25 January 2023

El 25 de enero Lectura Bíblica Diaria

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El 25 de enero Lectura Bíblica Diaria:


Job 19-21:
19 Respondió entonces Job, y dijo: ¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma,
Y me moleréis con palabras? Ya me habéis vituperado diez veces;
¿No os avergonzáis de injuriarme? Aun siendo verdad que yo haya errado,
Sobre mí recaería mi error. Pero si vosotros os engrandecéis contra mí,
Y contra mí alegáis mi oprobio, Sabed ahora que Dios me ha derribado,
Y me ha envuelto en su red. He aquí, yo clamaré agravio, y no seré oído;
Daré voces, y no habrá juicio. Cercó de vallado mi camino, y no pasaré;
Y sobre mis veredas puso tinieblas. Me ha despojado de mi gloria,
Y quitado la corona de mi cabeza. Me arruinó por todos lados, y perezco;
Y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado. Hizo arder contra mí su furor,
Y me contó para sí entre sus enemigos. Vinieron sus ejércitos a una, y se atrincheraron en mí,
Y acamparon en derredor de mi tienda. Hizo alejar de mí a mis hermanos,
Y mis conocidos como extraños se apartaron de mí. Mis parientes se detuvieron,
Y mis conocidos se olvidaron de mí. Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño;
Forastero fui yo a sus ojos. Llamé a mi siervo, y no respondió;
De mi propia boca le suplicaba. Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer,
Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba. Aun los muchachos me menospreciaron;
Al levantarme, hablaban contra mí. Todos mis íntimos amigos me aborrecieron,
Y los que yo amaba se volvieron contra mí. Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos,
Y he escapado con sólo la piel de mis dientes. ¡Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí!
Porque la mano de Dios me ha tocado. ¿Por qué me perseguís como Dios,
Y ni aun de mi carne os saciáis? ¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas!
¡Quién diese que se escribiesen en un libro; Que con cincel de hierro y con plomo
Fuesen esculpidas en piedra para siempre! Yo sé que mi Redentor vive,
Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel,
En mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo,
Y mis ojos lo verán, y no otro,
Aunque mi corazón desfallece dentro de mí. Mas debierais decir: ¿Por qué le perseguimos?
Ya que la raíz del asunto se halla en mí. Temed vosotros delante de la espada;
Porque sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias,
Para que sepáis que hay un juicio.
20 Respondió Zofar naamatita, y dijo: Por cierto mis pensamientos me hacen responder,
Y por tanto me apresuro. La reprensión de mi censura he oído,
Y me hace responder el espíritu de mi inteligencia. ¿No sabes esto, que así fue siempre,
Desde el tiempo que fue puesto el hombre sobre la tierra, Que la alegría de los malos es breve,
Y el gozo del impío por un momento? Aunque subiere su altivez hasta el cielo,
Y su cabeza tocare en las nubes, Como su estiércol, perecerá para siempre;
Los que le hubieren visto dirán: ¿Qué hay de él? Como sueño volará, y no será hallado,
Y se disipará como visión nocturna. El ojo que le veía, nunca más le verá,
Ni su lugar le conocerá más. Sus hijos solicitarán el favor de los pobres,
Y sus manos devolverán lo que él robó. Sus huesos están llenos de su juventud,
Mas con él en el polvo yacerán. Si el mal se endulzó en su boca,
Si lo ocultaba debajo de su lengua, Si le parecía bien, y no lo dejaba,
Sino que lo detenía en su paladar; Su comida se mudará en sus entrañas;
Hiel de áspides será dentro de él. Devoró riquezas, pero las vomitará;
De su vientre las sacará Dios. Veneno de áspides chupará;
Lo matará lengua de víbora. No verá los arroyos, los ríos,
Los torrentes de miel y de leche. Restituirá el trabajo conforme a los bienes que tomó,
