31 October 2015

El 31 de octubre Lectura Bíblica Diaria

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El 31 de octubre Lectura Bíblica Diaria:

Jeremías 34 a 36:
La palabra del Señor vino a Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, estaba atacando a Jerusalén y a sus ciudades vecinas con todo su ejército y con todos los reinos y pueblos de la tierra regidos por él: "Así dice el Señor, el Dios de Israel: Ve y adviértele a Sedequías, rey de Judá, que así dice el Señor: ‘Voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, quien la incendiará. Y tú no te escaparás de su poder, porque ciertamente serás capturado y entregado en sus manos. Tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y él te hablará cara a cara, y serás llevado a Babilonia. "No obstante, Sedequías, rey de Judá, escucha la promesa del Señor para ti. Así dice el Señor: ‘Tú no morirás a filo de espada sino en paz. También afirma el Señor: ‘Yo te prometo que, así como los reyes de antaño que te precedieron quemaron especias por tus antepasados, así también lo harán en tu funeral, lamentándose por ti y clamando: ¡Ay, señor! " El profeta Jeremías dijo todo esto a Sedequías, rey de Judá, en Jerusalén. Mientras tanto, el ejército del rey de Babilonia estaba combatiendo contra Jerusalén y contra las ciudades de Judá que aún quedaban, es decir, Laquis y Azeca, que eran las únicas ciudades fortificadas. La palabra del Señor vino a Jeremías después de que el rey Sedequías hizo un pacto con todo el pueblo de Jerusalén para dejar libres a los esclavos. El acuerdo estipulaba que cada israelita debía dejar libre a sus esclavas y esclavos hebreos, y que nadie debía esclavizar a un compatriota judío. Todo el pueblo y los jefes que habían hecho el acuerdo liberaron a sus esclavos, de manera que nadie quedaba obligado a servirlos. Pero después se retractaron y volvieron a someter a esclavitud a los que habían liberado. Una vez más la palabra del Señor vino a Jeremías: "Así dice el Señor, el Dios de Israel: Yo hice un *pacto con sus antepasados cuando los saqué de Egipto, lugar de esclavitud. Les ordené que cada siete años liberaran a todo esclavo hebreo que se hubiera vendido a sí mismo con ellos. Después de haber servido como esclavo durante seis años, debía ser liberado. Pero sus antepasados no me obedecieron ni me hicieron caso. Ustedes, en cambio, al proclamar la libertad de su prójimo, se habían convertido y habían hecho lo que yo apruebo. Además, se habían comprometido con un pacto en mi presencia, en la casa que lleva mi nombre. Pero ahora se han vuelto atrás y han profanado mi nombre. Cada uno ha obligado a sus esclavas y esclavos que había liberado a someterse de nuevo a la esclavitud. "Por tanto, así dice el Señor: No me han obedecido, pues no han dejado en libertad a sus hermanos. Por tanto, yo proclamo contra ustedes una liberación afirma el Señor: dejaré en libertad a la guerra, la pestilencia y el hambre, para que lo que les pase a ustedes sirva de escarmiento para todos los reinos de la tierra. Puesto que han violado mi pacto, y no han cumplido las estipulaciones del pacto que acordaron en mi presencia, los trataré como al novillo que cortaron en dos, y entre cuyos pedazos pasaron para rubricar el pacto. A los jefes de Judá y de Jerusalén, y a los oficiales de la corte y a los sacerdotes, y a todos los que pasaron entre los pedazos del novillo, los entregaré en manos de sus enemigos, que atentan contra su vida, y sus cadáveres servirán de alimento a las aves de rapiña y a las fieras del campo. "A Sedequías, rey de Judá, y a sus jefes, los entregaré en manos de sus enemigos, que atentan contra sus vidas, es decir, en poder del ejército del rey de Babilonia, que por el momento se ha replegado. Voy a dar una orden afirma el Señor, y los haré volver a esta ciudad. La atacarán y, luego de tomarla, la incendiarán. Dejaré a las ciudades de Judá en total desolación, sin habitantes. " La palabra del Señor vino a mí, Jeremías, en los días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: "Ve a la familia de los recabitas, e invítalos para que vengan a una de las salas de la casa del Señor, y ofréceles vino." Entonces fui a buscar a Jazanías, hijo de mi tocayo Jeremías y nieto de Jabasinías, y a sus hermanos y a todos sus hijos, y a toda la familia de los recabitas. Los llevé a la casa del Señor, a la sala de los hijos de Janán hijo de Igdalías, hombre de Dios. Esta sala se encontraba junto a la de los jefes, que a su vez estaba encima de la de Maseías hijo de Salún, guardián del umbral. Les serví a los recabitas jarras y copas llenas de vino, y les dije: "¡Beban!" Ellos me respondieron: "Nosotros no bebemos vino, porque Jonadab hijo de Recab, nuestro antepasado, nos ordenó lo siguiente: Nunca beban vino, ni ustedes ni sus descendientes. Tampoco edifiquen casas, ni siembren semillas, ni planten viñedos, ni posean ninguna de estas cosas. Habiten siempre en tiendas de campaña, para que vivan mucho tiempo en esta tierra donde son extranjeros. Nosotros obedecemos todo lo que nos ordenó Jonadab hijo de Recab, nuestro antepasado. Nunca bebemos vino, ni tampoco lo hacen nuestras mujeres ni nuestros hijos. No edificamos casas para habitarlas; no poseemos viñedos ni campos sembrados. Vivimos en tiendas de campaña y obedecemos todo lo que nos ordenó Jonadab, nuestro antepasado. Pero cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió esta tierra, dijimos: Vámonos a Jerusalén, para escapar del ejército babilonio y del ejército sirio. Por eso ahora vivimos en Jerusalén." Entonces la palabra del Señor vino a Jeremías: "Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Ve y dile a toda la gente de Judá y Jerusalén: ¿No pueden aprender esta lección, y obedecer mis palabras? afirma el Señor. Los descendientes de Jonadab hijo de Recab han cumplido con la orden de no beber vino, y hasta el día de hoy no lo beben porque obedecen lo que su antepasado les ordenó. En cambio ustedes, aunque yo les he hablado en repetidas ocasiones, no me han hecho caso. Además, no he dejado de enviarles a mis siervos, los profetas, para decirles: ‘Conviértanse ya de su mal camino, enmienden sus acciones y no sigan a otros dioses para servirlos; entonces habitarán en la tierra que yo les he dado a ustedes y a sus antepasados. Pero ustedes no me han prestado atención; no me han hecho caso. Los descendientes de Jonadab hijo de Recab cumplieron la orden dada por su antepasado; en cambio, este pueblo no me obedece. "Por eso, así dice el Señor, Dios Todopoderoso, el Dios de Israel: Voy a enviar contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén todas las calamidades que ya les he anunciado, porque les hablé y no me obedecieron; los llamé y no me respondieron. " Jeremías también les dijo a los recabitas: "Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Por cuanto ustedes han obedecido las órdenes de Jonadab, su antepasado, y han cumplido con todos sus mandamientos y han hecho todo lo que él les ordenó, así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: ‘Nunca le faltará a Jonadab hijo de Recab un descendiente que esté a mi servicio todos los días. " Esta palabra del Señor vino a Jeremías en el año cuarto del rey Joacim hijo de Josías: "Toma un rollo y escribe en él todas las palabras que desde los tiempos de Josías, desde que comencé a hablarte hasta ahora, te he dicho acerca de Israel, de Judá y de las otras naciones. Cuando los de Judá se enteren de todas las calamidades que pienso enviar contra ellos, tal vez abandonen su mal camino y pueda yo perdonarles su iniquidad y su pecado." Jeremías llamó a Baruc hijo de Nerías, y mientras le dictaba, Baruc escribía en el rollo todo lo que el Señor le había dicho al profeta. Luego Jeremías le dio esta orden a Baruc: "Estoy detenido y no puedo ir a la casa del Señor. Por tanto, ve a la casa del Señor en el día de ayuno, y lee en voz alta ante el pueblo de Jerusalén las palabras del Señor que te he dictado y que escribiste en el rollo. Léeselas también a toda la gente de Judá que haya venido de sus ciudades. ¡A lo mejor su oración llega a la presencia del Señor y cada uno se convierte de su mal camino! ¡Ciertamente son terribles la ira y el furor con que el Señor ha amenazado a este pueblo!" Baruc hijo de Nerías hizo tal y como le había ordenado el profeta Jeremías: Leyó en la casa del Señor las palabras contenidas en el rollo. En el mes noveno del año quinto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, todo el pueblo de Jerusalén y todos los que habían venido de las otras ciudades de Judá fueron convocados a ayunar en honor del Señor. Baruc se dirigió al atrio superior de la casa del Señor, a la entrada de la Puerta Nueva, y desde la sala de Guemarías hijo de Safán, el cronista, leyó ante todo el pueblo el rollo que contenía las palabras de Jeremías. Micaías hijo de Guemarías, nieto de Safán, escuchó todas las palabras del Señor que estaban escritas en el rollo. Entonces bajó al palacio del rey, a la sala del cronista, donde estaban reunidos todos los jefes, es decir, el cronista Elisama, Delaías hijo de Semaías, Elnatán hijo de Acbor, Guemarías hijo de Safán, Sedequías hijo de Ananías, y todos los demás jefes. Micaías les contó todo lo que había escuchado de lo que Baruc había leído ante el pueblo. Entonces todos los jefes enviaron a Yehudi hijo de Netanías, nieto de Selemías y bisnieto de Cusí, para que le dijera a Baruc: "Toma el rollo que has leído ante el pueblo, y ven." Baruc hijo de Nerías lo tomó y se presentó ante ellos. Los jefes le dijeron: Siéntate y léenos lo que está en el rollo. Baruc lo leyó ante ellos. Terminada la lectura, se miraron temerosos unos a otros y le dijeron: Tenemos que informar de todo esto al rey. Luego le preguntaron a Baruc: Dinos, ¿cómo fue que escribiste todo esto? ¿Te lo dictó Jeremías? Sí les respondió Baruc, él me lo dictó, y yo lo escribí con tinta, en el rollo. Entonces los jefes le dijeron a Baruc: Tú y Jeremías, vayan a esconderse. ¡Que nadie sepa donde están! Después de dejar el rollo en la sala del cronista Elisama, los jefes se presentaron en el atrio, delante del rey, y lo pusieron al tanto de todo lo ocurrido. El rey envió a Yehudi a buscar el rollo, y Yehudi lo tomó de la sala de Elisama y lo leyó en presencia del rey y de todos los jefes que estaban con él. Era el mes noveno, y por eso el rey estaba en su casa de invierno, sentado junto a un brasero encendido. A medida que Yehudi terminaba de leer tres o cuatro columnas, el rey las cortaba con un estilete de escriba y las echaba al fuego del brasero. Así lo hizo con todo el rollo, hasta que éste se consumió en el fuego. Ni el rey ni los jefes que escucharon todas estas palabras tuvieron temor ni se rasgaron las vestiduras. Esto sucedió a pesar de que Elnatán, Delaías y Guemarías le habían suplicado al rey que no quemara el rollo; pero el rey no les hizo caso. Por el contrario, mandó a Jeramel, su hijo, a Seraías hijo de Azriel, y a Selemías hijo de Abdel que arrestaran al escriba Baruc y al profeta Jeremías. Pero el Señor los había escondido. Luego que el rey quemó el rollo con las palabras que Jeremías le había dictado a Baruc, la palabra del Señor vino a Jeremías: "Toma otro rollo, y escribe exactamente lo mismo que estaba escrito en el primer rollo quemado por Joacim, rey de Judá. Y adviértele a Joacim que así dice el Señor: Tú quemaste aquel rollo, diciendo: ‘¿Por qué has escrito en él que con toda seguridad el rey de Babilonia vendrá a destruir esta tierra, y a borrar de ella a toda persona y animal? Por eso, así dice el Señor acerca de Joacim, rey de Judá: Ninguno de sus descendientes ocupará el trono de David; su cadáver será arrojado, y quedará expuesto al calor del día y a las heladas de la noche. Castigaré la iniquidad de él, la de su descendencia y la de sus siervos. Enviaré contra ellos, y contra los habitantes de Jerusalén y de Judá, todas las calamidades con que los amenacé, porque no me hicieron caso. " Entonces Jeremías tomó otro rollo y se lo dio al escriba Baruc hijo de Nerías. Baruc escribió en el rollo todo lo que Jeremías le dictó, lo cual era idéntico a lo escrito en el rollo quemado por el rey Joacim. Se agregaron, además, muchas otras cosas semejantes.



