28 February 2010

El 28 de Febrero Lectura Bíblica Diaria


El 28 de Febrero Lectura Bíblica Diaria:

Jeremías 45 a 47:
Ésta es la palabra que el profeta Jeremías le comunicó a Baruc hijo de Nerías, en el año cuarto del gobierno de Joacim hijo de Josías, cuando Baruc escribía en un rollo estas palabras que Jeremías le dictaba: "Así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de ti, Baruc: Tú dijiste: ‘¡Ay de mí! ¡El Señor añade angustia a mi dolor! Estoy agotado de tanto gemir, y no encuentro descanso. "Pues le dirás que así dice el Señor: ‘Voy a destruir lo que he construido, y a arrancar lo que he plantado; es decir, arrasaré con toda esta tierra. ¿Buscas grandes cosas para ti? No las pidas, porque voy a provocar una desgracia sobre toda la gente, pero a ti te concederé la posibilidad de conservar la vida dondequiera que vayas afirma el Señor. Ése será tu botín." La palabra del Señor acerca de las naciones vino a Jeremías el profeta. En cuanto a Egipto, éste es el mensaje contra el ejército del faraón Necao, rey de Egipto, que en el año cuarto del gobierno de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, fue derrotado en Carquemis, junto al río Éufrates, por Nabucodonosor, rey de Babilonia: "¡Preparen el escudo y el broquel, y avancen al combate! ¡Ensillen los caballos, monten los corceles! ¡Alístense, pónganse los cascos! ¡Afilen las lanzas, vístanse las corazas! Pero ¿qué es lo que veo? Sus guerreros están derrotados; aterrados retroceden. Sin mirar atrás, huyen despavoridos. ¡Cunde el terror por todas partes! afirma el Señor. El más veloz no puede huir ni el más fuerte, escapar. En el norte, a orillas del río Éufrates trastabillan y caen. "¿Quién es ése que sube como el Nilo, como ríos de aguas agitadas? Es Egipto, que trepa como el Nilo, como ríos de aguas agitadas. Dice Egipto: Subiré y cubriré toda la tierra; destruiré las ciudades y sus habitantes. ¡Ataquen, corceles! ¡Carros, avancen con furia! ¡Que marchen los guerreros! ¡Que tomen sus escudos los soldados de Cus y de Fut! ¡Que tensen el arco los soldados de Lidia! "Aquel día pertenece al Señor, al Señor Todopoderoso. Será un día de venganza; se vengará de sus enemigos. La espada devorará hasta saciarse; con sangre apagará su sed. En la tierra del norte, a orillas del río Éufrates, el Señor, el Señor Todopoderoso, realizará una matanza. "¡Virginal hija de Egipto, ve a Galaad y consigue bálsamo! En vano multiplicas los remedios; ya no sanarás. Las naciones ya saben de tu humillación; tus gritos llenan la tierra. Un guerrero tropieza contra otro, y juntos caen por tierra." Ésta es la palabra del Señor, que vino a Jeremías el profeta cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino para atacar el país de Egipto: "Anuncien esto en Egipto, proclámenlo en Migdol, Menfis y Tafnes: ¡A sus puestos! ¡Manténganse alerta! ¡La espada devora a su alrededor! ¿Por qué yacen postrados tus guerreros? ¡No pueden mantenerse en pie, porque el Señor los ha derribado! Tropiezan una y otra vez, se caen uno sobre otro. Se dicen: ¡Levántate, volvamos a nuestra gente, a la tierra donde nacimos, lejos de la espada del opresor! Allí gritan: ¡El faraón es puro ruido! ¡el rey de Egipto ya perdió su oportunidad! "¡Vivo yo! declara el Rey, cuyo nombre es el Señor Todopoderoso: Como el Tabor, que sobresale de entre los montes, y como el Carmelo, que se erige sobre el mar, así será el enemigo que viene. Tú, que habitas en Egipto, prepara tu equipaje para el exilio, porque Menfis se convertirá en desolación, en una ruina deshabitada. "Novilla hermosa es Egipto, pero viene contra ella un tábano del norte. Los mercenarios en sus filas son como novillos cebados; también ellos se vuelven atrás; todos juntos huyen sin detenerse, porque ha llegado el día de su ruina, el momento de su castigo. Egipto huye silbando como serpiente, pues el enemigo avanza con fuerza. Se acercan contra ella con hachas, como si fueran leñadores; por impenetrables que sean sus bosques, los talan por completo afirma el Señor. Más numerosos que langostas, son los leñadores; nadie los puede contar. Egipto la hermosa será avergonzada y entregada a la gente del norte." El Señor Todopoderoso, el Dios de Israel, dice: "Voy a castigar a Amón, dios de Tebas, a Egipto, a sus dioses y reyes, al faraón y a los que en él confían. Los entregaré al poder de quienes atentan contra su vida, al poder de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de sus siervos. Luego Egipto será habitada como en los días de antaño afirma el Señor. "Pero tú, Jacob siervo mío, no temas; no te asustes, Israel. Porque te salvaré de un lugar remoto; y a tu descendencia, del destierro. Jacob volverá a vivir en paz; estará seguro y tranquilo. Tú, Jacob, siervo mío, no temas, porque yo estoy contigo afirma el Señor. "Aunque aniquile a todas las naciones por las que te he dispersado, a ti no te aniquilaré. Te corregiré con justicia, pero no te dejaré sin castigo." Antes de que el faraón atacara Gaza, la palabra del Señor acerca de los filisteos vino al profeta Jeremías: "Así dice el Señor: "¡Miren! Las aguas del norte suben cual torrente desbordado. Inundan la tierra y todo lo que contiene, sus ciudades y sus habitantes. ¡Grita toda la gente! ¡Gimen los habitantes de la tierra! Al oír el galope de sus corceles, el estruendo de sus carros y el estrépito de sus ruedas, los padres abandonan a sus hijos porque sus fuerzas desfallecen. Ha llegado el día de exterminar a los filisteos, y de quitarles a Tiro y Sidón todos los aliados con que aún cuenten. y al resto de las costas de Caftor. Se rapan la cabeza los de Gaza; se quedan mudos los de Ascalón. Tú, resto de las llanuras, ¿hasta cuándo te harás incisiones? "¡Ay, espada del Señor! ¿Cuándo vas a descansar? ¡Vuélvete a la vaina! ¡Deténte, quédate quieta! "¿Cómo va a descansar, si el Señor le ha dado órdenes de atacar a Ascalón y a la costa del mar? "


Salmos 77 Nueva Versión Internacional:
A Dios elevo mi voz suplicante; a Dios elevo mi voz para que me escuche. Cuando estoy angustiado, recurro al Señor; sin cesar elevo mis manos por las noches, pero me niego a recibir consuelo. Me acuerdo de Dios, y me lamento; medito en él, y desfallezco. Selah. No me dejas conciliar el sueño; tan turbado estoy que ni hablar puedo. Me pongo a pensar en los tiempos de antaño; de los años ya idos me acuerdo. Mi corazón reflexiona por las noches; mi espíritu medita e inquiere: "¿Nos rechazará el Señor para siempre? ¿No volverá a mostrarnos su buena voluntad? ¿Se habrá agotado su gran amor eterno, y sus promesas por todas las generaciones? ¿Se habrá olvidado Dios de sus bondades, y en su enojo ya no quiere tenernos compasión?" Selah. Y me pongo a pensar: "Esto es lo que me duele: que haya cambiado la diestra del Altísimo." Prefiero recordar las hazañas del Señor, traer a la memoria sus milagros de antaño. Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas. Santos, oh Dios, son tus caminos; ¿qué dios hay tan excelso como nuestro Dios? Tú eres el Dios que realiza maravillas; el que despliega su poder entre los pueblos. Con tu brazo poderoso redimiste a tu pueblo, a los descendientes de Jacob y de José. Selah. Las aguas te vieron, oh Dios, las aguas te vieron y se agitaron; el propio abismo se estremeció con violencia. Derramaron su lluvia las nubes; retumbaron con estruendo los cielos; rasgaron el espacio tus centellas. Tu estruendo retumbó en el torbellino y tus relámpagos iluminaron el mundo; la tierra se estremeció con temblores. Te abriste camino en el mar; te hiciste paso entre las muchas aguas, y no se hallaron tus huellas. Por medio de Moisés y de Aarón guiaste como un rebaño a tu pueblo.


Proverbios 11 Nueva Versión Internacional:
El Señor aborrece las balanzas adulteradas, pero aprueba las pesas exactas. Con el orgullo viene el oprobio; con la humildad, la sabiduría. A los justos los guía su integridad; a los falsos los destruye su hipocresía. En el día de la ira de nada sirve ser rico, pero la justicia libra de la muerte. La justicia endereza el camino de los íntegros, pero la maldad hace caer a los impíos. La justicia libra a los justos, pero la codicia atrapa a los falsos. Muere el malvado, y con él su esperanza; muere también su ilusión de poder. El justo se salva de la calamidad, pero la desgracia le sobreviene al malvado. Con la boca el impío destruye a su prójimo, pero los justos se libran por el conocimiento. Cuando el justo prospera, la ciudad se alegra; cuando el malvado perece, hay gran regocijo. La bendición de los justos enaltece a la ciudad, pero la boca de los malvados la destruye. El falto de juicio desprecia a su prójimo, pero el entendido refrena su lengua. La gente chismosa revela los secretos; la gente confiable es discreta. Sin dirección, la nación fracasa; el éxito depende de los muchos consejeros. El fiador de un extraño saldrá perjudicado; negarse a dar fianza es vivir en paz. La mujer bondadosa se gana el respeto; los hombres violentos sólo ganan riquezas. El que es bondadoso se beneficia a sí mismo; el que es cruel, a sí mismo se perjudica. El malvado obtiene ganancias ilusorias; el que siembra justicia asegura su ganancia. El que es justo obtiene la vida; el que persigue el mal se encamina a la muerte. El Señor aborrece a los de corazón perverso, pero se complace en los que viven con rectitud. Una cosa es segura: Los malvados no quedarán impunes, pero los justos saldrán bien librados. Como argolla de oro en hocico de cerdo es la mujer bella pero indiscreta. Los deseos de los justos terminan bien; la esperanza de los malvados termina mal. Unos dan a manos llenas, y reciben más de lo que dan; otros ni sus deudas pagan, y acaban en la miseria. El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado. La gente maldice al que acapara el trigo, pero colma de bendiciones al que gustoso lo vende. El que madruga para el bien, halla buena voluntad; el que anda tras el mal, por el mal será alcanzado. El que confía en sus riquezas se marchita, pero el justo se renueva como el follaje. El que perturba su casa no hereda más que el viento, y el necio termina sirviendo al sabio. El fruto de la justicia es árbol de vida, pero el que arrebata vidas es violento. Si los justos reciben su pago aquí en la tierra, ¡cuánto más los impíos y los pecadores!


