05 December 2008

El 5 de Diciembre Lectura Bíblica Diaria


El 5 de Diciembre Lectura Bíblica Diaria:

Amós 6 a 8:

¡Ay de los que viven tranquilos en Sión
y de los que viven confiados en el monte de Samaria!
¡Ay de los notables de la nación más importante,
a quienes acude el pueblo de Israel! Pasen a Calné y obsérvenla; vayan de allí a Jamat la grande, bajen luego a Gat de los filisteos.
¿Acaso son ustedes superiores a estos reinos,
o es más grande su territorio que el de ustedes? Ustedes creen alejar el día de la desgracia,
pero están acercando el imperio de la violencia. Ustedes que se acuestan en camas incrustadas de marfil y se arrellanan en divanes;
que comen corderos selectos
y terneros engordados; que, a la manera de David,
improvisan canciones al son de la cítara
e inventan instrumentos musicales; que beben vino en tazones y se perfuman con las esencias más finas sin afligirse por la ruina de José, marcharán a la cabeza de los desterrados,
y así terminará el banquete de los holgazanes. El Señor omnipotente jura por sí mismo;
esto afirma el Señor Dios Todopoderoso:
"Yo detesto la arrogancia de Jacob;
yo aborrezco sus fortalezas;
por eso entregaré la ciudad al enemigo,
con todo lo que hay en ella." Sucederá que si en una casa quedan diez hombres con vida, todos morirán. Y cuando vengan a la casa para levantar los cadáveres y quemarlos, algún pariente le preguntará a otro que ande en la casa: "¿Queda alguien más contigo?" Y aquél le responderá: "No." Entonces le dirá: "¡Cállate! No vayamos a mencionar el nombre del Señor." Mira, el Señor da la orden de golpear la casa grande hasta hacerla añicos
y de hacer trizas la casa pequeña. ¿Acaso galopan los caballos por las rocas
o se ara en éstas con bueyes?
Pero ustedes han convertido el derecho en veneno,
y en amargura el fruto de la justicia. Ustedes se regocijan por la conquista de Lo Debar
y agregan: "¿No fue con nuestras propias fuerzas
como nos apoderamos de Carnayin?" "Por tanto, pueblo de Israel, voy a levantar contra ti a una nación que te oprimirá desde Lebó Jamat
hasta el torrente del Arabá",
afirma el Señor, el Dios Todopoderoso. El Señor omnipotente me mostró esta visión: Empezaba a crecer la hierba después de la siega que corresponde al rey, y vi al Señor preparando enjambres de langostas. Cuando las langostas acababan con la hierba de la tierra, exclamé:
¡Señor mi Dios, te ruego que perdones a Jacob! ¿Cómo va a sobrevivir, si es tan pequeño? Entonces el Señor se compadeció y dijo:
Esto no va a suceder. El Señor omnipotente me mostró entonces otra visión: Vi al Señor llamar a juicio con un fuego que devoraba el gran abismo y consumía los campos. Y exclamé: ¡Deténte, Señor mi Dios, te lo ruego! ¿Cómo sobrevivirá Jacob, si es tan pequeño? Entonces el Señor se compadeció y dijo: Esto tampoco va a suceder. El Señor me mostró otra visión: Estaba él de pie junto a un muro construido a plomo, y tenía una cuerda de plomada en la mano. Y el Señor me preguntó:
¿Qué ves, Amós?
Una cuerda de plomada respondí.
Entonces el Señor dijo:
Mira, voy a tirar la plomada en medio de mi pueblo Israel; no volveré a perdonarlo. "Los altares paganos de Isaac serán destruidos,
y arruinados los santuarios de Israel;
me levantaré con espada
contra el palacio de Jeroboán. Entonces Amasías, sacerdote de Betel, envió un mensaje a Jeroboán rey de Israel: "Amós está conspirando contra ti en medio de Israel. El país ya no aguanta tanta palabrería de Amós, porque anda diciendo:
"Jeroboán morirá a espada,
e Israel será llevado cautivo
lejos de su tierra. " Entonces Amasías le dijo a Amós:
¡Largo de aquí, vidente! ¡Si quieres ganarte el pan profetizando, vete a la tierra de Judá! No vuelvas a profetizar en Betel, porque éste es el santuario del rey; es el templo del reino. Amós le respondió a Amasías:
Yo no soy profeta ni hijo de profeta, sino que cuido ovejas y cultivo higueras. Pero el Señor me sacó de detrás del rebaño y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel. Así que oye la palabra del Señor. Tú dices:
"No profetices contra Israel;
deja de predicar contra los descendientes de Isaac. "Por eso, así dice el Señor:
"Tu esposa se prostituirá en la ciudad,
y tus hijos y tus hijas caerán a espada.
Tu tierra será medida y repartida,
y tú mismo morirás en un país pagano.
lejos de su tierra. El Señor omnipotente me mostró en una visión una canasta de fruta madura, y me preguntó:
¿Qué ves, Amós?
Una canasta de fruta madura respondí.
Entonces el Señor me dijo:
Ha llegado el tiempo de que Israel caiga como fruta madura; no volveré a perdonarlo. "En aquel día afirma el Señor omnipotente, las canciones del palacio se volverán lamentos. ¡Muchos serán los cadáveres tirados por todas partes! ¡Silencio! Oigan esto, los que pisotean a los necesitados
y exterminan a los pobres de la tierra. Ustedes dicen:
"¿Cuándo pasará la fiesta de luna nueva
para que podamos vender grano,
o el día de reposo
para que pongamos a la venta el trigo?"
achicar la medida
y aumentar el precio,
falsear las balanzas y vender los deshechos del trigo,
comprar al desvalido por dinero,
y al necesitado, por un par de sandalias. Jura el Señor por el orgullo de Jacob: "Jamás olvidaré nada de lo que han hecho. "¿Y con todo esto no temblará la tierra?
¿No se enlutarán sus habitantes?
Subirá la tierra entera como el Nilo;
se agitará y bajará,
como el río de Egipto. "En aquel día afirma el Señor omnipotente,
"haré que el sol se ponga al mediodía,
y que en pleno día la tierra se oscurezca. Convertiré en luto sus fiestas religiosas,
y en cantos fúnebres todas sus canciones.
y les afeitaré la cabeza.
Será como si lloraran la muerte de un hijo único,
y terminarán el día en amargura. "Vienen días afirma el Señor omnipotente,
en que enviaré hambre al país;
no será hambre de pan ni sed de agua,
sino hambre de oír las palabras del Señor. La gente vagará sin rumbo de mar a mar;
andarán errantes del norte al este,
buscando la palabra del Señor,
pero no la encontrarán. "En aquel día se desmayarán de sed
las jóvenes hermosas y los jóvenes fuertes. Y caerán para no levantarse jamás
los que juran por la culpa de Samaria,
los que dicen: ¡Por la vida de tu dios, oh Dan!
¡Por la vida de tu dios, Berseba! "



