Sonidos del aire libre
Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

El 15 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:
Éxodo 9-11:
9 Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Porque si no lo quieres dejar ir, y lo detienes aún, he aquí la mano de Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con plaga gravísima. Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel. Y Jehová fijó plazo, diciendo: Mañana hará Jehová esta cosa en la tierra. Al día siguiente Jehová hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de Israel no murió uno. Entonces Faraón envió, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo. Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Tomad puñados de ceniza de un horno, y la esparcirá Moisés hacia el cielo delante de Faraón; y vendrá a ser polvo sobre toda la tierra de Egipto, y producirá sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias, por todo el país de Egipto. Y tomaron ceniza del horno, y se pusieron delante de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo; y hubo sarpullido que produjo úlceras tanto en los hombres como en las bestias. Y los hechiceros no podían estar delante de Moisés a causa del sarpullido, porque hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los egipcios. Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó, como Jehová lo había dicho a Moisés. Entonces Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra. Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra. ¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir? He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora. Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá sobre él, y morirá. De los siervos de Faraón, el que tuvo temor de la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa; mas el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó sus criados y sus ganados en el campo. Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto. Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada. Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país. Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo. Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos. Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más. Y le respondió Moisés: Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos a Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de Jehová es la tierra. Pero yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia de Jehová Dios. El lino, pues, y la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña. Mas el trigo y el centeno no fueron destrozados, porque eran tardíos. Y salido Moisés de la presencia de Faraón, fuera de la ciudad, extendió sus manos a Jehová, y cesaron los truenos y el granizo, y la lluvia no cayó más sobre la tierra. Y viendo Faraón que la lluvia había cesado, y el granizo y los truenos, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos. Y el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, como Jehová lo había dicho por medio de Moisés. 10 Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales, y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy Jehová. Entonces vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí que mañana yo traeré sobre tu territorio la langosta, la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol que os fructifica en el campo. Y llenará tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y se volvió y salió de delante de Faraón. Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será este hombre un lazo para nosotros? Deja ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya destruido? Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir? Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta solemne para Jehová. Y él les dijo: ¡Así sea Jehová con vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? ¡Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro! No será así; id ahora vosotros los varones, y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis. Y los echaron de la presencia de Faraón. Entonces Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dejó. Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana el viento oriental trajo la langosta. Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después; y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros. Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal. Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a Jehová. Entonces Jehová trajo un fortísimo viento occidental, y quitó la langosta y la arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el país de Egipto. Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel. Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe. Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días. Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones. Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros. Y Moisés respondió: Tú también nos darás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos para Jehová nuestro Dios. Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos allá. Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no quiso dejarlos ir. Y le dijo Faraón: Retírate de mí; guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás. Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro. 11 Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y sobre Egipto, después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo. Habla ahora al pueblo, y que cada uno pida a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro. Y Jehová dio gracia al pueblo en los ojos de los egipcios. También Moisés era tenido por gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y a los ojos del pueblo. Dijo, pues, Moisés: Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias. Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá. Pero contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas. Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de Faraón. Y Jehová dijo a Moisés: Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto. Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante de Faraón; pues Jehová había endurecido el corazón de Faraón, y no envió a los hijos de Israel fuera de su país.
Salmo 125:
Los que confían en el
Señor son como el monte Sión, que jamás será conmovido, que permanecerá
para siempre. Como rodean las colinas a Jerusalén, así rodea el Señor a
su pueblo, desde ahora y para siempre. No prevalecerá el cetro de los
impíos sobre la heredad asignada a los justos, para que nunca los justos
extiendan sus manos hacia la maldad. Haz bien, Señor, a los que son
buenos, a los de recto corazón. Pero a los que van por caminos torcidos
deséchalos, Señor, junto con los malhechores. ¡Que haya paz en Israel!
