Mensaje de la Cruz - Capítulo 4
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El 30 de diciembre Lectura Bíblica Diaria:
Génesis 30 a 32:
CAPÍTULO 30
(1745 a.C.)
BILHÁ
1 Y VIENDO Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero (Raquel
tipifica a Israel; Lea, a la Iglesia; Raquel es amada primero, pero no
poseída – triste y estéril; Lea, bendecida con hijos y triunfante;
Pablo, en cierto sentido, lo aborda en Gálatas 4:27; Raquel culpa a
Jacob, pero la culpa no es de Jacob, sino de ella; en lugar de buscar a
Jacob, debiera haber buscado al SEÑOR).
2 Y Jacob se enojaba con Raquel, y decía: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre? (Jacob guía a Raquel al SEÑOR.)
3 Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilhá; entra a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella (todo esto muestra muy poca Fe en Dios; mientras tanto parece que Raquel como Lea entienden algo del significado
de engendrar hijos, su comprensión fue solamente parcial, porque hace
entender que ellas caminaban más por la vista que por la Fe).
4 Así le dio a Bilhá su sierva por mujer; y Jacob entró a ella (esta
era la costumbre en aquella época; el hijo que Bilhá tendría sería
considerado como de Raquel, pero sólo en cierto sentido; el Espíritu
Santo claramente proclama a la verdadera madre).
LOS HIJOS DE JACOB
5 Y concibió Bilhá, y dio a luz un hijo a Jacob. (Con
respecto a esto, Calvino dice, «Por lo tanto, muy a menudo Dios intenta
vencer la maldad del hombre por medio de la bondad, y persigue al
indigno con Su Gracia».)
6 Y dijo Raquel: Me juzgó Dios, y también oyó mi voz, y me dio un hijo. Por tanto llamó su nombre Dan. (El
nombre significa «juzgar». Sea que Jacob lo comprendiera o no, es
incierto; sin embargo, él debe tener 13 hijos para fundar la Nación de
Israel. Doce serían de parte de las tribus regulares, mientras uno sería
de la Tribu Sacerdotal. Pero, como siempre, aun como aquí, la carne se
mezcla con la fe.)
7 Y concibió otra vez Bilhá, la sierva de Raquel, y dio a luz el hijo segundo a Jacob.
8 Y dijo Raquel: Con luchas de Dios he contendido con mi hermana, y he vencido. Y llamó su nombre Neftalí (su nombre significa «luchar»).
9 Y viendo Lea que había dejado de dar a luz, tomó a Zilpá su sierva, y la dio a Jacob por mujer (recurre a la carne).
10 Y Zilpá sierva de Lea dio a luz un hijo a Jacob.
11 Y dijo Lea: Vino la buena ventura. Y llamó su nombre Gad (Gad significa «buena fortuna»).
12 Y Zilpá, la sierva de Lea, dio a luz otro hijo a Jacob.
13 Y dijo Lea: Para dicha mía; porque las mujeres me dirán dichosa; y llamó su nombre Aser (significa «feliz»).
14 Y fue Rubén en tiempo de la siega del trigo, y halló mandrágoras en
el campo, y las trajo a Lea su madre; Y dijo Raquel a Lea: Te ruego que
me des de las mandrágoras de tu hijo. (Estos
Pasajes presentan un cuadro perfecto de la oración mezclada con
superstición. Según la superstición Oriental, las mandrágoras poseían la
virtud de incrementar la fecundidad. Era una fruta similar en
apariencia a la manzana.)
15
Y ella respondió: ¿Es poco que hayas tomado mi marido, sino que
también te has de llevar las mandrágoras de mi hijo? Y dijo Raquel:
Pues dormirá contigo esta noche por las mandrágoras de tu hijo (Raquel hizo un trato con Lea).
16 Y cuando Jacob volvía del campo a la tarde, salió Lea a él, y le
dijo: A mí has de entrar, porque a la verdad te he alquilado por las
mandrágoras de mi hijo. Y él durmió con ella aquella noche.
17 Y oyó Dios a Lea; y concibió, y dio a luz el quinto hijo a Jacob. (Por
este Versículo, sabemos que Lea buscaba al SEÑOR respecto a concebir
otro hijo, y lo obtuvo. El SEÑOR oyó y contestó su oración, a pesar de
que se involucró superstición sobre las mandrágoras. Muy a menudo el
SEÑOR tiene que pasar por alto muchas cosas cuando contesta la oración
para todos nosotros.)
18 Y dijo Lea: Dios me ha dado mi recompensa, por cuanto di mi sierva a mi marido, y por eso ella llamó a su hijo Isacar (significa, «recompensa»).
19 Y concibió Lea y dio a luz el sexto hijo a Jacob.
20 Y dijo Lea: Dios me ha dado una buena dote; ahora morará conmigo mi
marido, porque le he dado a luz seis hijos; y llamó su nombre Zabulón. (Significa
«morada.» Por lo tanto, en los seis hijos de Lea, tenemos la totalidad
del Plan de Dios. Un «hijo» es nacido; él «oye» el Evangelio; él está
«unido» a Cristo él «alaba» al SEÑOR; él es «recompensado»; y él
«morará» con el SEÑOR para siempre.)
21 Y después dio a luz una hija, y llamó su nombre Dina.
JOSÉ
22 Y se acordó Dios de Raquel (el
SEÑOR demostró que la creencia de las mandrágoras era inútil para
quitar la esterilidad pues Raquel continuó estéril al menos dos años más
después de usar este supuesto remedio, y al concebir Lea sin ayuda de
lo mismo. Por todo esto debemos aprender cómo el SEÑOR tiene control en
todas las cosas; pero es tan fácil para cualquiera de nosotros recurrir
a la carne), y la oyó Dios, y abrió su matriz (parece que Raquel por fin recurrió estrictamente al SEÑOR).
23 Y concibió y dio a luz un hijo, y dijo: Dios ha quitado mi afrenta (Sólo Dios puede quitar la afrenta);
24 Y llamó su nombre José, diciendo: Añádame el SEÑOR otro hijo. (José
significa «añadidura». Por lo tanto, Raquel profetiza que el SEÑOR le
dará otro hijo. Además, todos estos hijos son Tipo de Cristo. Rubén:
Jesús es el «Hijo» de Dios. Simeón: a través de Jesús «escuchamos» a
Dios. Leví: a través de Jesús somos «unidos» al Padre. Judá: a través de
Jesús, Dios acepta nuestras «alabanzas». Dan: Jesús ha tomado el
«juicio» que merecemos. Neftalí: Jesús ha «luchado» con el poder de las
tinieblas, todo a favor nuestro, y ha derrotado al enemigo. Gad: Jesús
es la «tropa» Quien ha luchado a nuestro favor, y nos ha traído «buena
fortuna». Aser: Jesús nos ha hecho «felices». Isacar: Jesús es nuestra
«recompensa». Zabulón: Jesús ha hecho posible para que todos los
Creyentes «moren» en la Casa del SEÑOR para siempre. José: Jesús ha
«agregado» a todos los Creyentes al Reino. Benjamín: Jesús es la
«diestra fuerte» del padre, y se sienta con Él en Lugares Celestiales. Y
como Él, también nosotros [Ef. 2:6]. Manasés y Efraín son nacidos de
José. No habrá una tribu con el nombre José, sus dos hijos toman su
lugar, que hace el total de las 13 tribus necesarias.)
