30 September 2022

El 30 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre


El 30 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:


Levítico 14-16:

14 Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Esta será la ley para el leproso cuando se limpiare: Será traído al sacerdote, y éste saldrá fuera del campamento y lo examinará; y si ve que está sana la plaga de la lepra del leproso, el sacerdote mandará luego que se tomen para el que se purifica dos avecillas vivas, limpias, y madera de cedro, grana e hisopo. Y mandará el sacerdote matar una avecilla en un vaso de barro sobre aguas corrientes. Después tomará la avecilla viva, el cedro, la grana y el hisopo, y los mojará con la avecilla viva en la sangre de la avecilla muerta sobre las aguas corrientes; y rociará siete veces sobre el que se purifica de la lepra, y le declarará limpio; y soltará la avecilla viva en el campo. Y el que se purifica lavará sus vestidos, y raerá todo su pelo, y se lavará con agua, y será limpio; y después entrará en el campamento, y morará fuera de su tienda siete días. Y el séptimo día raerá todo el pelo de su cabeza, su barba y las cejas de sus ojos y todo su pelo, y lavará sus vestidos, y lavará su cuerpo en agua, y será limpio. El día octavo tomará dos corderos sin defecto, y una cordera de un año sin tacha, y tres décimas de efa de flor de harina para ofrenda amasada con aceite, y un log de aceite. Y el sacerdote que le purifica presentará delante de Jehová al que se ha de limpiar, con aquellas cosas, a la puerta del tabernáculo de reunión; y tomará el sacerdote un cordero y lo ofrecerá por la culpa, con el log de aceite, y lo mecerá como ofrenda mecida delante de Jehová. Y degollará el cordero en el lugar donde se degüella el sacrificio por el pecado y el holocausto, en el lugar del santuario; porque como la víctima por el pecado, así también la víctima por la culpa es del sacerdote; es cosa muy sagrada. Y el sacerdote tomará de la sangre de la víctima por la culpa, y la pondrá el sacerdote sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho. Asimismo el sacerdote tomará del log de aceite, y lo echará sobre la palma de su mano izquierda, y mojará su dedo derecho en el aceite que tiene en su mano izquierda, y esparcirá del aceite con su dedo siete veces delante de Jehová. Y de lo que quedare del aceite que tiene en su mano, pondrá el sacerdote sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho, encima de la sangre del sacrificio por la culpa. Y lo que quedare del aceite que tiene en su mano, lo pondrá sobre la cabeza del que se purifica; y hará el sacerdote expiación por él delante de Jehová. Ofrecerá luego el sacerdote el sacrificio por el pecado, y hará expiación por el que se ha de purificar de su inmundicia; y después degollará el holocausto, y hará subir el sacerdote el holocausto y la ofrenda sobre el altar. Así hará el sacerdote expiación por él, y será limpio. Mas si fuere pobre, y no tuviere para tanto, entonces tomará un cordero para ser ofrecido como ofrenda mecida por la culpa, para reconciliarse, y una décima de efa de flor de harina amasada con aceite para ofrenda, y un log de aceite, y dos tórtolas o dos palominos, según pueda; uno será para expiación por el pecado, y el otro para holocausto. Al octavo día de su purificación traerá estas cosas al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová. Y el sacerdote tomará el cordero de la expiación por la culpa, y el log de aceite, y los mecerá el sacerdote como ofrenda mecida delante de Jehová. Luego degollará el cordero de la culpa, y el sacerdote tomará de la sangre de la culpa, y la pondrá sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho. Y el sacerdote echará del aceite sobre la palma de su mano izquierda; y con su dedo derecho el sacerdote rociará del aceite que tiene en su mano izquierda, siete veces delante de Jehová. También el sacerdote pondrá del aceite que tiene en su mano sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho, en el lugar de la sangre de la culpa. Y lo que sobre del aceite que el sacerdote tiene en su mano, lo pondrá sobre la cabeza del que se purifica, para reconciliarlo delante de Jehová. Asimismo ofrecerá una de las tórtolas o uno de los palominos, según pueda. Uno en sacrificio de expiación por el pecado, y el otro en holocausto, además de la ofrenda; y hará el sacerdote expiación por el que se ha de purificar, delante de Jehová. Esta es la ley para el que hubiere tenido plaga de lepra, y no tuviere más para su purificación. Habló también Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: Cuando hayáis entrado en la tierra de Canaán, la cual yo os doy en posesión, si pusiere yo plaga de lepra en alguna casa de la tierra de vuestra posesión, vendrá aquel de quien fuere la casa y dará aviso al sacerdote, diciendo: Algo como plaga ha aparecido en mi casa. Entonces el sacerdote mandará desocupar la casa antes que entre a mirar la plaga, para que no sea contaminado todo lo que estuviere en la casa; y después el sacerdote entrará a examinarla. Y examinará la plaga; y si se vieren manchas en las paredes de la casa, manchas verdosas o rojizas, las cuales parecieren más profundas que la superficie de la pared, el sacerdote saldrá de la casa a la puerta de ella, y cerrará la casa por siete días. Y al séptimo día volverá el sacerdote, y la examinará; y si la plaga se hubiere extendido en las paredes de la casa, entonces mandará el sacerdote, y arrancarán las piedras en que estuviere la plaga, y las echarán fuera de la ciudad en lugar inmundo. Y hará raspar la casa por dentro alrededor, y derramarán fuera de la ciudad, en lugar inmundo, el barro que rasparen. Y tomarán otras piedras y las pondrán en lugar de las piedras quitadas; y tomarán otro barro y recubrirán la casa. Y si la plaga volviere a brotar en aquella casa, después que hizo arrancar las piedras y raspar la casa, y después que fue recubierta, entonces el sacerdote entrará y la examinará; y si pareciere haberse extendido la plaga en la casa, es lepra maligna en la casa; inmunda es. Derribará, por tanto, la tal casa, sus piedras, sus maderos y toda la mezcla de la casa; y sacarán todo fuera de la ciudad a lugar inmundo. Y cualquiera que entrare en aquella casa durante los días en que la mandó cerrar, será inmundo hasta la noche. Y el que durmiere en aquella casa, lavará sus vestidos; también el que comiere en la casa lavará sus vestidos. Mas si entrare el sacerdote y la examinare, y viere que la plaga no se ha extendido en la casa después que fue recubierta, el sacerdote declarará limpia la casa, porque la plaga ha desaparecido. Entonces tomará para limpiar la casa dos avecillas, y madera de cedro, grana e hisopo; y degollará una avecilla en una vasija de barro sobre aguas corrientes. Y tomará el cedro, el hisopo, la grana y la avecilla viva, y los mojará en la sangre de la avecilla muerta y en las aguas corrientes, y rociará la casa siete veces. Y purificará la casa con la sangre de la avecilla, con las aguas corrientes, con la avecilla viva, la madera de cedro, el hisopo y la grana. Luego soltará la avecilla viva fuera de la ciudad sobre la faz del campo. Así hará expiación por la casa, y será limpia. Esta es la ley acerca de toda plaga de lepra y de tiña, y de la lepra del vestido, y de la casa, y acerca de la hinchazón, y de la erupción, y de la mancha blanca, para enseñar cuándo es inmundo, y cuándo limpio. Esta es la ley tocante a la lepra. 15 Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: Hablad a los hijos de Israel y decidles: Cualquier varón, cuando tuviere flujo de semen, será inmundo. Y esta será su inmundicia en su flujo: sea que su cuerpo destiló a causa de su flujo, o que deje de destilar a causa de su flujo, él será inmundo. Toda cama en que se acostare el que tuviere flujo, será inmunda; y toda cosa sobre que se sentare, inmunda será. Y cualquiera que tocare su cama lavará sus vestidos; se lavará también a sí mismo con agua, y será inmundo hasta la noche. Y el que se sentare sobre aquello en que se hubiere sentado el que tiene flujo, lavará sus vestidos, se lavará también a sí mismo con agua, y será inmundo hasta la noche. Asimismo el que tocare el cuerpo del que tiene flujo, lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la noche. Y si el que tiene flujo escupiere sobre el limpio, éste lavará sus vestidos, y después de haberse lavado con agua, será inmundo hasta la noche. Y toda montura sobre que cabalgare el que tuviere flujo será inmunda. Cualquiera que tocare cualquiera cosa que haya estado debajo de él, será inmundo hasta la noche; y el que la llevare, lavará sus vestidos, y después de lavarse con agua, será inmundo hasta la noche. Y todo aquel a quien tocare el que tiene flujo, y no lavare con agua sus manos, lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la noche. La vasija de barro que tocare el que tiene flujo será quebrada, y toda vasija de madera será lavada con agua. Cuando se hubiere limpiado de su flujo el que tiene flujo, contará siete días desde su purificación, y lavará sus vestidos, y lavará su cuerpo en aguas corrientes, y será limpio. Y el octavo día tomará dos tórtolas o dos palominos, y vendrá delante de Jehová a la puerta del tabernáculo de reunión, y los dará al sacerdote; y el sacerdote hará del uno ofrenda por el pecado, y del otro holocausto; y el sacerdote le purificará de su flujo delante de Jehová. Cuando el hombre tuviere emisión de semen, lavará en agua todo su cuerpo, y será inmundo hasta la noche. Y toda vestidura, o toda piel sobre la cual cayere la emisión del semen, se lavará con agua, y será inmunda hasta la noche. Y cuando un hombre yaciere con una mujer y tuviere emisión de semen, ambos se lavarán con agua, y serán inmundos hasta la noche. Cuando la mujer tuviere flujo de sangre, y su flujo fuere en su cuerpo, siete días estará apartada; y cualquiera que la tocare será inmundo hasta la noche. Todo aquello sobre que ella se acostare mientras estuviere separada, será inmundo; también todo aquello sobre que se sentare será inmundo. Y cualquiera que tocare su cama, lavará sus vestidos, y después de lavarse con agua, será inmundo hasta la noche. También cualquiera que tocare cualquier mueble sobre que ella se hubiere sentado, lavará sus vestidos; se lavará luego a sí mismo con agua, y será inmundo hasta la noche. Y lo que estuviere sobre la cama, o sobre la silla en que ella se hubiere sentado, el que lo tocare será inmundo hasta la noche. Si alguno durmiere con ella, y su menstruo fuere sobre él, será inmundo por siete días; y toda cama sobre que durmiere, será inmunda. Y la mujer, cuando siguiere el flujo de su sangre por muchos días fuera del tiempo de su costumbre, o cuando tuviere flujo de sangre más de su costumbre, todo el tiempo de su flujo será inmunda como en los días de su costumbre. Toda cama en que durmiere todo el tiempo de su flujo, le será como la cama de su costumbre; y todo mueble sobre que se sentare, será inmundo, como la impureza de su costumbre. Cualquiera que tocare esas cosas será inmundo; y lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la noche. Y cuando fuere libre de su flujo, contará siete días, y después será limpia. Y el octavo día tomará consigo dos tórtolas o dos palominos, y los traerá al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión; y el sacerdote hará del uno ofrenda por el pecado, y del otro holocausto; y la purificará el sacerdote delante de Jehová del flujo de su impureza. Así apartaréis de sus impurezas a los hijos de Israel, a fin de que no mueran por sus impurezas por haber contaminado mi tabernáculo que está entre ellos. Esta es la ley para el que tiene flujo, y para el que tiene emisión de semen, viniendo a ser inmundo a causa de ello; y para la que padece su costumbre, y para el que tuviere flujo, sea varón o mujer, y para el hombre que durmiere con mujer inmunda. 16 Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron. Y Jehová dijo a Moisés: Dí a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio. Con esto entrará Aarón en el santuario: con un becerro para expiación, y un carnero para holocausto. Se vestirá la túnica santa de lino, y sobre su cuerpo tendrá calzoncillos de lino, y se ceñirá el cinto de lino, y con la mitra de lino se cubrirá. Son las santas vestiduras; con ellas se ha de vestir después de lavar su cuerpo con agua. Y de la congregación de los hijos de Israel tomará dos machos cabríos para expiación, y un carnero para holocausto. Y hará traer Aarón el becerro de la expiación que es suyo, y hará la reconciliación por sí y por su casa. Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación. Mas el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto. Y hará traer Aarón el becerro que era para expiación suya, y hará la reconciliación por sí y por su casa, y degollará en expiación el becerro que es suyo. Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños llenos del perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo. Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera. Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre. Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus impurezas. Ningún hombre estará en el tabernáculo de reunión cuando él entre a hacer la expiación en el santuario, hasta que él salga, y haya hecho la expiación por sí, por su casa y por toda la congregación de Israel. Y saldrá al altar que está delante de Jehová, y lo expiará, y tomará de la sangre del becerro y de la sangre del macho cabrío, y la pondrá sobre los cuernos del altar alrededor. Y esparcirá sobre él de la sangre con su dedo siete veces, y lo limpiará, y lo santificará de las inmundicias de los hijos de Israel. Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará traer el macho cabrío vivo; y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto. Después vendrá Aarón al tabernáculo de reunión, y se quitará las vestiduras de lino que había vestido para entrar en el santuario, y las pondrá allí. Lavará luego su cuerpo con agua en el lugar del santuario, y después de ponerse sus vestidos saldrá, y hará su holocausto, y el holocausto del pueblo, y hará la expiación por sí y por el pueblo. Y quemará en el altar la grosura del sacrificio por el pecado. El que hubiere llevado el macho cabrío a Azazel, lavará sus vestidos, lavará también con agua su cuerpo, y después entrará en el campamento. Y sacarán fuera del campamento el becerro y el macho cabrío inmolados por el pecado, cuya sangre fue llevada al santuario para hacer la expiación; y quemarán en el fuego su piel, su carne y su estiércol. El que los quemare lavará sus vestidos, lavará también su cuerpo con agua, y después podrá entrar en el campamento. Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová. Día de reposo es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo. Hará la expiación el sacerdote que fuere ungido y consagrado para ser sacerdote en lugar de su padre; y se vestirá las vestiduras de lino, las vestiduras sagradas. Y hará la expiación por el santuario santo, y el tabernáculo de reunión; también hará expiación por el altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación. Y esto tendréis como estatuto perpetuo, para hacer expiación una vez al año por todos los pecados de Israel. Y Moisés lo hizo como Jehová le mandó.


