El 15 de Junio Lectura Bíblica Diaria
El 15 de Junio Lectura Bíblica Diaria:
Deuteronomio 32 a 34:
"Escuchen, cielos, y hablaré;
oye, tierra, las palabras de mi boca. Que caiga mi enseñanza como lluvia
y desciendan mis palabras como rocío,
como aguacero sobre el pasto nuevo,
como lluvia abundante sobre plantas tiernas. Proclamaré el nombre del Señor.
¡Alaben la grandeza de nuestro Dios! Él es la Roca, sus obras son perfectas,
y todos sus caminos son justos.
Dios es fiel; no practica la injusticia.
Él es recto y justo. Actuaron contra él de manera corrupta;
para vergüenza de ellos, ya no son sus hijos;
¡son una generación torcida y perversa! "¿Y así le pagas al Señor,
pueblo tonto y necio?
¿Acaso no es tu Padre, tu Creador,
el que te hizo y te formó? Recuerda los días de antaño;
considera las épocas del remoto pasado.
Pídele a tu padre que te lo diga,
y a los ancianos que te lo expliquen. Cuando el Altísimo dio su herencia a las naciones,
cuando dividió a toda la humanidad,
les puso límites a los pueblos
según el número de los hijos de Israel. Porque la porción del Señor es su pueblo;
Jacob es su herencia asignada. Lo halló en una tierra desolada,
en la rugiente soledad del yermo.
Lo protegió y lo cuidó;
lo guardó como a la niña de sus ojos; como un águila que agita el nido
y revolotea sobre sus polluelos,
que despliega su plumaje
y los lleva sobre sus alas. "Sólo el Señor lo guiaba;
ningún Dios extraño iba con él. Lo hizo cabalgar sobre las alturas de la tierra
y lo alimentó con el fruto de los campos.
Lo nutrió con miel y aceite,
que hizo brotar de la roca; con natas y leche de la manada y del rebaño,
y con cebados corderos y cabritos;
con toros selectos de Basán
y las mejores espigas del trigo.
¡Bebió la sangre espumosa de la uva! "Jesurún engordó y pateó;
se hartó de comida,
y se puso corpulento y rollizo.
y rechazó a la Roca, su Salvador.
Lo provocó a celos con dioses extraños
y lo hizo enojar con sus ídolos detestables. Ofreció sacrificios a los demonios,
que no son Dios;
dioses que no había conocido,
dioses recién aparecidos,
dioses no honrados por sus padres. ¡Desertaste de la Roca que te engendró!
¡Olvidaste al Dios que te dio vida! "Al ver esto, el Señor los rechazó
porque sus hijos y sus hijas lo irritaron. Les voy a dar la espalda dijo,
y a ver en qué terminan;
son una generación perversa,
¡son unos hijos infieles! Me provocaron a celos con quien no es Dios como yo,
y me enojaron con sus ídolos indignos.
Pues yo haré que ustedes sientan envidia de los que no son pueblo;
voy a irritarlos con una nación insensata. Se ha encendido el fuego de mi ira,
que quema hasta lo profundo del abismo.
Devorará la tierra y sus cosechas,
y consumirá la raíz de las montañas. " 'Amontonaré calamidades sobre ellos
y gastaré mis flechas en su contra. Enviaré a que los consuman el hambre,
la pestilencia nauseabunda y la plaga mortal.
y el veneno de las víboras que se arrastran por el polvo.
En la calle, la espada los dejará sin hijos,
y en sus casas reinará el terror.
Perecerán los jóvenes y las doncellas,
los que aún maman y los que peinan canas. Me dije: ‘Voy a dispersarlos;
borraré de la tierra su memoria. Pero temí las provocaciones del enemigo;
temí que el adversario no entendiera
y llegara a pensar: ‘Hemos triunfado;
nada de esto lo ha hecho el Señor. "Como nación, son unos insensatos;
carecen de discernimiento. ¡Si tan sólo fueran sabios y entendieran esto,
y comprendieran cuál será su fin! ¿Cómo podría un hombre perseguir a mil
si su Roca no los hubiera vendido?
