11 August 2015

El 12 de agosto Lectura Bíblica Diaria


El 12 de agosto Lectura Bíblica Diaria:

 
1 Crónicas 20 a 22:
 
En la primavera, que era la época en que los reyes salían de campaña, Joab sacó el grueso del ejército y devastó el país de los amonitas. Llegó hasta Rabá, la atacó y la destruyó; pero David se quedó en Jerusalén. Al rey de los amonitas David le quitó la corona de oro que tenía puesta, la cual pesaba treinta y tres kilos y estaba adornada con piedras preciosas. Luego se la pusieron a David. Además, David saqueó la ciudad y se llevó un botín inmenso. Expulsó de allí a sus habitantes y los puso a trabajar con sierras, rastrillos y hachas. Lo mismo hizo con todos los pueblos de los amonitas, después de lo cual regresó a Jerusalén con todas sus tropas. Después de esto, hubo una batalla contra los filisteos en Guézer. Fue en esa ocasión cuando Sibecay el jusatita mató a Sipay, descendiente de los gigantes. Así sometieron a los filisteos. Luego, en otra batalla que hubo contra los filisteos, Eljanán hijo de Yaír mató a Lajmí, hermano de Goliat el guitita, cuya lanza tenía un asta tan grande como el rodillo de un telar. Hubo una batalla más en Gat. Allí había otro gigante, un hombre altísimo que tenía seis dedos en cada mano y seis en cada pie, es decir, tenía veinticuatro dedos en total. Éste se puso a desafiar a los israelitas, pero Jonatán hijo de Simá, que era hermano de David, lo mató. Éstos fueron los descendientes de Rafá el guitita que cayeron a manos de David y de sus oficiales. Satanás conspiró contra Israel e indujo a David a hacer un censo del pueblo. Por eso David les dijo a Joab y a los jefes del pueblo: Vayan y hagan un censo militar que abarque desde Berseba hasta Dan, y tráiganme el informe para que yo sepa cuántos pueden servir en el ejército. Joab le respondió: ¡Que el Señor multiplique cien veces a su pueblo! Pero ¿acaso no son todos ellos servidores suyos? ¿Para qué quiere hacer esto Su Majestad? ¿Por qué ha de hacer algo que traiga la desgracia sobre Israel? Sin embargo, la orden del rey prevaleció sobre la opinión de Joab, de modo que éste salió a recorrer todo el territorio de Israel. Después regresó a Jerusalén y le entregó a David los resultados del censo militar: En Israel había un millón cien mil que podían servir en el ejército, y en Judá, cuatrocientos setenta mil. Pero Joab no contó a los de las tribus de Leví ni de Benjamín, porque para él era detestable la orden del rey. Dios también la consideró como algo malo, por lo cual castigó a Israel. Entonces David le dijo a Dios: "He cometido un pecado muy grande al hacer este censo. He actuado como un necio. Yo te ruego que perdones la maldad de tu siervo." El Señor le dijo a Gad, el vidente de David: "Anda y dile a David que así dice el Señor: Te doy a escoger entre estos tres castigos: dime cuál de ellos quieres que te imponga. " Gad fue adonde estaba David y le dijo: Así dice el Señor: Elige una de estas tres cosas: tres años de hambre, o tres meses de persecución y derrota por la espada de tus enemigos, o tres días en los cuales el Señor castigará con peste el país, y su ángel causará estragos en todos los rincones de Israel. Piénsalo bien y dime qué debo responderle al que me ha enviado. ¡Estoy entre la espada y la pared! respondió David. Pero es mejor que yo caiga en las manos del Señor, porque su amor es muy grande, y no que caiga en las manos de los *hombres. Por lo tanto, el Señor mandó contra Israel una peste, y murieron setenta mil israelitas. Luego envió un ángel a Jerusalén para destruirla. Y al ver el Señor que el ángel la destruía, se arrepintió del castigo y le dijo al ángel destructor: "¡Basta! ¡Detén tu mano!" En ese momento, el ángel del Señor se hallaba junto a la parcela de Ornán el jebuseo. David alzó la vista y vio que el ángel del Señor estaba entre la tierra y el cielo, con una espada desenvainada en la mano que apuntaba hacia Jerusalén. Entonces David y los ancianos, vestidos de luto, se postraron sobre su rostro. Y David le dijo a Dios: "Señor y Dios mío, ¿acaso no fui yo el que dio la orden de censar al pueblo? ¿Qué culpa tienen estas ovejas? ¡Soy yo el que ha pecado! ¡He actuado muy mal! ¡Descarga tu mano sobre mí y sobre mi familia, pero no sigas hiriendo a tu pueblo!" Entonces el ángel del Señor le dijo a Gad: "Dile a David que vaya y construya un altar para el Señor en la parcela de Ornán el jebuseo." David se puso en camino, conforme a la palabra que Gad le dio en nombre del Señor. Ornán se encontraba trillando y, al mirar hacia atrás, vio al ángel. Los cuatro hijos que estaban con él corrieron a esconderse. Al ver Ornán que David se acercaba a su parcela, salió a recibirlo y se postró delante de él. David le dijo: Véndeme una parte de esta parcela para construirle un altar al Señor, a fin de que se detenga la plaga que está afligiendo al pueblo. Véndemela por su verdadero precio. Ornán le contestó a David: Su Majestad, yo se la regalo, para que haga usted en ella lo que mejor le parezca. Yo mismo le daré los bueyes para los *holocaustos, los trillos para la leña y el trigo para la ofrenda de cereal. Todo se lo regalo. Pero el rey David le respondió a Ornán: Eso no puede ser. No tomaré lo que es tuyo para dárselo al Señor, ni le ofreceré un holocausto que nada me cueste. Te lo compraré todo por su verdadero precio. Fue así como David le dio a Ornán seiscientas monedas de oro por aquel lugar. Allí construyó un altar al Señor y le ofreció holocaustos y sacrificios de comunión. Luego oró al Señor, y en respuesta Dios envió fuego del cielo sobre el altar del holocausto. Entonces el Señor le ordenó al ángel que envainara su espada. Al ver David que el Señor le había respondido, le ofreció sacrificios. En aquel tiempo, tanto el santuario del Señor que Moisés hizo en el desierto como el altar del holocausto se encontraban en el santuario de Gabaón. Pero David no fue a consultar al Señor a ese lugar porque, por causa de la espada del ángel del Señor, estaba aterrorizado. Entonces dijo David: "Aquí se levantará el templo de Dios el Señor, y también el altar donde Israel ofrecerá el holocausto." Luego David ordenó que se reuniera a los extranjeros que vivían en territorio israelita. De entre ellos nombró canteros que labraran piedras para la construcción del templo de Dios. Además, David juntó mucho hierro para los clavos y las bisagras de las puertas, y bronce en abundancia. También amontonó mucha madera de cedro, pues los habitantes de Sidón y de Tiro le habían traído madera de cedro en abundancia. "Mi hijo Salomón pensaba David es muy joven e inexperto, y el templo que hay que construir para el Señor debe ser el más grande y famoso de toda la tierra; por eso le dejaré todo listo." Así que antes de morir, David dejó todo listo. Luego llamó a su hijo Salomón y le encargó construir el templo para el Señor, Dios de Israel. David le dijo a Salomón: "Hijo mío, yo tenía la intención de construir un templo para honrar al Señor mi Dios. Pero el Señor me dijo: Ante mis propios ojos has derramado mucha sangre y has hecho muchas guerras en la tierra; por eso no serás tú quien me construya un templo. Pero tendrás un hijo que será un hombre pacífico; yo haré que los países vecinos que sean sus enemigos lo dejen en paz; por eso se llamará Salomón. Durante su reinado, yo le daré a Israel paz y tranquilidad. Él será quien me construya un templo. Él será para mí como un hijo, y yo seré para él como un padre. Yo afirmaré para siempre el trono de su reino en Israel. "Ahora, hijo mío, que el Señor tu Dios te ayude a construir su templo, tal como te lo ha prometido. Que te dé prudencia y sabiduría para que, cuando estés al frente de Israel, obedezcas su *ey. Él es el Señor tu Dios. Si cumples las leyes y normas que el Señor le entregó a Israel por medio de Moisés, entonces te irá bien. ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! "Mira, con mucho esfuerzo he logrado conseguir para el templo del Señor tres mil trescientas toneladas de oro, treinta y tres mil toneladas de plata y una incontable cantidad de bronce y de hierro. Además, he conseguido madera y piedra, pero tú debes adquirir más. También cuentas con una buena cantidad de obreros: canteros, albañiles, carpinteros, y expertos en toda clase de trabajos en oro, plata, bronce y hierro. Así que, ¡pon manos a la obra, y que el Señor te acompañe!" Después David les ordenó a todos los jefes de Israel que colaboraran con su hijo Salomón. Les dijo: "El Señor su Dios está con ustedes, y les ha dado paz en todo lugar. Él ha entregado en mi poder a los habitantes de la región, y éstos han quedado sometidos al Señor y a su pueblo. Ahora, pues, busquen al Señor su Dios de todo corazón y con toda el alma. Comiencen la construcción del santuario de Dios el Señor, para que trasladen el arca del pacto y los utensilios sagrados al templo que se construirá en su honor."



