13 September 2025

El 13 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 13 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Génesis 8 a 10:
8 Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y disminuyeron las aguas. Y se cerraron las fuentes del abismo y las cataratas de los cielos; y la lluvia de los cielos fue detenida. Y las aguas decrecían gradualmente de sobre la tierra; y se retiraron las aguas al cabo de ciento cincuenta días. Y reposó el arca en el mes séptimo, a los diecisiete días del mes, sobre los montes de Ararat. Y las aguas fueron decreciendo hasta el mes décimo; en el décimo, al primero del mes, se descubrieron las cimas de los montes. Sucedió que al cabo de cuarenta días abrió Noé la ventana del arca que había hecho, y envió un cuervo, el cual salió, y estuvo yendo y volviendo hasta que las aguas se secaron sobre la tierra. Envió también de sí una paloma, para ver si las aguas se habían retirado de sobre la faz de la tierra. Y no halló la paloma donde sentar la planta de su pie, y volvió a él al arca, porque las aguas estaban aún sobre la faz de toda la tierra. Entonces él extendió su mano, y tomándola, la hizo entrar consigo en el arca. Esperó aún otros siete días, y volvió a enviar la paloma fuera del arca. Y la paloma volvió a él a la hora de la tarde; y he aquí que traía una hoja de olivo en el pico; y entendió Noé que las aguas se habían retirado de sobre la tierra. Y esperó aún otros siete días, y envió la paloma, la cual no volvió ya más a él. Y sucedió que en el año seiscientos uno de Noé, en el mes primero, el día primero del mes, las aguas se secaron sobre la tierra; y quitó Noé la cubierta del arca, y miró, y he aquí que la faz de la tierra estaba seca. Y en el mes segundo, a los veintisiete días del mes, se secó la tierra. Entonces habló Dios a Noé, diciendo: Sal del arca tú, y tu mujer, y tus hijos, y las mujeres de tus hijos contigo. Todos los animales que están contigo de toda carne, de aves y de bestias y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, sacarás contigo; y vayan por la tierra, y fructifiquen y multiplíquense sobre la tierra. Entonces salió Noé, y sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos con él. Todos los animales, y todo reptil y toda ave, todo lo que se mueve sobre la tierra según sus especies, salieron del arca. Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar. Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche. 9 Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra. El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis. Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre. Mas vosotros fructificad y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella. Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; y con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne. Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: Esta es la señal del pacto que he establecido entre mí y toda carne que está sobre la tierra. Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet; y Cam es el padre de Canaán. Estos tres son los hijos de Noé, y de ellos fue llena toda la tierra. Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda. Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre. Y despertó Noé de su embriaguez, y supo lo que le había hecho su hijo más joven, y dijo: Maldito sea Canaán; Siervo de siervos será a sus hermanos. Dijo más: Bendito por Jehová mi Dios sea Sem, Y sea Canaán su siervo. Engrandezca Dios a Jafet, Y habite en las tiendas de Sem, Y sea Canaán su siervo. Y vivió Noé después del diluvio trescientos cincuenta años. Y fueron todos los días de Noé novecientos cincuenta años; y murió. 10 Estas son las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a quienes nacieron hijos después del diluvio. Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras. Los hijos de Gomer: Askenaz, Rifat y Togarma. Los hijos de Javán: Elisa, Tarsis, Quitim y Dodanim. De éstos se poblaron las costas, cada cual según su lengua, conforme a sus familias en sus naciones. Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut y Canaán. Y los hijos de Cus: Seba, Havila, Sabta, Raama y Sabteca. Y los hijos de Raama: Seba y Dedán. Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar. De esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive, Rehobot, Cala, y Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad grande. Mizraim engendró a Ludim, a Anamim, a Lehabim, a Naftuhim, a Patrusim, a Casluhim, de donde salieron los filisteos, y a Caftorim. Y Canaán engendró a Sidón su primogénito, a Het, al jebuseo, al amorreo, al gergeseo, al heveo, al araceo, al sineo, al arvadeo, al zemareo y al hamateo; y después se dispersaron las familias de los cananeos. Y fue el territorio de los cananeos desde Sidón, en dirección a Gerar, hasta Gaza; y en dirección de Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboim, hasta Lasa. Estos son los hijos de Cam por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones. También le nacieron hijos a Sem, padre de todos los hijos de Heber, y hermano mayor de Jafet. Los hijos de Sem fueron Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram. Y los hijos de Aram: Uz, Hul, Geter y Mas. Arfaxad engendró a Sala, y Sala engendró a Heber. Y a Heber nacieron dos hijos: el nombre del uno fue Peleg, porque en sus días fue repartida la tierra; y el nombre de su hermano, Joctán. Y Joctán engendró a Almodad, Selef, Hazar-mavet, Jera, Adoram, Uzal, Dicla, Obal, Abimael, Seba, Ofir, Havila y Jobab; todos estos fueron hijos de Joctán. Y la tierra en que habitaron fue desde Mesa en dirección de Sefar, hasta la región montañosa del oriente. Estos fueron los hijos de Sem por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones. Estas son las familias de los hijos de Noé por sus descendencias, en sus naciones; y de éstos se esparcieron las naciones en la tierra después del diluvio.

Salmo 125:
Los que confían en el Señor son como el monte Sión, que jamás será conmovido, que permanecerá para siempre. Como rodean las colinas a Jerusalén, así rodea el Señor a su pueblo, desde ahora y para siempre. No prevalecerá el cetro de los impíos sobre la heredad asignada a los justos, para que nunca los justos extiendan sus manos hacia la maldad. Haz bien, Señor, a los que son buenos, a los de recto corazón. Pero a los que van por caminos torcidos deséchalos, Señor, junto con los malhechores. ¡Que haya paz en Israel!

Proverbios 29:
El que es reacio a las reprensiones será destruido de repente y sin remedio. Cuando los justos prosperan, el pueblo se alegra; cuando los impíos gobiernan, el pueblo gime. El que ama la sabiduría alegra a su padre; el que frecuenta rameras derrocha su fortuna. Con justicia el rey da estabilidad al país; cuando lo abruma con tributos, lo destruye. El que adula a su prójimo le tiende una trampa. Al malvado lo atrapa su propia maldad, pero el justo puede cantar de alegría. El justo se ocupa de la causa del desvalido; el malvado ni sabe de qué se trata. Los insolentes conmocionan a la ciudad, pero los sabios apaciguan los ánimos. Cuando el sabio entabla pleito contra un necio, aunque se enoje o se ría, nada arreglará. Los asesinos aborrecen a los íntegros, y tratan de matar a los justos. El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla. Cuando un gobernante se deja llevar por mentiras, todos sus oficiales se corrompen. Algo en común tienen el pobre y el opresor: a los dos el Señor les ha dado la vista. El rey que juzga al pobre según la verdad afirma su trono para siempre. La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergüenza a su madre. Cuando prospera el impío, prospera el pecado, pero los justos presenciarán su caída. Disciplina a tu hijo, y te traerá tranquilidad; te dará muchas satisfacciones. Donde no hay visión, el pueblo se extravía; ¡dichosos los que son obedientes a la ley! No sólo con palabras se corrige al siervo; aunque entienda, no obedecerá. ¿Te has fijado en los que hablan sin pensar? ¡Más se puede esperar de un necio que de gente así! Quien consiente a su criado cuando éste es niño, al final habrá de lamentarlo. El hombre iracundo provoca peleas; el hombre violento multiplica sus crímenes. El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido. El cómplice del ladrón atenta contra sí mismo; aunque esté bajo juramento, no testificará. Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que confía en el Señor sale bien librado. Muchos buscan el favor del gobernante, pero la sentencia del hombre la dicta el Señor. Los justos aborrecen a los malvados, y los malvados aborrecen a los justos.

