Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
Sonidos del aire libre
El 16 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:
Éxodo 12-14:
12 Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año. Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová. Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto. Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis. Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel. El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer. Y guardaréis la fiesta de los panes sin levadura, porque en este mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto; por tanto, guardaréis este mandamiento en vuestras generaciones por costumbre perpetua. En el mes primero comeréis los panes sin levadura, desde el día catorce del mes por la tarde hasta el veintiuno del mes por la tarde. Por siete días no se hallará levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado, así extranjero como natural del país, será cortado de la congregación de Israel. Ninguna cosa leudada comeréis; en todas vuestras habitaciones comeréis panes sin levadura. Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir. Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre. Y cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, guardaréis este rito. Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas. Entonces el pueblo se inclinó y adoró. Y los hijos de Israel fueron e hicieron puntualmente así, como Jehová había mandado a Moisés y a Aarón. Y aconteció que a la medianoche Jehová hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales. Y se levantó aquella noche Faraón, él y todos sus siervos, y todos los egipcios; y hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un muerto. E hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id, servid a Jehová, como habéis dicho. Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí. Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos. Y llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus sábanas sobre sus hombros. E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos. Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios. Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. También subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo ganado. Y cocieron tortas sin levadura de la masa que habían sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios, no habían tenido tiempo ni para prepararse comida. El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue cuatrocientos treinta años. Y pasados los cuatrocientos treinta años, en el mismo día todas las huestes de Jehová salieron de la tierra de Egipto. Es noche de guardar para Jehová, por haberlos sacado en ella de la tierra de Egipto. Esta noche deben guardarla para Jehová todos los hijos de Israel en sus generaciones. Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza de la pascua; ningún extraño comerá de ella. Mas todo siervo humano comprado por dinero comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado. El extranjero y el jornalero no comerán de ella. Se comerá en una casa, y no llevarás de aquella carne fuera de ella, ni quebraréis hueso suyo. Toda la congregación de Israel lo hará. Mas si algún extranjero morare contigo, y quisiere celebrar la pascua para Jehová, séale circuncidado todo varón, y entonces la celebrará, y será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá de ella. La misma ley será para el natural, y para el extranjero que habitare entre vosotros. Así lo hicieron todos los hijos de Israel; como mandó Jehová a Moisés y a Aarón, así lo hicieron. Y en aquel mismo día sacó Jehová a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos. 13 Jehová habló a Moisés, diciendo: Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es. Y Moisés dijo al pueblo: Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte; por tanto, no comeréis leudado. Vosotros salís hoy en el mes de Abib. Y cuando Jehová te hubiere metido en la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del heveo y del jebuseo, la cual juró a tus padres que te daría, tierra que destila leche y miel, harás esta celebración en este mes. Siete días comerás pan sin leudar, y el séptimo día será fiesta para Jehová. Por los siete días se comerán los panes sin levadura, y no se verá contigo nada leudado, ni levadura, en todo tu territorio. Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que Jehová hizo conmigo cuando me sacó de Egipto. Y te será como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de Jehová esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó Jehová de Egipto. Por tanto, tú guardarás este rito en su tiempo de año en año. Y cuando Jehová te haya metido en la tierra del cananeo, como te ha jurado a ti y a tus padres, y cuando te la hubiere dado, dedicarás a Jehová todo aquel que abriere matriz, y asimismo todo primer nacido de tus animales; los machos serán de Jehová. Mas todo primogénito de asno redimirás con un cordero; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz. También redimirás al primogénito de tus hijos. Y cuando mañana te pregunte tu hijo, diciendo: ¿Qué es esto?, le dirás: Jehová nos sacó con mano fuerte de Egipto, de casa de servidumbre; y endureciéndose Faraón para no dejarnos ir, Jehová hizo morir en la tierra de Egipto a todo primogénito, desde el primogénito humano hasta el primogénito de la bestia; y por esta causa yo sacrifico para Jehová todo primogénito macho, y redimo al primogénito de mis hijos. Te será, pues, como una señal sobre tu mano, y por un memorial delante de tus ojos, por cuanto Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte. Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto. Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo. Y subieron los hijos de Israel de Egipto armados. Tomó también consigo Moisés los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros. Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto. Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego. 14 Habló Jehová a Moisés, diciendo: Dí a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-zefón; delante de él acamparéis junto al mar. Porque Faraón dirá de los hijos de Israel: Encerrados están en la tierra, el desierto los ha encerrado. Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová. Y ellos lo hicieron así. Y fue dado aviso al rey de Egipto, que el pueblo huía; y el corazón de Faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva? Y unció su carro, y tomó consigo su pueblo; y tomó seiscientos carros escogidos, y todos los carros de Egipto, y los capitanes sobre ellos. Y endureció Jehová el corazón de Faraón rey de Egipto, y él siguió a los hijos de Israel; pero los hijos de Israel habían salido con mano poderosa. Siguiéndolos, pues, los egipcios, con toda la caballería y carros de Faraón, su gente de a caballo, y todo su ejército, los alcanzaron acampados junto al mar, al lado de Pi-hahirot, delante de Baal-zefón. Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Jehová. Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto. Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos. Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Dí a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco. Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería; y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en su gente de a caballo. Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros. Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda. Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y su gente de a caballo. Aconteció a la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios, y quitó las ruedas de sus carros, y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios. Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería. Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraban con el mar; y Jehová derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno. Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su izquierda. Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo.
