24 September 2022

El 24 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

 

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre


El 24 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Éxodo 36-38:

36 Así, pues, Bezaleel y Aholiab, y todo hombre sabio de corazón a quien Jehová dio sabiduría e inteligencia para saber hacer toda la obra del servicio del santuario, harán todas las cosas que ha mandado Jehová. Y Moisés llamó a Bezaleel y a Aholiab y a todo varón sabio de corazón, en cuyo corazón había puesto Jehová sabiduría, todo hombre a quien su corazón le movió a venir a la obra para trabajar en ella. Y tomaron de delante de Moisés toda la ofrenda que los hijos de Israel habían traído para la obra del servicio del santuario, a fin de hacerla. Y ellos seguían trayéndole ofrenda voluntaria cada mañana. Tanto, que vinieron todos los maestros que hacían toda la obra del santuario, cada uno de la obra que hacía, y hablaron a Moisés, diciendo: El pueblo trae mucho más de lo que se necesita para la obra que Jehová ha mandado que se haga. Entonces Moisés mandó pregonar por el campamento, diciendo: Ningún hombre ni mujer haga más para la ofrenda del santuario. Así se le impidió al pueblo ofrecer más; pues tenían material abundante para hacer toda la obra, y sobraba. Todos los sabios de corazón de entre los que hacían la obra, hicieron el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí; las hicieron con querubines de obra primorosa. La longitud de una cortina era de veintiocho codos, y la anchura de cuatro codos; todas las cortinas eran de igual medida. Cinco de las cortinas las unió entre sí, y asimismo unió las otras cinco cortinas entre sí. E hizo lazadas de azul en la orilla de la cortina que estaba al extremo de la primera serie; e hizo lo mismo en la orilla de la cortina final de la segunda serie. Cincuenta lazadas hizo en la primera cortina, y otras cincuenta en la orilla de la cortina de la segunda serie; las lazadas de la una correspondían a las de la otra. Hizo también cincuenta corchetes de oro, con los cuales enlazó las cortinas una con otra, y así quedó formado un tabernáculo. Hizo asimismo cortinas de pelo de cabra para una tienda sobre el tabernáculo; once cortinas hizo. La longitud de una cortina era de treinta codos, y la anchura de cuatro codos; las once cortinas tenían una misma medida. Y unió cinco de las cortinas aparte, y las otras seis cortinas aparte. Hizo además cincuenta lazadas en la orilla de la cortina que estaba al extremo de la primera serie, y otras cincuenta lazadas en la orilla de la cortina final de la segunda serie. Hizo también cincuenta corchetes de bronce para enlazar la tienda, de modo que fuese una. E hizo para la tienda una cubierta de pieles de carneros teñidas de rojo, y otra cubierta de pieles de tejones encima. Además hizo para el tabernáculo las tablas de madera de acacia, derechas. La longitud de cada tabla era de diez codos, y de codo y medio la anchura. Cada tabla tenía dos espigas, para unirlas una con otra; así hizo todas las tablas del tabernáculo. Hizo, pues, las tablas para el tabernáculo; veinte tablas al lado del sur, al mediodía. Hizo también cuarenta basas de plata debajo de las veinte tablas: dos basas debajo de una tabla, para sus dos espigas, y dos basas debajo de otra tabla para sus dos espigas. Y para el otro lado del tabernáculo, al lado norte, hizo otras veinte tablas, con sus cuarenta basas de plata; dos basas debajo de una tabla, y dos basas debajo de otra tabla. Y para el lado occidental del tabernáculo hizo seis tablas. Para las esquinas del tabernáculo en los dos lados hizo dos tablas, las cuales se unían desde abajo, y por arriba se ajustaban con un gozne; así hizo a la una y a la otra en las dos esquinas. Eran, pues, ocho tablas, y sus basas de plata dieciséis; dos basas debajo de cada tabla. Hizo también las barras de madera de acacia; cinco para las tablas de un lado del tabernáculo, cinco barras para las tablas del otro lado del tabernáculo, y cinco barras para las tablas del lado posterior del tabernáculo hacia el occidente. E