de tal manera (los presenta siguiendo la costumbre de ir primero a los Judíos), que creyó una grande multitud de Judíos, y asimismo de Griegos (aceptaron a Cristo).
2 Mas los Judíos que fueron incrédulos (como es obvio, algunos Judíos no creyeron), incitaron y corrompieron los ánimos de los Gentiles (quiere decir que estos Gentiles no eran de la clase gobernadora) contra los hermanos (los Judíos no creyentes contaron cualquier mentira).
3 Con todo eso se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con libertad en el Señor (los Gentiles no creyentes que fueron incitados por los Judíos no creyentes no tenían influencia directa, como aquellos Gentiles en la ciudad anterior; entonces Pablo y Bernabé podían ministrar allí por unas cuantas semanas), el cual daba testimonio a la Palabra de Su Gracia (esta Gracia se refiere al favor inmerecido de Dios en enviar a Jesús para salvarnos de nuestros pecados), dando que señales y milagros fuesen hechos por las manos de ellos (sanidades, milagros y liberaciones).
4 Mas la gente de la ciudad estaba dividida (aunque la Gracia sea la parte clave, el Mensaje causa discordia e interrumpe las familias, comunidades y naciones): y unos eran con los Judíos, y otros con los Apóstoles (expone el grado de esta división).
5 Y haciendo ímpetu los Judíos y los Gentiles juntamente con sus dirigentes, para afrentarlos y apedrearlos (constituye su plan, pero Pablo y Bernabé se marcharon antes de que se pusiera en acción),
LISTRA
6 Habiéndolo entendido (hecho consciente), huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y por toda la tierra alrededor (no significa que Pablo y Bernabé tuvieron miedo, sino que esas fueron las instrucciones del Señor):
7 Y allí (Listra y Derbe) predicaban el Evangelio (la predicación es el método que Dios eligió para alcanzar a la gente, independientemente de su lugar o circunstancias).
8 Y un hombre de Listra, impotente de los pies, estaba sentado, cojo desde el vientre de su madre, que jamás había andado:
9 Éste oyó hablar a Pablo (parece que Pablo predicaba en la plaza de la ciudad): el cual, como puso los ojos en él, y vio que tenía fe para ser sano (presenta a Pablo atraído a este hombre por el Espíritu Santo, porque el hombre por lo visto creyó lo que oyó a Pablo decir acerca de Cristo; claramente Pablo se refería a Cristo en su Mensaje, no sólo como el Salvador, sino también como el Sanador),
10 Dijo a gran voz (Pablo habló en voz alta), Levántate derecho sobre tus pies (sin duda se encontraba delante de una gran multitud). Y saltó, y anduvo (lo proclama sanado al instante).
11 Entonces las gentes, visto lo que Pablo había hecho, alzaron la voz, diciendo en lengua Licaónica (presenta su idioma materno), dioses semejantes a hombres han descendido a nosotros (la Mitología Griega señalaba a muchos dioses, y que venían a la Tierra en forma humana).
12 Y a Bernabé llamaban Júpiter; y a Pablo, Mercurio (presenta a sus dos dioses principales), porque era el (Pablo) que llevaba la Palabra.
13 Y el sacerdote de Júpiter, que estaba delante de la ciudad de ellos (habla del templo de Júpiter, que fue construido justo afuera de la puerta), trayendo toros y guirnaldas delante de las puertas, quería con el pueblo sacrificarles (habla de los animales como ofrendas para adorar a Pablo y Bernabé).
14 Y cuando lo oyeron los Apóstoles Bernabé y Pablo (probablemente significa que la gente hablaba en su idioma materno, por eso los Apóstoles al principio no sabían lo que estaba pasando), rotas sus ropas, se lanzaron al gentío, dando voces (era para mostrar su desaprobación de lo que estaba sucediendo),
15 Y diciendo, Varones, ¿por qué hacéis esto? (¿Por qué la gente en la India se bañan en la suciedad del Río Ganges, creyendo que le garantizaría cierto tipo de vida eterna? ¿Por qué muchos en África untan estiércol de vaca en sus cuerpos, agitándose en un frenesí mientras alguien golpea un tambor?) Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros (Pablo y Bernabé rechazaron las afirmaciones ridículas de estas personas que creían que ellos eran dioses), que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios Vivo (nadie más que en el Dios Vivo lo podemos encontrar por medio de Jesucristo, todo es vanidad), que hizo el Cielo y la Tierra, y el mar, y todo lo que está en ellos:
16 El cual en las edades pasadas (antes de la Cruz) ha dejado a todas las gentes andar en sus caminos (quiere decir que Él no los destruyó a pesar de sus malos caminos, tan abominables como lo eran ellos).
17 Si bien no se dejó a Sí Mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del Cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones (por muy poderosa que la Creación pueda ser como testigo, esto no es un Salvador; aunque   esto podría señalar a los hombres hacia Dios, en sí solo no podía salvar a los hombres; a pesar de ese testigo, ellos mueren eternamente perdidos).
18 Y diciendo estas cosas, apenas apaciguaron el pueblo (la gente aún sentía temor de no prestar atención a Pablo y a Bernabé), para que no les ofreciesen sacrificio (la gente fue retenida en el último momento).
LA PERSECUCIÓN
19 Entonces sobrevinieron unos Judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud (claramente ocurrió unos días después de la situación con respecto al Sacrificio propuesto; estos Judíos persuadieron a la gente a estar en contra de Pablo y Bernabé), y habiendo apedreado a Pablo, le sacaron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto (creyeron que Pablo era el líder, al parecer Bernabé se salvó de ser apedreado; Pablo estaba a la puerta de la muerte).
20 Mas rodeándole los Discípulos (habla de aquellos que habían venido a Cristo en los últimos días o semanas anteriores), se levantó (indica lo serio que era la situación, él fue sanado al instante) y entró en la ciudad (quiere decir que los detractores de Pablo ya se habían marchado, pensando que él estaba muerto): y un día después, partió con Bernabé a Derbe (presenta una distancia de unos sesenta kilómetros [cuarenta millas]).
21 Y cuando hubieron anunciado el Evangelio a aquella ciudad (explica que la Evangelización no se aminoraba en absoluto a pesar de la persecución), y enseñado a muchos (la predicación les había traído a Cristo, y ahora tenían que ser enseñados), volvieron a Listra, y a Iconio, y a Antioquía (fueron guiados por el Espíritu Santo para volver a estos lugares de persecución; como tal, Satanás no sería capaz de matarlos),
22 Confirmando los ánimos de los Discípulos (se refiere a los nuevos convertidos en estas regiones), exhortándoles a que permaneciesen en la Fe (no es el que comienza, sino el que termina), y que es necesario que por muchas tribulaciones entremos en el Reino de Dios (un Mensaje totalmente diferente del que estaba actualmente propuesto).
23 Y habiéndoles constituido Ancianos (Predicadores) en cada una de las Iglesias (por la ayuda del Espíritu Santo, se seleccionó un Pastor de los fieles para guiar el rebaño local), y habiendo orado con ayunos (quiere decir que Pablo, Bernabé y los otros buscaron al Señor seriamente en cuanto a Su Voluntad en estos asuntos), los encomendaron al Señor (buscando las Bendiciones del Señor sobre ellos después de comisionarlos) en el cual habían creído (creyendo que Él los guiaría y dirigiría, ¡que fue lo que Él hizo!).
LA IGLESIA MADRE
24 Y pasando por Pisidia vinieron a Panfilia (Panfilia está al suroeste de Pisidia).
25 Y habiendo predicado la Palabra en Perge, descendieron a Atalia (no se hace mención alguna de que ministraron en Atalia):
26 Y de allí navegaron a Antioquía (la Iglesia madre), donde habían sido encomendados a la Gracia de Dios para la obra que habían acabado (el Espíritu Santo dice que Pablo y Bernabé hicieron exactamente lo que el Señor quiso que hicieran en cuanto a este viaje Misionero).
EL INFORME
27 Y habiendo llegado, y reunido la Iglesia (en Antioquía), relataron cuán grandes cosas había Dios hecho con ellos (relatando todo esto a la congregación), y cómo había abierto a los Gentiles la puerta de la Fe (qué receptivos eran los Gentiles).
28 Y se quedaron allí (Antioquía, Siria) mucho tiempo con los Discípulos (con la congregación, posiblemente no menos de dos años).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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25 July 2025