El Libro de Los Hechos Capítulo 9 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 9
(35 d.C.)
SAULO


Y SAULO, respirando aún amenazas y muerte contra los Discípulos del Señor (presenta a Pablo como el Líder de persecución de la Iglesia Primitiva), vino al Sumo Sacerdote (si esto fue en el año 34 d.C., Caifás era el Sumo Sacerdote; y volvemos a ver lo malo de la religión),
2 Y demandó de él letras para Damasco a las Sinagogas (explica que la persecución encabezada por Pablo se extendía a otras ciudades), para que si hallase algunos hombres o mujeres de esta secta (describe a la Iglesia Primitiva [Jn. 14:6; Hch. 18:25-26; 19:9, 23; 22:4; 24:14, 22]), los trajese presos a Jerusalén (se refiere a ellos apareciendo ante el Sanedrín, el mismo grupo que Crucificó a Cristo).
3 Y yendo por el camino, aconteció que llegando cerca de Damasco (unos 281 kilómetros [175 millas] de Jerusalén): súbitamente le cercó un resplandor de luz del Cielo (proclama la apariencia de Cristo en Su Gloria):
4 Y cayendo en tierra (se insinúa que el Poder de Dios lo hizo caer), oyó una voz que le decía, Saulo, Saulo, ¿por qué Me persigues? (¡Tocar a alguien que le pertenece al Señor de modo negativo es tocar al Señor!)
5 Y él dijo, ¿Quién eres, Señor? (Pablo usa esto en la esfera de la Deidad, no meramente como de respeto como algunos lo han afirmado.) Y Él dijo, Yo soy Jesús a quien tú persigues (presenta al Señor que usa el Nombre de Aquel que Pablo odiaba): dura cosa te es dar coses contra el aguijón (tiene referencia a las aguijadas afiladas, colocadas directamente detrás de los bueyes y atadas al arado; darle de patadas causaría dolor agudo).
6 Él, temblando y temeroso, dijo (quedó pasmado y asombrado), ¿Señor, qué quieres que haga? (Constituye el momento en que Pablo fue salvo.) Y el Señor le dice, Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que te conviene hacer (fue el Plan de Dios para Pablo, que, en efecto, cambiaría al mundo).
7 Y los hombres que iban con Saulo, se pararon atónitos (estaban muy conscientes de que algo había pasado, pero no sabían con exactitud lo que era), oyendo a la verdad la voz, mas no viendo a nadie (pero Pablo vio al hombre, y aquel hombre era Cristo).
PABLO CIEGO
8 Entonces Saulo se levantó de tierra; y abriendo los ojos, no veía a nadie (parece que sus ojos fueron cegados por la Gloria del Señor): así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco (Pablo, el campeón de los perseguidores, ahora es guiado como un ciego lo cual él estaba momentáneamente).
9 Donde estuvo tres días sin ver (habla solamente del sentido físico; de hecho, por primera vez puede ver), y no comió, ni bebió (ayunó tres días y noches).
ANANÍAS
10 Había entonces un Discípulo en Damasco llamado Ananías (la palabra "Discípulo," como se usó sin excepción en el Libro de los Hechos, se refiere a los seguidores de Cristo); al cual el Señor dijo en visión, Ananías (en realidad vio al Señor, pero en forma de una Visión). Y él respondió, Heme aquí, Señor (expresa una vasta familiaridad con el Señor, más allá de lo normal).
11 Y el Señor le dijo, Levántate, y ve a la calle que se llama la Derecha (revela la calle, que todavía existe aun después de casi dos mil años), y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo de Tarso (expresa el nombre del hombre que era el azote más célebre contra los seguidores de Cristo en el mundo de aquel entonces): porque, he aquí, él ora (Pablo tenía mucho de qué orar),
12 Y ha visto en visión un varón llamado Ananías (proclama la segunda Visión que Pablo tuvo durante un período muy corto de tiempo), que entra y le pone la mano encima, para que reciba la vista.
13 Entonces Ananías respondió, Señor, he oído de muchos acerca de este hombre (¡qué vacío son a menudo nuestros temores! ¡qué ignorante somos en cuanto de donde se encuentra nuestro mayor bien! pero Dios sabe; dejémosnos confiar en Él), cuántos males ha hecho a tus Santos en Jerusalén (no obstante, el Señor ha cambiado a este hombre, que llegará a ser la bendición más grande para los Santos que jamás hayan visto en la historia):
14 Y aun aquí tiene facultad de los Principales Sacerdotes de prender a todos los que invocan Tu Nombre (Pablo tenía las malas intenciones como antecedentes; pero el Señor invadió aquellas intenciones, cambiándolas completamente).
15 Y le dijo el Señor, Ve (presenta una urgencia que exige la obediencia inmediata de Ananías): porque instrumento escogido me es éste (significa, "Selección Divina"), para que lleve Mi Nombre en presencia de los Gentiles, y de Reyes, y de los Hijos de Israel (colocó primero a los "Gentiles"; fue la vocación principal de Pablo):
16 Porque Yo le mostraré cuánto le sea necesario que padezca por Mi Nombre (¡totalmente diferente del Evangelio moderno, que, de hecho, no es ningún Evangelio del todo!).
EL ESPÍRITU SANTO
17 Ananías entonces fue, y entró en la casa (obedeció el Mandato del Señor); y poniéndole las manos encima (sobre Pablo), dijo, Saulo hermano (se dirigió a Pablo de esta manera porque Pablo ya fue salvo, y estuvo así durante los tres días y noches anteriores), el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo (esto revela que la persona no es Bautizada con el Espíritu Santo en la conversión, como muchos lo enseñan; de hecho, el Bautismo con el Espíritu Santo es una obra separada de la Gracia, que ocurre después de la conversión [Hch. 2:4; 8:14-17; 19:1-7]).
18 Y luego le cayeron de los ojos como escamas: y recibió al punto la vista, y levantándose, fue bautizado (fue bautizado en agua, luego de ser Bautizado con el Espíritu Santo).
PREDICANDO A CRISTO
19 Luego comió, fue confortado (se refiere a que terminaba su ayuno de tres días). Y estuvo Saulo por algunos días con los Discípulos que estaban en Damasco (es posible que esto quiere decir que Ananías le presentó a estos seguidores de Cristo; él había venido para detenerlos, y ahora él se une a ellos; ¡qué potente es el Dios que servimos!).
20 Y luego (de inmediato) en las Sinagogas predicaba a Cristo (eran las mismas Sinagogas a las cuales las cartas del Sumo Sacerdote dirigidas a Pablo lo autorizaban a detener a todo Creyente Judío que pertenecía al Nombre de Jesús), diciendo que Éste era el Hijo de Dios (la primera vez en el Libro de los Hechos que se refiere a Jesús por este título).
21 Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían; ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este Nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos a los Principales Sacerdotes? (Significa que aquellos en las Sinagogas habían estado esperándolo, pero no es lo que él dice ahora.)
22 Empero Saulo mucho más se esforzaba (se refiere a un mayor entendimiento de la Palabra de Dios con el pasar de los días; de hecho, por primera vez, él comprende la Palabra), y confundía a los Judíos que moraban en Damasco, afirmando que éste es el Cristo (demostrando mediante la Palabra de Dios que, Jesús, era el Mesías).
LOS LÍDERES DE LOS JUDÍOS
23 Y como pasaron muchos días, los Judíos hicieron entre sí consejo de matarle (el perseguidor es perseguido ahora):
24 Mas las asechanzas de ellos fueron entendidas de Saulo (presenta a los Creyentes informándole de la acción propuesta de los Judíos). Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle (también estaba informado; por lo tanto, se iba a escapar por otra ruta).
25 Entonces los Discípulos (los seguidores de Cristo), tomándole de noche, le bajaron por el muro en un canasto.
JERUSALÉN
26 Y cuando vino a Jerusalén (presenta su primera visita después de su conversión), intentaba de juntarse con los Discípulos: mas todos tenían miedo de él, no creyendo que era Discípulo (¡creían que era una estratagema!).
27 Entonces Bernabé, tomándole (presenta el mismo mencionado en Hch. 4:36), lo trajo a los Apóstoles (en realidad sólo se refiere a Pedro y a Santiago, el hermano del Señor [Gál. 1:19]), y les contó cómo él (Pablo) había visto al Señor en el camino (la Visión en el camino a Damasco), y que Él (Jesús) le había hablado, y cómo en Damasco había hablado confiadamente en el Nombre de Jesús (Bernabé había oído de este informe, y ahora testifica de su veracidad).
28 Y él (Pablo) entraba y salía con ellos (los Apóstoles) en Jerusalén (es posible que se refiera a los quince días aproximadamente que él pasó allí, la mayor parte con Simón Pedro [Gál. 1:18]).
29 Y hablaba confiadamente en el Nombre del Señor (él hizo esto, como es obvio, en el mismo centro o núcleo donde Le tenían odio a Jesús), y disputaba con los Griegos (discutía con los Judíos Griegos, es probable que predicaba en las mismas Sinagogas donde él había escuchado a Esteban, y quizás hasta había tenido debates): mas ellos procuraban matarle (presenta el mismo espíritu ahora en su contra que él había presentado contra Esteban).
30 Lo cual, como los hermanos entendieron (sabía acerca de los esfuerzos para matarlo), le acompañaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso (habla de su casa; como resultado, no oímos más de Pablo hasta en Hch. 11:25).
31 Las Iglesias entonces tenían paz por toda Judea y Galilea y Samaria (durante este tiempo la atención de los Judíos hacia los Creyentes se desvió a otras cosas, por lo tanto dando a las Iglesias un descanso de la persecución, a lo menos por un rato), y eran edificadas (sin interrupción, el Señor ahora edifica Su casa); andando en el temor del Señor, y con consuelo del Espíritu Santo eran multiplicadas (muchas personas fueron salvas).
EL MINISTERIO DE PEDRO
32 Y aconteció, que Pedro recorría toda la región (ahora cambia la atención hacia este Apóstol, y con razón), vino también a los santos que habitaban en Lydda (se refiere a una ciudad a unos cuarenta y ocho kilómetros [treinta millas] al occidente de Jerusalén).
33 Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, que era paralítico (describe, obviamente, su impotencia).
34 Y le dijo Pedro, Eneas, Jesucristo te sana (se refiere a Pedro que incondicionalmente Le da a Cristo el mérito de estos Milagros): levántate, y hazte tu cama (como señal de su Sanidad Milagrosa). Y luego se levantó (fue sanado al instante, y sanado completamente).
35 Y le vieron todos los que habitaban en Lydda y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor (la palabra "todos," como se da en el Griego original, no necesariamente significa a cada persona de estos sectores, sino más bien a aquellos que "lo vieron," que sin duda el número era incalculable).
TABITA
36 Entonces en Jope había una Discípula llamada Tabita, que traducida quiere decir Dorcas (era "Tabita" en el Sirio y "Dorcas" en el Griego; los dos nombres significan "una gacela"): ésta era llena de buenas obras y de limosnas que hacía (era una señora de excelente reputación y de amor a Dios).
37 Y aconteció en aquellos días que enfermando, murió (se refiere a los días cuando Pedro se encontraba en Lida; su muerte era inesperada): a la cual, después de lavada, pusieron en una sala (significa que ellos la presentaron para el velorio).
38 Y como Lida estaba cerca de Jope, los Discípulos (los seguidores de Cristo), oyendo que Pedro estaba allí (nos dice que había una Iglesia en Jope), le enviaron dos hombres, rogándole, no te detengas en venir hasta nosotros (parece ser que esperaban un Milagro, sin tener en cuenta que la mujer estaba muerta).
39 Pedro entonces levantándose, fue con ellos (indica que fue guiado por el Señor para hacer eso). Y al llegar, le llevaron a la sala: donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas (parece indicar que ¡Dorcas era una viuda también!).
40 Entonces echados fuera todos, Pedro puesto de rodillas, oró; y vuelto al cuerpo, dijo, Tabita, levántate (exactamente lo mismo que dijo de Jesús cuando Él resucitó a la hija de Jairo de la muerte [Marc. 5:41]). Y ella abrió los ojos: y viendo a Pedro, se incorporó (presenta a la primera persona que resucitó de la muerte en la Iglesia Primitiva).
41 Y él le dio la mano, y la levantó (una cortesía normal), entonces llamando a los Santos y a las viudas, la presentó viva (ella es una de los pocos en la historia humana que realmente había muerto, y luego vuelto a la vida para contar la historia; todos los que resucitaron estaban relacionados con el Señor).
42 Esto fue notorio por toda Jope (puede imaginarse el impacto que tenía este Milagro); y creyeron muchos en el Señor.
43 Y aconteció que se quedó muchos días en Jope en casa de un cierto Simón, curtidor (es probable que se refirió a varios meses; como unos ocho años habían ya pasado desde el Pentecostés, durante ese tiempo se predicó el Evangelio a los Judíos nada más; esto está a punto de cambiarse).