hizo que la barra de en medio pasase por en medio de las tablas de un extremo al otro. Y cubrió de oro las tablas, e hizo de oro los anillos de ellas, por donde pasasen las barras; cubrió también de oro las barras. Hizo asimismo el velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; lo hizo con querubines de obra primorosa. Y para él hizo cuatro columnas de madera de acacia, y las cubrió de oro, y sus capiteles eran de oro; y fundió para ellas cuatro basas de plata. Hizo también el velo para la puerta del tabernáculo, de azul, púrpura, carmesí y lino torcido, obra de recamador; y sus cinco columnas con sus capiteles; y cubrió de oro los capiteles y las molduras, e hizo de bronce sus cinco basas. 37 Hizo también Bezaleel el arca de madera de acacia; su longitud era de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. Y la cubrió de oro puro por dentro y por fuera, y le hizo una cornisa de oro en derredor. Además fundió para ella cuatro anillos de oro a sus cuatro esquinas; en un lado dos anillos y en el otro lado dos anillos. Hizo también varas de madera de acacia, y las cubrió de oro. Y metió las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca. Hizo asimismo el propiciatorio de oro puro; su longitud de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. Hizo también los dos querubines de oro, labrados a martillo, en los dos extremos del propiciatorio. Un querubín a un extremo, y otro querubín al otro extremo; de una pieza con el propiciatorio hizo los querubines a sus dos extremos. Y los querubines extendían sus alas por encima, cubriendo con sus alas el propiciatorio; y sus rostros el uno enfrente del otro miraban hacia el propiciatorio. Hizo también la mesa de madera de acacia; su longitud de dos codos, su anchura de un codo, y de codo y medio su altura; y la cubrió de oro puro, y le hizo una cornisa de oro alrededor. Le hizo también una moldura de un palmo menor de anchura alrededor, e hizo en derredor de la moldura una cornisa de oro. Le hizo asimismo de fundición cuatro anillos de oro, y los puso a las cuatro esquinas que correspondían a las cuatro patas de ella. Debajo de la moldura estaban los anillos, por los cuales se metían las varas para llevar la mesa. E hizo las varas de madera de acacia para llevar la mesa, y las cubrió de oro. También hizo los utensilios que habían de estar sobre la mesa, sus platos, sus cucharas, sus cubiertos y sus tazones con que se había de libar, de oro fino. Hizo asimismo el candelero de oro puro, labrado a martillo; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores eran de lo mismo. De sus lados salían seis brazos; tres brazos de un lado del candelero, y otros tres brazos del otro lado del candelero. En un brazo, tres copas en forma de flor de almendro, una manzana y una flor, y en otro brazo tres copas en figura de flor de almendro, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salían del candelero. Y en la caña del candelero había cuatro copas en figura de flor de almendro, sus manzanas y sus flores, y una manzana debajo de dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, conforme a los seis brazos que salían de él. Sus manzanas y sus brazos eran de lo mismo; todo era una pieza labrada a martillo, de oro puro. Hizo asimismo sus siete lamparillas, sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. De un talento de oro puro lo hizo, con todos sus utensilios. Hizo también el altar del incienso, de madera de acacia; de un codo su longitud, y de otro codo su anchura; era cuadrado, y su altura de dos codos; y sus cuernos de la misma pieza. Y lo cubrió de oro puro, su cubierta y sus paredes alrededor, y sus cuernos, y le hizo una cornisa de oro alrededor. Le hizo también dos anillos de oro debajo de la cornisa en las dos esquinas a los dos lados, para meter por ellos las varas con que había de ser conducido. E hizo las varas de madera de acacia, y las cubrió de oro. Hizo asimismo el aceite santo de la unción, y el incienso puro, aromático, según el arte del perfumador. 