22 September 2022

El 22 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

 

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre


El 22 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Éxodo 30-32:

30 Harás asimismo un altar para quemar el incienso; de madera de acacia lo harás. Su longitud será de un codo, y su anchura de un codo; será cuadrado, y su altura de dos codos; y sus cuernos serán parte del mismo. Y lo cubrirás de oro puro, su cubierta, sus paredes en derredor y sus cuernos; y le harás en derredor una cornisa de oro. Le harás también dos anillos de oro debajo de su cornisa, a sus dos esquinas a ambos lados suyos, para meter las varas con que será llevado. Harás las varas de madera de acacia, y las cubrirás de oro. Y lo pondrás delante del velo que está junto al arca del testimonio, delante del propiciatorio que está sobre el testimonio, donde me encontraré contigo. Y Aarón quemará incienso aromático sobre él; cada mañana cuando aliste las lámparas lo quemará. Y cuando Aarón encienda las lámparas al anochecer, quemará el incienso; rito perpetuo delante de Jehová por vuestras generaciones. No ofreceréis sobre él incienso extraño, ni holocausto, ni ofrenda; ni tampoco derramaréis sobre él libación. Y sobre sus cuernos hará Aarón expiación una vez en el año con la sangre del sacrificio por el pecado para expiación; una vez en el año hará expiación sobre él por vuestras generaciones; será muy santo a Jehová. Habló también Jehová a Moisés, diciendo: Cuando tomes el número de los hijos de Israel conforme a la cuenta de ellos, cada uno dará a Jehová el rescate de su persona, cuando los cuentes, para que no haya en ellos mortandad cuando los hayas contado. Esto dará todo aquel que sea contado; medio siclo, conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte geras. La mitad de un siclo será la ofrenda a Jehová. Todo el que sea contado, de veinte años arriba, dará la ofrenda a Jehová. Ni el rico aumentará, ni el pobre disminuirá del medio siclo, cuando dieren la ofrenda a Jehová para hacer expiación por vuestras personas. Y tomarás de los hijos de Israel el dinero de las expiaciones, y lo darás para el servicio del tabernáculo de reunión; y será por memorial a los hijos de Israel delante de Jehová, para hacer expiación por vuestras personas. Habló más Jehová a Moisés, diciendo: Harás también una fuente de bronce, con su base de bronce, para lavar; y la colocarás entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás en ella agua. Y de ella se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies. Cuando entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; y cuando se acerquen al altar para ministrar, para quemar la ofrenda encendida para Jehová, se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Y lo tendrán por estatuto perpetuo él y su descendencia por sus generaciones. Habló más Jehová a Moisés, diciendo: Tomarás especias finas: de mirra excelente quinientos siclos, y de canela aromática la mitad, esto es, doscientos cincuenta, de cálamo aromático doscientos cincuenta, de casia quinientos, según el siclo del santuario, y de aceite de olivas un hin. Y harás de ello el aceite de la santa unción; superior ungüento, según el arte del perfumador, será el aceite de la unción santa. Con él ungirás el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, la mesa con todos sus utensilios, el candelero con todos sus utensilios, el altar del incienso, el altar del holocausto con todos sus utensilios, y la fuente y su base. Así los consagrarás, y serán cosas santísimas; todo lo que tocare en ellos, será santificado. Ungirás también a Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que sean mis sacerdotes. Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Este será mi aceite de la santa unción por vuestras generaciones. Sobre carne de hombre no será derramado, ni haréis otro semejante, conforme a su composición; santo es, y por santo lo tendréis vosotros. Cualquiera que compusiere ungüento semejante, y que pusiere de él sobre extraño, será cortado de entre su pueblo. Dijo además Jehová a Moisés: Toma especias aromáticas, estacte y uña aromática y gálbano aromático e incienso puro; de todo en igual peso, y harás de ello el incienso, un perfume según el arte del perfumador, bien mezclado, puro y santo. Y molerás parte de él en polvo fino, y lo pondrás delante del testimonio en el tabernáculo de reunión, donde yo me mostraré a ti. Os será cosa santísima. Como este incienso que harás, no os haréis otro según su composición; te será cosa sagrada para Jehová. Cualquiera que hiciere otro como este para olerlo, será cortado de entre su pueblo. 