29 January 2023

El 29 de enero Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 29 de enero Lectura Bíblica Diaria:
 
Job 31-33: El pedido final de Job:
31 Hice pacto con mis ojos;
¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen? Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios,
Y qué heredad el Omnipotente desde las alturas? ¿No hay quebrantamiento para el impío,
Y extrañamiento para los que hacen iniquidad? ¿No ve él mis caminos,
Y cuenta todos mis pasos? Si anduve con mentira,
Y si mi pie se apresuró a engaño, Péseme Dios en balanzas de justicia,
Y conocerá mi integridad. Si mis pasos se apartaron del camino,
Si mi corazón se fue tras mis ojos,
Y si algo se pegó a mis manos, Siembre yo, y otro coma,
Y sea arrancada mi siembra. Si fue mi corazón engañado acerca de mujer,
Y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo, Muela para otro mi mujer,
Y sobre ella otros se encorven. Porque es maldad e iniquidad
Que han de castigar los jueces. Porque es fuego que devoraría hasta el Abadón,
Y consumiría toda mi hacienda. Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva,
Cuando ellos contendían conmigo, ¿Qué haría yo cuando Dios se levantase?
Y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo? El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él?
¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz? Si estorbé el contento de los pobres,
E hice desfallecer los ojos de la viuda; Si comí mi bocado solo,
Y no comió de él el huérfano (Porque desde mi juventud creció conmigo como con un padre,
Y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda); Si he visto que pereciera alguno sin vestido,
Y al menesteroso sin abrigo; Si no me bendijeron sus lomos,
Y del vellón de mis ovejas se calentaron; Si alcé contra el huérfano mi mano,
Aunque viese que me ayudaran en la puerta; Mi espalda se caiga de mi hombro,
Y el hueso de mi brazo sea quebrado. Porque temí el castigo de Dios,
Contra cuya majestad yo no tendría poder. Si puse en el oro mi esperanza,
Y dije al oro: Mi confianza eres tú; Si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen,
Y de que mi mano hallase mucho; Si he mirado al sol cuando resplandecía,
O a la luna cuando iba hermosa, Y mi corazón se engañó en secreto,
Y mi boca besó mi mano; Esto también sería maldad juzgada;
Porque habría negado al Dios soberano. Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía,
Y me regocijé cuando le halló el mal (Ni aun entregué al pecado mi lengua,
Pidiendo maldición para su alma); Si mis siervos no decían:
¿Quién no se ha saciado de su carne? (El forastero no pasaba fuera la noche;
Mis puertas abría al caminante); Si encubrí como hombre mis transgresiones,
Escondiendo en mi seno mi iniquidad, Porque tuve temor de la gran multitud,
Y el menosprecio de las familias me atemorizó,
Y callé, y no salí de mi puerta; ¡Quién me diera quien me oyese!
He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí,
Aunque mi adversario me forme proceso. Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro,
Y me lo ceñiría como una corona. Yo le contaría el número de mis pasos,
Y como príncipe me presentaría ante él. Si mi tierra clama contra mí,
Y lloran todos sus surcos; Si comí su sustancia sin dinero,
O afligí el alma de sus dueños, En lugar de trigo me nazcan abrojos,
Y espinos en lugar de cebada.
Aquí terminan las palabras de Job.
32 Cesaron estos tres varones de responder a Job, por cuanto él era justo a sus propios ojos. Entonces Eliú hijo de Baraquel buzita, de la familia de Ram, se encendió en ira contra Job; se encendió en ira, por cuanto se justificaba a sí mismo más que a Dios. Asimismo se encendió en ira contra sus tres amigos, porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado a Job. Y Eliú había esperado a Job en la disputa, porque los otros eran más viejos que él. Pero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, se encendió en ira. Y respondió Eliú hijo de Baraquel buzita, y dijo:
Yo soy joven, y vosotros ancianos;
Por tanto, he tenido miedo, y he temido declararos mi opinión. Yo decía: Los días hablarán,
Y la muchedumbre de años declarará sabiduría. Ciertamente espíritu hay en el hombre,
Y el soplo del Omnipotente le hace que entienda. No son los sabios los de mucha edad,
Ni los ancianos entienden el derecho. Por tanto, yo dije: Escuchadme;
Declararé yo también mi sabiduría. He aquí yo he esperado a vuestras razones,
He escuchado vuestros argumentos,
En tanto que buscabais palabras. Os he prestado atención,
Y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya a Job,
Y responda a sus razones. Para que no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría;
Lo vence Dios, no el hombre. Ahora bien, Job no dirigió contra mí sus palabras,
Ni yo le responderé con vuestras razones. Se espantaron, no respondieron más;
Se les fueron los razonamientos. Yo, pues, he esperado, pero no hablaban;
Más bien callaron y no respondieron más. Por eso yo también responderé mi parte;
También yo declararé mi juicio. Porque lleno estoy de palabras,
Y me apremia el espíritu dentro de mí. De cierto mi corazón está como el vino que no tiene respiradero,
Y se rompe como odres nuevos. Hablaré, pues, y respiraré;
Abriré mis labios, y responderé. No haré ahora acepción de personas,
Ni usaré con nadie de títulos lisonjeros. Porque no sé hablar lisonjas;
De otra manera, en breve mi Hacedor me consumiría.
