Rut 4 a I Samuel 2:
4
Booz subió a la puerta y se sentó allí; y he aquí pasaba aquel pariente
de quien Booz había hablado, y le dijo: Eh, fulano, ven acá y siéntate.
Y él vino y se sentó. Entonces él tomó a diez varones de los ancianos
de la ciudad, y dijo: Sentaos aquí. Y ellos se sentaron. Luego dijo al
pariente: Noemí, que ha vuelto del campo de Moab, vende una parte de las
tierras que tuvo nuestro hermano Elimelec. Y yo decidí hacértelo saber,
y decirte que la compres en presencia de los que están aquí sentados, y
de los ancianos de mi pueblo. Si tú quieres redimir, redime; y si no
quieres redimir, decláramelo para que yo lo sepa; porque no hay otro que
redima sino tú, y yo después de ti. Y él respondió: Yo redimiré.
Entonces replicó Booz: El mismo día que compres las tierras de mano de
Noemí, debes tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que
restaures el nombre del muerto sobre su posesión. Y respondió el
pariente: No puedo redimir para mí, no sea que dañe mi heredad. Redime
tú, usando de mi derecho, porque yo no podré redimir. Había ya desde
hacía tiempo esta costumbre en Israel tocante a la redención y al
contrato, que para la confirmación de cualquier negocio, el uno se
quitaba el zapato y lo daba a su compañero; y esto servía de testimonio
en Israel. Entonces el pariente dijo a Booz: Tómalo tú. Y se quitó el
zapato. Y Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois
testigos hoy, de que he adquirido de mano de Noemí todo lo que fue de
Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón. Y que también tomo
por mi mujer a Rut la moabita, mujer de Mahlón, para restaurar el nombre
del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se borre
de entre sus hermanos y de la puerta de su lugar. Vosotros sois
testigos hoy. Y dijeron todos los del pueblo que estaban a la puerta con
los ancianos: Testigos somos. Jehová haga a la mujer que entra en tu
casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel; y
tú seas ilustre en Efrata, y seas de renombre en Belén. Y sea tu casa
como la casa de Fares, el que Tamar dio a luz a Judá, por la
descendencia que de esa joven te dé Jehová. Booz, pues, tomó a Rut, y
ella fue su mujer; y se llegó a ella, y Jehová le dio que concibiese y
diese a luz un hijo. Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que
hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en
Israel; el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues
tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti
que siete hijos. Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su
aya. Y le dieron nombre las vecinas, diciendo: Le ha nacido un hijo a
Noemí; y lo llamaron Obed. Este es padre de Isaí, padre de David. Estas
son las generaciones de Fares: Fares engendró a Hezrón, Hezrón engendró a
Ram, y Ram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, y Naasón
engendró a Salmón, Salmón engendró a Booz, y Booz engendró a Obed, Obed
engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.
I Samuel 2:
1
Hubo un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín, que se llamaba
Elcana hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf,
efrateo. Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la
otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía. Y todos los
años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer
sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos
de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová. Y cuando llegaba el día en
que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos
y a todas sus hijas, a cada uno su parte. Pero a Ana daba una parte
escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener
hijos. Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque
Jehová no le había concedido tener hijos. Así hacía cada año; cuando
subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y
no comía. Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no
comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez
hijos? Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y
mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar
del templo de Jehová, ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró
abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te
dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no
te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo
lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja
sobre su cabeza. Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí
estaba observando la boca de ella. Pero Ana hablaba en su corazón, y
solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por
ebria. Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu
vino. Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer
atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he
derramado mi alma delante de Jehová. No tengas a tu sierva por una mujer
impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he
hablado hasta ahora. Elí respondió y dijo: Vé en paz, y el Dios de
Israel te otorgue la petición que le has hecho. Y ella dijo: Halle tu
sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y
comió, y no estuvo más triste. Y levantándose de mañana, adoraron
delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se
llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella. Aconteció que al
cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y
le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová.