Salmo 21:
En tu fuerza, Señor, se regocija el rey; ¡cuánto se alegra en tus victorias! Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. Selah. Has salido a su encuentro con ricas bendiciones; lo has coronado con diadema de oro fino. Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísimo; por eso jamás caerá. Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborrecen. Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los mortales, a su posteridad. Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversidades, ¡no se saldrán con la suya! Porque tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. Enaltécete, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas.





Proverbios 9:
La sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares. Preparó un banquete, mezcló su vino y tendió la mesa. Envió a sus doncellas, y ahora clama desde lo más alto de la ciudad. "¡Vengan conmigo los inexpertos! dice a los faltos de juicio. Vengan, disfruten de mi pan y beban del vino que he mezclado. Dejen su insensatez, y vivirán; andarán por el camino del discernimiento. "El que corrige al burlón se gana que lo insulten; el que reprende al malvado se gana su desprecio. No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará. Instruye al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber. "El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; conocer al Santo es tener discernimiento. Por mí aumentarán tus días; muchos años de vida te serán añadidos. Si eres sabio, tu premio será tu sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás." La mujer necia es escandalosa, frívola y desvergonzada. Se sienta a las puertas de su casa, sienta sus reales en lo más alto de la ciudad, y llama a los que van por el camino, a los que no se apartan de su senda. "¡Vengan conmigo, inexpertos! dice a los faltos de juicio. ¡Las aguas robadas saben a gloria! ¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!" Pero éstos ignoran que allí está la muerte, que sus invitados caen al fondo de la fosa.




El Libro de Juan Capítulo 16 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN JUAN

CAPÍTULO 16
(33 d.C.)
LA PERSECUCIÓN
ESTAS cosas os he hablado, para que no os escandalicéis (con todas las advertencias de la persecución venidera).
2 Os echarán de los Sinagogas (la religión, que se refiere a lo que el hombre ha tramado, no aceptará a Cristo y la Cruz): y aun viene la hora, cuando cualquiera que os matare, pensará que hace servicio a Dios (habla del terrible engaño religioso [I Tim. 4:1]).
3 Y estas cosas os harán (de una u otra forma), porque no conocen al Padre, ni a Mí (¡a pesar de sus afirmaciones!).
EL ESPÍRITU SANTO
4 Mas os he dicho esto, para que cuando aquella hora viniere, os acordéis que Yo os lo había dicho (si el mundo nos ama, algo está mal en nuestro testimonio). Esto empero no os lo dije al principio (el comienzo de Su Ministerio no era el momento para revelar estas cosas), porque Yo estaba con vosotros (pero ya Él está a punto de dejarlos, por eso Él les revela lo que va a acontecer).
5 Mas ahora voy Al Que Me envió (de regreso al Padre en el Cielo); y ninguno de vosotros Me pregunta, ¿Adónde vas? (Ellos no están preguntando ahora, solamente porque parece que comienzan a entender lo que Él está diciendo, por lo menos acerca de Su partida.)
6 Antes, porque os he hablado estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón (en algo entendieron que Él regresaría al Padre, pero aún no entendían la Resurrección venidera).
7 Empero Yo os digo la verdad; os es necesario que Yo vaya (la Misión y el Ministerio del Espíritu Santo al Cuerpo de Cristo contaba con el regreso de Cristo al Padre): porque si Yo no fuese, el Consolador (el Espíritu Santo) no vendría a vosotros (corresponde a la respectiva Obra del Oficio de Jesús y del Espíritu Santo — Jesús como el Salvador de los hombres y el Espíritu Santo como el Poder de la Iglesia); mas si Yo fuere, os Le enviaré (se exigió de Cristo una Obra Terminada en la Cruz, antes de que se pudiera enviar al Espíritu Santo).
8 Y cuando Él (el Espíritu Santo) viniere, redargüirá (convencerá) al mundo de pecado (el pecado supremo de rechazar a Cristo), y de Justicia (Jesús es la Justicia y la Resurrección lo declara), y de Juicio (Satanás fue juzgado en el Calvario, y todos los que le siguen son juzgados del mismo modo):
9 De pecado ciertamente, por cuanto no creen en Mí (rechazar a Cristo y la Cruz es rechazar la Salvación);
10 Y de Justicia, por cuanto voy al Padre (Jesús presentó una Justicia intachable al Padre, o sea a Sí mismo, se refiere a Su Sacrificio en el Calvario, que fue aceptado por Dios; en consecuencia, aquella Justicia está imputada a todos quiénes creen en Él y Su Obra en la Cruz), y no Me veréis más (significa que Su Obra fue Terminada);
11 Y de Juicio, por cuanto el Príncipe de este mundo es juzgado (Satanás fue derrotado totalmente en el Calvario y por lo tanto, juzgado así como condenado eternamente; todos quienes lo siguen sufrirán este mismo destino, el Lago de Fuego, y ese destino será para siempre jamás [Apoc. 20:12-15]).
12 Aún tengo muchas cosas que deciros (corresponde a la totalidad del Nuevo Convenio que sería entregado al Apóstol Pablo, y cuyo fundamento ya fue colocado por Cristo), mas ahora no las podéis llevar.
13 Pero cuando viniere Aquél, el Espíritu de Verdad (lo que Él hizo en el Día de Pentecostés), Él os guiará a toda Verdad (si nuestra Fe está puesta correctamente en Cristo y la Cruz, entonces el Espíritu Santo puede producir la Verdad en nosotros; Él no guía en alguna verdad, sino más bien a "toda la Verdad"): porque no hablará de Sí Mismo (nos dice no sólo Lo Que Él hace, sino a Quien Él representa); sino que hablará todo lo que oyere (no se refiere a la ignorancia, ya que el Espíritu Santo es Dios, sino más bien Él declarará la Obra de Cristo solamente): y os hará saber las cosas que han de venir (el Nuevo Convenio, que sería entregado dentro de poco).
14 Él Me Glorificará (describirá a Cristo y lo que Cristo hizo en la Cruz por la humanidad moribunda): porque tomará de lo Mío (los beneficios de la Cruz), y os lo hará saber (que fue así, cuando Él le dio estas grandes Verdades al Apóstol Pablo [Rom. caps. 6-8, etc.]).
15 Todo lo que tiene el Padre, Mío es (siempre ha sido el caso; sin embargo, a causa de la Cruz, también el Creyente ya puede recibir todas estas cosas): por eso dije, que tomará de lo Mío, y os lo hará saber (el fundamento de todo lo que el Espíritu Santo le revela a la Iglesia es lo que Cristo hizo en la Cruz [Rom. 6:3-14; 8:1-2, 11; I Cor. 1:17-18, 21, 23; 2:2; Gál., cap. 5, etc.]).
16 Un poquito, y no Me veréis (se refiere a Su Ascensión, que ocurriría dentro de unos pocos días): y otra vez, un poquito, y Me veréis (se refiere a la venida del Espíritu Santo, Quien sería enviado de regreso por Cristo), porque Yo voy al Padre (quiere decir que el gran Plan de la Redención está terminado).
17 Entonces dijeron algunos de Sus Discípulos unos a otros, ¿Qué es esto que nos dice, Un poquito, y no Me veréis: y otra vez, un poquito, y Me veréis: y, Porque Yo voy al Padre?
18 Decían pues, ¿Qué es esto que dice, Un poquito? No entendemos lo que habla.
19 Y conoció Jesús que Le querían preguntar, y les dijo, ¿Preguntáis entre vosotros de esto que dije (aparentemente el Espíritu Santo Le informó de lo que se rumoraban entre ellos): Un poquito, y no Me veréis: y otra vez, un poquito, y Me veréis?
20 De cierto, de cierto os digo, Que vosotros lloraréis y lamentaréis (en cuanto a Su Crucifixión), mas el mundo se alegrará (los líderes religiosos de Israel se alegrarían, porque ellos eran del mundo y no de Dios): empero aunque vosotros estaréis tristes, mas vuestra tristeza se tornará en gozo (la Resurrección y el envío del Espíritu Santo).
21 La mujer cuando da a luz, tiene pena, porque es venida su hora (el dolor que acompaña el nacimiento de un niño): mas después que ha dado luz a un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo (la pena de la Cruz desaparecerá de los corazones de Sus seguidores, cuando vean lo que la Cruz cumplió).
22 También, pues, vosotros ahora ciertamente tenéis tristeza: mas otra vez os veré (se refiere a la Resurrección), y se gozará vuestro corazón, y nadie quitará de vosotros vuestro gozo (porque ustedes ya conocen la Verdad).
LA ORACIÓN
23 Y en aquel día (después del Día de Pentecostés) no Me preguntaréis nada (no Me pedirán Personalmente, como lo hacen ahora). De cierto, de cierto os digo, Que todo cuanto pidiereis al Padre en Mi Nombre (según lo que Él hizo en la Cruz, y nuestra Fe en aquella Obra Terminada), os lo dará (Él nos coloca en relación directa con el Padre, para disfrutar del mismo acceso que Él Mismo disfruta).
24 Hasta ahora nada habéis pedido en Mi Nombre (mientras Él estaba con ellos, la Obra en la Cruz no se llevó a cabo; por eso Su Nombre no se podía usar en ese momento como se puede usar ahora): pedid, y recibiréis (pedir en Su Nombre, se refiere al hecho de que entendemos que todas las cosas nos pertenecen a través de lo que Cristo hizo en la Cruz), para que vuestro gozo sea cumplido (sólo se puede cumplir cuando entendemos correctamente la Cruz).
25 Estas cosas os he hablado en Proverbios (tiene que ver con las Parábolas y, también, la descripción de Sus Verdades a ellos de un modo disimulado, y con razón): mas la hora viene, cuando ya no os hablaré por Proverbios, pero claramente os anunciaré del Padre (no podía cumplirse hasta que la Cruz fuera una Obra Terminada; entonces el Espíritu Santo podría revelar las cosas claramente, pero sólo si se entiende correctamente la Cruz).
26 Aquel día (después del Día de Pentecostés) pediréis en Mi Nombre (en cierto modo, nos fue otorgado el poder): y no os digo, que Yo rogaré al Padre por vosotros (Su misma Presencia ante el Padre garantiza que el Sacrificio de la Cruz fue aceptado; por lo tanto, todos quienes realmente siguen a Cristo al instante son aceptados también; si Jesús tuviera que orar al Padre por nosotros, significaría que la Cruz no fue una Obra Terminada):
LA SALIDA
27 Pues el Mismo Padre os Ama, porque vosotros Me amasteis (la aceptación de Cristo es la aceptación por el Padre), y habéis creído que Yo salí de Dios (corresponde a la Fe del Creyente como es reflejado en Cristo).
28 Salí del Padre (expresa Su Deidad y la Misión para la cual Él fue enviado), y he venido al mundo (por un motivo, el de ir a la Cruz para que el hombre pudiera ser Redimido [I Ped. 1:18-20]): otra vez, Yo dejo al mundo, y voy al Padre (la Misión está terminada).
29 Le dicen Sus Discípulos, He aquí, ahora Tú hablas claramente, y ningún Proverbio dices (sin embargo, ellos todavía sólo entendieron en un sentido parcial).
30 Ahora entendemos que sabes todas las cosas (tienen un presentimiento que nada de lo que había en sus corazones se podía ocultar de Él), y no necesitas que nadie Te pregunte (antes de que pudieran hacer ciertas preguntas, Él ya discernía sus pensamientos y comenzaba a contestar a sus preguntas planteadas): en esto creemos que has salido de Dios (pero su Fe aún era imperfecta, como lo veremos).
31 Les respondió Jesús, ¿Ahora creéis? (Él les iba ya a decir lo imperfecta que era su Fe.)
32 He aquí, la hora viene, y ha venido (la Crucifixión estaba por acontecer a unas cuantas horas), que seréis esparcidos, cada uno por su parte (su Fe se debilitaba en cuanto a su poder, pero no en cuanto a su calidad esencial), y Me dejaréis Solo (declara exactamente lo que esto dice, ¡al final Él estaba solo!): más aún no estoy solo, porque el Padre está Conmigo (el Padre estaría con Él en todo momento, a excepción las tres horas entre a las 12:00 del mediodía y a las 3:00 de la tarde cuando Él estaba en la Cruz, pagando la pena del pecado).
33 Estas cosas os he hablado, para que en Mí tengáis paz (en efecto, les dice, "Los asuntos pueden parecer oscuros, sin embargo, a pesar de cómo aparentan, todo está bajo control; ¡confíen en lo que he dicho y créanme!"). En el mundo tendréis aflicción (la condición fundamental de la Vida Divina en este mundo; el mundo está totalmente en contra porque su sistema es únicamente de Satanás): mas confiad, Yo he vencido al mundo (Él hizo esto por la Cruz [Col. 2:14-15], para que podamos nosotros vencer al mundo).




