31 August 2018

El 31 de Agosto Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 31 de Agosto Lectura Bíblica Diaria:


Nehemías 2 a 4:

Un día, en el mes de nisán del año veinte del reinado de Artajerjes, al ofrecerle vino al rey, como él nunca antes me había visto triste, me preguntó: ¿Por qué estás triste? No me parece que estés enfermo, así que debe haber algo que te está causando dolor. Yo sentí mucho miedo y le respondí: ¡Qué viva Su Majestad para siempre! ¿Cómo no he de estar triste, si la ciudad donde están los sepulcros de mis padres se halla en ruinas, con sus puertas consumidas por el fuego? ¿Qué quieres que haga? replicó el rey. Encomendándome al Dios del cielo, le respondí: Si a Su Majestad le parece bien, y si este siervo suyo es digno de su favor, le ruego que me envíe a Judá para reedificar la ciudad donde están los sepulcros de mis padres. ¿Cuánto durará tu viaje? ¿Cuándo regresarás? me preguntó el rey, que tenía a la reina sentada a su lado. En cuanto le propuse un plazo, el rey aceptó enviarme. Entonces añadí: Si a Su Majestad le parece bien, le ruego que envíe cartas a los gobernadores del oeste del río Éufrates para que me den vía libre y yo pueda llegar a Judá; y por favor ordene a su guardabosques Asaf que me dé madera para reparar las puertas de la ciudadela del templo, la muralla de la ciudad y la casa donde he de vivir. El rey accedió a mi petición, porque Dios estaba actuando a mi favor. Cuando me presenté ante los gobernadores del oeste del río Éufrates, les entregué las cartas del rey. Además el rey había ordenado que me escoltaran su caballería y sus capitanes. Pero al oír que alguien había llegado a ayudar a los israelitas, Sambalat el horonita y Tobías el siervo amonita se disgustaron mucho. Tres días después de haber llegado a Jerusalén, salí de noche acompañado de algunos hombres, pero a ninguno de ellos le conté lo que mi Dios me había motivado hacer por Jerusalén. La única bestia que llevábamos era la que yo montaba. Esa noche salí por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón y la puerta del Basurero. Inspeccioné las ruinas de la muralla de Jerusalén, y sus puertas consumidas por el fuego. Después me dirigí hacia la puerta de la Fuente y el estanque del Rey, pero no hallé por dónde pasar con mi cabalgadura. Así que, siendo aún de noche, subí por el arroyo mientras inspeccionaba la muralla. Finalmente regresé y entré por la puerta del Valle. Los gobernadores no supieron a dónde fui ni qué hice, porque hasta entonces no había dicho nada a ningún judío: ni a los sacerdotes, ni a los nobles, ni a los gobernadores ni a los que estaban trabajando en la obra. Por eso les dije: Ustedes son testigos de nuestra desgracia. Jerusalén está en ruinas, y sus *puertas han sido consumidas por el fuego. ¡Vamos, anímense! ¡Reconstruyamos la muralla de Jerusalén para que ya nadie se burle de nosotros! Entonces les conté cómo la bondadosa mano de Dios había estado conmigo y les relaté lo que el rey me había dicho. Al oír esto, exclamaron: ¡Manos a la obra! Y unieron la acción a la palabra. Cuando lo supieron, Sambalat el horonita, Tobías el oficial amonita y Guesén el árabe se burlaron de nosotros y nos preguntaron de manera despectiva: Pero, ¿qué están haciendo? ¿Acaso pretenden rebelarse contra el rey? Yo les contesté: El Dios del cielo nos concederá salir adelante. Nosotros, sus siervos, vamos a comenzar la reconstrucción. Ustedes no tienen arte ni parte en este asunto, ni raigambre en Jerusalén. Entonces el sumo sacerdote Eliasib y sus compañeros los sacerdotes trabajaron en la reconstrucción de la puerta de las Ovejas. La repararon y la colocaron en su lugar, y reconstruyeron también la muralla desde la torre de los Cien hasta la torre de Jananel. El tramo contiguo lo reconstruyeron los hombres de Jericó, y el tramo siguiente, Zacur hijo de Imrí. La puerta de los Pescados la reconstruyeron los descendientes de Sená. Colocaron las vigas y pusieron la puerta en su lugar, con sus cerrojos y barras. El tramo contiguo lo reconstruyó Meremot, hijo de Urías y nieto de Cos, y el tramo siguiente Mesulán, hijo de Berequías y nieto de Mesezabel. El siguiente tramo lo reconstruyó Sadoc hijo de Baná. Los de Tecoa reconstruyeron el siguiente tramo de la muralla, aunque sus notables no quisieron colaborar con sus dirigentes. La puerta de Jesaná la reconstruyeron Joyadá hijo de Paseaj y Mesulán hijo de Besodías. Colocaron las vigas y pusieron en su lugar la puerta con sus cerrojos y barras. El tramo contiguo lo reconstruyeron Melatías de Gabaón y Jadón de Meronot. A éstos se les unieron los de Gabaón y los de Mizpa, que estaban bajo el dominio del gobernador de la provincia al oeste del río Éufrates. Uziel hijo de Jaraías, que era uno de los plateros, reconstruyó el siguiente tramo de la muralla, y uno de los perfumistas, llamado Jananías, el siguiente. Entre los dos reconstruyeron la muralla de Jerusalén hasta la muralla Ancha. El siguiente tramo lo reconstruyó Refaías hijo de Jur, que era gobernador de una mitad del distrito de Jerusalén; el siguiente, Jedaías hijo de Jarumaf, cuya casa quedaba al frente, y el siguiente, Jatús hijo de Jasabnías. Malquías hijo de Jarín y Jasub hijo de Pajat Moab reconstruyeron el siguiente tramo de la muralla y la torre de los Hornos. Salún hijo de Halojés, que era gobernador de la otra mitad del distrito de Jerusalén, reconstruyó el siguiente tramo con la ayuda de sus hijas. La puerta del Valle la reconstruyeron Janún y los habitantes de Zanoa, y la colocaron en su lugar con sus cerrojos y barras. Levantaron también quinientos metros [4] de muralla hasta la puerta del Basurero. Malquías hijo de Recab, gobernador del distrito de Bet Haqueren, reconstruyó la puerta del Basurero y la colocó en su lugar con sus cerrojos y barras. Salún hijo de Coljozé, gobernador del distrito de Mizpa, reconstruyó la puerta de la Fuente, la techó y la colocó en su lugar con sus cerrojos y barras. Reconstruyó también el muro del estanque de Siloé, que está junto al jardín del rey, hasta las gradas que llevan a la Ciudad de David. Nehemías hijo de Azbuc, gobernador de una mitad del distrito de Betsur, reconstruyó el siguiente tramo hasta el lugar que está frente a los sepulcros de David, hasta el estanque artificial y hasta el cuartel de la guardia real. El sector que sigue lo reconstruyeron los levitas y Rejún hijo de Baní. En el tramo siguiente Jasabías, gobernador de una mitad del distrito de Queilá, hizo las obras de reconstrucción por cuenta de su distrito, y las continuaron sus compañeros: Bavay hijo de Henadad, gobernador de la otra mitad del distrito de Queilá, y Ezer hijo de Jesúa, gobernador de Mizpa, que reconstruyó el tramo que sube  frente al arsenal de la esquina. El tramo siguiente, es decir, el sector que va desde la esquina hasta la puerta de la casa del sumo sacerdote Eliasib, lo reconstruyó con entusiasmo Baruc hijo de Zabay. El sector que va desde la puerta de la casa de Eliasib hasta el extremo de la misma lo reconstruyó Meremot, hijo de Urías y nieto de Cos. El siguiente tramo lo reconstruyeron los sacerdotes que vivían en los alrededores. Benjamín y Jasub reconstruyeron el sector que está frente a sus propias casas. Azarías, hijo de Maseías y nieto de Ananías, reconstruyó el tramo que está junto a su propia casa. Binuy hijo de Henadad reconstruyó el sector que va desde la casa de Azarías hasta el ángulo, es decir, hasta la esquina. Palal hijo de Uzay reconstruyó el sector de la esquina que está frente a la torre alta que sobresale del palacio real, junto al patio de la guardia. El tramo contiguo lo reconstruyó Pedaías hijo de Parós. Los servidores del templo que vivían en Ofel reconstruyeron el sector oriental que está frente a la puerta del Agua y la torre que allí sobresale. Los hombres de Tecoa reconstruyeron el tramo que va desde el frente de la gran torre que allí sobresale, hasta la muralla de Ofel. Los sacerdotes, cada uno frente a su casa, reconstruyeron el sector de la muralla sobre la puerta de los Caballos, El siguiente tramo lo reconstruyó Sadoc hijo de Imer, pues quedaba frente a su propia casa. El sector que sigue lo reparó Semaías hijo de Secanías, guardián de la puerta oriental. Jananías hijo de Selemías, y Janún, el sexto hijo de Salaf, reconstruyeron otro tramo. Mesulán hijo de Berequías reconstruyó el siguiente tramo, pues quedaba frente a su casa. Malquías, que era uno de los plateros, reconstruyó el tramo que llega hasta las casas de los servidores del templo y de los comerciantes, frente a la puerta de la Inspección y hasta el puesto de vigilancia. Y el sector que va desde allí hasta la puerta de las Ovejas lo reconstruyeron los plateros y los comerciantes. Cuando Sambalat se enteró de que estábamos reconstruyendo la muralla, se disgustó muchísimo y se burló de los judíos. Ante sus compañeros y el ejército de Samaria dijo: ¿Qué están haciendo estos miserables judíos? ¿Creen que se les va a dejar que reconstruyan y que vuelvan a ofrecer sacrificios? ¿Piensan acaso terminar en un solo día? ¿Cómo creen que de esas piedras quemadas, de esos escombros, van a hacer algo nuevo? Y Tobías el amonita, que estaba junto a él, añadió: ¡Hasta una zorra, si se sube a ese montón de piedras, lo echa abajo! Por eso oramos: "¡Escucha, Dios nuestro, cómo se burlan de nosotros! Haz que sus ofensas recaigan sobre ellos mismos: entrégalos a sus enemigos; ¡que los lleven en cautiverio! No pases por alto su maldad ni olvides sus pecados, porque insultan a los que reconstruyen." Continuamos con la reconstrucción y levantamos la muralla hasta media altura, pues el pueblo trabajó con entusiasmo. Pero cuando Sambalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y los asdodeos se enteraron de que avanzaba la reconstrucción de la muralla y de que ya estábamos cerrando las brechas, se enojaron muchísimo y acordaron atacar a Jerusalén y provocar disturbios en ella. Oramos entonces a nuestro Dios y decidimos montar guardia día y noche para defendernos de ellos. Por su parte, la gente de Judá decía: "Los cargadores desfallecen, pues son muchos los escombros; ¡no vamos a poder reconstruir esta muralla!" Y nuestros enemigos maquinaban: "Les caeremos por sorpresa y los mataremos; así haremos que la obra se suspenda." Algunos de los judíos que vivían cerca de ellos venían constantemente y nos advertían: "Los van a atacar por todos lados." Así que puse a la gente por familias, con sus espadas, arcos y lanzas, detrás de las murallas, en los lugares más vulnerables y desguarnecidos. Luego de examinar la situación, me levanté y dije a los nobles y gobernantes, y al resto del pueblo: "¡No les tengan miedo! Acuérdense del Señor, que es grande y temible, y peleen por sus hermanos, por sus hijos e hijas, y por sus esposas y sus hogares." Una vez que nuestros enemigos se dieron cuenta de que conocíamos sus intenciones y de que Dios había frustrado sus planes, todos regresamos a la muralla, cada uno a su trabajo. A partir de aquel día la mitad de mi gente trabajaba en la obra, mientras la otra mitad permanecía armada con lanzas, escudos, arcos y corazas. Los jefes estaban pendientes de toda la gente de Judá. Tanto los que reconstruían la muralla como los que acarreaban los materiales, no descuidaban ni la obra ni la defensa. Todos los que trabajaban en la reconstrucción llevaban la espada a la cintura. A mi lado estaba el encargado de dar el toque de alarma. Yo les había dicho a los nobles y gobernantes, y al resto del pueblo: "La tarea es grande y extensa, y nosotros estamos muy esparcidos en la muralla, distantes los unos de los otros. Por eso, al oír el toque de alarma, cerremos filas. ¡Nuestro Dios peleará por nosotros!" Así que, desde el amanecer hasta que aparecían las estrellas, mientras trabajábamos en la obra, la mitad de la gente montaba guardia lanza en mano. En aquella ocasión también le dije a la gente: "Todos ustedes, incluso los ayudantes, quédense en Jerusalén para que en la noche sirvan de centinelas y de día trabajen en la obra." Ni yo ni mis parientes y ayudantes, ni los de mi guardia personal, nos desvestíamos para nada: cada uno de nosotros se mantenía listo para la defensa.
Salmo 111:  
Álef - ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Bet - en la asamblea, en compañía de los rectos. Guímel - Grandes son las obras del Señor; Dálet - estudiadas por los que en ellas se deleitan. He - Gloriosas y majestuosas son sus obras; Vav - su justicia permanece para siempre. Zayin - Ha hecho memorables sus maravillas. Jet - ¡El Señor es clemente y compasivo! Tet - Da de comer a quienes le temen; Yod - siempre recuerda su pacto. Caf - Ha mostrado a su pueblo el poder de sus obras Lámed - al darle la heredad de otras naciones. Mem - Las obras de sus manos son fieles y justas; Nun - todos sus preceptos son dignos de confianza, Sámej - inmutables por los siglos de los siglos, Ayin - establecidos con fidelidad y rectitud. Pe - Pagó el precio del rescate de su pueblo Tsade - y estableció su pacto para siempre. Qof - ¡Su nombre es santo e imponente! Resh - El principio de la sabiduría es el temor del Señor; Shin - buen juicio demuestran quienes cumplen sus preceptos. Tav - ¡Su alabanza permanece para siempre!


