06 December 2008

El 6 de Diciembre Lectura Bíblica Diaria


El 6 de Diciembre Lectura Bíblica Diaria:

Amós 9:

Vi al Señor de pie junto al altar, y él dijo:
"Golpea los capiteles de las columnas
para que se estremezcan los umbrales,
y que caigan en pedazos sobre sus cabezas.
A los que queden los mataré a espada.
Ni uno solo escapará,
ninguno saldrá con vida. Aunque se escondan en lo profundo del sepulcro,
de allí los sacará mi mano.
Aunque suban hasta el cielo,
de allí los derribaré. Aunque se oculten en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los atraparé.
Aunque de mí se escondan en el fondo del mar,
allí ordenaré a la serpiente que los muerda. Aunque vayan al destierro arriados por sus enemigos, allí ordenaré que los mate la espada.
Para mal, y no para bien,
fijaré en ellos mis ojos." El Señor omnipotente, el Todopoderoso, toca la tierra, y ella se desmorona.
como las aguas del Nilo, el río de Egipto,
y se enlutan todos los que en ella viven. Dios construye su excelso palacio en el cielo
y pone su cimiento en la tierra,
llama a las aguas del mar
y las derrama sobre la superficie de la tierra:
su nombre es el Señor. "Israelitas, ¿acaso ustedes
no son para mí como cusitas?
¿Acaso no saqué de Egipto a Israel,
de Creta a los filisteos
y de Quir a los sirios?
afirma el Señor. Por eso los ojos del Señor omnipotente
están sobre este reino pecaminoso.
Borraré de la faz de la tierra a los descendientes de Jacob,
aunque no del todo afirma el Señor. Daré la orden de zarandear al pueblo de Israel entre todas las naciones,
como se zarandea la arena en una criba,
sin que caiga a tierra ni una sola piedra. Morirán a filo de espada todos los pecadores de mi pueblo, todos los que dicen:
No nos alcanzará la calamidad;
¡jamás se nos acercará! "En aquel día levantaré
la choza caída de David.
Repararé sus grietas,
restauraré sus ruinas
y la reconstruiré tal como era en días pasados, para que ellos posean el remanente de Edom
y todas las naciones que llevan mi nombre
afirma el Señor,
que hará estas cosas. "Vienen días afirma el Señor,
"en los cuales el que ara alcanzará al segador
y el que pisa las uvas, al sembrador.
Los montes destilarán vino dulce,
el cual correrá por todas las colinas. Restauraré a mi pueblo Israel;
ellos reconstruirán las ciudades arruinadas
y vivirán en ellas.
Plantarán viñedos y beberán su vino;
cultivarán huertos y comerán sus frutos. Plantaré a Israel en su propia tierra,
para que nunca más sea arrancado
de la tierra que yo le di",
dice el Señor tu Dios.
Abdías 1:
Visión de Abdías.
Orgullo y caída de Edom
Hemos oído una noticia de parte del Señor y un mensajero ha sido enviado a las naciones, diciendo: "¡Vamos, marchemos a la guerra contra ella!"
Así dice el Señor omnipotente acerca de Edom: "¡Te haré insignificante entre las naciones,
serás tremendamente despreciado! Tu carácter soberbio te ha engañado.
Como habitas en las hendiduras de los desfiladeros,
en la altura de tu morada,
te dices a ti mismo:
¿Quién podrá arrojarme a tierra? Pero aunque vueles a lo alto como águila,
y tu nido esté puesto en las estrellas,
de allí te arrojaré
—afirma el Señor—. Si vinieran a ti ladrones
o saqueadores nocturnos,
¿no robarían sólo lo que les bastara?
¡Pero tú, cómo serás destruido!
Si vinieran a ti vendimiadores,
¿no dejarían algunos racimos? ¡Pero cómo registrarán a Esaú!
¡Cómo rebuscarán sus escondrijos! Hasta la frontera te expulsarán
tus propios aliados,
te engañarán y dominarán
tus propios amigos.
Los que se sientan a tu mesa te pondrán una trampa.
¡Es que Edom ya no tiene inteligencia!
te pondrán una trampa.
¡Es que Edom ya no tiene inteligencia! ¿Acaso no destruiré yo en aquel día
a los sabios de Edom,
a la inteligencia del monte de Esaú?
—afirma el Señor—. Ciudad de Temán, tus guerreros se caerán de miedo,
a fin de que todo hombre sea exterminado
del monte de Esaú por la masacre. "Por la violencia hecha contra tu hermano Jacob,
te cubrirá la vergüenza
y serás exterminado para siempre. En el día que te mantuviste aparte,
en el día que extranjeros llevaron su ejército cautivo,
cuando extraños entraron por su puerta
y sobre Jerusalén echaron suerte,
tú eras como uno de ellos. No debiste reírte de tu hermano en su mal día,