SALARIOS
25 Y aconteció, cuando Raquel hubo dado a luz a José, que Jacob dijo a Labán: Envíame, e iré a mi lugar, y a mi tierra.
26 Dame mis mujeres y mis hijos, por las cuales he servido contigo, y
déjame ir; pues tú sabes los servicios que te he hecho. (La
frase, «Por las cuales he servido contigo, y déjame ir,» prueba que
tanto Lea como Raquel fueron inmediatamente sus esposas y luego él
sirvió catorce años por ellas.)
27 Y Labán le respondió: Halle yo ahora gracia en tus ojos, y quédate;
he experimentado que el SEÑOR me ha bendecido por tu causa. (Realmente
Labán no sirvió al SEÑOR; sin embargo, sabía que Jehová era real, y que
efectivamente las Bendiciones de Dios estaban sobre Jacob. Por lo
tanto, únicamente por los beneficios materiales, él desea que el
Patriarca se quede con él cuanto sea posible. Debemos aprender una
lección de todo esto que las Bendiciones del SEÑOR sobre cualquier
individuo también alcanzan a los que están alrededor de tal persona.)
28 Y (Labán) dijo: Señálame tu salario, que yo lo daré.
29 Y él (Jacob) respondió (a Labán): Tú sabes cómo te he servido, y cómo ha estado tu ganado conmigo.
30 Porque poco tenías antes de mi venida, y ha crecido en gran número; y
el SEÑOR te ha bendecido con mi llegada; y ahora ¿cuándo he de trabajar
también por mi propia casa?
31 Y él (Labán) dijo: ¿Qué te daré? Y respondió Jacob : No me des nada; si hicieres por mí esto, volveré a apacentar tus ovejas.
32 Yo pasaré hoy por todas tus ovejas, poniendo aparte todas las reses
manchadas y de color vario, y todas las reses de color oscuro entre las
ovejas, y las manchadas y de color vario entre las cabras; y esto será
mi salario.
33 Así responderá por mí mi justicia mañana (Dios me bendecirá) cuando
me viniere mi salario delante de ti; toda la que no fuere pintada ni
manchada en las cabras, y de color oscuro en las ovejas mías, se me ha
de tener por robado (toda la que fuere pintada, manchada o de color oscuro será mía).
34 Y dijo Labán: Mira, deseo que fuese como tú dices. (Algunos
han criticado a Jacob, respecto a este acuerdo en particular. Han
atribuido eso a métodos engañosos, tramposos y aun deshonestos; sin
embargo, parece que él actuaba honestamente. El SEÑOR nunca bendice el
pecado y la deshonestidad, ni tampoco el indicio más mínimo del mal. Por
lo tanto, si el SEÑOR está involucrado, y efectivamente lo estaba, hay
que concluir que los hechos, lo que sea que fueran, son justos.)
35 Y apartó aquel día los machos cabríos rayados y manchados; y todas
las cabras manchadas y de color vario, y toda res que tenía en sí algo
de blanco, y todas las de color oscuro entre las ovejas, y las puso en
manos de sus hijos (de Jacob).
36 Y él (Labán) puso tres días de camino entre sí y Jacob; y Jacob apacentaba las otras ovejas de Labán. (Labán
requería que hubiera una distancia de entre 48 a 64 kilómetros [30 a 40
millas] entre «él mismo» es decir, sus rebaños, y los de Jacob. Su
riqueza en ovejas y cabras debía ser muy enorme para requerir tierras
para apacentar con una separación tan extensa. Todo esto lo aprendemos
del Versículo 30, había sido el resultado del cuidado de Jacob.)
LA PROSPERIDAD
37 Y tomó Jacob varas de álamo verdes, y de avellano, y de castaño, y
descortezó en ellas mondaduras blancas, descubriendo así lo blanco de
las varas. (Cuando
Jacob propuso su plan, que se le daría todas las ovejas y cabras
manchadas y rayadas, Labán, bajo las circunstancias normales y con
razón, pensó que el número de animales que entraría en esta categoría
sería muy pequeño. El SEÑOR le dijo a Jacob lo que tenía que hacer en
esta situación. Se dice que frecuentemente se ha observado que,
precisamente en el caso de las ovejas, en lo que fijan su atención en la
copulación es marcado en la cría; sin embargo, sería más cierto
atribuir esto a la Bendición Divina en lugar de la habilidad humana.)
38 Y puso las varas que había mondado en las pilas, delante del ganado,
en los abrevaderos del agua donde venían a beber las ovejas, las cuales
procreaban cuando venían a beber.
39 Y concebían las ovejas delante de las varas, y parían borregos listados, pintados y salpicados de diversos colores.
40 Y apartaba Jacob los corderos, y los ponía con sus rebaños, los
listados, y todo lo que era oscuro en el hato de Labán. Y ponía su hato
aparte, y no lo ponían con el ganado de Labán. (El
término «ganado», en el Antiguo Testamento, se puede referir a todos
los animales domésticos, tales como corderos, cabras, bueyes o becerros.
En los Pasajes de nuestro estudio, parece referirse a todos los tipos.)
41 Y sucedía que cuantas veces se hallaban en celo los robustos, Jacob
ponía las varas delante del ganado en las pilas, para que concibiesen a
la vista de las varas.
42 Y cuando venía el ganado débil, no las ponía; así eran los débiles para Labán, y los robustos para Jacob.
43 Y se enriqueció el varón (Jacob) muchísimo, y tuvo muchas ovejas, y siervas y siervos, y camellos y asnos. (Hay
que concluir que la proposición de una condición tan singular de parte
de Jacob era un acto, no de insensatez, sino de fe, que era equivalente a
una entrega de su causa a Dios en lugar de Labán. La aceptación del
acuerdo de parte de Labán fue una muestra de la avaricia, y una prueba
que los años pasados de prosperidad solamente le había aumentado esa
avaricia. Aumento en el sentido de lo mejor es la Promesa de Dios. Será
enviado como Él quiere, y cuando Él quiere, pero será evidente que es la
respuesta verdadera a la oración y la manifestación verdadera de amor.
La bendición reposa sobre todo lo que nos pertenece.)
CAPÍTULO 31
(1739 a.C.)
