Sonidos del aire libre
Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
El 14 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:
Éxodo 6-8:
6 Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra. Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos. También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron. Asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto. Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto. Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo JEHOVÁ. De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre. Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Entra y habla a Faraón rey de Egipto, que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. Y respondió Moisés delante de Jehová: He aquí, los hijos de Israel no me escuchan; ¿cómo, pues, me escuchará Faraón, siendo yo torpe de labios? Entonces Jehová habló a Moisés y a Aarón y les dio mandamiento para los hijos de Israel, y para Faraón rey de Egipto, para que sacasen a los hijos de Israel de la tierra de Egipto. Estos son los jefes de las familias de sus padres: Los hijos de Rubén, el primogénito de Israel: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi; estas son las familias de Rubén. Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar, y Saúl hijo de una cananea. Estas son las familias de Simeón. Estos son los nombres de los hijos de Leví por sus linajes: Gersón, Coat y Merari. Y los años de la vida de Leví fueron ciento treinta y siete años. Los hijos de Gersón: Libni y Simei, por sus familias. Y los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Y los años de la vida de Coat fueron ciento treinta y tres años. Y los hijos de Merari: Mahli y Musi. Estas son las familias de Leví por sus linajes. Y Amram tomó por mujer a Jocabed su tía, la cual dio a luz a Aarón y a Moisés. Y los años de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete años. Los hijos de Izhar: Coré, Nefeg y Zicri. Y los hijos de Uziel: Misael, Elzafán y Sitri. Y tomó Aarón por mujer a Elisabet hija de Aminadab, hermana de Naasón; la cual dio a luz a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. Los hijos de Coré: Asir, Elcana y Abiasaf. Estas son las familias de los coreítas. Y Eleazar hijo de Aarón tomó para sí mujer de las hijas de Futiel, la cual dio a luz a Finees. Y estos son los jefes de los padres de los levitas por sus familias. Este es aquel Aarón y aquel Moisés, a los cuales Jehová dijo: Sacad a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos. Estos son los que hablaron a Faraón rey de Egipto, para sacar de Egipto a los hijos de Israel. Moisés y Aarón fueron éstos. Cuando Jehová habló a Moisés en la tierra de Egipto, entonces Jehová habló a Moisés, diciendo: Yo soy JEHOVÁ; dí a Faraón rey de Egipto todas las cosas que yo te digo a ti. Y Moisés respondió delante de Jehová: He aquí, yo soy torpe de labios; ¿cómo, pues, me ha de oír Faraón? 7 Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas. Y Faraón no os oirá; mas yo pondré mi mano sobre Egipto, y sacaré a mis ejércitos, mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios. Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extienda mi mano sobre Egipto, y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos. E hizo Moisés y Aarón como Jehová les mandó; así lo hicieron. Era Moisés de edad de ochenta años, y Aarón de edad de ochenta y tres, cuando hablaron a Faraón. Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: Si Faraón os respondiere diciendo: Mostrad milagro; dirás a Aarón: Toma tu vara, y échala delante de Faraón, para que se haga culebra. Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron como Jehová lo había mandado. Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra. Entonces llamó también Faraón sabios y hechiceros, e hicieron también lo mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos; pues echó cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras; mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos. Y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho. Entonces Jehová dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo. Vé por la mañana a Faraón, he aquí que él sale al río; y tú ponte a la ribera delante de él, y toma en tu mano la vara que se volvió culebra, y dile: Jehová el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto; y he aquí que hasta ahora no has querido oír. Así ha dicho Jehová: En esto conocerás que yo soy Jehová: he aquí, yo golpearé con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre. Y los peces que hay en el río morirán, y hederá el río, y los egipcios tendrán asco de beber el agua del río. Y Jehová dijo a Moisés: Dí a Aarón: Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos y sobre sus estanques, y sobre todos sus depósitos de aguas, para que se conviertan en sangre, y haya sangre por toda la región de Egipto, así en los vasos de madera como en los de piedra. Y Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre. Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, tanto que los egipcios no podían beber de él. Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto. Y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho. Y Faraón se volvió y fue a su casa, y no dio atención tampoco a esto. Y en todo Egipto hicieron pozos alrededor del río para beber, porque no podían beber de las aguas del río. Y se cumplieron siete días después que Jehová hirió el río. 8 Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Y si no lo quisieres dejar ir, he aquí yo castigaré con ranas todos tus territorios. Y el río criará ranas, las cuales subirán y entrarán en tu casa, en la cámara donde duermes, y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos, en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas. Y las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo, y sobre todos tus siervos. Y Jehová dijo a Moisés: Dí a Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos y estanques, para que haga subir ranas sobre la tierra de Egipto. Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto. Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto. Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a Jehová para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová. Y dijo Moisés a Faraón: Dígnate indicarme cuándo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y que solamente queden en el río. Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehová nuestro Dios. Y las ranas se irán de ti, y de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y solamente quedarán en el río. Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia de Faraón. Y clamó Moisés a Jehová tocante a las ranas que había mandado a Faraón. E hizo Jehová conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los cortijos y de los campos. Y las juntaron en montones, y apestaba la tierra. Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, como Jehová lo había dicho. Entonces Jehová dijo a Moisés: Dí a Aarón: Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra, para que se vuelva piojos por todo el país de Egipto. Y ellos lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las bestias; todo el polvo de la tierra se volvió piojos en todo el país de Egipto. Y los hechiceros hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron. Y hubo piojos tanto en los hombres como en las bestias. Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho. Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana y ponte delante de Faraón, he aquí él sale al río; y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aquí yo enviaré sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y sobre tus casas toda clase de moscas; y las casas de los egipcios se llenarán de toda clase de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estén. Y aquel día yo apartaré la tierra de Gosén, en la cual habita mi pueblo, para que ninguna clase de moscas haya en ella, a fin de que sepas que yo soy Jehová en medio de la tierra. Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal. Y Jehová lo hizo así, y vino toda clase de moscas molestísimas sobre la casa de Faraón, sobre las casas de sus siervos, y sobre todo el país de Egipto; y la tierra fue corrompida a causa de ellas. Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios en la tierra. Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían? Camino de tres días iremos por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, como él nos dirá. Dijo Faraón: Yo os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificios a Jehová vuestro Dios en el desierto, con tal que no vayáis más lejos; orad por mí. Y respondió Moisés: He aquí, al salir yo de tu presencia, rogaré a Jehová que las diversas clases de moscas se vayan de Faraón, y de sus siervos, y de su pueblo mañana; con tal que Faraón no falte más, no dejando ir al pueblo a dar sacrificio a Jehová. Entonces Moisés salió de la presencia de Faraón, y oró a Jehová. Y Jehová hizo conforme a la palabra de Moisés, y quitó todas aquellas moscas de Faraón, de sus siervos y de su pueblo, sin que quedara una. Mas Faraón endureció aun esta vez su corazón, y no dejó ir al pueblo.
Salmo 124:
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte que lo repita ahora Israel, si el Señor
no hubiera estado de nuestra parte cuando todo el mundo se levantó
contra nosotros, nos habrían tragado vivos al encenderse su furor contra
nosotros; nos habrían inundado las aguas, el torrente nos habría
arrastrado, ¡nos habrían arrastrado las aguas turbulentas! Bendito sea
el Señor, que no dejó que nos despedazaran con sus dientes. Como las
aves, hemos escapado de la trampa del cazador; ¡la trampa se rompió, y
nosotros escapamos! Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, creador
del cielo y de la tierra.
Proverbios 24:
No
envidies a los malvados, ni procures su compañía; porque en su corazón
traman violencia, y no hablan más que de cometer fechorías. Con
sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos.
Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios
tesoros. El que es sabio tiene gran poder, y el que es entendido aumenta
su fuerza. La guerra se hace con buena estrategia; la victoria se
alcanza con muchos consejeros. La sabiduría no está al alcance del
necio, que en la asamblea del pueblo nada tiene que decir. Al que hace
planes malvados lo llamarán intrigante. Las intrigas del necio son
pecado, y todos aborrecen a los insolentes. Si en el día de la aflicción
te desanimas, muy limitada es tu fortaleza. Rescata a los que van rumbo
a la muerte; detén a los que a tumbos avanzan al suplicio. Pues aunque
digas, "Yo no lo sabía", ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los
corazones? ¿No habrá de saberlo el que vigila tu vida? ¡Él le paga a
cada uno según sus acciones! Come la miel, hijo mío, que es deliciosa;
dulce al paladar es la miel del panal. Así de dulce sea la sabiduría a
tu alma; si das con ella, tendrás buen futuro; tendrás una esperanza que
no será destruida. No aceches cual malvado la casa del justo, ni
arrases el lugar donde habita; porque siete veces podrá caer el justo,
pero otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en
la desgracia. No te alegres cuando caiga tu enemigo, ni se regocije tu
corazón ante su desgracia, no sea que el Señor lo vea y no lo apruebe, y
aparte de él su enojo. No te alteres por causa de los malvados, ni
sientas envidia de los impíos, porque el malvado no tiene porvenir; ¡la
lámpara del impío se apagará! 30 Hijo mío, teme al Señor y honra al rey,
y no te juntes con los rebeldes, porque de los dos recibirás un castigo
repentino ¡y quién sabe qué calamidades puedan venir! También éstos son
dichos de los sabios: No es correcto ser parcial en el juicio.
