21 January 2023

El 21 de enero Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-3


El 21 de enero Lectura Bíblica Diaria:

Job 7-9:

7 ¿No es acaso brega la vida del hombre sobre la tierra,
Y sus días como los días del jornalero? Como el siervo suspira por la sombra,
Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo, Así he recibido meses de calamidad,
Y noches de trabajo me dieron por cuenta. Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré?
Mas la noche es larga, y estoy lleno de inquietudes hasta el alba. Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo;
Mi piel hendida y abominable. Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor,
Y fenecieron sin esperanza. Acuérdate que mi vida es un soplo,
Y que mis ojos no volverán a ver el bien. Los ojos de los que me ven, no me verán más;
Fijarás en mí tus ojos, y dejaré de ser. Como la nube se desvanece y se va,
Así el que desciende al Seol no subirá; No volverá más a su casa,
Ni su lugar le conocerá más. Por tanto, no refrenaré mi boca;
Hablaré en la angustia de mi espíritu,
Y me quejaré con la amargura de mi alma. ¿Soy yo el mar, o un monstruo marino,
Para que me pongas guarda? Cuando digo: Me consolará mi lecho,
Mi cama atenuará mis quejas; Entonces me asustas con sueños,
Y me aterras con visiones. Y así mi alma tuvo por mejor la estrangulación,
Y quiso la muerte más que mis huesos. Abomino de mi vida; no he de vivir para siempre;
Déjame, pues, porque mis días son vanidad. ¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas,
Y para que pongas sobre él tu corazón, Y lo visites todas las mañanas,
Y todos los momentos lo pruebes? ¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada,
Y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva? Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres?
¿Por qué me pones por blanco tuyo,
Hasta convertirme en una carga para mí mismo? ¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad?
Porque ahora dormiré en el polvo,
Y si me buscares de mañana, ya no existiré. 8 Respondió Bildad suhita, y dijo: ¿Hasta cuándo hablarás tales cosas,
Y las palabras de tu boca serán como viento impetuoso? ¿Acaso torcerá Dios el derecho,
O pervertirá el Todopoderoso la justicia? Si tus hijos pecaron contra él,
El los echó en el lugar de su pecado. Si tú de mañana buscares a Dios,
Y rogares al Todopoderoso; Si fueres limpio y recto,
Ciertamente luego se despertará por ti,
Y hará próspera la morada de tu justicia. Y aunque tu principio haya sido pequeño,
Tu postrer estado será muy grande. Porque pregunta ahora a las generaciones pasadas,
Y disponte para inquirir a los padres de ellas; Pues nosotros somos de ayer, y nada sabemos,
Siendo nuestros días sobre la tierra como sombra. ¿No te enseñarán ellos, te hablarán,
Y de su corazón sacarán palabras? ¿Crece el junco sin lodo?
¿Crece el prado sin agua? Aun en su verdor, y sin haber sido cortado,
Con todo, se seca primero que toda hierba. Tales son los caminos de todos los que olvidan a Dios;
Y la esperanza del impío perecerá; Porque su esperanza será cortada,
Y su confianza es tela de araña. Se apoyará él en su casa, mas no permanecerá ella en pie;
Se asirá de ella, mas no resistirá. A manera de un árbol está verde delante del sol,
Y sus renuevos salen sobre su huerto; Se van entretejiendo sus raíces junto a una fuente,
Y enlazándose hasta un lugar pedregoso. Si le arrancaren de su lugar,
Este le negará entonces, diciendo: Nunca te vi. Ciertamente este será el gozo de su camino;
Y del polvo mismo nacerán otros. He aquí, Dios no aborrece al perfecto,
Ni apoya la mano de los malignos. Aún llenará tu boca de risa,
Y tus labios de júbilo. Los que te aborrecen serán vestidos de confusión;
Y la habitación de los impíos perecerá.
9 Respondió Job, y dijo: Ciertamente yo sé que es así;
¿Y cómo se justificará el hombre con Dios? Si quisiere contender con él,
No le podrá responder a una cosa entre mil. El es sabio de corazón, y poderoso en fuerzas;
¿Quién se endureció contra él, y le fue bien? El arranca los montes con su furor,
Y no saben quién los trastornó; El remueve la tierra de su lugar,
Y hace temblar sus columnas; El manda al sol, y no sale;
Y sella las estrellas; El solo extendió los cielos,
Y anda sobre las olas del mar; El hizo la Osa, el Orión y las Pléyades,
Y los lugares secretos del sur; El hace cosas grandes e incomprensibles,
Y maravillosas, sin número. He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré;
Pasará, y no lo entenderé. He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir?
¿Quién le dirá: ¿Qué haces? Dios no volverá atrás su ira,
Y debajo de él se abaten los que ayudan a los soberbios. ¿Cuánto menos le responderé yo,
Y hablaré con él palabras escogidas? Aunque fuese yo justo, no respondería;
Antes habría de rogar a mi juez. Si yo le invocara, y él me respondiese,
Aún no creeré que haya escuchado mi voz. Porque me ha quebrantado con tempestad,
Y ha aumentado mis heridas sin causa. No me ha concedido que tome aliento,
Sino que me ha llenado de amarguras. Si habláremos de su potencia, por cierto es fuerte;
Si de juicio, ¿quién me emplazará? Si yo me justificare, me condenaría mi boca;
Si me dijere perfecto, esto me haría inicuo. Si fuese íntegro, no haría caso de mí mismo;
Despreciaría mi vida. Una cosa resta que yo diga:
Al perfecto y al impío él los consume. Si azote mata de repente,
Se ríe del sufrimiento de los inocentes. La tierra es entregada en manos de los impíos,
Y él cubre el rostro de sus jueces.
Si no es él, ¿quién es? ¿Dónde está? Mis días han sido más ligeros que un correo;
Huyeron, y no vieron el bien. Pasaron cual naves veloces;
Como el águila que se arroja sobre la presa. Si yo dijere: Olvidaré mi queja,
Dejaré mi triste semblante, y me esforzaré, Me turban todos mis dolores;
Sé que no me tendrás por inocente. Yo soy impío;
¿Para qué trabajaré en vano? Aunque me lave con aguas de nieve,
Y limpie mis manos con la limpieza misma, Aún me hundirás en el hoyo,
Y mis propios vestidos me abominarán. Porque no es hombre como yo, para que yo le responda,
Y vengamos juntamente a juicio. No hay entre nosotros árbitro
Que ponga su mano sobre nosotros dos. Quite de sobre mí su vara,
Y su terror no me espante. Entonces hablaré, y no le temeré;
Porque en este estado no estoy en mí.