Después subió el varón Elcana con toda su familia, para ofrecer a Jehová
el sacrificio acostumbrado y su voto. Pero Ana no subió, sino dijo a su
marido: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado, para que lo lleve
y sea presentado delante de Jehová, y se quede allá para siempre. Y
Elcana su marido le respondió: Haz lo que bien te parezca; quédate hasta
que lo destetes; solamente que cumpla Jehová su palabra. Y se quedó la
mujer, y crió a su hijo hasta que lo destetó. Después que lo hubo
destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una
vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era
pequeño. Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí. Y ella dijo: ¡Oh,
señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo
aquí junto a ti orando a Jehová. Por este niño oraba, y Jehová me dio lo
que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que
viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová.
2 Y Ana oró y dijo:
Mi corazón se regocija en Jehová,
Mi poder se exalta en Jehová;
Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos,
Por cuanto me alegré en tu salvación. No hay santo como Jehová;
Porque no hay ninguno fuera de ti,
Y no hay refugio como el Dios nuestro. No multipliquéis palabras de grandeza y altanería;
Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca;
Porque el Dios de todo saber es Jehová,
Y a él toca el pesar las acciones. Los arcos de los fuertes fueron quebrados,
Y los débiles se ciñeron de poder. Los saciados se alquilaron por pan,
Y los hambrientos dejaron de tener hambre;
Hasta la estéril ha dado a luz siete,
Y la que tenía muchos hijos languidece. Jehová mata, y él da vida;
El hace descender al Seol, y hace subir. Jehová empobrece, y él enriquece;
Abate, y enaltece. El levanta del polvo al pobre,
Y del muladar exalta al menesteroso,
Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor.
Porque de Jehová son las columnas de la tierra,
Y él afirmó sobre ellas el mundo. El guarda los pies de sus santos,
Mas los impíos perecen en tinieblas;
Porque nadie será fuerte por su propia fuerza. Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios,
Y sobre ellos tronará desde los cielos;
Jehová juzgará los confines de la tierra,
Dará poder a su Rey,
Y
exaltará el poderío de su Ungido. Y Elcana se volvió a su casa en Ramá;
y el niño ministraba a Jehová delante del sacerdote Elí. Los hijos de
Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová. Y era
costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía
sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras se cocía la carne,
trayendo en su mano un garfio de tres dientes, y lo metía en el perol,
en la olla, en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el
garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían con todo
israelita que venía a Silo. Asimismo, antes de quemar la grosura, venía
el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que asar
para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda. Y si
el hombre le respondía: Quemen la grosura primero, y después toma tanto
como quieras; él respondía: No, sino dámela ahora mismo; de otra manera
yo la tomaré por la fuerza. Era, pues, muy grande delante de Jehová el
pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de
Jehová. Y el joven Samuel ministraba en la presencia de Jehová, vestido
de un efod de lino. Y le hacía su madre una túnica pequeña y se la
traía cada año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio
acostumbrado. Y Elí bendijo a Elcana y a su mujer, diciendo: Jehová te
dé hijos de esta mujer en lugar del que pidió a Jehová. Y se volvieron a
su casa. Y visitó Jehová a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos
y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante de Jehová. Pero Elí era
muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo
dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de
reunión. Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de
todo este pueblo vuestros malos procederes. No, hijos míos, porque no
es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová. Si
pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno
pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz
de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir. Y el joven
Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los
hombres. Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: Así ha dicho Jehová:
¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en
Egipto en casa de Faraón? Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas
las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase
incienso, y llevase efod delante de mí; y dí a la casa de tu padre todas
las ofrendas de los hijos de Israel. ¿Por qué habéis hollado mis
sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y
has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de
todas las ofrendas de mi pueblo Israel? Por tanto, Jehová el Dios de
Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían
delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal
haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian
serán tenidos en poco. He aquí, vienen días en que cortaré tu brazo y el
brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa.
