El 23 de Junio Lectura Bíblica Diaria
El 23 de Junio Lectura Bíblica Diaria:
Josué 22 a 24:
Luego Josué convocó a las tribus de Rubén y Gad, y a la media tribu de Manasés, y les dijo: "Ustedes han cumplido todas las órdenes que les dio Moisés, siervo del Señor. Además, ustedes me han obedecido en cada mandato que les he dado. Durante todo el tiempo que ha pasado, hasta este mismo día, ustedes no han abandonado a sus hermanos los israelitas. Más bien, han cumplido todos los mandatos del Señor. Y ahora que el Señor su Dios ha cumplido lo que prometió y les ha dado descanso a sus hermanos, regresen ustedes a sus hogares y a sus tierras que Moisés, siervo del Señor, les entregó al lado oriental del río Jordán. Y esfuércense por cumplir fielmente el mandamiento y la ley que les ordenó Moisés, siervo del Señor: amen al Señor su Dios, condúzcanse de acuerdo con su voluntad, obedezcan sus mandamientos, manténganse unidos firmemente a él y sírvanle de todo corazón y con todo su ser." Dicho esto, Josué les dio su bendición y los envió a sus hogares. A la mitad de la tribu de Manasés, Moisés ya le había entregado el territorio de Basán; a la otra mitad Josué le entregó el territorio que está en el lado occidental del río Jordán, donde se estableció la mayoría de los israelitas. A los primeros, Josué los envió a sus hogares, junto con las tribus de Rubén y Gad, y los bendijo así: "Regresen a sus hogares repletos de bienes: oro, plata, bronce, hierro, gran cantidad de ropa y mucho ganado. Compartan con sus hermanos lo que le han arrebatado al enemigo." Entonces los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés salieron de Siló en Canaán, donde estaban congregados todos los israelitas, y regresaron a Galaad, el territorio que habían adquirido según el mandato que el Señor había dado por medio de Moisés. Cuando llegaron a Guelilot, a orillas del río Jordán, todavía en territorio cananeo, las dos tribus y media construyeron un enorme altar. Los demás israelitas se enteraron de que los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés habían construido aquel altar a orillas del Jordán, en pleno territorio israelita. Entonces toda la asamblea se reunió en Siló con la intención de combatir contra las dos tribus y media. Por tanto, los israelitas enviaron a Finés hijo del sacerdote Eleazar a la región de Galaad para hablar con esas tribus. Con él iban diez representantes de cada una de las tribus de Israel, jefes de clanes y tribus. Al llegar a Galaad, les dijeron a los de las dos tribus y media: Toda la asamblea del Señor quisiera saber por qué se han rebelado contra el Dios de Israel como lo han hecho. ¿Por qué le han dado la espalda al Señor y se han rebelado contra él, construyéndose un altar? ¿Acaso no hemos aprendido ninguna lección del pecado de Peor, del cual todavía no nos hemos *purificado? ¿Nada nos ha enseñado la muerte de tantos miembros de nuestro pueblo? ¿Por qué insisten en darle la espalda al Señor? ¡Si hoy se rebelan contra el él, mañana su ira se descargará sobre todo Israel! Si la tierra que ustedes poseen es impura, crucen a esta tierra que le pertenece al Señor, y en la cual se encuentra su santuario. ¡Vengan, habiten entre nosotros! Pero, por favor, no se rebelen contra él ni contra nosotros, erigiendo otro altar además del altar del Señor nuestro Dios. ¿No es verdad que cuando Acán hijo de Zera pecó al hurtar de lo que estaba destinado a la destrucción, la ira de Dios se descargó sobre toda la comunidad de Israel? Recuerden que Acán no fue el único que murió por su pecado. Los de las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés respondieron a los líderes israelitas: ¡El Señor, Dios de dioses, sí, el Señor, Dios de dioses, sabe bien que no hicimos esto por rebeldía o por infidelidad! Y que todo Israel también lo sepa. Si no es así, que