Salmo 103:
Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos. Dio a conocer sus caminos a Moisés; reveló sus obras al  pueblo de Israel. El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor. No sostiene para siempre su querella ni guarda rencor eternamente. No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades. Tan grande es su amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra. Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente. Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro. El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno. Pero el amor del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos, con los que cumplen su pacto y se acuerdan de sus preceptos para ponerlos por obra. El Señor ha establecido su trono en el cielo; su reinado domina sobre todos. Alaben al Señor, ustedes sus ángeles, paladines que ejecutan su palabra y obedecen su mandato. Alaben al Señor, todos sus ejércitos, siervos suyos que cumplen su voluntad. Alaben al Señor, todas sus obras en todos los ámbitos de su dominio. ¡Alaba, alma mía, al Señor!

Proverbios 29:
El que es reacio a las reprensiones será destruido de repente y sin remedio. Cuando los justos prosperan, el pueblo se alegra; cuando los impíos gobiernan, el pueblo gime. El que ama la sabiduría alegra a su padre; el que frecuenta rameras derrocha su fortuna. Con justicia el rey da estabilidad al país; cuando lo abruma con tributos, lo destruye. El que adula a su prójimo le tiende una trampa. Al malvado lo atrapa su propia maldad, pero el justo puede cantar de alegría. El justo se ocupa de la causa del desvalido; el malvado ni sabe de qué se trata. Los insolentes conmocionan a la ciudad, pero los sabios apaciguan los ánimos. Cuando el sabio entabla pleito contra un necio, aunque se enoje o se ría, nada arreglará. Los asesinos aborrecen a los íntegros, y tratan de matar a los justos. El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla. Cuando un gobernante se deja llevar por mentiras, todos sus oficiales se corrompen. Algo en común tienen el pobre y el opresor: a los dos el Señor les ha dado la vista. El rey que juzga al pobre según la verdad afirma su trono para siempre. La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergüenza a su madre. Cuando prospera el impío, prospera el pecado, pero los justos presenciarán su caída. Disciplina a tu hijo, y te traerá tranquilidad; te dará muchas satisfacciones. Donde no hay visión, el pueblo se extravía; ¡dichosos los que son obedientes a la ley! No sólo con palabras se corrige al siervo; aunque entienda, no obedecerá. ¿Te has fijado en los que hablan sin pensar? ¡Más se puede esperar de un necio que de gente así! Quien consiente a su criado cuando éste es niño, al final habrá de lamentarlo. El hombre iracundo provoca peleas; el hombre violento multiplica sus crímenes. El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido. El cómplice del ladrón atenta contra sí mismo; aunque esté bajo juramento, no testificará. Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que confía en el Señor sale bien librado. Muchos buscan el favor del gobernante, pero la sentencia del hombre la dicta el Señor. Los justos aborrecen a los malvados, y los malvados aborrecen a los justos.

