29 October 2015

El 29 de octubre Lectura Bíblica Diaria


SonLife TV Español


El 29 de octubre Lectura Bíblica Diaria: 


Jeremías 28 a 30:
En el quinto mes de ese mismo año cuarto, es decir, al comienzo del reinado de Sedequías, rey de Judá, el profeta Jananías hijo de Azur, que era de Gabaón, me dijo en la casa del Señor, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo: Así dice el Señor Todopoderso, el Dios de Israel: Voy a quebrar el yugo del rey de Babilonia. Dentro de dos años devolveré a este lugar todos los utensilios que Nabucodonosor, rey de Babilonia, se llevó de la casa del Señor a Babilonia. También haré que vuelvan a este lugar Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, y todos los que fueron deportados de Judá a Babilonia. ¡Voy a quebrar el yugo del rey de Babilonia! Yo, el Señor, lo afirmo. En presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo que estaba en la casa del Señor, el profeta Jeremías le respondió al profeta Jananías: ¡Amén! Que así lo haga el Señor. Que cumpla el Señor las palabras que has profetizado. Que devuelva a este lugar los utensilios de la casa del Señor y a todos los que fueron deportados a Babilonia. Pero presta atención a lo que voy a decirles a ti y a todo el pueblo: Los profetas que nos han precedido profetizaron guerra, hambre y pestilencia contra numerosas naciones y grandes reinos. Pero a un profeta que anuncia paz se le reconoce como profeta verdaderamente enviado por el Señor, sólo si se cumplen sus palabras. Entonces el profeta Jananías tomó el yugo que estaba sobre el cuello del profeta Jeremías, y lo quebró. Y dijo en presencia de todo el pueblo: Así dice el Señor: De esta manera voy a quebrar, dentro de dos años, el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que pesa sobre el cuello de todas las naciones. El profeta Jeremías, por su parte, optó por seguir su camino. Algún tiempo después de que el profeta Jananías quebrara el yugo que pesaba sobre el cuello de Jeremías, la palabra del Señor vino a este profeta: "Ve y adviértele a Jananías que así dice el Señor: Tú has quebrado un yugo de madera, pero yo haré en su lugar un yugo de hierro. Porque así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: ‘Voy a poner un yugo de hierro sobre el cuello de todas estas naciones, para someterlas a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y ellas se sujetarán a él. También a las bestias del campo las someteré a su poder. " Entonces el profeta Jeremías le dijo al profeta Jananías: Presta mucha atención. A pesar de que el Señor no te ha enviado, tú has hecho que este pueblo confíe en una mentira. Por eso, así dice el Señor: Voy a hacer que desaparezcas de la faz de la tierra. Puesto que has incitado a la rebelión contra el Señor, este mismo año morirás. En efecto, el profeta Jananías murió en el mes séptimo de ese mismo año. Ésta es la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén al resto de los ancianos que estaban en el exilio, a los sacerdotes y los profetas, y a todo el pueblo que Nabucodonosor había desterrado de Jerusalén a Babilonia. Esto sucedió después de que el rey Jeconías había salido de Jerusalén, junto con la reina madre, los eunucos, los jefes de Judá y de Jerusalén, los artesanos y los herreros. La carta fue enviada por medio de Elasá hijo de Safán, y de Guemarías hijo de Jilquías, a quienes Sedequías, rey de Judá, había enviado al rey Nabucodonosor, rey de Babilonia. La carta decía: Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel, a todos los que he deportado de Jerusalén a Babilonia: "Construyan casas y habítenlas; planten huertos y coman de su fruto. Cásense, y tengan hijos e hijas; y casen a sus hijos e hijas, para que a su vez ellos les den nietos. Multiplíquense allá, y no disminuyan. Además, busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado, y pidan al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad." Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: "No se dejen engañar por los profetas ni por los adivinos que están entre ustedes. No hagan caso de los sueños que ellos tienen. Lo que ellos les profetizan en mi nombre es una mentira. Yo no los he enviado", afirma el Señor. Así dice el Señor: "Cuando a Babilonia se le hayan cumplido los setenta años, yo los visitaré; y haré honor a mi promesa en favor de ustedes, y los haré volver a este lugar. Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón. Me dejaré encontrar afirma el Señor, y los haré volver del cautiverio. Yo los reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde los haya dispersado, y los haré volver al lugar del cual los deporté", afirma el Señor. Ustedes podrán decir: "El Señor nos ha dado profetas en Babilonia", pero esto es lo que dice el Señor acerca del rey que ocupa el trono de David, y acerca de todo el pueblo que aún queda en esta ciudad, es decir, de sus hermanos que no fueron con ustedes al exilio. Así dice el Señor Todopoderoso: "Voy a mandar contra ellos la espada, el hambre y la pestilencia. Haré que sean como higos podridos, que de tan malos no se pueden comer. Los perseguiré con espada, hambre y pestilencia, y haré que sean motivo de espanto para todos los reinos de la tierra, y que sean maldición y objeto de horror, de burla y de escarnio en todas las naciones por donde yo los disperse. Porque ustedes no han escuchado ni han hecho caso de las palabras que, una y otra vez, les envié por medio de mis siervos los profetas afirma el Señor. "Pero ahora todos ustedes los exiliados que hice deportar de Jerusalén a Babilonia, ¡obedezcan mi palabra!" Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel, acerca de Acab hijo de Colaías, y de Sedequías hijo de Maseías, que les profetizan una mentira en mi nombre: "Voy a entregarlos en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él los matará ante sus propios ojos. Por culpa de ellos, todos los deportados de Judá que están en Babilonia pronunciarán esta maldición: Que haga el Señor contigo lo mismo que hizo con Sedequías y Acab, a quienes el rey de Babilonia asó en el fuego. Porque cometieron una infamia en Israel: adulteraron con la mujer de su prójimo y dijeron mentiras en mi nombre, cosas que jamás les ordené. Yo lo sé, y de eso soy testigo", afirma el Señor. También a Semaías hijo de Nejelán le comunicarás que así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: "Tú, en tu propio nombre, enviaste cartas a todo el pueblo que está en Jerusalén, al sacerdote Sofonías hijo de Maseías, y a todos los sacerdotes. En esas cartas decías: El Señor te ha puesto como sacerdote en lugar del sacerdote Joyadá, para que vigiles en la casa del Señor. A todo loco que se haga pasar por profeta, lo pondrás en el cepo y en el calabozo. ¿Por qué, pues, no has reprendido a Jeremías de Anatot, que entre ustedes se hace pasar por profeta? Resulta que él nos envió un mensaje a Babilonia, el cual decía: ‘La deportación va a durar mucho tiempo; así que construyan casas, y habítenlas; planten huertos y coman de su fruto. " El sacerdote Sofonías leyó esta carta al profeta Jeremías. Entonces vino a Jeremías la palabra del Señor: "Comunícales a todos los deportados que así dice el Señor acerca de Semaías de Nejelán: Puesto que Semaías les ha profetizado sin que yo lo haya enviado, y les ha hecho confiar en una mentira, yo, el Señor, castigaré a Semaías de Nejelán y a su descendencia, porque ha incitado al pueblo a rebelarse contra mí. Ninguno de su familia vivirá para contar el bien que le haré a mi pueblo ", afirma el Señor. La palabra del Señor vino a Jeremías: "Así dice el Señor, el Dios de Israel: Escribe en un libro todas las palabras que te he dicho. Porque vienen días afirma el Señor cuando yo haré volver del cautiverio a mi pueblo Israel y Judá, y los traeré a la tierra que di a sus antepasados, y la poseerán ", afirma el Señor. Esto fue lo que el Señor le dijo a Jeremías acerca de Israel y Judá: "Así dice el Señor: "Hemos escuchado un grito de espanto; no hay *paz, sino terror. Pregunten y vean si acaso los varones dan a luz. ¿Por qué, pues, veo a todos los *hombres con las manos sobre las caderas, como mujeres con dolores de parto? ¿Por qué han palidecido todos los rostros? ¡Ay! Será un día terrible, un día que no tiene parangón. Será un tiempo de angustia para Jacob, pero será librado de ella. "En aquel día afirma el Señor Todopoderoso, quebraré el yugo que mi pueblo lleva sobre el cuello, romperé sus ataduras, y ya no serán esclavos de extranjeros. Servirán al Señor, su Dios, y a David, a quien pondré como su rey. "No temas, Jacob, siervo mío; no te asustes, Israel afirma el Señor. A ti, Jacob, te libraré de ese país lejano; a tus descendientes los libraré del exilio. Volverás a vivir en paz y tranquilidad, y ya nadie te infundirá temor. Porque yo estoy contigo para salvarte afirma el Señor. entre las que te había dispersado. Pero a ti no te destruiré del todo, sino que te castigaré con justicia; ¡de ninguna manera quedarás impune! "Así dice el Señor: "Tu herida es incurable, tu llaga no tiene remedio. No hay quien defienda tu causa; no hay remedio para tu mal ni sanidad para tu enfermedad. Todos tus amantes te han olvidado; ya no se ocupan de ti. Por causa de tu enorme iniquidad, y por tus muchos pecados, te he golpeado, te he corregido, como lo haría un adversario cruel. ¿Por qué te quejas de tus heridas, si tu dolor es incurable? y por tus muchos pecados, yo te he tratado así. "Todos los que te devoren serán devorados; todos tus enemigos serán deportados. Todos los que te saqueen serán saqueados; todos los que te despojen serán despojados. Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas afirma el Señor porque te han llamado la Desechada, la pobre *Sión, la que a nadie le importa. "Así dice el Señor: "Restauraré las fortunas de las carpas de Jacob, y tendré compasión de sus moradas; la ciudad resurgirá sobre sus ruinas, y el palacio se asentará en el lugar debido. Surgirán de ellos cánticos de gratitud, y gritos de alegría. Multiplicaré su descendencia, y no disminuirá; los honraré, y no serán menospreciados. Sus hijos volverán a ser como antes; ante mí será restablecida su comunidad, pero castigaré a todos sus opresores. De entre ellos surgirá su líder; uno de ellos será su gobernante. Lo acercaré hacia mí, y él estará a mi lado, pues ¿quién arriesgaría su vida por acercarse a mí? afirma el Señor. Ustedes serán mi pueblo, y yo seré su Dios. " La tempestad del Señor ha estallado con furor; una tempestad huracanada se ha desatado sobre los malvados. La ardiente ira del Señor no pasará hasta que haya realizado del todo los propósitos de su corazón. al final de los tiempos.