Primera Corintios Capítulo 13:
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.




Hebreos 10:35-12:4
No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;





Romanos 8:

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

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29 October 2015

El 30 de octubre Lectura Bíblica Diaria

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El 30 de octubre Lectura Bíblica Diaria:

Jeremías 31 a 33:
"En aquel tiempo afirma el Señor seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellos serán mi pueblo." Así dice el Señor: "El pueblo que escapó de la espada ha hallado gracia en el desierto; Israel va en busca de su reposo." Hace mucho tiempo se me apareció el Señor y me dijo: "Con amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad, oh virginal Israel. Te edificaré de nuevo; ¡sí, serás reedificada! y saldrás a bailar con alegría. Volverás a plantar viñedos en las colinas de Samaria, y quienes los planten gozarán de sus frutos Vendrá un día en que los centinelas gritarán por las colinas de Efraín: ¡Vengan, subamos a Sión, al monte del Señor, nuestro Dios! " Así dice el Señor: "Canten jubilosos en honor de Jacob; griten de alegría por la mejor de las naciones. Hagan oír sus alabanzas y clamen: ¡Salva, Señor, a tu pueblo; salva al remanente de Israel! Yo los traeré del país del norte; los reuniré de los confines de la tierra. ¡Volverá una gran multitud! Entre ellos vendrán ciegos y cojos, embarazadas y parturientas. Entre llantos vendrán, y entre consuelos los conduciré. por un camino llano en el que no tropezarán. Yo soy el padre de Israel; mi primogénito es Efraín. "Naciones, escuchen la palabra del Señor, y anuncien en las costas más lejanas: El que dispersó a Israel, lo reunirá; lo cuidará como un pastor a su rebaño. Porque el Señor rescató a Jacob; lo redimió de una mano más poderosa. Vendrán y cantarán jubilosos en las alturas de Sión; disfrutarán de las bondades del Señor: el trigo, el vino nuevo y el aceite, las crías de las ovejas y las vacas. Serán como un jardín bien regado, y no volverán a desmayar. Entonces las jóvenes danzarán con alegría, y los jóvenes junto con los ancianos. Convertiré su duelo en gozo, y los consolaré; transformaré su dolor en alegría. Colmaré de abundancia a los sacerdotes, y saciaré con mis bienes a mi pueblo", afirma el Señor. Así dice el Señor: "Se oye un grito en Ramá, lamentos y amargo llanto. Es Raquel, que llora por sus hijos y no quiere ser consolada; ¡sus hijos ya no existen!" Así dice el Señor: "Reprime tu llanto, las lágrimas de tus ojos, pues tus obras tendrán su recompensa: tus hijos volverán del país enemigo afirma el Señor. Se vislumbra esperanza en tu futuro: tus hijos volverán a su patria afirma el Señor. "Por cierto, he escuchado el lamento de Efraín: Me has escarmentado como a un ternero sin domar, y he aceptado tu corrección. Hazme volver, y seré restaurado; porque tú, mi Dios, eres el Señor. Yo me aparté, pero me arrepentí; al comprenderlo me di golpes de pecho. porque cargo con el oprobio de mi juventud. "¿Acaso no es Efraín mi hijo amado? ¿Acaso no es mi niño preferido? Cada vez que lo reprendo, vuelvo a acordarme de él. Por él mi corazón se conmueve; por él siento mucha compasión afirma el Señor. "Ponte señales en el camino, coloca marcas por donde pasaste, fíjate bien en el sendero. ¡Vuelve, virginal Israel; vuelve a tus ciudades! ¿Hasta cuándo andarás errante, hija infiel? El Señor creará algo nuevo en la tierra, la mujer regresará a su esposo." Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: "Cuando yo cambie su suerte, en la tierra de Judá y en sus ciudades volverá a decirse: "Monte santo, morada de justicia: ¡que el Señor te bendiga! Allí habitarán juntos Judá y todas sus ciudades, los agricultores y los pastores de rebaños. Daré de beber a los sedientos y saciaré a los que estén agotados." En ese momento me desperté, y abrí los ojos. Había tenido un sueño agradable. "Vienen días afirma el Señor en que con la simiente de hombres y de animales sembraré el pueblo de Israel y la tribu de Judá. Y así como he estado vigilándolos para arrancar y derribar, para destruir y demoler, y para traer calamidad, así también habré de vigilarlos para construir y plantar afirma el Señor. En aquellos días no volverá a decirse: "Los padres comieron uvas agrias, y a los hijos se les destemplaron los dientes. Al contrario, al que coma uvas agrias se le destemplarán los dientes, es decir, que cada uno morirá por su propia iniquidad. "Vienen días afirma el Señor en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con la tribu de Judá. No será un pacto como el que hice con sus antepasados el día en que los tomé de la mano y los saqué de Egipto, ya que ellos lo quebrantaron a pesar de que yo era su esposo afirma el Señor. "Éste es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel afirma el Señor: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrá nadie que enseñar a su prójimo, ni dirá nadie a su hermano: ¡Conoce al Señor!, porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán afirma el Señor. Yo les perdonaré su iniquidad, y nunca más me acordaré de sus pecados." Así dice el Señor, cuyo nombre es el Señor Todopoderoso, quien estableció el sol para alumbrar el día, y la luna y las estrellas para alumbrar la noche, y agita el mar para que rujan sus olas: "Si alguna vez fallaran estas leyes afirma el Señor, entonces la descendencia de Israel ya nunca más sería mi nación especial." Así dice el Señor: "Si se pudieran medir los cielos en lo alto, y en lo bajo explorar los cimientos de la tierra, entonces yo rechazaría a la descendencia de Israel por todo lo que ha hecho afirma el Señor. "Vienen días afirma el Señor, en que la ciudad del Señor será reconstruida, desde la torre de Jananel hasta la puerta de la Esquina. El cordel para medir se extenderá en línea recta, desde allí hasta la colina de Gareb, y luego girará hacia Goa. Y todo el valle donde se arrojan los cadáveres y las cenizas, y todos los campos, hasta el arroyo de Cedrón y hasta la puerta de los Caballos, en la esquina oriental, estarán consagrados al Señor. ¡Nunca más la ciudad será arrancada ni derribada!" Ésta es la palabra del Señor, que vino a Jeremías en el año décimo del reinado de Sedequías en Judá, es decir, en el año dieciocho de Nabucodonosor. En aquel tiempo el ejército del rey de Babilonia mantuvo sitiada a Jerusalén, y el profeta Jeremías estuvo preso en el patio de la guardia del palacio real. Sedequías, el rey de Judá, lo tenía preso y le reprochaba: "¿Por qué andas profetizando: Así dice el Señor? Andas proclamando que el Señor dice: Voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y él la tomará; y Sedequías, rey de Judá, no escapará de la mano de los babilonios, sino que será entregado en manos del rey de Babilonia y tendrá que enfrentarse con él cara a cara. Además, dices que el Señor afirma: Nabucodonosor se llevará a Sedequías a Babilonia, y allí se quedará hasta que yo vuelva a ocuparme de él, y también: Si ustedes combaten contra los babilonios, no vencerán." Jeremías respondió: "La palabra del Señor vino a mí, y me dijo: Janamel, hijo de tu tío Salún, vendrá a pedirte que le compres el campo que está en Anatot, pues tienes el derecho y la responsabilidad de comprarlo por ser el pariente más cercano. "En efecto, conforme a la palabra del Señor, mi primo Janamel vino a verme en el patio de la guardia y me dijo: Compra ahora mi campo que está en Anatot, en el territorio de Benjamín, ya que tú tienes el derecho y la responsabilidad de comprarlo por ser el pariente más cercano. Entonces comprendí que esto era palabra del Señor, y le compré a mi primo Janamel el campo de Anatot por diecisiete monedas de plata. Reuní a los testigos, firmé la escritura, la sellé, y pagué el precio convenido. Luego tomé la copia sellada y la copia abierta de la escritura con las condiciones de compra, y se las entregué a Baruc, hijo de Nerías y nieto de Maseías, en presencia de Janamel, de los testigos que habían firmado la escritura, y de todos los judíos que estaban sentados en el patio de la guardia. Con ellos como testigos, le ordené a Baruc: Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: ‘Toma la copia sellada y la copia abierta de esta escritura, y guárdalas en una vasija de barro, para que se conserven mucho tiempo. Porque así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: ‘De nuevo volverán a comprarse casas, campos y viñedos en esta tierra. "Después de entregarle la escritura a Baruc hijo de Nerías, oré al Señor: "¡Ah, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible. Muestras tu fiel amor