24 November 2008

El 24 de Noviembre Lectura Bíblica Diaria


El 24 de Noviembre Lectura Bíblica Diaria:

Daniel 2 a 4:

En el segundo año de su reinado, Nabucodonosor tuvo varios sueños que lo perturbaron y no lo dejaban dormir. Mandó entonces que se reunieran los magos, hechiceros, adivinos y astrólogos de su reino, para que le dijeran lo que había soñado. Una vez reunidos, y ya en presencia del rey, éste les dijo:
Tuve un sueño que me tiene preocupado, y quiero saber lo que significa. Los astrólogos le respondieron:
¡Que viva Su Majestad por siempre! Estamos a su servicio. Cuéntenos el sueño, y nosotros le diremos lo que significa. Pero el rey les advirtió:
Mi decisión ya está tomada: Si no me dicen lo que soñé, ni me dan su interpretación, ordenaré que los corten en pedazos y que sus casas sean reducidas a cenizas. Pero si me dicen lo que soñé y me explican su significado, yo les daré regalos, recompensas y grandes honores. Así que comiencen por decirme lo que soñé, y luego explíquenme su significado. Los astrólogos insistieron:
Si Su Majestad les cuenta a estos siervos suyos lo que soñó, nosotros le diremos lo que significa. Pero el rey les contestó:
Mi decisión ya está tomada. Eso ustedes bien lo saben, y por eso quieren ganar tiempo. Si no me dicen lo que soñé, ya saben lo que les espera. Ustedes se han puesto de acuerdo para salirme con cuestiones engañosas y mal intencionadas, esperando que cambie yo de parecer. Díganme lo que soñé, y así sabré que son capaces de darme su interpretación. Entonces los astrólogos le respondieron:
¡No hay nadie en la tierra capaz de hacer lo que Su Majestad nos pide! ¡Jamás a ningún rey se le ha ocurrido pedirle tal cosa a ningún mago, hechicero o astrólogo! Lo que Su Majestad nos pide raya en lo imposible, y nadie podrá revelárselo, a no ser los dioses. ¡Pero ellos no viven entre nosotros! Tanto enfureció al rey la respuesta de los astrólogos, que mandó ejecutar a todos los sabios de Babilonia. Se publicó entonces un edicto que decretaba la muerte de todos los sabios, de modo que se ordenó la búsqueda de Daniel y de sus compañeros para que fueran ejecutados. Cuando el comandante de la guardia real, que se llamaba Arioc, salió para ejecutar a los sabios babilonios, Daniel le habló con mucho tacto e inteligencia. Le dijo: "¿Por qué ha emitido el rey un edicto tan violento?" Y una vez que Arioc le explicó cuál era el problema, Daniel fue a ver al rey y le pidió tiempo para poder interpretarle su sueño. Después volvió a su casa y les contó a sus amigos Ananías, Misael y Azarías cómo se presentaba la situación. Al mismo tiempo, les pidió que imploraran la misericordia del Dios del cielo en cuanto a ese sueño misterioso, para que ni él ni sus amigos fueran ejecutados con el resto de los sabios babilonios. Durante la noche, Daniel recibió en una visión la respuesta al misterio. Entonces alabó al Dios del cielo y dijo:
"¡Alabado sea por siempre el nombre de Dios!
Suyos son la sabiduría y el poder. Él cambia los tiempos y las épocas,
pone y depone reyes.
A los sabios da sabiduría,
y a los inteligentes, discernimiento. Él revela lo profundo y lo escondido,
y sabe lo que se oculta en las sombras.
¡En él habita la luz! A ti, Dios de mis padres,
te alabo y te doy gracias.