¿Cómo podrían dos hacer huir a diez mil
si el Señor no los hubiera entregado? Su roca no es como la nuestra.
¡Aun nuestros enemigos lo reconocen! Su viña es un retoño de Sodoma,
de los campos de Gomorra.
Sus uvas están llenas de veneno;
sus racimos, preñados de amargura. Su vino es veneno de víboras,
ponzoña mortal de serpientes. "¿No he tenido esto en reserva,
y lo he sellado en mis archivos? Mía es la venganza; yo pagaré.
A su debido tiempo, su pie resbalará.
Se apresura su desastre,
y el día del juicio se avecina. "El Señor defenderá a su pueblo
cuando lo vea sin fuerzas;
tendrá compasión de sus siervos
cuando ya no haya ni esclavos ni libres. Y les dirá: ¿Dónde están ahora sus dioses,
la roca en la cual se refugiaron? ¿Dónde están los dioses
que comieron la gordura de sus sacrificios
y bebieron el vino de sus libaciones?
¡Que se levanten a ayudarles!
¡Que les den abrigo! " '¡Vean ahora que yo soy único!
No hay otro Dios fuera de mí.
Yo doy la muerte y devuelvo la vida,
causo heridas y doy sanidad.
Nadie puede librarse de mi poder. Levanto la mano al cielo y declaro:
Tan seguro como que vivo para siempre, cuando afile mi espada reluciente
y en el día del juicio la tome en mis manos,
me vengaré de mis adversarios;
¡les daré su merecido a los que me odian! Mis flechas se embriagarán de sangre,
y mi espada se hartará de carne:
sangre de heridos y de cautivos,
cabezas de caudillos enemigos. "Alégrense, naciones, con el pueblo de Dios;
él vengará la sangre de sus siervos.
¡Sí! Dios se vengará de sus enemigos, y hará expiación por su tierra y por su pueblo." Acompañado de Josué hijo de Nun, Moisés fue y recitó ante el pueblo todas las palabras de este cántico. Cuando terminó, les dijo a todos los israelitas: "Mediten bien en todo lo que les he declarado solemnemente este día, y díganles a sus hijos que obedezcan fielmente todas las palabras de esta ley. Porque no son palabras vanas para ustedes, sino que de ellas depende su vida; por ellas vivirán mucho tiempo en el territorio que van a poseer al otro lado del Jordán." Ese mismo día el Señor le dijo a Moisés: "Sube a las montañas de Abarín, y contempla desde allí el monte Nebo, en el territorio de Moab, frente a Jericó, y el territorio de Canaán, el cual voy a dar en posesión a los israelitas. En el monte al que vas a subir morirás, y te reunirás con los tuyos, así como tu hermano Aarón murió y se reunió con sus antepasados en el monte Hor. Esto será así porque, a la vista de todos los israelitas, ustedes dos me fueron infieles en las aguas de Meribá Cades; en el desierto de Zin no honraron mi santidad. Por eso no entrarás en el territorio que voy a darle al pueblo de Israel; solamente podrás verlo de lejos." Antes de su muerte, Moisés, hombre de Dios, bendijo así a los israelitas: "Vino el Señor desde el Sinaí:
vino sobre su pueblo, como aurora, desde Seír;
resplandeció desde el monte Parán,
y llegó desde Meribá Cades
con rayos de luz en su diestra. Tú eres quien ama a su pueblo;
todos los santos están en tu mano.
y de ti reciben instrucción.
Es la ley que nos dio Moisés,
el tesoro de la asamblea de Jacob. El Señor era rey sobre Jesurún
cuando los líderes del pueblo se reunieron,
junto con las tribus de Israel. "Que Rubén viva, y que no muera;
¡sean innumerables sus hombres!" Y esto dijo acerca de Judá:
"Oye, Señor, el clamor de Judá;
hazlo volver a su pueblo.