31 Habló Jehová a Moisés, diciendo: Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor. Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado; el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, el propiciatorio que está sobre ella, y todos los utensilios del tabernáculo, la mesa y sus utensilios, el candelero limpio y todos sus utensilios, el altar del incienso, el altar del holocausto y todos sus utensilios, la fuente y su base, los vestidos del servicio, las vestiduras santas para Aarón el sacerdote, las vestiduras de sus hijos para que ejerzan el sacerdocio, el aceite de la unción, y el incienso aromático para el santuario; harán conforme a todo lo que te he mandado. Habló además Jehová a Moisés, diciendo: Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo. Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá. Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó. Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios. 32 Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová. Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse. Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz. Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande. Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre. Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo. Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas. Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas. Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento. Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo. Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel. Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal. Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro. Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos, se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví. Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres. Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros. Y aconteció que al día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado, pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado. Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito. Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro. Vé, pues, ahora, lleva a este pueblo a donde te he dicho; he aquí mi ángel irá delante de ti; pero en el día del castigo, yo castigaré en ellos su pecado. Y Jehová hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro que formó Aarón.

Salmo 132:
Señor, acuérdate de David y de todas sus penurias. Acuérdate de sus juramentos al Señor, de sus votos al Poderoso de Jacob: "No gozaré del calor del hogar, ni me daré un momento de descanso; no me permitiré cerrar los ojos, y ni siquiera el menor pestañeo, antes de hallar un lugar para el Señor, una morada para el Poderoso de Jacob." En Efrata oímos hablar del arca; dimos con ella en los campos de Yagar: "Vayamos hasta su morada; postrémonos ante el estrado de sus pies." Levántate, Señor; ven a tu lugar de reposo, tú y tu arca poderosa. ¡Que se revistan de justicia tus sacerdotes! ¡Que tus fieles canten jubilosos! Por amor a David, tu siervo, no le des la espalda a tu ungido. El Señor le ha hecho a David un firme juramento que no revocará: "A uno de tus propios descendientes lo pondré en tu trono. Si tus hijos cumplen con mi pacto y con los estatutos que les enseñaré, también sus descendientes te sucederán en el trono para siempre." El Señor ha escogido a Sión; su deseo es hacer de este monte su morada: "Éste será para siempre mi lugar de reposo; aquí pondré mi trono, porque así lo deseo. Bendeciré con creces sus provisiones, y saciaré de pan a sus pobres. Revestiré de salvación a sus sacerdotes, y jubilosos cantarán sus fieles. "Aquí haré renacer el poder de David, y encenderé la lámpara de mi ungido. A sus enemigos los cubriré de vergüenza, pero él lucirá su corona esplendorosa."


