30 September 2022

El 30 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre


El 30 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:


Levítico 14-16:

14 Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Esta será la ley para el leproso cuando se limpiare: Será traído al sacerdote, y éste saldrá fuera del campamento y lo examinará; y si ve que está sana la plaga de la lepra del leproso, el sacerdote mandará luego que se tomen para el que se purifica dos avecillas vivas, limpias, y madera de cedro, grana e hisopo. Y mandará el sacerdote matar una avecilla en un vaso de barro sobre aguas corrientes. Después tomará la avecilla viva, el cedro, la grana y el hisopo, y los mojará con la avecilla viva en la sangre de la avecilla muerta sobre las aguas corrientes; y rociará siete veces sobre el que se purifica de la lepra, y le declarará limpio; y soltará la avecilla viva en el campo. Y el que se purifica lavará sus vestidos, y raerá todo su pelo, y se lavará con agua, y será limpio; y después entrará en el campamento, y morará fuera de su tienda siete días. Y el séptimo día raerá todo el pelo de su cabeza, su barba y las cejas de sus ojos y todo su pelo, y lavará sus vestidos, y lavará su cuerpo en agua, y será limpio. El día octavo tomará dos corderos sin defecto, y una cordera de un año sin tacha, y tres décimas de efa de flor de harina para ofrenda amasada con aceite, y un log de aceite. Y el sacerdote que le purifica presentará delante de Jehová al que se ha de limpiar, con aquellas cosas, a la puerta del tabernáculo de reunión; y tomará el sacerdote un cordero y lo ofrecerá por la culpa, con el log de aceite, y lo mecerá como ofrenda mecida delante de Jehová. Y degollará el cordero en el lugar donde se degüella el sacrificio por el pecado y el holocausto, en el lugar del santuario; porque como la víctima por el pecado, así también la víctima por la culpa es del sacerdote; es cosa muy sagrada. Y el sacerdote tomará de la sangre de la víctima por la culpa, y la pondrá el sacerdote sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho. Asimismo el sacerdote tomará del log de aceite, y lo echará sobre la palma de su mano izquierda, y mojará su dedo derecho en el aceite que tiene en su mano izquierda, y esparcirá del aceite con su dedo siete veces delante de Jehová. Y de lo que quedare del aceite que tiene en su mano, pondrá el sacerdote sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho, encima de la sangre del sacrificio por la culpa. Y lo que quedare del aceite que tiene en su mano, lo pondrá sobre la cabeza del que se purifica; y hará el sacerdote expiación por él delante de Jehová. Ofrecerá luego el sacerdote el sacrificio por el pecado, y hará expiación por el que se ha de purificar de su inmundicia; y después degollará el holocausto, y hará subir el sacerdote el holocausto y la ofrenda sobre el altar. Así hará el sacerdote expiación por él, y será limpio. Mas si fuere pobre, y no tuviere para tanto, entonces tomará un cordero para ser ofrecido como ofrenda mecida por la culpa, para reconciliarse, y una décima de efa de flor de harina amasada con aceite para ofrenda, y un log de aceite, y dos tórtolas o dos palominos, según pueda; uno será para expiación por el pecado, y el otro para holocausto. Al octavo día de su purificación traerá estas cosas al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová. Y el sacerdote tomará el cordero de la expiación por la culpa, y el log de aceite, y los mecerá el sacerdote como ofrenda mecida delante de Jehová. Luego degollará el cordero de la culpa, y el sacerdote tomará de la sangre de la culpa, y la pondrá sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho. Y el sacerdote echará del aceite sobre la palma de su mano izquierda; y con su dedo derecho el sacerdote rociará del aceite que tiene en su mano izquierda, siete veces delante de Jehová. También el sacerdote pondrá del aceite que tiene en su mano sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho, en el lugar de la sangre de la culpa. Y lo que sobre del aceite que el sacerdote tiene en su mano, lo pondrá sobre la cabeza del que se purifica, para reconciliarlo delante de Jehová. Asimismo ofrecerá una de las tórtolas o uno de los palominos, según pueda. Uno en sacrificio de expiación por el pecado, y el otro en holocausto, además de la ofrenda; y hará el sacerdote expiación por el que se ha de purificar, delante de Jehová. Esta es la ley para el que hubiere tenido plaga de lepra, y no tuviere más para su purificación. Habló también Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: Cuando hayáis entrado en la tierra de Canaán, la cual yo os doy en posesión, si pusiere yo plaga de lepra en alguna casa de la tierra de vuestra posesión, vendrá aquel de quien fuere la casa y dará aviso al sacerdote, diciendo: Algo como plaga ha aparecido en mi casa. Entonces el sacerdote mandará desocupar la casa antes que entre a mirar la plaga, para que no sea contaminado todo lo que estuviere en la casa; y después el sacerdote entrará a examinarla. Y examinará la plaga; y si se vieren manchas en las