28 January 2023

El 28 de enero Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre


El 28 de enero Lectura Bíblica Diaria:


Job 28-30:
28 Ciertamente la plata tiene sus veneros,
Y el oro lugar donde se refina. El hierro se saca del polvo,
Y de la piedra se funde el cobre. A las tinieblas ponen término,
Y examinan todo a la perfección,
Las piedras que hay en oscuridad y en sombra de muerte. Abren minas lejos de lo habitado,
En lugares olvidados, donde el pie no pasa.
Son suspendidos y balanceados, lejos de los demás hombres. De la tierra nace el pan,
Y debajo de ella está como convertida en fuego. Lugar hay cuyas piedras son zafiro,
Y sus polvos de oro. Senda que nunca la conoció ave,
Ni ojo de buitre la vio; Nunca la pisaron animales fieros,
Ni león pasó por ella. En el pedernal puso su mano,
Y trastornó de raíz los montes. De los peñascos cortó ríos,
Y sus ojos vieron todo lo preciado. Detuvo los ríos en su nacimiento,
E hizo salir a luz lo escondido. Mas ¿dónde se hallará la sabiduría?
¿Dónde está el lugar de la inteligencia? No conoce su valor el hombre,
Ni se halla en la tierra de los vivientes. El abismo dice: No está en mí;
Y el mar dijo: Ni conmigo. No se dará por oro,
Ni su precio será a peso de plata. No puede ser apreciada con oro de Ofir,
Ni con ónice precioso, ni con zafiro. El oro no se le igualará, ni el diamante,
Ni se cambiará por alhajas de oro fino. No se hará mención de coral ni de perlas;
La sabiduría es mejor que las piedras preciosas. No se igualará con ella topacio de Etiopía;
No se podrá apreciar con oro fino. ¿De dónde, pues, vendrá la sabiduría?
¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? Porque encubierta está a los ojos de todo viviente,
Y a toda ave del cielo es oculta. El Abadón y la muerte dijeron:
Su fama hemos oído con nuestros oídos. Dios entiende el camino de ella,
Y conoce su lugar. Porque él mira hasta los fines de la tierra,
Y ve cuanto hay bajo los cielos. Al dar peso al viento,
Y poner las aguas por medida; Cuando él dio ley a la lluvia,
Y camino al relámpago de los truenos, Entonces la veía él, y la manifestaba;
La preparó y la descubrió también. Y dijo al hombre:
He aquí que el temor del Señor es la sabiduría,
Y el apartarse del mal, la inteligencia.
29 Volvió Job a reanudar su discurso, y dijo: ¡Quién me volviese como en los meses pasados,
Como en los días en que Dios me guardaba, Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara,
A cuya luz yo caminaba en la oscuridad; Como fui en los días de mi juventud,
Cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda; Cuando aún estaba conmigo el Omnipotente,
Y mis hijos alrededor de mí; Cuando lavaba yo mis pasos con leche,
Y la piedra me derramaba ríos de aceite! Cuando yo salía a la puerta a juicio,
Y en la plaza hacía preparar mi asiento, Los jóvenes me veían, y se escondían;
Y los ancianos se levantaban, y estaban de pie. Los príncipes detenían sus palabras;
Ponían la mano sobre su boca. La voz de los principales se apagaba,
Y su lengua se pegaba a su paladar. Los oídos que me oían me llamaban bienaventurado,
Y los ojos que me veían me daban testimonio, Porque yo libraba al pobre que clamaba,
Y al huérfano que carecía de ayudador. La bendición del que se iba a perder venía sobre mí,
Y al corazón de la viuda yo daba alegría. Me vestía de justicia, y ella me cubría;