Proverbios 25:
Éstos
son otros proverbios de Salomón, copiados por los escribas de Ezequías,
rey de Judá. Gloria de Dios es ocultar un asunto, y gloria de los reyes
el investigarlo. Tan impenetrable es el corazón de los reyes como alto
es el cielo y profunda la tierra. Quita la escoria de la plata, y de
allí saldrá material para el orfebre; quita de la presencia del rey al
malvado, y el rey afirmará su trono en la justicia. No te des
importancia en presencia del rey, ni reclames un lugar entre los
magnates; vale más que el rey te diga: "Sube acá", y no que te humille
ante gente importante. No lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué
harás si a fin de cuentas tu prójimo te pone en vergüenza? Defiende tu causa contra tu prójimo, pero
no traiciones la confianza de nadie, no sea que te avergüence el que te
oiga y ya no puedas quitarte la infamia. Como naranjas de oro con
incrustaciones de plata son las palabras dichas a tiempo. Como anillo o
collar de oro fino son los regaños del sabio en oídos atentos. Como
frescura de nieve en día de verano es el mensajero confiable para quien
lo envía, pues infunde nuevo ánimo en sus amos. Nubes y viento, y nada
de lluvia, es quien presume de dar y nunca da nada. Con paciencia se
convence al gobernante. ¡La lengua amable quebranta hasta los huesos! Si
encuentras miel, no te empalagues; la mucha miel provoca náuseas. No
frecuentes la casa de tu amigo; no sea que lo fastidies y llegue a
aborrecerte. Un mazo, una espada, una aguda saeta, ¡eso es el falso
testigo contra su amigo! Confiar en gente desleal en momentos de
angustia es como tener un diente careado o una pierna quebrada.
Dedicarle canciones al corazón afligido es como echarle vinagre a una
herida o como andar desabrigado en un día de frío. Si tu enemigo tiene
hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás
que se avergüence de su conducta, y el Señor te lo recompensará. Con el
viento del norte vienen las lluvias; con la lengua viperina, las malas
caras. Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo
con mujer pendenciera. Como el agua fresca a la garganta reseca son las
buenas noticias desde lejanas tierras. Manantial turbio, contaminado
pozo, es el justo que flaquea ante el impío. No hace bien comer mucha
miel, ni es honroso buscar la propia gloria. Como ciudad sin defensa y
sin murallas es quien no sabe dominarse.
El Libro de Marcos Capítulo 10 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS
CAPÍTULO 10
(33 d.C.)
TOCANTE AL MATRIMONIO
Y EL DIVORCIO
Y PARTIÉNDOSE de allí (de Capernaum), vino a los términos (fronteras) de
Judea
y tras el Jordán (el lado oriental del Río Jordán; Él no volverá a esta
región, pero será crucificado en Jerusalén): y volvió el pueblo a
juntarse a Él (era el tiempo de la Pascua y muchas personas estaban en
camino a Jerusalén); y de nuevo les enseñaba como solía (necesitaban Su
Enseñanza tanto, pero sólo Su Muerte los pondrá en libertad).
2 Y
llegándose los Fariseos (habían Fariseos en la muchedumbre, que llegaban
a Jerusalén), Le preguntaron, ¿Es lícito al marido repudiar a su mujer?
(La pregunta del divorcio y del casarse otra vez era la gran
controversia de aquel entonces en Israel.) para tentarle.
3 Mas Él
respondiendo les dijo, ¿Qué os mandó Moisés? (Los llevaba a la Palabra,
pero no como esperaban — no los dirigía a la Ley de Moisés.)
4 Y
ellos dijeron, Moisés permitió escribir carta de divorcio, y repudiarla
([Deut. 24:1], pero malinterpretaban a Moisés, justo como muchos hacen).
5
Y respondiendo Jesús les dijo, Por la dureza de vuestro corazón os
escribió este Mandamiento (el Señor no niega que Moisés permitió el
divorcio; tal mandamiento él no hizo; por consiguiente, cuando los
Fariseos se abrigaban bajo el reconocimiento temporal de un mal
necesario, era lo mismo que admitir que no habían crecido más que la
estatura moral de sus padres).
6 Pero al principio de la Creación,
varón y hembra los hizo Dios (no a partir del principio de la Creación
en sí, sino más bien, a partir del principio de la Creación de la
humanidad).
7 Por esta causa (tiene que ver con el modo en que el
hombre y la mujer fueron creados y, por lo tanto, del modo que deben
vivir) dejará el hombre a su padre y a su madre, y se juntará a su mujer
(completamente desacredita el estilo de la vida homosexual);
8 Y los
que eran dos (los dos), serán hechos una carne (una de las razones por
las cuales el adulterio y la fornicación son tan malos): así que no son
más dos, sino una sola carne (la Voluntad de Dios cuando alcanza su
conclusión lógica y hermosa).