Y no los tragará ni gozará. Por cuanto quebrantó y desamparó a los pobres,
Robó casas, y no las edificó; Por tanto, no tendrá sosiego en su vientre,
Ni salvará nada de lo que codiciaba. No quedó nada que no comiese;
Por tanto, su bienestar no será duradero. En el colmo de su abundancia padecerá estrechez;
La mano de todos los malvados vendrá sobre él. Cuando se pusiere a llenar su vientre,
Dios enviará sobre él el ardor de su ira,
Y la hará llover sobre él y sobre su comida. Huirá de las armas de hierro,
Y el arco de bronce le atravesará. La saeta le traspasará y saldrá de su cuerpo,
Y la punta relumbrante saldrá por su hiel;
Sobre él vendrán terrores. Todas las tinieblas están reservadas para sus tesoros;
Fuego no atizado los consumirá;
Devorará lo que quede en su tienda. Los cielos descubrirán su iniquidad,
Y la tierra se levantará contra él. Los renuevos de su casa serán transportados;
Serán esparcidos en el día de su furor. Esta es la porción que Dios prepara al hombre impío,
Y la heredad que Dios le señala por su palabra.
21 Entonces respondió Job, y dijo: Oíd atentamente mi palabra,
Y sea esto el consuelo que me deis. Toleradme, y yo hablaré;
Y después que haya hablado, escarneced. ¿Acaso me quejo yo de algún hombre?
¿Y por qué no se ha de angustiar mi espíritu? Miradme, y espantaos,
Y poned la mano sobre la boca. Aun yo mismo, cuando me acuerdo, me asombro,
Y el temblor estremece mi carne. ¿Por qué viven los impíos,
Y se envejecen, y aun crecen en riquezas? Su descendencia se robustece a su vista,
Y sus renuevos están delante de sus ojos. Sus casas están a salvo de temor,
Ni viene azote de Dios sobre ellos. Sus toros engendran, y no fallan;
Paren sus vacas, y no malogran su cría. Salen sus pequeñuelos como manada,
Y sus hijos andan saltando. Al son de tamboril y de cítara saltan,
Y se regocijan al son de la flauta. Pasan sus días en prosperidad,
Y en paz descienden al Seol. Dicen, pues, a Dios: Apártate de nosotros,
Porque no queremos el conocimiento de tus caminos. ¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos?
¿Y de qué nos aprovechará que oremos a él? He aquí que su bien no está en mano de ellos;
El consejo de los impíos lejos esté de mí. ¡Oh, cuántas veces la lámpara de los impíos es apagada,
Y viene sobre ellos su quebranto,
Y Dios en su ira les reparte dolores! Serán como la paja delante del viento,
Y como el tamo que arrebata el torbellino. Dios guardará para los hijos de ellos su violencia;
Le dará su pago, para que conozca. Verán sus ojos su quebranto,
Y beberá de la ira del Todopoderoso. Porque ¿qué deleite tendrá él de su casa después de sí,
Siendo cortado el número de sus meses? ¿Enseñará alguien a Dios sabiduría,
Juzgando él a los que están elevados? Este morirá en el vigor de su hermosura, todo quieto y pacífico; Sus vasijas estarán llenas de leche,
Y sus huesos serán regados de tuétano. Y este otro morirá en amargura de ánimo,
Y sin haber comido jamás con gusto. Igualmente yacerán ellos en el polvo,
Y gusanos los cubrirán. He aquí, yo conozco vuestros pensamientos,
Y las imaginaciones que contra mí forjáis. Porque decís: ¿Qué hay de la casa del príncipe,
Y qué de la tienda de las moradas de los impíos? ¿No habéis preguntado a los que pasan por los caminos,
Y no habéis conocido su respuesta, Que el malo es preservado en el día de la destrucción?
Guardado será en el día de la ira. ¿Quién le denunciará en su cara su camino?
Y de lo que él hizo, ¿quién le dará el pago? Porque llevado será a los sepulcros,
Y sobre su túmulo estarán velando. Los terrones del valle le serán dulces;
Tras de él será llevado todo hombre,
Y antes de él han ido innumerables. ¿Cómo, pues, me consoláis en vano,
Viniendo a parar vuestras respuestas en falacia?

