28 November 2008

El 28 de Noviembre Lectura Bíblica Diaria:


El 28 de Noviembre Lectura Bíblica Diaria:

Oseas 2 a 4:

"Llamen a sus hermanos: Pueblo mío, y a sus hermanas: Compadecidas. "¡Échenle en cara a su madre que ni ella es mi esposa ni yo su esposo!
¡Que se quite del rostro el maquillaje de prostituta,
y de entre los pechos los adornos de ramera! De lo contrario, la desnudaré por completo;
la dejaré como el día en que nació.
La pondré como un desierto:
¡la convertiré en tierra seca y la mataré de sed! No tendré compasión de sus hijos,
porque son hijos de prostitución. Su madre es una prostituta;
¡la que los concibió es una sinvergüenza!
Pues dijo: Quiero ir tras mis amantes,
que me dan mi pan y mi agua,
mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas. Por eso le cerraré el paso con espinos;
la encerraré para que no encuentre el camino. Con ardor perseguirá a sus amantes,
y al no encontrarlos dirá:
Prefiero volver con mi primer esposo,
porque antes me iba mejor que ahora. Ella no ha querido reconocer que soy yo
quien le da el grano, el vino nuevo y el aceite.
Yo le he multiplicado la plata y el oro,
¿y que hizo con ellos? ¡Falsos dioses! "Por eso, llegado el momento
le quitaré mi trigo y mi vino nuevo.
que le di para cubrir su desnudez. Voy a exhibir su desvergüenza
a la vista de sus amantes,
y nadie la librará de mi mano. Pondré fin a todo su jolgorio:
sus peregrinaciones, sus lunas nuevas,
sus días de reposo, y sus fiestas solemnes. Devastaré sus vides y sus higueras,
que consideraba la paga de sus amantes.
Las convertiré en maleza,
y los animales del campo acabarán con ellas. La llamaré a cuentas por los días
en que quemaba ofrendas a sus falsos dioses,
cuando se adornaba con zarcillos y joyas,
y olvidándose de mí, se iba tras sus amantes
afirma el Señor. "Por eso, ahora voy a seducirla:
me la llevaré al desierto
y le hablaré con ternura. Allí le devolveré sus viñedos,
y convertiré el valle de la Desgracia
en el paso de la Esperanza.
Allí me corresponderá, como en los días de su juventud,
como en el día en que salió de Egipto. "En aquel día afirma el Señor,
ya no me llamarás: mi señor,
sino que me dirás: esposo mío. Te quitaré de los labios el nombre de tus falsos dioses,
y nunca más volverás a invocarlos. Aquel día haré en tu favor un pacto
con los animales del campo,
con las aves de los cielos
y con los reptiles de la tierra.
Eliminaré del país arcos, espadas y guerra,
para que todos duerman seguros. Yo te haré mi esposa para siempre,
y te daré como dote el derecho y la justicia,
el amor y la compasión. Te daré como dote mi fidelidad,
y entonces conocerás al Señor. "En aquel día yo responderé
afirma el Señor;
yo le responderé al cielo,
y el cielo le responderá a la tierra; la tierra les responderá al cereal,
al vino nuevo y al aceite,
y éstos le responderán a Jezrel. Yo la sembraré para mí en la tierra;
me compadeceré de la Indigna de compasión,
a Pueblo ajeno lo llamaré: Pueblo mío;
y él me dirá: Mi Dios." Me habló una vez más el Señor, y me dijo: "Ve y ama a esa mujer adúltera, que es amante de otro. Ámala como ama el Señor a los israelitas, aunque se hayan vuelto a dioses ajenos y se deleiten con las tortas de pasas que les ofrecen." Compré entonces a esa mujer por quince monedas de plata y una carga y media de cebada, y le dije: "Vas a vivir conmigo mucho tiempo, pero sin prostituirte. No tendrás relaciones sexuales con ningún otro hombre. ¡Ni yo te voy a tocar!" Ciertamente los israelitas vivirán mucho tiempo sin rey ni gobernante, sin sacrificio ni altares, ni efod ni ídolos. Pero después los israelitas buscarán nuevamente al Señor su Dios, y a David su rey. En los últimos días acudirán con temor reverente al Señor y a sus bondades. Escuchen, israelitas,
la palabra del Señor,
porque el Señor va a entrar en juicio
contra los habitantes del país:
"Ya no hay entre mi pueblo fidelidad ni amor,
ni conocimiento de Dios. Cunden, más bien, el perjurio y la mentira.
Abundan el robo, el adulterio y el asesinato.
¡Un homicidio sigue a otro! Por tanto, se resecará la tierra,
y desfallecerán todos sus habitantes.
¡Morirán las bestias del campo,
las aves del cielo y los peces del mar! "¡Que nadie acuse ni reprenda a nadie!
¡Tu pueblo parece acusar al sacerdote! Tropiezas de día y de noche,
y los profetas tropiezan contigo;
tu madre dejará de existir, pues por falta de conocimiento
mi pueblo ha sido destruido.
"Puesto que rechazaste el conocimiento,
yo también te rechazo como mi sacerdote.
Ya que te olvidaste de la ley de tu Dios,
yo también me olvidaré de tus hijos. Mientras más aumentaban los sacerdotes,
más pecaban contra mí;
cambiaron a quien es su gloria
en algo deshonroso. El pecado de mi pueblo es su comida;
se regodean en su perversidad. ¡De tal pueblo, tal sacerdote!
¡Por eso les pediré cuentas de su conducta
y les daré la paga de sus acciones! "Comerán, pero no quedarán satisfechos;
se prostituirán, pero no se saciarán;
porque han abandonado al Señor
para entregarse a la prostitución y al vino,
¡al mosto que hace perder la razón! Mi pueblo consulta a su ídolo de madera,
y ese pedazo de palo le responde;
su tendencia a prostituirse los descarría;
se prostituyen en abierto desafío a su Dios. En la cumbre de montes y colinas
queman ofrendas y ofrecen sacrificios,
bajo la agradable sombra
de robles, álamos y encinas.
y cometen adulterio sus nueras. Pero no las castigaré
por sus prostituciones y adulterios,
porque sus propios maridos
se juntan con prostitutas
y celebran banquetes paganos
con las sacerdotisas del templo.
¡Es así como acaba por hundirse
un pueblo falto de entendimiento! "Si tú, Israel, te prostituyes,
¡que no resulte culpable Judá!
"No vayan a Guilgal ni suban a Bet Avén,
ni juren: ¡Por la vida del Señor! Israel es tan indómito como una novilla.
¿Cómo podrá el Señor pastorearlos
en campo abierto, como a corderos? Efraín se ha aliado con las imágenes;
¡pues que se quede con ellas! Cuando ya no tienen licor,
se entregan de lleno a la prostitución,
¡y hasta sus gobernantes aman la deshonra! ¡Por eso un torbellino los arrastrará,
y quedarán avergonzados por sus sacrificios!


