25 June 2010

El 25 de Junio Lectura Bíblica Diaria


El 25 de Junio Lectura Bíblica Diaria:

Jueces 4 a 6:
Después de la muerte de Aod, los israelitas volvieron a hacer lo que ofende al Señor. Así que el Señor los vendió a Jabín, un rey cananeo que reinaba en Jazor. El jefe de su ejército era Sísara, que vivía en Jaroset Goyim. Los israelitas clamaron al Señor porque Yabín tenía novecientos carros de hierro y, durante veinte años, había oprimido cruelmente a los israelitas. En aquel tiempo gobernaba a Israel una profetisa llamada Débora, que era esposa de Lapidot. Ella tenía su tribunal bajo la Palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la región montañosa de Efraín, y los israelitas acudían a ella para resolver sus disputas. Débora mandó llamar a Barac hijo de Abinoán, que vivía en Cedes de Neftalí, y le dijo: El Señor, el Dios de Israel, ordena: Ve y reúne en el monte Tabor a diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón. Yo atraeré a Sísara, jefe del ejército de Jabín, con sus carros y sus tropas, hasta el arroyo Quisón. Allí lo entregaré en tus manos. Barac le dijo: Sólo iré si tú me acompañas; de lo contrario, no iré. ¡Está bien, iré contigo! dijo Débora. Pero, por la manera en que vas a encarar este asunto, la gloria no será tuya, ya que el Señor entregará a Sísara en manos de una mujer. Así que Débora fue con Barac hasta Cedes, donde él convocó a las tribus de Zabulón y Neftalí. Diez mil hombres se pusieron a sus órdenes, y también Débora lo acompañó. Héber el quenita se había separado de los otros quenitas que descendían de Hobab, el suegro de Moisés, y armó su campamento junto a la encina que está en Zanayin, cerca de Cedes. Cuando le informaron a Sísara que Barac hijo de Abinoán había subido al monte Tabor, Sísara convocó a sus novecientos carros de hierro, y a todos sus soldados, desde Jaroset Goyim hasta el arroyo Quisón. Entonces Débora le dijo a Barac: ¡Adelante! Éste es el día en que el Señor entregará a Sísara en tus manos. ¿Acaso no marcha el Señor al frente de tu ejército? Barac descendió del monte Tabor, seguido por los diez mil hombres. Ante el avance de Barac, el Señor desbarató a Sísara a filo de espada, con todos sus carros y su ejército, a tal grado que Sísara saltó de su carro y huyó a pie. Barac persiguió a los carros y al ejército hasta Jaroset Goyim. Todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada; no quedó nadie con vida. Mientras tanto, Sísara había huido a pie hasta la carpa de Jael, la esposa de Héber el quenita, pues había buenas relaciones entre Jabín, rey de Jazor, y el clan de Héber el quenita. Jael salió al encuentro de Sísara, y le dijo: ¡Adelante, mi señor! Entre usted por aquí. No tenga miedo. Sísara entró en la carpa, y ella lo cubrió con una manta. Tengo sed dijo él. ¿Podrías darme un poco de agua? Ella destapó un odre de leche, le dio de beber, y volvió a cubrirlo. Párate a la entrada de la carpa le dijo él. Si alguien viene y te pregunta: ¿Hay alguien aquí?, contéstale que no. Pero Jael, esposa de Héber, tomó una estaca de la carpa y un martillo, y con todo sigilo se acercó a Sísara, quien agotado por el cansancio dormía profundamente. Entonces ella le clavó la estaca en la sien y se la atravesó, hasta clavarla en la tierra. Así murió Sísara. Barac pasó por allí persiguiendo a Sísara, y Jael salió a su encuentro. "Ven le dijo ella, y te mostraré al hombre que buscas." Barac entró con ella, y allí estaba tendido Sísara, muerto y con la estaca atravesándole la sien. Aquel día Dios humilló en presencia de los israelitas a Jabín, el