paredes de la casa, manchas verdosas o rojizas, las cuales parecieren más profundas que la superficie de la pared, el sacerdote saldrá de la casa a la puerta de ella, y cerrará la casa por siete días. Y al séptimo día volverá el sacerdote, y la examinará; y si la plaga se hubiere extendido en las paredes de la casa, entonces mandará el sacerdote, y arrancarán las piedras en que estuviere la plaga, y las echarán fuera de la ciudad en lugar inmundo. Y hará raspar la casa por dentro alrededor, y derramarán fuera de la ciudad, en lugar inmundo, el barro que rasparen. Y tomarán otras piedras y las pondrán en lugar de las piedras quitadas; y tomarán otro barro y recubrirán la casa. Y si la plaga volviere a brotar en aquella casa, después que hizo arrancar las piedras y raspar la casa, y después que fue recubierta, entonces el sacerdote entrará y la examinará; y si pareciere haberse extendido la plaga en la casa, es lepra maligna en la casa; inmunda es. Derribará, por tanto, la tal casa, sus piedras, sus maderos y toda la mezcla de la casa; y sacarán todo fuera de la ciudad a lugar inmundo. Y cualquiera que entrare en aquella casa durante los días en que la mandó cerrar, será inmundo hasta la noche. Y el que durmiere en aquella casa, lavará sus vestidos; también el que comiere en la casa lavará sus vestidos. Mas si entrare el sacerdote y la examinare, y viere que la plaga no se ha extendido en la casa después que fue recubierta, el sacerdote declarará limpia la casa, porque la plaga ha desaparecido. Entonces tomará para limpiar la casa dos avecillas, y madera de cedro, grana e hisopo; y degollará una avecilla en una vasija de barro sobre aguas corrientes. Y tomará el cedro, el hisopo, la grana y la avecilla viva, y los mojará en la sangre de la avecilla muerta y en las aguas corrientes, y rociará la casa siete veces. Y purificará la casa con la sangre de la avecilla, con las aguas corrientes, con la avecilla viva, la madera de cedro, el hisopo y la grana. Luego soltará la avecilla viva fuera de la ciudad sobre la faz del campo. Así hará expiación por la casa, y será limpia. Esta es la ley acerca de toda plaga de lepra y de tiña, y de la lepra del vestido, y de la casa, y acerca de la hinchazón, y de la erupción, y de la mancha blanca, para enseñar cuándo es inmundo, y cuándo limpio. Esta es la ley tocante a la lepra. 15 Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: Hablad a los hijos de Israel y decidles: Cualquier varón, cuando tuviere flujo de semen, será inmundo. Y esta será su inmundicia en su flujo: sea que su cuerpo destiló a causa de su flujo, o que deje de destilar a causa de su flujo, él será inmundo. Toda cama en que se acostare el que tuviere flujo, será inmunda; y toda cosa sobre que se sentare, inmunda será. Y cualquiera que tocare su cama lavará sus vestidos; se lavará también a sí mismo con agua, y será inmundo hasta la noche. Y el que se sentare sobre aquello en que se hubiere sentado el que tiene flujo, lavará sus vestidos, se lavará también a sí mismo con agua, y será inmundo hasta la noche. Asimismo el que tocare el cuerpo del que tiene flujo, lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la noche. Y si el que tiene flujo escupiere sobre el limpio, éste lavará sus vestidos, y después de haberse lavado con agua, será inmundo hasta la noche. Y toda montura sobre que cabalgare el que tuviere flujo será inmunda. Cualquiera que tocare cualquiera cosa que haya estado debajo de él, será inmundo hasta la noche; y el que la llevare, lavará sus vestidos, y después de lavarse con agua, será inmundo hasta la noche. Y todo aquel a quien tocare el que tiene flujo, y no lavare con agua sus manos, lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la noche. La vasija de barro que tocare el que tiene flujo será quebrada, y toda vasija de madera será lavada con agua. Cuando se hubiere limpiado de su flujo el que tiene flujo, contará siete días desde su purificación, y lavará sus vestidos, y lavará su cuerpo en aguas corrientes, y será limpio. Y el octavo día tomará dos tórtolas o dos palominos, y vendrá delante de Jehová a la puerta del tabernáculo de reunión, y los dará al sacerdote; y el sacerdote hará del uno ofrenda por el pecado, y del otro holocausto; y el sacerdote le purificará de su flujo delante de Jehová. Cuando el hombre tuviere emisión de semen, lavará en agua todo su cuerpo, y será inmundo hasta la noche. Y toda vestidura, o toda piel sobre la cual cayere la emisión del semen, se lavará con agua, y será inmunda hasta la noche. Y cuando un hombre yaciere con una mujer y tuviere emisión de semen, ambos se lavarán con agua, y serán inmundos hasta la noche. Cuando la mujer tuviere flujo de sangre, y su flujo fuere en su cuerpo, siete días estará apartada; y cualquiera que la tocare será inmundo hasta la noche. Todo aquello sobre que ella se acostare mientras estuviere separada, será inmundo; también todo aquello sobre que se sentare será inmundo. Y cualquiera que tocare su cama, lavará sus vestidos, y después de lavarse con agua, será inmundo hasta la noche. También cualquiera que tocare