Maldecirán los pueblos, y despreciarán las naciones, a quien declare
inocente al culpable. Pero bien vistos serán, y bendecidos, los que
condenen al culpable. Una respuesta sincera es como un beso en los
labios. Prepara primero tus faenas de cultivo y ten listos tus campos
para la siembra; después de eso, construye tu casa. No testifiques sin
razón contra tu prójimo, ni mientas con tus labios. No digas: "Le haré
lo mismo que me hizo; le pagaré con la misma moneda." Pasé por el campo
del perezoso, por la viña del falto de juicio. Había espinas por todas
partes; la hierba cubría el terreno, y el lindero de piedras estaba en
ruinas. Guardé en mi corazón lo observado, y de lo visto saqué una
lección: Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado
de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez,
como un hombre armado!
El Libro de Marcos Capítulo 9 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS
CAPÍTULO 9
(32 d.C.)
LA TRANSFIGURACIÓN
TAMBIÉN Él (Jesús) les dijo (a los Doce), De cierto os digo, Que hay algunos
de
los que están aquí (en este caso, Pedro, Santiago y Juan), que no
gustarán la muerte (no significó que al final no morirían, sino que
antes de que murieran, verían más allá del velo en el Reino), hasta que
hayan visto el Reino de Dios que viene con potencia (un cuadro
anticipado del Milenio venidero).
2 Y seis días después (Lucas dice
"ocho días" [Luc. 9:28]; no hay discrepancia alguna; en Lucas la frase
Griega es inclusiva, que significa que todo el tiempo fue incluido,
mientras en Marcos es exclusiva, que significa que todos los días y el
tiempo no fueron incluidos) tomó Jesús a Pedro, y a Santiago, y a Juan
(la segunda experiencia en la cual fueron incluidos, pero no a los otros
Discípulos; la resurrección de la hija de Jairo de entre los muertos
fue el primero), y los sacó aparte solos a un monte alto (no nos dice
cuál monte): y Él (Jesús) fue transfigurado delante de ellos (se refiere
al acto de dar expresión externa del carácter interior de sí mismo).
3
Y Sus Vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la
nieve; tanto que ningún lavandero en la Tierra los puede hacer tan
blancos (el resplandor de gloria que brillaba desde adentro de Él).
4
Y les apareció Elías con Moisés (su aparición tuvo que ver con la Edad
del Reino venidero): que hablaban con Jesús (el Texto Griego indica que
la conversación fue muy prolongada).
5 Entonces respondiendo Pedro
dice a Jesús, Maestro, bien será que nos quedemos aquí: y hagamos tres
enramadas; para Ti una, y para Moisés otra, y para Elías otra (Pedro
agrava su error al colocar a Moisés y Elías en la misma categoría que
Jesús).
6 Porque no sabía lo que hablaba; que estaban espantados (aterrorizados).
7
Y vino una nube que les hizo sombra (fue la Nube de la Gloria Shekiná
que dirigió a Israel salir de Egipto, y la cual se posó encima del
Propiciatorio en el Lugar Santísimo en el Tabernáculo): y una Voz de la
nube (declara la Voz real de Dios), que decía, Éste es Mi Hijo Amado (en
el Texto Griego, "Éste es Mi Hijo, El Que es Amado,"): a Él oíd (la
frase, "a Él oíd," se refiere a Cristo; en otras palabras, Moisés y
Elías no deben ser colocados a la misma par con Cristo; la frase
realmente significa, "escúchenlo constantemente"; esto también se
refiere a obedecer lo que oye).
8 Y luego (declara un cambio
repentino), como miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús
solo (acababan de presenciar algo que los demás seres humanos nunca
habían visto).