El 25 de julio Lectura Bíblica Diaria

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El 25 de julio Lectura Bíblica Diaria:

Jeremías 40 a 42:
40 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, después que Nabuzaradán capitán de la guardia le envió desde Ramá, cuando le tomó estando atado con cadenas entre todos los cautivos de Jerusalén y de Judá que iban deportados a Babilonia. Tomó, pues, el capitán de la guardia a Jeremías y le dijo: Jehová tu Dios habló este mal contra este lugar; y lo ha traído y hecho Jehová según lo había dicho; porque pecasteis contra Jehová, y no oísteis su voz, por eso os ha venido esto. Y ahora yo te he soltado hoy de las cadenas que tenías en tus manos. Si te parece bien venir conmigo a Babilonia, ven, y yo velaré por ti; pero si no te parece bien venir conmigo a Babilonia, déjalo. Mira, toda la tierra está delante de ti; vé a donde mejor y más cómodo te parezca ir. Si prefieres quedarte, vuélvete a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, al cual el rey de Babilonia ha puesto sobre todas las ciudades de Judá, y vive con él en medio del pueblo; o vé a donde te parezca más cómodo ir. Y le dio el capitán de la guardia provisiones y un presente, y le despidió. Se fue entonces Jeremías a Gedalías hijo de Ahicam, a Mizpa, y habitó con él en medio del pueblo que había quedado en la tierra. Cuando todos los jefes del ejército que estaban por el campo, ellos y sus hombres, oyeron que el rey de Babilonia había puesto a Gedalías hijo de Ahicam para gobernar la tierra, y que le había encomendado los hombres y las mujeres y los niños, y los pobres de la tierra que no fueron transportados a Babilonia, vinieron luego a Gedalías en Mizpa; esto es, Ismael hijo de Netanías, Johanán y Jonatán hijos de Carea, Seraías hijo de Tanhumet, los hijos de Efai netofatita, y Jezanías hijo de un maacateo, ellos y sus hombres. Y les juró Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, a ellos y a sus hombres, diciendo: No tengáis temor de servir a los caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y os irá bien. Y he aquí que yo habito en Mizpa, para estar delante de los caldeos que vendrán a nosotros; mas vosotros tomad el vino, los frutos del verano y el aceite, y ponedlos en vuestros almacenes, y quedaos en vuestras ciudades que habéis tomado. Asimismo todos los judíos que estaban en Moab, y entre los hijos de Amón, y en Edom, y los que estaban en todas las tierras, cuando oyeron decir que el rey de Babilonia había dejado a algunos en Judá, y que había puesto sobre ellos a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, todos estos judíos regresaron entonces de todos los lugares adonde habían sido echados, y vinieron a tierra de Judá, a Gedalías en Mizpa; y recogieron vino y abundantes frutos. Y Johanán hijo de Carea y todos los príncipes de la gente de guerra que estaban en el campo, vinieron a Gedalías en Mizpa, Y le dijeron: ¿No sabes que Baalis rey de los hijos de Amón ha enviado a Ismael hijo de Netanías para matarte? Mas Gedalías hijo de Ahicam no les creyó. Entonces Johanán hijo de Carea habló a Gedalías en secreto en Mizpa, diciendo: Yo iré ahora y mataré a Ismael hijo de Netanías, y ningún hombre lo sabrá. ¿Por qué te ha de matar, y todos los judíos que se han reunido a ti se dispersarán, y perecerá el resto de Judá? Pero Gedalías hijo de Ahicam dijo a Johanán hijo de Carea: No hagas esto, porque es falso lo que tú dices de Ismael. 41 Aconteció en el mes séptimo que vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la descendencia real, y algunos príncipes del rey y diez hombres con él, a Gedalías hijo de Ahicam en Mizpa; y comieron pan juntos allí en Mizpa. Y se levantó Ismael hijo de Netanías y los diez hombres que con él estaban, e hirieron a espada a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, matando así a aquel a quien el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra. Asimismo mató Ismael a todos los judíos que estaban con Gedalías en Mizpa, y a los soldados caldeos que allí estaban. Sucedió además, un día después que mató a Gedalías, cuando nadie lo sabía aún, que venían unos hombres de Siquem, de Silo y de Samaria, ochenta hombres, raída la barba y rotas las ropas, y rasguñados, y traían en sus manos ofrenda e incienso para llevar a la casa de Jehová. Y de Mizpa les salió al encuentro, llorando, Ismael el hijo de Netanías. Y aconteció que cuando los encontró, les dijo: Venid a Gedalías hijo de Ahicam. Y cuando llegaron dentro de la ciudad, Ismael hijo de Netanías los degolló, y los echó dentro de una cisterna, él y los hombres que con él estaban. Mas entre aquéllos fueron hallados diez hombres que dijeron a Ismael: No nos mates; porque tenemos en el campo tesoros de trigos y cebadas y aceites y miel. Y los dejó, y no los mató entre sus hermanos. Y la cisterna en que echó Ismael todos los cuerpos de los hombres que mató a causa de Gedalías, era la misma que había hecho el rey Asa a causa de Baasa rey de Israel; Ismael hijo de Netanías la llenó de muertos. Después llevó Ismael cautivo a todo el resto del pueblo que estaba en Mizpa, a las hijas del rey y a todo el pueblo que en Mizpa había quedado, el cual había encargado Nabuzaradán capitán de la guardia a Gedalías hijo de Ahicam. Los llevó, pues, cautivos Ismael hijo de Netanías, y se fue para pasarse a los hijos de Amón. Y oyeron Johanán hijo de Carea y todos los príncipes de la gente de guerra que estaban con él, todo el mal que había hecho Ismael hijo de Netanías. Entonces tomaron a todos los hombres y fueron a pelear contra Ismael hijo de Netanías, y lo hallaron junto al gran estanque que está en Gabaón. Y aconteció que cuando todo el pueblo que estaba con Ismael vio a Johanán hijo de Carea y a todos los capitanes de la gente de guerra que estaban con él, se alegraron. Y todo el pueblo que Ismael había traído cautivo de Mizpa se volvió y fue con Johanán hijo de Carea. Pero Ismael hijo de Netanías escapó delante de Johanán con ocho hombres, y se fue a los hijos de Amón. Y Johanán hijo de Carea y todos los capitanes de la gente de guerra que con él estaban tomaron a todo el resto del pueblo que había recobrado de Ismael hijo de Netanías, a quienes llevó de Mizpa después que mató a Gedalías hijo de Ahicam; hombres de guerra, mujeres, niños y eunucos, que Johanán había traído de Gabaón; y fueron y habitaron en Gerutquimam, que está cerca de Belén, a fin de ir y meterse en Egipto, a causa de los caldeos; porque los temían, por haber dado muerte Ismael hijo de Netanías a Gedalías hijo de Ahicam, al cual el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra. 42 Vinieron todos los oficiales de la gente de guerra, y Johanán hijo de Carea, Jezanías hijo de Osaías, y todo el pueblo desde el menor hasta el mayor, y dijeron al profeta Jeremías: Acepta ahora nuestro ruego delante de ti, y ruega por nosotros a Jehová tu Dios por todo este resto (pues de muchos hemos quedado unos pocos, como nos ven tus ojos), para que Jehová tu Dios nos enseñe el camino por donde vayamos, y lo que hemos de hacer. Y el profeta Jeremías les dijo: He oído. He aquí que voy a orar a Jehová vuestro Dios, como habéis dicho, y todo lo que Jehová os respondiere, os enseñaré; no os reservaré palabra. Y ellos dijeron a Jeremías: Jehová sea entre nosotros testigo de la verdad y de la lealtad, si no hiciéremos conforme a todo aquello para lo cual Jehová tu Dios te enviare a nosotros. Sea bueno, sea malo, a la voz de Jehová nuestro Dios al cual te enviamos, obedeceremos, para que obedeciendo a la voz de Jehová nuestro Dios nos vaya bien. Aconteció que al cabo de diez días vino palabra de Jehová a Jeremías. Y llamó a Johanán hijo de Carea y a todos los oficiales de la gente de guerra que con él estaban, y a todo el pueblo desde el menor hasta el mayor; y les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel, al cual me enviasteis para presentar vuestros ruegos en su presencia: Si os quedareis quietos en esta tierra, os edificaré, y no os destruiré; os plantaré, y no os arrancaré; porque estoy arrepentido del mal que os he hecho. No temáis de la presencia del rey de Babilonia, del cual tenéis temor; no temáis de su presencia, ha dicho Jehová, porque con vosotros estoy yo para salvaros y libraros de su mano; y tendré de vosotros misericordia, y él tendrá misericordia de vosotros y os hará regresar a vuestra tierra. Mas si dijereis: No moraremos en esta tierra, no obedeciendo así a la voz de Jehová vuestro Dios, diciendo: No, sino que entraremos en la tierra de Egipto, en la cual no veremos guerra, ni oiremos sonido de trompeta, ni padeceremos hambre, y allá moraremos; ahora por eso, oíd la palabra de Jehová, remanente de Judá: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Si vosotros volviereis vuestros rostros para entrar en Egipto, y entrareis para morar allá, sucederá que la espada que teméis, os alcanzará allí en la tierra de Egipto, y el hambre de que tenéis temor, allá en Egipto os perseguirá; y allí moriréis. Todos los hombres que volvieren sus rostros para entrar en Egipto para morar allí, morirán a espada, de hambre y de pestilencia; no habrá de ellos quien quede vivo, ni quien escape delante del mal que traeré yo sobre ellos. Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Como se derramó mi enojo y mi ira sobre los moradores de Jerusalén, así se derramará mi ira sobre vosotros cuando entrareis en Egipto; y seréis objeto de execración y de espanto, y de maldición y de afrenta; y no veréis más este lugar. Jehová habló sobre vosotros, oh remanente de Judá: No vayáis a Egipto; sabed ciertamente que os lo aviso hoy. ¿Por qué hicisteis errar vuestras almas? Pues vosotros me enviasteis a Jehová vuestro Dios, diciendo: Ora por nosotros a Jehová nuestro Dios, y haznos saber todas las cosas que Jehová nuestro Dios dijere, y lo haremos. Y os lo he declarado hoy, y no habéis obedecido a la voz de Jehová vuestro Dios, ni a todas las cosas por las cuales me envió a vosotros. Ahora, pues, sabed de cierto que a espada, de hambre y de pestilencia moriréis en el lugar donde deseasteis entrar para morar allí.