no se nos perdone la vida. ¡Que el Señor mismo nos llame a cuenta si hemos construido nuestro propio altar para abandonarlo a él o para ofrecer alguno de los sacrificios ordenados por Moisés! En realidad lo construimos pensando en el futuro. Tememos que algún día los descendientes de ustedes les digan a los nuestros: ¡El Señor, Dios de Israel, no tiene nada que ver con ustedes, descendientes de Rubén y de Gad! Entre ustedes y nosotros el Señor ha puesto el río Jordán como barrera. ¡Ustedes no tienen nada que ver con el Señor! Si esto sucediera, sus descendientes serían culpables de que los nuestros dejen de adorar al Señor. "Por eso decidimos construir este altar, no como altar de holocaustos y sacrificios, sino como testimonio entre ustedes y nosotros y entre las generaciones futuras, de que también nosotros podemos servir al Señor y ofrecerle los distintos sacrificios en su santuario. Así, en el futuro, los descendientes de ustedes nunca podrán decirles a los nuestros: Üstedes no tienen nada que ver con el Señor. Por tanto, convenimos que si algún día nos dijeran eso a nosotros o a nuestros descendientes, nosotros les contestaríamos: Miren la réplica del altar del Señor que nuestros antepasados construyeron, no para hacer sacrificios en él, sino como testimonio entre ustedes y nosotros. En fin, no tenemos intención alguna de rebelarnos contra el Señor o de abandonarlo construyendo otro altar para holocaustos, ofrendas o sacrificios, además del que está construido a la entrada de su santuario. Cuando escucharon lo que los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés tenían que decir, Finés el sacerdote y los jefes de clanes y de la comunidad quedaron satisfechos. Entonces Finés hijo de Eleazar les dijo a los de esas tribus: Ahora estamos seguros de que el Señor está en medio de nosotros, pues ustedes no pretendían serle infieles al Señor; así que nos han salvado del castigo divino. Luego Finés, hijo del sacerdote Eleazar, y los jefes de la nación se despidieron de los gaditas y rubenitas, y abandonaron Galaad para regresar a la tierra de Canaán con el fin de rendir su informe al resto de los israelitas. Éstos recibieron el informe con agrado y alabaron a Dios, y no hablaron más de pelear con las tribus orientales ni de destruir sus tierras. Y los rubenitas y los gaditas le dieron al altar el nombre de "Testimonio", porque dijeron: "Entre nosotros servirá de testimonio de que el Señor es Dios." Mucho tiempo después de que el Señor le diera a Israel paz con sus enemigos cananeos, Josué, anciano y cansado, convocó a toda la nación, incluyendo a sus líderes, jefes, jueces y oficiales, y les dijo: "Yo ya estoy muy viejo, y los años me pesan. Ustedes han visto todo lo que el Señor su Dios ha hecho con todas aquellas naciones a favor de ustedes, pues él peleó las batallas por ustedes. Yo repartí por sorteo, como herencia de sus tribus, tanto las tierras de las naciones que aún quedan como las de aquellas que ya han sido conquistadas, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. El Señor su Dios expulsará a esas naciones de estas tierras, y ustedes tomarán posesión de ellas, tal como él lo ha prometido. "Por lo tanto, esfuércense por cumplir todo lo que está escrito en el libro de la *ley de Moisés. No se aparten de esa ley para nada. No se mezclen con las naciones que aún quedan entre ustedes. No rindan culto a sus dioses ni juren por ellos. Permanezcan fieles a Dios, como lo han hecho hasta ahora. El Señor ha expulsado a esas grandes naciones que se han enfrentado con ustedes, y hasta ahora ninguna de ellas ha podido resistirlos. Uno solo de ustedes hace huir a mil enemigos, porque el Señor pelea por ustedes, tal como lo ha prometido. Hagan, pues, todo lo que está de su parte para amar al Señor su Dios. Porque si ustedes le dan la espalda a Dios y se