El 16 de Junio Lectura Bíblica Diaria
Josué 1 a 3:
Después de la muerte de Moisés, siervo del Señor, Dios le dijo a Josué hijo de Nun, asistente de Moisés: "Mi siervo Moisés ha muerto. Por eso tú y todo este pueblo deberán prepararse para cruzar el río Jordán y entrar a la tierra que les daré a ustedes los israelitas. Tal como le prometí a Moisés, yo les entregaré a ustedes todo lugar que toquen sus pies. Su territorio se extenderá desde el desierto hasta el Líbano, y desde el gran río Éufrates, territorio de los hititas, hasta el mar Mediterráneo, que se encuentra al oeste. Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. "Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados. Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la *ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas. Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas." Entonces Josué dio la siguiente orden a los jefes del pueblo: "Vayan por todo el campamento y díganle al pueblo que prepare provisiones, porque dentro de tres días cruzará el río Jordán para tomar posesión del territorio que Dios el Señor le da como herencia." A los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés, Josué les mandó: Recuerden la orden que les dio Moisés, siervo del Señor: Dios el Señor les ha dado reposo y les ha entregado esta tierra. Sus mujeres, sus niños y su ganado permanecerán en el territorio que Moisés les dio al este del Jordán. Pero ustedes, los hombres de guerra, cruzarán armados al frente de sus hermanos. Les prestarán ayuda hasta que el Señor les dé reposo, como lo ha hecho con ustedes, y hasta que ellos tomen posesión de la tierra que el Señor su Dios les da. Sólo entonces podrán ustedes retornar a sus tierras y ocuparlas. Son las tierras que Moisés, siervo del Señor, les dio al este del Jordán. Ellos le respondieron a Josué: Nosotros obedeceremos todo lo que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos envíes. Te obedeceremos en todo, tal como lo hicimos con Moisés. Lo único que pedimos es que el Señor esté contigo como estuvo con Moisés. Cualquiera que se rebele contra tus palabras o que no obedezca lo que tú ordenes, será condenado a muerte. Pero tú, ¡sé fuerte y valiente! Luego Josué hijo de Nun envió secretamente, desde Sitín, a dos espías con la siguiente orden: "Vayan a explorar la tierra, especialmente Jericó." Cuando los espías llegaron a Jericó, se hospedaron en la casa de una prostituta llamada Rajab. Pero el rey de Jericó se enteró de que dos espías israelitas habían entrado esa noche en la ciudad para reconocer el país. Así que le envió a Rajab el siguiente mensaje: "Echa fuera a los hombres que han entrado en tu casa, pues vinieron a espiar nuestro país." Pero la mujer, que ya había escondido a los espías, le respondió al rey: "Es cierto que unos hombres vinieron a mi casa, pero no sé quiénes eran ni de dónde venían. Salieron cuando empezó a oscurecer, a la hora de cerrar las *puertas de la ciudad, y no sé a dónde se fueron. Vayan tras ellos; tal vez les den alcance." (En realidad, la mujer había llevado a los hombres al techo de la casa y los había escondido entre los manojos de lino que allí secaba.) Los hombres del rey fueron tras los espías, por el camino que lleva a los vados del río Jordán. En cuanto salieron, las puertas de Jericó se cerraron. Antes de que los espías se acostaran, Rajab subió al techo y les dijo: Yo sé que el Señor les ha dado esta tierra, y por eso estamos aterrorizados; todos los habitantes del país están muertos de miedo ante ustedes. Tenemos noticias de cómo el Señor secó las aguas del Mar Rojo para que ustedes pasaran, después de haber salido de Egipto. También hemos oído cómo *destruyeron completamente a los reyes amorreos, Sijón y Og, al este del Jordán. Por eso estamos todos tan amedrentados y descorazonados frente a ustedes. Yo sé que el Señor y Dios es Dios de dioses tanto en el cielo como en la tierra. Por lo tanto, les pido ahora mismo que juren en el *nombre del Señor que serán bondadosos con mi familia, como yo lo he sido con ustedes. Quiero que me den como garantía una señal de que perdonarán la vida de mis padres, de mis hermanos y de todos los que viven con ellos. ¡Juren que nos salvarán de la muerte! ¡Juramos por nuestra vida que la de