en el día de su desgracia.
No debiste alegrarte a costa del pueblo de Judá en el día de su ruina.
No debiste proferir arrogancia en el día de su angustia. No debiste entrar por la puerta de mi pueblo en el día de su calamidad.
No debiste recrear la vista con su desgracia en el día de su calamidad.
No debiste echar mano a sus riquezas en el día de su calamidad. No debiste aguardar en los angostos caminos
para matar a los que huían.
No debiste entregar a los sobrevivientes en el día de su angustia. "Porque cercano está el día del Señor contra todas las naciones.
¡Edom, como hiciste, se te hará!
¡sobre tu cabeza recaerá tu merecido! Pues sin duda que así como ustedes, israelitas,
bebieron de mi copa en mi santo monte,
así también la beberán sin cesar todas las naciones;
beberán y engullirán,
y entonces serán como si nunca hubieran existido. Pero en el monte Sión habrá liberación, y será sagrado. El pueblo de Jacob recuperará sus posesiones. Los descendientes de Jacob serán fuego,
y los de José, llama;
pero la casa real de Esaú será estopa:
le pondrán fuego y la consumirán,
de tal forma que no quedará sobreviviente
entre los descendientes de Esaú."
El Señor lo ha dicho. Los del Néguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefelá poseerán Filistea. Los israelitas poseerán los campos de Efraín y de Samaria, y los de Benjamín poseerán Galaad. Los exiliados, este ejército de israelitas que viven entre los cananeos, poseerán la tierra hasta Sarepta. Los desterrados de Jerusalén, que viven en Sefarad, poseerán las ciudades del Néguev, y los libertadores subirán al monte Sión para gobernar la región montañosa de Esaú. Y el reino será del Señor.
Jonás 1:
La palabra del Señor vino a Jonás hijo de Amitay: "Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presencia." Jonás se fue, pero en dirección a Tarsis, para huir del Señor. Bajó a Jope, donde encontró un barco que zarpaba rumbo a Tarsis. Pagó su pasaje y se embarcó con los que iban a esa ciudad, huyendo así del Señor. Pero el Señor lanzó sobre el mar un fuerte viento, y se desencadenó una tormenta tan violenta que el barco amenazaba con hacerse pedazos. Los marineros, aterrados y a fin de aliviar la situación, comenzaron a clamar cada uno a su dios y a lanzar al mar lo que había en el barco. Jonás, en cambio, que había bajado al fondo de la nave para acostarse, ahora dormía profundamente. El capitán del barco se le acercó y le dijo:
¿Cómo puedes estar durmiendo? ¡Levántate! ¡Clama a tu dios! Quizá se fije en nosotros, y no perezcamos. Los marineros, por su parte, se dijeron unos a otros:
¡Vamos, echemos suertes para averiguar quién tiene la culpa de que nos haya venido este desastre! Así lo hicieron, y la suerte recayó en Jonás. Entonces le preguntaron:
Dinos ahora, ¿quién tiene la culpa de que nos haya venido este desastre? ¿A qué te dedicas? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿A qué pueblo perteneces? Soy hebreo y temo al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme les respondió. Al oír esto, los marineros se aterraron aún más, y como sabían que Jonás huía del Señor, pues él mismo se lo había contado, le dijeron:
¡Qué es lo que has hecho! Pero el mar se iba enfureciendo más y más, así que le preguntaron:
¿Qué vamos a hacer contigo para que el mar deje de azotarnos? Tómenme y láncenme al mar, y el mar dejará de azotarlos les respondió. Yo sé bien que por mi culpa se ha desatado sobre ustedes esta terrible tormenta. Sin embargo, en un intento por regresar a tierra firme, los marineros se pusieron a remar con todas sus fuerzas; pero como el mar se enfurecía más y más contra ellos, no lo consiguieron. Entonces clamaron al Señor: "Oh Señor, tú haces lo que quieres. No nos hagas perecer por quitarle la vida a este hombre, ni nos hagas responsables de la muerte de un inocente." Así que tomaron a Jonás y lo lanzaron al agua, y la furia del mar se aplacó. Al ver esto, se apoderó de ellos un profundo temor al Señor, a quien le ofrecieron un sacrificio y le hicieron votos. El Señor, por su parte, dispuso un enorme pez para que se tragara a Jonás, quien pasó tres días y tres noches en su vientre.