Verás tu casa humillada, mientras Dios colma de bienes a Israel; y en
ningún tiempo habrá anciano en tu casa. El varón de los tuyos que yo no
corte de mi altar, será para consumir tus ojos y llenar tu alma de
dolor; y todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril. Y te
será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos
morirán en un día. Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga
conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y
andará delante de mi ungido todos los días. Y el que hubiere quedado en
tu casa vendrá a postrarse delante de él por una moneda de plata y un
bocado de pan, diciéndole: Te ruego que me agregues a alguno de los
ministerios, para que pueda comer un bocado de pan.
Salmos 50:
Habla
el Señor, el Dios de dioses: convoca a la tierra de oriente a
occidente. Dios resplandece desde Sión, la ciudad bella y perfecta.
Nuestro Dios viene, pero no en silencio; lo precede un fuego que todo lo
destruye, y en torno suyo ruge la tormenta. El Señor convoca a los
cielos y a la tierra, para que presencien el juicio de su pueblo:
"Reúnanme a los consagrados, a los que pactaron conmigo mediante un
sacrificio." El cielo proclama la justicia divina: ¡Dios mismo es el
juez! Selah. "Escucha, pueblo mío, que voy a hablar; Israel, voy a
testificar contra ti: ¡Yo soy tu Dios, el único Dios! No te reprendo por
tus sacrificios ni por tus holocaustos, que siempre me ofreces. No
necesito becerros de tu establo ni machos cabríos de tus apriscos, pues
míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros.
Conozco a las aves de las alturas; todas las bestias del campo son
mías. Si yo tuviera hambre, no te lo diría, pues mío es el mundo, y todo
lo que contiene. ¿Acaso me alimento con carne de toros, o con sangre de
machos cabríos? ¡Ofrece a Dios tu gratitud, cumple tus promesas al
Altísimo! Invócame en el día de la angustia; yo te libraré y tú me
honrarás." Pero Dios le dice al malvado: "¿Qué derecho tienes tú de
recitar mis leyes o de mencionar mi *pacto con tus labios? Mi
instrucción, la aborreces; mis palabras, las desechas. Ves a un ladrón, y
lo acompañas; con los adúlteros te identificas. Para lo malo, das
rienda suelta a tu boca; tu lengua está siempre dispuesta al engaño.
Tienes por costumbre hablar contra tu prójimo, y aun calumnias a tu
propio hermano. Has hecho todo esto, y he guardado silencio; ¿acaso
piensas que soy como tú? Pero ahora voy a reprenderte; cara a cara voy a
denunciarte. "Ustedes que se olvidan de Dios, consideren lo que he
dicho; de lo contrario, los haré pedazos, y no habrá nadie que los
salve. Quien me ofrece su gratitud, me honra; al que enmiende su
conducta le mostraré mi salvación."
Proverbios 13:
El
hijo sabio atiende a la corrección de su padre, pero el insolente no
hace caso a la reprensión. Quien habla el bien, del bien se nutre, pero
el infiel padece hambre de violencia. El que refrena su lengua protege
su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina. El perezoso
ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos. El
justo aborrece la mentira; el malvado acarrea vergüenza y deshonra. La
justicia protege al que anda en integridad, pero la maldad arruina al
pecador. Hay quien pretende ser rico, y no tiene nada; hay quien parece
ser pobre, y todo lo tiene. Con su riqueza el rico pone a salvo su vida,
pero al pobre no hay ni quien lo amenace. La luz de los justos brilla
radiante, pero los malvados son como lámpara apagada. El orgullo sólo
genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos. El
dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se
enriquece. La esperanza frustrada aflige al corazón; el deseo cumplido
es un árbol de vida. Quien se burla de la instrucción tendrá su
merecido; quien respeta el mandamiento tendrá su recompensa. La
enseñanza de los sabios es fuente de vida, y libera de los lazos de la
muerte. El buen juicio redunda en aprecio, pero el camino del infiel no
cambia. El prudente actúa con cordura, pero el necio se jacta de su
necedad. El mensajero malvado se mete en problemas; el enviado confiable
aporta la solución. El que desprecia a la disciplina sufre pobreza y
deshonra; el que atiende a la corrección recibe grandes honores. El
deseo cumplido endulza el alma, pero el necio detesta alejarse del mal.