9 Pues lo que Dios juntó (coloca el
sello de la aprobación de Dios en la unión matrimonial; y hablamos de la
familia nuclear de marido, esposa y niños), no lo aparte el hombre
(hay sólo dos bases Bíblicas para el divorcio y el casarse de nuevo: A.
Fornicación [Mat. 5:32]; y, B. Abandono a base de motivos espirituales
[1 Cor. 7:14-15]).
10 Y en casa (donde evidentemente se habían
detenido para pasar la noche en el camino a Jerusalén) volvieron Sus
Discípulos a preguntarle de lo mismo (el asunto del divorcio y del
casarse de nuevo).
11 Y Él les dice (corresponde al matrimonio
después del divorcio), Cualquiera que repudiare a su mujer (se refiere
al divorcio), y se casare con otra, comete adulterio contra ella (se
refiere a no tener ninguna base Bíblica; en hacer tal, él comete el
pecado no sólo contra Dios, sino también contra su esposa).
12 Y si
la mujer repudiare a su marido (divorcio) y se casare con otro, comete
adulterio (otra vez, no tiene ninguna base Bíblica; tal constituye el
pecado de adulterio).
JESÚS BENDICE A LOS NIÑOS
13 Y Le
presentaban niños para que los tocase (esta costumbre encuentra su
simbolismo en Gén. 48:14-15): y Sus Discípulos reprochaban a los que los
presentaban (indica una paradoja; los Discípulos reprochaban
fuertemente a la gente de traer sus niños a Jesús, mientras Jesús
bendecía fuertemente a los que fueron llevados a Él).
14 Y viéndolo
Jesús (vio lo que los Discípulos hacían), se enojó (fue movido con
fuerte indignación), y les dijo, Dejad a los niños venir a Mí, y no se
lo estorbéis: porque de los tales es el Reino de Dios (comenzar la
crianza de un niño en lo correcto, para asegurar su Salvación [Prov.
22:6]).
15 De cierto os digo, Cualquiera que no recibiere el Reino de
Dios como un niño (la simplicidad del niño pequeño es el modelo y la
regla para cada uno que desea, por la Gracia de Cristo, obtener el Reino
del Cielo), no entrará en él (indica una doble negativa en el Griego, y
por consiguiente, indica una negación enfática).
16 Y tomándolos en los Brazos, poniendo las Manos sobre ellos, los bendecía (Él los bendecía de una manera fervorosa).
EL NOBLE JOVEN RICO
17
Y saliendo Él para seguir su camino (la próxima mañana salía de la
casa, e iba hacia Jerusalén), vino uno corriendo, e hincando la rodilla
delante de Él (él no está pidiendo por ayuda física, sino ayuda
espiritual), Le preguntó, Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida
eterna? (En primer lugar, nadie puede heredar la vida eterna. Es gratis,
que se le otorga al aceptar a Cristo [Rom. 10:9-10, 13].)
18 Y Jesús
le dijo, ¿Por qué Me dices bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno,
Quien es Dios (no tiene el propósito de indicar que Cristo Mismo no era
bueno, sino más bien para que la palabra "bueno" sea colocada en su
perspectiva apropiada; ¡Cristo es Dios!).
19 Los Mandamientos sabes
(tiene el propósito de dirigir al hombre joven a la Palabra de Dios,
tanto en un sentido positivo como negativo; positivo, porque la Palabra
sola tiene la respuesta; y negativo, porque le mostrará como un espejo
en lo que él se equivoca), No adulteres, No mates, No hurtes, No digas
falso testimonio, No defraudes, Honra a tu padre y a tu madre.
20 Él
entonces respondiendo Le dijo, Maestro, todo esto he guardado desde mi
juventud (no hay vida eterna alguna en guardar los Mandamientos, tan
maravillosos como son; si fuere así, él no buscaría la satisfacción de
la conciencia).