Salmo 140:

Oh Señor, líbrame de los impíos; protégeme de los violentos, de los que urden en su corazón planes malvados y todos los días fomentan la guerra. Afilan su lengua cual lengua de serpiente; ¡veneno de víbora hay en sus labios! Selah. Señor, protégeme del poder de los impíos; protégeme de los violentos, de los que piensan hacerme caer. Esos engreídos me han tendido una trampa; han puesto los lazos de su red, han tendido trampas a mi paso. Selah. Yo le digo al Señor: "Tú eres mi Dios. Atiende, Señor, a mi voz suplicante." Señor Soberano, mi salvador poderoso que me protege en el día de la batalla: No satisfagas, Señor, los caprichos de los impíos; no permitas que sus planes prosperen, para que no se enorgullezcan. Selah. Que sobre la cabeza de mis perseguidores recaiga el mal que sus labios proclaman. Que lluevan brasas sobre ellos; que sean echados en el fuego, en ciénagas profundas, de donde no vuelvan a salir. Que no eche raíces en la tierra la gente de lengua viperina; que la calamidad persiga y destruya a la gente que practica la violencia. Yo sé que el Señor hace justicia a los pobres y defiende el derecho de los necesitados. Ciertamente los justos alabarán tu nombre y los íntegros vivirán en tu presencia.




Proverbios 9:




La sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares. Preparó un banquete, mezcló su vino y tendió la mesa. Envió a sus doncellas, y ahora clama desde lo más alto de la ciudad. "¡Vengan conmigo los inexpertos! dice a los faltos de juicio. Vengan, disfruten de mi pan y beban del vino que he mezclado. Dejen su insensatez, y vivirán; andarán por el camino del discernimiento. "El que corrige al burlón se gana que lo insulten; el que reprende al malvado se gana su desprecio. No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará. Instruye al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber. "El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; conocer al Santo es tener discernimiento. Por mí aumentarán tus días; muchos años de vida te serán añadidos. Si eres sabio, tu premio será tu sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás." La mujer necia es escandalosa, frívola y desvergonzada. Se sienta a las puertas de su casa, sienta sus reales en lo más alto de la ciudad, y llama a los que van por el camino, a los que no se apartan de su senda. "¡Vengan conmigo, inexpertos! dice a los faltos de juicio. ¡Las aguas robadas saben a gloria! ¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!" Pero éstos ignoran que allí está la muerte, que sus invitados caen al fondo de la fosa.




El Libro de Lucas Capítulo 9 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS




CAPÍTULO 9
(31 d.C.)
LOS DOCE




Y JUNTANDO a Sus Doce Discípulos (un llamado Divino), les dio Poder y Autoridad sobre todos los demonios (espíritus inmundos), y que sanasen enfermedades (nunca se ejerce la Autoridad Espiritual sobre las personas, sino solamente sobre el mundo espiritual de las tinieblas [Luc. 10:19]).
2 Y los envió a que Predicasen (el gran negocio del verdadero varón de Dios es el de Predicar) el Reino de Dios (han de Predicar porque el Reino ya daba indicación, porque el Rey estaba presente; el Rey, desgraciadamente, fue rechazado; el Mensaje ahora es "Jesucristo y Él Crucificado," que traerá al final el Reino a la Tierra que se cumplirá en la Segunda Venida [I Cor. 1:21, 23]), y que sanasen a los enfermos (constituyó parte de estas misiones, y siguió todos los días de la Iglesia Primitiva y hasta el presente; se permite a cualquiera bajo el Nuevo Convenio a orar por los enfermos y anticipar la sanidad [Marc. 16:17-18]).
3 Y les dice, No toméis nada para el camino (se refiere al Llamado del Ministerio), ni báculo, ni alforja (un bolso pequeño para llevar cosas), ni pan, ni dinero; ni tengáis dos vestidos cada uno (en vez de esperar hasta que aquellas cosas puedan ser proporcionadas, lleve a cabo la Obra del Señor, y confíe en el Señor por Su provisión).
4 Y en cualquier casa en que entrareis, quedad allí, y de allí salid (no se pasen de casa a casa; la idea de que su asunto más importante es la Predicación del Evangelio, no el de socializar).
5 Y todos los que no os recibieren (ya sea una sola casa, o una ciudad entera), saliéndoos de aquella ciudad, aun el polvo sacudid de vuestros pies en testimonio contra ellos (el Evangelio rechazado siempre incurre el juicio en una forma u otra, para una sola persona o para toda una región).
6 Y saliendo (los Doce), rodeaban por todas las aldeas, anunciando el Evangelio, y sanando por todas partes (cualquier cosa menos no es el Verdadero Evangelio).
JUAN EL BAUTISTA
7 Y oyó Herodes el tetrarca (Herodes Antipas) todas las cosas que hacía (tiene que ver con Jesús): y estaba en duda, porque decían algunos, que Juan ha resucitado de los muertos (indica un espectáculo aterrador a la conciencia doliente de Herodes quien había asesinado a Juan);
8 Y otros (algunos decían), Elías ha aparecido (en otras palabras que Jesús era Elías); y  otros, Algún Profeta de los antiguos ha resucitado (todo esto demostró una ignorancia gráfica de la Palabra).
9 Y dijo Herodes, A Juan yo degollé (no fue dicho por alarde o desprecio, sino más bien por puro temor): ¿quién pues será Éste, de quien yo oigo tales cosas? (Las "tales cosas" causaba gran gozo para muchos, pero miedo para Herodes debido a una conciencia culpable.) Y procuraba verle (este deseo sería satisfecho, pero no en el presente; él Lo vio en el día de la Crucifixión cuando Pilato envió Cristo a Herodes para el juicio).
LOS CINCO MIL
ALIMENTADOS
10 Y vueltos los Apóstoles (de su Misión de Predicación del Versículo 1), Le contaron todas las cosas que habían hecho. Y tomándolos, se retiró aparte a un lugar desierto de la ciudad que se llama Betsaida (se refiere a Betsaida, Julias situada en la orilla noreste del Mar de Galilea; era sólo a una distancia corta de Capernaum).
11 Y cuando lo entendieron las gentes (entendían adonde Él se había ido), Le siguieron (se fueron adonde Él estaba): y Él las recibió, y les hablaba del Reino de Dios, y sanaba a los que tenían necesidad de cura.
12 Y el día había comenzado a declinar, y llegándose los Doce, Le dijeron, Despide a las gentes, para que yendo a las aldeas y heredades de alrededor, procedan a alojarse y hallen viandas (comida): porque aquí estamos en lugar desierto (el mundo es un lugar desierto, pero donde Jesús está, la necesidad puede ser suplida).
13 Y les dice, Dadles vosotros de comer (demuestra que dentro de sí mismos no podían   hacerlo). Y dijeron ellos, No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a menos que vayamos nosotros a comprar viandas para toda esta multitud (pensaban en lo material, cuando Él pensaba en lo espiritual; nuestro pensar no debiera consistir en lo que nosotros podemos hacer, sino más bien en lo que Él puede hacer).
14 Y eran como cinco mil hombres (con las mujeres y niños, eran fácilmente diez mil o más). Entonces dijo a Sus Discípulos, Hacedlos sentar en grupos, de cincuenta en cincuenta (de esta manera todos podrían ser alimentados, mientras que por otra parte  hubiera sido un manicomio; Dios siempre funciona de una posición de orden).
15 Y así lo hicieron, haciéndolos sentar a todos.
16 Y tomando los cinco panes y los dos pescados (en las manos suyas, no era nada; en Sus Manos, era todo), mirando al Cielo (¿cuándo aprenderemos que nuestra ayuda viene de lo alto?), los bendijo (lo que Él toma, Él bendice), y partió (lamentablemente hay mucha obstinación dejada en todos nosotros, que requiere un "quebrantamiento" que no es agradable, en lo más mínimo), y dio a Sus Discípulos para que pusiesen delante de las multitudes (antes de que podamos ser dados correctamente a la multitud, primero debemos ser bendecidos, luego quebrantados; demasiados intentan no hacer caso del "quebrantamiento," que dependen sólo de la "bendición"; tal nunca es honrado por el Señor).
17 Y comieron todos, y quedaron satisfechos (lo que el Señor proporciona siempre satisface): y recogieron lo que les sobró, doce canastas de pedazos (lo que el hombre hace, resta; lo que Dios hace, añade).
LA CONFESIÓN DE PEDRO
18 Y aconteció que estando Él solo orando (unas ocho veces Lucas alude a la oración de Jesús, que debiera servirnos como lección; mientras Él definitivamente era Dios, y nunca dejó de ser Dios, Él funcionó en esta Tierra como "Hombre"; como tal, Él tuvo que orar), estaban con Él los Discípulos: y les preguntó, diciendo, ¿Quién dicen las gentes que soy? (La respuesta a esta pregunta resultaría en graves consecuencias.)
19 Y ellos respondieron y dijeron, Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros, que algún Profeta de los antiguos ha resucitado (la Biblia no enseña la reencarnación, tampoco enseña la transmigración de un espíritu a otro).
20 Y les dijo, ¿Y vosotros, quién decís que soy? (Él fue admirado por los Discípulos como el Maestro de los Maestros, y al mismo tiempo un Misterio.) Entonces respondiendo Simón Pedro dijo, El Cristo de Dios (expresa la respuesta correcta; "Cristo" es realmente un título, y quiere decir "ungido," o más exacto, "El Ungido," que quiere decir "El Mesías").
SU MUERTE Y RESURRECCIÓN
21 Mas Él advirtiéndoles, mandó que a nadie dijesen esto (¿por qué? ya los líderes religiosos de Israel Le habían rechazado, y para que los Discípulos propagasen a todas partes Quién era Él realmente hubiera causado más grandes problemas);
22 Diciendo, Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas (se menciona aparte de la gloria que sigue los sufrimientos), y sea desechado de los Ancianos y de los Principales Sacerdotes y de los Escribas (tiene que ver con la totalidad del liderazgo religioso de Israel), y que sea muerto (se refiere a la Crucifixión de Cristo; los líderes religiosos serían culpable de Su Muerte), y resucite al tercer día (la Resurrección, que nunca estaba en papel de juicio; el propósito de que Dios se hizo hombre fue para ir a la Cruz porque éste es el único modo por el cual el pecado podría ser derrotado, y el pecado es el problema).
EL DISCIPULADO
23 Y decía a todos, Si alguno quiere venir en pos de Mí (el criterio del Discipulado), niéguese a sí mismo (no por el ascetismo como muchos creen, sino al negar su fuerza de voluntad, su propia voluntad, fuerza y habilidad, dependiendo totalmente en Cristo), y tome su cruz (los beneficios de la Cruz, con la mira exclusivamente a lo que Jesús hizo allá para suplir cada una de nuestras necesidades) cada día (es muy importante, poner nuestra mirada a la Cruz; tengamos que renovar nuestra Fe en lo que Cristo hizo por nosotros, hasta hacerlo diariamente, porque Satanás siempre intentará desviarnos de la Cruz como el Objeto de nuestra Fe, lo cual siempre resulta desastroso), y sígame (sólo puede el Creyente seguir a Cristo cuando mantiene su mirada en la Cruz, comprendiendo lo que fue cumplido, y sólo por este medio [Rom. 6:3-5, 11, 14; 8:1-2, 11; I Cor. 1:17-18, 21, 23; 2:2; Gál. 6:14; Ef. 2:13-18; Col. 2:14-15]).
24 Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá (que intenta vivir su vida aparte de Cristo y la Cruz): y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, éste la salvará (cuando depositamos nuestra Fe completamente en Cristo y la Cruz, fijándonos exclusivamente en Él, ya encontramos "la vida más abundante" [Jn. 10:10]).
25 Porque ¿qué aprovecha al hombre, si ganare todo el mundo, y se pierda él a sí mismo, o corra peligro de sí? (No se puede tener a Cristo y al mundo al mismo tiempo. Tiene que decidir el uno o el otro. Y si se gana todo el mundo y pierde su alma, ¿que le aprovechará?)
26 Porque el que se avergonzare de Mí (que se avergonzare de la Cruz de Cristo) y de Mis Palabras (una demanda para la negación de sí mismo y a llevar su Cruz diariamente), de éste el Hijo del Hombre se avergonzará (una negación de Cristo y de la Cruz es una negación de la Salvación), cuando viniere en Su Gloria (aquéllos que aceptan a Cristo y la Cruz estarán con Él cuando venga de otro modo serán "echados fuera"), y del Padre (la Gloria del Padre), y de los Santos Ángeles (si quiere estar al lado de Cristo, el Padre Celestial y los Santos Ángeles, tiene que aceptar a Cristo y la Cruz, lo cual automáticamente niega los caminos pérfidos).
27 Y os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean el Reino de Dios (que se refiere a la transfiguración que acontecerá dentro de poco).
LA TRANSFIGURACIÓN
28 Y aconteció como ocho días después de estas palabras (Marcos dice "seis días" [Marc. 9:2] no hay discrepancia; la declaración de Marcos es exclusiva, que quiere decir todos los días y tiempo no incluidos en la declaración; la declaración de Lucas es inclusiva), Él tomó a Pedro y a Juan y a Santiago, y subió al monte a orar (la primera vez que estos tres fueron apartados de los demás fue cuando la hija de Jairo fue resucitada de entre los muertos).
29 Y entre tanto que oraba, la apariencia de Su Rostro se hizo otra (quiere decir que el resplandor era obvio a todos; también, la Gloria que Él ya experimentaba no se originó de afuera, sino de dentro), y Su Vestido blanco y resplandeciente (esta Gloria interna transformó los vestidos sencillos de campesino a una cosa de tanta belleza que es absolutamente indescriptible).