cualquier mueble sobre que ella se hubiere sentado, lavará sus vestidos; se lavará luego a sí mismo con agua, y será inmundo hasta la noche. Y lo que estuviere sobre la cama, o sobre la silla en que ella se hubiere sentado, el que lo tocare será inmundo hasta la noche. Si alguno durmiere con ella, y su menstruo fuere sobre él, será inmundo por siete días; y toda cama sobre que durmiere, será inmunda. Y la mujer, cuando siguiere el flujo de su sangre por muchos días fuera del tiempo de su costumbre, o cuando tuviere flujo de sangre más de su costumbre, todo el tiempo de su flujo será inmunda como en los días de su costumbre. Toda cama en que durmiere todo el tiempo de su flujo, le será como la cama de su costumbre; y todo mueble sobre que se sentare, será inmundo, como la impureza de su costumbre. Cualquiera que tocare esas cosas será inmundo; y lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la noche. Y cuando fuere libre de su flujo, contará siete días, y después será limpia. Y el octavo día tomará consigo dos tórtolas o dos palominos, y los traerá al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión; y el sacerdote hará del uno ofrenda por el pecado, y del otro holocausto; y la purificará el sacerdote delante de Jehová del flujo de su impureza. Así apartaréis de sus impurezas a los hijos de Israel, a fin de que no mueran por sus impurezas por haber contaminado mi tabernáculo que está entre ellos. Esta es la ley para el que tiene flujo, y para el que tiene emisión de semen, viniendo a ser inmundo a causa de ello; y para la que padece su costumbre, y para el que tuviere flujo, sea varón o mujer, y para el hombre que durmiere con mujer inmunda. 16 Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron. Y Jehová dijo a Moisés: Dí a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio. Con esto entrará Aarón en el santuario: con un becerro para expiación, y un carnero para holocausto. Se vestirá la túnica santa de lino, y sobre su cuerpo tendrá calzoncillos de lino, y se ceñirá el cinto de lino, y con la mitra de lino se cubrirá. Son las santas vestiduras; con ellas se ha de vestir después de lavar su cuerpo con agua. Y de la congregación de los hijos de Israel tomará dos machos cabríos para expiación, y un carnero para holocausto. Y hará traer Aarón el becerro de la expiación que es suyo, y hará la reconciliación por sí y por su casa. Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación. Mas el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto. Y hará traer Aarón el becerro que era para expiación suya, y hará la reconciliación por sí y por su casa, y degollará en expiación el becerro que es suyo. Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños llenos del perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo. Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera. Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre. Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus impurezas. Ningún hombre estará en el tabernáculo de reunión cuando él entre a hacer la expiación en el santuario, hasta que él salga, y haya hecho la expiación por sí, por su casa y por toda la congregación de Israel. Y saldrá al altar que está delante de Jehová, y lo expiará, y tomará de la sangre del becerro y de la sangre del macho cabrío, y la pondrá sobre los cuernos del altar alrededor. Y esparcirá sobre él de la sangre con su dedo siete veces, y lo limpiará, y lo santificará de las inmundicias de los hijos de Israel. Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará traer el macho cabrío vivo; y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto. Después vendrá Aarón al tabernáculo de reunión, y se quitará las vestiduras de lino que había vestido para entrar en el santuario, y las pondrá allí. Lavará luego su cuerpo con agua en el lugar del santuario, y después de ponerse sus vestidos saldrá, y hará su holocausto, y el holocausto del pueblo, y hará la expiación por sí y por el pueblo. Y quemará en el altar la grosura del sacrificio por el pecado. El que hubiere llevado el macho cabrío a Azazel, lavará sus vestidos, lavará también con agua su cuerpo, y después entrará en el campamento. Y sacarán fuera del campamento el becerro y el macho cabrío inmolados por el pecado, cuya sangre fue llevada al santuario para hacer la expiación; y quemarán en el fuego su piel, su carne y su estiércol. El que los quemare lavará sus vestidos, lavará también su cuerpo con agua, y después podrá entrar en el campamento. Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová. Día de reposo es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo. Hará la expiación el sacerdote que fuere ungido y consagrado para ser sacerdote en lugar de su padre; y se vestirá las vestiduras de lino, las vestiduras sagradas. Y hará la expiación por el santuario santo, y el tabernáculo de reunión; también hará expiación por el altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación. Y esto tendréis como estatuto perpetuo, para hacer expiación una vez al año por todos los pecados de Israel. Y Moisés lo hizo como Jehová le mandó.


