30 November 2018

El 30 de noviembre Lectura Bíblica Diaria

El Mensaje de la Cruz
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El 30 de noviembre Lectura Bíblica Diaria: 

Oseas 8 a 10:
»¡Llévate la trompeta a los labios, que un águila revolotea sobre la casa del Señor! Y es que no respetaron mi pacto, sino que se rebelaron contra mi ley. Israel clama a mí: “¡Dios mío, nosotros te conocemos!”, pero en realidad rechaza mis bondades; por eso el enemigo lo perseguirá. Los reyes que establecen, yo no los he escogido; cuando nombran a sus príncipes, nunca me lo dicen. Con su plata y su oro se hacen ídolos, para su propia destrucción. »Samaria, tu becerro te hizo alejarte. Mi enojo se encendió contra ustedes. ¿Hasta cuándo estarán sin poder purificarse? Y este otro becerro de Samaria también es de Israel. No es Dios, pues un artífice lo hizo. ¡Por eso será hecho pedazos! Han sembrado vientos, y recogerán torbellinos. No obtendrán mies alguna, ni su trigo producirá harina. Y en caso de producirla, gente extraña se la comerá. Muy pronto Israel será devorado. Será entre las naciones como una vasija sin valor alguno. Porque ellos, a la manera de obstinado asno montés, recurrieron a Asiria. Y Efraín se compró amantes a cambio de un salario. Pero ahora voy a juntarlos, y aunque se compren amantes entre las naciones, durante algún tiempo sufrirán la opresión del rey y de los príncipes. »Efraín multiplicó sus altares, que acabaron siendo altares de pecado. Le escribí las grandezas de mi ley, pero las vio como algo extraño. Ofrecieron sacrificios, y se comieron la carne, pero eso no me agradó. Yo, el Señor, voy a tomar en cuenta su iniquidad, y castigaré su pecado. ¡Ellos volverán a Egipto! Israel olvidó a su Creador y edificó templos, y Judá construyó muchas ciudades fortificadas, pero yo voy a prenderles fuego a sus ciudades, y sus palacios serán consumidos.» No te alegres, Israel, ni saltes de gozo como los otros pueblos, porque te  has prostituido al apartarte de tu Dios. En todos los campos de trigo preferiste recibir la paga de una prostituta. Por eso no tendrán trigo ni vino suficiente para vivir, y les faltará mosto. Efraín no permanecerá en la tierra del Señor, sino que volverá a Egipto y a Asiria, en donde se alimentará de comida impura. No ofrecerán libaciones al Señor, ni él se agradará de sus sacrificios; su pan será como el que comen los que están de luto, y todos los que lo coman quedarán impuros. Ese pan no entrará en la casa del Señor, sino que será para ellos mismos. ¿Qué van a hacer en las fiestas solemnes, en las fiestas del Señor? Aunque logren escapar de la destrucción, los egipcios los recogerán y en Menfis los enterrarán. Su plata más deseable se llenará de ortiga, y en sus viviendas crecerán espinos. ¡Entérate, Israel! ¡Ya vienen los días del castigo! ¡Ya vienen los días de la retribución! Pero por causa de tu mucha maldad, al profeta se le considera insensato, y al hombre de espíritu se le aborrece. Ante Dios, Efraín es un vigilante; en todos los caminos, el profeta es una trampa de cazador, odiado en la casa de su Dios. En su corrupción, han llegado a lo más bajo, como en los días de Gabaa. Pero el Señor tomará en cuenta su iniquidad, y los castigará por su pecado. «En un principio, encontré a Israel como a las uvas en el desierto; vi a sus antepasados como a los primeros frutos de la higuera. Pero ellos acudieron a Baal Pegor; para vergüenza suya se apartaron de mí, y se hicieron tan odiosos como los dioses que amaron. La gloria de Efraín se escapará como las aves, de modo que no habrá nacimientos ni embarazos ni concepciones. Y en caso de que sus hijos lleguen a ser grandes, yo los borraré de la tierra. A decir verdad, ¡ay de ellos cuando los deje solos! Según veo, Efraín se parece a Tiro: Ahora se encuentra en un país delicioso, pero acabará por lanzar sus hijos a la matanza.» Señor, ¡dales lo que tienes que darles! ¡Dales matrices que aborten, y pechos sin leche! «Toda su maldad la cometieron en Gilgal. Y fue allí donde les tomé aversión. Por la perversidad de sus obras los echaré de mi casa, y no volveré a amarlos, pues todos sus príncipes son desleales. »Efraín ha sido herido. Su raíz está seca, y no volverá dar más fruto. Aun cuando lleguen a engendrar, yo no dejaré que vivan los hijos que tanto desean.» Mi Dios los desechará, porque ellos no quisieron escucharlo. Por eso andarán errantes entre las naciones. Israel es una viña frondosa y muy fructífera, pero la abundancia de sus frutos fue semejante a la abundancia de sus altares. ¡Mientras más le produjo la tierra, más aumentó sus ídolos. Tiene el corazón dividido. Pero tendrá que cargar con su culpa. El Señor derribará sus altares y destruirá sus ídolos. Seguramente van a decir: «No tenemos rey, porque no tuvimos temor del Señor. Y si lo tuviéramos, ¿qué podría hacer por nosotros?» Profieren palabras sin sentido al momento de hacer el pacto. Eso que llaman «justicia» abunda como el ajenjo en los surcos del campo. Por causa de las becerras de Bet Avén los habitantes de Samaria se llenarán de temor; por causa del becerro su pueblo estará de luto, lo mismo que sus sacerdotes. Se regocijan por el becerro, del cual están orgullosos, pero ese becerro les será arrebatado; será llevado a Asiria como un regalo para el rey Jareb. Y Efraín quedará avergonzado, e Israel se avergonzará de sus proyectos. Su rey desaparecerá de Samaria, como desaparece la espuma de la superficie de las aguas. Los lugares altos de Avén, donde Israel pecaba, serán destruidos; sobre sus altares crecerán cardos y espinos. Entonces suplicarán a los montes que los cubran, y a las colinas les rogarán que caigan sobre ellos. «Tú, Israel, has pecado desde aquellos días de Gabaa, y en tu pecado has persistido. ¡Pues ahora la guerra los atrapará en Gabaa! Yo los castigaré cuando quiera castigarlos, y los pueblos se juntarán contra ellos cuando paguen por su doble crimen. Efraín es una novilla domada, a la que le gusta trillar. Pero yo pasaré sobre su lozana cerviz, y haré que Efraín lleve el yugo mientras Judá abre surco y Jacob rompe los terrones. »Siembren para ustedes la justicia, y cosecharán misericordia. Hagan para ustedes el barbecho, porque éste es el momento de buscarme. Entonces yo, el Señor, vendré y los instruiré en la justicia.» Ustedes abrieron surcos para la impiedad, y lo que cosecharon fue la iniquidad. Por eso comerán el fruto de la mentira, pues confiaron en sus propias ideas y en la multitud de sus guerreros. Por eso habrá alboroto en sus pueblos, y todas sus fortalezas serán destruidas, como destruyó Salmán a Bet Arbel en el día de la batalla, cuando madres e hijos fueron destrozados. Lo mismo hará Betel con ustedes, por causa de su gran maldad. ¡El rey de Israel será derrotado al amanecer!