Proverbios 11: 
En el día de la ira de nada sirve ser rico, pero la justicia libra de la muerte. La justicia endereza el camino de los íntegros, pero la maldad hace caer a los impíos. La justicia libra a los justos, pero la codicia atrapa a los falsos. Muere el malvado, y con él su esperanza; muere también su ilusión de poder. El justo se salva de la calamidad, pero la desgracia le sobreviene al malvado. Con la boca el impío destruye a su prójimo, pero los justos se libran por el conocimiento. Cuando el justo prospera, la ciudad se alegra; cuando el malvado perece, hay gran regocijo. La bendición de los justos enaltece a la ciudad, pero la boca de los malvados la destruye. El falto de juicio desprecia a su prójimo, pero el entendido refrena su lengua. La gente chismosa revela los secretos; la gente confiable es discreta. Sin dirección, la nación fracasa; el éxito depende de los muchos consejeros. El fiador de un extraño saldrá perjudicado; negarse a dar fianza es vivir en paz. La mujer bondadosa se gana el respeto; los hombres violentos sólo ganan riquezas. El que es bondadoso se beneficia a sí mismo; el que es cruel, a sí mismo se perjudica. El malvado obtiene ganancias ilusorias; el que   siembra justicia asegura su ganancia. El que es justo obtiene la vida; el que persigue el mal se encamina a la muerte. El Señor aborrece a los de corazón perverso, pero se complace en los que viven con rectitud. Una cosa es segura: Los malvados no quedarán impunes, pero los justos saldrán bien librados. Como argolla de oro en hocico de cerdo es la mujer bella pero indiscreta. Los deseos de los justos terminan bien; la esperanza de los malvados termina mal. Unos dan a manos llenas, y reciben más de lo que dan; otros ni sus deudas pagan, y acaban en la miseria. El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado. La gente maldice al que acapara el trigo, pero colma de bendiciones al que gustoso lo vende. El que madruga para el bien, halla buena voluntad; el que anda tras el mal, por el mal será alcanzado. El que confía en sus riquezas se marchita, pero el justo se renueva como el follaje. El que perturba su casa no hereda más que el viento, y el necio termina sirviendo al sabio. El fruto de la justicia es árbol de vida, pero el que arrebata vidas es violento. Si los justos reciben su pago aquí en la tierra, ¡cuánto más los impíos y los pecadores!


El Libro de Mateo Capítulo 23 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO



CAPÍTULO 23
(33 d.C.)
LOS PECADOS DE LOS
ESCRIBAS Y LOS FARISEOS

ENTONCES habló Jesús a las gentes, y a Sus Discípulos (éste no es el Jesús de la Iglesia moderna o del púlpito que está de moda),
2 Diciendo, Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los Escribas y los Fariseos (los “Escribas” afirmaron ser intérpretes de la Ley de Moisés para la gente):
3 Así que, todo lo que os dijeren que guardéis, guardadlo y hacedlo (corresponde a una interpretación correcta de las Escrituras, y no encubrirlas); mas no hagáis conforme a sus obras: porque dicen, y no hacen (no practican lo que predican; recuerde, Jesús está diciendo esto, en el Templo, ante los Fariseos y la gente).
4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los  hombres (referente a lo que escondían y las adiciones que habían sido hechas a la Ley por estos hipócritas); mas ni siquiera con su dedo las quieren mover (ellos mismos no hacían lo que exigen de otros).
5 Antes todas sus obras hacen para ser mirados de los hombres (auto-justificación): porque ensanchan sus filacterias (una caja pequeña puesta en el brazo o la frente que contenía Las Escrituras), y agrandan los flecos de sus mantos (borlas integradas por los hilos de rosca blancos y azules, con la intención de que los portadores de los Mandamientos del Señor los recordaran; hicieron éstos excesivamente grandes para atraer atención a sí mismos),
6 Y aman los primeros asientos en las cenas (el lugar más honrado en la mesa), y las primeras sillas en las Sinagogas (asientos de honor);
7 Y las salutaciones en las plazas (saludos extravagantes), y ser llamados de los hombres, Rabí, Rabí (“maestro,” un título preferido reclamado por los Fariseos).
8 Mas vosotros no queráis ser llamados Rabí (se refirió a la ambición codiciosa que amó el título vacío y utilizó cualquier medio para obtenerlo): porque Uno es vuestro Maestro (Instructor, Líder, Guía), el Cristo (el Señor Jesucristo); y todos vosotros sois hermanos (ni un Creyente es más alto que otro, y ni unos ni otros pueden tener de Cristo autoridad alguna sobre otros Creyentes [I Ped. 5:1-8]).
9 Y vuestro padre no llaméis a nadie en la Tierra (maestros eminentes a quienes la gente fue enseñada a recurrir a ellos en vez de recurrir a Dios): porque Uno es vuestro Padre, El Cual está en los Cielos (todos los maestros verdaderos de la Biblia deben hacer que los hombres recurran a Dios, y no a ellos como la fuente del poder y de la verdad).
10 Ni seáis llamados maestros (que quiere decir que los predicadores no deben ser llamados líderes espirituales): porque Uno es vuestro Maestro, el Cristo (significa realmente que Dios y Cristo son los Únicos Que tienen derecho a estos títulos).
11 El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo (la definición de la grandeza Cristiana es, “el principio del siervo”).
12 Porque el que se ensalzare, será humillado (el orgullo y la vanidad); y el que se humillare, será ensalzado (es la Ley universal de las relaciones de Dios con los hombres).