Salmo 126:
Cuando
el Señor hizo volver a Sión a los cautivos, nos parecía estar soñando.
Nuestra boca se llenó de risas; nuestra lengua, de canciones jubilosas.
Hasta los otros pueblos decían: "El Señor ha hecho grandes cosas por
ellos." Sí, el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y eso nos
llena de alegría. Ahora, Señor, haz volver a nuestros cautivos como
haces volver los arroyos del desierto. El que con lágrimas siembra, con
regocijo cosecha. El que llorando esparce la semilla, cantando recoge
sus gavillas.
Proverbios 26:
Ni
la nieve es para el verano, ni la lluvia para la cosecha, ni los
honores para el necio. Como el gorrión sin rumbo o la golondrina sin
nido, la maldición sin motivo jamás llega a su destino. El látigo es
para los caballos, el freno para los asnos, y el garrote para la espalda
del necio. No respondas al necio según su necedad, o tú mismo pasarás
por necio. Respóndele al necio como se merece, para que no se tenga por
sabio. Enviar un mensaje por medio de un necio es como cortarse los pies
o sufrir violencia. Inútil es el proverbio en la boca del necio como
inútiles son las piernas de un tullido. Rendirle honores al necio es tan
absurdo como atar una piedra a la honda. El proverbio en la boca del
necio es como espina en la mano del borracho. Como arquero que hiere a
todo el que pasa es quien contrata al necio en su casa. Como vuelve el
perro a su vómito, así el necio insiste en su necedad. ¿Te has fijado en
quien se cree muy sabio? Más se puede esperar de un necio que de gente
así. Dice el perezoso: "Hay una fiera en el camino. ¡Por las calles un
león anda suelto!" Sobre sus goznes gira la puerta; sobre la cama, el
perezoso. El perezoso mete la mano en el plato, pero le pesa llevarse el
bocado a la boca. El perezoso se cree más sabio que siete sabios que
saben responder. Meterse en pleitos ajenos es como agarrar a un perro
por las orejas. Como loco que dispara mortíferas flechas encendidas, es
quien engaña a su amigo y explica: "¡Tan sólo estaba bromeando!" Sin
leña se apaga el fuego; sin chismes se acaba el pleito. Con el carbón se
hacen brasas, con la leña se prende fuego, y con un pendenciero se
inician los pleitos. Los chismes son como ricos bocados: se deslizan
hasta las entrañas. Como baño de plata sobre vasija de barro son los
labios zalameros de un corazón malvado. El que odia se esconde tras sus
palabras, pero en lo íntimo alberga perfidia. No le creas, aunque te
hable con dulzura, porque su corazón rebosa de abominaciones. Tal vez
disimule con engaños su odio, pero en la asamblea se descubrirá su
maldad. Cava una fosa, y en ella caerás; echa a rodar piedras, y te
aplastarán. La lengua mentirosa odia a sus víctimas; la boca lisonjera
lleva a la ruina.
El Libro de Marcos Capítulo 11 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS
CAPÍTULO 11
(33 d.C.)