unen a las naciones que aún quedan entre ustedes, mezclándose y formando matrimonios con ellas, tengan por cierto que el Señor su Dios no expulsará de entre ustedes a esas naciones. Por el contrario, ellas serán como red y trampa contra ustedes, como látigos en sus espaldas y espinas en sus ojos, hasta que ustedes desaparezcan de esta buena tierra que el Señor su Dios les ha entregado. "Por mi parte, yo estoy a punto de ir por el camino que todo mortal transita. Ustedes bien saben que ninguna de las buenas promesas del Señor su Dios ha dejado de cumplirse al pie de la letra. Todas se han hecho realidad, pues él no ha faltado a ninguna de ellas. Pero así como el Señor su Dios ha cumplido sus buenas promesas, también descargará sobre ustedes todo tipo de calamidades, hasta que cada uno sea borrado de esta tierra que él les ha entregado. Si no cumplen con el pacto que el Señor su Dios les ha ordenado, sino que siguen a otros dioses, adorándolos e inclinándose ante ellos, tengan por seguro que la ira del Señor se descargará sobre ustedes y que serán borrados de la buena tierra que el Señor les ha entregado." Josué reunió a todas las tribus de Israel en Siquén. Allí convocó a todos los jefes, líderes, jueces y oficiales del pueblo. Todos se reunieron en presencia de Dios. Josué se dirigió a todo el pueblo, y le exhortó: Así dice el Señor, Dios de Israel: Hace mucho tiempo, sus antepasados, Téraj y sus hijos Abraham y Najor, vivían al otro lado del río Éufrates, y adoraban a otros dioses. Pero yo tomé de ese lugar a Abraham, antepasado de ustedes, lo conduje por toda la tierra de Canaán y le di una descendencia numerosa. Primero le di un hijo, Isaac; y a Isaac le di dos hijos, Jacob y Esaú. A Esaú le entregué la serranía de Seír, en tanto que Jacob y sus hijos descendieron a Egipto. " 'Tiempo después, envié a Moisés y Aarón, y herí con plagas a Egipto hasta que los saqué a ustedes de allí. Cuando saqué de ese país a sus antepasados, ustedes llegaron al Mar Rojo y los egipcios los persiguieron con sus carros de guerra y su caballería. Sus antepasados clamaron al Señor, y él interpuso oscuridad entre ellos y los egipcios. El Señor hizo que el mar cayera sobre éstos y los cubriera. Ustedes fueron testigos de lo que les hice a los egipcios. Después de esto, sus antepasados vivieron en el desierto durante mucho tiempo. A ustedes los traje a la tierra de los amorreos, los que vivían al este del río Jordán. Cuando ellos les hicieron la guerra, yo los entregué en sus manos; ustedes fueron testigos de cómo los destruí para que ustedes poseyeran su tierra. Y cuando Balac, hijo de Zipor y rey de Moab, se dispuso a presentarles combate, él envió al profeta Balán hijo de Beor para que los maldijera. Pero yo no quise escuchar a Balán, por lo cual él los bendijo una y otra vez, y así los salvé a ustedes de su poder. Finalmente, cruzaron el río Jordán y llegaron a Jericó, cuyos habitantes pelearon contra ustedes. Lo mismo hicieron los amorreos, ferezeos, cananeos, hititas, gergeseos, heveos y jebuseos. Pero yo los entregué en sus manos. No fueron ustedes quienes, con sus espadas y arcos, derrotaron a los dos reyes amorreos; fui yo quien por causa de ustedes envié tábanos, para que expulsaran de la tierra a sus enemigos. A ustedes les entregué una tierra que no trabajaron y ciudades que no construyeron. Vivieron en ellas y se alimentaron de viñedos y olivares que no plantaron. "Por lo tanto, ahora ustedes entréguense al Señor y sírvanle fielmente. Desháganse de los dioses que sus antepasados adoraron al otro lado del río Éufrates y en Egipto, y sirvan sólo al Señor. Pero si a ustedes les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor. El pueblo respondió: ¡Eso no pasará jamás! ¡Nosotros no abandonaremos al Señor por servir a otros dioses! El Señor nuestro Dios es quien nos sacó a