El Libro de Primera de Corintios Capítulo 15 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
CORINTIOS
CAPÍTULO 15
(59 d.C.)
LA RESURRECCIÓN


ADEMÁS os declaro, Hermanos, el Evangelio que os he Predicado (fue a Pablo a quien se le dio el significado del Nuevo Convenio, que, en efecto, es el significado de la Cruz y la Resurrección), el cual también recibisteis (Salvación), en el cual también perseveráis (vivir una vida victoriosa);
2 Por el cual asimismo, si retenéis la Palabra que os he Predicado (Heb. 2:1), sois salvos (creer en la Resurrección es absolutamente indispensable a la Salvación), si no creísteis en vano. (Se refiere a creer en un principio y luego retroceder, lo cual hará que se pierda el alma. Desmiente la doctrina no Bíblica de la Seguridad Eterna Incondicional.)
3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí (el significado del Nuevo Convenio), que Cristo fue muerto por nuestros pecados conforme a Las Escrituras ([Sal. 22:15], se refiere a la Cruz de Cristo);
4 Y que Él fue sepultado (porque Él en realidad murió, no solamente se desmayó como algunos afirman), y que resucitó al tercer día, conforme a Las Escrituras ([Isa. 53:10; Os. 6:2], la Resurrección de Cristo fue la demostración de la perfección y la eficacia de Su Expiación):
5 Y que Él apareció (después de Su Resurrección) a Cefas (Pedro), y después a los Doce (comprueba que Pablo no fue destinado para ser el Duodécimo Apóstol, como algunos afirman):
6 Después (después de aquellas apariciones) apareció a más de quinientos Hermanos juntos (muchos creen que esta aparición ocurrió en Galilea); de los cuales muchos viven aun (todavía viven), y otros son muertos (han muerto).
7 Después apareció a Santiago (el Hermano del Señor, que no creyó en Él durante Su Ministerio terrenal [Jn. 7:5]); después a todos los Apóstoles (Luc. 24:50).
8 Y el postrero de todos, como a un abortivo (ocurrió después de la Ascensión de Cristo), me apareció a mí (él no quiso decir que fue un momento inoportuno, sino que no era digno de lo que el Señor hizo por él).
9 Porque yo soy el más pequeño de los Apóstoles (no es la modestia fingida, sino más bien la humildad más profunda), que no soy digno (merecedor) de ser llamado Apóstol, porque perseguí la Iglesia de Dios (antes de su conversión).
10 Empero por la Gracia de Dios soy lo que soy (concierne el Favor o la Misericordia de Dios): y Su Gracia no ha sido en vano para conmigo (no estaba sin efecto, diciéndonos que está sin efecto con muchos); antes he trabajado más que todos ellos (la Gracia le permitió a Pablo lograr mucho porque él tenía una mayor comprensión de la Gracia que los demás, que se refiere a la Cruz, el medio de la Gracia): pero no yo, sino la Gracia de Dios que fue conmigo (la tiene todos los Creyentes que miran hacia la Cruz [I Cor. 1:17]).
11 Porque, o sea yo o sean ellos (en este caso, los otros Apóstoles), así Predicamos (lo que ellos Predicaron), y así habéis creído. (Los falsos profesores habían estado intentando desviar su Fe de la Resurrección venidera. ¡Permítale al lector entender que la Resurrección y el Arrebatamiento son lo mismo!)
LA IMPORTANCIA DE LA
RESURRECCIÓN
12 Y si Cristo es predicado que resucitó de los muertos ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay Resurrección de muertos? (Algunos en realidad negaban reconocer la Doctrina de la Resurrección.)
13 Porque si no hay Resurrección de muertos, Cristo tampoco resucitó (la Expiación y la Resurrección son las dos primeras piedras del Evangelio, y si niega una de ellas, entonces el Evangelio deja de existir; nuevamente, permítenos aclarar la Verdad, si usted no cree en el Arrebatamiento, entonces no cree en la Resurrección porque es lo mismo):
14 Y si Cristo no resucitó (si incluso se dejara un pecado sin expiar, entonces Cristo no podía haber resucitado, "porque la paga del pecado es la muerte" [Rom. 6:23]; el hecho de Su Resurrección comprueba la Expiación de todo el pecado, pasado, presente y futuro, al menos a aquéllos que creerán [Jn. 3:16]), vana es entonces nuestra Predicación, vana es también vuestra Fe (naderías vacías).
15 Y aun somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que Él haya levantado a Cristo: Al Cual no levantó, si en verdad los muertos no resucitan. (La Resurrección de los Santos depende completamente de la Resurrección de Cristo. La anterior garantiza lo posterior, y sin la anterior no hay posterior.)
16 Porque si los muertos no resucitan (si no hay Resurrección de los Santos), tampoco Cristo resucitó (una repetición del Versículo 13 para recalcar el argumento de que la Fe Cristiana en la Resurrección no radica en teoría filosófica, sino en hecho histórico):
17 Y si Cristo no resucitó, vuestra Fe es vana (los que no creen en la Expiación y la Resurrección tienen una fe nula); aún estáis en vuestros pecados. (Los pecados son perdonados y limpiados sólo por medio y a través de lo que Cristo hizo en la Cruz y en la Resurrección, y nuestra Fe en aquella Obra Terminada. De lo contrario, los pecados permanecen, lo que presenta una situación de proporciones calamitosas.)
18 Entonces también los que durmieron en Cristo son perdidos (perdidos para siempre).
19 Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, los más miserables somos de todos los hombres. (Lo que va a venir en la Resurrección está tan adelantado de lo que actualmente es, que no hay comparación.)
LA RESURRECCIÓN DE
LOS CREYENTES
20 Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos (así dice el Espíritu Santo), Primicias de los que durmieron es hecho. (La Resurrección de Cristo garantiza la Resurrección de todos los Santos.)
21 Porque por cuanto la muerte (se refiere a Adán y la Caída en el Huerto de Edén, y se trata de la muerte espiritual, la separación de Dios) entró por un hombre, también por un Hombre la Resurrección de los muertos. (El Señor Jesucristo Quien Expió todo el pecado, por ello, haciéndolo posible para el hombre de unirse nuevamente con Dios, que garantiza la Resurrección.)
22 Porque así como en Adán todos mueren (la muerte espiritual, la separación de Dios), así también en Cristo todos serán vivificados. (En el primer hombre, todos murieron. En el Segundo Hombre, todos serán vivificados, al menos a aquéllos que creen [Jn. 3:16].)
23 Mas cada uno en su orden (Cristo primero, y luego todos los Creyentes más tarde): Cristo las Primicias (Él fue el Primero en resucitar de entre los muertos, para nunca más morir); luego los que son de Cristo, en Su Venida. (El Arrebatamiento de la Iglesia no tiene nada que ver con la Segunda Venida [I Tes. 4:13-18].)
24 Luego el fin (no se refiere al momento inmediato después del Arrebatamiento ni de la Segunda Venida, sino más bien cuando todo el señorío Satánico y las autoridades han sido eliminados, que ocurrirá en la conclusión del Reinado Milenario [Apoc., cap. 20]), cuando Él (Jesús) entregará el Reino a Dios y al Padre; cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad. (Él acabará el señorío de Satanás, etc.; el medio por el cual fue hecho posible por la Cruz y la Resurrección.)
25 Porque es menester que Él (Jesús) reine (se refiere al reinado de 1.000 años de Cristo en la Tierra después de Su regreso), hasta poner a todos sus enemigos debajo de Sus Pies (la subyugación de todos los poderes malignos, que ocurrirá en la conclusión del Reinado Milenario [Apoc., cap. 20]).
26 Y el postrer enemigo que será deshecho (abolido), será la muerte. (La muerte es el resultado del pecado [Rom. 6:23], y la Cruz se dirigió a todo pecado. Después de la Resurrección, cuando se le dé a los Santos cuerpos glorificados, será imposible pecar. Incluso durante el Reinado Milenario, el pecado todavía estará en el mundo, pero no en los Santos Glorificados. Será erradicado cuando Satanás y todos sus ángeles caídos y  los espíritus demoníacos, más toda la gente que lo siguió, son echados en el Lago de Fuego, donde permanecerán para siempre [Apoc., cap. 20]. Entonces la muerte ya no existirá más.)
27 Porque todas las cosas sujetó debajo de Sus Pies (Dios el Padre ha puesto todas las cosas bajo los Pies de Jesús). Y cuando dice, Todas las cosas son sujetadas a Él, claro está exceptuado aquel que sujetó a Él todas las cosas. (Tiene referencia al hecho de que "todas las cosas" no incluyen a Dios el Padre hecho sujeto a Jesús. Dios es excluido, como debiera ser evidente.)
28 Mas luego que todas las cosas le fueren sujetas (implica que en la época de Pablo, este dominio total todavía no se había ejercido y, de hecho, hasta el momento tampoco se ha ejercido; pero el tiempo vendrá cuando sin duda alguna acontecerá, lo cual será al final del Reinado Milenario), entonces también el Mismo Hijo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos. (No quedará ningún rastro de maldad en ninguna parte del Universo.)
29 De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué pues se bautizan por los muertos? (Pablo realmente está diciendo, "Es un punto infructuoso Bautizar por los muertos, lo cual de todos modos no es Bíblico, si no hay Resurrección como algunos lo enseñan.")
IMPLICACIONES
