El 31 de octubre Lectura Bíblica Diaria
Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
Sonidos del aire libre
Josué 10-12:
10 Cuando Adonisedec rey de Jerusalén oyó que Josué había tomado a Hai, y que la había asolado (como había hecho a Jericó y a su rey, así hizo a Hai y a su rey), y que los moradores de Gabaón habían hecho paz con los israelitas, y que estaban entre ellos, tuvo gran temor; porque Gabaón era una gran ciudad, como una de las ciudades reales, y mayor que Hai, y todos sus hombres eran fuertes. Por lo cual Adonisedec rey de Jerusalén envió a Hoham rey de Hebrón, a Piream rey de Jarmut, a Jafía rey de Laquis y a Debir rey de Eglón, diciendo: Subid a mí y ayudadme, y combatamos a Gabaón; porque ha hecho paz con Josué y con los hijos de Israel. Y cinco reyes de los amorreos, el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jarmut, el rey de Laquis y el rey de Eglón, se juntaron y subieron, ellos con todos sus ejércitos, y acamparon cerca de Gabaón, y pelearon contra ella. Entonces los moradores de Gabaón enviaron a decir a Josué al campamento en Gilgal: No niegues ayuda a tus siervos; sube prontamente a nosotros para defendernos y ayudarnos; porque todos los reyes de los amorreos que habitan en las montañas se han unido contra nosotros. Y subió Josué de Gilgal, él y todo el pueblo de guerra con él, y todos los hombres valientes. Y Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos prevalecerá delante de ti. Y Josué vino a ellos de repente, habiendo subido toda la noche desde Gilgal. Y Jehová los llenó de consternación delante de Israel, y los hirió con gran mortandad en Gabaón; y los siguió por el camino que sube a Bet-horón, y los hirió hasta Azeca y Maceda. Y mientras iban huyendo de los israelitas, a la bajada de Bet-horón, Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron; y fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que los que los hijos de Israel mataron a espada. Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas:
Sol, detente en Gabaón;
Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró,
Hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos.
¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel. Y Josué, y todo Israel con él, volvió al campamento en Gilgal. Y los cinco reyes huyeron, y se escondieron en una cueva en Maceda. Y fue dado aviso a Josué que los cinco reyes habían sido hallados escondidos en una cueva en Maceda. Entonces Josué dijo: Rodad grandes piedras a la entrada de la cueva, y poned hombres junto a ella para que los guarden; y vosotros no os detengáis, sino seguid a vuestros enemigos, y heridles la retaguardia, sin dejarles entrar en sus ciudades; porque Jehová vuestro Dios los ha entregado en vuestra mano. Y aconteció que cuando Josué y los hijos de Israel acabaron de herirlos con gran mortandad hasta destruirlos, los que quedaron de ellos se metieron en las ciudades fortificadas. Todo el pueblo volvió sano y salvo a Josué, al campamento en Maceda; no hubo quien moviese su lengua contra ninguno de los hijos de Israel. Entonces dijo Josué: Abrid la entrada de la cueva, y sacad de ella a esos cinco reyes. Y lo hicieron así, y sacaron de la cueva a aquellos cinco reyes: al rey de Jerusalén, al rey de Hebrón, al rey de Jarmut, al rey de Laquis y al rey de Eglón. Y cuando los hubieron llevado a Josué, llamó Josué a todos los varones de Israel, y dijo a los principales de la gente de guerra que habían venido con él: Acercaos, y poned vuestros pies sobre los cuellos de estos reyes. Y ellos se acercaron y pusieron sus pies sobre los cuellos de ellos. Y Josué les dijo: No temáis, ni os atemoricéis; sed fuertes y valientes, porque así hará Jehová a todos vuestros enemigos contra los cuales peleáis. Y después de esto Josué los hirió y los mató, y los hizo colgar en cinco maderos; y quedaron colgados en los maderos hasta caer la noche. Y cuando el sol se iba a poner, mandó Josué que los quitasen de los maderos, y los echasen en la cueva donde se habían escondido; y pusieron grandes piedras a la entrada de