22 June 2024

El 22 de junio Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1



El 22 de junio Lectura Bíblica Diaria:

Isaías 8 a 10:
8  Me dijo Jehová: Toma una tabla grande, y escribe en ella con caracteres legibles tocante a Maher-salal-hasbaz. Y junté conmigo por testigos fieles al sacerdote Urías y a Zacarías hijo de Jeberequías. Y me llegué a la profetisa, la cual concibió, y dio a luz un hijo. Y me dijo Jehová: Ponle por nombre Maher-salal-hasbaz. Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío, y Madre mía, será quitada la riqueza de Damasco y los despojos de Samaria delante del rey de Asiria. Otra vez volvió Jehová a hablarme, diciendo: Por cuanto desechó este pueblo las aguas de Siloé, que corren mansamente, y se regocijó con Rezín y con el hijo de Remalías; he aquí, por tanto, que el Señor hace subir sobre ellos aguas de ríos, impetuosas y muchas, esto es, al rey de Asiria con todo su poder; el cual subirá sobre todos sus ríos, y pasará sobre todas sus riberas; y pasando hasta Judá, inundará y pasará adelante, y llegará hasta la garganta; y extendiendo sus alas, llenará la anchura de tu tierra, oh Emanuel. Reuníos, pueblos, y seréis quebrantados; oíd, todos los que sois de lejanas tierras; ceñíos, y seréis quebrantados; disponeos, y seréis quebrantados. Tomad consejo, y será anulado; proferid palabra, y no será firme, porque Dios está con nosotros. Porque Jehová me dijo de esta manera con mano fuerte, y me enseñó que no caminase por el camino de este pueblo, diciendo: No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalén. Y muchos tropezarán entre ellos, y caerán, y serán quebrantados; y se enredarán y serán apresados. Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos. Esperaré, pues, a Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de Jacob, y en él confiaré. He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos, que mora en el monte de Sion. Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido. Y pasarán por la tierra fatigados y hambrientos, y acontecerá que teniendo hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, levantando el rostro en alto. Y mirarán a la tierra, y he aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán sumidos en las tinieblas. 9 Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos. Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián. Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego. Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto. El Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel. Y la sabrá todo el pueblo, Efraín y los moradores de Samaria, que con soberbia y con altivez de corazón dicen: Los ladrillos cayeron, pero edificaremos de cantería; cortaron los cabrahigos, pero en su lugar pondremos cedros. Pero Jehová levantará los enemigos de Rezín contra él, y juntará a sus enemigos; del oriente los sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena devorarán a Israel. Ni con todo eso ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida. Pero el pueblo no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Jehová de los ejércitos. Y Jehová cortará de Israel cabeza y cola, rama y caña en un mismo día. El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta que enseña mentira, es la cola. Porque los gobernadores de este pueblo son engañadores, y sus gobernados se pierden. Por tanto, el Señor no tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de sus huérfanos y viudas tendrá misericordia; porque todos son falsos y malignos, y toda boca habla despropósitos. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida. Porque la maldad se encendió como fuego, cardos y espinos devorará; y se encenderá en lo espeso del bosque, y serán alzados como remolinos de humo. Por la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y será el pueblo como pasto del fuego; el hombre no tendrá piedad de su hermano. Cada uno hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la izquierda, y no se saciará; cada cual comerá la carne de su brazo; Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida. 10 ¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía, para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos! ¿Y qué haréis en el día del castigo? ¿A quién os acogeréis para que os ayude, cuando venga de lejos el asolamiento? ¿En dónde dejaréis vuestra gloria? Sin mí se inclinarán entre los presos, y entre los muertos caerán. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida. Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira. Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles. Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas. Porque él dice: Mis príncipes, ¿no son todos reyes? ¿No es Calno como Carquemis, Hamat como Arfad, y Samaria como Damasco? Como halló mi mano los reinos de los ídolos, siendo sus imágenes más que las de Jerusalén y de Samaria; como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también así a Jerusalén y a sus ídolos? Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos. Porque dijo: Con el poder de mi mano lo he hecho, y con mi sabiduría, porque he sido prudente; quité los territorios de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y derribé como valientes a los que estaban sentados; y halló mi mano como nido las riquezas de los pueblos; y como se recogen los huevos abandonados, así me apoderé yo de toda la tierra; y no hubo quien moviese ala, ni abriese boca y graznase. ¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el báculo levantase al que lo levanta; como si levantase la vara al que no es leño! Por esto el Señor, Jehová de los ejércitos, enviará debilidad sobre sus robustos, y debajo de su gloria encenderá una hoguera como ardor de fuego. Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos. La gloria de su bosque y de su campo fértil consumirá totalmente, alma y cuerpo, y vendrá a ser como abanderado en derrota. Y los árboles que queden en su bosque serán en número que un niño los pueda contar. Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel. El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte. Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá; la destrucción acordada rebosará justicia. Pues el Señor, Jehová de los ejércitos, hará consumación ya determinada en medio de la tierra. Por tanto el Señor, Jehová de los ejércitos, dice así: Pueblo mío, morador de Sion, no temas de Asiria. Con vara te herirá, y contra ti alzará su palo, a la manera de Egipto; mas de aquí a muy poco tiempo se acabará mi furor y mi enojo, para destrucción de ellos. Y levantará Jehová de los ejércitos azote contra él como la matanza de Madián en la peña de Oreb, y alzará su vara sobre el mar como hizo por la vía de Egipto. Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción. Vino hasta Ajat, pasó hasta Migrón; en Micmas contará su ejército. Pasaron el vado; se alojaron en Geba; Ramá tembló; Gabaa de Saúl huyó. Grita en alta voz, hija de Galim; haz que se oiga hacia Lais, pobrecilla Anatot. Madmena se alborotó; los moradores de Gebim huyen. Aún vendrá día cuando reposará en Nob; alzará su mano al monte de la hija de Sion, al collado de Jerusalén. He aquí el Señor, Jehová de los ejércitos, desgajará el ramaje con violencia, y los árboles de gran altura serán cortados, y los altos serán humillados. Y cortará con hierro la espesura del bosque, y el Líbano caerá con estruendo. 


Salmo 141:

A ti clamo, Señor; ven pronto a mí. ¡Atiende a mi voz cuando a ti clamo! Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso; que hacia ti se eleven mis manos como un sacrificio vespertino. Señor, ponme en la boca un centinela; un guardia a la puerta de mis labios. No permitas que mi corazón se incline a la maldad, ni que sea yo cómplice de iniquidades; no me dejes participar de banquetes en compañía de malhechores. Que la justicia me golpee, que el amor me reprenda; pero que el ungüento de los malvados no perfume mi cabeza, pues mi oración está siempre en contra de sus malas obras. Cuando sus gobernantes sean lanzados desde los despeñaderos, sabrán que mis palabras eran bien intencionadas. Y dirán: "Así como se dispersa la tierra cuando en ella se abren surcos con el arado, así se han dispersado nuestros huesos a la orilla del sepulcro." En ti, Señor Soberano, tengo puestos los ojos; en ti busco refugio; no dejes que me maten. Protégeme de las trampas que me tienden, de las trampas que me tienden los malhechores. Que caigan los impíos en sus propias redes, mientras yo salgo bien librado.

Proverbios 10:

Proverbios de Salomón: El hijo sabio es la alegría de su padre; el hijo necio es el pesar de su madre. Las riquezas mal habidas no sirven de nada, pero la justicia libra de la muerte. El Señor no deja sin comer al justo, pero frustra la avidez de los malvados. Las manos ociosas conducen a la pobreza; las manos hábiles atraen riquezas. El hijo prevenido se abastece en el verano, pero el sinvergüenza duerme en tiempo de cosecha. El justo se ve coronado de bendiciones, pero la boca del malvado encubre violencia. La memoria de los justos es una bendición, pero la fama de los malvados será pasto de los gusanos. El de sabio corazón acata las órdenes, pero el necio y rezongón va camino al desastre. Quien se conduce con integridad, anda seguro; quien anda en malos pasos será descubierto. Quien guiña el ojo con malicia provoca pesar; el necio y rezongón va camino al desastre. Fuente de vida es la boca del justo, pero la boca del malvado encubre violencia. El odio es motivo de disensiones, pero el amor cubre todas las faltas. En los labios del prudente hay sabiduría; en la espalda del falto de juicio, sólo garrotazos. El que es sabio atesora el conocimiento, pero la boca del necio es un peligro inminente. La riqueza del rico es su baluarte; la pobreza del pobre es su ruina. El salario del justo es la vida; la ganancia del malvado es el pecado. El que atiende a la corrección va camino a la vida; el que la rechaza se pierde. El de labios mentirosos disimula su odio, y el que propaga calumnias es un necio. El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua. Plata refinada es la lengua del justo; el corazón del malvado no vale nada. Los labios del justo orientan a muchos; los necios mueren por falta de juicio. La bendición del Señor trae riquezas, y nada se gana con preocuparse. El necio se divierte con su mala conducta, pero el sabio se recrea con la sabiduría. Lo que el malvado teme, eso le ocurre; lo que el justo desea, eso recibe. Pasa la tormenta y desaparece el malvado, pero el justo permanece firme para siempre. Como vinagre a los dientes y humo a los ojos es el perezoso para quienes lo emplean. El temor del Señor prolonga la vida, pero los años del malvado se acortan. El futuro de los justos es halagüeño; la esperanza de los malvados se desvanece. El camino del Señor es refugio de los justos y ruina de los malhechores. Los justos no tropezarán jamás; los malvados no habitarán la tierra. La boca del justo profiere sabiduría, pero la lengua perversa será cercenada. Los labios del justo destilan bondad; de la boca del malvado brota perversidad.