Salmo 107:
Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre. Que lo digan los redimidos del Señor, a quienes redimió del poder del adversario, a quienes reunió de todos los países, de oriente y de occidente, del norte y del sur. Vagaban perdidos por parajes desiertos, sin dar con el camino a una ciudad habitable. Hambrientos y sedientos, la vida se les iba consumiendo. En su angustia clamaron al Señor, y él los libró de su aflicción. Los llevó por el camino recto hasta llegar a una ciudad habitable. ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! ¡Él apaga la sed del sediento, y sacia con lo mejor al hambriento! Afligidos y encadenados, habitaban en las más densas tinieblas por haberse rebelado contra las palabras de Dios, por menospreciar los designios del Altísimo. Los sometió a trabajos forzados; tropezaban, y no había quien los ayudara. En su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción. Los sacó de las sombras tenebrosas y rompió en pedazos sus cadenas. ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! ¡Él hace añicos las puertas de bronce y rompe en mil pedazos las barras de hierro! Trastornados por su rebeldía, afligidos por su iniquidad, todo alimento les causaba asco. ¡Llegaron a las puertas mismas de la muerte! En su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción. Envió su palabra para sanarlos, y así los rescató del sepulcro. ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! ¡Que ofrezcan sacrificios de gratitud, y jubilosos proclamen sus obras! Se hicieron a la mar en sus barcos; para comerciar surcaron las muchas aguas. Allí, en las aguas profundas, vieron las obras del Señor y sus maravillas. Habló Dios, y se desató un fuerte viento que tanto encrespó las olas que subían a los cielos y bajaban al abismo. Ante el peligro, ellos perdieron el coraje. Como ebrios tropezaban, se tambaleaban; de nada les valía toda su pericia. En su angustia clamaron al Señor, y él los sacó de su aflicción. Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar. Ante esa calma se alegraron, y Dios los llevó al puerto anhelado. ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! ¡Que lo exalten en la asamblea del pueblo! ¡Que lo alaben en el consejo de los ancianos! Dios convirtió los ríos en desiertos, los manantiales en tierra seca, los fértiles terrenos en tierra salitrosa, por la maldad de sus habitantes. Convirtió el desierto en fuentes de agua, la tierra seca en manantiales; hizo habitar allí a los hambrientos, y ellos fundaron una ciudad habitable. Sembraron campos, plantaron viñedos, obtuvieron abundantes cosechas. Dios los bendijo y se multiplicaron, y no dejó que menguaran sus rebaños. Pero si merman y son humillados, es por la opresión, la maldad y la aflicción. Dios desdeña a los nobles y los hace vagar por desiertos sin senderos. Pero a los necesitados los saca de su miseria, y hace que sus familias crezcan como rebaños. Los rectos lo verán y se alegrarán, pero todos los impíos serán acallados. Quien sea sabio, que considere estas cosas y entienda bien el gran amor del Señor.



Proverbios 2:
Hijo mío, si haces tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos; si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; si llamas a la inteligencia y pides discernimiento; si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido, entonces comprenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios. Él reserva su ayuda para la gente íntegra y protege a los de conducta intachable. Él cuida el sendero de los justos y protege el camino de sus fieles. Entonces comprenderás la justicia y el derecho, la equidad y todo buen camino; la sabiduría vendrá a tu corazón, y el conocimiento te endulzará la vida. La discreción te cuidará, la inteligencia te protegerá. La sabiduría te librará del camino de los malvados, de los que profieren palabras perversas, de los que se apartan del camino recto para andar por sendas tenebrosas, de los que se complacen en hacer lo malo y festejan la perversidad, de los que andan por caminos torcidos y por sendas extraviadas; te librará de la mujer ajena, de la extraña de palabras seductoras que, olvidándose de su pacto con Dios, abandona al compañero de su juventud. Ciertamente su casa conduce a la muerte; sus sendas llevan al reino de las sombras. El que se enreda con ella no vuelve jamás, ni alcanza los senderos de la vida. Así andarás por el camino de los buenos y seguirás la senda de los justos. Pues los íntegros, los perfectos, habitarán la tierra y permanecerán en ella. Pero los malvados, los impíos, serán desarraigados y expulsados de la tierra.