a multitud de generaciones, pero también castigas a los hijos por la iniquidad de sus antepasados. ¡Oh Dios grande y fuerte, tu nombre es el Señor Todopoderoso! Tus proyectos son grandiosos, y magníficas tus obras. Tus ojos observan todo lo que hace la humanidad, para dar a cada uno lo que merece, según su conducta y los frutos de sus acciones. Tú hiciste milagros y prodigios en la tierra de Egipto, y hasta el día de hoy los sigues haciendo, tanto en Israel como en todo el mundo; así te has conquistado la fama que hoy tienes. Tú, con gran despliegue de poder, y con milagros, prodigios y gran terror, sacaste de Egipto a tu pueblo. Le diste a Israel esta tierra, donde abundan la leche y la miel, tal como se lo habías jurado a sus antepasados. Pero cuando entraron y tomaron posesión de ella, no te obedecieron ni acataron tu ley, ni tampoco hicieron lo que les habías ordenado. Por eso les enviaste toda esta desgracia. Ahora las rampas de ataque han llegado hasta la ciudad para conquistarla. A causa de la espada, el hambre y la pestilencia, la ciudad caerá en manos de los babilonios que la atacan. Señor, todo lo que habías anunciado se está cumpliendo, y tú mismo lo estás viendo. Señor mi Dios, a pesar de que la ciudad caerá en manos de los babilonios, tú me has dicho: Cómprate el campo al contado en presencia de testigos. " Entonces vino la palabra del Señor a Jeremías: "Yo soy el Señor, Dios de toda la humanidad. ¿Hay algo imposible para mí? Por eso, así dice el Señor: Voy a entregar esta ciudad en manos de los babilonios y de Nabucodonosor, su rey, y él la capturará. Y los babilonios que ataquen esta ciudad, entrarán en ella y le prenderán fuego, así como a las casas en cuyas azoteas se quemaba incienso a Baal y, para provocarme a ira, se derramaban libaciones a otros dioses. Porque desde su juventud el pueblo de Israel y el de Judá no han hecho sino lo malo delante de mí. El pueblo de Israel no ha dejado de provocarme a ira con la obra de sus manos afirma el Señor. Desde el día en que construyeron esta ciudad hasta hoy, ella ha sido para mí motivo de ira y de furor. Por eso la quitaré de mi presencia, por todo el mal que han cometido los pueblos de Israel y de Judá: ellos, sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes y sus profetas, todos los habitantes de Judá y de Jerusalén. Ellos no me miraron de frente, sino que me dieron la espalda. Y aunque una y otra vez les enseñaba, no escuchaban ni aceptaban corrección. Colocaban sus ídolos abominables en la casa que lleva mi nombre, y así la profanaban. También construían altares a Baal en el valle de Ben Hinón, para pasar por el fuego a sus hijos e hijas en sacrificio a Moloc, cosa detestable que yo no les había ordenado, y que ni siquiera se me había ocurrido. De este modo hacían pecar a Judá. "Por tanto, así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de esta ciudad que, según ustedes, caerá en manos del rey de Babilonia por la espada, el hambre y la pestilencia: Voy a reunirlos de todos los países adonde en mi ira, furor y terrible enojo los dispersé, y los haré volver a este lugar para que vivan seguros. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. Haré que haya coherencia entre su pensamiento y su conducta, a fin de que siempre me teman, para su propio bien y el de sus hijos. Haré con ellos un pacto eterno: Nunca dejaré de estar con ellos para mostrarles mi favor; pondré mi temor en sus corazones, y así no se apartarán de mí. Me regocijaré en favorecerlos, y con todo mi corazón y con toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra. "Así dice el Señor: Tal como traje esta gran calamidad sobre este pueblo, yo mismo voy a traer sobre ellos todo el bien que les he prometido. Se comprarán campos en esta tierra, de la cual ustedes dicen: Es una tierra desolada, sin gente ni animales, porque fue entregada en manos de los babilonios. En la tierra de Benjamín y en los alrededores de Jerusalén, en las ciudades de Judá, de la región montañosa, de la llanura, y del Néguev, se comprarán campos por dinero, se firmarán escrituras, y se sellarán ante testigos afirma el Señor, porque yo cambiaré su suerte." La palabra del Señor vino a Jeremías por segunda vez, cuando éste aún se hallaba preso en el patio de la guardia: "Así dice aquel cuyo nombre es el Señor, el que hizo la tierra, y la formó y la estableció con firmeza: Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes. Porque así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad y de los palacios de los reyes de Judá, que van a ser derribados para levantar defensas contra la espada y contra las rampas de asalto: Los babilonios vienen para atacar la ciudad y llenarla de cadáveres. En mi ira y furor he ocultado mi rostro de esta ciudad; la heriré de muerte a causa de todas sus maldades. "Sin embargo, les daré salud y los curaré; los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad. Cambiaré la suerte de Judá y de Israel, y los reconstruiré como al principio. Los purificaré de todas las iniquidades que cometieron contra mí; les perdonaré todos los pecados con que se rebelaron contra mí. Jerusalén será para mí motivo de gozo, y de alabanza y de gloria a la vista de todas las naciones de la tierra. Se enterarán de todo el bien que yo le hago, y temerán y temblarán por todo el bienestar y toda la paz que yo le ofrezco. "Así dice el Señor: Ustedes dicen que este lugar está en ruinas, sin gente ni animales. Sin embargo, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están desoladas y sin gente ni animales, se oirá de nuevo el grito de gozo y alegría, el canto del novio y de la novia, y la voz de los que traen a la casa del Señor ofrendas de acción de gracias y cantan: " ‘Den gracias al Señor Todopoderoso, porque el Señor es bueno, porque su amor es eterno. Yo cambiaré la suerte de este país afirma el Señor, y volverá a ser como al principio. "Así dice el Señor Todopoderoso: En este lugar que está en ruinas, sin gente ni animales, y en todas sus ciudades, de nuevo habrá pastos en donde los pastores harán descansar a sus rebaños. En las ciudades de la región montañosa, de la llanura, y del Néguev, en el territorio de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, las ovejas volverán a ser contadas por los pastores dice el Señor. "Llegarán días afirma el Señor, en que cumpliré la promesa de bendición que hice al pueblo de Israel y a la tribu de Judá. "En aquellos días, y en aquel tiempo, haré que brote de David un renuevo justo, y él practicará la justicia y el derecho en el país. En aquellos días Judá estará a salvo, y Jerusalén morará segura. Y será llamada así: ‘El Señor es nuestra justicia. Porque así dice el Señor: Nunca le faltará a David un descendiente que ocupe el trono del pueblo de Israel. Tampoco a los sacerdotes levitas les faltará un descendiente que en mi presencia ofrezca holocausto, queme ofrendas de grano, y presente sacrificios todos los días. " La palabra del Señor vino a Jeremías: "Así dice el Señor: Si ustedes pudieran romper mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de modo que el día y la noche no llegaran a su debido tiempo, también podrían romper mi pacto con mi siervo David, que no tendría un sucesor que ocupara su trono, y con los sacerdotes levitas, que son mis ministros. Yo multiplicaré la descendencia de mi siervo David, y la de los levitas, mis ministros, como las incontables estrellas del cielo y los granos de arena del mar. " La palabra del Señor vino a Jeremías: "¿No te has dado cuenta de que esta gente afirma que yo, el Señor, he rechazado a los dos reinos que había escogido? Con esto desprecian a mi pueblo, y ya no lo consideran una nación. Así dice el Señor: Si yo no hubiera establecido mi pacto con el día ni con la noche, ni hubiera fijado las leyes que rigen el cielo y la tierra, entonces habría rechazado a los descendientes de Jacob y de mi siervo David, y no habría escogido a uno de su estirpe para gobernar sobre la descendencia de Abraham, Isaac y Jacob. ¡Pero yo cambiaré su suerte y les tendré compasión! "




Salmo 20:
Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo. Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos. Selah. Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cumplan todos tus planes. Nosotros celebraremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las banderas. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! Ahora sé que el Señor salvará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias. Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos confían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos. ¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!