Me has dado sabiduría y poder,
me has dado a conocer lo que te pedimos,
¡me has dado a conocer el sueño del rey!" Entonces Daniel fue a ver a Arioc, a quien el rey le había dado la orden de ejecutar a los sabios de Babilonia, y le dijo:
No mates a los sabios babilonios. Llévame ante el rey, y le interpretaré el sueño que tuvo. Inmediatamente Arioc condujo a Daniel a la presencia del rey, y le dijo:
Entre los exiliados de Judá he hallado a alguien que puede interpretar el sueño de Su Majestad. El rey le preguntó a Daniel, a quien los babilonios le habían puesto por nombre Beltsasar:
¿Puedes decirme lo que vi en mi sueño, y darme su interpretación? A esto Daniel respondió:
No hay ningún sabio ni hechicero, ni mago o adivino, que pueda explicarle a Su Majestad el misterio que le preocupa. Pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios. Ese Dios le ha mostrado a usted lo que tendrá lugar en los días venideros. Éstos son el sueño y las visiones que pasaron por la mente de Su Majestad mientras dormía: Allí, en su cama, Su Majestad dirigió sus pensamientos a las cosas por venir, y el que revela los misterios le mostró lo que está por suceder. Por lo que a mí toca, este misterio me ha sido revelado, no porque yo sea más sabio que el resto de la humanidad, sino para que Su Majestad llegue a conocer su interpretación y entienda lo que pasaba por su mente. "En su sueño Su Majestad veía una estatua enorme, de tamaño impresionante y de aspecto horrible. La cabeza de la estatua era de oro puro, el pecho y los brazos eran de plata, el vientre y los muslos eran de bronce, y las piernas eran de hierro, lo mismo que la mitad de los pies, en tanto que la otra mitad era de barro cocido. De pronto, y mientras Su Majestad contemplaba la estatua, una roca que nadie desprendió vino y golpeó los pies de hierro y barro de la estatua, y los hizo pedazos. Con ellos se hicieron añicos el hierro y el barro, junto con el bronce, la plata y el oro. La estatua se hizo polvo, como el que vuela en el verano cuando se trilla el trigo. El viento barrió con la estatua, y no quedó ni rastro de ella. En cambio, la roca que dio contra la estatua se convirtió en una montaña enorme que llenó toda la tierra. "Éste fue el sueño que tuvo Su Majestad, y éste es su significado: Su Majestad es rey entre los reyes; el Dios del cielo le ha dado el reino, el poder, la majestad y la gloria. Además, ha puesto en manos de Su Majestad a la *humanidad entera, a las bestias del campo y a las aves del cielo. No importa dónde vivan, Dios ha hecho de Su Majestad el gobernante de todos ellos. ¡Su Majestad es la cabeza de oro! "Después de Su Majestad surgirá otro reino de menor importancia. Luego vendrá un tercer reino, que será de bronce, y dominará sobre toda la tierra. Finalmente, vendrá un cuarto reino, sólido como el hierro. Y así como el hierro todo lo rompe, destroza y pulveriza, este cuarto reino hará polvo a los otros reinos. "Su Majestad veía que los pies y los dedos de la estatua eran mitad hierro y mitad barro cocido. El hierro y el barro, que Su Majestad vio mezclados, significan que éste será un reino dividido, aunque tendrá la fuerza del hierro. Y como los dedos eran también mitad hierro y mitad barro, este reino será medianamente fuerte y medianamente débil. Su Majestad vio mezclados el hierro y el barro, dos elementos que no pueden fundirse entre sí. De igual manera, el pueblo será una mezcla que no podrá mantenerse unida. "En los días de estos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido ni entregado a otro pueblo, sino que permanecerá para siempre y hará pedazos a todos estos reinos. Tal es el sentido del sueño donde la roca se desprendía de una montaña; roca que, sin la intervención de nadie, hizo añicos al hierro, al bronce, al barro, a la plata y al oro. El gran Dios le ha mostrado a Su Majestad lo que tendrá lugar en el futuro. El sueño es verdadero, y esta interpretación, digna de confianza. Al oír esto, el rey Nabucodonosor se postró ante Daniel y le rindió pleitesía, ordenó que se le presentara una ofrenda e incienso, y le dijo:
¡Tu Dios es el Dios de dioses y el soberano de los reyes! ¡Tu Dios revela todos los misterios, pues fuiste capaz de revelarme este sueño misterioso! Luego el rey puso a Daniel en un puesto prominente y lo colmó de regalos, lo nombró gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe de todos sus sabios. Además, a solicitud de Daniel, el rey nombró a Sadrac, Mesac y Abednego administradores de la provincia de Babilonia. Daniel, por su parte, permaneció en la corte real. El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, de veintisiete metros de alto por dos metros y medio de ancho, y mandó que la colocaran en los llanos de Dura, en la provincia de Babilonia. Luego les ordenó a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias, que asistieran a la dedicación de la estatua que había mandado erigir. Para celebrar tal dedicación, los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias se reunieron ante la estatua. Entonces los heraldos proclamaron a voz en