CELOS
1 Y OÍA él (Jacob) las
palabras de los hijos de Labán, que decían: Jacob ha tomado todo lo que
era de nuestro padre; y de lo que era de nuestro padre ha adquirido
toda esta grandeza. (Siempre
y cuando Jacob aumentara la riqueza de Labán, y él [Jacob] se
mantuviera pobre, no habría problema con Labán. Pero una vez que Jacob
comienza a prosperar en gran manera, esto crea celos en Labán.)
2 Miraba también Jacob el semblante de Labán, y veía que no era para con él como ayer y antes de ayer (tenía celos).
3 También el SEÑOR dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres y a tu parentela; que Yo estaré contigo (es
muy agradable al corazón notar la guía minuciosa del SEÑOR en la vida
del Patriarca; ahora es tiempo de retornar a Canaán; ya había estado
ausente durante unos veinte años).
4 Y envió Jacob, y llamó a Raquel y a Lea al campo donde estaba su ganado,
5 Y les dijo: Veo que el semblante de vuestro padre no es para conmigo
como ayer y antes de ayer; pero el Dios de mi padre ha estado conmigo (él da alabanza al SEÑOR por su prosperidad).
6 Y vosotras sabéis que con todas mis fuerzas he servido a vuestro padre
7 Y vuestro padre me ha engañado, y me ha mudado el salario diez veces; pero Dios no le ha permitido que me hiciese mal. (Cuando
Labán vio que los rebaños de Jacob estaban aumentando según el acuerdo
hecho originalmente, entonces cambió las reglas. Lo que fuere que él
hizo no se nos dice; sin embargo, notamos que Dios invalidaba lo que
hacía Labán, y seguía bendiciendo a Jacob.)
8 Si él decía así: Los pintados serán tu salario, entonces todas las
ovejas parían pintados; y si decía así: Los listados serán tu salario,
entonces todas las ovejas parían listados (¡el hombre domina, pero Dios predomina!).
9 Así quitó Dios el ganado de vuestro padre, y me lo dio a mí (de todo esto, aprendemos que Jacob no hizo nada malo, si no Dios no lo hubiera prosperado).
10 Y sucedió que al tiempo que el ganado estaba en celo, alcé yo mis
ojos y vi en sueños, y he aquí los machos que cubrían a las hembras eran
listados, pintados y abigarrados (indicándole a Jacob que era el SEÑOR Quien había dado el aumento).
CANAÁN
11 Y me dijo el Ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo dije: Heme aquí (¡es en realidad Jehová!).
12 Y Él (el SEÑOR) dijo:
Alza ahora tus ojos, y verás que todos los machos que cubren a las
hembras son listados, pintados y abigarrados; porque yo he visto todo lo
que Labán te ha hecho (debemos entender que el SEÑOR lo ve y observa todo).
13 Yo soy el Dios de Betel (Él reafirma que Él es el Dios de Betel, que proclama que cada promesa dada aquí a Jacob todavía tiene validez), donde tú ungiste el pilar de piedra (que se refería a Cristo y el Espíritu Santo), y donde Me hiciste voto (esto
era la «décima parte» que debía darse al SEÑOR; todos estos animales
fueron ofrecidos en sacrificio, lo que muestra que Jacob fue fiel al
voto [28:20]). Levántate ahora, y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu parentela (como se dijo antes, habrían transcurrido veinte años desde que vio a sus parientes).
JACOB
14 Y respondió Raquel y Lea, y le dijeron: ¿Acaso nos queda todavía a
nosotras parte ni herencia en la casa de nuestro padre? (Tanto Raquel como Lea entendieron completamente el engaño de su padre. Él no sólo le hizo mal a Jacob, pero también a ellas.)
15 ¿No nos tiene ya como por extrañas, pues que nos vendió, y aun se ha comido por completo nuestro precio (es una vergüenza que Labán toma un lugar tan prominente en el Mensaje del Evangelio, pero aún nunca llegó a conocer al SEÑOR)?
16 Porque toda la riqueza que Dios ha quitado a nuestro padre, nuestra
es y de nuestros hijos; ahora pues, haz todo lo que Dios te ha dicho (ellas reconocieron la Mano de Dios en todo esto, y consintieron con Jacob salir de allí).
17 Entonces se levantó Jacob, y subió sus hijos y sus mujeres sobre los camellos.
18 Y puso en camino todo su ganado, y toda su hacienda que había
adquirido, el ganado de su ganancia que había obtenido en Padán Aram,
para volverse a Isaac su padre en la tierra de Canaán (los veinte años que Jacob estuvo ausente no se dice nada de Isaac).
19 Y Labán había ido a trasquilar sus ovejas; y Raquel hurtó los ídolos de su padre (los ídolos tenían que ver con su herencia, y lo vamos a ver por un momento).
20 Y Jacob engañó a Labán el Arameo, en no hacerle saber que huía.
21 Huyó, pues, Jacob con todo lo que tenía; y se levantó y cruzó el río y se dirigió al monte de Galaad (que Jacob se fuera de esta manera muestra que la situación era insoportable).
LA PERSECUCIÓN
22 Y fue dicho a Labán al tercer día que Jacob había huido.
23 Entonces tomó a sus hermanos (sus hijos y los demás) consigo, y fue tras él (en pos de Jacob) camino de siete días, y le alcanzó en el monte de Galaad.
24 Y vino Dios a Labán Arameo en sueños aquella noche, y le dijo: Guárdate que no hables a Jacob ni bien ni mal (la advertencia del SEÑOR a Labán en un sueño indica que el hombre intentaba hacer daño a Jacob).
25 Alcanzó pues Labán a Jacob, y éste había fijado su tienda en el
monte; y Labán acampó con sus hermanos en el monte de Galaad.
26 Y dijo Labán a Jacob: ¿Qué has hecho, que me has engañado para que
huyeses de mí clandestinamente, y has traído a mis hijas como
prisioneras de guerra? (Esto era totalmente falso. Raquel y Lea acompañaban voluntariamente a su marido en su huída.)
27 ¿Por qué te escondiste para huir y me hurtaste, y no me diste
noticia, para que yo te enviara con alegría y con cantares, con tamborín
y arpa?
28 Que aun no me dejaste besar a mis hijos y mis hijas; Ahora locamente has hecho. (Las
palabras de Labán son hipócritas. Es probable, que el SEÑOR le dijo a
Jacob que se regresara a raíz de las intenciones hostiles de Labán.)
29 Poder hay en mi mano para haceros mal; pero el Dios de vuestro
padre me habló anoche diciendo: Guárdate que no hables a Jacob ni bien
ni mal.
30 Y ya que te ibas, porque anhelabas la casa de tu padre, ¿por qué me hurtaste mis dioses? (Jacob no tenía idea de que Raquel había tomado estas cosas.)