1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4 Nueva Versión Internacional:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8 Nueva Versión Internacional:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero."* Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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El 26 de Febrero Lectura Bíblica Diaria



El 26 de Febrero Lectura Bíblica Diaria:

Jeremías 39 a 41:

En el mes décimo del año noveno del reinado de Sedequías en Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia y todo su ejército marcharon contra Jerusalén y la sitiaron. El día nueve del mes cuarto del año undécimo del reinado de Sedequías, abrieron una brecha en el muro de la ciudad, por la que entraron todos los jefes del rey de Babilonia, hasta instalarse en la puerta central: Nergal Sarézer de Samgar, Nebo Sarsequín, un oficial principal, Nergal Sarézer, también un alto funcionario, y todos los otros jefes del rey de Babilonia. Al verlos, el rey Sedequías de Judá y todos los soldados huyeron de la ciudad. Salieron de noche por el camino del jardín del rey, por la puerta que está entre los dos muros, tomando el camino del Arabá. Pero el ejército babilónico los persiguió hasta alcanzarlos en las llanuras de Jericó. Capturaron a Sedequías y lo llevaron ante Nabucodonosor, rey de Babilonia, que estaba en Riblá, en el territorio de Jamat. Allí dictó sentencia contra Sedequías, y ante sus propios ojos hizo degollar a sus hijos, lo mismo que a todos los nobles de Judá. Luego mandó que a Sedequías le sacaran los ojos y le pusieran cadenas de bronce, para llevarlo a Babilonia. Los babilonios prendieron fuego al palacio real y a las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalén. Finalmente Nabuzaradán, el comandante de la guardia, llevó cautivos a Babilonia tanto al resto de la población como a los desertores, es decir, a todos los que quedaban. Nabuzaradán, comandante de la guardia, sólo dejó en el territorio de Judá a algunos de los más pobres, que no poseían nada. En aquel día les asignó campos y viñedos. En cuanto a Jeremías, el rey Nabucodonosor de Babilonia había dado la siguiente orden a Nabuzaradán, el comandante de la guardia: "Vigílalo bien, sin hacerle ningún daño, y atiende a todas sus necesidades." Nabuzaradán, comandante de la guardia, Nebusazbán, un oficial principal, Nergal Sarézer, un alto funcionario, y todos los demás oficiales del rey de Babilonia, mandaron sacar a Jeremías del patio de la guardia y se lo confiaron a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, para que lo llevaran de vuelta a su casa. Así Jeremías se quedó a vivir en medio del pueblo. Aún estaba Jeremías preso en el patio de la guardia cuando la palabra del Señor vino a él: "Ve y dile a Ebedmélec, el etíope, que así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Voy a cumplir las palabras que anuncié contra esta ciudad, para mal y no para bien. En aquel día, tú serás testigo de todo esto. Pero en ese mismo día yo te rescataré afirma el Señor, y no caerás en las manos de los hombres que temes. Porque ciertamente yo te libraré afirma el Señor, y no caerás a filo de espada; antes bien, tu vida será tu botín, porque has confiado en mí." La palabra del Señor vino a Jeremías después de que Nabuzaradán, el comandante de la guardia, lo había dejado libre en Ramá. Allí lo había encontrado Nabuzaradán preso y encadenado, entre todos los cautivos de Judá y Jerusalén que eran deportados a Babilonia. El comandante de la guardia tomó aparte a Jeremías, y le dijo: "El Señor tu Dios decretó esta calamidad para este lugar, y ahora el Señor ha cumplido sus amenazas. Todo esto les ha pasado porque pecaron contra el Señor y desobedecieron su voz. No obstante, hoy te libero de las cadenas que te sujetan las manos. Si quieres venir conmigo a Babilonia, ven, que yo te cuidaré. Pero si no quieres, no lo hagas. Mira, tienes ante tus ojos toda la tierra: ve adonde más te convenga." Como Jeremías no se decidía, Nabuzaradán añadió: "Vuelve junto a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, a quien el rey de Babilonia ha nombrado gobernador de las ciudades de Judá, y vive con él y con tu pueblo, o ve adonde más te convenga." Jeremías se fue entonces junto a Guedalías hijo de Ajicán, en Mizpa, y se quedó con él, en medio del pueblo que había permanecido en el país. Cuando todos los jefes y soldados del ejército que estaban en el campo se enteraron de que el rey de Babilonia había puesto a Guedalías hijo de Ajicán como gobernador del país, y de que le había confiado el cuidado de hombres, mujeres y niños, así como de los más pobres del país que no habían sido deportados a Babilonia, fueron a Mizpa para presentarse ante Guedalías. Entre ellos estaban: Ismael hijo de Netanías, Johanán y Jonatán hijos de Carea, Seraías hijo de Tanjumet, los hijos de Efay de Netofa, y Jezanías, hijo de un hombre de Macá, y sus hombres. Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, les hizo este juramento a ellos y a sus tropas: "No teman a los babilonios. Si ustedes se quedan en el país y sirven al rey de Babilonia, les aseguro que les irá bien. Yo me quedaré en Mizpa, para representarlos ante los babilonios que vengan hasta acá. Pero ustedes, comiencen a almacenar en recipientes vino, frutos de verano y aceite, y vivan en las ciudades que han ocupado." Todos los judíos que estaban en Moab, Amón y Edom, y en todos los otros países, se enteraron también de que el rey de Babilonia había dejado un remanente en Judá, y nombrado como gobernador a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán. Entonces todos estos judíos regresaron a la tierra de Judá, de todos los países donde estaban dispersos. Al llegar, se presentaron en Mizpa ante Guedalías, y también almacenaron vino y frutos de verano en abundancia. Johanán hijo de Carea, y todos los demás jefes militares que estaban en el campo, se presentaron ante Guedalías en Mizpa, y le dijeron: ¿No sabes que Balís, rey de Amón, ha mandado a Ismael hijo de Netanías, para matarte? Pero Guedalías hijo de Ajicán no les creyó. Y allí en Mizpa, Johanán hijo de Carea le propuso en secreto a Guedalías: Déjame ir a matar a Ismael hijo de Netanías. ¡Nadie tiene que enterarse! ¿Por qué vamos a permitir que te asesine? Eso causaría la dispersión de todos los judíos que se han reunido a tu alrededor, y acabaría con lo que queda de Judá. Pero Guedalías hijo de Ajicán le respondió a Johanán hijo de Carea: ¡Ni lo pienses! ¡Lo que dices acerca de Ismael es mentira! En el mes séptimo Ismael, hijo de Netanías y nieto de Elisama, que era de estirpe real y había sido uno de los oficiales del rey, vino a Mizpa con diez hombres y se presentó ante Guedalías hijo de Ajicán. Y ahí en Mizpa, mientras comían juntos, Ismael hijo de Netanías se levantó y, junto con los diez hombres que lo acompañaban, hirió a filo de espada a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, quitándole la vida. Así hicieron con quien había sido nombrado gobernador del país por el rey de Babilonia. Ismael mató también a todos los judíos y soldados que se encontraban en Mizpa con Guedalías. Al día siguiente del asesinato de Guedalías, cuando todavía nadie se había enterado, llegaron de Siquén, Siló y Samaria ochenta hombres con la barba afeitada, la ropa rasgada, y el cuerpo lleno de cortaduras que ellos mismos se habían hecho. Traían ofrendas de cereales, e incienso, para presentarlas en la casa del Señor. Desde Mizpa salió a su encuentro Ismael hijo de Netanías; iba llorando y, cuando los encontró, les dijo: Vengan a ver a Guedalías hijo de Ajicán. Pero no habían llegado al centro de la ciudad cuando Ismael hijo de Netanías y sus secuaces los mataron y los arrojaron en una cisterna. Había entre ellos diez hombres, que le rogaron a Ismael: ¡No nos mates; tenemos escondidos en el campo trigo, cebada, aceite y miel! Ismael accedió, y no los mató como a sus compañeros. El rey Asá había hecho una fosa para defenderse de Basá, rey de Israel, y en esa fosa fue donde Ismael arrojó los cadáveres de los hombres que había matado, junto con Guedalías, llenándola de cadáveres. Después Ismael se llevó en cautiverio a las hijas del rey y a todo el resto del pueblo que había quedado en Mizpa, a quienes Nabuzaradán, comandante de la guardia, había puesto bajo el mando de Guedalías hijo de Ajicán. Ismael hijo de Netanías salió con sus cautivos hacia el territorio de los amonitas. Cuando Johanán hijo de Carea, y todos los jefes militares que estaban con él, se enteraron del crimen que había cometido Ismael hijo de Netanías, reunieron a todos sus hombres y fueron a pelear contra él. Lo encontraron cerca del gran estanque que está en Gabaón. Y sucedió que toda la gente que estaba con Ismael se alegró al ver a Johanán hijo de Carea, acompañado de todos los jefes militares. Todo el pueblo que Ismael llevaba cautivo desde Mizpa se dio la vuelta y se fue con Johanán hijo de Carea. Pero Ismael hijo de Netanías y ocho de sus hombres se escaparon de Johanán y huyeron hacia Amón. Entonces Johanán hijo de Carea, junto con todos los jefes militares que lo acompañaban, tomaron y rescataron al resto del pueblo que desde Mizpa se había llevado Ismael hijo de Netanías, luego de haber asesinado a Guedalías hijo de Ajicán: eran soldados, mujeres, niños y altos funcionarios. Se pusieron en marcha hasta llegar a Guerut Quimán, que está junto a Belén, desde donde pensaban continuar a Egipto para huir de los *babilonios. Estaban con temor, ya que Ismael hijo de Netanías había matado a Guedalías hijo de Ajicán, a quien el rey de Babilonia había nombrado gobernador del país.


