18 September 2022

El 18 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

 

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre


El 18 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Éxodo 18-20:

18 Oyó Jetro sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés, y con Israel su pueblo, y cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto. Y tomó Jetro suegro de Moisés a Séfora la mujer de Moisés, después que él la envió, y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Forastero he sido en tierra ajena; y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón. Y Jetro el suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de éste, vino a Moisés en el desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios; y dijo a Moisés: Yo tu suegro Jetro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella. Y Moisés salió a recibir a su suegro, y se inclinó, y lo besó; y se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y vinieron a la tienda. Y Moisés contó a su suegro todas las cosas que Jehová había hecho a Faraón y a los egipcios por amor de Israel, y todo el trabajo que habían pasado en el camino, y cómo los había librado Jehová. Y se alegró Jetro de todo el bien que Jehová había hecho a Israel, al haberlo librado de mano de los egipcios. Y Jetro dijo: Bendito sea Jehová, que os libró de mano de los egipcios, y de la mano de Faraón, y que libró al pueblo de la mano de los egipcios. Ahora conozco que Jehová es más grande que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos. Y tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y vino Aarón y todos los ancianos de Israel para comer con el suegro de Moisés delante de Dios. Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde. Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde? Y Moisés respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. Cuando tienen asuntos, vienen a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes. Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo. Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios. Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer. Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo. Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar. Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo. Escogió Moisés varones de virtud de entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez. Y juzgaban al pueblo en todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto pequeño. Y despidió Moisés a su suegro, y éste se fue a su tierra. 19 En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí. Habían salido de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte. Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado. Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo. Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Jehová. Y Jehová dijo a Moisés: Vé al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos, y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día Jehová descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí. Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá. No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte. Y descendió Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos. Y dijo al pueblo: Estad preparados para el tercer día; no toquéis mujer. Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento. Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos. Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová, para que Jehová no haga en ellos estrago. Moisés dijo a Jehová: El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo: Señala límites al monte, y santifícalo. Y Jehová le dijo: Vé, desciende, y subirás tú, y Aarón contigo; mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir a Jehová, no sea que haga en ellos estrago. Entonces Moisés descendió y se lo dijo al pueblo. 20 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis. Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios. Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros. No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis. Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré. Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás. No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.

Salmo 128:
Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por sus caminos. Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad. En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo. Tales son las bendiciones de los que temen al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, y veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. Que vivas para ver a los hijos de tus hijos. ¡Que haya paz en Israel!



Proverbios 28:


El malvado huye aunque nadie lo persiga; pero el justo vive confiado como un león. Cuando hay rebelión en el país, los caudillos se multiplican; cuando el gobernante es entendido, se mantiene el orden. El gobernante que oprime a los pobres es como violenta lluvia que arrasa la cosecha. Los que abandonan la ley alaban a los malvados; los que la obedecen luchan contra ellos. Los malvados nada entienden de la justicia; los que buscan al Señor lo entienden todo. Más vale pobre pero honrado, que rico pero perverso. El hijo entendido se sujeta a la ley; el derrochador deshonra a su padre. El que amasa riquezas mediante la usura las acumula para el que se compadece de los pobres. Dios aborrece hasta la oración del que se niega a obedecer la ley. El que lleva a los justos por el mal camino, caerá en su propia trampa; pero los íntegros heredarán el bien. El rico se las da de sabio; el pobre pero inteligente lo desenmascara. Cuando los justos triunfan, se hace gran fiesta; cuando los impíos se imponen, todo el mundo se esconde. Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón. ¡Dichoso el que siempre teme al Señor! Pero el obstinado caerá en la desgracia. Un león rugiente, un oso hambriento, es el gobernante malvado que oprime a los pobres. El gobernante falto de juicio es terrible opresor; el que odia las riquezas prolonga su vida. El que es perseguido por homicidio será un fugitivo hasta la muerte. ¡Que nadie le brinde su apoyo! El que es honrado se mantendrá a salvo; el de caminos perversos caerá en la fosa. El que trabaja la tierra tendrá abundante comida; el que sueña despierto sólo abundará en pobreza. El hombre fiel recibirá muchas bendiciones; el que tiene prisa por enriquecerse no quedará impune. No es correcto mostrarse parcial con nadie. Hay quienes pecan hasta por un mendrugo de pan. El tacaño ansía enriquecerse, sin saber que la pobreza lo aguarda. A fin de cuentas, más se aprecia al que reprende que al que adula. El que roba a su padre o a su madre, e insiste en que no ha pecado, amigo es de gente perversa. El que es ambicioso provoca peleas, pero el que confía en el Señor prospera. Necio es el que confía en sí mismo; el que actúa con sabiduría se pone a salvo. El que ayuda al pobre no conocerá la pobreza; el que le niega su ayuda será maldecido. Cuando triunfan los impíos, la gente se esconde; cuando perecen, los justos prosperan.


