20 September 2022

El 20 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre


El 20 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Éxodo 24-26:

24 Dijo Jehová a Moisés: Sube ante Jehová, tú, y Aarón, Nadab, y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y os inclinaréis desde lejos. Pero Moisés solo se acercará a Jehová; y ellos no se acerquen, ni suba el pueblo con él. Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todas las leyes; y todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho. Y Moisés escribió todas las palabras de Jehová, y levantándose de mañana edificó un altar al pie del monte, y doce columnas, según las doce tribus de Israel. Y envió jóvenes de los hijos de Israel, los cuales ofrecieron holocaustos y becerros como sacrificios de paz a Jehová. Y Moisés tomó la mitad de la sangre, y la puso en tazones, y esparció la otra mitad de la sangre sobre el altar. Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas. Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. Mas no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron. Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles. Y se levantó Moisés con Josué su servidor, y Moisés subió al monte de Dios. Y dijo a los ancianos: Esperadnos aquí hasta que volvamos a vosotros; y he aquí Aarón y Hur están con vosotros; el que tuviere asuntos, acuda a ellos. Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte. Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube. Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel. Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches. 25 Jehová habló a Moisés, diciendo: Dí a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda. Esta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata, cobre, azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia, aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral. Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis. Harán también un arca de madera de acacia, cuya longitud será de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. Y la cubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor. Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en sus cuatro esquinas; dos anillos a un lado de ella, y dos anillos al otro lado. Harás unas varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro. Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas. Las varas quedarán en los anillos del arca; no se quitarán de ella. Y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré. Y harás un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio. Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos. Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines. Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré. Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel. Harás asimismo una mesa de madera de acacia; su longitud será de dos codos, y de un codo su anchura, y su altura de codo y medio. Y la cubrirás de oro puro, y le harás una cornisa de oro alrededor. Le harás también una moldura alrededor, de un palmo menor de anchura, y harás a la moldura una cornisa de oro alrededor. Y le harás cuatro anillos de oro, los cuales pondrás en las cuatro esquinas que corresponden a sus cuatro patas. Los anillos estarán debajo de la moldura, para lugares de las varas para llevar la mesa. Harás las varas de madera de acacia, y las cubrirás de oro, y con ellas será llevada la mesa. Harás también sus platos, sus cucharas, sus cubiertas y sus tazones, con que se libará; de oro fino los harás. Y pondrás sobre la mesa el pan de la proposición delante de mí continuamente. Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo. Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado. Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salen del candelero; y en la caña central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores. Habrá una manzana debajo de dos brazos del mismo, otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, así para los seis brazos que salen del candelero. Sus manzanas y sus brazos serán de una pieza, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro. Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante. También sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. De un talento de oro fino lo harás, con todos estos utensilios. Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte. 26 Harás el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí; y lo harás con querubines de obra primorosa. La longitud de una cortina de veintiocho codos, y la anchura de la misma cortina de cuatro codos; todas las cortinas tendrán una misma medida. Cinco cortinas estarán unidas una con la otra, y las otras cinco cortinas unidas una con la otra. Y harás lazadas de azul en la orilla de la última cortina de la primera unión; lo mismo harás en la orilla de la cortina de la segunda unión. Cincuenta lazadas harás en la primera cortina, y cincuenta lazadas harás en la orilla de la cortina que está en la segunda unión; las lazadas estarán contrapuestas la una a la otra. Harás también cincuenta corchetes de oro, con los cuales enlazarás las cortinas la una con la otra, y se formará un tabernáculo. Harás asimismo cortinas de pelo de cabra para una cubierta sobre el tabernáculo; once cortinas harás. La longitud de cada cortina será de treinta codos, y la anchura de cada cortina de cuatro codos; una misma medida tendrán las once cortinas. Y unirás cinco cortinas aparte y las otras seis cortinas aparte; y doblarás la sexta cortina en el frente del tabernáculo. Y harás cincuenta lazadas en la orilla de la cortina, al borde en la unión, y cincuenta lazadas en la orilla de la cortina de la segunda unión. Harás asimismo cincuenta corchetes de bronce, los cuales meterás por las lazadas; y enlazarás las uniones para que se haga una sola cubierta. Y la parte que sobra en las cortinas de la tienda, la mitad de la cortina que sobra, colgará a espaldas del tabernáculo. Y un codo de un lado, y otro codo del otro lado, que sobra a lo largo de las cortinas de la tienda, colgará sobre los lados del tabernáculo a un lado y al otro, para cubrirlo. Harás también a la tienda una cubierta de pieles de carneros teñidas de rojo, y una cubierta de pieles de tejones encima. Y harás para el tabernáculo tablas de madera de acacia, que estén derechas. La longitud de cada tabla será de diez codos, y de codo y medio la anchura. Dos espigas tendrá cada tabla, para unirlas una con otra; así harás todas las tablas del tabernáculo. Harás, pues, las tablas del tabernáculo; veinte tablas al lado del mediodía, al sur. Y harás cuarenta basas de plata debajo de las veinte tablas; dos basas debajo de una tabla para sus dos espigas, y dos basas debajo de otra tabla para sus dos espigas. Y al otro lado del tabernáculo, al lado del norte, veinte tablas; y sus cuarenta basas de plata; dos basas debajo de una tabla, y dos basas debajo de otra tabla. Y para el lado posterior del tabernáculo, al occidente, harás seis tablas. Harás además dos tablas para las esquinas del tabernáculo en los dos ángulos posteriores; las cuales se unirán desde abajo, y asimismo se juntarán por su alto con un gozne; así será con las otras dos; serán para las dos esquinas. De suerte que serán ocho tablas, con sus basas de plata, dieciséis basas; dos basas debajo de una tabla, y dos basas debajo de otra tabla. Harás también cinco barras de madera de acacia, para las tablas de un lado del tabernáculo, y cinco barras para las tablas del otro lado del tabernáculo, y cinco barras para las tablas del lado posterior del tabernáculo, al occidente. Y la barra de en medio pasará por en medio de las tablas, de un extremo al otro. Y cubrirás de oro las tablas, y harás sus anillos de oro para meter por ellos las barras; también cubrirás de oro las barras. Y alzarás el tabernáculo conforme al modelo que te fue mostrado en el monte. También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra primorosa, con querubines; y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo. Pondrás el propiciatorio sobre el arca del testimonio en el lugar santísimo. Y pondrás la mesa fuera del velo, y el candelero enfrente de la mesa al lado sur del tabernáculo; y pondrás la mesa al lado del norte. Harás para la puerta del tabernáculo una cortina de azul, púrpura, carmesí y lino torcido, obra de recamador. Y harás para la cortina cinco columnas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro, con sus capiteles de oro; y fundirás cinco basas de bronce para ellas.

Salmo 130:
A ti, Señor, elevo mi clamor desde las profundidades del abismo. Escucha, Señor, mi voz. Estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. Si tú, Señor, tomaras en cuenta los pecados, ¿quién, Señor, sería declarado inocente? Pero en ti se halla perdón, y por eso debes ser temido. Espero al Señor, lo espero con toda el alma; en su palabra he puesto mi esperanza. Espero al Señor con toda el alma, más que los centinelas la mañana. Como esperan los centinelas la mañana, así tú, Israel, espera al Señor. Porque en él hay amor inagotable; en él hay plena redención. Él mismo redimirá a Israel de todos sus pecados.




Proverbios 30:
Dichos de Agur hijo de Jaqué. Oráculo. Palabras de este varón: "Cansado estoy, oh Dios; cansado estoy, oh Dios, y débil. "Soy el más ignorante de todos los hombres; no hay en mí discernimiento humano. No he adquirido sabiduría, ni tengo conocimiento del Dios santo. "¿Quién ha subido a los cielos y descendido de ellos? ¿Quién puede atrapar el viento en su puño o envolver el mar en su manto? ¿Quién ha establecido los límites de la tierra? ¿Quién conoce su nombre o el de su hijo? "Toda palabra de Dios es digna de crédito; Dios protege a los que en él buscan refugio. No añadas nada a sus palabras, no sea que te reprenda y te exponga como a un mentiroso. "Sólo dos cosas te pido, Señor; no me las niegues antes de que muera: Aleja de mí la falsedad y la mentira; no me des pobreza ni riquezas sino sólo el pan de cada día. Porque teniendo mucho, podría desconocerte y decir: ¿Y quién es el Señor? Y teniendo poco, podría llegar a robar y deshonrar así el nombre de mi Dios. "No ofendas al esclavo delante de su amo, pues podría maldecirte y sufrirías las consecuencias. "Hay quienes maldicen a su padre y no bendicen a su madre. Hay quienes se creen muy puros, pero no se han purificado de su impureza. Hay quienes se creen muy importantes, y a todos miran con desdén. Hay quienes tienen espadas por dientes y cuchillos por mandíbulas; para devorar a los pobres de la tierra y a los menesterosos de este mundo. "La sanguijuela tiene dos hijas que sólo dicen: Dame, dame. "Tres cosas hay que nunca se sacian, y una cuarta que nunca dice ¡Basta!: el sepulcro, el vientre estéril, la tierra, que nunca se sacia de agua, y el fuego, que no se cansa de consumir. "Al que mira con desdén a su padre, y rehúsa obedecer a su madre, que los cuervos del valle le saquen los ojos y que se lo coman vivo los buitres. "Tres cosas hay que me causan asombro, y una cuarta  que no alcanzo a comprender: el rastro del águila en el cielo, el rastro de la serpiente en la roca, el rastro del barco en alta mar, y el rastro del hombre en la mujer. "Así procede la adúltera: come, se limpia la boca, y afirma: Nada malo he cometido. "Tres cosas hacen temblar la tierra, y una cuarta la hace estremecer: el siervo que llega a ser rey, el necio al que le sobra comida, la mujer rechazada que llega a casarse, y la criada que suplanta a su señora. "Cuatro cosas hay pequeñas en el mundo, pero que son más sabias que los sabios: las hormigas, animalitos de escasas fuerzas, pero que almacenan su comida en el verano; los tejones, animalitos de poca monta, pero que construyen su casa entre las rocas; las langostas, que no tienen rey, pero que avanzan en formación perfecta; las lagartijas, que se atrapan con la mano, pero que habitan hasta en los palacios. "Tres cosas hay que caminan con garbo, y una cuarta de paso imponente: el león, poderoso entre las bestias, que no retrocede ante nada; el gallo engreído, el macho cabrío, y el rey al frente de su ejército. "Si como un necio te has engreído, o si algo maquinas, ponte a pensar que batiendo la leche se obtiene mantequilla, que sonándose fuerte sangra la nariz, y que provocando la ira se acaba peleando."



El Libro de Marcos Capítulo 15 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS




CAPÍTULO 15
(33 d.C.)
JESÚS ANTE PILATO




Y LUEGO (inmediatamente) por la mañana, habiendo tenido consejo los
Principales Sacerdotes con los Ancianos, y con los Escribas y con todo el Concilio, llevaron a Jesús atado, y Le entregaron a Pilato (las sentencias de la condenación no podrían ser legalmente pronunciadas durante el día del proceso; aún así nuestro Señor fue enjuiciado, condenado y crucificado en el mismo día; cuando Lo llevaron a Pilato, siguieron hiriéndolo y golpeándolo).
2 Y Pilato Le preguntó, ¿Eres tú el Rey de los Judíos? (Para él, fue una pregunta política. Él no tuvo respeto ni interés alguno por la controversia religiosa.) Y respondiendo Él le dijo, Tú lo dices (Jesús contestó en lo afirmativo; en efecto, Él dijo, "Lo que dices es cierto").
3 Y los Principales Sacerdotes Le acusaban mucho: pero Él les contestó nada (Él sabía que para refutar sus acusaciones erróneas y falsas, era un desperdicio de tiempo).
4 Y Le preguntó otra vez Pilato, diciendo, ¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas Te acusan (Pilato nunca había visto a un hombre, que no se defendiera; ¡él no pudo comprender a Cristo!).
5 Mas Jesús ni aún con eso respondió; de modo que Pilato se maravillaba (el silencio de una vida intachable aboga más poderosamente que cualquier defensa, no importa cuan complicada sea).
6 Empero en el Día de la Fiesta (la Pascua) él (Pilato) les (Israel) soltaba un preso, cualquiera que pidiesen (inmediatamente antes de la situación acerca de Barrabás, Pilato envió a Jesús a Herodes, lo cual Marcos omitió [en Luc., cap. 23]; la costumbre de liberar a un preso, en cuanto a su origen, es de pura conjetura).
JESÚS SENTENCIADO
A MUERTE
7 Y había uno que se llamaba Barrabás (este hombre había sido arrestado por causa de terrorismo político homicida; existen ciertas pruebas a que él se refirió como "Jesús Barrabás"; de ser así, los Judíos tenían la opción de "Jesús Barrabás" o "Jesucristo"), preso con sus compañeros de motín, que habían hecho muerte en una revuelta.
8 Y viniendo la multitud, comenzó a pedirle (Pilato) que hiciera como siempre les había hecho (correspondía a la liberación de un preso designado).