rey cananeo. Y el poder de los israelitas contra Jabín se consolidaba cada vez más, hasta que lo destruyeron. Aquel día Débora y Barac hijo de Abinoán entonaron este canto: "Cuando los príncipes de Israel toman el mando, cuando el pueblo se ofrece voluntariamente, ¡bendito sea el Señor! "¡Oigan, reyes! ¡Escuchen, gobernantes! Yo cantaré, cantaré al Señor; tocaré música al Señor, el Dios de Israel. "Oh Señor, cuando saliste de Seír, cuando marchaste desde los campos de Edom, tembló la tierra, se estremecieron los cielos, las nubes derramaron agua. Temblaron las montañas al ver al Señor, el Dios del Sinaí; al ver al Señor, el Dios de Israel. "En los días de Samgar hijo de Anat, en los días de Jael, los viajeros abandonaron los caminos y se fueron por sendas escabrosas. Los guerreros de Israel desaparecieron; desaparecieron hasta que yo me levanté. ¡Yo, Débora, me levanté como una madre en Israel! Cuando escogieron nuevos dioses, llegó la guerra a las puertas de la ciudad, pero no se veía ni un escudo ni una lanza entre cuarenta mil hombres de Israel. Mi corazón está con los príncipes de Israel, con los voluntarios del pueblo. ¡Bendito sea el Señor! Üstedes, los que montan asnas blancas y se sientan sobre tapices, y ustedes, los que andan por el camino, ¡pónganse a pensar! La voz de los que cantan en los abrevaderos relata los actos de justicia del Señor, los actos de justicia de sus guerreros en Israel. descendió a las puertas de la ciudad. "¡Despierta, despierta, Débora! ¡Despierta, despierta, y entona una canción! ¡Levántate, Barac! Lleva cautivos a tus prisioneros, oh hijo de Abinoán. "Los sobrevivientes descendieron con los nobles; el ejército del Señor vino a mí con los valientes. Algunos venían de Efraín, cuyas raíces estaban en Amalec; Benjamín estaba con el pueblo que te seguía. Desde Maquir bajaron capitanes; desde Zabulón, los que llevan el bastón de mando. Con Débora estaban los príncipes de Isacar; Isacar estaba con Barac, y tras él se lanzó hasta el valle. hay grandes resoluciones. ¿Por qué permaneciste entre las fogatas escuchando los silbidos para llamar a los rebaños? hay grandes titubeos. Galaad habitó más allá del Jordán. Y Dan, ¿por qué se quedó junto a los barcos? Aser se quedó en la costa del mar; permaneció en sus ensenadas. El pueblo de Zabulón arriesgó la *vida hasta la muerte misma, a ejemplo de Neftalí en las alturas del campo. "Los reyes vinieron y lucharon junto a las aguas de Meguido; los reyes de Canaán lucharon en Tanac, pero no se llevaron plata ni botín. Desde los cielos lucharon las estrellas, desde sus órbitas lucharon contra Sísara. El torrente Quisón los arrastró; el torrente antiguo, el torrente Quisón. ¡Marcha, alma mía, con vigor! Resonaron entonces los cascos equinos; ¡galopan, galopan sus briosos corceles! Maldice a Meroz dijo el ángel del Señor. Maldice a sus habitantes con dureza, porque no vinieron en ayuda del Señor, en ayuda del Señor y de sus valientes. "¡Sea Jael, esposa de Héber el quenita, la más bendita entre las mujeres, la más bendita entre las mujeres que habitan en carpas! Sísara pidió agua, Jael le dio leche; en taza de nobles le ofreció leche cuajada. Su mano izquierda tomó la estaca, su mano derecha, el mazo de trabajo. Golpeó a Sísara, le machacó la cabeza y lo remató atravesándole las sienes. A los pies de ella se desplomó; allí cayó y quedó tendido. Cayó desplomado a sus pies; allí donde cayó, quedó muerto. "Por la ventana se asoma la madre de Sísara; tras la celosía clama a gritos: ¿Por qué se demora su carro en venir? ¿Por qué se atrasa el estruendo de