cuello: "A ustedes, pueblos, naciones y gente de toda lengua, se les ordena lo siguiente: Tan pronto como escuchen la música de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros instrumentos musicales, deberán inclinarse y adorar la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha mandado erigir. Todo el que no se incline ante ella ni la adore será arrojado de inmediato a un horno en llamas." Ante tal amenaza, tan pronto como se escuchó la música de todos esos instrumentos musicales, todos los pueblos y naciones, y gente de toda lengua, se inclinaron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había mandado erigir. Pero algunos astrólogos se presentaron ante el rey y acusaron a los judíos: ¡Que viva Su Majestad por siempre! exclamaron. Usted ha emitido un decreto ordenando que todo el que oiga la música de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros instrumentos musicales, se incline ante la estatua de oro y la adore. También ha ordenado que todo el que no se incline ante la estatua ni la adore será arrojado a un horno en llamas. Pero hay algunos judíos, a quienes Su Majestad ha puesto al frente de la provincia de Babilonia, que no acatan sus órdenes. No adoran a los dioses de Su Majestad ni a la estatua de oro que mandó erigir. Se trata de Sadrac, Mesac y Abednego. Lleno de ira, Nabucodonosor los mandó llamar. Cuando los jóvenes se presentaron ante el rey, Nabucodonosor les dijo:
Ustedes tres, ¿es verdad que no honran a mis dioses ni adoran a la estatua de oro que he mandado erigir? Ahora que escuchen la música de los instrumentos musicales, más les vale que se inclinen ante la estatua que he mandado hacer, y que la adoren. De lo contrario, serán lanzados de inmediato a un horno en llamas, ¡y no habrá dios capaz de librarlos de mis manos! Sadrac, Mesac y Abednego le respondieron a Nabucodonosor:
¡No hace falta que nos defendamos ante Su Majestad! Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad. Pero aun si nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua. Ante la respuesta de Sadrac, Mesac y Abednego, Nabucodonosor se puso muy furioso y cambió su actitud hacia ellos. Mandó entonces que se calentara el horno siete veces más de lo normal, y que algunos de los soldados más fuertes de su ejército ataran a los tres jóvenes y los arrojaran al horno en llamas. Fue así como los arrojaron al horno con sus mantos, sandalias, turbantes y todo, es decir, tal y como estaban vestidos. Tan inmediata fue la orden del rey, y tan caliente estaba el horno, que las llamas alcanzaron y mataron a los soldados que arrojaron a Sadrac, Mesac y Abednego, los cuales, atados de pies y manos, cayeron dentro del horno en llamas. En ese momento Nabucodonosor se puso de pie, y sorprendido les preguntó a sus consejeros:
¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y arrojamos al fuego?
Así es, Su Majestad le respondieron. ¡Pues miren! exclamó. Allí en el fuego veo a cuatro hombres, sin ataduras y sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la apariencia de un dios! Dicho esto, Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno en llamas y gritó:
Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo, ¡salgan de allí, y vengan acá!
Cuando los tres jóvenes salieron del horno, los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros reales se arremolinaron en torno a ellos y vieron que el fuego no les había causado ningún daño, y que ni uno solo de sus cabellos se había chamuscado; es más, su ropa no estaba quemada ¡y ni siquiera olía a humo! Entonces exclamó Nabucodonosor: "¡Alabado sea el Dios de estos jóvenes, que envió a su ángel y los salvó! Ellos confiaron en él y, desafiando la orden real, optaron por la muerte antes que honrar o adorar a otro dios que no fuera el suyo. Por tanto, yo decreto que se descuartice a cualquiera que hable en contra del Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, y que su casa sea reducida a cenizas, sin importar la nación a que pertenezca o la lengua que hable. ¡No hay otro dios que pueda salvar de esta manera!" Después de eso el rey promovió a Sadrac, Mesac y Abednego a un alto puesto en la provincia de Babilonia. El rey Nabucodonosor,
a todos los pueblos y naciones que habitan en este mundo, y a toda lengua:
¡Paz y prosperidad para todos! Me es grato darles a conocer las señales y maravillas que el Dios Altísimo ha realizado en mi favor. ¡Cuán grandes son sus señales! ¡Cuán portentosas son sus maravillas! ¡Su reino es un reino eterno! ¡Su soberanía permanece de generación en generación! Yo, Nabucodonosor, estaba en mi palacio, feliz y lleno de prosperidad, cuando tuve un sueño que me infundió miedo. Recostado en mi lecho, las imágenes y visiones que pasaron por mi mente me llenaron de terror. Ordené entonces que vinieran a mi presencia todos los sabios de Babilonia para que me interpretaran el sueño. Cuando llegaron los magos, hechiceros, astrólogos y adivinos, les conté mi sueño pero no me lo pudieron interpretar. Finalmente Daniel, que en honor a mi Dios también se llama Beltsasar, se presentó