Proverbios 1:
Proverbios de Salomón hijo de David, rey de Israel: para adquirir sabiduría y disciplina; para discernir palabras de inteligencia; para recibir la corrección que dan la prudencia, la rectitud, la justicia y la equidad; para infundir sagacidad en los inexpertos, conocimiento y discreción en los jóvenes. Escuche esto el sabio, y aumente su saber; reciba dirección el entendido, para discernir el proverbio y la parábola, los dichos de los sabios y sus enigmas. El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina. Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu madre. Adornarán tu cabeza como una diadema; adornarán tu cuello como un collar. Hijo mío, si los pecadores quieren engañarte, no vayas con ellos. Éstos te dirán: "¡Ven con nosotros! y démonos el gusto de matar a algún incauto; traguémonos a alguien vivo, como se traga el sepulcro a la gente; devorémoslo entero, como devora la fosa a los muertos. Obtendremos toda clase de riquezas; con el botín llenaremos nuestras casas. Comparte tu suerte con nosotros, y compartiremos contigo lo que obtengamos." ¡Pero no te dejes llevar por ellos, hijo mío! ¡Apártate de sus senderos! Pues corren presurosos a hacer lo malo; ¡tienen prisa por derramar sangre! De nada sirve tender la red a la vista de todos los pájaros, pero aquéllos acechan su propia vida y acabarán por destruirse a sí mismos. Así terminan los que van tras ganancias mal habidas; por éstas perderán la vida. Clama la sabiduría en las calles; en los lugares públicos levanta su voz. Clama en las esquinas de calles transitadas; a la entrada de la ciudad razona: "¿Hasta cuándo, muchachos *inexpertos, seguirán aferrados a su inexperiencia? ¿Hasta cuándo, ustedes los *insolentes, se complacerán en su insolencia? ¿Hasta cuándo, ustedes los necios, aborrecerán el conocimiento? Respondan a mis reprensiones, y yo les abriré mi corazón; les daré a conocer mis pensamientos. Como ustedes no me atendieron cuando los llamé, ni me hicieron caso cuando les tendí la mano, sino que rechazaron todos mis consejos y no acataron mis reprensiones, ahora yo me burlaré de ustedes cuando caigan en desgracia. cuando les sobrevenga el miedo, cuando el miedo les sobrevenga como una tormenta y la desgracia los arrastre como un torbellino. "Entonces me llamarán, pero no les responderé; me buscarán, pero no me encontrarán. Por cuanto aborrecieron el conocimiento y no quisieron temer al Señor; por cuanto no siguieron mis consejos, sino que rechazaron mis reprensiones, cosecharán el fruto de su conducta, se hartarán con sus propias intrigas; ¡su descarrío e inexperiencia los destruirán, su complacencia y necedad los aniquilarán! Pero el que me obedezca vivirá tranquilo, sosegado y sin temor del mal."




El Libro de Lucas Capítulo 1 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS




CAPÍTULO 1
(1 d.C.)
LA INTRODUCCIÓN



HABIENDO muchos intentado a poner en orden la historia (quiere decir que muchos han intentado en esa época escribir relatos acerca de la Vida y el Ministerio de Cristo, que quedó comprobado que no tenían inspiración alguna del Espíritu Santo, y por consiguiente, no eran fidedignos) de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas (declara el Evangelio como una narración referente a los hechos bien establecidos),
2 Como nos lo enseñaron (referente a los que estaban allí, y realmente observaron lo que sucedió), los que desde el principio fueron testigos oculares, y fueron ministros de la Palabra (probablemente se refiere a los miembros de los "Doce" y de los "Setenta," como a otros);
3 Me ha parecido también a mí (movido por el Espíritu Santo para emprender tal), después de haber entendido todas las cosas desde el principio con diligencia (quiere decir que él confirmó con certeza absoluta la fiabilidad de estas "historias de los testigos oculares"), escribírtelas por orden (se refiere a un diseño ordenado, no necesariamente en orden cronológico), Oh excelentísimo Teófilo (no se sabe exactamente quién era este hombre; evidentemente era un Gentil de alto rango en el mundo Romano de aquel entonces, quien había aceptado a Cristo como su Salvador),
4 Para que conozcas la verdad de las cosas (quiere decir que podía confiar en lo que Lucas le dijo), en las cuales fuiste instruido (ya podrá separar la realidad de la ficción; Lucas escribió este Evangelio a Teófilo y como resultado millones han podido "entender" la "certeza de estas cosas").
JUAN EL BAUTISTA
5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea (Herodes el Grande, el evento corresponde al nacimiento de Juan el Bautista que ocurrió hacia el final de su reinado), un Sacerdote llamado Zacarías (de ser pronunciado, "Zacarías"; es decir, "Jehová se ha acordado"), del grupo de Abías (tiene que ver con los 24 grupos del servicio del Templo; cada uno de los 24 grupos duraba por una semana [I Crón. 24:1]: Zacarías era especialmente distinguido por haber pertenecido al primer grupo de los 24 grupos o familias): y su mujer de las hijas de Aarón, llamada Elisabet (quiere decir que los dos tanto el esposo como la esposa podían trazar su linaje a Aarón, el primer Sumo Sacerdote – una distinción muy codiciada en Israel).