38 Igualmente hizo de madera de acacia el altar del holocausto; su longitud de cinco codos, y su anchura de otros cinco codos, cuadrado, y de tres codos de altura. E hizo sus cuernos a sus cuatro esquinas, los cuales eran de la misma pieza, y lo cubrió de bronce. Hizo asimismo todos los utensilios del altar; calderos, tenazas, tazones, garfios y palas; todos sus utensilios los hizo de bronce. E hizo para el altar un enrejado de bronce de obra de rejilla, que puso por debajo de su cerco hasta la mitad del altar. También fundió cuatro anillos a los cuatro extremos del enrejado de bronce, para meter las varas. E hizo las varas de madera de acacia, y las cubrió de bronce. Y metió las varas por los anillos a los lados del altar, para llevarlo con ellas; hueco lo hizo, de tablas. También hizo la fuente de bronce y su base de bronce, de los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. Hizo asimismo el atrio; del lado sur, al mediodía, las cortinas del atrio eran de cien codos, de lino torcido. Sus columnas eran veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. Y del lado norte cortinas de cien codos; sus columnas, veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. Del lado del occidente, cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez, y sus diez basas; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. Del lado oriental, al este, cortinas de cincuenta codos; a un lado cortinas de quince codos, sus tres columnas y sus tres basas; al otro lado, de uno y otro lado de la puerta del atrio, cortinas de quince codos, con sus tres columnas y sus tres basas. Todas las cortinas del atrio alrededor eran de lino torcido. Las basas de las columnas eran de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata; asimismo las cubiertas de las cabezas de ellas, de plata; y todas las columnas del atrio tenían molduras de plata. La cortina de la entrada del atrio era de obra de recamador, de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; era de veinte codos de longitud, y su anchura, o sea su altura, era de cinco codos, lo mismo que las cortinas del atrio. Sus columnas eran cuatro, con sus cuatro basas de bronce y sus capiteles de plata; y las cubiertas de los capiteles de ellas, y sus molduras, de plata. Todas las estacas del tabernáculo y del atrio alrededor eran de bronce. Estas son las cuentas del tabernáculo, del tabernáculo del testimonio, las que se hicieron por orden de Moisés por obra de los levitas bajo la dirección de Itamar hijo del sacerdote Aarón. Y Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá, hizo todas las cosas que Jehová mandó a Moisés. Y con él estaba Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan, artífice, diseñador y recamador en azul, púrpura, carmesí y lino fino. Todo el oro empleado en la obra, en toda la obra del santuario, el cual fue oro de la ofrenda, fue veintinueve talentos y setecientos treinta siclos, según el siclo del santuario. Y la plata de los empadronados de la congregación fue cien talentos y mil setecientos setenta y cinco siclos, según el siclo del santuario; medio siclo por cabeza, según el siclo del santuario; a todos los que pasaron por el censo, de edad de veinte años arriba, que fueron seiscientos tres mil quinientos cincuenta. Hubo además cien talentos de plata para fundir las basas del santuario y las basas del velo; en cien basas, cien talentos, a talento por basa. Y de los mil setecientos setenta y cinco siclos hizo los capiteles de las columnas, y cubrió los capiteles de ellas, y las ciñó. El bronce ofrendado fue setenta talentos y dos mil cuatrocientos siclos, del cual fueron hechas las basas de la puerta del tabernáculo de reunión, y el altar de bronce y su enrejado de bronce, y todos los utensilios del altar, las basas del atrio alrededor, las basas de la puerta del atrio, y todas las estacas del tabernáculo y todas las estacas del atrio alrededor.


Salmo 134:
Bendigan al Señor todos ustedes sus siervos, que de noche permanecen en la casa del Señor. Eleven sus manos hacia el santuario y bendigan al Señor. Que desde Sión los bendiga el Señor, creador del cielo y de la tierra.