30 ¿Y por qué nosotros peligramos a toda hora? (La idea es que él no viviría una vida de riesgo constante si no hubiera Resurrección.)
31 Sí hermanos, como que sois mi gloria en Cristo Jesús Señor nuestro (los Corintos podían alegrarse en el Señor porque Pablo les había traído el Mensaje de Redención), cada día muero. (El Apóstol está refiriéndose a su vida que está en peligro constante cada día. Él no está refiriéndose a desaparecerse al pecado diariamente. Él sostenía que deberíamos de una vez morir al pecado, y luego estar muerto al pecado para siempre [Rom. 6:6-11; Gál. 2:20].)
32 Si como hombre batallé en Éfeso contra las bestias, ¿qué me aprovecha si los muertos no resucitan? (No hay que tomarlo literalmente. Él en realidad dice, "arriesgo mi vida diariamente, tan cierto como aquéllos que luchan contra las bestias salvajes en los estadios; además, tan cierto como estos gladiadores morirán tarde o temprano, yo también.") Comamos y bebamos; que mañana moriremos. (Estas palabras presentan el fatalismo de aquéllos que no creen en una Resurrección venidera. Por eso el Apóstol dice, si no hay Resurrección tampoco hay Esperanza.)
33 No erréis (la declaración en realidad dice, "¡no sigan siendo engañados!" significa que muchos Corintos ya habían sido engañados en creer que no había ninguna Resurrección): las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres (debiera traducirse, "las malas ocasiones corrompen morales excelentes").
34 Velad debidamente, y no pequéis (en efecto, dice, "recobren su juicio"); porque algunos no conocen a Dios (en efecto, dice, "algunos son ignorantes de Dios y de Sus Caminos"): para vergüenza vuestra hablo. (Hablo para avergonzarles.)
EL CUERPO RESUCITADO
35 Mas dirá alguno (escéptico), ¿Cómo resucitarán los muertos? (Los escépticos usan el sarcasmo.) ¿Con qué cuerpo vendrán? (Se refiere a la forma, configuración, tamaño, etc. Los falsos profesores se burlaban de la Doctrina de la Resurrección del cuerpo humano.)
36 Necio (la contestación del Espíritu Santo a aquéllos que enseñaban esta doctrina falsa), lo que tú siembras no se vivifica, si no muriere antes (Pablo lo toma de las Palabras de Cristo, cuando Él habló de la semilla que cae en la tierra y muere, y luego produce mucho fruto, lo cual es la naturaleza de la cosecha [Jn. 12:24]):
37 Y lo que siembras, no siembras el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo (cuando se siembra una semillita, producirá una planta hermosa), acaso de trigo, o de otro grano (no se sabe qué planta crecerá de la semilla):
38 Mas Dios le da el cuerpo como quiso (el proceso de Resurrección está en las Manos de Dios, El Que puede hacer todas las cosas), y a cada simiente su propio cuerpo. (Esto frustra toda especulación evolutiva. Cada persona tendrá su propio cuerpo, no el de la otra. Tendrá su propio color, apariencia, etc., menos las imperfecciones.)
39 Toda carne no es la misma carne (de nuevo, un punto que claramente contradice la teoría de la evolución): mas una carne ciertamente es la de los hombres, y otra carne la de los animales, y otra la de los peces, y otra la de las aves (se refiere a que todos somos de "carne," pero de diferentes tipos).
40 Y cuerpos hay celestiales (cuerpos celestes, como el Sol, la Luna, etc.), y cuerpos terrestres (los cuerpos terrenales, lo que se refiere a seres humanos, animales, árboles, etc.): mas ciertamente una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales (la gloria es distinta).
41 Otra es la gloria del Sol, y otra la gloria de la Luna, y otra la gloria de las Estrellas: porque una Estrella es diferente de otra en gloria (Pablo tiene un caso, lo que veremos en el siguiente Versículo).
42 Así también es la Resurrección de los muertos. (Algunos Santos, por su mayor fidelidad, tendrán mayor gloria que otros, que es el caso del Versículo anterior.) Se siembra en corrupción (se refiere a la tumba); se levantará en incorrupción (se refiere a la Forma Glorificada y el tipo de Cuerpo que Dios proporcionará):
43 Se siembra en vergüenza (se refiere a la horrible indignidad de "polvo al polvo"); se levantará con gloria (el mismo cuerpo, pero glorificado): se siembra en flaqueza (muerte); se levantará con potencia (vida):
44 Se siembra cuerpo natural (activado por "sangre," antes de la muerte); resucitará Cuerpo Espiritual (activado por el Espíritu Santo, no por sangre, y será de sustancia inmortal). Hay cuerpo natural (que ahora tenemos), y hay Cuerpo Espiritual. (El Cuerpo Glorificado de nuestro Señor es el ejemplo, y nuestro Cuerpo Glorificado será como el Suyo [I Jn. 3:2].)
NECESIDAD
45 Así también está escrito (Gén. 2:7), Fue hecho el primer hombre Adán en ánima viviente (el cuerpo natural); el postrer Adán (Cristo) en Espíritu vivificante. (La palabra "postrer" es usada. No hará falta otra jamás. "Vivificante" se refiere a la resurección de aquéllos que confían en Él.)
46 Mas lo espiritual no es primero, sino lo natural (Adán vino primero); luego lo espiritual. (Cristo, como el Último Adán, vino segundo para deshacer lo que ocurrió en la Caída.)
47 El primer hombre (Adán), es de la Tierra, terrenal (materialista): el Segundo Hombre (Cristo) que es el Señor, es del Cielo (una diferencia enorme entre el "primer hombre" y el "Segundo Hombre").
48 Cual el terrenal, tales también los terrenales (es el cuerpo y su condición presente a la cual Pablo señala con el término "terrenal"): y cual el Celestial, tales también los Celestiales. (Cristo es "El Ser Celeste," y todos quienes son "los Seres Celestes" se parecen a Él. Pablo sigue hablando de la Resurrección, y cómo es que será.)
49 Y como trajimos la imagen del terrenal (se refiere al hecho de que así como nuestro primer padre, somos frágiles, putrefactos y moribundos), traeremos también la imagen del Celestial. (Lo que nos pareceremos en la Resurrección, es decir, "como Él.")
50 Esto empero digo, Hermanos, que la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de Dios (nuestro cuerpo físico actual como es ahora); ni la corrupción hereda la incorrupción. ("La carne y la sangre" están bajo "la corrupción," mientras que "el Reino de Dios" está bajo "la incorrupción.")
LA VICTORIA FINAL
51 He aquí, os digo un misterio (una Revelación nueva dada por el Espíritu Santo a Pablo acerca de la Resurrección, es decir, el Arrebatamiento); todos ciertamente no dormiremos (en el momento de la Resurrección [el Arrebatamiento], muchos Cristianos estarán vivos), mas todos seremos transformados (tanto aquéllos que están muertos como aquéllos que están vivos),
52 En un momento, en un abrir y cerrar de ojos (cuánto tiempo se tomará para que ocurra este cambio), a la final trompeta (no denota por el empleo de la palabra "final" que habrá toques de trompeta sucesivos, sino más bien denota que es la clausura, refiriéndose a la Edad de la Iglesia): porque será tocada la trompeta (es la "Trompeta de Dios" [I Tes. 4:16]), y los muertos serán levantados sin corrupción (los Santos Muertos, sin la naturaleza pecaminosa), y nosotros seremos transformados (ponerse el Cuerpo Glorificado).
53 Porque es necesario que esto corruptible (la naturaleza pecaminosa) sea vestido de incorrupción (un Cuerpo Glorificado sin la naturaleza pecaminosa), y esto mortal (sujeto a la muerte) sea vestido de inmortalidad (nunca morirá).
54 Y cuando esto corruptible (la naturaleza pecaminosa) fuere vestido de incorrupción (la Naturaleza Divina en control total por el Espíritu Santo), y esto mortal (sujeto a la muerte) fuere vestido de inmortalidad (nunca morirá), entonces se efectuará la palabra que está escrita, Sorbida es la muerte en victoria ([Isa. 25:8], las ventajas al máximo de la Cruz serán entonces nuestras, de las cuales ya tenemos sólo las Primicias [Rom. 8:23]).
55 ¿Dónde está, Oh muerte, tu aguijón? (El Apóstol mirando el futuro, y regocijándose en esta gran victoria próxima. El pecado fue para siempre Expiado en la Cruz, que se llevó el aguijón de la muerte.) ¿Dónde está, Oh sepulcro, tu victoria? (Debido a la muerte que fue conquistada, la "tumba" no es más y, nuevamente, todo debido a lo que Cristo hizo en la Cruz [Col. 2:14-15].)
56 Ya que el aguijón de la muerte es pecado (en realidad dice, "el aguijón de la muerte es el pecado"; las palabras "el pecado" se refieren a la naturaleza pecaminosa, que ocurrió en la Caída, y tiene como resultado la muerte [Rom. 6:23]); y la potencia del pecado, la Ley. (Es la Ley de Moisés. Definió el pecado y dio énfasis en su penalidad, lo que es la muerte [Col. 2:14-15].)
57 Mas a Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo. (Esta victoria fue ganada exclusivamente en la Cruz, y la Resurrección que ratificó lo que fue hecho).
58 Así que, Hermanos míos amados, estad firmes (establecidos, con su Fe firmemente aferrada a la Cruz de Cristo) y constantes (no permitiendo que su Fe sea movida de la Cruz de Cristo), creciendo en la Obra del Señor siempre (compartiendo con los demás acerca de lo que Jesús ha hecho, en cuanto a Su gran victoria de la Cruz), sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano. (Está proclamando que la Palabra de Dios siempre traerá resultados gloriosos [I Cor. 1:18].)
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