 

Salmo 51:


Dios mío, por tu gran misericordia, ¡ten piedad de mí!; por tu infinita bondad, ¡borra mis rebeliones! Lávame más y más de mi maldad; ¡límpiame de mi pecado! Reconozco que he sido rebelde; ¡mi pecado está siempre ante mis ojos! Contra ti, y sólo contra ti, he pecado; ¡ante tus propios ojos he hecho lo malo! Eso justifica plenamente tu sentencia, y demuestra que tu juicio es impecable. ¡Mírame! ¡Yo fui formado en la maldad! ¡Mi madre me concibió en pecado! ¡Mírame! Tú amas la verdad en lo íntimo; ¡haz que en lo secreto comprenda tu sabiduría! ¡Purifícame con hisopo, y estaré limpio! ¡Lávame, y estaré más blanco que la nieve! ¡Lléname de gozo y alegría, y revivirán estos huesos que has abatido! No te fijes ya en mis pecados; más bien, borra todas mis maldades. Dios mío, ¡crea en mí un corazón limpio! ¡Renueva en mí un espíritu de rectitud! ¡No me despidas de tu presencia, ni quites de mí tu santo espíritu! ¡Devuélveme el gozo de tu salvación! ¡Dame un espíritu dispuesto a obedecerte! Así instruiré a los pecadores en tus caminos; así los pecadores se volverán a ti. Dios mío, Dios de mi salvación, ¡líbrame de derramar sangre, y mi lengua proclamará tu justicia! Abre, Señor, mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Aún si yo te ofreciera sacrificios, no es eso lo que quieres; ¡no te agradan los holocaustos! Los sacrificios que tú quieres son el espíritu quebrantado; tú, Dios mío, no desprecias al corazón contrito y humillado. Por tu bondad, trata bien a Sión; ¡reconstruye las murallas de Jerusalén! Te agradarás entonces con los sacrificios que mereces, con los holocaustos y ofrendas del todo quemadas; se ofrecerán entonces becerros sobre tu altar. 
 

Proverbios 8:
¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿Qué, no deja oír su voz la inteligencia? Se para en las colinas, junto al camino; se queda esperando en las encrucijadas. Deja oír su voz a un lado de las puertas; a la entrada misma de la ciudad exclama: «A ustedes, los hombres, los llamo; a ustedes, los hombres, dirijo mi voz. Muchachos ingenuos, ¡entiendan! Jóvenes necios, ¡recapaciten! ¡Óiganme, que lo que voy a decirles son cosas muy justas e importantes. De mi boca sólo sale la verdad; mis labios aborrecen la mentira. Todas mis palabras son precisas; no hay en ellas dolo ni perversidad. Para los sabios y entendidos, todas ellas son contundentes y razonables. Den cabida a mis correcciones, no a la plata; acepten mis conocimientos, no el oro escogido. Yo, la sabiduría, valgo más que las piedras preciosas! ¡Ni lo más deseable puede compararse conmigo! »Yo, la sabiduría, convivo con la cordura; en mí se hallan el conocimiento y el consejo. El temor del Señor es aborrecer el mal; yo aborrezco la soberbia y la arrogancia, el mal camino y la boca perversa. En mí se hallan el consejo y el buen juicio; yo soy la inteligencia; mío es el poder. Por mí llegan los reyes al trono y los príncipes imparten justicia. Por mí gobiernan los jefes y príncipes, y todos los que rigen con justicia. Yo amo a los que me aman, y dejo que me hallen los que en verdad me buscan. Las riquezas y la honra me acompañan, las verdaderas riquezas y la justicia. Mis frutos son mejores que el oro más refinado; mis ganancias sobrepasan a la  plata escogida. Yo voy por el camino recto; camino por las sendas de la justicia, para dar su herencia a los que me aman, para saturarlos de tesoros. »Desde el principio, el Señor me poseía; desde antes de que empezara sus obras. Desde el principio mismo fui establecida, desde antes de que la tierra existiera. Fui engendrada antes de los abismos, antes de que existieran los grandes manantiales. Fui engendrada antes de que se formaran los montes y las colinas. Aún no había creado él la tierra ni los campos, ni los primeros granos de arena del mundo, ¡y ya estaba yo ahí! Mientras él formaba los cielos y trazaba el arco sobre la faz del abismo, mientras afirmaba las nubes en las alturas, mientras reforzaba las fuentes del abismo, mientras establecía los límites del mar para que las aguas no traspasaran su cauce, ¡mientras afirmaba los fundamentos de la tierra! Yo estaba a su lado, ordenándolo todo, danzando alegremente todos los días, disfrutando siempre de su presencia, regocijándome en la tierra, su creación; ¡deleitándome con el género humano!» Hijos, por favor, ¡escúchenme! ¡Dichosos los que siguen mis caminos! Sean sabios y préstenme atención; no dejen de lado la disciplina. Dichoso el hombre que me escucha y todo el tiempo se mantiene vigilante a las puertas de mi casa. El que me halla, ha encontrado la vida y alcanzado el favor del Señor. El que peca contra mí, se daña a sí mismo; el que me aborrece, ama a la muerte.



El Libro de Los Hechos Capítulo 25 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart: 

LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLESCAPÍTULO 25
(62 d.C.)
PABLO ANTE FESTO