30 Y, he aquí, dos varones que hablaban con Él, los cuales eran Moisés y Elías (Moisés había muerto ya hace cerca de 1.500 años, y Elías fue traspuesto y, de hecho, nunca murió, pero había estado en el Cielo o el Paraíso durante un período cerca de 900 años; todo esto pone fin a la doctrina errónea del "sueño del alma," lo cual enseña que el alma y el espíritu duermen durante la muerte y no volverán a la vida hasta la Resurrección):
31 Que aparecieron en Majestad (la "gloria" de aquéllos fue de lo que se originó de afuera, en efecto la de Dios el Padre, mientras la "Gloria" de Cristo vino de dentro de Él porque Él es Dios, la Segunda Persona de la Trinidad), y hablaban de Su salida, la cual había de cumplir en Jerusalén (la "Cruz" era el tema de esta conversación, tiene que ser el tema de nosotros también).
32 Mas Pedro y los que estaban con Él estaban cargados de sueño: y cuando despertaron, vieron Su Majestad, y a aquellos dos varones que estaban con Él (nos demuestra cómo los Hijos de Dios morirán, simplemente al dormir en Jesús y es despertarse en el Cielo en Su Presencia).
33 Y aconteció, que apartándose ellos de Él (se refiere a Moisés y Elías que desaparecen de la escena), Pedro dice a Jesús, Maestro, bien es que nos quedemos aquí: y hagamos tres pabellones; uno para Ti, y uno para Moisés, y uno para Elías: no sabiendo lo que se decía (declara a Pedro que coloca a estos dos a la par con Cristo, que no fue apreciado favorablemente por Dios).
34 Y estando él hablando esto, vino una nube (la misma como aquella acompañó al Señor cuando Él conducía a los Hijos de Israel en sus jornadas en el desierto y, también, la que descansó sobre el Tabernáculo, es decir, "la Gloria de Dios") que los cubrió: y tuvieron temor entrando ellos en la nube (Cristo no temió, sino más bien los tres Discípulos sí tuvieron temor).
35 Y vino una Voz de la nube (la Voz de Dios el Padre), que decía, Este es Mi Hijo Amado: a Él oíd (en efecto dice, "lo oyen constantemente," también significa que ningún mortal debe ser puesto a la par con Cristo; los Católicos deberían notar que Él no dijo, "oíd a María," sino más bien "a Él oíd").
36 Y pasada aquella Voz, Jesús fue hallado solo (declara el hecho de que la Voz no vino de un cuerpo físico). Y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto (significa que no compartieron el relato de este incidente hasta después de la Resurrección).
LECCIONES
37 Y aconteció al día siguiente, que apartándose ellos del monte, gran compañía les salió al encuentro (indica que ellos Lo esperaban).
38 Y, he aquí, un hombre de la multitud clamó (un hombre en la muchedumbre), diciendo, Maestro, Te ruego, que veas a mi hijo: que es el único que tengo (peculiar a Lucas; es el único quien menciona que este pobre muchacho atormentado era el único niño en esa familia).
39 Y, he aquí, un espíritu (espíritu demoníaco) le toma, y de repente da voces (se refiere al espíritu demoníaco que tomaba control del muchacho); y le despedaza y hace echar espuma, y apenas se aparta de él quebrantándole (acontecimientos constantes).
40 Y rogué a Tus Discípulos que le echasen fuera; y no pudieron (Marcos dice que Jesús dijo que la razón era la "falta de oración" de los Discípulos; de hecho, el énfasis en el Texto Griego es en su "falta de oración," en vez de su "falta de ayuno" [Marc. 9:29]).
41 Y respondiendo Jesús, dice, ¡Oh generación infiel y perversa! (Fue dicho a todo Israel.) ¿Hasta cuándo tengo que estar con vosotros, y os sufriré? (Describe la exasperación humana de Jesús.) Trae tu hijo acá (indica que el muchacho fue recluido a poca distancia).
42 Y como aún se acercaba, el demonio le derribó y despedazó (representa el último esfuerzo de este demonio para lastimar a este niño). Más Jesús increpó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo devolvió a su padre (Jesús echó fuera el demonio, y sanó lo que el demonio había dañado con respecto al cuerpo físico del niño).
43 Y todos estaban atónitos de la grandeza de Dios. Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo a Sus Discípulos (describe la idea que vuelve a surgir, como se hace mención en el Versículo siguiente, de Él que es el Mesías Triunfante y, por lo tanto, que sería Rey),
44 Poned vosotros en vuestros oídos estas palabras (corresponde a lo que ellos no querían oír): porque ha de acontecer que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres (expresa lo que ya les había dicho, pero lo que ellos no podían entender).
45 Mas ellos no entendían esta palabra, y les era encubierta para que no la entendiesen (no fue oculto a propósito, al contrario fue oculto debido a su incredulidad): y temían preguntarle de esta palabra (quiere decir que lo que Él había dicho no se alineaba con los conceptos suyos).
46 Entonces entraron en disputa, cuál de ellos sería el mayor (el espíritu de la obstinación, fue la causa por la cual no podían comprender).
47 Mas Jesús, viendo los pensamientos del corazón de ellos (se refiere que el Espíritu Santo Le reveló lo que los Apóstoles discutían), tomó un niño, y le puso junto a sí (se cree que era el hijo de Pedro),
48 Y les dice, Cualquiera que recibiere este niño en Mi Nombre, a Mí recibe (conlleva la idea de servicio a los demás, lo que encauza el argumento de los Discípulos acerca de quién de ellos sería el más grande; para bendecir a un niño, tiene que hacerlo únicamente motivado por amor, porque el niño no puede devolver el favor): y cualquiera que Me recibiere a Mí, recibe a Quien Me envió (a menos que alguien viene como un niño, no puede recibir a Cristo; y cuando alguien recibe a Cristo, al mismo tiempo recibe a Dios el Padre; todo es a través de Cristo): porque él que fuere el menor entre todos vosotros, éste será el grande (la obra por la cual el Evangelio de Cristo vino al mundo fue nada menos que derribar a los altos de sus asientos, y exaltar a los humildes y a los mansos).
49 Entonces respondiendo Juan dijo, Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios (espíritus demoníacos) en Tu Nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros (éste es el pecado del sectarismo, lo cual, en esencia, quiere decir, "la exclusión de los demás, fuera de un grupo particular").
50 Jesús le dijo, No se lo prohibáis: porque el que no es contra nosotros, por nosotros es (prohíbe todo sectarismo).
51 Y aconteció que, cuando se cumplió el tiempo en que había de ser recibido arriba (este mismo "tiempo" particular fue planeado por la Deidad desde antes de la fundación del mundo [I Ped. 1:20; Apoc. 13:8]), Él afirmó Su Rostro para ir a Jerusalén (aquí es donde el terrible hecho tiene que llevarse a cabo).
52 Y envió mensajeros delante de sí (se refiere a los Discípulos u otros que fueron para prepararles un lugar para pasar una noche por lo menos, en esta aldea particular): los cuales fueron, y entraron en una ciudad de los Samaritanos, para prevenirle (descendientes de los paganos que se establecieron en esa región de Israel durante el tiempo de los cautiverios; se celebraban matrimonios mixtos con los pocos Judíos que quedaban en esta tierra [II Rey. 17:24-34]).
53 Mas no Le recibieron (indica el error más grande que cometieron, y desgraciadamente es el error más grande que cometemos la mayoría), porque Su Rostro era como alguien que iba a Jerusalén (tenía que ver con el argumento entre los Judíos y los Samaritanos; en otras palabras, permitieron que su religión les causara perder el momento más grande en su historia, y su religión probablemente los llevó al Infierno).
54 Y viendo esto Sus Discípulos Santiago y Juan (es probable que Jesús envió a los dos a la aldea para buscar alojamiento), dijeron, Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del Cielo, y los consuma, como hizo Elías? (El entusiasmo sin conocimiento y el fracaso de no dividir la Palabra de la Verdad es la causa que los hombres con buenas intenciones pueden errar enormemente.)
55 Entonces volviéndose Él, los reprendió (es la misma Palabra usada por Jesús cuando Él reprendió a los espíritus inmundos [Mat. 17:18]; el espíritu de los Discípulos en ese momento y los espíritus de los demonios eran todos iguales en ese instante, por lo tanto, los dos fueron reprendidos como correspondía), diciendo, Vosotros no sabéis de qué espíritu sois (una vez más los demuestra que obran en el espíritu del Maligno; ¿cuántos Cristianos modernos hacen lo mismo?).
56 Porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas (proclama la Verdadera Misión de Cristo). Y se fueron a otra aldea (constituía el momento más grande que la "otra aldea" jamás podría conocer).
EL DISCIPULADO
57 Y aconteció, que, yendo ellos (continuaba la mañana siguiente en su viaje hacia Jerusalén), un cierto hombre Le dijo en el camino, Señor, Te seguiré dondequiera que fueres (expresa que este hombre, según Mateo, era un Escriba [Mat. 8:19]).
58 Y le dijo Jesús, Las zorras tienen cuevas, y las aves de los Cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar Su Cabeza (la implicación con respecto al Escriba es que él no calculó el costo, y cuando se le reveló, no quiso pagar el precio).
59 Y dijo a otro, Sígueme (a este hombre, Cristo le extiende una invitación). Y él dijo, Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre (declara que las "preocupaciones de esta vida" le robaban de la preeminencia con Cristo).
60 Y Jesús le dijo, Deja los muertos que entierren a sus muertos (no tenía la intención de demostrar una actitud irreverente a los muertos, ni de eludir la responsabilidad; no fue la idea de enterrar a su padre, sino más bien de colocar tales cosas primero; Cristo tiene que ser primero en todas las cosas): y tú, ve, y anuncia el Reino de Dios (había mucha gente para desempeñar las otras tareas, pero muy pocos para Predicar la Palabra de Dios).
61 Entonces también dijo otro, Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero, de los que están en mi casa (el Espíritu Santo nos describe el propósito resuelto que debe ser importante en la vida de cada Creyente, esto es, si siguen a Cristo como deben).
62 Y Jesús le dijo, Ninguno, que poniendo su mano al arado, y mira atrás, es apto para el Reino de Dios (el vínculo a Cristo y a Su Servicio tiene que ser incondicional).


