Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
Sonidos del aire libre
El 30 de junio Lectura Bíblica Diaria:
Isaías 31 a 33:
31 ¡Ay
de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su
esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son
valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová! Pero él
también es sabio, y traerá el mal, y no retirará sus palabras. Se
levantará, pues, contra la casa de los malignos, y contra el auxilio de
los que hacen iniquidad. Y los egipcios hombres son, y no Dios; y sus
caballos carne, y no espíritu; de manera que al extender Jehová su mano,
caerá el ayudador y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a
una. Porque Jehová me dijo a mí de esta manera: Como el león y el
cachorro de león ruge sobre la presa, y si se reúne cuadrilla de
pastores contra él, no lo espantarán sus voces, ni se acobardará por el
tropel de ellos; así Jehová de los ejércitos descenderá a pelear sobre
el monte de Sion, y sobre su collado. Como las aves que vuelan, así
amparará Jehová de los ejércitos a Jerusalén, amparando, librando,
preservando y salvando. Volved a aquel contra quien se rebelaron
profundamente los hijos de Israel. Porque en aquel día arrojará el
hombre sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que para vosotros han
hecho vuestras manos pecadoras. Entonces caerá Asiria por espada no de
varón, y la consumirá espada no de hombre; y huirá de la presencia de la
espada, y sus jóvenes serán tributarios. Y de miedo pasará su
fortaleza, y sus príncipes, con pavor, dejarán sus banderas, dice
Jehová, cuyo fuego está en Sion, y su horno en Jerusalén. 32 He aquí que
para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio. Y será
aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el
turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de
gran peñasco en tierra calurosa. No se ofuscarán entonces los ojos de
los que ven, y los oídos de los oyentes oirán atentos. Y el corazón de
los necios entenderá para saber, y la lengua de los tartamudos hablará
rápida y claramente. El ruin nunca más será llamado generoso, ni el
tramposo será llamado espléndido. Porque el ruin hablará ruindades, y su
corazón fabricará iniquidad, para cometer impiedad y para hablar
escarnio contra Jehová, dejando vacía el alma hambrienta, y quitando la
bebida al sediento. Las armas del tramposo son malas; trama intrigas
inicuas para enredar a los simples con palabras mentirosas, y para
hablar en juicio contra el pobre. Pero el generoso pensará
generosidades, y por generosidades será exaltado. Mujeres indolentes,
levantaos, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad mi razón. De aquí a
algo más de un año tendréis espanto, oh confiadas; porque la vendimia
faltará, y la cosecha no vendrá. Temblad, oh indolentes; turbaos, oh
confiadas; despojaos, desnudaos, ceñid los lomos con cilicio.
Golpeándose el pecho lamentarán por los campos deleitosos, por la vid
fértil. Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y cardos, y aun
sobre todas las casas en que hay alegría en la ciudad de alegría. Porque
los palacios quedarán desiertos, la multitud de la ciudad cesará; las
torres y fortalezas se volverán cuevas para siempre, donde descansen
asnos monteses, y ganados hagan majada; hasta que sobre nosotros sea
derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo
fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque. Y habitará el juicio
en el desierto, y en el campo fértil morará la justicia. Y el efecto de
la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para
siempre. Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones
seguras, y en recreos de reposo. Y cuando caiga granizo, caerá en los
montes; y la ciudad será del todo abatida. Dichosos vosotros los que
sembráis junto a todas las aguas, y dejáis libres al buey y al asno. 33
¡Ay de ti, que saqueas, y nunca fuiste saqueado; que haces deslealtad,
bien que nadie contra ti la hizo! Cuando acabes de saquear, serás tú
saqueado; y cuando acabes de hacer deslealtad, se hará contra ti. Oh
Jehová, ten misericordia de nosotros, a ti hemos esperado; tú, brazo de
ellos en la mañana, sé también nuestra salvación en tiempo de la
tribulación. Los pueblos huyeron a la voz del estruendo; las naciones
fueron esparcidas al levantarte tú. Sus despojos serán recogidos como
cuando recogen orugas; correrán sobre ellos como de una a otra parte
corren las langostas. Será exaltado Jehová, el cual mora en las alturas;
llenó a Sion de juicio y de justicia. Y reinarán en tus tiempos la
sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación; el temor de Jehová
será su tesoro. He aquí que sus embajadores darán voces afuera; los
mensajeros de paz llorarán amargamente. Las calzadas están deshechas,
cesaron los caminantes; ha anulado el pacto, aborreció las ciudades,
tuvo en nada a los hombres. Se enlutó, enfermó la tierra; el Líbano se
avergonzó, y fue cortado; Sarón se ha vuelto como desierto, y Basán y el
Carmelo fueron sacudidos. Ahora me levantaré, dice Jehová; ahora seré
exaltado, ahora seré engrandecido. Concebisteis hojarascas, rastrojo
daréis a luz; el soplo de vuestro fuego os consumirá. Y los pueblos
serán como cal quemada; como espinos cortados serán quemados con fuego.
Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros los que estáis
cerca, conoced mi poder. Los pecadores se asombraron en Sion, espanto
sobrecogió a los hipócritas. ¿Quién de nosotros morará con el fuego
consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas? El que
camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de
violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa
sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos
para no ver cosa mala; éste habitará en las alturas; fortaleza de rocas
será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras.
Tus ojos verán al Rey en su hermosura; verán la tierra que está lejos.
Tu corazón imaginará el espanto, y dirá: ¿Qué es del escriba? ¿qué del
pesador del tributo? ¿qué del que pone en lista las casas más insignes?
No verás a aquel pueblo orgulloso, pueblo de lengua difícil de entender,
de lengua tartamuda que no comprendas. Mira a Sion, ciudad de nuestras
fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud, tienda
que no será desarmada, ni serán arrancadas sus estacas, ni ninguna de
sus cuerdas será rota. Porque ciertamente allí será Jehová para con
nosotros fuerte, lugar de ríos, de arroyos muy anchos, por el cual no
andará galera de remos, ni por él pasará gran nave. Porque Jehová es
nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él
mismo nos salvará. Tus cuerdas se aflojaron; no afirmaron su mástil, ni
entesaron la vela; se repartirá entonces botín de muchos despojos; los
cojos arrebatarán el botín. No dirá el morador: Estoy enfermo; al pueblo
que more en ella le será perdonada la iniquidad.
Salmo 148:
¡Aleluya!
¡Alabado sea el Señor! Alaben al Señor desde los cielos, alábenlo desde
las alturas. Alábenlo, todos sus ángeles, alábenlo, todos sus
ejércitos. Alábenlo, sol y luna, alábenlo, estrellas luminosas. Alábenlo
ustedes, altísimos cielos, y ustedes, las aguas que están sobre los
cielos. Sea alabado el nombre del Señor, porque él dio una orden y todo
fue creado. Todo quedó afirmado para siempre; emitió un decreto que no
será abolido. Alaben al Señor desde la tierra los monstruos marinos y
las profundidades del mar, el relámpago y el granizo, la nieve y la
neblina, el viento tempestuoso que cumple su mandato, los montes y las
colinas, los árboles frutales y todos los cedros, los animales salvajes y
los domésticos, los reptiles y las aves, los reyes de la tierra y todas
las naciones, los príncipes y los gobernantes de la tierra, los jóvenes
y las jóvenes, los ancianos y los niños. Alaben el nombre del Señor,
porque sólo su nombre es excelso; su esplendor está por encima de la
tierra y de los cielos. ¡Él ha dado poder a su pueblo! ¡A él sea la
alabanza de todos sus fieles, de los hijos de Israel, su pueblo cercano!