Proverbios 3:
Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas; más bien, guarda en tu corazón mis mandamientos. Porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán prosperidad. Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón. Contarás con el favor de Dios y tendrás buena fama entre la gente. Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser. Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo. Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones. Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido. Dichoso el que halla sabiduría, el que adquiere inteligencia. Porque ella es de más provecho que la plata y rinde más ganancias que el oro. Es más valiosa que las piedras preciosas: ¡ni lo más deseable se le puede comparar! Con la mano derecha ofrece larga vida; con la izquierda, honor y riquezas. Sus caminos son placenteros y en sus senderos hay paz. Ella es árbol de vida para quienes la abrazan; ¡dichosos los que la retienen! Con sabiduría afirmó el Señor la tierra, con inteligencia estableció los cielos. Por su conocimiento se separaron las aguas, y las nubes dejaron caer su rocío. Hijo mío, conserva el buen juicio; no pierdas de vista la discreción. Te serán fuente de vida, te adornarán como un collar. Podrás recorrer tranquilo tu camino, y tus pies no tropezarán. Al acostarte, no tendrás temor alguno; te acostarás y dormirás tranquilo. No temerás ningún desastre repentino, ni la desgracia que sobreviene a los impíos. Porque el Señor estará siempre a tu lado y te librará de caer en la trampa. No niegues un favor a quien te lo pida, si en tu mano está el otorgarlo. Nunca digas a tu prójimo: "Vuelve más tarde; te ayudaré mañana", si hoy tienes con qué ayudarlo. No urdas el mal contra tu prójimo, contra el que ha puesto en ti su confianza. No entres en pleito con nadie que no te haya hecho ningún daño. No envidies a los violentos, ni optes por andar en sus caminos. Porque el Señor aborrece al perverso, pero al íntegro le brinda su amistad. La maldición del Señor cae sobre la casa del malvado; su bendición, sobre el hogar de los justos. El Señor se burla de los burlones, pero muestra su favor a los humildes. Los sabios son dignos de honra, pero los necios sólo merecen deshonra.



El Libro de Lucas Capítulo del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS




CAPÍTULO 3
(26 d.C.)
JUAN EL BAUTISTA




Y EN el año quince del imperio de Tiberio César (el hijastro del Emperador Augusto, a quien le sucedió en el trono; reinó del año 14 a.C. al 37 d.C., en consecuencia abarcaba todo lo largo del período entero de la Vida y Ministerio de Jesús), siendo gobernador de Judea, Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea (era conocido como "Antipas"; era hijo de Herodes el Grande, y reinó por más de cuarenta años), y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite (el área noreste del Mar de Galilea, que incluyó Cesarea Filipo que, en efecto, fue construido por él), y Lisanias tetrarca de Abilinia (se refirió al distrito que ahora se conoce como el Líbano del sur; el título "tetrarca" significaba "gobernador de una cuarta parte," pero   realmente se aplicaba a todos los gobernadores),
2 Siendo Sumos Sacerdotes Anás y Caifás (los Sumos Sacerdotes se supone que eran descendientes de Aarón; sin embargo, la oficina era controlada por Roma, y estos dos hombres desempeñaban en ese cargo), vino Palabra del Señor sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto (ya era el momento para que Juan comenzara su Ministerio).
3 Y él vino por toda la Tierra alrededor del Jordán (la ubicación de su Ministerio se concentraba alrededor del Río Jordán) predicando el bautismo del Arrepentimiento para la remisión de pecados (predicaba el Arrepentimiento personal que garantizaba la remisión de los pecados, que se debe proseguir con el Bautismo en Agua);
4 Como está escrito en el Libro de las palabras del Profeta Isaías (Isa. 40:3-5) que dice, Voz del que clama en el desierto (Isaías predijo el Ministerio de Juan aproximadamente 800 años antes), Preparad el Camino del Señor, haced derechas Sus sendas (Israel debe alinearse con la Palabra de Dios, en vista de que el Mesías está a punto de ser presentado).
5 Todo valle se henchirá, y se bajará todo monte y collado; y los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados (corresponde a una interpretación correcta de la Palabra de Dios, para que produzca conducta correcta);
6 Y verá toda carne la Salvación de Dios (todo Israel vería al Señor Jesucristo, su Mesías, Quien es la "Salvación de Dios").
7 Y decía a las gentes que salían para ser bautizadas de él (el Bautismo en Agua de este modo era nuevo para Israel): Oh generación de víboras (es lo que el Espíritu Santo por medio de Juan dijo de Israel de esa época), ¿quién os enseñó a huir de la ira que vendrá? (Se garantiza que la ira le caerá a todos los que rechazan a Cristo; significa que se puede escapar de esa ira sólo cuando acepta a Cristo.)