nosotros y a nuestros antepasados del país de Egipto, aquella tierra de servidumbre. Él fue quien hizo aquellas grandes señales ante nuestros ojos. Nos protegió durante todo nuestro peregrinaje por el desierto y cuando pasamos entre tantas naciones. El Señor expulsó a todas las que vivían en este país, incluso a los amorreos. Por esa razón, nosotros también serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios. Entonces Josué les dijo: Ustedes son incapaces de servir al Señor, porque él es Dios santo y Dios celoso. No les tolerará sus rebeliones y pecados. Si ustedes lo abandonan y sirven a dioses ajenos, él se les echará encima y les traerá desastre; los destruirá completamente, a pesar de haber sido bueno con ustedes. Pero el pueblo insistió: ¡Eso no pasará jamás! Nosotros sólo serviremos al Señor. Y Josué les dijo una vez más: Ustedes son testigos contra ustedes mismos de que han decidido servir al Señor. Sí, sí lo somos respondió toda la asamblea. Josué replicó: Desháganse de los dioses ajenos que todavía conservan. ¡Vuélvanse de todo corazón al Señor, Dios de Israel! El pueblo respondió: Sólo al Señor nuestro Dios serviremos, y sólo a él obedeceremos. Aquel mismo día Josué renovó el pacto con el pueblo de Israel. Allí mismo, en Siquén, les dio preceptos y normas, y los registró en el libro de la ley de Dios. Luego tomó una enorme piedra y la colocó bajo la encina que está cerca del santuario del Señor. Entonces le dijo a todo el pueblo: Esta piedra servirá de testigo contra ustedes. Ella ha escuchado todas las palabras que el Señor nos ha dicho hoy. Testificará contra ustedes en caso de que ustedes digan falsedades contra su Dios. Después de todo esto, Josué envió a todo el pueblo a sus respectivas propiedades. Tiempo después murió Josué hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de ciento diez años. Fue sepultado en la parcela que se le había dado como herencia, en el lugar conocido como Timnat Sera, en la región montañosa de Efraín, al norte del monte Gaas. Durante toda la vida de Josué, el pueblo de Israel había servido al Señor. Así sucedió también durante el tiempo en que estuvieron al frente de Israel los jefes que habían compartido el liderazgo con Josué y que sabían todo lo que el Señor había hecho a favor de su pueblo. Los restos de José, que los israelitas habían traído de Egipto, fueron sepultados en Siquén, en un terreno que Jacob había comprado por cien monedas de plata a los hijos de Jamor, padre de Siquén. El terreno después llegó a ser propiedad de los descendientes de José. Finalmente, Eleazar hijo de Aarón murió y fue sepultado en Guibeá, propiedad de su hijo Finés, en la región montañosa de Efraín.
Salmo 41:
Dichoso el que piensa en el débil; el Señor lo librará en el día de la desgracia. El Señor lo protegerá y lo mantendrá con vida; lo hará dichoso en la tierra y no lo entregará al capricho de sus adversarios. El Señor lo confortará cuando esté enfermo; lo alentará en el lecho del dolor. Yo he dicho: "Señor, compadécete de mí; sáname, pues contra ti he pecado." Con saña dicen de mí mis enemigos: "¿Cuándo se morirá? ¿Cuándo pasará al olvido?" Si vienen a verme, no son sinceros; recogen calumnias y salen a contarlas. Mis enemigos se juntan y cuchichean contra mí; me hacen responsable de mi mal. Dicen: "Lo que le ha sobrevenido es cosa del demonio; de esa cama no volverá a levantarse." Hasta mi mejor amigo, en quien yo confiaba y que compartía el pan conmigo, me ha puesto la zancadilla. Pero tú, Señor, compadécete de mí; haz que vuelva a levantarme para darles su merecido. En esto sabré que te he agradado: en que mi enemigo no triunfe sobre mí. Por mi integridad habrás de sostenerme, y en tu presencia me mantendrás para siempre. Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, por los siglos de los siglos. Amén y amén.