Salmo 57:
Ten compasión de mí, oh Dios;
ten compasión de mí, que en ti confío.
A la sombra de tus alas me refugiaré,
hasta que haya pasado el peligro. Clamo al Dios Altísimo,
al Dios que me brinda su apoyo. Desde el cielo me tiende la mano y me salva;
reprende a mis perseguidores.
Selah.
¡Dios me envía su amor y su verdad! Me encuentro en medio de leones,
rodeado de gente rapaz.
Sus dientes son lanzas y flechas;
su lengua, una espada afilada. Pero tú, oh Dios, estás sobre los cielos,
¡tu gloria cubre toda la tierra! Tendieron una red en mi camino,
y mi ánimo quedó por los suelos.
En mi senda cavaron una fosa,
pero ellos mismos cayeron en ella.
Selah.
Firme está, oh Dios, mi corazón;
firme está mi corazón.
Voy a cantarte salmos. ¡Despierta, alma mía!
¡Despierten, arpa y lira!
¡Haré despertar al nuevo día! Te alabaré, Señor, entre los pueblos,
te cantaré salmos entre las naciones. Pues tu amor es tan grande que llega a los cielos;
¡tu verdad llega hasta el firmamento! ¡Tú, oh Dios, estás sobre los cielos;
tu gloria cubre toda la tierra!