Proverbios 8:
¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿No está elevando su voz la inteligencia? Toma su puesto en las alturas, a la vera del camino y en las encrucijadas. Junto a las puertas que dan a la ciudad, a la entrada misma, grita a voz en cuello: "A ustedes los hombres, los estoy llamando; dirijo mi voz a toda la humanidad. Ustedes los inexpertos, ¡adquieran prudencia! Ustedes los necios, ¡obtengan discernimiento! Escúchenme, que diré cosas importantes; mis labios hablarán con justicia. Mi boca expresará la verdad, pues mis labios detestan la mentira. Las palabras de mi boca son todas justas; no hay en ellas maldad ni doblez. Son claras para los entendidos, e irreprochables para los sabios. Opten por mi instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara. "Yo, la sabiduría, convivo con la prudencia y poseo conocimiento y discreción. Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso. Míos son el consejo y el buen juicio; míos son el entendimiento y el poder. Por mí reinan los reyes y promulgan leyes justas los gobernantes. Por mí gobiernan los príncipes y todos los nobles que rigen la tierra. A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer. Conmigo están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos. Mi fruto es mejor que el oro fino; mi cosecha sobrepasa a la plata refinada. Voy por el camino de la rectitud, por los senderos de la justicia, enriqueciendo a los que me aman y acrecentando sus tesoros. "El Señor me dio la vida como primicia de sus obras, mucho antes de sus obras de antaño. Fui establecida desde la eternidad, desde antes que existiera el mundo. No existían los grandes mares cuando yo nací; no había entonces manantiales de abundantes aguas. Nací antes que fueran formadas las colinas, antes que se cimentaran las montañas, antes que él creara la tierra y sus paisajes y el polvo primordial con que hizo el mundo. Cuando Dios cimentó la bóveda celeste y trazó el horizonte sobre las aguas, allí estaba yo presente. Cuando estableció las nubes en los cielos y reforzó las fuentes del mar profundo; cuando señaló los límites del mar, para que las aguas obedecieran su mandato; cuando plantó los fundamentos de la tierra, allí estaba yo, afirmando su obra. Día tras día me llenaba yo de alegría, siempre disfrutaba de estar en su presencia; me regocijaba en el mundo que él creó; ¡en el género humano me deleitaba! "Y ahora, hijos míos, escúchenme: dichosos los que van por mis caminos. Atiendan a mi instrucción, y sean sabios; no la descuiden. Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día, esperando a la entrada de mi casa. En verdad, quien me encuentra, halla la vida y recibe el favor del Señor. Quien me rechaza, se perjudica a sí mismo; quien me aborrece, ama la muerte."


El Libro de Juan Capítulo 15 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN JUAN



CAPÍTULO 15
(33 d.C.)
LA VID VERDADERA




YO soy la Vid Verdadera (el Verdadero Israel, como Él es la Verdadera Iglesia, y el Verdadero Hombre; más expresamente, Él Solo es la Fuente de Vida), y Mi Padre es el Viñador (se refiere a Dios el Padre no simplemente como el Viñador, sino también el Dueño por así decirlo).
2 Todo pámpano (Creyente) que en Mí (para tener la Salvación, debemos estar "en Cristo" que se refiere a la confianza en lo que Él hizo en la Cruz) no lleva fruto (el Espíritu Santo Solo puede producir el fruto dentro de nuestras vidas, y Él hace tal por la Obra Terminada de Cristo, que exige que la Cruz sea siempre el Objeto de nuestra Fe), le quitará (si el Creyente rechaza la Cruz, al final, será quitado del Cuerpo de Cristo): y todo aquel que lleva fruto (tiene algún entendimiento de Cristo y la Cruz), le limpiará (usa cualquier medio necesario para que la Cruz sea el Objeto total de la Fe de la persona), para que lleve más fruto (sólo cuando la Cruz sea el Objeto total de la Fe de la persona puede el Espíritu Santo realizar Su Obra de producir el fruto apropiado [Rom. 8:1-2, 11]).
3 Ya vosotros sois limpios por la Palabra que os he hablado (la respuesta, como siempre, se encuentra en la Palabra de Dios; la Historia de la Biblia es "Jesucristo y Él Crucificado").
4 Estad en Mí (fije su mirada exclusivamente en Él, y lo que Él hizo por nosotros en la Cruz), y Yo en vosotros (si permanecemos correctamente en Él, lo cual sólo podemos hacer por medio de hacer siempre la Cruz el Objeto de nuestra Fe, por lo tanto, Él permanecerá en nosotros sin falta). Como el pámpano (Creyente) no puede llevar fruto de sí mismo (¡no puede Santificarse a sí mismo! ¡es imposible!), si no estuviere en la Vid (permanecer en Él se refiere al hecho de que entendemos que cada solución que buscamos, cual sea la necesidad, se encuentra sólo en Cristo y la Cruz; nunca debemos separar a Cristo de la Cruz [I Cor. 1:23; 2:2]); así ni vosotros, si no estuviereis en Mí.
5 Yo soy la Vid (no es la Iglesia, ni un Predicador en particular, ni siquiera una Doctrina concreta, sino Cristo Solo), vosotros los pámpanos (los Creyentes): el que está en mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto (lo volvemos a decir; el Creyente tiene que entender que todo lo que recibimos de Dios proviene exclusivamente mediante Cristo y la Cruz; ya que eso es el caso, la Cruz debe ser siempre el Objeto de nuestra Fe; entonces el Espíritu Santo puede crecer Su fruto dentro de nuestras vidas; ¡no se puede hacer de ninguna otra forma!): porque sin Mí (lo que Él hizo por nosotros en la Cruz) nada podéis hacer (el Creyente debe leer aquella frase una y otra vez).
6 El que en Mí no permaneciere (rehusa aceptar la Cruz, lo que significa que él sirve a "otro Jesús" [II Cor. 11:4]), será echado fuera como mal pámpano (es quitado de la Fuente de la Vida), y se secará (sin la Fe apropiada en Cristo y la Cruz, el Creyente al final se marchita); y los recogen, y los echan en el fuego, y arden (¡la implicación es asombrosa! si la Fe apropiada en Cristo y en la Cruz no se mantiene, el resultado final es el Infierno eterno).
7 Si estuviereis en Mí (mantenga su Fe afianzada en Cristo y en la Cruz), y Mis Palabras estuvieren en vosotros (de hecho, la totalidad de la Palabra de Dios es la Historia "de Cristo y la Cruz"), pedid todo lo que quisiereis, y os será hecho (la Fe apropiada en Cristo y la Cruz desea sólo la Voluntad de Dios, cuya Voluntad ya responde para que se lleve a cabo).
8 En esto es glorificado Mi Padre (que los Creyentes coloquen total y completamente su Fe exclusiva en Cristo y la Cruz), en que llevéis mucho fruto (Jesús no murió en vano, sino que Su Muerte en la Cruz producirá "mucho fruto"); y seáis así Mis Discípulos (Luc. 9:23-24).