Primera Corintios Capítulo 13:




Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4




Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:




Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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29 September 2022

El 29 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre



El 29 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Levítico 11-13:

11 Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciéndoles: Hablad a los hijos de Israel y decidles: Estos son los animales que comeréis de entre todos los animales que hay sobre la tierra. De entre los animales, todo el que tiene pezuña hendida y que rumia, éste comeréis. Pero de los que rumian o que tienen pezuña, no comeréis éstos: el camello, porque rumia pero no tiene pezuña hendida, lo tendréis por inmundo. También el conejo, porque rumia, pero no tiene pezuña, lo tendréis por inmundo. Asimismo la liebre, porque rumia, pero no tiene pezuña, la tendréis por inmunda. También el cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, pero no rumia, lo tendréis por inmundo. De la carne de ellos no comeréis, ni tocaréis su cuerpo muerto; los tendréis por inmundos. Esto comeréis de todos los animales que viven en las aguas: todos los que tienen aletas y escamas en las aguas del mar, y en los ríos, estos comeréis. Pero todos los que no tienen aletas ni escamas en el mar y en los ríos, así de todo lo que se mueve como de toda cosa viviente que está en las aguas, los tendréis en abominación. Os serán, pues, abominación; de su carne no comeréis, y abominaréis sus cuerpos muertos. Todo lo que no tuviere aletas y escamas en las aguas, lo tendréis en abominación. Y de las aves, éstas tendréis en abominación; no se comerán, serán abominación: el águila, el quebrantahuesos, el azor, el gallinazo, el milano según su especie; todo cuervo según su especie; el avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán según su especie; el búho, el somormujo, el ibis, el calamón, el pelícano, el buitre, la cigüeña, la garza según su especie, la abubilla y el murciélago. Todo insecto alado que anduviere sobre cuatro patas, tendréis en abominación. Pero esto comeréis de todo insecto alado que anda sobre cuatro patas, que tuviere piernas además de sus patas para saltar con ellas sobre la tierra; estos comeréis de ellos: la langosta según su especie, el langostín según su especie, el argol según su especie, y el hagab según su especie. Todo insecto alado que tenga cuatro patas, tendréis en abominación. Y por estas cosas seréis inmundos; cualquiera que tocare sus cuerpos muertos será inmundo hasta la noche, y cualquiera que llevare algo de sus cadáveres lavará sus vestidos, y será inmundo hasta la noche. Todo animal de pezuña, pero que no tiene pezuña hendida, ni rumia, tendréis por inmundo; y cualquiera que los tocare será inmundo. Y de todos los animales que andan en cuatro patas, tendréis por inmundo a cualquiera que ande sobre sus garras; y todo el que tocare sus cadáveres será inmundo hasta la noche. Y el que llevare sus cadáveres, lavará sus vestidos, y será inmundo hasta la noche; los tendréis por inmundos. Y tendréis por inmundos a estos animales que se mueven sobre la tierra: la comadreja, el ratón, la rana según su especie, el erizo, el cocodrilo, el lagarto, la lagartija y el camaleón. Estos tendréis por inmundos de entre los animales que se mueven, y cualquiera que los tocare cuando estuvieren muertos será inmundo hasta la noche. Y todo aquello sobre que cayere algo de ellos después de muertos, será inmundo; sea cosa de madera, vestido, piel, saco, sea cualquier instrumento con que se trabaja, será metido en agua, y quedará inmundo hasta la noche; entonces quedará limpio. Toda vasija de barro dentro de la cual cayere alguno de ellos será inmunda, así como todo lo que estuviere en ella, y quebraréis la vasija. Todo alimento que se come, sobre el cual cayere el agua de tales vasijas, será inmundo; y toda bebida que hubiere en esas vasijas será inmunda. Todo aquello sobre que cayere algo del cadáver de ellos será inmundo; el horno u hornillos se derribarán; son inmundos, y por inmundos los tendréis. Con todo, la fuente y la cisterna donde se recogen aguas serán limpias; mas lo que hubiere tocado en los cadáveres será inmundo. Y si cayere algo de los cadáveres sobre alguna semilla que se haya de sembrar, será limpia. Mas si se hubiere puesto agua en la semilla, y cayere algo de los cadáveres sobre ella, la tendréis por inmunda. Y si algún animal que tuviereis para comer muriere, el que tocare su cadáver será inmundo hasta la noche. Y el que comiere del cuerpo muerto, lavará sus vestidos y será inmundo hasta la noche; asimismo el que sacare el cuerpo muerto, lavará sus vestidos y será inmundo hasta la noche. Y todo reptil que se arrastra sobre la tierra es abominación; no se comerá. Todo lo que anda sobre el pecho, y todo lo que anda sobre cuatro o más patas, de todo animal que se arrastra sobre la tierra, no lo comeréis, porque es abominación. No hagáis abominables vuestras personas con ningún animal que se arrastra, ni os contaminéis con ellos, ni seáis inmundos por ellos. Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra. Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo. Esta es la ley acerca de las bestias, y las aves, y todo ser viviente que se mueve en las aguas, y todo animal que se arrastra sobre la tierra, para hacer diferencia entre lo inmundo y lo limpio, y entre los animales que se pueden comer y los animales que no se pueden comer. 12 Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda. Y al octavo día se circuncidará al niño. Mas ella permanecerá treinta y tres días purificándose de su sangre; ninguna cosa santa tocará, ni vendrá al santuario, hasta cuando sean cumplidos los días de su purificación. Y si diere a luz hija, será inmunda dos semanas, conforme a su separación, y sesenta y seis días estará purificándose de su sangre. Cuando los días de su purificación fueren cumplidos, por hijo o por hija, traerá un cordero de un año para holocausto, y un palomino o una tórtola para expiación, a la puerta del tabernáculo de reunión, al sacerdote; y él los ofrecerá delante de Jehová, y hará expiación por ella, y será limpia del flujo de su sangre. Esta es la ley para la que diere a luz hijo o hija. Y si no tiene lo suficiente para un cordero, tomará entonces dos tórtolas o dos palominos, uno para holocausto y otro para expiación; y el sacerdote hará expiación por ella, y será limpia. 13 Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: Cuando el hombre tuviere en la piel de su cuerpo hinchazón, o erupción, o mancha blanca, y hubiere en la piel de su cuerpo como llaga de lepra, será traído a Aarón el sacerdote o a uno de sus hijos los sacerdotes. Y el sacerdote mirará la llaga en la piel del cuerpo; si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco, y pareciere la llaga más profunda que la piel de la carne, llaga de lepra es; y el sacerdote le reconocerá, y le declarará inmundo. Y si en la piel de su cuerpo hubiere mancha blanca, pero que no pareciere más profunda que la piel, ni el pelo se hubiere vuelto blanco, entonces el sacerdote encerrará al llagado por siete días. Y al séptimo día el sacerdote lo mirará; y si la llaga conserva el mismo aspecto, no habiéndose extendido en la piel, entonces el sacerdote le volverá a encerrar por otros siete días. Y al séptimo día el sacerdote le reconocerá de nuevo; y si parece haberse oscurecido la llaga, y que no ha cundido en la piel, entonces el sacerdote lo declarará limpio: era erupción; y lavará sus vestidos, y será limpio. Pero si se extendiere la erupción en la piel después que él se mostró al sacerdote para ser limpio, deberá mostrarse otra vez al sacerdote. Y si reconociéndolo el sacerdote ve que la erupción se ha extendido en la piel, lo declarará inmundo: es lepra. Cuando hubiere llaga de lepra en el hombre, será traído al sacerdote. Y éste lo mirará, y si apareciere tumor blanco en la piel, el cual haya mudado el color del pelo, y se descubre asimismo la carne viva, es lepra crónica en la piel de su cuerpo; y le declarará inmundo el sacerdote, y no le encerrará, porque es inmundo. Mas si brotare la lepra cundiendo por la piel, de modo que cubriere toda la piel del llagado desde la cabeza hasta sus pies, hasta donde pueda ver el sacerdote, entonces éste le reconocerá; y si la lepra hubiere cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al llagado; toda ella se ha vuelto blanca, y él es limpio. Mas el día que apareciere en él la carne viva, será inmundo. Y el sacerdote mirará la carne viva, y lo declarará inmundo. Es inmunda la carne viva; es lepra. Mas cuando la carne viva cambiare y se volviere blanca, entonces vendrá al sacerdote, y el sacerdote mirará; y si la llaga se hubiere vuelto blanca, el sacerdote declarará limpio al que tenía la llaga, y será limpio. Y cuando en la piel de la carne hubiere divieso, y se sanare, y en el lugar del divieso hubiere una hinchazón, o una mancha blanca rojiza, será mostrado al sacerdote. Y el sacerdote mirará; y si pareciere estar más profunda que la piel, y su pelo se hubiere vuelto blanco, el sacerdote lo declarará inmundo; es llaga de lepra que se originó en el divieso. Y si el sacerdote la considerare, y no apareciere en ella pelo blanco, ni fuere más profunda que la piel, sino oscura, entonces el sacerdote le encerrará por siete días; y si se fuere extendiendo por la piel, entonces el sacerdote lo declarará inmundo; es llaga. Pero si la mancha blanca se estuviere en su lugar, y no se hubiere extendido, es la cicatriz del divieso, y el sacerdote lo declarará limpio. Asimismo cuando hubiere en la piel del cuerpo quemadura de fuego, y hubiere en lo sanado del fuego mancha blanquecina, rojiza o blanca, el sacerdote la mirará; y si el pelo se hubiere vuelto blanco en la mancha, y ésta pareciere ser más profunda que la piel, es lepra que salió en la quemadura; y el sacerdote lo declarará inmundo, por ser llaga de lepra. Mas si el sacerdote la mirare, y no apareciere en la mancha pelo blanco, ni fuere más profunda que la piel, sino que estuviere oscura, le encerrará el sacerdote por siete días. Y al séptimo día el sacerdote la reconocerá; y si se hubiere ido extendiendo por la piel, el sacerdote lo declarará inmundo; es llaga de lepra. Pero si la mancha se estuviere en su lugar, y no se hubiere extendido en la piel, sino que estuviere oscura, es la cicatriz de la quemadura; el sacerdote lo declarará limpio, porque señal de la quemadura es. Y al hombre o mujer que le saliere llaga en la cabeza, o en la barba, el sacerdote mirará la llaga; y si pareciere ser más profunda que la piel, y el pelo de ella fuere amarillento y delgado, entonces el sacerdote le declarará inmundo; es tiña, es lepra de la cabeza o de la barba. Mas cuando el sacerdote hubiere mirado la llaga de la tiña, y no pareciere ser más profunda que la piel, ni hubiere en ella pelo negro, el sacerdote encerrará por siete días al llagado de la tiña; y al séptimo día el sacerdote mirará la llaga; y si la tiña no pareciere haberse extendido, ni hubiere en ella pelo amarillento, ni pareciere la tiña más profunda que la piel, entonces le hará que se rasure, pero no rasurará el lugar afectado; y el sacerdote encerrará por otros siete días al que tiene la tiña. Y al séptimo día mirará el sacerdote la tiña; y si la tiña no hubiere cundido en la piel, ni pareciere ser más profunda que la piel, el sacerdote lo declarará limpio; y lavará sus vestidos y será limpio. Pero si la tiña se hubiere ido extendiendo en la piel después de su purificación, entonces el sacerdote la mirará; y si la tiña hubiere cundido en la piel, no busque el sacerdote el pelo amarillento; es inmundo. Mas si le pareciere que la tiña está detenida, y que ha salido en ella el pelo negro, la tiña está sanada; él está limpio, y limpio lo declarará el sacerdote. Asimismo cuando el hombre o la mujer tuviere en la piel de su cuerpo manchas, manchas blancas, el sacerdote mirará, y si en la piel de su cuerpo aparecieren manchas blancas algo oscurecidas, es empeine que brotó en la piel; está limpia la persona. Y el hombre, cuando se le cayere el cabello, es calvo, pero limpio. Y si hacia su frente se le cayere el cabello, es calvo por delante, pero limpio. Mas cuando en la calva o en la antecalva hubiere llaga blanca rojiza, lepra es que brota en su calva o en su antecalva. Entonces el sacerdote lo mirará, y si pareciere la hinchazón de la llaga blanca rojiza en su calva o en su antecalva, como el parecer de la lepra de la piel del cuerpo, leproso es, es inmundo, y el sacerdote lo declarará luego inmundo; en su cabeza tiene la llaga. Y el leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo! ¡inmundo! Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada. Cuando en un vestido hubiere plaga de lepra, ya sea vestido de lana, o de lino, o en urdimbre o en trama de lino o de lana, o en cuero, o en cualquiera obra de cuero; y la plaga fuere verdosa, o rojiza, en vestido o en cuero, en urdimbre o en trama, o en cualquiera obra de cuero; plaga es de lepra, y se ha de mostrar al sacerdote. Y el sacerdote mirará la plaga, y encerrará la cosa plagada por siete días. Y al séptimo día mirará la plaga; y si se hubiere extendido la plaga en el vestido, en la urdimbre o en la trama, en el cuero, o en cualquiera obra que se hace de cuero, lepra maligna es la plaga; inmunda será. Será quemado el vestido, la urdimbre o trama de lana o de lino, o cualquiera obra de cuero en que hubiere tal plaga, porque lepra maligna es; al fuego será quemada. Y si el sacerdote mirare, y no pareciere que la plaga se haya extendido en el vestido, en la urdimbre o en la trama, o en cualquiera obra de cuero, entonces el sacerdote mandará que laven donde está la plaga, y lo encerrará otra vez por siete días. Y el sacerdote mirará después que la plaga fuere lavada; y si pareciere que la plaga no ha cambiado de aspecto, aunque no se haya extendido la plaga, inmunda es; la quemarás al fuego; es corrosión penetrante, esté lo raído en el derecho o en el revés de aquella cosa. Mas si el sacerdote la viere, y pareciere que la plaga se ha oscurecido después que fue lavada, la cortará del vestido, del cuero, de la urdimbre o de la trama. Y si apareciere de nuevo en el vestido, la urdimbre o trama, o en cualquiera cosa de cuero, extendiéndose en ellos, quemarás al fuego aquello en que estuviere la plaga. Pero el vestido, la urdimbre o la trama, o cualquiera cosa de cuero que lavares, y que se le quitare la plaga, se lavará segunda vez, y entonces será limpia. Esta es la ley para la plaga de la lepra del vestido de lana o de lino, o de urdimbre o de trama, o de cualquiera cosa de cuero, para que sea declarada limpia o inmunda.

