23 September 2022

El 23 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre


El 23 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Éxodo 33-35:

33 Jehová dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré; y yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo (a la tierra que fluye leche y miel); pero yo no subiré en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino. Y oyendo el pueblo esta mala noticia, vistieron luto, y ninguno se puso sus atavíos. Porque Jehová había dicho a Moisés: Dí a los hijos de Israel: Vosotros sois pueblo de dura cerviz; en un momento subiré en medio de ti, y te consumiré. Quítate, pues, ahora tus atavíos, para que yo sepa lo que te he de hacer. Entonces los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte Horeb. Y Moisés tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo llamó el Tabernáculo de Reunión. Y cualquiera que buscaba a Jehová, salía al tabernáculo de reunión que estaba fuera del campamento. Y sucedía que cuando salía Moisés al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba, y cada cual estaba en pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés, hasta que él entraba en el tabernáculo. Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés. Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba. Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo. Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí. ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra? Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre. El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro. 34 Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste. Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte. Y no suba hombre contigo, ni parezca alguno en todo el monte; ni ovejas ni bueyes pazcan delante del monte. Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra. Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró. Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad. Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo. Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo echo de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo. Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti. Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera. Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es. Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios; o tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán fornicar también a tus hijos en pos de los dioses de ellas. No te harás dioses de fundición. La fiesta de los panes sin levadura guardarás; siete días comerás pan sin levadura, según te he mandado, en el tiempo señalado del mes de Abib; porque en el mes de Abib saliste de Egipto. Todo primer nacido, mío es; y de tu ganado todo primogénito de vaca o de oveja, que sea macho. Pero redimirás con cordero el primogénito del asno; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz. Redimirás todo primogénito de tus hijos; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías. Seis días trabajarás, mas en el séptimo día descansarás; aun en la arada y en la siega, descansarás. También celebrarás la fiesta de las semanas, la de las primicias de la siega del trigo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año. Tres veces en el año se presentará todo varón tuyo delante de Jehová el Señor, Dios de Israel. Porque yo arrojaré a las naciones de tu presencia, y ensancharé tu territorio; y ninguno codiciará tu tierra, cuando subas para presentarte delante de Jehová tu Dios tres veces en el año. No ofrecerás cosa leudada junto con la sangre de mi sacrificio, ni se dejará hasta la mañana nada del sacrificio de la fiesta de la pascua. Las primicias de los primeros frutos de tu tierra llevarás a la casa de Jehová tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre. Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel. Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos. Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios. Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí la piel de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de acercarse a él. Entonces Moisés los llamó; y Aarón y todos los príncipes de la congregación volvieron a él, y Moisés les habló. Después se acercaron todos los hijos de Israel, a los cuales mandó todo lo que Jehová le había dicho en el monte Sinaí. Y cuando acabó Moisés de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro. Cuando venía Moisés delante de Jehová para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía; y saliendo, decía a los hijos de Israel lo que le era mandado. Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con Dios. 35 Moisés convocó a toda la congregación de los hijos de Israel y les dijo: Estas son las cosas que Jehová ha mandado que sean hechas: Seis días se trabajará, mas el día séptimo os será santo, día de reposo para Jehová; cualquiera que en él hiciere trabajo alguno, morirá. No encenderéis fuego en ninguna de vuestras moradas en el día de reposo. Y habló Moisés a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: Esto es lo que Jehová ha mandado: Tomad de entre vosotros ofrenda para Jehová; todo generoso de corazón la traerá a Jehová; oro, plata, bronce, azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia, aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, y piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y para el pectoral. Todo sabio de corazón de entre vosotros vendrá y hará todas las cosas que Jehová ha mandado: el tabernáculo, su tienda, su cubierta, sus corchetes, sus tablas, sus barras, sus columnas y sus basas; el arca y sus varas, el propiciatorio, el velo de la tienda; la mesa y sus varas, y todos sus utensilios, y el pan de la proposición; el candelero del alumbrado y sus utensilios, sus lámparas, y el aceite para el alumbrado; el altar del incienso y sus varas, el aceite de la unción, el incienso aromático, la cortina de la puerta para la entrada del tabernáculo; el altar del holocausto, su enrejado de bronce y sus varas, y todos sus utensilios, y la fuente con su base; las cortinas del atrio, sus columnas y sus basas, la cortina de la puerta del atrio; las estacas del tabernáculo, y las estacas del atrio y sus cuerdas; las vestiduras del servicio para ministrar en el santuario, las sagradas vestiduras de Aarón el sacerdote, y las vestiduras de sus hijos para servir en el sacerdocio. Y salió toda la congregación de los hijos de Israel de delante de Moisés. Y vino todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad, con ofrenda a Jehová para la obra del tabernáculo de reunión y para toda su obra, y para las sagradas vestiduras. Vinieron así hombres como mujeres, todos los voluntarios de corazón, y trajeron cadenas y zarcillos, anillos y brazaletes y toda clase de joyas de oro; y todos presentaban ofrenda de oro a Jehová. Todo hombre que tenía azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, o pieles de tejones, lo traía. Todo el que ofrecía ofrenda de plata o de bronce traía a Jehová la ofrenda; y todo el que tenía madera de acacia la traía para toda la obra del servicio. Además todas las mujeres sabias de corazón hilaban con sus manos, y traían lo que habían hilado: azul, púrpura, carmesí o lino fino. Y todas las mujeres cuyo corazón las impulsó en sabiduría hilaron pelo de cabra. Los príncipes trajeron piedras de ónice, y las piedras de los engastes para el efod y el pectoral, y las especias aromáticas, y el aceite para el alumbrado, y para el aceite de la unción, y para el incienso aromático. De los hijos de Israel, así hombres como mujeres, todos los que tuvieron corazón voluntario para traer para toda la obra, que Jehová había mandado por medio de Moisés que hiciesen, trajeron ofrenda voluntaria a Jehová. Y dijo Moisés a los hijos de Israel: Mirad, Jehová ha nombrado a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para proyectar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en la talla de piedras de engaste, y en obra de madera, para trabajar en toda labor ingeniosa. Y ha puesto en su corazón el que pueda enseñar, así él como Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y los ha llenado de sabiduría de corazón, para que hagan toda obra de arte y de invención, y de bordado en azul, en púrpura, en carmesí, en lino fino y en telar, para que hagan toda labor, e inventen todo diseño.