El Libro de Lucas Capítulo 10 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚNSAN LUCAS


CAPÍTULO 10
(32 d.C.)
LOS SETENTA




Y DESPUÉS de estas cosas (las cosas del Capítulo anterior), designó el Señor aun otros setenta (fuera de los Doce; ocurrió casi al final de Su Ministerio; además, era el Señor Quien designó, y tiene que ver con lo que el hombre no puede hacer; ¿por qué setenta? es el número de Dios que representa Su Ministerio Ungido por el Espíritu), los cuales envió de dos en dos delante de sí, a toda ciudad y lugar, adonde Él había de venir (cuando el Señor envía a Predicadores a ciertos lugares, es porque Él desea llegar ahí; nunca debe la gente olvidar esto).
2 Y les decía, La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos (nos dice que la Salvación de las almas es prioridad para el Señor; de hecho, para todos aquéllos que no tienen el privilegio de oír, en lo que concierne a esa persona, Jesús murió en vano; hay muchos que están en la pesca, pero muy pocos son los que en realidad están pescando): por tanto, rogad al Señor de la Mies (la oración tiene que ser el fundamento sobre el cual se recoge la mies; también, debemos recordar que Jesucristo es el Señor de la Mies), que envíe obreros a Su mies (si no hay "obreros," no  se puede recoger la mies).
3 Andad (tiene que ver con los que el Señor ha llamado, y concierne con el lugar adónde son enviados): he aquí, Yo os envío como corderos en medio de lobos (ningún pastor deliberadamente envía a sus ovejas entre lobos, pero este Pastor puede porque Él es omnipotente para Salvar [Sal., cap. 23]).
4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado (Dios suplirá): y a nadie saludéis en el camino (no se desvíe de la Misión que queda por cumplirse).
5 En cualquiera casa donde entrareis, primeramente decid, Paz sea a esta casa (una Bendición que el Señor promete a cualquiera que asista o promueva a aquéllos que Él ha llamado, con tal que estén llevando a cabo la Gran Comisión).
6 Y si hubiere allí algún hijo de paz (se refiere a alguien que desea las Bendiciones del Señor, que intenta servirle en cualquier capacidad posible), vuestra paz reposará sobre él (la Bendición será dada): y si no, se volverá a vosotros (cualquier obstáculo a esta importante tarea detiene las Bendiciones de Dios).
7 Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren (corresponde no solamente a una sola casa, sino al campo de ministerio asignado por el Señor): porque el obrero  digno es de su salario (esta es la única cita de las Epístolas en el Evangelio [I Tim. 5:18]). No andéis de casa en casa (en la época moderna, se refiere a los predicadores que buscan las mejores Iglesias porque pagan más; el dinero nunca debe ser el objeto, sino más bien el Llamado de Dios y adondequiera que éste le guíe).
8 Y en cualquiera ciudad donde entrareis, y os recibieren (algunos no recibirán el Evangelio), comed lo que os pusieren delante (sin quejarse):
9 Y sanad a los enfermos que en ella hubiere (corresponde a lo físico y lo espiritual, Parte de la Bendición), y decidles, Se ha llegado a vosotros el Reino de Dios (lo mejor que jamás podría acontecer a una familia o lugar).
10 Mas en cualquier ciudad donde entrareis (adonde el Señor le ha enviado), y no os recibieren (indica que esto sería el caso a veces), saliendo por sus calles, decid (lo que no es deseado no se debe de dar),
11 Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros pies, sacudimos en vosotros (la idea es que el Señor guarda con cuidado un registro): esto empero sabed, que el Reino de Dios se ha llegado a vosotros (es imperativo que todos tengan la oportunidad de oír, pero ay de aquéllos que rechazan a Cristo; el Juicio del Gran Trono Blanco tendrá registro del rechazo [Apoc. 20:11-15]).
12 Y os digo, que para los de Sodoma, será más tolerable en aquel día (el Juicio del Gran Trono Blanco), que para aquella ciudad (las ciudades de las que Jesús habla han oído el Evangelio; Sodoma no tuvo esa oportunidad).
13 ¡Ay de Ti, Corazín! ¡Ay de Ti, Betsaida! que si en Tiro y en Sidón, hubieran sido hechas las maravillas que se han hecho en vosotras, ya hace tiempo sentados en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido (éstas son dos ciudades donde Jesús había realizado obras portentosas – las mayores obras en la historia de la humanidad; los hombres serán juzgados no sólo por lo que han hecho o han dejado de hacer, pero sus oportunidades, circunstancias, posibilidades en la vida, serán estrictamente consideradas antes de que sean juzgados).
14 Por tanto, para Tiro y Sidón será más tolerable que vosotras en el juicio (estas ciudades gemelas no vieron el Poder de Dios como aquéllas que Cristo se refirió; las ciudades y los sitios que han tenido poca oportunidad no serán exentos, pero no serán juzgados tan severamente).
15 Y tú, Capernaum, que hasta los Cielos estás levantada (elegida por el Espíritu Santo como la Sede central de Cristo durante Su Ministerio terrenal), hasta el Infierno serás hundida (constituye el castigo más severo pronunciado).
16 El que a vosotros oye, a Mí oye (declara Autoridad Espiritual para el Mensajero del Señor); y el que a vosotros desecha, a Mí desecha (¡de veras temible!); y el que a Mí desecha, desecha Al Que Me envió (Dios el Padre; éstas son declaraciones muy serias; de hecho, unas de las más serias que Cristo haya pronunciado).
LOS SETENTA REGRESAN
17 Y volvieron los setenta con gozo, diciendo, Señor, aun los demonios (espíritus demoníacos) se nos sujetan en Tu Nombre (los demonios se sujetan a nosotros sólo por Su Nombre).
18 Y les dijo, Yo veía a Satanás como un rayo que caía del Cielo (por el Poder del Espíritu Santo, Jesús miraba en el futuro, observando a Satanás cuando será echado del Cielo casi a mitad de la Gran Tribulación venidera [Apoc. 12:9]).
19 He aquí, os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo: y nada os dañará (es la esfera de Autoridad Espiritual; es sólo sobre entidades espirituales, y no tiene nada que ver con Autoridad sobre los humanos).
20 Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan (no debiera ser ocasión de gozo); antes gozaos, de que vuestros nombres están escritos en los Cielos (la Salvación del alma siempre debe ser ocasión de regocijo; cuando la Iglesia se alegra más sobre otras cosas que la gente Salva, algo está mal).
21 En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu (realmente quiere decir en el Texto Griego que Jesús se regocijó enormemente en el Espíritu Santo, que se refiere a un gran gozo como una fuente que brota de las profundidades de Su Alma; como los Versículos anteriores declaran, Él vio la victoria total y completa que ocurriría como consecuencia de la Cruz), y dijo, Yo Te alabo, Oh Padre, Señor del Cielo y de la Tierra (Satanás no es el señor ni del uno ni del otro lugar, sino más bien Dios el Padre), que escondiste estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños (la jerarquía religiosa nunca vio esto del cual Jesús se refirió, pero estos pescadores elegidos por Cristo sí lo vieron): así, Padre; porque así Te agradó (lamentablemente, esto sucede mucho donde la Iglesia moderna llama "bien" lo que para Dios es todo lo contrario).
22 Todas las cosas Me son entregadas de Mi Padre (se refiere a Jesús cuando el Padre Le dio la responsabilidad para derrotar a Satanás y acabar su perversa revolución, lo cual se iba a realizar en la Cruz): y nadie sabe Quién sea el Hijo, sino el Padre (quiere decir que Jesús es del Padre, y no del hombre); ni Quién sea el Padre, sino el Hijo (ningún hombre puede llegarse al "Padre," ni aun conocer Quién es el "Padre," excepto por medio del "Hijo," es decir, el Señor Jesucristo; Jesús Solo es la Puerta [Jn. 10:9]), y a quien el Hijo Lo quisiere revelar (la Salvación no es un asunto de la educación, sino de la Revelación).
23 Y vuelto particularmente a los Discípulos, les dijo aparte (no solamente se refiere a los "Doce," sino a los "Setenta" también), Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis (él se refiere a ver "con ojos de Fe," y creer lo que ve):
24 Porque os digo, Que muchos Profetas y Reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron (Él se refiere a todos los eminentes del Antiguo Testamento que señalaron Su Venida, pero por supuesto no estuvieron vivos para presenciarlo; pero a pesar de todo ¡lo creyeron, que viene a ser lo mismo! también, miles durante el Ministerio público de Jesús vieron y oyeron, pero aún así no creyeron; demuestra que la Fe no está en los sentidos, sino más bien en el corazón).
EL BUEN SAMARITANO
25 Y, he aquí, un Doctor de la Ley se levantó (alguien que supuestamente debiera ser experto en la Ley Mosaica), tentándole (quiere decir que pondrá en prueba el conocimiento del Señor en cuanto a la Ley; él no sabía que Jesús era la Ley) y diciendo, Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la Vida Eterna? (Era claro que este supuesto experto en la Ley no era del todo un experto, porque hubiera usado la palabra "merecer" y no la palabra "heredar"; la herencia es por nacimiento; la Vida Eterna es el interés más grande del hombre, y no hay otra pregunta más extraordinaria que podría hacerse como ésta en este Versículo.)
26 Y él dijo, ¿Qué está escrito de la Ley? (Presenta a Jesús que inmediatamente señalaba a la Biblia como la autoridad infalible.) ¿Cómo lees? (Jesús no solamente hablaba de conocer la Palabra, sino también de comprenderla bien.)
27 Y él respondiendo dijo, Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo (la cita se encuentra en Deut. 6:5 y Lev. 19:18).
28 Y Él (Jesús) le dijo, Bien has respondido (declara a Cristo, en efecto, diciendo, "tú lo sabes, pero no lo cumples"): haz esto, y vivirás (quiere decir que él no hacía lo que sabía que debía hacer; de hecho, no era posible para él, ni para ningún otro individuo respecto a eso, cumplir completamente la Ley; por lo tanto, no había Salvación en esa dirección).
29 Mas él, queriéndose justificar a sí mismo, dijo a Jesús, ¿Y quién es mi prójimo? (Esta declaración descubre el carácter del abogado. Él era farisaico, o sea que se justificaba. Él se determinaba a ganar el Cielo por sus propios esfuerzos religiosos.)
30 Y respondiendo Jesús dijo, Un cierto hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron, e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
31 Y aconteció que descendió un cierto Sacerdote por aquel camino: y viéndole, se pasó de un lado (el egoísmo es la fuerza imponente en la naturaleza humana).
32 Y asimismo un Levita (aquéllos que eran de la Tribu de Leví), llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, se pasó de un lado (proclama que este hombre por lo menos le  miró, mientras el Sacerdote ni siquiera se molestó con eso).
33 Mas un cierto Samaritano (los Samaritanos y los Judíos normalmente eran enemigos), que transitaba, viniendo cerca de él (donde estaba el Israelita herido): y viéndole, fue movido a misericordia,
34 Y llegándose, vendó sus heridas, echándolas aceite y vino (en esa época, se limpiaba una herida con jugo de uva y con aceite, luego la aplicación, que ayudaba en la curación), y poniéndole sobre su cabalgadura, le llevó al mesón, y cuidó de él (nos dice que este viajero herido no era rico y, por lo tanto, no le fue posible compensar la fineza que se le extendió).
35 Y otro día al partir, él (el buen Samaritano) sacó dos denarios, y los dio al anfitrión, y le dijo,  Cuídamelo; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva, te lo pagaré.
36 ¿Quién, pues, de estos tres (los tres hombres tuvieron contacto con el viajero herido) te parece que fue el prójimo de aquél que cayó en manos de los ladrones?
37 Y él dijo, El que usó con él de misericordia. Entonces Jesús le dijo, Ve, y haz tú lo mismo (otra lección que se aprende en esta Parábola es que algunas personas necesitan estar en el lugar del viajero herido para poder estar dispuestas a recibir ayuda de cualquiera persona, hasta incluso de un Samaritano a quien se le odiaba).
MARÍA Y MARTA
38 Y aconteció, que yendo, entró Él en una cierta aldea (se refiere a Betania [Jn. 11:1; 12:1-3], un suburbio de Jerusalén): y una cierta mujer llamada Marta Le recibió en su casa.
39 Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose a los Pies de Jesús, oía Su Palabra (sentarse a los Pies de Jesús es un refugio seguro de asaltos sobre la autoridad y la inspiración de Las Escrituras).
40 Empero Marta se distraía en muchos servicios, y sobreviniendo, dice, Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile, pues, que me ayude (si Marta se hubiera dado cuenta que Jesús era Jehová, ella nunca Le hubiera respondido tan malhumorada).
41 Más respondiendo Jesús le dijo: Marta, Marta (le habló con amor compasivo), cuidadosa estás y con las muchas cosas estás turbada (¡tiene que ver con las cosas que eran importantes, pero no las más importantes!):
42 Empero una cosa es necesaria (nos revela la Mente de Dios, y nos indica donde está toda la victoria): y María escogió la buena parte (quiere decir que esta es una "alternativa"), la cual no le será quitada (lo más importante es la comunión con Cristo).