la cueva, las cuales permanecen hasta hoy. En aquel mismo día tomó Josué a Maceda, y la hirió a filo de espada, y mató a su rey; por completo los destruyó, con todo lo que en ella tenía vida, sin dejar nada; e hizo al rey de Maceda como había hecho al rey de Jericó. Y de Maceda pasó Josué, y todo Israel con él, a Libna; y peleó contra Libna; y Jehová la entregó también a ella y a su rey en manos de Israel; y la hirió a filo de espada, con todo lo que en ella tenía vida, sin dejar nada; e hizo a su rey de la manera como había hecho al rey de Jericó. Y Josué, y todo Israel con él, pasó de Libna a Laquis, y acampó cerca de ella, y la combatió; y Jehová entregó a Laquis en mano de Israel, y la tomó al día siguiente, y la hirió a filo de espada, con todo lo que en ella tenía vida, así como había hecho en Libna. Entonces Horam rey de Gezer subió en ayuda de Laquis; mas a él y a su pueblo destruyó Josué, hasta no dejar a ninguno de ellos. De Laquis pasó Josué, y todo Israel con él, a Eglón; y acamparon cerca de ella, y la combatieron; y la tomaron el mismo día, y la hirieron a filo de espada; y aquel día mató a todo lo que en ella tenía vida, como había hecho en Laquis. Subió luego Josué, y todo Israel con él, de Eglón a Hebrón, y la combatieron. Y tomándola, la hirieron a filo de espada, a su rey y a todas sus ciudades, con todo lo que en ella tenía vida, sin dejar nada; como había hecho a Eglón, así la destruyeron con todo lo que en ella tenía vida. Después volvió Josué, y todo Israel con él, sobre Debir, y combatió contra ella; y la tomó, y a su rey, y a todas sus ciudades; y las hirieron a filo de espada, y destruyeron todo lo que allí dentro tenía vida, sin dejar nada; como había hecho a Hebrón, y como había hecho a Libna y a su rey, así hizo a Debir y a su rey. Hirió, pues, Josué toda la región de las montañas, del Neguev, de los llanos y de las laderas, y a todos sus reyes, sin dejar nada; todo lo que tenía vida lo mató, como Jehová Dios de Israel se lo había mandado. Y los hirió Josué desde Cades-barnea hasta Gaza, y toda la tierra de Gosén hasta Gabaón. Todos estos reyes y sus tierras los tomó Josué de una vez; porque Jehová el Dios de Israel peleaba por Israel. Y volvió Josué, y todo Israel con él, al campamento en Gilgal. 11 Cuando oyó esto Jabín rey de Hazor, envió mensaje a Jobab rey de Madón, al rey de Simrón, al rey de Acsaf, y a los reyes que estaban en la región del norte en las montañas, y en el Arabá al sur de Cineret, en los llanos, y en las regiones de Dor al occidente; y al cananeo que estaba al oriente y al occidente, al amorreo, al heteo, al ferezeo, al jebuseo en las montañas, y al heveo al pie de Hermón en tierra de Mizpa. Estos salieron, y con ellos todos sus ejércitos, mucha gente, como la arena que está a la orilla del mar en multitud, con muchísimos caballos y carros de guerra. Todos estos reyes se unieron, y vinieron y acamparon unidos junto a las aguas de Merom, para pelear contra Israel. Mas Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos, porque mañana a esta hora yo entregaré a todos ellos muertos delante de Israel; desjarretarás sus caballos, y sus carros quemarás a fuego. Y Josué, y toda la gente de guerra con él, vino de repente contra ellos junto a las aguas de Merom. Y los entregó Jehová en manos de Israel, y los hirieron y los siguieron hasta Sidón la grande y hasta Misrefotmaim, y hasta el llano de Mizpa al oriente, hiriéndolos hasta que no les dejaron ninguno. Y Josué hizo con ellos como Jehová le había mandado: desjarretó sus caballos, y sus carros quemó a fuego. Y volviendo Josué, tomó en el mismo tiempo a Hazor, y mató a espada a su rey; pues Hazor había sido antes cabeza de todos estos reinos. Y mataron a espada todo cuanto en ella tenía vida, destruyéndolo por completo, sin quedar nada que respirase; y a Hazor pusieron fuego. Asimismo tomó Josué todas las ciudades de aquellos reyes, y a todos los reyes de ellas, y los hirió a filo de espada, y los destruyó, como Moisés siervo de Jehová lo había mandado. Pero a todas las ciudades