Salmo 140:

Oh Señor, líbrame de los impíos; protégeme de los violentos, de los que urden en su corazón planes malvados y todos los días fomentan la guerra. Afilan su lengua cual lengua de serpiente; ¡veneno de víbora hay en sus labios! Selah. Señor, protégeme del poder de los impíos; protégeme de los violentos, de los que piensan hacerme caer. Esos engreídos me han tendido una trampa; han puesto los lazos de su red, han tendido trampas a mi paso. Selah. Yo le digo al Señor: "Tú eres mi Dios. Atiende, Señor, a mi voz suplicante." Señor Soberano, mi salvador poderoso que me protege en el día de la batalla: No satisfagas, Señor, los caprichos de los impíos; no permitas que sus planes prosperen, para que no se enorgullezcan. Selah. Que sobre la cabeza de mis perseguidores recaiga el mal que sus labios proclaman. Que lluevan brasas sobre ellos; que sean echados en el fuego, en ciénagas profundas, de donde no vuelvan a salir. Que no eche raíces en la tierra la gente de lengua viperina; que la calamidad persiga y destruya a la gente que practica la violencia. Yo sé que el Señor hace justicia a los pobres y defiende el derecho de los necesitados. Ciertamente los justos alabarán tu nombre y los íntegros vivirán en tu presencia.




Proverbios 9:




La sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares. Preparó un banquete, mezcló su vino y tendió la mesa. Envió a sus doncellas, y ahora clama desde lo más alto de la ciudad. "¡Vengan conmigo los inexpertos! dice a los faltos de juicio. Vengan, disfruten de mi pan y beban del vino que he mezclado. Dejen su insensatez, y vivirán; andarán por el camino del discernimiento. "El que corrige al burlón se gana que lo insulten; el que reprende al malvado se gana su desprecio. No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará. Instruye al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber. "El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; conocer al Santo es tener discernimiento. Por mí aumentarán tus días; muchos años de vida te serán añadidos. Si eres sabio, tu premio será tu sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás." La mujer necia es escandalosa, frívola y desvergonzada. Se sienta a las puertas de su casa, sienta sus reales en lo más alto de la ciudad, y llama a los que van por el camino, a los que no se apartan de su senda. "¡Vengan conmigo, inexpertos! dice a los faltos de juicio. ¡Las aguas robadas saben a gloria! ¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!" Pero éstos ignoran que allí está la muerte, que sus invitados caen al fondo de la fosa.




El Libro de Lucas Capítulo 9 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS




CAPÍTULO 9
(31 d.C.)
LOS DOCE




Y JUNTANDO a Sus Doce Discípulos (un llamado Divino), les dio Poder y Autoridad sobre todos los demonios (espíritus inmundos), y que sanasen enfermedades (nunca se ejerce la Autoridad Espiritual sobre las personas, sino solamente sobre el mundo espiritual de las tinieblas [Luc. 10:19]).
2 Y los envió a que Predicasen (el gran negocio del verdadero varón de Dios es el de Predicar) el Reino de Dios (han de Predicar porque el Reino ya daba indicación, porque el Rey estaba presente; el Rey, desgraciadamente, fue rechazado; el Mensaje ahora es "Jesucristo y Él Crucificado," que traerá al final el Reino a la Tierra que se cumplirá en la Segunda Venida [I Cor. 1:21, 23]), y que sanasen a los enfermos (constituyó parte de estas misiones, y siguió todos los días de la Iglesia Primitiva y hasta el presente; se permite a cualquiera bajo el Nuevo Convenio a orar por los enfermos y anticipar la sanidad [Marc. 16:17-18]).
3 Y les dice, No toméis nada para el camino (se refiere al Llamado del Ministerio), ni báculo, ni alforja (un bolso pequeño para llevar cosas), ni pan, ni dinero; ni tengáis dos vestidos cada uno (en vez de esperar hasta que aquellas cosas puedan ser proporcionadas, lleve a cabo la Obra del Señor, y confíe en el Señor por Su provisión).
4 Y en cualquier casa en que entrareis, quedad allí, y de allí salid (no se pasen de casa a casa; la idea de que su asunto más importante es la Predicación del Evangelio, no el de socializar).
5 Y todos los que no os recibieren (ya sea una sola casa, o una ciudad entera), saliéndoos de aquella ciudad, aun el polvo sacudid de vuestros pies en testimonio contra ellos (el Evangelio rechazado siempre incurre el juicio en una forma u otra, para una sola persona o para toda una región).
6 Y saliendo (los Doce), rodeaban por todas las aldeas, anunciando el Evangelio, y sanando por todas partes (cualquier cosa menos no es el Verdadero Evangelio).
JUAN EL BAUTISTA
7 Y oyó Herodes el tetrarca (Herodes Antipas) todas las cosas que hacía (tiene que ver con Jesús): y estaba en duda, porque decían algunos, que Juan ha resucitado de los muertos (indica un espectáculo aterrador a la conciencia doliente de Herodes quien había asesinado a Juan);
8 Y otros (algunos decían), Elías ha aparecido (en otras palabras que Jesús era Elías); y  otros, Algún Profeta de los antiguos ha resucitado (todo esto demostró una ignorancia gráfica de la Palabra).
9 Y dijo Herodes, A Juan yo degollé (no fue dicho por alarde o desprecio, sino más bien por puro temor): ¿quién pues será Éste, de quien yo oigo tales cosas? (Las "tales cosas" causaba gran gozo para muchos, pero miedo para Herodes debido a una conciencia culpable.) Y procuraba verle (este deseo sería satisfecho, pero no en el presente; él Lo vio en el día de la Crucifixión cuando Pilato envió Cristo a Herodes para el juicio).
LOS CINCO MIL
ALIMENTADOS
10 Y vueltos los Apóstoles (de su Misión de Predicación del Versículo 1), Le contaron todas las cosas que habían hecho. Y tomándolos, se retiró aparte a un lugar desierto de la ciudad que se llama Betsaida (se refiere a Betsaida, Julias situada en la orilla noreste del Mar de Galilea; era sólo a una distancia corta de Capernaum).
11 Y cuando lo entendieron las gentes (entendían adonde Él se había ido), Le siguieron (se fueron adonde Él estaba): y Él las recibió, y les hablaba del Reino de Dios, y sanaba a los que tenían necesidad de cura.
12 Y el día había comenzado a declinar, y llegándose los Doce, Le dijeron, Despide a las gentes, para que yendo a las aldeas y heredades de alrededor, procedan a alojarse y hallen viandas (comida): porque aquí estamos en lugar desierto (el mundo es un lugar desierto, pero donde Jesús está, la necesidad puede ser suplida).
13 Y les dice, Dadles vosotros de comer (demuestra que dentro de sí mismos no podían   hacerlo). Y dijeron ellos, No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a menos que vayamos nosotros a comprar viandas para toda esta multitud (pensaban en lo material, cuando Él pensaba en lo espiritual; nuestro pensar no debiera consistir en lo que nosotros podemos hacer, sino más bien en lo que Él puede hacer).
14 Y eran como cinco mil hombres (con las mujeres y niños, eran fácilmente diez mil o más). Entonces dijo a Sus Discípulos, Hacedlos sentar en grupos, de cincuenta en cincuenta (de esta manera todos podrían ser alimentados, mientras que por otra parte  hubiera sido un manicomio; Dios siempre funciona de una posición de orden).
15 Y así lo hicieron, haciéndolos sentar a todos.
16 Y tomando los cinco panes y los dos pescados (en las manos suyas, no era nada; en Sus Manos, era todo), mirando al Cielo (¿cuándo aprenderemos que nuestra ayuda viene de lo alto?), los bendijo (lo que Él toma, Él bendice), y partió (lamentablemente hay mucha obstinación dejada en todos nosotros, que requiere un "quebrantamiento" que no es agradable, en lo más mínimo), y dio a Sus Discípulos para que pusiesen delante de las multitudes (antes de que podamos ser dados correctamente a la multitud, primero debemos ser bendecidos, luego quebrantados; demasiados intentan no hacer caso del "quebrantamiento," que dependen sólo de la "bendición"; tal nunca es honrado por el Señor).