ante mí y le conté mi sueño, pues en él reposa el espíritu de los santos dioses. Yo le dije: "Beltsasar, jefe de los magos, yo sé que en ti reposa el espíritu de los santos dioses, y que no hay para ti ningún misterio demasiado difícil de resolver. Te voy a contar mi sueño, y quiero que me digas lo que significa. Y ésta es la tremenda visión que tuve mientras reposaba en mi lecho: Veía ante mí un árbol de altura impresionante, plantado en medio de la tierra. El árbol creció y se hizo fuerte, y su copa tocaba el cielo, ¡hasta podía verse desde cualquier punto de la tierra! Tenía un hermoso follaje y abundantes frutos; ¡todo el mundo hallaba en él su alimento! Hasta las bestias salvajes venían a refugiarse bajo su sombra, y en sus ramas anidaban las aves del cielo. ¡Ese árbol alimentaba a todos los animales! "En la visión que tuve mientras reposaba en mi lecho, vi ante mí a un mensajero santo que descendía del cielo y que a voz en cuello me gritaba: ¡Derriba el árbol y córtale las ramas; arráncale las hojas y esparce los frutos! ¡Haz que las bestias huyan de su sombra, y que las aves abandonen sus nidos! Pero deja enterrados el tocón y las raíces; sujétalos con hierro y bronce entre la hierba del campo. Deja que se empape con el rocío del cielo, y que habite con los animales y entre las plantas de la tierra. Deja que su mente humana se trastorne y se vuelva como la de un animal, hasta que hayan transcurrido siete años. "Los santos mensajeros han anunciado la decisión, es decir, el veredicto, para que todos los vivientes reconozcan que el Dios Altísimo es el soberano de todos los reinos humanos, y que se los entrega a quien él quiere, y hasta pone sobre ellos al más humilde de los hombres. "Yo, Nabucodonosor, tuve este sueño. Ahora tú, Beltsasar, dime qué es lo que significa, ya que ninguno de los sabios de mi reino me lo pudo interpretar. ¡Pero tú sí puedes hacerlo, porque en ti reposa el espíritu de los santos dioses!" Daniel, conocido también como Beltsasar, se quedó desconcertado por algún tiempo y aterrorizado por sus propios pensamientos; por eso el rey le dijo:
Beltsasar, no te dejes alarmar por este sueño y su significado.
A esto Daniel respondió:
¡Ojalá que el sueño y su significado tengan que ver con los acérrimos enemigos de Su Majestad! La copa del árbol que Su Majestad veía crecer y fortalecerse, tocaba el cielo; ¡hasta podía verse desde cualquier punto de la tierra! Ese árbol tenía un hermoso follaje y daba abundantes frutos, y alimentaba a todo el mundo; bajo su sombra se refugiaban las bestias salvajes, y en sus ramas anidaban las aves del cielo. Ese árbol es Su Majestad, que se ha hecho fuerte y poderoso, y con su grandeza ha alcanzado el cielo. ¡Su dominio se extiende a los lugares más remotos de la tierra! "Su Majestad veía que del cielo bajaba un mensajero *santo, el cual le ordenaba derribar el árbol y destruirlo, y dejarlo enterrado para que se empapara con el rocío del cielo, aunque tenía que sujetar con hierro y bronce el tocón y las raíces. De este modo viviría como los animales salvajes hasta que transcurrieran siete años. "La interpretación del sueño, y el decreto que el Altísimo ha emitido contra Su Majestad, es como sigue: Usted será apartado de la gente y habitará con los animales salvajes; comerá pasto como el ganado, y se empapará con el rocío del cielo. Siete años pasarán hasta que Su Majestad reconozca que el Altísimo es el soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere. La orden de dejar el tocón y las raíces del árbol quiere decir que Su Majestad recibirá nuevamente el reino, cuando haya reconocido que el verdadero reino es el del cielo. Por lo tanto, yo le ruego a Su Majestad aceptar el consejo que le voy a dar: Renuncie usted a sus pecados y actúe con justicia; renuncie a su maldad y sea bondadoso con los oprimidos. Tal vez entonces su prosperidad vuelva a ser la de antes." En efecto, todo esto le sucedió al rey Nabucodonosor. Doce meses después, mientras daba un paseo por la terraza del palacio real de Babilonia, exclamó: "¡Miren la gran Babilonia que he construido como capital del reino! ¡La he construido con mi gran poder, para mi propia honra!" No había terminado de hablar cuando, desde el cielo, se escuchó una voz que decía:
"Éste es el decreto en cuanto a ti, rey Nabucodonosor. Tu autoridad real se te ha quitado. Serás apartado de la gente y vivirás entre los animales salvajes; comerás pasto como el ganado, y siete años transcurrirán hasta que reconozcas que el Altísimo es el soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere." Y al instante se cumplió lo anunciado a Nabucodonosor. Lo separaron de la gente, y comió pasto como el ganado. Su cuerpo se empapó con el rocío del cielo, y hasta el pelo y las uñas le crecieron como plumas y garras de águila. Pasado ese tiempo yo, Nabucodonosor, elevé los ojos al cielo, y recobré el juicio. Entonces alabé al Altísimo; honré y glorifiqué al que vive para siempre:
Su dominio es eterno;
su reino permanece para siempre. Ninguno de los pueblos de la tierra
merece ser tomado en cuenta.