Salmo 133:
¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía! Es como el buen aceite que, desde la cabeza, va descendiendo por la barba, por la barba de Aarón, hasta el borde de sus vestiduras. Es como el rocío de Hermón que va descendiendo sobre los montes de Sión. Donde se da esta armonía, el Señor concede bendición y vida eterna.


Proverbios 2:
Hijo mío, si haces tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos; si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; si llamas a la inteligencia y pides discernimiento; si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido, entonces comprenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios. Él reserva su ayuda para la gente íntegra y protege a los de conducta intachable. Él cuida el sendero de los justos y protege el camino de sus fieles. Entonces comprenderás la justicia y el derecho, la equidad y todo buen camino; la sabiduría vendrá a tu corazón, y el conocimiento te endulzará la vida. La discreción te cuidará, la inteligencia te protegerá. La sabiduría te librará del camino de los malvados, de los que profieren palabras perversas, de los que se apartan del camino recto para andar por sendas tenebrosas, de los que se complacen en hacer lo malo y festejan la perversidad, de los que andan por caminos torcidos y por sendas extraviadas; te librará de la mujer ajena, de la extraña de palabras seductoras que, olvidándose de su pacto con Dios, abandona al compañero de su juventud. Ciertamente su casa conduce a la muerte; sus sendas llevan al reino de las sombras. El que se enreda con ella no vuelve jamás, ni alcanza los senderos de la vida. Así andarás por el camino de los buenos y seguirás la senda de los justos. Pues los íntegros, los perfectos, habitarán la tierra y permanecerán en ella. Pero los malvados, los impíos, serán desarraigados y expulsados de la tierra.