Salmo 49:
Oigan esto, pueblos todos;
escuchen, habitantes todos del mundo, tanto débiles como poderosos,
lo mismo los ricos que los pobres. Mi boca hablará con sabiduría;
mi corazón se expresará con inteligencia. Inclinaré mi oído a los proverbios;
propondré mi enigma al son del arpa. ¿Por qué he de temer en tiempos de desgracia,
cuando me rodeen inicuos detractores? ¿Temeré a los que confían en sus riquezas
y se jactan de sus muchas posesiones? Nadie puede salvar a nadie,
ni pagarle a Dios rescate por la vida. Tal rescate es muy costoso;
ningún pago es suficiente. Nadie vive para siempre
sin llegar a ver la fosa. Nadie puede negar que todos mueren,
que sabios e insensatos perecen por igual,
y que sus riquezas se quedan para otros. Aunque tuvieron tierras a su nombre,
sus tumbas serán su hogar eterno,
su morada por todas las generaciones. A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales;
al igual que las bestias, perecen. Tal es el destino de los que confían en sí mismos;
el final de los que se envanecen.
Selah.
Como ovejas, están destinados al sepulcro;
hacia allá los conduce la muerte.
Sus cuerpos se pudrirán en el sepulcro,
lejos de sus mansiones suntuosas.
Por la mañana los gobernarán los justos. Pero Dios me rescatará de las garras del sepulcro
y con él me llevará.
Selah.
No te asombre ver que alguien se enriquezca
y aumente el esplendor de su casa, porque al morir no se llevará nada,
ni con él descenderá su esplendor. Aunque en vida se considere dichoso,
y la gente lo elogie por sus logros, irá a reunirse con sus ancestros,
sin que vuelva jamás a ver la luz. A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales;
al igual que las bestias, perecen.


