27 November 2008

El 27 de Noviembre Lectura Bíblica Diaria



El 27 de Noviembre Lectura Bíblica Diaria:

Daniel 11 a 12 y Oseas 1:

"Cuando Darío el Medo estaba en el primer año de su reinado, también le brindé mi apoyo y mi ayuda. "Pero ahora voy a darte a conocer la verdad. Van a levantarse en Persia tres reyes más, y hasta un cuarto, el cual será más rico que los otros tres. En cuanto haya cobrado fuerza con sus riquezas, incitará a todos contra el reino griego. Surgirá entonces un rey muy aguerrido, el cual gobernará con lujo de fuerza y hará lo que mejor le parezca. Pero tan pronto como surja su imperio, se resquebrajará y se esparcirá hacia los cuatro vientos del cielo. Este imperio no será para sus descendientes, ni tendrá el poder que tuvo bajo su gobierno, porque Dios lo dividirá y se lo entregará a otros. "El rey del sur cobrará fuerza, pero uno de sus comandantes se hará más fuerte que él, y con alarde de poder gobernará sobre su propio imperio. Pasados algunos años harán una alianza: la hija del rey del sur se casará con el rey del norte, y harán las paces, aunque ella no retendrá su poder, y el poder del rey tampoco durará. Ella será traicionada, junto con su escolta, su hijo y su esposo.
" En esos días, uno de la familia real usurpará el trono de la hija del rey del sur, y con su ejército atacará al rey del norte y a la fortaleza real, saliendo victorioso de la lucha. Se apoderará de las estatuas de metal de sus dioses, y de sus objetos de oro y plata, y se los llevará a Egipto, dejando tranquilo al rey del norte durante algunos años. Luego el rey del norte invadirá los dominios del rey del sur, pero se verá forzado a volver a su país. Tocará a sus hijos alistarse para la guerra, y reunirán a un gran ejército que, como una inundación, avanzará arrasándolo todo hasta llegar a la fortaleza. "Enfurecido, el rey del sur marchará en contra del rey del norte, que será derrotado a pesar de contar con un gran ejército. Ante el triunfo obtenido, el rey del sur se llenará de orgullo y matará a miles, pero su victoria no durará porque el rey del norte reunirá a otro ejército, más numeroso y mejor armado que el anterior, y después de algunos años volverá a atacar al rey del sur. "Mira, Daniel, por ese tiempo habrá muchos que se rebelarán contra el rey del sur, incluso gente violenta de tu pueblo, pero no saldrán victoriosos. Así se cumplirá la visión. Entonces el rey del norte vendrá y levantará rampas de asalto y conquistará la ciudad fortificada, pues las fuerzas del sur no podrán resistir; ¡ni siquiera sus mejores tropas podrán ofrecer resistencia! El ejército invasor hará de las suyas, pues nadie podrá hacerle frente, y se establecerá en nuestra hermosa tierra, la cual quedará bajo su dominio. El rey del norte se dispondrá a atacar con todo el poder de su reino, pero hará una alianza con el rey del sur: éste le dará su hija en matrimonio, con miras a derrocar su reino, pero sus planes no tendrán el éxito esperado. Dirigirá entonces sus ataques contra las ciudades costeras, y conquistará muchas de ellas, pero un general responderá a su insolencia y lo hará quedar en ridículo. Después de eso, el rey del norte regresará a la fortaleza de su país, pero sufrirá un tropiezo y no volverá a saberse nada de él. "Después del rey del norte, ocupará el trono un rey que, para mantener el esplendor del reino, enviará a un recaudador de impuestos. Pero poco tiempo después ese rey perderá la vida, aunque no en el fragor de la batalla. "En su lugar reinará un hombre despreciable, indigno de ser rey, que invadirá el reino cuando la gente se sienta más segura y, recurriendo a artimañas, usurpará el trono. Arrasará como una inundación a las fuerzas que se le opongan; las derrotará por completo, lo mismo que al príncipe del pacto. Engañará a los que pacten con él, y con un grupo reducido usurpará el trono. Cuando las provincias más ricas se sientan más seguras, las invadirá, logrando así lo que jamás lograron sus padres y abuelos. Repartirá entre sus seguidores el botín y las riquezas que haya ganado en la guerra, y hará planes para atacar las ciudades fortificadas.