31 Y Jacob respondió, y dijo a Labán: Porque tuve miedo; pues dije, que quizás me quitarías por fuerza tus hijas.
32 Pero aquel con quien hallares tus dioses, que no viva; delante de
nuestros hermanos reconoce qué tengo yo de lo tuyo, y llévatelo. Jacob
no sabía que Raquel los había hurtado. (Cuando
había alguna duda respecto a la herencia, la persona que tenía los
terafines [dioses] era considerada como la que tenía derecho a una
porción doble como primer heredero. Cuando Jacob primero vino, él fue
recibido con gusto dentro de la familia y adoptado como heredero, puesto
que Labán no tenía hijos en ese momento. Pero poco tiempo después Labán
tuvo hijos, lo que normalmente hubiera invalidado el reclamo de Jacob a
menos que él poseyera los terafines. A Raquel le pareció que Jacob
merecía más de lo que había recibido, por eso los robó para beneficiarlo
a él, y a la familia de Jacob. No hay prueba de que ella quería adorar a
esos ídolos — Horton.)
33 Y
entró Labán en la tienda de Jacob, y en la tienda de Lea, y en la
tienda de las dos siervas; y no los halló. Y salió de la tienda de Lea, y
vino a la tienda de Raquel. (¡Cuán
necio que Labán llamara esas cosas sus dioses los cuales pudieran ser
robados! ¿Podría él esperar protección de cosas que ni podían resistir
ni descubrir quiénes eran los ladrones?)
34 Tomó Raquel los ídolos, y los puso en una albarda de un camello, y
se sentó sobre ellos; Y buscó Labán en toda la carpa, pero no los halló.
35 Y ella dijo a su padre, No se enoje mi SEÑOR porque no puedo
levantar delante de ti; pues estoy con la costumbre de las mujeres. Y él
buscó y no halló los ídolos. (Ella
se disculpó de no levantarse, afirmando que tenía la «menstruación.»
Fuera cierto o no, no hay modo de saberlo; pero hay una buena
posibilidad que fue así.)
36
Entonces Jacob se enojó, y riñó con Labán; y respondió Jacob y dijo a
Labán: ¿Qué transgresión es la mía? ¿Cuál es mi pecado, que con tanto
ardor me has perseguido? (Jacob
estaba ahora enojado. En lugar de que Labán estuviera triste por sus
dos hijas y todos sus nietos que se iban, y sabiendo que posiblemente
nunca los vería más, él estaba más interesado en las cosas materiales
que en cualquier otra cosa.)
37 Pues que has registrado todos mis bártulos (es interesante que Jacob se refirió a estas imágenes como «bártulos»),
¿qué has hallado de todos los enseres de tu casa? Ponlo aquí delante de
mis hermanos y de los tuyos, para que juzguen entre nosotros dos.
38 Estos veinte años he estado contigo; tus ovejas y tus cabras nunca abortaron, ni yo comí carnero de tus ovejas.
39 Lo arrebatado por las fieras nunca te traía; yo tenía que pagar el
daño; lo hurtado así de día como de noche, de mi mano lo requerías.
40 De día me consumía el calor, y de noche la helada; y el sueño se huía de mis ojos.
41 Así he estado veinte años en tu casa; catorce años te serví por tus
dos hijas, y seis años por tu ganado; y diez veces cambiaste mi
salario. (Jacob repasa sus veinte años con Labán y, en efecto, está diciendo que Labán no tiene motivo absoluto de enojarse con él.)
42 Si el Dios de mi padre, el Dios de Abraham (a Quien Labán no servía),
y el temor de Isaac, no fuera conmigo, de cierto me enviarías ahora
vacío; vio Dios mi aflicción y el trabajo de mis manos, y te reprendió
anoche. (El
sueño que el SEÑOR le dio a Labán. ¡Qué espectáculo de incalculable
humor, si no fuera tan triste — un hombre buscando a sus dioses
perdidos! El Evangelio nos presenta todo lo contrario — Dios siempre
presente buscando a Sus hijos perdidos.)
EL PACTO
43 Y respondió Labán, y dijo a Jacob: Las hijas son hijas mías, y los
hijos, hijos míos son, y las ovejas son mis ovejas, y todo lo que tú ves
es mío; ¿y qué puedo yo hacer hoy a estas mis hijas, o a sus hijos que
ellas han dado a luz? (En
Betel, Jacob aprendió lo que Dios es; en Jarán, lo que es el hombre. ¡Y
qué diferencia! En Betel, Dios le enriqueció: ¡en Jarán, el hombre le
robó! Labán reclama equivocadamente todo lo que tiene Jacob, pero
reconoce, debido al Poder de Dios, que no hay nada que él puede hacer
para quitárselos.)
44 Ven pues ahora, y hagamos Pacto yo y tú; y que sirva de testimonio entre tú y yo. (Labán quiso este Pacto porque tuvo miedo, debido a lo que el SEÑOR le había dicho en el sueño.)
45 Entonces Jacob tomó una piedra (Tipo de Cristo), y la levantó por pilar.
46 Y dijo Jacob a sus hermanos: Recoged piedras; y tomaron piedras, e hicieron un montón; y comieron allí junto al montón (para que los dos comieran juntos significaba un acuerdo).
47 Y lo llamó Labán Yegar Saduta (Montón del Testigo); y lo llamó Jacob Galaad (en Hebreo, significa la misma cosa, «Montón del Testigo»).
48 Porque Labán dijo: Este montón es testigo hoy entre mí y entre ti. Por eso fue llamado su nombre Galaad;
49 Y Mizpa (un «faro o torre de centinela»); por cuanto (Labán) dijo: Vigile el SEÑOR entre mí y entre ti, cuando nos apartaremos el uno del otro (Labán usa el Nombre del «SEÑOR,» pero en realidad no Lo conoce).
50 Si afligieres mis hijas, o si tomares otras mujeres además de mis
hijas, nadie está con nosotros; mira, Dios es testigo entre mí y entre
ti (ahora, Labán trata de mostrar piedad respecto a sus hijas, pero sus acciones han hablado más fuerte que sus palabras).
51 Dijo más Labán a Jacob: He aquí este montón, y he aquí este pilar, que he erigido entre mi y ti.
52 Testigo sea este montón, y testigo sea este pilar, de que ni yo
pasaré este montón contra ti, ni de que tú pasarás este montón ni este
pilar contra mí, para mal.
53 El Dios de Abraham, y el dios de Najor, juzgue entre nosotros, el dios de sus padres (Labán
agrega ahora un voto al pacto, llamando al Dios de Abraham, y a los
dioses de Najor, para juzgar entre Jacob y Labán; todo esto prueba que
Labán adoraba a muchos llamados dioses; él no conoce en realidad al Dios
de Abraham, sino que sólo Lo pone en el grupo, y al mismo nivel que los
dioses de Najor). Y Jacob juró por el temor de Isaac su padre. (Jacob
hizo caso omiso a los dioses de Najor, y tomó su voto solo en el nombre
del único Dios Verdadero, Quien era el «temor» de, o «el Único
Reverenciado por, Isaac.»)