Salmo 92:
¡Cuán bueno, Señor, es darte gracias y entonar, oh Altísimo, salmos a tu nombre; proclamar tu gran amor por la mañana, y tu fidelidad por la noche, al son del decacordio y de la lira; al son del arpa y del salterio! Tú, Señor, me llenas de alegría con tus maravillas; por eso alabaré jubiloso las obras de tus manos. Oh Señor, ¡cuán imponentes son tus obras, y cuán profundos tus pensamientos! Los insensatos no lo saben, los necios no lo entienden: aunque broten como hierba los impíos, y florezcan todos los malhechores, para siempre serán destruidos. Sólo tú, Señor, serás exaltado para siempre. Ciertamente tus enemigos, Señor, ciertamente tus enemigos perecerán; ¡dispersados por todas partes serán todos los malhechores! Me has dado las fuerzas de un toro; me has ungido con el mejor perfume. Me has hecho ver la caída de mis adversarios y oír la derrota de mis malvados enemigos. Como palmeras florecen los justos; como cedros del Líbano crecen. Plantados en la casa del Señor, florecen en los atrios de nuestro Dios. Aun en su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos, para proclamar: "El Señor es justo; él es mi Roca, y en él no hay injusticia."



Proverbios 23:
6 Cuando te sientes a comer con un gobernante, fíjate bien en lo que tienes ante ti. Si eres dado a la glotonería, domina tu apetito. No codicies sus manjares, pues tal comida no es más que un engaño. 7 No te afanes acumulando riquezas; no te obsesiones con ellas. ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas. No te sientes a la mesa de un tacaño, ni codicies sus manjares, que son como un pelo en la garganta. "Come y bebe", te dirá, pero no te lo dirá de corazón. 8 Acabarás vomitando lo que hayas comido, y tus cumplidos no habrán servido de nada. 9 A oídos del necio jamás dirijas palabra, pues se burlará de tus sabios consejos. 10 No cambies de lugar los linderos antiguos, ni invadas la propiedad de los huérfanos, porque su Defensor es muy poderoso y contra ti defenderá su causa. 11 Aplica tu corazón a la disciplina y tus oídos al conocimiento. 12 No dejes de disciplinar al joven, que de unos cuantos azotes no se morirá. Dale unos buenos azotes, y así lo librarás del sepulcro. 13 Hijo mío, si tu corazón es sabio, también mi corazón se regocijará; en lo íntimo de mi ser me alegraré cuando tus labios hablen con rectitud. 14 No envidies en tu corazón a los pecadores; más bien, muéstrate siempre celoso en el temor del Señor. Cuentas con una esperanza futura, la cual no será destruida. 15 Hijo mío, presta atención y sé sabio; mantén tu corazón en el camino recto. No te juntes con los que beben mucho vino, ni con los que se hartan de carne, pues borrachos y glotones, por su indolencia, acaban harapientos y en la pobreza. 16 Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana. Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas! El padre del justo experimenta gran regocijo; quien tiene un hijo sabio se solaza en él. ¡Que se alegren tu padre y tu madre! ¡Que se regocije la que te dio la vida! 17 Dame, hijo mío, tu corazón y no pierdas de vista mis caminos. Porque fosa profunda es la prostituta, y estrecho pozo, la mujer ajena. Se pone al acecho, como un bandido, y multiplica la infidelidad de los hombres. 18 ¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares? ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas? ¿De quién son las heridas gratuitas? ¿De quién los ojos morados? ¡Del que no suelta la botella de vino ni deja de probar licores! No te fijes en lo rojo que es el vino, ni en cómo brilla en la copa, ni en la suavidad con que se desliza; porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora. Tus ojos verán alucinaciones, y tu mente imaginará estupideces. Te parecerá estar durmiendo en alta mar, acostado sobre el mástil mayor. Y dirás: "Me han herido, pero no me duele. Me han golpeado, pero no lo siento. ¿Cuándo despertaré de este sueño para ir a buscar otro trago?"




El Libro de Mateo Capítulo 4 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO

CAPÍTULO 4
(29 d.C.)
LA TENTACIÓN DE JESÚS
EN EL DESIERTO

eNTONCES (inmediatamente después del descenso del Espíritu Santo sobre Él) Jesús fue llevado (conducido urgentemente) por el Espíritu (El Espíritu Santo) al desierto (probablemente cerca de Jericó) para ser tentado por el Diablo (como el Último Adán, Él sería tentado en todo como nosotros somos tentados [Heb. 4:15; I Cor. 15:21-22, 45, 47]).
2 Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después Él tuvo hambre (aparte de Cristo, sólo tres hombres en la Biblia ayunaron durante 40 días y 40 noches: Moisés [Deut. 9:9, 18, 25; 10:10], Josué [Éx. 24:13-18; 32:15-17] y Elías [I Rey. 19:7-8]).
3 Y llegándose a Él el tentador (Satanás), dijo, Si eres Hijo de Dios (puesto que Tú eres El Hijo de Dios), di que estas piedras se hagan pan (Cristo fue tentado a usar Su Poder para Su propia ventaja, lo cual Él nunca haría).
4 Mas Él respondiendo dijo, Escrito está, no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la Boca de Dios ([Deut. 8:3]; el hombre es un ser espiritual así como un ser físico; por lo tanto, dependiente en Dios).
5 Entonces el Diablo Le conducía (una fuerza poderosa) a la Santa Ciudad (Jerusalén), y Le pone sobre un pináculo del Templo (su punto más alto, que Josefo indicó, medía 700 pies [213 metros] de la profundidad del barranco abajo),
6 Y Le dice, Si eres Hijo de Dios (puesto que eres Hijo de Dios), échate abajo (se entienda literalmente): pues escrito está, A Sus Ángeles mandará por Ti: y Te alzarán en las Manos, para que nunca tropieces con Tu Pie en piedra (derivado de Salmos 91:11-12).
7 Jesús le dijo, También escrito está, no tentarás al Señor tu Dios ([Deut. 6:16]; tentar a Dios es poner en duda Su Palabra, lo cual pone en duda Su capacidad de hacer lo que Él ha prometido).
8 Otra vez (la tercera tentación), Le pasa el Diablo a un monte muy alto (no conocido definitivamente, pero muy probable es el monte Nebo), y Le muestra todos los reinos del mundo, y su gloria (se lo demostró a Él, no en el sentido físico, sino más bien, en el sentido espiritual);
9 Y Le dijo, Todo esto Te daré, si postrado me adorares (la tentación era que Cristo abrogaría la Cruz, por medio de la cual Él recuperaría todas las cosas).
10 Entonces Jesús le dice, Vete, Satanás (se presenta a Cristo por primera vez dirigiéndose a Satanás personalmente): que escrito está, Al Señor Tu Dios adorarás y a Él Sólo servirás (Satanás desea que la humanidad le adore y le sirva; debemos adorar y servir sólo al Señor).
11 El Diablo entonces se alejó de Él por una temporada ("se alejó de Él por una temporada," significaba que habrían otras tentaciones [Luc. 4:13]), y, he aquí, los Ángeles llegaron y Le servían (en qué manera Le ministraban, no nos dice).
JESÚS DA INICIO A SU
MINISTERIO; RECHAZADO
EN NAZARET – SE TRASLADA
A CAPERNAUM
12 Mas oyendo Jesús que Juan era preso (el Ministerio de Juan ya había terminado; él había presentado a Cristo correctamente), se volvió (Jesús) a Galilea (zona central de Su Ministerio);
13 Y dejando a Nazaret (se refiere a Su rechazo allí [Luc. 4:16-30]), vino y habitó en Capernaum (hizo de esta ciudad Su Sede), ciudad marítima (se refiere al Mar de Galilea), en los confines de Zabulón y de Neftalí (se refiere a estas dos Tribus que colindan con el Mar de Galilea):
14 Para que se cumpliese lo que fue dicho por el Profeta Isaías, que dijo (Isaías profetizaba de Cristo más que cualquier otro Profeta),
15 La tierra de Zabulón, y la tierra de Neftalí, camino del mar (Mar de Galilea), al otro lado del Jordán, Galilea de los Gentiles (el gran Camino Romano se trazó cerca del Mar de Galilea de Damasco; casi todos los Gentiles que viajaban en esta dirección lo hicieron en este camino; la Sede de Cristo estuvo dentro de los límites de la Tribu de Neftalí);
16 El pueblo asentado en tinieblas (indica una aceptación como algo normal de esta oscuridad; la oscuridad moral era aún mayor que la miseria nacional) vio gran Luz (Cristo es la Luz del Mundo, y la única Luz Verdadera); y a los sentados en región de sombra de muerte (la muerte espiritual es el resultado de esta oscuridad espiritual) Luz (iluminación espiritual en Cristo) les resplandeció.
17 Desde entonces (el traslado a Capernaum) comenzó Jesús a predicar (el método principal de la proclamación del Evangelio), y a decir, Arrepentíos (al comenzar Su Ministerio, la primera palabra usada por Cristo, como fue registrado por Mateo, fue "Arrepentíos"): que el Reino de los Cielos se ha acercado (el Reino de los Cielos, encabezado por Cristo mismo, con el propósito de restablecer el Reino de Dios sobre la Tierra; el Reino fue rechazado por Israel).
JESÚS LLAMA A CUATRO
PESCADORES
18 Y andando Jesús, junto al Mar de Galilea, vio a dos Hermanos, Simón que es llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar: porque eran pescadores.
19 Y les dijo, Seguid en pos de Mí (el Advenimiento del Mesías fue señalado por tres palabras: "Arrepentíos," "Seguid" y "Bienaventurado" [Mat. 5:3]), y os haré pescadores de hombres (el llamado mayor de todos).
20 Ellos entonces (inmediatamente), dejando al instante las redes (su negocio de la pesca), Le siguieron.
21 Y pasando de allí, vio a otros dos Hermanos, Santiago hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en el barco con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó (los primeros tres llamados, Pedro, Santiago y Juan, eran los más cercanos a Cristo).
22 Y ellos, dejando luego el barco y a su padre, Le siguieron (Él los llamó a una pesca más alta, así como Él llamó a David a una alimentación más alta [Sal. 78:70-72]).
EL SEGUNDO VIAJE DE
GALILEA; LA FAMA DE
JESÚS SE EXTIENDE
23 Y Jesús iba por toda Galilea, enseñando en las Sinagogas de ellos, y predicando (la Predicación proclama El Evangelio, mientras que la Enseñanza lo explica) el Evangelio del Reino (las Buenas Nuevas del establecimiento sobre la Tierra de un Gobierno perfecto del Cielo; como ya dicho, fue rechazado), y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo (Jesús no es sólo El Salvador; sino también El Sanador).
24 Y se extendió Su fama por toda la Siria (las noticias de lo que Él hizo se fueron más allá de Israel): y Le trajeron todos los que estaban enfermos quienes eran afectados de diversas (tipos distintos) enfermedades y tormentos, y los endemoniados (los poseídos por los demonios), y lunáticos (demente, ya sea por posesión de demonio, o incapacidad física), y paralíticos, y los sanó (Él no desechó a ninguno).
25 Y Le siguieron grandes multitudes de Galilea, y de Decápolis (el lado oriente del Río Jordán), y de Jerusalén, y de Judea, y del otro lado del Jordán.