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Proverbios 17:Más
vale comer pan duro donde hay concordia que hacer banquete donde hay
discordia. El siervo sabio gobernará al hijo sin vergüenza, y compartirá
la herencia con los otros hermanos. En el crisol se prueba la plata y
en el horno se prueba el oro, pero al corazón lo prueba el Señor. El
malvado hace caso a los labios impíos, y el mentiroso presta oído a la
lengua maliciosa. El que se burla del pobre ofende a su Creador; el que
se alegra de verlo en la ruina no quedará sin castigo. La corona del
anciano son sus nietos; el orgullo de los hijos son sus padres. No va
bien con los necios el lenguaje refinado, ni con los gobernantes, la
mentira. Vara mágica es el soborno para quien lo ofrece, pues todo lo
que emprende lo consigue. El que perdona la ofensa cultiva el amor; el
que insiste en la ofensa divide a los amigos. Cala más un regaño en el
hombre prudente que cien latigazos en el obstinado. El revoltoso siempre
anda buscando camorra, pero se las verá con un mensajero cruel. Más
vale toparse con un oso enfurecido que con un necio empecinado en su
necedad. Al que devuelve mal por bien, nunca el mal se apartará de su
familia. Iniciar una pelea es romper una represa; vale más retirarse que
comenzarla. Absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas
que el Señor aborrece. ¿De qué le sirve al necio poseer dinero? ¿Podrá
adquirir sabiduría si le faltan sesos? En todo tiempo ama el amigo; para
ayudar en la adversidad nació el hermano. El que es imprudente se
compromete por otros, y sale fiador de su prójimo. Al que le gusta
pecar, le gusta pelear; el que abre mucho la boca, busca que se la
rompan. El de corazón perverso jamás prospera; el de lengua engañosa
caerá en desgracia. Engendrar a un hijo necio es causa de pesar; ser
padre de un necio no es ninguna alegría. Gran remedio es el corazón
alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos. El malvado acepta soborno
en secreto, con lo que tuerce el curso de la justicia. La meta del
prudente es la sabiduría; el necio divaga contemplando vanos horizontes.
El hijo necio irrita a su padre, y causa amargura a su madre. No está
bien castigar al inocente, ni azotar por su rectitud a gente honorable.
El que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla
sus impulsos. Hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio; se le
considera prudente si cierra la boca.
El Libro de Lucas Capítulo 17 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS
CAPÍTULO 17
(33 d.C.)
EL PERDÓN Y LA FE
Y
a Sus Discípulos Él dice (expresa la enseñanza dada aquí por Cristo
como inmediatamente después de la ilustración dada acerca del hombre
rico en el Infierno), Imposible es que no vengan ofensas (se refiere al
hecho de la oposición contra el Hijo de Dios, y de quien ésta vendrá
mayormente): ¡mas ay de aquél por quien vienen! (¡Aunque parezca
extraño, la mayor parte de la oposición vendrá del sector religioso!
¡Hay una ofensa en la Cruz! Y aquéllos que rechazan la Cruz, que son la
máxima mayoría, se opondrán a aquéllos que aceptan la Cruz. ¡Rechazar la
Cruz es rechazar a Cristo! Se garantiza el juicio a consecuencia de tal
acción.)
2 Mejor le fuera, si le pusiesen al cuello una piedra de
molino, y le lanzasen en el mar (pronuncia el juicio que le espera a los
rechazadores de Cristo), que escandalizar a uno de estos pequeñitos
(los "pequeñitos" mencionados aquí no tienen nada que ver con los niños,
sino más bien Creyentes que son revestidos de humildad, en consecuencia
permiten al Señor defenderlos; son "pequeñitos" en sus propios ojos,
juzgados de ser el mismo por los pecadores, pero el Señor los considera
muy amados y los vela minuciosamente).
3 Mirad por vosotros mismos
(le hablaba directamente a Sus Discípulos, advirtiéndolos que este
espíritu de ofensa puede llegarle a cualquiera a menos que tengan
cuidado): si pecare contra ti tu hermano, repréndele (tiene que ver con
Mateo 18:15-17); y si se arrepintiere, perdónale.