FESTO pues, entrado en la Provincia (se refiere a que ocupaba la posición de Gobernador en Cesarea), tres días después subió de Cesarea a Jerusalén (según la topografía, él ascendió; pero según la geografía, él descendió; Jerusalén está aproximadamente a 762 metros [2.500 pies] sobre el nivel del mar, mientras que Cesarea, situada en la costa, está sólo a unos cuantos pies sobre el nivel del mar).
2 Y vinieron a él los Principales Sacerdotes y los Dirigentes de los Judíos contra Pablo; y le rogaron (comenzaron a asediar a Festo con repetidas acusaciones contra Pablo),
3 Pidiendo gracia contra él, que le hiciese traer a Jerusalén, poniendo ellos asechanzas para matarle en el camino (expone la idea de que los mismos cuarenta hombres que al principio juraron matar a Pablo deberían ya tomar acción [Hch. 23:16]).
4 Mas Festo respondió, que Pablo estaba guardado en Cesarea, y que él mismo partiría pronto (parece indicar que el Gobernador estaba harto del odio y la hipocresía de los Judíos).
5 Los que de vosotros pueden, dijo desciendan juntamente; y si hay algún crimen en este varón, acúsenle (en efecto, les dijo que Pablo era ciudadano Romano y había que tratarlo como tal).
6 Y deteniéndose entre ellos no más de ocho ó diez días, venido a Cesarea; el siguiente día se sentó en el tribunal, y mandó que Pablo fuese traído (significa que el Gobernador pedía un nuevo proceso oficial; Festo podía hacer esto porque Félix nunca emitió oficialmente un fallo).
7 El cual venido, le rodearon los Judíos que habían venido de Jerusalén (desde luego algunos Judíos de Jerusalén fueron de inmediato a Cesarea para testificar en contra de Pablo), poniendo contra Pablo muchas y graves acusaciones, las cuales no podían probar (indudablemente eran las mismas quejas que se hizo mención unos dos años antes; ellos alegaron que de alguna manera Pablo había violado la Ley Romana que es lo que insinúa el siguiente Versículo, pero Lucas no lo especificó).
8 Alegando él por su parte, Ni contra la ley de los Judíos, ni contra el Templo, ni contra César he pecado en nada (al parecer afirmaban que Pablo había instigado una nueva religión, que, si fuese cierto, estaría en contra de la Ley Romana).
9 Mas Festo, queriendo congraciarse con los Judíos, respondiendo a Pablo, dijo (Festo tenía temor de los líderes Judíos y se daba cuenta que si ellos consentían someter este tipo de acusaciones falsas contra Pablo, no dudarían en hacer lo mismo contra él en Roma), ¿Quieres subir a Jerusalén, y allá ser juzgado de estas cosas delante de mí? (Se refiere al compromiso del Gobernador.)
CÉSAR
10 Y Pablo dijo, Ante el tribunal de César estoy, donde conviene que sea juzgado (el Apóstol ve claramente las intenciones de esta estratagema, sabía que si iba a Jerusalén, los Judíos encontrarían alguna forma de matarlo): a los Judíos no he hecho injuria alguna, como tú sabes muy bien (declara lo que es verdad y lo que Pablo hace hincapié, ¡y con razón!).
11 Porque si alguna injuria, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no me niego morir (en efecto, Pablo no intenta tanto en salvar su vida, sino más bien declarar su inocencia): mas si nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie tiene derecho de entregarme a ellos. A César apelo (quiere decir que es la Voluntad de Dios para comparecer ante César, no ante los Judíos).
12 Entonces Festo, habiendo hablado con el Consejo, respondió (se refiere al asesor legal del Consejo del Gobernador, que desde luego le informó a Festo que se conformara a Pablo de acuerdo a la Ley Romana), ¿A César has apelado? a César irás.
AGRIPA Y FESTO
13 Y pasados algunos días, el rey Agripa (corresponde al segundo hijo de Herodes Agripa que se mencionó en Hch. 12:1) y Berenice (era la hermana de Agripa) vinieron a Cesarea a saludar a Festo (para presentar sus respetos al nuevo Gobernador).
14 Y cuando estuvieron allí muchos días, Festo declaró la causa de Pablo al rey, diciendo (Festo pensó que Herodes tenía un mejor entendimiento de la Ley Judía que él, que era muy cierto), Un hombre ha sido dejado preso por Félix (habla de Pablo):
15 Sobre el cual, cuando fui a Jerusalén, vinieron a mí los Principales Sacerdotes y los Ancianos de los Judíos, pidiendo condenación contra él (quiere decir que los Judíos no querían realmente otro proceso para Pablo, sino más bien querían que Festo aceptara en serio sus acusaciones y pronunciara la pena de muerte a Pablo sin que tuviera otro proceso o investigación).
16 A los cuales respondí, que no es costumbre de los Romanos dar alguno a la muerte antes que el que es acusado tenga presentes sus acusadores (este pagano poseía más sentido común en cuanto a la justicia que los Judíos Religiosos, que eran los que debían entenderla mejor que nadie), y haya lugar de defenderse de la acusación (describe la justicia del Gobierno pagano de Roma, sin embargo, Israel que se suponía ser el escogido de Dios, no demostraba justicia alguna).
17 Así que, habiendo venido ellos juntos acá, sin ninguna dilación, al día siguiente, sentado en el tribunal (como es obvio, Festo hizo el recuento de este episodio al Rey Agripa), mandé traer al hombre.
18 Y estando presentes los acusadores, ningún cargo produjeron de los que yo sospechaba (realmente no entendió sus acusaciones):
19 Solamente tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su superstición (lo que realmente estaba diciendo, los de su propia religión están en su contra), y de Un Cierto Jesús (demuestra que Pablo, en su defensa, de buena gana predicó acerca de Jesús al Gobernador y a los Líderes Judíos; en este relato de Lucas, sólo hay un bosquejo breve), difunto, el cual Pablo afirmaba que estaba vivo (declara que la Resurrección era el Milagro más asombroso que el mundo jamás haya conocido; Jesús había sido Crucificado; los archivos Romanos lo confirmaban, y Festo podía corroborarlo si quería; además, los soldados Romanos aseguraron la Tumba; como se declaró, todo esto estaba documentado).
20 Y yo, dudando en cuestión semejante (sin saber cómo decidir a tales preguntas), dije, si quería ir a Jerusalén, y allá ser juzgado de estas cosas.
21 Mas Pablo prefirió apelar a la autoridad de Augusto (Nerón), mandé que le guardasen hasta que le enviara a César.
22 Entonces Agripa dijo a Festo, Yo también quisiera oír a ese hombre. Y él (Festo) dijo, Mañana le oirás.
23 Y al otro día, viniendo Agripa y Berenice rodeados de gran pompa, y entrando en la audiencia con los Comandantes y Principales hombres de la ciudad (el Rey y su hermana tomaron esta oportunidad de permitir a la ciudad de Cesarea ver su gloria), por mandato de Festo, fue traído Pablo (se sugerió que también Lucas asistiera ese día en particular, y fue testigo de todos los debates).
24 Entonces Festo dijo, Rey Agripa, y todos los varones que estáis aquí juntos con nosotros, veis a éste, por el cual toda la multitud de los Judíos me ha demandado en Jerusalén y aquí, dando voces que no conviene que viva más.
25 Mas yo, hallando que ninguna cosa digna de muerte ha hecho, y él mismo apelando a Augusto, he determinado enviarle.
26 Del cual no tengo cierta cosa que escribirle a mi señor (vuelve a referirse a Nerón; el Gobernador se queja de que va a enviar a un hombre a César para un proceso, pero no tenía idea qué decirle al Emperador sobre lo que él había hecho). Por lo que le he sacado a vosotros, y mayormente a ti, O rey Agripa, para que hecha información y yo tenga algo que escribir (espera que el Rey, que es un Judío, pudiera determinar un poco mejor los cargos).
27 Porque fuera de razón me parece enviar un preso, y no informar de las causas (el mundo Romano no halló ninguna falta en Pablo, del mismo modo Pilato no le halló ninguna falta en Jesús; ¡pero el mundo de la religión no deja de hallar faltas!).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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29 November 2018

El 29 de noviembre Lectura Bíblica Diaria

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El 29 de noviembre Lectura Bíblica Diaria:


Oseas 5 a 7:
»Ustedes los sacerdotes, escuchen esto; y ustedes, los de la casa de Israel, presten atención; y ustedes, los de la casa real, óiganlo bien. Porque la sentencia es contra ustedes, pues en Mispá fueron una trampa y en el Tabor fueron una red. Con tantas víctimas que han hecho se han rebajado por completo. Por lo tanto, a todos ellos los castigaré. »A Efraín lo conozco, e Israel no me es desconocido; pero ahora resulta que Efraín se ha prostituido, y que Israel se ha contaminado. Como en ellos habita el espíritu de prostitución, no me conocen a mí, el Señor su Dios, ni piensan en volverse a mí.» La arrogancia de Israel le desmentirá en su propia cara; Israel y Efraín caerán por su pecado, y Judá caerá también con ellos. Andan en busca del Señor mientras guían a sus ovejas y sus vacas; pero no lo encuentran, porque él se ha apartado de ellos. Pecaron contra el Señor al engendrar hijos extraños. Ahora, en un solo mes serán consumidos ellos y sus propiedades. «¡Toquen la bocina en Gabaa y la trompeta en Ramá! ¡Den la voz de alarma en Bet Avén! Y tú, Benjamín, ¡ponte a temblar! En el día del castigo, Efraín será asolado. Yo daré a conocer la verdad entre las tribus de Israel. Los príncipes de Judá se parecen a los que no respetan los linderos. Por eso derramaré mi ira sobre ellos, como si derramara agua. »A Efraín se le ultraja y se le quebranta en el juicio, porque prefirió seguir a los dioses falsos. Por eso yo seré para Efraín como la polilla, y para la casa de Judá seré como carcoma. Entonces Efraín verá su enfermedad, y Judá contemplará su llaga. Y Efraín recurrirá al rey Jareb de Asiria en busca de ayuda, pero él no podrá sanarlos ni les curará la llaga. Ciertamente yo seré para Efraín como un león, y para la casa de Judá seré como un cachorro. Los atraparé, y luego me iré. Los agarraré, y no habrá quien me los quite. »Después de eso volveré a mi santo lugar, hasta que ellos reconozcan su pecado y busquen mi rostro. Porque en su angustia me buscarán.» ¡Vengan, volvamos nuestros ojos al Señor! Ciertamente él nos arrebató, pero nos sanará; nos hirió, pero vendará nuestras heridas; Después de dos días nos dará vida, y al tercer día nos resucitará para que vivamos en su presencia. Entonces conoceremos al Señor, y más y más lo iremos conociendo. Vendrá a nuestro encuentro como la luz del alba, como vienen a la tierra las lluvias tempranas y las lluvias tardías. «¿Qué voy a hacer contigo, Efraín? ¿Y qué voy a hacer contigo, Judá? La piedad de ustedes es como una nube matutina; es como el rocío del amanecer, que pronto se desvanece. Por eso los hice pedazos por medio de los profetas. Los aniquilé con las palabras de mi boca. La sentencia contra ustedes brotó como la luz. Lo que yo quiero es misericordia, y no sacrificio; ¡conocimiento de Dios, más que holocaustos! »Pero ellos, como antes Adán, no respetaron mi pacto, sino que pecaron contra mí. Tú, Galaad, eres una ciudad de malhechores; estás manchada de sangre. Así como los ladrones están al acecho de su víctima, así también una pandilla de sacerdotes mata en el camino a Siquén, con lo que incurren en un hecho repugnante. En la casa de Israel he visto acciones asquerosas. Allí se prostituyó Efraín, y se contaminó Israel. »Pero también para ti, Judá, tengo preparado el momento de la siega. Y esto lo haré cuando haga volver del cautiverio a mi pueblo. »Mientras yo sanaba a Israel, la iniquidad de Efraín y las maldades de Samaria quedaron al descubierto, pues incurrieron en un engaño. ¡Mientras los ladrones entran a la casa, afuera los salteadores asaltan! No se pusieron a pensar que yo guardo en mi memoria toda su maldad. Pero ahora quedarán atrapados por sus malas obras, las cuales tengo muy presentes. Al rey lo divierten con su maldad, y a los príncipes con sus mentiras. Todos ellos son unos adúlteros. Son como un horno encendido, cuyo fuego no hace falta avivar desde que se hace la masa y hasta que ésta fermenta. En las fiestas de nuestro rey, los príncipes se encienden con copas de vino, y el rey le tiende la mano a gente blasfema. Su corazón es como un horno abierto; durante la noche languidece el fuego, pero a la mañana se aviva. Todos ellos arden como un horno, y devoran a sus jueces; todos sus reyes fracasan, pero ninguno de ellos me pide ayuda. »Efraín se ha mezclado con otros pueblos; es como una torta a medio cocer. Gente extraña ha acabado con su fuerza, ¡y él ni cuenta se ha dado! Hasta canas le han salido, ¡pero él no se da por enterado! La arrogancia de Israel lo desmiente en su propia cara, ¡y ni así se vuelve a mí, su Señor y Dios, ni me busca! »Efraín es como una paloma ingenua y falta de entendimiento; ¡a Egipto le pide ayuda, pero recurre a Asiria! Cuando vayan allá, les tenderé una red y haré que caigan como pájaros. Los castigaré como ya se ha anunciado en sus congregaciones. ¡Ay de ellos, porque se apartaron de mí! ¡Les sobrevendrá la destrucción, porque se rebelaron contra mí! Yo los redimí, y ellos dijeron de mí puras mentiras. No claman a mí de todo corazón, sino que gritan acostados en sus camas. Se juntan para el trigo y el vino, pero se rebelan contra mí. Yo los he entrenado, he fortalecido sus brazos, pero ellos sólo intrigan contra mí. Son como un arco engañoso, pues se vuelven, pero no hacía mí. Sus príncipes caen a filo de espada por la soberbia de su lengua, ¡y eso será su escarnio en la tierra de Egipto!



Salmo 50:
El Señor, el Dios de dioses, ha hablado; de este a oeste ha convocado a la tierra. Desde Sión, la ciudad bella y perfecta, Dios deja ver su esplendor. Nuestro Dios viene, pero no en silencio. Un fuego consumidor lo precede; una poderosa tempestad lo rodea. Convoca a los cielos y a la tierra, pues viene a juzgar a su pueblo. «Reúnan a mi pueblo santo, a los que han hecho un pacto conmigo y me han ofrecido un sacrificio.» Y los cielos declaran su justicia; declaran que Dios mismo es el juez. «Escucha, Israel, pueblo mío; voy a hablar y a testificar contra ti. Yo soy Dios. Yo soy tu Dios. No voy a reprenderte por tus sacrificios, ni por los holocaustos que siempre me ofreces; no voy a tomar ningún becerro de tu casa, ni ningún macho cabrío de tus apriscos, pues míos son todos los animales del bosque, ¡los miles de animales que hay en las colinas! Mías son todas las aves de los montes; mío es todo lo que se mueve en los campos. »Si yo tuviera hambre, no te lo diría, pues el mundo y su plenitud me pertenecen. ¿Acaso me alimento con carne de toros, o bebo sangre de machos cabríos? Yo soy el Dios Altísimo; en vez de sacrificios, ofréceme alabanzas y cúmpleme todos los votos que me hagas. Invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú me honrarás.» Pero al malvado Dios le dice: «¿Qué tienes tú que ver con mis leyes? ¿Por qué te atreves a hablar de mi pacto? ¡Si tú aborreces la corrección, y echas en saco roto mis palabras! Si ves un ladrón, corres a su encuentro; ¡eres gran amigo de los adúlteros! Para el mal, no mides  tus palabras; con tu lengua urdes toda clase de engaños. En los tribunales, hablas contra tu hermano; contra tu propio hermano profieres infamias. Todo esto has hecho, y yo me he callado; habrás pensado que yo soy como tú. Pero ahora voy a reprenderte; voy a exhibir todas tus maldades. »Ustedes, los que se olvidan de mí, entiendan bien esto; no vaya a ser que los despedace y no haya quien los libre de mí. El que me ofrece alabanzas, me honra; al que enmiende su camino, yo lo salvaré.»



Proverbios 7: 

Hijo mío, obedece mis palabras, y guarda como un tesoro mis mandamientos. Obedece mis mandamientos y enseñanzas; cuídalos como las niñas de tus ojos, y vivirás. Átalos alrededor de tus dedos; anótalos en la pizarra de tu corazón. Dile a la sabiduría: «¡Hermana mía!» Declárate pariente de la inteligencia. Ellas te protegerán de la mujer ajena, de esa extraña de melosas palabras. Un día estaba yo en la ventana de mi casa, y miraba a través de la celosía. Observaba yo a los jóvenes incautos, y me llamó la atención uno de ellos, claramente falto de entendimiento, que cruzó la calle, dobló la esquina, y se dirigió a la casa de esa mujer. Era tarde, y comenzaba a oscurecer; las sombras de la noche comenzaban a caer. De pronto, esa mujer salió a su encuentro, vestida como ramera y con claras intenciones: Era provocativa y desafiante, de esas que no pueden poner un pie en su casa. Unas veces en la calle, otras veces en las plazas, y en constante acecho en las esquinas. Se prendió de él, le dio un beso, y descaradamente le propuso: «Yo había prometido sacrificios de paz, y hoy he cumplido con mis votos. ¡Por eso he salido a tu encuentro! ¡Ansiaba verte, y he dado contigo! Mi lecho lo he cubierto con finas colchas, colchas recamadas con hilo egipcio. Mi alcoba la he perfumado Con mirra, áloes y canela. ¡Ven, embriaguémonos de amores! ¡Gocemos del amor hasta el amanecer! Mi marido no está en casa, pues salió para hacer un largo viaje. Se llevó la bolsa de dinero, y no volverá hasta el día señalado.» La mujer lo venció con sus muchas lisonjas; lo persuadió con sus labios zalameros, y el joven se fue enseguida tras ella, como el buey que va al degolladero; como el necio que preso avanza al castigo, hasta que una flecha le parte el corazón; como el ave que vuela presurosa hacia la red, sin saber que eso le costará la vida. Hijos, por favor, ¡escúchenme! ¡Presten atención a mis declaraciones! No inclines tu corazón hacia sus caminos; no pierdas el rumbo por sus atajos. Por su culpa, muchos han caído heridos; aun los más fuertes han muerto por causa de ella. Su casa va camino al sepulcro, y desciende a las mansiones de la muerte.