El Libro de Gálatas Capítulo 4 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS GÁLATAS
CAPÍTULO 4
(58 d.C.)
HEREDERO CON HERENCIA
ESPECÍFICA ILUSTRADA
TAMBIÉN digo, Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del siervo, aunque es señor de todo (Pablo continúa con el argumento acerca de la inferioridad de la condición bajo la Ley usando una ilustración de la vida contemporánea);
2 Mas está debajo de tutores y administradores hasta el tiempo señalado por el padre. (Se refiere al momento en que él llegara a ser mayor de edad, y, por lo tanto, listo para aceptar la herencia.)
3 Así también nosotros, cuando éramos niños, éramos siervos bajo los rudimentos del mundo (las pasiones y el orgullo que esclavizan a la humanidad):
4 Mas venido el cumplimiento del tiempo (lo que completó el tiempo designado por Dios que debiera transcurrir antes de que el Hijo de Dios viniera), Dios envió a Su Hijo (era Dios que actuó; la Ley requiría que el hombre actuara; esta exigencia demostraba la impotencia del hombre; el Hijo de Dios no requiere nada del hombre aparte de su confianza), hecho de mujer (se refiere a la Encarnación, Dios hecho hombre), hecho bajo la Ley (se refiere a la Ley Mosaica; Jesús estaba sujeto a la economía legal Judía, que Él tenía que ser, eso es si Él iba a redimir a la humanidad caída; en otras palabras, Él tuvo que guardar la Ley al pie de la letra, lo que ningún ser humano había hecho antes, pero Él así lo hizo perfectamente),
5 Para que redimiese a los que estaban bajo la Ley (en efecto, toda la humanidad está bajo la Ley de Dios, lo cual el hombre, debido a su condición caída, no podía guardar; pero Jesús vino y nos redimió al guardar la Ley perfectamente, y sobre todo cumpliendo el castigo en la Cruz, que fue la muerte), a fin de que recibiésemos la adopción de hijos (para que pudiéramos ser hijos de Dios por adopción, lo que se desempeñó por Fe en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz).
6 Y por cuanto sois hijos (ahora tenemos muchos privilegios), Dios envió el Espíritu de Su Hijo en vuestros corazones (porque somos hijos, el Espíritu Santo ha sido enviado para tomar residencia permanente en nuestros corazones), el cual clama, Abba, Padre. (Es el Espíritu Santo Quien clama al Padre a nuestro favor.)
7 Así que ya no eres más siervo, sino hijo (la posición en Cristo debido a la Fe en Cristo); y si hijo, también heredero de Dios por Cristo. (Todos los privilegios pertenecen a Cristo, ya nos pertenecen también.)
EL LEGALISMO
8 Antes, en otro tiempo, no conociendo a Dios (la condición anterior del que no está redimido), servíais a los que por naturaleza no son dioses. (Eran esclavos a la superstición pagana.)
9 Mas ahora, habiendo conocido a Dios (se refiere a la Gracia Salvadora, de Conocer a Dios por aceptar a Jesucristo, que es el único modo por el cual Él puede ser conocido), o más bien siendo conocidos de Dios (se refiere al Señor que nos conoce de un modo que salva), ¿cómo os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos (cuando se alcanza la esencia y el parentesco como hijo está establecido, volver a los rudimentos,” es decir, símbolos y sacramentos, no es progreso, sino ignorancia), en los cuales queréis volver a servir? (¡La esclavitud a la naturaleza pecaminosa! Se refiere a dejar la Cruz, y hacer de otras cosas el objeto de Fe.)
10 Guardáis los días, y los meses, y los tiempos, y los años. (Los Judaizantes intentaban que los Gálatas se dedicaran en Guardar la Ley además de Cristo, lo cual no funciona.)
