21 June 2010

El 21 de Junio Lectura Bíblica Diaria


El 21 de Junio Lectura Bíblica Diaria:

Josué 16 a 18:
El territorio asignado a los descendientes de José comenzaba en el río Jordán, al este de los manantiales de Jericó; y de allí ascendía hacia la región montañosa de Betel, a través del desierto. De Betel, es decir, Luz, continuaba hacia el territorio de los arquitas hasta Astarot, descendía hacia el oeste al territorio de los jafletitas hasta la región de Bet Jorón de Abajo y Guézer, y terminaba en el mar Mediterráneo. Así fue como las tribus de Manasés y Efraín, descendientes de José, recibieron como herencia sus territorios. Éste es el territorio que recibieron la tribu de Efraín y sus respectivos clanes: En el lado oriental sus límites se extendían desde Atarot Adar hasta Bet Jorón de Arriba, y llegaban hasta el mar Mediterráneo. En Micmetat, que está al norte, hacían una curva hacia el oriente rumbo a Tanat Siló y de allí llegaban a Janoa. Descendían de Janoa hacia Atarot y Nará, pasando por Jericó hasta llegar al río Jordán. De Tapúaj la frontera seguía hacia el occidente rumbo al arroyo de Caná y terminaba en el mar Mediterráneo. Éste es el territorio que recibió como herencia la tribu de Efraín por sus clanes. El territorio también incluía las ciudades y sus respectivas aldeas que se encontraban en el territorio asignado a la tribu de Manasés. Los efraimitas no expulsaron a los cananeos que vivían en Guézer; les permitieron vivir entre ellos, como sucede hasta el día de hoy, pero los sometieron a trabajos forzados. También a la tribu de Manasés se le asignó su propio territorio, porque él era el primogénito de José. A Maquir, primogénito de Manasés y antepasado de los galaaditas, se le concedió Galaad y Basán por ser hombre de guerra. Los demás clanes de la tribu de Manasés también recibieron sus territorios: Abiezer, Jélec, Asriel, Siquén, Héfer y Semidá. Éstos eran descendientes de Manasés hijo de José. Sucedió que Zelofejad hijo de Héfer, nieto de Galaad y bisnieto de Manasés, sólo tuvo hijas, cuyos nombres eran Majlá, Noa, Joglá, Milca y Tirsá. Ellas se presentaron ante Eleazar el sacerdote, ante Josué hijo de Nun y ante los jefes de Israel, y les dijeron: "El Señor le ordenó a Moisés que nos diera tierras en los territorios asignados como herencia a nuestro clan." Entonces Josué hizo tal como el Señor le había ordenado. La tribu de Manasés recibió diez porciones de tierra, además de los territorios de Galaad y Basán, que están al lado oriental del Jordán. Esto se debió a que las hijas de Manasés recibieron tierras como herencia, además de las repartidas a los descendientes varones. Galaad fue asignada a los otros descendientes de Manasés. El territorio de Manasés abarcaba desde Aser hasta Micmetat, ubicada al este de Siquén. De allí la frontera seguía hacia el sur, hasta las tierras pertenecientes a Yasub En Tapúaj. A Manasés le pertenecían también las tierras de Tapúaj, pero la ciudad de Tapúaj, ubicada en los límites de Manasés, era de los descendientes de Efraín. La frontera continuaba hacia el sur, por el lado norte del arroyo de Caná, hasta llegar al mar Mediterráneo. En esa zona, varias ciudades de la tribu de Efraín se mezclaban con ciudades pertenecientes a Manasés. Los territorios del sur le pertenecían a Efraín, y los del norte, a Manasés. El territorio de Manasés llegaba hasta el mar Mediterráneo y bordeaba, por el norte, con la tribu de Aser, y por el este, con la de Isacar. Dentro de las fronteras de Isacar y Aser, la tribu de Manasés tenía las siguientes ciudades con sus poblaciones: Betseán, Ibleam, Dor, Endor, Tanac y Meguido. La tercera ciudad de la lista era Nafot. Los miembros de la tribu de Manasés no pudieron habitar estas ciudades, porque los cananeos persistieron en vivir en ellas. Cuando los israelitas se hicieron fuertes, redujeron