Proverbios 14:
La mujer sabia edifica su casa;
la necia, con sus manos la destruye.
El que va por buen camino teme al Señor;
el que va por mal camino lo desprecia.
De la boca del necio brota arrogancia;
los labios del sabio son su propia protección.
Donde no hay bueyes el granero está vacío;
con la fuerza del buey aumenta la cosecha.
El testigo verdadero jamás engaña;
el testigo falso propaga mentiras.
El insolente busca sabiduría y no la halla;
para el entendido, el conocimiento es cosa fácil.
Manténte a distancia del necio,
pues en sus labios no hallarás conocimiento.
La sabiduría del prudente es discernir sus caminos,
pero al necio lo engaña su propia necedad.
Los necios hacen mofa de sus propias faltas,
pero los íntegros cuentan con el favor de Dios.
Cada corazón conoce sus propias amarguras,
y ningún extraño comparte su alegría.
La casa del malvado será destruida,
pero la morada del justo prosperará.
Hay caminos que al hombre le parecen rectos,
pero que acaban por ser caminos de muerte.
También de reírse duele el corazón,
y hay alegrías que acaban en tristeza.
El inconstante recibirá todo el pago de su inconstancia;
el hombre bueno, el premio de sus acciones.
El ingenuo cree todo lo que le dicen;
el prudente se fija por dónde va.
El sabio teme al Señor y se aparta del mal,
pero el necio es arrogante y se pasa de confiado.
El iracundo comete locuras,
pero el prudente sabe aguantar.
Herencia de los inexpertos es la necedad;
corona de los prudentes, el conocimiento.
Los malvados se postrarán ante los buenos;
los impíos, ante el tribunal de los justos.
Al pobre hasta sus amigos lo aborrecen,
pero son muchos los que aman al rico.
Es un pecado despreciar al prójimo;
¡dichoso el que se compadece de los pobres!
Pierden el camino los que maquinan el mal,
pero hallan amor y verdad los que hacen el bien.
Todo esfuerzo tiene su recompensa,
pero quedarse sólo en palabras lleva a la pobreza.
La corona del sabio es su sabiduría;
la de los necios, su necedad.
El testigo veraz libra de la muerte,
pero el testigo falso miente.
El temor del Señor es un baluarte seguro
que sirve de refugio a los hijos.
El temor del Señor es fuente de vida,
y aleja al hombre de las redes de la muerte.
Gloria del rey es gobernar a muchos;
un príncipe sin súbditos está arruinado.
El que es paciente muestra gran discernimiento;
el que es agresivo muestra mucha insensatez.
El corazón tranquilo da vida al cuerpo,
pero la envidia corroe los huesos.
El que oprime al pobre ofende a su Creador,
pero honra a Dios quien se apiada del necesitado.
El malvado cae por su propia maldad;
el justo halla refugio en su integridad.
En el corazón de los sabios mora la sabiduría,
pero los necios ni siquiera la conocen.
La justicia enaltece a una nación,
pero el pecado deshonra a todos los pueblos.
El rey favorece al siervo inteligente,
pero descarga su ira sobre el sinvergüenza.


El Libro de Los Romanos Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS ROMANOS


CAPÍTULO 3
(60 d.C.)
EL JUDÍO


¿QUÉ, pues, tiene más el Judío? (Declara que el Apóstol hizo esta pregunta después de que se le ha mostrado que la simple posesión de la Ley no hace exento al Judío del Juicio.) ¿O qué aprovecha la Circuncisión? (El rito de la Circuncisión simboliza la totalidad de la Ley.)
2 Mucho en todas maneras (declara las enormes ventajas, pero ninguna de ellas podía salvar sus almas, nada más que la simple Fe en Cristo y la Cruz, que simbolizaban todos los Sacrificios de la Ley): lo primero ciertamente, que la Palabra de Dios les ha sido confiada (presenta el título para el Antiguo Testamento como le fue dado por el Espíritu Santo).
3 ¿Pues que importa si algunos de ellos han sido incrédulos? (Declara que la incredulidad rechazó la Biblia, pero de ningún modo anuló su Veracidad.) ¿La incredulidad de ellos habrá hecho vana la Verdad de Dios? (De ninguna manera la incredulidad de Israel afectó el Gran Plan que Dios ha provisto para la humanidad, que está edificado sobre la base de la Fe.)
4 En ninguna manera (revela la respuesta de Pablo a las preguntas del Versículo 3): antes bien sea Dios verdadero, mas todo hombre mentiroso (nos muestra que el problema es siempre del hombre, nunca de Dios); como está escrito, Para que seas justificado en tus dichos, y venzas cuando de ti se juzgare ([Sal. 51:4] esta declaración es del Arrepentimiento de David referente al asunto de Urías, en el cual David exonera a Dios de toda la culpa y se culpa a sí mismo; este es un modelo del Arrepentimiento Verdadero).
5 Y si nuestra iniquidad encarece la Justicia de Dios, ¿qué diremos? (De ninguna manera significa que Dios coloca aprobación al pecado de cualquier índole.) ¿Será injusto Dios que da castigo? (¡La respuesta es No!) (Hablo como hombre.) (Esta observación no está destinada para molestar ya que solamente el hombre necio haría tal pregunta.)
6 En ninguna manera (otra vez sirve como la respuesta de Pablo a la pregunta absurda del Versículo anterior): de otra suerte ¿cómo Juzgaría Dios al mundo? (Es el Juicio del Gran Trono Blanco [Apoc. 20:11-15]. El hecho de que no se puede evitar este Juicio quiere decir que la hipótesis del hombre es efectivamente una insensatez.)
7 Empero si la Verdad de Dios por mi mentira creció a Gloria Suya (tiene la intención de contestarse en lo negativo, ya que tal cosa no se puede hacer); ¿por qué aún así yo soy juzgado como pecador? (Tiene la intención de demostrar la necedad de tal pensamiento.)
8 ¿Y por qué no decir (como somos blasfemados, y como algunos dicen que nosotros decimos,) hagamos males para que vengan bienes? (Indica la razón por la cual Pablo se dirige a este tema. A causa de su fuerte enseñanza sobre la Gracia, sus detractores lo difamaban al afirmar que él enseñaba algo que no enseñaba.) La condenación de los cuales es justa (declara que el Apóstol dice que aquellos que denuncian tal calumnia están sujetos a una justa condenación).