Salmo 56:
Ten compasión de mí, oh Dios,
pues hay gente que me persigue.
Todo el día me atacan mis opresores, todo el día me persiguen mis adversarios;
son muchos los arrogantes que me atacan. Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. Confío en Dios y alabo su palabra;
confío en Dios y no siento miedo.
¿Qué puede hacerme un simple mortal? Todo el día tuercen mis palabras;
siempre están pensando hacerme mal. Conspiran, se mantienen al acecho;
ansiosos por quitarme la vida,
vigilan todo lo que hago. ¡En tu enojo, Dios mío, humilla a esos pueblos!
¡De ningún modo los dejes escapar! Toma en cuenta mis lamentos;
registra mi llanto en tu libro.
¿Acaso no lo tienes anotado? Cuando yo te pida ayuda,
huirán mis enemigos.
Una cosa sé: ¡Dios está de mi parte! Confío en Dios y alabo su palabra;
confío en el Señor y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo.
¿Qué puede hacerme un simple mortal? He hecho votos delante de ti, oh Dios,
y te presentaré mis ofrendas de gratitud. Tú, oh Dios, me has librado de tropiezos,
me has librado de la muerte,
para que siempre, en tu presencia,
camine en la luz de la vida.


Proverbios 13:
El hijo sabio atiende a la corrección de su padre,
pero el insolente no hace caso a la reprensión.
Quien habla el bien, del bien se nutre,
pero el infiel padece hambre de violencia.
El que refrena su lengua protege su vida,
pero el ligero de labios provoca su ruina.
El perezoso ambiciona, y nada consigue;
el diligente ve cumplidos sus deseos.
El justo aborrece la mentira;
el malvado acarrea vergüenza y deshonra.
La justicia protege al que anda en integridad,
pero la maldad arruina al pecador.
Hay quien pretende ser rico, y no tiene nada;
hay quien parece ser pobre, y todo lo tiene.
Con su riqueza el rico pone a salvo su vida,
pero al pobre no hay ni quien lo amenace.
La luz de los justos brilla radiante,
pero los malvados son como lámpara apagada.
El orgullo sólo genera contiendas,
pero la sabiduría está con quienes oyen consejos.
El dinero mal habido pronto se acaba;
quien ahorra, poco a poco se enriquece.
La esperanza frustrada aflige al corazón;
el deseo cumplido es un árbol de vida.
Quien se burla de la instrucción tendrá su merecido;
quien respeta el mandamiento tendrá su recompensa.
La enseñanza de los sabios es fuente de vida,
y libera de los lazos de la muerte.
El buen juicio redunda en aprecio,
pero el camino del infiel no cambia.
El prudente actúa con cordura,
pero el necio se jacta de su necedad.
El mensajero malvado se mete en problemas;
el enviado confiable aporta la solución.
El que desprecia a la disciplina sufre pobreza y deshonra;
el que atiende a la corrección recibe grandes honores.
El deseo cumplido endulza el alma,
pero el necio detesta alejarse del mal.
El que con sabios anda, sabio se vuelve;
el que con necios se junta, saldrá mal parado.
Al pecador lo persigue el mal,
y al justo lo recompensa el bien.
El hombre de bien deja herencia a sus nietos;
las riquezas del pecador se quedan para los justos.
En el campo del pobre hay abundante comida,
pero ésta se pierde donde hay injusticia.
No corregir al hijo es no quererlo;
amarlo es disciplinarlo.
El justo come hasta quedar saciado,
pero el malvado se queda con hambre.



El Libro de Los Romanos Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS ROMANOS



CAPÍTULO 2
(60 d.C.)
LOS CRÍTICOS



POR lo cual eres inexcusable, oh hombre, cualquiera que juzgas (indica que este segmento está dirigido a los Judíos): porque en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo (en efecto, dice que Dios juzga a quien juzga a otro en la misma forma que él ha juzgado, por lo tanto, se condena a sí mismo [Mat. 7:1-2]); porque lo mismo haces, tú que juzgas (en efecto, dice que los Judíos no eran mejor que los Gentiles, a quienes ellos constantemente reprendían).