9 Y Pilato les respondió, diciendo, ¿Queréis que os suelte al Rey de los Judíos? (Se refirió a Jesús, en lo que Pilato esperaba que esta muchedumbre haría. Él usó el título "el Rey de los Judíos," en un sentido sarcástico.)
10 Porque conocía que por envidia Le habían entregado los Principales Sacerdotes (en vista de que la "envidia" era tan obvia que hasta este pagano pudo notarlo, nos dice exactamente a que nivel estos líderes religiosos habían sucumbido).
11 Mas los Principales Sacerdotes incitaron a la multitud, que les soltase antes a Barrabás.
12 Y respondiendo Pilato les dice otra vez, ¿Qué pues queréis que haga del que llamáis el Rey de los Judíos?
13 Y ellos volvieron a dar voces, Crucifícale (Lo quisieron crucificar, porque pensaron que esto demostraría a la gente que Él no era de Dios).
14 Mas Pilato les decía, ¿Pues qué mal ha hecho? (No era por el "mal" que quisieron Crucificarlo, sino porque Él era "bueno.") Y ellos daban más voces, Crucifícale (Lucas dice que volvieron a clamar una y otra vez [Luc. 23:23]).
15 Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo (él quiso complacer a la gente, pero no tenía voluntad de complacer a Dios; los miles incalculables de predicadores hacen lo mismo cada semana), les soltó a Barrabás (¡expone un estudio en ironía!; ¡acusaron a Cristo de ser un insurgente, lo cual no era cierto, y aun exigieron que liberaran a Barrabás, quien realmente había provvocado la insurrección!; ¡así es el mal!), y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado (los azotes fueron tan severos, que muchos quienes experimentaron este castigo no sobrevivieron).
JESÚS CORONADO
CON ESPINAS
16 Entonces los soldados Le llevaron dentro de la sala, es a saber al Pretorio (fue realmente el cuartel de los soldados, lo cual pudo haber tantos hasta seiscientos); y convocan toda la cohorte (para mofarse de Él).
17 Y Le visten de púrpura (se mofaban de Él como el Rey), y poniéndole una corona tejida de espinas, y se la pusieron en Su Cabeza (la palabra "corona" en Griego como se usa aquí, es "estéfanos," y significa "la corona del vencedor"; en la Mente de Dios, la victoria había sido ganada ya, porque Él sabía que el Calvario pagaría el precio total),
18 Comenzaron luego a saludarle, ¡Salve, Rey de los Judíos! (Él era el Rey de los Judíos, aunque ellos no lo supieran, y también, Él era el Rey del mundo entero, que el mundo Lo reconocerá en la Edad del Reino venidero.)
19 Y Le herían en la Cabeza con una caña (un objeto tieso que empujaría las espinas profundamente dentro de Su Cuero Cabelludo), y escupían en Él, y Le adoraban hincadas las rodillas (pero en burla).
20 Y cuando Le hubieron escarnecido, Le desnudaron la púrpura, y Le vistieron Sus Propios Vestidos, y Le sacaron para crucificarle.
21 Y exigieron a uno que pasaba, Simón Cireneo (debido a los azotes, Jesús ya no podía cargar físicamente la Cruz, luego obligaron a este hombre particular para que la cargara por Él), padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo (significa que él no tenía parte ni arte de estas medidas insidiosas, sino que estaba allí por casualidad cuando Jesús pasó cerca de él), para que llevase Su Cruz (se refiere a los hijos de Simón que darían sus corazones a Cristo, se convertirían en Discípulos conocidos, y todo debido a lo que pasó aquí ese día).
LA CRUCIFIXIÓN
22 Y Le llevan al lugar de Gólgota, que declarado quiere decir, Lugar de la Calavera (dos sentidos: A. Algunos afirman que este es el lugar donde Adán fue sepultado, y su cráneo más tarde fue encontrado; sin embargo, no hay prueba en absoluto de esta tradición; y, B. Otros piensan que la interpretación significa que la parte delantera de la roca de la colina es parecido a un cráneo, que es probablemente la interpretación correcta).
23 Y Le dieron a beber vino mezclado con mirra (se refiere a un fuerte narcótico hecho de vino ácido y mezclado con hierbas amargas; para aliviar la sensación de dolor; algunos piensan que Le ofrecieron a Cristo la bebida dos veces, pero hay cierta indicación que fue ofrecido tres veces): mas Él no lo tomó (Él no buscaría alivio de las agonías de la Crucifixión tomando algún medicamento para perder el conocimiento; Él aguantaría conscientemente la carga máxima).