Salmo 23:
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas. Me guiará por sendas de justicia por amor a su nombre. Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta. Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar. La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del Señor habitaré para siempre.

Proverbios 11:
El Señor aborrece las balanzas adulteradas, pero aprueba las pesas exactas. Con el orgullo viene el oprobio; con la humildad, la sabiduría. A los justos los guía su integridad; a los falsos los destruye su hipocresía. En el día de la ira de nada sirve ser rico, pero la justicia libra de la muerte. La justicia endereza el camino de los íntegros, pero la maldad hace caer a los impíos. La justicia libra a los justos, pero la codicia atrapa a los falsos. Muere el malvado, y con él su esperanza; muere también su ilusión de poder. El justo se salva de la calamidad, pero la desgracia le sobreviene al malvado. Con la boca el impío destruye a su prójimo, pero los justos se libran por el conocimiento. Cuando el justo prospera, la ciudad se alegra; cuando el malvado perece, hay gran regocijo. La bendición de los justos enaltece a la ciudad, pero la boca de los malvados la destruye. El falto de juicio desprecia a su prójimo, pero el entendido refrena su lengua. La gente chismosa revela los secretos; la gente confiable es discreta. Sin dirección, la nación fracasa; el éxito depende de los muchos consejeros. El fiador de un extraño saldrá perjudicado; negarse a dar fianza es vivir en paz. La mujer bondadosa se gana el respeto; los hombres violentos sólo ganan riquezas. El que es bondadoso se beneficia a sí mismo; el que es cruel, a sí mismo se perjudica. El malvado obtiene ganancias ilusorias; el que siembra justicia asegura su ganancia. El que es justo obtiene la vida; el que persigue el mal se encamina a la muerte. El Señor aborrece a los de corazón perverso, pero se complace en los que viven con rectitud. Una cosa es segura: Los malvados no quedarán impunes, pero los justos saldrán bien librados. Como argolla de oro en hocico de cerdo es la mujer bella pero indiscreta. Los deseos de los justos terminan bien; la esperanza de los malvados termina mal. Unos dan a manos llenas, y reciben más de lo que dan; otros ni sus deudas pagan, y acaban en la miseria. El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado. La gente maldice al que acapara el trigo, pero colma de bendiciones al que gustoso lo vende. El que madruga para el bien, halla buena voluntad; el que anda tras el mal, por el mal será alcanzado. El que confía en sus riquezas se marchita, pero el justo se renueva como el follaje. El que perturba su casa no hereda más que el  viento, y el necio termina sirviendo al sabio. El fruto de la justicia es árbol de vida, pero el que arrebata vidas es violento. Si los justos reciben su pago aquí en la tierra, ¡cuánto más los impíos y los pecadores!