con los poderes celestiales
y con los pueblos de la tierra.
ni quien le pida cuentas de sus actos. Recobré el juicio, y al momento me fueron devueltos la honra, el esplendor y la gloria de mi reino. Mis consejeros y cortesanos vinieron a buscarme, y me fue devuelto el trono. ¡Llegué a ser más poderoso que antes! Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia, y es capaz de humillar a los soberbios.



Salmo 45:
En mi corazón se agita un bello tema
mientras recito mis versos ante el rey;
mi lengua es como pluma de hábil escritor. Tú eres el más apuesto de los hombres;
tus labios son fuente de elocuencia,
ya que Dios te ha bendecido para siempre. ¡Con esplendor y majestad,
cíñete la espada, oh valiente! Con majestad, cabalga victorioso
en nombre de la verdad, la humildad y la justicia;
que tu diestra realice gloriosas hazañas. Que tus agudas flechas atraviesen
el corazón de los enemigos del rey,
y que caigan las naciones a tus pies. Tu trono, oh Dios, permanece para siempre;
el cetro de tu reino es un cetro de justicia. Tú amas la justicia y odias la maldad;
por eso Dios te escogió a ti y no a tus compañeros,
¡tu Dios te ungió con perfume de alegría! Aroma de mirra, áloe y canela
exhalan todas tus vestiduras;
desde los palacios adornados con marfil
te alegra la música de cuerdas. Entre tus damas de honor se cuentan princesas;
a tu derecha se halla la novia real
luciendo el oro más fino. Escucha, hija, fíjate bien y presta atención:
Olvídate de tu pueblo y de tu familia. El rey está cautivado por tu hermosura;
él es tu señor: inclínate ante él. La gente de Tiro vendrá con presentes;
los ricos del pueblo buscarán tu favor. La princesa es todo esplendor,
luciendo en su alcoba brocados de oro. Vestida de finos bordados
es conducida ante el rey,
seguida por sus damas de compañía. Con alegría y regocijo son conducidas
al interior del palacio real. Tus hijos ocuparán el trono de tus ancestros;
los pondrás por príncipes en toda la tierra. Haré que tu nombre se recuerde
por todas las generaciones;
por eso las naciones te alabarán
eternamente y para siempre.


Proverbios 2:
Hijo mío, si haces tuyas mis palabras
y atesoras mis mandamientos; si tu oído inclinas hacia la sabiduría
y de corazón te entregas a la inteligencia; si llamas a la inteligencia
y pides discernimiento; si la buscas como a la plata,
como a un tesoro escondido, entonces comprenderás el temor del Señor
y hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría;
conocimiento y ciencia brotan de sus labios. Él reserva su ayuda para la gente íntegra
y protege a los de conducta intachable. Él cuida el sendero de los justos
y protege el camino de sus fieles. Entonces comprenderás la justicia y el derecho,
la equidad y todo buen camino; la sabiduría vendrá a tu corazón,
y el conocimiento te endulzará la vida. La discreción te cuidará,
la inteligencia te protegerá. La sabiduría te librará del camino de los malvados,
de los que profieren palabras perversas, de los que se apartan del camino recto
para andar por sendas tenebrosas, de los que se complacen en hacer lo malo
y festejan la perversidad, de los que andan por caminos torcidos
y por sendas extraviadas; te librará de la mujer ajena,
de la extraña de palabras seductoras que, olvidándose de su pacto con Dios,
abandona al compañero de su juventud. Ciertamente su casa conduce a la muerte;
sus sendas llevan al reino de las sombras. El que se enreda con ella no vuelve jamás,
ni alcanza los senderos de la vida. Así andarás por el camino de los buenos
y seguirás la senda de los justos. Pues los íntegros, los perfectos,
habitarán la tierra y permanecerán en ella. Pero los malvados, los impíos,
serán desarraigados y expulsados de la tierra.

El Libro de Los Hechos Capítulo 19 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES



CAPÍTULO 19
(58 d.C.)