sus carros? Las más sabias de sus damas le responden; y ella se repite a sí misma: Seguramente se están repartiendo el botín arrebatado al enemigo: una muchacha o dos para cada guerrero; telas de colores como botín para Sísara; una tela, dos telas, de colores bordadas para mi cuello. ¡Todo esto como botín! "¡Así perezcan todos tus enemigos, oh Señor! cuando sale en todo su esplendor." Entonces el país tuvo *paz durante cuarenta años. Los israelitas hicieron lo que ofende al Señor, y él los entregó en manos de los madianitas durante siete años. Era tal la tiranía de los madianitas que los israelitas se hicieron escondites en las montañas y en las cuevas, y en otros lugares donde pudieran defenderse. Siempre que los israelitas sembraban, los madianitas, amalecitas y otros pueblos del oriente venían y los atacaban. Acampaban y arruinaban las cosechas por todo el territorio, hasta la región de Gaza. No dejaban en Israel nada con vida: ni ovejas, ni bueyes ni asnos. Llegaban con su ganado y con sus carpas como plaga de langostas. Tanto ellos como sus camellos eran incontables, e invadían el país para devastarlo. Era tal la miseria de los israelitas por causa de los madianitas, que clamaron al Señor pidiendo ayuda. Cuando los israelitas clamaron al Señor a causa de los madianitas, el Señor les envió un profeta que dijo: "Así dice el Señor, Dios de Israel: Yo los saqué de Egipto, tierra de esclavitud, y los libré de su poder. También los libré del poder de todos sus opresores, a quienes expulsé de la presencia de ustedes para entregarles su tierra. Les dije: Yo soy el Señor su Dios; no adoren a los dioses de los amorreos, en cuya tierra viven. Pero ustedes no me obedecieron." El ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina que estaba en Ofra, la cual pertenecía a Joás, del clan de Abiezer. Su hijo Gedeón estaba trillando trigo en un lagar, para protegerlo de los madianitas. Cuando el ángel del Señor se le apareció a Gedeón, le dijo: ¡El Señor está contigo, guerrero valiente! Pero, señor replicó Gedeón, si el Señor está con nosotros, ¿cómo es que nos sucede todo esto? ¿Dónde están todas las maravillas que nos contaban nuestros padres, cuando decían: ¡El Señor nos sacó de Egipto!? ¡La verdad es que el Señor nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de Madián! El Señor lo encaró y le dijo: Ve con la fuerza que tienes, y salvarás a Israel del poder de Madián. Yo soy quien te envía. Pero, Señor objetó Gedeón, ¿cómo voy a salvar a Israel? Mi clan es el más débil de la tribu de Manasés, y yo soy el más insignificante de mi familia. El Señor respondió: Tú derrotarás a los madianitas como si fueran un solo hombre, porque yo estaré contigo. Si me he ganado tu favor, dame una señal de que en realidad eres tú quien habla conmigo respondió Gedeón. Te ruego que no te vayas hasta que yo vuelva y traiga mi ofrenda y la ponga ante ti. Esperaré hasta que vuelvas le dijo el Señor. Gedeón se fue a preparar un cabrito; además, con una medida de harina hizo panes sin levadura. Luego puso la carne en una canasta y el caldo en una olla, y los llevó y se los ofreció al ángel bajo la encina. El ángel de Dios le dijo: Toma la carne y el pan sin levadura, y ponlos sobre esta roca; y derrama el caldo. Y así lo hizo Gedeón. Entonces, con la punta del bastón que llevaba en la mano, el ángel del Señor tocó la carne y el pan sin levadura, ¡y de la roca salió fuego, que consumió la carne y el pan! Luego el ángel del Señor desapareció de su vista. Cuando Gedeón se dio cuenta de que se trataba del ángel del Señor, exclamó: ¡Ay de