ustedes no correrá peligro! contestaron ellos. Si no nos delatas, seremos bondadosos contigo y cumpliremos nuestra promesa cuando el Señor nos entregue este país. Entonces Rajab los bajó por la ventana con una soga, pues la casa donde ella vivía estaba sobre la muralla de la ciudad. Ya les había dicho previamente: "Huyan rumbo a las montañas para que sus perseguidores no los encuentren. Escóndanse allí por tres días, hasta que ellos regresen. Entonces podrán seguir su camino." Los hombres le dijeron a Rajab: Quedaremos libres del juramento que te hemos hecho si, cuando conquistemos la tierra, no vemos este cordón rojo atado a la ventana por la que nos bajas. Además, tus padres, tus hermanos y el resto de tu familia deberán estar reunidos en tu casa. Quien salga de la casa en ese momento, será responsable de su propia vida, y nosotros seremos inocentes. Sólo nos haremos responsables de quienes permanezcan en la casa, si alguien se atreve a ponerles la mano encima. Conste que si nos delatas, nosotros quedaremos libres del juramento que nos obligaste hacer. De acuerdo respondió Rajab. Que sea tal como ustedes han dicho. Luego los despidió; ellos partieron, y ella ató el cordón rojo a la ventana. Los hombres se dirigieron a las montañas y permanecieron allí tres días, hasta que sus perseguidores regresaron a la ciudad. Los habían buscado por todas partes, pero sin éxito. Los dos hombres emprendieron el regreso; bajando de las montañas, vadearon el río y llegaron adonde estaba Josué hijo de Nun. Allí le relataron todo lo que les había sucedido: "El Señor ha entregado todo el país en nuestras manos. ¡Todos sus habitantes tiemblan de miedo ante nosotros!" Muy de mañana, Josué y todos los israelitas partieron de Sitín y se dirigieron hacia el río Jordán; pero antes de cruzarlo, acamparon a sus orillas. Al cabo de tres días, los jefes del pueblo recorrieron todo el campamento con la siguiente orden: "Cuando vean el arca del pacto del Señor su Dios, y a los sacerdotes levitas que la llevan, abandonen sus puestos y pónganse en marcha detrás de ella. Así sabrán por dónde ir, pues nunca antes han pasado por ese camino. Deberán, sin embargo, mantener como un kilómetro de distancia entre ustedes y el arca; no se acerquen a ella." Josué le ordenó al pueblo: "*Purifíquense, porque mañana el Señor va a realizar grandes prodigios entre ustedes." Y a los sacerdotes les dijo: "Carguen el arca del pacto y pónganse al frente del pueblo." Los sacerdotes obedecieron y se pusieron al frente del pueblo. Luego el Señor le dijo a Josué: "Este día comenzaré a engrandecerte ante el pueblo de Israel. Así sabrán que estoy contigo como estuve con Moisés. Dales la siguiente orden a los sacerdotes que llevan el arca del pacto: Cuando lleguen a la orilla del Jordán, deténganse. " Entonces Josué les dijo a los israelitas: "Acérquense y escuchen lo que Dios el Señor tiene que decirles." Y añadió: "Ahora sabrán que el Dios viviente está en medio de ustedes, y que de seguro expulsará a los cananeos, los hititas, los heveos, los ferezeos, los gergeseos, los amorreos y los jebuseos. El arca del pacto, que pertenece al Soberano de toda la tierra, cruzará el Jordán al frente de ustedes. Ahora, pues, elijan doce hombres, uno por cada tribu de Israel. Tan pronto como los sacerdotes que llevan el arca del Señor, soberano de toda la tierra, pongan pie en el Jordán, las aguas dejarán de correr y se detendrán formando un muro." Cuando el pueblo levantó el campamento para cruzar el Jordán, los sacerdotes que llevaban el arca del pacto marcharon al frente de todos. Ahora bien, las aguas del Jordán se desbordan en el tiempo de la cosecha. A pesar de eso, tan pronto como los pies de los sacerdotes que portaban el arca tocaron las aguas, éstas dejaron de fluir y formaron un muro que se veía a la distancia, más o menos a la altura del pueblo de Adán, junto a la fortaleza de Saretán. A la vez, dejaron de correr las aguas que fluían en el mar del Arabá, es decir, el Mar Muerto, y así el pueblo pudo cruzar hasta quedar frente a Jericó. Por su parte, los sacerdotes que portaban el arca del pacto del Señor permanecieron de pie en terreno seco, en medio del Jordán, mientras todo el pueblo de Israel terminaba de cruzar el río por el cauce totalmente seco.