Primera Corintios Capítulo 13:




Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4




Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:







Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los  muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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21 June 2024

El 21 de junio Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre



El 21 de junio Lectura Bíblica Diaria:

Isaías 5 a 7:
5  Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres. Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres? Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella. Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor. ¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra? Ha llegado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos, que las muchas casas han de quedar asoladas, sin morador las grandes y hermosas. Y diez yugadas de viña producirán un bato, y un homer de semilla producirá un efa. ¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende! Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos. Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed. Por eso ensanchó su interior el Seol, y sin medida extendió su boca; y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el que en él se regocijaba. Y el hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados los ojos de los altivos. Pero Jehová de los ejércitos será exaltado en juicio, y el Dios Santo será santificado con justicia. Y los corderos serán apacentados según su costumbre; y extraños devorarán los campos desolados de los ricos. ¡Ay de los que traen la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con coyundas de carreta, los cuales dicen: Venga ya, apresúrese su obra, y veamos; acérquese, y venga el consejo del Santo de Israel, para que lo sepamos! ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida; los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho! Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel. Por esta causa se encendió el furor de Jehová contra su pueblo, y extendió contra él su mano, y le hirió; y se estremecieron los montes, y sus cadáveres fueron arrojados en medio de las calles. Con todo esto no ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida. Alzará pendón a naciones lejanas, y silbará al que está en el extremo de la tierra; y he aquí que vendrá pronto y velozmente. No habrá entre ellos cansado, ni quien tropiece; ninguno se dormirá, ni le tomará sueño; a ninguno se le desatará el cinto de los lomos, ni se le romperá la correa de sus sandalias. Sus saetas estarán afiladas, y todos sus arcos entesados; los cascos de sus caballos parecerán como de pedernal, y las ruedas de sus carros como torbellino. Su rugido será como de león; rugirá a manera de leoncillo, crujirá los dientes, y arrebatará la presa; se la llevará con seguridad, y nadie se la quitará. Y bramará sobre él en aquel día como bramido del mar; entonces mirará hacia la tierra, y he aquí tinieblas de tribulación, y en sus cielos se oscurecerá la luz. 6 En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Y dijo: Anda, y dí a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad. Y yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto; hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados en medio de la tierra. Y si quedare aún en ella la décima parte, ésta volverá a ser destruida; pero como el roble y la encina, que al ser cortados aún queda el tronco, así será el tronco, la simiente santa.  
7 Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Judá, que Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para combatirla; pero no la pudieron tomar. Y vino la noticia a la casa de David, diciendo: Siria se ha confederado con Efraín. Y se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento. Entonces dijo Jehová a Isaías: Sal ahora al encuentro de Acaz, tú, y Sear-jasub tu hijo, al extremo del acueducto del estanque de arriba, en el camino del campo del Batanero, y dile: ¡Alerta, pero ten calma!; no temas, ni desmaye tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean, por el ardor de la ira de Rezín y de Siria, y del hijo de Remalías. Ha maquinado tu ruina el sirio, con Efraín y con el hijo de Remalías, diciendo: Subamos contra Judá y hagámosla pedazos, y repartámosla entre nosotros, y pongamos en medio de ella por rey al hijo de Tabeel. Con todo, Jehová el Señor dice así: No se mantendrá, ni será así. Porque la cabeza de Siria es Damasco, y la cabeza de Damasco, Rezín; y la cabeza de Efraín es Samaria, y la cabeza de Samaria el hijo de Remalías. Y dentro de sesenta y cinco años Efraín será quebrantado hasta dejar de ser pueblo. Si vosotros no creéis, de cierto no permaneceréis firmes. Habló de nuevo Jehová a Acaz, diciendo: Pide para ti señal de Jehová tu Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto. Y respondió Acaz: No la pediré, y no tentaré a Jehová. Dijo entonces Isaías: Oíd ahora, casa de David. ¿Os es poco el ser molestos a los hombres, para que también lo seáis a mi Dios? Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Comerá mantequilla y miel, cuando sepa desechar lo malo y escoger lo bueno. Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada. Jehová hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraín se apartó de Judá, esto es, hará venir al rey de Asiria. Y acontecerá aquel día, que silbará Jehová a la mosca que está en los confines de los ríos de Egipto, y a la abeja que está en la tierra de Asiria; y vendrán y acamparán todas en los valles desiertos, y en las cavernas de las piedras, y en todos los zarzales, y en todos los abrevaderos. En aquel día, el Señor rapará con navaja alquilada de los que habitan al otro lado del río, esto es, con el rey de Asiria, la cabeza y el pelo de los pies, y aun la barba también afeitará. Acontecerá en aquel tiempo, que criará un hombre una vaca y dos ovejas; y a causa de la abundancia de leche que darán, comerá mantequilla; porque mantequilla y miel comerá todo el que quede en medio de la tierra. Acontecerá también en aquel tiempo, que el lugar donde había mil vides que valían mil siclos de plata, será para espinos y zarzas. Con saetas y arco irán allá, porque toda la tierra será espinos y zarzas. Y en ninguno de los montes que se desbrozaban con la azada se podrá entrar, por el temor de los espinos y de los cargos, sino que serán para pasto de bueyes y para ser hollados por los ganados.

Salmo 139:
Señor, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la sabes toda. Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano. Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo. ¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! Y si dijera: "Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno mío", ni las tinieblas serían oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz! Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos. ¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! Si me propusiera contarlos, sumarían más que los granos de arena. Y si terminara de hacerlo, aún estaría a tu lado. Oh Dios, ¡si les quitaras la vida a los impíos! ¡Si de mí se apartara la gente sanguinaria, esos que con malicia te difaman y que en vano se rebelan contra ti! ¿Acaso no aborrezco, Señor, a los que te odian, y abomino a los que te rechazan? El odio que les tengo es un odio implacable; ¡los cuento entre mis enemigos! Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.