17 Y comieron todos, y quedaron satisfechos (lo que el Señor proporciona siempre satisface): y recogieron lo que les sobró, doce canastas de pedazos (lo que el hombre hace, resta; lo que Dios hace, añade).
LA CONFESIÓN DE PEDRO
18 Y aconteció que estando Él solo orando (unas ocho veces Lucas alude a la oración de Jesús, que debiera servirnos como lección; mientras Él definitivamente era Dios, y nunca dejó de ser Dios, Él funcionó en esta Tierra como "Hombre"; como tal, Él tuvo que orar), estaban con Él los Discípulos: y les preguntó, diciendo, ¿Quién dicen las gentes que soy? (La respuesta a esta pregunta resultaría en graves consecuencias.)
19 Y ellos respondieron y dijeron, Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros, que algún Profeta de los antiguos ha resucitado (la Biblia no enseña la reencarnación, tampoco enseña la transmigración de un espíritu a otro).
20 Y les dijo, ¿Y vosotros, quién decís que soy? (Él fue admirado por los Discípulos como el Maestro de los Maestros, y al mismo tiempo un Misterio.) Entonces respondiendo Simón Pedro dijo, El Cristo de Dios (expresa la respuesta correcta; "Cristo" es realmente un título, y quiere decir "ungido," o más exacto, "El Ungido," que quiere decir "El Mesías").
SU MUERTE Y RESURRECCIÓN
21 Mas Él advirtiéndoles, mandó que a nadie dijesen esto (¿por qué? ya los líderes religiosos de Israel Le habían rechazado, y para que los Discípulos propagasen a todas partes Quién era Él realmente hubiera causado más grandes problemas);
22 Diciendo, Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas (se menciona aparte de la gloria que sigue los sufrimientos), y sea desechado de los Ancianos y de los Principales Sacerdotes y de los Escribas (tiene que ver con la totalidad del liderazgo religioso de Israel), y que sea muerto (se refiere a la Crucifixión de Cristo; los líderes religiosos serían culpable de Su Muerte), y resucite al tercer día (la Resurrección, que nunca estaba en papel de juicio; el propósito de que Dios se hizo hombre fue para ir a la Cruz porque éste es el único modo por el cual el pecado podría ser derrotado, y el pecado es el problema).
EL DISCIPULADO
23 Y decía a todos, Si alguno quiere venir en pos de Mí (el criterio del Discipulado), niéguese a sí mismo (no por el ascetismo como muchos creen, sino al negar su fuerza de voluntad, su propia voluntad, fuerza y habilidad, dependiendo totalmente en Cristo), y tome su cruz (los beneficios de la Cruz, con la mira exclusivamente a lo que Jesús hizo allá para suplir cada una de nuestras necesidades) cada día (es muy importante, poner nuestra mirada a la Cruz; tengamos que renovar nuestra Fe en lo que Cristo hizo por nosotros, hasta hacerlo diariamente, porque Satanás siempre intentará desviarnos de la Cruz como el Objeto de nuestra Fe, lo cual siempre resulta desastroso), y sígame (sólo puede el Creyente seguir a Cristo cuando mantiene su mirada en la Cruz, comprendiendo lo que fue cumplido, y sólo por este medio [Rom. 6:3-5, 11, 14; 8:1-2, 11; I Cor. 1:17-18, 21, 23; 2:2; Gál. 6:14; Ef. 2:13-18; Col. 2:14-15]).
24 Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá (que intenta vivir su vida aparte de Cristo y la Cruz): y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, éste la salvará (cuando depositamos nuestra Fe completamente en Cristo y la Cruz, fijándonos exclusivamente en Él, ya encontramos "la vida más abundante" [Jn. 10:10]).
25 Porque ¿qué aprovecha al hombre, si ganare todo el mundo, y se pierda él a sí mismo, o corra peligro de sí? (No se puede tener a Cristo y al mundo al mismo tiempo. Tiene que decidir el uno o el otro. Y si se gana todo el mundo y pierde su alma, ¿que le aprovechará?)
26 Porque el que se avergonzare de Mí (que se avergonzare de la Cruz de Cristo) y de Mis Palabras (una demanda para la negación de sí mismo y a llevar su Cruz diariamente), de éste el Hijo del Hombre se avergonzará (una negación de Cristo y de la Cruz es una negación de la Salvación), cuando viniere en Su Gloria (aquéllos que aceptan a Cristo y la Cruz estarán con Él cuando venga de otro modo serán "echados fuera"), y del Padre (la Gloria del Padre), y de los Santos Ángeles (si quiere estar al lado de Cristo, el Padre Celestial y los Santos Ángeles, tiene que aceptar a Cristo y la Cruz, lo cual automáticamente niega los caminos pérfidos).
27 Y os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean el Reino de Dios (que se refiere a la transfiguración que acontecerá dentro de poco).
LA TRANSFIGURACIÓN
28 Y aconteció como ocho días después de estas palabras (Marcos dice "seis días" [Marc. 9:2] no hay discrepancia; la declaración de Marcos es exclusiva, que quiere decir todos los días y tiempo no incluidos en la declaración; la declaración de Lucas es inclusiva), Él tomó a Pedro y a Juan y a Santiago, y subió al monte a orar (la primera vez que estos tres fueron apartados de los demás fue cuando la hija de Jairo fue resucitada de entre los muertos).
29 Y entre tanto que oraba, la apariencia de Su Rostro se hizo otra (quiere decir que el resplandor era obvio a todos; también, la Gloria que Él ya experimentaba no se originó de afuera, sino de dentro), y Su Vestido blanco y resplandeciente (esta Gloria interna transformó los vestidos sencillos de campesino a una cosa de tanta belleza que es absolutamente indescriptible).