El Libro de Lucas Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS




CAPÍTULO 2
(1 d.C.)
EL NACIMIENTO DE JESÚS




Y ACONTECIÓ en aquellos días, que salió edicto de parte de Augusto César (Cayo Octavio, el hijo adoptado y sucesor de Julio César; reinó desde el año 29 a.C. al 14 d.C.), que toda la Tierra fuese empadronada (una figura retórica; se coloca un todo para una parte; era sólo la parte del mundo del cual habló).
2 (Este empadronamiento primero fue hecho siendo Cirenio gobernador de la Siria.) (Este Versículo debiera traducirse, "este censo fue antes de que Cirenio fuera gobernador de la Siria.")
3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad.
4 Y subió José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén; (por cuanto era de la casa y familia de David:) (Era una distancia de casi 129 kilómetros [aproximadamente 80 millas].)
5 Para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta (el viaje debió haber sido muy difícil para ella).
6 Y aconteció, que, estando ellos allí, se cumplieron los días en que ella había de dar a luz (se trata del parto más importante en la historia humana; Dios se haría carne, y se ofrecería a Sí Mismo en la Cruz como un Sacrificio Perfecto a fin de liberar a la humanidad).
7 Y dio a luz a su Hijo Primogénito (tiene la intención de enfatizar el hecho de que no había ningún otro niño hasta ese momento; también, esto refuta el error de la Iglesia Católica, que afirma que María, a partir de aquel entonces, no tuvo otros niños, y permaneció virgen por toda su vida; realmente, Jesús tenía cuatro hermanos, "Santiago, José, Simón y Judas," y también dos o tres hermanas [Mat. 13:55-56]), y Le envolvió en pañales, y Le acostó en un pesebre (habló de un lugar donde alimentaban a los animales); porque no había lugar para ellos en el mesón (la posada de Belén existía desde hace muchos años, mencionada en Jeremías 41:17; este tipo de "posada" era para los más pobres de los pobres, y sólo ofrecía refugio detrás de sus paredes y bajo azotea).
EL ANUNCIO ANGELICAL
8 Y había pastores (pertenecían a la casta más baja en la sociedad de aquella época) en la misma Tierra (se refiere al área alrededor de Belén), que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su ganado (indica que el 25 de Diciembre no era el día de nacimiento de Jesús; era la costumbre de sacar a los rebaños después de la Pascua, que era en Abril, para quedarse afuera hasta la primera lluvia en Octubre o Noviembre).
9 Y, he aquí, el Ángel del Señor vino sobre ellos (expresa que el Nacimiento de Jesús no fue anunciado a los notables de Israel, más bien a unos pastores no muy conocidos), y la Gloria de Dios los cercó de resplandor: y tuvieron gran temor (era la prueba visible de la Presencia del Eterno, que apareció primero en la zarza delante de   Moisés y luego en la columna de fuego y nube, que los dirigió por el desierto, y luego en el Tabernáculo y en el Templo).
10 Más el Ángel les dijo, No temáis: porque, he aquí, os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo (incluye a todas las razas).
11 Que os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor (este Bebé no debía llegar a ser Rey y Salvador – Él nació como Rey y Salvador al mismo tiempo).
12 Y esto os será por señal; Hallaréis al Niño envuelto en pañales, echado en un pesebre.
13 Y repentinamente fue con el Ángel una multitud de los Ejércitos Celestiales que alababan a Dios, y decían (muchos otros Ángeles estuvieron con el Ángel que le habló a los pastores, pero ya los pastores pueden verlos también; esto presenta a los Ángeles que alababan a Dios por haber enviado al Redentor; si ellos Lo alababan, desde luego nosotros también hemos de alabarlo),
14 Gloria en las Alturas a Dios, y en la Tierra paz, buena voluntad para con los hombres (Jesús es la "paz"; durante Sus casi 33 años de vida en esta Tierra, el Imperio Romano relativamente disfrutaba de la paz; esto sucedió porque el Príncipe de Paz estaba aquí; la paz no volverá hasta que Jesús regrese).
LOS PASTORES