Salmo 34:
Álef - Bendeciré al Señor en todo tiempo; mis labios siempre lo alabarán. Bet - Mi alma se gloría en el Señor; lo oirán los humildes y se alegrarán. Guímel - Engrandezcan al Señor conmigo; exaltemos a una su nombre. Dálet - Busqué al Señor, y él me respondió; me libró de todos mis temores. He - Radiantes están los que a él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza. Vav - Este pobre clamó, y el Señor le oyó y lo libró de todas sus angustias. Zayin - El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen; a su lado está para librarlos. Jet - Prueben y vean que el Señor es bueno; dichosos los que en él se refugian. Tet - Teman al Señor, ustedes sus santos, pues nada les falta a los que le temen. Yod - Los leoncillos se debilitan y tienen hambre, pero a los que buscan al Señor nada les falta. Caf - Vengan, hijos míos, y escúchenme, que voy a enseñarles el temor del Señor. Lámed - El que quiera amar la vida y gozar de días felices, Mem - que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños; Nun - que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga. Sámej - Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones; Ayin - el rostro del Señor está contra los que hacen el mal, para borrar de la tierra su memoria. Pe - Los justos claman, y el Señor los oye; los libra de todas sus angustias. Tsade - El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido. Qof - Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas; Resh - le protegerá todos los huesos, y ni uno solo le quebrarán. Shin - La maldad destruye a los malvados; serán condenados los enemigos de los justos. Tav - El Señor libra a sus siervos; no serán condenados los que en él confían.
Proverbios 28:
El malvado huye aunque nadie lo persiga; pero el justo vive confiado como un león. Cuando hay rebelión en el país, los caudillos se multiplican; cuando el gobernante es entendido, se mantiene el orden. El gobernante que oprime a los pobres es como violenta lluvia que arrasa la cosecha. Los que abandonan la ley alaban a los malvados; los que la obedecen luchan contra ellos. Los malvados nada entienden de la justicia; los que buscan al Señor lo entienden todo. Más vale pobre pero honrado, que rico pero perverso. El hijo entendido se sujeta a la ley; el derrochador deshonra a su padre. El que amasa riquezas mediante la usura las acumula para el que se compadece de los pobres. Dios aborrece hasta la oración del que se niega a obedecer la ley. El que lleva a los justos por el mal camino, caerá en su propia trampa; pero los íntegros heredarán el bien. El rico se las da de sabio; el pobre pero inteligente lo desenmascara. Cuando los justos triunfan, se hace gran fiesta; cuando los impíos se imponen, todo el mundo se esconde. Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón. ¡Dichoso el que siempre teme al Señor! Pero el obstinado caerá en la desgracia. Un león rugiente, un oso hambriento, es el gobernante malvado que oprime a los pobres. El gobernante falto de juicio es terrible opresor; el que odia las riquezas prolonga su vida. El que es perseguido por homicidio será un fugitivo hasta la muerte. ¡Que nadie le brinde su apoyo! El que es honrado se mantendrá a salvo; el de caminos perversos caerá en la fosa. El que trabaja la tierra tendrá abundante comida; el que sueña despierto sólo abundará en pobreza. El hombre fiel recibirá muchas bendiciones; el que tiene prisa por enriquecerse no quedará impune. No es correcto mostrarse parcial con nadie. Hay quienes pecan hasta por un mendrugo de pan. El tacaño ansía enriquecerse, sin saber que la pobreza lo aguarda. A fin de cuentas, más se aprecia al que reprende que al que adula. El que roba a su padre o a su madre, e insiste en que no ha pecado, amigo es de gente perversa. El que es ambicioso provoca peleas, pero el que confía en el Señor prospera. Necio es el que confía en sí mismo; el que actúa con sabiduría se pone a salvo. El que ayuda al pobre no conocerá la pobreza; el que le niega su ayuda será maldecido.