9 Como el Padre me amó (el Padre Celestial nos ama como corresponde, al permanecer en Cristo), también Yo os he amado (el Buen Pastor da Su Vida por las ovejas): estad en Mi Amor (podemos seguir en Su Amor, con tal que sigamos en nuestra Fe, cuya Fe tiene que hacer siempre la Cruz su Objeto).
10 Si guardareis Mis Mandamientos (sólo cuando el Espíritu Santo obra en nosotros, lo que Él hace según nuestra Fe en Cristo y la Cruz), estaréis en Mi Amor (se puede cumplir sólo en la manera que ya se mencionó); como Yo también he guardado los Mandamientos de Mi Padre, y estoy en Su Amor (el Mandamiento del Padre en cuanto a Cristo era que Él tenía que ir a la Cruz [Mat. 16:21-24]; Su Mandamiento a nosotros es que siempre mantengamos a Cristo Solo y la Cruz el Objeto de nuestra Fe [Jn. 6:53]).
11 Estas cosas os he hablado, para que Mi Gozo esté en vosotros (Su Gozo permanece en nosotros, sólo cuando nuestra Fe está correctamente puesta en Él y la Cruz), y vuestro gozo sea cumplido (el Cristiano no puede experimentar una "plenitud de gozo" hasta que tenga un buen entendimiento de la Cruz, lo que significa que hasta entonces es que comprende bien a Cristo).
12 Este es Mi Mandamiento, Que os améis los unos a los otros (solamente cuando tengamos un buen entendimiento de la Cruz), como Yo os he amado (Él nos amó tanto que dio Su Vida por nosotros).
13 Nadie tiene mayor amor que este (la personificación del amor), que ponga alguno su vida por sus amigos (describe la Cruz, como es evidente).
14 Vosotros sois Mis amigos (en consecuencia, entrego Mi Vida por vosotros), si hiciereis las cosas que Yo os Mando (como se expresó antes, solamente podemos hacer lo que Él Manda, cuando permitimos que el Espíritu Santo tenga libertad en nuestras vidas, lo cual es por medio de hacer siempre la Cruz el Objeto de nuestra Fe).
15 Ya no os llamaré siervos (la Fe en Cristo y la Cruz Sola puede elevar al Creyente a una nueva condición); porque el siervo no sabe lo que hace su señor (cuando se coloca incorrectamente la fe, el Señor no puede confiar en nosotros): mas os he llamado amigos; porque todas las cosas que oí de Mi Padre, os di a conocer (¡por lo tanto, no tenemos excusa!).
16 No me elegisteis vosotros a Mí, mas Yo os elegí a vosotros (en realidad, no es que nosotros encontramos al Señor; la verdad es que Él nos encuentra), y os he puesto (nos ha elegido para algún propósito) para que vayáis y llevéis fruto (como se expresó anteriormente, sólo se puede hacer esto por medio de mirar siempre a la Cruz [Gál. 6:14]), y vuestro fruto permanezca (mientras que nuestra Fe permanezca en la Cruz, el fruto permanecerá): para que todo lo que pidiereis del Padre en Mi Nombre (usar Su Nombre siempre se refiere a la victoria que Él ganó en la Cruz), Él os lo dé.
17 Esto os Mando, Que os améis los unos a los otros (si coloca la Fe incorrectamente, no hay amor, ni siquiera podrá haber amor).
EL ODIO
18 Si el mundo os aborrece (es definitivo que será así, si usted hace a Cristo y la Cruz el Objeto de su Fe), sabed que a Mí Me aborreció antes que a vosotros (¿Por qué? El mundo rehusa admitir debido a su perversidad a que Dios tuvo que hacerse hombre y morir en una Cruz a fin de que los hombres pudieran ser Salvos. Por lo tanto, Cristo carga el peso de aquella animosidad).
19 Si fuerais del mundo (contempla un camino de otra manera que Cristo y la Cruz), el mundo amaría lo suyo (el mundo ama a los suyos, y los suyos aman al mundo): mas porque no sois del mundo (rehusa aceptar las soluciones propuestas por el mundo), antes Yo os elegí del mundo (nos extrajo del sistema del mundo para llevarnos al camino del Señor), por eso os aborrece el mundo (el mundo nos odia porque desmentimos sus soluciones propuestas, y afirmamos que Cristo es la única respuesta; lo cual perturba el orgullo del hombre).
20 Acordaos de la palabra que Yo os he dicho, No es el siervo mayor que su Señor ([Jn. 13:16], en ese pasaje trata acerca de la humildad; en este pasaje trata con respecto a la oposición). Si a Mí Me han perseguido (y realmente fue así), también a vosotros perseguirán (la mayor parte de la persecución vendrá del mundo de religión); si han guardado Mi Palabra (no lo hicieron), también guardarán la vuestra (significa que el mundo no aceptará nuestra solución de Cristo y Él Crucificado).
21 Mas todo esto os hará por causa de Mi Nombre (el Nombre que es ensalzado con más amor, y al mismo tiempo con más contención, es el Nombre de Jesús), porque no conocen Al Que Me ha enviado (a pesar de las afirmaciones de las religiones del mundo, si ellos rechazan a Cristo, significa que no conocen a Dios).
22 Si no hubiera venido ni les hubiera hablado, no tendrían pecado (el pecado de rechazar a Cristo, es el mayor pecado de todos): mas ahora no tienen excusa de su pecado (quiere decir que desde el acontecimiento de la Cruz, el mundo no tiene excusa alguna).
23 El que Me aborrece también a Mi Padre aborrece (de todas las maneras posibles, Jesús volvía a declarar varias veces que era imposible separarlo del Padre o el Padre de Él).
24 Si no hubiese hecho entre ellos Obras cuales ningún otro ha hecho, no tendrían pecado (Su Predicación, Enseñanza y Milagros revelaron claramente Quién era Él): mas ahora las han visto, y Me aborrecen tanto a Mí y a Mi Padre (la condena más horrible que se puede pronunciar en los seres mortales).
25 Mas para que se cumpla la Palabra que está escrita en su Ley (no significa que ellos fueron obligados a hacer esta cosa, sino que se predijo que lo harían), Que sin causa Me aborrecieron (Sal. 35:19; 69:4).
26 Empero cuando viniere el Consolador (el Ayudador), El Cual (el Espíritu Santo) Yo os enviaré del Padre (presenta a Jesús como el Bautizador con el Espíritu Santo [Mat. 3:11; Jn. 1:31-33]), aun el Espíritu de Verdad (tiene que ver con la veracidad de la Palabra de Dios; el Espíritu Santo supervisó su redacción, desde Moisés que comenzó con el Libro de Génesis, hasta la conclusión que recibió Juan en la Isla de Patmos), el cual procede del Padre (el Padre enviando al Espíritu Santo en nombre de Jesús y por la Autoridad de Jesús), Él dará testimonio de Mí (de Quién Cristo es [Dios] y Lo Que Cristo hizo — la Cruz).
27 Y vosotros daréis testimonio (los Apóstoles), porque estáis conmigo desde el principio (se refiere a ellos que observan todo lo que Él hizo y dijo [Ef. 2:20]).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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El 29 de octubre Lectura Bíblica Diaria