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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16 October 2009

El 16 de Octubre Lectura Bíblica Diaria


El 16 de Octubre Lectura Bíblica Diaria:


Isaías 55 a 57:
"¡Vengan a las aguas todos los que tengan sed! ¡Vengan a comprar y a comer los que no tengan dinero! Vengan, compren vino y leche sin pago alguno. ¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan, y su salario en lo que no satisface? Escúchenme bien, y comerán lo que es bueno, y se deleitarán con manjares deliciosos. Presten atención y vengan a mí, escúchenme y vivirán. Haré con ustedes un pacto eterno, conforme a mi constante amor por David. Lo he puesto como testigo para los pueblos, como su jefe supremo. Sin duda convocarás a naciones que no conocías, y naciones que no te conocían correrán hacia ti, gracias al Señor tu Dios, el Santo de Israel, que te ha colmado de honor." Busquen al Señor mientras se deje encontrar, llámenlo mientras esté cercano. Que abandone el malvado su camino, y el perverso sus pensamientos. Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso para perdonar, y de él recibirá misericordia. "Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos afirma el Señor. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra! Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo, y no vuelven allá sin regar antes la tierra y hacerla fecundar y germinar para que dé semilla al que siembra y pan al que come, así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos. Ustedes saldrán con alegría y serán guiados en paz. A su paso, las montañas y las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo y aplaudirán todos los árboles del bosque. En vez de zarzas, crecerán cipreses; mirtos, en lugar de ortigas. Esto le dará renombre al Señor; será una señal que durará para siempre." Así dice el Señor: "Observen el derecho y practiquen la justicia, porque mi salvación está por llegar; mi justicia va a manifestarse. Dichoso el que así actúa, y se mantiene firme en sus convicciones; el que observa el sábado sin profanarlo, y se cuida de hacer lo malo." El extranjero que por su propia voluntad se ha unido al Señor, no debe decir: "El Señor me excluirá de su pueblo." Tampoco debe decir el eunuco: "No soy más que un árbol seco." Porque así dice el Señor: "A los *eunucos que observen mis sábados, que elijan lo que me agrada, y sean fieles a mi pacto, les concederé ver grabado su nombre dentro de mi templo y de mi ciudad; ¡eso les será mejor que tener hijos e hijas! que jamás será borrado. Y a los extranjeros que se han unido al Señor para servirle, para amar el nombre del Señor, y adorarlo, a todos los que observan el sábado sin profanarlo y se mantienen firmes en mi pacto, los llevaré a mi monte santo; ¡los llenaré de alegría en mi casa de oración! que ofrezcan sobre mi altar, porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos." Así dice el Señor omnipotente, el que reúne a los desterrados de Israel: "Reuniré a mi pueblo con otros pueblos, además de los que ya he reunido." Animales del campo y fieras del bosque, ¡vengan todos y devoren! Ciegos están todos los guardianes de Israel; ninguno de ellos sabe nada. Todos ellos son perros mudos, que no pueden ladrar. Se acuestan y desvarían; les encanta dormitar. Son perros de voraz apetito; nunca parecen saciarse. Son pastores sin discernimiento; cada uno anda por su propio camino. Todos, sin excepción, procuran su propia ganancia. "¡Vengan, busquemos vino! ¡emborrachémonos con licor! gritan a una voz. ¡Y mañana haremos lo mismo que hoy, pero mucho mejor!" El justo perece, y a nadie le importa; mueren tus siervos fieles, y nadie comprende que mueren los justos a causa del mal. Los que van por el camino recto mueren en paz; hallan reposo en su lecho de muerte. "Ustedes, hijos de hechicera, descendientes de adúltero con prostituta, ¡acérquense! ¿De quién quieren burlarse? ¿A quién le hacen muecas despectivas y le sacan la lengua? ¿Acaso no son ustedes una camada de rebeldes, y una descendencia de mentirosos? Entre los robles, y debajo de todo árbol frondoso, dan rienda suelta a su lujuria; junto a los arroyos, y en las grietas de las rocas, sacrifican a niños pequeños. Las piedras lisas de los arroyos, serán tu herencia; sí, ellas serán tu destino. y has presentado ofrendas de grano. Ante estas cosas, ¿me quedaré callado? Sobre un monte alto y encumbrado, pusiste tu lecho, y hasta allí subiste para ofrecer sacrificios. Detrás de tu puerta y de sus postes has puesto tus símbolos paganos. Te alejaste de mí, te desnudaste, subiste al lecho que habías preparado; entraste en arreglos con la gente con quienes deseabas acostarte, y contemplaste su desnudez. Acudiste a Moloc y le llevaste aceite de oliva, y multiplicaste tus perfumes. Enviaste muy lejos a tus embajadores; ¡hasta el sepulcro mismo los hiciste bajar! De tanto andar te cansaste, pero no dijiste: Hasta aquí llego. Lograste renovar tus fuerzas; por eso no desmayaste. "¿Quién te asustó, quién te metió miedo, que me has engañado? No te acordaste de mí, ni me tomaste en cuenta. ¿Será que no me temes porque guardé silencio tanto tiempo? Yo denunciaré tu justicia y tus obras, y de nada te servirán. Cuando grites pidiendo ayuda, ¡que te salve tu colección de ídolos! A todos ellos se los llevará el viento; con un simple soplo desaparecerán. recibirá la tierra por herencia y tomará posesión de mi monte santo." Y se dirá: "¡Construyan, construyan, preparen el camino! ¡Quiten los obstáculos del camino de mi pueblo!" Porque lo dice el excelso y sublime, el que vive para siempre, cuyo nombre es santo: "Yo habito en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes y alentar el corazón de los quebrantados. Mi litigio no será eterno, ni estaré siempre enojado, porque ante mí desfallecerían todos los seres vivientes que he creado. La codicia de mi pueblo es irritable, por perversa, en mi enojo, lo he castigado; le he dado la espalda, pero él prefirió seguir sus obstinados caminos. He visto sus caminos, pero lo sanaré; lo guiaré y lo colmaré de consuelo. les haré proclamar esta alabanza: ¡Paz a los que están lejos, y paz a los que están cerca! Yo los sanaré dice el Señor, pero los malvados son como el mar agitado, que no puede calmarse, cuyas olas arrojan fango y lodo. No hay paz para los malvados dice mi Dios.



Psalms 6
No me reprendas, Señor, en tu ira; no me castigues en tu furor. Tenme compasión, Señor, porque desfallezco; sáname, Señor, que un frío de muerte recorre mis huesos. Angustiada está mi alma; ¿hasta cuándo, Señor, hasta cuándo? Vuélvete, Señor, y sálvame la vida; por tu gran amor, ¡ponme a salvo! En la muerte nadie te recuerda; en el sepulcro, ¿quién te alabará? Cansado estoy de sollozar; toda la noche inundo de lágrimas mi cama, ¡mi lecho empapo con mi llanto! Desfallecen mis ojos por causa del dolor; desfallecen por culpa de mis enemigos. ¡Apártense de mí, todos los malhechores, que el Señor ha escuchado mi llanto! El Señor ha escuchado mis ruegos; el Señor ha tomado en cuenta mi oración. Todos mis enemigos quedarán avergonzados y confundidos; ¡su repentina vergüenza los hará retroceder!