LOS AYES SOBRE LOS
ESCRIBAS Y LOS FARISEOS

13 Mas ­ay de vosotros, Escribas y Fariseos, ¡hipócritas! (El primero de ocho ayes, y todos dichos en sus caras. No podía haber mayor insulto a ellos que ser llamados “¡hipócritas!”) porque cerráis el Reino de los Cielos delante de los hombres (es el primer ardid de Satanás, y se lleva a cabo por la religión): que ni vosotros entráis, ni a los que están entrando dejáis entrar (rechazan aceptar a Cristo, y se paran en la puerta para obstaculizar el acceso a quienesquiera y a todos que procuran venir a Él).
14 Ay de vosotros, Escribas y Fariseos, ¡hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y por pretexto hacéis larga oración (proyecta una piedad falsa que engaña a la gente, y a los más indefensos): por esto llevaréis más grave juicio (nos dice que la maldad religiosa es la maldad más grande de todos).
15 Ay de vosotros, Escribas y Fariseos, ¡hipócritas! porque rodeáis el mar y la tierra por hacer un prosélito (trabajaban apasionadamente para atraer a la gente a sí mismos, en vez de atraerlos para el Señor), y cuando fuere hecho, le hacéis hijo del Infierno dos veces más que vosotros (las personas religiosas son las más difíciles de todas para traerlas al Señor).
16 Ay de vosotros, ¡guías ciegos! (estos líderes religiosos eran espiritualmente ciegos, sin embargo, ellos servían de guías espirituales a la gente, que garantizó la destrucción espiritual de la gente; ¿es esto tan diferente en la actualidad?) que decís, Cualquiera que jurare por el Templo, es nada (un juramento que no tiene que ser guardado); mas cualquiera que jurare por el oro del Templo, ¡deudor es! (Si alguien hace tal, él está obligado a cumplir con su juramento.)
17 ¡Insensatos y ciegos! (declara a Cristo que agrega a los epítetos de los hipócritas y de los ciegos, la palabra “¡insensatos!”) porque ¿cuál es mayor, el oro, o el Templo que santifica al oro? (La respuesta de Cristo no fue destinada a poner un sello de aprobación en juramentos que declaraban, sino al contrario, la insensatez de tal posición. El “oro” no santificó el “Templo” ¡sino todo lo contrario!)
18 Y, Cualquiera que jurare por el Altar, es nada (un juramento que no necesita ser guardado); mas cualquiera que jurare por la ofrenda que está sobre él, deudor es (si alguien presta juramento por el Sacrificio en el Altar, él está obligado a guardar tal juramento, o eso es lo que decían).
19 ¡Necios y ciegos! porque ¿cuál es mayor, la ofrenda (Sacrificio), o el Altar que santifica a la ofrenda? (Los líderes religiosos de Israel tenían un concepto equivocado de la totalidad del Plan de Dios.)
20 Pues el que jurare por el Altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él (todos eran igualmente importantes).
21 Y el que jurare por el Templo, jura por él, y por Aquél Quien habita en él (su pecado era el pecado de hacer a Dios parte de su mal; es igual actualmente con muchos predicadores modernos).
22 Y el que jura por el Cielo, jura por el Trono de Dios, y por Aquél Quien está sentado  sobre él (aquí Cristo dice que jurar por el “Cielo” incluye a Dios y Su Trono ya sea si se da cuenta o no).
23 Ay de vosotros, Escribas y Fariseos, ¡hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino (pequeñas plantas utilizadas para condimentar), y dejasteis lo que es lo más grave de la Ley, es a saber, el Juicio, y la Misericordia, y la Fe (eran meticulosos acerca de estas cosas insignificantes, pero daban poca o ninguna atención en absoluto, a aquellas cosas que sí tenían importancia): esto era necesario hacer (pertenece al Juicio, la Misericordia y la Fe Bíblica), y sin omitir el otro (asegúrense, también, que ustedes paguen el diezmo en todo lo que ustedes poseen; toda la Palabra de Dios debe obedecerse, no sólo una parte).
24 ¡Guías ciegos! que coláis el mosquito, más tragáis el camello (es la auto-justicia tomada a un ultra-extremo).
25 Ay de vosotros, Escribas y Fariseos, ¡hipócritas! porque limpiáis lo que está de fuera del vaso y del plato (demostración ostentosa); mas de dentro están llenos de robo y de desenfreno (el corazón).
26 ¡Fariseo ciego! limpia primero lo de dentro del vaso y del plato (el corazón), para que también lo de fuera se haga limpio (tiene que ver con la pureza moral que viene de adentro, y si tal es el caso, el exterior estará limpio también).
27 Ay de vosotros, Escribas y Fariseos, ¡hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que de fuera, a la verdad, se muestran hermosos (una vez al año, los Judíos pintaban de blanco las tumbas para hacerlas visibles para que los hombres no contrajeran la suciedad ceremonial al tocar o caminar sobre ellos [Núm. 19:16]), mas de dentro están llenos de huesos de muertos, y de toda suciedad (esto simbolizó a los Fariseos).
28 Así también vosotros de fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, mas de dentro llenos estáis de hipocresía e iniquidad.
29 Ay de vosotros, Escribas y Fariseos, ¡hipócritas! (¡indica el octavo y último “Ay”!) porque edificáis los sepulcros de los Profetas, y adornáis los monumentos de los justos (se refiere a los honores pagados a los Santos fallecidos, mientras que al mismo tiempo, planeaban asesinar a Santos vivos, ¡aun a Cristo!),
30 Y decís, Si fuéramos en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus compañeros en la sangre de los Profetas (todo el tiempo estaban planeando el asesinato de Cristo).
31 Así que, testimonio dais a vosotros mismos (sean honestos consigo mismos), que sois hijos de aquéllos que mataron a los Profetas (ustedes tienen los mismos corazones asesinos como aquéllos que ustedes condenan).
32 Vosotros también henchid la medida de vuestros padres (su maldad estaba por traer el juicio, ¡que así fue!).
33 ¡Serpientes, generación de víboras! (Él los compara a esa serpiente antigua, su padre, el Diablo [Jn. 8:44; Apoc. 12:9; 20:2].) ¿Cómo evitaréis el Juicio del Infierno? (El destino eterno de estos líderes religiosos sería el Infierno. ¡Qué denuncia!)
34 Por tanto, he aquí, yo envío a vosotros Profetas, y sabios, y Escribas (corresponde a los de la Iglesia Primitiva): y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros de ellos azotaréis en vuestras Sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad (el libro de los Hechos registra todo esto, exactamente según lo dicho por Cristo):
35 Para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la Tierra (corresponde a la copa de la iniquidad que estaba llena; el Juicio estaba por llegar, ¡que así aconteció!), desde la sangre de Abel (Gén., cap. 4) el justo, hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, al cual matasteis entre el Templo y el Altar (muy probable, Zacarías el Profeta [Zac. 1:1]).
36 De cierto os digo, Que todo esto vendrá sobre esta generación (¡y sucedió! casi treinta y siete años más tarde, en el año 70 d.C., Jerusalén fue destruida totalmente por Tito, el General Romano).

CRISTO LLORA SOBRE
JERUSALÉN

37 Oh Jerusalén, Jerusalén (presenta a Jesús que está junto al Templo cuando Él dio esta explicación triste), que matas a los Profetas, y apedreas a los que son enviados a ti (demuestra la animosidad terrible dirigida hacia estos Mensajeros de Dios), ¡­cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de las alas, y no quisiste! (Indica cada esfuerzo hecho por el Señor, y hecho “muy a menudo,” para hacer entrar en razón a Israel.)
38 He aquí, vuestra casa (el Templo o Jerusalén, ya no es más la habitación de Dios) os es dejada desierta (sin Dios, lo que quiere decir es que ellos estaban a la merced de Satanás).
39 Porque os digo, Que desde ahora no Me veréis, hasta que digáis, Bendito El Que viene en el Nombre del Señor (la Segunda Venida). 

Primera Corintios Capítulo 13: 
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.

Hebreos 10:35-12:4  
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.Romanos 8: 
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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30 August 2018

El 30 de agosto Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre
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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


 Baboquivari - Arizona

El 30 de agosto Lectura Bíblica Diaria:

Esdras 9 a 10 a Nehemìas 1:
Después de todo esto, se me acercaron los jefes y me dijeron: "El pueblo de Israel, incluso los sacerdotes y levitas, no se ha mantenido separado de los pueblos vecinos, sino que practica las costumbres abominables de todos ellos, es decir, de los cananeos, hititas, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos. De entre las mujeres de esos pueblos han tomado esposas para sí mismos y para sus hijos, mezclando así la raza santa con la de los pueblos vecinos. Y los primeros en cometer tal infidelidad han sido los jefes y los gobernantes." Cuando escuché esto, me rasgué la túnica y el manto, me arranqué los pelos de la cabeza y de la barba, y me postré muy angustiado. Entonces, por causa del pecado cometido por los repatriados, se reunieron a mi alrededor todos los que obedecían la palabra de Dios. Y yo seguí angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde. A la hora del sacrificio me recobré de mi abatimiento y, con la túnica y el manto rasgados, caí de rodillas, extendí mis manos hacia el Señor mi Dios, y le dije en oración: "Dios mío, estoy confundido y siento vergüenza de levantar el rostro hacia ti, porque nuestras maldades se han amontonado hasta cubrirnos por completo; nuestra culpa ha llegado hasta el cielo. Desde los días de nuestros antepasados hasta hoy, nuestra culpa ha sido grande. Debido a nuestras maldades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes fuimos entregados al poder de los reyes de los países vecinos. Hemos sufrido la espada, el cautiverio, el pillaje y la humillación, como nos sucede hasta hoy. "Pero ahora tú, Señor y Dios nuestro, por un breve momento nos has mostrado tu bondad al permitir que un remanente quede en libertad y se establezca en tu lugar santo. Has permitido que nuestros ojos vean una nueva luz, y nos has concedido un pequeño alivio en medio de nuestra esclavitud. Aunque somos esclavos, no nos has abandonado, Dios nuestro, sino que nos has extendido tu misericordia a la vista de los reyes de Persia. Nos has dado nueva vida para reedificar tu templo y reparar sus ruinas, y nos has brindado tu protección en Judá y en Jerusalén. "Y ahora, después de lo que hemos hecho, ¿qué podemos decirte? No hemos cumplido los mandamientos que nos diste por medio de tus siervos los profetas, cuando nos advertiste: La tierra que van a poseer está corrompida por la impureza de los pueblos que la habitan, pues de un extremo a otro ellos la han llenado con sus abominaciones. Por eso, no permitan ustedes que sus hijas ni sus hijos se casen con los de esos pueblos. Nunca busquen el bienestar ni la prosperidad que tienen ellos, para que ustedes se mantengan fuertes y coman de los frutos de la buena tierra y luego se la dejen por herencia a sus descendientes para siempre. "Después de todo lo que nos ha acontecido por causa de nuestras maldades y de nuestra grave culpa, reconocemos que tú, Dios nuestro, no nos has dado el castigo que merecemos, sino que nos has dejado un remanente. ¿Cómo es posible que volvamos a quebrantar tus mandamientos contrayendo matrimonio con las mujeres de estos pueblos que tienen prácticas abominables? ¿Acaso no sería justo que te enojaras con nosotros y nos destruyeras hasta no dejar remanente ni que nadie escape? ¡Señor, Dios de Israel, tú eres justo! Tú has permitido que hasta hoy sobrevivamos como remanente. Culpables como somos, estamos en tu presencia, aunque no lo merecemos." Mientras Esdras oraba y hacía esta confesión llorando y postrándose delante del templo de Dios, a su alrededor se reunió una gran asamblea de hombres, mujeres y niños del pueblo de Israel. Toda la multitud lloraba amargamente. Entonces uno de los descendientes de Elam, que se llamaba Secanías hijo de Jehiel, se dirigió a Esdras y le dijo: "Nosotros hemos sido infieles a nuestro Dios, pues tomamos por esposas a mujeres de los pueblos vecinos; pero todavía hay esperanza para Israel. Hagamos un pacto con nuestro Dios, comprometiéndonos a expulsar a todas estas mujeres y a sus hijos, conforme al consejo que nos has dado tú, y todos los que aman el mandamiento de Dios. ¡Que todo se haga de acuerdo con la ley! Levántate, pues ésta es tu responsabilidad; nosotros te apoyamos. ¡Cobra ánimo y pon manos a la obra!" Al oír esto, Esdras se levantó e hizo que los jefes de los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo de Israel se comprometieran, bajo juramento, a cumplir con lo que habían dicho; y ellos lo juraron. Luego Esdras salió del templo de Dios y fue a la habitación de Johanán hijo de Eliasib. Allí se quedó sin comer pan ni beber agua, porque estaba muy deprimido por causa de la infidelidad de los repatriados. Posteriormente anunciaron en Judá y Jerusalén que todos los que habían regresado del cautiverio debían reunirse en Jerusalén. Y advirtieron que a todo el que no se presentara en el plazo de tres días, según la decisión de los jefes y dirigentes, se le quitarían sus propiedades y se le expulsaría de la asamblea de los repatriados. Por lo tanto, a los tres días, en el día veinte del mes noveno, se reunieron en Jerusalén todos los hombres de Judá y de Benjamín. Todo el pueblo se sentó en la plaza del templo de Dios, temblando por causa de ese asunto e intimidados por el aguacero que caía. Entonces el sacerdote Esdras se puso en pie y les dijo: Ustedes han sido infieles y han aumentado la culpa de Israel, pues han contraído matrimonio con mujeres extranjeras. Ahora, pues, confiesen su pecado al Señor, Dios de nuestros antepasados, y hagan lo que a él le agrada. Sepárense de los paganos y de las mujeres extranjeras. Toda la asamblea contestó en alta voz: Haremos todo lo que nos has dicho. Pero no podemos quedarnos a la intemperie; estamos en época de lluvias y esto no es asunto de uno o dos días, pues somos muchos los que hemos cometido este pecado. Proponemos que se queden sólo los jefes del pueblo, y que todos los que viven en nuestras ciudades y se han casado con mujeres extranjeras se presenten en fechas determinadas, junto con los dirigentes y jueces de cada ciudad, hasta que se aparte de nosotros la terrible ira de nuestro Dios por causa de esta infidelidad. Sólo se opusieron Jonatán hijo de Asael y Jahazías hijo de Ticvá, apoyados por los levitas Mesulán y Sabetay. Los que habían regresado del cautiverio actuaron según lo que se había convenido. Entonces el sacerdote Esdras seleccionó y llamó por nombre a ciertos jefes de familia, y a partir del primer día del mes décimo se reunió con ellos para tratar cada caso. Y el primer día del mes primero terminaron de resolver los casos de todos los que se habían casado con mujeres extranjeras. Los descendientes de los sacerdotes que se habían casado con mujeres extranjeras fueron los siguientes: De Jesúa hijo de Josadac, y de sus hermanos: Maseías, Eliezer, Jarib y Guedalías, los cuales se comprometieron a despedir a sus mujeres extranjeras, y ofrecieron un carnero como ofrenda de expiación por su pecado. De Imer: Jananí y Zebadías. De Jarín: Maseías, Elías, Semaías, Jehiel y Uzías. De Pasur: Elihoenay, Maseías, Ismael, Natanael, Jozabad y Elasá. De los levitas: Jozabad, Simí, Quelaías o Quelitá, Petaías, Judá y Eliezer. De los cantores: Eliasib. De los porteros: Salún, Telén y Uri. Y de los demás israelitas: De Parós: Ramías, Jezías, Malquías, Mijamín, Eleazar, Malquías y Benaías. De Elam: Matanías, Zacarías, Jehiel, Abdí, Jeremot y Elías. De Zatú: Elihoenay, Eliasib, Matanías, Jeremot, Zabad y Azizá. De Bebay: Johanán, Jananías, Zabay y Atlay. De Baní: Mesulán, Maluc, Adaías, Yasub, Seal y Ramot. De Pajat Moab: Adná, Quelal, Benaías, Maseías, Matanías, Bezalel, Binuy y Manasés. De Jarín: Eliezer, Isías, Malquías, Semaías, Simeón, Benjamín, Maluc y Semarías. De Jasún: Matenay, Matatá, Zabad, Elifelet, Jeremay, Manasés y Simí. De Baní: Maday, Amirán, Uel, Benaías, Bedías, Queluhi, Vanías, Meremot, Eliasib, Matanías, Matenay, Jasay. De Binuy:[2] Simí, Selemías, Natán, Adaías, Macnadebay, Sasay, Saray, Azarel, Selemías, Semarías, Salún, Amarías y José. De Nebo: Jeyel, Matatías, Zabad, Zebiná, Jadau, Joel y Benaías. Todos éstos se habían casado con mujeres extranjeras, y algunos habían tenido hijos con ellas. Nehemìas 1: Éstas son las palabras de Nehemías hijo de Jacalías: En el mes de quisleu del año veinte, estando yo en la ciudadela de Susa, llegó Jananí, uno de mis hermanos, junto con algunos hombres de Judá. Entonces les pregunté por el resto de los judíos que se habían librado del destierro, y por Jerusalén. Ellos me respondieron: "Los que se libraron del destierro y se quedaron en la provincia están enfrentando una gran calamidad y humillación. La muralla de Jerusalén sigue derribada, con sus puertas consumidas por el fuego." Al escuchar esto,   me senté a llorar; hice duelo por algunos días, ayuné y oré al Dios del cielo. Le dije: "Señor, Dios del cielo, grande y temible, que cumples el pacto y eres fiel con los que te aman y obedecen tus mandamientos, te suplico que me prestes atención, que fijes tus ojos en este siervo tuyo que día y noche ora en favor de tu pueblo Israel. Confieso que los israelitas, entre los cuales estamos incluidos mi familia y yo, hemos pecado contra ti. Te hemos ofendido y nos hemos corrompido mucho; hemos desobedecido los mandamientos, preceptos y decretos que tú mismo diste a tu siervo Moisés. "Recuerda, te suplico, lo que le dijiste a tu siervo Moisés: Si ustedes pecan, yo los dispersaré entre las naciones: pero si se vuelven a mí, y obedecen y ponen en práctica mis mandamientos, aunque hayan sido llevados al lugar más apartado del mundo los recogeré y los haré volver al lugar donde he decidido habitar. "Ellos son tus siervos y tu pueblo al cual redimiste con gran despliegue de fuerza y poder. Señor, te suplico que escuches nuestra oración, pues somos tus siervos y nos complacemos en honrar tu nombre. Y te pido que a este siervo tuyo le concedas tener éxito y ganarse el favor del rey." En aquel tiempo yo era copero del rey.Salmo 110:  

JEHOVÁ dijo a mi Señor: ¡Siéntate a mi diestra, hasta tanto que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies! Enviará Jehová desde Sión la vara de tu poder; ¡domina tú en medio de tus enemigos! Tu pueblo se presentará como ofrendas voluntarias en el día de tu poder, ataviados con los adornos de la santidad: como el rocío que cae del seno del alba, así te será tu valiente juventud. Juró Jehová, y no se arrepentirá: ¡Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec! El Señor está a tu diestra: quebrantará a reyes en el día de su ira. Juzgará entre las naciones; las llenará de cadáveres; magullará la cabeza que domina sobre la ancha tierra. Del arroyo beberá en el camino; por tanto levantará la cabeza.
Proverbios 10:
 PROVERBIOS de Salomón: El hijo sabio alegra a su padre; pero el hijo insensato es el pesar de su madre. Nada aprovechan los tesoros mal habidos; mas la justicia libra de la muerte. Jehová no dejará hambrienta el alma del justo; pero desbarata los deseos del hombre malo. Pobre permanece aquel que trabaja con mano negligente; pero la mano de los diligentes enriquece. El que recoge en el verano es hijo entendido; mas aquel que ronca en tiempo de la siega es hijo que causa vergüenza. Hay bendiciones para la cabeza del justo; pero la boca del inicuo encubre la violencia. La memoria del justo será bendita; pero el nombre de los inicuos se podrirá. El sabio de corazón recibirá preceptos; mas el tonto locuaz caerá. El que anda con integridad, anda con seguridad; mas el que pervierte sus caminos, será puesto en descubierto. El que guiña el ojo causa dolor, y el tonto locuaz caerá. Manantial de vida es la boca del justo; pero la boca de los inicuos encubre la violencia. El odio suscita rencillas, mas el amor cubre toda suerte de ofensas. En los labios del entendido se halla la sabiduría; mas la vara es para las espaldas del falto de entendimiento. los sabios atesoran el saber; pero la boca del necio es una destrucción  cercana. El caudal del rico es su plaza fuerte; mas la miseria de los pobres los llena de espanto. El trabajo del justo se encamina a la vida; pero las ganancias del inicuo, al pecado. El que atiende a la amonestación va por el sendero de la vida; mas quien desecha la reprensión va descaminado. El que oculta el odio es de labios mentirosos; y aquel que profiere la calumnia es un insensato. En la multitud de palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios obra sabiamente. Plata escogida es la lengua del justo; pero el corazón de los hombres malos vale poco. Los labios del justo nutren a muchos; pero los necios mueren por falta de entendimiento. La bendición de Jehová enriquece, y el afán no le añade nada. El hacer maldad es como una diversión al insensato; pero la sabiduría está con el hombre  entendido. Lo que teme el inicuo eso vendrá sobre él; asimismo lo que desean los justos les será dado. Cuando pase el torbellino ya no existirá el inicuo; pero el justo tiene un cimiento eterno. Como vinagre a los dientes, y como humo a los ojos, así es el perezoso a los que le envían. El temor de Jehová aumenta los días; pero los años de los inicuos serán acortados. La esperanza de los justos parará en alegría; mas la expectación de los inicuos perecerá. El camino de Jehová es una fortaleza para el hombre recto; mas es la destrucción para los obradores de iniquidad. Los justos no serán removidos jamás; pero los inicuos no habitarán la tierra. La boca de los justos brota sabiduría; pero la lengua perversa será cortada. Los labios del justo saben hablar lo que agrada; pero la boca de los inicuos profiere cosas perversas.