11 Temo de vosotros (temor por su bienestar espiritual), que haya trabajado en vano en vosotros. (Si alguien deja la Fe en Cristo y la Cruz y adopta otras cosas, lo que significa que mira hacia otras cosas para obtener vida y victoria, por gusto el Espíritu Santo hubiera obrado en tal persona.)
12 Hermanos, os ruego, sed como yo (libre de toda la esclavitud de la Salvación por obras y sacramentos, que no es Salvación en absoluto); porque yo soy como vosotros (quiere decir que aunque él sea un Apóstol, él está sujeto a las mismas Doctrinas Bíblicas así como ellos lo están): ningún agravio me habéis hecho. (Mi propósito no es de una queja personal, sino debido al gran daño que les podía venir.)
13 Que vosotros sabéis que por debilidad (no dice qué es) de carne os Anuncié el Evangelio al principio (claramente, cuando estas Iglesias fueron fundadas al comienzo).
14 Y no desechasteis ni menospreciasteis mi tentación que estaba en mi carne (debiera traducirse, “mi prueba”; pero nuevamente, no sabemos cuál era, por eso la especulación es inútil); antes me recibisteis como a un Ángel de Dios, como a Cristo Jesús. (Le aceptaron y lo que él predicó.)
15 ¿Dónde está pues vuestra bienaventuranza? (Se refiere a la maravillosa prosperidad de la Salvación, que les había venido a consecuencia de Pablo que trajo el Evangelio a esta región.) porque yo os doy testimonio, que, si se pudiera hacer, os hubierais sacado vuestros ojos para dármelos. (No necesariamente significa que Pablo tenía una enfermedad de los ojos, como algunos afirman. Era un modismo usado a menudo para expresar la aflicción extrema.)
16 ¿Heme pues hecho vuestro enemigo, diciéndoos la verdad? (Un amigo verdadero es el que dirá a su amigo la verdad, aunque duela.)
17 Tienen celo de vosotros (los Judaizantes que intentaban subvertir a los Gálatas a fin de ganarlos para ellos), pero no para bien (no por su bien); antes, os quieren echar fuera (excluirían a los Gálatas de los beneficios del Evangelio de la Gracia), para que vosotros mostréis celo por ellos (quiere decir, ser atraídos a su lado).
18 Bueno es ser celoso en bien siempre (Pablo quiso que los Gálatas fueran tan entusiastas a la causa de Cristo y la Cruz como ellos eran hacia las falsas doctrinas), y no solamente cuando estoy presente con vosotros. (Su celo hacia lo correcto debiera estar presente en todo momento.)
19 Hijitos míos (muestra un lenguaje afectuoso y emoción), que vuelvo otra vez a estar de parto de vosotros (entregarles otra vez los rudimentos del gran Mensaje de Cristo y Él Crucificado, como si ustedes nunca antes lo hubieran oído) hasta que Cristo sea formado en vosotros (la obra que sólo el Espíritu Santo puede hacer, y hace exclusivamente dentro de los parámetros del Sacrificio de Cristo, que siempre debe ser el Objeto de nuestra Fe),
20 Querría cierto estar ahora con vosotros (como un padre cariñoso que quiere estar al lado de su niño enfermo), y mudar mi voz (se refiere al hecho de que su amor verdadero por ellos llegaría de una manera más ventajosa si sólo pudiera ponerse delante de ellos en persona); porque estoy perplejo en cuanto a vosotros. (El Apóstol estaba perplejo de cómo los Gálatas habían abandonado al Espíritu Santo, sustituyéndolo en Su Lugar la indiferencia de la Ley muerta. Cualquier Cristiano que actualmente tiene como su objeto de Fe cualquier otra cosa que no sea la Cruz sigue el mismo curso que los Gálatas de la antigüedad.)
AGAR Y SARA
21 Decidme, los que queréis estar bajo la Ley (la Ley de Moisés o cualquier tipo de Ley), ¿no habéis oído la Ley? (¿Saben en realidad lo que la Ley exige?)