a los cananeos a esclavitud, pero no los expulsaron totalmente de esas tierras. Las tribus de José le reprocharon a Josué: ¿Por qué nos has dado sólo una parte del territorio? Nosotros somos numerosos, y el Señor nos ha bendecido ricamente. Entonces Josué les respondió: Ya que son tan numerosos y encuentran que la región montañosa de Efraín es demasiado pequeña para ustedes, vayan a la zona de los bosques que están en territorio ferezeo y refaíta, y desmonten tierra para que habiten allá. Los descendientes de José replicaron: La región montañosa nos queda muy pequeña, y los cananeos que viven en el llano poseen carros de hierro, tanto los de Betsán y sus poblaciones como los del valle de Jezrel. Pero Josué animó a las tribus de Efraín y Manasés, descendientes de José: Ustedes son numerosos y tienen mucho poder. No se quedarán con un solo territorio, sino que poseerán la región de los bosques. Desmóntenla y ocúpenla hasta sus límites más lejanos. Y a pesar de que los cananeos tengan carros de hierro y sean muy fuertes, ustedes los podrán expulsar. Cuando el país quedó bajo el control de los israelitas, toda la asamblea israelita se reunió en Siló, donde habían establecido la *Tienda de reunión. Para entonces, todavía quedaban siete tribus que no habían recibido como herencia sus respectivos territorios. Así que Josué los desafió: "¿Hasta cuándo van a esperar para tomar posesión del territorio que les otorgó el Señor, Dios de sus antepasados? Nombren a tres hombres de cada tribu para que yo los envíe a reconocer las tierras, y que hagan por escrito una reseña de cada territorio. A su regreso, dividan el resto del país en siete partes. Judá mantendrá sus territorios en el sur, y los descendientes de José, en el norte. Cuando hayan terminado la descripción de las siete regiones, tráiganmela, y yo las asignaré echando suertes en presencia del Señor nuestro Dios. Los levitas, como ya saben, no recibirán ninguna porción de tierra, porque su herencia es su servicio sacerdotal ante el Señor. Además, Gad, Rubén y la media tribu de Manasés ya han recibido sus respectivos territorios en el lado oriental del Jordán. Moisés, siervo del Señor, se los entregó como herencia." Cuando los hombres estaban listos para salir a hacer el reconocimiento del país, Josué les ordenó: "Exploren todo el país y tráiganme una descripción escrita de todos sus territorios. Cuando regresen aquí a Siló, yo haré el sorteo de tierras en presencia del Señor." Los hombres hicieron tal como Josué les ordenó, y regresaron a Siló con la descripción de todo el país, ciudad por ciudad, y su división en siete partes. Josué hizo allí el sorteo en presencia del Señor, y repartió los territorios entre los israelitas, según sus divisiones tribales. A la tribu de Benjamín se le asignó su territorio según sus clanes. Ese territorio quedó ubicado entre las tribus de Judá y José. La frontera norte se iniciaba en el río Jordán, pasaba por las laderas al norte de Jericó y avanzaba en dirección occidental hacia la región montañosa, hasta llegar al desierto de Bet Avén. Continuaba hacia la ladera sureña de Luz, también llamada Betel, y descendía desde Atarot Adar hasta el cerro que está al sur de Bet Jorón de Abajo. De allí la frontera continuaba hacia el sur, por el lado occidental, hasta llegar a Quiriat Baal, llamada también Quiriat Yearín, una población perteneciente a Judá. Ésta era la frontera occidental. La frontera sur partía desde Quiriat Yearín, en el lado occidental, y continuaba hasta el manantial de Neftóaj. Descendía a las laderas del monte ubicado frente al valle de Ben Hinón, al norte del valle de Refayin. Seguía en descenso por el valle de Hinón, bordeando la cuesta de la ciudad de Jebús, hasta llegar a Enroguel. De allí giraba hacia el norte, rumbo a Ensemes, seguía por Guelilot, al frente de la