15 Y aconteció, que como los Ángeles se fueron de ellos al Cielo, los pastores dijeron los unos a los otros, Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, que el Señor nos ha manifestado (demuestra uno de los mayores honores en toda la historia humana; el Señor enviaría a Ángeles sólo a estos pastores humildes en exclusión de todos los demás).
16 Y vinieron aprisa, y hallaron a María, y a José (quiere decir que tenían que emprender un poco la búsqueda para encontrarlos), y al Niño acostado en el pesebre.
17 Y viéndolo (debiera traducirse, "y cuando ellos Lo vieron a Él"; los ojos de ellos fueron los primeros que vieron a Jesús después de Su Nacimiento, además de los de Su padrastro y Su madre), hicieron notorio lo que les había sido dicho del Niño (ellos iban a ser los primeros Predicadores en proclamar Su Nacimiento, como María Magdalena fue la primera en proclamar Su Resurrección).
18 Y todos los que oyeron se maravillaron de lo que los pastores les decían.
19 Mas María guardaba todas estas cosas, reflexionando sobre ellas en su corazón (quiere decir que pensaba en ellas casi siempre, ¡y no es de extrañarse!).
20 Y se volvieron los pastores (a sus rebaños) glorificando y alabando a Dios de todas las cosas que habían oído y visto, como les había sido dicho (declara que estos hombres verdaderamente conocían al Señor, por lo tanto, es una de las razones por las cuales los Ángeles se le aparecieron a ellos).
ELECCIÓN DEL NOMBRE
21 Y pasados los ocho días para circuncidar al Niño (sucedió conforme a la Ley de Moisés; se decía que la sangre no podía coagularse bien en un niñito hasta que tuviera los ocho días), llamaron Su Nombre JESÚS (quiere decir, Salvador), el cual Le fue puesto por el Ángel antes de que Él fuese concebido en el vientre.
LA PRESENTACIÓN
22 Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ella conforme a la Ley de Moisés (habló de los 40 días después del Nacimiento de Jesús; eran los 80 días en el caso de una hija [Lev. 12:1-6]), Le trajeron a Jerusalén, para presentarle al Señor (todos los primogénitos de los niños varones Le pertenecían al Señor, y Le fueron presentados como señal de Su reclamo legítimo sobre ellos [Núm. 3:42-44; 18:15]);
23 (Como está escrito en la Ley del Señor, Todo varón que abriere la matriz, será llamado Santo al Señor;) (Se refiere sólo al primogénito.)
24 Y para dar la ofrenda conforme a lo que está dicho en la Ley del Señor (Lev. 12:8), un par de tórtolas, o dos palominos (expresa lo que se pudiese ofrecer en lugar de un "cordero," en caso que no pudiese disponer del cordero por falta de dinero para comprarlo; esto nos dice que María y José eran pobres, al menos en cuanto a lo que tiene que ver con los bienes de este mundo; esto también nos dice que María no era libre de pecado, como lo afirma la Iglesia Católica; de ser así, ella no hubiera tenido que ofrecer estos Sacrificios por su impureza).
LA PROFECÍA DE SIMEÓN
25 Y, he aquí, había un hombre en Jerusalén, llamado Simeón; y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel (es un término que describe la Venida y el Ministerio del Mesías): y el Espíritu Santo estaba sobre él (él fue guiado por el Espíritu).
26 Y había recibido respuesta del Espíritu Santo, que no vería la muerte, sin antes ver al Cristo del Señor (en consecuencia, cada día estaba anticipando este gran evento).
27 Y vino por Espíritu al Templo (el Espíritu del Señor le impresionó fuertemente en ese momento en particular para que se fuese al Templo). Y cuando metieron al Niño Jesús, sus padres (José y María) en el Templo, para hacer por Él conforme a la costumbre de la Ley (Jesús nacido de una mujer bajo la Ley [Gál. 4:4]; se mencionó la Ley unas cinco veces en este Capítulo, y así confirma la declaración en Gálatas; para salvar al hombre con razón condenado a la muerte por la Ley, fue necesario que Cristo naciera bajo la Ley),
28 Entonces él Le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, y dijo (manifiesta a Simeón como el primero en la historia para "tratar la Palabra de Vida," además de María y José),
29 Ahora despides, Señor, a Tu siervo en paz, conforme a Tu Palabra (indica que habían pasado varios años desde que el Señor le reveló a Simeón que incluso vería "a Cristo el Señor"):