que estaban sobre colinas, no las quemó Israel; únicamente a Hazor quemó Josué. Y los hijos de Israel tomaron para sí todo el botín y las bestias de aquellas ciudades; mas a todos los hombres hirieron a filo de espada hasta destruirlos, sin dejar alguno con vida. De la manera que Jehová lo había mandado a Moisés su siervo, así Moisés lo mandó a Josué; y así Josué lo hizo, sin quitar palabra de todo lo que Jehová había mandado a Moisés. Tomó, pues, Josué toda aquella tierra, las montañas, todo el Neguev, toda la tierra de Gosén, los llanos, el Arabá, las montañas de Israel y sus valles. Desde el monte Halac, que sube hacia Seir, hasta Baal-gad en la llanura del Líbano, a la falda del monte Hermón; tomó asimismo a todos sus reyes, y los hirió y mató. Por mucho tiempo tuvo guerra Josué con estos reyes. No hubo ciudad que hiciese paz con los hijos de Israel, salvo los heveos que moraban en Gabaón; todo lo tomaron en guerra. Porque esto vino de Jehová, que endurecía el corazón de ellos para que resistiesen con guerra a Israel, para destruirlos, y que no les fuese hecha misericordia, sino que fuesen desarraigados, como Jehová lo había mandado a Moisés. También en aquel tiempo vino Josué y destruyó a los anaceos de los montes de Hebrón, de Debir, de Anab, de todos los montes de Judá y de todos los montes de Israel; Josué los destruyó a ellos y a sus ciudades. Ninguno de los anaceos quedó en la tierra de los hijos de Israel; solamente quedaron en Gaza, en Gat y en Asdod. Tomó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había dicho a Moisés; y la entregó Josué a los israelitas por herencia conforme a su distribución según sus tribus; y la tierra descansó de la guerra. 12 Estos son los reyes de la tierra que los hijos de Israel derrotaron y cuya tierra poseyeron al otro lado del Jordán hacia donde nace el sol, desde el arroyo de Arnón hasta el monte Hermón, y todo el Arabá al oriente: Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón, y señoreaba desde Aroer, que está a la ribera del arroyo de Arnón, y desde en medio del valle, y la mitad de Galaad, hasta el arroyo de Jaboc, término de los hijos de Amón; y el Arabá hasta el mar de Cineret, al oriente; y hasta el mar del Arabá, el Mar Salado, al oriente, por el camino de Bet- jesimot, y desde el sur al pie de las laderas del Pisga. Y el territorio de Og rey de Basán, que había quedado de los refaítas, el cual habitaba en Astarot y en Edrei, y dominaba en el monte Hermón, en Salca, en todo Basán hasta los límites de Gesur y de Maaca, y la mitad de Galaad, territorio de Sehón rey de Hesbón. A éstos derrotaron Moisés siervo de Jehová y los hijos de Israel; y Moisés siervo de Jehová dio aquella tierra en posesión a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés. Y estos son los reyes de la tierra que derrotaron Josué y los hijos de Israel, a este lado del Jordán hacia el occidente, desde Baal-gad en el llano del Líbano hasta el monte de Halac que sube hacia Seir; y Josué dio la tierra en posesión a las tribus de Israel, conforme a su distribución; en las montañas, en los valles, en el Arabá, en las laderas, en el desierto y en el Neguev; el heteo, el amorreo, el cananeo, el ferezeo, el heveo y el jebuseo. El rey de Jericó, uno; el rey de Hai, que está al lado de Bet-el, otro; el rey de Jerusalén, otro; el rey de Hebrón, otro; el rey de Jarmut, otro; el rey de Laquis, otro; el rey de Eglón, otro; el rey de Gezer, otro; el rey de Debir, otro; el rey de Geder, otro; el rey de Horma, otro; el rey de Arad, otro; el rey de Libna, otro; el rey de Adulam, otro; el rey de Maceda, otro; el rey de Bet-el, otro; el rey de Tapúa, otro; el rey de Hefer, otro; el rey de Afec, otro; el rey de Sarón, otro; el rey de Madón, otro; el rey de Hazor, otro; el rey de Simron-merón, otro; el rey de Acsaf, otro; el rey de Taanac, otro; el rey de Meguido, otro; el rey de Cedes, otro; el rey de Jocneam del Carmelo, otro; el rey de Dor, de la provincia de Dor, otro; el rey de Goim en Gilgal, otro; el rey de Tirsa, otro; treinta y un reyes por todos.