El Libro de HEBREOS Capítulo 4 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A
HEBREOS
CAPÍTULO 4
(64 d.C.)
LA INCREDULIDAD
Debemos (los Creyentes modernos) temer (se refiere al hecho de que el Creyente puede perder la Salvación si deja de creer), pues, que quedando aún la Promesa de entrar en Su reposo (la Promesa de la Salvación), parezca alguno de vosotros haberse apartado. (Demuestra que es posible que tal sea hecho, lo que significa la pérdida del alma.)
2 Porque también a nosotros se nos ha sido Anunciado el Evangelio como a ellos (hay sólo un Evangelio, y es "Jesucristo y Él Crucificado"): mas a ellos no les sirvió de nada (si deja la Cruz como el Objeto de Fe, de nada les aprovechará Cristo [Gál. 5:2]) la Palabra oída en los que la oyeron sin mezclar fe. (Los Israelitas tenían Fe, pero no en el objeto correcto. Debe ser Fe en Cristo y la Cruz, o no es Fe legítima.)
3 Empero entramos en el reposo los que hemos creído (indica inequívocamente que la Fe es la clave, pero que quede claro que es la Fe en Cristo y la Cruz), de la manera que dijo, Como juré en Mi ira, No entrarán en Mi reposo (la condición es la Fe): aun acabadas las obras desde el principio del mundo. (Se refiere a este gran Plan de Salvación por medio de Cristo y la Cruz que había sido formulado aun antes de que el mundo fuera creado [I Ped. 1:18-20].)
4 Porque Él (Dios) en un cierto lugar dijo así del séptimo día (Gén. 2:3), Y reposó Dios de todas Sus Obras en el séptimo día. (Dios cesó la Obra de la Creación simplemente porque la Creación fue terminada.)
5 Y otra vez aquí (Sal. 95:7-11), No entrarán en Mi reposo (las condiciones tienen que ser cumplidas).
6 Así que, puesto que resta que algunos han de entrar en él (se refiere al Nuevo Convenio y la Iglesia), y aquéllos a quienes primero fue anunciado no entraron por causa de incredulidad (declara del Versículo 2 que los Israelitas de la Antigüedad les hacían predicar el mismo Evangelio que a nosotros, pero en vano):
7 Sin embargo, Él (Dios) determina otra vez un cierto día (declara rotundamente que aunque el Llamado de Dios sea ilimitado, la oportunidad de aceptar aquel Llamado es definitivamente limitado), diciendo por David, Hoy, después de tanto tiempo (el Espíritu Santo dijo "hoy" en esa época, y Él sigue diciendo "hoy" en la actualidad, refiriéndose al hecho de que mañana pudiera ser demasiado tarde); como está dicho, Si oyereis Su Voz hoy, no endurezcáis vuestros corazones (nuevamente se refiere a la incredulidad).