Proverbs 25
Éstos son otros proverbios de Salomón, copiados por los escribas de Ezequías, rey de Judá. Gloria de Dios es ocultar un asunto, y gloria de los reyes el investigarlo. Tan impenetrable es el corazón de los reyes como alto es el cielo y profunda la tierra. Quita la escoria de la plata, y de allí saldrá material para el orfebre; quita de la presencia del rey al malvado, y el rey afirmará su trono en la justicia. No te des importancia en presencia del rey, ni reclames un lugar entre los magnates; vale más que el rey te diga: "Sube acá", y no que te humille ante gente importante. no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si a fin de cuentas tu prójimo te pone en vergüenza? no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si a fin de cuentas tu prójimo te pone en vergüenza? Defiende tu causa contra tu prójimo, pero no traiciones la confianza de nadie, no sea que te avergüence el que te oiga y ya no puedas quitarte la infamia. Como naranjas de oro con incrustaciones de plata son las palabras dichas a tiempo. Como anillo o collar de oro fino son los regaños del sabio en oídos atentos. Como frescura de nieve en día de verano es el mensajero confiable para quien lo envía, pues infunde nuevo ánimo en sus amos. Nubes y viento, y nada de lluvia, es quien presume de dar y nunca da nada. Con paciencia se convence al gobernante. ¡La lengua amable quebranta hasta los huesos! Si encuentras miel, no te empalagues; la mucha miel provoca náuseas. No frecuentes la casa de tu amigo; no sea que lo fastidies y llegue a aborrecerte. Un mazo, una espada, una aguda saeta, ¡eso es el falso testigo contra su amigo! Confiar en gente desleal en momentos de angustia es como tener un diente careado o una pierna quebrada. Dedicarle canciones al corazón afligido es como echarle vinagre a una herida o como andar desabrigado en un día de frío. Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta, y el Señor te lo recompensará. Con el viento del norte vienen las lluvias; con la lengua viperina, las malas caras. Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo con mujer pendenciera. Como el agua fresca a la garganta reseca son las buenas noticias desde lejanas tierras. Manantial turbio, contaminado pozo, es el justo que flaquea ante el impío. No hace bien comer mucha miel, ni es honroso buscar la propia gloria. Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse.






El Libro de Juan Capítulo 1 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN JUAN