30 Porque han visto mis ojos Tu Salvación (Simeón no tenía que preguntarle a María Quién era el Niño; él Lo reconoció al instante por inspiración como el Ungido de Jehová; Jesús es la Salvación, y la Salvación es Jesús),
31 La cual has preparado en presencia de todos los pueblos (abre la puerta de la Salvación para todo ser humano sobre la faz de la Tierra, sin importar el color, la nacionalidad, ni la nación);
32 Luz para ser revelada a los Gentiles (de nuevo, el Espíritu Santo incluye a todo el mundo), y la Gloria de Tu pueblo Israel (desgraciadamente, Israel no aceptaría a Cristo).
33 Y José y Su Madre estaban maravillados de las cosas que se decían de Él (es de notarse, el Espíritu Santo por medio de Lucas escribió "José y Su Madre," y no escribió "Su padre y Su madre"; ¡la razón es obvia! José era sólo Su padrastro, por así decirlo).
34 Y los bendijo Simeón (se refiere sólo a José y María, y no a Jesús; aunque Cristo bendice a todos, nadie tiene el derecho para bendecir a Cristo; a veces la palabra "bendijo," se usa en sentido de "alabanza," lo cual llega a ser no sólo aceptable, sino deseable), y dijo a Su Madre María, He aquí, Éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel (conforme a la aceptación o el rechazo de Cristo); y para señal a la que será contradicha (los hombres que no pueden ponerse de acuerdo en ninguna otra cosa sí se ponen de acuerdo en odiar a Cristo);
35 (Y una espada traspasará tu alma misma,) (pertenece al rechazo del Ministerio de Jesús por los líderes religiosos de Israel, y en el fondo, Su Crucifixión en la Cruz) para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones (expresa el propósito del Evangelio de Cristo; el corazón de María, como todos los demás, tuvo que estar bajo los rayos de esta gran luz, y su alma tuvo que sentir la aguda Espada Divina de la Palabra de Dios; es cierto que ella fue bendecida como el Vaso escogido de la Encarnación, pero todas las mujeres que sirven a Cristo son también bendecidas [Luc. 11:27]).
LA ADORACIÓN DE ANA
36 Estaba también allí Ana, Profetisa, hija de Fanuel (presenta a esta preciosa mujer como Predicadora del Evangelio; en la Biblia la primera mujer que profetizó fue Raquel, aunque ella no fue considerada una Profetisa [Gén. 30:24]), de la Tribu de Aser (se refiere a la misma Tribu de Aser del Antiguo Testamento): la cual había venido de una edad muy avanzada, y había vivido con su marido siete años desde su virginidad (quiere decir que su marido murió siete años después de que ellos se casaron, y ella nunca se volvió a casar);
37 Y era viuda de hasta ochenta y cuatro años (ya hacía 84 años desde la muerte de su   marido; en consecuencia, ella tenía un poco más de 100 años), que no se apartaba del Templo (literalmente ella vivía en el Templo, probable que le dieron un pequeño cuarto o recámara, y le asignaban unas cuantas tareas), sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones (toma en cuenta su maravillosa consagración al Señor).
38 Y ésta, sobreviniendo en la misma hora, juntamente confesaba al Señor (manifiesta que el Espíritu Santo le reveló que el Niño efectivamente era el Mesías), y hablaba de Él a todos los que esperaban la redención en Jerusalén (le contó a todos su experiencia al ver al Niño, y que el Señor le había revelado que Él era el Mesías; Simeón y Ana, les encantaban ir a los Atrios de la Casa de Jehová, y Él se encontraba con ellos ahí).
39 Más cuando cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor (se refiere a la Ley de Moisés), se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret (Lucas no menciona la visita de los Magos del Oriente, ni la huida a Egipto como Mateo tampoco menciona a los pastores).
40 Y el Niño crecía, y se fortalecía (Jesús no tuvo una naturaleza pecaminosa, por lo tanto, quiere decir que Él nunca se enfermó, tampoco cometió pecado), y llenándose de sabiduría (toda la evidencia comprueba que Jesús comenzó a estudiar la Biblia desde el mismo momento que Él aprendió a leer): y la Gracia de Dios era sobre Él (la Bondad de Dios).
JESÚS COMO NIÑO
41 E iban Sus padres todos los años a Jerusalén en la Fiesta de la Pascua (la palabra, "iban" quiere decir que se acostumbraba asistir, porque eran gente temerosa de Dios).