mí, Señor y Dios! ¡He visto al ángel del Señor cara a cara! Pero el Señor le dijo: ¡Quédate tranquilo! No temas. No vas a morir. Entonces Gedeón construyó allí un altar al Señor, y lo llamó "El Señor es la paz", el cual hasta el día de hoy se encuentra en Ofra de Abiezer. Aquella misma noche el Señor le dijo: "Toma un toro del rebaño de tu padre; el segundo, el que tiene siete años. Derriba el altar que tu padre ha dedicado a Baal, y el poste con la imagen de la diosa Aserá que está junto a él. Luego, sobre la cima de este lugar de refugio, construye un altar apropiado para el Señor tu Dios. Toma entonces la leña del poste de Aserá que cortaste, y ofrece el segundo toro como un *holocausto." Gedeón llevó a diez de sus siervos e hizo lo que el Señor le había ordenado. Pero en lugar de hacerlo de día lo hizo de noche, pues tenía miedo de su familia y de los hombres de la ciudad. Cuando los hombres de la ciudad se levantaron por la mañana, vieron que el altar de Baal estaba destruido, que el poste con la imagen de la diosa Aserá estaba cortado, y que el segundo toro había sido sacrificado sobre el altar recién construido. Entonces se preguntaban el uno al otro: "¿Quién habrá hecho esto?" Luego de investigar cuidadosamente, llegaron a la conclusión: "Gedeón hijo de Joás lo hizo." Entonces los hombres de la ciudad le exigieron a Joás: Saca a tu hijo, pues debe morir, porque destruyó el altar de Baal y derribó la imagen de Aserá que estaba junto a él. Pero Joás le respondió a todos los que lo amenazaban: ¿Acaso van ustedes a defender a Baal? ¿Creen que lo van a salvar? ¡Cualquiera que defienda a Baal, que muera antes del amanecer! Si de veras Baal es un dios, debe poder defenderse de quien destruya su altar. Por eso aquel día llamaron a Gedeón "Yerubaal", diciendo: "Que Baal se defienda contra él", porque él destruyó su altar. Todos los madianitas y amalecitas, y otros pueblos del oriente, se aliaron y cruzaron el Jordán, acampando en el valle de Jezrel. Entonces Gedeón, poseído por el Espíritu del Señor, tocó la trompeta, y todos los del clan de Abiezer fueron convocados a seguirlo. Envió mensajeros a toda la tribu de Manasés, convocándolos para que lo siguieran, y además los envió a Aser, Zabulón y Neftalí, de modo que también éstos se le unieron. Gedeón le dijo a Dios: "Si has de salvar a Israel por mi conducto, como has prometido, mira, tenderé un vellón de lana en la era, sobre el suelo. Si el rocío cae sólo sobre el vellón y todo el suelo alrededor queda seco, entonces sabré que salvarás a Israel por mi conducto, como prometiste." Y así sucedió. Al día siguiente Gedeón se levantó temprano, exprimió el vellón para sacarle el rocío, y llenó una taza de agua. Entonces Gedeón le dijo a Dios: "No te enojes conmigo. Déjame hacer sólo una petición más. Permíteme hacer una prueba más con el vellón. Esta vez haz que sólo el vellón quede seco, y que todo el suelo quede cubierto de rocío." Así lo hizo Dios aquella noche. Sólo el vellón quedó seco, mientras que todo el suelo estaba cubierto de rocío.


Salmo 43:
¡Hazme justicia, oh Dios! Defiende mi causa frente a esta nación impía; líbrame de gente mentirosa y perversa. Tú eres mi Dios y mi fortaleza: ¿Por qué me has rechazado? ¿Por qué debo andar de luto y oprimido por el enemigo? Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen a tu monte santo, que me lleven al lugar donde tú habitas. Llegaré entonces al altar de Dios, del Dios de mi alegría y mi deleite, y allí, oh Dios, mi Dios, te alabaré al son del arpa. ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!