4 Y si siete veces
al día pecare contra ti, y siete veces al día se volviere a ti,
diciendo, me arrepiento; perdónale (como los incansables amonestadores
intrépidos en contra de todo pecado, al mismo tiempo, nunca debemos
cansarnos de conceder el perdón en el momento que el ofensor se
arrepiente).
5 Y dijeron los Apóstoles al Señor, Auméntanos la Fe
(esta es la petición de muchos; sin embargo, la respuesta que el Señor
dará es muy interesante).
6 Entonces el Señor dijo, Si tuvieseis Fe
como un grano de mostaza (una semilla pequeñita, diciéndonos, en efecto,
que no es realmente la cantidad de Fe, sino más bien el Objeto correcto
de la Fe; el Objeto correcto es la Cruz [I Cor. 1:18]), diréis a este
sicómoro, Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecerá (el
traslado de árboles y montañas era figura retórica proverbial entre los
Judíos de esa época, expresando la superación de grandes dificultades).
EL SIERVO FIEL
7
¿Y quién de vosotros tiene un siervo que ara o apacienta, que vuelto
del campo le diga luego (inmediatamente), Pasa, siéntate a la mesa?
8
¿No le dice antes, Prepárame algo para cenar, y vístete apropiadamente,
y sírveme, hasta que haya comido y bebido; y después de esto come tú y
bebe? (Un siervo fiel se ocupará primero de sus deberes, y luego de sí
mismo.)
9 ¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado? Pienso que no (¡de ninguna manera!).
10
Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que os es mandado,
decid, Siervos inútiles somos: porque lo que debíamos hacer, hicimos
(el Señor, en esencia, dice que habiendo realizado todas estas
condiciones, que era su deber, ellos no serían más que siervos inútiles;
este es un golpe mortal a la doctrina de Salvación por obras; el
Discípulo ha de decir, "soy un siervo inútil"; el Maestro le dirá
entonces, "bien, buen siervo y fiel" [Mat. 25:21]).
LOS LEPROSOS
11
Y aconteció, que yendo Él a Jerusalén, pasaba por medio de (entre)
Samaria y de Galilea (el Señor viajaba hacia el oriente al Jordán, donde
Él pasaría, y viajaría con rumbo al sur hacia Jerusalén en el lado
hacia el oriente, que era la ruta más larga).
12 Y entrando en una
cierta aldea, Le vinieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales
se pararon de lejos (la Ley Levítica declaraba que tenían que estar
retirados por lo menos a unos 30 metros [100 pies] de la otra gente
[Lev. 13:21, 45-46; 14:2]):
13 Y alzaron la voz (no les permitieron
que se acercaran más a Cristo, o a alguien más respecto a eso, por eso
tenían que gritar para hacerse oír), diciendo, Jesús, Maestro, ten
misericordia de nosotros (sin duda, habían oído muchas maravillas acerca
de Jesús, y ya milagro de milagros, Él estaba de pie no muy lejos de
ellos).
14 Y cuando Él los vio (captaron Su Atención), les dijo, Id,
mostraos a los Sacerdotes (este mandato aseguraba la limpieza; porque
sólo el leproso limpiado podía presentarse a los Sacerdotes). Y
aconteció, que yendo ellos, fueron limpios (sabían que eran inmundos;
pero creyeron la Palabra de Cristo, se marcharon con la convicción de
que era cierto, y fueron inmediatamente sanados en el camino).
15
Entonces uno de ellos, cuando se vio (tenía que ver con el Samaritano)
que estaba sanado, volvió, Glorificando a Dios a gran voz (todo Creyente
debiera alabar al Señor continuamente),
16 Y se postró sobre el
rostro a Sus Pies, dándole gracias: y éste era Samaritano (lo que Jesús
hizo por él anulaba su fe nacional en el Monte Gerizim y, con razón, lo
atrajo al camino correcto [Jn. 4:22]).