" Pero esto no durará mucho tiempo. Envalentonado por su fuerza, ese hombre atacará al rey del sur con un gran ejército. Al frente de un ejército muy grande y poderoso, el rey del sur responderá al ataque; pero no podrá vencerlo, porque será traicionado. Los mismos que compartían su mesa buscarán su ruina; su ejército será derrotado por completo, y muchos caerán en batalla. Sentados a la misma mesa, estos dos reyes pensarán sólo en hacerse daño, y se mentirán el uno al otro; pero esto de nada servirá, porque el momento del fin todavía no habrá llegado. El rey del norte regresará a su país con grandes riquezas, pero antes profanará el santo templo, así que llevará a cabo sus planes y luego volverá a su país. "En el momento preciso, el rey del norte volverá a invadir el sur, aunque esta vez el resultado será diferente, porque los barcos de guerra de las costas occidentales se opondrán a él y le harán perder el valor. Entonces retrocederá y descargará su enojo contra el santo templo. En su retirada, se mostrará bondadoso con los que renegaron de él. Sus fuerzas armadas se dedicarán a profanar la fortaleza del templo, y suspenderán el sacrificio diario, estableciendo el horrible sacrilegio. Corromperá con halagos a los que hayan renegado del pacto, pero los que conozcan a su Dios se le opondrán con firmeza. "Los sabios instruirán a muchos, aunque durante algún tiempo morirán a filo de espada, o serán quemados, o se les tomará cautivos y se les despojará de todo. Cuando caigan, recibirán muy poca ayuda, aunque mucha gente hipócrita se les unirá. Algunos de los sabios caerán, pero esa prueba los purificará y perfeccionará, para que cuando llegue la hora final no tengan mancha alguna. Todavía falta mucho para que llegue el momento preciso. "El rey hará lo que mejor le parezca. Se exaltará a sí mismo, se creerá superior a todos los dioses, y dirá cosas del Dios de dioses que nadie antes se atrevió a decir. Su éxito durará mientras la ira de Dios no llegue a su colmo, aunque lo que ha de suceder, sucederá. Ese rey no tomará en cuenta a los dioses de sus antepasados, ni al dios que adoran las mujeres, ni a ningún otro dios, sino que se exaltará a sí mismo por encima de todos ellos. En su lugar, adorará al dios de las fortalezas; honrará a un dios que sus antepasados no conocieron, y le presentará costosas ofrendas de oro, plata y piedras preciosas. Con la ayuda de un dios extraño atacará las fortalezas más poderosas, y rendirá grandes honores a aquellos que lo reconozcan, pues en recompensa los pondrá como gobernadores de grandes multitudes y les dará tierras. "Cuando llegue la hora final, el rey del sur trabará combate contra el rey del norte, pero éste responderá a su ataque con carros y caballos y con toda una flota de barcos de guerra. Invadirá muchos países, y los arrasará como una inundación. También invadirá nuestro hermoso país, y muchos países caerán bajo su poder, aunque Edom y Moab y los jefes de Amón escaparán de sus manos. Extenderá su poder sobre muchos países, y ni Egipto podrá salvarse. Se adueñará de los tesoros de oro y plata de Egipto, y de todas sus riquezas, y también someterá a los libios y a los etíopes. Sin embargo, le llegarán noticias alarmantes del este y del norte, y en su furor se pondrá en marcha dispuesto a destruir y matar a mucha gente. Plantará su campamento real entre el mar y el bello monte santo; pero allí le llegará su fin, y nadie acudirá en su ayuda. "Entonces se levantará Miguel,
el gran príncipe protector de tu pueblo.
Habrá un período de angustia,
como no lo ha habido jamás
desde que las naciones existen.