EL JUICIO DE DIOS


2 Mas sabemos que el Juicio de Dios es según Verdad (declara lo que nunca es de la presunción) contra los que hacen tales cosas (revela un Juicio perfecto, porque proviene de la Verdad).
3 ¿Y piensas esto, oh hombre, que juzgas a los que hacen tales cosas, y haces las mismas (tú, el Judío), que tú escaparás del Juicio de Dios? (Muchos Judíos creían que el privilegio de nacimiento como Judío les aseguraría su entrada en el Reino [Mat. 3:8-9].)
4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad y paciencia y longanimidad (demuestra al Judío que desprecia estas cosas, creyendo que ellos se las merecían); ignorando que su benignidad te guía (intenta guiarle) al Arrepentimiento?
5 Mas por tu dureza, y por tu corazón no arrepentido (habla de una dureza hacia Dios, cuando se rehusa a arrepentirse), atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la manifestación del Justo Juicio de Dios (el Juicio aumentaba, y finalmente estalló sobre los Judíos; hablamos del año 70 d.C.);
6 El cual pagará a cada uno conforme a sus obras (¡cosechamos lo que sembramos!):
7 A los que perseverando en hacer el bien (describe a aquellos que no confían en lugar o posición para su Salvación, sino más bien en Cristo), buscan gloria y honra e inmortalidad, la Vida Eterna (habla de lo que proviene exclusivamente de Dios):
8 Mas a los que son contenciosos (conlleva la idea de contender con Dios), y no obedecen a la Verdad (intenta concebir otra manera que la de Cristo y Él Crucificado), antes obedecen a la injusticia, enojo e ira (lo contrario de la Verdad),
9 Tribulación y angustia, sobre toda persona humana que obra lo malo (indica los resultados naturales del acto antinatural del pecado), del Judío primeramente (requiere que sea más responsable), y también del Griego (¡dará cuenta también!);