Salmos 75 Nueva Versión Internacional:

Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias e invocamos tu nombre; ¡todos hablan de tus obras portentosas! Tú dices: "Cuando yo lo decida, juzgaré con justicia. Cuando se estremece la tierra con todos sus habitantes, soy yo quien afirma sus columnas." Selah. "No sean altaneros", digo a los altivos; "No sean soberbios", ordeno a los impíos; "No hagan gala de soberbia contra el cielo, ni hablen con aires de suficiencia." La exaltación no viene del oriente, ni del occidente ni del sur, sino que es Dios el que juzga: a unos humilla y a otros exalta. En la mano del Señor hay una copa de espumante vino mezclado con especias; cuando él lo derrame, todos los impíos de la tierra habrán de beberlo hasta las heces. Yo hablaré de esto siempre; cantaré salmos al Dios de Jacob. Aniquilaré la altivez de todos los impíos, y exaltaré el poder de los justos.


Proverbios 9 Nueva Versión Internacional:

La sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares. Preparó un banquete, mezcló su vino y tendió la mesa. Envió a sus doncellas, y ahora clama desde lo más alto de la ciudad. "¡Vengan conmigo los inexpertos! dice a los faltos de juicio. Vengan, disfruten de mi pan y beban del vino que he mezclado. Dejen su insensatez, y vivirán; andarán por el camino del discernimiento. "El que corrige al burlón se gana que lo insulten; el que reprende al malvado se gana su desprecio. No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará. Instruye al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber. "El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; conocer al Santo es tener discernimiento. Por mí aumentarán tus días; muchos años de vida te serán añadidos. Si eres sabio, tu premio será tu sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás." La mujer necia es escandalosa, frívola y desvergonzada. Se sienta a las puertas de su casa, sienta sus reales en lo más alto de la ciudad, y llama a los que van por el camino, a los que no se apartan de su senda. "¡Vengan conmigo, inexpertos! dice a los faltos de juicio. ¡Las aguas robadas saben a gloria! ¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!" Pero éstos ignoran que allí está la muerte, que sus invitados caen al fondo de la fosa.


El Libro de Los Hechos Capítulo 7 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES

CAPÍTULO 7

(33 d.C.)

LA DEFENSA DE ESTEBAN


EL Sumo Sacerdote dijo entonces, ¿Es esto así? (¡Investigaba acerca de los cargos!)

2 Y él (Esteban) dijo, Varones hermanos y padres, oíd (con la intención de dirigirse a la jerarquía religiosa de Israel); El Dios de la Gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán (no nos explica exactamente lo que fue esta apariencia, ya sea visible o que el Señor había usado a alguien para entregar el Mensaje; el lugar exacto en aquella tierra era Ur de los Caldeos [Gén. 15:7]),

3 Y le dijo, Sal de tu tierra (se relaciona a un pueblo que tenía que ver con la adoración de ídolos) y de tu parentela (en efecto, dice que ellos eran adoradores de ídolos también), y ven a la tierra que te mostraré (se refiere a la tierra de Canaán).

4 Entonces salió de la tierra de los Caldeos, y habitó en Harán (de casi 1.050 kilómetros [700 millas] al norte de Ur de los Caldeos; él se quedó allí por unos dos o tres años): y de allí, muerto su padre, le traspasó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora (la tierra de Canaán).

5 Y (Dios) no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie (quiere decir que Abraham personalmente nunca poseyó nada de la tierra de Canaán, excepto la "Cueva de Macpela," que fue usada como lugar de entierro para él y Sara [Gén. 23]): mas le prometió que se la daría en posesión, y a su simiente después de él (se refiere a la semilla de Isaac, no de Ismael [Gén. 17:19]), no teniendo hijo (para que todo esto se cumpliera, Abraham y Sara debían tener un heredero, que al final lo tuvieron, en Isaac).

6 Y le habló Dios así (tiene que ver con la Profecía dada a Abraham por el Señor con respecto al futuro de su semilla), Que su simiente sería extranjera en tierra ajena (Egipto); y que los reducirían a servidumbre y maltratarían, por cuatrocientos años (toda la duración de la Dispensación de Promesa [Abraham a Moisés] era de 430 años [Éx. 12:40; Gál. 3:14-17]; los 400 años de Gén. 15:13 y Hch. 7:6 deben calcularse desde la confirmación de Isaac como la semilla cuando Ismael fue expulsado [Gén. 21:12; Gál. 4:30]; fue cinco años después del nacimiento de Isaac).

7 Mas Yo juzgaré, dijo Dios, la nación a la cual serán siervos (habla de Egipto [Éx. 1:1-14; 31]): y después de esto saldrán y Me servirán en este lugar (los Hijos de Israel fueron librados de la esclavitud Egipcia y se les dieron la Tierra Prometida, a la cual Esteban se refiere como "este lugar").

8 Y (Dios) le dio (a Abraham) el Pacto de la Circuncisión (se refiere al Convenio Abrámico de Gén. 12:1-3; 17:9-27, y no al Convenio Mosaico que continuaba con la Circuncisión, pero no la originó): y así Abraham engendró a Isaac, y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los Doce Patriarcas (expresa que sus hijos eran los Doce Jefes de las Tribus de Israel, y los que quedaron bajo el mismo Convenio de la Circuncisión).

9 Y los patriarcas, movidos de envidia, vendieron a José para Egipto (tenían envidia de él, por lo que fue elegido por su padre Jacob para heredar la Primogenitura [I Crón. 5:1-2]): pero Dios estaba con él (¡los hombres gobiernan, pero Dios domina!),

10 Y le libró de todas sus tribulaciones (no dice que no habían aflicciones, sino que el Señor liberó a José de toda trampa instigada por Satanás), y le dio gracia y sabiduría en la presencia de Faraón, rey de Egipto; el cual le puso por Gobernador sobre Egipto, y sobre toda su casa (¡describe, para variar, a un gobernador sabio!).

11 Vino entonces hambre en toda la tierra de Egipto y de Canaán (se refiere al hambre durante siete años), y grande tribulación: y nuestros padres no hallaban alimentos (todo esto fue orquestado deliberadamente por el Señor, a fin de que Su Plan fuera llevado a cabo con respecto a la Nación de Israel).

12 Y cuando oyese Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres la primera vez (él envió a sus hijos).

13 Y en la segunda, José fue conocido de sus hermanos (se refiere al segundo viaje a Egipto donde José los puso a prueba [Gén. 45:1-28]); y fue sabido de Faraón cual era la parentela de José (fueron presentados al Faraón, con José que procuraba obtener permiso para traer a su familia a Egipto).

14 Y enviando José, hizo venir a su padre Jacob (es simbólico de la Segunda Venida, cuando al fin vendrá Israel a Jesús), y a toda su parentela, en número de setenta y cinco personas (setenta y cinco almas; Esteban incluía a los cinco hijos de Manasés y Efraín; Gén. 46:27 y Deut. 10:22 menciona a las setenta personas que entraron en Egipto, pero no incluyeron a estos cinco).

15 Así descendió Jacob a Egipto, donde murió él y nuestros padres (aunque su vida y Ministerio estaban en Egipto, su corazón estaba en Canaán),

16 Los cuales fueron trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que compró Abraham a precio de dinero de los hijos de Hamor de Siquem (se refiere a "Siquem" de Gén. 23:6-20; 33:19; 47:30; 49:29; 50:5; Éx. 13; 19; Jos. 24:32; estaba en Canaán).

17 Mas cuando se acercaba el tiempo de la Promesa (el momento adecuado de Dios es tan importante como Su Promesa), la cual Dios había jurado a Abraham (la Promesa de Dios tiene que ver con la Tierra de Canaán dado a los Hijos de Israel), el pueblo (los Israelitas) creció y se multiplicó en Egipto,

18 Hasta que se levantó otro rey (otro Faraón) en Egipto que no conocía a José (¡quiere decir que este nuevo Faraón no tenía ningún respeto por el pasado de Egipto con respecto a José, y en consecuencia no tenía ningún respeto para los Israelitas, el pueblo de José!).

19 Éste, usando de astucia con nuestro linaje, maltrató a nuestros padres (expresaba tal lo que fue permitido por el Señor, y con propósito y razón; si este Faraón los hubiese tratado con cortesía, ellos no hubieran deseados salir de Egipto), a fin de que pusiesen a peligro de muerte sus niños, para que cesase la generación (se refiere a la orden del Faraón de que mataran al nacer todos los bebés varones de los Israelitas).

20 En aquel mismo tiempo nació Moisés (indica otro paso en el Plan de Dios para la liberación de Israel), y fue agradable a Dios (describe la apariencia del niño), y fue criado tres meses en casa de su padre (corresponde al tiempo durante el cual sus padres lo escondieron, para que no lo mataran como lo exigía el Faraón de todos los varoncitos recién nacidos):

21 Mas siendo puesto al peligro (se refiere al tiempo cuando él no podía más estar escondido), la hija de Faraón le tomó, y le crió como a hijo suyo (otra vez, fue orquestado por el Señor).