54 Entonces Jacob inmoló víctimas en el monte, y llamó a sus hermanos a
comer pan; y comieron pan, y durmieron aquella noche en el monte. (El
Sacrificio no significaba nada para Labán, aunque él estaba bien
acostumbrado con esta práctica, pero era absolutamente todo para Jacob.
En esencia, Jacob estaba diciendo que su fe y confianza estaba en el
Sacrificio que representaba, precisamente la venida del SEÑOR Jesucristo
y el precio que Él pagaría para redimir a los hijos perdidos de la raza
caída de Adán.)
55 Y se
levantó Labán de mañana, y besó a sus hijos y sus hijas, y los bendijo; y
luego se puso en camino y se volvió a su lugar. (Entonces,
Labán pasa de la escena, para no ser mencionado otra vez, excepto de
paso [46:18, 25]. El había observado la Mano de Dios que estaba
enormemente en la vida de Jacob, con el SEÑOR, como se dijo, aún
hablándole en un sueño; sin embargo, él no tiene interés en seguir a
Dios, y por lo tanto perdió eternamente la oportunidad del Cielo.)
CAPÍTULO 32
(1739 a.C.)
ESAÚ
1 Y JACOB siguió su camino, y le salieron al encuentro Ángeles de Dios (al obedecer al SEÑOR, el Patriarca tiene certidumbre de la protección de Ángeles).
2 Y dijo Jacob cuando los vio (el SEÑOR quita el velo del mundo espiritual, y le permite a Jacob a ver las Huestes de Ángeles que le acompañarán): El campo de Dios es éste; y llamó el nombre de aquel lugar Majanayin (en
Betel, unos veinte años atrás, sus posesiones consistían de un cayado;
pero ahora él tiene una muchedumbre; «Majanayín» significa «dos
campamentos — su débil campamento y el campamento de los poderosos
Ángeles de Dios que le rodean»).
3 Y envió Jacob mensajeros delante de sí a Esaú su hermano, a la tierra de Seír, campo de Edom (algunos creen que Esaú fue el fundador de la antigua ciudad de Petra, y quizá estaba allí cuando Jacob mandó a buscarle).
4 Y les mandó diciendo: Así diréis a mi SEÑOR Esaú; así dice Tu siervo
Jacob: Con Labán he morado, y me he detenido hasta ahora;
5 Y tengo vacas, y asnos, y ovejas, y siervos, y siervas; y envío a decirlo a mi SEÑOR, para hallar gracia en tus ojos.
6 Y los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Venimos a tu hermano
Esaú, y él también vino a recibirte, y cuatrocientos hombres con él. (Uno
no lleva consigo tantos hombres, para ir a saludar a otro. Es muy
posible que Esaú tuviera otras cosas en mente, y cuyos resultados no
serían tan agradables.)
7 Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió (¿no
se acordó del campamento de Ángeles que le rodeaba? Pero antes de una
crítica a Jacob, debemos, examinarnos nosotros mismos); y partió el pueblo que tenía consigo, y las ovejas, y las vacas, y los camellos, en dos cuadrillas;
8 Y dijo: Si viniere Esaú contra una cuadrilla, y la hiriere, la otra cuadrilla escapará.
9 Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, el SEÑOR, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra, y a tu parentela, y yo te haré bien; (Como
muchos hoy día, ¡Jacob primero hace sus planes y después ora! Él
debiera haber hecho a la inversa. Pero el sentir de haber actuado mal
aquellos años atrás contra su hermano, Esaú, llenaba su corazón con mil
temores. Porque eso roba al Cristiano de la confianza en Dios y la
dignidad delante del hombre.)
10 No merezco todas las misericordias (la oración de Jacob es la primera que se halla en la Biblia),
y de toda la verdad que has hecho para con tu siervo; que con mi cayado
pasé este Jordán; y ahora he llegado a tener dos cuadrillas. (¡Su oración fue correcta, pero su fe, hasta aquí, no lo era!)
11 Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque
le temo; no venga acaso, y me hiera a la madre con los hijos. (Jacob
le rogó al SEÑOR que le librara, pero luego intenta apaciguar a Esaú
con un regalo. ¿Estaba él poniendo más confianza en unas cuantas ovejas
que en el SEÑOR, a Quien acaba de entregarse? Pero, como se dijo, antes
de una crítica, debemos mirar al espejo de nuestro propio corazón.)
12 Y Tú has dicho: Yo te haré bien, y pondré tu simiente como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud.
13 Y durmió allí aquella noche, y tomó de lo que le vino a la mano un regalo para su hermano Esaú (tocante
a esto, Mackintosh dice: «Oración y planeamiento nunca están unidas. Si
yo planeo, dependo más o menos de mi propio plan; pero cuando oro, debo
apoyarme totalmente en Dios. Por lo tanto, las dos cosas son
perfectamente incompatibles, prácticamente se invalidan mutuamente.
Cuando con mis propios ojos veo que manejo bien mis planes, no estoy
preparado para ver a Dios actuando a mi favor; y, en ese caso, la
oración no es la expresión de mi necesidad, sino la simple actuación
supersticiosa de algo que yo creo que debe hacerse, o puede ser que
quiera que Dios santifique mis planes. Esto nunca bastará. La vida de Fe
no es pedir que Dios santifique y bendiga mis medios, sino es pedirle
que Él Mismo se encargue de todo»):
14 Doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros,
15 Treinta camellas paridas, con sus crías, cuarenta vacas y diez toros, veinte asnas y diez pollinos.
16 Y lo entregó en mano de sus siervos, cada manada de por sí; y dijo a
sus siervos: Pasad delante de mí, y poned espacio entre manada y
manada.
17 Y mandó al primero (los varones a la cabeza),
diciendo: Si Esaú mi hermano te encontrare, y te preguntare, diciendo:
¿De quién eres? ¿Y adónde vas? ¿Y para quién es esto que llevas
delante de ti?
18 Entonces dirás: Regalo es de tu siervo Jacob, que envía a mi SEÑOR Esaú; y he aquí también él (Jacob) viene tras nosotros.
19 Y mandó también al segundo, y al tercero, y a todos los que iban
tras aquellas manadas, diciendo: Conforme a esto hablaréis a Esaú,
cuando le hallareis.
20 Y
diréis también: He aquí tu siervo Jacob viene tras nosotros. Porque
dijo: Apaciguaré su ira con el regalo que va delante de mí, y después
veré su rostro; y quizá le seré acepto. (En
la moneda actual, estos regalos habrían ascendido a más de $100,000. La
idea de Jacob era que los regalos a Esaú le fueran entregados rebaño
por rebaño. Si él los aceptaba, significaría que él venía a Jacob en
paz. El Patriarca dejó de orar, y comenzó a hacer planes, lo cual quiere
decir que en realidad no estaba confiando en el SEÑOR como debiera
haberlo hecho.)