Salmo 139:

Señor, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la sabes toda. Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano. Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo. ¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! Y si dijera: "Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno mío", ni las tinieblas serían oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz! Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos. ¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! Si me propusiera contarlos, sumarían más que los granos de arena. Y si terminara de hacerlo, aún estaría a tu lado. Oh Dios, ¡si les quitaras la vida a los impíos! ¡Si de mí se apartara la gente sanguinaria, esos que con malicia te difaman y que en vano se rebelan contra ti! ¿Acaso no aborrezco, Señor, a los que te odian, y abomino a los que te rechazan? El odio que les tengo es un odio implacable; ¡los cuento entre mis enemigos! Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.



Proverbios 8:




¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿No está elevando su voz la inteligencia? Toma su puesto en las alturas, a la vera del camino y en las encrucijadas. Junto a las puertas que dan a la ciudad, a la entrada misma, grita a voz en cuello: "A ustedes los hombres, los estoy llamando; dirijo mi voz a toda la humanidad. Ustedes los inexpertos, ¡adquieran prudencia! Ustedes los necios, ¡obtengan discernimiento! Escúchenme, que diré cosas importantes; mis labios hablarán con justicia. Mi boca expresará la verdad, pues mis labios detestan la mentira. Las palabras de mi boca son todas justas; no hay en ellas maldad ni doblez. Son claras para los entendidos, e irreprochables para los sabios. Opten por mi *instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara. "Yo, la sabiduría, convivo con la prudencia y poseo conocimiento y discreción. Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso. Míos son el consejo y el buen juicio; míos son el entendimiento y el poder. Por mí reinan los reyes y promulgan leyes justas los gobernantes. Por mí gobiernan los príncipes y todos los nobles que rigen la tierra. A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer. Conmigo están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos. Mi fruto es mejor que el oro fino; mi cosecha sobrepasa a la plata refinada. Voy por el camino de la rectitud, por los senderos de la justicia, enriqueciendo a los que me aman y acrecentando sus tesoros. "El Señor me dio la vida como primicia de sus obras, mucho antes de sus obras de antaño. Fui establecida desde la eternidad, desde antes que existiera el mundo. No existían los grandes mares cuando yo nací; no había entonces manantiales de abundantes aguas. Nací antes que fueran formadas las colinas, antes que se cimentaran las montañas, antes que él creara la tierra y sus paisajes y el polvo primordial con que hizo el mundo. Cuando Dios cimentó la bóveda celeste y trazó el horizonte sobre las aguas, allí estaba yo presente. Cuando estableció las nubes en los cielos y reforzó las fuentes del mar profundo; cuando señaló los límites del mar, para que las aguas obedecieran su mandato; cuando plantó los fundamentos de la tierra, allí estaba yo, afirmando su obra. Día tras día me llenaba yo de alegría, siempre disfrutaba de estar en su presencia; me regocijaba en el mundo que él creó; ¡en el género humano me deleitaba! "Y ahora, hijos míos, escúchenme: dichosos los que van por mis caminos. Atiendan a mi instrucción, y sean sabios; no la descuiden. Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día, esperando a la entrada de mi casa. En verdad, quien me encuentra, halla la vida y recibe el favor del Señor. Quien me rechaza, se perjudica a sí mismo; quien me aborrece, ama la muerte."