Proverbios 6:
Hijo mío, si has salido fiador de tu vecino, si has hecho tratos para responder por otro, si verbalmente te has comprometido, enredándote con tus propias palabras, entonces has caído en manos de tu prójimo. Si quieres librarte, hijo mío, éste es el camino: Ve corriendo y humíllate ante él; procura deshacer tu compromiso. No permitas que se duerman tus ojos; no dejes que tus párpados se cierren. Líbrate, como se libra del cazador la gacela, como se libra de la trampa el ave. ¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos. Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado? ¿Cuándo despertarás de tu sueño? Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez como un hombre armado! El bribón y sinvergüenza, el vagabundo de boca corrupta, hace guiños con los ojos, y señas con los pies y con los dedos. El malvado trama el mal en su mente, y siempre anda provocando disensiones. Por eso le sobrevendrá la ruina; ¡de repente será destruido, y no podrá evitarlo! Hay seis cosas que el Señor aborrece, y siete que le son detestables: los ojos que se enaltecen, la lengua que miente, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo, el falso testigo que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos. Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. Grábatelos en el corazón; cuélgatelos al cuello. Cuando camines, te servirán de guía; cuando duermas, vigilarán tu sueño; cuando despiertes, hablarán contigo. El mandamiento es una lámpara, la enseñanza es una luz y la disciplina es el camino a la vida. Te protegerán de la mujer malvada, de la mujer ajena y de su lengua seductora. No abrigues en tu corazón deseos por su belleza, ni te dejes cautivar por sus ojos, pues la ramera va tras un pedazo de pan, pero la adúltera va tras el hombre que vale. ¿Puede alguien echarse brasas en el pecho sin quemarse la ropa? ¿Puede alguien caminar sobre las brasas sin quemarse los pies? Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena puede tocarla y quedar impune. No se desprecia al ladrón que roba para mitigar su hambre; pero si lo atrapan, deberá devolver siete tantos lo robado, aun cuando eso le cueste todas sus posesiones. Pero al que comete adulterio le faltan sesos; el que así actúa se destruye a sí mismo. No sacará más que golpes y vergüenzas, y no podrá borrar su oprobio. Porque los celos desatan la furia del esposo, y éste no perdonará en el día de la venganza. No aceptará nada en desagravio, ni se contentará con muchos regalos.



El Libro de HEBREOS Capítulo 13 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
HEBREOS


CAPÍTULO 13
(64 d.C.)
INSTRUCCIÓN


PERMANEZCA el amor fraternal. (Este tipo del amor se refiere a nuestras acciones sociales, en otras palabras, hacia nuestros Hermanos y Hermanas en el Señor.)
2 No olvidéis la hospitalidad (ser hospitalarios): porque por ésta algunos, sin saberlo, hospedaron Ángeles (definitivamente resultaría en una tendencia de proporcionar un incentivo positivo).
3 Acordaos de los presos (se refiere a los Cristianos quienes incluso ya comenzaban a encarcelarlos por su Fe), como presos juntamente con ellos (conviértase en uno de ellos, no olvidando de orar por ellos); y de los afligidos, como que también vosotros mismos sois del Cuerpo. (Se refiere al Cuerpo de Cristo, en que si uno sufre, en cierto modo, todos sufren.)
4 Honroso es en todo el matrimonio, y el lecho sin mancilla (el sexo legal entre el marido y la esposa no profana): mas a los fornicarios y a los adúlteros juzgará Dios. (Toda conducta sexual fuera del matrimonio es absolutamente profanada.)
5 Sean las costumbres (estilo de vida) vuestras sin avaricia (en cierto modo, la codicia es idolatría [Col. 3:5]); y contentos de lo presente (dependientes en Cristo): porque Él dijo, No te desampararé, ni te dejaré. (El Griego realmente dice, "Él Mismo ha dicho," significa que el Señor Jesús Mismo ha hecho Personalmente esta Promesa [Jos. 1:5; I Crón. 28:20].)
6 De tal manera que digamos confiadamente, El Señor es mi ayudador (no hay autoridad ni poder más alto [Sal. 118:6]), no temeré lo que me pueda hacer el hombre. (El hombre no me puede hacer más de lo que el Señor le permita.)