cuesta de Adumín, y descendía a la peña de Bohán hijo de Rubén. La frontera continuaba hacia la cuesta norte de Bet Arabá, y descendía hasta el Arabá. De allí se dirigía a la cuesta norte de Bet Joglá y salía en la bahía norte del Mar Muerto, donde desemboca el río Jordán. Ésta era la frontera sur. El río Jordán marcaba los límites del lado oriental. Éstas eran las fronteras de las tierras asignadas como herencia a todos los clanes de la tribu de Benjamín. Los clanes de la tribu de Benjamín poseyeron las siguientes ciudades: Jericó, Bet Joglá, Émec Casís, Bet Arabá, Zemarayin, Betel, Avín, Pará, Ofra, Quefar Amoní, Ofni y Gueba, es decir, doce ciudades con sus poblaciones; y Gabaón, Ramá, Berot, Mizpa, Cafira, Mozá, Requen, Irpel, Taralá, Zela, Élef, Jebús, llamada también Jerusalén, Guibeá y Quiriat, es decir, catorce ciudades con sus poblaciones. Ésta fue la herencia que recibieron los clanes de la tribu de Benjamín.


Salmo 39:
Me dije a mí mismo: "Mientras esté ante gente malvada vigilaré mi conducta, me abstendré de pecar con la lengua, me pondré una mordaza en la boca." Así que guardé silencio, me mantuve callado. ¡Ni aun lo bueno salía de mi boca! Pero mi angustia iba en aumento; ¡el corazón me ardía en el pecho! Al meditar en esto, el fuego se inflamó y tuve que decir: "Hazme saber, Señor, el límite de mis días, y el tiempo que me queda por vivir; hazme saber lo efímero que soy. Muy breve es la vida que me has dado; ante ti, mis años no son nada. Un soplo nada más es el mortal, Selah. un suspiro que se pierde entre las sombras. Ilusorias son las riquezas que amontona, pues no sabe quién se quedará con ellas. "Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? ¡Mi esperanza he puesto en ti! Líbrame de todas mis transgresiones. Que los necios no se burlen de mí. "He guardado silencio; no he abierto la boca, pues tú eres quien actúa. Ya no me castigues, que los golpes de tu mano me aniquilan. Tú reprendes a los mortales, los castigas por su iniquidad; como polilla, acabas con sus placeres. ¡Un soplo nada más es el mortal! Selah. "Señor, escucha mi oración, atiende a mi clamor; no cierres tus oídos a mi llanto. Ante ti soy un extraño, un peregrino, como todos mis antepasados. No me mires con enojo, y volveré a alegrarme antes que me muera y deje de existir."


Proverbios 2:
Hijo mío, si haces tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos; si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; si llamas a la inteligencia y pides discernimiento; si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido, entonces comprenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios. Él reserva su ayuda para la gente íntegra y protege a los de conducta intachable. Él cuida el sendero de los justos y protege el camino de sus fieles. Entonces comprenderás la justicia y el derecho, la equidad y todo buen camino; la sabiduría vendrá a tu corazón, y el conocimiento te endulzará la vida. La discreción te cuidará, la inteligencia te protegerá. La sabiduría te librará del camino de los malvados, de los que profieren palabras perversas, de los que se apartan del camino recto para andar por sendas tenebrosas, de los que se complacen en hacer lo malo y festejan la perversidad, de los que andan por caminos torcidos y por sendas extraviadas; te librará de la mujer ajena, de la extraña de palabras seductoras que, olvidándose de su pacto con Dios, abandona al compañero de su juventud. Ciertamente su casa conduce a la muerte; sus sendas llevan al reino de las sombras. El que se enreda con ella no vuelve jamás, ni alcanza los senderos de la vida. Así andarás por el camino de los buenos y seguirás la senda de los justos. Pues los íntegros, los perfectos, habitarán la tierra y permanecerán en ella. Pero los malvados, los impíos, serán desarraigados y expulsados de la tierra.