Salmo 19:
Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber. Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, por toda la tierra resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! un pabellón para el sol. Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor. La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. El temor del Señor es puro: permanece para siempre. Las sentencias del Señor son verdaderas: todas ellas son justas. Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. ¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente! Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. y de multiplicar mis pecados. Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.



Proverbios 7:
Hijo mío, pon en práctica mis palabras y atesora mis mandamientos. Cumple con mis mandatos, y vivirás; cuida mis enseñanzas como a la niña de tus ojos. Llévalos atados en los dedos; anótalos en la tablilla de tu corazón. Di a la sabiduría: "Tú eres mi hermana", y a la inteligencia: "Eres de mi sangre." Ellas te librarán de la mujer ajena, de la adúltera y de sus palabras seductoras. Desde la ventana de mi casa miré a través de la celosía. Me puse a ver a los inexpertos, y entre los jóvenes observé a uno de ellos falto de juicio. Cruzó la calle, llegó a la esquina, y se encaminó hacia la casa de esa mujer. Caía la tarde. Llegaba el día a su fin. Avanzaban las sombras de la noche. De pronto la mujer salió a su encuentro, con toda la apariencia de una prostituta y con solapadas intenciones. (Como es escandalosa y descarada, nunca hallan sus pies reposo en su casa. Unas veces por las calles, otras veces por las plazas, siempre está al acecho en cada esquina.) Se prendió de su cuello, lo besó, y con todo descaro le dijo: "Tengo en mi casa sacrificios de comunión, pues hoy he cumplido mis votos. Por eso he venido a tu encuentro; te buscaba, ¡y ya te he encontrado! Sobre la cama he tendido multicolores linos egipcios. He perfumado mi lecho con aroma de mirra, áloe y canela. Ven, bebamos hasta el fondo la copa del amor; ¡disfrutemos del amor hasta el amanecer! Mi esposo no está en casa, pues ha emprendido un largo viaje. Se ha llevado consigo la bolsa del dinero, y no regresará hasta el día de luna llena." Con palabras persuasivas lo convenció; con lisonjas de sus labios lo sedujo. Y él en seguida fue tras ella, como el buey que va camino al matadero; como el ciervo que cae en la trampa, hasta que una flecha le abre las entrañas; como el ave que se lanza contra la red, sin saber que en ello le va la vida. Así que, hijo mío, escúchame; presta atención a mis palabras. No desvíes tu corazón hacia sus sendas, ni te extravíes por sus caminos, pues muchos han muerto por su causa; sus víctimas han sido innumerables. Su casa lleva derecho al *sepulcro; ¡conduce al reino de la muerte!