12 September 2025

El 12 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

El 12 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Génesis 5 a 7:
5 Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados. Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set. Y fueron los días de Adán después que engendró a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió. Vivió Set ciento cinco años, y engendró a Enós. Y vivió Set, después que engendró a Enós, ochocientos siete años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Set novecientos doce años; y murió. Vivió Enós noventa años, y engendró a Cainán. Y vivió Enós, después que engendró a Cainán, ochocientos quince años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enós novecientos cinco años; y murió. Vivió Cainán setenta años, y engendró a Mahalaleel. Y vivió Cainán, después que engendró a Mahalaleel, ochocientos cuarenta años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Cainán novecientos diez años; y murió. Vivió Mahalaleel sesenta y cinco años, y engendró a Jared. Y vivió Mahalaleel, después que engendró a Jared, ochocientos treinta años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Mahalaleel ochocientos noventa y cinco años; y murió. Vivió Jared ciento sesenta y dos años, y engendró a Enoc. Y vivió Jared, después que engendró a Enoc, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Jared novecientos sesenta y dos años; y murió. Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. Vivió Matusalén ciento ochenta y siete años, y engendró a Lamec. Y vivió Matusalén, después que engendró a Lamec, setecientos ochenta y dos años, y engendró hijos e hijas. Fueron, pues, todos los días de Matusalén novecientos sesenta y nueve años; y murió. Vivió Lamec ciento ochenta y dos años, y engendró un hijo; y llamó su nombre Noé, diciendo: Este nos aliviará de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos, a causa de la tierra que Jehová maldijo. Y vivió Lamec, después que engendró a Noé, quinientos noventa y cinco años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Lamec setecientos setenta y siete años; y murió. Y siendo Noé de quinientos años, engendró a Sem, a Cam y a Jafet. 6 Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años. Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre. Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho. Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová. Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé. Y engendró Noé tres hijos: a Sem, a Cam y a Jafet. Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra. Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la calafatearás con brea por dentro y por fuera. Y de esta manera la harás: de trescientos codos la longitud del arca, de cincuenta codos su anchura, y de treinta codos su altura. Una ventana harás al arca, y la acabarás a un codo de elevación por la parte de arriba; y pondrás la puerta del arca a su lado; y le harás piso bajo, segundo y tercero. Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá. Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo. Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca, para que tengan vida contigo; macho y hembra serán. De las aves según su especie, y de las bestias según su especie, de todo reptil de la tierra según su especie, dos de cada especie entrarán contigo, para que tengan vida. Y toma contigo de todo alimento que se come, y almacénalo, y servirá de sustento para ti y para ellos. Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó. 7 Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación. De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, una pareja, el macho y su hembra. También de las aves de los cielos, siete parejas, macho y hembra, para conservar viva la especie sobre la faz de la tierra. Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice. E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Jehová. Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra. Y por causa de las aguas del diluvio entró Noé al arca, y con él sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos. De los animales limpios, y de los animales que no eran limpios, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobre la tierra, de dos en dos entraron con Noé en el arca; macho y hembra, como mandó Dios a Noé. Y sucedió que al séptimo día las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra. El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas, y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. En este mismo día entraron Noé, y Sem, Cam y Jafet hijos de Noé, la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos, con él en el arca; ellos, y todos los animales silvestres según sus especies, y todos los animales domesticados según sus especies, y todo reptil que se arrastra sobre la tierra según su especie, y toda ave según su especie, y todo pájaro de toda especie. Vinieron, pues, con Noé al arca, de dos en dos de toda carne en que había espíritu de vida. Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne vinieron, como le había mandado Dios; y Jehová le cerró la puerta. Y fue el diluvio cuarenta días sobre la tierra; y las aguas crecieron, y alzaron el arca, y se elevó sobre la tierra. Y subieron las aguas y crecieron en gran manera sobre la tierra; y flotaba el arca sobre la superficie de las aguas. Y las aguas subieron mucho sobre la tierra; y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos. Quince codos más alto subieron las aguas, después que fueron cubiertos los montes. Y murió toda carne que se mueve sobre la tierra, así de aves como de ganado y de bestias, y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo hombre. Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió. Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca. Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días.