17 Y respondiendo Jesús dijo,
¿No son diez los que fueron limpios? ¿Y los nueve dónde están? (Los
"nueve" eran indicativo de la mayor parte de Israel de esa época
particular, ¡unos ingratos!)
18 ¿No hubo quién volviese y diese
Gloria a Dios sino este extranjero? (También, el "forastero" que había
sido sanado sería indicativo de la Iglesia Gentil, que había de
cumplirse dentro de poco.)
19 Y le dijo, Levántate, vete (Jesús
levanta a la gente): tu Fe te ha Salvado (declara el hecho de que no
sólo fue sanado, sino Salvado también; todos ellos mostraron Fe al
pedirle a Cristo la sanidad, la cual recibieron; sin embargo, sólo uno,
al parecer se le dio la Vida Eterna porque Él Glorificó a Dios).
EL REINO DE DIOS
20
Y preguntado por los Fariseos, cuando había de venir el Reino de Dios
(el Señor, en efecto, contestó que el Reino de Dios estaba en aquel
momento en su medio, ya que Él era el Reino de Dios), les respondió y
dijo, El Reino de Dios no vendrá con observación (los Judíos afirmaban
que cuando viniera el Mesías, Él derrotaría a Roma, etc.; Jesús les
decía que sus "observaciones" estaban equivocadas):
21 Ni dirán,
¡Helo aquí! o, ¡helo allí! (Él les explica que todas estas señales
externas de las cuales hablaban no son Bíblicas, y en realidad no tienen
nada que ver con el Reino de Dios.) porque, he aquí, el Reino de Dios
entre vosotros está (hubiera sido mejor traducido como, "el Reino de
Dios está en medio de vosotros," porque el Reino es Jesús, pero Israel
no quería reconocerle; la experiencia del "Nacer de Nuevo" trae a Cristo
al corazón y, por lo tanto, coloca el "Reino de Dios dentro de la
persona").
LA SEGUNDA VENIDA
22 Y dijo a Sus Discípulos, Tiempo
vendrá, cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no
lo veréis (después del Día de Pentecostés, todos los seguidores de
Cristo, y especialmente los Discípulos, hubieran tenido una mejor
comprensión de todas las cosas que Jesús dijo e hizo, y les hubieran
encantado la oportunidad de volver a vivir de nuevo todos aquellos días
pasados).
23 Y os dirán, ¡Helo aquí! o, ¡helo allí! no vayáis, ni sigáis (Él se refiere a la Segunda Venida).
24
Porque como el relámpago, relampagueando desde una parte de debajo del
Cielo, resplandece hasta la otra debajo del Cielo; así también será el
Hijo del Hombre en Su día (en otras palabras, Él explica que cuando Él
regrese en verdad, habría una gran demostración de la Gloria Celestial y
nadie tendrá que preguntarse, "¿es Él de veras?"; va a ser claro para
todos que de veras es Él).
25 Mas primero es necesario que padezca
mucho, y sea rechazado de esta generación (ahora las Glorias de ese día
venidero tendrán una relación y serán el resultado de Sus Sufrimientos
Expiatorias en el Calvario).
ADVERTENCIAS
26 Y como fue en los
días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre (quiere
decir que el mundo, en el tiempo de la Segunda Venida, será tan
indiferente y corrupto como en los días de Noé y Lot respecto a eso).
27
Comían, bebían, los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos
(declara los negocios como de costumbre; en otras palabras, como el
mundo de esa época no esperaba que las predicciones de Noé se cumpliera
con respecto al diluvio, tampoco el mundo de hoy en día se espera la
Segunda Venida, la cual está proclamada en la Biblia), hasta el día que
entró Noé en el Arca (quiere decir que hasta ese momento mismo se
burlaron de sus predicciones; lo presenciaron entrar en el Arca, y
respondieron con escarnio), y vino el diluvio, y destruyó a todos (su
reacción negativa de ninguna manera desvió el juicio que estuvo por
venir).