6 Y eran ambos Justos delante de Dios (nos dice que durante aquel entonces, sólo habían unos pocos que realmente eran Justos delante de Dios), andando intachables en todos los Mandamientos y Ordenanzas del Señor (indica un modo de vida de Justicia que no todos tenían, ¡Qué honor ser llamado "intachable" por el Espíritu Santo!).
7 Y no tenían hijo (desesperadamente querían tener hijos), porque Elisabet era estéril (esta condición la colocó en la misma categoría como Sara), y ambos eran de edad avanzada (Elisabet ya estaba pasada de edad para poder dar a luz, por lo tanto, el nacimiento de Juan fue tan milagroso como el de Isaac [Rom. 4:17-21; Heb. 11:11]).
8 Y aconteció, mientras que él (Zacarías) estaba ejerciendo el Sacerdocio delante de Dios por el turno indicado a su grupo (algunos creen que ese fue el mes de Julio, si fuese así, Jesús fue concebido seis meses más tarde [Luc. 1:26], lo cual sería en el mes de Enero, en consecuencia, nació nueve meses más tarde en Octubre),
9 Conforme a la costumbre del Sacerdocio, salió en suerte a quemar el Incienso entrando en el Templo del Señor (se utilizaba carbones de fuego tomados del Altar de Bronce, un Tipo de Cristo y Su Crucifixión, y llevado al Altar del Incienso recubierto de  Oro, con carbones en el Altar, derramando el Incienso sobre los carbones; se hacía dos veces al día durante la hora de los Sacrificios de la mañana y de la tarde).
10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del Incienso.
11 Y se le apareció el Ángel del Señor (Gabriel) puesto en pie a la derecha del Altar del Incienso (el lado derecho es el lado de la propiciación, que, en efecto, quiere decir que Dios acepta el Sacrificio).
12 Y se turbó Zacarías viéndolo, y cayó temor sobre él.
13 Mas el Ángel le dijo, Zacarías, no temas: porque tu oración ha sido oída (la traducción Griega debe leer, "fue oída," que significa que ya no se ofrecía a raíz de su edad; sino cada oración dirigida en la Voluntad de Dios siempre será oída por el Señor, y será contestada a Su debido tiempo); y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan (Juan quiere decir, "Jehová demuestra favor o gracia"; era una descripción apta de la persona que presentaría al Señor de la Gloria).
14 Y tendrás gozo y alegría; y muchos se gozarán de su nacimiento (el regocijo resultaría por el hecho de que él presentaría al Mesías).
15 Porque será grande delante de Dios (su grandeza se debía por haber presentado a Cristo), y no beberá vino ni sidra (significaba que él era un Nazareo [Núm., cap. 6]); y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el seno de su madre (no tiene referencia alguna a la experiencia de Hechos 2:4, que todavía no había transcurrido; él disfrutaría de ayuda excepcional de parte del Espíritu Santo debido a su misión, que tenía el propósito de presentar a Cristo).
16 Y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos (él sería el primer Profeta desde Malaquías, un período de tiempo que abarcaba cerca de 400 años, habría un gran movimiento del Espíritu bajo su Ministerio).
LA JUSTICIA
17 Porque él irá delante de Él (Cristo) con el espíritu y poder de Elías (Juan pudiera ser Elías para el pueblo, de ese modo marcaba el comienzo de la Edad del Reino, si Israel hubiera aceptado a Cristo), para hacer volver los corazones de los padres a los hijos (para que Israel de la época de Juan pudiera disfrutar de la Justicia de los Patriarcas Devotos del pasado), y los rebeldes a la prudencia de los Justos (Dios y Su Palabra); para preparar al Señor un pueblo bien prevenido (la preparación para el Mesías venidero, a Quien Juan presentaría).