Judá defiende su causa con sus propias fuerzas.
¡Ayúdalo contra sus enemigos!" Acerca de Leví dijo:
"El urim y el tumim, que son tuyos,
los has dado al hombre que favoreces.
Lo pusiste a prueba en Masá;
en las aguas de Meribá contendiste con él. Dijo de su padre y de su madre:
No los tomo en cuenta.
No reconoció a sus hermanos,
y hasta desconoció a sus hijos,
pero tuvo en cuenta tu palabra
y obedeció tu pacto. Le enseñó tus preceptos a Jacob
y tu ley a Israel.
Presentó ante ti, sobre tu altar,
el incienso y las ofrendas del todo quemadas. Bendice, Señor, sus logros
y acepta la obra de sus manos.
Destruye el poder de sus adversarios;
¡que nunca más se levanten sus enemigos!" Acerca de Benjamín dijo:
"Que el amado del Señor repose seguro en él,
porque lo protege todo el día
y descansa tranquilo entre sus hombros." Acerca de José dijo:
"El Señor bendiga su tierra
con el rocío precioso del cielo
y con las aguas que brotan de la tierra; con las mejores cosechas del año
y los mejores frutos del mes; con lo más selecto de las montañas de siempre
y la fertilidad de las colinas eternas; con lo mejor de lo que llena la tierra
y el favor del que mora en la zarza ardiente.
Repose todo esto sobre la cabeza de José,
sobre la corona del elegido entre sus hermanos. José es majestuoso como primogénito de toro;
¡poderoso como un búfalo!
Con sus cuernos atacará a las naciones,
hasta arrinconarlas en los confines del mundo.
¡Tales son los millares de Manasés,
las decenas de millares de Efraín!" Acerca de Zabulón dijo:
"Tú, Zabulón, eres feliz emprendiendo viajes,
y tú, Isacar, quedándote en tu carpa. Invitarán a los pueblos a subir a la montaña,
para ofrecer allí sacrificios de justicia.
y de los tesoros escondidos en la arena."
Acerca de Gad dijo:
"¡Bendito el que ensanche los dominios de Gad!
Ahí habita Gad como león,
desgarrando brazos y cabezas. Escogió la mejor tierra para sí;
se guardó la porción del líder.
Cuando los jefes del pueblo se reunieron,
cumplió la justa voluntad del Señor,
los decretos que había dado a su pueblo." Acerca de Dan dijo:
"Dan es un cachorro de león,
que salta desde Basán." Acerca de Neftalí dijo:
"Neftalí rebosa del favor del Señor,
y está lleno de sus bendiciones;
sus dominios se extienden
desde el mar hasta el desierto." Acerca de Aser dijo:
"Aser es el más bendito de los hijos;
que sea el favorito de sus hermanos,
y se empape en aceite los pies. Tus cerrojos serán de hierro y bronce;
¡que dure tu fuerza tanto como tus días! "No hay nadie como el Dios de Jesurún,
que para ayudarte cabalga en los cielos,
entre las nubes, con toda su majestad. El Dios sempiterno es tu refugio;
por siempre te sostiene entre sus brazos.
y te ordenará que lo destruyas.
¡Vive seguro, Israel!
¡Habita sin enemigos, fuente de Jacob!
Tu tierra está llena de trigo y de mosto;
tus cielos destilan rocío. ¡Sonríele a la vida, Israel!
¿Quién como tú,
pueblo rescatado por el Señor?
Él es tu escudo y tu ayuda;
él es tu espada victoriosa.