El Libro de Juan Capítulo 14 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN JUAN

CAPÍTULO 14
(33 d.C.)
EL CONSUELO Y LA PROMESA




NO se turbe vuestro corazón (Cristo lo dijo inmediatamente después de predecir la negación vergonzosa de Pedro): creéis en Dios, creed también en Mí (es simplemente tener Fe en Él, así como ellos tenían Fe en Dios; esta es Su Revelación más Suprema y más completa de Sí Mismo como Dios).
2 En la Casa de Mi Padre muchas moradas hay (da a entender que el Cielo es un lugar grande; en realidad, un lugar tan grande que sus posibilidades sobrepasan la imaginación y exceden nuestra comprensión): de otra manera, os lo hubiera dicho (tiene referencia al hecho de que Él habla del conocimiento de primera mano). Voy, pues, a preparar lugar para vosotros (se refiere a Él Personalmente que supervisa este proyecto de construcción en el Cielo).
3 Y si me fuere, y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí Mismo (la primera mención del Arrebatamiento de la Iglesia [I Tes. 4:13-18]); para que donde Yo estoy, vosotros también estéis (se refiere al Cielo, donde irán los Santos de Dios en la Resurrección).
4 Y sabéis adónde Yo voy (Él acababa de decirles), y sabéis el Camino (en realidad, se refiría a Él Mismo, ya que Él es "el Camino").
5 Le dice Tomás, Señor, no sabemos adónde vas (este Discípulo procurando conseguir la Verdad y la realidad mediante el intelectualismo y no por la Fe); ¿cómo, pues, podemos saber el camino? (¡Cristo contestará de inmediato!)
JESÚS
6 Jesús le dice, Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida (pone en claro exactamente Quién y Lo Que es Jesús): nadie viene al Padre, sino por Mí (Él declara positivamente que esta idea de Dios como el Padre, este acercamiento a Dios a favor de cada hombre es por medio de Él — por Lo Que Él es y Lo Que Él hizo).
7 Si Me conocieseis, también a Mi Padre conocierais (quiere decir, "Si ustedes hubieran aprendido a conocerme espiritualmente y por experiencia, se hubieran dado cuenta que Yo y el Padre somos Uno, es decir, Uno en esencia y unidad, y no en número"): y desde ahora Le conocéis, y Le habéis visto (cuando verdaderamente ve a Jesús, verdaderamente ve al Padre; como se expresó anteriormente, ellos son "Uno" en esencia).
8 Le dice Felipe, Señor, muéstranos el Padre, y nos basta (tal como Felipe, todos, al menos en la mayor parte, quieren ver a Dios, pero en su mayoría rechaza la única manera de verlo, que es por medio de Jesús).
9 Jesús le dice, ¿Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, y no Me has conocido, Felipe? (Reynolds dice, "No hay un buen entendimiento de Jesucristo hasta que el Padre sea realmente visto en Él.") Él que Me ha visto, ha visto al Padre (la misma Encarnación de Quién y Lo Que el Mesías sería; si queremos saber Lo Que Dios es, sólo tenemos que mirar al Hijo); ¿cómo, pues, dices tú, Muéstranos el Padre?
10 ¿No crees que Yo Soy en el Padre, y el Padre en Mí? (La clave es "creer.") Las Palabras que Yo os hablo, no las hablo de Mí Mismo (las palabras que salieron de la Boca del Maestro son, en realidad, las del Padre Celestial): mas el Padre que está en Mí, Él hace las obras (el Padre hace tal por el Espíritu Santo).
11 Creedme que Yo Soy en el Padre, y el Padre en Mí (de nuevo coloca la Fe como el vehículo y a Jesús como el Objeto): de otra manera, creedme por las mismas obras (muestra un nivel que tendría que ser obvio a todos, e incluye la observación presente también).
PODER
12 De cierto, de cierto, os digo, El que en Mí cree, las Obras que Yo hago también él las hará (creer en Cristo da acceso al Padre, Quien hace las Obras); y mayores que éstas hará; porque Yo voy al Padre (con respecto a la cantidad en vez de la calidad; las Obras de Cristo fueron limitados a Israel, mientras las Obras de los Creyentes cubren la totalidad del mundo).