El Libro de Marcos Capítulo 13 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS




CAPÍTULO 13
(33 d.C.)
LA DESTRUCCIÓN DEL
TEMPLO PREDICHO



Y SALIENDO del Templo (Él salió espiritualmente como también físicamente,
que garantizó su destrucción la cual llegó en el año 70 d.C. cuando los Romanos lo destruyó), Le dice uno de Sus Discípulos (corresponde a una conversación que sin duda se llevó a cabo en el Monte de los Olivos, mientras que Jesús y los Discípulos contemplaban el Templo y el área circundante), ¡Maestro, mira qué piedras, y qué edificios! (Josefo dijo que este edificio era una de las maravillas del mundo.)
2 Y Jesús respondiendo le dijo, ¿Ves estos grandes edificios? (Incluyó el recinto del Templo entero, que pertenecía a varios edificios.) no quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada (fue cumplido en su totalidad exacta, en el año 70 d.C., por el General Romano Tito).
LAS SEÑALES DEL FIN
3 Y sentándose en el Monte de los Olivos delante del Templo, Le preguntaron en privado aparte Pedro y Santiago y Juan y Andrés (fue muy peligroso hablar de la destrucción del Templo, o cualquier cosa parecida a eso, por miedo de los Escribas y los Fariseos; por lo tanto, "Lo interrogarían en privado"),
4 Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿y qué señal habrá cuando todas estas cosas han de cumplirse? (Probablemente hablaban más bien del futuro próximo. Su respuesta incorporaría el futuro de Israel, en esencia, para siempre.)
5 Y Jesús respondiéndoles comenzó a decir (hay una posibilidad que uno o varios de ellos tomaban notas), Mirad, que nadie os engañe (Jesús comienza Su discurso con una advertencia acerca del engaño; lo cual es el arma más poderosa de Satanás):
6 Porque vendrán muchos en Mi Nombre (después de la Ascensión de Cristo, un número de Judíos aparecieron, que afirmaban ser el Mesías, que sacarían a Israel del dominio de los Romanos; aquellos llamados "Mesías" condujeron a Israel a su destrucción en el año 70 d.C.), diciendo, Yo soy el Cristo (lleva el sentido también, de decir que "yo soy de Cristo"); y engañarán a muchos.
7 Mas cuando oyereis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis (tiene que ver con la Misión por delante de Evangelizar el mundo entero; nuestro Señor exhorta a los Discípulos y todos quienes seguirían, no permitir que las agitaciones políticas y nacionales los distraigan de su trabajo de Evangelización): porque es necesario que estas cosas pasarán (debido a Israel que rechazó a Cristo, el mundo estaba y está sujetado a todos estos problemas); mas aún no será el fin (significa que el "fin" no será ocasionado hasta la Segunda Venida).
8 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino (dos mil años de educación, cultura y experiencia no han mejorado el problema): y habrá terremotos en muchos lugares (declara un disturbio en el mismo fundamento de la Tierra [Rom. 8:22]), y habrá hambres y alborotos (el producto del curso normal tomado por la familia humana y su rechazo de Jesucristo; y este problema no será corregido hasta que Israel acepte a Cristo, que ella lo hará en la Segunda Venida): principios de dolores serán estos (no efímero, sino de mucha duración; también, se refiere a la mayor "pena" de todas, la Gran Tribulación venidera).
9 Mas vosotros mirad por vosotros (deja el alcance nacional, y se dirige a todos los Creyentes en forma personal): porque os entregarán en los concilios, y en Sinagogas seréis azotados (la Iglesia Primitiva registra esto): y delante de presidentes y de reyes seréis llamados por causa de Mí (lo mismo ha pasado por todo el mundo, de aquel entonces hasta ahora), en testimonio contra ellos (debiera traducirse, "Para testimonio  a ellos").
10 Y a todas las naciones conviene que el Evangelio sea predicado antes (no dijo a cada persona, sino que realmente dijo, a "todas las naciones"; se ha realizado hasta cierto punto, y está en progreso actualmente, sin embargo, hay tanto más que hacer).
11 Y cuando os trajeren, para entregaros (se refiere a la persecución), no premeditéis qué habéis de decir, ni lo penséis (el Señor no quiere decir que no debemos premeditar una respuesta sabia y prudente, y buscar Su consejo en oración, sino que no debemos estar preocupados; Él habla del miedo, y de que no debemos amedrentarnos): mas lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad: porque no sois  vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo (tiene que ver con Su conducción constante, dirección, compañerismo y consejo).