30 Y, he aquí, dos varones que hablaban con Él, los cuales eran Moisés y Elías (Moisés había muerto ya hace cerca de 1.500 años, y Elías fue traspuesto y, de hecho, nunca murió, pero había estado en el Cielo o el Paraíso durante un período cerca de 900 años; todo esto pone fin a la doctrina errónea del "sueño del alma," lo cual enseña que el alma y el espíritu duermen durante la muerte y no volverán a la vida hasta la Resurrección):
31 Que aparecieron en Majestad (la "gloria" de aquéllos fue de lo que se originó de afuera, en efecto la de Dios el Padre, mientras la "Gloria" de Cristo vino de dentro de Él porque Él es Dios, la Segunda Persona de la Trinidad), y hablaban de Su salida, la cual había de cumplir en Jerusalén (la "Cruz" era el tema de esta conversación, tiene que ser el tema de nosotros también).
32 Mas Pedro y los que estaban con Él estaban cargados de sueño: y cuando despertaron, vieron Su Majestad, y a aquellos dos varones que estaban con Él (nos demuestra cómo los Hijos de Dios morirán, simplemente al dormir en Jesús y es despertarse en el Cielo en Su Presencia).
33 Y aconteció, que apartándose ellos de Él (se refiere a Moisés y Elías que desaparecen de la escena), Pedro dice a Jesús, Maestro, bien es que nos quedemos aquí: y hagamos tres pabellones; uno para Ti, y uno para Moisés, y uno para Elías: no sabiendo lo que se decía (declara a Pedro que coloca a estos dos a la par con Cristo, que no fue apreciado favorablemente por Dios).
34 Y estando él hablando esto, vino una nube (la misma como aquella acompañó al Señor cuando Él conducía a los Hijos de Israel en sus jornadas en el desierto y, también, la que descansó sobre el Tabernáculo, es decir, "la Gloria de Dios") que los cubrió: y tuvieron temor entrando ellos en la nube (Cristo no temió, sino más bien los tres Discípulos sí tuvieron temor).
35 Y vino una Voz de la nube (la Voz de Dios el Padre), que decía, Este es Mi Hijo Amado: a Él oíd (en efecto dice, "lo oyen constantemente," también significa que ningún mortal debe ser puesto a la par con Cristo; los Católicos deberían notar que Él no dijo, "oíd a María," sino más bien "a Él oíd").
36 Y pasada aquella Voz, Jesús fue hallado solo (declara el hecho de que la Voz no vino de un cuerpo físico). Y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto (significa que no compartieron el relato de este incidente hasta después de la Resurrección).
LECCIONES
37 Y aconteció al día siguiente, que apartándose ellos del monte, gran compañía les salió al encuentro (indica que ellos Lo esperaban).
38 Y, he aquí, un hombre de la multitud clamó (un hombre en la muchedumbre), diciendo, Maestro, Te ruego, que veas a mi hijo: que es el único que tengo (peculiar a Lucas; es el único quien menciona que este pobre muchacho atormentado era el único niño en esa familia).
39 Y, he aquí, un espíritu (espíritu demoníaco) le toma, y de repente da voces (se refiere al espíritu demoníaco que tomaba control del muchacho); y le despedaza y hace echar espuma, y apenas se aparta de él quebrantándole (acontecimientos constantes).
40 Y rogué a Tus Discípulos que le echasen fuera; y no pudieron (Marcos dice que Jesús dijo que la razón era la "falta de oración" de los Discípulos; de hecho, el énfasis en el Texto Griego es en su "falta de oración," en vez de su "falta de ayuno" [Marc. 9:29]).
41 Y respondiendo Jesús, dice, ¡Oh generación infiel y perversa! (Fue dicho a todo Israel.) ¿Hasta cuándo tengo que estar con vosotros, y os sufriré? (Describe la exasperación humana de Jesús.) Trae tu hijo acá (indica que el muchacho fue recluido a poca distancia).
42 Y como aún se acercaba, el demonio le derribó y despedazó (representa el último esfuerzo de este demonio para lastimar a este niño). Más Jesús increpó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo devolvió a su padre (Jesús echó fuera el demonio, y sanó lo que el demonio había dañado con respecto al cuerpo físico del niño).
43 Y todos estaban atónitos de la grandeza de Dios. Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo a Sus Discípulos (describe la idea que vuelve a surgir, como se hace mención en el Versículo siguiente, de Él que es el Mesías Triunfante y, por lo tanto, que sería Rey),
44 Poned vosotros en vuestros oídos estas palabras (corresponde a lo que ellos no querían oír): porque ha de acontecer que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres (expresa lo que ya les había dicho, pero lo que ellos no podían entender).
45 Mas ellos no entendían esta palabra, y les era encubierta para que no la entendiesen (no fue oculto a propósito, al contrario fue oculto debido a su incredulidad): y temían preguntarle de esta palabra (quiere decir que lo que Él había dicho no se alineaba con los conceptos suyos).
46 Entonces entraron en disputa, cuál de ellos sería el mayor (el espíritu de la obstinación, fue la causa por la cual no podían comprender).
47 Mas Jesús, viendo los pensamientos del corazón de ellos (se refiere que el Espíritu Santo Le reveló lo que los Apóstoles discutían), tomó un niño, y le puso junto a sí (se cree que era el hijo de Pedro),