8 Haced, pues, frutos dignos de Arrepentimiento (en efecto, dice que el Bautismo en Agua no los haría bien a menos que haya primero Arrepentimiento, y si hay verdadero Arrepentimiento, los frutos serían evidentes), y no comencéis a decir en vosotros mismos, Tenemos a Abraham por padre (no hay tal cosa como una salvación nacional): porque os digo, Que Dios puede, aun de estas piedras, levantar hijos a Abraham (demuestra a Juan que señala vigorosamente la misma raíz del orgullo Judío).
9 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles (los "árboles" se refiere a Israel, y el "hacha" se refiere al Juicio de Dios; no dice que el hacha luego cortaba las raíces, sino que fue alzado para hacerlo, si el Arrepentimiento no sucediera primero): todo árbol, pues, que no hace  buen fruto, es cortado, y echado en el fuego (es una Ley de Dios que se aplica a cada persona individualmente).
10 Y las gentes le preguntaban, diciendo: ¿Pues qué haremos? (Vemos de nuevo, como será obvio, los Frutos del Arrepentimiento.)
11 Y respondiendo les dijo, El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene que comer, haga lo mismo (la respuesta de Juan no tiene ninguna referencia al hacer estas cosas como la causa de la Salvación, sino más bien como el resultado de la Salvación).
12 Y vinieron también Publicanos para ser bautizados, y le dijeron, Maestro, ¿qué haremos? (Los Publicanos eran recaudadores de impuestos, en cierto sentido eran empleados de Roma y, por eso, Israel los consideraban traidores; muchos no creían que los Publicanos podían ser salvos.)
13 Y él les dijo, No exijáis más de lo que os está ordenado (vemos que Juan no trató a los Publicanos de manera diferente que a los Fariseos, que afirmaban ser tan religiosos; el mensaje era el mismo para todos).
14 Y le preguntaron también los soldados, diciendo, Y nosotros ¿qué haremos? (Israel no tenía ningún ejército, por eso es muy posible que éstos eran Gentiles.) Y les dice, No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestras pagas (estos hombres, tanto Publicanos como soldados, no son dirigidos por el Profeta inspirado de lo Alto a cambiar su estilo de vida, sino sólo su manera).
LA PREDICCIÓN DE JUAN
ACERCA DE JESÚS
15 Y estando el pueblo esperando (manifiesta que todo Israel de esa época buscaba al Mesías), y pensando todos de Juan en sus corazones, si él fuese el Cristo (de tener conocimiento de la Palabra, ellos hubieran actuado mejor);
16 Respondió Juan, diciendo a todos, Yo, a la verdad, os bautizo en agua (lo mejor que el hombre mortal puede hacer, aun uno tan Santo como Juan el Bautista); mas viene Quien es más poderoso que yo (sólo el Omnipotente puede liberar a los hombres), de quien ni siquiera soy digno de desatar la correa de Sus Zapatos (demuestra la humildad de Juan, y la humildad que se exige a todos): Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego (fue hecho posible por la Cruz, y cumplido según Hechos 2:4, y millones que ya han recibido):
17 Cuyo aventador está en Su Mano (el aventador solía llevarse la paja del trigo), y limpiará Su era (separará la paja del trigo, que es un proceso violento), y juntará el trigo en Su alfolí (solo el trigo se acepta); mas la paja quemará en fuego que nunca se apagará (todo lo que no es de Dios será consignado al Infierno).
18 Y amonestando, otras muchas cosas también anunciaba al pueblo (la Predicación en aquel entonces fue el método de Dios, y la Predicación es el método de Dios ahora).
19 Entonces Herodes el tetrarca, siendo reprendido por él (por Juan el Bautista) a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano (Herodes le quitó la esposa de Felipe para sí mismo), y de todas las maldades que había hecho Herodes (un hombre malo y depravado),
20 Añadió también esto sobre todo, que encerró a Juan en la cárcel (el Espíritu Santo dice que esto era lo peor que Herodes hizo; él puso su mano sobre el ungido del Señor).
