30 April 2024

El 1 de mayo Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Ocotillos Vail, Arizona

El 1 de mayo Lectura Bíblica Diaria:

1 Crónicas 12 a 14:
12 Estos son los que vinieron a David en Siclag, estando él aún encerrado por causa de Saúl hijo de Cis, y eran de los valientes que le ayudaron en la guerra. Estaban armados de arcos, y usaban de ambas manos para tirar piedras con honda y saetas con arco. De los hermanos de Saúl de Benjamín: El principal Ahiezer, después Joás, hijos de Semaa gabaatita; Jeziel y Pelet hijos de Azmavet, Beraca, Jehú anatotita, Ismaías gabaonita, valiente entre los treinta, y más que los treinta; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad gederatita, Eluzai, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías harufita, Elcana, Isías, Azareel, Joezer y Jasobeam, coreítas, y Joela y Zebadías hijos de Jeroham de Gedor. También de los de Gad huyeron y fueron a David, al lugar fuerte en el desierto, hombres de guerra muy valientes para pelear, diestros con escudo y pavés; sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas. Ezer el primero, Obadías el segundo, Eliab el tercero, Mismana el cuarto, Jeremías el quinto, Atai el sexto, Eliel el séptimo, Johanán el octavo, Elzabad el noveno, Jeremías el décimo y Macbanai el undécimo. Estos fueron capitanes del ejército de los hijos de Gad. El menor tenía cargo de cien hombres, y el mayor de mil. Estos pasaron el Jordán en el mes primero, cuando se había desbordado por todas sus riberas; e hicieron huir a todos los de los valles al oriente y al poniente. Asimismo algunos de los hijos de Benjamín y de Judá vinieron a David al lugar fuerte. Y David salió a ellos, y les habló diciendo: Si habéis venido a mí para paz y para ayudarme, mi corazón será unido con vosotros; mas si es para entregarme a mis enemigos, sin haber iniquidad en mis manos, véalo el Dios de nuestros padres, y lo demande. Entonces el Espíritu vino sobre Amasai, jefe de los treinta, y dijo: Por ti, oh David, y contigo, oh hijo de Isaí. Paz, paz contigo, y paz con tus ayudadores, pues también tu Dios te ayuda. Y David los recibió, y los puso entre los capitanes de la tropa. También se pasaron a David algunos de Manasés, cuando vino con los filisteos a la batalla contra Saúl (pero David no les ayudó, porque los jefes de los filisteos, habido consejo, lo despidieron, diciendo: Con peligro de nuestras cabezas se pasará a su señor Saúl). Así que viniendo él a Siclag, se pasaron a él de los de Manasés, Adnas, Jozabad, Jediaiel, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletai, príncipes de millares de los de Manasés. Estos ayudaron a David contra la banda de merodeadores, pues todos ellos eran hombres valientes, y fueron capitanes en el ejército. Porque entonces todos los días venía ayuda a David, hasta hacerse un gran ejército, como ejército de Dios. Y este es el número de los principales que estaban listos para la guerra, y vinieron a David en Hebrón para traspasarle el reino de Saúl, conforme a la palabra de Jehová: De los hijos de Judá que traían escudo y lanza, seis mil ochocientos, listos para la guerra. De los hijos de Simeón, siete mil cien hombres, valientes y esforzados para la guerra. De los hijos de Leví, cuatro mil seiscientos; asimismo Joiada, príncipe de los del linaje de Aarón, y con él tres mil setecientos, y Sadoc, joven valiente y esforzado, con veintidós de los principales de la casa de su padre. De los hijos de Benjamín hermanos de Saúl, tres mil; porque hasta entonces muchos de ellos se mantenían fieles a la casa de Saúl. De los hijos de Efraín, veinte mil ochocientos, muy valientes, varones ilustres en las casas de sus padres. De la media tribu de Manasés, dieciocho mil, los cuales fueron tomados por lista para venir a poner a David por rey. De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos. De Zabulón cincuenta mil, que salían a campaña prontos para la guerra, con toda clase de armas de guerra, dispuestos a pelear sin doblez de corazón. De Neftalí, mil capitanes, y con ellos treinta y siete mil con escudo y lanza. De los de Dan, dispuestos a pelear, veintiocho mil seiscientos. De Aser, dispuestos para la guerra y preparados para pelear, cuarenta mil. Y del otro lado del Jordán, de los rubenitas y gaditas y de la media tribu de Manasés, ciento veinte mil con toda clase de armas de guerra. Todos estos hombres de guerra, dispuestos para guerrear, vinieron con corazón perfecto a Hebrón, para poner a David por rey sobre todo Israel; asimismo todos los demás de Israel estaban de un mismo ánimo para poner a David por rey. Y estuvieron allí con David tres días comiendo y bebiendo, porque sus hermanos habían preparado para ellos. También los que les eran vecinos, hasta Isacar y Zabulón y Neftalí, trajeron víveres en asnos, camellos, mulos y bueyes; provisión de harina, tortas de higos, pasas, vino y aceite, y bueyes y ovejas en abundancia, porque en Israel había alegría. 13 Entonces David tomó consejo con los capitanes de millares y de centenas, y con todos los jefes. Y dijo David a toda la asamblea de Israel: Si os parece bien y si es la voluntad de Jehová nuestro Dios, enviaremos a todas partes por nuestros hermanos que han quedado en todas las tierras de Israel, y por los sacerdotes y levitas que están con ellos en sus ciudades y ejidos, para que se reúnan con nosotros; y traigamos el arca de nuestro Dios a nosotros, porque desde el tiempo de Saúl no hemos hecho caso de ella. Y dijo toda la asamblea que se hiciese así, porque la cosa parecía bien a todo el pueblo. Entonces David reunió a todo Israel, desde Sihor de Egipto hasta la entrada de Hamat, para que trajesen el arca de Dios de Quiriat-jearim. Y subió David con todo Israel a Baala de Quiriat-jearim, que está en Judá, para pasar de allí el arca de Jehová Dios, que mora entre los querubines, sobre la cual su nombre es invocado. Y llevaron el arca de Dios de la casa de Abinadab en un carro nuevo; y Uza y Ahío guiaban el carro. Y David y todo Israel se regocijaban delante de Dios con todas sus fuerzas, con cánticos, arpas, salterios, tamboriles, címbalos y trompetas. Pero cuando llegaron a la era de Quidón, Uza extendió su mano al arca para sostenerla, porque los bueyes tropezaban. Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió, porque había extendido su mano al arca; y murió allí delante de Dios. Y David tuvo pesar, porque Jehová había quebrantado a Uza; por lo que llamó aquel lugar Pérez-uza, hasta hoy. Y David temió a Dios aquel día, y dijo: ¿Cómo he de traer a mi casa el arca de Dios? Y no trajo David el arca a su casa en la ciudad de David, sino que la llevó a casa de Obed-edom geteo. Y el arca de Dios estuvo con la familia de Obed-edom, en su casa, tres meses; y bendijo Jehová la casa de Obed-edom, y todo lo que tenía. 14 Hiram rey de Tiro envió a David embajadores, y madera de cedro, y albañiles y carpinteros, para que le edificasen una casa. Y entendió David que Jehová lo había confirmado como rey sobre Israel, y que había exaltado su reino sobre su pueblo Israel. Entonces David tomó también mujeres en Jerusalén, y engendró David más hijos e hijas. Y estos son los nombres de los que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibhar, Elisúa, Elpelet, Noga, Nefeg, Jafía, Elisama, Beeliada y Elifelet. Oyendo los filisteos que David había sido ungido rey sobre todo Israel, subieron todos los filisteos en busca de David. Y cuando David lo oyó, salió contra ellos. Y vinieron los filisteos, y se extendieron por el valle de Refaim. Entonces David consultó a Dios, diciendo: ¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová le dijo: Sube, porque yo los entregaré en tus manos. Subieron, pues, a Baal-perazim, y allí los derrotó David. Dijo luego David: Dios rompió mis enemigos por mi mano, como se rompen las aguas. Por esto llamaron el nombre de aquel lugar Baal-perazim. Y dejaron allí sus dioses, y David dijo que los quemasen. Y volviendo los filisteos a extenderse por el valle, David volvió a consultar a Dios, y Dios le dijo: No subas tras ellos, sino rodéalos, para venir a ellos por delante de las balsameras. Y así que oigas venir un estruendo por las copas de las balsameras, sal luego a la batalla, porque Dios saldrá delante de ti y herirá el ejército de los filisteos. Hizo, pues, David como Dios le mandó, y derrotaron al ejército de los filisteos desde Gabaón hasta Gezer. Y la fama de David fue divulgada por todas aquellas tierras; y Jehová puso el temor de David sobre todas las naciones.