El Libro de Juan Capítulo 18 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN JUAN
 
CAPÍTULO 18
(33 d.C.)
LA TRAICIÓN

CUANDO Jesús hubo dicho estas Palabras (probablemente se refiere a todo lo declarado en los Capítulos 14 a 17), se salió con Sus Discípulos tras el arroyo de Cedrón (el arroyo de Cedrón [Kedrón] corre en un valle profundo entre el Monte de los Olivos y la Ciudad de Jerusalén), donde estaba un huerto, en el cual entró Jesús y Sus Discípulos (se refirió del "Getsemaní").
2 Y también Judas, el que Le entregaba, conocía aquel lugar: porque muchas veces Jesús se juntaba allí con Sus Discípulos (parece que era el lugar donde Él pasó la mayoría de las noches mientras estaba en la Ciudad de Jerusalén).
3 Judas pues, tomando una compañía y ministros de los Principales Sacerdotes y de los    Fariseos (Juan completamente omitía la Pasión de Cristo en el Huerto, y que va al grano con lo de Su arresto), vino allí con linternas y antorchas y con armas (era la Pascua, luna llena; pero la traición y el odio los hacía desconfiar de la luz pura y suave; por lo tanto, sus enemigos llevaron antorchas y linternas).
4 Empero Jesús, sabiendo todas las cosas que habían de venir sobre Él (expresa que fue guiado perfectamente por el Padre y por medio del Ministerio del Espíritu Santo), salió delante, y les dijo, ¿A quién buscáis? (se refiere al arresto cuando Él se encontró con los soldados y los guardianes del Templo; así es la maldad; y sobre todo, la maldad religiosa.)
5 Le respondieron, A Jesús Nazareno (decían el Nombre más Grande en los anales de la historia humana). Les dice Jesús, Yo Soy Él (debiera ser traducido, "Yo Soy," por el pronombre "Él" fue agregado por los traductores; y así como tal, Él dijo la misma cosa que dijo a Moisés hacía 1.600 años antes [Éx. 3:14]). Y estaba también con ellos Judas, el que Le entregaba (Judas tenía una alternativa en que debía tomar una decisión; él podría ponerse al lado de Jesús o al lado de la jerarquía religiosa; ¡él no podía ponerse al lado de ambos!).
6 Y como les dijo, Yo Soy (describe el Poder y la Fuerza con que éstas Palabras fueron habladas), volvieron atrás, y cayeron en tierra (habrían unos cien o más hombres presentes; Su Respuesta y la reacción de ellos cumplieron la predicción de David tocante a este momento [Sal. 27:2]).
7 Les volvió, pues, a preguntar, ¿A quién buscáis? (Él les volvió a interrogar, porque con esta demostración de Poder Él quiere que ellos comprendieran completamente lo que hacían, y exactamente a Quién estaban arrestando.) Y ellos dijeron, A Jesús Nazareno (al parecer que Su demostración de Poder les hablara a ellos para que pudieran hacer una pausa; sin embargo, el corazón humano, en su dureza, no se rinde    fácilmente a la Justicia).
8 Respondió Jesús, Os he dicho que Yo soy: pues si a Mi buscáis, dejad ir a éstos (se refiere a Sus Discípulos, y presentó una petición a la cual ellos no se atrevieron a desobedecer).
9 Para que se cumpliese la Palabra que había dicho (una inserción en la narrativa de Juan), De los que Me diste ninguno de ellos perdí ([Jn. 17:12], el Señor está refiriéndose de ese momento tocante a Su arresto).
10 Entonces Simón Pedro que tenía espada, la sacó, e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha (muestra a Pedro, yo creo, intentando partir el cráneo del hombre; el Espíritu Santo, sin duda, desvió su puntería, y la espada le cortó sólo la oreja). Y el siervo se llamaba Malco (sólo Juan proveyó el nombre del siervo; sin embargo, Juan no hace mención de la sanidad de la oreja del hombre como lo hizo Lucas [Luc. 22:51]).
11 Jesús entonces dijo a Pedro, Mete tu espada en la vaina (en una sola frase, Jesús estaba declarando a la Iglesia que el Evangelio no ha de propagarse por espada y, de hecho, ¡no puede propagarse así!): el vaso que el Padre Me ha dado, ¿no lo tengo de beber? (Declara lo que se tiene que hacer.)
CAIFÁS
12 Entonces la compañía y el tribuno y los ministros de los Judíos, prendieron a Jesús y Le ataron (era parte del proceso para todos aquéllos que eran arrestados),
13 Y Le llevaron primeramente a Anás (quizás él era el jefe del Sanedrín, el cuerpo gobernante de Israel); porque era suegro de Caifás, el cual era Sumo Sacerdote en aquel año (esta posición era designada por las autoridades Romanas).
14 Y era Caifás, el que había dado el consejo a los Judíos, que era necesario que un hombre muriese por el pueblo (¡este "consejo" destruiría a su Nación!).
PEDRO
15 Y seguían a Jesús Simón Pedro, y otro Discípulo (se refiere a Juan el Amado, quien escribió este relato): y aquel Discípulo era conocido del Sumo Sacerdote, y entró con Jesús al atrio del Sumo Sacerdote (no se sabe qué tan bien conocía Juan a Caifás).
16 Mas Pedro estaba fuera a la puerta (probablemente Juan tenía permiso para entrar y Pedro no lo tenía). Y salió aquel Discípulo que era conocido del Sumo Sacerdote, y habló a la portera, y metió dentro a Pedro.
17 Entonces la criada portera dijo a Pedro, ¿No eres tú también de los Discípulos de este Hombre? (Da inicio ya a la escena que será tan hiriente a Pedro y a Jesús.) Dice él, No soy (era un pecado terrible; y en la forma como se desenvuelve el pecado, se vuelve peor con el fracaso).
18 Y estaban en pie los siervos y los ministros que estaban de pie alrededor de una hoquera; porque hacía frío: y se calentaban: y estaba también con ellos Pedro en pie, calentándose (exhibe a Pedro trabando amistad con los enemigos del Señor).
EL PROCESO
19 Y el Sumo Sacerdote preguntó a Jesús acerca de Sus Discípulos (todos los seguidores de Cristo) y de Su Doctrina (corresponde a las cosas que Él enseñó).
20 Jesús le respondió, Yo públicamente he hablado al mundo (Él no dijo nada en secreto); Yo siempre he enseñado en la Sinagoga y en el Templo, donde se juntan todos los Judíos (en esencia dice, "si tú estás reclamando que Yo prediqué o enseñé algo indebido, ¿por qué no Me arrestaron en una de las Sinagogas o en el Templo? ¿Por qué no Me acusaron delante de la gente?"); y nada he hablado en oculto (no había sedición alguna).