El Libro de Mateo Capítulo 22 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÙN
SAN MATEO
CAPÍTULO 22
(33 d.C.)
LA PARÁBOLA DE LA FIESTA
DE LAS BODAS

Y RESPONDIENDO Jesús les volvió a hablar en Parábolas, diciendo (Jesús todavía está en el Templo, y continuaba en Su Mensaje; ・les・ se refiere a los líderes religiosos de Israel),
2 El Reino de los Cielos es semejante a un hombre rey (Dios el Rey), que hizo bodas a su hijo (el Señor Jesucristo),
3 Y envió sus siervos (los Profetas) para que llamasen (Israel) los llamados a las bodas: más no quisieron venir (rechazaron a los Profetas e incluso a su Mesías; la frase proclama un rechazo calculado y deliberado).
4 Otra vez, volvió a enviar otros siervos (que podría referirse a Sus Discípulos personales y al Apóstol Pablo y a aquéllos en la Iglesia Primitiva, Cuyo Ministerio estaba por venir en el futuro), diciendo, Decid a los llamados (es una invitación personalmente dirigida al pueblo de Israel; los primeros Capítulos del Libro de los Hechos testificarán de esto), He aquí, yo he preparado mi comida: mis toros y animales engordados son muertos, y todo está preparado (un sentido fuerte de la urgencia, porque el tiempo está acabándose): venid a las bodas (tiene que ver con la última invitación dada a los Judíos que muy posible fue dada por el Apóstol Pablo [Hch., cap. 23]).
5 Mas ellos no hicieron caso (la respuesta de Israel al Evangelio), y se fueron por sus caminos (sus propios caminos en vez de los Caminos de Dios), uno a su labranza, y otro a sus negocios (Israel no tenía interés alguno en el Evangelio; estaban más interesados en el dinero; ¡cuánto se parece a la Iglesia moderna!):
6 Y los demás (los de Israel que no querían el Evangelio, lo que incluyó a los líderes religiosos), tomando a sus siervos (los Apóstoles), los afrentaron y los mataron (la época de la Iglesia Primitiva fue gloriosa, pero también, una época de persecución intensa).
7 Mas el rey (el Padre Celestial), oyendo esto, se enojó (sumamente airado): y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y puso fuego a su ciudad (exactamente lo que sucedió en el año 70 d.C., cuando Jerusalén fue destruida por Tito).
8 Entonces dice a sus siervos (el Plan de Dios no se detiene, solamente su dirección), Las bodas a la verdad están preparadas (se llevará a cabo así como fue previsto, pero con un cambio de huéspedes), mas los que eran llamados no eran dignos (con respecto a Israel que no aceptaría que Cristo era merecedor de toda honra).
9 Id pues a las salidas de los caminos (el resto del mundo), y llamad a las bodas (da una invitación a los Gentiles, la cual era el Plan del Señor todo el tiempo, pero no de esta manera) a cuantos hallareis (el amor invita a ・cuantos・).
10 Y saliendo los siervos (los Apóstoles y los Profetas) por los caminos (el evangelismo mundial, comenzó en realidad por el Apóstol Pablo), juntaron a todos los que hallaron (la invitación del Evangelio dada a todos; nadie está excluido), juntamente malos y buenos (proclama el hecho de que los ・buenos・ necesitan Salvación, así como los ・malos・): y las bodas fueron llenas de convidados (concerniente a los redimidos quienes estarán compuestos tanto de Judíos como de Gentiles).
11 Y entró el rey (Dios el Padre) para ver los convidados (era la costumbre que el anfitrión llegara a ver a sus huéspedes después de reunirse), y vio allí un hombre no vestido de boda (la ropa de boda provista por el rey, que era la costumbre de aquel entonces):
12 Y le dijo, Amigo (utilizado de una manera negativa), ¿cómo entraste aquí no teniendo vestido de boda? (usted está vestido en su propia ropa, que es la auto-justificación, y ha rechazado mi ropa, la cual es la Justicia de Cristo.) Mas él cerró la boca (este hombre consideraba que su propia ropa de la auto-justicia era suficiente buena para la fiesta; y que le ajustaba bien hasta que entró el rey y entonces fue descubierto y echado fuera).
13 Entonces el rey (Dios el Padre) dijo a los que servían (Ángeles, en este caso), Atado de pies y de manos, tomadle (también se refiere a los Verdaderos Predicadores que proclaman la Salvación a los Buscadores de Cristo, y condenación a los que son Rechazadores de Cristo), y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes (el Infierno es el resultado final de toda auto-justicia).
14 Porque muchos son llamados (incluye al mundo entero, que son muchos ・\ y llamados por Dios), y pocos escogidos (pocos responden a favor del llamado).
EL DINERO TRIBUTO
PARA CÉSAR
15 Entonces, idos los Fariseos (los hipócritas que se auto-justificaban, a quienes Cristo se dirigía), consultaron (con los Herodianos y Saduceos) cómo Le tomarían en alguna palabra (atraparlo así para que pudieran arrestarlo; ¡cuán insensatos eran!).
16 Y envían a Él los discípulos de ellos (discípulos de los Fariseos), con los Herodianos (los que afirmaron que Herodes era el Mesías), diciendo, Maestro (instructor), sabemos que eres amador de la verdad, y que enseñas con verdad el Camino de Dios, y que no te importa lo que digan los demás: porque no tienes acepción de persona de hombres (los halagos, los cuales no creyeron en absoluto, pero era parte de su trampa ingeniosa según ellos creían; era absurdo intentar igualarlo a los genios con Él, pero en su estupidez seguían intentándolo).
17 Dinos pues, ¿qué te parece? ¿Es lícito (la Ley de Moisés) dar tributo (pagar impuestos) a César, o no? (Esta pregunta rugía en Israel en aquel entonces. En su pensamiento, cualquier modo que Él contestara Lo atraparía. Si Él hubiera dicho que no era legal, esto Lo habría puesto en oposición con el gobierno Romano. Si Él hubiera dicho que era legal, Él habría negado Su afirmación de ser el Mesías, el Rey de Israel.)
18 Mas Jesús entendida la malicia de ellos (corresponde a la hipocresía que incitó la pregunta de ellos), les dice, ¿Por qué Me tentáis (Él vio a través de su astucia), hipócritas? (Él les echó esto en cara.)
19 Mostradme la moneda (el tipo de moneda usada para pagar el impuesto) del tributo. Y ellos Le presentaron un denario (la moneda).
20 Entonces les dijo, ¿De quién es esta figura, y lo que está encima escrito? (Era probablemente la imagen de Tiberio en la moneda.)
21 Le dijeron, De César. Y Él les dijo, Pagad pues a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios (el gobierno legal se reconoce aquí, y el apoyo para el gobierno se aprueba; si está hecho correctamente, el apoyo para el gobierno y el apoyo para Dios no estarán en conflicto).
22 Y oyendo esto (en esta declaración corta, una esfera nueva de gobierno fue introducida, las dos esferas de la Iglesia y del Estado deben ser distintas y no unidas), se maravillaron (fueron dejados mudos), y dejándole se fueron (fueron silenciados, pero sus corazones malvados no fueron cambiados).
LA RESURRECCIÓN
23 Aquel día llegaron a Él los Saduceos (el tercer partido en Israel que intentó acecharle trampas), que dicen no haber Resurrección (no creyeron en una vida futura del alma, ni la Resurrección del cuerpo), y Le preguntaron,
24 Diciendo, Maestro (instructor), Moisés dijo (estudiaron la Biblia, pero no para que ella moldeara sus vidas), Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y despertará simiente a su hermano ([Deut. 25:5-10] estaba solamente bajo el Antiguo Convenio, y no fue traspasado al Nuevo Convenio).
25 Fueron pues, entre nosotros siete hermanos (un caso hipotético): y el primero tomó mujer, y murió (falleció), y no teniendo simiente (no tuvo hijo alguno), dejó su mujer a su hermano.
26 De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo.
27 Y después de todos murió también la mujer.
28 En la Resurrección pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer? porque todos la tuvieron (ya sueltan su trampa).
29 Entonces respondiendo Jesús les dijo (lo que parecía no tener respuesta a otros, era sencillo para Él), Erráis, ignorando Las Escrituras (de nuevo, Él los lleva a la Palabra de Dios), y el poder de Dios (describe la negación por los Saduceos de lo supernatural).
30 Porque en la Resurrección (esto proclama por Cristo la validez de la Doctrina de la Resurrección), ni los hombres (todos los que son salvados) tomarán mujeres, ni las mujeres marido; mas son como los Ángeles de Dios en el Cielo (no mueren; también, Cristo proclama la existencia de los Ángeles, los cuales los Saduceos también negaban).
31 Y de la Resurrección de los muertos (garantiza su Resurrección y también, la vida después de la muerte), ¿no habéis leído lo que os es dicho por Dios, que dice (Éx. 3:6, 16),
32 Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de  muertos, sino de vivos (demuestra la falacia del gran Plan de Dios que está edificado y afirmado sobre lo que es inexistente; el Señor está diciendo que estos hombres de los cuales Él habló y todos los otros que habían muerto en la Fe estaban entonces vivos, y estarán vivos para siempre; en esto, Cristo enseña la inmortalidad del alma y que Dios es el Dios de todas las almas difuntas; también, la gran inversión que Cristo haría en la Cruz, no debía ser definitivamente hecha para todos los Santos muertos quienes no tendrán existencia alguna).
33 Y oyendo esto las multitudes, estaban atónitas de Su Doctrina (en la simplicidad de lo que Él dijo referente a la Resurrección, usando ejemplos de la Palabra de Dios).
EL GRAN MANDAMIENTO
34 Entonces los Fariseos, oyendo que había cerrado la boca a los Saduceos, se juntaron a una (normalmente se odiaban).
35 Y preguntó uno de ellos, intérprete de la Ley (Escriba), tentándole y diciendo,
36 Maestro (instructor), ¿cuál es el gran Mandamiento en la Ley? (La Ley de Moisés.)
37 Y Jesús le dijo, Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente (éste es el fundamento de toda la Ley, y también, se aplica al presente Día de la Gracia).
38 Este es el primero y el grande Mandamiento (el Amor de Dios debe ser ・primero・ antes que cualquier otra cosa pueda ser afirmada).
39 Y el segundo es semejante a éste, Amarás a tu prójimo como a ti mismo (tal como ama a su vecino, en consecuencia, así ama a Dios).
40 De estos dos Mandamientos depende toda la Ley y los Profetas (incluye el Nuevo Testamento, ¡también!).
EL HIJO DE DAVID
41 Y estando juntos los Fariseos (se refiere a Jesús que habla a la gran muchedumbre en el Templo, la cual contenía muchos Fariseos), Jesús les preguntó (tiene que ver con la pregunta más importante que jamás se haya hecho, porque pertenece a la Persona de Cristo, el Mesías),
42 Diciendo, ¿Qué os parece del Cristo? (¿Cuáles eran sus pensamientos referente al Mesías?) ¿De quién es Hijo? (Él ahora los llevará cara a cara con su identidad.) Le dijeron, El Hijo de David (es la respuesta correcta conforme a II Samuel, cap. 7).
43 Él les dice, ¿Pues cómo David en espíritu Le llama Señor, diciendo (el Mesías era Hijo de David ・\ en su linaje ・\ y también, el Señor de David; fue revelado a David por el Espíritu Santo, y reconcilia la Humanidad y la Deidad de Cristo),
44 Dijo el SEÑOR a mi Señor ([Sal. 110:1] se refiere a Dios el Padre que habla a Dios el Hijo), Siéntate a Mi Diestra (se refiere a Cristo siendo exaltado a la posición más alta del Cielo, lo cual siguió inmediatamente después de la Ascensión [Fil. 2:9-11]), entre tanto que pongo Tus enemigos por estrado de Tus Pies? (Se refiere a todos los enemigos que serán aplastados durante el Milenio y al final [I Cor. 15:24-28; Ef. 1:10].)
45 Pues si David Le llama Señor, ¿cómo es su Hijo? (Él es Señor de David porque Él es Dios; Él es Hijo de David porque Él se hizo hombre por medio de María de la Casa de David [Luc. 1:34-35; 3:23-38] esta sola pregunta les presenta la Verdad de Su Encarnación ・\ Dios que se hizo hombre.)
46 Y nadie Le podía responder palabra (no podrían refutar Su argumento); ni osó alguno desde aquel día preguntarle más (demuestra el hecho de que Su inteligencia Espiritual y de Las Escrituras excedía más allá de cualquier cosa que ellos jamás habían visto o conocido).

Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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29 August 2018

El 29 de agosto Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre
SonLifeTV.com/español
Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Montañas Santa Rita - Arizona

El 29 de agosto Lectura Bíblica Diaria:

Ezras 6 a 8:

Entonces el rey Darío ordenó que se investigara en los archivos donde se guardaban los tesoros de Babilonia. Y en el palacio de Ecbatana, en la provincia de Media, se encontró un rollo que contenía la siguiente memoria: En el primer año de su reinado, el rey Ciro promulgó el siguiente edicto respecto al templo de Dios en Jerusalén: Que se echen los cimientos y se reconstruya el templo, para que en él se ofrezcan holocaustos. Tendrá veintisiete metros tanto de alto como de ancho, tres hileras de piedras grandes, y una de madera. Todos los gastos serán sufragados por el tesoro real. Con respecto a los utensilios de oro y de plata que Nabucodonosor sacó del templo de Jerusalén y llevó a Babilonia, que los devuelvan a Jerusalén, y que se pongan en el templo de Dios, donde deben estar. Entonces el rey Darío dio la siguiente orden a Tatenay, gobernador de la provincia al oeste del río Éufrates, y a Setar Bosnay y a sus compañeros, los funcionarios de dicha provincia: Aléjense de Jerusalén y no estorben la obra de reconstrucción del templo de Dios. Dejen que el gobernador de la provincia de Judá y los *dirigentes judíos reconstruyan el templo en su antiguo sitio. También he decidido que ustedes deben prestarles ayuda, sufragando los gastos de la reconstrucción del templo con los impuestos que la provincia al oeste del río Éufrates paga al tesoro real. No se tarden en pagar todos los gastos, para que no se interrumpan las obras. Además, todos los días, sin falta, deberán suministrarles becerros, carneros y corderos para ofrecerlos en holocausto al Dios del cielo, junto con trigo, sal, vino y aceite, y todo lo que necesiten, según las instrucciones de los sacerdotes que están en Jerusalén. Así podrán ellos ofrecer sacrificios gratos al Dios del cielo y rogar por la vida del rey y de sus hijos. He determinado así mismo que, a quien desobedezca esta orden, lo empalen en una viga sacada de su propia casa, y que le derrumben la casa. ¡Que el Dios que decidió habitar en Jerusalén derribe a cualquier rey o nación que intente modificar este decreto o destruir ese templo de Dios! Yo, Darío, promulgo este decreto. Publíquese y cúmplase al pie de la letra. Entonces Tatenay, gobernador de la provincia al oeste del río Éufrates, y Setar Bosnay y sus compañeros cumplieron al pie de la letra lo que el rey Darío les había ordenado. Así los *dirigentes judíos pudieron continuar y terminar la obra de reconstrucción, conforme a la palabra de los profetas Hageo y Zacarías hijo de Idó. Terminaron, pues, la obra de reconstrucción, según el mandato del Dios de Israel y por decreto de Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia. La reconstrucción del templo se terminó el día tres del mes de adar, en el año sexto del reinado de Darío. Entonces los israelitas es decir, los sacerdotes, los levitas y los demás que regresaron del cautiverio, llenos de júbilo dedicaron el templo de Dios. Como ofrenda de dedicación, ofrecieron a Dios cien becerros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos y doce chivos, conforme al número de las tribus de Israel, para expiación por el pecado del pueblo. Luego, según lo que está escrito en el libro de Moisés, instalaron a los sacerdotes en sus turnos y a los levitas en sus funciones, para el culto que se ofrece a Dios en Jerusalén. Los que regresaron del cautiverio celebraron la Pascua el día catorce del mes primero. Los sacerdotes y levitas se habían unido para purificarse y, ya estando ritualmente limpios, mataron el cordero pascual por todos los que habían regresado del cautiverio, por sus compañeros los sacerdotes y por ellos mismos. Los israelitas que regresaron del cautiverio comieron la Pascua junto con los que se habían apartado de la impureza de sus vecinos para seguir al Señor, Dios de Israel. Durante siete días celebraron con mucho gozo la fiesta de los Panes sin levadura, porque el Señor les había devuelto la alegría y había hecho que el rey de Persia los ayudara y permitiera reconstruir el templo del Dios de Israel. Durante el reinado de Artajerjes, rey de Persia, vivió un hombre llamado Esdras hijo de Seraías, que era descendiente en línea directa de Azarías, Jilquías, Salún, Sadoc, Ajitob, Amarías, Azarías, Merayot, Zeraías, Uzi, Buquí, Abisúa, Finés, Eleazar y Aarón, que fue el primer sacerdote. Este Esdras llegó de Babilonia. Era un maestro muy versado en la ley que el Señor, Dios de Israel, le había dado a Moisés. Gozaba de la simpatía del rey, y el Señor su Dios estaba con él. Con Esdras regresaron a Jerusalén algunos israelitas, entre los cuales había sacerdotes, levitas, cantores, porteros y servidores del templo. Esto sucedió en el séptimo año del reinado de Artajerjes. Así que Esdras llegó a Jerusalén en el mes quinto del séptimo año del reinado de Artajerjes. Había salido de Babilonia el día primero del mes primero, y llegó a Jerusalén el día primero del mes quinto, porque la mano bondadosa de Dios estaba con él. Esdras se había dedicado por completo a estudiar la ley del Señor, a ponerla en práctica y a enseñar sus preceptos y normas a los israelitas. El rey Artajerjes le entregó la siguiente carta a Esdras, quien era sacerdote y maestro de los mandamientos y preceptos que el Señor le dio a Israel: Artajerjes, rey de reyes, a Esdras, sacerdote y maestro versado en la ley del Dios del cielo: Saludos. He dispuesto que todos los israelitas que quieran ir contigo a Jerusalén puedan hacerlo, incluyendo a los sacerdotes y levitas. El rey y sus siete consejeros te mandan a investigar la situación de Jerusalén y de Judá, conforme a la ley de tu Dios que se te ha confiado. Lleva el oro y la plata que el rey y sus consejeros han ofrecido voluntariamente al Dios de Israel, que habita en Jerusalén. También lleva contigo toda la plata y el oro que obtengas de la provincia de Babilonia, junto con los donativos del pueblo y de los sacerdotes para el templo de su Dios en Jerusalén. Con ese dinero compra, sin falta, becerros, carneros y corderos, con sus respectivas ofrendas de cereales y de vino, para ofrecerlos en el altar del templo del Dios de ustedes en Jerusalén. Con el resto de la plata y del oro tú y tus compañeros podrán hacer lo que les parezca mejor, de acuerdo con la voluntad del Dios de ustedes. Pero deposita en el templo los utensilios sagrados que se te han entregado para rendir culto a tu Dios en Jerusalén. Cualquier otro gasto que sea necesario para el templo de tu Dios, se cubrirá del tesoro real. Ahora bien, yo, el rey Artajerjes, les ordeno a todos los tesoreros que están al oeste del río Éufrates, que entreguen de inmediato todo cuanto solicite Esdras, sacerdote y maestro versado en la ley del Dios del cielo. Pueden darle hasta tres mil trescientos kilos de plata, veintidós mil litros de trigo, dos mil doscientos litros de vino, dos mil doscientos litros de aceite y toda la sal que se requiera. Todo lo que ha ordenado el Dios del cielo para su templo, háganlo de inmediato, de modo que no se descargue su ira contra el dominio del rey y su familia. También les ordeno que exoneren de impuestos a los sacerdotes, levitas, cantores, porteros y servidores del templo de Dios. Por cuanto tú, Esdras, posees la sabiduría de Dios, serás el encargado de nombrar funcionarios y jueces para que juzguen a los habitantes de la provincia al oeste del río Éufrates, es decir, a todos los que conocen la ley de Dios. Pero a quienes no la conozcan, enséñasela. Si alguien desobedece la ley de tu Dios y las órdenes del rey, haz que se le castigue de inmediato con la pena de muerte, el destierro, la confiscación de bienes o la cárcel. "Bendito sea el Señor, Dios de nuestros antepasados, que puso en el corazón del rey el propósito de honrar el templo del Señor en Jerusalén. Por su infinito amor, él me ha permitido recibir el favor del rey, de sus consejeros y de todos sus funcionarios más importantes. Y porque Dios estaba conmigo, cobré ánimo y reuní a los jefes de Israel para que me acompañaran a Jerusalén." Según los registros genealógicos, ésta es la lista de los jefes de familia que durante el reinado de Artajerjes regresaron conmigo de Babilonia: de los descendientes de Finés: Guersón; de Itamar: Daniel; de David: Jatús, que era de la familia de Secanías; de Parós: Zacarías y ciento cincuenta hombres que se registraron con él; de Pajat Moab: Elihoenay hijo de Zeraías y doscientos hombres más; de Secanías: el hijo de Jahaziel y trescientos hombres más; de Adín: Ébed hijo de Jonatán y cincuenta hombres más; de Elam: Isaías hijo de Atalías y setenta hombres más; de Sefatías: Zebadías hijo de Micael y ochenta hombres más; de Joab: Abdías hijo de Jehiel y doscientos dieciocho hombres más; de Selomit: el hijo de Josifías y ciento sesenta hombres más; de Bebay: Zacarías hijo de Bebay y veintiocho hombres más; de Azgad: Johanán hijo de Hacatán y ciento diez hombres más; de Adonicán: Elifelet, Jeyel y Semaías, los últimos de esta familia, con los cuales se registraron sesenta hombres más; de Bigvay: Utay, Zabud y setenta hombres más. A estos jefes de familia los reuní junto al arroyo que corre hacia el río Ahava, y allí estuvimos acampados tres días. Cuando pasé revista a todo el pueblo y a los sacerdotes, no encontré a ningún descendiente de Leví. Entonces mandé llamar a Eliezer, Ariel, Semaías, Elnatán, Jarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulán, que eran jefes del pueblo, y también a Joyarib y Elnatán, que eran maestros, y los envié a Idó, que era el jefe de Casifia. Les encargué que les pidieran a Idó y a sus compañeros, quienes estaban al frente de Casifiá, que nos proveyeran servidores para el templo de nuestro Dios. Y como Dios estaba con nosotros, nos enviaron a un israelita muy capacitado llamado Serebías hijo de Majlí, descendiente de Leví. Con él vinieron sus hijos y sus hermanos, dieciocho personas en total. También nos enviaron a Jasabías y a Isaías, descendientes de Merari, junto con sus hijos y hermanos, veinte personas en total. Además, del grupo que David y sus oficiales habían asignado para que ayudaran a los levitas, nos enviaron doscientos veinte servidores, los cuales fueron registrados por su nombre. Luego, estando cerca del río Ahava, proclamé un ayuno para que nos humilláramos ante nuestro Dios y le pidiéramos que nos acompañara durante el camino, a nosotros, a nuestros hijos y nuestras posesiones. En realidad, sentí vergüenza de pedirle al rey que nos enviara un   pelotón de caballería para que nos protegiera de los enemigos, ya que le habíamos dicho al rey que la mano de Dios protege a todos los que confían en él, pero que Dios descarga su poder y su ira contra quienes lo abandonan. Así que ayunamos y oramos a nuestro Dios pidiéndole su protección, y él nos escuchó. Después aparté a doce jefes de los sacerdotes: Serebías, Jasabías y diez de sus parientes. En presencia de ellos pesé el oro, los utensilios sagrados y las ofrendas que el rey, sus consejeros, sus funcionarios más importantes y todos los israelitas allí presentes habían entregado para el templo de Dios. Lo que pesé fue lo siguiente: veintiún mil cuatrocientos cincuenta kilos de plata, utensilios de plata que pesaban tres mil trescientos kilos, tres mil trescientos kilos de oro, veinte tazas de oro que pesaban ocho kilos, y dos recipientes de bronce bruñido de la mejor calidad, tan preciosos como el oro. Luego les dije: Ustedes y los utensilios han sido consagrados al Señor. La plata y el oro son una ofrenda voluntaria para el Señor, Dios de nuestros antepasados. Vigílenlos y guárdenlos hasta que los pesen en los aposentos del templo del Señor en Jerusalén, en   presencia de los principales sacerdotes, de los levitas y de los jefes de familia del pueblo de Israel." Así que los sacerdotes y levitas recibieron la plata, el oro y los utensilios que fueron pesados para llevarlos al templo de nuestro Dios en Jerusalén. El día doce del mes primero partimos del río Ahava para ir a Jerusalén. Durante todo el trayecto Dios nos acompañó y nos libró de enemigos y asaltantes. Al llegar a Jerusalén nos quedamos descansando tres días. Al cuarto día pesamos la plata, el oro y los utensilios en el templo de nuestro Dios, y entregamos todo al sacerdote Meremot hijo de Urías. Eleazar hijo de Finés estaba allí con él, lo mismo que los levitas Jozabad hijo de Jesúa, y Noadías hijo de Binuy. Ese día pesamos y contamos todo, y registramos el peso total. Luego, en honor del Señor, Dios de Israel, los que habían regresado del cautiverio ofrecieron, en holocausto y como ofrenda de expiación por todo el pueblo, doce novillos, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos y doce chivos. Y se les  entregaron los decretos del rey a los sátrapas del reino y a los gobernadores de la provincia al oeste del río Éufrates, los cuales prestaron todo su apoyo al pueblo y al templo de Dios.
Salmo 109:  