Salmo 89:
Oh Señor, por siempre cantaré la grandeza de tu amor; por todas las generaciones proclamará mi boca tu fidelidad. Declararé que tu amor permanece firme para siempre, que has afirmado en el cielo tu fidelidad. Dijiste: "He hecho un pacto con mi escogido; le he jurado a David mi siervo: Estableceré tu dinastía para siempre, y afirmaré tu trono por todas las generaciones." Selah. Los cielos, Señor, celebran tus maravillas, y tu fidelidad la asamblea de los santos. ¿Quién en los cielos es comparable  al Señor? ¿Quién como él entre los seres celestiales? Dios es muy temido en la asamblea de los santos; grande y portentoso sobre cuantos lo rodean. ¿Quién como tú, Señor, Dios Todopoderoso, rodeado de poder y de fidelidad? Tú gobiernas sobre el mar  embravecido; tú apaciguas sus encrespadas olas. Aplastaste a Rahab como a un cadáver; con tu brazo poderoso dispersaste a tus enemigos. Tuyo es el cielo, y tuya la tierra; tú fundaste el mundo y todo lo que contiene. Por ti fueron creados el norte y el sur; el Tabor y el Hermón cantan alegres a tu nombre. Tu brazo es capaz de grandes proezas; fuerte es tu mano, exaltada tu diestra. La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono, y tus heraldos, el amor y la verdad. Dichosos los que saben aclamarte, Señor, y caminan a la luz de tu presencia; los que todo el día se alegran en tu nombre y se regocijan en tu justicia. Porque tú eres su gloria y su poder; por tu buena voluntad aumentas nuestra fuerza. Tú, Señor, eres nuestro escudo; tú, Santo de Israel, eres nuestro rey. Una vez hablaste en una visión, y le dijiste a tu pueblo fiel: "Le he brindado mi ayuda a un valiente; al mejor hombre del pueblo lo he exaltado. He encontrado a David, mi siervo, y lo he ungido con mi aceite santo. Mi mano siempre lo sostendrá; mi brazo lo fortalecerá. Ningún enemigo lo someterá a tributo; ningún inicuo lo oprimirá. Aplastaré a quienes se le enfrenten y derribaré a quienes lo   aborrezcan. La fidelidad de mi amor lo acompañará, y por mi nombre será exaltada su fuerza. Le daré poder sobre el mar y dominio sobre los ríos. Él me dirá: Tú eres mi Padre, mi Dios, la roca de mi salvación. Yo le daré los derechos de primogenitura, la primacía sobre los reyes de la tierra. Mi amor por él será siempre constante, y mi pacto con él se mantendrá fiel. Afirmaré su dinastía y su trono para siempre, mientras el cielo exista. "Pero si sus hijos se apartan de mi ley y no viven según mis decretos, si violan mis estatutos y no observan mis mandamientos, con vara castigaré sus transgresiones y con azotes su iniquidad. Con todo, jamás le negaré mi amor, ni mi fidelidad le faltará. No violaré mi pacto ni me retractaré de mis palabras. Una sola vez he jurado por mi santidad, y no voy a mentirle a David: Su descendencia vivirá por siempre; su trono durará como el sol en mi presencia. Como la luna, fiel testigo en el cielo, será establecido para siempre." Selah. Pero tú has desechado, has rechazado a tu ungido; te has enfurecido contra él en gran manera. Has revocado el pacto con tu siervo; has arrastrado por los suelos su corona. Has derribado todas sus murallas y dejado en ruinas sus fortalezas. Todos los que pasan lo saquean; ¡es motivo de burla para sus vecinos! Has exaltado el poder de sus adversarios y llenado de gozo a sus enemigos. Le has quitado el filo a su espada, y no lo has apoyado en la batalla. Has puesto fin a su esplendor al derribar por tierra su trono. Has acortado los días de su juventud; lo has cubierto con un manto de vergüenza. Selah. ¿Hasta cuándo, Señor, te seguirás escondiendo? ¿Va a arder tu ira para siempre, como el fuego? ¡Recuerda cuán efímera es mi vida! Al fin y al cabo, ¿para qué creaste a los mortales? ¿Quién hay que viva y no muera jamás, o que pueda escapar del poder del sepulcro? Selah. ¿Dónde está, Señor, tu amor de antaño, que en tu fidelidad juraste a David? Recuerda, Señor, que se burlan de tus siervos; que llevo en mi pecho los insultos de muchos pueblos. Tus enemigos, Señor, nos ultrajan; a cada paso ofenden a tu ungido. ¡Bendito sea el Señor por siempre! Amén y amén.


Proverbios 20:
El vino lleva a la insolencia, y la bebida embriagante al escándalo; ¡nadie bajo sus efectos se comporta sabiamente! Rugido de león es la furia del rey; quien provoca su enojo se juega la vida. Honroso es al hombre evitar la contienda, pero no hay necio que no inicie un pleito. El perezoso no labra la tierra en otoño; en tiempo de cosecha buscará y no hallará. Los pensamientos humanos son aguas profundas; el que es inteligente los capta fácilmente. Son muchos los que proclaman su lealtad, ¿pero quién puede hallar a alguien digno de confianza? Justo es quien lleva una vida sin tacha; ¡dichosos los hijos que sigan su ejemplo! Cuando el rey se sienta en el tribunal, con su sola mirada barre toda maldad. ¿Quién puede afirmar: "Tengo puro el corazón; estoy limpio de pecado"? Pesas falsas y medidas engañosas: ¡vaya pareja que el Señor detesta! Por sus hechos el niño deja entrever si su conducta será pura y recta. Los oídos para oír y los ojos para ver: ¡hermosa pareja que el Señor ha creado! No te des al sueño, o te quedarás pobre; manténte despierto y tendrás pan de sobra. "¡No sirve, no sirve!", dice el comprador, pero luego va y se jacta de su compra. Oro hay, y abundan las piedras preciosas, pero aún más valiosos son los labios del saber. Toma la prenda del que salga fiador de un extraño; reténla en garantía si la da en favor de desconocidos. Tal vez sea agradable ganarse el pan con engaños, pero uno acaba con la boca llena de arena. Afirma tus planes con buenos consejos; entabla el combate con buena estrategia. El chismoso traiciona la confianza; no te juntes con la gente que habla de más. Al que maldiga a su padre y a su madre, su lámpara se le apagará en la más densa oscuridad. La herencia de fácil comienzo no tendrá un final feliz. Nunca digas: "¡Me vengaré de ese daño!" Confía en el Señor, y él actuará por ti. El Señor aborrece las pesas falsas y reprueba el uso de medidas engañosas. Los pasos del hombre los dirige el Señor. ¿Cómo puede el hombre entender su propio camino? Trampa es consagrar algo sin pensarlo y más tarde reconsiderar lo prometido. El rey sabio avienta como trigo a los malvados, y los desmenuza con rueda de molino. El espíritu humano es la lámpara del Señor, pues escudriña lo más recóndito del ser. La misericordia y la verdad sostienen al rey; su trono se afirma en la misericordia. La gloria de los jóvenes radica en su fuerza; la honra de los ancianos, en sus canas. Los golpes y las heridas curan la maldad; los azotes purgan lo más íntimo del ser.

El Libro de Mateo Capítulo 1 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO


CAPÍTULO 1
(1 d.C.)
LA GENEALOGÍA DE JESUCRISTO




LIBRO (registro) de la generación (linaje) de Jesucristo (El Salvador, El Mesías), Hijo de David, Hijo de Abraham (la Encarnación, Dios hecho hombre [Isa. 7:14; II Sam. 7:16, 19; Gén. 12:1-3; 17:7; Gál. 3:16]).
2 Abraham engendró (procreó) a Isaac; e Isaac engendró a Jacob; y Jacob engendró a Judá y a sus hermanos;
3 Y Judá engendró a Fares y a Zara de Tamar; y Fares engendró a Esrom; y Esrom engendró a Aram;
4 Y Aram engendró a Aminadab; y Aminadab engendró a Naasón; y Naasón engendró a Salmón;
5 Y Salmón engendró de Rahab a Booz (Rahab no era la verdadera madre de Booz, pero era su madre en el sentido de un antepasado en el linaje de Booz); y Booz engendró de Rut a Obed; y Obed engendró a Isaí;
6 E Isaí engendró al rey David; y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías;
7 Y Salomón engendró a Roboam; y Roboam engendró a Abías; y Abías engendró a Asa;
8 Y Asa engendró a Josafat; y Josafat engendró a Joram; y Joram engendró a Uzías;
9 Y Uzías engendró a Jotam; y Jotam engendró a Acaz; y Acaz engendró a Ezequías;
10 Y Ezequías engendró a Manasés; y Manasés engendró a Amón; y Amón engendró a Josías;
11 Y Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, casi al mismo tiempo en que fueron llevados cautivos a Babilonia (aproximadamente el año 593 a.C.):
12 Y después que fueron llevados cautivos a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel; y Salatiel engendró a Zorobabel;
13 Y Zorobabel engendró a Abiud; y Abiud engendró a Eliaquim; y Eliaquim engendró a Azor;
14 Y Azor engendró a Sadoc; y Sadoc engendró a Aquim; y Aquim engendró a Eliud;
15 Y Eliud engendró a Eleazar; y Eleazar engendró a Matán; y Matán engendró a Jacob;
16 Y Jacob engendró a José, el marido de María, de la cual nació Jesús (El Salvador), el cual es llamado El Cristo (El Ungido, El Mesías).
17 De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce generaciones; y desde David hasta que fueron llevados cautivos a Babilonia, catorce generaciones; y desde que fueron llevados cautivos a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
EL NACIMIENTO DE JESUCRISTO
18 Ahora el Nacimiento de Jesucristo fue así: Que siendo María Su Madre desposada (comprometida) con José, antes que se juntasen (antes que se casaran), se halló que había concebido un Niño del Espíritu Santo (por decreto del Espíritu Santo).
19 Entonces José su marido, como era un hombre justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente (para romper el compromiso matrimonial en secreto).
20 Pero pensando él en esto, he aquí, el Ángel del Señor se le apareció en sueños, diciendo, José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque Lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
21 Y dará a luz un Hijo, y llamarás Su Nombre JESÚS (El Salvador), porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados.
22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo que fue dicho por el Señor por medio del Profeta, que dijo,
23 He aquí, una Virgen concebirá y dará a luz un Hijo, Y llamarás Su Nombre Emanuel, que traducido es, Dios con nosotros (Isa. 7:14).
24 Y despertando José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer (inmediatamente siguió con la ceremonia de la boda).
25 Y no la conoció (no tuvo relaciones conyugales con ella) hasta que dio a luz a su Hijo Primogénito: y llamó Su Nombre JESÚS (significa El Salvador; después del Nacimiento de Cristo, José sí tenía relaciones conyugales con María, dio a luz a otros cuatro hijos, y a varias hijas [Mat. 13:55-56]).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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El 30 de abril Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1