Tus enemigos se doblegarán ante ti;
sus espaldas te servirán de tapete." Moisés ascendió de las llanuras de Moab al monte Nebo, a la cima del monte Pisgá, frente a Jericó. Allí el Señor le mostró todo el territorio que se extiende desde Galaad hasta Dan, todo el territorio de Neftalí y de Efraín, Manasés y Judá, hasta el mar Mediterráneo. Le mostró también la región del Néguev y la del valle de Jericó, la ciudad de palmeras, hasta Zoar. Luego el Señor le dijo: "Éste es el territorio que juré a Abraham, Isaac y Jacob que daría a sus descendientes. Te he permitido verlo con tus propios ojos, pero no podrás entrar en él." Allí en Moab murió Moisés, siervo del Señor, tal como el Señor se lo había dicho. Y fue sepultado en Moab, en el valle que está frente a Bet Peor, pero hasta la fecha nadie sabe dónde está su sepultura. Moisés tenía ciento veinte años de edad cuando murió. Con todo, no se había debilitado su vista ni había perdido su vigor. Durante treinta días los israelitas lloraron a Moisés en las llanuras de Moab, guardando así el tiempo de luto acostumbrado. Entonces Josué hijo de Nun fue lleno de espíritu de sabiduría, porque Moisés puso sus manos sobre él. Los israelitas, por su parte, obedecieron a Josué e hicieron lo que el Señor le había ordenado a Moisés. Desde entonces no volvió a surgir en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor tenía trato directo. Sólo Moisés hizo todas aquellas señales y prodigios que el Señor le mandó realizar en Egipto ante el faraón, sus funcionarios y todo su país. Nadie ha demostrado jamás tener un poder tan extraordinario, ni ha sido capaz de realizar las proezas que hizo Moisés ante todo Israel.
Salmo 33:
Canten al Señor con alegría, ustedes los justos;
es propio de los íntegros alabar al Señor. Alaben al Señor al son del arpa;
entonen alabanzas con el decacordio. Cántenle una canción nueva;
toquen con destreza,
y den voces de alegría. La palabra del Señor es justa;
fieles son todas sus obras. El Señor ama la *justicia y el derecho;
llena está la tierra de su amor. Por la palabra del Señor fueron creados los cielos,
y por el soplo de su boca, las estrellas. Él recoge en un cántaro el agua de los mares,
y junta en vasijas los océanos. Tema toda la tierra al Señor;
hónrenlo todos los pueblos del mundo; porque él habló, y todo fue creado;
dio una orden, y todo quedó firme. El Señor frustra los planes de las naciones;
desbarata los designios de los pueblos. Pero los planes del Señor quedan firmes para siempre;
los designios de su mente son eternos. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que escogió por su heredad. El Señor observa desde el cielo
y ve a toda la humanidad; él contempla desde su trono
a todos los habitantes de la tierra. Él es quien formó el corazón de todos,
y quien conoce a fondo todas sus acciones. No se salva el rey por sus muchos soldados,
ni por su mucha fuerza se libra el valiente. Vana esperanza de *victoria es el caballo;
a pesar de su mucha fuerza no puede salvar. Pero el Señor cuida de los que le temen,
de los que esperan en su gran amor; él los libra de la muerte,
y en épocas de hambre los mantiene con vida. Esperamos confiados en el Señor;
él es nuestro socorro y nuestro escudo. En él se regocija nuestro corazón,
porque confiamos en su santo nombre. Que tu gran amor, Señor, nos acompañe,
tal como lo esperamos de ti.
Proverbios 27 NVI:
No te jactes del día de mañana,
porque no sabes lo que el día traerá.
No te jactes de ti mismo;
que sean otros los que te alaben.
Pesada es la piedra, pesada es la arena,
pero más pesada es la ira del necio.
Cruel es la furia, y arrolladora la ira,
pero ¿quién puede enfrentarse a la envidia?
Más vale ser reprendido con franqueza
que ser amado en secreto.
Más confiable es el amigo que hiere
que el enemigo que besa.
Al que no tiene hambre, hasta la miel lo empalaga;
al hambriento, hasta lo amargo le es dulce.
Como ave que vaga lejos del nido
es el hombre que vaga lejos del hogar.
El perfume y el incienso alegran el corazón;
la dulzura de la amistad fortalece el ánimo.[1]
No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre.
No vayas a la casa de tu hermano cuando tengas un problema.