Salmo 124:
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte que lo repita ahora Israel, si el Señor no hubiera estado de nuestra parte cuando todo el mundo se levantó contra nosotros, nos habrían tragado vivos al encenderse su furor contra nosotros; nos habrían inundado las aguas, el torrente nos habría arrastrado, ¡nos habrían arrastrado las aguas turbulentas!  Bendito sea el Señor, que no dejó que nos despedazaran con sus dientes. Como las aves, hemos escapado de la trampa del cazador; ¡la trampa se rompió, y nosotros escapamos! Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, creador del cielo y de la tierra.

Proverbios 28:
El malvado huye aunque nadie lo persiga; pero el justo vive confiado como un león. Cuando hay rebelión en el país, los caudillos se multiplican; cuando el gobernante es entendido, se mantiene el orden. El gobernante que oprime a los pobres es como violenta lluvia que arrasa la cosecha. Los que abandonan la ley alaban a los malvados; los que la obedecen luchan contra ellos. Los malvados nada entienden de la justicia; los que buscan al Señor lo entienden todo. Más vale pobre pero honrado, que rico pero perverso. El hijo entendido se sujeta a la ley; el derrochador deshonra a su padre. El que amasa riquezas mediante la usura las acumula para el que se compadece de los pobres. Dios aborrece hasta la oración del que se niega a obedecer la ley. El que lleva a los justos por el mal camino, caerá en su propia trampa; pero los íntegros heredarán el bien. El rico se las da de sabio; el pobre pero inteligente lo desenmascara. Cuando los justos triunfan, se hace gran fiesta; cuando los impíos se imponen, todo el mundo se esconde. Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón. ¡Dichoso el que siempre teme al Señor! Pero el obstinado caerá en la desgracia. Un león rugiente, un oso hambriento, es el gobernante malvado que oprime a los pobres. El gobernante falto de juicio es terrible opresor; el que odia las riquezas prolonga su vida. El que es perseguido por homicidio será un fugitivo hasta la muerte. ¡Que nadie le brinde su apoyo! El que es honrado se mantendrá a salvo; el de caminos perversos caerá en la fosa. El que trabaja la tierra tendrá abundante comida; el que sueña despierto sólo abundará en pobreza. El hombre fiel recibirá muchas bendiciones; el que tiene prisa por enriquecerse no quedará impune. No es correcto mostrarse parcial con nadie. Hay quienes pecan hasta por un mendrugo de pan. El tacaño ansía enriquecerse, sin saber que la pobreza lo aguarda. A fin de cuentas, más se aprecia al que reprende que al que adula. El que roba a su padre o a su madre, e insiste en que no ha pecado, amigo es de gente perversa. El que es ambicioso provoca peleas, pero el que confía en el Señor prospera. Necio es el que confía en sí mismo; el que actúa con sabiduría se pone a salvo. El que ayuda al pobre no conocerá la pobreza; el que le niega su ayuda será maldecido. Cuando triunfan los impíos, la gente se esconde; cuando perecen, los justos prosperan.

El Libro de Primera de Corintios Capítulo 14 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
CORINTIOS