18 Y dijo Zacarías al Ángel, ¿En qué conoceré esto? porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en días (una postura de incredulidad).
19 Y respondiendo el Ángel le dijo, Yo soy Gabriel (el mismo Ángel que vino a Daniel [Dan. 8:16; 9:21], y dentro de poco sería enviado a María [Luc. 1:26]), que estoy en la Presencia de Dios (es posible que representa el rango superior entre los Ángeles); y soy enviado a hablarte, y a darte estas buenas nuevas (despachadas desde el Trono de Dios).
20 Y, he aquí, estarás mudo (hay algunas indicaciones en el Texto Griego que él quedaría sordo y mudo), y no podrás hablar, hasta el día que esto sea hecho (había pedido por una señal y se le fue dada una pero muy penosa), por cuanto no creíste a mis palabras (la incredulidad es un pecado), las cuales se cumplirán a su tiempo (independientemente de su incredulidad, esto acontecerá).
21 Y el pueblo estaba esperando a Zacarías (corresponde a la costumbre habitual del Sacerdote al terminar sus responsabilidades, luego salía y pronunciaba una bendición sobre el pueblo), y se maravillaban de que él se detuviese en el Templo ("se maravillaban" no demuestra la impaciencia, pero al contrario la anticipación; ¡ellos no estaban desilusionados!).
22 Y saliendo, no les podía hablar (la "señal" ya había comenzado): y entendieron que había visto visión en el Templo (probablemente se refería a un posible resplandor de su rostro): y él les hablaba por señas, y quedó mudo.
23 Y fue, que cumplidos los días de su oficio (transcurría casi por una semana), se vino a su casa.
24 Y después de aquellos días concibió su mujer Elisabet (no nos dice cuántos años tenía ella, sólo que era "de edad avanzada" [v. 7]), y se escondió por cinco meses, diciendo (se escondió para buscar al Señor en cuanto a la manera que ella debía criar a este hijo, y cómo él sería entrenado),
25 Porque el Señor me ha hecho así en los días en que se dignó mirarme para quitar mi afrenta entre los hombres (ya no quedaría sin hijos, pero, de hecho, dará a luz al Profeta más grande que jamás ha vivido).
MARÍA
26 Y al sexto mes (se refiere a seis meses después que Elisabet había concebido; en consecuencia, Juan era seis meses mayor que Jesús) el Ángel Gabriel fue enviado de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret (aunque parezca extraño, Israel despreció a Nazaret en esa época),
27 A una virgen (en el Texto Griego esta palabra es "pardsénos," que se refiere a una virgen pura que no conoció jamás a hombre alguno, y nunca ha tenido una relación conyugal; en Hebreo, la palabra es "Ha-alma," que significa, "la Virgen – la única que haya existido, o que jamás habría una madre de esta manera") desposada (comprometida) con un varón que se llamaba José, de la casa de David (estaba en el linaje directo de David a través de Salomón); y el nombre de la Virgen era María (el linaje de María se trazó por David pero a través de uno de los hijos de David, Natán; por lo tanto, su linaje era perfecto en cuanto a las Profecías del Mesías que vendría de  la Casa de David [II Sam., cap. 7]).
28 Y entrando el Ángel adonde estaba, dijo (indica el momento más grande en la historia humana, el anuncio del nacimiento venidero del Señor de la Gloria en la Encarnación, es decir, "Dios hecho hombre"), Salve, muy favorecida (quiere decir, "muy engraciada," no "llena de gracia," como la Iglesia Católica lo enseña, sino como alguien que sin merecer, había recibido la notable Gracia de Dios) el Señor está contigo (señala su posición de humildad): bendita tú entre las mujeres (no dice "más que todas las demás mujeres" como los Católicos enseñan, sin embargo, ella definitivamente fue muy bendita).