21 Entonces Jesús mirándole lo amó, y le dijo (lo amó
a pesar de que él realmente no había guardado los Mandamientos, como
estaba afirmando; ¡y por supuesto, Jesús sabía esto!), Una cosa te
falta: ve, vende todo lo que tienes, y da a los pobres, y tendrás tesoro
en el Cielo (pone el dedo directamente sobre el problema del hombre): y
ven, toma tu Cruz, y sígueme (sin explicación, Cristo dice al hombre
joven aquí, y a todos los otros en realidad, que la Salvación está en la
Cruz sola; y es sólo por y a través de la Cruz, que podamos seguir
realmente a Cristo).
22 Mas él, entristecido por esta palabra
(corresponde la actitud de múltiples de millones; ¡ellos, como él,
desean la Salvación, pero en sus propios términos!), se fue triste:
porque tenía muchas posesiones (la única posesión que realmente importa
es la Vida Eterna).
UNA ADVERTENCIA
A LOS RICOS
23 Entonces
Jesús mirando alrededor, dice a Sus Discípulos (con una mirada
inquisitiva Él mira a Sus Discípulos), ¡Cuán difícilmente entrarán en el
Reino de Dios los que tienen riquezas! (No son las riquezas que
constituyen el pecado, sino la actitud hacia ellas.)
24 Y los
Discípulos se espantaron de Sus Palabras (los Judíos de aquel tiempo
pensaban que la riqueza era la aprobación de Dios; al mismo tiempo,
pensaban que la pobreza era Su desaprobación). Pero Jesús respondiendo,
les volvió a decir, Hijos (usaba esta palabra, Él los llevaba una vez
más a Su disertación acerca de la recepción del Reino de Dios como un
niño pequeño; un niño no trata de agarrar las cosas sino sólo recibir
por Fe), ¡cuán difícil es entrar en el Reino de Dios, los que confían en
las riquezas! (Como dicho, es la confianza en las riquezas, que
constituye el pecado.)
25 Más fácil es pasar un camello por el ojo de
una aguja, que el rico entrar en el Reino de Dios (la palabra que Jesús
usa aquí para "aguja," no se refiere a un hueco en la pared como
algunos piensan, sino más bien el tipo de aguja que se usa con el hilo).
26
Y ellos se espantaban más, diciendo dentro de sí, ¿Y quién podrá
salvarse? (Indica su teología que es completamente volteada.)
27
Entonces Jesús mirándolos dice (sabía que Su declaración produciría este
tipo de reacción), Para los hombres es imposible (ya sea rico o pobre,
es imposible ser salvo sin Dios), pero no para Dios: porque para Dios
todas las cosas son posibles (sólo por Dios, es el proceso de la
Salvación posible).
LAS RECOMPENSAS DE
LA CONSAGRACIÓN
28
Entonces Pedro comenzó a decirle, He aquí, nosotros hemos dejado todas
las cosas, y te hemos seguido (por esta declaración, Pedro muestra que
ellos todavía pensaban en términos materiales en vez de riquezas
espirituales).
29 Y respondiendo Jesús y dijo, De cierto os digo
(incluye a todos los Creyentes, no sólo los Doce), Que no hay ninguno
que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer,
o hijos, o heredades, por causa de Mí, y del Evangelio (para muchos,
Jesús es sólo un medio a un fin, en otras palabras, conseguir lo que
quieren con respecto a cosas materiales; Él completamente desacredita
esto aquí; al contrario, Él dice aquí que todo tiene que estar puesto en
lugar secundario a Cristo),
30 Que recibirá cien tantos ahora en
este tiempo (se refiere a esta vida presente), casas, y hermanos, y
hermanas, y madres, e hijos, y heredades (tenemos el uso de estas cosas,
y de esto solo, debemos estar preocupados en su uso y no en las cosas
mismas), con persecuciones (desgraciadamente, la mayor parte de la
persecución vendrá de la Iglesia); y en el siglo venidero la vida eterna
(el mundo por venir es eterno, y hay que tener la vida eterna para
entrar a aquel mundo. ¡Eso solo es lo que vale!).
31 Empero muchos
primeros serán postreros; y los postreros primeros (Israel, aunque
primero, será último, porque rechazó a Cristo; la Iglesia, aunque
última, será primera porque aceptó a Cristo).