El Libro de HEBREOS Capítulo 9 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
HEBREOS



CAPÍTULO 9
(64 d.C.)
EL CONTRASTE



TENÍA empero también el Primer Pacto (tiene la intención de describir el Tabernáculo en el cual el Servicio de Dios fue celebrado bajo la antigua dispensación, y mostrar que tenía una referencia a lo que estaba en el futuro) Ordenanzas del culto (Ordenanzas que se adaptaron para el Servicio Divino), y Santuario Terrenal. (La palabra "Terrenal" se usa aquí como un contraste al mundo Celestial.)
2 Porque el Tabernáculo fue hecho (se refiere a lo que Moisés había hecho en el desierto, Dios le dio el modelo); el primero, en que estaban el Candelabro (Candelero de Oro), y la mesa, y los panes de la proposición (se refiere a la "primera habitación," que era el Lugar Santo donde estaba este Mueble Sagrado); lo que llaman el Santuario. (Debiera traducirse, "que se llama el Lugar Santo." Se le llamaba comúnmente "Santuario" al edificio entero.)
3 Tras el Segundo Velo (corresponde al Velo que separó el Lugar Santo y el Lugar Santísimo) estaba el Tabernáculo, que llaman el Lugar Santísimo (se refiere al Lugar Santísimo, que contenía el Arca del Pacto y el Propiciatorio);
4 El cual tenía un Incensario de Oro (debiera traducirse, "el Altar del Incienso de Oro," situado directamente delante del Velo en el Lugar Santo), y el Arca del Pacto cubierto de todas partes alrededor de oro (presenta el Mueble más Glorioso y Misterioso del Tabernáculo), en la que estaba una Urna de Oro que contenía el Maná (presenta el Pan de Vida, un Tipo de Cristo [Jn. 6:32-33, 35]), y la vara de Aarón que reverdeció (representa a Cristo Solo como Salvador, y comprueba que Dios Lo levantaría de entre los muertos), y las Tablas del Pacto (las dos Tablas de piedra que contenían los Diez Mandamientos, cinco en cada Tabla);
5 Y sobre ella (el Arca del Pacto) los Querubines de Gloria (Seres Vivientes) que cubrían el Propiciatorio (bajaron la mirada sobre el Propiciatorio); de las cuales cosas no se puede ahora hablar en particular (no puede entrar en detalles).
6 Y estas cosas así ordenadas (se refiere al hecho de que todo esto era de Dios, y cada parte del Tabernáculo de algún modo señalaba a Cristo), en el Primer Tabernáculo siempre entraban los Sacerdotes (en la primera de las dos habitaciones del Tabernáculo llamada el "Lugar Santo") para hacer los Oficios del Culto. (Se refiere a los rituales diarios, aun constantes, que tuvieron que ser realizados.)