29 Más ella cuando le vio, se turbó de sus palabras (una perturbación total, no una agitación parcial, ni ligera), y pensaba qué salutación fuese ésta (ella de ninguna manera entendió la razón por la cual él se dirigió a ella como lo hizo).
30 Entonces el Ángel le dijo, María, no temas: porque has hallado gracia delante de Dios (debiera traducirse, "tú has recibido la Gracia de parte de Dios").
31 Y, he aquí, concebirás en tu seno (debiera traducirse, "tú concebirás seguidamente en tu matriz," quiere decir inmediatamente), y darás a luz un Hijo (expresa la Encarnación, Dios manifestado en la carne, Dios con nosotros, y Emanuel [Isa. 7:14]), y llamarás Su Nombre JESÚS (la versión Griega del Hebreo, "Josué"; significa "El Salvador," o "La Salvación de Jehová").
32 Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo (realmente quiere decir "el Más Eminente," y se refiere a "Jehová"): y Le dará el Señor Dios el trono de David Su padre (II Sam., cap. 7):
33 Y reinará sobre la casa de Jacob por siempre; y de Su Reino no habrá fin (comenzará en la Segunda Venida, y durará para siempre, pudiera haber comenzado a principios de Su Ministerio, pero Él fue rechazado por Israel, pero en la Segunda Venida, Lo aceptarán como su Salvador, Mesías y Rey [Zac., caps. 12-14]).
34 Entonces María dijo al Ángel, ¿Cómo será esto, porque no conozco varón? (Es muy probable que ella estaba al final de su adolescencia.)
35 Y respondiendo el Ángel y le dijo, El Espíritu Santo vendrá sobre ti (tiene la misma connotación que, "el Espíritu de Dios se movió sobre la faz de las aguas" [Gén. 1:2]), y la Virtud del Altísimo te hará sombra (tiene la misma referencia que, "Y dijo Dios, Sea la luz: y fue la luz" [Gén. 1:3]): por lo cual también el Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios (constituye la Encarnación, "Dios hecho Hombre"; Él sería el Mismísimo Dios y el Mismísimo Hombre).
36 Y, he aquí, Elisabet tu prima (la palabra, "prima," en el Texto Griego es "sungenés," que significa "compatriota," y no necesariamente una prima en el sentido de un pariente consanguíneo; sin embargo, María definitivamente pudiera haber sido personalmente pariente de Elisabet), también ella ha concebido hijo en su vejez: y este es el sexto mes para ella que fue llamada la estéril:
37 Porque ninguna cosa es imposible para Dios (lo que es imposible con el hombre es muy posible con Dios).
38 Entonces María dijo, He aquí, la sierva del Señor (maravillosamente demuestra la humildad de esta señorita; pienso que ella se hubiera sentido apenada, por la manera que sin base bíblica el Catolicismo la ha elevado – aun hasta el lugar de Deidad); hágase a mí conforme a tu palabra (ella da su consentimiento en forma simple y sublime, lo que encierra el más extraordinario acto de Fe que una mujer jamás pudiera haber consentido). Y el Ángel se fue de su presencia.
MARÍA VISITA A ELISABET
39 En aquellos días levantándose María (tiene que ver con la época inmediatamente después de la aparición del Ángel Gabriel), fue a la región montañosa con prisa, a una ciudad de Judá (la tradición ubica ésta en Hebrón);
40 Y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet (le dio la bienvenida incondicionalmente).
41 Y aconteció, que, cuando oyó Elisabet la salutación de María (el relato que el Ángel Gabriel había dado a María acerca del nacimiento de Jesús), la criatura (el que sería conocido como Juan el Bautista) saltó en su vientre (con la mención de Jesús, el Espíritu Santo incluyó al niño aún no nacido y respondió; no significa que el niño aún no nacido tenía la comprensión); y Elisabet fue llena del Espíritu Santo ("llena" en el Texto Griego es "plédso," y quiere decir "embeber, influir o proveer"; esto no tiene el sentido de lo que sucedió en el día de Pentecostés, refiriéndose a Hechos 2:4):
42 Y ella (Elisabet) exclamó a gran voz y dijo, Bendita tú (María) entre las mujeres (no era superior a las demás mujeres como lo afirman los Católicos; sin embargo, María fue realmente bendita, como sería obvio), y bendito el fruto de tu vientre (¡Jesucristo era aquel "fruto!").