22 Porque escrito está (Gén. 16:15; 21:2-3), Que Abraham tuvo dos hijos (Ismael e Isaac), uno de la esclava (Agar), el otro de la libre (Sara).
23 Mas el de la esclava nació según la carne (por la conspiración de Abraham y Sara); pero el de la libre nació por la Promesa (por una acción del Espíritu Santo).
24 Las cuales cosas son dichas por alegoría (una forma retórica en la cual los hechos espirituales son presentados en términos físicos): porque estas mujeres son los dos Pactos (representa la Ley [Agar] y la Gracia [Sara]); el uno ciertamente del Monte Sinaí, el cual engendró para servidumbre, que es Agar. (El Apóstol claramente dice que se refiere a Agar como un símbolo de la Ley de Moisés. Como es obvio, le fue dado en el Monte Sinaí.)
25 Porque Agar o Sinaí es un Monte de Arabia, el cual corresponde a la que ahora es Jerusalén (se refiere a aquella ciudad en la época de Pablo; fue sujeto a Leyes, ritos y costumbres, según la Ley de Moisés), la cual está en esclavitud con sus hijos. (Israel estaba en la esclavitud del pecado por haber rechazado a Cristo.)
26 Mas la Jerusalén de arriba es libre (indica el origen de la Salvación, que es el Cielo, y proclama sus resultados, que son la “libertad”), la cual es la madre de todos nosotros. (Se refiere a todos quienes son verdaderos Cristianos, Judíos o Gentiles.)
27 Porque está escrito (Isa. 2:2), Alégrate, estéril, que no pares; prorrumpe y clama, la que no estás de parto (se refiere a la Iglesia, injertada debido a la Gracia, en lugar de Israel, que exigía la Ley y que Dios no aceptaría): porque más son los hijos de la dejada que de la que tiene marido. (Corresponde a Sara que era estéril que, en un sentido de la palabra y la cultura de esa época, era lo mismo que no tener un marido, aunque ella estuviera casada con Abraham. También se refiere a la Iglesia, que, en efecto, no tenía ningún marido, como lo fue Israel, es decir, “Dios.” ¡La Iglesia tiene muchos hijos más de los que Israel nunca tuvo!)
28 Así que, Hermanos, nosotros (los Creyentes) como Isaac somos Hijos de la Promesa. (La Promesa es una representación del Mesías, Quien llegó a través del linaje de Isaac para conceder la liberación al pueblo encadenado por el pecado.)
29 Empero como entonces el que era engendrado según la carne (Ismael), perseguía al que había nacido según el Espíritu (Isaac), así también ahora. (Isaac e Ismael simbolizaban la nueva y la vieja naturaleza en el Creyente. Agar y Sara tipificaron los dos Convenios, el de las obras y el de la Gracia, de la esclavitud y la Libertad, tal como Pablo lo explica aquí.)
30 Mas ¿qué dice La Escritura? (Gén. 21:10.) Echa fuera a la esclava y a su hijo (el nacimiento de la nueva naturaleza exige la expulsión de la vieja; es imposible mejorar la vieja naturaleza; debe ser expulsada, es decir, “colocada en una posición inactiva”; sólo puede ser hecho por el Creyente que evidencia la Fe constante en la Cruz, que entonces da libertad de acción al Espíritu Santo para producir esta obra imprescindible): porque no será heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre. (Pablo da una ilustración dramática del conflicto irreconciliable entre la Salvación por las obras y la Salvación por la Fe.)
31 De manera, Hermanos, que no somos hijos de la sierva (Agar, Ismael y la Ley), mas de la libre. (No somos hijos de la Ley, sino más bien hijos libres de la Fe.)

Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

Labels: , , , , , , , , , , , , , , ,

0 Comments:

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home