22 Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los Egipcios (muy educado), y era poderoso en sus dichos y hechos (Josefo dice que Moisés al final llegó a ser un General en el Ejército Egipcio, y derrotó a los Etíopes).

23 Y cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años (corresponde a los años que pasó Moisés en la Corte del Faraón), subió en su corazón visitar a sus hermanos los Hijos de Israel (anteriormente no parece que estaba demasiado ocupado con la situación "de sus hermanos").

24 Y como vio a uno que era injuriado, le defendió (el Espíritu Santo comienza a dirigir a Moisés en esta dirección), e hiriendo al Egipcio, vengó al injuriado (Moisés tuvo el motivo correcto, pero lo que sucedió fue lo incorrecto):

25 Pero él pensaba que sus hermanos entendían que Dios les había de dar salud por su mano (la estructura de esta frase nos dice que el Señor definitivamente trataba con Moisés sobre la liberación de los Hijos de Israel; ¡sin embargo, la gente no estaba lista y tampoco Moisés!): mas ellos no lo habían entendido.

26 Y al día siguiente, riñendo ellos, se les mostró, y los ponía en paz (estos dos Israelitas estaban enojados el uno con el otro), diciendo, Varones, hermanos sois; ¿por que os injuriáis los unos a los otros? (Este interrogante iba a producir una respuesta que él no anticipaba.)

27 Entonces el que injuriaba (rechazaba el liderazgo de Moisés) a su prójimo, le empujó (a Moisés), diciendo, ¿Quién te ha puesto por príncipe y juez sobre nosotros? (Como se mencionó, ni Moisés ni la gente estaban preparados para la liberación.)

28 ¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al Egipcio? (Era claro que Moisés no se dio cuenta que el asesinato del Egipcio era notorio; no obstante, ¡otros lo habían visto!)

29 A esta palabra Moisés huyó (Moisés se daría cuenta muy pronto que el Faraón también lo sabía y estaba airado, por eso huyó de Egipto [Éx. 2:14-15]), y se hizo extranjero en tierra de Madián, donde engendró dos hijos (sus nombres eran Gersón y Eliezer [Éx. 2:22; 18:3-4]).

30 Y cumplidos cuarenta años (sólo se tomó poco tiempo para sacar a Moisés de Egipto, pero cuarenta años para sacar el Egipto de Moisés; ¡la carne muere con dificultad!), un Ángel le apareció en el desierto del Monte Sinaí, en fuego de llama de una zarza (era en realidad Dios Mismo que se le apareció a Moisés [Éx. 3:2; 4:17]).

31 Entonces Moisés mirando (la zarza ardiente), se maravilló de la visión: y llegándose para considerar, fue hecha a él Voz del Señor (después de cuarenta años, el Señor habla),

32 Yo soy el Dios de tus padres, y el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob (en esencia, dice que Él era El Mismo Quién les había hablado; también significa que ellos estaban vivos en aquel mismo momento, en realidad en el Paraíso). Mas Moisés, temeroso, no osaba mirar (Éx. 3:6).

33 Y le dijo el Señor (comienza un escenario que terminaría unos cuarenta años más tarde), Quita los zapatos de tus pies: porque el lugar en que estás es Tierra Santa (quitarse los zapatos significaba que Moisés iba a reununciar toda su posesión; los esclavos no usaban zapatos, y él, en efecto, sería un esclavo de Cristo, tal como Pablo).

34 He visto, he visto la aflicción de Mi pueblo que está en Egipto (Dios ve todo y sabe todo), y he oído el gemido de ellos (sufrir bajo la carga impuesta por los capataces Egipcios, que tipifican a Satanás), y he descendido para librarlos (Él los liberó usando un cordero inmolado y poniendo la sangre en los postes de la puerta, en esencia la Cruz; la Cruz es aún la única forma de Liberación [Éx. 12:13]). Ahora pues, ven, te enviaré a Egipto (presenta una de las comisiones más espantosas dada al hombre).

35 A este Moisés, al cual habían rehusado, diciendo, ¿Quién te ha puesto por príncipe y juez? (La intención del Espíritu Santo por medio de Esteban de demostrar que el Jesús que ellos habían rechazado y crucificado era su único Salvador Presente y Eterno.) a éste envió Dios por príncipe y redentor con la mano del Ángel que le apareció en la zarza (el Sanedrín estaba demasiado familiar con esto; sin embargo, ellos de seguro entendieron la implicación).

36 Éste los sacó (se refiere a Egipto, pero también tiene la intención de transferir la Liberación efectuada en cada pecador Creyente al momento de venir a Cristo), habiendo hecho prodigios y milagros en la tierra de Egipto (él manifestó Su gran Poder a Egipto, para que los Egipcios no tuvieran excusa), y en el Mar Rojo (manifiesta el mayor Milagro que jamás se había realizado hasta aquel momento), y en el desierto por cuarenta años (se refiere a la protección Divina de Dios para este período, aunque era Su Voluntad que ellos estuvieran allí solamente por unos dos años, ¡si acaso!).

37 Éste es el Moisés, el cual dijo a los Hijos de Israel (describe a Esteban que ya expone el hecho del Cristianismo, aunque no fue llamado así en esa época), Profeta os levantará el Señor Dios vuestro de vuestros hermanos, como yo; a Él oiréis (señala directamente a Jesús como el cumplimiento de aquella Profecía dada por Moisés hace tanto tiempo).

38 Éste es aquél (Moisés) que estuvo en la Congregación en el desierto con el Ángel que le hablaba en el Monte Sinaí (en realidad se refiere a Dios Mismo, Quien le dio la Ley a Moisés), y con nuestros padres (se refiere al hecho de que los Ancianos de Israel, debían ayudar a Moisés, ¡pero prefirieron hacer lo contrario!): y recibió las palabras de vida para darnos (se refiere a la Ley de Moisés):

39 Al cual nuestros padres no quisieron obedecer (señala la historia de Israel, que al final condujo a su destrucción), antes le desecharon (si Dios no hubiera intervenido, por lo menos unas cuantas veces, ellos hubieran matado a Moisés), y se apartaron de corazón a Egipto (apunta justo al problema; sus "corazones" estaban todavía en Egipto, así como los corazones de muchos Creyentes que hoy en día están todavía en el mundo),

40 Diciendo a Aarón, Haznos dioses que vayan delante de nosotros (expresa que al final el pecado fue lo que destruyó a Israel): porque a este Moisés, que nos sacó de tierra de Egipto, no sabemos qué le ha acontecido (mientras que Dios preparaba grandes cosas para ellos, ¡ellos se preparaban a adorar a los ídolos!).

41 Y entonces hicieron un becerro (era su ídolo), y ofrecieron sacrificio al ídolo (es probable que representaba a un Cordero, pero en tiempos por venir incluiría el sacrificio humano), y en las obras de sus propias manos se regocijaban (es todavía el problema en la actualidad, la Iglesia no tiene mucho deseo de apoyarse únicamente en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz; muchos prefieren la Salvación "de sus propias manos").

42 Y Dios se apartó, y los entregó que sirviesen al ejército del Cielo (se refiere al sol, la luna y las estrellas); como está escrito en el Libro de los Profetas, ¿Me ofrecisteis víctimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, casa de Israel? (Mientras Israel ofrecía Sacrificios, no eran siempre ofrecidos a Dios. "¡Me ofrecisteis" es enfático!)

43 Antes, trajisteis el tabernáculo de Moloc (se refiere al nombre de la Deidad Amonita principal a quien se le ofrecían niños por el fuego [Lev. 18:21; 20:2; Deut. 18:10; II Rey. 16:3; 26:6; 23:10; Jer. 19:5; 32:35]), Y la estrella de vuestro dios Renfán, Figuras que os hicisteis para adorarlas (este era el dios de la estrella de Babilonia): Os transportaré pues, más allá de Babilonia (Esteban cita Amós 5:25-27; sin embargo, él usó el nombre "Babilonia" mientras Amós usó el nombre "Damasco"; los dos estaban en lo cierto).

44 Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios (quiere decir que Dios les dio el "Tabernáculo" más los artículos de las Vasijas Sagradas, a fin de que Su Pueblo pudiera tener un modo de adorarlo), hablando a Moisés que lo hiciese según la forma que había visto (indica el diseño exclusivamente por el Señor, que quiere decir que Moisés no debía desviarse de aquel diseño).

45 El cual recibido, metieron también nuestros padres con Josué (Josué es la misma palabra Hebrea que se usa en el Nuevo Testamento en el Griego por Jesús) en la posesión de los Gentiles (se refiere a la Tierra de Canaán), que Dios echó de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David (a un período de aproximadamente quinientos años; durante aquel tiempo, las victorias eran escasas);

46 El cual halló gracia delante de Dios (se refiere a David), y pidió hallar una morada para el Tabernáculo para el Dios de Jacob (se refiere al Arca del Pacto llevado a Jerusalén, después de estar abandonado por unos setenta años [II Sam. 6:12; Sal. 132:6]).

47 Mas Salomón Le (Dios) edificó casa (se le dieron los planos a David, pero fue Salomón, su hijo, quien construyó la casa).

48 Si bien el Altísimo no habita en Templos hechos de mano (se refiere a la oración ofrecida por Salomón en la dedicación del Templo [I Rey. 8:27]); como el Profeta dice (esta frase debería estar en el siguiente Versículo, porque se refiere a Isaías),

49 El Cielo es Mi Trono, y la Tierra es el Estrado de Mis Pies (Dios es más grande y mayor que cualquier cosa): ¿Qué casa Me edificaréis? dice el Señor (el Templo debía ser simplemente una medida interina hasta que Cristo viniera): ¿O cuál es el lugar de Mi reposo? (Israel había venido al lugar donde ellos creyeron que el Templo era un fin en sí mismo. Ellos no lo vieron como un paso hacia una meta última. El "reposo" se encuentra solamente en Cristo [Mat. 11:28-30].)

50 ¿No hizo Mi Mano todas estas cosas? (Él ha hecho el Cielo y la Tierra y todo dentro de los mismos, entonces, ¿por qué querría Él limitarse totalmente a un pequeño edificio como en la Tierra?)

51 Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos (demuestra a Esteban usando el mismo lenguaje que Moisés cuando él llevó la reprimenda de Dios a Israel [Deut. 10:16]), vosotros resistís siempre al Espíritu Santo: como vuestros padres, así también vosotros (todo lo que Dios lleva a cabo en la Tierra es por la Persona y Oficina del Espíritu Santo; resistir a Él es resistir a Dios, ya que Él es Dios; ellos resistieron a Él al resistir el Plan de Dios, Quien era y Lo Que era Jesucristo).