43 ¿Y por qué me ha acontecido esto a mí (¿Por qué me honran de esta manera?), que la madre de mi Señor venga a mí? (Ella usó la palabra "Señor" en su máximo sentido; cuán grande como su propio niño llegaría a ser a la Vista del Señor, he aquí, la madre del Que aún es mayor, Él Mismo Señor.)
44 Porque, he aquí, como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre (era una manifestación del Espíritu Santo Quién produjo esta reacción).
45 Y bienaventurada la que creyó (se refiere a María y su Fe): porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor (las palabras "se cumplirán" son una certidumbre de esta acción).
El MAGNÍFICAT
46 Entonces María dijo (lo que sigue realmente constituye una canción, y está en la tradición de la "canción de Débora" [Juec. 5:1-31]), engrandece mi alma al Señor (ella "magnificaba al Señor," mientras que la Iglesia Católica erróneamente la magnifica a ella),
47 Y mi espíritu se alegró en Dios mi Salvador (refuta la teoría de la "Inmaculada Concepción," o la ausencia total del pecado original en María; Dios era su Salvador, entonces ella era una pecadora, a fin de ser Salva; Las Escrituras dice, "todos han pecado" [Rom. 3:23]).
48 Porque ha mirado a la bajeza de Su sierva (humildad): porque, he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones (la palabra "bienaventurada" es una sola palabra, y simplemente significa "un recipiente de la Gracia").
49 Porque me ha hecho grandes cosas El Poderoso; y Santo es Su Nombre ("Santo" es la esencia de Su Ser, y se refiere a Dios el Padre).
50 Y Su Misericordia de generación a generación a los que Le temen (la misericordia se extiende a aquéllos que realmente Le reverencian, es decir, "lo respetan").
51 Hizo valentía con Su Brazo (declara el Poder de Dios en una manera por la cual se utilizaba); esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones (expresa que el Mesías revoca el concepto del hombre de lo que es grande y pequeño).
52 Quitó los poderosos de los tronos, y levantó a los humildes (el Señor ignoró la vanidad orgullosa de la élite religiosa de Israel, y dirigió Su Atención en una pequeña "sierva").
53 A los hambrientos ha colmado de bienes (tiene que ver con los que tienen hambre y sed de Justicia [Mat. 5:6]); y a los ricos envió vacíos (se refiere a los que afirman ser ricos y enriquecidos de bienes, y no tienen necesidad de nada [Apoc. 3:17]).
54 Recibió a Israel Su siervo, acordándose de Su Misericordia (desgraciadamente, Israel no quiso Su ayuda, ni Su Misericordia).
55 Como habló a nuestros padres, a Abraham, y a su simiente para siempre (el canto de María comienza "magnificando al Señor," y termina "recordando para siempre las Promesas de Dios").
56 Y se quedó María con ella (Elisabet) como tres meses, después se volvió a su casa (toda indicación es de que José y María se casaron casi inmediatamente después de la visita del Ángel Gabriel [Mat. 1:18-25]).
EL NACIMIENTO DE JUAN
EL BAUTISTA
57 Y a Elisabet se le cumplió el tiempo de dar a luz; y dio a luz un hijo.
58 Y oyeron los vecinos y los parientes que Dios había hecho con ella grande misericordia; y se alegraron con ella.
59 Y aconteció, que al octavo día vinieron para circuncidar al niño (era un Mandamiento originalmente dado a Abraham por el Señor [Gén. 17:10-12]); y ellos le llamaban del nombre de su padre, Zacarías ("ellos" se refiere a amigos y a parientes, no se refiere a Zacarías ni a Elisabet).