33 Por tanto, Job, oye ahora mis razones,
Y escucha todas mis palabras. He aquí yo abriré ahora mi boca,
Y mi lengua hablará en mi garganta. Mis razones declararán la rectitud de mi corazón,
Y lo que saben mis labios, lo hablarán con sinceridad. El espíritu de Dios me hizo,
Y el soplo del Omnipotente me dio vida. Respóndeme si puedes;
Ordena tus palabras, ponte en pie. Heme aquí a mí en lugar de Dios, conforme a tu dicho;
De barro fui yo también formado. He aquí, mi terror no te espantará,
Ni mi mano se agravará sobre ti. De cierto tú dijiste a oídos míos,
Y yo oí la voz de tus palabras que decían: Yo soy limpio y sin defecto;
Soy inocente, y no hay maldad en mí. He aquí que él buscó reproches contra mí,
Y me tiene por su enemigo; Puso mis pies en el cepo,
Y vigiló todas mis sendas. He aquí, en esto no has hablado justamente;
Yo te responderé que mayor es Dios que el hombre. ¿Por qué contiendes contra él?
Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones. Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios;
Pero el hombre no entiende. Por sueño, en visión nocturna,
Cuando el sueño cae sobre los hombres,
Cuando se adormecen sobre el lecho, Entonces revela al oído de los hombres,
Y les señala su consejo, Para quitar al hombre de su obra,
Y apartar del varón la soberbia. Detendrá su alma del sepulcro,
Y su vida de que perezca a espada. También sobre su cama es castigado
Con dolor fuerte en todos sus huesos, Que le hace que su vida aborrezca el pan,
Y su alma la comida suave. Su carne desfallece, de manera que no se ve,
Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen. Su alma se acerca al sepulcro,
Y su vida a los que causan la muerte. Si tuviese cerca de él
Algún elocuente mediador muy escogido,
Que anuncie al hombre su deber; Que le diga que Dios tuvo de él misericordia,
Que lo libró de descender al sepulcro,
Que halló redención; Su carne será más tierna que la del niño,
Volverá a los días de su juventud. Orará a Dios, y éste le amará,
Y verá su faz con júbilo;
Y restaurará al hombre su justicia. El mira sobre los hombres; y al que dijere:
Pequé, y pervertí lo recto,
Y no me ha aprovechado, Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro,
Y su vida se verá en luz. He aquí, todas estas cosas hace Dios
Dos y tres veces con el hombre, Para apartar su alma del sepulcro,
Y para iluminarlo con la luz de los vivientes. Escucha, Job, y óyeme;
Calla, y yo hablaré. Si tienes razones, respóndeme;
Habla, porque yo te quiero justificar. Y si no, óyeme tú a mí;
Calla, y te enseñaré sabiduría.