Proverbios 4:
Escuchen, hijos, la corrección de un padre; dispónganse a adquirir inteligencia. Yo les brindo buenas enseñanzas, así que no abandonen mi instrucción. Cuando yo era pequeño y vivía con mi padre, cuando era el niño consentido de mi madre, mi padre me instruyó de esta manera: "Aférrate de corazón a mis palabras; obedece mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no olvides mis palabras ni te apartes de ellas. No abandones nunca a la sabiduría, y ella te protegerá; ámala, y ella te cuidará. La sabiduría es lo primero. ¡Adquiere sabiduría! Por sobre todas las cosas, adquiere discernimiento. Estima a la sabiduría, y ella te exaltará; abrázala, y ella te honrará; te pondrá en la cabeza una hermosa diadema; te obsequiará una bella corona." Escucha, hijo mío; acoge mis palabras, y los años de tu vida aumentarán. Yo te guío por el camino de la sabiduría, te dirijo por sendas de rectitud. Cuando camines, no encontrarás obstáculos; cuando corras, no tropezarás. Aférrate a la instrucción, no la dejes escapar; cuídala bien, que ella es tu vida. No sigas la senda de los perversos ni vayas por el camino de los malvados. ¡Evita ese camino! ¡No pases por él! ¡Aléjate de allí, y sigue de largo! Los malvados no duermen si no hacen lo malo; pierden el sueño si no hacen que alguien caiga. Su pan es la maldad; su vino, la violencia. La senda de los justos se asemeja a los primeros albores de la aurora: su esplendor va en aumento hasta que el día alcanza su plenitud. Pero el camino de los malvados es como la más densa oscuridad; ¡ni siquiera saben con qué tropiezan! Hijo mío, atiende a mis consejos; escucha atentamente lo que digo. No pierdas de vista mis palabras; guárdalas muy dentro de tu corazón. Ellas dan vida a quienes las hallan; son la salud del cuerpo. Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida. Aleja de tu boca la perversidad; aparta de tus labios las palabras corruptas. Pon la mirada en lo que tienes delante; fija la vista en lo que está frente a ti. Endereza las sendas por donde andas; allana todos tus caminos. No te desvíes ni a diestra ni a siniestra; apártate de la maldad.
El Libro de HEBREOS Capítulo 11 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
HEBREOS
CAPÍTULO 11
(64 d.C.)
LA DEFINICIÓN DE LA FE
ES pues la Fe la sustancia (la escritura de propiedad) de las cosas que se esperan (una declaración de la acción de Fe), la demostración de las cosas que no se ven. (La Fe no está basada en los sentidos, lo cual causan incertidumbre, sino más bien en la Palabra de Dios.)
2 Porque por ella (por la Fe, y como veremos, esta es la Fe en la Cruz) alcanzaron testimonio los Antiguos (la aprobación del Señor).
3 Por la Fe entendemos haber sido constituidos los mundos por la Palabra de Dios (se refiere a la Creación, junto con todo lo relacionado con la Creación), siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía. (Dios comenzó de la nada, por ello, con sólo pronunciar palabras empieza a existir lo indispensable para la creación del Universo.)
LOS PATRIARCAS
4 Por Fe Abel ofreció a Dios mayor Sacrificio que Caín (inmediatamente declara el hecho de que el Objeto de nuestra Fe debe ser "Jesucristo y Él Crucificado" [I Cor. 2:2]), por la cual alcanzó testimonio de que era Justo (expresa el hecho de que la Justicia viene exclusivamente de Cristo, y es obtenida por la Cruz que es el Objeto de nuestra Fe), dando Dios testimonio a sus ofrendas (se refiere al hecho de que el Sacrificio del Cordero que representó a Cristo fue aceptado por Dios; en los albores de las épocas era "la Cruz," y es todavía "la Cruz"): y difunto, aún habla por ella (habla de aquella sola que Dios aceptará).