60 Y respondiendo su madre dijo, No; sino Juan será llamado (en obediencia a lo que Gabriel había encargado).
61 Y le dijeron, ¿Por qué? nadie hay en tu parentela que se llame de este nombre.
62 Y hablaron por señas a su padre, cómo le quería llamar (demuestra que él no podía oír ni hablar).
63 Y demandando la tablilla, escribió, diciendo, Juan es su nombre. Y todos se maravillaron (en el acto de obedecer, como el siguiente Versículo lo expresa, Zacarías ya podía oír y hablar, y posiblemente le contó a ellos el relato de la aparición de Gabriel).
64 Y luego, fue abierta su boca y su lengua, y habló, bendiciendo a Dios.
65 Y fue un temor sobre todos los vecinos de ellos: y en todas las montañas de Judea fueron divulgadas todas estas cosas (Dios volvía a obrar en Israel; los 400 años de sequía profética fueron quebrantadas; una vez más, oirán, "La Palabra del Señor . . .").
66 Y todos los que las oían (las predicciones de Gabriel como fueron relatados por Zacarías y Elisabet), las conservaban en su corazón, diciendo, ¿Quién será este niño? Y la Mano del Señor estaba con él (es la manera en que Lucas expresa todo lo que le ocurrió a Juan el Bautista durante toda su vida).
LA PROFECÍA DE ZACARÍAS
67 Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo (tiene que ver con el Espíritu Santo que le ayudaba), y profetizó, diciendo (concerniente a lo que Juan el Bautista haría y sería en su Ministerio),
68 Bendito el Señor Dios de Israel; que ha visitado y hecho redención a Su pueblo (la palabra "bendito," como se usa aquí, es la palabra, "bendecido," y quiere decir que Dios está lleno de Gracia, y en realidad es El Dador de la Gracia; la gran Redención prometida desde hace mucho tiempo; ¡ya era una realidad!),
69 Y nos alzó un Cuerno de Salvación en la casa de David Su siervo ("un Cuerno de Salvación" es otro nombre que se Le da a Cristo por el Espíritu Santo);
70 Como habló por boca de sus Santos Profetas, que fueron desde el principio (comenzó en Génesis 3:15):
71 Salvación de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos aborrecieron (declara la Salvación por la Gracia, pero también para Israel, y será cumplido en la Segunda Venida);
72 Para hacer misericordia con nuestros padres, y acordándose de Su Santo Pacto (Jesús es el portador de esa "Misericordia," en realidad ¡Él es la Misericordia!);
73 Del juramento que juró a Abraham nuestro padre (este "Juramento" se encuentra en Gén. 12:3; 17:4; 22:16-17),
74 Que nos había de dar, que sin temor librados de nuestros enemigos, Le serviríamos (tiene que ver con la Salvación y, también, con la Edad del Reino venidero),
75 En Santidad y en Justicia delante de Él, todos los días nuestros (será cumplido en su totalidad en la Edad del Reino venidero).
76 Y tú, niño (Juan el Bautista), Profeta del Altísimo serás llamado: porque irás ante la Faz del Señor para preparar Sus Caminos (Juan el Bautista será el precursor del Rey acerca del Cual habían escrito los Profetas);
77 Dando conocimiento de Salvación a Su pueblo para remisión de sus pecados (lo que Jesús haría al ir a la Cruz),
78 Por las Entrañas de Misericordia de nuestro Dios con que nos visitó de lo alto la Aurora (otro nombre para Cristo, "la Aurora en las Alturas"),
79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar nuestros pies por camino de paz (Jesús es la Luz del mundo).
80 Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu (en los caminos del Señor), y estuvo en los desiertos hasta el día que se mostró a Israel (permaneció allí hasta que cumplió 30 años, antes de comenzar su Ministerio, lo cual cumplió la Ley [Núm. 4:3]).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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