Salmo 21:
En tu fuerza,
Señor, se regocija el rey; ¡cuánto se alegra en tus victorias! Le has
concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios
piden. Selah. Has salido a su encuentro con ricas bendiciones; lo has
coronado con diadema de oro fino. Te pidió vida, se la concediste: una
vida larga y duradera. Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo
revestiste de honor y majestad. Has hecho de él manantial de
bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. El rey confía en el
Señor, en el gran amor del Altísimo; por eso jamás caerá. Tu mano
alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te
aborrecen. Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno
encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá!
Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los mortales, a su
posteridad. Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversidades, ¡no se
saldrán con la suya! Porque tú los harás retroceder cuando tenses tu
arco contra ellos. Enaltécete, Señor, con tu poder, y con salmos
celebraremos tus proezas.
Proverbios 9:
La
sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares. Preparó un
banquete, mezcló su vino y tendió la mesa. Envió a sus doncellas, y
ahora clama desde lo más alto de la ciudad. "¡Vengan conmigo los
inexpertos! dice a los faltos de juicio. Vengan, disfruten de mi pan y
beban del vino que he mezclado. Dejen su insensatez, y vivirán; andarán
por el camino del discernimiento. "El que corrige al burlón se gana que
lo insulten; el que reprende al malvado se gana su desprecio. No
reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio,
y te amará. Instruye al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y
aumentará su saber. "El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor;
conocer al Santo es tener discernimiento. Por mí aumentarán tus días;
muchos años de vida te serán añadidos. Si eres sabio, tu premio será tu
sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás." La mujer necia es
escandalosa, frívola y desvergonzada. Se sienta a las puertas de su
casa, sienta sus reales en lo más alto de la ciudad, y llama a los que
van por el camino, a los que no se apartan de su senda. "¡Vengan
conmigo, inexpertos! dice a los faltos de juicio. ¡Las aguas robadas
saben a gloria! ¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!" Pero éstos
ignoran que allí está la muerte, que sus invitados caen al fondo de la
fosa.
El Libro de Juan Capítulo 16 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN JUAN
CAPÍTULO 16
(33 d.C.)
LA PERSECUCIÓN
ESTAS cosas os he hablado, para que no os escandalicéis (con todas las advertencias de la persecución venidera).
2
Os echarán de los Sinagogas (la religión, que se refiere a lo que el
hombre ha tramado, no aceptará a Cristo y la Cruz): y aun viene la hora,
cuando cualquiera que os matare, pensará que hace servicio a Dios
(habla del terrible engaño religioso [I Tim. 4:1]).
3 Y estas cosas os harán (de una u otra forma), porque no conocen al Padre, ni a Mí (¡a pesar de sus afirmaciones!).
EL ESPÍRITU SANTO
4
Mas os he dicho esto, para que cuando aquella hora viniere, os acordéis
que Yo os lo había dicho (si el mundo nos ama, algo está mal en nuestro
testimonio). Esto empero no os lo dije al principio (el comienzo de Su
Ministerio no era el momento para revelar estas cosas), porque Yo estaba
con vosotros (pero ya Él está a punto de dejarlos, por eso Él les
revela lo que va a acontecer).
5 Mas ahora voy Al Que Me envió (de
regreso al Padre en el Cielo); y ninguno de vosotros Me pregunta,
¿Adónde vas? (Ellos no están preguntando ahora, solamente porque parece
que comienzan a entender lo que Él está diciendo, por lo menos acerca de
Su partida.)