OTRA VEZ JESÚS HABLA DE SU
MUERTE Y RESURRECCIÓN VENIDERA
32
Y estaban en el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante de
ellos (demuestra a Cristo que camina delante de Sus Discípulos, y con un
objetivo y motivo): y se asombraban (había algo acerca de Él que ya era
diferente — una gran tristeza); y Le seguían con miedo (se refiere no
sólo de los Discípulos, pero también, de todos quienes estaban cerca de
Él). Entonces volviendo a tomar a los Doce aparte (aparte de los demás),
les comenzó a decir las cosas que Le habían de acontecer (Él ya les
había dicho esto varias veces, pero todavía no entendieron),
33
Diciendo, He aquí, subimos a Jerusalén (habían ido a Jerusalén varias
veces en el pasado, pero esta vez sería diferente); y el Hijo del Hombre
será entregado a los Principales Sacerdotes, y a los Escribas
(traicionado por Judas); y Le condenarán a muerte (el Sanedrín dictaría
sentencia sobre Él), y Le entregarán a los Gentiles (a los Romanos):
34
Y Le escarnecerán, y Le azotarán, y escupirán en Él (tanto Judíos como
Gentiles lo harían), y Le matarán (la Crucifixión): mas al tercer día Él
resucitará (predice Su Resurrección, justo como Él ya se les dijo
varias veces antes; pero realmente no lo creyeron).
LA PETICIÓN DE SANTIAGO Y JUAN
35
Entonces Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se llegaron a Él (Mateo
afirma que Salomé, la madre de ellos, evidentemente viajaba con ellos,
quiso hacer una petición [Mat. 20:20], los hijos la motivaban a
presentarla), diciendo, Maestro, querríamos que nos hagas lo que
pidiéremos (constituye la petición más egoísta; ¿con qué frecuencia nos
acercamos a Él de la misma manera?).
36 Y Él les dijo, ¿Qué queréis que os haga? (¡En efecto, Él interroga a cada Creyente con la misma pregunta!)
37
Y ellos le dijeron, Danos que en Tu Gloria nos sentemos el uno a Tu
Diestra, y el otro a Tu Izquierda (se refiere a las posiciones más
codiciadas; hablaban de la "Gloria," mientras Él hablaba de la
"muerte").
38 Entonces Jesús les dijo, No sabéis lo que pedís
(caracteriza tantas peticiones hechas por los Creyentes): ¿podéis beber
del vaso que Yo bebo, o ser bautizados del bautismo de que Yo soy
bautizado? (¡Las dos preguntas significan la Cruz!)
39 Y ellos
dijeron, Podemos (una simple profesión de valor moral, no una afirmación
de poder espiritual; realmente no sabían lo que decían). Y Jesús les
dijo, A la verdad, del vaso que Yo bebo, beberéis; y del bautismo de que
soy bautizado, seréis bautizados (corresponde no sólo a los Doce, pero a
todos quienes siguen a Cristo, y para siempre — la Cruz exige esto):
40
Mas que os sentéis a Mi Diestra y a Mi Siniestra, no es Mío darlo (las
posiciones en el Reino están determinadas únicamente por la Voluntad de
Dios); sino a quienes está preparado (Jerónimo dijo, "Nuestro Señor no
dice, ‘Tú no te sentarás,’ no sea que Él les avergüence a los dos;
tampoco Él dice, ‘Tú te sentarás,’ no sea que los demás tuvieran
envidia; sino que al extender el galardón a todos, Él los anima a
contender por ello").
41 Y cuando lo oyeron los diez, comenzaron a
enojarse con Santiago y con Juan (Los hijos de Zebedeo querían ser los
primeros y ¡los diez no querían ser los últimos! Así era la energía de
la naturaleza carnal en cada uno de los Doce).
42 Mas Jesús
llamándolos, les dice, Sabéis que los que se ven ser jefes entre los
Gentiles, se enseñorean de ellos (el camino del mundo); y los que entre
ellos son grandes, tienen sobre ellos potestad (en el mundo, la posición
mayor, lleva la autoridad mayor).
43 Mas no será así entre vosotros
(el camino del mundo, no es el camino del Señor): antes cualquiera que
quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor (siervo):
44
Y cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero (ocupar la
posición mayor), será siervo de todos (en el Reino de Dios la grandeza
del individuo procede del lugar más humilde que él ocupa como siervo de
todos).