7 Mas en el segundo (la segunda habitación del Tabernáculo llamada el "Lugar Santísimo," donde estaba el Arca del Pacto), solo el Sumo Sacerdote una vez en el año (correspondía al Gran Día de la Expiación [Lev. 16:14; 23:27]), no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo, y por los pecados de ignorancia del pueblo (indica que él entraba dos veces en ese día en particular, cada vez tomaba la sangre de Sacrificio del animal que había sido sacrificado — una vez para él y otra vez para el pueblo — y rociaba con sangre el Propiciatorio):
8 Dando en esto a entender el Espíritu Santo (el Espíritu Santo era el Autor Divino y también Intérprete del sistema Levítico de la adoración), que aún no estaba descubierto el camino para el Santuario (explica el hecho [y por el Espíritu Santo, por cierto] de que el acceso a Dios fue obstruido mientras que la Ley fue impuesta, excepto en cierto modo más limitado), entre tanto que el Primer Tabernáculo estuviese en pie (muestra las limitaciones del sistema Levítico):
9 Lo cual era figura de aquel tiempo presente (el Tabernáculo es una representación de las realidades Celestiales), en el cual se ofrecían Presentes y Sacrificios que no podían hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que servía con ellos (representa la debilidad del Primer Convenio, en que estaba basada en la sangre de animales, lo cual era insuficiente; en otras palabras, la conciencia del Judío estaba todavía cargada de la realización de que el pecado sólo había sido cubierto y no quitado; solamente la Cruz puede quitar el pecado [Jn. 1:29]);
10 Consistiendo sólo en viandas y en bebidas, y en diversos lavamientos, y Ordenanzas acerca de la carne (se refiere a la totalidad del sistema Levítico, lo cual sólo podía presentar tipos y sombras), impuestas hasta el tiempo de la Corrección. (La Cruz, a la cual señalaba a todo esto, se trataba con todo esto de una vez y para siempre.)
11 Mas estando ya presente Cristo (la pequeña palabra "mas" es la base sobre la cual giran todos los argumentos), Sumo Sacerdote (presentado por el Apóstol para mostrar cuán maravilloso supera la Ofrenda de nuestro Señor Jesucristo a todos los antiguos tipos y sombras) de los bienes que habían de venir (debiera traducirse, "de las cosas buenas realizadas"), por el más amplio y más perfecto Tabernáculo (presenta a Cristo Mismo como el Tabernáculo más perfecto), no hecho de manos, es a saber, no de esta creación (Cristo no es una estructura débil como el Tabernáculo de la antigüedad);
12 Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros (explica que se requería continuamente más Sacrificios ya que no eran suficientes para satisfacer la Justicia de Dios), mas por Su Propia Sangre (presenta el precio pagado), entró una sola vez en el Lugar Santísimo (Cristo hizo lo que ningún otro Sacerdote había hecho jamás; Él ofreció un Sacrificio que era completo, lo que significa que nunca iba a tener que repetirse; por eso, el Tabernáculo Celestial Le fue abierto; y al ser abierto a Él, nos fue abierto también), habiendo obtenido Eterna Redención. (Expresa lo que fue llevado a cabo por haber dado a Sí Mismo en la Cruz.)
13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos (presenta a Pablo que vuelve a los Sacrificios Levíticos como un ejemplo), y las cenizas de la becerra, rociada a los inmundos, Santifica para la purificación de la carne (en estos Sacrificios de animales, Pablo explica el efecto de una purificación externa, una limpieza de la inmundicia ritual, pero sólo hasta ahí podía alcanzar y no más; como debiera ser obvio, los Sacrificios de animales no podían quitar los pecados):
14 ¿Cuánto más la Sangre de Cristo (aunque el Sacrificio de animales podía limpiar ritualmente la inmundicia, sólo la Sangre de Cristo puede limpiar el pecado; de modo que echa fuera toda solución propuesta que no es de la Cruz), El Cual por el Espíritu Eterno se ofreció a Sí Mismo sin mancha a Dios (en esta frase, aprendemos que Cristo no murió hasta que el Espíritu Santo Le dijera que muriera; de hecho, nadie tomó Su Vida; Él la dio voluntariamente [Jn. 10:17-18]; también, el hecho de que Jesús "se ofreció a Sí Mismo sin mancha a Dios" derriba la Doctrina no bíblica que "Jesús murió Espiritualmente" en la Cruz; si Él hubiera muerto Espiritualmente, quiere decir que Él se hizo pecador en la Cruz, Él no hubiera podido ofrecerse sin mancha a Dios, como es obvio; Dios sólo podía aceptar un Sacrificio perfecto; cuando Él murió en la Cruz, Él se llevó la pena del pecado de la raza humana, lo cual era la muerte física; en vista de que Su Propia Ofrenda era Perfecta, Dios la aceptó como pago íntegro por todo el pecado — por el pasado, presente y futuro, al menos para aquéllos que creyeran [Jn. 3:16]), limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte para que sirváis al Dios Vivo? ("Las Obras muertas" son todo aquello que no es la Fe simple en la Cruz de Cristo, es decir, "la Sangre de Cristo.")