Proverbios 8:

¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿No está elevando su voz la inteligencia? Toma su puesto en las alturas, a la vera del camino y en las encrucijadas. Junto a las puertas que dan a la ciudad, a la entrada misma, grita a voz en cuello: "A ustedes los hombres, los estoy llamando; dirijo mi voz a toda la humanidad. Ustedes los inexpertos, ¡adquieran prudencia! Ustedes los necios, ¡obtengan discernimiento! Escúchenme, que diré cosas importantes; mis labios hablarán con justicia. Mi boca expresará la verdad, pues mis labios detestan la mentira. Las palabras de mi boca son todas justas; no hay en ellas maldad ni doblez. Son claras para los entendidos, e irreprochables para los sabios. Opten por mi *instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara. "Yo, la sabiduría, convivo con la prudencia y poseo conocimiento y discreción. Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso. Míos son el consejo y el buen juicio; míos son el entendimiento y el poder. Por mí reinan los reyes y promulgan leyes justas los gobernantes. Por mí gobiernan los príncipes y todos los nobles que rigen la tierra. A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer. Conmigo están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos. Mi fruto es mejor que el oro fino; mi cosecha sobrepasa a la plata refinada. Voy por el camino de la rectitud, por los senderos de la justicia, enriqueciendo a los que me aman y acrecentando sus tesoros. "El Señor me dio la vida como primicia de sus obras, mucho antes de sus obras de antaño. Fui establecida desde la eternidad, desde antes que existiera el mundo. No existían los grandes mares cuando yo nací; no había entonces manantiales de abundantes aguas. Nací antes que fueran formadas las colinas, antes que se cimentaran las montañas, antes que él creara la tierra y sus paisajes y el polvo primordial con que hizo el mundo. Cuando Dios cimentó la bóveda celeste y trazó el horizonte sobre las aguas, allí estaba yo presente. Cuando estableció las nubes en los cielos y reforzó las fuentes del mar profundo; cuando señaló los límites del mar, para que las aguas obedecieran su mandato; cuando plantó los fundamentos de la tierra, allí estaba yo, afirmando su obra. Día tras día me llenaba yo de alegría, siempre disfrutaba de estar en su presencia; me regocijaba en el mundo que él creó; ¡en el género humano me deleitaba! "Y ahora, hijos míos, escúchenme: dichosos los que van por mis caminos. Atiendan a mi instrucción, y sean sabios; no la descuiden. Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día, esperando a la entrada de mi casa. En verdad, quien me encuentra, halla la vida y recibe el favor del Señor. Quien me rechaza, se perjudica a sí mismo; quien me aborrece, ama la muerte."


El Libro de Lucas Capítulo 8 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS




CAPÍTULO 8
(31 d.C.)
EL EVANGELIO




Y ACONTECIÓ después (se refiere a los eventos del Capítulo anterior), que Él caminaba por todas las ciudades y aldeas (Su Amor no fue afectado por la incredulidad y el odio, Él visitaba cada ciudad y aldea con las Buenas Nuevas del Evangelio), Predicando (el hombre glorifica los sacramentos y las ceremonias, y menosprecia la Predicación; Dios glorifica la Predicación) y anunciando el Evangelio (Buenas Nuevas) del Reino de Dios (el "Reino de Dios" es el Evangelio del Rey de Jehová, el Señor Jesucristo; es un término dispensacional y se refiere al Reino del Mesías en la Tierra; Juan y Jesús lo ofreció, pero fue rechazado y postergado hasta que Cristo retorne en Su Segunda Venida [Apoc., cap. 19]): y los Doce estaban con Él (quiere decir que los Doce permanecían con Él siempre),
2 Y algunas mujeres (las mujeres eran prominentes y fueron mencionadas honorablemente en el Libro de Lucas; no fue una mujer quien vendió al Señor por 30 piezas de plata; no fue una mujer que Lo abandonó y huyó, etc.; fueron las mujeres las primeras en visitar la tumba en la mañana de la Resurrección), que habían sido curadas de malos espíritus y de enfermedades (sanadas de lo que fue causado por los espíritus malignos), María, que se llamaba Magdalena, de la cual habían salido siete demonios (ella era de Magdala, un pequeño pueblo cerca de Tiberias; ella amó mucho porque de mucho fue perdonada; no hay prueba alguna que ella fue la mujer que ungió los Pies de Jesús con el ungüento de Lucas 7:37-38),
3 Y Juana, mujer de Chuza, procurador de Herodes (se cree que era de la familia cuyo hijo moribundo fue sanado por Jesús [Jn. 4:46]), y Susana, y otras muchas que Le servían de sus haciendas (algunas de estas mujeres eran ricas, y usaron su dinero para ministrar a las necesidades del Señor; Él podía con unos panes alimentar a miles, pero Él no comió; por eso, Él demostró que era hombre igual que Sus prójimos; los Verdaderos Discípulos de hoy como los de esa época Le ministran a Él; los que profesan ser Cristianos no lo hacen).
LA PARÁBOLA DEL
SEMBRADOR
4 Y cuando se juntó una grande compañía, y los que estaban en cada ciudad vinieron a Él, dijo por una Parábola (las Parábolas tenían la tendencia de confundir a Sus oponentes, e instruir a aquéllos que eran verdaderamente Sus seguidores):
5 Uno que sembraba (en este caso, el Evangelista) salió a sembrar su semilla (la Palabra de Dios): y sembrando, una parte cayó junto al camino (se refiere a un área que no había estado preparado para la semilla); y fue hollada, y las aves del Cielo la comieron (espíritus demoníacos).
6 Y otra parte (la semilla) cayó sobre la piedra (cubierta por una capa no muy profunda de tierra); y nacida, se secó, porque no tenía humedad (debido a las piedras, las raíces no podían descender en la tierra donde había humedad).
7 Y otra parte (la semilla) cayó entre las espinas (tiene que ver con la buena tierra, pero la competición de las espinas era un factor debilitante); y naciendo las espinas juntamente, la ahogaron.
8 Y otra parte cayó en buena tierra (quiere decir que la tierra no estaba llena de piedras ni espinas), y cuando fue nacida (se refiere a un crecimiento abundante), llevó fruto a ciento por uno (indica una cosecha enorme). Diciendo estas cosas clamaba, El que tiene oídos para oír, oiga (muchos no tenían "oídos para oír" porque sus corazones estaban endurecidos; pero unos cuantos sí tenían, ¡y cambiaron al mundo!).
9 Y Sus Discípulos Le preguntaron, diciendo, ¿Qué era esta Parábola? (Expresa que la historia fue entendida perfectamente, pero no su significado.)
10 Y Él dijo, A vosotros (todos los que sinceramente buscan al Señor para conocerlo, y tienen una comprensión más profunda de Su Palabra) es dado a conocer los misterios (la Palabra indica conocimiento retenido; sin embargo, Jesús manifiesta que la importancia Bíblica de estos misterios está por revelarse, por lo menos, a los que tienen hambre y sed de Justicia) del Reino de Dios; mas a los otros por Parábolas (la historia Divina sería cubierta también a los que son imprudentes e indiferentes); para que viendo no vean, y oyendo no entiendan (tiene que ver con la ceguera obstinada y la falta de comprensión obstinada; ni siquiera querían entender).
11 Es pues ésta la Parábola: La semilla es la Palabra de Dios.
12 Y los de junto al camino, éstos son los que oyen; y luego viene el Diablo, y quita la Palabra de su corazón (el Diablo puede hacer esto simplemente porque ellos hacen caso omiso de la Palabra), para que no crean y se salven (una ceguera deliberada como resultado de una ceguera judicial).
13 Y los de sobre la piedra, son los que habiendo oído, reciben la Palabra con gozo; mas éstos no tienen raíces, que a tiempo creen, y en el tiempo de la tentación se apartan (completamente refuta la doctrina que no es según Las Escrituras de la Seguridad Eterna Incondicional).
14 Y la que cayó entre las espinas, éstos son los que oyeron, más yéndose, son ahogados de los cuidados y de las riquezas y de los pasatiempos de la vida, y no llevan fruto (en efecto, quiere decir que hay un comienzo del fruto, pero no deja que ese fruto madure y es, por lo tanto, inútil; creen por un tiempo pero luego se salen del camino; hay muchos en esta categoría).
15 Mas la que cayó en buena tierra (constituye el cuarto grupo el cual producirá "fruto  perfecto," es decir, "fruto maduro") éstos son, los que con corazón bueno y recto (nos dice que el problema está en el corazón y no en las circunstancias) retienen la Palabra oída, y llevan fruto con paciencia (solamente oír la Palabra no es suficiente; tiene que "guardarla" también).
LA VELA
16 Ninguno, que enciende la vela, la cubre con vasija, o la pone debajo de la cama (quiere decir que al usar las Parábolas Cristo no tenía la intención de esconder la Verdad de las personas sinceras, con corazones inquisitivos, sino más bien todo lo opuesto); mas la pone en un candelero, para que los que entran vean la luz (las enseñanzas de Cristo fueron diseñados para atraer a los honestos, los corazones buscadores de Dios; Él quiere que los hombres "vean la luz").
17 Porque no hay cosa oculta, que no haya de ser manifestada (se dirige a sí mismo a los misterios del Evangelio); ni cosa escondida, que no haya de ser entendida, y de venir a luz (todo será revelado en el Nuevo Convenio).
18 Mirad pues cómo oís (no se refiere sólo a lo que se oye, sino también cómo se oye): porque a cualquiera que tuviere, le será dada (constituye una Ley Divina de que quienquiera que acepta la Verdad se le dará la Verdad); y a cualquiera que no tuviere, aun lo que parece tener le será quitada (la luz rechazada es luz quitada).
PARIENTES GENUINOS
19 Y vinieron a Él Su madre y Sus hermanos (se refiere a Su familia inmediata), y no podían llegar a Él por causa de la multitud (la muchedumbre era tan grande que era claro que no se podía llegar a Él).
20 Y Le fue dado aviso, diciendo, Tu madre y Tus hermanos están fuera, que quieren verte.
21 Él entonces respondiendo, les dijo (expone un principio que coloca a Dios primero sobre todas las cosas), Mi madre y Mis hermanos son los que oyen la Palabra de Dios, y la ejecutan (claramente expresa la lealtad a Dios, y es más solemne que los lazos familiares; Jesús aquí refuta la contención Católica que María está sobre todo).
LA TEMPESTAD
22 Y aconteció un día que Él entró en un barco con Sus Discípulos, y les dijo, Pasemos a la otra parte del lago (de la ribera occidental de Galilea a la ribera oriental). Y ellos partieron.
23 Pero mientras ellos navegaban, Él se durmió (agotamiento físico después de sanar y    liberar, como también enseñar; demuestra Su Humanidad): y sobrevino una tempestad de viento en el lago (del Texto Griego una "tempestad furiosa o huracán"); y comenzaron a anegarse de agua, y peligraban (en efecto, corrían el peligro de hundirse, y hasta perder sus vidas).
24 Y llegándose a Él, Le despertaron (se refiere que no lo despertaron hasta que el peligro era grave), diciendo, Maestro, Maestro, que perecemos (sólo Él puede rescatar al alma de perecer). Y despertado Él, reprendió al viento y a la tempestad del agua (se refiere a un espíritu maligno detrás de la tempestad que intentaba matar a los Discípulos; Satanás sabía que no podía matar a Jesús, pero también sabía que los Discípulos eran mortales): y cesaron, y fue hecha bonanza (el cambio fue instantáneo; no hay poder alguno en la Tierra que puede igualar tal autoridad; también, Él puede calmar al instante la tempestad en el alma del hombre).
25 Y les dijo, ¿Qué es de vuestra Fe? (Cristo es la respuesta con respecto a todas las tempestades de la vida.) Y atemorizados se maravillaban (los Discípulos habían aceptado el Oficio del Mesías, pero tenían un concepto inadecuado del mismo), diciendo los unos a los otros, ¿Quién es Éste (evidentemente ellos no reconocieron todas las implicaciones, que Su Oficio conllevaba), que aun a los vientos y al agua manda, y Le obedecen? (Proclama no solamente su control total sobre los espíritus demoníacos, enfermedades y muerte, sino también, los elementos.)
LA LIBERACIÓN
26 Y navegaron a la tierra de los Gadarenos (estaba en el lado oriental del Mar de Galilea), que está delante de Galilea (se refiere a la parte de la Decápolis que colindaba con el Mar de Galilea en la punta sur y al lado oriental).
27 Y saliendo Él a tierra (varaban el barco), Le vino al encuentro de la ciudad un cierto hombre (vino de la ciudad cercana, pero ya no vivía allá) que tenía demonios (espíritus inmundos) ya de mucho tiempo (hacía mucho tiempo que estaba poseído), y no vestía vestido (es un tipo del hombre en sentido espiritual quien está desnudo ante el Juicio de Dios por el hecho de estar en rebelión contra Dios), ni estaba en casa, sino   por los sepulcros (la muerte es el resultado final del pecado).
28 El cual, cuando vio a Jesús (el mundo espiritual de las tinieblas está sujeto al Señor Jesucristo), exclamó (a causa del temor), y se postró delante de Él (un reconocimiento de Él como Señor y Maestro), y dijo a gran voz, ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? (Aunque la mayoría de la humanidad profesa no reconocerle, los espíritus demoníacos conocen Quien es Jesús.) Te ruego, que no me atormentes (declara que sabían y se daban cuenta que Jesús tiene poder para hacer con ellos lo que Él desea; la Fe correcta en Cristo y en la Cruz nos da el poder de atormentar a los demonios, en lugar de que ellos nos atormenten a nosotros).
29 (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre (se refiere al espíritu principal o demonio quien era el líder de todos los otros, un montón, como veremos más tarde). Porque ya de mucho tiempo le arrebataba (se refiere a este espíritu o espíritus que tomaban control de este hombre dándole, como veremos, fuerza superhumana): y le guardaban preso con cadenas y grillos (intentaron sujetarle, sin resultado alguno); mas rompiendo las prisiones, era agitado del demonio por los desiertos.) (Él estaba totalmente poseído por demonios y no tenía alternativa más que hacer lo que ellos querían.)
30 Y le preguntó Jesús, diciendo, ¿Qué nombre tienes? (Manifiesta a estos demonios como personalidades.) Y él dijo, Legión (posiblemente se refiere a más de 6.000; qué tantos demonios podían habitar en un solo ser humano es sorprendente para no decir otra cosa peor): porque muchos demonios (espíritus inmundos) habían entrado en él.
31 Y Le rogaban que no les mandase ir al abismo (se refiere al "abismo" [Apoc. 20:1-3]).
32 Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte (se registra "cerca de 2.000" [Marc. 5:13]): y Le rogaron que los dejase (permitiera) entrar en ellos. Y los dejó (si hasta los demonios tienen que pedir permiso al Señor para entrar en los puercos, seguramente debe dar por sentado que Él no le permitiría que ellos entrasen en las Ovejas de Su prado).
33 Y salidos los demonios (espíritus inmundos) del hombre, entraron en los puercos (se refiere a estos demonios que obedecieron exactamente lo que el Señor les dijo que debieran hacer): y el hato se arrojó de un despeñadero en el lago, y se ahogó (murieron ahogados todos los puercos).
34 Y los que cuidaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo y dieron aviso en la ciudad y por los campos (quiere decir que ellos no sólo contaron lo sucedido a sus dueños, sino a todos los que querían oírles).
35 Y salieron (los dueños y otros) a ver lo que había acontecido; y vinieron a Jesús, y hallaron sentado al hombre de quien habían salido (sin lugar a dudas, como nunca lo vieron antes) los demonios (espíritus inmundos), vestido (sin lugar a dudas, los Discípulos le habían prestado ropa, y él también estaba revestido de la Salvación), y en su cabal juicio (perfectamente sano en su juicio cabal), a los Pies de Jesús (nuestro   Señor le enseñaba): y tuvieron miedo (no podían comprender ese gran poder).
36 Y les contaron los que lo habían visto, cómo había sido salvado aquel endemoniado (dieron una narración pormenorizada a los dueños de los puercos, y a otros).
37 Entonces toda la multitud de la tierra de los Gadarenos alrededor, Le rogaron que se fuese de ellos (manifiesta uno de los episodios más tristes en los Evangelios; ellos sintieron que no podían conservar a los dos, el Salvador y los puercos, y ¡de los dos prefirieron los puercos! Qué acusación contra la raza humana, porque esto es una imagen de la mayoría de la humanidad); porque tenían gran temor (constituye el temor, lo cual debía llevarlo al Señor, sin embargo, respondieron de lo contrario): y Él, subiendo en el barco, se volvió (al lado occidental del lago).
38 Y aquel hombre de quien habían salido los demonios (espíritus inmundos), Le rogó para estar con Él (expresa todo lo opuesto de sus conciudadanos, del cual el Espíritu Santo observa): mas Jesús le despidió, diciendo (constituye una negación con respecto de su pedido, pero con una misión que cumplir; la llevó a cabo con gran distinción),
39 Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo (constituye una comisión para este hombre, y para todos los Creyentes; de hecho, para todos los Creyentes, el Señor hizo "grandes cosas"). Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él (no nos dice exactamente en qué ciudad, pero sí declara el éxito de este hombre; el día anterior, él era un maníaco endemoniado completamente loco, totalmente fuera de sus cabales; y veinte y cuatro horas más tarde, más o menos, es un Evangelista por el Señor Jesucristo).
SANIDADES Y MILAGROS
40 Y aconteció, que, volviendo Jesús (a Capernaum), Le recibió la gente: porque todos Le esperaban.
41 Y, he aquí, vino un varón, llamado Jairo, y que era principal de la Sinagoga (ese hombre era un buen representante de los ricos y de los Judíos Ortodoxos de alto rango): y cayendo a los Pies de Jesús, Le rogaba que entrase en su casa:
42 Porque tenía una hija única, como de doce años, y ella se estaba muriendo (manifiesta la seriedad de la situación). Y mientras Él (Jesús) iba (a la casa de Jairo), Lo apretaba la multitud.
43 Y una mujer que tenía flujo de sangre hacía ya doce años (probablemente se refiere a un trastorno femenino), la cual había gastado en médicos toda su hacienda, y por ninguno había podido ser curada (no había remedio terrenal para su enfermedad, al igual no hay remedio terrenal para el pecado; pero hay un remedio, ¡como veremos pronto!),
44 Llegándose por las espaldas, tocó el borde de Su Vestido (corresponde a una de las cuatro borlas que formaban parte del manto Judaico, el azul de esa borla, usado por la mayoría de los hombres, le recordaba a Israel que su ayuda viene de lo alto, y que su responsabilidad era guardar la Ley [Núm. 15:28-41; Deut. 22:12]): y luego se le detuvo el flujo de su sangre (su curación fue permanente, y ella nunca volvería a ser atormentada con este problema).
45 Entonces Jesús dijo, ¿Quién es el que Me ha tocado? (De hecho, muchos tocaban a Jesús, pero ninguno de ellos con la Fe que tenía esta mujer.) Y negando todos, dijo Pedro y los que estaban con Él, Maestro, la multitud Te aprieta y oprime, y dices, ¿Quién es el que Me ha tocado? (En efecto, esta es tanto una exclamación como una pregunta.)
46 Y Jesús dijo, Me ha tocado alguien: porque Yo he conocido que ha salido Virtud (Poder) de Mí (Jesús no tocó a la mujer, ella lo tocó a Él, nos dice que si el Señor no nos toca, nosotros todavía podemos tocarle a Él, y recibir lo que necesitamos).
47 Entonces cuando la mujer vio que no se había ocultado (quiere decir que evidentemente ella intentaba esconderse), vino temblando (fue sorprendente para ella que Jesús se detuviera, en esencia, llamándola, especialmente al tomar en cuenta la gran muchedumbre de gente), y postrándose delante de Él, Le declaró delante de todo el pueblo la causa por qué Le había tocado (ella no retuvo nada, declaró todo) y cómo luego había sido sanada.
48 Y Él dijo, Hija (en la primera ocasión se refirió a ella como "mujer," y ahora se refería a ella como "Hija"; se refiere a la relación, que tiene que ver tanto con la salvación como la sanidad), ten ánimo (trata con su temor de su impureza anterior; no tiene que tener temor ya de que alguien la juzgaría impura): tu Fe te ha salvado (la Fe es el único requisito); ve en paz (la Paz que resulta de la justificación; ahora es "justa" ante los Ojos de Dios porque ella había confiado en Cristo, Quien Solo puede efectuar nuestra Justificación; la tradición dice que ella se llamaba Verónica y ella vivía en Cesarea Filipo).
49 Estando aún Él hablando, vino uno del principal de la Sinagoga a decirle (a Jairo), Tu hija está muerta; no des trabajo al Maestro (mientras los pacientes y sus amigos, y aun los Discípulos del Señor muchísimas veces, Le pidieron que Él sanara, etc., nadie hasta el momento Le pidió que resucitase a un difunto; hasta el final, a pesar de lo que ellos habían visto, no podían persuadirse de que Él era efectivamente el Señor de la muerte tanto como de la vida, hasta después de la Resurrección).
50 Y oyéndolo Jesús, le respondió, No temas (en esencia, dijo, "a pesar de la muerte,"  todo va a salir bien): cree solamente, y será salva (el único requisito es tener Fe en Cristo).
51 Y entrado en casa (se refiere al hogar de Jairo), no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, y a Santiago, y a Juan, y al padre y a la madre de la niña (representa la primera vez que estos tres Discípulos fueron apartados de los demás; y fueron apartados de los demás un total de tres veces [Luc. 9:28; Mat. 26:37]).
52 Y lloraban todos, y la lamentaban (representa a las plañideras, lo cual era la costumbre de aquel entonces): mas Él dijo, No lloréis; no está muerta, sino que duerme (de hecho, estaba físicamente muerta, pero para Jesús ella solamente "dormía").
53 Y hacían burla de Él (las plañideras), sabiendo que estaba muerta.
54 Pero Él, echados todos fuera (el Texto Griego expresa el hecho de que debe haber estado a punto de una expulsión a la fuerza, como en el caso de la limpieza del Templo), tomándola de la mano (un apretón firme), y clamó, diciendo, Muchacha, levántate (continuaba la exhibición de Su Autoridad).
55 Entonces su espíritu volvió (demuestra la existencia separada del espíritu como independiente del cuerpo; su espíritu y alma fueron reunidos una vez más con su cuerpo, por lo tanto, el cuerpo instantáneamente revivió), y se levantó luego (inmediatamente): y Él mandó que le diesen de comer (comida).
56 Y sus padres estaban atónitos (se quedaron paralizados al punto que casi no podían moverse del todo): a los cuales Él mandó, que a nadie dijesen lo que había sido hecho (Jesús no buscó publicidad ni admiración).