Serán salvados los de tu pueblo,
cuyo nombre se halla anotado en el libro, y del polvo de la tierra se levantarán
las multitudes de los que duermen,
algunos de ellos para vivir por siempre,
pero otros para quedar en la vergüenza
y en la confusión perpetuas. Los sabios resplandecerán
con el brillo de la bóveda celeste;
los que instruyen a las multitudes
en el camino de la justicia
brillarán como las estrellas
por toda la eternidad. "Tú, Daniel, guarda estas cosas en secreto y sella el libro hasta la hora final, pues muchos andarán de un lado a otro en busca de cualquier conocimiento. "Yo, Daniel, vi ante mí a otros dos hombres; uno de ellos estaba en una orilla del río, y el otro en la orilla opuesta. Uno de ellos le dijo al hombre vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuánto falta para que se cumplan estas cosas tan increíbles? "Yo pude ver y oír cuando el hombre vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, levantó las manos al cielo y juró por el que vive para siempre: Faltan tres años y medio. Todo esto se cumplirá cuando el poder del pueblo santo no vuelva a ser destruido. "Aunque escuché lo que dijo ese hombre, no pude entenderlo, así que le pregunté: Señor, ¿en qué va a parar todo esto? Y él me respondió: Sigue adelante, Daniel, que estas cosas se mantendrán selladas y en secreto hasta que llegue la hora final. Muchos serán purificados y perfeccionados, y quedarán limpios, pero los malvados seguirán en su maldad. Ninguno de ellos entenderá nada, pero los sabios lo entenderán todo. A partir del momento en que se suspenda el sacrificio diario y se imponga el horrible sacrilegio, transcurrirán mil doscientos noventa días. ¡Dichoso el que espere a que hayan transcurrido mil trescientos treinta y cinco días! Pero tú, persevera hasta el fin y descansa, que al final de los tiempos te levantarás para recibir tu recompensa. "
Oseas 1:
Ésta es la palabra del Señor que vino a Oseas hijo de Beerí durante los reinados de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, y durante el reinado de Jeroboán hijo de Joás, rey de Israel. La primera vez que el Señor habló por medio de Oseas, le dijo: "Ve y toma por esposa una prostituta, y ten con ella hijos de prostitución, porque el país se ha prostituido por completo. ¡Se ha apartado del Señor!" Oseas fue y tomó por esposa a Gómer, hija de Diblayin, la cual concibió y le dio a luz un hijo. Entonces el Señor le dijo: "Ponle por nombre Jezrel, porque dentro de poco haré que la casa real de Jehú pague por la masacre en Jezrel. Así pondré fin al dominio del reino de Israel. Ese día quebraré el arco de Israel en el valle de Jezrel." Gómer volvió a concebir y dio a luz una niña. Entonces el Señor le dijo a Oseas: "Ponle por nombre: Indigna de compasión, porque no volveré a compadecerme del reino de Israel, sino que le negaré el perdón. En cambio, tendré compasión de la tribu de Judá, y la salvaré; pero no por medio de arco, ni de espada ni de batallas, ni tampoco por medio de caballos y jinetes, sino por medio del Señor su Dios." Cuando Gómer destetó a la llamada "Indigna de compasión", volvió a concebir y tuvo otro hijo. Entonces el Señor le dijo a Oseas: "Ponle por nombre: Pueblo ajeno, porque ni ustedes son mi pueblo, ni yo soy su Dios. "Con todo, los israelitas serán tan numerosos como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el mismo lugar donde se les llamó: Pueblo ajeno, se les llamará: Hijos del Dios viviente. El pueblo de Judá se reunirá con el pueblo de Israel, y nombrarán un solo jefe y resurgirán en su país, porque grande será el día de Jezrel.


Salmo 48:
Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza
en la ciudad de nuestro Dios.
Su monte santo, bella colina,
es la alegría de toda la tierra.
El monte Sión, en la parte norte,
es la ciudad del gran Rey. En las fortificaciones de Sión
Dios se ha dado a conocer como refugio seguro. Hubo reyes que unieron sus fuerzas
y que juntos avanzaron contra la ciudad; pero al verla quedaron pasmados,
y asustados emprendieron la retirada. Allí el miedo se apoderó de ellos,
y un dolor de parturienta les sobrevino. ¡Con un viento huracanado
destruiste las naves de Tarsis! Tal como lo habíamos oído,
ahora lo hemos visto
en la ciudad del Señor Todopoderoso,
en la ciudad de nuestro Dios:
¡Él la hará permanecer para siempre!