Como manto y diadema era mi rectitud. Yo era ojos al ciego,
Y pies al cojo. A los menesterosos era padre,
Y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia; Y quebrantaba los colmillos del inicuo,
Y de sus dientes hacía soltar la presa. Decía yo: En mi nido moriré,
Y como arena multiplicaré mis días. Mi raíz estaba abierta junto a las aguas,
Y en mis ramas permanecía el rocío. Mi honra se renovaba en mí,
Y mi arco se fortalecía en mi mano. Me oían, y esperaban,
Y callaban a mi consejo. Tras mi palabra no replicaban,
Y mi razón destilaba sobre ellos. Me esperaban como a la lluvia,
Y abrían su boca como a la lluvia tardía. Si me reía con ellos, no lo creían;
Y no abatían la luz de mi rostro. Calificaba yo el camino de ellos, y me sentaba entre ellos como el jefe;
Y moraba como rey en el ejército,
Como el que consuela a los que lloran.
30 Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo,
A cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado. ¿Y de qué me serviría ni aun la fuerza de sus manos?
No tienen fuerza alguna. Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos;
Huían a la soledad, a lugar tenebroso, asolado y desierto. Recogían malvas entre los arbustos,
Y raíces de enebro para calentarse. Eran arrojados de entre las gentes,
Y todos les daban grita como tras el ladrón. Habitaban en las barrancas de los arroyos,
En las cavernas de la tierra, y en las rocas. Bramaban entre las matas,
Y se reunían debajo de los espinos. Hijos de viles, y hombres sin nombre,
Más bajos que la misma tierra. Y ahora yo soy objeto de su burla,
Y les sirvo de refrán. Me abominan, se alejan de mí,
Y aun de mi rostro no detuvieron su saliva. Porque Dios desató su cuerda, y me afligió,
Por eso se desenfrenaron delante de mi rostro. A la mano derecha se levantó el populacho;
Empujaron mis pies,
Y prepararon contra mí caminos de perdición. Mi senda desbarataron,
Se aprovecharon de mi quebrantamiento,
Y contra ellos no hubo ayudador. Vinieron como por portillo ancho,
Se revolvieron sobre mi calamidad. Se han revuelto turbaciones sobre mí;
Combatieron como viento mi honor,
Y mi prosperidad pasó como nube. Y ahora mi alma está derramada en mí;
Días de aflicción se apoderan de mí. La noche taladra mis huesos,
Y los dolores que me roen no reposan. La violencia deforma mi vestidura; me ciñe como el cuello de mi túnica. El me derribó en el lodo,
Y soy semejante al polvo y a la ceniza. Clamo a ti, y no me oyes;
Me presento, y no me atiendes. Te has vuelto cruel para mí;
Con el poder de tu mano me persigues. Me alzaste sobre el viento, me hiciste cabalgar en él,
Y disolviste mi sustancia. Porque yo sé que me conduces a la muerte,
Y a la casa determinada a todo viviente. Mas él no extenderá la mano contra el sepulcro;
¿Clamarán los sepultados cuando él los quebrantare? ¿No lloré yo al afligido?
Y mi alma, ¿no se entristeció sobre el menesteroso? Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal;
Y cuando esperaba luz, vino la oscuridad. Mis entrañas se agitan, y no reposan;
Días de aflicción me han sobrecogido. Ando ennegrecido, y no por el sol;
Me he levantado en la congregación, y clamado. He venido a ser hermano de chacales,
Y compañero de avestruces. Mi piel se ha ennegrecido y se me cae,
Y mis huesos arden de calor. Se ha cambiado mi arpa en luto,
Y mi flauta en voz de lamentadores.