52 ¿A cuál de los Profetas no persiguieron vuestros padres? (Es muy similar a lo que Cristo declaró [Mat. 5:12; 23:30-31, 34-37; Luc. 13:33-34]) y mataron a los que antes anunciaron la venida del Justo (mataron a los Profetas que señalaron Al Que ha de venir, es decir, a Jesús); del cual vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores (no hay nada más fuerte que podría decir con respecto a ellos; ¡qué diferencia es de la mayoría de la Predicación moderna!):

53 Que recibisteis (Israel) la Ley (la Ley de Moisés) por disposición de Ángeles (se refiere a los inumerables Ángeles que estaban presentes y acostumbrados a ayudar a entregar la Ley de Moisés a Israel [Sal. 68:17]), y no la guardasteis (¡contradecía sus afirmaciones!).

LA RESPUESTA SUYA

54 Y oyendo estas cosas, regañaban de sus corazones (se refiere a que el Espíritu Santo tomó muy en serio las palabras de Esteban, que en efecto, eran "las Palabras del Señor"), y crujían los dientes contra él (expresa su respuesta a Esteban y al Espíritu Santo).

55 Mas él, estando lleno de Espíritu Santo (es la segunda vez que se menciona de él [Hch. 6:5]), puestos los ojos en el Cielo (quiere decir que Esteban vio algo en el Cielo que de inmediato cautivó su atención), vio la Gloria de Dios (él vio el Trono de Dios), y a Jesús que estaba a la Diestra de Dios (por lo general presentan a Cristo sentando a la Diestra de Dios [Heb. 1:3], pero aquí Él es visto de pie, como que se levanta para dar la bienvenida a Su Fiel mártir y para colocar en su cabeza la Corona de Vida),

56 Y dijo, He aquí, veo los Cielos abiertos (proclama a Jesús en Su Gloria como Dios, así como que el Cielo se había abierto para ver a Jesús en Su humillación en la Tierra como Hombre [Jn. 1:51]), y al Hijo del Hombre que está a la Diestra de Dios (declara Su lugar legítimo en virtud de Sus logros y exaltación a la Gloria original [Jn. 17:5; Ef. 1:20-23; Fil. 2:9-11; Heb. 1:3-4]).

57 Entonces ellos (los miembros del Sanedrín) dando grandes voces (si hubieran pedido a gritos en Arrepentimiento, el futuro de Israel podría cambiado drásticamente para la mejoría), se taparon sus oídos (quiere decir que ya no quisieron oír nada de lo que él quiso decir), y arremetieron unánimes contra él (todo el liderazgo religioso de Israel fue culpable),

58 Y echándolo fuera de la ciudad, le apedreaban (era su respuesta a la súplica a Dios por sus almas): y los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven (se quitaron la ropa exterior para estar ágil y poder lanzar piedras a su víctima con mayor fuerza) que se llamaba Saulo (expresa la primera mención de este hombre que tendría el mayor impacto positivo en el Cristianismo que cualquier otro ser humano que jamás ha vivido; la muerte de Esteban, sin duda, jugaba un papel en la conversión posterior de Pablo).

59 Y apedrearon a Esteban, invocando él (indica una ofensa monstruosa de parte de sus asesinos; debemos recordar, él fue asesinado por los líderes religiosos de Israel) y diciendo, Señor Jesús, recibe mi espíritu (demuestra a Esteban ofreciendo Adoración Divina a Jesucristo en la forma más sublime, y en el momento más solemne de su vida).

60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz, Señor, no les imputes este pecado (lo presenta muriendo de rodillas, sin ningún rencor hacia sus asesinos). Y habiendo dicho esto, durmió (representa el cuerpo quedándose dormido, mientras su alma y espíritu al instante se fueron para estar con Jesús; debido a lo que Jesús hizo en la Cruz; la muerte se contempla ya simplemente como estar dormido).


1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:

Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4 Nueva Versión Internacional:

Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.

Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8 Nueva Versión Internacional:

Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero."* Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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27 February 2010

El 27 de Febrero Lectura Bíblica Diaria



El 27 de Febrero Lectura Bíblica Diaria:

Jeremías 42 - 44:
Entonces se acercaron Johanán hijo de Carea y Azarías hijo de Osaías, junto con los jefes militares y todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande, y le dijeron al profeta Jeremías: Por favor, atiende a nuestra súplica y ruega al Señor tu Dios por todos nosotros los que quedamos. Como podrás darte cuenta, antes éramos muchos, pero ahora quedamos sólo unos cuantos. Ruega para que el Señor tu Dios nos indique el camino que debemos seguir, y lo que debemos hacer. Jeremías les respondió: Ya los he oído. Voy a rogar al Señor, al Dios de ustedes, tal como me lo han pedido. Les comunicaré todo lo que el Señor me diga, y no les ocultaré absolutamente nada. Ellos le dijeron a Jeremías: Que el Señor tu Dios sea un testigo fiel y verdadero contra nosotros, si no actuamos conforme a todo lo que él nos ordene por medio de ti. Sea o no de nuestro agrado, obedeceremos la voz del Señor nuestro Dios, a quien te enviamos a consultar. Así, al obedecer la voz del Señor nuestro Dios, nos irá bien. Diez días después, la palabra del Señor vino a Jeremías. Éste llamó a Johanán hijo de Carea, a todos los jefes militares que lo acompañaban, y a todo el pueblo, desde el más chico hasta al más grande, y les dijo: "Así dice el Señor, Dios de Israel, a quien ustedes me enviaron para interceder por ustedes: Si se quedan en este país, yo los edificaré y no los derribaré, los plantaré y no los arrancaré, porque me duele haberles causado esa calamidad. No teman al rey de Babilonia, al que ahora temen afirma el Señor; no le teman, porque yo estoy con ustedes para salvarlos y librarlos de su poder. Tendré compasión de ustedes, y de esa manera él también les tendrá compasión y les permitirá volver a su tierra. "Pero si desobedecen la voz del Señor, Dios de ustedes, y dicen: No nos quedaremos en esta tierra, sino que nos iremos a Egipto, donde no veremos guerra, ni escucharemos el sonido de la trompeta, ni pasaremos hambre, y allí nos quedaremos a vivir, entonces presten atención a la palabra del Señor, ustedes los que quedan en Judá: Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Si ustedes insisten en trasladarse a Egipto para vivir allá, la guerra que tanto temen los alcanzará, y el hambre que los aterra los seguirá de cerca hasta Egipto, y en ese lugar morirán. Todos los que están empecinados en trasladarse a Egipto para vivir allá, morirán por la guerra, el hambre y la peste. Ninguno sobrevivirá ni escapará a la calamidad que haré caer sobre ellos. Porque así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Así como se ha derramado mi ira y mi furor sobre los habitantes de Jerusalén, así se derramará mi furor sobre ustedes, si se van a Egipto. Se convertirán en objeto de maldición, de horror, de imprecación y de oprobio, y nunca más volverán a ver este lugar. "¡Remanente de Judá! El Señor les ha dicho que no vayan a Egipto. Sepan bien que hoy les hago una advertencia seria. Ustedes cometieron un error fatal cuando me enviaron al Señor, Dios de ustedes, y me dijeron: Ruega al Señor, nuestro Dios, por nosotros, y comunícanos todo lo que él te diga, para que lo cumplamos. Hoy se lo he hecho saber a ustedes, pero no han querido obedecer la voz del Señor su Dios en nada de lo que él me encargó comunicarles. Por lo tanto, sepan bien que en el lugar donde quieren residir morirán por la guerra, el hambre y la peste." Cuando Jeremías terminó de comunicarle al pueblo todo lo que el Señor su Dios le había encomendado decirles, Azarías hijo de Osaías, Johanán hijo de Carea, y todos los arrogantes le respondieron a Jeremías: "¡Lo que dices es una mentira! El Señor nuestro Dios no te mandó a decirnos que no vayamos a vivir a Egipto. Es Baruc hijo de Nerías el que te incita contra nosotros, para entregarnos en poder de los babilonios, para que nos maten o nos lleven cautivos a Babilonia." Así que ni Johanán hijo de Carea, ni los jefes militares, ni nadie del pueblo, obedecieron el mandato del Señor, de quedarse a vivir en el país de Judá. Por el contrario, Johanán hijo de Carea y todos los jefes militares se llevaron a la gente que aún quedaba en Judá, es decir, a los que habían vuelto para vivir en Judá luego de haber sido dispersados por todas las naciones: los hombres, las mujeres y los niños, las hijas del rey, y toda la gente que Nabuzaradán, comandante de la guardia, había confiado a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, y también a Jeremías el profeta y a Baruc hijo de Nerías; y contrariando el mandato del Señor se dirigieron al país de Egipto, llegando hasta la ciudad de Tafnes. En Tafnes, la palabra del Señor vino a Jeremías: "Toma en tus manos unas piedras grandes y, a la vista de los judíos, entiérralas con argamasa en el pavimento, frente a la entrada del palacio del faraón en Tafnes. Luego comunícales que así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Voy a mandar a buscar a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia; voy a colocar su trono sobre estas piedras que he enterrado, y él armará sobre ellas su toldo real. Vendrá al país de Egipto y lo atacará: el que esté destinado a la muerte, morirá; el que esté destinado al exilio, será exiliado; el que esté destinado a la guerra, a la guerra irá. Prenderá fuego a los templos de los dioses de Egipto; los quemará y los llevará cautivos. Sacudirá a Egipto, como un pastor que se sacude los piojos de la ropa, y luego se irá de allí sin inmutarse. Destruirá los obeliscos de Bet Semes, y prenderá fuego a los templos de los dioses de Egipto. " La palabra del Señor vino a Jeremías para todos los judíos que habitaban en Egipto, es decir, para los que vivían en las ciudades de Migdol, Tafnes y Menfis, y en la región del sur: "Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Ustedes han visto todas las calamidades que yo provoqué sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. Hoy yacen en ruinas, sin morador alguno, a causa de las maldades que cometieron. Ellos provocaron mi enojo al adorar y ofrecer incienso a otros dioses, que ni ellos ni sus antepasados conocieron. Una y otra vez les envié a mis siervos los profetas, para que les advirtieran que no incurrieran en estas cosas tan abominables que yo detesto. Pero ellos no escucharon ni prestaron atención; no se arrepintieron de sus maldades, sino que siguieron ofreciendo incienso a otros dioses. Por eso se derramó mi ira contra las ciudades de Judá; por eso se encendió mi furor contra las calles de Jerusalén, las cuales se convirtieron en desolación hasta el día de hoy. "Y ahora, así dice el Señor, el Dios Todopoderoso, el Dios de Israel: ¿Por qué se provocan ustedes mismos un mal tan grande? ¿Por qué provocan la muerte de la gente de Judá, de hombres, mujeres, niños y recién nacidos, hasta acabar con todos? Me agravian con las obras de sus manos, al ofrecer incienso a otros dioses en el país de Egipto, donde han ido a vivir. Lo único que están logrando es ganarse su propia destrucción, y convertirse en maldición y oprobio entre todas las naciones de la tierra. ¿Acaso ya se han olvidado de todas las maldades que cometieron sus antepasados, de las que cometieron los reyes de Judá y sus esposas, y de las que ustedes y sus esposas cometieron en Judá y en las calles de Jerusalén? Sin embargo, hasta el día de hoy no se han humillado ni han sentido temor; no se han comportado según mi ley y mis preceptos, que les di a ustedes y a sus antepasados. "Por eso, así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: He decidido ponerme en contra de ustedes, para su mal, y destruir a todo Judá. Tomaré al resto de Judá, que se empecinó en ir a vivir a Egipto, y todos perecerán allí; caerán a filo de espada, o el hambre los exterminará. Desde el más pequeño hasta el más grande, morirán de hambre o a filo de espada. Se convertirán en objeto de maldición, de horror, de imprecación y de oprobio. Con hambre, peste y espada castigaré a los que habitan en Egipto, como castigué a Jerusalén. No escapará ninguno del resto de Judá que se fue a vivir a Egipto, ni sobrevivirá para volver a Judá. Aunque deseen y añoren volver a vivir en Judá, no podrán regresar, salvo algunos fugitivos." Entonces los hombres que sabían que sus esposas ofrecían incienso a otros dioses, así como las mujeres que estaban presentes, es decir, un grupo numeroso, y todo el pueblo que vivía en la región sur de Egipto, respondieron a Jeremías: No le haremos caso al mensaje que nos diste en el *nombre del Señor. Al contrario, seguiremos haciendo lo que ya hemos dicho: Ofreceremos incienso y libaciones a la Reina del Cielo, como lo hemos hecho nosotros, y como antes lo hicieron nuestros antepasados, nuestros reyes y nuestros funcionarios, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. En aquel tiempo teníamos comida en abundancia, nos iba muy bien y no sufríamos ninguna calamidad. Pero desde que dejamos de ofrecer incienso y libaciones a la Reina del Cielo nos ha faltado todo, y el hambre y la espada están acabando con nosotros. Y las mujeres añadieron: Cuando nosotras ofrecíamos incienso y libaciones a la Reina del Cielo, ¿acaso no sabían nuestros maridos que hacíamos tortas con su imagen, y que les ofrecíamos libaciones? Entonces Jeremías le respondió a todo el pueblo, es decir, a los hombres y mujeres que le habían contestado: ¿Piensan ustedes que el Señor no se acuerda, o no se daba cuenta de que ustedes y sus antepasados, sus reyes y sus funcionarios, y todo el pueblo, ofrecían incienso en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? Cuando el Señor ya no pudo soportar más las malas acciones y las cosas abominables que ustedes hacían, su país se convirtió en objeto de maldición, en un lugar desértico, desolado y sin habitantes, tal como está hoy. Ustedes ofrecieron incienso y pecaron contra el Señor, y no obedecieron su voz ni cumplieron con su ley, sus preceptos y estipulaciones. Por eso en este día les ha sobrevenido esta desgracia. Jeremías le dijo a todo el pueblo, incluyendo a las mujeres: Escuchen la palabra del Señor todos ustedes, gente de Judá que vive en Egipto: Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Cuando ustedes y sus mujeres dicen: ‘Ciertamente cumpliremos nuestros votos de ofrecer incienso y libaciones a la Reina del Cielo, demuestran con sus acciones que cumplen lo que prometen. ¡Está bien, vayan y cumplan sus promesas, lleven a cabo sus votos! Pero escuchen la palabra del Señor todos ustedes, gente de Judá que vive en Egipto: ‘Juro por mi nombre soberano dice el Señor que ninguno de los de Judá que vive en Egipto volverá a invocar mi nombre, ni a jurar diciendo: ¡Por la vida del Señor omnipotente! Porque yo los estoy vigilando, para mal y no para bien. El hambre y la espada acabarán con todos los judíos que viven en Egipto. Tan sólo unos pocos lograrán escapar de la espada y regresar a Judá. Entonces todo el resto de Judá que se fue a vivir a Egipto sabrá si se cumple mi palabra o la de ellos. "Ésta será la señal de que voy a castigarlos en este lugar, para que sepan que mis amenazas contra ustedes se habrán de cumplir afirma el Señor. Así dice el Señor: ‘Voy a entregar al faraón Hofra, rey de Egipto, en poder de los enemigos que atentan contra su vida, tal como entregué a Sedequías, rey de Judá, en poder de su enemigo Nabucodonosor, rey de Babilonia, que atentaba contra su vida. "