5 Por Fe Enoc fue trasladado para no ver muerte (Dios transfirió a Enoc al Cielo en su cuerpo físico mientras aún estaba vivo); y no fue hallado, porque lo trasladó Dios (se refiere a su traslado que era un hecho muy conocido en aquella época): y antes que fuese trasladado, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. (Él agradó a Dios porque puso su Fe exclusivamente en Cristo y la Cruz.)
6 Empero sin Fe (en Cristo y la Cruz; en cualquier momento cuando se menciona la Fe, siempre y sin excepción, la raíz de su significado es que su Objeto es Cristo y la Cruz; de lo contrario, es la fe que Dios no aceptará) es imposible agradar a Dios (la fe en algo además de Cristo y la Cruz disgusta mucho al Señor): porque es necesario que el que a Dios se allega, crea que Le hay (pone la Fe como el fundamento y el principio de la manera por la cual Dios trata con la raza humana), y que Él (Dios) es galardonador de los que Le buscan (búsquelo sobre la premisa de Cristo y Él Crucificado).
7 Por Fe Noé, habiendo recibido respuesta de cosas que aún no se veía (el Señor dijo a Noé que Él iba a enviar un diluvio a la Tierra), con temor (tener reverencia), preparó el arca en que su casa se salvase (él hizo exactamente lo que Dios le dijo que hiciera); por la cual Fe condenó al mundo (la Justicia de Cristo siempre está en desacuerdo con la auto-justicia), y fue hecho heredero de la Justicia que es por la Fe (Fe en Cristo y la Cruz).
ABRAHAM
8 Por Fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir por herencia (su posteridad recibiría la herencia); y salió sin saber adónde iba. (Aunque él sabía adónde ir [Canaán], no sabía nada acerca del lugar.)
9 Por Fe habitó en la Tierra Prometida (el Griego dice "la Tierra de la Promesa," al hablar de cierta Promesa) como en tierra ajena (vivió en esta tierra no como dueño, sino como residente extranjero), morando en Tiendas de campaña con Isaac y Jacob, coherederos de la misma Promesa (lo que Dios le prometió a Abraham, Él se lo prometió también a aquéllos que lo seguirían, incluso a nosotros en la actualidad):
10 Porque esperaba una ciudad con fundamentos (Abraham sabía que todo esto conduciría a un lugar Celestial), el Arquitecto y Constructor de la cual es Dios. (En efecto, se refiere a Cristo como el gran Arquitecto, Diseñador y Fabricador de todas las creaciones materiales [Jn. 1:3; Ef. 3:9] y además de todas las creaciones morales [Col. 1:15-18].)
11 Por Fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir simiente (se refiere a Isaac), y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad (ella dio luz a este hijo que tuvo que ver con el Redentor venidero, el Señor Jesucristo, Quien moriría en la Cruz a fin de Redimir a la humanidad perdida), porque creyó ser Fiel El Que (Dios) lo había prometido. (Aunque no siempre somos fieles, Dios siempre es Fiel.)
12 Por lo cual también de uno, y éste ya casi muerto (se refiere a la desesperación de la situación de Abraham, lo cual produjo la multitud; ¡Dios hizo exactamente lo que Él dijo que haría!), salieron como las estrellas del Cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. (La Fe Verdadera es inconmensurable y, por ello, produce resultados inconmensurables.)
13 Conforme a la Fe murieron todos éstos (creer que Cristo vendría y pagaría el precio a fin de que la humanidad pudiera ser redimida) sin haber recibido las Promesas (Cristo no vino cuando ellos estaban vivos), sino mirándolas de lejos (seguían creyendo, a pesar de que las Promesas estaban "lejanas"), y creyéndolas (intercambiaron lo que podían ver por lo que no podían ver), y saludándolas (reclamaban esas Promesas como propias, aunque estaban "lejanas"), y confesando que eran peregrinos y extranjeros sobre la Tierra. (Es lo mismo con los Creyentes modernos.)
14 Porque los que esto dicen claramente dan a entender que buscan una patria. (Se refiere a lo que no está aquí, y no tiene ninguna referencia a lo que está aquí.)