El Libro de Lucas Capítulo 8 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS




CAPÍTULO 8
(31 d.C.)
EL EVANGELIO




Y ACONTECIÓ después (se refiere a los eventos del Capítulo anterior), que Él caminaba por todas las ciudades y aldeas (Su Amor no fue afectado por la incredulidad y el odio, Él visitaba cada ciudad y aldea con las Buenas Nuevas del Evangelio), Predicando (el hombre glorifica los sacramentos y las ceremonias, y menosprecia la Predicación; Dios glorifica la Predicación) y anunciando el Evangelio (Buenas Nuevas) del Reino de Dios (el "Reino de Dios" es el Evangelio del Rey de Jehová, el Señor Jesucristo; es un término dispensacional y se refiere al Reino del Mesías en la Tierra; Juan y Jesús lo ofreció, pero fue rechazado y postergado hasta que Cristo retorne en Su Segunda Venida [Apoc., cap. 19]): y los Doce estaban con Él (quiere decir que los Doce permanecían con Él siempre),
2 Y algunas mujeres (las mujeres eran prominentes y fueron mencionadas honorablemente en el Libro de Lucas; no fue una mujer quien vendió al Señor por 30 piezas de plata; no fue una mujer que Lo abandonó y huyó, etc.; fueron las mujeres las primeras en visitar la tumba en la mañana de la Resurrección), que habían sido curadas de malos espíritus y de enfermedades (sanadas de lo que fue causado por los espíritus malignos), María, que se llamaba Magdalena, de la cual habían salido siete demonios (ella era de Magdala, un pequeño pueblo cerca de Tiberias; ella amó mucho porque de mucho fue perdonada; no hay prueba alguna que ella fue la mujer que ungió los Pies de Jesús con el ungüento de Lucas 7:37-38),
3 Y Juana, mujer de Chuza, procurador de Herodes (se cree que era de la familia cuyo hijo moribundo fue sanado por Jesús [Jn. 4:46]), y Susana, y otras muchas que Le servían de sus haciendas (algunas de estas mujeres eran ricas, y usaron su dinero para ministrar a las necesidades del Señor; Él podía con unos panes alimentar a miles, pero Él no comió; por eso, Él demostró que era hombre igual que Sus prójimos; los Verdaderos Discípulos de hoy como los de esa época Le ministran a Él; los que profesan ser Cristianos no lo hacen).
LA PARÁBOLA DEL
SEMBRADOR
4 Y cuando se juntó una grande compañía, y los que estaban en cada ciudad vinieron a Él, dijo por una Parábola (las Parábolas tenían la tendencia de confundir a Sus oponentes, e instruir a aquéllos que eran verdaderamente Sus seguidores):
5 Uno que sembraba (en este caso, el Evangelista) salió a sembrar su semilla (la Palabra de Dios): y sembrando, una parte cayó junto al camino (se refiere a un área que no había estado preparado para la semilla); y fue hollada, y las aves del Cielo la comieron (espíritus demoníacos).
6 Y otra parte (la semilla) cayó sobre la piedra (cubierta por una capa no muy profunda de tierra); y nacida, se secó, porque no tenía humedad (debido a las piedras, las raíces no podían descender en la tierra donde había humedad).
7 Y otra parte (la semilla) cayó entre las espinas (tiene que ver con la buena tierra, pero la competición de las espinas era un factor debilitante); y naciendo las espinas juntamente, la ahogaron.
8 Y otra parte cayó en buena tierra (quiere decir que la tierra no estaba llena de piedras ni espinas), y cuando fue nacida (se refiere a un crecimiento abundante), llevó fruto a ciento por uno (indica una cosecha enorme). Diciendo estas cosas clamaba, El que tiene oídos para oír, oiga (muchos no tenían "oídos para oír" porque sus corazones estaban endurecidos; pero unos cuantos sí tenían, ¡y cambiaron al mundo!).
9 Y Sus Discípulos Le preguntaron, diciendo, ¿Qué era esta Parábola? (Expresa que la historia fue entendida perfectamente, pero no su significado.)
10 Y Él dijo, A vosotros (todos los que sinceramente buscan al Señor para conocerlo, y tienen una comprensión más profunda de Su Palabra) es dado a conocer los misterios (la Palabra indica conocimiento retenido; sin embargo, Jesús manifiesta que la importancia Bíblica de estos misterios está por revelarse, por lo menos, a los que tienen hambre y sed de Justicia) del Reino de Dios; mas a los otros por Parábolas (la historia Divina sería cubierta también a los que son imprudentes e indiferentes); para que viendo no vean, y oyendo no entiendan (tiene que ver con la ceguera obstinada y la falta de comprensión obstinada; ni siquiera querían entender).
11 Es pues ésta la Parábola: La semilla es la Palabra de Dios.
12 Y los de junto al camino, éstos son los que oyen; y luego viene el Diablo, y quita la Palabra de su corazón (el Diablo puede hacer esto simplemente porque ellos hacen caso omiso de la Palabra), para que no crean y se salven (una ceguera deliberada como resultado de una ceguera judicial).
13 Y los de sobre la piedra, son los que habiendo oído, reciben la Palabra con gozo; mas éstos no tienen raíces, que a tiempo creen, y en el tiempo de la tentación se apartan (completamente refuta la doctrina que no es según Las Escrituras de la Seguridad Eterna Incondicional).
14 Y la que cayó entre las espinas, éstos son los que oyeron, más yéndose, son ahogados de los cuidados y de las riquezas y de los pasatiempos de la vida, y no llevan fruto (en efecto, quiere decir que hay un comienzo del fruto, pero no deja que ese fruto madure y es, por lo tanto, inútil; creen por un tiempo pero luego se salen del camino; hay muchos en esta categoría).
15 Mas la que cayó en buena tierra (constituye el cuarto grupo el cual producirá "fruto  perfecto," es decir, "fruto maduro") éstos son, los que con corazón bueno y recto (nos dice que el problema está en el corazón y no en las circunstancias) retienen la Palabra oída, y llevan fruto con paciencia (solamente oír la Palabra no es suficiente; tiene que "guardarla" también).
LA VELA
16 Ninguno, que enciende la vela, la cubre con vasija, o la pone debajo de la cama (quiere decir que al usar las Parábolas Cristo no tenía la intención de esconder la Verdad de las personas sinceras, con corazones inquisitivos, sino más bien todo lo opuesto); mas la pone en un candelero, para que los que entran vean la luz (las enseñanzas de Cristo fueron diseñados para atraer a los honestos, los corazones buscadores de Dios; Él quiere que los hombres "vean la luz").
17 Porque no hay cosa oculta, que no haya de ser manifestada (se dirige a sí mismo a los misterios del Evangelio); ni cosa escondida, que no haya de ser entendida, y de venir a luz (todo será revelado en el Nuevo Convenio).
18 Mirad pues cómo oís (no se refiere sólo a lo que se oye, sino también cómo se oye): porque a cualquiera que tuviere, le será dada (constituye una Ley Divina de que quienquiera que acepta la Verdad se le dará la Verdad); y a cualquiera que no tuviere, aun lo que parece tener le será quitada (la luz rechazada es luz quitada).
PARIENTES GENUINOS
19 Y vinieron a Él Su madre y Sus hermanos (se refiere a Su familia inmediata), y no podían llegar a Él por causa de la multitud (la muchedumbre era tan grande que era claro que no se podía llegar a Él).
20 Y Le fue dado aviso, diciendo, Tu madre y Tus hermanos están fuera, que quieren verte.
21 Él entonces respondiendo, les dijo (expone un principio que coloca a Dios primero sobre todas las cosas), Mi madre y Mis hermanos son los que oyen la Palabra de Dios, y la ejecutan (claramente expresa la lealtad a Dios, y es más solemne que los lazos familiares; Jesús aquí refuta la contención Católica que María está sobre todo).
LA TEMPESTAD
22 Y aconteció un día que Él entró en un barco con Sus Discípulos, y les dijo, Pasemos a la otra parte del lago (de la ribera occidental de Galilea a la ribera oriental). Y ellos partieron.
23 Pero mientras ellos navegaban, Él se durmió (agotamiento físico después de sanar y    liberar, como también enseñar; demuestra Su Humanidad): y sobrevino una tempestad de viento en el lago (del Texto Griego una "tempestad furiosa o huracán"); y comenzaron a anegarse de agua, y peligraban (en efecto, corrían el peligro de hundirse, y hasta perder sus vidas).
24 Y llegándose a Él, Le despertaron (se refiere que no lo despertaron hasta que el peligro era grave), diciendo, Maestro, Maestro, que perecemos (sólo Él puede rescatar al alma de perecer). Y despertado Él, reprendió al viento y a la tempestad del agua (se refiere a un espíritu maligno detrás de la tempestad que intentaba matar a los Discípulos; Satanás sabía que no podía matar a Jesús, pero también sabía que los Discípulos eran mortales): y cesaron, y fue hecha bonanza (el cambio fue instantáneo; no hay poder alguno en la Tierra que puede igualar tal autoridad; también, Él puede calmar al instante la tempestad en el alma del hombre).
25 Y les dijo, ¿Qué es de vuestra Fe? (Cristo es la respuesta con respecto a todas las tempestades de la vida.) Y atemorizados se maravillaban (los Discípulos habían aceptado el Oficio del Mesías, pero tenían un concepto inadecuado del mismo), diciendo los unos a los otros, ¿Quién es Éste (evidentemente ellos no reconocieron todas las implicaciones, que Su Oficio conllevaba), que aun a los vientos y al agua manda, y Le obedecen? (Proclama no solamente su control total sobre los espíritus demoníacos, enfermedades y muerte, sino también, los elementos.)
LA LIBERACIÓN
26 Y navegaron a la tierra de los Gadarenos (estaba en el lado oriental del Mar de Galilea), que está delante de Galilea (se refiere a la parte de la Decápolis que colindaba con el Mar de Galilea en la punta sur y al lado oriental).
27 Y saliendo Él a tierra (varaban el barco), Le vino al encuentro de la ciudad un cierto hombre (vino de la ciudad cercana, pero ya no vivía allá) que tenía demonios (espíritus inmundos) ya de mucho tiempo (hacía mucho tiempo que estaba poseído), y no vestía vestido (es un tipo del hombre en sentido espiritual quien está desnudo ante el Juicio de Dios por el hecho de estar en rebelión contra Dios), ni estaba en casa, sino   por los sepulcros (la muerte es el resultado final del pecado).