Selah.
Dentro de tu templo, oh Dios,
meditamos en tu gran amor. Tu alabanza, oh Dios, como tu nombre,
llega a los confines de la tierra;
tu derecha está llena de justicia. Por causa de tus justas decisiones
el monte Sión se alegra
y las aldeas de Judá se regocijan. Caminen alrededor de Sión,
caminen en torno suyo
y cuenten sus torres. Observen bien sus murallas
y examinen sus fortificaciones,
para que se lo cuenten a las generaciones futuras. ¡Este Dios es nuestro Dios eterno!
¡Él nos guiará para siempre!


Proverbios 5:
Escuchen, hijos, la corrección de un padre;
dispónganse a adquirir inteligencia. Yo les brindo buenas enseñanzas,
así que no abandonen mi instrucción. Cuando yo era pequeño y vivía con mi padre,
cuando era el niño consentido de mi madre, mi padre me instruyó de esta manera:
"Aférrate de corazón a mis palabras;
obedece mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia;
no olvides mis palabras ni te apartes de ellas. No abandones nunca a la sabiduría,
y ella te protegerá;
ámala, y ella te cuidará. La sabiduría es lo primero. ¡Adquiere sabiduría!
Por sobre todas las cosas, adquiere discernimiento. Estima a la sabiduría, y ella te exaltará;
abrázala, y ella te honrará; te pondrá en la cabeza una hermosa diadema;
te obsequiará una bella corona." Escucha, hijo mío; acoge mis palabras,
y los años de tu vida aumentarán. Yo te guío por el camino de la sabiduría,
te dirijo por sendas de rectitud. Cuando camines, no encontrarás obstáculos;
cuando corras, no tropezarás. Aférrate a la instrucción, no la dejes escapar;
cuídala bien, que ella es tu vida. No sigas la senda de los perversos
ni vayas por el camino de los malvados. ¡Evita ese camino! ¡No pases por él!
¡Aléjate de allí, y sigue de largo! Los malvados no duermen si no hacen lo malo;
pierden el sueño si no hacen que alguien caiga. Su pan es la maldad;
su vino, la violencia. La senda de los justos se asemeja
a los primeros albores de la aurora:
su esplendor va en aumento
hasta que el día alcanza su plenitud. Pero el camino de los malvados
es como la más densa oscuridad;
¡ni siquiera saben con qué tropiezan! Hijo mío, atiende a mis consejos;
escucha atentamente lo que digo. No pierdas de vista mis palabras;
guárdalas muy dentro de tu corazón. Ellas dan vida a quienes las hallan;
son la salud del cuerpo. Por sobre todas las cosas cuida tu corazón,
porque de él mana la vida. Aleja de tu boca la perversidad;
aparta de tus labios las palabras corruptas. Pon la mirada en lo que tienes delante;
fija la vista en lo que está frente a ti. Endereza las sendas por donde andas;
allana todos tus caminos. No te desvíes ni a diestra ni a siniestra;
apártate de la maldad.


El Libro de Los Hechos Capítulo 22 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES



CAPÍTULO 22
(60 d.C.)
LA DEFENSA DE PABLO



VARONES Hermanos y Padres (manifiesta el comienzo del discurso final de Pablo a Israel, por lo menos lo que está registrado, culminaría el día siguiente con el Sanedrín), oíd la razón que ahora os doy (expresa algunas de las más grandes palabras que jamás escucharían, Pablo era el instrumento, pero el Espíritu Santo era el orador).
2 (Y cuando oyeron que les hablaba en lengua Hebrea, guardaron más silencio: Y dijo,)
3 Yo de cierto soy Judío, nacido en Tarso de Cilicia, mas criado en esta ciudad a los pies de Gamaliel (automáticamente le dio a Pablo credibilidad), enseñado conforme a la verdad de la Ley de la Patria, celoso de Dios, como todos vosotros sois hoy (todo esto significa que Pablo era un Erudito en la Ley Mosaica).