Primera Corintios Capítulo 13:


Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.



Hebreos 10:35-12:4

 Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:

Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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20 June 2024

El 20 de junio Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre


El 20 de junio Lectura Bíblica Diaria:

Isaías 2 a 4:
2 Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén. Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será asentado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y confluirán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y será árbitro de muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra. Venid, oh casa de Jacob, y caminemos a la luz de Jehová. Pues tú has desechado a tu pueblo, la casa de Jacob, porque están llenos de supersticiones traídas del oriente, y de agoreros, como los filisteos; y pactan con hijos de extranjeros. Su tierra está llena de plata y oro, sus tesoros no tienen fin. También está su tierra llena de caballos, y sus carros son innumerables. Además su tierra está llena de ídolos, y todos adoran la obra de sus manos y lo que fabricaron sus dedos. Y se inclina el hombre, y el varón se humilla; por tanto, no los perdones. Métete en la peña, escóndete en el polvo, de la presencia temible de Jehová, y del resplandor de su majestad. La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y será exaltado Jehová solo en aquel día. Porque Jehová de los ejércitos tiene reservado un día que vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido; sobre todos los cedros del Líbano altos y erguidos, y sobre todas las encinas de Basán; sobre todos los montes altos, y sobre todos los collados elevados; sobre toda torre alta, y sobre todo muro fortificado; sobre todas las naves de Tarsis, y sobre todos los objetos preciados. La altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo Jehová será exaltado en aquel día. Y desaparecerán totalmente los ídolos. Y los hombres se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para sacudir con fuerza la tierra. Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que él se hizo para adorarlos, y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levante para sacudir con fuerza la tierra. Desentendeos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿qué vale realmente? 3 Porque he aquí que el Señor Jehová de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá sustento y apoyo, todo sustento de pan y todo socorro de agua; el hombre fuerte y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano; el capitán de cincuenta y el hombre de rango, el consejero, el sabio hechicero y el hábil encantador. Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus gobernantes. Y el pueblo se hará violencia unos a otros, cada cual contra su vecino; el joven se insolentará contra el anciano, y el villano contra el noble. Pues alguno agarrará a su hermano, de la familia de su padre, y le dirá: Tú tienes manto, tú serás nuestro príncipe, y toma en tus manos esta ruina; pero él jurará aquel día, diciendo: No seré vuestro médico; porque en mi casa ni hay pan, ni manto; no me hagáis príncipe del pueblo. Pues arruinada está Jerusalén, y Judá ha caído; porque la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehová para desafiar su presencia gloriosa. La expresión de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos!, porque amontonaron mal para sí. Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus acciones. ¡Ay del impío! Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado. A mi pueblo le oprime un mozalbete, y mujeres se enseñorean de él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos. Jehová está en pie para litigar, y está para juzgar a los pueblos. Jehová vendrá a juicio contra los ancianos de su pueblo y contra sus príncipes; porque vosotros habéis devorado la viña, y el despojo del pobre está en vuestras casas. ¿Qué pensáis vosotros que machacáis a mi pueblo y moléis las caras de los pobres?, dice el Señor, Jehová de los ejércitos. Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sión son altivas, y andan con el cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies; por tanto, el Señor rapará la cabeza de las hijas de Sión, y Jehová descubrirá sus vergüenzas. Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas, los collares, los pendientes y los brazaletes, las cofias, las cadenillas de los tobillos, los ceñidores, los pomitos de olor y los zarcillos, los anillos, y los joyeles de las narices, las ropas de gala, los mantoncillos, los chales, los bolsos, los espejos, el lino fino, los turbantes y las mantillas. Y en lugar de los perfumes aromáticos habrá hediondez; y cuerda en lugar de cinturón, y calvicie en vez de peinado artificioso; en lugar de ropa de gala, ceñimiento de cilicio, y marca de fuego en vez de hermosura. Tus varones caerán a espada, y tus fuertes, en la guerra. Sus puertas se entristecerán y enlutarán, y ella, desamparada, se sentará en tierra. 4 Echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel día, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente permítenos llevar tu nombre, quita nuestro oprobio. En aquel día, el renuevo de Jehová será para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra para grandeza y honra, a los sobrevivientes de Israel. Y acontecerá que el que quedare en Sión, y el que fuere dejado en Jerusalén, será llamado santo; todos los que en Jerusalén estén registrados entre los vivientes, cuando el Señor lave las inmundicias de las hijas de Sión, y limpie la sangre de Jerusalén de en medio de ella, con espíritu de juicio y con espíritu de devastación. Y creará Jehová sobre toda la morada del monte de Sión, y sobre los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche llamas; porque sobre toda gloria habrá un dosel, y habrá un toldo para sombra contra el calor del día, para refugio y escondedero contra el turbión y contra el aguacero.

Salmo 138:
Señor, quiero alabarte de todo corazón, y cantarte salmos delante de los dioses. Quiero inclinarme hacia tu santo templo y alabar tu nombre por tu gran amor y fidelidad. Porque has exaltado tu nombre y tu palabra por sobre todas las cosas. Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis fuerzas. Oh Señor, todos los reyes de la tierra te alabarán al escuchar tus palabras. Celebrarán con cánticos tus caminos, porque tu gloria, Señor, es grande. El Señor es excelso, pero toma en cuenta a los humildes y mira de lejos a los orgullosos. Aunque pase yo por grandes angustias, tú me darás vida; contra el furor de mis enemigos extenderás la mano: ¡tu mano derecha me pondrá a salvo! El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos!