Salmo 107:
Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre. Que lo digan los redimidos del Señor, a quienes redimió del poder del adversario, a quienes reunió de todos los países, de oriente y de occidente, del norte y del sur. Vagaban perdidos por parajes desiertos, sin dar con el camino a una ciudad habitable. Hambrientos y sedientos, la vida se les iba consumiendo. En su angustia clamaron al Señor, y él los libró de su aflicción. Los llevó por el camino recto hasta llegar a una ciudad habitable. ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! ¡Él apaga la sed del sediento, y sacia con lo mejor al hambriento! Afligidos y encadenados, habitaban en las más densas tinieblas por haberse rebelado contra las palabras de Dios, por menospreciar los designios del Altísimo. Los sometió a trabajos forzados; tropezaban, y no había quien los ayudara. En su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción. Los sacó de las sombras tenebrosas y rompió en pedazos sus cadenas. ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! ¡Él hace añicos las puertas de bronce y rompe en mil pedazos las barras de hierro! Trastornados por su rebeldía, afligidos por su iniquidad, todo alimento les causaba asco. ¡Llegaron a las puertas mismas de la muerte! En su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción. Envió su palabra para sanarlos, y así los rescató del sepulcro. ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! ¡Que ofrezcan sacrificios de gratitud, y jubilosos proclamen sus obras! Se hicieron a la mar en sus barcos; para comerciar surcaron las muchas aguas. Allí, en las aguas profundas, vieron las obras del Señor y sus maravillas. Habló Dios, y se desató un fuerte viento que tanto encrespó las olas que subían a los cielos y bajaban al abismo. Ante el peligro, ellos perdieron el coraje. Como ebrios tropezaban, se tambaleaban; de nada les valía toda su pericia. En su angustia clamaron al Señor, y él los sacó de su aflicción. Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar. Ante esa calma se alegraron, y Dios los llevó al puerto anhelado. ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! ¡Que lo exalten en la asamblea del pueblo! ¡Que lo alaben en el consejo de los ancianos! Dios convirtió los ríos en desiertos, los manantiales en tierra seca, los fértiles terrenos en tierra salitrosa, por la maldad de sus habitantes. Convirtió el desierto en fuentes de agua, la tierra seca en manantiales; hizo habitar allí a los hambrientos, y ellos fundaron una ciudad habitable. Sembraron campos, plantaron viñedos, obtuvieron abundantes cosechas. Dios los bendijo y se multiplicaron, y no dejó que menguaran sus rebaños. Pero si merman y son humillados, es por la opresión, la maldad y la aflicción. Dios desdeña a los nobles y los hace vagar por desiertos sin senderos. Pero a los necesitados los saca de su miseria, y hace que sus familias crezcan como rebaños. Los rectos lo verán y se alegrarán, pero todos los impíos serán acallados. Quien sea sabio, que considere estas cosas y entienda bien el gran amor del Señor.



Proverbios 10:
Proverbios de Salomón: El hijo sabio es la alegría de su padre; el hijo necio es el pesar de su madre. Las riquezas mal habidas no sirven de nada, pero la justicia libra de la muerte. El Señor no deja sin comer al justo, pero frustra la avidez de los malvados. Las manos ociosas conducen a la pobreza; las manos hábiles atraen riquezas. El hijo prevenido se abastece en el verano, pero el sinvergüenza duerme en tiempo de cosecha. El justo se ve coronado de bendiciones, pero la boca del malvado encubre violencia. La memoria de los justos es una bendición, pero la fama de los malvados será pasto de los gusanos. El de sabio corazón acata las órdenes, pero el necio y rezongón va camino al desastre. Quien se conduce con integridad, anda seguro; quien anda en malos pasos será descubierto. Quien guiña el ojo con malicia provoca pesar; el necio y rezongón va camino al desastre. Fuente de vida es la boca del justo, pero la boca del malvado encubre violencia. El odio es motivo de disensiones, pero el amor cubre todas las faltas. En los labios del prudente hay sabiduría; en la espalda del falto de juicio, sólo garrotazos. El que es sabio atesora el conocimiento, pero la boca del necio es un peligro inminente. La riqueza del rico es su baluarte; la pobreza del pobre es su ruina. El salario del justo es la vida; la ganancia del malvado es el pecado. El que   atiende a la corrección va camino a la vida; el que la rechaza se pierde. El de labios mentirosos disimula su odio, y el que propaga calumnias es un necio. El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua. Plata refinada es la lengua del justo; el corazón del malvado no vale nada. Los labios del justo orientan a muchos; los   necios mueren por falta de juicio. La bendición del Señor trae riquezas, y nada se gana con preocuparse. El necio se divierte con su mala conducta, pero el sabio se recrea con la sabiduría. Lo que el malvado teme, eso le ocurre; lo que el justo desea, eso recibe. Pasa la tormenta y desaparece el malvado, pero el justo permanece firme para siempre. Como vinagre a los dientes y humo a los ojos es el perezoso para quienes lo emplean. El temor del Señor prolonga la vida, pero los años del malvado se acortan. El futuro de los justos es halagüeño; la esperanza de los malvados se desvanece. El camino del Señor es refugio de los justos y ruina de los malhechores. Los justos no tropezarán jamás; los malvados no habitarán la tierra. La boca del justo profiere sabiduría, pero la lengua perversa será cercenada. Los labios del justo destilan bondad; de la boca del malvado brota perversidad.