Más vale vecino cercano que hermano distante. Hijo mío, sé sabio y alegra mi corazón;
así podré responder a los que me desprecian.
El prudente ve el peligro y lo evita;
el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias.
Toma la prenda del que salga fiador por un extraño;
reténla en garantía si la entrega por la mujer ajena.
El mejor saludo se juzga una impertinencia
cuando se da a gritos y de madrugada.
Gotera constante en un día lluvioso
es la mujer que siempre pelea. Quien la domine, podrá dominar el viento
y retener[2] aceite en la mano.
El hierro se afila con el hierro,
y el hombre en el trato con el hombre.
El que cuida de la higuera comerá de sus higos,
y el que vela por su amo recibirá honores.
En el agua se refleja el rostro,
y en el corazón se refleja la persona.
El sepulcro, la muerte y los ojos del hombre
jamás se dan por satisfechos.
En el crisol se prueba la plata;
en el horno se prueba el oro;
ante las alabanzas, el hombre.
Aunque al necio lo muelas y lo remuelas,
y lo machaques como al grano,
no le quitarás la necedad.
Asegúrate de saber cómo están tus rebaños;
cuida mucho de tus ovejas; pues las riquezas no son eternas
ni la fortuna está siempre segura. Cuando se limpien los campos y brote el verdor,
y en los montes se recoja la hierba, las ovejas te darán para el vestido,
y las cabras para comprar un campo; tendrás leche de cabra en abundancia
para que se alimenten tú y tu familia,
y toda tu servidumbre.
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS HEBREOS Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor de Jimmy Swaggart:
HEBREOS
CAPÍTULO 3
(64 d.C.)
MOISÉS
POR tanto, Hermanos Santos, participantes del Llamamiento Celestial (corresponde a todos los Creyentes), considerad al Apóstol (presenta la única instancia en que se refiere a Cristo como "Apóstol") y Sumo Sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús (entre los Judíos, el Sumo Sacerdote también fue considerado como el Apóstol de Dios; en consecuencia, ahora se comparan a los dos Apóstoles, el Sumo Sacerdote de Israel y Cristo Jesús);
2 El Cual es fiel a Dios que Le constituyó (debiera leerse, "Cristo fue fiel a Dios Quien Lo nombró Apóstol y Sumo Sacerdote"), como también lo fue Moisés sobre toda su casa. (Presenta al Espíritu Santo a través de Pablo que trataba acerca de Moisés con delicadeza; sin embargo, hay grandes diferencias entre los dos.)
3 Porque de tanto mayor gloria que Moisés, Éste (Cristo Jesús) es estimado digno (comprueba que Pablo declaraba la humanidad de Cristo, con esta medida se comparaba con Moisés), así como tiene mayor dignidad que la casa El Que la fabricó. (Expresa el hecho de que el Señor edificó la Casa de Israel.)
4 Porque toda casa es edificada de alguno (explica el hecho de que aunque los hombres son los instrumentos usados por Dios, ellos son, sólo instrumentos); mas El Que creó todas las cosas es Dios. (Cristo, aunque se humilló a Sí Mismo a la semejanza de la carne pecaminosa, es todavía el Constructor de todas las cosas, que quiere decir que Él es mucho mayor que Moisés [Jn. 1:1-3].)
5 Y Moisés a la verdad fue fiel sobre toda su casa, como siervo (declara la posición del gran Dador de la Ley con relación a Dios), para testificar lo que se había de decir (correspondía a Moisés y a toda la Ley con todas sus ceremonias, etc., toda señalaba a Cristo y la Cruz, Quien haya de venir);
6 Mas Cristo como Hijo sobre Su casa (describe una clara distinción hecha entre la Casa de Dios del Antiguo Testamento y la Casa del Nuevo Testamento); La Cual casa somos nosotros (se refiere a la Iglesia), si hasta el cabo mantuviéremos firme la confianza y la gloria de la esperanza (si mantenemos nuestra confianza en Cristo y la Cruz).