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El 29 de octubre Lectura Bíblica Diaria: 


Jeremías 28 a 30:
En el quinto mes de ese mismo año cuarto, es decir, al comienzo del reinado de Sedequías, rey de Judá, el profeta Jananías hijo de Azur, que era de Gabaón, me dijo en la casa del Señor, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo: Así dice el Señor Todopoderso, el Dios de Israel: Voy a quebrar el yugo del rey de Babilonia. Dentro de dos años devolveré a este lugar todos los utensilios que Nabucodonosor, rey de Babilonia, se llevó de la casa del Señor a Babilonia. También haré que vuelvan a este lugar Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, y todos los que fueron deportados de Judá a Babilonia. ¡Voy a quebrar el yugo del rey de Babilonia! Yo, el Señor, lo afirmo. En presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo que estaba en la casa del Señor, el profeta Jeremías le respondió al profeta Jananías: ¡Amén! Que así lo haga el Señor. Que cumpla el Señor las palabras que has profetizado. Que devuelva a este lugar los utensilios de la casa del Señor y a todos los que fueron deportados a Babilonia. Pero presta atención a lo que voy a decirles a ti y a todo el pueblo: Los profetas que nos han precedido profetizaron guerra, hambre y pestilencia contra numerosas naciones y grandes reinos. Pero a un profeta que anuncia paz se le reconoce como profeta verdaderamente enviado por el Señor, sólo si se cumplen sus palabras. Entonces el profeta Jananías tomó el yugo que estaba sobre el cuello del profeta Jeremías, y lo quebró. Y dijo en presencia de todo el pueblo: Así dice el Señor: De esta manera voy a quebrar, dentro de dos años, el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que pesa sobre el cuello de todas las naciones. El profeta Jeremías, por su parte, optó por seguir su camino. Algún tiempo después de que el profeta Jananías quebrara el yugo que pesaba sobre el cuello de Jeremías, la palabra del Señor vino a este profeta: "Ve y adviértele a Jananías que así dice el Señor: Tú has quebrado un yugo de madera, pero yo haré en su lugar un yugo de hierro. Porque así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: ‘Voy a poner un yugo de hierro sobre el cuello de todas estas naciones, para someterlas a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y ellas se sujetarán a él. También a las bestias del campo las someteré a su poder. " Entonces el profeta Jeremías le dijo al profeta Jananías: Presta mucha atención. A pesar de que el Señor no te ha enviado, tú has hecho que este pueblo confíe en una mentira. Por eso, así dice el Señor: Voy a hacer que desaparezcas de la faz de la tierra. Puesto que has incitado a la rebelión contra el Señor, este mismo año morirás. En efecto, el profeta Jananías murió en el mes séptimo de ese mismo año. Ésta es la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén al resto de los ancianos que estaban en el exilio, a los sacerdotes y los profetas, y a todo el pueblo que Nabucodonosor había desterrado de Jerusalén a Babilonia. Esto sucedió después de que el rey Jeconías había salido de Jerusalén, junto con la reina madre, los eunucos, los jefes de Judá y de Jerusalén, los artesanos y los herreros. La carta fue enviada por medio de Elasá hijo de Safán, y de Guemarías hijo de Jilquías, a quienes Sedequías, rey de Judá, había enviado al rey Nabucodonosor, rey de Babilonia. La carta decía: Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel, a todos los que he deportado de Jerusalén a Babilonia: "Construyan casas y habítenlas; planten huertos y coman de su fruto. Cásense, y tengan hijos e hijas; y casen a sus hijos e hijas, para que a su vez ellos les den nietos. Multiplíquense allá, y no disminuyan. Además, busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado, y pidan al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad." Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: "No se dejen engañar por los profetas ni por los adivinos que están entre ustedes. No hagan caso de los sueños que ellos tienen. Lo que ellos les profetizan en mi nombre es una mentira. Yo no los he enviado", afirma el Señor. Así dice el Señor: "Cuando a Babilonia se le hayan cumplido los setenta años, yo los visitaré; y haré honor a mi promesa en favor de ustedes, y los haré volver a este lugar. Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón. Me dejaré encontrar afirma el Señor, y los haré volver del cautiverio. Yo los reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde los haya dispersado, y los haré volver al lugar del cual los deporté", afirma el Señor. Ustedes podrán decir: "El Señor nos ha dado profetas en Babilonia", pero esto es lo que dice el Señor acerca del rey que ocupa el trono de David, y acerca de todo el pueblo que aún queda en esta ciudad, es decir, de sus hermanos que no fueron con ustedes al exilio. Así dice el Señor Todopoderoso: "Voy a mandar contra ellos la espada, el hambre y la pestilencia. Haré que sean como higos podridos, que de tan malos no se pueden comer. Los perseguiré con espada, hambre y pestilencia, y haré que sean motivo de espanto para todos los reinos de la tierra, y que sean maldición y objeto de horror, de burla y de escarnio en todas las naciones por donde yo los disperse. Porque ustedes no han escuchado ni han hecho caso de las palabras que, una y otra vez, les envié por medio de mis siervos los profetas afirma el Señor. "Pero ahora todos ustedes los exiliados que hice deportar de Jerusalén a Babilonia, ¡obedezcan mi palabra!" Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel, acerca de Acab hijo de Colaías, y de Sedequías hijo de Maseías, que les profetizan una mentira en mi nombre: "Voy a entregarlos en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él los matará ante sus propios ojos. Por culpa de ellos, todos los deportados de Judá que están en Babilonia pronunciarán esta maldición: Que haga el Señor contigo lo mismo que hizo con Sedequías y Acab, a quienes el rey de Babilonia asó en el fuego. Porque cometieron una infamia en Israel: adulteraron con la mujer de su prójimo y dijeron mentiras en mi nombre, cosas que jamás les ordené. Yo lo sé, y de eso soy testigo", afirma el Señor. También a Semaías hijo de Nejelán le comunicarás que así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: "Tú, en tu propio nombre, enviaste cartas a todo el pueblo que está en Jerusalén, al sacerdote Sofonías hijo de Maseías, y a todos los sacerdotes. En esas cartas decías: El Señor te ha puesto como sacerdote en lugar del sacerdote Joyadá, para que vigiles en la casa del Señor. A todo loco que se haga pasar por profeta, lo pondrás en el cepo y en el calabozo. ¿Por qué, pues, no has reprendido a Jeremías de Anatot, que entre ustedes se hace pasar por profeta? Resulta que él nos envió un mensaje a Babilonia, el cual decía: ‘La deportación va a durar mucho tiempo; así que construyan casas, y habítenlas; planten huertos y coman de su fruto. " El sacerdote Sofonías leyó esta carta al profeta Jeremías. Entonces vino a Jeremías la palabra del Señor: "Comunícales a todos los deportados que así dice el Señor acerca de Semaías de Nejelán: Puesto que Semaías les ha profetizado sin que yo lo haya enviado, y les ha hecho confiar en una mentira, yo, el Señor, castigaré a Semaías de Nejelán y a su descendencia, porque ha incitado al pueblo a rebelarse contra mí. Ninguno de su familia vivirá para contar el bien que le haré a mi pueblo ", afirma el Señor. La palabra del Señor vino a Jeremías: "Así dice el Señor, el Dios de Israel: Escribe en un libro todas las palabras que te he dicho. Porque vienen días afirma el Señor cuando yo haré volver del cautiverio a mi pueblo Israel y Judá, y los traeré a la tierra que di a sus antepasados, y la poseerán ", afirma el Señor. Esto fue lo que el Señor le dijo a Jeremías acerca de Israel y Judá: "Así dice el Señor: "Hemos escuchado un grito de espanto; no hay *paz, sino terror. Pregunten y vean si acaso los varones dan a luz. ¿Por qué, pues, veo a todos los *hombres con las manos sobre las caderas, como mujeres con dolores de parto? ¿Por qué han palidecido todos los rostros? ¡Ay! Será un día terrible, un día que no tiene parangón. Será un tiempo de angustia para Jacob, pero será librado de ella. "En aquel día afirma el Señor Todopoderoso, quebraré el yugo que mi pueblo lleva sobre el cuello, romperé sus ataduras, y ya no serán esclavos de extranjeros. Servirán al Señor, su Dios, y a David, a quien pondré como su rey. "No temas, Jacob, siervo mío; no te asustes, Israel afirma el Señor. A ti, Jacob, te libraré de ese país lejano; a tus descendientes los libraré del exilio. Volverás a vivir en paz y tranquilidad, y ya nadie te infundirá temor. Porque yo estoy contigo para salvarte afirma el Señor. entre las que te había dispersado. Pero a ti no te destruiré del todo, sino que te castigaré con justicia; ¡de ninguna manera quedarás impune! "Así dice el Señor: "Tu herida es incurable, tu llaga no tiene remedio. No hay quien defienda tu causa; no hay remedio para tu mal ni sanidad para tu enfermedad. Todos tus amantes te han olvidado; ya no se ocupan de ti. Por causa de tu enorme iniquidad, y por tus muchos pecados, te he golpeado, te he corregido, como lo haría un adversario cruel. ¿Por qué te quejas de tus heridas, si tu dolor es incurable? y por tus muchos pecados, yo te he tratado así. "Todos los que te devoren serán devorados; todos tus enemigos serán deportados. Todos los que te saqueen serán saqueados; todos los que te despojen serán despojados. Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas afirma el Señor porque te han llamado la Desechada, la pobre *Sión, la que a nadie le importa. "Así dice el Señor: "Restauraré las fortunas de las carpas de Jacob, y tendré compasión de sus moradas; la ciudad resurgirá sobre sus ruinas, y el palacio se asentará en el lugar debido. Surgirán de ellos cánticos de gratitud, y gritos de alegría. Multiplicaré su descendencia, y no disminuirá; los honraré, y no serán menospreciados. Sus hijos volverán a ser como antes; ante mí será restablecida su comunidad, pero castigaré a todos sus opresores. De entre ellos surgirá su líder; uno de ellos será su gobernante. Lo acercaré hacia mí, y él estará a mi lado, pues ¿quién arriesgaría su vida por acercarse a mí? afirma el Señor. Ustedes serán mi pueblo, y yo seré su Dios. " La tempestad del Señor ha estallado con furor; una tempestad huracanada se ha desatado sobre los malvados. La ardiente ira del Señor no pasará hasta que haya realizado del todo los propósitos de su corazón. al final de los tiempos.


Salmo 19:
Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber. Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, por toda la tierra resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! un pabellón para el sol. Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. El temor del Señor es puro: permanece para siempre. Las sentencias del Señor son verdaderas: todas ellas son justas. Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. ¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente! Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. y de multiplicar mis pecados. Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.



Proverbios 7:
Hijo mío, pon en práctica mis palabras y atesora mis mandamientos. Cumple con mis mandatos, y vivirás; cuida mis enseñanzas como a la niña de tus ojos. Llévalos atados en los dedos; anótalos en la tablilla de tu corazón. Di a la sabiduría: "Tú eres mi hermana", y a la inteligencia: "Eres de mi sangre." Ellas te librarán de la mujer ajena, de la adúltera y de sus palabras seductoras. Desde la ventana de mi casa miré a través de la celosía. Me puse a ver a los inexpertos, y entre los jóvenes observé a uno de ellos falto de juicio. Cruzó la calle, llegó a la esquina, y se encaminó hacia la casa de esa mujer. Caía la tarde. Llegaba el día a su fin. Avanzaban las sombras de la noche. De pronto la mujer salió a su encuentro, con toda la apariencia de una prostituta y con solapadas intenciones. (Como es escandalosa y descarada, nunca hallan sus pies reposo en su casa. Unas veces por las calles, otras veces por las plazas, siempre está al acecho en cada esquina.) Se prendió de su cuello, lo besó, y con todo descaro le dijo: "Tengo en mi casa sacrificios de comunión, pues hoy he cumplido mis votos. Por eso he venido a tu encuentro; te buscaba, ¡y ya te he encontrado! Sobre la cama he tendido multicolores linos egipcios. He perfumado mi lecho con aroma de mirra, áloe y canela. Ven, bebamos hasta el fondo la copa del amor; ¡disfrutemos del amor hasta el amanecer! Mi esposo no está en casa, pues ha emprendido un largo viaje. Se ha llevado consigo la bolsa del dinero, y no regresará hasta el día de luna llena." Con palabras persuasivas lo convenció; con lisonjas de sus labios lo sedujo. Y él en seguida fue tras ella, como el buey que va camino al matadero; como el ciervo que cae en la trampa, hasta que una flecha le abre las entrañas; como el ave que se lanza contra la red, sin saber que en ello le va la vida. Así que, hijo mío, escúchame; presta atención a mis palabras. No desvíes tu corazón hacia sus sendas, ni te extravíes por sus caminos, pues muchos han muerto por su causa; sus víctimas han sido innumerables. Su casa lleva derecho al *sepulcro; ¡conduce al reino de la muerte!


El Libro de Juan Capítulo 14 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN JUAN