Proverbios 7:

Hijo mío, pon en práctica mis palabras y atesora mis mandamientos. Cumple con mis mandatos, y vivirás; cuida mis enseñanzas como a la niña de tus ojos. Llévalos atados en los dedos; anótalos en la tablilla de tu corazón. Di a la sabiduría: "Tú eres mi hermana", y a la inteligencia: "Eres de mi sangre." Ellas te librarán de la mujer ajena, de la adúltera y de sus palabras seductoras. Desde la ventana de mi casa miré a través de la celosía. Me puse a ver a los inexpertos, y entre los jóvenes observé a uno de ellos falto de juicio. Cruzó la calle, llegó a la esquina, y se encaminó hacia la casa de esa mujer. Caía la tarde. Llegaba el día a su fin. Avanzaban las sombras de la noche. De pronto la mujer salió a su encuentro, con toda la apariencia de una prostituta y con solapadas intenciones. (Como es escandalosa y descarada, nunca hallan sus pies reposo en su casa. Unas veces por las calles, otras veces por las plazas, siempre está al acecho en cada esquina.) Se prendió de su cuello, lo besó, y con todo descaro le dijo: "Tengo en mi casa sacrificios de comunión, pues hoy he cumplido mis votos. Por eso he  venido a tu encuentro; te buscaba, ¡y ya te he encontrado! Sobre la cama he tendido multicolores linos egipcios. He perfumado mi lecho con aroma de mirra, áloe y canela. Ven, bebamos hasta el fondo la copa del amor; ¡disfrutemos del amor hasta el amanecer! Mi esposo no está en casa, pues ha emprendido un largo viaje. Se ha llevado consigo la bolsa del dinero, y no regresará hasta el día de luna llena." Con palabras persuasivas lo convenció; con lisonjas de sus labios lo sedujo. Y él en seguida fue tras ella, como el buey que va camino al matadero; como el ciervo que cae en la trampa, hasta que una flecha le abre las entrañas; como el ave que se lanza contra la red, sin saber que en ello le va la vida. Así que, hijo mío, escúchame; presta atención a mis palabras. No desvíes tu corazón hacia sus sendas, ni te extravíes por sus caminos, pues muchos han muerto por su causa; sus víctimas han sido innumerables. Su casa lleva derecho al *sepulcro; ¡conduce al reino de la muerte!


El Libro de Lucas Capítulo 7 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS




CAPÍTULO 7
(31 d.C.)
LA PALABRA HABLADA




Y CUANDO acabó todas Sus Palabras oyéndole el pueblo, entró Él en Capernaum.
2 Y el siervo de un Centurión (un Oficial del ejército Romano, un Gentil), al cual tenía él en estima, estaba enfermo, y a punto de morir.
3 Y cuando él oyó hablar de Jesús (mejor traducido, "y cuando él oyó acerca de Jesús"), envió a Él los Ancianos de los Judíos (evidentemente pensó que ellos tendrían más influencia sobre Cristo que él como Gentil), rogándole que viniese y librase a su siervo.
4 Y viniendo ellos (los Ancianos de los Judíos) a Jesús, Le rogaron con diligencia, diciéndole, Porque él (el Centurión) es digno de concederle esto (demuestra la base en la cual la mayoría de la gente espera una respuesta; pero la oración nunca será contestada sobre esta base):
5 Que ama nuestra nación, y él nos edificó una Sinagoga (evidentemente este Gentil estaba harto de las prácticas paganas de Roma, y estaba muy interesado en el Dios de Abraham, Isaac y Jacob).
6 Y Jesús fue con ellos. Más cuando ya no estuviesen lejos de su casa, envió el Centurión unos amigos a Él (Mateo relata que el Centurión vino personalmente; Lucas declara que él vino por delegación; las dos declaraciones son verdaderas; ya que sus mensajeros lo representaron, y también la palabra "él" como se da en el Versículo 9 apoya la creencia que el Centurión siguió a sus mensajeros y, en su ansiedad por su siervo, repitió el mensaje con que él les encargaba), diciéndole, Señor, no Te incomodes: que no soy digno que entres debajo de mi tejado (sin saber lo que los Judíos le dijeron al Señor, él quiso que Cristo supiera quien era él, un Gentil, lo que conllevó muchas connotaciones):
7 Por lo cual ni aun me tuve por digno de venir a Ti (al parecer era la plataforma en que el Centurión ahora se acerca a Cristo personalmente): mas di la Palabra, y mi siervo será sano (expresa el nivel de Fe que rara vez, ni siquiera, se iguala a alguien en toda la Biblia, al menos de esta naturaleza).
8 Porque también yo soy hombre puesto en potestad, que tengo debajo de mí soldados (declara el significado de la autoridad espiritual, ¡y esto de parte de un Gentil!), y digo a éste, Ve, y va; y al otro, Ven, y viene; y a mi siervo, Haz esto, y lo hace (la autoridad de este Centurión vino de César; de la misma manera, toda la autoridad poseída por los Creyentes viene del Señor; también, no como el Centurión, la autoridad poseída por los Creyentes nunca se ejercita sobre otras personas, sino más bien sobre los espíritus de las tinieblas [Luc. 10:19]).
9 Lo cual oyendo Jesús, se maravilló de él (registra una de las dos instancias cuando Jesús se maravilló, en la otra se maravillaba de la incredulidad [Marc. 6:6]), y vuelto (lo usará como un ejemplo), dijo a las gentes que Le seguían (los que siguieron a Jesús), Os digo, Que ni aun en Israel he hallado tanta Fe (nos dice que sólo "la incredulidad" o "la Fe," con todos sus resultados correspondientes tanto negativo como  positivo, son la ocasión en los Ojos de Dios para asombrarse).
10 Y vueltos a casa los que habían sido enviados (son los amigos del Versículo 6), hallaron sano al siervo que había estado enfermo.
LA RESURRECCIÓN
DEL MUERTO
11 Y aconteció después (después de la sanidad del siervo del Centurión), que Él iba a la ciudad que se llama Naín; e iban con Él muchos de Sus Discípulos, y gran compañía (fue registrado sólo por Lucas).
12 Y cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad (estaba por entrar en la ciudad), he aquí, que sacaban fuera a un difunto, unigénito de su madre, la cual también era viuda: y había con ella grande compañía de la ciudad.
13 Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dice: No llores.
14 Y acercándose, tocó el féretro (se refiere a un marco de madera donde acostaban al difunto, envuelto en pliegues de lino, con el equipo entero cargado sobre los hombros de cuatro hombres; era contra la Ley Mosaica tocar algo relacionado con la muerte; sin embargo, esto no se aplicó a Jesús, porque Su toque del féretro demostró Su toque y derrota de la muerte misma, lo que Él haría en la Cruz del Calvario): y los que lo llevaban, pararon (en Su Presencia, todo tiene que detenerse, incluyendo la muerte). Y dice, Joven, a ti digo (presenta Su Deidad), levántate (se refiere a Su Poder de Resurrección, lo cual usaría dentro de poco para levantar a todos los Santos muertos [I Cor. 15:51-55]).
15 Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar (¡qué escena tan impresionante!). Y le dio a su madre (ya podía secar sus lágrimas; además, representa la gran reunión en aquel día futuro que se llevará a cabo en el Cielo entre nuestros seres queridos).
16 Y todos tuvieron miedo (tal poder era incomprensible): y Glorificaban a Dios (todo lo que Jesús hizo trajo Gloria a Dios), diciendo, Que un gran Profeta se ha levantado entre nosotros (en esta parte, estaban en lo correcto, pero sólo a medias; Él era Dios y, por lo tanto, su Mesías, pero no podían comprenderlo); y, Que Dios ha visitado a su pueblo (proclama una Verdad, pero que va más allá de lo que podían imaginarse).
17 Y salió esta fama de Él por toda Judea, y por toda la tierra de alrededor (corresponde al debate sobre Quién era Él realmente; en otras palabras, ¿era Él el Mesías?).
18 Y sus discípulos dieron a Juan las nuevas de todas estas cosas (le contaron a Juan todo en cuanto a Cristo).