CAPÍTULO 1
(26 d.C.)
LA DEIDAD DE CRISTO
EN el principio (no indica que Cristo como Dios tenía un principio, porque como Dios Él no tenía principio alguno, sino más bien se refiere al tiempo de la Creación [Gén. 1:1]) era el Verbo (el Espíritu Santo por Juan describe a Jesús como "el Logos Eterno"), y el Verbo era con Dios ("estaba en relación con Dios," y expresa la idea de la Trinidad), y el Verbo era Dios (quiere decir que Él no dejó de ser Dios durante la Encarnación; Él "era" y "es" Dios desde la eternidad pasada a la eternidad futura).
2 Este era en el principio con Dios (esta misma Persona estaba en la eternidad con Dios; hay sólo un Dios, pero manifestado en tres Personas — Dios el Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu Santo).
3 Todas las cosas por Él fueron hechas (todas las cosas llegaron a existir por Él; se refiere a cada cosa de la Creación una por una, en vez de todas las cosas consideradas en totalidad); y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho (nada, ni siquiera una sola cosa, fue hecha independientemente de Su cooperación y volición).
4 En Él estaba la Vida (presenta a Jesús, el Logos Eterno, como la primera causa); y la Vida era la Luz de los hombres (Él Solo es la Fuente de Luz de la Vida; si alguien no conoce a Cristo, entonces está en tinieblas).
5 Y la Luz en las tinieblas resplandece (se refiere a la Encarnación de Cristo, y Su venida a este mundo; Su "Luz," porque se deriva de Su Vida, echa fuera las "tinieblas"); más las tinieblas no la comprendieron (debiera traducirse, "no prevalecieron contra ella"; significa que Satanás, aunque él intentara con toda su fuerza, no podrá detener "la Luz," ¡nunca!; hoy está resplandeciendo por todo el mundo, y un día pronto, no habrá nada más que aquella "Luz").
JUAN EL BAUTISTA
6 Fue un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
7 Éste vino por testimonio (habla de la Misión del Profeta), para que diese testimonio de la Luz (se refería a Jesús y sólo a Jesús), para que todos creyesen por Él (presenta a Jesús que no es solamente para Israel, sino también para el mundo entero).
8 No era él la Luz (Juan el Bautista no era la luz), sino para que diese testimonio de la Luz (presenta todo lo que el hombre puede hacer).
LA ENCARNACIÓN
9 Aquél era la Luz Verdadera (hay muchas luces falsas; Jesús es la única Luz Verdadera), que alumbra a todo hombre que viene a este mundo (si el hombre ha de encontrar la Luz, sólo la encontrará en Cristo, y es para "toda la humanidad").
10 En el mundo Él estaba (el Logos Eterno, el "Creador"), y el mundo fue hecho por Él (como fue creado al principio antes de la caída de Lucifer y la Caída del hombre), y el mundo no Le conoció (el mundo no puede conocer a Cristo mediante la sabiduría, sino sólo por Revelación).
11 A los Suyos vino (al mundo en general, pero más en específico a los Judíos), y los Suyos no Le recibieron (Él vino como el Heredero de Sus Propias Posesiones [Mat. 21:38], pero Sus Propios siervos no Lo recibieron; al contrario, Lo mataron).
12 Mas a todos los que Le recibieron (algunos Lo recibieron y otros aún Lo reciben), les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (constituye una de las promesas más grandes en la Palabra de Dios), aun a los que creen en Su Nombre (la Fe en Cristo y en lo que Él hizo por nosotros en la Cruz puede convertir a una persona en "un hijo o una hija de Dios"):
13 Los cuales no son engendrados de sangre (quiere decir que los hombres llegan a ser Hijos de Dios no por nacimiento natural), ni de voluntad de carne (el hombre no puede ganarse la Salvación, es un regalo gratuito, se recibe por Fe), ni de voluntad de varón (se refiere a los esfuerzos religiosos del hombre), mas de Dios (la Salvación no se origina del todo por el hombre, sino totalmente por Dios).
14 Y aquel Verbo fue hecho carne (se refiere a la Encarnación, "Dios hecho hombre"), y habitó entre nosotros (se refiere a Jesús, aunque Perfecto, no se elevó más que los demás, sino más bien vivió tal como todos los hombres, hasta como un campesino), (y vimos Su Gloria, Gloria como del Unigénito del Padre,) (habla de Su Deidad, aunque oculta de los ojos de los meramente curiosos; aunque Cristo puso a un lado la expresión de Su Deidad, Él nunca perdió la posesión de Su Deidad) lleno de Gracia y de Verdad (como "carne," declaró Su Humanidad, "Gracia y de Verdad," Su Deidad).
EL TESTIMONIO
15 Juan dio testimonio de Él (Juan fue llamado por este mismo motivo), y clamó, diciendo, Éste es El del Que yo decía (corresponde al Ministerio de Juan con respecto a la Persona de Jesús), El que viene tras mí, es antes de mí (debiera haberse traducido, "existió antes que yo"): porque Él es primero que yo (de nuevo, un testimonio a la Deidad de Cristo; al igual que Dios, Él siempre ha sido).
16 Porque de Su plenitud tomamos todos (Juan ha declarado Quién es Jesús, ahora declara qué es lo que Él hace), y Gracia por Gracia (debiera haberse traducido, "Gracia sobre Gracia"; esta es la provisión de Su Amor colmándose una encima de la otra en Su provisión para las necesidades de Su Pueblo).
17 Porque la Ley por Moisés fue dada, mas la Gracia y la Verdad por Jesucristo fue hecha (Lo declara como el Representante Guardador de la Ley para toda la humanidad, es decir, a todos los que creerán; la Ley manifestó al hombre [lleno de maldad]; el Hijo manifestó a Dios [lleno de bondad]).
18 A Dios nadie Le vio jamás (mejor traducido, "Ningún hombre jamás ha entendido ni ha experimentado a Dios en toda Su plenitud en cualquier momento"); el Unigénito Hijo (Jesucristo y la Encarnación, Quien Solo podría declarar perfectamente el Padre), que está en el Seno del Padre (el compañerismo más amoroso e íntimo con el Padre), Él Le declaró (en esencia, Dios el Padre y Dios el Hijo son Uno).
19 Y este es el testimonio de Juan, cuando los Judíos enviaron de Jerusalén Sacerdotes y Levitas que le preguntasen, ¿Tú, quién eres? (En ese momento, algunos pensaban que Juan el Bautista era el Mesías.)
20 Y confesó (no había absolutamente ninguna vacilación en su confesión en cuanto a quién él era realmente, y sobre todo, su misión), y no negó (él no negaba que algunos lo estaban llamando "Cristo," sin embargo, en lo absoluto él les estaba animando a hacer esto y, de hecho, repudia totalmente el rumor); mas declaró, No soy yo el Cristo (en realidad el Griego dice, "Yo, por mi parte, no soy el Cristo," y fue dicho con énfasis).
21 Y le preguntaron, ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? (Malaquías había vuelto a predecir la venida del Profeta Elías que vendría del Cielo [Mal. 4:5].) Dijo, No soy (presenta una negativa categórica; algunos de los Judíos insinuaban que él era la reencarnación real de Elías). ¿Eres tú el Profeta? (Se refirió al Profeta que Moisés mencionó en Deuteronomio 18:15-18. Ese era el Mesías. Por eso de nuevo, Le interrogaron si él era el Mesías.) Y respondió, No.
22 Le dijeron, ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron (en realidad ellos no investigaban por la información correcta, ni la Verdad acerca de este asunto, sino más bien querían que él afirmara a algo con qué pudieran acusarle). ¿Qué dices de ti mismo? (¡Su contestación es sumamente reveladora!)
23 Dijo, Yo soy la voz del que clama en el desierto (tomado de Isaías 40:3), Enderezad el Camino del Señor, como dijo Isaías el Profeta (declara su misión ya que la primera frase declara su identidad).
24 Y los que habían sido enviados eran de los Fariseos (el Espíritu Santo tiene cuidado de delinear la fuente de estas interrogaciones; ya la oposición da comienzo).
25 Y le preguntaron, y le dijeron, ¿Por qué pues bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta? (Ellos se indignaron porque Juan no sólo bautizaba sin autoridad eclesiástica, sino que además bautizaba contrario a la práctica de los Fariseos. En otras palabras, ¡ni pidió ni buscó su permiso, tampoco le importó de que ellos estuvieran de acuerdo o no!)
26 Y Juan les respondió, diciendo, Yo bautizo con agua (significa que era un símbolo temporal del bautismo verdadero, duradero y eficaz del Quien bautizaría con el Espíritu Santo): mas en medio de vosotros ha estado Uno a Quién vosotros no conocéis (señala a su ignorancia espiritual; ¡Cristo andaba en medio de ellos, y ellos no lo sabían!).
27 Éste es El (el Mesías ya está aquí, y aunque ustedes no Le reconozcan, y, como se expresó anteriormente, yo no soy aquél) Que ha de venir tras mí, El Cual es antes de mí (Quién existió antes que yo, de hecho, ha existido eternalmente), Del Cual yo no soy digno de desatar la correa del zapato (¡al compararse a Cristo, el Profeta más grande que jamás ha nacido de mujer denota a sí mismo como tal, y tiene razón!).
28 Estas cosas acontecieron en Betábara, de la otra parte del Jordán, donde Juan bautizaba (probablemente no muy lejos de Jericó).
29 El siguiente día (se refiere al día después que Juan fue interrogado por los emisarios del Sanedrín) ve Juan a Jesús que venía a él (sin lugar a dudas aconteció después del Bautismo de Jesús, y la tentación en el desierto), y dice, He aquí, el Cordero de Dios (declara a Jesús como el Sacrificio por el pecado, y de hecho la Ofrenda Expiatoria, lo que representaban todos los sacrificios de millones y millones de ovejas ofrecidas), que quita el pecado del mundo (la sangre de los animales sólo podía cubrir el pecado, no podía quitarlo; pero Jesús al ofrecerse a Sí Mismo como el Sacrificio Perfecto quitó el pecado del mundo; Él no sólo limpió las acciones del pecado, sino que también trató con la raíz de la causa del pecado [Col. 2:14-15]).
30 Éste es Él del Que dije (Juan hace una identificación positiva; Él es el Único Quien "quita los pecados del mundo"), Tras mí viene un Varón, El Cual es antes de mí (afirma Su Humanidad innata): porque era primero que yo (afirma Su Deidad innata).
31 Y yo no Le conocía (no quiere decir que él no conocía a Cristo, sino que no debía presentar a Cristo hasta que se lo dijera el Espíritu Santo): mas para que Él fuese manifestado a Israel (quiere decir que en cierto momento, y no antes, Jesús iba a ser presentado a Israel como el Mesías, lo cual Juan realizó exactamente como fue guiado), por eso vine yo bautizando con agua (declara lo que el Espíritu Santo le dijo que hiciera).
32 Y Juan dio testimonio (quiere decir que es exactamente lo que el Espíritu Santo dijo que sucedería, en cuanto a la identidad de Jesús como el Mesías), diciendo, Vi al Espíritu que descendía del Cielo como paloma (tenemos que llegar a la conclusión que Juan vio algo, lo cual era el Espíritu Santo; Lucas hizo constar que, "descendió sobre Él en forma corporal, como una Paloma," [Luc. 3:22]; hay que concluir basadas a estas declaraciones que el Espíritu Santo tiene un Cuerpo Espiritual de cierta naturaleza), y reposó sobre Él (el Espíritu permaneciendo sobre Él señalaba el comienzo de Su Ministerio).
33 Y yo no Le conocía (Juan lo usó por segunda vez, y con motivo; el Espíritu Santo quiere que todos sepamos que la presentación de Jesús como el Mesías no fue según la carne, es decir, por conocimiento personal, circunstancias, etc., sino más bien por Revelación de Lo Alto; nadie puede en realidad conocer a Jesús, a menos que sea revelado por el Espíritu Santo): mas El Que me envió a bautizar con agua (nos dice que el Bautismo en Agua instituido por Juan no fue de ninguna manera idea del Profeta, sino más bien le fue dado por Revelación de Dios), Aquél me dijo, Sobre Quien vieres descender el Espíritu, y que reposa sobre Él (sería la Revelación de Dios, a la cual Juan tenía que prestar atención, y así lo hizo), Éste es El Que bautiza con Espíritu Santo (lo que Jesús haría después de Su Muerte y Resurrección; ¡la Cruz hizo que todo esto fuera posible!).
34 Y yo Le vi, y he dado testimonio que Éste es el Hijo de Dios (Juan el Bautista siguió sus instrucciones al pie de la letra, y según la Revelación, él supo sin lugar a dudas que Jesús era el Hijo de Dios).
LOS PRIMEROS DISCÍPULOS
35 El siguiente día otra vez estaba Juan (el día siguiente de hacer las declaraciones anteriores), y dos de sus discípulos (Andrés y sin duda Juan, quienes entonces eran Discípulos del Bautista).
36 Y mirando a Jesús que andaba por allí (nos lleva de regreso al Versículo 29, ya que los dos Versículos hablan del mismo incidente), dijo, ¡He aquí, el Cordero de Dios! (Vuelve a usarse esta frase, para perfeccionar el marco de tiempo para el relato que estaba por darse.)
37 Y Le oyeron los dos discípulos hablar, y siguieron a Jesús (en esencia, fue el comienzo de convertirse en Discípulos de Cristo).
38 Y volviéndose Jesús, y viéndolos seguirle, les dice, ¿Qué buscáis? (Era un interrogante perspicaz que tenía consecuencias eternas.) Y ellos Le dijeron, Rabí (que declarado, quiere decir, Maestro,) ¿dónde moras? (Ellos se referían a un domicilio terrenal, aunque la contestación completa a aquel interrogante incorporaba una dimensión que estaba más allá de la comprensión de cualquier mortal. Su verdadera morada era el Trono de Dios.)
39 Les dice, Venid y ved (¡el recorrido que ellos comenzaron ese día no se ha suspendido, aún hasta hoy día, y de hecho nunca se va a suspender!). Vinieron, y vieron donde moraba, y se quedaron con Él aquel día: porque eran como las cuatro de la tarde (la hora décima) (por siglos se ha debatido si Juan el Amado acostumbraba la hora Judía o la hora Romana; en la hora Judía habría sido a las 4:00 de la tarde, mientras que en la hora Romana habría sido a las 10:00 de la mañana).
40 Era Andrés, hermano de Simón Pedro, uno de los dos que habían oído de Juan, y Le habían seguido (la manera por la cual se refiere a "Andrés," como el hermano de "Simón Pedro," nos dice que el nombre de Pedro ya se reconocía a un mayor grado que cualquiera de los otros Apóstoles).
41 Éste (Andrés) halló primero a su hermano Simón, y le dijo, Hemos hallado al Mesías, que declarado es, el Cristo (era únicamente la causa del anhelo y entusiasmo de Andrés).
42 Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús (el Espíritu Santo Le permitió a Jesús a examinar el mismo alma de Pedro), dijo, Tú eres Simón hijo de Jonás ("Simón" quiere decir "oír"; a Pedro le pusieron el nombre por "Simeón," el segundo hijo de Jacob y Lea [Gén. 29:32-33]): tú serás llamado Cefas, que quiere decir, Piedra (la capacidad de Cristo de cambiar a hombres en manera fundamental y característica — o más bien volver a crear a los hombres).
43 El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea (parece insinuar que Su recorrido del lugar de Su Bautismo en Agua y la Tentación del Desierto, Juan no menciona la última, hacia Galilea ya iba a comenzar), y halla a Felipe, al cual dijo, Sígueme (no nos dice exactamente donde aconteció; sin embargo, hay cierta indicación que fue en Galilea).
44 Y era Felipe de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro (esta ciudad estaba situada en la costa norte del Mar de Galilea; había sido el domicilio de estos hombres antes de que se trasladaran a Capernaum, a unos nueve y medio kilómetros [seis millas]).
45 Felipe halló a Natanael (Natanael también llamado "Bartolomeo"), y le dice, Hemos hallado a Aquél, de Quien escribió Moisés en la Ley, y los Profetas (en la mente de Felipe, Jesús llenó los criterios de la Palabra de Dios), a Jesús, el hijo de José, de Nazaret (Jesús no era en realidad el Hijo de José, debido al Nacimiento Virginal, pero se refería de esta manera por motivos evidentes).
46 Y le dijo Natanael, ¿De Nazaret puede haber algo de bueno? (Israel no consideraba la ciudad de Nazaret como un lugar distinguido, sino más bien lo contrario.) Le dice Felipe, Ven y ve (declara dentro de sí el carácter básico del Cristianismo).
47 Jesús vio venir a Sí a Natanael, y dijo de él, ¡He aquí, un verdadero Israelita, en el cual no hay engaño! (Jesús no dijo que este hombre era sin pecado, sino que era "sin astucia," lo que significa, "sin engaño.")
48 Le dice Natanael, ¿De dónde me conoces? (Declara que estaba asustado el posible Discípulo.) Respondió Jesús y le dijo, Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera te vi (el Espíritu Santo se Lo reveló).
49 Respondió Natanael, y Le dijo, Rabí, Tú eres el Hijo de Dios; Tú eres el Rey de Israel (la Fe de Natanael nunca apoderará más de lo que abarca en ese momento).
50 Respondió Jesús y le dijo, ¿Porque te dije, Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que éstas verás (¡tenga por seguro que él desde luego las presenció!).
51 Y le dice, De cierto, de cierto, te digo, De aquí en adelante veréis el Cielo abierto, y los Ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre (tiene que ver con el sueño de Jacob [Gén. 28:11-13]; fue cumplido en Jesús; Él Solo podría abrir el Cielo, porque Él Solo es el Camino a Dios).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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15 October 2009