21 ¿Por qué Me preguntas a Mí? (En efecto, penetra a través de su hipocresía.) pregunta a los que han oído, qué les haya Yo hablado: he aquí, ésos saben lo que Yo he dicho (el espíritu de Tinieblas en ellos luchaba contra el Espíritu de la Luz en Él; cierto es que ellos eran religiosos, pero la verdad es que, eran diablos religiosos, el cual en una forma u otra describe a toda la religión).
22 Y cuando Él hubo dicho esto, uno de los siervos que estaba allí, dio una bofetada a Jesús (probablemente hizo esto para congraciarse con el Sumo Sacerdote), diciendo, ¿Así respondes al Sumo Sacerdote? (Contesta el hecho de que ellos estaban buscando un motivo para herirle.)
23 Le respondió Jesús, Si he hablado mal, da testimonio del mal (en esencia dice, "¡si Yo he hablado o cometido algún tipo de maldad, ¡díganmelo!"): y si bien, ¿por qué Me hieres? (¿Qué he dicho o hecho Yo para merecer esto?)
24 Y Anás Le había enviado atado a Caifás, el Sumo Sacerdote (se expresa en el tiempo pasado y, por lo tanto, se refiere a Jesús que fue enviado por Anás a donde fue enviado primero).
PEDRO
25 Estaba pues Pedro en pie calentándose (a continuación el relato de Pedro como concluyó en el Versículo 18). Y le dijeron, ¿No eres tú de Sus Discípulos? (Muestra a otros que hacen la acusación, junto con la muchacha del Versículo 17.) Él negó, y dijo, No soy (fue la segunda negación).
26 Uno de los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquél a quien Pedro había cortado la oreja, le dice, ¿No te vi yo en el huerto con Él? (Presenta la ocasión para la tercera negación.)
27 Y negó Pedro otra vez: y luego el gallo cantó (el cumplimiento de la predicción de Jesús [Luc. 22:34]).
PILATO
28 Y llevaron a Jesús de Caifás al pretorio (al Tribunal de Pilato): y era por la mañana (representa la cuarta vigilia de la noche, lo cual era entre las 3:00 de la mañana y las 6:00 de la mañana, pero más cerca de las 6:00 de la madrugada); y ellos no entraron en el pretorio, por no ser contaminados (¡irónico! Ellos podían asesinar al Señor de la Gloria, pero su religión les prohibió entrar en la casa de un Gentil; ¡así es la auto-justicia!); sino que comiesen la Pascua (tiene referencia a la idea que la limpieza de tal profanación requeriría un período de tiempo y, por lo tanto, ellos no podían participar de la Pascua ese día; ellos ni siquiera se daban cuenta que estaban acabando la Verdadera Pascua).
29 Entonces salió Pilato a ellos fuera, y dijo, ¿Qué acusación traéis contra este Hombre?
30 Respondieron y le dijeron, Si Éste no fuera malhechor, no te Le habríamos entregado (en realidad no registra respuesta alguna, simplemente porque no tenían un caso contra Él).
31 Les dice entonces Pilato, Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra Ley (le declara como deseoso de deshacerse de este asunto). Y los Judíos le dijeron, A nosotros no es lícito matar a nadie (ya ellos Le habían condenado en sus corazones; y ¡ahora ellos quisieron que Él muriera!):
32 Para que se cumpliese el dicho de Jesús, que había dicho, dando a entender de qué  muerte había de morir (Jesús había predicho esto en Juan 3:14; 8:28; 12:32; la Mente de Dios desde hace ya mucho tiempo había resuelto esta cuestión [I Ped. 1:18-20]).
33 Así que, Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús (él llama a Jesús a su lado, fuera del oír de la muchedumbre), y Le dijo, ¿Eres Tú el Rey de los Judíos? (Él esperaba una respuesta negativa; si Él contestara en lo afirmativo, sería fácil sugerirle a Pilato que Él tenía que estar bajo alguna alucinación vana.)
34 Le respondió Jesús, ¿Dices tú esto de ti mismo, o te lo han dicho otros de Mí? (La pregunta que hizo Jesús tiene la intención de llevar al Gobernador más allá de las acusaciones que soltaron los que estaban sedientos de sangre.)
35 Pilato respondió, ¿Soy yo Judío? (Esta pregunta fue hecha con algo de sarcasmo, y en efecto fue más que una declaración que una pregunta.) Tu gente, y los Sumos Sacerdotes, Te han entregado a mi (en efecto, dice, "¡yo no levanté los cargos en Tu contra, ellos lo hicieron!"): ¿qué has hecho? (Es un interrogante para él mismo como para Jesús.)
36 Respondió Jesús, Mi Reino no es de este mundo (de ninguna manera niega Su Realeza, sino que afirma el origen de Su Reino y Su Realeza no son de este mundo): si de este mundo fuera Mi Reino, Mis servidores pelearían para que Yo no fuera entregado a los Judíos (en esencia, dice que si Él fuera lo que los Judíos afirmaban, un  usurpador en contra de Roma, desde hace mucho tiempo Sus Seguidores hubieran recurrido a usar la fuerza): ahora, pues, Mi Reino no es de aquí (ahora no es de este mundo, pero lo será en el futuro [Hab. 2:14; Apoc., cap. 19]).
37 Le dijo entonces Pilato, ¿Luego Rey eres Tú? (No se hizo esta pregunta con sarcasmo ni con sinceridad; probablemente, ¡había un poco de los dos.) Respondió Jesús, Tú dices que Yo soy Rey (es lo mismo que decir "¡sí, así es!"). Yo para esto he nacido (tiene que ver con la Encarnación, Dios hecho Hombre [Isa. 7:14]), y para esto he venido al mundo (Él ha de ser Rey en los corazones de todos los que creen en Él), para dar testimonio a la Verdad (conlleva en esta declaración la personificación entera de los Caminos de Dios). Todo aquél que es de la Verdad, oye Mi Voz (solamente los que sinceramente desean la Verdad conocerán a Cristo, es decir, "oirán Su Voz").
BARRABÁS
38 Le dice Pilato, ¿Qué cosa es Verdad? (Pilato se revela como un cínico con esta pregunta.) Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los Judíos, y les dice (sucedió en medio de un tumulto), Yo no hallo en Él ningún crimen (Pilato sabía que Jesús no era culpable de traición contra Roma, ni de ningún otro tipo de infracción).
39 Empero vosotros tenéis costumbre, que os suelte uno en la Pascua (parece que aconteció inmediatamente después de que Herodes devolvió a Jesús a Pilato): ¿queréis, pues, que os suelte al Rey de los Judíos? (Fue dicho con algo de sarcasmo, pero aún con una apelación a la idiotez de estas acusaciones.)
40 Entonces todos dieron voces otra vez, diciendo, No a Éste, sino a Barrabás (Pilato pensó que quizás él podría escaparse de la situación, ¡pensando que de seguro la gente preferiría a Jesús que a un ladrón! ¡Él se decepcionó tristemente!). Y Barrabás era ladrón (escogieron a un ladrón y desde entonces ellos han sido robados despiadadamente).
 