ISRAEL
7 Por lo cual, (como dice el Espíritu Santo (Sal. 95:7-11), Si oyereis hoy Su Voz (presenta palabras que en un principio fueron una advertencia a Israel para que no provocasen a Dios, para que no fuesen excluido del "reposo" que Él les había prometido; esta misma advertencia es dada ahora a los Cristianos),
8 No endurezcáis vuestros corazones (así como Israel endureció su corazón contra Dios en el desierto, también es posible que hagan lo mismo los Cristianos modernos) como en la provocación (Israel provocó a Dios), en el día de la tentación en el desierto (¡El Señor no tentó a Israel, ellos Le tentaron a Él!):
9 Donde Me tentaron vuestros padres (tentaron a Dios a través de la incredulidad y la rebelión), Me probaron (expresaron incredulidad hacia Dios), y vieron Mis obras cuarenta años. (La evidencia estaba alrededor de ellos con respecto al Poder milagroso de Dios que se manifestó diariamente, aun por cuarenta años, pero todavía no creyeron.)
10 A causa de lo cual me disgustó con esta generación (y todo por su incredulidad), y dije, Siempre divagan ellos de corazón (el asiento de la obediencia o la desobediencia); y no han conocido Mis caminos. (Los hubieran conocido, pero no tenían deseo de conocerlos.)
11 Juré, pues, en Mi ira (es figurado y denota un propósito decidido), No entrarán en Mi reposo.) (Se refiere aquí a un "reposo" particular, lo que correspondió a la tierra de Canaán, pero fue indudablemente considerado emblemático del "reposo" proporcionado por la Salvación.)
12 Mirad, Hermanos (Pablo les advertía a los Creyentes mediante ejemplos de los fracasos de Israel en el desierto), que en ninguno de vosotros haya corazón malo de incredulidad (el orden de las palabras Griegas es, "un corazón malo con respecto a la incredulidad") para apartarse del Dios Vivo. (Como dicho, el problema es la incredulidad, y en términos modernos se refiere a la incredulidad en Cristo y la Cruz.)
13 Antes exhortaos los unos a los otros cada día (expresa una frecuencia constante, lo cual significa que el Predicador ha de predicar la Cruz, y hacerlo constantemente), entre tanto que se dice Hoy (debe ser hecho hoy; en otras palabras, comience ahora la conversación y hable acerca de la Cruz, ya que es la única respuesta [I Cor. 1:17; Gál. 6:14]); para que ninguno de vosotros se endurezca con el engaño de pecado. (En efecto dice, "el engaño del pecado," lo que se refiere al rechazo del Sacrificio de Cristo.)
14 Porque participantes de Cristo somos hechos (se refiere a Rom. 6:3-5), con tal que mantenemos firme hasta el fin nuestra confianza que teníamos al principio (si nuestra confianza permanece firme en Cristo y la Cruz);
15 Entre tanto que se dice, Si oyereis hoy Su Voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación (vv. 7-8).
16 Porque algunos, habiendo oído, provocaron (debiera traducirse, "Por cuanto hubieron oído provocaron"; todos lo hicieron excepto Josué y Caleb [Núm. 14:6-9]): aunque no todos de los que habían salido de Egipto con Moisés. (Debiera traducirse, "¿No fueron todos los que salieron de Egipto por medio de Moisés?")
17 Mas ¿con cuáles estuvo enojado cuarenta años? (Se refiere a la ira de Dios que continuó simplemente porque su incredulidad continuó.) ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? (La incredulidad causó la muerte de dos millones de personas aproximadamente.)
18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en Su reposo, sino a aquellos que no obedecieron? (Perdieron todo debido a la incredulidad, y la Iglesia moderna está haciendo lo mismo, cuyo propósito es el mismo por el cual Pablo escribió esta Epístola.)
19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad (y si el Creyente moderno expresa incredulidad hacia Cristo y la Cruz, tendrá los mismos resultados como lo tuvieron la Antigua Israel).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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