CAPÍTULO 14
(33 d.C.)
EL CONSUELO Y LA PROMESA




NO se turbe vuestro corazón (Cristo lo dijo inmediatamente después de predecir la negación vergonzosa de Pedro): creéis en Dios, creed también en Mí (es simplemente tener Fe en Él, así como ellos tenían Fe en Dios; esta es Su Revelación más Suprema y más completa de Sí Mismo como Dios).
2 En la Casa de Mi Padre muchas moradas hay (da a entender que el Cielo es un lugar grande; en realidad, un lugar tan grande que sus posibilidades sobrepasan la imaginación y exceden nuestra comprensión): de otra manera, os lo hubiera dicho (tiene referencia al hecho de que Él habla del conocimiento de primera mano). Voy, pues, a preparar lugar para vosotros (se refiere a Él Personalmente que supervisa este proyecto de construcción en el Cielo).
3 Y si me fuere, y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí Mismo (la primera mención del Arrebatamiento de la Iglesia [I Tes. 4:13-18]); para que donde Yo estoy, vosotros también estéis (se refiere al Cielo, donde irán los Santos de Dios en la Resurrección).
4 Y sabéis adónde Yo voy (Él acababa de decirles), y sabéis el Camino (en realidad, se refiría a Él Mismo, ya que Él es "el Camino").
5 Le dice Tomás, Señor, no sabemos adónde vas (este Discípulo procurando conseguir la Verdad y la realidad mediante el intelectualismo y no por la Fe); ¿cómo, pues, podemos saber el camino? (¡Cristo contestará de inmediato!)
JESÚS
6 Jesús le dice, Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida (pone en claro exactamente Quién y Lo Que es Jesús): nadie viene al Padre, sino por Mí (Él declara positivamente que esta idea de Dios como el Padre, este acercamiento a Dios a favor de cada hombre es por medio de Él — por Lo Que Él es y Lo Que Él hizo).
7 Si Me conocieseis, también a Mi Padre conocierais (quiere decir, "Si ustedes hubieran aprendido a conocerme espiritualmente y por experiencia, se hubieran dado cuenta que Yo y el Padre somos Uno, es decir, Uno en esencia y unidad, y no en número"): y desde ahora Le conocéis, y Le habéis visto (cuando verdaderamente ve a Jesús, verdaderamente ve al Padre; como se expresó anteriormente, ellos son "Uno" en esencia).
8 Le dice Felipe, Señor, muéstranos el Padre, y nos basta (tal como Felipe, todos, al menos en la mayor parte, quieren ver a Dios, pero en su mayoría rechaza la única manera de verlo, que es por medio de Jesús).
9 Jesús le dice, ¿Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, y no Me has conocido, Felipe? (Reynolds dice, "No hay un buen entendimiento de Jesucristo hasta que el Padre sea realmente visto en Él.") Él que Me ha visto, ha visto al Padre (la misma Encarnación de Quién y Lo Que el Mesías sería; si queremos saber Lo Que Dios es, sólo tenemos que mirar al Hijo); ¿cómo, pues, dices tú, Muéstranos el Padre?
10 ¿No crees que Yo Soy en el Padre, y el Padre en Mí? (La clave es "creer.") Las Palabras que Yo os hablo, no las hablo de Mí Mismo (las palabras que salieron de la Boca del Maestro son, en realidad, las del Padre Celestial): mas el Padre que está en Mí, Él hace las obras (el Padre hace tal por el Espíritu Santo).
11 Creedme que Yo Soy en el Padre, y el Padre en Mí (de nuevo coloca la Fe como el vehículo y a Jesús como el Objeto): de otra manera, creedme por las mismas obras (muestra un nivel que tendría que ser obvio a todos, e incluye la observación presente también).
PODER
12 De cierto, de cierto, os digo, El que en Mí cree, las Obras que Yo hago también él las hará (creer en Cristo da acceso al Padre, Quien hace las Obras); y mayores que éstas hará; porque Yo voy al Padre (con respecto a la cantidad en vez de la calidad; las Obras de Cristo fueron limitados a Israel, mientras las Obras de los Creyentes cubren la totalidad del mundo).
13 Y todo lo que pidiereis al Padre en Mi Nombre, esto haré (al Cristiano se le ha otorgado el Poder para usar el Nombre de Cristo; pero si se prestaría atención, todo el uso de Su Nombre está restringido al mundo del espíritu; a los Creyentes nunca se les da autoridad sobre otros Creyentes), para que el Padre sea glorificado en el Hijo (se lleva a cabo por la gran Obra de Cristo extendida a todos los Creyentes).
14 Si algo pidiereis en Mi Nombre, Yo lo haré (se refiere a lo que está en armonía con Su Carácter y Voluntad).
EL AYUDADOR
15 Si Me amáis, guardad Mis Mandamientos (Sus Mandamientos se pueden guardar sólo de una manera; el Creyente siempre tiene que hacer de Cristo y la Cruz el Objeto de su Fe, que dará entonces al Espíritu Santo libertad de acción para obrar dentro de nuestras vidas y ayudarnos a hacer estas cosas que debemos hacer);
16 Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador ("Paracletos," que quiere decir "Uno llamado al lado del otro para ayudar"), para que esté con vosotros para siempre (antes de la Cruz, el Espíritu Santo sólo podía ayudar a unas cuantas personas, y luego sólo por un período de tiempo; desde la Cruz, Él vive en los corazones y vidas de los Creyentes, y lo hace para siempre);
17 El Espíritu de Verdad (el Griego dice, "el Espíritu de la Verdad," que se refiere a la Palabra de Dios; en realidad, Él hace mucho más que simplemente supervisar el atributo de la Verdad, como Cristo "es la Verdad" [I Jn. 5:6]); al cual el mundo no puede recibir (el Espíritu Santo no puede entrar en el corazón del incrédulo hasta que aquella persona haga a Cristo su Salvador; entonces Él entra), porque no Le ve, ni Le conoce (se refiere al hecho de que sólo los Creyentes Nacidos de Nuevo pueden entender el Espíritu Santo y conocerlo): mas vosotros Le conocéis (sería mejor traducido, "Pero ustedes llegarán a conocerlo"); porque está con vosotros (antes de la Cruz), y estará en vosotros (que ocurriría en el Día de Pentecostés y en adelante, porque la deuda del pecado fue para siempre pagada por Cristo en la Cruz, que cambia la disposición de todo).
18 No os dejaré huérfanos (desamparados): vendré a vosotros (por la Persona del Espíritu Santo).
19 Aún un poquito, y el mundo no Me verá más (en algunos días Él sería devuelto a la Gloria); empero vosotros Me veréis (después del Día de Pentecostés, veremos a Cristo en la Persona del Espíritu Santo): porque Yo vivo, vosotros también viviréis (se refiere a Su Resurrección venidera, que garantiza la Obra de la Cruz).
20 En aquel día (después de la Resurrección y la venida del Espíritu Santo en el Día de Pentecostés) vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre (habla de la Deidad; ¡Jesús es Dios!), y vosotros en Mí (tiene que ver con nuestra Salvación por la Fe), y Yo en vosotros (nos permite vivir una vida victoriosa [Gál. 2:20]).
21 El que tiene Mis Mandamientos, y los guarda, aquél es el que Me ama (como se expresó anteriormente, podemos guardar Sus Mandamientos sólo al permitir que el Espíritu Santo obre dentro de nuestras vidas, que Él hace basado en nuestra Fe expresada en Cristo y la Cruz): y el que Me ama, será amado de Mi Padre (proporciona el criterio de aprobación por el Padre), y Yo Le amaré, y Me manifestaré a él (revela totalmente Su Persona, Naturaleza y Bondad al Creyente).
22 Le dice Judas, no el Iscariote, Señor, ¿y qué ha pasado que te hayas de manifestar a nosotros, y no al mundo? (También conocido como Lebeo o Tadeo. Él era el hermano de Santiago el Menor. Sus preguntas tienen implicaciones de que Israel sería restaurado a su lugar de gloria y grandeza.)
23 Respondió Jesús y le dijo, El que Me ama, Mi Palabra guardará (muestra lo que Jesús habla como algo basado en el Amor, que es exactamente lo contrario de lo que los Apóstoles decían, que era la fuerza; ellos querían que Jesús usara Su Poder para obligar a Roma y a la otra gente del mundo para que reconociera a Israel como la Primera Nación): y Mi Padre le amará, y vendremos a él (todo por medio del Espíritu Santo), y haremos con él morada (Jesús explicó que Su manifestación era para el corazón; era íntimo y espiritual, de modo que el corazón pudiera conscientemente disfrutar de Su morada en ello).
24 El que no Me ama, no guarda Mis Palabras (millones afirman que aman a Jesús, pero es una afirmación vacía si hacen caso omiso de Sus "mandamientos"): y la Palabra que habéis oído, no es Mía, sino del Padre que Me envió (Reynolds dijo, "El Amor requiere la obediencia, y la obediencia requiere el Amor. En consecuencia, la obediencia es la gran prueba del Amor, y si el Amor está ausente, significa que la obediencia de la Palabra está ausente también.").
25 Estas cosas os he hablado, aún estando con vosotros (Le queda poco tiempo en esta capacidad).
26 Mas el Consolador (el Ayudador), el Espíritu Santo (la Tercera Persona de la Deidad), Al Cual el Padre enviará en Mi Nombre (porque Jesús pagó el precio en la Cruz, que autoriza al Espíritu Santo venir en una dimensión completamente nueva), Él os enseñará todas las cosas (el Espíritu Santo como el Gran Maestro de la Palabra de Dios, que es la única manera en que se puede aprender la Palabra), y os recordará todas las cosas, que os he dicho (el Espíritu Santo ayuda a los Apóstoles a recordar lo que Jesús había dicho y, también, a entender lo que Él había dicho).
LA PAZ
27 La Paz os dejo (la Paz que resulta de la Obra del Espíritu Santo en la Santificación), Mi Paz os doy (hay una diferencia enorme entre la "Paz con Dios," que todos los Creyentes tienen, y la "Paz de Dios" de la cual Jesús habla aquí): no como el mundo la da, Yo os la doy (la paz del mundo es sólo superficial; ésta dada por Cristo está en el corazón). No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo ("La Paz de Dios" sana el corazón perturbado y quita el temor).
28 Habéis oído como Yo os he dicho, Voy, y vengo a vosotros (¡Él habla de enviar el Espíritu Santo, que Él así lo hizo!). Si me amaseis, ciertamente os gozaríais, porque he dicho, que voy al Padre (Cristo yendo al Padre proclamó el hecho de que Su Gran Sacrificio en la Cruz fue aceptado, y la Justicia ya podría ser imputada a los hombres, todo realizado por el Espíritu Santo): porque el Padre mayor es que Yo (habla de Cristo con respecto a Su Encarnación).
29 Y ahora os lo he dicho antes que se haga (se refiere a todas las cosas que Él haría, que perteneció a la Crucifixión, la Resurrección y la Ascensión; también, muestra que Él volvió a enviar al Espíritu Santo, Quien en efecto tomaría Su lugar); para que, cuando se hiciere, creáis (tiene la referencia al hecho de que el cumplimiento sería muy pronto, en efecto comenzó al día siguiente).
30 Ya no hablaré mucho con vosotros (podría traducirse, "De aquí en adelante no tendré mucho tiempo para hablar con ustedes"): porque viene el Príncipe de este mundo (se refiere a Satanás), mas no tiene nada en Mí (Satanás no tenía dominio sobre Jesús, ni reclamo en Jesús, ni ningún pecado en Jesús, ni nada perverso acerca de Jesús; Él era totalmente Santo, completamente, absolutamente e irrevocablemente por encima del pecado y Satanás).
31 Empero para que conozca el mundo que amo al Padre (se presentaba en el mismo modo que Él exigió de Sus Discípulos); y como el Padre Me dio el Mandamiento, así hago (declara Su Ejemplo Perfecto; ¡en consecuencia debemos obedecerle!). Levantaos, vamos de aquí (expresó la urgencia de llevar a cabo la Voluntad del Padre).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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