El 30 de abril Lectura Bíblica Diaria: 
 
1 Crónicas 9 a 11:

9 Contado todo Israel por sus genealogías, fueron escritos en el libro de los reyes de Israel. Y los de Judá fueron transportados a Babilonia por su rebelión. Los primeros moradores que entraron en sus posesiones en las ciudades fueron israelitas, sacerdotes, levitas y sirvientes del templo. Habitaron en Jerusalén, de los hijos de Judá, de los hijos de Benjamín, de los hijos de Efraín y Manasés: Utai hijo de Amiud, hijo de Omri, hijo de Imri, hijo de Bani, de los hijos de Fares hijo de Judá. Y de los silonitas, Asaías el primogénito, y sus hijos. De los hijos de Zera, Jeuel y sus hermanos, seiscientos noventa. Y de los hijos de Benjamín: Salú hijo de Mesulam, hijo de Hodavías, hijo de Asenúa, Ibneías hijo de Jeroham, Ela hijo de Uzi, hijo de Micri, y Mesulam hijo de Sefatías, hijo de Reuel, hijo de Ibnías. Y sus hermanos por sus linajes fueron novecientos cincuenta y seis. Todos estos hombres fueron jefes de familia en sus casas paternas. De los sacerdotes: Jedaías, Joiarib, Jaquín, Azarías hijo de Hilcías, hijo de Mesulam, hijo de Sadoc, hijo de Meraiot, hijo de Ahitob, príncipe de la casa de Dios; Adaía hijo de Jeroham, hijo de Pasur, hijo de Malquías; Masai hijo de Adiel, hijo de Jazera, hijo de Mesulam, hijo de Mesilemit, hijo de Imer, y sus hermanos, jefes de sus casas paternas, en número de mil setecientos sesenta, hombres muy eficaces en la obra del ministerio en la casa de Dios. De los levitas: Semaías hijo de Hasub, hijo de Azricam, hijo de Hasabías, de los hijos de Merari, Bacbacar, Heres, Galal, Matanías hijo de Micaía, hijo de Zicri, hijo de Asaf; Obadías hijo de Semaías, hijo de Galal, hijo de Jedutún; y Berequías hijo de Asa, hijo de Elcana, el cual habitó en las aldeas de los netofatitas. Y los porteros: Salum, Acub, Talmón, Ahimán y sus hermanos. Salum era el jefe. Hasta ahora entre las cuadrillas de los hijos de Leví han sido estos los porteros en la puerta del rey que está al oriente. Salum hijo de Coré, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré, y sus hermanos los coreítas por la casa de su padre, tuvieron a su cargo la obra del ministerio, guardando las puertas del tabernáculo, como sus padres guardaron la entrada del campamento de Jehová. Y Finees hijo de Eleazar fue antes capitán sobre ellos; y Jehová estaba con él. Zacarías hijo de Meselemías era portero de la puerta del tabernáculo de reunión. Todos éstos, escogidos para guardas en las puertas, eran doscientos doce cuando fueron contados por el orden de sus linajes en sus villas, a los cuales constituyó en su oficio David y Samuel el vidente. Así ellos y sus hijos eran porteros por sus turnos a las puertas de la casa de Jehová, y de la casa del tabernáculo. Y estaban los porteros a los cuatro lados; al oriente, al occidente, al norte y al sur. Y sus hermanos que estaban en sus aldeas, venían cada siete días según su turno para estar con ellos. Porque cuatro principales de los porteros levitas estaban en el oficio, y tenían a su cargo las cámaras y los tesoros de la casa de Dios. Estos moraban alrededor de la casa de Dios, porque tenían el cargo de guardarla, y de abrirla todas las mañanas. Algunos de éstos tenían a su cargo los utensilios para el ministerio, los cuales se metían por cuenta, y por cuenta se sacaban. Y otros de ellos tenían el cargo de la vajilla, y de todos los utensilios del santuario, de la harina, del vino, del aceite, del incienso y de las especias. Y algunos de los hijos de los sacerdotes hacían los perfumes aromáticos. Matatías, uno de los levitas, primogénito de Salum coreíta, tenía a su cargo las cosas que se hacían en sartén. Y algunos de los hijos de Coat, y de sus hermanos, tenían a su cargo los panes de la proposición, los cuales ponían por orden cada día de reposo. También había cantores, jefes de familias de los levitas, los cuales moraban en las cámaras del templo, exentos de otros servicios, porque de día y de noche estaban en aquella obra. Estos eran jefes de familias de los levitas por sus linajes, jefes que habitaban en Jerusalén. En Gabaón habitaba Jehiel padre de Gabaón, el nombre de cuya mujer era Maaca; y su hijo primogénito Abdón, luego Zur, Cis, Baal, Ner, Nadab, Gedor, Ahío, Zacarías y Miclot; y Miclot engendró a Simeam. Estos habitaban también en Jerusalén con sus hermanos enfrente de ellos. Ner engendró a Cis, Cis engendró a Saúl, y Saúl engendró a Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es-baal. Hijo de Jonatán fue Merib-baal, y Merib-baal engendró a Micaía. Y los hijos de Micaía: Pitón, Melec, Tarea y Acaz. Acaz engendró a Jara, Jara engendró a Alemet, Azmavet y Zimri, y Zimri engendró a Mosa, y Mosa engendró a Bina, cuyo hijo fue Refaías, del que fue hijo Elasa, cuyo hijo fue Azel. Y Azel tuvo seis hijos, los nombres de los cuales son: Azricam, Bocru, Ismael, Searías, Obadías y Hanán. Estos fueron los hijos de Azel. 10 Los filisteos pelearon contra Israel; y huyeron delante de ellos los israelitas, y cayeron heridos en el monte de Gilboa. Y los filisteos siguieron a Saúl y a sus hijos, y mataron los filisteos a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl. Y arreciando la batalla contra Saúl, le alcanzaron los flecheros, y fue herido por los flecheros. Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan estos incircuncisos y hagan escarnio de mí; pero su escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada, y se echó sobre ella. Cuando su escudero vio a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada y se mató. Así murieron Saúl y sus tres hijos; y toda su casa murió juntamente con él. Y viendo todos los de Israel que habitaban en el valle, que habían huido, y que Saúl y sus hijos eran muertos, dejaron sus ciudades y huyeron, y vinieron los filisteos y habitaron en ellas. Sucedió al día siguiente, que al venir los filisteos a despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus hijos tendidos en el monte de Gilboa. Y luego que le despojaron, tomaron su cabeza y sus armas, y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos para dar las nuevas a sus ídolos y al pueblo. Y pusieron sus armas en el templo de sus dioses, y colgaron la cabeza en el templo de Dagón. Y oyendo todos los de Jabes de Galaad lo que los filisteos habían hecho de Saúl, se levantaron todos los hombres valientes, y tomaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos, y los trajeron a Jabes; y enterraron sus huesos debajo de una encina en Jabes, y ayunaron siete días. Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a una adivina, y no consultó a Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí. 11 Entonces todo Israel se juntó a David en Hebrón, diciendo: He aquí nosotros somos tu hueso y tu carne. También antes de ahora, mientras Saúl reinaba, tú eras quien sacaba a la guerra a Israel, y lo volvía a traer. También Jehová tu Dios te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás príncipe sobre Israel mi pueblo. Y vinieron todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y David hizo con ellos pacto delante de Jehová; y ungieron a David por rey sobre Israel, conforme a la palabra de Jehová por medio de Samuel. Entonces se fue David con todo Israel a Jerusalén, la cual es Jebús; y los jebuseos habitaban en aquella tierra. Y los moradores de Jebús dijeron a David: No entrarás acá. Mas David tomó la fortaleza de Sion, que es la ciudad de David. Y David había dicho: El que primero derrote a los jebuseos será cabeza y jefe. Entonces Joab hijo de Sarvia subió el primero, y fue hecho jefe. Y David habitó en la fortaleza, y por esto la llamaron la Ciudad de David. Y edificó la ciudad alrededor, desde Milo hasta el muro; y Joab reparó el resto de la ciudad. Y David iba adelantando y creciendo, y Jehová de los ejércitos estaba con él. Estos son los principales de los valientes que David tuvo, y los que le ayudaron en su reino, con todo Israel, para hacerle rey sobre Israel, conforme a la palabra de Jehová. Y este es el número de los valientes que David tuvo: Jasobeam hijo de Hacmoni, caudillo de los treinta, el cual blandió su lanza una vez contra trescientos, a los cuales mató. Tras de éste estaba Eleazar hijo de Dodo, ahohíta, el cual era de los tres valientes. Este estuvo con David en Pasdamim, estando allí juntos en batalla los filisteos; y había allí una parcela de tierra llena de cebada, y huyendo el pueblo delante de los filisteos, se pusieron ellos en medio de la parcela y la defendieron, y vencieron a los filisteos, porque Jehová los favoreció con una gran victoria. Y tres de los treinta principales descendieron a la peña a David, a la cueva de Adulam, estando el campamento de los filisteos en el valle de Refaim. David estaba entonces en la fortaleza, y había entonces guarnición de los filisteos en Belén. David deseó entonces, y dijo: ¡Quién me diera de beber de las aguas del pozo de Belén, que está a la puerta! Y aquellos tres rompieron por el campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén, que está a la puerta, y la tomaron y la trajeron a David; mas él no la quiso beber, sino que la derramó para Jehová, y dijo: Guárdeme mi Dios de hacer esto. ¿Había yo de beber la sangre y la vida de estos varones, que con peligro de sus vidas la han traído? Y no la quiso beber. Esto hicieron aquellos tres valientes. Y Abisai, hermano de Joab, era jefe de los treinta, el cual blandió su lanza contra trescientos y los mató, y ganó renombre con los tres. Fue el más ilustre de los treinta, y fue el jefe de ellos, pero no igualó a los tres primeros. Benaía hijo de Joiada, hijo de un varón valiente de Cabseel, de grandes hechos; él venció a los dos leones de Moab; también descendió y mató a un león en medio de un foso, en tiempo de nieve. El mismo venció a un egipcio, hombre de cinco codos de estatura; y el egipcio traía una lanza como un rodillo de tejedor, mas él descendió con un báculo, y arrebató al egipcio la lanza de la mano, y lo mató con su misma lanza. Esto hizo Benaía hijo de Joiada, y fue nombrado con los tres valientes. Y fue el más distinguido de los treinta, pero no igualó a los tres primeros. A éste puso David en su guardia personal. Y los valientes de los ejércitos: Asael hermano de Joab, Elhanan hijo de Dodo de Belén, Samot harodita, Heles pelonita; Ira hijo de Iques tecoíta, Abiezer anatotita, Sibecai husatita, Ilai ahohíta, Maharai netofatita, Heled hijo de Baana netofatita, Itai hijo de Ribai, de Gabaa de los hijos de Benjamín, Benaía piratonita, Hurai del río Gaas, Abiel arbatita, Azmavet barhumita, Eliaba saalbonita, los hijos de Hasem gizonita, Jonatán hijo de Sage ararita, Ahíam hijo de Sacar ararita, Elifal hijo de Ur, Hefer mequeratita, Ahías pelonita, Hezro carmelita, Naarai hijo de Ezbai, Joel hermano de Natán, Mibhar hijo de Hagrai, Selec amonita, Naharai beerotita, escudero de Joab hijo de Sarvia, Ira itrita, Gareb itrita, Urías heteo, Zabad hijo de Ahlai, Adina hijo de Siza rubenita, príncipe de los rubenitas, y con él treinta, Hanán hijo de Maaca, Josafat mitnita, Uzías astarotita, Sama y Jehiel hijos de Hotam aroerita; Jediael hijo de Simri, y Joha su hermano, tizita, Eliel mahavita, Jerebai y Josavía hijos de Elnaam, Itma moabita, Eliel, Obed, y Jaasiel mesobaíta.