El Libro de Los Hechos Capítulo 24 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES





CAPÍTULO 24
(60 d.C.) 
PABLO ANTE FÉLIX




Y CINCO días después descendió el Sumo Sacerdote Ananías, con algunos de los Ancianos (representaban a los miembros del Sanedrín que eran Saduceos), y un cierto Tértulo, orador; y comparecieron delante del Gobernador contra Pablo (ejerció como fiscal de los Judíos).
2 Y citado que fue, Tértulo comenzó a acusar, diciendo, Como por causa tuya (Félix) vivamos en grande paz, y muchas cosas sean bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia (Josefo expresó que aunque Félix contuvo a ciertos ladrones y asesinos en Judea, él era más perjudicial que todos ellos),
3 Siempre y en todo lugar lo recibimos con toda acción de gracias, O excelentísimo Félix.
4 Empero por no molestarte más largamente, te ruego que nos oigas brevemente conforme a tu equidad (Félix no era un hombre clemente).
5 Porque hemos hallado que este hombre es pestilencial, y levantador de sediciones entre todos los Judíos por todo el mundo, y príncipe de la secta de los Nazarenos (nombre que se le dio a los seguidores de Cristo por los Judíos):
6 El cual también tentó a violar el Templo (Pablo no profanó el Templo de ninguna manera): y prendiéndole, le quisimos juzgar conforme a nuestra Ley (expone otra mentira descarada; no tenían ninguna intención de darle un proceso como implica la palabra "juzgar," sino más bien intentaban torturarlos a muerte antes que lo pudieran rescatar).
7 Mas interviniendo el Comandante Lisias, con grande violencia le quitó de nuestras manos (tiene la intención de expresar mala opinión del Comandante Romano; era una equivocación de parte de Tértulo; sin duda, el Espíritu Santo lo encaminó en esa dirección),
8 Mandando a sus acusadores que viniesen a ti: del cual tú mismo juzgando, podrás entender todas estas cosas de que le acusamos (se refiere a que la situación estaba ya en el Tribunal del Gobernador, aunque los Judíos no querían que se llevara a cabo allí; porque todo lo que tramaron no les sirvió de nada).
9 Y contendían también los Judíos, diciendo ser así estas cosas (se refiere al Sumo Sacerdote y aquellos con él que se afiliaron a Tértulo aprobando las declaraciones de su fiscal contratado; como se mencionó, fue una equivocación de su parte).
LA DEFENSA DE PABLO
10 Entonces Pablo, haciéndole el gobernador señal que hablase, respondió (manifiesta lo que el Espíritu Santo había dicho lo que Pablo haría, para que lleve Mi Nombre a los Gentiles, a Reyes y a los Hijos de Israel [Hch. 9:15]), Porque ya sé que desde hace muchos años eres gobernador de esta Nación, con buen ánimo expondré mi defensa (no había nadie en el mundo de esa época que conocía la Ley Mosaica mejor que Pablo; además, por ser ciudadano Romano, también era muy entendido en la Ley Romana):
11 Porque tú puedes entender que no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén (en esencia, Pablo estaba declarando que no era posible la acusación de ellos, debido al corto período de tiempo).
12 Y ni me hallaron en el Templo disputando con ninguno, ni promoviendo revueltas con nadie, ni en Sinagogas, ni en la ciudad (se refiere al hecho de que absolutamente nada se hizo para que se pudiera malinterpretar, en cuanto a estos cargos):
13 Ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan (no podían justificar sus acusaciones porque nunca ocurrieron).
14 Esto empero te confieso, que conforme a aquel Camino que llaman herejía (seguir a Cristo), así sirvo al Dios de mis Padres (coloca al Cristianismo como el cumplimiento de las grandes Promesas y Predicciones que se les otorgó a los "Padres," es decir, a todos los Merecedores del Antiguo Testamento), creyendo todas las cosas que en la Ley y en los Profetas están escritas (la totalidad del Antiguo Testamento):
15 Teniendo esperanza en Dios (en esencia, dice que la Ley y los Profetas no eran completos en sí, sólo señalaban Al Que había de venir) que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos (hasta sus enemigos entre los Judíos creían en el Mesías venidero, pero no en que Él era Jesús), la cual también ellos esperan (como es obvio, se refiere a dos Resurrecciones).
16 Y por esto, procuro yo (la diligencia que Pablo practicaba constantemente para que su vida y conducta complacieran al Señor en todo) tener siempre conciencia sin remordimiento acerca de Dios y acerca de los hombres (Mat. 22:37-40).
17 Mas pasados muchos años, vine a hacer limosnas a mi Nación, y ofrendas (es probable que se refiera a los seis o siete años que Pablo se encontraba lejos de Jerusalén).
18 Cuando me hallaron purificado en el Templo (no con multitud ni con alboroto) unos Judíos de Asia (se refiere a que absolutamente nada estaba ocurriendo en ese tiempo que pudiera ameritar estas acusaciones).
19 Los cuales debieron comparecer delante de ti, y acusarme, si contra mí tenían algo (los que lo acusaban no estaban presentes; el Sumo Sacerdote y los miembros del Sanedrín que estaban presentes no presenciaron ninguna de las supuestas infracciones).
20 O digan estos mismos (puso en aprietos al Sumo Sacerdote y a aquellos a favor suyo) si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando yo estuve en el Concilio (quita la atención a aquellos que no estaban presentes y la pone a aquellos que lo están),
21 Si no sea que, estando entre ellos prorrumpí en alta voz, Acerca de la resurrección de los muertos soy hoy juzgado de vosotros (tenía que ver con la Ley Judaica, que no era tan distinto, que no era de ningún interés Romanos).
22 Entonces Félix, oídas estas cosas, estando bien informado de esta secta (Félix tenía más conocimiento del Cristianismo que Tértulo, y los Judíos presentes en aquel proceso que del cual quisieran darle mérito), les puso dilación, diciendo (simplemente quiere decir que él rehusó dar un veredicto en ese momento), Cuando descendiere al Comandante Lisias acabaré de conocer de vuestro caso (procuraba retrasar el asunto, creyendo que calmaría la situación; además, no hace mención de que mandó a traer a Lisias).
23 Y mandó al Centurión que Pablo fuese guardado, y aliviado de las prisiones (expresa que Félix consideró a Pablo como alguien fuera de lo común; aunque estaba bajo el arresto domiciliario, pero básicamente tenía libertad para hacer lo que le daba la gana), y que no negase a ninguno de sus familiares servirle, o venir a él (le permitió que le llegaran a visitar todas las personas que él quisiera, sin ninguna restricción en cuanto a esta actividad).
24 Y algunos días después, viniendo Félix con Drusilla, su mujer, la cual era Judía (su esposa era la hija joven de Herodes Agripa I, el Herodes que mató a Santiago [el Hermano de Juan] con una espada [Hch. 12:1-2]), llamó a Pablo, y oyó de él la Fe que es en Jesucristo (parece indicar que su interés era sincero).
25 Y disertando él (Pablo) de la Justicia (la Justicia sólo puede venir por medio de Cristo), y del dominio propio (las ataduras y vicios que afectan a la humanidad), y del juicio venidero (todos tendrán que comparecer un día ante Dios), espantado Félix, respondió (manifiesta convicción del Espíritu Santo), Ahora vete; cuando tenga oportunidad te llamaré (presenta la excusa del pecador cuando está bajo convicción y rehusa rendirse).
26 Esperando también con esto, que de parte de Pablo le ofreciera dinero, para que le soltase (el amor al dinero era probable uno de los motivos por el cual no entregaba su corazón al Señor): por lo cual, muy a menudo lo hizo venir y hablaba con él (no se hace mención de que aceptó a Cristo; ¡estaba a punto, pero al mismo tiempo estaba lejos de hacerlo!).
SILENCIO
27 Mas al cabo de dos años (no da ninguna indicación de lo que ocurrió durante este período de tiempo) recibió Félix por sucesor a Porcio Festo (Festo remplazó a Félix como el Gobernador): y queriendo Félix ganar la gracia de los Judíos, dejó preso a Pablo (una terrible parodia de la Justicia).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
 intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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28 November 2018