LA ENTRADA TRIUNFAL
A JERUSALÉN
y CUANDO fueron cerca de Jerusalén, de Betfagé y de Betania, al Monte de los
Olivos
(tiene que ver con dos aldeas, suburbios de Jerusalén en el lado
oriental de la ciudad), Él envía dos de Sus Discípulos (la tradición
dice que fueron Pedro y Juan),
2 Y les dice, Id al lugar que está
delante de vosotros (probablemente Betfagé, porque estaba más cerca): y
luego entrados en el, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún
hombre ha subido (ninguna persona había cabalgado este potro);
desatadlo, y traedlo.
3 Y si alguien os dijere, ¿Por qué hacéis eso?
(Insinúa que esto sería el caso, y así es.) decid que el Señor lo
necesita (como Dios, el Señor no necesita nada; como el Hijo del Hombre,
Él necesitó ciertas cosas); y luego (inmediatamente) lo enviará acá
(dará permiso para utilizar el potro, todo fue revelado a Cristo por el
Espíritu Santo).
4 Y fueron por su camino, y hallaron el pollino
atado junto a la puerta fuera entre dos caminos; y le desataron ("su
camino" fue "Su Camino").
5 Y unos de los que estaban allí les dijeron, ¿Qué hacéis desatando el pollino? (Significa que no hubieron arreglos anteriores.)
6
Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado (el Señor tiene
necesidad de él): y los dejaron (una obediencia instantánea; qué
privilegio tenía estos hombres de prestar su potro a Cristo).
7 Y
trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus vestidos; y se sentó
sobre él (declara el comienzo de la Entrada Triunfal; que fue el
cumplimiento de la Profecía dada por Zacarías [Zac. 9:9]).
8 Y muchos
tendían sus vestidos por el camino (era Su presentación formal de Sí
Mismo como el Mesías; como es obvio, sería rechazado): y otros cortaban
ramas de los árboles, y las tendían por el camino (probablemente frondas
de la palmera).
9 Y los que iban delante, y los que iban detrás
(representa multitudes tanto detrás de Cristo como delante de Cristo,
cuando Él entró en Jerusalén), daban voces, diciendo, ¡Hosanna! Bendito
El Que viene en el Nombre del Señor (tomado de Salmos 118:25-26; esta
aclamación fue dada en "la Fiesta de los Tabernáculos," cuando los
Sacerdotes marchaban una vez al día durante siete días alrededor del
Altar con hojas de la palmera en sus manos; durante el octavo día
marchaban siete veces, que era la "Hosanna Grande"; la gente creía que
Jesús ya estaba a punto de tomar el Trono; les parecían que la gran Edad
del Reino ya comenzaría; la verdad es, ésta podría haber comenzado,
pero el mando religioso de Israel Lo rechazaba):
10 Bendito el Reino
de nuestro padre David (debiera traducirse, "Bendito sea el Reino que
viene, el Reino de nuestro Padre David"), que viene en el Nombre del
Señor (debiera traducirse, "Quién viene en el Nombre del Señor"; ¡Jesús
era esa Persona!): Hosanna en las Alturas (significaba que Él era el Más
Alto; por consiguiente, el Único Quien podría salvarlos).
11 Y entró
Jesús en Jerusalén, y en el Templo: y habiendo mirado alrededor todas
las cosas (Él observó todo el regateo, el intercambio, la discusión
sobre precios, que probablemente fue en el Atrio de los Gentiles; Él
volvería al día siguiente, y limpiaría este lugar), y siendo ya tarde,
se salió a Betania con los Doce (probablemente era el Domingo, y de ser
así, una semana más tarde Jesús resucitaría de entre los muertos; por
consiguiente, la semana intermedia sería una pena de magnitud
indescriptible).
JESÚS MALDICE A UNA
HIGUERA INFRUCTÍFERA
12 Y
el día siguiente (sugiere que era el Lunes; Mateo dice que era temprano,
probablemente antes de las 6:00 de la madrugada, probablemente Él había
pasado la noche al aire libre con los Discípulos), cuando salieron de
Betania, Él tuvo hambre:
13 Y viendo de lejos una higuera que tenía
hojas, Él se acercó, si quizá Él hallaría en ella algo (según todas las
apariencias, ya los higos debieran haber brotado): y cuando Él vino a
ella, nada halló sino hojas (ninguna fruta); porque no era tiempo de
higos (significa que a pesar de su apariencia, sugiriendo la presencia
de fruta, y que ya debiera haber brotado, era estéril).