El 15 de Octubre Lectura Bíblica Diaria



El 15 de Octubre Lectura Bíblica Diaria:
Isaías 52 a 54:
¡Despierta, Sión, despierta! ¡Revístete de poder! Jerusalén, ciudad santa, ponte tus vestidos de gala, que los incircuncisos e impuros no volverán a entrar en ti. ¡Sacúdete el polvo, Jerusalén! ¡Levántate, vuelve al trono! ¡Libérate de las cadenas de tu cuello, cautiva hija de Sión! Porque así dice el Señor: "Ustedes fueron vendidos por nada, y sin dinero serán redimidos." Porque así dice el Señor omnipotente: "En tiempos pasados, mi pueblo descendió a Egipto y vivió allí; en estos últimos tiempos, Asiria los ha oprimido sin razón. "Y ahora afirma el Señor, ¿qué estoy haciendo aquí? Sin motivo se han llevado a mi pueblo; sus gobernantes se mofan de él. en que mi nombre no lo blasfemen. Por eso mi pueblo conocerá mi nombre, y en aquel día sabrán que yo soy quien dice: ¡Aquí estoy! " ¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas; del que proclama la paz, del que anuncia buenas noticias, del que proclama la salvación, del que dice a Sión: "Tu Dios reina"! ¡Escucha! Tus centinelas alzan la voz, y juntos gritan de alegría, porque ven con sus propios ojos que el Señor vuelve a Sión. Ruinas de Jerusalén, ¡prorrumpan juntas en canciones de alegría! Porque el Señor ha consolado a su pueblo, ¡ha redimido a Jerusalén! El Señor desnudará su santo brazo a la vista de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios. Ustedes, que transportan los utensilios del Señor, ¡pónganse en marcha, salgan de allí! ¡Salgan de en medio de ella, purifíquense! ¡No toquen nada impuro! Pero no tendrán que apresurarse ni salir huyendo, porque el Señor marchará a la cabeza; ¡el Dios de Israel les cubrirá la espalda! Miren, mi siervo triunfará; será exaltado, levantado y muy enaltecido. Muchos se asombraron de él, pues tenía desfigurado el semblante; ¡nada de humano tenía su aspecto! Del mismo modo, muchas naciones se asombrarán, y en su presencia enmudecerán los reyes, porque verán lo que no se les había anunciado, y entenderán lo que no habían oído. ¿Quién ha creído a nuestro mensaje y a quién se le ha revelado el poder del Señor? Creció en su presencia como vástago tierno, como raíz de tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable. Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros. Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca. Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte; nadie se preocupó de su descendencia. Fue arrancado de la tierra de los vivientes, y golpeado por la transgresión de mi pueblo. Se le asignó un sepulcro con los malvados, y murió entre los malhechores, aunque nunca cometió violencia alguna, ni hubo engaño en su boca. Pero el Señor quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir, y como él ofreció su vida en expiación, verá su descendencia y prolongará sus días, y llevará a cabo la voluntad del Señor. Después de su sufrimiento, verá la luz y quedará satisfecho; por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos, y cargará con las iniquidades de ellos. Por lo tanto, le daré un puesto entre los grandes, y repartirá el botín con los fuertes, porque derramó su vida hasta la muerte, y fue contado entre los transgresores. Cargó con el pecado de muchos, e intercedió por los pecadores. "Tú, mujer estéril que nunca has dado a luz, ¡grita de alegría! Tú, que nunca tuviste dolores de parto, ¡prorrumpe en canciones y grita con júbilo! tendrá la desamparada dice el Señor. Ensancha el espacio de tu carpa, y despliega las cortinas de tu morada. ¡No te limites! Alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas. Porque a derecha y a izquierda te extenderás; tu descendencia desalojará naciones, y poblará ciudades desoladas. "No temas, porque no serás avergonzada. No te turbes, porque no serás humillada. Olvidarás la vergüenza de tu juventud, y no recordarás más el oprobio de tu viudez. Porque el que te hizo es tu esposo; su nombre es el Señor Todopoderoso. Tu Redentor es el Santo de Israel; ¡Dios de toda la tierra es su nombre! El Señor te llamará como a esposa abandonada; como a mujer angustiada de espíritu, como a esposa que se casó joven tan sólo para ser rechazada dice tu Dios. Te abandoné por un instante, pero con profunda compasión volveré a unirme contigo. Por un momento, en un arrebato de enojo, escondí mi rostro de ti; pero con amor eterno te tendré compasión dice el Señor, tu Redentor. "Para mí es como en los días de Noé, cuando juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra. Así he jurado no enojarme más contigo, ni volver a reprenderte. Aunque cambien de lugar las montañas y se tambaleen las colinas, no cambiará mi fiel amor por ti ni vacilará mi pacto de paz, dice el Señor, que de ti se compadece. "¡Mira tú, ciudad afligida, atormentada y sin consuelo! ¡Te afirmaré con turquesas, y te cimentaré con zafiros! Con rubíes construiré tus almenas, con joyas brillantes tus puertas, y con piedras preciosas todos tus muros. El Señor mismo instruirá a todos tus hijos, y grande será su bienestar. Serás establecida en justicia; lejos de ti estará la opresión, y nada tendrás que temer; el terror se apartará de ti, y no se te acercará. Si alguien te ataca, no será de mi parte; cualquiera que te ataque caerá ante ti. "Mira, yo he creado al herrero que aviva las brasas del fuego y forja armas para sus propios fines. para que haga estragos. No prevalecerá ninguna arma que se forje contra ti; toda lengua que te acuse será refutada. Ésta es la herencia de los siervos del Señor, la *justicia que de mí procede afirma el Señor.



Salmo 5


Atiende, Señor, a mis palabras; toma en cuenta mis gemidos. Escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío, porque a ti elevo mi plegaria. Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta. Tú no eres un Dios que se complazca en lo malo; a tu lado no tienen cabida los malvados. No hay lugar en tu presencia para los altivos, pues aborreces a los malhechores. Tú destruyes a los mentirosos y aborreces a los tramposos y asesinos. Pero yo, por tu gran amor puedo entrar en tu casa; puedo postrarme reverente hacia tu santo templo. Señor, por causa de mis enemigos, dirígeme en tu justicia; empareja delante de mí tu senda. En sus palabras no hay sinceridad; en su interior sólo hay corrupción. Su garganta es un sepulcro abierto; con su lengua profieren engaños. ¡Condénalos, oh Dios! ¡Que caigan por sus propias intrigas! ¡Recházalos por la multitud de sus crímenes, porque se han rebelado contra ti! Pero que se alegren todos los que en ti buscan refugio; ¡que canten siempre jubilosos! Extiende tu protección, y que en ti se regocijen todos los que aman tu nombre. Porque tú, Señor, bendices a los justos; cual escudo los rodeas con tu buena voluntad.



Proverbios 24


No envidies a los malvados, ni procures su compañía; porque en su corazón traman violencia, y no hablan más que de cometer fechorías. Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos. Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros. El que es sabio tiene gran poder, y el que es entendido aumenta su fuerza. La guerra se hace con buena estrategia; la victoria se alcanza con muchos consejeros. La sabiduría no está al alcance del necio, que en la asamblea del pueblo nada tiene que decir. Al que hace planes malvados lo llamarán intrigante. Las intrigas del necio son pecado, y todos aborrecen a los insolentes. Si en el día de la aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza. Rescata a los que van rumbo a la muerte; detén a los que a tumbos avanzan al suplicio. Pues aunque digas, "Yo no lo sabía", ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los corazones? ¿No habrá de saberlo el que vigila tu vida? ¡Él le paga a cada uno según sus acciones! Come la miel, hijo mío, que es deliciosa; dulce al paladar es la miel del panal. Así de dulce sea la sabiduría a tu alma; si das con ella, tendrás buen futuro; tendrás una esperanza que no será destruida. No aceches cual malvado la casa del justo, ni arrases el lugar donde habita; porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la desgracia. No te alegres cuando caiga tu enemigo, ni se regocije tu corazón ante su desgracia, no sea que el Señor lo vea y no lo apruebe, y aparte de él su enojo. No te alteres por causa de los malvados, ni sientas envidia de los impíos, porque el malvado no tiene porvenir; ¡la lámpara del impío se apagará! 30 Hijo mío, teme al Señor y honra al rey, y no te juntes con los rebeldes, porque de los dos recibirás un castigo repentino ¡y quién sabe qué calamidades puedan venir! También éstos son dichos de los sabios: No es correcto ser parcial en el juicio. Maldecirán los pueblos, y despreciarán las naciones, a quien declare inocente al culpable. Pero bien vistos serán, y bendecidos, los que condenen al culpable. Una respuesta sincera es como un beso en los labios. Prepara primero tus faenas de cultivo y ten listos tus campos para la siembra; después de eso, construye tu casa. No testifiques sin razón contra tu prójimo, ni mientas con tus labios. No digas: "Le haré lo mismo que me hizo; le pagaré con la misma moneda." Pasé por el campo del perezoso, por la viña del falto de juicio. Había espinas por todas partes; la hierba cubría el terreno, y el lindero de piedras estaba en ruinas. Guardé en mi corazón lo observado, y de lo visto saqué una lección: Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez, como un hombre armado!