12 Y entregará a la muerte el hermano al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán (al comenzar con el Versículo once, aunque la amonestación vale para otros tiempos, sobre todo se refiere a la Gran Tribulación venidera; durante aquel tiempo, algunos Judíos vendrán a Cristo, y muchos de ellos perderán sus vidas, traicionados por sus propios seres queridos).
13 Y seréis aborrecidos de todos por Mi Nombre (mientras Israel ha sido odiado hace mucho tiempo, este odio se intensificará en la Gran Tribulación venidera; todo debido a Cristo; ¡es irónico, el Israel actual odia el Nombre de Jesús, y ellos serán odiados por Su Nombre!): mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo (corresponde a los Judíos durante la Gran Tribulación venidera que aceptan a Cristo, y unos cuantos pocos lo harán, y que deben ser "fieles hasta la muerte"; de ser así, el Señor ha dicho, "le daré una Corona de Vida" [Apoc. 2:10]).
LA ABOMINACIÓN DE
DESOLACIÓN
14 Empero cuando viereis la abominación de desolación, que fue dicha por el Profeta Daniel (se refiere al Anticristo que se apodera de Jerusalén y del Templo, incluso declarará la guerra contra Israel [Dan. 9:27]), que estará donde no debe (se refiere a esta abominación, la imagen del Anticristo, erigida en el Lugar Santísimo del Templo), (el que lee entienda,) (significa que no hay razón alguna de malentender, porque Daniel ha predicho claramente este acontecimiento) entonces los que estén en Judea huyan a los montes (como dicho, se refiere al tiempo en que el Anticristo mostrará sus intenciones, e invadirá a Israel, en el cual ella será derrotada por primera vez desde que volvió a formarse como Nación en 1948):
15 Y el que esté sobre el terrado (en Israel, las azoteas de las casas son planas; durante la temporada de verano, duerme la gente, a veces, en estas áreas) no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa (darse prisa):
16 Y el que estuviere en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa.
17 Mas ¡ay de las que estén encintas (mujeres encintas), y de las que estén criando en aquellos días! (Quienes tienen a pequeños niños de pecho.)
18 Orad pues que no acontezca vuestra huída en invierno (mal tiempo).
LA GRAN TRIBULACIÓN
19 Porque aquellos días (los últimos tres años y medio de la Gran Tribulación) serán de aflicción, cual nunca fue desde el principio de la Creación que creó Dios, hasta este tiempo, ni será (la última mitad de la Gran Tribulación será lo peor que la Tierra jamás haya visto, y será tan malo, de hecho, que nunca será visto otra vez).
20 Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, ninguna carne se salvaría (quiere decir que morirá todo Judío, y podría aplicarse a la mayoría del mundo): mas por causa de los escogidos (para el bien de Israel, no la Iglesia, porque la Iglesia ya estará con el Señor), que Él escogió (el Señor eligió a esta gente, incluso resucitándolos de los lomos de Abraham y la matriz de Sara), Él acortó aquellos días (por cuántos días, no nos dice).
21 Y entonces si alguno os dijere (la palabra "entonces" se refiere a la última mitad de la Gran Tribulación, un período de tiempo de aproximadamente tres años y medio), He aquí, aquí está el Cristo (Mesías); o, he aquí, Él allí está, no le creáis (el Señor realmente se refiere aquí del Anticristo que hará grandes afirmaciones):
22 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y darán señales y prodigios, para seducir, si se pudiese hacer, aun a los escogidos (la palabra "escogidos" se refiere a los Judíos, pero cuando se usa aquí, son aquéllos que han aceptado a Cristo).
23 Mas vosotros mirad (repetido cuatro veces en este Capítulo [Versículos 5, 9, 23, 33]; "vosotros" es enfático, expresamente significa que cada individuo debe tener cuidado): he aquí, os lo he dicho todo de antemano (no deja a nadie sin excusa alguna).
LA SEGUNDA VENIDA
24 Empero en aquellos días (la Segunda Venida), después de aquella aflicción, el sol se  oscurecerá, y la luna no dará su resplandor (corresponde a la quinta vez que los planetas serán afectados en parte, o en totalidad, durante la 70a semana de Daniel),
25 Y las estrellas caerán del Cielo (corresponde a meteoritos, pero también, puede corresponder definitivamente a seres espirituales del mundo del espíritu de oscuridad), y los Poderes que están en los Cielos serán conmovidos (se refiere a las huestes Satánicas que ahora gobiernan el aire [Ef. 2:1-3; 6:12]).