LA CULPA

9 ¿Qué pues? ¿Somos mejores que ellos? (¿Son los Judíos mejores que los Gentiles?) En ninguna manera: porque ya hemos acusado a Judíos y a Gentiles, que todos están bajo el poder del pecado (señala a la supuesta afirmación de la superioridad de los Judíos, que es refutada);
10 Como está escrito (Sal. 14:1-3), No hay justo, ni aun uno (se dirige a la queja de los Judíos y resuelve el argumento con Las Escrituras, que los Judíos no podían negar):
11 No hay quien entienda (revela la depravación total), no hay quien busque a Dios (al hombre que se deja solo no buscará a Dios y, de hecho, no puede buscar a Dios; él está muerto espiritualmente).
12 Todos se apartaron del Camino (se refiere a la condición perdida de todos los hombres; el Camino es el Camino de Dios), a una fueron hechos inútiles (se refiere a la pérdida terrible en toda capacidad del hombre caprichoso); no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno (el Texto Griego dice, ¡inútil!).
13 Sepulcro abierto es su garganta (la idea es de una tumba abierta, con los restos descompuestos emanando un hedor podrido); con sus lenguas tratan engañosamente (expresan astucia, engaño, hipocresía, etc.); veneno de áspides está debajo de sus labios (no se puede confiar en el hombre en nada de lo que él dice):
14 Cuya boca está llena de maledicencia (desear lo peor o daño a alguien) y de amargura (lenguaje de amargura y de crítica):
15 Sus pies son ligeros a derramar sangre (el mundo está lleno de asesinato, matanza y violencia):
16 Destrucción y adversidad hay en sus caminos (causado todo por el pecado):
17 Y camino de paz no conocieron (y no se puede conocer hasta que Cristo vuelva):
18 No hay temor de Dios delante de sus ojos (no hay ningún temor de Dios, porque el hombre incrédulo no conoce a Dios).
19 Empero sabemos que todo lo que la Ley dice, a los que están bajo la Ley lo dice (tiene la intención en primer lugar para informar a los Judíos que los Versículos 10 al 18 se aplican tanto a ellos así como a los Gentiles): para que toda boca se tape (los Gentiles afirmaban la ignorancia, mientras que los Judíos afirmaban que estaban exentos del Juicio), y que todo el mundo se sujete a Dios (declara el caso exactamente como es, significa que todos tienen necesidad de un Salvador).
20 Porque por los hechos cumplidos de la Ley ninguna carne se justificará delante de Él (se debiera leer, por las obras de la Ley): porque por la Ley es el conocimiento del pecado (¡la Ley en sí misma sólo tenía la intención de definir el pecado, y en ninguna manera para liberar del pecado, ni tampoco se diseñó para hacer eso!).