21 Y pasó el regalo delante de él; y él durmió aquella noche en el campamento (con su familia).
22 Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y cruzó el vado de Jaboc.
23 Los tomó (su familia), pues, e hizo pasar el arroyo a ellos, e hizo pasar todo lo que tenía. (El río Jaboc cruza el Jordán a unos 48 kilómetros [30 millas] al norte del Mar Muerto.)
ISRAEL
24 Y se quedó Jacob solo; y luchó con él un Varón hasta que rayaba el alba. (En
este Capítulo, y en Oseas [Cap. 12], este Varón se llama Dios, el
Ángel, Elojím Sabaot y Jehová. En este escenario, encontramos que no
fue con Esaú, su hermano, con quien él tenía que contender, sino con el
mismo Jehová. Este es siempre el caso con todo Creyente.)
25 Y como Él vio (el SEÑOR) que no podía con él (Jacob), Él tocó en el sitio de la articulación de su cadera (de Jacob), y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras que con Él luchaba. (En esta escena nocturna aparece el gran principio que Dios no puede dar victoria a la «carne».
Es el corazón quebrantado que comienza a experimentar lo que significa
el Poder Divino. Mejor que se levante el sol sobre un Israel que cojea a
que se ponga sobre un Jacob mentiroso. Jacob, por su mala conducta, fue
exiliado de la Tierra Prometida, con solamente su cayado. Él regresa
como un príncipe rico, pero cojo. Así, Israel, echado de la Tierra de
Jehová por su pecado, regresará con abundancia, pero quebrantado y
contrito de espíritu.)
26 Y Él dijo (el SEÑOR): Déjame, que raya el alba. Y él dijo (Jacob), no Te dejaré, si no me bendices. (Williams
dice: «Cuando fue quebrantado por esa Mano poderosa, él deja de luchar y
con llanto y súplica se apegó al mismo Dios Quien le había herido,
entonces es que él recibe la victoria y el glorioso nombre Israel».)
27 Y Él (el SEÑOR) le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. (Por
supuesto, el SEÑOR conocía el nombre de Jacob. Entonces, ¿por qué le
preguntó el nombre? Él quería que Jacob admitiera quién y lo que él era
en realidad, lo que describe bien el nombre de Jacob. ¡La verdadera Fe
requiere que admitamos lo que somos, antes de que recibamos lo que Él
es!)
28 Y Él (el SEÑOR) dijo: No se dirá más tu nombre Jacob (que significa engañador o suplantador), sino Israel (un Príncipe de Dios); porque has luchado con Dios y con los hombres, y has prevalecido (como veremos, el cambio de Jacob fue instantáneo, pero a la vez gradual).
29 Entonces Jacob Le preguntó, y dijo: Declárame ahora Tu Nombre. Y Él respondió: ¿Por qué preguntas por Mi nombre? (La
respuesta del SEÑOR es reveladora. Él le responde con otra pregunta: la
idea es, que, para ahora, Jacob ya debe saber con Quién es el que ha
estado luchando. Y las siguientes declaraciones prueban que lo hizo.) Y Él (el SEÑOR) lo bendijo (a Jacob) allí (le dio poder con Dios y con los hombres).
30 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar Peniel (significa «el Rostro de Dios»); porque vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma (Jacob nunca más será el mismo).
31 Y mientras el sol le salió pasaba por Penuel; y cojeaba de su cadera. (Ahora
el sol se levanta, pero sobre un Jacob cojo. Si el SEÑOR se va a
revelar a un individuo, la carne, tiene que ser imposibilitada. ¡Es una
absoluta necesidad!)
32 Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que está en la articulación de la cadera; porque (el SEÑOR) tocó a Jacob en este sitio de la coyuntura de su muslo en el tendón de la cadera. (Este
tendón en particular es el nombre propio del tendón grande que se
origina en la espina dorsal y se extiende hasta el muslo y el tobillo.
Es lo que los Griegos llamaban el «talón de Aquiles,» porque llega hasta
el tobillo. Entonces, el «que se tomó del calcañar» llegó a ser un
«Príncipe con Dios.»)
Salmo 81:
Canten
alegres a Dios, nuestra fortaleza; ¡aclamen con regocijo al Dios de
Jacob! ¡Entonen salmos! ¡Toquen ya la pandereta, la lira y el arpa
melodiosa! Toquen el cuerno de carnero en la luna nueva, y en la luna
llena, día de nuestra fiesta. Éste es un decreto para Israel, una
ordenanza del Dios de Jacob. Lo estableció como un pacto con José cuando
salió de la tierra de Egipto. Escucho un idioma que no entiendo: "Te he
quitado la carga de los hombros; tus manos se han librado del pesado
cesto. En tu angustia me llamaste, y te libré; oculto en el nubarrón te
respondí; en las aguas de Meribá te puse a prueba. Selah. "Escucha,
pueblo mío, mis advertencias; ¡ay Israel, si tan sólo me escucharas! No
tendrás ningún dios extranjero, ni te inclinarás ante ningún dios
extraño. Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto.
Abre bien la boca, y te la llenaré. "Pero mi pueblo no me escuchó;
Israel no quiso hacerme caso. Por eso los abandoné a su obstinada
voluntad, para que actuaran como mejor les pareciera. "Si mi pueblo tan
sólo me escuchara, si Israel quisiera andar por mis caminos, ¡cuán
pronto sometería yo a sus enemigos, y volvería mi mano contra sus
adversarios! Los que aborrecen al Señor se rendirían ante él, pero
serían eternamente castigados. Y a ti te alimentaría con lo mejor del
trigo; con miel de la peña te saciaría."
Proverbios 7:
Hijo
mío, pon en práctica mis palabras y atesora mis mandamientos. Cumple
con mis mandatos, y vivirás; cuida mis enseñanzas como a la niña de tus
ojos. Llévalos atados en los dedos; anótalos en la tablilla de tu
corazón. Di a la sabiduría: "Tú eres mi hermana", y a la inteligencia:
"Eres de mi sangre." Ellas te librarán de la mujer ajena, de la adúltera
y de sus palabras seductoras. Desde la ventana de mi casa miré a través
de la celosía. Me puse a ver a los inexpertos, y entre los jóvenes
observé a uno de ellos falto de juicio. Cruzó la calle, llegó a la
esquina, y se encaminó hacia la casa de esa mujer. Caía la tarde.