13 Y todo lo que pidiereis al Padre en Mi Nombre, esto haré (al Cristiano se le ha otorgado el Poder para usar el Nombre de Cristo; pero si se prestaría atención, todo el uso de Su Nombre está restringido al mundo del espíritu; a los Creyentes nunca se les da autoridad sobre otros Creyentes), para que el Padre sea glorificado en el Hijo (se lleva a cabo por la gran Obra de Cristo extendida a todos los Creyentes).
14 Si algo pidiereis en Mi Nombre, Yo lo haré (se refiere a lo que está en armonía con Su Carácter y Voluntad).
EL AYUDADOR
15 Si Me amáis, guardad Mis Mandamientos (Sus Mandamientos se pueden guardar sólo de una manera; el Creyente siempre tiene que hacer de Cristo y la Cruz el Objeto de su Fe, que dará entonces al Espíritu Santo libertad de acción para obrar dentro de nuestras vidas y ayudarnos a hacer estas cosas que debemos hacer);
16 Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador ("Paracletos," que quiere decir "Uno llamado al lado del otro para ayudar"), para que esté con vosotros para siempre (antes de la Cruz, el Espíritu Santo sólo podía ayudar a unas cuantas personas, y luego sólo por un período de tiempo; desde la Cruz, Él vive en los corazones y vidas de los Creyentes, y lo hace para siempre);
17 El Espíritu de Verdad (el Griego dice, "el Espíritu de la Verdad," que se refiere a la Palabra de Dios; en realidad, Él hace mucho más que simplemente supervisar el atributo de la Verdad, como Cristo "es la Verdad" [I Jn. 5:6]); al cual el mundo no puede recibir (el Espíritu Santo no puede entrar en el corazón del incrédulo hasta que aquella persona haga a Cristo su Salvador; entonces Él entra), porque no Le ve, ni Le conoce (se refiere al hecho de que sólo los Creyentes Nacidos de Nuevo pueden entender el Espíritu Santo y conocerlo): mas vosotros Le conocéis (sería mejor traducido, "Pero ustedes llegarán a conocerlo"); porque está con vosotros (antes de la Cruz), y estará en vosotros (que ocurriría en el Día de Pentecostés y en adelante, porque la deuda del pecado fue para siempre pagada por Cristo en la Cruz, que cambia la disposición de todo).
18 No os dejaré huérfanos (desamparados): vendré a vosotros (por la Persona del Espíritu Santo).
19 Aún un poquito, y el mundo no Me verá más (en algunos días Él sería devuelto a la Gloria); empero vosotros Me veréis (después del Día de Pentecostés, veremos a Cristo en la Persona del Espíritu Santo): porque Yo vivo, vosotros también viviréis (se refiere a Su Resurrección venidera, que garantiza la Obra de la Cruz).
20 En aquel día (después de la Resurrección y la venida del Espíritu Santo en el Día de Pentecostés) vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre (habla de la Deidad; ¡Jesús es Dios!), y vosotros en Mí (tiene que ver con nuestra Salvación por la Fe), y Yo en vosotros (nos permite vivir una vida victoriosa [Gál. 2:20]).
21 El que tiene Mis Mandamientos, y los guarda, aquél es el que Me ama (como se expresó anteriormente, podemos guardar Sus Mandamientos sólo al permitir que el Espíritu Santo obre dentro de nuestras vidas, que Él hace basado en nuestra Fe expresada en Cristo y la Cruz): y el que Me ama, será amado de Mi Padre (proporciona el criterio de aprobación por el Padre), y Yo Le amaré, y Me manifestaré a él (revela totalmente Su Persona, Naturaleza y Bondad al Creyente).
22 Le dice Judas, no el Iscariote, Señor, ¿y qué ha pasado que te hayas de manifestar a nosotros, y no al mundo? (También conocido como Lebeo o Tadeo. Él era el hermano de Santiago el Menor. Sus preguntas tienen implicaciones de que Israel sería restaurado a su lugar de gloria y grandeza.)