15 Que si se acordaran de aquella de donde salieron (nunca se volvieron atrás), cierto tenían tiempo para volverse. (Nunca se les ocurrió volver a la antigua vida. Habían recibido una visión de Jesús y las cosas del mundo habían perdido su brillo.)
16 Empero (desde la visión) deseaban la mejor, es a saber, la Celestial (todo esto es alcanzable sólo por medio de lo que Jesús hizo en la Cruz, y nuestra Fe en aquella Obra Terminada): por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos (porque se han encomendado a Dios por su Fe): porque les había preparado una ciudad (no que Él lo hará, sino que Él ya lo ha hecho).
17 Por Fe ofreció Abraham a Isaac cuando fue probado (aunque Dios detuvo el acontecimiento, en la mente de Abraham ya fue hecho): y ofrecía al unigénito el que había recibido las Promesas (el Señor ya le había dicho a Abraham que Él enviaría al Redentor a este mundo a fin de redimir la humanidad, entonces Él le muestra al Patriarca "cómo" iba a ocurrir; era por muerte, es decir, un "Sacrificio"),
18 Habiéndole sido dicho, En Isaac te será llamada simiente (se refiere al hecho de que la posteridad de Abraham iba a ser nombrada por Isaac, no Ismael [Gén. 21:12]):
19 Pensando que aun de los muertos, es Dios poderoso para levantar (el Señor le había dicho a Abraham que ofreciera a Isaac como Sacrificio; el Patriarca procedió a obedecer, y Dios lo detuvo en el último momento; pero en su mente, él ya había ofrecido a Isaac, pensando que Dios lo resucitaría de la muerte, porque era a través de Isaac que el Redentor vendría); de donde también le volvió a recibir por figura. (El Griego en efecto dice, "y en el sentido figurado, él realmente recibió a Isaac devuelto de la muerte.")
20 Por Fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas que habían de ser. (Isaac bendijo a sus dos hijos porque su Fe miró más allá de la muerte.)
21 Por Fe Jacob, muriéndose, bendijo a cada uno de los hijos de José (corresponde a Manasés y Efraín, engendrados por José en Egipto); y adoró (y por muchos motivos, pero principalmente debido al Redentor Quien iba a venir a través de su posteridad) apoyando sobre la punta de su bordón. (Se esculpieron en este bordón todos los grandes acontecimientos de los años pasados, que, en efecto, era "la Palabra de Dios." De este modo, él se apoyaba en "la Palabra de Dios.")
22 Por Fe José, muriéndose, se acordó de la partida de los hijos de Israel (él sabía lo que Dios tenía en reserva para Israel); y dio Mandamiento acerca de sus huesos. (Él estaba en Egipto cuando murió, pero su corazón estaba en Canaán. Cuando los Hijos de Israel fueran liberados de Egipto en el futuro, que así fue, ellos se llevarían los huesos de José a la Tierra Prometida. Su Fe sabía que así sería.)
23 Por Fe Moisés, nacido, fue escondido de sus padres por tres meses, porque le vieron hermoso niño (el Griego dice, "él era hermoso con respecto a Dios"); y no temieron el mandamiento del rey. (Faraón había mandado a matar a todos los hijos varones de los Israelitas al nacer. ¡A ellos les pareció que Dios protegería a sus hijos, y Él cumplió!)
MOISÉS
24 Por Fe Moisés, hecho ya grande (cuando alcanzó la edad de 40 años [Éx. 2:11]), rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón (en efecto, rechazó la posición del Faraón de Egipto, a la cual lo habían capacitado porque era adoptado de la hija del Faraón);
25 Escogiendo antes ser afligido con el pueblo de Dios (indica la alternativa que Moisés escogió; Él intercambió lo temporal por lo Eterno), que gozar de los placeres pasajeros del pecado (hubo que elegir, la aflicción o los placeres del pecado);
26 Teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los Egipcios (él calculó que el oprobio iba a producir mayor ganancia que el trono de Egipto): porque puso su mirada a lo lejos en la recompensa. (Por costumbre, Moisés "apartaba la mirada" de los tesoros en Egipto, y fijaba intencionadamente su mirada en la Recompensa Divina.)