Llegaba el día a su fin. Avanzaban las sombras de la noche. De pronto la
mujer salió a su encuentro, con toda la apariencia de una prostituta y
con solapadas intenciones. (Como es escandalosa y descarada, nunca
hallan sus pies reposo en su casa. Unas veces por las calles, otras
veces por las plazas, siempre está al acecho en cada esquina.) Se
prendió de su cuello, lo besó, y con todo descaro le dijo: "Tengo en mi
casa sacrificios de comunión, pues hoy he cumplido mis votos. Por eso
he venido a tu encuentro; te buscaba, ¡y ya te he encontrado! Sobre la
cama he tendido multicolores linos egipcios. He perfumado mi lecho con
aroma de mirra, áloe y canela. Ven, bebamos hasta el fondo la copa del
amor; ¡disfrutemos del amor hasta el amanecer! Mi esposo no está en
casa, pues ha emprendido un largo viaje. Se ha llevado consigo la bolsa
del dinero, y no regresará hasta el día de luna llena." Con palabras
persuasivas lo convenció; con lisonjas de sus labios lo sedujo. Y él en
seguida fue tras ella, como el buey que va camino al matadero; como el
ciervo que cae en la trampa, hasta que una flecha le abre las entrañas;
como el ave que se lanza contra la red, sin saber que en ello le va la
vida. Así que, hijo mío, escúchame; presta atención a mis palabras. No
desvíes tu corazón hacia sus sendas, ni te extravíes por sus caminos,
pues muchos han muerto por su causa; sus víctimas han sido innumerables.
Su casa lleva derecho al sepulcro; ¡conduce al reino de la muerte!
El Libro de Primera Corintios Capítulo 11 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS
CAPÍTULO 11
(59 d.C.)
ADMONICIÓN
SED
seguidores (imitadores) de mi ejemplo, así como yo de Cristo. (Los que
imitan a Cristo tienen el derecho de pedir a los demás que les imiten.)
2
Y os alabo, Hermanos, que en todo os acordáis de mí (Pablo estaba dando
gracias a los Corintios por haber pedido su Consejo), y retenéis las
Instrucciones mías, de la manera que os enseñé (el Cuerpo entero de la
Verdad del Evangelio).
3 Mas quiero que sepáis, que Cristo es la
Cabeza de todo varón (se refiere a la autoridad); y el varón es la
Cabeza de la mujer (pertenece al modelo creador); y Dios la Cabeza de
Cristo (se refiere a dos personas separadas y distintas [I Tim. 2:5]).
REGULACIONES
4
Todo varón que ora o Profetiza (se refiere al Don de la Profecía o de
la Predicación [I Cor. 12:10]) cubierta la cabeza, afrenta su Cabeza
(deshonra a Cristo; describe una cubierta de otra manera que Cristo).
5
Mas toda mujer que ora o Profetiza (las mujeres oraron y Predicaron en
la Iglesia, o por dondequiera) no cubierta su cabeza, afrenta su Cabeza
(describe el hecho de que, debido al modelo de la Creación, la mujer
debe tener cabello largo, por lo menos más largo que el del hombre):
porque lo mismo eso sería como si se hubiera rapado la cabeza. (Algunas
mujeres en esa época se hacían afeitar sus cabezas como castigo de
prostitución o de adulterio. El Apóstol está diciendo que las mujeres
Cristianas no deben insistir por sus derechos hasta llegar al extremo en
que llegan a parecerse como lo peor del mundo.)
6 Porque si la mujer
no se cubre la cabeza, que se corte todo el cabello (en efecto, dice,
“si la mujer quiere llevar el pelo corto como un hombre, ¿por qué no ir
hasta el final y raparse?”): y si es deshonroso a la mujer cortarse o
raerse el cabello, que se cubra. (Si ella no quiere parecer como
adúltera, permítale que se cubra, es decir, “tener cabello largo.”)
7
Porque el varón no ha de cubrir la cabeza (durante la oración o la
Predicación), porque es Imagen y Gloria de Dios: mas la mujer es Gloria
del varón. (Se refiere al hecho de que Eva no era “la Imagen y Gloria de
Dios” en el mismo sentido que Adán.)
8 Porque el varón no es de la
mujer (Adán en ninguna manera fue derivado de la mujer); sino la mujer
del varón. (En realidad, la mujer fue derivada del hombre por el Poder
de Dios.)
9 Porque tampoco el varón fue creado por causa de la mujer;
sino la mujer por causa del varón. (Probablemente debiera traducirse,
“porque también el hombre no fue creado a causa de la mujer; al
contrario, la mujer a causa del hombre.”)
10 Por lo cual (de nuevo se
refiere al modelo creador de que “la mujer es para el hombre”), la
mujer debe tener señal de potestad sobre su cabeza (cabello largo, es
decir, “autoridad”), por causa de los Ángeles. (Tiene que ver con la
sumisión de ella al Plan de Dios como un recuerdo constante a los
Ángeles caídos, quienes se rebelaron contra el Plan de Dios y la
Revolución encabezada por Lucifer, lo que sucedió mucho antes de Adán.)
11
Mas ni el varón sin la mujer (necesita la mujer), ni la mujer sin el
varón (la mujer también necesita al hombre), en el Señor. (Ésta es la
manera que el Señor creó el modelo original, y exige que se continúe.)
12
Porque como la mujer es del varón (Eva fue creada originariamente de
Adán [Gén. 2:21-22]), así también el varón es por la mujer (por medio
del nacimiento natural); empero todo de Dios. (Todo está en equilibrio,
que significa que el hombre no es más importante que la mujer, ni la
mujer más que el hombre.)
13 Juzgad vosotros mismos (se refiere al
sentido común): ¿es apropiado que la mujer ore a Dios sin cubrirse la
cabeza? (No se refiere tanto a un sombrero como al cabello largo, o por
lo menos al cabello que es más largo que el del hombre.)
14 La misma
naturaleza ¿no os enseña que para el hombre es deshonra tener cabello
largo? (Un hombre que lleva el cabello largo, en realidad no está de
acuerdo con la naturaleza del hombre.)
15 Por el contrario, a la
mujer dejarse crecer el cabello le es honroso (es una manera de decir
que tal manifiesta la sumisión voluntaria de la mujer a la Voluntad de
Dios): porque en lugar de velo le es dado el cabello. (Señala a la idea
de que el hombre es la cabeza o la cubierta de protección de la mujer
bajo Cristo.)
16 Con todo eso, si alguno parece ser contencioso (se
refiere tanto a los hombres como a las mujeres, quienes insistían en no
comportarse bien), nosotros no tenemos tal costumbre (no tenemos
costumbre aparte de lo que he dicho), ni las Iglesias de Dios. (Lo que
he dicho está cumpliéndose en todas las otras Iglesias.)
DIVISIONES
17
Esto empero os denuncio, que no alabo (lo que él está por decir), que
no por mejor sino por peor os juntáis. (Se refiere a los Cultos de la
Iglesia. Se dirigían los cultos de manera que no daban Gloria a Dios.)
18
Porque lo primero, cuando os juntáis en la Iglesia, oigo que hay entre
vosotros divisiones (estas “divisiones” no surgieron debido a la
Doctrina, por lo menos en ese momento, sino de conceptos sociológicos); y
en parte lo creo. (Él detestaba creer en lo peor, aunque el Testimonio
fuera bueno.)