El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta,
saldrá mal parado. Al pecador lo persigue el mal, y al justo lo
recompensa el bien. El hombre de bien deja herencia a sus nietos; las
riquezas del pecador se quedan para los justos. En el campo del pobre
hay abundante comida, pero ésta se pierde donde hay injusticia. No
corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo. El justo come
hasta quedar saciado, pero el malvado se queda con hambre.
El Libro de I Pedro Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA PRIMERA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE SAN PEDRO
CAPÍTULO 2
(60 d.C.)
LOS OBSTÁCULOS
DEJANDO
pues toda malicia, y todo engaño, y fingimientos, y envidias, y todas
las difamaciones (estas cosas se pueden dejar a un lado con tal que la
Cruz de Cristo sea el Objeto de nuestra Fe; en efecto, el Espíritu Santo
realizará la obra que Él Solo puede hacer),
CRECIMIENTO ESPIRITUAL
2
Desead, como niños recién nacidos (aquellos salvos recientemente), la
leche Espiritual, sin engaño (la Palabra de Dios en general es un factor
que sustenta la vida en el sentido espiritual), para que por ella
crezcáis para Salvación (el Crecimiento Espiritual está basado en el
conocimiento de la Palabra):3
Si empero habéis gustado ("ya que le han gustado") que el Señor es
Benigno. (Apunta hacia la Cruz, que es el medio de la Gracia.)PIEDRA DEL ÁNGULO4
Al Cual acercándoos (venga exclusivamente a Jesús), Piedra Viva (Cristo
es la Roca), descartada cierto de los hombres (se refiere al rechazo de
Cristo por Israel), empero elegida de Dios, preciosa (los hombres
rechazaron Al Que Dios había elegido, es decir, Cristo),5
Vosotros también, como piedras vivas (porque estamos "en Cristo"), sed
edificados una casa espiritual (se refiere a la Iglesia; no la Iglesia
institucional, sino más bien todos los que son Nacidos de Nuevo, es
decir, la Familia de Dios), y un Sacerdocio Santo (todos los Creyentes
Nacidos de Nuevo son miembros "del Sacerdocio Santo," pero Cristo Solo
es el Gran Sumo Sacerdote), para ofrecer Sacrificios espirituales (la
palabra "Sacrificios" se refiere a la Cruz y a nuestra Fe que siempre
está en aquella Obra Terminada; si es realmente "espiritual," entonces
sinceramente hay que tener la Cruz como su Objeto), agradables a Dios
por Jesucristo. (La Fe en Cristo y la Cruz sola es aceptable para con
Dios. Significa que cuando la Fe tiene algo más como su Objeto es
inaceptable.)6
Por lo cual también dicen Las Escrituras (Isa. 28:16), He aquí, pongo
en Sión la Principal Piedra del Ángulo, escogida, preciosa (sugiere que
la Imagen de Jesús como la Piedra Angular Principal sea una que es
importante para la Fe o para la incredulidad): y el que creyere en Él,
no será confundido (no será avergonzado).7
Él es pues precioso a vosotros que creéis (se refiere a la estimación
de Cristo por aquellos de nosotros que creemos en contraste con la
opinión que el mundo ha tomado de Él): mas para los desobedientes, la
Piedra que los edificadores despreciaron, ésta fue hecha la Cabeza del
Ángulo (a pesar de que Cristo fue rechazado por Israel, será a Él que el
mundo contestará),8
Y Piedra de tropiezo, y Roca de escándalo (debido a la Cruz [I Cor.
1:23]) aun a aquellos que tropiezan en la Palabra, siendo desobedientes
(se refiere a la incredulidad): para lo cual fueron también ordenados.