Proverbios 6:
Hijo mío, si has salido fiador de tu vecino,
si has hecho tratos para responder por otro, si verbalmente te has comprometido,
enredándote con tus propias palabras, entonces has caído en manos de tu prójimo.
Si quieres librarte, hijo mío, éste es el camino:
Ve corriendo y humíllate ante él;
procura deshacer tu compromiso. No permitas que se duerman tus ojos;
no dejes que tus párpados se cierren. Líbrate, como se libra del cazador la gacela,
como se libra de la trampa el ave. ¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga!
¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! No tiene quien la mande,
ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el verano almacena provisiones
y durante la cosecha recoge alimentos. Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado?
¿Cuándo despertarás de tu sueño? Un corto sueño, una breve siesta,
un pequeño descanso, cruzado de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido,
y la escasez como un hombre armado! El bribón y sinvergüenza,
el vagabundo de boca corrupta, hace guiños con los ojos,
y señas con los pies y con los dedos. El malvado trama el mal en su mente,
y siempre anda provocando disensiones. Por eso le sobrevendrá la ruina;
¡de repente será destruido, y no podrá evitarlo! Hay seis cosas que el Señor aborrece,
y siete que le son detestables: los ojos que se enaltecen,
la lengua que miente,
las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace planes perversos,
los pies que corren a hacer lo malo, el falso testigo que esparce mentiras,
y el que siembra discordia entre hermanos. Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre
y no abandones la enseñanza de tu madre. Grábatelos en el corazón;
cuélgatelos al cuello. Cuando camines, te servirán de guía;
cuando duermas, vigilarán tu sueño;
cuando despiertes, hablarán contigo. El mandamiento es una lámpara,
la enseñanza es una luz
y la disciplina es el camino a la vida. Te protegerán de la mujer malvada,
de la mujer ajena y de su lengua seductora. No abrigues en tu corazón deseos por su belleza,
ni te dejes cautivar por sus ojos, pues la ramera va tras un pedazo de pan,
pero la adúltera va tras el hombre que vale.[4] ¿Puede alguien echarse brasas en el pecho
sin quemarse la ropa? ¿Puede alguien caminar sobre las brasas
sin quemarse los pies? Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena
puede tocarla y quedar impune. No se desprecia al ladrón
que roba para mitigar su hambre; pero si lo atrapan, deberá devolver
siete tantos lo robado,
aun cuando eso le cueste todas sus posesiones. Pero al que comete adulterio le faltan sesos;
el que así actúa se destruye a sí mismo. No sacará más que golpes y vergüenzas,
y no podrá borrar su oprobio. Porque los celos desatan la furia del esposo,
y éste no perdonará en el día de la venganza. No aceptará nada en desagravio,
ni se contentará con muchos regalos.


El Libro de Los Hechos Capítulo 23 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES



CAPÍTULO 23
(60 d.C.)
EL SANEDRÍN



ENTONCES Pablo, poniendo los ojos en el Concilio (es claro que se refiere a los setenta y unos miembros del Sanedrín, y el Sumo Sacerdote Ananías que presidía como Presidente), dice, Varones Hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido toda mi vida delante de Dios hasta el día de hoy (quiere decir que lo que sea que estaba haciendo, lo pensó justo en ese mismo momento, ya sea cierto o no).
2 El Sumo Sacerdote, Ananías, mandó entonces a los que estaban delante de él, que le hiriesen en la boca (este hombre odiaba a Pablo; se hace mención en la historia que él fue comisionado unos nueve años antes de esto por influencia política; gobernó como un tirano en Jerusalén, y era un glotón según el Talmud Judío; los Zelotes lo mataron en el año 66 d.C. por sus simpatías con los Romanos).
3 Entonces Pablo le dijo, Dios te herirá a ti, pared blanqueada (en efecto, dice, tú blanqueaste la pared, quiere decir que encubría un corazón negro): ¿y estás tú sentado para juzgarme conforme a la Ley, y contra la Ley me mandas herir? (Pablo conoce la Ley de Moisés mejor que los miembros del Sanedrín.)
4 Y los que estaban presentes dijeron, ¿Al Sumo Sacerdote de Dios maldices? (Pablo no sabía que este hombre era el Sumo Sacerdote.)
5 Y Pablo dijo, No sabía, hermanos, que era el Sumo Sacerdote (era muy difícil en esa época para un visitante que iba a Jerusalén, como era Pablo, saber quién era el Sumo Sacerdote; los Romanos nombraban a alguien de Sumo Sacerdote y después lo desechaban a su gusto, el Sanedrín hacía lo mismo, en otras palabras, para ser el Sumo Sacerdote ya no tenía que ser descendiente de Aarón, como lo debiera ser según Las Escrituras): pues escrito está, Al Príncipe de tu pueblo no maldecirás (Éx. 22:28).
6 Entonces Pablo, sabiendo que la una parte era de Saduceos, y la otra de Fariseos (no se sabe cómo se le ocurrió esta información), clamó en el Concilio, Varones hermanos, yo soy Fariseo, hijo de Fariseo (expresa que Pablo se había afiliado a ese partido antes de su conversión, y su Padre también): de la esperanza y de la resurrección de los muertos soy yo juzgado (la Fe Cristiana está edificada alrededor de Cristo, Su Muerte en la Cruz y Su Resurrección Corporal; los hombres están perdidos si no colocan su fe en la Cruz y la Resurrección).
7 Y cuando hubo dicho esto, fue hecha disensión entre los Fariseos y los Saduceos: y la multitud fue dividida (se refiere al Sanedrín, pero tipifica la mayoría de la Iglesia en la actualidad).
8 Porque los Saduceos dicen que no hay Resurrección, ni Ángel, ni espíritu (eran los modernistas de esa época): mas los Fariseos confiesan ambas cosas (eran los fundamentalistas de esa época, quiere decir que declaraban creer en la Biblia entera).
9 Y se levantó un gran clamor: y levantándose los Escribas de la parte de los Fariseos, contendían diciendo, Ningún mal hallamos en este hombre (la situación se decidió basándose en la Doctrina, y no a causa de Pablo): que si espíritu le ha hablado, o Ángel, no resistamos a Dios.
10 Y habiendo grande disensión, el Comandante, teniendo temor de que Pablo fuese despedazado de ellos, mandó venir soldados, y arrebatarle de en medio de ellos, y llevarle a la fortaleza (describe que la situación estaba completamente fuera de control).
11 Y la noche siguiente, se le presentó el Señor, le dijo (expone que Jesucristo se le apareció a Pablo otra vez [Hch. 22:8, 14, 18; I Cor. 9:1; 15:8; II Cor. 12:1-4]), Confía, Pablo (era claro que en ese momento Pablo se hallaba muy desalentado, y por eso necesitaba la amonestación de Cristo): que como has testificado de Mí en Jerusalén, así te conviene testificar también en Roma (a pesar del odio y los esfuerzos de sus enemigos, los Judíos en Jerusalén no podían quitarle la vida, lo cual no lo lograron).
LOS JUDÍOS
12 Y venido el día, algunos de los Judíos se juntaron, e hicieron voto bajo de maldición (su "maldición" era una maldición religiosa, que procuró poner a Dios en una posición donde Él tendría que hacer su voluntad; ¡ese modo de ver era ridículo!), diciendo que ni comerían ni beberían hasta que hubiesen muerto a Pablo (¡así es la religión!).
13 Y eran más de cuarenta los que se juramentaron con este complot.
14 Los cuales se fueron a los Principales Sacerdotes y a los Ancianos, y dijeron, Nosotros hemos hecho voto debajo de maldición, que no hemos de gustar nada hasta que hayamos muerto a Pablo (ahora buscaban cómo hacer oficial sus esfuerzos).