ÉFESO



Y ACONTECIÓ que entre tanto que Apolos estaba en Corinto (pertenece a Hch. 18:27), Pablo, habiendo recorrido las regiones superiores, vino a Éfeso (se refiere anteriormente a Hch. 18:23): y hallando ciertos Discípulos (eran seguidores de Cristo, pero deficientes en su entendimiento),
2 Les dijo, ¿Habéis recibido el Espíritu Santo después que creísteis? (En el Griego, es literalmente, ¿habiendo creído, recibió usted? Sabemos que estos hombres ya fueron salvos porque cada vez que se usaba la palabra Discípulos en el Libro de los Hechos, se refiere a las personas que habían aceptado a Cristo. Pablo reconocía que estas personas, aunque eran salvas, todavía no habían sido Bautizados con el Espíritu Santo.) Y ellos le dijeron, Antes ni aun hemos oído si hay Espíritu Santo (no significa que no sabían de la existencia del Espíritu Santo, sino que no estaban conscientes de que había venido la época del Espíritu, y que los Creyentes podían literalmente ser Bautizados con Él; en la Salvación, el Espíritu Santo Bautiza a los pecadores que creen colocándoles en Cristo; en el Bautismo del Espíritu, Jesús Bautiza a los Creyentes en el Espíritu Santo [Mat. 3:11]).
3 Entonces dijo, ¿En qué pues sois bautizados? (Después de preguntar sobre el Bautismo del Espíritu Santo, Pablo recibió sólo una mirada fija y vacía, por así decirlo.) Y ellos dijeron, en el Bautismo de Juan (era el Bautismo de Arrepentimiento).
4 Y dijo Pablo, Juan bautizó con Bautismo de Arrepentimiento (que, en efecto, era todo lo que podía hacer durante ese tiempo), diciendo al pueblo que creyesen en Él que había de venir después de él, es a saber, en Jesús el Cristo (revela a Juan el Bautista que proclama a Jesús como el Salvador de la humanidad).
5 Oído que hubieron esto (sin duda, Pablo dijo mucho más; sin embargo, la evidencia es que ellos al instante creyeron y aceptaron lo que Pablo dijo, y entonces desearon lo que él dijo), fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús (quiere decir, por la autoridad del Señor Jesús; la única fórmula Bautismal en la Palabra de Dios es Mat. 28:19).
6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos (constituye un principio Bíblico [Hch. 8:17; 9:17-18]), vino sobre ellos el Espíritu Santo (se refiere a ellos que son Bautizados con el Espíritu Santo); y hablaban en lenguas, y profetizaban (proclama las Lenguas como evidencia física inicial que ha sido Bautizado con el Espíritu Santo; a veces está acompañada con la Profecía en ese momento y a veces no [Hch. 8:17; 9:17; 10:46]).
7 Y eran en todos como unos doce hombres (al parecer no habían mujeres implicadas en este tiempo).
LA SINAGOGA
8 Y entrando él (Pablo) dentro de la Sinagoga, hablaba libremente por espacio de tres meses (parece ser que él pasaba más tiempo aquí que en la mayoría de las Sinagogas), disputando y persuadiendo del Reino de Dios (había traído pruebas razonables de Las Escrituras del Antiguo Testamento para demostrar que el Reino [la autoridad del gobierno] de Dios son reveladas en Jesús, Quien Ascendió a la Diestra del Padre y está sentado en el Trono del Padre [Hch. 2:30-33]).
LA IGLESIA
9 Mas endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud (se rebelaron contra el Evangelio de Cristo), apartándose Pablo de ellos separó a los Discípulos (expone la ruptura con la Sinagoga), disputando cada día en la escuela de un cierto Tirano (se cree que es la Sala de Conferencias de un Filósofo Griego).
10 Y esto fue por espacio de dos años (es posible que se refiera a muchas noches, y a veces, durante el día también; él pasó un total de tres años en Éfeso [Hch. 20:31]); de manera que todos los que habitaban en Asia, Judíos y Griegos, oyeron la Palabra del Señor Jesús (no se refiere a cada una de las personas, sino más bien de personas de toda clase social y de todas las áreas circundantes)
LOS MILAGROS
11 Y hacía Dios singulares Maravillas por manos de Pablo (el Señor obró estas cosas, no Pablo):
12 De tal manera que aun se llevaban sobre los enfermos los sudarios y los pañuelos de su cuerpo (no hay ninguna indicación en el Texto que él deliberadamente envió estas cosas, aunque él definitivamente pudiera haberlo hecho, sino más bien que la gente por su propia cuenta los recogió; se llevaron al afectado o al poseído por demonios, evidentemente colocaban la tela sobre la persona, y recibía sanidad y/o liberación), y las enfermedades se iban de ellos, y los malos espíritus salían de ellos (no eran los pedazos de la tela que obraban la sanidad, sino más bien el Poder de Dios que utilizaba estas telas como un punto de contacto con respecto a la Fe).