15 Así que, por eso (para limpiar nuestra conciencia) es Mediador (Él Solo puede ser el Mediador) del Nuevo Testamento (el Nuevo Convenio), para que interviniendo muerte (la muerte de Cristo en la Cruz, que expió todo el pecado, y era necesaria si el hombre ha de ser salvo) para la Remisión de las transgresiones que había bajo el Primer Testamento (explica el hecho de que la muerte de Cristo correspondía tanto a aquéllos antes de la Cruz como aquéllos después de la Cruz; Su Propio Sacrificio garantizó la Redención, y nos referimos a todos aquellos que murieron en la Fe), los que son llamados reciban la Promesa de la Herencia Eterna. (Sigue dirigiéndose a aquéllos que murieron en la Fe antes de la Cruz. Se les calificaron de "los llamados" a éstos. El motivo por el cual su Salvación dependió de la Cruz era porque la sangre de becerros y macho cabríos, que fue todo lo que ellos tenían antes de la Cruz, fue insuficiente para llevarse los pecados [10:4].)
EL NUEVO CONVENIO
16 Porque donde hay Testamento (Convenio), necesario es que intervenga la muerte del testador. (Se refiere a la muerte de Cristo, Quien fue comisionado a crear un Nuevo Convenio en favor del hombre.)
17 Porque el Testamento con la muerte es confirmado (nos dice claramente que la muerte de Cristo en la Cruz fue un asunto legal): de otra manera no es válido entre tanto que el testador vive. (Simplemente significa que no es válido hasta que el individuo a quien le pertenece el Testamento muera, como es el caso de cualquier Última Voluntad.)
18 De donde vino que ni siquiera el Primer Pacto (Antiguo Convenio) fue consagrado sin sangre (pero fue sólo la sangre de animales).
19 Porque habiendo leído Moisés todos los mandamientos de la Ley a todo el pueblo (la "Ley de Moisés"), tomando la sangre de los becerros y de los machos cabríos (el sello del Antiguo Convenio era la "sangre derramada"; por supuesto, era un Tipo de la Sangre derramada de Cristo), con agua (la sangre daba prueba a la naturaleza de Su Muerte Expiatoria [Jn. 19:34], el agua daba prueba a Su humanidad plena y apropiada), y lana de grana (la lana es normalmente blanca, lo cual simboliza la Justicia de Cristo; sin embargo, fue teñida en rojo, lo que demuestra el hecho de que se requirió la Sangre de Cristo para poner esta Justicia a la disposición del hombre), e hisopo (una planta parecida a un arbusto, que tipificó Su Muerte en la Cruz como hombre; en Egipto la sangre fue untada a los postes de la puerta con hisopo [Éx. 12:22]), roció al mismo Libro, y también a todo el pueblo (se refirió al Libro de Levítico, y la Tribu de Leví Comisionado para el Servicio del Tabernáculo, correspondía a la gente; salpicar con la sangre era la ratificación del Convenio, y simbolizó la Sangre de Cristo que sería finalmente derramada y afianzada por la Fe al corazón y vida de los pecadores Creyentes [la sangre fue mezclada con el agua]),
20 Diciendo, Esta es la Sangre del Testamento (explica lo que hizo válido el Antiguo Convenio) que Dios os ha mandado. (Demuestra el hecho de que en el Primer Convenio, tal como en el Nuevo Convenio, es todo de Dios y nada del hombre.)