MINISTROS
7 Acordaos de vuestros pastores (debiera traducirse, "Acuérdense de ellos porque son sus líderes"), que os hablaron la Palabra de Dios (se refiere a la predicación y la enseñanza): la Fe de los cuales imitad (con tal que su Fe siempre haga la Cruz su Objeto), considerando cuál haya sido el éxito de su conducta (estilo de vida; la Fe apropiada siempre producirá un estilo de vida apropiado).
JESUCRISTO
8 Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. (Él nunca cambiará, y esto cubre la extensión entera del tiempo.)
9 No seáis llevados de acá para allá por doctrinas diversas y extrañas. (Se refiere a cualquiera cosa que cambie el Objeto de la Fe de la Cruz a otra cosa.) Porque buena cosa es afirmar el corazón en la Gracia (en efecto, quiere decir que esta es la única manera en que el corazón pueda afirmarse correctamente); no en viandas (tiene el propósito de referirse a todo tipo de ceremonias religiosas), que nunca aprovecharon a los que anduvieron en ellas. (Explica que todo lo que no sea la Fe simple en Cristo y Su Obra Terminada no tiene ningún valor.)
ALTARES
10 Tenemos un Altar (Pablo lo usa en este sentido para describir todo lo que Cristo ha hecho en la Cruz en favor a la humanidad perdida), del cual no tienen facultad de comer los que sirven al Tabernáculo. (Sin rodeos y claramente dice que no puede servir a Cristo y al Orden Levítico al mismo tiempo. ¡Incluso, no puede obrar al mismo tiempo en la Ley y en la Gracia!)
11 Porque los cuerpos de aquellos animales (se refiere a los Sacrificios de animales de varias clases), la sangre de los cuales es llevada en el Santuario por el Sumo Sacerdote por el pecado (este hombre en particular que llevaba la sangre de estos animales Sacrificados al Lugar Santísimo durante el Gran Día de la Expiación, y la untaba en el Propiciatorio y en los Cuernos del Altar de Incienso), son quemados fuera del campamento. (La res muerta era quemada afuera del campamento, así simbolizaba la Ira de Dios contra el pecado.)
12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo por Su Propia Sangre (indica el precio que fue pagado para que el hombre pudiera ser "Santificado," es decir, "puesto en libertad del pecado"), padeció fuera de la puerta. (El Sacrificio Expiatorio fue quemado "afuera de la puerta." Jesús, Quien en todos los otros casos cumplió la Ley de Expiación, la cumplió en este caso también [Mat. 27:32; Jn. 19:20].)
13 Salgamos pues a Él fuera del campamento (presenta a Cristo como el único que lleva la Salvación), llevando su vituperio (se refiere a compartir en el rechazo que Él había sufrido).
14 Porque no tenemos aquí ciudad permanente (demuestra a la Jerusalén terrenal como habiendo terminado su curso, al menos en aquel tiempo particular y con referencia a la Ley), mas buscamos la por venir. (Las esperanzas de la humanidad no están vinculadas con el Santuario terrenal perdurable, sino más bien buscamos la Jerusalén Celestial.)
15 Así que, ofrezcamos por medio de Él a Dios siempre Sacrificio de Alabanza (debemos entender que podemos alabar a Dios y Él puede aceptar nuestras alabanzas debido a la Cruz, de ahí "alabar" está ligado a "Sacrificar"; también, la palabra "siempre" indica el hecho de que nunca cambiará, significa que la Cruz permanecerá siempre como el fundamento de todas las cosas que corresponden a Dios), es a saber, fruto de labios que confiesen a Su Nombre. (Su Nombre es "Jesús," lo que significa "Salvador," y se refiere a Su Ofrenda Misma de Sacrificio en la Cruz.)