Salmo 88:
Señor, Dios de mi salvación, día y noche clamo en presencia tuya. Que llegue ante ti mi oración; dígnate escuchar mi súplica. Tan colmado estoy de calamidades que mi vida está al borde del sepulcro. Ya me cuentan entre los que bajan a la fosa; parezco un guerrero desvalido. Me han puesto aparte, entre los muertos; parezco un cadáver que yace en el sepulcro, de esos que tú ya no recuerdas, porque fueron arrebatados de tu mano. Me has echado en el foso más profundo, en el más tenebroso de los abismos. El peso de tu enojo ha recaído sobre mí; me has abrumado con tus olas. Selah. Me has quitado a todos mis amigos y ante ellos me has hecho aborrecible. Estoy  aprisionado y no puedo librarme; los ojos se me nublan de tristeza. Yo, Señor, te invoco cada día, y hacia ti extiendo las manos. ¿Acaso entre los muertos realizas maravillas? ¿Pueden los muertos levantarse a darte gracias? Selah. ¿Acaso en el sepulcro se habla de tu amor, y de tu fidelidad en el abismo destructor? ¿Acaso en las tinieblas se conocen tus maravillas, o tu justicia en la tierra del olvido? Yo, Señor, te ruego que me ayudes; por la mañana busco tu presencia en oración. ¿Por qué me rechazas, Señor? ¿Por qué escondes de mí tu rostro? Yo he sufrido desde mi juventud; muy cerca he estado de la muerte. y ya no puedo más. Tu ira se ha descargado sobre mí; tus violentos ataques han acabado conmigo. Todo el día me rodean como un océano; me han cercado por completo. Me has quitado amigos y seres queridos; ahora sólo tengo amistad con las tinieblas.



Proverbios 19:
Más vale pobre e intachable que necio y embustero. El afán sin conocimiento no vale nada; mucho yerra quien mucho corre. La necedad del hombre le hace perder el rumbo, y para colmo se irrita contra el Señor. Con las riquezas aumentan los amigos, pero al pobre hasta su amigo lo abandona. El testigo falso no quedará sin castigo; el que esparce mentiras no saldrá bien librado. Muchos buscan congraciarse con los poderosos; todos son amigos de quienes reparten regalos. Si al pobre lo aborrecen sus parientes, con más razón lo evitan sus amigos. Aunque los busca suplicante, por ninguna parte los encuentra. El que adquiere cordura a sí mismo se ama, y el que retiene el discernimiento prospera. El testigo falso no quedará sin castigo; el que difunde mentiras perecerá. No va bien con el necio vivir entre lujos, y menos con el esclavo gobernar a los príncipes. El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa. Rugido de león es la ira del rey; su favor es como rocío sobre el pasto. El hijo necio es la ruina del padre; la mujer pendenciera es gotera constante. La casa y el dinero se heredan de los padres, pero la esposa inteligente es un don del Señor. La pereza conduce al sueño profundo; el holgazán pasará hambre. El que cumple el mandamiento cumple consigo mismo; el que descuida su conducta morirá. Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones. Corrige a tu hijo mientras aún hay esperanza; no te hagas cómplice de su muerte. El iracundo tendrá que afrontar el castigo; el que intente disuadirlo aumentará su enojo.  Atiende al consejo y acepta la corrección, y llegarás a ser sabio. El corazón humano genera muchos proyectos, pero al final prevalecen los designios del Señor. De todo hombre se espera lealtad. Más vale ser pobre que mentiroso. El temor del Señor conduce a la vida; da un sueño tranquilo y evita los problemas. El perezoso mete la mano en el plato, pero es incapaz de llevarse el bocado a la boca. Golpea al insolente, y se hará prudente el inexperto; reprende al entendido, y ganará en conocimiento. El que roba a su padre y echa a la calle a su madre es un hijo infame y sinvergüenza. Hijo mío, si dejas de atender a la corrección, te apartarás de las palabras del saber. El testigo corrupto se burla de la justicia, y la boca del malvado engulle maldad. El castigo se dispuso para los insolentes, y los azotes para la espalda de los necios.



El Libro de Apocalipsis Capítulo 22 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
 