13 Y algunos de los Judíos, exorcistas vagabundos (habla de personas que practicaban la adivinación, y quienes no eran de Dios, sino más bien de Satanás), tentaron a invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos (por lo visto esta gente había oído a Pablo ministrar y lo habían observado orar por los enfermos y expulsar a los demonios; evidentemente notaron que él usó el Nombre de Jesús, que tenía un efecto poderoso), diciendo, Os conjuro por Jesús, el que Pablo predica (parece que se inventaron su propia fórmula o conjuro al observar a Pablo).
14 Y había siete hijos de un tal Esceva, Judío, Dirigente de los Sacerdotes, que hacían esto (deduce que este hombre puede haber sido un miembro del Consejo Judío en Éfeso).
15 Y respondiendo el espíritu malo, dijo (señala a un hombre que fue poseído por demonios, y que algunos o todos sus siete hijos habían sido contratados para exorcizar este espíritu), A Jesús conozco y sé quién es Pablo; mas vosotros ¿quiénes sois? (Representa dos verbos Griegos diferentes y distintos en cuanto a la palabra conozco. ¡Con respecto a Jesús, se insinúa temor! Con respecto a Pablo, había menos acción.)
16 Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando en ellos, y enseñoreándose de ellos, pudo más que ellos (es probable que los siete hijos se vieron envueltos en esa situación y vencidos por el hombre poseído por los demonios), de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos (el Texto Griego indica que sufrieron heridas lo bastante severas para estar afectados por un buen período de tiempo).
17 Y esto fue notorio a todos, así Judíos como Griegos, los que habitaban en Éfeso (todos no quiere decir cada una de estas personas, sino más bien un buen número); y cayó temor sobre todos ellos (se daban cuenta ya que no han de jugar con el Nombre de Jesús), y era ensalzado el Nombre del Señor Jesús (presenta la idea constante del Espíritu Santo que Jesús siempre será glorificado [Jn. 16:14]).
18 Y muchos de los que habían creído, venían (habla de aquellos que habían confiado en el Señor para la Salvación, pero todavía no dejaban ciertos pecados), confesando y dando cuenta de sus hechos (tiene que ver con el Espíritu Santo que ahora guía a los Creyentes a la Santidad y a la Justicia, así como anteriormente los había guiado a la Salvación).
19 Asimismo muchos de los que habían practicado vanas artes, trajeron los libros, y los quemaron delante de todos (artes curiosas se refiere a la práctica de la magia; entonces el Espíritu Santo estaba obrando con poder en las vidas de la gente, como él lo desea hacer siempre; si Le permitimos, Él nos limpiará; y lo hace a través de la Fe en Cristo y Su Cruz [Rom. 8:2]): y echada la cuenta del precio de ellos, hallaron ser cincuenta mil denarios (debe haber sido muchos, muchos libros, etc., por la cantidad en el año 2003 sumaba en valor de unos dos millones de dólares).
20 Así crecía poderosamente la Palabra del Señor, y prevalecía (no dice que la Iglesia crecía con fuerza, sino mas bien la Palabra de Dios. . .).
21 Y acabadas estas cosas, se propuso Pablo en Espíritu (se refiere al Espíritu Santo) partir a Jerusalén, después de pasar por Macedonia y Acaya (quería estar allí para la Fiesta de Pentecostés [Hch. 20:16]), diciendo, Después que hubiere estado allá me será necesario ver también a Roma (el Texto Griego indica que había una Mano Divina colocada sobre Pablo).
22 Y enviando a Macedonia a dos de los que le ayudaban, Timoteo y Erasto (tiene que ver con las preparaciones que ellos harían en las Iglesias para la visita de Pablo dentro de poco tiempo); él se estuvo por algún tiempo en Asia (se quedó en Éfeso un poco más de tiempo, tal vez dos o tres meses).
ÉFESO
23 Entonces hubo un alboroto no pequeño acerca del Camino (del Camino es el Camino Pentecostal, que caracteriza la totalidad del Libro de los Hechos).
24 Porque un platero llamado Demetrio (es posible que era el maestro-gremio del gremio de los plateros o del sindicato), el cual hacía de plata templecillos de Diana (habla de las miniaturas del templo de Diana con la diosa al fondo en medio del templo), daba a los artífices no poca ganancia (habla de aquellos que se ganaban la vida trabajando en este tipo de artesanía);
25 A los cuales, reunidos con los oficiales de semejante oficio (a los cuales Demetrio los llamó para reunirse), dijo, Varones, sabéis que de este oficio tenemos ganancia (nos dice que su mayor preocupación no era en realidad la adoración o el honor a esta diosa, sino de su prosperidad).