23 Respondió Jesús y le dijo, El que Me ama, Mi Palabra guardará (muestra lo que Jesús habla como algo basado en el Amor, que es exactamente lo contrario de lo que los Apóstoles decían, que era la fuerza; ellos querían que Jesús usara Su Poder para obligar a Roma y a la otra gente del mundo para que reconociera a Israel como la Primera Nación): y Mi Padre le amará, y vendremos a él (todo por medio del Espíritu Santo), y haremos con él morada (Jesús explicó que Su manifestación era para el corazón; era íntimo y espiritual, de modo que el corazón pudiera conscientemente disfrutar de Su morada en ello).
24 El que no Me ama, no guarda Mis Palabras (millones afirman que aman a Jesús, pero es una afirmación vacía si hacen caso omiso de Sus "mandamientos"): y la Palabra que habéis oído, no es Mía, sino del Padre que Me envió (Reynolds dijo, "El Amor requiere la obediencia, y la obediencia requiere el Amor. En consecuencia, la obediencia es la gran prueba del Amor, y si el Amor está ausente, significa que la obediencia de la Palabra está ausente también.").
25 Estas cosas os he hablado, aún estando con vosotros (Le queda poco tiempo en esta capacidad).
26 Mas el Consolador (el Ayudador), el Espíritu Santo (la Tercera Persona de la Deidad), Al Cual el Padre enviará en Mi Nombre (porque Jesús pagó el precio en la Cruz, que autoriza al Espíritu Santo venir en una dimensión completamente nueva), Él os enseñará todas las cosas (el Espíritu Santo como el Gran Maestro de la Palabra de Dios, que es la única manera en que se puede aprender la Palabra), y os recordará todas las cosas, que os he dicho (el Espíritu Santo ayuda a los Apóstoles a recordar lo que Jesús había dicho y, también, a entender lo que Él había dicho).
LA PAZ
27 La Paz os dejo (la Paz que resulta de la Obra del Espíritu Santo en la Santificación), Mi Paz os doy (hay una diferencia enorme entre la "Paz con Dios," que todos los Creyentes tienen, y la "Paz de Dios" de la cual Jesús habla aquí): no como el mundo la da, Yo os la doy (la paz del mundo es sólo superficial; ésta dada por Cristo está en el corazón). No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo ("La Paz de Dios" sana el corazón perturbado y quita el temor).
28 Habéis oído como Yo os he dicho, Voy, y vengo a vosotros (¡Él habla de enviar el Espíritu Santo, que Él así lo hizo!). Si me amaseis, ciertamente os gozaríais, porque he dicho, que voy al Padre (Cristo yendo al Padre proclamó el hecho de que Su Gran Sacrificio en la Cruz fue aceptado, y la Justicia ya podría ser imputada a los hombres, todo realizado por el Espíritu Santo): porque el Padre mayor es que Yo (habla de Cristo con respecto a Su Encarnación).
29 Y ahora os lo he dicho antes que se haga (se refiere a todas las cosas que Él haría, que perteneció a la Crucifixión, la Resurrección y la Ascensión; también, muestra que Él volvió a enviar al Espíritu Santo, Quien en efecto tomaría Su lugar); para que, cuando se hiciere, creáis (tiene la referencia al hecho de que el cumplimiento sería muy pronto, en efecto comenzó al día siguiente).
30 Ya no hablaré mucho con vosotros (podría traducirse, "De aquí en adelante no tendré mucho tiempo para hablar con ustedes"): porque viene el Príncipe de este mundo (se refiere a Satanás), mas no tiene nada en Mí (Satanás no tenía dominio sobre Jesús, ni reclamo en Jesús, ni ningún pecado en Jesús, ni nada perverso acerca de Jesús; Él era totalmente Santo, completamente, absolutamente e irrevocablemente por encima del pecado y Satanás).
31 Empero para que conozca el mundo que amo al Padre (se presentaba en el mismo modo que Él exigió de Sus Discípulos); y como el Padre Me dio el Mandamiento, así hago (declara Su Ejemplo Perfecto; ¡en consecuencia debemos obedecerle!). Levantaos, vamos de aquí (expresó la urgencia de llevar a cabo la Voluntad del Padre).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

passport-to-the-impossible 

Labels: , , , , , , , , , , , , ,

0 Comments:

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home