CAPÍTULO 14
(59 d.C.)
PROFECÍAS Y LENGUAS

SEGUID la Caridad (permita que el Amor sea el factor de motivación en todo), y procurad los Dones espirituales (quiere decir desear, pero del modo correcto), sino más bien que Profeticéis. (No significa que la "Profecía" es el mayor Don de todos, sino más bien que es el mayor de los dos Dones vocales de expresión en Lenguas y Profecía.)
2 Porque el que habla en Lenguas, no habla a los hombres, sino a Dios (se refiere a "Lenguas" como uno de los nueve Dones, y no la lengua de oración que todo Creyente recibe al ser Bautizado con el Espíritu; como es evidente aquí, cuando alguien habla en Lenguas, ya sea en su lengua devocional o como un Don, está hablando directamente a Dios): porque nadie le entiende (a menos que sea interpretado); aunque en el Espíritu hable misterios (pertenece a Dios y es un misterio a todos, a menos que sea revelado por el Espíritu Santo).
3 Mas el que Profetiza (habla del sexto Don del Espíritu [I Cor. 12:8-10]), habla a los hombres (lo opuesto de las Lenguas, que le habla a Dios) para Edificación (fortalecer), y Exhortación (implorar), y Consolación (consolar).
4 El que habla lengua extraña, a sí mismo se edifica (ya sea el Don de Lenguas o lengua devocional); mas el que Profetisa, edifica a la Iglesia (para la Edificación de la totalidad del Cuerpo, no sólo para el orador).
5 Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis Lenguas (se refiere en este caso a la lengua devocional), empero más bien que Profetizaseis (ahora vuelve a este Don del Espíritu): porque mayor es el que Profetiza que el que habla con Lenguas, a menos que alguien interprete, para que la Iglesia tome Edificación. (Es evidente porque la Profecía se da en la lengua de la gente, y es, por lo tanto, entendida por todos. No se puede entender las lenguas a menos que se interpreten. De nuevo, se refiere a los Cultos de Iglesia, y no la propia devoción privada de la persona.)
6 Ahora pues, Hermanos, si yo fuere a vosotros hablando Lenguas, ¿qué os aprovecharé (no se refiere al "Don de Lenguas" como uno de los nueve Dones del Espíritu, que tiene la intención de ser interpretado, sino más bien a la alabanza y adoración de los Creyentes al Señor en Lenguas en voz alta durante el Culto), si no os hablare, o con Revelación, o con Ciencia, o con Profecía, o con Doctrina? (Estas cosas revelan la Verdad a la gente, en tanto que alguien que adora al Señor en voz alta en Lenguas, sin la intención de ser interpretado, no edifica a nadie, sino sólo al orador. Pablo no está degradando las Lenguas, sino que sólo insistiendo que sean usados en la forma correcta.)
7 Ciertamente las cosas inanimadas que hacen sonidos, como la flauta o el arpa, si no dieren distinción de sonidos, ¿como se sabrá lo que se tañe con la flauta, o con el arpa? (¡A menos que se pueda seguir el compás en una melodía, si no, entonces es solamente ruido!)
8 Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se alistará para la batalla? (Pablo no está denigrando la trompeta, sino sólo declarando que sea usado correctamente.)
9 Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien significante, ¿cómo se entenderá lo que se dice? (Se refiere a los Creyentes en la Iglesia que se sueltan en Lenguas en voz alta y que muy a menudo resulta sólo en crear confusión. Nadie sabe lo que se dice. De este modo, aunque sólo el que está hablando es bendecido, pero nadie más es bendecido.) porque hablaréis al aire (no tiene importancia, al menos en ese momento).
10 Tantos géneros de voces, por ejemplo, hay en el mundo (habla de muchos variados lenguajes que componen la totalidad del género humano), y nada hay mudo. (El lenguaje, independientemente de cuál podría ser, es importante para la persona que lo habla y lo entienda.)
11 Mas si yo no entiendo lo que alguien me dice, seré como un extranjero al que habla, y el que habla será como extranjero para mí (nada se lleva a cabo).
12 Así también vosotros, pues que anheláis Dones Espirituales (Pablo no critica su deseo de tal, en vista de que ya él les ha dicho "anheláis Dones Espirituales"), procurad ser excelentes para la Edificación de la Iglesia (el verdadero fundamento de todo lo que está siendo dicho).
13 Por lo cual, el que habla Lengua extraña (el octavo Don del Espíritu), pida que la Interprete (también tiene ese Don en particular, que es el noveno Don).
14 Porque si yo orare en Lengua desconocida, mi espíritu ora (la lengua devocional, no el Don del Espíritu, y declara que viene del espíritu de la persona y no de la mente), mas mi entendimiento es sin fruto (significa que no viene de la mente).
15 ¿Qué pues? (Tiene la intención de poner el concepto apropiado en lo que Pablo ha estado diciendo.) Oraré con el espíritu (orar de mi espíritu en Lenguas, que se refiere a la lengua devocional), mas oraré también con entendimiento (orar en mi lenguaje normal, o sea en el idioma materno, que para mí es el Inglés): cantaré con el espíritu (cantar de mi espíritu en otras Lenguas), mas cantaré también con entendimiento (cantar al Señor en Inglés; Pablo se refiere a sus propios devocionales privados, y no a los Cultos ordinarios de Iglesia).
16 Porque si bendijeres con el espíritu, el que ocupa lugar de un mero particular, ¿cómo dirá Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho. (Se refiere a la bendición de alguien o la oración de gracias en las comidas. Si se hace en Lenguas, los demás presentes, no sabiendo lo que se está diciendo, difícilmente serían bendecidos.)
17 Porque tú, a la verdad, bien das gracias, mas el otro no es edificado.
18 Doy gracias a Dios que hablo lenguas más que todos vosotros (como es evidente, el Apóstol no está denigrando las Lenguas, sino más bien regulando las Lenguas, y por el Espíritu de Dios):
19 Pero en la Iglesia (cuando sea el momento para dar la instrucción) más bien quiero hablar cinco palabras con mi sentido, para que enseñe también a los otros (que es el propósito de la asamblea), que diez mil palabras en Lengua desconocida (lo que la gente no puede entender, y por lo tanto, no será edificada).
20 Hermanos, no seáis niños en la manera de pensar (significa que lo que él ha dicho es fácil de entender): sino sed niños en la malicia (normalmente los niños no desean causarle dolor a otros), empero perfectos en la manera de pensar (sea adulto, maduro).
21 En la Ley está escrito (Isa. 28:11), En otras lenguas y en otros labios hablaré a este pueblo (concierne una Profecía dada por Isaías hacía casi 800 años antes de Cristo, que concierne el Bautismo con el Espíritu Santo con pruebas del hablar con otras Lenguas); y ni aún así me oirán, dice el Señor (predice que muchos, si no la mayoría, rehusarán hacer caso a esto que es del Señor).
22 Así que, las Lenguas son por señal, no a los fieles, sino a los incrédulos (una señal al mundo que vivimos en los últimos días): mas la Profecía, no a los incrédulos, sino a los fieles (se refiere a la Edificación, Exhortación y Consolación a la Iglesia).
ORDEN
23 De manera que, si toda la Iglesia se juntare en uno, y todos hablan Lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? (¡Pienso que eso sería obvio!)
24 Mas si todos Profetizan (pronunciando palabras que todos pueden entender), y entra algún incrédulo o indocto, de todos es convencido, de todos es juzgado (él puede entender lo que se dice, ya sea lo crea o no):
25 Lo oculto de su corazón se hace manifiesto (él puede entender lo que se dice, y esto le habla personalmente); y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está en vosotros (es decir, si hace caso al Mensaje).
26 ¿Qué hay pues, Hermanos? Cuando os reunáis (un Culto de la Iglesia), cada uno de vosotros tiene Salmo, tiene Doctrina, tiene Lengua, tiene Revelación, tiene Interpretación (se refiere a las cosas muy buenas que son usadas en forma incorrecta, diciéndonos que no solamente son las Lenguas que pueden ser usadas incorrectamente). Hágase todo para edificación. (Todo lo que se hace en la Iglesia tiene la intención de edificar la totalidad del Cuerpo, sin tener en cuenta cual es.)
27 Si hablare alguno en Lengua extraña (se refiere al Don del Espíritu y cómo se debe usar en reuniones públicas), sea esto por dos, o a lo más tres (no se refiere a las expresiones, sino más bien las personas que emiten las expresiones), y por turno (simplemente quiere decir que estos dos o tres no deberían interrumpir el uno al otro); mas uno interprete. (Las Lenguas tienen la intención de ser interpretadas. No necesariamente significa que habría que interpretar todos los Mensajes, aunque ellos pueden. Sino más bien solamente "uno" debiera interpretar a la vez, lo que ha de ser evidente.)
28 Y si no hubiere intérprete, calle en la Iglesia (de qué sirve si no hay nadie que interprete); y hable a sí mismo y a Dios (que hable en Lenguas a sí mismo, lo que todos los Creyentes debieran hacer a menudo).
29 Asimismo, los Profetas hablen dos o tres (se refiere no sólo de aquéllos que tienen el Don de la Profecía, sino también de aquéllos que ocupan la Oficina del Profeta), y los demás juzguen. (Se refiere al hecho de que todo debe ser juzgado según la validez Bíblica.)
30 Y si a otro que estuviere sentado, fuere revelado (se refiere a alguien que siente que el Señor le da una Revelación lo que debería darse a la Iglesia), calle el primero. (Aquéllos que dan Profecías no deberían estar interrumpiendo el uno al otro.)
31 Porque podéis todos Profetizar uno por uno (en su debido orden), para que todos aprendan, y todos sean exhortados. (El Espíritu Santo siempre tiene en mente la totalidad del Cuerpo.)
32 Y los espíritus de los que Profetizaren, sujétense a los Profetas. (Significa que si las personas afirman que son obligados a lanzar palabras en voz alta en cualquier momento, tal está fuera de orden. El Espíritu Santo obra con el espíritu de la persona, y ambos deciden el momento apropiado.)
33 Porque Dios no es Dios de disensión, sino de paz (el Espíritu Santo nunca se contradecirá), como en todas las Iglesias de los Santos. (Estas instrucciones dadas por Pablo conciernen a todas las Iglesias, y no solamente a la Iglesia en Corinto.)
34 Vuestras mujeres callen en las Congregaciones: porque no les es permitido hablar (no se refiere a mujeres usadas por el Señor en los Dones [Hch. 2:17; I Cor. 11:5]; en las Iglesias en ese momento, normalmente los hombres y las mujeres no se sentaban juntos, sino en lados opuestos del salón; las mujeres llamaban a sus maridos pidiendo una explicación acerca de ciertas cosas, que interrumpía los Cultos); sino que estén sujetas, como también la Ley dice (se refiere a Génesis 3:16 y el modelo de la Creación).
35 Y si quieren aprender alguna cosa, pregunten en casa a sus maridos (confirmando lo que hemos dicho en el Versículo anterior): porque es cosa vergonzosa el hablar una mujer en la Congregación (para hablar más fuerte en la manera que Pablo acaba de mencionar; no se refiere a las mujeres Maestras o Predicadores, etc.; de ser así, no estaría bien que las mujeres cantaran o dijeran algo en la Iglesia, sabemos que este concepto es erróneo).
36 ¿Qué? (Pablo está por concluir esta discusión con respecto al orden en la Iglesia.) ¿Ha salido de vosotros la Palabra de Dios? ¿O a vosotros solos ha llegado? (El Apóstol le dice a los Corintios que su falta de orden no es del Señor.)
37 Si alguno a su parecer es Profeta, o Espiritual, reconozca lo que os escribo, porque son Mandamientos del Señor. (Si ellos realmente son Profetas, y si verdaderamente son Espirituales, sabrán que lo que el Apóstol está diciendo es del Señor.)
38 Mas el que ignora, ignore. (En otras palabras, si no van a aceptar lo que Pablo está diciendo, no hay manera alguna en que van a aprender la Verdad en absoluto. Ellos permanecerán ignorantes, y hasta podrían perder sus almas.)
39 Así que, Hermanos, procurad Profetizar (desead el Don de Profecía), y no impidáis el hablar lenguas. (Todas las instrucciones que él ha dado no tienen la intención de prohibir las Lenguas, sino ponerlas en su orden legítimo. ¿Entonces dónde quedan los que proclaman ser líderes religiosos que no hacen caso a esta declaración concreta, lo cual es en realidad un "Mandamiento del Señor"?)
40 Empero hágase todo decentemente y con orden. (Es el motivo por la cual todas las instrucciones son incluidas en este Capítulo.)

Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.

Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

 

11 September 2025

El 11 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 11 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Génesis 1 a 4:
1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día. Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo. Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno. Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día tercero. Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día cuarto. Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. Y fue la tarde y la mañana el día quinto. Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno. Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así. Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto. 2 Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos, y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra. Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos. El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro; y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice. El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus. Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates. Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban. 3 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida. 4 Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón. Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra. Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató. Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra. Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará. Y le respondió Jehová: Ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado. Entonces Jehová puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara. Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén. Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc. Y a Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mehujael, y Mehujael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec. Y Lamec tomó para sí dos mujeres; el nombre de la una fue Ada, y el nombre de la otra, Zila. Y Ada dio a luz a Jabal, el cual fue padre de los que habitan en tiendas y crían ganados. Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta. Y Zila también dio a luz a Tubal-caín, artífice de toda obra de bronce y de hierro; y la hermana de Tubal-caín fue Naama. Y dijo Lamec a sus mujeres:
Ada y Zila, oíd mi voz;
Mujeres de Lamec, escuchad mi dicho:
Que un varón mataré por mi herida,
Y un joven por mi golpe. Si siete veces será vengado Caín,
Lamec en verdad setenta veces siete lo será. Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín. Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová.

Salmos 140:
Oh Señor, líbrame de los impíos; protégeme de los violentos, de los que urden en su corazón planes malvados y todos los días fomentan la guerra. Afilan su lengua cual lengua de serpiente; ¡veneno de víbora hay en sus labios! Selah. Señor, protégeme del poder de los impíos; protégeme de los violentos, de los que piensan hacerme caer. Esos engreídos me han tendido una trampa; han puesto los lazos de su red, han tendido trampas a mi paso. Selah. Yo le digo al Señor: "Tú eres mi Dios. Atiende, Señor, a mi voz suplicante." Señor Soberano, mi salvador poderoso que me protege en el día de la batalla: No satisfagas, Señor, los caprichos de los impíos; no permitas que sus planes prosperen, para que no se enorgullezcan. Selah. Que sobre la cabeza de mis perseguidores recaiga el mal que sus labios proclaman. Que lluevan brasas sobre ellos; que sean echados en el fuego, en ciénagas profundas, de donde no vuelvan a salir. Que no eche raíces en la tierra la gente de lengua viperina; que la calamidad persiga y destruya a la gente que practica la violencia. Yo sé que el Señor hace justicia a los pobres y defiende el derecho de los necesitados. Ciertamente los justos alabarán tu nombre y los íntegros vivirán en tu presencia.


Proverbios 15:
La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego. La lengua de los sabios destila conocimiento; la boca de los necios escupe necedades. Los ojos del Señor están en todo lugar, vigilando a los buenos y a los malos. La lengua que brinda consuelo es árbol de vida; la lengua insidiosa deprime el espíritu. El necio desdeña la corrección de su padre; el que la acepta demuestra prudencia. En la casa del justo hay gran abundancia; en las ganancias del malvado, grandes problemas. Los labios de los sabios esparcen conocimiento; el corazón de los necios ni piensa en ello. El Señor aborrece las ofrendas de los malvados, pero se complace en la oración de los justos. El  Señor aborrece el camino de los malvados, pero ama a quienes siguen la justicia. Para el descarriado, disciplina severa; para el que aborrece la corrección, la muerte. Si ante el Señor están el sepulcro y la muerte, ¡cuánto más el corazón humano! Al insolente no le gusta que lo corrijan, ni busca la compañía de los sabios. El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu. El corazón entendido va tras el conocimiento; la boca de los necios se nutre de tonterías. Para el afligido todos los días son malos; para el que es feliz siempre es día de fiesta. Más vale tener poco, con temor del Señor, que muchas riquezas con grandes angustias. Más vale comer verduras sazonadas con amor que un festín de carne sazonada con odio. El que es iracundo provoca contiendas; el que es paciente las apacigua. El camino del perezoso está plagado de espinas, pero la senda del justo es como una calzada. El hijo sabio alegra a su padre; el hijo necio menosprecia a su madre. Al necio le divierte su falta de juicio; el entendido endereza sus propios pasos. Cuando falta el consejo, fracasan los planes; cuando abunda el consejo, prosperan. Es muy grato dar la respuesta adecuada, y más grato aún cuando es oportuna. El sabio sube por el sendero de vida, para librarse de caer en el sepulcro. El Señor derriba la casa de los soberbios, pero mantiene intactos los linderos de las viudas. El Señor aborrece los planes de los malvados, pero le agradan las palabras puras. El ambicioso acarrea mal sobre su familia; el que aborrece el soborno vivirá. El corazón del justo medita sus respuestas, pero la boca del malvado rebosa de maldad. El Señor se mantiene lejos de los impíos, pero escucha las oraciones de los justos. Una mirada radiante alegra el corazón, y las buenas noticias renuevan las fuerzas. El que atiende a la crítica edificante habitará entre los sabios. Rechazar la corrección es despreciarse a sí mismo; atender a la reprensión es ganar entendimiento. El temor del Señor es corrección y sabiduría; la humildad precede a la honra.