26 Y veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino a muchas gentes de casi toda el Asia (presenta un testimonio poderoso, que proviene de un enemigo, al poder y la eficacia de las labores de Pablo y de su Mensaje), ha apartado con persuasión, diciendo, que no son dioses los que se hacen con las manos (proclama lo que Pablo predicaba, y al cual muchas personas habían llegado a creer, y con toda la razón):
27 Y no solamente hay peligro de que este negocio se nos vuelva en reproche (conlleva la idea de que esto caería en desprestigio); sino también que el Templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida su majestad, la cual honra toda el Asia y el mundo (había aquí algo de exageración).
28 Oídas estas cosas, se llenaron de ira (las acusaciones de Demetrio tuvieron el efecto deseado), y dieron alarido diciendo, ¡Grande es Diana de los Efesios! (en realidad, la gran riqueza y la prominencia de la ciudad de Éfeso fue en gran parte debido al gran Templo de Diana, pero que básicamente se localizó en esa ciudad.)
29 Y la ciudad se llenó de confusión (se formaba la turba): y unánimes se arrojaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, Macedonios, compañeros de Pablo (reconociendo a estos dos hombres como compañeros de Pablo, los arrastraron al anfiteatro).
30 Y queriendo Pablo salir al pueblo (Pablo decidió entrar en el teatro y dirigirse a la muchedumbre), los Discípulos no le dejaron (los Creyentes que eran parte de la Iglesia en Éfeso, y sabían del peligro que le esperaba a Pablo).
31 También algunos de los principales de Asia, que eran sus amigos (eran hombres de alto rango y gran riqueza, que representa una vez más la asombrosa prueba de la gran influencia de la predicación de Pablo en Asia), enviaron a él rogando que no se presentase en el teatro (me parece que enviaron mensaje a Pablo, pero no se presentaron en persona).
32 Y otros gritaban otra cosa (representa las acciones y peculiaridades de una turba): porque la concurrencia estaba confusa; y los más no sabían por qué se habían juntado (quiere decir que habían unos cuántos que agitaban a muchos).
33 Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empujándole los Judíos (no está claro quién exactamente era este Alejandro). Entonces Alejandro, pedido silencio con la mano, quería dar razón al pueblo (representa lo que no sirve de nada).
34 Mas cuando conocieron que era Judío (explica el motivo por la cual siguió con sus arranques), un grito se levantó de todos ellos, que gritaron casi por dos horas, Grande es Diana de los Efesios (a pesar de todo esto, la historia hace mención que el Evangelio que Pablo predicó, tenía tanto efecto que los adoradores de la diosa Diana se reducían en números cada vez, mientras que la Iglesia en Éfeso seguía floreciendo).
35 Entonces el escribano, cuando había calmado la gente (presenta una oficina de influencia), dijo, Varones Efesios ¿y quién hay de los hombres que no sepa que la ciudad de los Efesios es honradora de la gran diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter? (La idea es que Éfeso es el orgulloso poseedor de esta diosa, de la cual ninguna otra ciudad en el mundo podía jactarse.)
36 Así que, pues esto no puede ser contradicho (apela al orgullo de estas personas, en cuanto a la grandeza de Diana), conviene que os apacigüéis, y que nada hagáis imprudentemente (representa el buen consejo, aunque provenía de un pagano).
37 Pues habéis traído a estos hombres (se refiere a Gayo y Aristarco), sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa (quiere decir que Pablo no había dirigido su atención a este ídolo, pero, sin duda, se había referido a ídolos hechos por manos humanas [v. 26]).
38 Que si Demetrio y los oficiales que están con él tienen negocio con alguno, audiencias se hacen (refleja el sentido común del funcionario de la municipalidad), y procónsules hay; acúsense los unos a los otros (él les decía que si Demetrio realmente tuviera un caso contra Pablo y aquellos que estaban con él, entonces debería presentarlo en el Tribunal abierto).
39 Y si demandáis alguna otra cosa (en efecto, dice, si hay otras quejas contra Pablo además de lo mencionado, habría de dirigirlo correctamente, y no por la acción de la turba), en legítima asamblea se pueda decidir (Tribunal abierto).
40 Porque peligro hay de que seamos acusados de sedición por hoy (se refiere a la perturbación de la paz Romana por ninguna razón), no habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razón de este concurso (expone que el funcionario de la municipalidad se pregunta cómo iba a explicar la acción de la turba a las autoridades Romanas, al tener que dar cuentas).
41 Y habiendo dicho esto, despidió la concurrencia (prevaleció el sentido común, y de inmediato fueron liberados Gayo y Aristarco).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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