24 Y cuando Le hubieron crucificado (Le clavaron en la Cruz), repartieron Sus Vestidos, echando suertes sobre ellos, que llevaría cada uno (Sus Ropas, a excepción del Manto sin costuras, fueron divididas entre los soldados; no queriendo rasgar el Manto sin costuras, echaron suertes y el ganador tomó propiedad de la ropa [Sal. 22:18]).
25 Y era la hora tercera (a las 9:00 de la mañana, la hora de la mañana del Sacrificio), cuando Le crucificaron.
26 Y el título escrito de Su causa era (sobre la Cruz), EL REY DE LOS JUDÍOS (por el odio, sin duda hacia los Judíos, Pilato escribió el título él mismo [Jn. 19:19]; los Sacerdotes Principales estaban visiblemente enojados con esto, y fuertemente solicitaron que lo cambiara para que se leyera, "Él dijo, Yo Soy el Rey de los Judíos"; Pilato contestó diciendo, "lo que he escrito he escrito" [Jn. 19:21-22]; por eso, Quién y Lo Que era realmente Jesús, estaba bien puesto sobre Su Cabeza en la Cruz).
27 Y crucificaron con Él dos ladrones (robadores), uno a Su Derecha, y el otro a Su Izquierda.
28 Y se cumplió La Escritura, que dice, Y con los inicuos fue contado ([Isa. 53:12], Él tomó el lugar de los transgresores; ¡por eso Su Muerte, la manera de ella y con quiénes Él murió, concordaban!).
29 Y los que pasaban Le insultaban ([Sal. 22:7-8], "los que", se refería a los líderes religiosos de Israel), meneando sus cabezas, y diciendo, ¡Ah! Tú que derribas el Templo de Dios, y en tres días lo edificas (se referían a la declaración que Él hizo realmente, registrado en [Jn. 2:19-21], que se refirió a Su Cuerpo como el Templo, Su Muerte, y Resurrección en tres días; Él no se refería al Templo en Jerusalén),
30 Sálvate a Ti mismo, y desciende de la Cruz (esta broma fue la más difícil de sobrellevar ya que apelaba a un conocimiento de poder contenido sólo por el dominio de Sí Mismo de una Voluntad Sacrificada; si Él se hubiera salvado, nadie más podría haber sido salvado).
31 Y de esta manera también los Principales Sacerdotes escarneciendo, decían unos a otros, con los Escribas, A otros salvó, a Sí Mismo no se puede salvar (no podían negar el hecho de que Él salvó a otros, pero intentaron voltear aquel hecho contra Él; alegaban que Él realizó estos milagros por el poder de Satanás, y no por el Poder de Dios).
32 El Cristo Rey de Israel descienda ahora de la Cruz (lo dijo en son de burla), para que veamos y creamos (¡mintieron!; Él resucitó de entre los muertos después del tercer día, y todavía no lo creían). También los que estaban crucificados con Él Le insultaban (aunque los dos Lo injuriaron, uno de ellos poco después se arrepintió y fue salvo, lo cual Marcos no mencionó).
LA MUERTE DE JESÚS
33 Y cuando vino la hora sexta (a las 12:00 del mediodía), fueron hechas tinieblas sobre toda la Tierra hasta la hora novena (hasta las 3:00 de la tarde; cuando ya se cumplía el tiempo de la Pascua y era luna llena, de modo que no pudo haber sido causado por un eclipse; ya que cuando es luna llena ésta no puede intervenir entre la Tierra y el sol; a qué distancia esta oscuridad se extendió, no nos lo dice; sabemos realmente que ésta se extendió hasta el sur de Egipto, y hasta el norte de Bitinia; fue en este momento preciso cuando Él fue la Ofrenda del Holocausto y el Sacrificio por el Pecado de Lev. 1:4).
34 Y a la hora novena (a las 3:00 de la tarde) exclamó Jesús a gran voz (prueba que Él no murió debido a la debilidad física, sino que Él entregó deliberadamente Su Propia Vida [Jn. 10:17-18]), diciendo, Eloí, Eloí, ¿lama sabactani? que declarado, quiere decir, Dios Mío, Díos Mío, ¿por qué Me has desamparado? (Durante el período de estas tres horas cuando la oscuridad cubrió aquella parte del mundo, o quizás la Tierra entera, Él llevó la pena del pecado de la humanidad, en la cual el Padre Celestial no podía mirar [Hab. 1:13; I Ped. 2:24].)