14 Entonces
Jesús respondiendo dijo a la higuera (manifiesta que el Señor se
olvidaba de Su hambre natural y el pensamiento de una figura espiritual
que a la vista de este árbol comenzó a presentarse a Su Mente), Nunca
más coma nadie fruto de ti para siempre (simbólico de la nación Judía;
una maldición fue colocada en la higuera, no necesariamente por ser
estéril, sino por ser falsa; también, las palabras "para siempre,"
debiera traducirse "para esta era," es decir hasta que la época de los
Gentiles sea cumplida; será en la Segunda Venida). Y lo oyeron Sus
Discípulos (¡aprenderán una lección de esto, justo como nosotros lo
veremos!).
JESÚS LIMPIA EL TEMPLO
15 Vienen, pues, a Jerusalén: y
entrando Jesús en el Templo (se refiere al hecho que su condición, en
sentido espiritual, había estado en Su Mente toda la noche; Él estaba
probablemente en el Atrio de los Gentiles), comenzó a echar fuera a los
que vendían y compraban en el Templo, y trastornó las mesas de los
cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
16 Y no consentía que alguien llevase vaso por el Templo (Él requería que toda la Casa de Su Padre fuera considerada Sagrada).
17
Y Él les enseñaba, diciendo (¡sin duda a una gran multitud de gente que
se habían juntado, mirando, como parece, con asombro sobrecogedor!),
¿No está escrito (dirigió a la gente y Sus acciones a la Palabra de
Dios), que Mi Casa, Casa de Oración será llamada para todas las
naciones? (Significa, como dicho, que Él estaba en el Atrio de los
Gentiles, el cual había sido convertido en una plaza de mercado. Su
declaración está citada en Isa. 65:7 y Jer. 7:11.) mas vosotros la
habéis hecho cueva de bandidos (debiera traducirse "ladrones," porque la
palabra Griega significa operaciones en gran escala y sistemática).
18
Y lo oyeron los Escribas y los Principales Sacerdotes (eran "los
ladrones," porque estaban a cargo de lo que ocurría allí, y realmente
sacaron ganancia personal de lo que ocurría), y procuraban cómo Le
matarían (determinados no sólo a matarlo, sino destruir completamente Su
influencia como una gran energía espiritual en el mundo): porque Le
tenían miedo (temieron que Él usaría Su Poder para trastornar su lugar
corrompido y posición corrompida), por cuanto todo el pueblo estaba
maravillado de Su Doctrina (una "Doctrina" que era diferente de la
doctrina suya).
19 Mas como fue tarde, Jesús salió de la ciudad (no
hay indicación alguna de que Jesús pasó una noche en Jerusalén, a
excepción de la noche que Él fue enjuiciado).
LA LECCIÓN DE LA
HIGUERA SECA
20
Y pasando por la mañana (probablemente se refiere al día Martes),
vieron que la higuera se había secado desde las raíces (significa que
fue completamente marchitado; Israel dentro de poco haría lo mismo,
realmente cesando de ser una Nación).
21 Entonces Pedro acordándose
Le dice, Maestro, he aquí, la higuera que Tú maldijiste se ha secado
(Jesús podría haber hecho la misma cosa con Sus enemigos, si Él lo
deseara; pero Él nunca usó Su Poder, salvo en la manera que el Padre
Divino le dijera que debiera usarlo).
22 Y respondiendo Jesús les
dice (indica a Jesús que trataba con lo que pasó, más bien del por qué
pasó; no eran capaces de captar que la higuera era una ilustración de
Israel; ¡todo esto vendría más tarde!), Tened Fe en Dios (literalmente
dice, "Tened la Fe de Dios"; tal Fe juzga confesión [la higuera] quita
dificultades [el monte] perdona ofensas).
23 Porque de cierto os
digo, Que cualquiera que dijere a este monte, Quítate, y échate en el
mar; y no dudare en su corazón, pero creyere que será hecho lo que dice;
lo que dijere le será hecho (el "monte" es usado como un símbolo, es
decir, "el monte de dificultades," etc.; Dios es un Dios que obra
Milagros, y hará así para cualquiera de Sus Hijos, "quienquiera"; sin
embargo, cada petición debe ser afirmada también en la Voluntad de
Dios).