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
 
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
 

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04 July 2025

El 4 de julio Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre


El 4 de julio Lectura Bíblica Diaria:

Isaías 43 a 45:
43
 Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tu. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti. Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida. No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré. Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra, todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice. Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos. Congréguense a una todas las naciones, y júntense todos los pueblos. ¿Quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto, y que nos haga oír las cosas primeras? Presenten sus testigos, y justifíquense; oigan, y digan: Verdad es. Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve. Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios. Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará? Así dice Jehová, Redentor vuestro, el Santo de Israel: Por vosotros envié a Babilonia, e hice descender como fugitivos a todos ellos, aun a los caldeos en las naves de que se gloriaban. Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey. Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas; el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente para no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados. No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad. Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido. Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará. Y no me invocaste a mí, oh Jacob, sino que de mí te cansaste, oh Israel. No me trajiste a mí los animales de tus holocaustos, ni a mí me honraste con tus sacrificios; no te hice servir con ofrenda, ni te hice fatigar con incienso. No compraste para mí caña aromática por dinero, ni me saciaste con la grosura de tus sacrificios, sino pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades. Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte. Tu primer padre pecó, y tus enseñadores prevaricaron contra mí. Por tanto, yo profané los príncipes del santuario, y puse por anatema a Jacob y por oprobio a Israel. 44 Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí. Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí. Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas. Este dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob, y otro escribirá con su mano: A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel. Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios. ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir. No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno. Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden. ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho? He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una. El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya. El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa. Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia. De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él. Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú. No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender. No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol? De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha? Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel, no me olvides. Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí. Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo, profundidades de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza; bosque, y todo árbol que en él está; porque Jehová redimió a Jacob, y en Israel será glorificado. Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo Jehová, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo; que deshago las señales de los adivinos, y enloquezco a los agoreros; que hago volver atrás a los sabios, y desvanezco su sabiduría. Yo, el que despierta la palabra de su siervo, y cumple el consejo de sus mensajeros; que dice a Jerusalén: Serás habitada; y a las ciudades de Judá: Reconstruidas serán, y sus ruinas reedificaré; que dice a las profundidades: Secaos, y tus ríos haré secar; que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado. 45 Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán: Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos; y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre. Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste. Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto. Rociad, cielos, de arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra, y prodúzcanse la salvación y la justicia; háganse brotar juntamente. Yo Jehová lo he creado. ¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡El tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: Qué haces?; o tu obra: ¿No tiene manos? ¡Ay del que dice al padre: ¿Por qué engendraste? y a la mujer: ¿Por qué diste a luz?! Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su Formador: Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos. Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé. Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por dones, dice Jehová de los ejércitos. Así dice Jehová: El trabajo de Egipto, las mercaderías de Etiopía, y los sabeos, hombres de elevada estatura, se pasarán a ti y serán tuyos; irán en pos de ti, pasarán con grillos; te harán reverencia y te suplicarán diciendo: Ciertamente en ti está Dios, y no hay otro fuera de Dios. Verdaderamente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas. Confusos y avergonzados serán todos ellos; irán con afrenta todos los fabricadores de imágenes. Israel será salvo en Jehová con salvación eterna; no os avergonzaréis ni os afrentaréis, por todos los siglos. Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro. No hablé en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no dije a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis. Yo soy Jehová que hablo justicia, que anuncio rectitud. Reuníos, y venid; juntaos todos los sobrevivientes de entre las naciones. No tienen conocimiento aquellos que erigen el madero de su ídolo, y los que ruegan a un dios que no salva. Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más. Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua. Y se dirá de mí: Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza; a él vendrán, y todos los que contra él se enardecen serán avergonzados. En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel.

 

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Salmo 2:
¿Porqué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas. El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira. Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás. Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.
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Proverbios 21:

En las manos del Señor el corazón del rey es como un río: sigue el curso que el Señor le ha trazadoa. A cada uno le parece correcto su proceder, pero el Señor juzga los corazones. Practicar la justicia y el derecho lo prefiere el Señor a los sacrificios. Los ojos altivos, el corazón orgulloso y la lámpara de los malvados son pecado. Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso! La fortuna amasada por la lengua embustera se esfuma como la niebla y es mortal como una trampa. La violencia de los malvados los destruirá, porque se niegan a practicar la justicia. Torcido es el camino del culpable, pero recta la conducta del hombre honrado. Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo con mujer pendenciera. El malvado sólo piensa en el mal; jamás se compadece de su prójimo. Cuando se castiga al insolente, aprende el inexperto; cuando se instruye al sabio, el inexperto adquiere conocimiento. El justo se fija en la casa del malvado, y ve cuando éste acaba en la ruina. Quien cierra sus oídos al clamor del pobre, llorará también sin que nadie le responda. El regalo secreto apacigua el enojo; el obsequio discreto calma la ira violenta. Cuando se hace justicia, se alegra el justo y tiembla el malhechor. Quien se aparta de la senda del discernimiento irá a parar entre los muertos. El que ama el placer se quedará en la pobreza; el que ama el vino y los perfumes jamás será rico. El malvado pagará por el justo, y el traidor por el hombre intachable. Más vale habitar en el desierto que con mujer pendenciera y de mal genio. En casa del sabio abundan las riquezas y el perfume, pero el necio todo lo despilfarra. El que va tras la justicia y el amor halla vida, prosperidad y honra. El sabio conquista la ciudad de los valientes y derriba el baluarte en que ellos confiaban. El que refrena su boca y su lengua se libra de muchas angustias. Orgulloso y arrogante, y famoso por insolente, es quien se comporta con desmedida soberbia. La codicia del perezoso lo lleva a la muerte, porque sus manos se niegan a trabajar; todo el día se lo pasa codiciando, pero el justo da con generosidad. El sacrificio de los malvados es detestable, y más aún cuando se ofrece con mala intención. El testigo falso perecerá, y quien le haga caso será destruido para siempre. El malvado es inflexible en sus decisiones; el justo examina su propia conducta. De nada sirven ante el Señor la sabiduría, la inteligencia y el consejo. Se alista al caballo para el día de la batalla, pero la victoria depende del Señor.