26 Y entonces verán (es posible que la Televisión transmitiría la Segunda Venida y lo vería todo el mundo) al Hijo del Hombre que vendrá (la Segunda Venida) en las nubes (no tiene que ver con nubes como lo pensamos, sino más bien, una gran multitud de gente que estará con Él, a saber todos los Santos que haya vivido) con gran Potestad y Gloria (en otras palabras, cuando Cristo realmente vuelva, nadie tendrá que hacer la pregunta, ¿es este realmente Él?; será demasiado evidente).
27 Y entonces enviará Sus Ángeles, y juntará Sus escogidos de los cuatro vientos, desde el cabo de la Tierra hasta el cabo del Cielo (todos los Judíos vivos de aquel entonces en la Tierra, serán traídos a la Tierra de Israel; vendrán de buena gana, hasta  ayudados por Ángeles, simplemente porque, han aceptado finalmente a su Mesías, el Señor Jesucristo, Que rechazaron hace tanto tiempo).
LA PARÁBOLA DE LA HIGUERA
28 De la higuera aprended la Parábola (simbólica de Israel y la Segunda Venida); cuando su rama ya se enternece, y brota hojas (se refiere al renacimiento de Israel que comenzó en 1948; durante aproximadamente mil novecientos años esta "higuera" no produjo nada, ahora este árbol, que toma la vida de las raíces, comienza "a brotar hojas"), conocéis que el verano está cerca (Israel es el reloj profético de Dios; al mirar a Israel, ya sabemos que el verano está cerca, es decir, "las Profecías del Fin están a punto de cumplirse"):
29 Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas (el principio de estas cosas predichas por Cristo, ya han comenzado), conoced que está cerca, a las puertas (debiera traducirse, "Él está cerca," porque se refiere a Cristo).
30 De cierto os digo, que no pasará esta generación (corresponde a la generación que existe desde el momento de estos acontecimientos, que será el tiempo de la Gran Tribulación), que todas estas cosas sean hechas (se refiere a los acontecimientos proclamados en Apoc., caps. 6-19).
31 El Cielo y la Tierra pasarán (traducido mejor como, "el Cielo y la Tierra pasarán de una condición a otra"): mas Mis Palabras no pasarán (¡lo que Cristo dice se cumplirá, y sin falta!).
EL DÍA DE LA VENIDA
DEL CRISTO DESCONOCIDO
32 Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe, ni aun los Ángeles que están en el Cielo, ni el Hijo, sino el Padre (el Hijo del Hombre bajo las limitaciones auto-impuestas de la Encarnación, dice que hasta Él Mismo no sabía en aquel entonces la hora de la Segunda Venida, y del tiempo del cumplimiento de estas otras cosas agrupadas alrededor de aquel acontecimiento; sin lugar a dudas, Él ya sabe, y estoy seguro que los Ángeles ya saben también; ¡pero en aquel entonces no lo sabían!).
33 Mirad, velad y orad (la idea es un estado de vigilancia, que está moderada por la oración): porque no sabéis cuándo será el tiempo (el "tiempo" en sí mismo no es importante, pero ¡la "vigilancia" es!).
34 El Hijo del Hombre es como el hombre que partiéndose lejos (Cristo habla de Él Mismo, cuando Él volvería al Cielo, que Él así lo hizo), Quien dejó su casa (se refiere a la Obra que Él estableció en la Tierra, constituida como "la Iglesia" [Mat. 16:18]), y dio autoridad a sus siervos (corresponde a cada Creyente), y a cada uno su obra (cada Creyente es llamado por Dios para una tarea particular, no hay excepciones), y al portero mandó que velase (comunica la idea de un estado de vigilia).
35 Velad pues: porque no sabéis cuándo el Señor de la casa vendrá, si a la tarde, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana (Cristo no indica aquí el Arrebatamiento de la Iglesia, pero expresamente a Israel; sin embargo, la amonestación puede aplicarse definitivamente a los Creyentes modernos, y se les debiera aplicar con respecto al Arrebatamiento):
36 Porque cuando viniere de repente, Él no os halle durmiendo (desgraciadamente la mayoría de la Iglesia moderna está dormida espiritualmente; la mayoría poco saben y se dan cuenta de cuán avanzada es la hora).
37 Y las cosas que a vosotros digo (a los Discípulos e Israel) a todos las digo (incluye la Iglesia), Velad (la última Palabra de Cristo con respecto a esta disertación; debemos tomarla muy en serio).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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