EL REMEDIO

21 Mas ahora, sin la Ley, la Justicia de Dios se ha manifestado (se debiera leer, aparte de la Ley, es decir, de las obras de mérito), testificada por la Ley y por los Profetas (el Testimonio de la Ley al Principio Divino de la Justificación por la Fe se encuentra en Gén. 15:6; el Testimonio de los Profetas in Hab. 2:4);
22 La Justicia de Dios por la Fe de Jesucristo (respecto de la Justicia Imputada, e informa cómo se obtiene), para todos los que creen en Él (el criterio es creer, y creer en Cristo y Él Crucificado): porque no hay diferencia (la Salvación es por la Fe, ya sea si la persona es Judía o Gentil):
23 Por cuanto todos pecaron (presenta a todos los hombres puestos en la misma categoría), y están destituidos de la Gloria de Dios (el Texto Griego deduce que hasta los más Justos entre nosotros siguen destituidos de la Gloria de Dios continuamente);
24 Siendo justificados gratuitamente por Su Gracia (hecho posible por la Cruz) por la Redención que es en Cristo Jesús (llevado a cabo en la Cruz):
25 Al cual Dios ha propuesto en propiciación (Expiación o Reconciliación) por la Fe en Su Sangre (otra vez, todo esto es posible por la Cruz), para manifestación de Su Justicia para la remisión de los pecados pasados (se refiere a todos quienes confiaron en Cristo antes de que Él realmente viniera, que cubre la totalidad desde el tiempo del Jardín de Edén hasta el momento que murió Jesús en la Cruz), en la paciencia (tolerancia) de Dios (significa que Dios toleraba la situación antes del Calvario, sabiendo que la deuda sería pagada totalmente en ese momento en el Calvario);
26 Con la mira de manifestar Su Justicia en este tiempo (se refiere a la Justicia de Dios que debe satisfacerse en todo momento, y es en Cristo y sólo en Cristo): para que Él (Dios) sea el justo (no pasaba por alto el pecado en ninguna manera), y el que justifica al que es de la Fe en Jesús (Dios puede justificar a un pecador Creyente [aunque culpable], y no afectar Su Santidad, siempre que la Fe del pecador esté exclusivamente en Cristo; sólo de esta manera puede Dios ser justo y al mismo tiempo Justificar al pecador).
27 ¿Donde pues está la jactancia? (Se refiere principalmente a los Judíos que se jactaban de ellos mismos debido a que se les dio la Ley de Dios, pero ¡este principio es también cierto para los Cristianos modernos!) Es excluida (no sólo significa que Dios no aceptará semejante jactancia [fuera de Cristo], sino que realmente sirve para prohibir que alguien alcance la Salvación). ¿Por cuál Ley? ¿de las obras? (En cierto modo, nos dice de dónde y cómo la jactancia, que Dios no aceptará, proviene.) No: más por la Ley de la Fe (se refiere a confiar exclusivamente en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz; la Fe en Cristo y Él Crucificado es más que un principio; es una Ley, significa que Dios no se desviará en absoluto de esta proclamación).
28 Así que concluimos ser el hombre justificado por Fe (y sólo por la Fe, con la Cruz siendo siempre el Objeto de esa Fe) sin las obras de la Ley (la fe en las obras es inaceptable).
29 ¿Es Dios solamente Dios de los Judíos? ¿No es también Dios de los Gentiles? Cierto, también de los Gentiles (es una Salvación para todos, y todos obtienen esta Salvación por la Fe):
30 Porque Uno es Dios, el cual justificará por la Fe la Circuncisión (coloca al Judío en el mismo nivel que el Gentil), y por medio de la Fe la incircuncisión (los Judíos y los Gentiles son todos salvos del mismo modo, por la Fe en Cristo y lo que Cristo hizo en la Cruz).
31 ¿Luego deshacemos la Ley (la Ley de Moisés) por la Fe? En ninguna manera: antes establecemos la Ley (la Ley siempre señalaba a la Fe en Cristo).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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