El Libro de Lucas Capítulo 24 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS



CAPÍTULO 24
(33 d.C.)
LA RESURRECCIÓN



Y EL primer día de la semana (Domingo), muy de mañana (antes de la salida del sol), vinieron al sepulcro (se refiere a las mujeres del Versículo 55 del Capítulo anterior), trayendo las especias aromáticas que habían preparada (indica que ninguna de esas mujeres, ni los Discípulos, ni ninguna otra persona respecto a eso, creyeron que Jesús resucitaría de entre los muertos, porque si hubieran creído, ellos no hubieran venido al sepulcro con las especias para el cadáver), y algunas otras mujeres con ellas (quiénes eran, no nos dice).
2 Y hallaron la piedra removida del sepulcro (esta "piedra" pesaba más o menos cien libras, por lo tanto, se requería por lo menos varios hombres para remover esta piedra de la puerta donde estaba colocada; por eso, el hecho de que la piedra fue removida, indudablemente, les pareció muy extraño a ellas).
3 Y entrando (entraron en la tumba), no hallaron el Cuerpo del Señor Jesús (Su Título de Resurrección es, "Señor Jesús").
4 Y aconteció, que estando ellas espantadas de esto (no sabían qué pensar de esta situación), he aquí, se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes (éstos eran Ángeles, y sus "vestiduras resplandecientes" literalmente estas mujeres jamás habían visto cosa semejante, refiriéndose a la gloria de ellos):
5 Y estando ellas asustadas, se postraron rostro en Tierra (lo que se entiende es que la apariencia de estos Ángeles era tan resplandeciente que las enceguecían teniendo que mirar hacia abajo), les dijeron (los Ángeles les hablaron a las mujeres), ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? (Denota una reprensión suave, con un toque de sarcasmo.)
6 No está aquí, mas Él ha resucitado (esta frase, o derivado, llegó a ser el lema de la Iglesia Primitiva; "Él ha Resucitado"): acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea (indica que los Ángeles llamaron la atención a estas mujeres de las Palabras anteriores de Cristo, cuando Él les relataba tanto a ellas como a Sus Discípulos que Él había de morir en Jerusalén, y luego resucitar de entre los muertos; hasta les dijo cuánto tiempo estaría en la tumba [Mat. 12:40]),
7 Diciendo, Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día ([Luc. 18:32-33] los Ángeles se refirieron a los líderes religiosos de Israel y a los Romanos como "hombres pecadores").
8 Entonces ellos se acordaron de Sus palabras (el recuerdo es más importante que la información),
EL TESTIMONIO
9 Y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los Once, y a todos los demás (registra el hecho de que las mujeres eran las primeras Predicadoras de la Resurrección).
10 Y eran María Magdalena, y Juana (la esposa de Chuza, el mayordomo de Herodes [Luc. 8:3]), y María madre de Santiago (Santiago y Juan), y las demás con ellas, las que dijeron estas cosas a los Apóstoles.
11 Más a ellos les parecían como locura las palabras de ellas (en el Griego quiere decir, "tonterías ridículas"), y no las creyeron (el motivo de su incredulidad, como resultado de su comportamiento, era un desvío de la Palabra de Dios; cada maldad y dirección incorrecta son siempre, y sin excepción alguna, un desvío de la Palabra; la persistencia de los Apóstoles en Predicar acerca de la Resurrección en todas partes después de Pentecostés demuestra que la Resurrección era un hecho; y si no era un hecho, ¿cómo podrían ellos con seguridad afirmar que era cierto lo que habían rechazado rotundamente de creer?).
12 Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro (fue acompañado por Juan [Jn. 20:3]); y como miró dentro, vio solos los lienzos echados (prueba que el Cuerpo de Jesús no fue robado; si ese hubiera sido el caso, el ladrón de seguro no se hubiera detenido para tomarse el tiempo para deshacerse del lienzo con el cual estaba envuelto el Cuerpo; además, este lienzo estaba doblado con mucho cuidado y puesto a un lado, lo cual ningún ladrón hubiera hecho), y se fue maravillándose de lo que había sucedido (indica el comienzo de la Fe, pero aún muy débil).
LOS DOS DISCÍPULOS
13 Y, he aquí, dos de ellos (uno de ellos era Cleofas, el padre de Jacobo el menor y marido de María, la hermana de la Madre de Jesús [Jn. 19:25] no nos dice quién era el otro hombre; muchos eruditos antiguos sostienen que era Lucas mismo, y además dicen que él era uno de los Setenta, y el motivo por el cual no se mencionó a sí mismo era porque él era el escritor de este relato) iban el mismo día a una aldea que estaba de Jerusalén sesenta estadios (unos 11 kilómetros [siete millas]), llamada Emaús.
14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido (corresponde a la Crucifixión y, también, los testimonios de las mujeres con respecto a la aparición de los Ángeles, etc.).
15 Y aconteció, que, yendo hablando entre sí, y preguntándose el uno al otro (estaban absortos en sus pensamientos), el mismo Jesús se llegó, e iba con ellos juntamente (este acto en sí mismo no hubiera ocasionado sorpresa; los caminos de esa época estaban llenos de peatones transitando de un lado a otro, y alguien que hiciera esto no hubiera sido algo fuera de lo común).
16 Mas los ojos de ellos estaban velados para que no Le conociesen (el Señor lo hizo a propósito para que no Lo reconocieran; Él no se revelaría a esos dos Discípulos hasta que Él los pudiera traer a una condición apropiada del alma).
17 Y les dijo, ¿Qué pláticas son estas que tratáis entre vosotros andando, y estáis tristes? (¡Muchos de los Cristianos modernos están tristes inútilmente, aun como éstos a causa de la incredulidad!)
18 Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleofas, Le dijo (si él se hubiera dado cuenta de que era Jesús, se hubiera comportado completamente diferente), ¿Tú sólo peregrino eres en Jerusalén, y no has sabido las cosas que en ella han acontecido estos días? (¡Se lo preguntó con un poco de sarcasmo!)
19 Entonces Él les dijo, ¿Qué cosas? (Esta pregunta fue hecha solamente para hacerles hablar.) Y ellos Le dijeron, De Jesús Nazareno, el cual fue varón Profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo (si es de notarse, Cleofas no mencionó que Jesús es el Mesías; aunque ellos una vez lo creyeron, ya su fe vacilaba):
20 Y cómo Le entregaron los Principales Sacerdotes y nuestros gobernadores a condenación de muerte, y Le crucificaron (¡la religión organizada hizo esto!).
21 Mas nosotros esperábamos que Él era el que había de redimir a Israel (habían concentrado su estudio de la Biblia en lo que Las Escrituras prometían con respecto a la Gloria y el Reino del Mesías, pero estaban ciegos con respecto a la multitud de Tipos y Profecías prediciendo Sus Sufrimientos como el Salvador Expiatorio): y ahora sobre todo esto, hoy es el tercer día que esto ha acontecido (hacen hincapié en el tercer día y tenían razón).
22 Aunque también ciertas mujeres de los nuestros nos han espantado, las cuales antes del día fueron al sepulcro (expresa su testimonio del sepulcro vacío);
23 Y no hallando Su Cuerpo, vinieron, diciendo, que también habían visto visión de Ángeles, los cuales dijeron que Él vive.
24 Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro (Pedro y Juan), y hallaron así como las mujeres habían dicho: mas a Él no Le vieron (la última frase lleva en sí un elemento de duda).
25 Entonces Él les dijo, Oh insensatos (debiera traducirse, "¡hombres insensatos!"), y ¡tardos de corazón para creer todo lo que los Profetas han dicho! (Declara que el Señor concluye como "insensatos" a aquéllos que no han hecho Su Palabra como la base de sus acciones y decisiones; los hace retornar una vez más hacia la Biblia; Ella solo es el criterio para todas las cosas.)
26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas (quiere decir que la Biblia había predicho Sus Sufrimientos, lo cual debía ser obvio a Sus seguidores si hubieran dedicado tiempo y atención a la Palabra de Dios), y que entrara en Su Gloria? (Declara que la Biblia traza las líneas generales del Reino de la Gloria venidero, por lo tanto, el "Mesías Triunfante"; sin embargo, debe antecederse por la misión del "Mesías Sufriente.")
27 Y comenzando desde Moisés, y de todos los Profetas (el Señor hace dos declaraciones con respecto a la Biblia: 1. Es la autoridad suprema en cuanto a la Fe y Doctrina ya que está inspirada; y, 2. Su tema es los Sufrimientos y Glorias de Cristo — Sus Sufrimientos como el Cargador del pecado y Sus Glorias como el Purgador del pecado [Fil. 2:5-11; Heb. 1:3]), Él les declaraba en todas Las Escrituras lo que de Él decían (se puede decir verdaderamente que Cristo entró en la muerte con la Biblia en la mano, y que Él salió de entre los muertos con la Biblia en la mano; Él insistió que se había predicho acerca de Su Muerte y Resurrección con relación al pecado y al juicio).
28 Y llegaron a la aldea adonde iban (Emaús): y Él hizo como que iba más lejos (a cuántos Él se les ha acercado, pero Él no se ha quedado con ellos, porque Lo han "dejado ir").