4 Que he perseguido este Camino (el Camino del Señor Jesucristo) hasta la muerte (la persecución de los Creyentes causó la muerte de algunos), prendiendo y entregando en cárceles hombres y mujeres (indica que no demostró misericordia alguna).
5 Como también el Sumo Sacerdote me es testigo, y todos los Ancianos (aunque esto pasó aproximadamente veinticinco años antes, sin duda, estaban allí ciertos Líderes Judíos que sabían de lo que él hablaba): de los cuales también tomando letras a los Hermanos (Hch. 9:1-2), iba a Damasco para traer presos a Jerusalén aun a los que estuviesen allí (los seguidores de Cristo), para que fuesen castigados.
LA CONVERSIÓN
6 Mas aconteció que yendo yo, y llegando cerca de Damasco, como a medio día (un día que Pablo nunca olvidaría), de repente me rodeó mucha luz del Cielo (lo describiría más tarde como más resplandeciente que el Sol del mediodía [Hch. 26:13]).
7 Y caí en el suelo (derribado por el Poder de Dios), y oí una Voz que me decía, Saulo, Saulo, ¿por qué Me persigues? (Cuando nos oponemos a aquellos que realmente le pertenecen al Señor, y me refiero a oponerse a su Justicia, nos oponemos al mismo tiempo a Dios.)
8 Yo entonces respondí, ¿Quién eres, Señor? (Pablo sabía que era la Deidad a Quien él le hablaba.) Y me dijo, Yo soy Jesús de Nazaret, a quién tú persigues (describe al Señor usando el mismo Nombre tan odiado por Pablo).
9 Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron (nos dice que todo el Testimonio de Pablo podría ser confirmado por testigos); mas no oyeron la Voz del que hablaba conmigo (debiera haberse traducido, no oyeron lo que dijo la Voz, sólo oyeron el sonido).
10 Y dije, ¿Qué haré, Señor? (En este momento, Pablo aceptó a Cristo como su Señor y Salvador.) Y el Señor me dijo, Levántate, y ve a Damasco, y allí te será dicho todo lo que te está señalado hacer (declara el Plan de Dios para la vida de Pablo y el Ministerio).
11 Y cuando yo no viese por causa del Resplandor de aquella Luz (la Luz resplandeciente de Cristo era tan brillante que dejó a Pablo ciego), llevado de la mano por los que estaban conmigo, vine a Damasco (Pablo entra a la ciudad en una actitud completamente diferente a la de antes).
12 Entonces un Ananías, varón piadoso conforme a la Ley, que tenía buen testimonio de todos los Judíos que allí moraban (era un seguidor de Cristo, pero era también amado y respetado por los Judíos quienes no eran amistosos con Cristo),
13 Viniendo a mí, y acercándose, me dijo, Hermano Saulo (se refería a él de esta manera porque Pablo ya era salvo), recibe la vista (fue sanado de inmediato, y parece que en aquel mismo momento fue Bautizado con el Espíritu Santo, con la evidencia de hablar en otras Lenguas [Hch. 9:17]). Y yo en aquella hora le miré (Hch. 9:18 dice, le cayeron de sus ojos como escamas).
14 Y él dijo, El Dios de nuestros Padres te ha predestinado (Pablo fue escogido por el Señor para desempeñar cierta tarea) para que conocieses Su Voluntad (lo que el Señor deseaba, no lo que Pablo deseaba), y vieses a aquel Justo (Jesucristo ha de ser el punto focal de todas las cosas), y oyeses la Voz de Su Boca (con esto Pablo llegó a ser un testigo de Su Resurrección a la misma altura que aquéllos que lo vieron vivo antes de Su Ascensión).
15 Porque has de ser testigo Suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído (se refiere a Su Gran Comisión para llevar el Evangelio al mundo de esa época).