35 Y oyéndole unos de los que estaban allí (se refiere a los soldados Romanos, aun algunos líderes religiosos de Israel), decían, He aquí, llama a Elías (en tono burlón dicho por los líderes religiosos de Israel).
36 Y corrió uno y empapando una esponja en vinagre (según Juan, fue puesto en un hisopo [Jn. 19:29] lo cual se cumplió [Éx. 12:22]), y poniéndola en una caña, Le dio a beber (no hay registro que Él se lo tomó), diciendo, Dejad; veamos si vendrá Elías a quitarle (¡sarcasmo!).
37 Mas Jesús dando una grande voz (otra vez, demostrando que Su Muerte no fue causada por la debilidad física), expiró (debiera traducirse, "exhaló Su Vida"; de hecho, Él no murió, hasta que el Espíritu Santo Le dijo que muriera [Heb. 9:14]).
38 Entonces el Velo del Templo se rasgó en dos de arriba abajo (significa que el precio había sido pagado, y el pecado expiado; en seguida, el camino al Lugar Santísimo fue abierto para que el hombre pudiera llegar, ya que el Velo escondía el Lugar Santísimo).
39 Y el Centurión (él era el primer Gentil que dio este testimonio de la Fe; la tradición afirma que se llamaba Longino, y que él se convirtió en un seguidor fiel de Cristo, predicó la Fe y murió como mártir), que estaba delante de Él (al lado de Cristo), viendo que había expirado así clamando, dijo, Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios (en efecto, él decía, muchos han afirmando ser Dios, pero Éste es Dios).
40 Y también estaban algunas mujeres mirando de lejos (habla de las mujeres de Galilea y no las mujeres de Jerusalén): entre las cuales estaba María Magdalena, y María la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé (no hay ningún registro de que María la madre de Jesús estaba allí; sin duda, la tensión era más de lo que ella podía aguantar, y Juan indudablemente se la llevó);
41 (Las cuales, estando aun Él en Galilea, Le habían seguido, y Le servían;) (hacían lo que pudieron para ayudar) y otras muchas que juntamente con Él habían subido a Jerusalén (quiénes eran ellas, no nos dice).
LA SEPULTURA DE JESÚS
42 Y cuando fue la tarde (pronto a llegar. Era ya casi las 3:00 de la tarde — la tarde comenzaba a las 6:00 por eso tenían solamente tres horas para trabajar), porque era la preparación (para prepararse para la Pascua, porque comenzaría a las 6:00 de esa misma tarde), es decir, la víspera del Sábado (el Sábado Alto de la Fiesta de la Pascua, que era el Jueves y no el Sábado semanal normal, que era el Sábado [Lev. 23:6-7]; Jesús fue Crucificado el Miércoles y no el Viernes, como muchos piensan, pasó tres días y tres noches enteros en la Tumba, y se levantó el primer día de la semana, justo como Él había dicho que acontecería [Mat. 12:40]),
43 José de Arimatea, un miembro noble del Concilio (era miembro del Gran Concilio de Jerusalén, el Sanedrín), que también esperaba el Reino de Dios (se refirió a su sed espiritual, lo cual fue cumplido en Jesús), vino, y osadamente entró a Pilato (significa que no era algo común), y pidió el Cuerpo de Jesús (solicitó firmemente que le diera los restos).
44 Y Pilato se maravilló que Él (Jesús) ya fuese muerto (normalmente se tomaba varios días para expirar en la cruz; Jesús sólo había estado en la Cruz seis horas, por eso Pilato estaba escéptico): y haciendo venir el Centurión, le preguntó si era ya muerto (cuánto tiempo había estado muerto).
45 Y enterado del Centurión (fue confirmado por el soldado Romano), dio el Cuerpo a José (la palabra "Cuerpo" en el Griego es "sóma" y significa "un cadáver").
46 Y él (José) compró una sábana (un pedazo de tela costosa que se utilizó para envolver el Cuerpo de Jesús), y quitándole (lo bajaron de la Cruz), Le envolvió en la sábana, y Le puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña (la tumba estaba en el jardín adyacente al lugar de la Crucifixión, seguramente era la propiedad de José), y revolvió una piedra a la puerta del sepulcro (comprueba que la Tumba nunca antes había sido usada).
47 Y María Magdalena, y María madre de José, miraban para saber donde lo ponían.



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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