El 28 de noviembre Lectura Bíblica Diaria

El Mensaje de la Cruz
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El 28 de noviembre Lectura Bíblica Diaria:

Oseas 2 a 4:
¡Llamad pues a vuestros hermanos Ammi, y a vuestras hermanas Ruhama! ¡Contended con vuestra madre, contended, Que ella no es mi mujer ni Yo soy su marido, Para que se quite de su cara sus fornicaciones, Y sus adulterios de entre sus pechos! No sea que la despoje Y la deje totalmente desnuda Y la ponga como el día que nació, Y la deje como el desierto, Y la reduzca a tierra árida, Y la haga morir de sed, Y no me compadezca de sus hijos, porque son hijos bastardos. Sí, su madre se ha prostituido; la que los dio a luz se deshonró, Pues se dijo: Iré en pos de mis amantes, Los cuales me dan mi pan y mi agua, Mi lana y mi lino, mi aceite y mi vino. ¡He aquí Yo cerco tu camino con zarzales! Cercaré con muro su muro para que no encuentre sus senderos. Perseguirá a sus amantes y no los alcanzará, Los buscará y no los encontrará;° Y dirá: ¡Volveré con mi primer marido, Porque entonces me iba mejor que ahora! Ella no entendía que era Yo quien le daba El grano, el mosto y el aceite, Quien le multiplicaba la plata y el oro, que usan para Baal. Por eso le quitaré otra vez mi grano a su tiempo y mi mosto a su sazón, Recuperaré mi lana y mi lino con que cubría° su desnudez. Descubriré su infamia ante sus amantes, Y no habrá quien la libre de mi mano. Pondré fin a todo su alborozo: A sus fiestas, sus novilunios y sus shabbatot, Y a todas sus solemnidades. Arrasaré su vid y su higuera, de los que decía: Son mi paga,° Me la dieron mis amantes. Las convertiré en matorrales, y las comerán las bestias del campo. La castigaré por los días dedicados a los Baales, A los cuales les quemaba incienso, Y adornándose con aretes y gargantillas, Iba en pos de sus amantes, y se olvidaba de mí, dice YHVH. Por tanto Yo la atraeré y la conduciré al desierto, Y le hablaré a su corazón, Allí le daré sus viñas y el valle de Acor° como puerta de esperanza; Allí me responderá como en su juventud, Como cuando salió de Egipto. Y sucederá en aquel día, dice YHVH, Tú me llamarás ’Ishí,° y ya no me llamarás Ba’alí,° Pues quitaré de su boca los nombres de los Baales,° Y sus nombres no serán más invocados. Pactaré a favor de ellos un pacto con las bestias salvajes, Con las aves de los cielos y con los reptiles de la tierra; Romperé el arco, la espada y las batallas de la tierra, Y haré que reposen seguros. Te desposaré conmigo para siempre, Te desposaré conmigo en justicia y derecho, En benignidad y gran misericordia. Te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás a YHVH.° Aquel día responderé.° Oráculo de YHVH: Yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra, Y la tierra responderá al trigo, al vino° y al aceite,° Y ellos responderán a Jezreel. Y la sembraré° en la tierra para mí mismo, Y me compadeceré de Lo-ruhama, Y diré a Lo-ammi: Pueblo mío. Y él responderá: ¡Tú eres mi Dios! Me dijo YHVH: Ve otra vez, ama a una mujer amada por su marido,° y aún así, adúltera, Tal como YHVH ama a los hijos de Israel, Aunque siguen a dioses ajenos, Y aman las tortas de uvas pasas.° Me la compré por quince siclos° de plata Y un homer° y un letek° de cebada,° Y le dije: Muchos días me aguardarás; No fornicarás ni estarás con hombre alguno, ni yo estaré contigo.° Porque muchos días estarán los hijos de Israel Sin rey y sin caudillo, sin sacrificio y sin pilar,° Sin efod y sin terafim.° Después volverán los hijos de Israel y buscarán a YHVH su Dios y a David su rey; Y acudirán temblorosos° a YHVH, y a su misericordia al fin de los días. ¡Oíd el oráculo de YHVH, oh hijos de Israel! Porque YHVH tiene una contienda con los habitantes del país, Por cuanto no hay fidelidad ni misericordia, Ni conocimiento de Dios en la tierra. Se propagan° el perjurio y la mentira, El asesinato y el robo, El adulterio y el libertinaje, Y un charco de sangre toca al otro.° Por eso tendrá luto la tierra, Y todos los que la habitan desfallecerán, Juntamente con las bestias del campo° y las aves de los cielos,° Y hasta los peces del mar perecerán. Pero, nadie acuse ni reprenda a otro, Porque, oh sacerdote, es contigo mi querella. Por tanto, tropezarás en pleno día, Y junto con el profeta tropezarás en la noche. Perecerá tu patria,° Porque mi pueblo perece por falta de conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, Yo te desecharé de mi sacerdocio.° Por cuanto olvidaste la Ley de tu Dios, También Yo me olvidaré de tus hijos, Que mientras más aumentan, más pecan contra mí;° Cambiaron mi° gloria en vergüenza: Se ceban con la ofrenda° del pecado de mi pueblo, Y a la iniquidad de éste elevan su anhelo.° Pero la suerte del sacerdote será como la del pueblo, Visitaré° sobre él sus caminos, y le daré el pago de sus malos hechos. Comerán y no se saciarán, Fornicarán° y no se multiplicarán, Porque abandonaron a YHVH,° Para atender a la fornicación, al vino y al mosto, Que dominan el corazón.° ° Mi pueblo consulta al leño, y el palo le responde, Porque un espíritu de fornicación° lo ha extraviado, E idolátricamente se han apartado de su Dios.° Sobre la cumbre de los montes ofrecen sacrificios, Y sobre las colinas queman incienso, Debajo de las encinas, de los álamos y de los robles, Porque su sombra es buena. Por eso vuestras hijas fornicarán, Y vuestras nueras adulterarán, Y Yo no visitaré° a vuestras hijas cuando forniquen, Ni a vuestras nueras cuando adulteren, Porque ellos mismos° van con las rameras, Y con las prostitutas del templo° ofrecen sacrificios, Y el pueblo, incauto, va a la ruina. ¡Oh Israel!, madre prostituta eres, ¡que no lo pague Judá! No entréis en Gilgal° ni subáis a Bet-avén,° Ni juréis diciendo: ¡Vive YHVH! Si Israel embiste como novilla cerrera, ¿Lo pastoreará YHVH como cordero en el campo? Efraín está apegado a los ídolos. ¡Déjalo! Su embriaguez se ha tornado en rebelión,° Se siguen entregando a la prostitución, Y sus príncipes° mucho aman lo que avergüenza, El viento los envolvió en sus alas, Y serán avergonzados a causa de sus sacrificios.° 