El Libro de Gálatas Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



GÁLATAS
CAPÍTULO 2
(52 d.C.)
LA IGLESIA



DESPUÉS, pasados catorce años, fui otra vez a Jerusalén juntamente con Bernabé (era probablemente el Concilio de Jerusalén [Hch. 15:1-35]), tomando también conmigo a Tito.
2 Empero fui por Revelación (el Señor le dijo que fuera), y les comuniqué el Evangelio que Predico entre los Gentiles (el Mensaje de la Cruz), mas particularmente a los que parecían ser algo (por lo menos a algunos de los primeros Doce), por no correr, o haber corrido, en vano. (Si los Doce, o incluso Santiago el Hermano del Señor, hubieran repudiado Su Evangelio de Gracia, al menos en lo que concernía a los Gentiles, esto habría creado una barrera insuperable.)
3 Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, siendo Griego (un Gentil), fue obligado a circuncidarse (Pablo probablemente lo tomó como un juicio):
4 Y eso por causa de los falsos hermanos, que se entraban secretamente (sugiere que fueron compañeros Creyentes, pero su insistencia sobre la necesidad de la Ley constituyó una negación de Cristo en la opinión de Pablo) para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús (la Verdad del Evangelio estaba en juego), para someternos a esclavitud (abandonar la Cruz siempre resulta en esclavitud):
5 A los cuales ni aun por una hora cedimos sujetándonos (Pablo no cedería una sola pizca, ni transigir en lo más mínimo); para que la Verdad del Evangelio permaneciese con vosotros. (La justificación por la Fe estaba en juicio.)
6 Empero de aquellos (hermanos falsos) que parecían ser algo, (cuáles hayan sido algún tiempo, no tengo que ver: Dios no acepta apariencia de hombre:) a mí ciertamente los que parecían ser algo, nada me dieron (no había nadie que pudiera añadir a la Revelación que el Señor le dio, en cuanto a la Cruz):
7 Antes por el contrario, cuando vieron que el Evangelio de la incircuncisión (los Gentiles) me era encargado (presenta a los Apóstoles de Jerusalén defendiendo la causa de Pablo después de oír la cuestión discutida en privada), como a Pedro el de la Circuncisión (los Judíos);
8 (Porque El Que hizo por Pedro para el Apostolado de la Circuncisión (los Judíos), hizo también por mí para con los Gentiles:)
9 Y cuando vieron la Gracia que me era dada (el Mensaje de la Gracia), Santiago (el Hermano del Señor) y Cefas (Pedro) y Juan, que parecían ser las columnas (una metáfora), nos estrecharon la mano en señal de compañerismo a mí y a Bernabé (una promesa de amistad y acuerdo); para que nosotros fuésemos a los Gentiles (a los que no son Judíos), y ellos a la Circuncisión (los Judíos).
10 Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres (los Santos pobres en Jerusalén, quienes habían sufrido privaciones terribles debido a la persecución); lo mismo que fui también solícito en hacer. (Pablo vio la necesidad y sintió que él debía responder favorablemente, que así lo hizo.)
PEDRO
11 Empero viniendo Pedro a Antioquía (Antioquía Siria, la ciudad usada por Dios para encabezar la Evangelización mundial), lo resistí en la cara (Pablo abiertamente se opuso y le reprobó, aunque Pedro fuera mayor), porque era de condenar (por haber abandonado la Cruz y recurrir a la Ley).
12 Porque antes que viniesen unos de parte de Santiago (nos da claramente otro ejemplo en cuanto a por qué los Apóstoles, o cualquier otro, no deben tener la última palabra, sino más bien la Palabra Misma de Dios), él (Pedro) comía con los Gentiles (Pedro conocía el Evangelio de la Gracia): mas después que vinieron (aquellos de Santiago en Jerusalén), se separaba y apartaba, teniendo miedo de los que eran de la Circuncisión. (El problema era "temor al hombre." Algunos de los Cristianos Judíos todavía trataban de cumplir con la Ley de Moisés, lo que significa que aceptaban a Jesús como el Mesías, pero no daban crédito en absoluto a la Cruz. Esto por último le ocasionó a Pablo la necesidad de escribir la Epístola a los Hebreos.)
13 Y a su disimulación consentían también (con Pedro) los otros Judíos (en la Iglesia en Antioquía); de tal manera que aun Bernabé fue también llevado de ellos en su simulación (hipocresía).
14 Mas cuando vi que no andaban con rectitud conforme a la Verdad del Evangelio (estaban abandonando la Cruz), dije a Pedro delante de todos (la amonestación de Pablo fue en presencia de todos, de toda la Iglesia de Antioquia), Si tú, siendo Judío, vives como los Gentiles y no como Judío, ¿por qué exiges a los Gentiles a Judaizar? (¡Hipocresía!)
LA JUSTIFICACIÓN
15 Nosotros Judíos naturales (deberíamos entenderlo mejor), y no pecadores de los Gentiles (que sólo sabían lo que les decíamos porque no fueron privilegiados de tener la Ley como nosotros la tuvimos),
16 Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la Ley (tal es imposible), sino por la Fe de Jesucristo (la Fe en lo que Él hizo en la Cruz), nosotros también hemos creído en Jesucristo (el Objeto de la Fe siempre debe ser la Cruz), para que fuésemos Justificados por la Fe de Cristo, y no por las obras de la Ley: por cuanto por las obras de la Ley ninguna carne será justificada (¡categóricamente así es! no puede ser hecho).
17 Y si buscando nosotros ser Justificados en Cristo (al confiar en lo que Cristo hizo en la Cruz), también nosotros somos hallados pecadores (si fallamos, por ello al pecar de algún modo), ¿es por eso Cristo ministro de pecado? (¿Debe Cristo ser culpado por nuestro fracaso?) En ninguna manera. (La Cruz no ha fallado. Somos nosotros los que hemos fallado.)
18 Porque si las cosas que destruí (volver a la Ley), las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago. (Volver a cualquier tipo de Ley es una desviación del Orden Prescrito de Dios de la Victoria [la Cruz], y es pecado.)
19 Porque yo por la Ley (Cristo ha guardado perfectamente la Ley y ha sufrido su pena  justa, todo por mí) soy muerto a la Ley (la Ley no está muerta, pero yo estoy muerto a  la Ley en virtud de haber muerto con Cristo [Rom. 6:3-5]), para vivir a Dios. (Indica aquello que sólo puede ser hecho por Cristo, y nunca según la Ley.)
20 Con Cristo estoy juntamente Crucificado (como el Fundamento de toda Victoria; Pablo, aquí, nos lleva de nuevo a Romanos 6:3-5): mas yo vivo (tengo nueva vida); no ya yo (no por mi propia fuerza y capacidad), mas vive Cristo en mí (en virtud de haber muerto con Él en la Cruz, y resucitado con Él a novedad de vida): y la vida que ahora vivo en la carne (mi andar diario ante Dios), la vivo en la Fe del Hijo de Dios (la Cruz siempre es el Objeto de mi Fe), El Cual me amó, y se entregó a Sí Mismo a muerte por mí (que es el único camino por el cual yo podría ser salvo).
21 No desecho la Gracia de Dios (si hacemos el Objeto de nuestra Fe en algo además de la Cruz de Cristo, frustramos la Gracia de Dios, lo que significa que impedimos su acción, y el Espíritu Santo ya no nos ayudará): porque si por la Ley fuese la Justicia (cualquier tipo de Ley), entonces por demás murió Cristo. (Si puedo vivir con éxito para el Señor por algún medio aparte de la Fe en Cristo y la Cruz, entonces la Muerte de Cristo fue un desperdicio.)


1 Corintios 13:
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.



Hebreos 10:35-12:4:
No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;


Romanos 8:
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.