29 Mas ellos Le detuvieron por fuerza, diciendo, Quédate con nosotros (¡ellos insistieron, y fuertemente!): porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró pues a estarse con ellos (Él se quedará con cualquiera y todos quienes sinceramente lo desean).
30 Y aconteció, que estando sentado con ellos a la mesa, tomando el pan, bendijo, y partió, y les dio (simbólico de lo que Él hace con nosotros; Él "nos toma," y luego "nos bendice," y luego "nos quebranta," porque la carne al final, tiene que ser quebrantada, y luego "nos da" a la Iglesia; si no se sigue este modelo, no seremos de ninguna bendición en absoluto).
31 Entonces fueron abiertos los ojos de ellos (Él ahora les permitió que Lo vieran realmente), y Le conocieron (qué gozo debió haber llenado sus corazones; ¡Jesús está vivo!); mas Él se desapareció de los ojos de ellos (pero sólo después de haberse revelado a ellos).
32 Y decían el uno al otro, ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría Las Escrituras? (Los asuntos de Cristo, por medio del Espíritu Santo, es para ayudarnos a entender la Palabra de Dios.)
33 Y levantándose en la misma hora, se tornaron a Jerusalén (presenta una alegría que no podían contener, y no es extraño), y hallaron a los Once reunidos, y a los que estaban con ellos (se refiere a una reunión que pronto se cambiaría de desesperación a gran gozo; cierto es que ellos tuvieron que llegar a este lugar por etapas, pero estaban en camino; ¡gloria a Dios!).
34 Que decían, Ha resucitado el Señor verdaderamente (expone una conversación de victoria, de hecho, la mayor victoria jamás registrada en la historia humana), y ha aparecido a Simón (La Escritura no nos informa de esta aparición, pero la probabilidad es que Pedro fue el primer hombre que vio a Jesús después de Su Resurrección).
35 Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino (una presentación emocionante), y cómo había sido conocido de ellos al partir el pan.
JESÚS APARECE
36 Y entre tanto que ellos hablaban estas cosas, Él se puso en medio de ellos (se refiere a una aparición inmediata y Revelación; Juan añadió que "las puertas fueron cerradas"), y les dijo, Paz a vosotros (les presenta Sus primeras palabras a ellos como un grupo después de la Resurrección).
37 Entonces ellos espantados y asombrados (indica lo improvisto del acontecimiento, y la manera en la cual fue hecho; ¡en un momento Él desaparece, y en otro momento Él aparece!), pensaban que veían espíritu (demuestra que todavía no entendían la Resurrección; ellos no dudaron de las apariciones, pero realmente no reconocieron estas apariciones por lo que eran verdaderamente).
38 Mas Él les dice, ¿Por qué estáis turbados (estar preocupado nos priva de la paz), y suben pensamientos a vuestros corazones? (Corresponde al temor, la duda, el desaliento y hasta la desesperación, provocados todos por la falta de Fe en la Palabra de Dios. Debiéramos tomar a pecho estas mismas preguntas.)
39 Mirad Mis Manos y Mis Pies, que Yo Mismo soy: palpad, y ved (ahora entenderían lo que Su Resurrección realmente era); que un espíritu ni tiene carne ni huesos, como veis que Yo tengo (en otras palabras, Jesús les decía que Él no era un espíritu incorpóreo; Él, de hecho, tenía un cuerpo físico de carne y huesos; no se menciona la sangre porque el Cuerpo Glorificado no tiene sangre; en tanto que ahora la vida de la carne está en la sangre, por eso, cuando nuestros cuerpos sean Glorificados, la vida será en el Espíritu, es decir, "el Espíritu Santo").
40 Y diciendo esto, les mostró Sus Manos y Sus Pies (Juan además añade que Él se había ofrecido, también, a que ellos vieran la herida en Su Costado; de hecho, Él retendrá estas heridas para siempre [Zac. 13:6; Apoc. 5:6]).
41 Y no creyéndolo aún ellos de gozo, y maravillados (indica que su fe todavía era débil; tenemos tendencia de corregirlos, pero ¿hubiéramos nosotros actuado mejor?), Él les dijo, ¿Tenéis aquí algo de comer? (Tiene la intención de demostrarles el hecho de que Él todavía retenía un Cuerpo humano, aunque Glorificado, y que como tal Él podía comer alimentos. Un "espíritu" no tiene carne y huesos, e igualmente no come.)
42 Entonces ellos Le presentaron parte de un pez asado, y un panal de miel (se especula que fue en la casa de Juan Marcos, quien escribió el Libro de Marcos).
43 Y Él tomó, y comió delante de ellos (debe fijarse que Jesús no le pidió a Sus Discípulos a creer algo que era contrario a su parecer).
44 Y Él les dijo, Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros, que era necesario que se cumpliesen todas las cosas, que están escritas de Mí en la Ley de Moisés, y en los Profetas, y en los Salmos (los Judíos dividían el Antiguo Testamento en tres partes — la Ley de Moisés, los Profetas y los Salmos, que consistían en los Libros de Sabiduría; la historia entera del Antiguo Testamento es la Historia de Jesús y la Cruz, y lo que la Cruz proporciona; de hecho, si no entendemos esto, no podemos entender totalmente la Palabra de Dios; como está claro aquí, "Cristo y Él Crucificado" es la clave de todo entendimiento).
45 Entonces les abrió el entendimiento, para que entendiesen Las Escrituras (el que no entiende Las Escrituras, entiende poco o nada; déjenos decirlo otra vez: "Jesucristo y Él Crucificado," es la Historia de la Biblia; toda Doctrina debe estar construida sobre este Fundamento, que constituye la casa construida sobre la Roca; de otro modo, es una casa construida sobre arena),
LA GRAN COMISIÓN
46 Y les dijo, Así está escrito (demuestra lo que acabo de declarar acerca de Cristo y la Cruz), y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día (déjenos decirlo otra vez, esto es la Historia de la Biblia):
47 Y que se predicase en Su Nombre el arrepentimiento y la remisión de pecados (indica el método de Dios de proclamar Su Palabra, y desempeñar Su Obra; cualquier otro método no es Bíblico) en todas las naciones, comenzando de Jerusalén (el Plan de Dios de la Salvación es idéntico para todos en cuanto a raza, color o cultura; es para el mundo entero).
48 Y vosotros sois testigos de estas cosas (el Cristianismo no se comenzó como resultado de una filosofía instructiva, como con todas las religiones; se comenzó por hombres y mujeres que literalmente atestiguaron del Hijo encarnado de Dios en todo Su Ministerio terrenal, así como Su Muerte y Resurrección; por consiguiente, podrían decir, "lo que hemos visto, y testificamos").
49 Y, he aquí, yo enviaré la Promesa de Mi Padre sobre vosotros (el Bautismo con el Espíritu Santo, que vendría durante el Día de Pentecostés [Hch. 1:4-5]): mas vosotros esperad en la ciudad de Jerusalén (era donde el Templo estaba situado, y donde siempre se celebraba el Día de Pentecostés, que ocasionaría el derramamiento del Espíritu; era sólo para el derramamiento inicial; desde entonces, Jesús Bautiza con el Espíritu Santo dondequiera que la persona pudiera estar [Hch., caps. 8-10, 19]), hasta que seáis investidos de potencia de lo alto (este es el Bautismo con el Espíritu Santo, que siempre es acompañado por el hablar en otras lenguas [Hch. 2:4; sin ser investido, el Creyente y la Iglesia son de poco valor para el Reino de Dios).
LA ASCENCIÓN
50 Y los sacó fuera hasta Betania (este pequeño pueblo estaba situado en el lado opuesto del Monte de los Olivos, y es en realidad un barrio residencial de Jerusalén; era la casa de María, Marta y Lázaro, los amigos amados de Jesús), y alzando Sus Manos, los bendijo (Lo proclama como el Sumo Sacerdote de Israel, habiendo hecho la Expiación, por consiguiente levantando Sus Manos y bendiciendo a la gente, que los Sumos Sacerdotes de Israel habían hecho durante casi 1.600 años; todo es un Tipo de lo que Él haría al final; pero que quede bien claro que Su Bendición es para todos, y no solamente para los Judíos).
51 Y aconteció, que bendiciéndolos (indica una bendición continua, lo que significa que sigue hasta hoy día, y de hecho, seguirá para siempre), se fue de ellos, y era llevado arriba al Cielo (corresponde a la Ascensión; Él se apresuró a la Cruz a fin de Expiar los pecados de Su Pueblo, pero Él no se apresuró a la Gloria, ya que Él no quiso dejar a Sus Ovejas Amadas).
52 Y ellos, después de haberle adorado (significa que Su Presencia estaba todavía con ellos, aunque ya Él había ascendido), se volvieron a Jerusalén con gran gozo (indica que era un grupo diferente de gente, al menos con respecto a la Fe, espíritu y emociones, que la de la Crucifixión; antes todo era tinieblas, ahora todo es luz):
53 Y estaban siempre en el Templo, alabando y bendiciendo a Dios (debido a la Promesa del Padre que se ha hecho real en nuestros corazones, ahora somos el Templo [I Cor. 3:16] y hemos de alabar al Señor continuamente). Amén (todos los cuatro Evangelios clausuran con la palabra "Amén," que significa "Verdad").


Primera Corintios Capítulo 13:


Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4


Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:


Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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