El Libro de Efesios Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS

CAPÍTULO 2
(64 d.C.)
VIVO EN CRISTO


Y DE ella recibisteis vosotros (cobraron vida), que estabais muertos en vuestros delitos y pecados (depravación total debido a la Caída y pecado original);
2 En los cuales en otro tiempo anduvisteis según el corriente de este mundo (se refiere al hecho de que las personas que no son redimidas ponen en órden su comportamiento y viven con arreglos dentro de esta esfera de transgresiones y pecados), conforme al príncipe de la potestad del aire (corresponde al hecho de que Satanás encabeza el sistema de este mundo), el espíritu que ahora obra en los hijos de desobediencia (el espíritu de Satanás, lo cual cubre a todos los incrédulos, por ello obrando la desobediencia):
3 Entre los cuales (los hijos de desobediencia) todos nosotros también vivimos (estilo de vida) en otro tiempo en los deseos de nuestra carne (ansias depravadas), haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos (la mente de las personas que no son redimidas son el laboratorio de pensamientos pervertidos, impresiones, imaginaciones, etc.); y éramos por naturaleza hijos de ira, también como los demás. (La ira de Dios está de modo inalterable en contra del pecado, y la única solución es la Cruz.)
4 Empero Dios, Que es rico en Misericordia (Su Misericordia nos llega por medio de la Cruz), por Su mucho Amor con que nos amó (el Amor demostrado en el Calvario),
5 Aun estando nosotros muertos en pecados (se refiere a una condición en la cual no podemos de ningún modo hacer nada para ayudarnos), nos dio vida juntamente con Cristo (se nos concede esta nueva vida por nuestra identificación con Cristo en Su Muerte y Resurrección), (por Gracia sois salvos;) (La Gracia es hecha posible únicamente por la Cruz, y fluye sin interrupción cuando siempre hagamos la Cruz el Objeto de nuestra Fe.)
6 Y juntamente nos resucitó (la Resurrección de Cristo desde la Tumba era incluso nuestra Resurrección, el significado espiritual es que nos dio “novedad de vida” [Rom. 6:3-5]), y asimismo nos hizo sentar en los Cielos (hecho posible por la Cruz) con Cristo Jesús (efectuado todo en Cristo, y se refiere a la manera cómo lo hizo, que es por la Cruz):
7 Para mostrar en los siglos venideros (en las edades próximas, una tras otra, interminable) las abundantes riquezas de Su Gracia (presenta la edad de oro del Creyente que es siempre futuro, nunca pasado) en Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. (Dios puede mostrarnos bondad sólo a través de la Cruz. El Estudiante de la Biblia debe darse cuenta que la Cruz es la Doctrina más antigua en la Biblia [I Ped. 1:18-20], y de hecho, es el Fundamento en el cual debe edificarse toda Doctrina.)

LA REDENCIÓN

8 Porque por Gracia (la Bondad de Dios) sois salvos por la Fe (Fe en Cristo, y la Cruz siempre como su Objeto); y esto no de vosotros (nada de esto es de nosotros, pero todo es de Él): pues es Don de Dios (cada vez que se usa la palabra “Don,” Dios está refiriéndose a Su Hijo y Su Obra Sustitutiva en la Cruz, que hace todo esto posible):
9 No por obras (el hombre no merece la Salvación; independientemente de lo que haga), para que nadie se gloríe (jactarse en su propia capacidad y fuerza; sólo se permite jactarse en la Cruz [Gál. 6:14]).
10 Porque somos hechura Suya (si somos hechura de Dios, nuestra Salvación no proviene de nosotros mismos), creados en Cristo Jesús para buenas obras (los resultados de la Salvación y no la causa), las cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas. (Las “buenas obras” a las que se refiere el Apóstol tienen que ver con la Fe en Cristo y la Cruz, lo que permite al Creyente vivir una vida Santa.)