JUAN EL BAUTISTA
19 Y llamó Juan a dos de sus discípulos y envió a Jesús, diciendo: ¿Eres Tú Aquél que había de venir, o esperaremos a otro? (A veces, la Fe vacila, aun en los más fuertes, como es evidente en Juan. Es sólo el Maestro que nunca se sale del Camino correcto. Es muy posible, que Juan el Bautista estaba perplejo. Si Jesús era realmente el Mesías, ¿por qué no lo salvó de la prisión?)
20 Y cuando los hombres vinieron a Él (a Jesús), dijeron, Juan el Bautista nos ha enviado a Ti, diciendo, ¿Eres Tú Aquél que había de venir, o esperaremos a otro? (Aunque Juan quizá dudó momentáneamente, ninguna crítica es pertinente, ¡como lo destaca la respuesta de Cristo!)
LA RESPUESTA DE JESÚS
21 Y en la misma hora (cuando los discípulos de Juan el Bautista llegaron donde Él estaba) sanó a muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos; y a muchos ciegos dio la vista (milagros, como milagros, no le acreditaban a Jesús como el Mesías Prometido; lo que sí le acreditó a Él es que obraba los milagros que se predijo en Las Escrituras [Isa. 29:18; 35:4-6; 61:1-3]; el falso profeta también puede hacer milagros asombrosos [Apoc. 13:13]).
22 Y respondiendo Jesús, les dijo (declara que Él no contestó a su pregunta hasta que todos en su derredor habían recibido ya su sanidad y liberación), Id, dad las nuevas a Juan de lo que habéis visto y oído (fueron cosas que jamás se habían "visto ni oído" por generaciones anteriores); que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres es anunciado el Evangelio:
23 Y bienaventurado es él (comienza a amonestarle levemente por las preguntas de Juan y, en efecto, fue en forma de Bienaventuranza), que no fuere escandalizado en Mí (que no hallara una sola ocasión de tropiezo en la manera como vino Cristo).
JESÚS HABLA DE JUAN
EL BAUTISTA
24 Y cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenzó a hablar de Juan a las gentes (Jesús no quería que la gente tuviera una baja opinión de Juan por haber hecho estas preguntas), ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña que es agitada por el viento? (Cristo ahora ensalza a Juan como a ningún otro hombre, a pesar de haber dudado momentáneamente.)
25 Mas ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre cubierto de vestidos delicados? (Juan estaba vestido de pelos de camello, una vestidura ordinaria.) He aquí, los que están en vestido precioso, y viven en delicias, en los palacios de los reyes están (si Juan hubiera comprometido su Mensaje, él hubiera sido el predicador de Herodes; en cambio, fue el prisionero de Herodes).
26 Mas ¿qué salisteis a ver? ¿Un Profeta? También os digo, y aun más que Profeta (esta declaración coloca Juan en una categoría única; en ese momento, la gente quizá tenía una baja opinión de él, ¡pero no era así con Dios!).
27 Este es de quien está escrito (Jesús siempre llevaba la gente a la Palabra), He aquí, envío Mi mensajero delante de Tu Faz (ante la Faz de Cristo), el cual preparará Tu camino delante de Ti (Juan el Bautista preparó el Camino para presentar al Señor).
28 Porque os digo, Que entre los nacidos de mujeres no hay mayor Profeta que Juan el Bautista (todos los Profetas de antes dijeron que Jesús estaba por venir; Juan dijo, "He aquí, Él ya está acá" [Jn. 1:29]; presentó a Cristo, lo que le hizo mayor): mas el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él (desde la Cruz, el Nuevo Convenio nos da privilegios mucho más mayores que los que estaban bajo el Antiguo Convenio, del cual Juan formaba parte [Heb. 8:6]).
29 Y todo el pueblo oyéndole, y los Publicanos (recaudadores de impuestos), justificaron a Dios (declara que Dios hizo algo glorioso de enviar a Juan antes de Cristo, para preparar el Camino a Cristo), bautizándose con el bautismo de Juan (el Bautismo del Arrepentimiento; proclama el hecho de que Jesús le dio validez a la Salvación de aquéllos que fueron bautizados por Juan porque se arrepintieron sinceramente).
30 Mas los Fariseos y los Doctores de la Ley (aquéllos que discutían la Ley de Moisés), desecharon el consejo de Dios contra sí mismos, no siendo bautizados de él (rehusaron admitir que tenían necesidad de arrepentirse).
31 Y dice el Señor, ¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? (Esta fue la generación de Jesús, la que había rechazado tanto el Ministerio de Juan como el Ministerio de Cristo.) ¿y a qué son semejantes? (El Señor contestará a Su Propia Pregunta en los Versículos siguientes.)
32 Semejantes son (los líderes religiosos de Israel) a los muchachos sentados en la plaza, y que dan voces los unos a los otros, y dicen, Os tañimos con flautas, y no bailasteis; os endechamos, y no llorasteis (manifiesta los dos métodos que utilizó el Señor para alcanzar a Israel, Su Ministerio y el Ministerio de Juan el Bautista, los dos no dieron resultado alguno).
33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan, ni bebía vino (se refiere al estilo de vida austero de Juan cuando vivía en el desierto); y decís, Demonio tiene (manifiesta la reacción de los líderes religiosos de Israel al Mensaje de Juan que demandaba el Arrepentimiento).
34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe (se refiere al estilo de vida de Jesús que era totalmente opuesto al de Juan); y decís, He aquí, un hombre comilón, y bebedor de vino (no era así Jesús, sino lo que se decía que Él era; también afirmaron que Él hizo Sus Milagros por el poder de Satanás), amigo de Publicanos y de pecadores. (En cambio, declararon algo cierto acerca de Jesús. Él era amigo de estos grupos; sin embargo, al ser su "amigo" no quería decir que Él participó en el estilo de vida que llevaban, ni tampoco aprobó de ellos.)
35 Mas la sabiduría es justificada de todos sus hijos (los hijos de la sabiduría en este caso son los dos métodos usados por el Espíritu Santo, es decir, "sabiduría," para alcanzar a Israel; hablamos del Ministerio de Juan el Bautista y de Cristo; Israel rechazó los dos, e Israel se fue a su perdición).
JESÚS Y LA MUJER
36 Y Le rogó uno de los Fariseos, que comiese con él (constituye el enemigo de la "sabiduría" mencionado en el Versículo 35; este incidente es peculiar a Lucas). Y entrado en casa del Fariseo, se sentó a la mesa (indica que no se Le proporcionó a Jesús un lugar prominente en la mesa y, como se dijo, ¡tenía que encontrar su asiento propio, que era un insulto!).
37 Y, he aquí, una mujer que había sido pecadora (no nos da más detalles), en la ciudad (probablemente la ciudad era Naín), cuando entendió que estaba a la mesa en casa de aquel Fariseo (evidentemente ella se había determinado a verle), trajo un alabastro de ungüento (muy costoso, es evidente que era una mujer adinerada; sin embargo, sus riquezas no satisficieron el hambre y la sed en su corazón),
38 Y estando detrás a Sus Pies, comenzó llorando (significaba Arrepentimiento; probablemente había presenciado el Milagro de resucitar al joven de entre los muertos, y quizá había escuchado Su Mensaje a los Fariseos y Doctores de la Ley; Sus Palabras habían encontrado un lugar en su corazón) a regar con lágrimas Sus Pies (fueron lágrimas de dolor y de gozo – dolor por sus pecados, y gozo porque precisamente Éste era Quien podía perdonar sus pecados y, ¡de hecho, Él lo hizo!), y los limpiaba con los cabellos de su cabeza; y besaba Sus Pies (era la costumbre de esa época entre los Judíos, Griegos y Romanos; era una señal de afecto y reverencia), y los ungía con el ungüento (se refiere a Sus Pies; como una pecadora lavó y ungió Sus Pies, de la misma manera los pecadores Le entregaron la única corona que Él usó – una  corona de espinas).
39 Y cuando vio esto el Fariseo que le había convidado, habló entre sí (no en voz alta), diciendo, Este Hombre, si fuera Profeta, conocería quién y cuál es la mujer que Le toca, que es pecadora ("Este hombre" juzgaba a Jesús como a la mujer; estaba equivocado en cuanto a ellos dos; ella era una pecadora, el Fariseo, en realidad, era un peor pecador).
40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte (el Espíritu Santo Le reveló al Salvador lo que este hombre estaba pensando). Y él dice, Di, Maestro (está entretejido con sarcasmo; por lo tanto, no esperaba las palabras de sabiduría que estaba a punto de recibir; ya había revelado la incredulidad de su corazón al usar las palabras, "Este Hombre, si fuera Profeta . . .").
LA PARÁBOLA
41 Había un cierto acreedor (un prestamista) que tenía dos deudores (personas a quienes se les prestaba dinero): el uno le debía quinientos denarios (unos $20.000 equivalencia de hoy día), y el otro cincuenta (unos $2.000);
42 Y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos (se refiere al prestamista que canceló las deudas). Di, pues, ¿cuál de éstos le amará más? (Aparece el punto principal ilustrado en esta Parábola.)
43 Y respondiendo Simón, dijo, Pienso que aquél al cual perdonó más. Y Él le dijo: Rectamente has juzgado (Jesús le suplicaba a este hombre llegando al mismo nivel suyo).
44 Y vuelto a la mujer (registra la primera instancia que Jesús reconoció a una mujer de modo alguno), dijo a Simón, ¿Ves esta mujer? (¡El Señor se refiere a ella como un trofeo de la Gracia!) Entré en tu casa, no Me diste agua para Mis Pies (revela el insulto estudiado ya observado): mas ésta ha regado Mis Pies con lágrimas, y los ha limpiado con los cabellos.
45 No me diste beso (era una costumbre de aquella época): mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar Mis Pies (Simón no besaba la Faz de Jesús, que denotaba Su Realeza; sin embargo, el Espíritu Santo hizo que la mujer besara los "Pies" de Jesús, que indica Su Autoridad, Poder y Gobierno).
46 No ungiste Mi Cabeza con óleo (expresa otra costumbre de esa época): mas ésta ha ungido con ungüento Mis Pies (este acto, llevado a cabo por el Espíritu Santo, significaba que Jesús era el Mesías [Luc. 4:18]).
47 Por lo cual te digo, Que sus muchos pecados, son perdonados (Jesús hacía lo que sólo el Mesías en efecto podía hacer, y lo que Simón negaba hacer, y Jesús ya declaró); porque amó mucho (lo que hace falta para amar mucho no depende de la cantidad de pecados, sino el reconocimiento de que todos los pecados fueron perdonados): mas al que se perdona poco, poco ama (todo Creyente tiene que darse cuenta que fue perdonado mucho; en consecuencia, él amará mucho).
48 Y a ella dijo, Tus pecados te son perdonados (los más culpables quienes creen en Cristo disfrutarán la seguridad de la Salvación y de la conciencia del perdón del pecado).
49 Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí, ¿Quién es Éste que también perdona pecados? (Su acto de perdonar a esta mujer, debe haberle dicho a todos ellos y, de hecho, sí les dijo a ellos que Él era el Mesías.)
50 Y dijo a la mujer, Tu Fe te ha Salvado (Jesús no le dijo a la mujer, "tu amor te ha salvado" o "tus lágrimas te han salvado," sino, "tu Fe te ha Salvado"), ve en paz (debiera traducirse, "vaya en paz"; esta es la paz que resulta de la justificación, que significa que esta mujer fue justificada delante de Dios por su Fe en Cristo).


Primera Corintios Capítulo 13:



Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4



Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:



Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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