(Todos los que rechazan a Cristo están destinados a perderse.)9
Mas vosotros sois linaje escogido (una nueva raza escogida, compuesta
de todos quienes hayan aceptado a Cristo), Real Sacerdocio (Cristo es
Rey y Sumo Sacerdote; porque estamos "en Él," también somos "Reyes y
Sacerdotes" [Apoc. 1:6]), una nación Santa (una multitud de personas de
la misma naturaleza), pueblo adquirido (todo Santo es posesión única de
Dios, justo como si aquel Santo fuera el único ser humano que existe);
para que anunciéis las virtudes de Aquél Quien os ha llamado de las
tinieblas a Su Luz admirable (Él nos salvó en virtud de lo que Él hizo
en la Cruz, por lo cual debiéramos alabarlo siempre):10
Vosotros, que en el tiempo pasado no erais pueblo (sin Dios, no hay
relación alguna de ninguna manera), mas ahora sois pueblo de Dios (es
posible por lo que Jesús hizo en la Cruz): que en el tiempo pasado no
habíais alcanzado Misericordia, mas ahora ya habéis alcanzado
Misericordia. (La Misericordia es un producto de la Gracia, la cual es
un producto de la Cruz.)LOS CREYENTES11
Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos (nadie es realmente
un peregrino en el sentido Bíblico sin primero haber sido un extranjero
en este mundo), os abstengáis de los deseos carnales, que batallan
contra el alma (nos dice que como Cristianos todavía tenemos en nosotros
"la naturaleza pecaminosa");12
Teniendo vuestra conversación (estilo de vida) honesta entre los
Gentiles (la palabra "Gentiles," como se usa aquí, no se refiere a los
Gentiles en contraste con los Judíos, sino con el mundo no salvo, un
mundo de personas sin Cristo): para que, en lo que ellos murmuran de
vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la
visitación (se refiere a este Día de la Gracia), estimándoos (considerar
con cuidado como testigo personal) por las buenas obras (separado de
pecado).GOBERNADORES13
Sed pues sujetos a toda Ordenación humana por respeto a Dios (Pedro se
refiere al Gobierno Civil): ya sea al rey, como a superior (si la
Ordenación no viola la Palabra de Dios);14
Ya a los Gobernadores, como de él enviados (la policía local) para
venganza de los malhechores (incluye todo el Gobierno Civil), y para
loor de los que hacen bien. (Se ha de castigar el mal y recompensar la
obra del bien, lo que es propio de una sociedad estable.)15
Porque esta es la Voluntad de Dios (el Gobierno Civil es ordenado por
Dios), que haciendo bien, acalléis la ignorancia de los hombres vanos
(los Verdaderos Cristianos son el mejor recurso de una nación):16
Como libres (la libertad que tenemos en Cristo), y no como teniendo la
libertad para encubrir la malicia, sino como siervos de Dios. (La
libertad que tenemos en Cristo no nos coloca en una posición superior a
la Ley de la Tierra.)17
Honrad a todos (si es digno del honor). Amad a la confraternidad (se
refiere a la familia Cristiana de Creyentes). Temed a Dios. (El que
tiene temor de Dios no deshonrará al hombre, amará a sus Hermanos y le
dará el reconocimiento digno a la autoridad Civil nombrada.) Honrad al
rey (en efecto, se refiere a rendir homenaje al Oficio).LOS SIERVOS18
Siervos (esclavos), sed sujetos con todo temor a vuestros amos (indica
que los esclavos, como una clase, formaban una gran parte de la primera
comunidad Cristiana); no solamente a los buenos y humanos, sino también a
los injustos. (Los esclavos Cristianos debían comportarse como Cristo,
ya sea si su amo era bueno o no. De la misma manera hoy día se aplica
esta advertencia al patrón y al empleado.)19
Porque esto es agradable (una acción fuera del curso ordinario de lo
que se espera), si alguno a causa de la conciencia delante de Dios,
sufre molestias, padeciendo injustamente. (Aunque haya sido maltratado,
el esclavo Creyente debe seguir comportándose como Cristo, lo cual Dios
se estará fijando siempre.)20
Porque ¿qué gloria es, si pecando vosotros sois abofeteados, y lo
sufrís? (De hecho, si el esclavo se ha comportado mal, él debe aceptar
su castigo sin queja.) Mas si haciendo bien sois afligidos, y lo sufrís,
esto ciertamente es agradable delante de Dios. (Significa que si no
aceptamos el maltrato con paciencia, no es aceptable para Dios. Se puede
lograr sólo mediante el Espíritu Santo que le ayudará a esa persona, lo
cual Él definitivamente hará, si su Fe está siempre afianzada en la
Cruz.)CRISTO21
Porque para esto sois llamados (llamado para obrar como Cristo, sin
tener en cuenta el maltrato): pues que también Cristo padeció por
nosotros (Pedro le hace recordar a estos esclavos que Cristo también
sufrió injustamente, porque Él, el Único Justo, murió a favor de los
injustos), dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis Sus pisadas
(hemos de reproducir a Cristo en nuestras vidas, lo que sólo podemos
hacer con la Ayuda, Dirección, Conducción y Poder del Espíritu Santo
[Jn. 16:7-16]):22
El Cual no hizo pecado (Cristo era el único ser humano Quien jamás
vivió sin pecado), ni fue hallado engaño en Su Boca (Él nunca pecó
hablando hipócrita o falsamente, ni una sola vez):23
Quien cuando Le maldecían, no retornaba maldición (Él no correspondía
de la misma manera); cuando padecía, no amenazaba (cuando Él sufría
injustamente, Él no invocaba la ira del Cielo, algo que Él realmente
pudiera haber hecho); sino encomendaba la causa Al Que Juzga Justamente
(Él confió en Dios por Su defensa, que es también lo que hemos de
hacer):24
Él Mismo llevó nuestros pecados en Su Cuerpo sobre el madero (se
entregó en Sacrificio en la Cruz, tomando toda la pena por nuestros
pecados, lo cual era la muerte física; no fue el sufrimiento de Cristo
lo que nos redimió, aunque, sin duda alguna, eso fue parte de lo que
pasó, sino más bien el precio que Él pagó cuando Se entregó), para que
nosotros siendo muertos a los pecados, vivamos a la Justicia (estamos
"muertos al pecado" en virtud de estar "en Cristo" cuando Él murió en la
Cruz, lo cual se desempeña al manifestar nuestra Fe en Cristo [Rom.
6:3-5]; y fuimos resucitados con Él en "novedad de vida," lo que nos