LA UNIDAD

11 Por tanto, acordaos que en otro tiempo vosotros los Gentiles en la carne, que erais llamados Incircuncisión (se refería a los Gentiles que no estaban en Convenio con Dios; la Circuncisión física bajo la Antigua Economía era su prueba externa) por la que se llama Circuncisión, hecha con mano en la carne (dicho por Pablo de esta manera, con respecto a los Judíos, en contraposición de la Circuncisión del corazón);
12 Que en aquel tiempo estabais sin Cristo (describe la antigua condición de los Gentiles, ellos no tenían conexión alguna con Cristo antes de la Cruz), alejados de la ciudadanía de Israel, y ajenos a los Pactos de la Promesa, sin esperanza, y sin Dios en el mundo (todo esto revela un corazón oscurecido y pervertido; los Gentiles no tenían ningún conocimiento de Dios en aquel entonces):
13 Mas ahora en Cristo Jesús (la base de toda la Salvación), vosotros que en otro tiempo (tiempos pasados) estabais lejos (lejos de la Salvación), habéis sido hechos cercanos (cerca) por la Sangre de Cristo. (La Muerte Expiatoria del Sacrificio de Jesucristo transformó las relaciones de Dios con la humanidad. En Cristo, Dios no reconcilió a una nación, sino a “un mundo” a Él [II Cor. 5:19].)
14 Porque Él (Cristo) es nuestra paz (por Cristo y lo que Él hizo en la Cruz, tenemos la paz con Dios), Que de ambos hizo uno (los Judíos y los Gentiles), derribando la pared intermedia de separación (entre los Judíos y los Gentiles);
15 Aboliendo en Su carne (corresponde a Su Muerte en la Cruz, por la cual Él Redimió a la humanidad, lo que también significa que Él no murió espiritualmente, como algunos afirman) las enemistades (el odio entre Dios y el hombre, causado por el pecado), la Ley de los Mandamientos en Ordenanzas (la Ley de Moisés, y más en particular a los Diez Mandamientos); para edificar en Sí Mismo los dos (los Judíos y los Gentiles) en un nuevo hombre, haciendo la paz (lo cual nuevamente fue efectuado por la Cruz);
16 Y Él (Cristo) podía reconciliar por la Cruz (es sólo por la Expiación en que los hombres se hayan reconciliados a Dios) con Dios a ambos (los Judíos y los Gentiles) en un mismo cuerpo (la Iglesia), matando en ella las enemistades (quitada la barrera entre Dios y el hombre pecador):
17 Y vino y anunció la paz a vosotros que estabais lejos (proclama el Evangelio que va a los Gentiles), y a los que estaban cerca. (Se refiere a los Judíos. Es el mismo Mensaje para ambos.)
18 Que por Él (por Cristo) los unos y los otros (los Judíos y los Gentiles) tenemos entrada por Un mismo Espíritu al Padre. (Si el pecador pasa por la Cruz, el Espíritu Santo abre la puerta, de lo contrario pone una tranca [Jn. 10:1].)
19 Así que (se refiere a la condición actual de los Creyentes) ya no sois extranjeros ni advenedizos (lo que una vez fueron los Gentiles), sino ciudadanos junto con los Santos (los Gentiles ya tienen el mismo acceso que los Judíos, todo debido a la Cruz), y forma parte de la familia de Dios (una relación progresiva con Dios en Cristo);
20 Edificados sobre el Fundamento (la Cruz) de los Apóstoles y Profetas (los Apóstoles sirven de liderazgo bajo el Nuevo Convenio, y los Profetas habiendo servido en aquella capacidad bajo el Antiguo Pacto), siendo la Principal Piedra del Ángulo Jesucristo Mismo (demuestra la parte del Fundamento que mantiene todo unido; Jesucristo es “la Principal Piedra del Ángulo” en virtud de lo que Él hizo en la Cruz);
21 En El Cual (Cristo) bien ajustado todo el edificio va creciendo para ser un Templo Santo en el Señor:
22 En El Cual vosotros también sois juntamente edificados (los Judíos y los Gentiles), para morada de Dios en el Espíritu. (Todo fue hecho posible por lo que Jesús hizo en la Cruz.)






Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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