21 Y además de esto roció también con la Sangre el Tabernáculo y todos los Vasos del Ministerio. (Este Versículo particular demuestra la atrocidad del pecado y lo que ha contaminado todo en esta Tierra.)
22 Y casi todo es purificado según la Ley con sangre (algunas cuantas cosas fueron purgadas con agua, pero casi todas con sangre); y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. (La Sangre derramada de Cristo en la Cruz es la única solución para los pecados, los males y los problemas de este mundo. El problema del mundo y de la Iglesia también, es que siempre han procurado sustituirlo con otra cosa. ¡Pero para que quede claro, es la Cruz sola! ¡La Cruz! ¡La Cruz!)
23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas Celestiales fuesen purificadas con estas cosas (todo lo que correspondía al Tabernáculo y sus Muebles Sagrados eran una copia de lo que hay en el Cielo; en vista de que los hombres habían tocado los Muebles y el Tabernáculo, había que purificarlos con la Sangre, es decir, "sangre de animal"); empero las mismas cosas Celestiales con mejores Sacrificios que éstos. (Si el hombre entrara en el Cielo, el domicilio de Dios, tendría que haber un mejor Sacrificio que aquella sangre de animal.)
24 Porque no entró Cristo en el Santuario hecho de mano (Cristo no entró en el Tabernáculo terrenal o el Templo, en cuanto al ofrecimiento de Su Sangre Preciosa en el Propiciatorio), figura del verdadero (explica el hecho de que estas "figuras" solamente fueron temporales); sino en el mismo Cielo para presentarse ahora por nosotros en la Presencia de Dios (indica el propósito y el motivo de la Cruz; todo fue hecho "por nosotros"):
25 Y no para ofrecerse muchas veces a Sí Mismo (se refiere al hecho de que un Sacrificio de Cristo, lo que era la Ofrenda de Él en la Cruz, fue eternamente suficiente para la limpieza de todo pecado — pasado, presente y futuro; nunca tendrá que repetirse), como entra el Sumo Sacerdote en el Santuario cada año con sangre ajena (se refiere al Sumo Sacerdote de Israel de la Antigüedad, quien entraba al Lugar Santísimo una vez al año durante el Gran Día de la Expiación, llevando la sangre de animal);
26 De otra manera fuera necesario que Él (el Señor Jesús) hubiera padecido muchas veces desde el principio del mundo (expresa el hecho de que Él no obraba como los Sumos Sacerdotes de Israel que, como dicho, tuvieron que ofrecer el Sacrificio cada año): mas ahora una vez en la consumación de los siglos, para quitar de en medio el pecado se presentó por el Sacrificio de Sí Mismo. (Presenta el Único Sacrificio de Cristo que es suficiente para siempre. También por el Sacrificio de Sí Mismo, Él no cubrió simplemente el pecado, sino más bien "lo quitó" [Jn. 1:29].)
27 Y de la manera que está establecido a los hombres que mueran una sola vez (debido a la Caída, todos los hombres están bajo la sentencia de muerte, y, de hecho, todos han muerto Espiritualmente, lo que quiere decir estar separado de Dios), y después el Juicio (la respuesta a la muerte Espiritual del hombre es Cristo y lo que Él hizo en la Cruz; si Cristo el Salvador es rechazado, todos comparecerán ante Cristo el Juez; ya que la muerte es inevitable, el Juicio es inevitable también):
28 Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para quitar los pecados de muchos (la Cruz fue la respuesta de Dios por el pecado, y, de hecho, la única respuesta); y la segunda vez, sin pecado, será visto de los que Le esperan para Salvación. (Se refiere a la Segunda Venida. "Sin pecado" se refiere al hecho de que la Segunda Venida no será para expiar el pecado, porque ya fue realizado en la Cruz en Su Primera Venida. La Segunda Venida traerá todos los resultados de la Salvación a este mundo, lo que se refiere a todo lo que Él hizo en la Cruz. Ahora sólo tenemos los "Primeros Frutos" [Rom. 8:23].)


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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