Oh Dios, alabanza mía, no guardes silencio. Pues gente impía y mentirosa ha declarado en mi contra, y con lengua engañosa me difaman; con expresiones de odio me acosan, y sin razón alguna me atacan. Mi amor me lo pagan con calumnias, mientras yo me encomiendo a Dios. Mi bondad la pagan con maldad; en vez de amarme, me aborrecen. Pon en su contra a un malvado; que a su derecha esté su acusador. Que resulte culpable al ser juzgado, y que sus propias oraciones lo condenen. Que se acorten sus días, y que otro se haga cargo de su oficio. Que se queden huérfanos sus hijos; que se quede viuda su esposa. Que anden sus hijos vagando y mendigando; que anden rebuscando entre las ruinas. Que sus acreedores se apoderen de sus bienes; que gente extraña saquee sus posesiones. Que nadie le extienda su bondad; que nadie se compadezca de sus huérfanos. Que sea exterminada su descendencia; que desaparezca su nombre en la próxima generación. Que recuerde el Señor la iniquidad de su padre, y no se olvide del pecado de su madre. Que no les quite el Señor la vista de encima, y que borre de la tierra su memoria. Por cuanto se olvidó de hacer el bien, y persiguió hasta la muerte a pobres, afligidos y menesterosos, y porque le encantaba maldecir, ¡que caiga sobre él la maldición! Por cuanto no se complacía en bendecir, ¡que se aleje de él la bendición! Por cuanto se cubrió de maldición como quien se pone un vestido, ¡que ésta se filtre en su cuerpo como el agua!, ¡que penetre en sus huesos como el aceite! ¡Que lo envuelva como un manto! ¡Que lo apriete en todo tiempo como un cinto! ¡Que así les pague el Señor a mis acusadores, a los que me calumnian! Pero tú, Señor Soberano, trátame bien por causa de tu nombre; líbrame por tu bondad y gran amor. Ciertamente soy pobre y estoy necesitado; profundamente herido está mi corazón. Me voy desvaneciendo como sombra vespertina; se desprenden de mí como de una langosta. De tanto ayunar me tiemblan las rodillas; la piel se me pega a los huesos. Soy para ellos motivo de burla; me ven, y menean la cabeza. Señor, mi Dios, ¡ayúdame!; por tu gran amor, ¡sálvame! Que sepan que ésta es tu mano; que tú mismo, Señor, lo has hecho. ¿Qué importa que ellos me maldigan? ¡Bendíceme tú! Pueden atacarme, pero quedarán avergonzados; en cambio, este siervo tuyo se alegrará. ¡Queden mis acusadores cubiertos de deshonra, envueltos en un manto de vergüenza! Por mi parte, daré muchas gracias al Señor; lo alabaré entre una gran muchedumbre. Porque él defiende al necesitado, para salvarlo de quienes lo condenan.


Proverbios 9:
La sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares. Preparó un banquete, mezcló su vino y tendió la mesa. Envió a sus doncellas, y ahora clama desde lo más alto de la ciudad. "¡Vengan conmigo los inexpertos! dice a los faltos de juicio. Vengan, disfruten de mi pan y beban del vino que he mezclado. Dejen su insensatez, y vivirán; andarán por el camino del discernimiento. "El que corrige al burlón se gana que lo insulten; el que reprende al malvado se gana su desprecio. No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará. Instruye al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber. "El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; conocer al Santo es tener discernimiento. Por mí aumentarán tus días; muchos años de vida te serán añadidos. Si eres sabio, tu premio será tu sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás." La mujer necia es escandalosa, frívola y desvergonzada. Se sienta a las puertas de su casa, sienta sus reales en lo más alto de la ciudad, y llama a los que van por el camino, a los que no se apartan de su senda. "¡Vengan conmigo, inexpertos! dice a los faltos de juicio. ¡Las aguas robadas saben a gloria! ¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!" Pero éstos ignoran que allí está la muerte, que sus invitados caen al fondo de la fosa.


El Libro de Mateo Capítulo 21 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO

CAPÍTULO 21
(33 d.C.)
LA ENTRADA TRIUNFAL EN JERUSALÉN

Y CUANDO se acercaron a Jerusalén (los últimos seis días de la vida terrenal del Señor comenzaron aquí), y vinieron a Betfagé (muy cerca de Jerusalén), al Monte de los Olivos, entonces Jesús envió dos Discípulos (la tradición dice que eran Pedro y Juan),
2 Diciéndoles, Id a la aldea que está delante de vosotros (refiere probablemente a Betfagé), y luego (inmediatamente) hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos.
3 Y si alguno os dijere algo (cualquier cosa), decid: El Señor los necesita. Y luego (inmediatamente) se los enviará.
4 Y todo esto fue hecho, para que se cumpliese lo que fue dicho por el Profeta, que dijo,
5 Decid a la hija de Sión, He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna, y sobre un pollino, hijo de animal de yugo (Zac. 9:9).
6 Y los Discípulos fueron, e hicieron como Jesús les había mandado,
7 Y trajeron la asna, y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos (una silla de montar si se le puede llamar así); y se sentó sobre ellos (Él montó el potro, en la otra, la yegua, que le seguía ya preparada a montarla otro jinete, sin embargo ausente, que sirvió como símbolo de Israel que rechazó a Cristo).
8 Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino (tiene que ver con los millares que llegaban en Jerusalén a celebrar las tres grandes fiestas, "La Pascua, El Pan Sin Levadura y Los Primeros Frutos"; Cristo cumpliría todas las tres); y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían (esparcidas) por el camino (probablemente se refirió a las hojas de la palma y ramas de olivos).
9 Y las gentes que iban delante, y las que iban detrás (representa a Israel antes de este momento y la Iglesia que vino después), aclamaban, diciendo, ¡Hosanna al Hijo de David! (Era una expresión de la Fiesta de Tabernáculos, pero prematuro.) ¡Bendito El Que viene en el Nombre del Señor! ¡Hosanna en las Alturas! (Todo esto era terminología usada por la gente que Lo reconocía como el Mesías; pero no Lo reconocieron como tal los líderes religiosos de Israel.)
10 Y entrando Él en Jerusalén, toda la ciudad se agitó, diciendo, ¿Quién es Éste? ("Se agitó" se refiere a "temblor" como en la palabra terremoto; millares delante y detrás de Él, cantaban por la ciudad con la gran salutación, "Hosanna en las Alturas.")
11 Y las gentes decían, Éste es Jesús el Profeta de Nazaret de Galilea (Éste es el título que era más comprensible para la gente. En este día, la 69a semana [483 años] de la predicción de Daniel fue cumplida [Dan. 9:27]).
LA LIMPIEZA DEL TEMPLO
12 Y entró Jesús en el Templo de Dios, y echó fuera todos los que vendían y compraban en el Templo, y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas (estaba en el Atrio de los Gentiles; era un incidente distinto de lo narrado en Jn. 2:13; el primero dio inicio a Su Ministerio, este último, Su clausura);
13 Y les dice, Escrito está, Mi Casa, Casa de Oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho una cueva de ladrones (Isa. 56:7).
14 Entonces vinieron a Él ciegos y cojos en el Templo, y Él los sanó (el Cielo condenaba el uso incorrecto del Templo, Él ahora les demostraba el uso correcto).
15 Mas los Principales Sacerdotes y los Escribas, viendo las maravillas que Él hacía, y a los muchachos aclamando en el Templo y diciendo, ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron (la mayoría en la esfera moderna de la Iglesia "se indignan" también, por cualquier demostración del Espíritu Santo),
16 Y Le dijeron, ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dice, Sí: ¿nunca leísteis: De la boca de los niños (niños pequeños) y de los que maman perfeccionaste la alabanza? (La fuerza de los débiles es la alabanza, y la adoración de Cristo es la fuerza [Sal. 8:2].)
LA MALDICIÓN DE LA
HIGUERA INFRUCTUOSA
17 Y dejándolos (los líderes religiosos), se salió fuera de la ciudad (Jerusalén), a Betania (hogar de Lázaro, María y Marta); y Él se alojó allí (probablemente afuera al aire libre; no había lugar para Él cuando Él comenzó su Vida, y ningún lugar para Él al cabo de su Vida).
18 Y por la mañana volviendo a la ciudad (Jerusalén), tuvo hambre (sugiere que Él no pasó la noche con Lázaro, María y Marta, sino al aire libre).
19 Y viendo una higuera cerca del camino, Él vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente (simbólico de Israel; puras hojas y ni una fruta), y le dijo, Nunca más para siempre nazca de ti fruto (durante todo el conjunto del tiempo pasado hasta la actual posición de Israel). Y luego se secó la higuera (comenzó inmediatamente a marchitarse; Israel, desde que rechazó a Cristo, comenzó inmediatamente a marchitarse).
20 Y viendo esto los Discípulos, maravillados, decían, ¡Cómo se secó luego la higuera! (Era el día siguiente. Vieron el milagro, pero no sabían cuál era el propósito del milagro y lo que representaba la enseñanza.)
21 Y respondiendo Jesús les dijo (Él se relaciona a ellos en el nivel suyo, no en el nivel que el milagro fue destinado a expresar), De cierto os digo, Que si tuviereis Fe, y no dudareis, no sólo haréis esto a la higuera, mas si a este monte dijereis, Quítate y échate en el mar; será hecho (terminología simbólica referente al poder de la Fe verdadera; toda Fe debe apoyarse en Cristo y Él Crucificado, significando que su Objeto correcto siempre es la Cruz; la Voluntad de Dios entonces será llevada a cabo y las montañas de dificultades quitadas).
22 Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis ("todas las cosas" según la Voluntad de Dios; "creyendo" pertenece al Objeto correcto de la Fe, lo cual siempre debe ser la Cruz [I Cor. 1:17-18, 23; 2:2]).
JESÚS ESTABLECE
SU AUTORIDAD
23 Y cuando vino al Templo (temprano por la mañana), se llegaron a Él cuando estaba enseñando (interrumpieron su enseñanza), los Principales Sacerdotes y los Ancianos del pueblo (líderes religiosos), diciendo, ¿Con qué autoridad haces esto? ¿y quién Te dio esta autoridad? (Si Él afirmaba que Dios Le dio esta autoridad, esto habría sido una admisión de que Él era el Mesías. Es lo que ellos quisieron que Él hiciera, para acusarlo de blasfemia.)
24 Y respondiendo Jesús les dijo, Yo también os preguntaré una palabra, la cual si Me dijereis, también Yo os diré con qué autoridad hago esto (en efecto, para la pregunta que Él planteará, estará la respuesta).
25 El Bautismo de Juan (de Arrepentimiento), ¿de dónde era? ¿del Cielo, o de los hombres? Ellos entonces pensaron entre sí, diciendo, Si dijéremos, Del Cielo, nos dirá:   ¿Por qué pues no le creísteis? (Juan presentó a Cristo como el Mesías.)
26 Y si dijéremos, De los hombres; tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por Profeta (de cualquier manera que contestaran, los pondría en un dilema; si admitieran que Juan era el precursor predicho de Cristo, entonces estarían obligados a recibir a Jesús como el Mesías).
27 Y respondiendo a Jesús, dijeron, No sabemos (era falso; eran los líderes religiosos de Israel y supuestamente debían reconocer entre el bien y el mal). Y Él también les dijo, Ni yo os digo con qué autoridad hago esto (Jesús demostró que ellos sabían y estaban poco dispuestos a contestar; en efecto, Él dijo, "si ustedes no son sinceros conmigo y la gente, es inútil continuar esta conversación").
LA PARÁBOLA DE
LOS DOS HIJOS
28 Mas ¿qué os parece? (Esta Parábola y la siguiente se dirigen a estos líderes religiosos, así como a la gente.) Un cierto hombre tenía dos hijos; y llegando al primero, le dijo, Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña (un "cierto Hombre" representa al Señor; los "dos hijos" representan a los que no están redimidos, quienes no fingieron en cuanto a la Salvación, mientras que el segundo representó a los Fariseos y a sus seguidores, quienes tuvieron pretensión de religión).
29 Y respondiendo él dijo, No quiero: mas después arrepentido, fue (esto representa al primer hijo, quien al principio no tuvo pretensión de Salvación, pero se arrepintió más tarde).
30 Y llegando al otro, le dijo de la misma manera. Y respondiendo él dijo, Yo, señor, voy: y no fue (representa a los Fariseos y sus seguidores, quienes afirmaban mucho, pero no tenían nada).
31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Ellos respondieron, El primero (indica la única respuesta que podía darse; ellos poco se daban cuenta en su piedad auto-justificadora que la Parábola era dirigida a ellos; eran los que proclamaban su lealtad a Dios y a Su Palabra, pero en realidad, ¡no tenían lealtad alguna!). Jesús les dijo, De cierto os digo, Que los Publicanos y las rameras entran en el Reino de Dios antes que vosotros (Él dijo esto en sus caras y delante de la gente; Él no hubiera podido insultarlos más, los estimaba a un nivel más bajo que los Publicanos, quienes ellos consideraban ser traidores y rameras).
32 Porque vino a vosotros Juan (Juan el Bautista) en camino de Justicia, y no le creísteis (corresponde a los líderes religiosos): mas los Publicanos y las rameras le creyeron: y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle (vieron las vidas cambiadas como resultado del Evangelio de Juan, pero todavía no creerían).
EL HACENDADO MALVADO
33 Oíd otra Parábola: Fue un hacendado (representa a Dios el Padre), el cual plantó una viña (la viña ilustraba el Reino del Cielo, lo cual fue encomendado a Israel), y la cercó de vallado (el Señor lo protegió), y cavó en ella un lagar (establece las Bendiciones), y edificó una torre (representa la posición de los atalayas que debían servir como protectores de la viña), y la dio a renta a labradores (durante el tiempo de Cristo, el hacendado representa a los Escribas y los Fariseos), y se partió lejos (dejó la viña a su cuidado).
34 Y cuando se acercó el tiempo de los frutos (el tiempo en que Israel debía extender el Reino entre otras naciones), envió sus siervos a los labradores (los Profetas fueron enviados a Israel), para que recibiesen sus frutos.
35 Mas los labradores (los líderes religiosos), tomando a los siervos (los Profetas), al uno hirieron, y al otro mataron, y al otro apedrearon (Mat. 23:37).
36 Envió de nuevo, otros siervos (Profetas) más que los primeros: e hicieron con ellos de la misma manera.
37 Y al último les envió su hijo (el Señor Jesucristo), diciendo, Tendrán respeto a mi hijo (esta Parábola también afirma la Doctrina de la Trinidad).
38 Mas los labradores viendo al hijo, dijeron entre sí, Este es el heredero (los líderes religiosos de Israel sabían que Jesús era el Hijo de Dios y, por lo tanto, el Mesías de Israel); venid, matémosle (los líderes religiosos de Israel eran asesinos), y tomemos su heredad (imaginaban que si pudieran destruir a Cristo, pudieran continuar en su posición de la herencia; mataron para que pudieran poseer, pero la matanza fue el camino directo a su propia destrucción).
39 Y echándole mano (lo que ocurriría algunas horas más tarde), Le echaron fuera de la viña (Lo excomulgaron, en efecto, afirmando a Israel que Él era un impostor), y Le mataron (fue hecho solamente después que habían pronunciado sus maldiciones sobre Él, que en sus mentes legalizó su acción horrible del asesinato).
40 Pues cuando viniere el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? (Los líderes religiosos no están absolutamente seguros adónde Jesús va con esto, y por lo tanto, seguirán engañando hasta que se ahorquen ellos mismos.)
41 Le dijeron, A los malos destruirá miserablemente (poco se daban cuenta que este discurso se refería a ellos mismos), y su viña dará a renta a otros labradores (¡Es exactamente lo que sucedió! el Señor rechazó a los Judíos y aceptó a los Gentiles [Hch. 18:6]), que Le paguen el fruto a sus tiempos (de una manera u otra, la Iglesia ha   hecho esto).
42 Les dijo Jesús, ¿Nunca leísteis en Las Escrituras (Jesús los dirige a la Palabra de Dios): La Piedra (Cristo) que desecharon los que edificaban (Israel rechazó a Cristo [Sal. 118:22-23]), Ésta se ha convertido en Piedra Angular (todo giraba en torno a Cristo): esto fue hecho por el Señor (el Plan de Dios), y es cosa maravillosa en nuestros ojos? (En los ojos de los que aceptan a Cristo.)
43 Por tanto os digo, Que el Reino de Dios será quitado de vosotros (quitado de los líderes religiosos y del pueblo de Israel, lo que sucedió en el año 70 d.C., cuando Tito, el General Romano, destruyó Jerusalén; en "salvar sus vidas las perdieron" [Mat. 16:25]), y será dado a gente que haga los frutos de él (se refiere a los Gentiles, del cual consiste la mayoría de la Iglesia, quienes tomaron el lugar de los Judíos en el Plan de Dios [Hch. 13:46-49; 15:13-18; Rom. 10:19; 11:26]).
44 Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado (se refiere al Juicio y no a las Bendiciones, como algunos afirman): y sobre quien ella cayere, le desmenuzará (describe a los que se colocan en oposición activa a Cristo y a Su Reino; al final serán destruidos, y sin esperanza de recuperación alguna, que incluye cada religión del mundo).
45 Y oyendo los Principales Sacerdotes y los Fariseos Sus Parábolas, entendieron que hablaba de ellos (se refiere a los mismos líderes religiosos principales, quienes le habían transmitido a ellos lo que Jesús había dicho).
46 Y cuando procuraron prenderle (proclama la maldad de sus corazones malvados), temieron al pueblo (su único impedimento), porque ellos Le tenían por Profeta (el último "ellos" habla de la multitud, y no de los Fariseos y los Principales Sacerdotes, etc.). 




Primera Corintios Capítulo 13: 

Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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