Salmo 76:
Dios es conocido en Judá; su nombre es exaltado en Israel. En Salén se halla su santuario; en Sión está su morada. Allí hizo pedazos las centelleantes saetas, los escudos, las espadas, las armas de guerra. Selah. Estás rodeado de esplendor; eres más imponente que las montañas eternas. Los valientes yacen ahora despojados; han caído en el sopor de la muerte. volverá a levantar sus manos. Cuando tú, Dios de Jacob, los reprendiste, quedaron pasmados jinetes y corceles. Tú, y sólo tú, eres de temer. ¿Quién puede hacerte frente cuando se enciende tu enojo? Desde el cielo diste a conocer tu veredicto; la tierra, temerosa, guardó silencio cuando tú, oh Dios, te levantaste para juzgar, para salvar a los pobres de la tierra. Selah. La furia de Edom se vuelve tu alabanza; lo que aún queda de Jamat se vuelve tu corona. Hagan votos al Señor su Dios, y cúmplanlos; que todos los países vecinos paguen tributo al Dios temible, al que acaba con el valor de los gobernantes, ¡al que es temido por los reyes de la tierra!

Proverbios 10:
Proverbios de Salomón: El hijo sabio es la alegría de su padre; el hijo necio es el pesar de su madre. Las riquezas mal habidas no sirven de nada, pero la justicia libra de la muerte. El Señor no deja sin comer al justo, pero frustra la avidez de los malvados. Las manos ociosas conducen a la pobreza; las manos hábiles atraen riquezas. El hijo prevenido se abastece en el verano, pero el sinvergüenza duerme en tiempo de cosecha. El justo se ve coronado de bendiciones, pero la boca del malvado encubre violencia. La memoria de los justos es una bendición, pero la fama de los malvados será pasto de los gusanos. El de sabio corazón acata las órdenes, pero el necio y rezongón va camino al desastre. Quien se conduce con integridad, anda seguro; quien anda en malos pasos será descubierto. Quien guiña el ojo con malicia provoca pesar; el necio y rezongón va camino al desastre. Fuente de vida es la boca del justo, pero la boca del malvado encubre violencia. El odio es motivo de disensiones, pero el amor cubre todas las faltas. En los labios del prudente hay sabiduría; en la espalda del falto de juicio, sólo garrotazos. El que es sabio atesora el conocimiento, pero la boca del necio es un peligro inminente. La riqueza del rico es su baluarte; la pobreza del pobre es su ruina. El salario del justo es la vida; la ganancia del malvado es el pecado. El que atiende a la corrección va camino a la vida; el que la rechaza se pierde. El de labios mentirosos disimula su odio, y el que propaga calumnias es un necio. El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua. Plata refinada es la lengua del justo; el corazón del malvado no vale nada. Los labios del justo orientan a muchos; los necios mueren por falta de juicio. La bendición del Señor trae riquezas, y nada se gana con preocuparse. El necio se divierte con su mala conducta, pero el sabio se recrea con la sabiduría. Lo que el malvado teme, eso le ocurre; lo que el justo desea, eso recibe. Pasa la tormenta y desaparece el malvado, pero el justo permanece firme para siempre. Como vinagre a los dientes y humo a los ojos es el perezoso para quienes lo emplean. El temor del Señor prolonga la vida, pero los años del malvado se acortan. El futuro de los justos es halagüeño; la esperanza de los malvados se desvanece. El camino del Señor es refugio de los justos y ruina de los malhechores. Los justos no tropezarán jamás; los malvados no habitarán la tierra. La boca del justo profiere sabiduría, pero la lengua perversa será cercenada. Los labios del justo destilan bondad; de la boca del malvado brota perversidad.