48 Y les dice, Cualquiera que recibiere este niño en Mi Nombre, a Mí recibe (conlleva la idea de servicio a los demás, lo que encauza el argumento de los Discípulos acerca de quién de ellos sería el más grande; para bendecir a un niño, tiene que hacerlo únicamente motivado por amor, porque el niño no puede devolver el favor): y cualquiera que Me recibiere a Mí, recibe a Quien Me envió (a menos que alguien viene como un niño, no puede recibir a Cristo; y cuando alguien recibe a Cristo, al mismo tiempo recibe a Dios el Padre; todo es a través de Cristo): porque él que fuere el menor entre todos vosotros, éste será el grande (la obra por la cual el Evangelio de Cristo vino al mundo fue nada menos que derribar a los altos de sus asientos, y exaltar a los humildes y a los mansos).
49 Entonces respondiendo Juan dijo, Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios (espíritus demoníacos) en Tu Nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros (éste es el pecado del sectarismo, lo cual, en esencia, quiere decir, "la exclusión de los demás, fuera de un grupo particular").
50 Jesús le dijo, No se lo prohibáis: porque el que no es contra nosotros, por nosotros es (prohíbe todo sectarismo).
51 Y aconteció que, cuando se cumplió el tiempo en que había de ser recibido arriba (este mismo "tiempo" particular fue planeado por la Deidad desde antes de la fundación del mundo [I Ped. 1:20; Apoc. 13:8]), Él afirmó Su Rostro para ir a Jerusalén (aquí es donde el terrible hecho tiene que llevarse a cabo).
52 Y envió mensajeros delante de sí (se refiere a los Discípulos u otros que fueron para prepararles un lugar para pasar una noche por lo menos, en esta aldea particular): los cuales fueron, y entraron en una ciudad de los Samaritanos, para prevenirle (descendientes de los paganos que se establecieron en esa región de Israel durante el tiempo de los cautiverios; se celebraban matrimonios mixtos con los pocos Judíos que quedaban en esta tierra [II Rey. 17:24-34]).
53 Mas no Le recibieron (indica el error más grande que cometieron, y desgraciadamente es el error más grande que cometemos la mayoría), porque Su Rostro era como alguien que iba a Jerusalén (tenía que ver con el argumento entre los Judíos y los Samaritanos; en otras palabras, permitieron que su religión les causara perder el momento más grande en su historia, y su religión probablemente los llevó al Infierno).
54 Y viendo esto Sus Discípulos Santiago y Juan (es probable que Jesús envió a los dos a la aldea para buscar alojamiento), dijeron, Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del Cielo, y los consuma, como hizo Elías? (El entusiasmo sin conocimiento y el fracaso de no dividir la Palabra de la Verdad es la causa que los hombres con buenas intenciones pueden errar enormemente.)
55 Entonces volviéndose Él, los reprendió (es la misma Palabra usada por Jesús cuando Él reprendió a los espíritus inmundos [Mat. 17:18]; el espíritu de los Discípulos en ese momento y los espíritus de los demonios eran todos iguales en ese instante, por lo tanto, los dos fueron reprendidos como correspondía), diciendo, Vosotros no sabéis de qué espíritu sois (una vez más los demuestra que obran en el espíritu del Maligno; ¿cuántos Cristianos modernos hacen lo mismo?).
56 Porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas (proclama la Verdadera Misión de Cristo). Y se fueron a otra aldea (constituía el momento más grande que la "otra aldea" jamás podría conocer).
EL DISCIPULADO
57 Y aconteció, que, yendo ellos (continuaba la mañana siguiente en su viaje hacia Jerusalén), un cierto hombre Le dijo en el camino, Señor, Te seguiré dondequiera que fueres (expresa que este hombre, según Mateo, era un Escriba [Mat. 8:19]).
58 Y le dijo Jesús, Las zorras tienen cuevas, y las aves de los Cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar Su Cabeza (la implicación con respecto al Escriba es que él no calculó el costo, y cuando se le reveló, no quiso pagar el precio).
59 Y dijo a otro, Sígueme (a este hombre, Cristo le extiende una invitación). Y él dijo, Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre (declara que las "preocupaciones de esta vida" le robaban de la preeminencia con Cristo).
60 Y Jesús le dijo, Deja los muertos que entierren a sus muertos (no tenía la intención de demostrar una actitud irreverente a los muertos, ni de eludir la responsabilidad; no fue la idea de enterrar a su padre, sino más bien de colocar tales cosas primero; Cristo tiene que ser primero en todas las cosas): y tú, ve, y anuncia el Reino de Dios (había mucha gente para desempeñar las otras tareas, pero muy pocos para Predicar la Palabra de Dios).
61 Entonces también dijo otro, Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero, de los que están en mi casa (el Espíritu Santo nos describe el propósito resuelto que debe ser importante en la vida de cada Creyente, esto es, si siguen a Cristo como deben).
62 Y Jesús le dijo, Ninguno, que poniendo su mano al arado, y mira atrás, es apto para el Reino de Dios (el vínculo a Cristo y a Su Servicio tiene que ser incondicional).


Primera Corintios Capítulo 13:




Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4




Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:




Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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