Salmo 49:

Oíd esto, pueblos todos, Escuchad, habitantes del mundo, Los de humilde condición, y los encumbrados,° Ricos y pobres juntamente: Mi boca hablará sabiduría,° Y la meditación de mi corazón, inteligencia. Inclinaré al proverbio mi oído, Propondré con el arpa mi enigma: ¿Por qué he de temer los días aciagos, Cuando me rodee la perversidad de mis opresores, Que confían en las riquezas, Y se glorían en sus fortunas inmensas? Ninguno de ellos podrá en modo alguno redimir al hermano, Ni pagar a ’Elohim su rescate (porque la redención de su alma es de tan alto precio, que no se logrará jamás),° Para que viva eternamente, Y jamás vea corrupción. Porque verá que hasta los sabios mueren, Lo mismo que perecen el ignorante y el necio, Y dejan a otros sus riquezas. Su íntima aspiración es que sus casas serán eternas; Sus moradas, de generación en generación, Y a sus tierras han puesto sus nombres. Pero el hombre no permanecerá en honra; Es semejante a las bestias que perecen. Este camino suyo es necedad, Con todo, sus seguidores se complacen en sus dichos. Selah Se han destinado a sí mismos como un rebaño para el Seol, La Muerte los pastorea, Bajan directamente a la tumba, Su figura se desvanece,° Y el Seol es su morada. Pero ’Elohim redimirá mi alma del poder° del Seol, Porque me llevará consigo. Selah No te perturbes cuando alguno se enriquece, Cuando aumenta la gloria de su casa, Porque nada llevará en su muerte, ni descenderá tras él su gloria. Aunque su propia alma lo bendiga mientras vive, Y sea alabado porque prospera, Se irá a la generación de sus mayores, Y no verá más la luz. El hombre que vive con honores, y no entiende esto, Es semejante a las bestias que perecen.

Proverbios 6: 
Hijo mío, si has salido fiador por tu vecino, Dando la mano° a un extraño, Si te has enredado con tus palabras, Y has quedado atrapado con los dichos de tu boca, Haz esto ahora hijo mío, y líbrate, Ya que has caído en la mano de tu prójimo: Ve, humíllate, e importuna a tu prójimo. No concedas sueño a tus ojos, Ni adormecimiento a tus párpados. Líbrate como gacela del cazador, O como pájaro de la trampa. Observa a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio, La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni soberano, Prepara en el verano su comida, Y en el tiempo de la siega guarda su sustento. ¿Hasta cuándo dormirás, oh perezoso? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un rato duermes, otro dormitas, Un rato cruzas los brazos y descansas, Y te llega la miseria del vagabundo, Y la indigencia del mendigo.° Hombre de Belial es el hombre inicuo, Que camina torciendo la boca, Guiñando un ojo, meneando los pies, Señalando con el dedo. En su corazón hay perversidades, Maquina maldades, y constantemente enciende rencillas. Por tanto su calamidad vendrá de repente, Súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio. Seis cosas aborrece YHVH, Y aun siete abomina su alma: Ojos altivos, lengua mentirosa, Manos que derraman sangre inocente, Corazón que maquina planes perversos, Pies presurosos para correr al mal, Testigo falso que habla mentiras, Y el que enciende rencillas entre sus hermanos. Hijo mío, guarda el mandamiento de tu padre, Y no abandones la enseñanza de tu madre. Átalos siempre a tu corazón, Enlázalos en torno a tu cuello. Cuando camines, te guiarán, Cuando descanses, te guardarán, Y al despertar hablarán contigo. Porque el mandamiento es lámpara Y la enseñanza luz, Y camino de vida la reprensión que corrige. Te guardarán de la mala mujer, De la blandura de la lengua de la mujer ajena. No codicies en tu corazón su hermosura, Ni te dejes prender por su mirada,° Porque si la ramera va en busca de un trozo de pan, La adúltera va a la caza de una vida preciosa. ¿Tomará el hombre fuego en su seno, Sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre las brasas, Sin que sus pies se quemen? Así será con el que se llega a la mujer de su prójimo, Ninguno que la toque quedará impune. ¿No se infama el ladrón cuando hurta, Aun para llenar su estómago cuando pasa hambre, Y si es sorprendido, tiene que pagar siete veces, Y entregar todo el haber de su casa? Pues el adúltero es hombre sin cordura,° Destructor de sí mismo es el que tal hace. Llaga vergonzosa° hallará, Y su infamia nunca será borrada. Porque los celos son la ira del hombre, En el día de la venganza no perdonará, Ni considerará rescate alguno; No querrá perdonar aunque aumentes el soborno. 

El Libro de Los Hechos Capítulo 23 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES




CAPÍTULO 23
(60 d.C.)
EL SANEDRÍN




ENTONCES Pablo, poniendo los ojos en el Concilio (es claro que se refiere a los setenta y unos miembros del Sanedrín, y el Sumo Sacerdote Ananías que presidía como Presidente), dice, Varones Hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido toda mi vida delante de Dios hasta el día de hoy (quiere decir que lo que sea que estaba haciendo, lo pensó justo en ese mismo momento, ya sea cierto o no).
2 El Sumo Sacerdote, Ananías, mandó entonces a los que estaban delante de él, que le hiriesen en la boca (este hombre odiaba a Pablo; se hace mención en la historia que él fue comisionado unos nueve años antes de esto por influencia política; gobernó como un tirano en Jerusalén, y era un glotón según el Talmud Judío; los Zelotes lo mataron en el año 66 d.C. por sus simpatías con los Romanos).
3 Entonces Pablo le dijo, Dios te herirá a ti, pared blanqueada (en efecto, dice, tú blanqueaste la pared, quiere decir que encubría un corazón negro): ¿y estás tú sentado para juzgarme conforme a la Ley, y contra la Ley me mandas herir? (Pablo conoce la Ley de Moisés mejor que los miembros del Sanedrín.)
4 Y los que estaban presentes dijeron, ¿Al Sumo Sacerdote de Dios maldices? (Pablo no  sabía que este hombre era el Sumo Sacerdote.)
5 Y Pablo dijo, No sabía, hermanos, que era el Sumo Sacerdote (era muy difícil en esa época para un visitante que iba a Jerusalén, como era Pablo, saber quién era el Sumo Sacerdote; los Romanos nombraban a alguien de Sumo Sacerdote y después lo desechaban a su gusto, el Sanedrín hacía lo mismo, en otras palabras, para ser el Sumo Sacerdote ya no tenía que ser descendiente de Aarón, como lo debiera ser según Las Escrituras): pues escrito está, Al Príncipe de tu pueblo no maldecirás (Éx. 22:28).
6 Entonces Pablo, sabiendo que la una parte era de Saduceos, y la otra de Fariseos (no se sabe cómo se le ocurrió esta información), clamó en el Concilio, Varones hermanos, yo soy Fariseo, hijo de Fariseo (expresa que Pablo se había afiliado a ese partido antes de su conversión, y su Padre también): de la esperanza y de la resurrección de los muertos soy yo juzgado (la Fe Cristiana está edificada alrededor de Cristo, Su Muerte en la Cruz y Su Resurrección Corporal; los hombres están perdidos si no colocan su fe en la Cruz y la Resurrección).
7 Y cuando hubo dicho esto, fue hecha disensión entre los Fariseos y los Saduceos: y la multitud fue dividida (se refiere al Sanedrín, pero tipifica la mayoría de la Iglesia en la  actualidad).
8 Porque los Saduceos dicen que no hay Resurrección, ni Ángel, ni espíritu (eran los modernistas de esa época): mas los Fariseos confiesan ambas cosas (eran los fundamentalistas de esa época, quiere decir que declaraban creer en la Biblia entera).
9 Y se levantó un gran clamor: y levantándose los Escribas de la parte de los Fariseos, contendían diciendo, Ningún mal hallamos en este hombre (la situación se decidió basándose en la Doctrina, y no a causa de Pablo): que si espíritu le ha hablado, o Ángel, no resistamos a Dios.
10 Y habiendo grande disensión, el Comandante, teniendo temor de que Pablo fuese despedazado de ellos, mandó venir soldados, y arrebatarle de en medio de ellos, y llevarle a la fortaleza (describe que la situación estaba completamente fuera de control).
11 Y la noche siguiente, se le presentó el Señor, le dijo (expone que Jesucristo se le apareció a Pablo otra vez [Hch. 22:8, 14, 18; I Cor. 9:1; 15:8; II Cor. 12:1-4]), Confía, Pablo (era claro que en ese momento Pablo se hallaba muy desalentado, y por eso necesitaba la amonestación de Cristo): que como has testificado de Mí en Jerusalén, así te conviene testificar también en Roma (a pesar del odio y los esfuerzos de sus enemigos, los Judíos en Jerusalén no podían quitarle la vida, lo cual no lo lograron).
LOS JUDÍOS
12 Y venido el día, algunos de los Judíos se juntaron, e hicieron voto bajo de maldición (su "maldición" era una maldición religiosa, que procuró poner a Dios en una posición donde Él tendría que hacer su voluntad; ¡ese modo de ver era ridículo!), diciendo que ni comerían ni beberían hasta que hubiesen muerto a Pablo (¡así es la religión!).
13 Y eran más de cuarenta los que se juramentaron con este complot.
14 Los cuales se fueron a los Principales Sacerdotes y a los Ancianos, y dijeron, Nosotros hemos hecho voto debajo de maldición, que no hemos de gustar nada hasta que hayamos muerto a Pablo (ahora buscaban cómo hacer oficial sus esfuerzos).
15 Ahora pues, vosotros, con el Concilio, requerid al comandante que le saque mañana a vosotros como que queréis entender de él alguna cosa más cierta: y nosotros, antes que él llegue, estaremos preparados para matarle (expresa lo profundo de la infamia al cual la religión del corazón carnal puede hundir a las personas cultas y religiosas).
EL COMPLOT DESCUBIERTO
16 Entonces un hijo de la hermana de Pablo, oyendo las asechanzas (presenta al Sobrino de Pablo y todo lo que sabemos de su familia además de las referencias en Rom. 16:7, 11, 21), fue, y entró en la fortaleza, y dio aviso a Pablo (no se sabe cómo obtuvo este conocimiento).
17 Y Pablo, llamando a uno de los Centuriones, dice, Lleva a este joven al Comandante: porque tiene cierto aviso que darle.
18 Él (el Centurión) entonces tomándole (el Sobrino de Pablo), le llevó al Comandante, y dijo, El preso Pablo, llamándome, me rogó que trajese a ti este joven, que tiene algo que hablarte.
19 Y el Comandante, tomándole de la mano y retirándose aparte, le preguntó, ¿Qué es lo que tienes que decirme? (Describe el esfuerzo sincero del Comandante Principal de conseguir la Verdad de todos estos asuntos.)
20 Y él dijo, Los Judíos han concertado rogarte que mañana saques a Pablo al Concilio, como que han de inquirir de él alguna cosa más cierta.
21 Mas tú no los creas: porque más de cuarenta hombres de ellos le acechan, los cuales han hecho voto debajo de maldición, de no comer ni beber hasta que le hayan muerto: y ahora están apercibidos esperando tu promesa (un complot, sin saberlo, es probable que el Comandante hubiera estado de acuerdo si el joven no le hubiera advertido; en realidad, lo que hacían los Judíos estaba en contra de la Ley Romana).
22 Entonces el Comandante despidió al joven, mandándole que a nadie dijese que le había dado aviso de esto (se cree, aunque no está declarado, que el joven fue a contarle a Pablo que el Comandante dio su aprobación de buen grado, lo cual sin duda animó mucho a Pablo).
CESAREA
23 Y llamados dos Centuriones, mandó que disponiese para la hora tercera de la noche (a las 9:00 de la noche) doscientos soldados, que fuesen hasta Cesarea, y setenta de a caballo, y doscientos lanceros;
24 Y que preparasen cabalgaduras en que poniendo a Pablo (es probable que habían colocado al Apóstol al lado de uno de los Centuriones en medio de la fuerza armada), le llevasen en salvo a Félix el Gobernador (no era precisamente un hombre de buena disposición a quien Pablo tendría que contestar).
25 Y escribió una carta en estos términos:
26 Claudio Lisias (el Comandante Romano) al Excelentísimo Gobernador Félix: Salud.
27 A este hombre, apresado de los Judíos, y que iban ellos a matar: yo conseguí librarlo acudiendo con la tropa, habiendo entendido que era Romano.
28 Y queriendo saber la causa por qué le acusaban, le llevé al Concilio de ellos (el Sanedrín):
29 Y hallé que le acusaban de cuestiones de la Ley de ellos (la Ley de Moisés), y que ningún crimen tenía digno de muerte o de prisión.
30 Mas siéndome dado aviso de asechanzas que le habían preparado los Judíos, luego al punto (de inmediato) le he enviado a ti, intimando también a los acusadores que traten delante de ti lo que tienen contra él. Pásalo bien.
31 Y los soldados, tomando a Pablo como les era mandado, le llevaron de noche a Antípatris (aproximadamente 60 kilómetros [cuarenta millas] de Jerusalén, y unos treinta kilómetros [veinte millas] de distancia a Cesarea; a lo mejor los soldados marcharon por quince horas sin parar).
32 Y al día siguiente, dejando a los de a caballo que fuesen con él (la infantería de unos cuatrocientos Soldados regresó a Jerusalén, mientras la caballería que consistía de unos setenta jinetes, acompañó a Pablo el resto del camino a Cesarea), se volvieron a la fortaleza:
33 Y cuando llegaron a Cesárea, y dieron la carta al Gobernador (la carta escrita por el    Comandante Romano), presentaron también a Pablo delante de él.
34 Y el Gobernador, leída la carta, preguntó de qué provincia era (el lugar de origen de Pablo). Y entendiendo que de Cilicia (esto automáticamente le dio jurisdicción al Gobernador; el hecho de que Pablo era ciudadano Romano de esta importante Provincia, significó que Félix no podía ignorarlo);
35 Te oiré (le hablaba a Pablo), dijo, cuando vinieren tus acusadores (miembros o representantes del Sanedrín). Y mandó que le guardasen en el Pretorio de Herodes (parte del Palacio lujoso construido por Herodes el Grande; sirvió como Edificio de Congreso, como también residencia oficial de los Gobernadores Romanos; desde luego, habían celdas de prisión dentro de sus límites).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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