El Libro de Lucas Capítulo 21 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS




CAPÍTULO 21
(33 d.C.)
LOS DOS CENTAVOS




Y MIRANDO (nuestro Señor se encontraba en la columnata cubierta de esa parte del Templo donde estaba abierta para las mujeres Judías; ahí se hallaba el arca del tesoro con sus trece cajas en la pared, donde la gente echaba sus ofrendas), vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca del tesoro (se insinúa que hacían una demostración ostentosa de sus limosnas, deseando impresionar a la gente por la cantidad que daban).
2 Y vio también una cierta viuda pobrecilla, que echaba allí dos centavos (probablemente equivale a algo menos de un dólar en la moneda actual).
3 Y dijo, De verdad os digo (demuestra un nuevo concepto de ofrendar), que esta viuda pobre echó más que todos (el término "viuda pobre" quiere decir que trabajaba arduamente para ganar lo poco que tenía):
4 Porque todos estos, de lo que les sobra echaron para las ofrendas de Dios (quiere decir que ellos tenían mucho y les sobraba, constituyendo una ofrenda muy poca, por lo menos en los Ojos de Dios): mas ésta de su pobreza (penuria) echó todo el sustento que tenía (se refiere a su ofrenda, por muy pequeña que fuera, fue más grande que todas las demás combinadas porque ella dio todo; Dios juzga nuestras ofrendas tomando en cuenta muchos factores; el motivo ya que es uno, que desempeña un papel muy importante).
EL TEMPLO
5 Y a unos que decían del Templo (dicho en el Monte de los Olivos, mientras Jesús y Sus Discípulos salieron de la ciudad), que estaba adornado de hermosas piedras y dones (este edificio era uno de los más hermosos del mundo), Él dijo,
6 Estas cosas que veis (se refiere a la hermosura del Templo, que sus Discípulos admiraban aun entonces), días vendrán, en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida (es exactamente lo que sucedió en el año 70 d.C., cuando Tito destruyó el Templo y la ciudad).
7 Y Le preguntaron, diciendo, Maestro, ¿cuándo será esto? (Aunque en Mateo, Capítulo 24 trata principalmente con la Segunda Venida, Lucas se dirige a las Palabras de Cristo, que tienen que ver con la destrucción próxima por Tito el General Romano.) ¿Y qué señal habrá cuando estas cosas hayan de comenzar a ser hechas? (Es un poco diferente del interrogante hecho en el Libro de Mateo, "¿qué será la señal de Su Venida y del fin del mundo?")
LAS SEÑALES DEL FIN
8 Él entonces dijo (en los siguientes cuatro Versículos, Lucas trata con las señales de la Edad con respecto a la Segunda Venida), Mirad, no seáis engañados (presenta la manera exacta en la cual Mateo comienza su relato – la advertencia de la decepción; mayormente en la esfera de la religión): porque vendrán muchos en Mi Nombre, diciendo, Yo soy el Cristo (de Cristo); y el tiempo está cerca (el Arrebatamiento de la Iglesia): por tanto, no vayáis en pos de ellos (ten mucho cuidado a quién sigues).
9 Empero cuando oyereis de guerras y sediciones, no os espantéis (cuando Israel rechazó a Cristo, sometió al mundo a unos 2.000 años más de terror): porque es necesario que estas cosas acontezcan primero (lo cual, en efecto, ha caracterizado el mundo de esa época hasta hoy); mas aun no será el fin (quiere decir que el fin no es inmediato).
10 Entonces les dijo, Se levantará gente contra gente, y reino contra reino (se refiere al momento inmediatamente antes de la Gran Tribulación, e incluyendo este período de tiempo determinado):
11 Y habrá grandes terremotos en varios lugares, y hambres, y pestilencias; y habrá espantos y grandes señales del Cielo (sucederán esas cosas en esta escala concreta durante el Período de la Gran Tribulación).
JERUSALÉN
12 Mas antes de todas estas cosas (se refiere al período poco después de haber hecho Él estas declaraciones) os echarán mano, y perseguirán, entregándoos a las Sinagogas y a las cárceles, siendo llevados a los reyes y a los gobernadores por causa de Mi Nombre (el Libro de los Hechos registra estos eventos, y la historia registra lo que sucedió después del Libro de los Hechos).
13 Y os será para Testimonio (los Creyentes no deben permitir que sus "Testimonios" se entorpezcan por la persecución, sino más bien sean motivo para estar fortalecidos).
14 Poned pues en vuestros corazones, no pensar antes cómo habéis de responder (no condena la prudencia, sino que incita la confianza total en el Señor sin temor):
15 Porque Yo os daré boca y sabiduría (corresponde a la unción del Espíritu Santo en el corazón y vida de los Creyentes, dándoles ayuda cuando se requiere), a la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se os opondrán.
16 Más seréis entregados aun de vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos (describe el poder de las religiones demoníacas y el control de sus víctimas); y matarán a algunos de vosotros (algunos no serán librados, sino que preferirán morir por su Testimonio).
17 Y seréis aborrecidos de todos por causa de Mi Nombre (este Versículo es prueba suficiente de la veracidad del Cristianismo, en que todo lo que puede sobrevivir la oposición, y aún crecer – hasta que sea lo más importante del mundo – confirma la integridad de su Fundador, el Señor Jesucristo, y la sinceridad de sus convertidos).
18 Mas ni un pelo de vuestra cabeza perecerá (nuestro Señor ya expone la destrucción cercana de Jerusalén en el año 70 d.C.; en esa matanza, la cual resultó en el sacrificio de más de un millón de Judíos, ni un solo Cristiano perdió su vida porque ellos leyeron esos mismos Versículos, y acataron a lo que Cristo les mandó a hacer).
19 En vuestra paciencia poseeréis vuestras almas (si la situación no se mejorara, el Creyente debe ser "paciente," sabiendo que Dios tiene todo bajo Su control, y que todo lo que Él hace es para el beneficio del Creyente y no para su perjuicio).
20 Y cuando viereis a Jerusalén cercada de ejércitos (corresponde a la invasión de Tito en el año 70 d.C.), sabed entonces que su destrucción ha llegado (expresa el momento en que Tito comenzaría a sitiar la ciudad de Jerusalén, lo cual sería la señal de que los Cristianos habrían de salir, ¡lo cual así hicieron!).
21 Entonces los que estuvieren en Judea, huyan a los montes (señalaba a aquéllos que creían en la Palabra, lo que era cierto de todos los Cristianos); y los que en medio de ella, váyanse (quiere decir que ninguna parte de Judea estaría a salvo de los ejércitos Romanos); y los que estén en los campos, no entren en ella (se refiere a los Cristianos que vivían en las regiones vecinas, que no debían venir en este tiempo a Judea).