El Libro de Los Hechos Capítulo 8 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 8
(34 d.C.)
SAULO
Y SAULO (Pablo) consentía en su muerte (quiere decir que expresó una fuerte aprobación del apedreamiento de Esteban). Y en aquel día se hizo una grande persecución en la Iglesia que estaba en Jerusalén (la Iglesia, por lo que sabemos, fue luego confinada a Jerusalén); y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria (la persecución facilitaba en llevar el Evangelio a estas regiones particulares; por lo tanto, le salió el tiro por la culata al plan de Satanás), salvo los Apóstoles (se quedaron en Jerusalén, sin duda alguna por la orden del Espíritu Santo; ya que si los Apóstoles se hubieran marchado en aquel entonces podría haber destruido la Iglesia principiante).
2 Y llevaron a enterrar a Esteban varones piadosos (revela la gran estimación que le tuvieron a este hombre, ¡y con mucha razón!), e hicieron gran llanto sobre él (qué diferencia entre su muerte y la de Ananías y Safira).
3 Entonces Saulo asolaba la Iglesia (al parecer él era el líder de esta persecución), entrando por las casas (refiriéndose a las casas donde él sabía que habían seguidores de Cristo), y trayendo hombres y mujeres, los entregaba en la cárcel (él no escatimaba edad o género, sino que los llevaba a fuerza delante de los magistrados).
4 Mas los que fueron esparcidos (se refiere al resultado de la persecución), iban por todas partes anunciando la Palabra (como se dijo, la persecución fracasó; ¡en vez de detener "la Palabra" más bien se dispersó "la Palabra!"; Satanás teme la Predicación del Evangelio mediante la Unción del Espíritu Santo, pero no tiene ninguna controversia con ritualismo o con filantropía).
FELIPE
5 Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria (debiera haberse traducido, "una ciudad de Samaria," que probablemente era "Siquem"; éste era Felipe de Hch. 6:5), les predicaba a Cristo (se refiere a él que proclamaba a Jesús como el Mesías, Dios manifestado en la carne, y resucitado de entre los muertos; él no comprendía mucho sobre la Cruz en aquel tiempo; ese mensaje aguardaba hasta la conversión de Pablo).
6 Y las gentes escuchaban atentamente unánimes las cosas que decía Felipe (proclama una gran aceptación del Evangelio), oyendo y viendo las señales que hacía (verificaba el Mensaje que él predicaba).
7 Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces (el Nombre de Jesús fue usado para expulsar a los demonios): y muchos paralíticos y cojos eran sanados.
8 Así que había gran gozo en aquella ciudad (cuando se acepta el Mensaje de Cristo, esto siempre trae "gran gozo").
EL HECHICERO
9 Y había un hombre llamado Simón, el cual había practicado la brujería en aquella ciudad (pertenecía a la práctica de los ritos del arte de los Reyes Magos; es de Satanás), y había engañado la gente de Samaria, diciéndose ser algún grande (parece que ellos creyeron sus afirmaciones):
10 Al cual oían todos atentamente desde el más pequeño hasta el más grande (expresa que todos fueron engañados por su hechicería), diciendo, Este es el gran poder de Dios (atribuyeron su magia y trucos por el Poder de Dios, cuando en realidad eran de Satanás; muchos en la Iglesia moderna que afirman tener el Poder de Dios caen en la misma categoría).
11 Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas los había embrujado mucho tiempo (la palabra "embrujado" se refiere a que la persona o las personas están privadas de poder pensar u organizar correctamente sus pensamientos).
12 Mas cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el Evangelio del Reino de Dios (ellos encontraron ahora un Poder que era mayor que los poderes de las tinieblas) y el Nombre de Jesucristo (la Salvación está en aquel Nombre y a lo que esto se refiere, es a la Cruz; el mismo Nombre "Jesús" significa el "Salvador"), se bautizaban hombres y mujeres (fueron bautizados en agua después de ser salvos, no bautizados para poder ser salvos).
13 El mismo Simón creyó también entonces (toda evidencia indica que Simón genuinamente entregó su corazón y vida al Señor Jesús; se usó la palabra "creyó" exactamente como está en el Versículo anterior, que significa Salvación [Jn. 3:16; Rom. 10:9-13]): y bautizándose (claramente nos informa que Felipe vio muchas pruebas de Arrepentimiento y Fe en Cristo y él bautizó a Simón exactamente como lo hizo con los demás), se llegó a Felipe, y viendo los milagros y grandes maravillas que se hacían, estaba atónito (él miraba con cuidado lo que Felipe hacía, y observó que no implicaba engaño ni truco).
EL ESPÍRITU SANTO
14 Y los Apóstoles que estaban en Jerusalén, habiendo oído que Samaria había recibido la Palabra de Dios (muchos habían sido salvos), les enviaron a Pedro y a Juan (por el motivo que veremos):
15 Los cuales venidos, oraron por ellos, para que recibiesen el Espíritu Santo (era su propósito de haber venido, y demuestra la importancia de ser Bautizado con el Espíritu para los Creyentes):
16 (Porque aún (el Espíritu Santo) no había descendido sobre ninguno de ellos (es claro que Felipe predicó la Salvación fuertemente, pero no predicó el Bautismo con el Espíritu Santo): mas solamente eran bautizados en el Nombre de Jesús.) (Tiene la intención de deducir que fueron bautizados en agua, pero no en el Bautismo con el Espíritu.)
17 Entonces les impusieron las manos (presenta una de las formas en que los Creyentes pueden ser Bautizados con el Espíritu, pero esto no es necesario para poder ser llenos [Hch. 2:4; 10:44-48]), y recibieron el Espíritu Santo (no da más información, pero sabemos de Hechos 2:4; 10:44-48; 19:1-7 que ellos también hablaron con lenguas).
LA PROPUESTA PECAMINOSA
18 Y cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los Apóstoles se daba el Espíritu Santo (¿qué es lo que vio? vio y oyó que ellos hablaban en lenguas), les ofreció dinero (no hubiera ofrecido dinero sólo por la imposición de las manos),
19 Diciendo, Dadme también a mí esta potestad, que a cualquiera que pusiere las manos encima, reciba el Espíritu Santo (el dinero no puede comprar estos Dones, y en realidad, ni cualquier otra cosa de Dios).
20 Entonces Pedro le dijo, Tu dinero perezca contigo, que piensas que el Don de Dios se gane por dinero (todo Predicador debe tener mucho cuidado de que el dinero no sea parte de la ecuación; Dios no tiene nada en venta; todo lo que Él tiene es "un Regalo" [Jn. 3:16]).
21 No tienes tú parte ni suerte en este asunto (la palabra "asunto" en el Griego, como se usa aquí, es "Logos," y significa "una palabra o discurso"; Pedro se refiere a estos Creyentes que hablan en otras lenguas): porque tu corazón no es recto Delante de Dios (la obstinación es la causa del corazón maligno).
22 Arrepiéntete pues de esta tu maldad (revela lo maligno del pecado, no obstante, se les ofrece esperanza), y ruega a Dios, si quizás te será perdonado el pensamiento de tu corazón (nos dice que Dios Solo puede remediar esta situación, y Él siempre lo hará con tal que sea con un Arrepentimiento apropiado que diga que Él tiene razón y yo estoy equivocado).
23 Porque en hiel de amargura (se refiere al Espíritu Santo al informar a Pedro de la causa exacta, y no solamente de los síntomas) y en prisión de maldad (condición de extrema maldad) veo que estás (una esclavitud de avaricia por el dinero, poder y control de otros hombres).
24 Respondiendo entonces Simón, dijo, Rogad vosotros por mí al Señor (indica una actitud correcta de parte de Simón), que ninguna cosa de éstas que habéis dicho, venga sobre mí (le hace referencia de la posibilidad de perecer si permaneciera en esa dirección).
25 Y ellos, habiendo testificado y hablado la Palabra de Dios (sin duda, vieron allí una Iglesia establecida), se volvieron a Jerusalén, y en muchas tierras de los Samaritanos anunciaron el Evangelio (en el camino a Jerusalén, predicaron en muchas ciudades y pueblos, es probable que se tomaron varias semanas para hacer eso).
FELIPE
26 Empero el Ángel del Señor habló a Felipe (otra misión solamente para Felipe, en vez de regresar a Jerusalén con Pedro y Juan), diciendo, Levántate y ve hacia el mediodía, al camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto (es posible que se refirió al camino que condujo a Gaza del Antiguo Testamento, que fue destruida en el año 93 a.C.).
27 Entonces él se levantó, y fue (la distancia de unos ciento cincuenta kilómetros [cien millas]; él inmediatamente obedeció): y, he aquí, un Etíope, Eunuco, gobernador de Candace, Reina de los Etíopes (claramente presenta a un Gentil que era un prosélito al Convenio de Israel), el cual era puesto sobre todos sus tesoros (él era el tesorero de aquel país Africano), y había venido a adorar a Jerusalén (podría referirse a la Fiesta de los Tabernáculos, que se llevaba a cabo en el mes de Octubre; Eusebio dice, "Él era el primer Gentil, por lo menos en la Iglesia Primitiva, que se convirtió a Cristo."),
28 Se volvía (regresando a Etiopía) sentado en su carro, y leyendo el Profeta Isaías (lo más probable es que se refirió a una versión del Griego).
29 Y el Espíritu (el Espíritu Santo) dijo a Felipe (el Espíritu Santo guiará y dirigirá a todos los que desean esa relación), Llégate, y júntate a este carro.
30 Y acudiendo Felipe (es probable que el conductor se había detenido para darle agua a los caballos), le oyó que leía el Profeta Isaías (quiere decir que leía en voz alta), y dijo, Mas ¿entiendes lo que lees? (Es posible que se hizo esta pregunta porque el Espíritu Santo le dijo que le preguntara eso.)
31 Y dijo, ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? (¡Es por eso que es de gran importancia que el Predicador sea llamado por Dios!) Y rogó a Felipe que subiese, y se sentase con él (quiso que Felipe le explicara La Escritura).
32 Y el lugar de La Escritura que leía, era éste (también presenta una orquestación que el Espíritu Santo llevó a cabo), Como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que le trasquila, así no abrió Su Boca (se refiere a la Cruz y la manera cómo nuestro Señor aborda este Sacrificio):
33 En Su humillación Su juicio fue quitado (quiere decir que se suspendió toda justicia con respecto al proceso y Crucifixión de Cristo): Mas Su generación, ¿quién la contará? (Significa que el Sanedrín Judío intentó borrar Su Memoria, pero no lo lograron.) Porque es quitada de la Tierra Su vida (a pesar de sus malas intenciones, el Plan de Dios se llevó a cabo hasta cumplirse totalmente).
34 Y respondiendo el Eunuco a Felipe, dijo, te ruego ¿de quién el Profeta dice esto? (Presenta, como se hará obvio, un corazón sediento para Dios.) ¿De sí mismo, o de otra persona? (Presenta la pregunta correcta, a la que Felipe iba a contestar.)
35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta Escritura, le anunció el Evangelio de Jesús (se refiere a Isa. 53:7-8; le explica al Etíope que el Profeta Isaías habla de Jesús).
36 Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua (viajando a una poca distancia, Felipe le explicaba todo esto durante este tiempo, llegaron a un lugar donde había agua; evidentemente, Felipe le había explicado que el Bautismo en Agua era la señal externa de que Jesús había sido aceptado en el corazón): y dijo el Eunuco, he aquí, agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? (Él había aceptado a Cristo, y ahora tenía muchas ganas de obedecer al Señor en el Bautismo en Agua.)
37 Y Felipe dijo, Si crees de todo corazón, bien puedes (presenta el único requisito Bíblico para la Salvación). Y respondiendo, dijo, Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios (¡esto muestra que Felipe había explicado muy bien el Programa del Evangelio a este hombre!).
38 Y mandó (el Etíope) parar el carro: y descendieron ambos al agua, Felipe y el Eunuco (esto nos dice que el Bautismo en Agua es por inmersión, y no por la mera aspersión como enseñan algunos); y (Felipe) le bautizó.
39 Y cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe (quiere decir exactamente lo que esto dice), y no le vio más el eunuco (ha de haber sido una experiencia extraordinaria): y (el Etíope) se fue por su camino gozoso (su viaje valió la pena).
40 Felipe empero se halló en Azoto (era el Azoto antiguo, situado en el Mediterráneo): y pasando, anunciaba el Evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea (unos noventa kilómetros [sesenta millas] al norte de Azoto).



1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.



Hebreos 10:35-12:4 Nueva Versión Internacional:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8 Nueva Versión Internacional:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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