6 Antes, porque os he hablado estas cosas, tristeza ha
llenado vuestro corazón (en algo entendieron que Él regresaría al Padre,
pero aún no entendían la Resurrección venidera).
7 Empero Yo os digo
la verdad; os es necesario que Yo vaya (la Misión y el Ministerio del
Espíritu Santo al Cuerpo de Cristo contaba con el regreso de Cristo al
Padre): porque si Yo no fuese, el Consolador (el Espíritu Santo) no
vendría a vosotros (corresponde a la respectiva Obra del Oficio de Jesús
y del Espíritu Santo — Jesús como el Salvador de los hombres y el
Espíritu Santo como el Poder de la Iglesia); mas si Yo fuere, os Le
enviaré (se exigió de Cristo una Obra Terminada en la Cruz, antes de que
se pudiera enviar al Espíritu Santo).
8 Y cuando Él (el Espíritu
Santo) viniere, redargüirá (convencerá) al mundo de pecado (el pecado
supremo de rechazar a Cristo), y de Justicia (Jesús es la Justicia y la
Resurrección lo declara), y de Juicio (Satanás fue juzgado en el
Calvario, y todos los que le siguen son juzgados del mismo modo):
9 De pecado ciertamente, por cuanto no creen en Mí (rechazar a Cristo y la Cruz es rechazar la Salvación);
10
Y de Justicia, por cuanto voy al Padre (Jesús presentó una Justicia
intachable al Padre, o sea a Sí mismo, se refiere a Su Sacrificio en el
Calvario, que fue aceptado por Dios; en consecuencia, aquella Justicia
está imputada a todos quiénes creen en Él y Su Obra en la Cruz), y no Me
veréis más (significa que Su Obra fue Terminada);
11 Y de Juicio,
por cuanto el Príncipe de este mundo es juzgado (Satanás fue derrotado
totalmente en el Calvario y por lo tanto, juzgado así como condenado
eternamente; todos quienes lo siguen sufrirán este mismo destino, el
Lago de Fuego, y ese destino será para siempre jamás [Apoc. 20:12-15]).
12
Aún tengo muchas cosas que deciros (corresponde a la totalidad del
Nuevo Convenio que sería entregado al Apóstol Pablo, y cuyo fundamento
ya fue colocado por Cristo), mas ahora no las podéis llevar.
13 Pero
cuando viniere Aquél, el Espíritu de Verdad (lo que Él hizo en el Día de
Pentecostés), Él os guiará a toda Verdad (si nuestra Fe está puesta
correctamente en Cristo y la Cruz, entonces el Espíritu Santo puede
producir la Verdad en nosotros; Él no guía en alguna verdad, sino más
bien a "toda la Verdad"): porque no hablará de Sí Mismo (nos dice no
sólo Lo Que Él hace, sino a Quien Él representa); sino que hablará todo
lo que oyere (no se refiere a la ignorancia, ya que el Espíritu Santo es
Dios, sino más bien Él declarará la Obra de Cristo solamente): y os
hará saber las cosas que han de venir (el Nuevo Convenio, que sería
entregado dentro de poco).
14 Él Me Glorificará (describirá a Cristo y
lo que Cristo hizo en la Cruz por la humanidad moribunda): porque
tomará de lo Mío (los beneficios de la Cruz), y os lo hará saber (que
fue así, cuando Él le dio estas grandes Verdades al Apóstol Pablo [Rom.
caps. 6-8, etc.]).
15 Todo lo que tiene el Padre, Mío es (siempre ha
sido el caso; sin embargo, a causa de la Cruz, también el Creyente ya
puede recibir todas estas cosas): por eso dije, que tomará de lo Mío, y
os lo hará saber (el fundamento de todo lo que el Espíritu Santo le
revela a la Iglesia es lo que Cristo hizo en la Cruz [Rom. 6:3-14;
8:1-2, 11; I Cor. 1:17-18, 21, 23; 2:2; Gál., cap. 5, etc.]).