27 Por Fe dejó a Egipto (lo que, en sentido espiritual, todo Creyente debe hacer), no temiendo la ira del rey (Faraón trató de matarlo en aquel momento [Éx. 2:15]): porque se sostuvo, como viendo al Invisible. (Se refiere a Cristo, Quien Moisés vio por Fe.)
28 Por Fe celebró la Pascua (quiere decir que él "instituyó la Pascua" según la Palabra del Señor) y el derramamiento de la Sangre (se refiere a la Sangre del Cordero Pascual en los dinteles y postes de las puertas de las casas [Éx. 12:22]), para que El Que mataba a los primogénitos no los tocase. (La casa de todo Israelita estaba a salva esa noche porque se había untado la sangre a los postes de la puerta, un Tipo de la Sangre de Cristo untado a nuestros corazones, lo cual detiene el Juicio de Dios.)
RAHAB
29 Por Fe ellos (los Hijos de Israel) pasaron el Mar Rojo como por tierra seca (el cuerpo de agua que se convierte en un templo para Israel, pero fue una tumba para Egipto; la Fe que salpicó la sangre y la incredulidad que rechazó su refugio determinó este gran golfo entre ellos): lo cual probando los Egipcios, fueron sumergidos. (Dios, Quien abrió el Mar Rojo a los Israelitas, lo cerró para ahogar a los Egipcios, por ello destruyendo por completo su ejército.)
30 Por Fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días (expresa obediencia).
31 Por Fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los incrédulos (aunque Jericó fue totalmente destruido, Rahab fue salvada debido a su Fe en el Dios de Israel), habiendo recibido a los espías con paz. (Ella indagó quiénes eran ellos, y en vez de entregarlos al Rey de Jericó, procuró conocer al Dios de Israel.)
EJEMPLOS
32 ¿Y qué más digo? (Quiere decir que ya se ha dicho bastante como para invitar a todos que quieran examinar por sí mismos Las Escrituras.) Porque el tiempo me faltará contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté; de David también, y de Samuel, y de los Profetas:
33 Que por Fe ganaron Reinos, obraron Justicia, alcanzaron Promesas, taparon las bocas de leones,
34 Apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de cuchillo, convalecieron de enfermedades, fueron hechos fuertes en batallas, trastornaron campos de extraños.
35 Las mujeres recibieron sus muertos por Resurrección otra vez: unos fueron estirados, no aceptando el rescate; para ganar mejor Resurrección (la Resurrección proporcionada por Cristo):
36 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles:
37 Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a cuchillo: anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras; pobres, angustiados, maltratados (la Fe en Cristo y la Cruz garantiza Milagros de Liberación, o Milagros de Resistencia si es, de hecho, lo que el Señor desea; ¡no se puede hacer de ninguna otra manera!);
38 (De los cuales el mundo no era digno:) (Se refiere al hecho de que unos cuantos Cristianos Verdaderos en este mundo son de mucho mayor valor que todo el resto del mundo junto, y en todo sentido.) errantes por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la Tierra. (Se refiere al destino de algunos Creyentes; no todo el tiempo, sino parte del tiempo.)
39 Y todos estos (los Santos del Antiguo Testamento), aprobados por testimonio de la Fe (Juzgados de acuerdo al Espíritu Santo), no recibieron la Promesa (¡el Mesías no vino durante su época, pero ellos tenían Fe en que al final Él vendría, y así fue lo que pasó!):
40 Proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros (Dios se lo había prometido a Abraham al principio [Gén. 22:14]), para que ellos (los Santos del Antiguo Testamento) no fuesen perfeccionados (hace hincapié en Cristo Quien lo hizo todo posible para los Santos del Antiguo Testamento y además para los Santos del Nuevo Testamento) sin nosotros (la Iglesia).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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