19 Porque preciso es que haya entre vosotros aun
herejías (es una diferencia de la Palabra de Dios), para que los que son
probados se manifiesten entre vosotros. (Aquellos que eran prósperos,
estaban afirmando que ellos eran “aprobados.” ¿No le suena?)
LA CENA DEL SEÑOR
20
Cuando pues os juntáis en uno (la Asamblea de Creyentes), esto no es
comer la Cena del Señor. (Tiene referencia al hecho de que ellos
probablemente así la llamaron, pero por la manera en que aconteció no
fue reconocido así por el Espíritu Santo.)
21 Porque cada uno toma
antes para comer su propia cena (algunos traían cenas espléndidas): y el
uno tiene hambre (algunos eran esclavos, y no tenían nada que traer), y
el otro está embriagado (quiere decir borracho).
22 ¿Pues qué?
(Demuestra la indignación del Apóstol.) ¿No tenéis casas en que comáis y
bebáis? (Fue dirigido hacia los ricos.) ¿O menospreciáis la Iglesia de
Dios, y avergonzáis a los que no tienen? (Los más pobres eran
avergonzados por su pobreza en medio de la abundancia, de la cual poco o
nada le ofrecieron a ellos.) ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os
alabo. (Parece que él se pregunta, “¿se da cuenta esta gente de lo que
está haciendo?”)
23 Porque yo recibí del Señor lo que también os he
enseñado (las instrucciones que él está por dar concerniente a la Cena
del Señor), Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan (se
recuerda de la ocasión sagrada):
24 Y habiendo dado gracias, lo
partió, y dijo, Tomad, comed (lo notable de esto es la interpretación
que nuestro Señor da): esto es Mi Cuerpo que por vosotros es partido
(tiene la intención de simbolizar la Muerte de Cristo en la Cruz): haced
esto en memoria de Mí. (Expone al Creyente, en efecto, participando del
Sacrificio por Fe. En breve, este es el significado del Nuevo Pacto.)
25
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo, Esta
copa es el Nuevo Pacto en Mi Sangre (el Nuevo Pacto será ratificado por
el derramamiento de la Propia Sangre de Jesús, la cual satisfacerá para
siempre la deuda del pecado): haced esto todas las veces que la
bebiereis, en memoria de Mí (jamás olvidar lo que Él hizo por nosotros,
refiriendo a la Cruz).
26 Porque todas las veces que comiereis este
pan, y bebiereis esta copa (gestos simbólicos), la muerte del Señor
anunciáis hasta que venga. (Tiene la intención de proclamar no solamente
el Sacrificio Expiatorio que es necesario para nuestra Salvación, sino
además la causa actual de nuestra victoria continua en la vida.)
27
De manera que, cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del
Señor indignamente (nos dice enfáticamente que esto se puede hacer, y se
hace constantemente, me temo que es cierto), será culpado del Cuerpo y
de la Sangre del Señor (en peligro de Juicio, sujeto a Juicio).
28
Por tanto, examínese cada uno a sí mismo (examina su Fe en relación a lo
que es su objeto real), y coma así de aquel pan, y beba de aquella
copa (después de un examen cuidadoso).
29 Porque el que come y bebe
indignamente, juicio come y bebe para sí (no necesariamente quiere decir
la pérdida del alma, sino más bien castigos temporales, los cuales
pueden llegar a ser mucho más serios), no discerniendo el Cuerpo del
Señor. (No discernir apropiadamente la Cruz se refiere a una falta de
entendimiento con respecto a la Cruz. Todo eso nos dice que cada cosa
que tenemos del Señor, nos viene a nosotros exclusivamente por medio de
la Cruz de Cristo. Si no entendemos esto, no estamos “discerniendo el
Cuerpo del Señor” correctamente.)
30 Por lo cual (al no discernir el
Cuerpo del Señor correctamente) hay muchos (un número considerable)
enfermos y debilitados entre vosotros (la causa de mucha enfermedad
entre los Cristianos), y muchos duermen. (Quiere decir que muchos
Cristianos mueren antes de tiempo. No pierden sus almas, pero acortan la
duración de sus vidas. No obstante, nos demuestra, y yo así lo creo
seriamente, cuan importante es entender la Cruz correctamente.)
31
Que si nos examinásemos a nosotros mismos (tenemos que examinarnos
constantemente, para ver si nuestra Fe está apropiadamente en la Cruz de
Cristo), cierto no seríamos juzgados (con la enfermedad y aun con la
muerte prematura).
32 Mas siendo juzgados (por el Señor, porque
rehusamos juzgarnos a nosotros mismos), somos castigados del Señor (la
disciplina Divina), para que no seamos condenados con el mundo (perder
nuestra alma).
33 Así que, Hermanos míos, cuando os juntáis a comer, esperaos unos a otros. (Todos deben compartir, y compartir por igual.)
34
Si alguno tuviere hambre, coma en su casa (los ricos deben preparar sus
comidas suntuosas en la casa, pero no en el contexto de la asamblea
reunida en donde algunos “no tienen nada”); porque no os juntéis para
juicio. (Se refiere a esta “fiesta de amor” convirtiéndose en un
perjuicio en lugar de una Bendición. Yo creo, que de seguro le hicieron
caso a la admonición de Pablo después de esa advertencia.) Las demás
cosas ordenaré cuando llegare (probablemente se necesitaba dar otras
instrucciones).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue,
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la
confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan
perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios,
reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que
ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si
se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los
que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y
preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera,
la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los
antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la
palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por
la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín,
por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su
ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por
la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue
hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió
testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible
agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer
que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé,
advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó
un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a
ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham,
cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como
herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó
como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña
con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque
esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y
constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que
Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque
consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo
hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las
estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor,
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado,
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob,
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada;
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades,
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su
sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna
condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan
según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de
él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de
la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza
pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en
condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se
ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la
naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se
cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa
sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza
pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio,
los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del
Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad
que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es
enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de
hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a
Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino
según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si
alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo
está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el
Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el
Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en
ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también
dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en
ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de
vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven
conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a
los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados
por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un
espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los
adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu
mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos
hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues
si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria.
De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales
con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda
con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a
la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del
que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación
misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así
alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la
creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo
ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del
Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción
como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa
esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es
esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que
todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así
mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos
qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que
no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones,
sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por
los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que
Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que
han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios
conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la
imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó,
también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede
estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino
que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e
intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.Labels: Biblia, Buenas Nuevas, Creyente, Cristianismo, Cruz, Dios, Fe, Iglesia, Jesucristo, Jesús, Lectura Biblica, Lectura Biblica de hoy, Lectura Biblica Diaria, Lectura del día, Lectura Diaria, Mensaje de la Cruz