9 Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a
nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del Hombre
hubiese resucitado de los muertos.
10 Y retuvieron la Palabra en sí
(significa que obedecieron el Mandato del Señor), altercando qué sería
aquello de resucitar de los muertos (todavía no entendían el propósito y
motivo de Su llegada a este mundo, la cual era para redimir al hombre,
que lo requeriría ir a la Cruz; en otras palabras, la Cruz siempre fue
Su destino).
11 Y Le preguntaron, diciendo, ¿Qué es lo que los
Escribas dicen que es necesario que Elías venga antes? (Se referían a
Mal. 4:5.)
12 Y respondiendo Él, les dijo (pero a ellos todavía le
faltaban entendimiento), Elías a la verdad, viniendo antes, restituirá
todas las cosas (se refiere a este Profeta que vendrá como uno de los
dos testigos un poco antes de la Segunda Venida [Apoc. 11:3-12]); y como
está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en
nada (como fue predicho por el Profeta Isaías, cap. 53).
13 Empero os
digo, Que Elías ya vino (se refiere a Juan el Bautista quien vino en el
espíritu y poder de Elías [Luc. 1:17]), y le hicieron todo lo que
quisieron, como está escrito de Él (se refiere a la ejecución de Juan
por Herodes).
FALTA DE PODER
14 Y como Él vino a los Discípulos
(se reunió con los otros nueve al pie del monte después de la
Transfiguración), vio grande compañía alrededor de ellos, y los Escribas
que disputaban con ellos (realmente, se burlaban de ellos).
15 Y
luego (inmediatamente) toda la gente, viéndole, se espantó, y corriendo a
Él, Le saludaron (le dieron un saludo caluroso y de gran admiración).
16
Y Él les preguntó a los Escribas (expertos supuestamente en la Ley de
Moisés), ¿Qué disputáis con ellos? (En efecto, ¿cuál es el problema?)
17
Y respondiendo uno de la compañía, dijo, Maestro, traje a Ti mi hijo,
que tiene un espíritu mudo (un análisis correcto de la situación; un
espíritu demoníaco había ligado la lengua y los órganos vocales del
muchacho, además, había tratado de matarlo varias veces);
18 El cual,
dondequiera que (el espíritu demoníaco) le toma, le despedaza: y echa
espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando: y dije a Tus
Discípulos que le echasen fuera; y no pudieron (la idea es, intentaron
repetidamente, pero sin éxito; de ahí, los insultos de los Escribas).
19
Y respondiendo Él, les dijo, O generación infiel (mejor dicho, una fe
extraviada; Gál., cap. 5 lo explicará), ¿hasta cuándo estaré con
vosotros? (¿Será suficiente Mi breve tiempo?) ¿hasta cuándo os tengo que
sufrir? (¿Es posible que aun los Doce quienes están constantemente
Conmigo, no entienden?) Traédmele (insinúa que el muchacho no estaba en
las inmediaciones del padre, sino que otros lo tenían detenido a poca
distancia).
20 Y se Le trajeron: y cuando (el espíritu demoníaco) Le
vio (a Jesús), luego (inmediatamente) el espíritu (el espíritu
demoníaco) le desgarraba (el muchacho); y cayendo en tierra, se
revolcaba, echando espumarajos.
21 Y Él (Jesús) preguntó a su padre,
¿Cuánto tiempo hace que le aconteció esto? Y él dijo, Desde niño (el
incidente nos dice que los niños pueden ser oprimidos o hasta poseídos
por espíritus demoníacos).
22 Y muchas veces le echa en el fuego, y
en aguas, para destruirle (refleja tendencias suicidas, promovidas por
este espíritu): mas si puedes hacer algo, ayúdanos, teniendo
misericordia de nosotros (su fe era débil, debido al fracaso de los
Discípulos).
23 Y Jesús le dijo, Si puedes creer, al que cree todo es posible (si Él lo ha prometido, y usted puede creerlo, puede tenerlo).
24
Y luego (inmediatamente) el padre del muchacho dijo clamando (expresa
un grito fuerte que viene de las mismas profundidades del alma del
hombre), y dijo con lágrimas, Señor, creo (¡demuestra la fe, pero una fe
imperfecta!; las "lágrimas" indicaban la consternación de la batalla
que se desataba en el alma del hombre); ayuda mi incredulidad
(manifiesta la deficiencia de su fe; es una oración que el Señor siempre
contestará).