JUAN BAUTIZA A JESÚS
21 Y aconteció que, cuando todo el pueblo se bautizaba (fueron bautizados), también Jesús fue bautizado (para testificar de Su Muerte, Sepultura y Resurrección, del cual el Bautismo en Agua es un Tipo), y orando (cuando Él salió del agua, Él salió orando), el Cielo se abrió (el Cielo había estado cerrado al hombre desde la Caída; por medio de  Jesús se volvería a abrir),
22 Y descendió el Espíritu Santo sobre Él en forma corporal, como Paloma (el Espíritu Santo es una Persona, la Tercera Persona de la Deidad, distinto del Padre y del Hijo), y fue hecha una Voz del Cielo que decía (la Voz de Dios el Padre), Tú eres Mi Hijo Amado (literalmente, "en cuanto a Ti," a diferencia de todos los demás); en Ti Me he complacido (Dios está contento con nosotros, sólo mientras que estemos en Cristo).
LA GENEOLOGÍA DE JESÚS
23 Y el Mismo Jesús comenzaba a ser como de treinta años (a esta edad iniciaba el Sacerdote su Oficina [Núm. 4:3]; Jesús es nuestro Gran Sumo Sacerdote), siendo hijo de José (como se creía) (debiera traducirse, "por adopción legal"), que fue hijo de Elí (José era hijo de Jacob [Mat. 1:16] por nacimiento e hijo de Elí por matrimonio; fue ordenado en Números, cap. 36, que el hombre que se casaba con la hija de un padre que no tenía hijo se convertía en hijo de aquel padre y heredaba su propiedad),
24 Que fue de Matat, que fue de Leví, que fue de Melqui, que fue de Jana, que fue de José,
25 Que fue de Matatías, que fue de Amós, que fue de Nahum, que fue de Esli,
26 Que fue de Nagai, que fue de Maat, que fue de Matatías, que fue de Semei, que fue de José, que fue de Judá,
27 Que fue de Joana, que fue de Resa, que fue de Zorobabel, que fue de Salatiel,
28 Que fue de Neri, que fue de Melqui, que fue de Adi, que fue de Cosam, que fue de Elmodam, que fue de Er,
29 Que fue de Josué, que fue de Eliezer, que fue de Jorim, que fue de Matat,
30 Que fue de Leví, que fue de Simeón, que fue de Judá, que fue de José, que fue de Jonán, que fue de Eliaquim,
31 Que fue de Melea, que fue de Mainán, que fue de Matata, que fue de Natán,
32 Que fue de David, que fue de Isaí, que fue de Obed, que fue de Booz (hijo de Booz), que fue de Salmón, que fue de Naasón,
33 Que fue de Aminadab, que fue de Aram, que fue de Esrom, que fue de Fares,
34 Que fue de Judá, que fue de Jacob, que fue de Isaac, que fue de Abraham, que fue de Taré, que fue de Nacor,
35 Que fue de Serug, que fue de Ragau, que fue de Peleg, que fue de Heber,
36 Que fue de Sala, que fue de Cainán, que fue de Arfaxad, que fue de Sem (hijo de Sem), que fue de Noé (hijo de Noé), que fue de Lamec,
37 Que fue de Matusalén (Metúsala), que fue de Enoc, que fue de Jared, que fue de Mahalaleel,
38 Que fue de Cainán, que fue de Enós, que fue de Set, que fue de Adán, que fue de Dios (era hijo de Dios por Creación, y no por la experiencia de Nacer de Nuevo; era la intención de Dios que la humanidad trajera hijos e hijas de Dios al mundo por la procreación; sin embargo, debido a la Caída, los niños no pueden nacer en la semejanza de Dios, sino más bien en la semejanza de Adán, es decir, la naturaleza pecaminosa; aunque fue maravilloso estar en la genealogía de Cristo, algunos, si no muchos, de estos individuos no fueron salvos; y, de hecho, algunos eran impíos; esto demuestra que la Salvación no se adquiere por herencia o genealogía; viene sólo al aceptar a Cristo como su propio Salvador [Jn. 3:16]).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano,  también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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