45 Porque el Hijo del Hombre tampoco vino para ser servido
(declara a Cristo como el ejemplo), mas para servir (para ser un
siervo), y dar Su vida en rescate por muchos (Él es el Mismísimo Dios
del Mismísimo Dios, pero se encarnó en carne humana y hecho Siervo a la
humanidad; ¡qué reprensión a Sus Discípulos, y a nosotros!).
LA SANIDAD DE BARTIMEO
EL CIEGO
46
Entonces vienen a Jericó (es el único lugar donde hace mención que Él
estuvo en Jericó; sería un día impresionante para algunos): y saliendo
Él de Jericó y Sus Discípulos y una gran compañía, Bartimeo el ciego,
hijo de Timeo (sugiere la posibilidad de que Bartimeo era de una familia
prominente), estaba sentado junto al camino mendigando (simbólico de
todos los hijos de la raza caída de Adán).
47 Y oyendo que era Jesús
el Nazareno (sin duda alguna, él había orado por este momento), comenzó a
dar voces (quiere decir en el Griego que él seguía clamando repetidas
veces, una y otra vez a Jesús), y decir, Jesús, Hijo de David (un título
que se refería al Mesías; el ciego mendigo sabía que Él era el Mesías,
pero los líderes religiosos no lo sabían), ten misericordia de mí (él
rogaba con la petición correcta).
48 Y muchos le reprendían que
callase (la palabra "reprender" es fuerte, que significa "censurar
severamente"; en otras palabras, le decía, y en términos concretos,
"cállese"): mas él daba mayores voces (declara que la demanda de ellos
tenía el efecto opuesto en él), Hijo de David, ten misericordia de mí.
49
Entonces Jesús parándose (la Fe causó que Cristo se parara; ¡hará lo
mismo hoy en día!), mandó llamarle. Y llaman al ciego, diciéndole, Ten
confianza, levántate; Él te llama (debe ser el mensaje de cada Creyente a
cada alma perdida).
50 Él entonces, echando su manto (era un tipo de
ropa sólo para los mendigos; durante el día él lo extendía, para que la
gente tirara monedas sobre ello, y lo utilizaba como frazada por la
noche; él sabía que no lo necesitaría más), se levantó, y vino a Jesús
(si todo el mundo viniera a Jesús, recibirían mucho más que Bartimeo [la
vista espiritual]).
51 Y respondiendo Jesús, le dice, ¿Qué quieres
que te haga? (Es el interrogante hecho a todos los Creyentes. Nuestra
respuesta revela nuestra condición espiritual.) Y el ciego Le dice,
Maestro, que recobre la vista.
52 Y Jesús le dijo, Ve, tu Fe te ha
salvado ("salvado" en el Griego es "sózo," quiere decir, "salvar"; se
utiliza para significar sanidad física o Salvación espiritual; por
consiguiente, la indicación es que Bartimeo no sólo fue sanado, ¡sino
también salvo!). Y luego recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino
(la tradición dice que él siguió a Jesús a Jerusalén, y se convirtió en
un Discípulo ferviente en la Iglesia Primitiva).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue,
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así
que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.
Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la
voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy
poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo
vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero
nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse,
sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la
garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a
ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo
fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino
de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más
aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo,
pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto,
habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar
la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser
llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe
es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios
tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por
la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor
reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó
al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por
la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde
recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la
fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas
de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es
arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad
y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos,
porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este
solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las
estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor,
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado,
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob,
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada;
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades,
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su
sangre.
Romanos 8:
Por
lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a
Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha
liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo
liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios
envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de
pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así
condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas
demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la
naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a
la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza;
en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los
deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la
mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad
pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no
pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza
pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive
en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del
pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la
justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los
muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los
muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su
Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una
obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.
Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del
Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y
ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba!
¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos
parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan
los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en
nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de
Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su
propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme
esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción
que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera
dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras
aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de
nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la
esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?
Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos
nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que
examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el
Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de
quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los
que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los
glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte,
¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e
intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
Labels: Biblia, Buenas Nuevas, Creyente, Cristianismo, Cruz, Dios, Fe, Iglesia, Jesucristo, Jesús, Lectura Biblica, Lectura Biblica de hoy, Lectura Biblica Diaria, Lectura del día, Lectura Diaria, Mensaje de la Cruz
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home