EL APOCALIPSIS
DE SAN JUAN


CAPÍTULO 22
(96 d.C.)
LA NUEVA JERUSALÉN
 
 
1 DESPUÉS me mostró un río limpio de Agua de Vida, resplandeciente como cristal (simbólico del Espíritu Santo [Jn. 7:37-39]), que salía del Trono de Dios y del Cordero. (Esta "Agua de Vida" es posible por lo que Jesús hizo en la Cruz, de ahí, la palabra "Cordero.")
2 En el medio de la plaza de ella (explica el hecho de que este "Río puro de Agua de Vida, transparente como el cristal" fluye en medio de esta calle de puro oro), y de la una y de la otra parte del río, estaba el Árbol de la Vida (la fruta de este Árbol de Vida debe comerse cada mes, y hablamos de la parte de la población que no tiene cuerpos glorificados), que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto (nuevamente el número "12," la cual indica el Gobierno de Dios cuando está relacionado con el Camino de la Vida Eterna; existen doce clases diferentes de fruta, pero no nos dicen cuáles son): y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. (Corresponde a la interrupción de todo tipo de enfermedad antes de que comience. Como se expresó, la población en la Tierra que nunca morirá y no tendrá Cuerpos Glorificados, necesitará estas cosas. Éstos son los que fueron salvos durante y después de la Edad del Reino.)
GOBERNADORES
3 Y no habrá más maldición (una maldición colocada en la Tierra en la Caída; mas está diciendo aquí que no habrá más maldición porque ya no habrá más pecado): sino que el Trono de Dios y del Cordero estará en ella (la autoridad del señorío será lo máximo con Dios el Hijo como lo será con Dios el Padre; de hecho, por el empleo de la palabra "Cordero," nos damos cuenta que todo esto es posible debido a lo que Jesús hizo en la Cruz); y Sus siervos Le servirán (la idea es que todo Creyente en la Edad Perfecta amará mucho al Señor y el Cordero que "Le servirán" con gran regocijo):
4 Y verán Su Cara (demuestra una comunión íntima); y Su Nombre estará en sus frentes (se refiere a la posesión; fuimos comprados "por un precio," y aquel precio fue la Sangre del Cordero).
5 Y allí no habrá más noche (se refiere a la Nueva Jerusalén solamente, porque el día y la noche durarán en la Tierra para siempre); y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz de sol; porque el Señor Dios los alumbrará (la Fuente de esta Luz): y reinarán para siempre jamás. (Nunca se ha visto que los siervos "reinen" como reyes;  sin embargo, ¡estos siervos van a reinar!)
ALFA Y OMEGA
6 Y me dijo, Estas palabras son fieles y verdaderas (proclamado de esta manera simplemente porque muchas de las declaraciones hechas son tan absolutamente asombrosas que es imposible describirlas): y el Señor Dios de los Santos Profetas ha enviado su Ángel, para mostrar a Sus siervos (la palabra Griega "Ángelos" se traduce "Ángel," pero debiera traducirse, "Mensajero"; sabemos que este hombre no es un Ángel, ni es Cristo) las cosas que es necesario que sean hechas pronto (no se refiere a la época de Juan, sino más bien para señalar la Visión que será un período de tiempo que todavía no ha ocurrido; acontecerá inmediatamente después del Arrebatamiento de la Iglesia; a partir de ese punto, que es lo que se supone aquí, tenemos "las cosas que es necesario que sean hechas pronto," refiriéndose a la Gran Tribulación).
7 Y he aquí, vengo pronto (se refiere más a la manera de Su Venida que cualquier otra cosa; cuando Él venga, lo cual será durante el punto culminante de la Batalla de Armagedón, será repentino y hasta inmediato): bienaventurado el que guarda las palabras de la Profecía de este Libro. (Es el único Libro en el mundo que presenta una vista preliminar del futuro. Por consiguiente, todo Creyente debiera estudiar el Libro del Apocalipsis como lo hace con cualquier otro Libro de la Biblia.)
8 Yo Juan soy el que ha oído y visto estas cosas (expone un testimonio impecable). Y después que hube oído y visto, me postré para adorar delante de los pies del Ángel que me mostraba estas cosas. (Juan parece que iba a cometer el mismo error dos veces.)
9 Y él me dijo, Mira que no lo hagas (son las mismas palabras empleadas por el hombre anterior cuando Juan hizo la misma cosa [Apoc. 19:10]): porque yo soy siervo contigo, y con tus Hermanos los Profetas, y con los que guardan las palabras de este Libro (claramente él es uno de los Grandes Profetas del Antiguo Testamento, quien espera impacientemente el cumplimiento de estas Profecías también): adora a Dios. (Incluye tanto a Dios el Padre como a Dios el Hijo.)
10 Y me dijo, No selles las palabras de la Profecía de este Libro (se refiere al hecho de que las cosas dadas en este Libro tienen la intención de ser conocidas y entendidas; no son verdades escondidas): porque el tiempo está cerca (habla del cumplimiento inmediato de los acontecimientos, lo que debiera acontecer en orden consecutivo a partir del día de Juan hasta la eternidad; empezó con la Edad de la Iglesia, que ya está casi por acabar; le sigue la Gran Tribulación que concluirá con la Segunda Venida, la cual anunciará la Edad del Reino, seguida por la Edad Perfecta).
11 El que es injusto, sea injusto todavía: y el que es impuro, que siga siendo impuro todavía (indica el hecho de que los hombres forman su destino por las acciones y hábitos de sus vidas): y el que es Justo, sea todavía Justificado: y el Santo sea Santificado todavía. (Registra lo que el Espíritu de Dios puede causar en la vida de una persona, sin tener en cuenta que una vez haya sido "injusta e impura moralmente." Todo es hecho por la Cruz y sólo por la Cruz.)
12 Y he aquí, Yo vengo pronto (no tiene la intención de representar el "tiempo" de Su Venida, sino más bien lo repentino de Su Venida; la idea es de que lo que seamos en Su Venida, cuando se acontezca esa Venida, es lo que seremos para siempre); y Mi recompensa Conmigo (la palabra "recompensa" puede ser positiva o negativa), para recompensar a cada uno según fuere su obra. (Donde sea que esté nuestra Fe, producirá cierta clase de obras. Únicamente se acepta la Fe en la Cruz.)
13 Yo Soy Alfa y Omega (presenta la primera letra en el Alfabeto Griego [Alfa] y la última letra en el Alfabeto Griego [Omega]; es otro modo de decir, "el primero y el último," lo cual incluye todo lo intermedio), Principio y Fin, el Primero y el Último. (No significa que Cristo como Dios tuvo un principio, ya que Él no lo tuvo. Se refiere a lo que está en consideración. Cristo es el principio de todas las cosas y el fin de todas las cosas.)
BIENAVENTURADO
14 Bienaventurados los que (presenta la séptima y última Bienaventuranza en el Libro del Apocalipsis) guardan Sus Mandamientos (debiera traducirse, "los que lavaron sus ropas en la Sangre del Cordero"; el Texto Griego empleado para la Versión Inglesa, el King James de la Biblia, era el Textus Receptus; es el Texto que Erasmo, el famoso erudito del Renacimiento, publicado en el año 1516 d.C.; fue el primer Nuevo Testamento Griego que jamás se haya publicado; desde 1516, el mundo de erudición y Arqueología ha descubierto miles de los primeros Textos Griegos; al comparar miles de Manuscritos, los eruditos pueden comprobar fácilmente el Texto original que escribió el Apóstol), para que tengan derecho al Árbol de la Vida (explica el hecho de que este "derecho" puede alcanzarse sólo de un modo, "al lavar nuestras ropas en la Sangre del Cordero"), y que entren por las puertas en la ciudad (el domicilio Eterno de los Redimidos; entraremos en aquella ciudad por medio de Su Gracia, la cual es la Cruz de Cristo).
15 Mas los perros estarán fuera (homosexuales), y los hechiceros (hechicería), y los depravados (corresponde a todo tipo de inmoralidad), y los homicidas (corresponde no sólo al asesinato a sangre fría, sino también al asesinato de la reputación de una persona a causa del chisme), y los idólatras (corresponde a poner algo por encima de Dios o a la par con Dios; la religión es la mayor idolatría de todo), y cualquiera que ama y hace mentira (se refiere a cualquier cosa que es falsa).
16 Yo Jesús (esta breve frase se halla solamente aquí en Las Escrituras, que recalca su importancia; Cristo concluye aquí el Libro del Apocalipsis, pero sobre todo, Él declara a la Verdad de lo que se ha dado) he enviado Mi Ángel para daros testimonio de estas cosas en las Iglesias. (La palabra "Ángel" aquí significa "Mensajero," y en realidad, se refiere a los Pastores de las Iglesias respectivas en cuestión y realmente para siempre.) Yo Soy la Raíz y el Linaje de David (tiene el propósito de proyectar la Encarnación de Cristo), la Estrella Resplandeciente, y de la Mañana. ("La Estrella de la Mañana" se refiere a un nuevo comienzo que toda persona puede tener, sin tener en cuenta su situación presente, si solamente fijan su mirada en Cristo.)
LA INVITACIÓN
17 Y el Espíritu y la Esposa dicen, Ven. (Expresa el clamor del Espíritu Santo a un mundo doliente, perdido y moribundo. Lo que dice el Espíritu Santo también lo debiera decir todos los Creyentes.) Y el que oye, diga, Ven. (Significa que si alguien puede "oír" entonces puede "venir.") Y el que tiene sed venga (se refiere a la sed espiritual, el clamor por Dios en el alma del hombre). Y el que quiere, tome del Agua de la Vida de balde (abre la puerta a cada persona en el mundo; Jesús murió por todos y, por lo tanto, todos pueden ser Salvos, solamente tienen que venir).
18 Porque yo protesto a cualquiera que oye las palabras de la Profecía de este Libro (proclama la infalibilidad del Libro del Apocalipsis; en otras palabras, Juan declara que es la Palabra de Dios): Si alguno añadiere a estas cosas, Dios pondrá sobre él las plagas que están escritas en este Libro (expresa el hecho de que el cambio del sentido de las Profecías en este Libro puede proporcionarse el Juicio de Dios).
19 Y si alguno quitare de las palabras del Libro de esta Profecía (la idea es que "las palabras de la Profecía" no debieran cambiarse de ninguna manera, ya sea por adición o supresión), Dios quitará su parte del Libro de la Vida, y de la Santa Ciudad, y de las cosas que están escritas en este Libro. (¡Esta es una advertencia a los Creyentes y debiera ser entendido como corresponde!)
20 El que da testimonio de estas cosas (explica el hecho de que la Oficina del Mesías como el Salvador es repetida una y otra vez por toda la Profecía; Él es el Cordero Quien fue sacrificado y Su Sangre limpia todo pecado, y Su Sangre Sola le da acceso a entrar en la Eterna Ciudad), dice, Ciertamente, vengo en breve (deja la Promesa de venir como el último Mensaje del Señor Jesús a los corazones de los Creyentes; y en esta nota sublime, llega al final de la Profecía). Amén. Así sea, ven, Señor Jesús (proclama la respuesta de la Verdadera Iglesia a la Promesa de Cristo en cuanto a la Segunda Venida).
21 La Gracia de nuestro Señor Jesucristo (Juan empleó las mismas palabras de Pablo en su última bendición; Cristo es la Fuente, pero la Cruz es el medio) sea con todos vosotros. Amén. (Manifiesta el hecho de que es el mismo Mensaje para todos y está al alcance de todos. La palabra "Amén" da clausura al Libro de Apocalipsis, y, de hecho, el Canon entero de La Escritura, que tomó unos 1.600 años para producirse en su totalidad. Da aclamación a la Obra Terminada de Cristo. Ya está terminada. Y, sobre eso, todo el Cielo, junto con todos los Redimidos, han de exclamar: "Amén.")