22 Porque estos son días de venganza (se refiere al juicio; Israel había rechazado a Cristo; ahora tienen que pagar), para que se cumplan todas las cosas que están escritas (corresponde al cumplimiento de estas mismas palabras dadas por Cristo, como también todas las Profecías; y es seguro, cada sola Palabra de Dios se cumplirá, exactamente como fue predicho).
23 ¡Mas ay de las que están encinta, y de las que crían en aquellos días! porque habrá apuro grande sobre la Tierra e ira en este pueblo (una vez más, tiene que ver con los días terribles que le vendrían a Jerusalén, y lo cual sucedió en el año 70 d.C.).
24 Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones (millares y millares de Judíos después de esta matanza del año 70 d.C. fueron vendidos como esclavos en todas partes del mundo de esa época; y también, la gente Judía casi en su totalidad fue esparcida por todo el mundo, cumpliendo exactamente lo que Cristo dijo que sucedería): y Jerusalén será hollada de los Gentiles, hasta que los tiempos de los Gentiles sean cumplidos (en efecto, dio prueba al caso puesto que Jerusalén fue destruido por los Babilonios unos 600 años antes de Cristo; de hecho, ha continuado hasta hoy día, y por todos los propósitos prácticos, continuará hasta la Segunda Venida; entonces los "tiempos de los Gentiles serán cumplidos," e Israel una vez más llegará a ser la Nación primera del mundo, lo cual hará bajo Cristo).
25 Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas (manifiesta al Señor que vuelve a Su tema anterior acerca de las señales con respecto a Su Segunda Venida, que se mencionó antes en los Versículos 8 al 11); y en la Tierra angustia de gentes por la confusión (se refiere a los problemas sin solución, los cuales prevalecerán en la Gran Tribulación venidera); a causa del sonido del mar y de las ondas (no corresponde a los cuerpos de agua, sino más bien a las naciones que rugen en disgusto, odio, rebelión y guerra [Apoc. 17:15]):
26 Desfalleciéndose los corazones de los hombres a causa del temor (no tiene nada que ver con la enfermedad del corazón, sino más bien que los hombres se descorazonan, es decir, no tienen más ánimo para continuar), y expectación de las cosas que sobrevendrán a la redondez de la Tierra (Apoc., Capítulos 6 al 19 nos da en detalle gráfico un relato de lo que sucederá): porque las Potestades de los Cielos serán  conmovidas (declara el Juicio de Dios que caerá sobre Israel y las naciones Gentiles que aún son incrédulos, que no tiene precedente en toda la historia pasada, y no habrá nada similar en la historia subsiguiente [Mat. 24:21]).
27 Y entonces (se refiere a la conclusión de la Gran Tribulación) verán al Hijo del Hombre, que vendrá (se refiere a la Segunda Venida, y muy posible que será televisado por las Agencias Noticieras reportando la Batalla de Armagedón, rugiendo en ese momento, lo cual describirá esta Venida en todas partes del mundo) en una nube (no se refiere a las nubes de los Cielos, sino más bien de las nubes de Santos y Ángeles, que regresarán con el Señor en esa Venida) con potestad y Gloria grande (como se dijo anteriormente, cuando Él viene la segunda vez, el mundo no tendrá que preguntarse si en realidad es Él; ¡será muy evidente!).
28 Y cuando estas cosas comenzaren a hacerse (se refiere a las "señales" de los Versículos 8 al 11, así como los Versículos 25 y 26), mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra Redención está cerca (no se refiere al Arrebatamiento, ya que esto habrá pasado años antes, sino más bien la Liberación de Israel en la Segunda Venida cuando Cristo venga con los Santos Arrebatados [Isa. 11:10-12; 66:7-8; Zac., cap. 14; Mat. 24:29-31; Rom. 11:25-29; Apoc., cap. 19]).
LA HIGUERA
29 Y les dijo una Parábola: Mirad la higuera, y todos los árboles (Jesús usa una ilustración simple que sirve para señalar la Segunda Venida);
30 Cuando ya brotan, viéndolo, de vosotros mismos entendéis que el verano está ya cerca (la estación de la Primavera nos dice que la estación del Verano está a punto de comenzar).
31 Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas (de nuevo habla de los acontecimientos de los Versículos 8 al 11, así como los Versículos 25 y 26), entended que está cerca el Reino de Dios (apunta a la Segunda Venida, que introducirá la Edad del Reino).
32 De cierto os digo, Que no pasará esta generación, hasta que todo sea cumplido (la generación que estará viva en el momento de estos acontecimientos).
33 El Cielo y la Tierra pasarán (pasará de una condición a otra): mas Mis Palabras no pasarán (la Palabra de Dios está muy segura de cumplirse aún más que la estabilidad del Cielo y de la Tierra).
VIGILAD Y ORAD
34 Y mirad por vosotros mismos (comienza una porción de enseñanza que se aplica al Cuerpo entero de Cristo, y para siempre), que vuestros corazones no sean cargados (sobrecargados) de glotonería (libertinaje) y embriaguez, y de los cuidados de esta vida (las cosas que no son espirituales), y venga de repente sobre vosotros aquel día (realmente apunta a la Segunda Venida, pero puede señalar, también, al Arrebatamiento y a la Muerte).
35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la Tierra (en otras palabras, las cosas no resultarán como el hombre piensa que van a resultar, ya que la Segunda Venida cambiará todo).
36 Velad pues, orando en todo tiempo (observa los eventos que transcurren, y compárenlos en cualquier capacidad con la Palabra, pidiéndole al Señor que Le conceda discernimiento), que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que han de venir (señala al Arrebatamiento de la Iglesia; el término "dignos" dicho aquí por Jesús no tiene nada que ver con la auto-justicia, sino más bien la justicia que se le da libremente a alguien que expresa la Fe en Cristo y la Cruz; esto y esto solo es la clave), y de estar en pie delante del Hijo del Hombre (se refiere a ser llevado para estar con el Señor antes de la Gran Tribulación venidera [I Tes. 4:13-18]).
37 Y enseñaba de día en el Templo (corresponde a Sus últimas horas antes de la Crucifixión); y de noche saliendo, se quedaba en el Monte que se llama de los Olivos (tenemos aquí al Hijo de Dios, el Creador de todas las cosas, el Hacedor del Cielo y de la Tierra, Quien realmente no tenía dónde colocar Su Cabeza, a excepción de una roca; la humillación que Él sufrió no tiene comparación alguna en los anales de la historia humana).
38 Y todo el pueblo venía a Él por la mañana (tiene que ver con los miles que ocuparon Jerusalén, ya que era el tiempo de la Pascua), para oírle en el Templo (para escuchar al "Dador de la Vida," presentar las "Palabras de Vida").


Primera Corintios Capítulo 13:



Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4



Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:



Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

 

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