25 Y como Jesús vio que la multitud se agolpaba (Él
evidentemente estaba parado a una distancia de la gente, cuando Él habló
con el hombre, mientras los Discípulos contenían a la gente; pero ya no
podían contenerlas más), Él reprendió al espíritu inmundo, diciéndole,
Espíritu mudo y sordo, Yo te mando, sal de él, y no entres más en él (él
debía salir y, de hecho, salió, y nunca más volvió).
26 Entonces el
espíritu (espíritu demoníaco) clamando y desgarrándole mucho, salió
(parece que él intentó matar al muchacho cuando salía de él): y él quedó
como muerto, de modo que muchos decían, Está muerto (el muchacho estaba
echado en el suelo inmóvil y pálido como un cadáver).
27 Mas Jesús
tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó (se trataba más que
echarle una mano; el poder sanador inundó el cuerpo del muchacho,
sanando lo que el demonio había dañado).
28 Y cuando Él entró en casa
(no dice cuál casa), Sus Discípulos Le preguntaron aparte, ¿Por qué
nosotros no pudimos echarle fuera? (Habían podido otras veces, por lo
tanto, ¿por qué no podían esta vez? Hay pruebas de que este demonio era
más poderoso que los demás que Jesús había echado fuera.)
29 Y Él les
dijo, Este género (espíritus demoníacos con este poder) con nada puede
salir, sino con oración y ayuno (el "ayuno" incluye no sólo, dejar de
comer alimentos, sino también, abandonar su propia fuerza y capacidad, y
mirar exclusivamente a la Cruz [I Cor. 1:17-18]).
SU MUERTE Y RESURRECCIÓN
30
Y habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie
lo supiese (ya había oposición terrible contra Él de parte de los
líderes religiosos del área; de hecho, empeoraría poco a poco).
31
Porque enseñaba a Sus Discípulos, y les decía, El Hijo del Hombre será
entregado en manos de hombres (significa que la traición a Jesús en el
corazón de Judas ya había comenzado), y Le matarán (la Crucifixión); más
muerto Él, resucitará al tercer día (la Resurrección nunca estuvo en
duda).
32 Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de
preguntarle (proviene de Pedro reprochándolo cuando Él había hecho este
anuncio y Su respuesta, ¡que en efecto había sido fuerte!).
¿QUIÉN ES EL MAYOR?
33
Y llegó a Capernaum: y así que estuvo en casa (la casa de Pedro), les
preguntó, ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino? (Tiene que ver
con un problema muy serio en sus vidas.)
34 Mas ellos callaron
(significa que ellos estaban tan avergonzados de relatarle a Él lo que
discutían): porque los unos con los otros habían disputado en el camino
quién había de ser el mayor (no es improbable que la preferencia dada
por nuestro Señor a Pedro, a Santiago y a Juan, pudo haber dado lugar a
esta discusión).
35 Entonces sentándose, llamó a los Doce, y les
dice, Si alguno quiere ser el primero (en respuesta a su interrogante en
cuanto a quién debería ser el mayor), será el postrero de todos, y el
servidor de todos (significa que cuando piensa de sí mismo como último, y
en todos los demás como primero; ministrar a otros, es todo lo opuesto
del mundo).
36 Y Él tomando a un niño, lo puso en medio de ellos: y tomándole en sus brazos, Él les dice (usará al niño de ejemplo),
37
El que recibiere en Mi Nombre uno de tales niños, a Mí recibe (en
efecto, dice que si la persona no tiene un espíritu como el de un niño,
no sería recibido): y el que a Mí recibe, no recibe a Mí, pero al que Me
envió (el Camino a Cristo es por medio de un espíritu de niño, y el
Camino al Padre es por Cristo [Jn. 14:6]).
38 Y Le respondió Juan,
diciendo, Maestro, hemos visto a uno que en Tu Nombre echaba fuera los
demonios, el cual no nos sigue: y se lo prohibimos, porque no nos sigue
(demuestra el sectarismo que comienza a entrar sigilosamente).
39 Y
Jesús dijo, No se lo prohibáis (Jesús no dijo, "recíbalo," porque el
motivo del hombre no fue evidente; sin embargo, Él dice que la actitud
hacia tal individuo debiera ser al menos neutral): porque ninguno hay
que haga milagro en Mi Nombre que luego pueda decir mal de Mí (si
realmente es un milagro genuino).