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los  muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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29 April 2024

El 29 de abril Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

 
El 29 de abril Lectura Bíblica Diaria:

1 Crónicas 6 a 8:
6 Los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari. Los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Los hijos de Amram: Aarón, Moisés y María. Los hijos de Aarón: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. Eleazar engendró a Finees, Finees engendró a Abisúa, Abisúa engendró a Buqui, Buqui engendró a Uzi, Uzi engendró a Zeraías, Zeraías engendró a Meraiot, Meraiot engendró a Amarías, Amarías engendró a Ahitob, Ahitob engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Ahimaas, Ahimaas engendró a Azarías, Azarías engendró a Johanán, y Johanán engendró a Azarías, el que tuvo el sacerdocio en la casa que Salomón edificó en Jerusalén. Azarías engendró a Amarías, Amarías engendró a Ahitob, Ahitob engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Salum, Salum engendró a Hilcías, Hilcías engendró a Azarías, Azarías engendró a Seraías, y Seraías engendró a Josadac, y Josadac fue llevado cautivo cuando Jehová transportó a Judá y a Jerusalén por mano de Nabucodonosor. Los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari. Y estos son los nombres de los hijos de Gersón: Libni y Simei. Los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Los hijos de Merari: Mahli y Musi. Estas son las familias de Leví, según sus descendencias. Gersón: Libni su hijo, Jahat su hijo, Zima su hijo, Joa su hijo, Iddo su hijo, Zera su hijo, Jeatrai su hijo. Los hijos de Coat: Aminadab su hijo, Coré su hijo, Asir su hijo, Elcana su hijo, Ebiasaf su hijo, Asir su hijo, Tahat su hijo, Uriel su hijo, Uzías su hijo, y Saúl su hijo. Los hijos de Elcana: Amasai y Ahimot; Elcana su hijo, Zofai su hijo, Nahat su hijo, Eliab su hijo, Jeroham su hijo, Elcana su hijo. Los hijos de Samuel: el primogénito Vasni, y Abías. Los hijos de Merari: Mahli, Libni su hijo, Simei su hijo, Uza su hijo, Simea su hijo, Haguía su hijo, Asaías su hijo. Estos son los que David puso sobre el servicio de canto en la casa de Jehová, después que el arca tuvo reposo, los cuales servían delante de la tienda del tabernáculo de reunión en el canto, hasta que Salomón edificó la casa de Jehová en Jerusalén; después estuvieron en su ministerio según su costumbre. Estos, pues, con sus hijos, ayudaban: de los hijos de Coat, el cantor Hemán hijo de Joel, hijo de Samuel, hijo de Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eliel, hijo de Toa, hijo de Zuf, hijo de Elcana, hijo de Mahat, hijo de Amasai, hijo de Elcana, hijo de Joel, hijo de Azarías, hijo de Sofonías, hijo de Tahat, hijo de Asir, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré, hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, hijo de Israel; y su hermano Asaf, el cual estaba a su mano derecha; Asaf, hijo de Berequías, hijo de Simea, hijo de Micael, hijo de Baasías, hijo de Malquías, hijo de Etni, hijo de Zera, hijo de Adaía, hijo de Etán, hijo de Zima, hijo de Simei, hijo de Jahat, hijo de Gersón, hijo de Leví. Pero a la mano izquierda estaban sus hermanos los hijos de Merari, esto es, Etán hijo de Quisi, hijo de Abdi, hijo de Maluc, hijo de Hasabías, hijo de Amasías, hijo de Hilcías, hijo de Amsi, hijo de Bani, hijo de Semer, hijo de Mahli, hijo de Musi, hijo de Merari, hijo de Leví. Y sus hermanos los levitas fueron puestos sobre todo el ministerio del tabernáculo de la casa de Dios. Mas Aarón y sus hijos ofrecían sacrificios sobre el altar del holocausto, y sobre el altar del perfume quemaban incienso, y ministraban en toda la obra del lugar santísimo, y hacían las expiaciones por Israel conforme a todo lo que Moisés siervo de Dios había mandado. Los hijos de Aarón son estos: Eleazar su hijo, Finees su hijo, Abisúa su hijo, Buqui su hijo, Uzi su hijo, Zeraías su hijo, Meraiot su hijo, Amarías su hijo, Ahitob su hijo, Sadoc su hijo, Ahimaas su hijo. Estas son sus habitaciones, conforme a sus domicilios y sus términos, las de los hijos de Aarón por las familias de los coatitas, porque a ellos les tocó en suerte. Les dieron, pues, Hebrón en tierra de Judá, y sus ejidos alrededor de ella. Pero el territorio de la ciudad y sus aldeas se dieron a Caleb, hijo de Jefone. De Judá dieron a los hijos de Aarón la ciudad de refugio, esto es, Hebrón; además, Libna con sus ejidos, Jatir, Estemoa con sus ejidos, Hilén con sus ejidos, Debir con sus ejidos, Asán con sus ejidos y Bet-semes con sus ejidos. Y de la tribu de Benjamín, Geba con sus ejidos, Alemet con sus ejidos y Anatot con sus ejidos. Todas sus ciudades fueron trece ciudades, repartidas por sus linajes. A los hijos de Coat que quedaron de su parentela, dieron por suerte diez ciudades de la media tribu de Manasés. A los hijos de Gersón, por sus linajes, dieron de la tribu de Isacar, de la tribu de Aser, de la tribu de Neftalí y de la tribu de Manasés en Basán, trece ciudades. Y a los hijos de Merari, por sus linajes, de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la tribu de Zabulón, dieron por suerte doce ciudades. Y los hijos de Israel dieron a los levitas ciudades con sus ejidos. Dieron por suerte de la tribu de los hijos de Judá, de la tribu de los hijos de Simeón y de la tribu de los hijos de Benjamín, las ciudades que nombraron por sus nombres. A las familias de los hijos de Coat dieron ciudades con sus ejidos de la tribu de Efraín. Les dieron la ciudad de refugio, Siquem con sus ejidos en el monte de Efraín; además, Gezer con sus ejidos, Jocmeam con sus ejidos, Bet-horón con sus ejidos, Ajalón con sus ejidos y Gat-rimón con sus ejidos. De la media tribu de Manasés, Aner con sus ejidos y Bileam con sus ejidos, para los de las familias de los hijos de Coat que habían quedado. A los hijos de Gersón dieron de la media tribu de Manasés, Golán en Basán con sus ejidos y Astarot con sus ejidos. De la tribu de Isacar, Cedes con sus ejidos, Daberat con sus ejidos, Ramot con sus ejidos y Anem con sus ejidos. De la tribu de Aser, Masal con sus ejidos, Abdón con sus ejidos, Hucoc con sus ejidos y Rehob con sus ejidos. De la tribu de Neftalí, Cedes en Galilea con sus ejidos, Hamón con sus ejidos y Quiriataim con sus ejidos. A los hijos de Merari que habían quedado, dieron de la tribu de Zabulón, Rimón con sus ejidos y Tabor con sus ejidos. Del otro lado del Jordán frente a Jericó, al oriente del Jordán, dieron de la tribu de Rubén, Beser en el desierto con sus ejidos, Jaza con sus ejidos, Cademot con sus ejidos y Mefaat con sus ejidos. Y de la tribu de Gad, Ramot de Galaad con sus ejidos, Mahanaim con sus ejidos, Hesbón con sus ejidos y Jazer con sus ejidos. 7 Los hijos de Isacar fueron cuatro: Tola, Fúa, Jasub y Simrón. Los hijos de Tola: Uzi, Refaías, Jeriel, Jahmai, Jibsam y Semuel, jefes de las familias de sus padres. De Tola fueron contados por sus linajes en el tiempo de David, veintidós mil seiscientos hombres muy valerosos. Hijo de Uzi fue Israhías; y los hijos de Israhías: Micael, Obadías, Joel e Isías; por todos, cinco príncipes. Y había con ellos en sus linajes, por las familias de sus padres, treinta y seis mil hombres de guerra; porque tuvieron muchas mujeres e hijos. Y sus hermanos por todas las familias de Isacar, contados todos por sus genealogías, eran ochenta y siete mil hombres valientes en extremo. Los hijos de Benjamín fueron tres: Bela, Bequer y Jediael. Los hijos de Bela: Ezbón, Uzi, Uziel, Jerimot e Iri; cinco jefes de casas paternas, hombres de gran valor, y de cuya descendencia fueron contados veintidós mil treinta y cuatro. Los hijos de Bequer: Zemira, Joás, Eliezer, Elioenai, Omri, Jerimot, Abías, Anatot y Alamet; todos éstos fueron hijos de Bequer. Y contados por sus descendencias, por sus linajes, los que eran jefes de familias resultaron veinte mil doscientos hombres de grande esfuerzo. Hijo de Jediael fue Bilhán; y los hijos de Bilhán: Jeús, Benjamín, Aod, Quenaana, Zetán, Tarsis y Ahisahar. Todos éstos fueron hijos de Jediael, jefes de familias, hombres muy valerosos, diecisiete mil doscientos que salían a combatir en la guerra. Supim y Hupim fueron hijos de Hir; y Husim, hijo de Aher. Los hijos de Neftalí: Jahzeel, Guni, Jezer y Salum, hijos de Bilha. Los hijos de Manasés: Asriel, al cual dio a luz su concubina la siria, la cual también dio a luz a Maquir padre de Galaad. Y Maquir tomó mujer de Hupim y Supim, cuya hermana tuvo por nombre Maaca; y el nombre del segundo fue Zelofehad. Y Zelofehad tuvo hijas. Y Maaca mujer de Maquir dio a luz un hijo, y lo llamó Peres; y el nombre de su hermano fue Seres, cuyos hijos fueron Ulam y Requem. Hijo de Ulam fue Bedán. Estos fueron los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés. Y su hermana Hamolequet dio a luz a Isod, Abiezer y Mahala, Y los hijos de Semida fueron Ahián, Siquem, Likhi y Aniam. Los hijos de Efraín: Sutela, Bered su hijo, Tahat su hijo, Elada su hijo, Tahat su hijo, Zabad su hijo, Sutela su hijo, Ezer y Elad. Mas los hijos de Gat, naturales de aquella tierra, los mataron, porque vinieron a tomarles sus ganados. Y Efraín su padre hizo duelo por muchos días, y vinieron sus hermanos a consolarlo. Después él se llegó a su mujer, y ella concibió y dio a luz un hijo, al cual puso por nombre Bería, por cuanto había estado en aflicción en su casa. Y su hija fue Seera, la cual edificó a Bet-horón la baja y la alta, y a Uzen-seera. Hijo de este Bería fue Refa, y Resef, y Telah su hijo, y Tahán su hijo, Laadán su hijo, Amiud su hijo, Elisama su hijo, Nun su hijo, Josué su hijo. Y la heredad y habitación de ellos fue Bet-el con sus aldeas; y hacia el oriente Naarán, y a la parte del occidente Gezer y sus aldeas; asimismo Siquem con sus aldeas, hasta Gaza y sus aldeas; y junto al territorio de los hijos de Manasés, Bet-seán con sus aldeas, Taanac con sus aldeas, Meguido con sus aldeas, y Dor con sus aldeas. En estos lugares habitaron los hijos de José hijo de Israel. Los hijos de Aser: Imna, Isúa, Isúi, Bería, y su hermana Sera. Los hijos de Bería: Heber, y Malquiel, el cual fue padre de Birzavit. Y Heber engendró a Jaflet, Somer, Hotam, y Súa hermana de ellos. Los hijos de Jaflet: Pasac, Bimhal y Asvat. Estos fueron los hijos de Jaflet. Y los hijos de Semer: Ahí, Rohga, Jehúba y Aram. Los hijos de Helem su hermano: Zofa, Imna, Seles y Amal. Los hijos de Zofa: Súa, Harnefer, Súal, Beri, Imra, Beser, Hod, Sama, Silsa, Itrán y Beera. Los hijos de Jeter: Jefone, Pispa y Ara. Y los hijos de Ula: Ara, Haniel y Rezia. Todos éstos fueron hijos de Aser, cabezas de familias paternas, escogidos, esforzados, jefes de príncipes; y contados que fueron por sus linajes entre los que podían tomar las armas, el número de ellos fue veintiséis mil hombres. 8 Benjamín engendró a Bela su primogénito, Asbel el segundo, Ahara el tercero, Noha el cuarto, y Rafa el quinto. Y los hijos de Bela fueron Adar, Gera, Abiud, Abisúa, Naamán, Ahoa, Gera, Sefufán e Hiram. Y estos son los hijos de Aod, estos los jefes de casas paternas que habitaron en Geba y fueron transportados a Manahat: Naamán, Ahías y Gera; éste los transportó, y engendró a Uza y a Ahiud. Y Saharaim engendró hijos en la provincia de Moab, después que dejó a Husim y a Baara que eran sus mujeres. Engendró, pues, de Hodes su mujer a Jobab, Sibia, Mesa, Malcam, Jeúz, Saquías y Mirma. Estos son sus hijos, jefes de familias. Mas de Husim engendró a Abitob y a Elpaal. Y los hijos de Elpaal: Heber, Misam y Semed (el cual edificó Ono, y Lod con sus aldeas), Bería también, y Sema, que fueron jefes de las familias de los moradores de Ajalón, los cuales echaron a los moradores de Gat. Y Ahío, Sasac, Jeremot, Zebadías, Arad, Ader, Micael, Ispa y Joha, hijos de Bería. Y Zebadías, Mesulam, Hizqui, Heber, Ismerai, Jezlías y Jobab, hijos de Elpaal. Y Jaquim, Zicri, Zabdi, Elienai, Ziletai, Eliel, Adaías, Beraías y Simrat, hijos de Simei. E Ispán, Heber, Eliel, Abdón, Zicri, Hanán, Hananías, Elam, Anatotías, Ifdaías y Peniel, hijos de Sasac. Y Samserai, Seharías, Atalías, Jaresías, Elías y Zicri, hijos de Jeroham. Estos fueron jefes principales de familias por sus linajes, y habitaron en Jerusalén. Y en Gabaón habitaron Abigabaón, la mujer del cual se llamó Maaca, y su hijo primogénito Abdón, y Zur, Cis, Baal, Nadab, Gedor, Ahío y Zequer. Y Miclot engendró a Simea. Estos también habitaron con sus hermanos en Jerusalén, enfrente de ellos. Ner engendró a Cis, Cis engendró a Saúl, y Saúl engendró a Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es-baal. Hijo de Jonatán fue Merib-baal, y Merib-baal engendró a Micaía. Los hijos de Micaía: Pitón, Melec, Tarea y Acaz. Acaz engendró a Joada, Joada engendró a Alemet, Azmavet y Zimri, y Zimri engendró a Mosa. Mosa engendró a Bina, hijo del cual fue Rafa, hijo del cual fue Elasa, cuyo hijo fue Azel. Los hijos de Azel fueron seis, cuyos nombres son Azricam, Bocru, Ismael, Searías, Obadías y Hanán; todos éstos fueron hijos de Azel. Y los hijos de Esec su hermano: Ulam su primogénito, Jehús el segundo, Elifelet el tercero. Y fueron los hijos de Ulam hombres valientes y vigorosos, flecheros diestros, los cuales tuvieron muchos hijos y nietos, ciento cincuenta. Todos éstos fueron de los hijos de Benjamín.