Salmo 110:
Así dijo el Señor a mi Señor: "Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies." ¡Que el Señor extienda desde Sión el poder de tu cetro! ¡Domina tú en medio de tus enemigos! Tus tropas estarán dispuestas el día de la batalla, ordenadas en santa majestad. recibirás el rocío de tu juventud. El Señor ha jurado y no cambiará de parecer: "Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec." El Señor está a tu mano derecha; aplastará a los reyes en el día de su ira. Juzgará a las naciones y amontonará cadáveres; aplastará cabezas en toda la tierra. Beberá de un arroyo junto al camino, y por lo tanto cobrará nuevas fuerzas.



Proverbios 5:
Hijo mío, pon atención a mi sabiduría y presta oído a mi buen juicio, para que al hablar mantengas la discreción y retengas el conocimiento. De los labios de la adúltera fluye miel; su lengua es más suave que el aceite. Pero al fin resulta más amarga que la hiel y más cortante que una espada de dos filos. Sus pies descienden hasta la muerte; sus pasos van derecho al sepulcro. No toma ella en cuenta el camino de la vida; sus sendas son torcidas, y ella no lo reconoce. Pues bien, hijo mío, préstame atención y no te apartes de mis palabras. Aléjate de la adúltera; no te acerques a la puerta de su casa, para que no entregues a otros tu vigor, ni tus años a gente cruel; para que no sacies con tu fuerza a gente extraña, ni vayan a dar en casa ajena tus esfuerzos. Porque al final acabarás por llorar, cuando todo tu ser se haya consumido. Y dirás: "¡Cómo pude aborrecer la corrección! ¡Cómo pudo mi corazón despreciar la disciplina! No atendí a la voz de mis maestros, ni presté oído a mis instructores. Ahora estoy al borde de la ruina, en medio de toda la comunidad." Bebe el agua de tu propio pozo, el agua que fluye de tu propio manantial. ¿Habrán de derramarse tus fuentes por las calles y tus corrientes de aguas por las plazas públicas? Son tuyas, solamente tuyas, y no para que las compartas con extraños. ¡Bendita sea tu fuente! ¡Goza con la esposa de tu juventud! Es una gacela amorosa, es una cervatilla encantadora. ¡Que sus pechos te satisfagan siempre! ¡Que su amor te cautive todo el tiempo! ¿Por qué, hijo mío, dejarte cautivar por una adúltera? ¿Por qué abrazarte al pecho de la mujer ajena? Nuestros caminos están a la vista del Señor; él examina todas nuestras sendas. Al malvado lo atrapan sus malas obras; las cuerdas de su pecado lo aprisionan. Morirá por su falta de disciplina; perecerá por su gran insensatez.



El Libro de Efesios Capítulo 5 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS

CAPÍTULO 5
(64 d.C.)
MANDATOS


SED, pues, imitadores de Dios, como hijos amados (lo somos al obedecer la Palabra de Dios y cuando mantenemos nuestra Fe en la Cruz);
2 Y andad en amor (ordenen su norma de conducta dentro de la esfera del amor), como también Cristo nos amó (presenta al Apóstol pasando del Padre al Hijo como nuestro ejemplo), y se entregó a Sí Mismo por nosotros, Ofrenda y Sacrificio a Dios en Olor suave. (Cristo cumplió todas las Ofrendas simbólicas de Sangre del sistema Levítico [Heb. 10:8]. Él las cumplió cuando se hizo Ofrenda de pecado en la Cruz. El “Aroma fragante” describe el Sacrificio Expiatorio aceptado por Dios.)

PECADOS

3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a Santos;
4 Ni palabras deshonestas, ni necedades, ni groserías, que no convienen (nada característico): sino más bien acciones de gracias. (La protección de los Creyentes contra todos estos pecados es la Cruz de Cristo y la Cruz sola. Manteniendo la Cruz como el Objeto de la Fe garantiza la Victoria [Gál. 6:14], y por eso debemos siempre dar gracias a Dios.)

NO SEAN PARTICIPANTES

5 Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es servidor de ídolos, tiene herencia en el Reino de Cristo y de Dios. (¡Pablo está hablando a los Creyentes! Si la Cruz no es el Objeto de la Fe del Creyente, sino otra cosa, estos Pasajes nos dicen claramente que el Creyente estará en una posición de incredulidad y perderá su alma; la única respuesta para la “Ley del pecado y de la muerte” es la “Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús” [Rom. 8:2].)
6 Nadie os engañe con palabras vanas (cuando tratan de alejarlo de la Cruz): porque por estas cosas viene la Ira de Dios sobre los hijos de desobediencia (la Cruz sola detiene la Ira de Dios).
7 No seáis pues participantes con ellos. (Nunca abandone la Cruz, no importa cuan seductores parezcan las demás cosas.)