El Libro de Los Romanos Capítulo 12 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS ROMANOS CAPÍTULO 12 (60 d.C.) LA CONSAGRACIÓN ASÍ que, Hermanos (yo les suplico por favor), os ruego por las Misericordias de Dios (todo se le dio al Creyente, no debido al mérito de parte del Creyente, sino estrictamente por la "Misericordia de Dios"), que presentéis vuestros cuerpos en Sacrificio Vivo (la palabra "Sacrificio" se refiere al Sacrificio de Cristo, y significa que no podemos hacer lo que el Espíritu Santo exige a menos que nuestra Fe sea colocada estrictamente en Cristo y la Cruz, que entonces da libertad de acción al Espíritu Santo para realizar esta gran obra dentro de nuestras vidas), santo (lo que el Espíritu Santo Solo puede hacer), agradable a Dios (en realidad significa que un cuerpo  físico santo, es decir, "templo," es todo lo que Él aceptará), que es vuestro culto racional (racional si contemplamos a Cristo y la Cruz; ¡de otro modo es imposible!). 2 Y no os conforméis a este siglo (la costumbre del mundo): mas transformaos por la renovación de vuestro entendimiento (debemos comenzar a pensar espiritualmente, que se refiere al hecho de que todo se nos ha proporcionado por la Cruz, y es obtenido por la Fe y no por las obras), para que experimentéis cuál sea la buena (se pone a prueba y descubre que lo que se puso a prueba llena las especificaciones requeridas) Voluntad de Dios, agradable, y perfecta (presenta lo que el Espíritu Santo intenta lograr dentro de nuestras vidas, y sólo se puede obtener mientras siempre hagamos la Cruz el Objeto de nuestra Fe). LOS DONES ESPIRITUALES
3 Digo pues, por la gracia que me es dada (se refiere al Apostolado de Pablo dado por la Gracia de Dios [Ef. 3:8]), a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener (Israel había caído, y la razón, por lo menos en parte, era debido a esta misma cosa — una evaluación arrogante y no bíblica de sí mismos); sino que piense de sí con buen juicio (no sea arrogante), conforme a la medida de la Fe que Dios repartió a cada uno (lo da el Espíritu Santo en la conversión).  4 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros (se refiere a toda persona que está en el Cuerpo de Cristo), empero todos los miembros no tienen la misma operación (un modo de actuar o funcionar): 5 Así muchos, somos un cuerpo en Cristo (se refiere a la armonía que debiera ser predominante dentro del Cuerpo), mas todos miembros los unos de los otros (en efecto, dice que todo lo que es verdadero para uno es también verdadero para el otro; no se refiere a "oficinas," sino más bien a ser un miembro del Cuerpo). 6 De manera que, teniendo diferentes dones según la gracia que nos es dada (habla de diferentes "Dones" u "Oficinas"), si el de Profecía, úsese conforme a la medida de la Fe (tiene que ver con "la medida de Fe"); 7 Si Ministerio (alguien que sirve), en servir (hubiese sido mejor traducido, "que Ministremos según la proporción de Fe"): o el que enseña, en doctrina (conlleva la misma idea; el hombre sabio es el que permanece en la esfera de servicio por el cual Dios, el Espíritu Santo, lo ha capacitado, y no invade algún otro campo de servicio por el cual él no está capacitado); 8 El que exhorta, en exhortar: el que da, hágalo en simplicidad (declara "dar" como un "Don" u "Oficina"); el que preside, con diligencia (una posición de autoridad); el que hace misericordia, con alegría (el Espíritu Santo dice que este es un "Don" también). LOS MANDAMIENTOS
9 El amor sea sin fingimiento (verdadero, no disimulado ni hipócrita). Aborreciendo lo malo (el Cristiano debe expresar su odio a la maldad retirándose de ella y seguir aborreciéndola); apegándoos a lo bueno (aferrarse, y firmemente). 