garantiza una Justicia perfecta e intachable): por la herida Del Cual
habéis sido sanados. (Se refiere a la sanidad de nuestras almas y la
sanidad de nuestro cuerpo físico también. La Expiación incluyó todo lo
que el hombre perdió en la Caída, pero sólo tenemos las Primicias ahora y
el resto lo tendremos en la Resurrección [Rom. 8:23].)25
Porque vosotros erais como ovejas descarriadas (somos como un rebaño
sin pastor); mas ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras
almas (se refiere al Señor Jesucristo; Él Solo es el Verdadero "Pastor" y
Él Solo es el Verdadero "Obispo" de nuestras almas; si permitimos que
el hombre tome Su Lugar, nos destruimos espiritualmente; el hombre puede
servir sólo como pastor que está por debajo de Cristo).
1 Corintios 13:
Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue,
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4:
Así
que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.
Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la
voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy
poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo
vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero
nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse,
sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la
garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a
ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo
fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino
de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más
aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo,
pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto,
habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar
la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser
llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe
es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios
tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por
la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor
reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó
al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por
la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde
recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la
fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas
de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es
arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad
y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos,
porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este
solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las
estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor,
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado,
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob,
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de
Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero
cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron
las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a
su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada;
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades,
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su
sangre.
Romanos 8:Por
lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a
Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino
conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida
me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no
pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso
Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición
de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así
condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas
demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la
naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a
la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza;
en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los
deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la
mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad
pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no
pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza
pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive
en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del
pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la
justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los
muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los
muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su
Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una
obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.
Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del
Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y
ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba!
¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos
parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan
los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en
nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de
Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su
propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme
esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción
que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera
dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras
aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de
nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la
esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?
Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos
nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que
examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el
Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de
quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los
que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los
glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte,
¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e
intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.