28 El cual, cuando vio a Jesús (el mundo espiritual de las tinieblas está sujeto al Señor Jesucristo), exclamó (a causa del temor), y se postró delante de Él (un reconocimiento de Él como Señor y Maestro), y dijo a gran voz, ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? (Aunque la mayoría de la humanidad profesa no reconocerle, los espíritus demoníacos conocen Quien es Jesús.) Te ruego, que no me atormentes (declara que sabían y se daban cuenta que Jesús tiene poder para hacer con ellos lo que Él desea; la Fe correcta en Cristo y en la Cruz nos da el poder de atormentar a los demonios, en lugar de que ellos nos atormenten a nosotros).
29 (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre (se refiere al espíritu principal o demonio quien era el líder de todos los otros, un montón, como veremos más tarde). Porque ya de mucho tiempo le arrebataba (se refiere a este espíritu o espíritus que tomaban control de este hombre dándole, como veremos, fuerza superhumana): y le guardaban preso con cadenas y grillos (intentaron sujetarle, sin resultado alguno); mas rompiendo las prisiones, era agitado del demonio por los desiertos.) (Él estaba totalmente poseído por demonios y no tenía alternativa más que hacer lo que ellos querían.)
30 Y le preguntó Jesús, diciendo, ¿Qué nombre tienes? (Manifiesta a estos demonios como personalidades.) Y él dijo, Legión (posiblemente se refiere a más de 6.000; qué tantos demonios podían habitar en un solo ser humano es sorprendente para no decir otra cosa peor): porque muchos demonios (espíritus inmundos) habían entrado en él.
31 Y Le rogaban que no les mandase ir al abismo (se refiere al "abismo" [Apoc. 20:1-3]).
32 Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte (se registra "cerca de 2.000" [Marc. 5:13]): y Le rogaron que los dejase (permitiera) entrar en ellos. Y los dejó (si hasta los demonios tienen que pedir permiso al Señor para entrar en los puercos, seguramente debe dar por sentado que Él no le permitiría que ellos entrasen en las Ovejas de Su prado).
33 Y salidos los demonios (espíritus inmundos) del hombre, entraron en los puercos (se refiere a estos demonios que obedecieron exactamente lo que el Señor les dijo que debieran hacer): y el hato se arrojó de un despeñadero en el lago, y se ahogó (murieron ahogados todos los puercos).
34 Y los que cuidaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo y dieron aviso en la ciudad y por los campos (quiere decir que ellos no sólo contaron lo sucedido a sus dueños, sino a todos los que querían oírles).
35 Y salieron (los dueños y otros) a ver lo que había acontecido; y vinieron a Jesús, y hallaron sentado al hombre de quien habían salido (sin lugar a dudas, como nunca lo vieron antes) los demonios (espíritus inmundos), vestido (sin lugar a dudas, los Discípulos le habían prestado ropa, y él también estaba revestido de la Salvación), y en su cabal juicio (perfectamente sano en su juicio cabal), a los Pies de Jesús (nuestro   Señor le enseñaba): y tuvieron miedo (no podían comprender ese gran poder).
36 Y les contaron los que lo habían visto, cómo había sido salvado aquel endemoniado (dieron una narración pormenorizada a los dueños de los puercos, y a otros).
37 Entonces toda la multitud de la tierra de los Gadarenos alrededor, Le rogaron que se fuese de ellos (manifiesta uno de los episodios más tristes en los Evangelios; ellos sintieron que no podían conservar a los dos, el Salvador y los puercos, y ¡de los dos prefirieron los puercos! Qué acusación contra la raza humana, porque esto es una imagen de la mayoría de la humanidad); porque tenían gran temor (constituye el temor, lo cual debía llevarlo al Señor, sin embargo, respondieron de lo contrario): y Él, subiendo en el barco, se volvió (al lado occidental del lago).
38 Y aquel hombre de quien habían salido los demonios (espíritus inmundos), Le rogó para estar con Él (expresa todo lo opuesto de sus conciudadanos, del cual el Espíritu Santo observa): mas Jesús le despidió, diciendo (constituye una negación con respecto de su pedido, pero con una misión que cumplir; la llevó a cabo con gran distinción),
39 Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo (constituye una comisión para este hombre, y para todos los Creyentes; de hecho, para todos los Creyentes, el Señor hizo "grandes cosas"). Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él (no nos dice exactamente en qué ciudad, pero sí declara el éxito de este hombre; el día anterior, él era un maníaco endemoniado completamente loco, totalmente fuera de sus cabales; y veinte y cuatro horas más tarde, más o menos, es un Evangelista por el Señor Jesucristo).
SANIDADES Y MILAGROS
40 Y aconteció, que, volviendo Jesús (a Capernaum), Le recibió la gente: porque todos Le esperaban.
41 Y, he aquí, vino un varón, llamado Jairo, y que era principal de la Sinagoga (ese hombre era un buen representante de los ricos y de los Judíos Ortodoxos de alto rango): y cayendo a los Pies de Jesús, Le rogaba que entrase en su casa:
42 Porque tenía una hija única, como de doce años, y ella se estaba muriendo (manifiesta la seriedad de la situación). Y mientras Él (Jesús) iba (a la casa de Jairo), Lo apretaba la multitud.
43 Y una mujer que tenía flujo de sangre hacía ya doce años (probablemente se refiere a un trastorno femenino), la cual había gastado en médicos toda su hacienda, y por ninguno había podido ser curada (no había remedio terrenal para su enfermedad, al igual no hay remedio terrenal para el pecado; pero hay un remedio, ¡como veremos pronto!),
44 Llegándose por las espaldas, tocó el borde de Su Vestido (corresponde a una de las cuatro borlas que formaban parte del manto Judaico, el azul de esa borla, usado por la mayoría de los hombres, le recordaba a Israel que su ayuda viene de lo alto, y que su responsabilidad era guardar la Ley [Núm. 15:28-41; Deut. 22:12]): y luego se le detuvo el flujo de su sangre (su curación fue permanente, y ella nunca volvería a ser atormentada con este problema).
45 Entonces Jesús dijo, ¿Quién es el que Me ha tocado? (De hecho, muchos tocaban a Jesús, pero ninguno de ellos con la Fe que tenía esta mujer.) Y negando todos, dijo Pedro y los que estaban con Él, Maestro, la multitud Te aprieta y oprime, y dices, ¿Quién es el que Me ha tocado? (En efecto, esta es tanto una exclamación como una pregunta.)
46 Y Jesús dijo, Me ha tocado alguien: porque Yo he conocido que ha salido Virtud (Poder) de Mí (Jesús no tocó a la mujer, ella lo tocó a Él, nos dice que si el Señor no nos toca, nosotros todavía podemos tocarle a Él, y recibir lo que necesitamos).
47 Entonces cuando la mujer vio que no se había ocultado (quiere decir que evidentemente ella intentaba esconderse), vino temblando (fue sorprendente para ella que Jesús se detuviera, en esencia, llamándola, especialmente al tomar en cuenta la gran muchedumbre de gente), y postrándose delante de Él, Le declaró delante de todo el pueblo la causa por qué Le había tocado (ella no retuvo nada, declaró todo) y cómo luego había sido sanada.
48 Y Él dijo, Hija (en la primera ocasión se refirió a ella como "mujer," y ahora se refería a ella como "Hija"; se refiere a la relación, que tiene que ver tanto con la salvación como la sanidad), ten ánimo (trata con su temor de su impureza anterior; no tiene que tener temor ya de que alguien la juzgaría impura): tu Fe te ha salvado (la Fe es el único requisito); ve en paz (la Paz que resulta de la justificación; ahora es "justa" ante los Ojos de Dios porque ella había confiado en Cristo, Quien Solo puede efectuar nuestra Justificación; la tradición dice que ella se llamaba Verónica y ella vivía en Cesarea Filipo).
49 Estando aún Él hablando, vino uno del principal de la Sinagoga a decirle (a Jairo), Tu hija está muerta; no des trabajo al Maestro (mientras los pacientes y sus amigos, y aun los Discípulos del Señor muchísimas veces, Le pidieron que Él sanara, etc., nadie hasta el momento Le pidió que resucitase a un difunto; hasta el final, a pesar de lo que ellos habían visto, no podían persuadirse de que Él era efectivamente el Señor de la muerte tanto como de la vida, hasta después de la Resurrección).
50 Y oyéndolo Jesús, le respondió, No temas (en esencia, dijo, "a pesar de la muerte,"  todo va a salir bien): cree solamente, y será salva (el único requisito es tener Fe en Cristo).
51 Y entrado en casa (se refiere al hogar de Jairo), no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, y a Santiago, y a Juan, y al padre y a la madre de la niña (representa la primera vez que estos tres Discípulos fueron apartados de los demás; y fueron apartados de los demás un total de tres veces [Luc. 9:28; Mat. 26:37]).
52 Y lloraban todos, y la lamentaban (representa a las plañideras, lo cual era la costumbre de aquel entonces): mas Él dijo, No lloréis; no está muerta, sino que duerme (de hecho, estaba físicamente muerta, pero para Jesús ella solamente "dormía").
53 Y hacían burla de Él (las plañideras), sabiendo que estaba muerta.
54 Pero Él, echados todos fuera (el Texto Griego expresa el hecho de que debe haber estado a punto de una expulsión a la fuerza, como en el caso de la limpieza del Templo), tomándola de la mano (un apretón firme), y clamó, diciendo, Muchacha, levántate (continuaba la exhibición de Su Autoridad).
55 Entonces su espíritu volvió (demuestra la existencia separada del espíritu como independiente del cuerpo; su espíritu y alma fueron reunidos una vez más con su cuerpo, por lo tanto, el cuerpo instantáneamente revivió), y se levantó luego (inmediatamente): y Él mandó que le diesen de comer (comida).
56 Y sus padres estaban atónitos (se quedaron paralizados al punto que casi no podían moverse del todo): a los cuales Él mandó, que a nadie dijesen lo que había sido hecho (Jesús no buscó publicidad ni admiración).


Primera Corintios Capítulo 13:




Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4




Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:




Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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