MANDATOS

8 Porque en otro tiempo erais tinieblas (todos los que no conocen a Cristo están en tinieblas espiritual), mas ahora (desde que han venido a Cristo) sois luz en el Señor (somos un reflejo de la Luz de Cristo): andad como hijos de Luz (ordenen su norma de conducta como corresponde):
9 (Porque el Fruto del Espíritu (Gál. 5:22-23) es en toda bondad y Justicia y Verdad;) (Expone los resultados finales del “Fruto del Espíritu.”)
10 Aprobando lo que es agradable al Señor (puesto a prueba, y la Cruz sola resistirá la prueba).
11 Y no comuniquéis con las obras infructuosas de las tinieblas (Las Escrituras enseñan la separación, pero no enseñan el aislamiento), sino más bien redargüidlas (hablar con claridad y osadía en contra de ellas).
12 Porque es vergonzoso aun hablar de lo que ellos hacen en oculto. (Los escritos de Pablo siempre recalcaban lo pecaminoso del pecado, pero nunca más evidente que aquí.)
13 Mas todas las cosas cuando son redargüidas, son manifestadas por la Luz (es sólo Cristo y la Cruz que pueden demostrar adecuadamente lo que es el pecado en la actualidad; ¡ésta es la razón por la cual la mayor parte de la Iglesia no les importa la Cruz!): porque la luz es la que manifiesta todo. (La Cruz sola manifiesta el pecado y todos sus efectos malignos.)
14 Por lo cual dice (Isa. 60:1), Despiértate, tú que duermes (el Apóstol está advirtiendo a los Cristianos que ellos deben quitarse la indiferencia y apatía), y levántate de los muertos (muertos a lo Espiritual), y te alumbrará Cristo. (Cristo derramará sobre ustedes la Luz de la Verdad Divina como el Sol refleja la luz al hombre que se está despertando del sueño.)
15 Por eso hay que tener mucho cuidado de cómo andéis (prestando mucha atención), no como necios (la persona que no se aprovecha de todo lo que Cristo le ofrece es un necio), mas como sabios (acérquese más al Señor),
16 Redimiendo el tiempo (aprovéchese de las oportunidades que se presentan), porque los días son malos. (La Cruz tiene que ser nuestro Fundamento. Sólo entonces podremos vencer el “mal,” y llevar a cabo lo que el Señor nos ha llamado a desempeñar.)
17 Por tanto, no seáis imprudentes (el tiempo es oro porque Dios nos ha dado sólo unos cuantos días para elegir lo que resultará en consecuencias Eternas), sino entendidos de cuál sea la Voluntad del Señor. (Lo podemos lograr si fijamos exclusivamente nuestra mirada en Cristo y la Cruz.)
18 Y no os embriaguéis de vino (controlado por bebidas alcohólicas, lo cual Pablo desea emplear como ejemplo), en lo cual hay disolución; mas sed llenos del Espíritu (controlado constantemente por el Espíritu, de momento en momento);
19 Hablando entre vosotros con Salmos y con Himnos y Canciones Espirituales (se refiere a la adoración con respecto a los cantos y el cantar), cantando y alabando al Señor en vuestros corazones (da aprobación al Espíritu Santo en cuanto a la música y los estilos de adoración que se comenzó en el Antiguo Testamento);
20 Dando gracias siempre de todo a Dios y el Padre (en todo lo que proviene de Dios) en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo (expresa en este Versículo la Fuente de todas las Bendiciones, y el medio por el cual estas Bendiciones han llegado a la raza humana también);
21 Sometiéndonos los unos a los otros (la sumisión espiritual correcta es siempre horizontal y nunca vertical con respecto a los Creyentes, dando a entender que hay que someterse uno al otro) en el temor de Dios (dando a entender que la sumisión vertical debe ser a Dios Solo, nunca al hombre).