8 Porque si Jesús (debiera traducirse, "Josué") les hubiera dado el Reposo (se refiere al hecho de que aunque Josué fuese capaz de guiar a Israel a la tierra de Canaán por el Poder del Espíritu Santo, esto fue sólo un símbolo del Verdadero Reposo que había de venir, o sea el Señor Jesucristo), no hablaría Él (Dios) después de otro día (significa que la Ley no podía causar lo que fue deseado, pero definitivamente señaló a lo que había de venir, o sea el Señor Jesucristo).
9 Por tanto, queda (lo que la Ley no podía hacer, Cristo haría) un Reposo para el Pueblo de Dios. (Se encuentra sólo en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz, al cual todo en el Antiguo Testamento señalaba.)
10 Porque el que ha entrado en Su (de Dios) Reposo (basándose en lo que Cristo hizo en la Cruz, cualquiera persona puede entrar en este "Reposo"), también él ha reposado de sus obras (entramos por Fe, que se refiere a la Fe en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz), como Dios de las Suyas. (Dios reposó en el séptimo día cuando la Creación fue terminada. Y podemos Reposar en Cristo porque el Plan de Redención está terminado, del cual el Reposo de Dios fue un tipo.)
11 Procuremos pues de entrar en aquel Reposo (pudiera traducirse, "apresurémonos para luego entrar en aquel Reposo"); que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia. (Nos dice que la causa primordial "de la caída" del Creyente es la incredulidad, y se refiere a la incredulidad en la Cruz, la cual fue la Misión Verdadera de Cristo.)
12 Porque la Palabra de Dios es viva (otra versión dice "aguda," pero en el Griego significa "viva") y eficaz (activa, vivificante), y más penetrante que toda espada de dos filos (se refiere a la capacidad de la Palabra de Dios para "indagar"), y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y los tuétanos (no significa dividir en dos partes, el alma del espíritu o las articulaciones de los tuétanos, sino más bien que la Palabra de Dios penetra el alma y el espíritu, proclamando adecuadamente lo que el hombre debe ser y puede ser sólo en Cristo; además, la Palabra de Dios nos revela al Espíritu Santo y Su Poder, y proclama el hecho de que Él Solo puede "vivificar nuestros cuerpos mortales" [Rom. 8:11], lo cual se refiere a darnos poder para entregar este cuerpo físico a lo que es la Justicia [Rom. 6:12-13]), y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (conlleva la idea de "escudriñar y analizar las evidencias").
13 Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en Su Presencia (se refiere a Dios como el Creador de todas las cosas): antes todas las cosas están desnudas y abiertas a los Ojos de Aquél a Quien tenemos que dar cuenta (a Quien le debemos dar cuenta).
EL GRAN SUMO SACERDOTE
14 Por tanto, teniendo un Gran Sumo Sacerdote (Cristo actúa de nuestra parte delante de Dios), Que penetró los Cielos (tiene que ver con un proceso legal), Jesús el Hijo de Dios (presenta el hecho de que Jesús no es sólo hombre, sino también es Dios), retengamos nuestra profesión. (Retengamos a Cristo y la Cruz, lo que era imprescindible para que nuestro Señor sea nuestro Sumo Sacerdote.)
15 Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no se pueda compadecer de nuestras debilidades (siendo el Mismísimo Hombre así como el Mismísimo Dios, Él puede hacer tal); mas tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. (Su tentación y la nuestra también, era dejar la Voluntad prescrita de Dios, que es la Palabra de Dios; pero Él nunca la dejó, ni siquiera una sola vez.)
16 Lleguémonos pues confiadamente al Trono de la Gracia (el Asiento del Poder Divino, y aún la Fuente de la Gracia ilimitada), para alcanzar Misericordia (expresa que la queremos primero), y hallar Gracia para el oportuno socorro (se refiere a la Bondad de Dios extendida a todos quienes se acercan, y durante el "oportuno socorro"; todo hecho posible por la Cruz).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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