24 Por tanto os digo, Que todo lo que deseareis (uno que busca
hacer la Voluntad de Dios, querrá sólo lo que Dios desea), cuando
orando pidiereis (el valor de la oración, sin la cual estas cosas no
pueden ser hechas), creed (tened Fe) que lo recibiréis, y os vendrá
(como es obvio aquí, la recepción de estas cosas, independientemente de
lo que ellos podrían ser, requiere una relación, y ésta es la clave).
25
Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno
(indica, que las Promesas mencionadas no serán honoradas, si abrigamos
una actitud implacable): para que vuestro Padre que está en los Cielos
os perdone también a vosotros vuestras ofensas (el perdón del Señor de
nuestra parte, está afirmado en que perdonamos a los demás).
26
Porque si vosotros no perdonareis, tampoco vuestro Padre que está en los
Cielos os perdonará vuestras ofensas (indica, al ser implacable divide
la relación, que destruye el programa entero de Dios; en tal caso,
nuestros pecados no son perdonados, y tampoco podemos esperar que Dios
conteste la oración; éstos son impedimentos muy serios).
LA AUTORIDAD DE JESÚS
PUESTA EN DUDA
27
Y volvieron a Jerusalén: y andando Él por el Templo (representa el
tercer día en el cual Él visita este edificio), vienen a Él los
Principales Sacerdotes, y los Escribas, y los Ancianos (éstos eran los
líderes religiosos de Israel),
28 Y Le dicen, ¿Con qué potestad haces
Tú estas cosas? ¿y quién Te ha dado esta potestad para hacer estas
cosas? (Eran los guardianes del Templo. Nuestro Señor, por medio de
expulsar a la fuerza aquéllos que fueron involucrados en el negocio en
el Templo, reclamaba una jurisdicción superior.)
29 Y Jesús
respondiendo entonces les dice, Os preguntaré también Yo una palabra (Su
pregunta y la respuesta, simplificará enormemente la cuestión), y
respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas (realmente
significa que la respuesta correcta a Su pregunta proporcionará la
respuesta a sus interrogantes).
30 El bautismo de Juan, ¿era del
Cielo, o de los hombres? Respondedme (Juan había presentado a Cristo
como el Mesías; si afirmaran que el Profeta era de Dios, entonces
tendrían que reconocer a Aquel que él había introducido; habían tratado
de poner a Jesús en apuros, y ya ellos en cambio están en apuros).
31
Entonces ellos pensaron dentro de sí, diciendo, Si dijéremos, Del
Cielo; dirá, ¿Por qué, pues, no le creísteis? (No creer lo que Juan dijo
acerca de Jesús.)
32 Y si dijéremos, De los hombres; tememos al
pueblo: porque todos juzgaban de Juan, que verdaderamente era Profeta
(el respeto para Juan por la gente se había hecho aun más profundo desde
su martirio; temieron si negaran el llamamiento de Juan, la gente
podría apedrearlos en seguida).
33 Y respondiendo dicen a Jesús, No
sabemos (¡su respuesta al menos era ridícula!; eran los mismos que
debieran saber). Entonces respondiendo Jesús les dice, Tampoco Yo os
diré con qué autoridad hago estas cosas (en efecto, "Yo no le
contestaré, porque su respuesta a Mi pregunta es la respuesta a su
propia"; Jerónimo dice, "Él así demuestra que sabían, pero no
contestarían; se salvaron de este dilema por medio de expresar la
ignorancia").
Primera Corintios Capítulo 13:
Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue,
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así
que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.
Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la
voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy
poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo
vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero
nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse,
sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la
garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a
ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo
fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino
de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más
aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo,
pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto,
habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar
la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser
llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe
es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios
tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por
la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor
reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó
al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por
la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde
recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la
fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas
de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es
arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad
y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos,
porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este
solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las
estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor,
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado,
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob,
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada;
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades,
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su
sangre.
Romanos 8:
Por
lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a
Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha
liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo
liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios
envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de
pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así
condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas
demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la
naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a
la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza;
en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los
deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la
mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad
pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no
pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza
pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive
en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del
pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la
justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los
muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los
muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su
Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una
obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.
Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del
Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y
ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba!
¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos
parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan
los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en
nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de
Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su
propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme
esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción
que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera
dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras
aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de
nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la
esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?
Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos
nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que
examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el
Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de
quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los
que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los
glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte,
¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e
intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
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