Salmo 87:
Los cimientos de la ciudad de Dios están en el santo monte. El Señor ama las entradas de Sión más que a todas las moradas de Jacob. De ti, ciudad de Dios, se dicen cosas gloriosas: Selah. "Entre los que me reconocen puedo contar a Rahab y a Babilonia, a Filistea y a Tiro, lo mismo que a Cus. Se dice: Éste nació en Sión. " De Sión se dirá, en efecto: "Éste y aquél nacieron en ella. El Altísimo mismo la ha establecido." El Señor anotará en el registro de los pueblos: "Éste nació en Sión." Selah. Y mientras cantan y bailan, dicen: "En ti se hallan todos mis orígenes."

Proverbios 18:
El egoísta busca su propio bien; contra todo sano juicio se rebela. Al necio no le complace el discernimiento; tan sólo hace alarde de su propia opinión. Con la maldad, viene el desprecio, y con la vergüenza llega el oprobio. Las palabras del hombre son aguas profundas, arroyo de aguas vivas, fuente de sabiduría. No está bien declarar inocente al malvado y dejar de lado los derechos del justo. Los labios del necio son causa de contienda; su boca incita a la riña. La boca del necio es su perdición; sus labios son para él una trampa mortal. Los chismes son deliciosos manjares; penetran hasta lo más íntimo del ser. El que es negligente en su trabajo confraterniza con el que es destructivo. Torre inexpugnable es el nombre del Señor; a ella corren los justos y se ponen a salvo. Ciudad amurallada es la riqueza para el rico, y éste cree que sus muros son inexpugnables. Al fracaso lo precede la soberbia humana; a los honores los precede la humildad. Es necio y vergonzoso responder antes de escuchar. En la enfermedad, el ánimo levanta al enfermo; ¿pero quién podrá levantar al abatido? El corazón prudente adquiere conocimiento; los oídos de los sabios procuran hallarlo. Con regalos se abren todas las puertas y se llega a la presencia de gente importante. El primero en presentar su caso parece inocente, hasta que llega la otra parte y lo refuta. El echar suertes pone fin a los litigios y decide entre las partes en pugna. Más resiste el hermano ofendido que una ciudad amurallada; los litigios son como cerrojos de ciudadela. Cada uno se llena con lo que dice y se sacia con lo que habla. En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto. Quien halla esposa halla la felicidad: muestras de su favor le ha dado el Señor. El pobre habla en tono suplicante; el rico responde con aspereza. Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano.



El Libro de Apocalipsis Capítulo 21 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL APOCALIPSIS