16 Un
poquito, y no Me veréis (se refiere a Su Ascensión, que ocurriría dentro
de unos pocos días): y otra vez, un poquito, y Me veréis (se refiere a
la venida del Espíritu Santo, Quien sería enviado de regreso por
Cristo), porque Yo voy al Padre (quiere decir que el gran Plan de la
Redención está terminado).
17 Entonces dijeron algunos de Sus
Discípulos unos a otros, ¿Qué es esto que nos dice, Un poquito, y no Me
veréis: y otra vez, un poquito, y Me veréis: y, Porque Yo voy al Padre?
18 Decían pues, ¿Qué es esto que dice, Un poquito? No entendemos lo que habla.
19
Y conoció Jesús que Le querían preguntar, y les dijo, ¿Preguntáis entre
vosotros de esto que dije (aparentemente el Espíritu Santo Le informó
de lo que se rumoraban entre ellos): Un poquito, y no Me veréis: y otra
vez, un poquito, y Me veréis?
20 De cierto, de cierto os digo, Que
vosotros lloraréis y lamentaréis (en cuanto a Su Crucifixión), mas el
mundo se alegrará (los líderes religiosos de Israel se alegrarían,
porque ellos eran del mundo y no de Dios): empero aunque vosotros
estaréis tristes, mas vuestra tristeza se tornará en gozo (la
Resurrección y el envío del Espíritu Santo).
21 La mujer cuando da a
luz, tiene pena, porque es venida su hora (el dolor que acompaña el
nacimiento de un niño): mas después que ha dado luz a un niño, ya no se
acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el
mundo (la pena de la Cruz desaparecerá de los corazones de Sus
seguidores, cuando vean lo que la Cruz cumplió).
22 También, pues,
vosotros ahora ciertamente tenéis tristeza: mas otra vez os veré (se
refiere a la Resurrección), y se gozará vuestro corazón, y nadie quitará
de vosotros vuestro gozo (porque ustedes ya conocen la Verdad).
LA ORACIÓN
23
Y en aquel día (después del Día de Pentecostés) no Me preguntaréis nada
(no Me pedirán Personalmente, como lo hacen ahora). De cierto, de
cierto os digo, Que todo cuanto pidiereis al Padre en Mi Nombre (según
lo que Él hizo en la Cruz, y nuestra Fe en aquella Obra Terminada), os
lo dará (Él nos coloca en relación directa con el Padre, para disfrutar
del mismo acceso que Él Mismo disfruta).
24 Hasta ahora nada habéis
pedido en Mi Nombre (mientras Él estaba con ellos, la Obra en la Cruz no
se llevó a cabo; por eso Su Nombre no se podía usar en ese momento como
se puede usar ahora): pedid, y recibiréis (pedir en Su Nombre, se
refiere al hecho de que entendemos que todas las cosas nos pertenecen a
través de lo que Cristo hizo en la Cruz), para que vuestro gozo sea
cumplido (sólo se puede cumplir cuando entendemos correctamente la
Cruz).
25 Estas cosas os he hablado en Proverbios (tiene que ver con
las Parábolas y, también, la descripción de Sus Verdades a ellos de un
modo disimulado, y con razón): mas la hora viene, cuando ya no os
hablaré por Proverbios, pero claramente os anunciaré del Padre (no podía
cumplirse hasta que la Cruz fuera una Obra Terminada; entonces el
Espíritu Santo podría revelar las cosas claramente, pero sólo si se
entiende correctamente la Cruz).
26 Aquel día (después del Día de
Pentecostés) pediréis en Mi Nombre (en cierto modo, nos fue otorgado el
poder): y no os digo, que Yo rogaré al Padre por vosotros (Su misma
Presencia ante el Padre garantiza que el Sacrificio de la Cruz fue
aceptado; por lo tanto, todos quienes realmente siguen a Cristo al
instante son aceptados también; si Jesús tuviera que orar al Padre por
nosotros, significaría que la Cruz no fue una Obra Terminada):
LA SALIDA
27
Pues el Mismo Padre os Ama, porque vosotros Me amasteis (la aceptación
de Cristo es la aceptación por el Padre), y habéis creído que Yo salí de
Dios (corresponde a la Fe del Creyente como es reflejado en Cristo).