42 Y cuando Él fue (Jesús) de doce años (se refiere a la edad en que todo niño Judío llegaba a ser "un hijo de la Ley"), subieron ellos a Jerusalén conforme a la costumbre del Día de la Fiesta (Jerusalén era el lugar donde se celebraba la Fiesta y, de hecho, debía celebrarse).
43 Y acabados los días (abarca siete días, en que, en efecto, se incorporaban tres Fiestas: la Fiesta de la Pascua, la Fiesta de los Panes Sin Levadura y la Fiesta de los Primeros Frutos), volviendo ellos (acaban de irse de Jerusalén en camino a Nazaret), se quedó el Niño Jesús en Jerusalén (todo niño Judío a partir de los 12 años, se les trataba como adulto, lo que quería decir que había menos supervisión que antes), sin saberlo José y Su Madre (José y María no eran negligentes en su supervisión; consideraban a Jesús como un adulto, la costumbre de aquel entonces lo exigía, y creían que Él se reuniría con ellos a cierta altura del viaje).
44 Y pensando que estaba en la compañía (con otro grupo en camino a Nazaret), anduvieron camino de un día (de nuevo, era una costumbre de esa época, con todos los grupos que se dirigían a cierta destinación, que luego se reunían en un lugar determinado, y después seguían juntos en el camino); y Le buscaban entre los parientes y entre los conocidos.
45 Más cuando no Le hallasen, volvieron a Jerusalén buscándole (se refiere a una búsqueda diligente; y además su preocupación y ansiedad).
46 Y aconteció, que tres días después Le hallaron en el Templo (es muy probable que esto se refiere al tercer día después de que originalmente salieron de Jerusalén; pasaron el primer día viajando de Jerusalén al lugar designado para reunirse; pero al no encontrar a Jesús, ellos se regresaron a Jerusalén al día siguiente; al tercer día, Lo hallaron en el Templo), sentado en medio de los Doctores (incluía a los más famosos Eruditos Bíblicos de esa época), oyéndoles y preguntándoles (qué encuentro debe haber sido, los más famosos Doctores de la Ley Mosaica con un Niño de 12 años sentados entre ellos, y casi toda la atención se dirigía hacia Él; también se cree que Nicodemo estaba en este grupo).
47 Y todos los que Le oían estaban asombrados de Su entendimiento y de Sus respuestas (la palabra, "asombrados" en el Texto Griego se refiere a que estaban atónitos a tal grado que estaban fuera de sí; en verdad, Su "entendimiento y respuestas" eran mucho mejor que los de los sabios Doctores).
48 Y cuando Le vieron, se maravillaron (se refiere a Sus padres); y Le dijo Su Madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? (La posibilidad existe de que el Espíritu Santo quiso que Jesús hiciera esto a propósito, para despertar a María y a José en cuanto a Su verdadera Misión y Propósito, aunque realmente no comenzaría hasta a los 30 años de edad.) He aquí, Tu padre y yo Te hemos buscado con dolor (María usó la frase, "Tu padre," y Jesús le hacía recordar con ternura en el Versículo siguiente Quién era en realidad Su Padre; legalmente, José era Su padre, pero verdaderamente era Su padre adoptivo).
49 Entonces Él les dice, ¿Qué hay? ¿Por qué Me buscabais? (Con ternura Él les recordaba que ellos debían de saber Quién era Él, y Su Misión.) ¿No sabíais que en los negocios de Mi Padre Me conviene estar? (Era Su primera declaración registrada; con las palabras "Consumado es," Su última declaración registrada antes de Su Crucifixión [Jn. 19:30], quiere decir que Él terminó los Negocios de Su Padre.)
50 Más ellos no entendieron las palabras que les habló (¡debieron haber entendido esto!).
51 Y descendió con ellos, y vino a Nazaret, y estaba sujeto a ellos (se trata de los 18 años siguientes): mas Su Madre guardaba todas estas cosas en su corazón (se refiere a todo lo relacionado a Jesús).
52 Y Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres (quiere decir que Él cumplía perfectamente la Ley de Dios, y además efectuaba perfectamente la Voluntad de Dios).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

Labels: , , , , , , , , , , , , , , ,

0 Comments:

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home