DE SAN JUAN


CAPÍTULO 21
(96 d.C.)
CIELO NUEVO Y
TIERRA NUEVA




Y VI un Cielo Nuevo, y una Tierra Nueva ("Nuevo" en el Griego es "kainós" y significa "frescura con respecto a la edad"; cuando se haya terminado, será nuevo, como es evidente, pero la idea es que permanecerá nuevo y fresco para siempre jamás porque no hay más pecado): porque el primer Cielo y la primera Tierra se fueron (se refiere a la Creación original, que fue estropeada por el pecado; "fallecido" en el Griego es "parérjomai," y quiere decir, "pasar de una condición a otra"; nunca significa aniquilación); y el mar ya no es (se refiere a los grandes océanos, tal como el Atlántico y el Pacífico; sin embargo, continuarán existiendo los lagos, cuerpos de agua, ríos, arroyos, etc.).
2 Y yo Juan vi la Santa Ciudad, la Nueva Jerusalén (presenta una Nueva Ciudad para esta Nueva Tierra), que descendía del Cielo, de Dios (en efecto, Dios trasladará Su Sede del Cielo a la Tierra), dispuesta como una esposa ataviada para su marido (describe el Hogar Eterno de los Redimidos como una morada).
3 Y oí una gran Voz del Cielo que decía (según los mejores manuscritos, la Voz que se oía fue "provenía del Trono"), He aquí, el Tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos, y ellos serán Su pueblo, y Él Mismo Dios será su Dios con ellos. (Finalmente proclama lo que Dios quiso desde el principio.)
4 Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos (en realidad el Griego dice, "cada lágrima" y se refiere a lágrimas de pena); y la muerte no será más, y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor (trata el pecado y las consecuencias): porque las primeras cosas son pasadas (se refiere al efecto total de la Caída).
5 Y El Que estaba sentado en el Trono dijo (por segunda vez en este Libro, presenta a Dios Mismo como el Orador), He aquí, Yo hago nuevas todas las cosas (se refiere al hecho de cambiar de una condición a otra). Y me dijo, Escribe: porque estas palabras son fieles y verdaderas. (Toda palabra es "Verdadera," y Dios será "Fiel" para llevarla a cabo también.)
6 Y me dijo, ¡Ya está terminada! Yo Soy Alfa y Omega, el principio y el fin. (La gran declaración "Ya está terminada" que se oyó en la mañana de la Creación, en el Calvario, y ahora se repite aquí por última vez, cierra toda Profecía. Lo que Él comenzó, ahora lo termina.) Al que tuviere sed, Yo le daré de la fuente del Agua de Vida gratuitamente. (Esta declaración no corresponde a la Edad Perfecta venidera, ya que todos de esa época tendrán el Agua de Vida, sino a la presente. Esta "fuente del Agua de Vida" está ligada directamente a la Cruz del Calvario en que es totalmente gratis a todos quienes creerán [Jn. 3:16].)
7 El que venciere, poseerá todas las cosas (la única manera que alguien puede vencer es por medio de poner su Fe exclusivamente en la Cruz de Cristo, que le da libertad de acción al Espíritu Santo para obrar en la propia vida, que produce el Fruto del Espíritu); y Yo seré su Dios, y él será Mi hijo. (El vencedor es adoptado en la Familia de Dios y Dios lo trata como un hijo, exactamente como Él hace con Su Hijo, el Señor Jesucristo.)
8 Mas a los temerosos e incrédulos, a los abominables y homicidas, a los fornicarios y hechiceros, y a los idólatras, y a todos los mentirosos (todo esto corresponde "a las obras de la carne," bosquejado en Gál. 5:19-21), su parte será en el lago ardiendo con fuego y azufre: que es la muerte segunda (proclama el destino Eterno de los que rechazan a Cristo).
LA NUEVA JERUSALÉN
9 Y vino a mí uno de los siete Ángeles que tenían las siete Copas llenas de las siete postreras plagas, y habló conmigo, diciendo, Ven acá, yo te mostraré la novia, esposa del Cordero. (Por el empleo de la palabra "Cordero," nos hace volver a la Cruz, que hizo todo esto posible.)
10 Y me llevó en Espíritu a un grande y alto monte (el "Espíritu" al cual se refiere aquí es el Espíritu Santo), y me mostró la gran Ciudad Santa de Jerusalén, que descendía del Cielo de Dios (Juan lo vio "descender," que quiere decir que venía a la Tierra; será después de que el Señor haya creado el "Cielo Nuevo y la Tierra Nueva," de hecho cuando Dios cambie Su Sede del Cielo a la Tierra),
11 Teniendo la Gloria de Dios (es lo que hace la ciudad lo que es): y su luz era semejante a una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, resplandeciente como cristal (presenta el resplandor de la Gloria de Dios);
LA SANTA CIUDAD
12 Y tenía un muro grande y alto (este muro tiene casi 66 metros [216 pies] de alto, contando 44.5 centímetros [18 pulgadas] al codo; sólo sirve de ornamentación) con doce puertas (tres puertas al lado Norte, tres al lado Sur, tres al lado Oriental, y tres al lado Occidental; las puertas en cada lado serán de casi 603.5 kilómetros [375 millas] separadas de una a otra), y en las puertas, doce Ángeles (proclama la Gloria de la Ciudad y también la Gloria del Gobierno de Dios), y nombres escritos, que son los de las Doce Tribus de los Hijos de Israel (expresa el hecho de que "la esposa del Cordero" se compone de cada uno de los Creyentes, ya sea en este lado o en el otro lado de la Cruz; cada puerta tendrá el nombre de una de las Doce Tribus; además, nos indica cuán precioso es Israel en el Corazón de Dios):
13 Al oriente tres puertas (tendrán probablemente los nombres José, Benjamín y Dan); al norte tres puertas (tendrán probablemente los nombres Rubén, Judá y Leví); al sur tres puertas (tendrán probablemente los nombres Simeón, Isacar y Zabulón); al oeste tres puertas (tendrán probablemente los nombres Gad, Aser y Neftalí).
14 Y el muro de la ciudad tenía doce fundamentos (el camino de Salvación fue mostrado a los Judíos, de ahí, las puertas y los nombres de las Doce Tribus inscritas en aquellas puertas; sin embargo, el fundamento de Salvación realmente no fue dado hasta después de la Cruz, porque no podía darse hasta después de la Cruz), y en ellos los doce nombres de los Doce Apóstoles del Cordero. (En cada fundamento está el nombre de uno de los Doce Apóstoles. El fundamento del Mensaje de Salvación es basado el 100% en Cristo y la Cruz, de ahí, se usa la palabra "Cordero.")
15 Y el que hablaba conmigo (no es el Ángel que habló con Juan en el Versículo 9; el que ahora está hablando se identifica como un Profeta [Apoc. 22:9]), tenía una medida de una caña de oro para medir la ciudad, y sus puertas, y su muro. (Él hizo la medida por una razón. Revela la perfección, el cumplimiento y la culminación de todos los Propósitos de Dios para Su Pueblo Redimido.)
MEDIDAS
16 Y la ciudad está situada y puesta en cuadro, y su largura es tanta como su anchura: y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios (se transfiere en unos 2.414 kilómetros [1.500 millas] por lado). La largura y la altura y la anchura de ella son iguales. (Demuestra dimensiones asombrosas. Es casi la mitad del tamaño de los Estados Unidos, en cuanto a longitud y anchura. Como si no fuese suficiente para dejar a uno sin respiración, además de altura será 2.414 kilómetros [1.500 millas]. La mente no puede comprender esto, pero la Fe cree.)
17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos (se transfiere en unos 64 metros [216 pies] de alto, contando 44.5 centímetros [18 pulgadas] al codo; como se expresó, el muro es pura ornamentación), de medida de hombre, la cual es del Ángel. (La designación de "Ángel" a veces se les da a los hombres, a Dios y a las Criaturas de las cuales nos referimos como Ángeles. Este hombre, como lo explica Apoc. 22:9, es un Profeta.)
18 Y el material de su muro era de jaspe (presenta una gema de varios colores): mas la  ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio (¡nos lleva más allá de la imaginación, más allá de la comprensión! sin embargo, esto es literal).
19 Y los fundamentos del muro de la ciudad estaban adornados de toda piedra preciosa (describe hermosura de hermosura). El primer fundamento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;
20 El quinto, sardónica; el sexto, sardio; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. (La saturación de colores en aquella Cuidad incomparable está más allá de la imaginación. Todas estas piedras mencionadas aquí son de colores exquisitas.)
21 Y las doce puertas eran doce perlas (es probable que se refiera a cada puerta, que es de unos 64 metros [216 pies] de alto, está fabricada de miles de incalculables perlas), en cada una, una; cada puerta era de una perla (parece indicar que esta puerta en particular, la cual es probable que cada tercera o cuarta puerta, está hecha de una perla gigantesca): y la plaza de la ciudad era de oro puro como vidrio transparente (se refiere al hecho de que no sólo son todos los edificios de "oro puro," [Apoc. 21:18], sino que hasta las calles son hechas de oro puro).
LA LUZ
22 Y no vi en ella Templo (se refiere a un Templo como en los tiempos del Antiguo Testamento; realmente hay un Templo literal en la Nueva Jerusalén, pero no servirá el mismo propósito que el Templo en la Tierra [Apoc. 3:12; 7:15; 11:19; 14:15, 17; 15:1-8; 16:1, 17]): porque el Señor Dios Todopoderoso es el Templo de ella, y el Cordero. (Antes de la Cruz, fue indispensable un Templo en la Tierra porque en ese entonces Dios no podía morar en el hombre, al menos directamente. Desde la Cruz, el Espíritu Santo mora dentro del hombre, porque la deuda del terrible pecado ha sido pagada [Jn. 14:17; I Cor. 3:16].)
23 Y la ciudad no tenía necesidad de sol, ni de luna, para que resplandezcan en ella (expresa el hecho de que el Creador no necesita Su Creación; Dios no tiene necesidad de nada, pero todos tenemos necesidad de Dios): porque la Gloria de Dios la ilumina, y el Cordero era su lumbrera. (La palabra "Cordero" significa que todo es hecho posible para los Creyentes como consecuencia de lo que Cristo hizo en la Cruz.)
24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán en la lumbre de ella (debiera traducirse, "y las naciones andarán por medio de su luz"; las palabras "de aquéllos que son salvos" en realidad no están en los mejores manuscritos; de hecho, no habrá nadie en el mundo en aquel día que no sea salvo): y los reyes de la Tierra traerán su gloria y honor a ella. (Se refiere a los líderes de las naciones, independientemente de lo que podrían llamarse en ese entonces. Todos darán Gloria a Dios y Honra al Señor y lo harán para siempre.)
25 Y sus puertas nunca serán cerradas de día (de hecho, nunca estarán cerradas): porque allí no habrá noche. (Se refiere a la Ciudad solamente, porque en el exterior de la Ciudad habrá día y noche eternamente [Gén. 1:14-18; 8:22; Sal. 89:2-3; Jer. 31:35-36].)
26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella (un comercio Justo y en todo sentido).
27 No entrará en ella ninguna cosa sucia, o que hace abominación y mentira (todo el pecado está desterrado para siempre y nunca volverá): sino solamente los que están escritos en el Libro de la Vida del Cordero (se refiere al Libro de los Redimidos; la palabra "Cordero" se refiere al hecho de que todos son salvos al poner su Fe y Confianza en Cristo y lo que Él hizo por nosotros en la Cruz).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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