40 Porque el que no es contra
nosotros, por nosotros es (las señales de los falsos maestros son
numerosas en Las Escrituras, de modo que no hay error alguno en cuanto
al descubrimiento de ellas [Mat. 7:15-20; 23:1-33; Hch. 8:9; 13:8; Rom.
1:18-32; 16:17; I Cor. 1:18-31; I Tim. 4:1-8; II Tim. 3:1-13; 4:3-4; II
Ped., cap. 2; III Jn., vv. 9-10; Jud., vv. 4-19; Apoc. 2:14, 20]).
41
Y cualquiera que os diere un vaso de agua en Mi Nombre, porque sois de
Cristo, de cierto os digo, Que no perderá su recompensa (se refiere a la
ayuda para llevar el Evangelio a otros; toda la ayuda con respecto a
esto será recompensada, no importa cuan pequeña pudiera ser la ayuda).
TOCANTE A LAS OFENSAS
42
Y cualquiera que se ofendiere a uno de estos pequeñitos que creen en
Mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y
fuera echado en el mar (así como la ayuda más pequeña será recompensada,
igualmente, la ofensa más pequeña será también recompensada; más vale
que estas advertencias sean tomadas en serio).
43 Y si tu mano te
ofendiere, córtala ([simbólico], no permita que usted sea puesto en la
posición de oponerse a aquéllos que realmente son de Dios): mejor te es
entrar a la vida manco, que teniendo dos manos ir al Infierno, al fuego
que no puede ser apagado (demuestra la realidad del Infierno, y que es
el destino de aquéllos que se oponen a los Creyentes genuinos, que hacen
realmente la Obra de Dios):
44 Donde el gusano no muere, y el fuego
nunca se apaga (Cristo declara lo que uno confronta al oponerse a los
Creyentes genuinos; el castigo es eterno).
45 Y si tu pie te fuere
ocasión de caer, córtalo: mejor te es entrar a la vida cojo, que
teniendo dos pies ser echado en el Infierno, al fuego que no puede ser
apagado:
46 Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
47
Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo: mejor te es entrar al
Reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al Infierno:
48
Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga (cuando
Cristo da una ilustración de esta magnitud, es de suma importancia;
cuando Él lo duplica, como Él lo hace aquí, se hace extremadamente
importante; pero cuando Él lo triplica, como Él definitivamente lo hace,
luego su significado es de magnitud indescriptible; la mayor parte de
la oposición contra los Creyentes genuinos, y especialmente contra
aquellos llamados de Dios para una obra específica, viene del sector
religioso; oponerse a este sector religioso apóstata, puede generar daño
a su propia persona; pero es mejor aguantar aquel daño, que perder su
propia alma).
49 Porque todos serán salados con fuego (o probado a
ofender, o probado por el que causó la ofensa), y todo sacrificio será
salado con sal (la sal es un tipo de la Palabra de Dios; si el
Sacrificio sería eficaz, será centrado en la Cruz).
50 Buena es la
sal (la Palabra de Dios que actúa como un preservativo): mas si la sal
fuere desabrida (la Palabra de Dios ha sido diluida), ¿con qué la
sazonaréis? (La preservación ya se fue.) Tened en vosotros mismos sal
(guárdese según la Palabra de Dios), y tened paz los unos con los otros
(quedarse firme la Palabra, garantizará la paz).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue,
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así
que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.
Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la
voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy
poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo
vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero
nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse,
sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la
garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a
ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo
fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino
de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más
aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo,
pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto,
habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar
la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser
llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe
es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios
tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por
la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor
reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó
al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por
la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde
recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la
fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas
de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es
arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad
y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos,
porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este
solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las
estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor,
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado,
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob,
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada;
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades,
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su
sangre.
Romanos 8:
Por
lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a
Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha
liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo
liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios
envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de
pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así
condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas
demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la
naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a
la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza;
en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los
deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la
mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad
pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no
pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza
pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive
en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del
pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la
justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los
muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los
muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su
Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una
obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.
Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del
Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y
ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba!
¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos
parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan
los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en
nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de
Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su
propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme
esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción
que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera
dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras
aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de
nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la
esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?
Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos
nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que
examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el
Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de
quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los
que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los
glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte,
¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e
intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
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