LAS ESPOSAS

22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos (el Espíritu Santo, por medio del Apóstol, está refiriéndose al liderazgo espiritual de la familia), como al Señor. (Primeramente, la sumisión debe ser a Cristo como Señor y Maestro, y no al marido. Si se considerara la supremacía del marido, se hubiera expresado de otra forma, así dicen los Eruditos Griegos. Si la esposa se sometiera al Señor como ha de ser, ella se sometería a su marido con respecto al liderazgo espiritual como ha de ser, eso es si él conoce al Señor. Si él no conoce al Señor, tal sumisión no puede ser posible, como es obvio.)
23 Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es Cabeza de la Iglesia (sugiere que la obediencia que la esposa le presenta a su marido debe considerarse como obediencia a Cristo, lo cual ella puede hacer si su marido está obedeciendo al Señor): y siendo Él Mismo el Salvador del Cuerpo. (Se refiere al Señor siendo el Salvador de los Creyentes, quienes son los que componen la Iglesia. Aunque el marido no puede ser el Salvador de la esposa en términos de Redención, él puede ser el protector y proveedor.)
24 Así que, como la Iglesia está sujeta a Cristo (la Cabeza), así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. (Se presupone que el marido tiene la misma conducta de Cristo.)

LOS MARIDOS

25 Maridos, amad a vuestras mujeres (con un amor como el de Dios), así como Cristo amó a la Iglesia (presenta al calificador; si el marido se comportara como corresponde hacia su esposa, ella no tendría problema sometiéndose a él, ya que es su deber), y se entregó a Sí Mismo por ella (manifiesta el gran Sacrificio que caracteriza este tipo de Amor de Dios; la respuesta a los problemas matrimoniales no es asistir a seminarios sobre este tema, sino más bien que el marido y la esposa pongan su Fe y confianza totalmente en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz por ellos; en otras palabras, la Cruz sola, se refiere a lo que Jesús hizo allí, es la respuesta);
26 Para santificarla y purificarla (el concepto de la presentación final de la Iglesia en Santidad perfecta en el Gran Día Venidero) en el lavamiento del agua por la Palabra (en realidad quiere decir que la “Palabra” limpia y purifica como el agua),
27 Para presentársela gloriosa para Sí (es Cristo Mismo Quien presenta a la Iglesia, y Él presentará a Sí Mismo), una Iglesia (hecho posible por la Cruz) que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante (lo que la Cruz sola puede hacer); sino que fuese Santa y sin mancha. (Es nuestra posición en Cristo, hecho posible por la Cruz.)
28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos (proclamada de esta manera porque “ellos son una sola carne,” así como lo dirá Pablo en el Versículo 31). El que ama a su mujer, a sí mismo se ama (la unidad de la unión Sagrada del matrimonio).
29 Porque ninguno aborreció jamás a su propia carne; antes la sustenta y la cuida, así como también Cristo a la Iglesia (el Espíritu Santo está usando la unión del marido y la esposa para simbolizar la unión de Cristo y la Iglesia):
30 Porque somos miembros de Su Cuerpo, de Su Carne y de Sus Huesos. (Somos la parte visible del Cuerpo del cual Él es la Cabeza, y por esta razón Él alimenta y cuida la Iglesia. “Su Carne” y “Sus Huesos” se refiere a la Encarnación, y la entrega de Sí Mismo en la Cruz, lo que hizo posible para nosotros llegar a ser parte de Él [Rom. 6:3-5].)
31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre (aunque de seguro él continúa amando a su padre y a su madre, su amor primordial es ahora para su esposa), y se allegará a su mujer, y serán los dos una sola carne. (Es la unión lo que simboliza a Cristo y la Iglesia.)
32 Este Misterio grande es (no había sido revelado): mas yo digo esto con respecto a Cristo y a la Iglesia. (Presenta el hecho espiritual de que un Creyente puede llegar a ser uno con Cristo como miembro de Su Cuerpo, simbolizado por la relación entre el marido y la esposa.)
33 Cada uno empero de vosotros de por sí, ame también a su mujer como a sí mismo (el marido debe amar a su esposa como parte integral de sí mismo, según el concepto Divino de la unión matrimonial); y la mujer reverencie a su marido. (Quiere decir reconocer y respetar su posición como líder espiritual de la familia. Si el marido o la esposa exige de su pareja lo que Cristo Solo puede suplir, lo que es la causa de la mayoría de los problemas matrimoniales, la presión se volverá intolerable. No existe ser humano que pueda satisfacer lo que Cristo Solo puede hacer.)


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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