15 Ahora pues, vosotros, con el Concilio, requerid al comandante que le saque mañana a vosotros como que queréis entender de él alguna cosa más cierta: y nosotros, antes que él llegue, estaremos preparados para matarle (expresa lo profundo de la infamia al cual la religión del corazón carnal puede hundir a las personas cultas y religiosas).
EL COMPLOT DESCUBIERTO
16 Entonces un hijo de la hermana de Pablo, oyendo las asechanzas (presenta al Sobrino de Pablo y todo lo que sabemos de su familia además de las referencias en Rom. 16:7, 11, 21), fue, y entró en la fortaleza, y dio aviso a Pablo (no se sabe cómo obtuvo este conocimiento).
17 Y Pablo, llamando a uno de los Centuriones, dice, Lleva a este joven al Comandante: porque tiene cierto aviso que darle.
18 Él (el Centurión) entonces tomándole (el Sobrino de Pablo), le llevó al Comandante, y dijo, El preso Pablo, llamándome, me rogó que trajese a ti este joven, que tiene algo que hablarte.
19 Y el Comandante, tomándole de la mano y retirándose aparte, le preguntó, ¿Qué es lo que tienes que decirme? (Describe el esfuerzo sincero del Comandante Principal de conseguir la Verdad de todos estos asuntos.)
20 Y él dijo, Los Judíos han concertado rogarte que mañana saques a Pablo al Concilio, como que han de inquirir de él alguna cosa más cierta.
21 Mas tú no los creas: porque más de cuarenta hombres de ellos le acechan, los cuales han hecho voto debajo de maldición, de no comer ni beber hasta que le hayan muerto: y ahora están apercibidos esperando tu promesa (un complot, sin saberlo, es probable que el Comandante hubiera estado de acuerdo si el joven no le hubiera advertido; en realidad, lo que hacían los Judíos estaba en contra de la Ley Romana).
22 Entonces el Comandante despidió al joven, mandándole que a nadie dijese que le había dado aviso de esto (se cree, aunque no está declarado, que el joven fue a contarle a Pablo que el Comandante dio su aprobación de buen grado, lo cual sin duda animó mucho a Pablo).
CESAREA
23 Y llamados dos Centuriones, mandó que disponiese para la hora tercera de la noche (a las 9:00 de la noche) doscientos soldados, que fuesen hasta Cesarea, y setenta de a caballo, y doscientos lanceros;
24 Y que preparasen cabalgaduras en que poniendo a Pablo (es probable que habían colocado al Apóstol al lado de uno de los Centuriones en medio de la fuerza armada), le llevasen en salvo a Félix el Gobernador (no era precisamente un hombre de buena disposición a quien Pablo tendría que contestar).
25 Y escribió una carta en estos términos:
26 Claudio Lisias (el Comandante Romano) al Excelentísimo Gobernador Félix: Salud.
27 A este hombre, apresado de los Judíos, y que iban ellos a matar: yo conseguí librarlo acudiendo con la tropa, habiendo entendido que era Romano.
28 Y queriendo saber la causa por qué le acusaban, le llevé al Concilio de ellos (el Sanedrín):
29 Y hallé que le acusaban de cuestiones de la Ley de ellos (la Ley de Moisés), y que ningún crimen tenía digno de muerte o de prisión.
30 Mas siéndome dado aviso de asechanzas que le habían preparado los Judíos, luego al punto (de inmediato) le he enviado a ti, intimando también a los acusadores que traten delante de ti lo que tienen contra él. Pásalo bien.
31 Y los soldados, tomando a Pablo como les era mandado, le llevaron de noche a Antípatris (aproximadamente 60 kilómetros [cuarenta millas] de Jerusalén, y unos treinta kilómetros [veinte millas] de distancia a Cesarea; a lo mejor los soldados marcharon por quince horas sin parar).
32 Y al día siguiente, dejando a los de a caballo que fuesen con él (la infantería de unos cuatrocientos Soldados regresó a Jerusalén, mientras la caballería que consistía de unos setenta jinetes, acompañó a Pablo el resto del camino a Cesarea), se volvieron a la fortaleza:
33 Y cuando llegaron a Cesárea, y dieron la carta al Gobernador (la carta escrita por el Comandante Romano), presentaron también a Pablo delante de él.
34 Y el Gobernador, leída la carta, preguntó de qué provincia era (el lugar de origen de Pablo). Y entendiendo que de Cilicia (esto automáticamente le dio jurisdicción al Gobernador; el hecho de que Pablo era ciudadano Romano de esta importante Provincia, significó que Félix no podía ignorarlo);
35 Te oiré (le hablaba a Pablo), dijo, cuando vinieren tus acusadores (miembros o representantes del Sanedrín). Y mandó que le guardasen en el Pretorio de Herodes (parte del Palacio lujoso construido por Herodes el Grande; sirvió como Edificio de Congreso, como también residencia oficial de los Gobernadores Romanos; desde luego, habían celdas de prisión dentro de sus límites).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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