16 Y de hacer bien y de la comunicación no os olvidéis (Pablo dice aquí que nuestras obligaciones al Señor no son agotadas con la Alabanza; las buenas acciones también deben ser incluidas): porque de tales Sacrificios se agrada Dios. (Tal acción y actitud simbolizan la Cruz.)
17 Obedeced a vuestros pastores (tiene referencia a los Pastores; sin embargo, la importancia no está en el Pastor, sino más bien en el Evangelio que él Predica), y sujetaos a ellos (se refiere a someterse al Evangelio Verdadero que es Predicado por los Verdaderos Pastores): porque ellos velan por vuestras almas (se refiere a los Predicadores que realmente tengan el bienestar espiritual de la gente en el corazón), como aquéllos que han de dar cuenta, para que lo hagan con alegría, y no con tristeza (cada Predicador dará cuenta a Dios por Su Ministerio): porque esto no os es útil. (Si la gente no prestara atención al Verdadero Evangelio Predicado, el Evangelio no será de provecho alguno a estos individuos, quienesquiera que sean, no importa qué provechoso es para los demás. El Verdadero Predicador se lamenta con "tristeza" por tales individuos.)
LA ORACIÓN
18 Orad por nosotros (una petición común de parte de Pablo [Rom. 15:30; Ef. 6:18; Col. 4:3; I Tes. 5:25; II Tes. 3:1]): porque confiamos que tenemos buena conciencia (con respecto a todo; sin embargo, personalmente pienso que el Apóstol se refiere a la manera en que él ha tratado la Ley de Moisés en cuanto a esta Epístola a los Hebreos), deseando conversar bien en todo. (Se refiere a su vivir diario para el Señor.)
19 Y mas os ruego que lo hagáis así (se refiere al pasado a Su petición para que oraran para él), para que yo os sea devuelta lo más pronto posible. (Apoya la idea de que Pablo podía haber estado en la prisión cuando esta Epístola a los Hebreos fue escrita.)
BENDICIÓN FINAL
20 Y el Dios de Paz (explica que Dios y el hombre caído hicieron las paces, y fue así por lo que Jesús hizo en la Cruz en favor del hombre) que sacó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo (la única mención de la Resurrección de Cristo en esta Epístola a los Hebreos), el Gran Pastor de las ovejas (presenta Al Único Quien murió por nosotros, y a Quien Dios levantó de entre los muertos), por la Sangre del Testamento Eterno (señala hacia la Cruz y declara el hecho de que este Convenio, que es perfecto, es Eterno),
21 Os haga aptos en toda obra buena para que hagáis Su Voluntad (se refiere al propósito por el cual el Espíritu Santo ha sido enviado a desempeñar, y Quien lo hará a través de Cristo), haciendo en vosotros lo que es agradable delante de Él, por Jesucristo (los hombres pueden hacer lo que es aceptable a Dios sólo por medio de Jesucristo); Al Cual sea Gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Es debido a lo que Él hizo en la Cruz.)
22 Empero os ruego, Hermanos, que soportéis la palabra de exhortación (se refiere a los argumentos y consejos de esta Epístola entera): porque os he escrito en breve. (Al considerar el contenido, la Epístola es corta.)
23 Sabed que nuestro Hermano Timoteo ya ha salido de la cárcel (presenta otra prueba sólida de que Pablo escribió esta Epístola); con el cual, si viniere pronto, os iré a ver. (Esta frase no nos da ninguna pista en absoluto si es que realmente ocurrió.)
24 Saludad (acoged) a todos vuestros pastores (lo más probable es que se refiera a sus Pastores y otros Santos en una Iglesia o Iglesias en particular), y a todos los Santos. Los de Italia os saludan. (Demuestra que esta Epístola fue escrita desde Italia, y lo más probable en Roma. Además, la manera de esta Bendición es del estilo de Pablo. Incluso, quien fuera que escribió la Epístola a los Hebreos tuvo que saber dos cosas extensamente, y me refiero a la Ley de Moisés y la Cruz de Cristo. Sólo Pablo responde a esta descripción.)
25 La Gracia sea con todos vosotros. Amén.

Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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