28 Asimismo también como fue en los días de Lot; comían,
bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban (corresponde a la
destrucción de Sodoma y Gomorra);
29 Mas el día que Lot salió de
Sodoma, llovió del Cielo fuego y azufre, y destruyó a todos (el Juicio
no llegó, sin embargo, hasta que los Justos con respecto a Noé y Lot
fuesen quitados de ese lugar; aunque todo esto corresponde a la Segunda
Venida, también corresponde al Arrebatamiento de la Iglesia, el cual se
llevará a los Creyentes y los harán entrar al Juicio como se registran
en Apocalipsis, Capítulos 6 al 19).
30 Aun así será el día en que el Hijo del Hombre se manifestará (es la Segunda Venida).
31
En aquel día (definitivamente se refiere a la Segunda Venida, y no al
Arrebatamiento), el que estuviere en el terrado, y sus alhajas en casa,
no descienda a tomarlas (en el Medio Oriente, casi todas las casas
tienen techos planos, y en la época de Jesús, especialmente durante los
meses del verano, muchos dormían en el techo de la casa, y hasta ahora
muchos todavía lo hacen): y el que está en el campo, asimismo no vuelva
atrás (esas declaraciones concretas no tienen nada que ver con el
Arrebatamiento, en vista de que será repentino, "en un abrir y cerrar de
ojos"; Versículos 31 al 37 corresponden a la movilización de Israel
contra el Anticristo; Ezequiel lo describe en los Capítulos 38 y 39; esa
movilización será de prisa).
32 Acordaos de la mujer de Lot (la
insistencia es que si Israel no se decide en ese determinado tiempo,
ellos serán destruidos tal como la esposa de Lot; a propósito, en este
único Pasaje, Jesús relata el hecho histórico de la esposa de Lot
convertida en una columna de sal [Gén. 19:26]).
33 Cualquiera que
procurare salvar su vida, la perderá (se refiere a los Judíos que en ese
entonces creerán que al huir en otras direcciones sus vidas serán
preservadas, pero en realidad tendrá el efecto contrario); y cualquiera
que la perdiere, la salvará (se refiere a aquéllos que van hacia
adelante a la batalla (la Batalla de Armagedón), y como resultado,
tendrán la protección del Señor [Zac. 12:8]).
34 Os digo, Que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado.
35 Dos mujeres estarán moliendo juntas (moliendo en el molino); la una será tomada, y la otra dejada.
36
Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado (de
nuevo, se refiere a la movilización de Israel en la Batalla de
Armagedón; no se refiere al Arrebatamiento como muchos son inducidos a
creer).
37 Y respondiendo Le dicen, ¿Dónde, Señor? (Ellos no sabían
ni dónde ni de lo qué el Señor se refería, por lo menos, en aquel
momento.) Y Él les dijo, Donde estuviere el cuerpo, allá se juntarán
también las águilas (se refiere directamente a la Batalla de Armagedón
y, de nuevo, no al Arrebatamiento como algunos lo creen [Ezeq. 39:17])
Primera Corintios Capítulo 13:Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue,
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4Así
que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.
Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la
voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy
poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo
vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero
nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse,
sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la
garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a
ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo
fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino
de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más
aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo,
pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto,
habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar
la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser
llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe
es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios
tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por
la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor
reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó
al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por
la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde
recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la
fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas
de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es
arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad
y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos,
porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este
solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las
estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor,
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado,
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob,
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada;
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades,
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su
sangre.
Romanos 8:Por
lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a
Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha
liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo
liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios
envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de
pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así
condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas
demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la
naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a
la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza;
en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los
deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la
mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad
pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no
pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza
pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive
en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del
pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la
justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los
muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los
muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su
Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una
obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.
Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del
Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y
ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba!
¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos
parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan
los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en
nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de
Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su
propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme
esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción
que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera
dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras
aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de
nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la
esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?
Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos
nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que
examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el
Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de
quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los
que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los
glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte,
¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e
intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
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