10 Amándoos los unos a los otros con caridad fraternal (se refiere a la Hermandad de los Creyentes, que es aun más cercana que con los parientes consanguíneos que no son salvos); previniéndoos con honra los unos a los otros (el respeto que se muestra a otro, se mide por su evaluación de la otra persona); 11 En el cuidado no perezosos (debe ser hecho con fervor, diligencia y atención al detalle, con responsabilidad); ardientes en Espíritu (debiese haberse traducido, "ferviente en el Espíritu Santo"; seguir recurriendo constantemente al Espíritu por dirección y para guiarse); sirviendo al Señor (sirviéndolo en todo lo que hacemos); 12 Gozosos en la esperanza (constantemente regocijándose en la esfera de la esperanza, siempre seguir creyendo a Dios); sufridos en la tribulación (permanecer bajo la prueba en una manera que honra a Dios; no procurando escapar de ella, sino deseosos de aprender las lecciones que fueron enviadas para nuestra enseñanza); constantes en la oración (la idea es que continuamente oremos por todo, y presto en hacerlo); 13 Comunicando a las necesidades de los Santos (corresponde al cuidado y la generosidad); siguiendo la hospitalidad (bondad hacia todos, aun hacia a los extraños). 14 Bendecid a los que os persiguen (que se hable bien de tales individuos): bendecid, y no maldigáis (el Cristiano sólo debe bendecir, y no pronunciar juicio sobre los demás ni aun a nuestros enemigos más estridentes; debemos dejar el juicio al Señor). 15 Gozaos con los que se gozan (se refiere al Creyente que sinceramente está contento de las Bendiciones de Dios sobre los demás), llorad con los que lloran (expresa al Creyente que sinceramente siente por aquellos que experimentan tribulación y pena). 16 Unánimes entre vosotros (tener el mismo concepto para con todos, ya sea grande o pequeño, rico o pobre). No altivos, mas acomodándoos a los humildes (la manera cómo un Creyente trata a una persona que ocupa el puesto más bajo de la vida [independientemente de lo que podría ser] cuando nadie lo está mirando u oyendo demuestra lo que usted es). No seáis sabios en vuestra opinión (expresa la antipatía que sentía el Apóstol hacia todo tipo de aristocracia espiritual, y a la distinción de categorías dentro de la Iglesia). EL COMPORTAMIENTO
17 No paguéis a nadie mal por mal (no debemos devolver el mal con la misma moneda, sino más bien con lo contrario). Procurad lo bueno delante de todos los hombres (se le exhorta al Cristiano a tener cuidado en pensar bien de antemano que su modo de vida  y expresión externa se conformen a una representación honesta de lo que él es, un Hijo de Dios). 18 Si se puede hacer, cuanto está en vosotros, tened paz con todos los hombres (el Creyente no tiene ningun control de la conducta de otra persona, sino que la idea es que la iniciativa por la perturbación de la paz nunca debe ser culpa del Cristiano). 19 No os venguéis vosotros mismos (expone la acción con respecto a nuestros prójimos), amados míos, antes dad lugar a la ira (se refiere a la Ira de Dios, y quiere decir que debemos dejarle espacio y no quitar la propia Obra de Dios de Sus Manos): porque escrito está, Mía es la venganza; Yo pagaré, dice el Señor ([Lev. 19:18]  corregir el error o hacer justicia hay que confiársela al Señor). 20 Así que si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber (debiéramos tratar a nuestros enemigos con bondad): que haciendo esto, ascuas de fuego amontonas sobre su cabeza (los ascuas de fuego fueron tomados del Altar de Bronce, un Tipo de la Cruz, y colocados en el Altar de Incienso; la Cruz desvió el juicio hacia la  intercesión, de la cual el Altar de Incienso era un tipo; al mostrar bondad a un enemigo, desviamos el juicio y demostramos la misericordia que Dios nos ha mostrado). 21 No seas vencido de lo malo (no responda a lo malo con el mal, porque sólo produce más mal), mas vence con el bien el mal (la iniciativa del mal se ha cambiado para el bien).


Primera Corintios Capítulo 13: 
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.

 
Hebreos 10:35-12:4 
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo* vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado."* Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril,* recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los  de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes,* pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta* sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

 
Romanos 8: 
 Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los  muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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