28
Salí del Padre (expresa Su Deidad y la Misión para la cual Él fue
enviado), y he venido al mundo (por un motivo, el de ir a la Cruz para
que el hombre pudiera ser Redimido [I Ped. 1:18-20]): otra vez, Yo dejo
al mundo, y voy al Padre (la Misión está terminada).
29 Le dicen Sus
Discípulos, He aquí, ahora Tú hablas claramente, y ningún Proverbio
dices (sin embargo, ellos todavía sólo entendieron en un sentido
parcial).
30 Ahora entendemos que sabes todas las cosas (tienen un
presentimiento que nada de lo que había en sus corazones se podía
ocultar de Él), y no necesitas que nadie Te pregunte (antes de que
pudieran hacer ciertas preguntas, Él ya discernía sus pensamientos y
comenzaba a contestar a sus preguntas planteadas): en esto creemos que
has salido de Dios (pero su Fe aún era imperfecta, como lo veremos).
31 Les respondió Jesús, ¿Ahora creéis? (Él les iba ya a decir lo imperfecta que era su Fe.)
32
He aquí, la hora viene, y ha venido (la Crucifixión estaba por
acontecer a unas cuantas horas), que seréis esparcidos, cada uno por su
parte (su Fe se debilitaba en cuanto a su poder, pero no en cuanto a su
calidad esencial), y Me dejaréis Solo (declara exactamente lo que esto
dice, ¡al final Él estaba solo!): más aún no estoy solo, porque el Padre
está Conmigo (el Padre estaría con Él en todo momento, a excepción las
tres horas entre a las 12:00 del mediodía y a las 3:00 de la tarde
cuando Él estaba en la Cruz, pagando la pena del pecado).
33 Estas
cosas os he hablado, para que en Mí tengáis paz (en efecto, les dice,
"Los asuntos pueden parecer oscuros, sin embargo, a pesar de cómo
aparentan, todo está bajo control; ¡confíen en lo que he dicho y
créanme!"). En el mundo tendréis aflicción (la condición fundamental de
la Vida Divina en este mundo; el mundo está totalmente en contra porque
su sistema es únicamente de Satanás): mas confiad, Yo he vencido al
mundo (Él hizo esto por la Cruz [Col. 2:14-15], para que podamos
nosotros vencer al mundo).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si
yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser
como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y
entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe,
de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si
repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si
entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo,
no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza
de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y
cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y
en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es
en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como
niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de
niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a
cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y
ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el
mayor de ellos es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
No
perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os
es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios,
obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir
vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no
agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para
perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Es,
pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no
se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la
fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,
de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel
ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó
testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y
muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver
muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese
traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es
imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a
Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la
fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se
veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe
condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la
fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que
había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe
habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena,
morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa;
porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y
constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril,
recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la
edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual
también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del
cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del
mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo
prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y
confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los
que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues
si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente
tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial;
por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les
ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a
Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito,
habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que
Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en
sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a
Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir,
bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el
extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de
los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe
Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses,
porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la
fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los
deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el
vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta
la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira
del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró
la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los
primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como
por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron
ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos
siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los
desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. ¿Y qué más digo?
Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de
Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe
conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon
bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada,
sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron
en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos
mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el
rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron
vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron
apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada;
anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras,
pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno;
errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las
cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio
mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa
mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de
nosotros. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan
grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos
asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por
el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y
se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió
tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo
no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la
sangre, combatiendo contra el pecado;
Romanos 8:
Ahora,
pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los
que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la
ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del
pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por
cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de
carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;
para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la
carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu,
en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte,
pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de
la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de
Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden
agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no
tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en
vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el
espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que
levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los
muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por
su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a
la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís
conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las
obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el
Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de
Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con
él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del
tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en
nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es
el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación
fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del
que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será
libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los
hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una
está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también
nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros
también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la
redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la
esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué
esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo
aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el
que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu,
porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los
que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre
muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los
que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos
también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que
lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas
las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que
justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun,
el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que
también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o
peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo
el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas
estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por
lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto,
ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor
de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
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