16 Ahora pues, ¿por qué te detienes? (En esencia, se refiere a Ananías que le decía a Pablo que era tiempo de comenzar.) Levántate, y Bautízate, y lava tus pecados (se refiere a que se realiza una acción del presente a causa de una acción pasada; fue Bautizado en agua porque sus pecados ya habían sido lavados por la Sangre de Jesús), invocando Su Nombre (sus pecados son lavados cuando usted clama el Nombre del Señor).
LOS GENTILES
17 Y me aconteció, vuelto a Jerusalén (corresponde a Hch. 9:26), que orando en el Templo, fui arrebatado fuera de mí (se refiere a su gran respeto al Templo, y al mismo tiempo refuta la acusación de algunos Judíos de que él contaminaría el Templo);
18 Y Le vi (a Jesús) que me decía, Date prisa, y sal de inmediato fuera de Jerusalén (manifiesta al Señor que una vez más acusó a esta ciudad, Su ciudad, mas ya en total rebelión contra Él); porque no recibirán tu testimonio de mí (no sólo rechazaron el Mensaje de Cristo, sino que matarían a Pablo también si se le diera la oportunidad).
19 Y yo dije, Señor, ellos saben que yo encerraba en cárcel, y hería por las Sinagogas a los que creían en Ti:
20 Y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo (sin duda, este acontecimiento tuvo un efecto profundo en Pablo), yo también estaba presente, y consentía a su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban (comprometía a Pablo como cómplice en la muerte de este hombre).
21 Y (Jesús) me dijo, Ve, porque Yo te tengo que enviar lejos a los Gentiles (era la vocación principal de Pablo, eso fue lo que le dijo Ananías en el momento de su conversión [Hch. 9:15]).
22 Y le oyeron hasta esta palabra (se refiere a la palabra Gentiles), entonces alzaron la voz, diciendo, Quita de la Tierra a un tal hombre: porque no conviene que viva (esta gente afirmaban que se basaban en Las Escrituras para reclamar la vida de Pablo).
23 Y dando ellos voces, y arrojando sus ropas y echando polvo al aire (describe su cólera),
24 Mandó el tribuno que le llevasen a la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con azotes (la forma más terrible de tortura); para saber por qué causa clamaban así contra él (considerando que Pablo hablaba en Hebreo, el Comandante Romano poco entendía lo que ocurría).
UN CIUDADANO ROMANO
25 Y como le ataron con correas (se alistaban ya para azotarlo y atormentarlo), Pablo dijo al centurión que estaba presente, ¿Os es lícito azotar a un hombre Romano sin ser condenado? (Pablo no se iba a retraer de la tortura si se trataba directamente con el Nombre de Jesús, pero la eludía en silencio y con mucha dignidad cuando era por ignorancia de los oficiales.)
26 Y cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al Comandante, diciendo, ¿Qué vas a hacer? porque este hombre es Romano (Roma protegía los derechos de los ciudadanos Romanos como algo sagrado).
27 Y viniendo el Tribuno, le dijo, Dime, ¿eres tú Romano? Y él dijo, Sí (en realidad, el Comandante Principal violaba la Ley con sólo atar a Pablo).
28 Y respondió el Comandante, Yo con grande suma alcancé esta ciudadanía (indica una de las maneras en que se podía obtener la ciudadanía Romana). Entonces Pablo dijo, Pero yo lo soy de nacimiento (Pablo era ciudadano Romano de nacimiento, ya sea por algún servicio que su familia desempeñó para Roma, o por haber residido en la ciudad de Tarso).
29 Así que, luego (de inmediato) se apartaron de él los que le habían de atormentar (se refiere a aquellos que iban a azotar a Pablo, rápido se retiraron): y aun el Comandante también tuvo temor, entendido que era Romano, por haberle atado.
30 Y al día siguiente, queriendo saber de cierto la causa por qué era acusado de los Judíos, le soltó de las prisiones (ya no lo sujetaron, pero al mismo tiempo estuvo bajo custodia por si acaso el Comandante necesitara alguna información), y mandó venir a los Principales Sacerdotes, y a todo su Concilio (el Sanedrín Judío, el Consejo Judío superior, y el cuerpo gobernante Civil y Religioso), y sacando a Pablo, le presentó delante de ellos.


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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