NO HACE ACEPCIÓN
DE PERSONAS

10 Mas gloria, y honra, y paz, a cualquiera que obra el bien (expresa la lógica de Dios, declara que si se hacen ciertas cosas, las mismas resultarán), al Judío primeramente, y también al Griego (vuelve a darse para mostrar el lugar de prominencia con respecto al Judío, pero que ellos lo echaron a perder):
11 Porque no hay acepción de personas para con Dios (traducido literalmente, se lee el Versículo, porque no hay una recepción de cara en la Presencia de Dios; significa que Dios no recibe o acepta la cara de nadie, sin tener en cuenta quienes sean).
12 Porque todos los que sin Ley pecaron, sin Ley también perecerán (aunque el Señor no considere a los Gentiles responsables de la Ley de Moisés relativo a la época del Antiguo Testamento, esto de ninguna manera significa que Él no los hará responsables de su pecado; el hecho es que el pecado no se revoca en todo caso debido a la ignorancia): y todos los que en la Ley pecaron, por la Ley serán juzgados (en efecto, coloca al Judío en una situación más responsable e incluso temerosa);
13 (Porque no los oidores de la Ley son justos para con Dios (el hecho de tener la Ley, o aun el oír de la Ley, no salva a nadie), mas los hacedores de la Ley serán justificados (se usa de esta manera por Pablo para hacer hincapié en algo importante; él no estaba diciendo que al guardar la Ley de Moisés se logrará la justificación; de hecho, a raíz de la condición caída del hombre, no se podía guardar la Ley).
14 Porque los Gentiles que no tienen Ley (la Ley de Moisés), naturalmente haciendo lo que es de la Ley (su conciencia les revela cierto aspecto del bien y del mal), los tales, aunque no tengan Ley, ellos son Ley a sí mismos (en el Juicio del Gran Trono Blanco, Dios Juzgará el mundo Gentil que existió antes de la Ley según el conocimiento que ellos tenían; otra vez, esto no tiene nada que ver con la Salvación; la ignorancia nunca ha traído la Salvación):
15 Mostrando la obra de la Ley escrita en sus corazones (quiere decir que nadie, quienquiera que sea y dondequiera que esté, está ausente de toda la Luz), dando testimonio juntamente sus conciencias (pero pueden estar cauterizadas), y acusándose y también excusándose sus pensamientos unos con otros;) (La conciencia no demuestra ser un guía seguro, como se declara aquí.)
16 En el día que Juzgará el Señor lo encubierto de los hombres (da fin a cualquier idea de que el Juicio será sobre cualquier otra base; aunque muchas otras cosas, como la conciencia, pueden ser testigo, aun así Jesús Solo es el criterio), conforme a mi Evangelio, por Jesucristo (Jesucristo y Él Crucificado).
LA CULPA
17 He aquí, tú tienes el sobrenombre de Judío (insinúa favor especial de Dios), y estás reposado en la Ley (presenta el cuadro de una confianza ciega y mecánica en la Ley Mosaica la cual no podía salvar, y nunca tuvo el propósito de salvar), y te glorías en Dios (se enorgullecían de quiénes ellos eran),
18 Y sabes Su Voluntad (Israel tenía la Palabra literal de Dios, la cual ninguna otra Nación en el mundo tenía durante esa época), y apruebas lo mejor (ellos habían comprobado la Palabra repetidas veces), instruido por la Ley (en esencia, quiere decir que ellos fueron instruidos por la misma Boca de Dios);
19 Y confías que eres guía de los ciegos (Dios destinó a los Judíos para ser los guías de los Gentiles, para guiarlos al Señor), luz de los que están en tinieblas (era siempre la Voluntad de Dios que Su Palabra, Voluntad y Camino, se le diera a la humanidad entera),
20 Enseñador de los necios (el mundo Gentil era necio en su adoración a sus dioses de invención humana), maestro de niños (presenta el Espíritu Santo que mira a los Filósofos Griegos como nada más que niños), que tienes la forma de la ciencia y de la verdad en la Ley (los Judíos tenían la Palabra de Dios, que los adelantó años luz del resto de la humanidad):
21 Tú pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? (Los Judíos se burlaban del mundo Gentil, pero poco se aplicaban a la Ley, al menos como ellos debían.) ¿Tú, que predicas que no se ha de robar, robas? (¡La mayoría de ellos lo hicieron!)
22 ¿Tú, que dices que no se ha de adulterar, adulteras? (¡Muchos lo hicieron!) ¿Tú, que abominas los ídolos, cometes sacrilegio? (En cierto modo, el Espíritu Santo por medio de Pablo coloca a Israel en la misma condición que el mundo Gentil.)
23 ¿Tú, que te jactas de la Ley, con infracción de la Ley deshonras a Dios? (En otras palabras, debido a poseer la Ley y no guardar la Ley, ellos deshonraban a Dios, aun más que los Gentiles.)
24 Porque el Nombre de Dios es blasfemado por causa de vosotros entre los Gentiles (declara que los Judíos eran un oprobio al Señor al vivir en contradicción abierta a su propia profesión), como está escrito (Isa. 52:5).
25 Porque la Circuncisión en verdad aprovecha, si guardares la Ley (en otras palabras, la Circuncisión no les aprovechaba nada si ellos violaban la Ley de Dios): mas si eres rebelde a la Ley, tu Circuncisión es hecha incircuncisión (declara el hecho de que los ritos religiosos, no importa si fueron dados por Dios, no contienen ninguna característica de la Salvación).
26 De manera que, si el incircunciso (el Gentil) guardare las Justicias de la Ley (por medio de Jesucristo), ¿no será tenida su incircuncisión por Circuncisión? (Revela que al poner la confianza en Jesús satisface las demandas de la Ley, y por ello, asegura la Justicia de la Ley, que de hecho, es el único modo que puede ser asegurada.)
27 Y el que en su cuerpo es incircunciso, guardando perfectamente la Ley, ¿te juzgará a ti (revela los resultados obvios de la vida cambiada por la Fe en Cristo), que con la letra y con la Circuncisión eres rebelde a la Ley? (Habla de los Judíos quienes, fuera de Cristo, intentan guardar la letra de la Ley participando en todos sus Rituales, pero siguen transgrediendo la Ley. En otras palabras, lo que ellos hacen no cambia sus vidas.)


UNA DEFINICIÓN

28 Porque no es Judío, el que lo es solamente por fuera (completamente destruye la Salvación nacional); ni la Circuncisión es la que es solamente por fuera en la carne (el simple Ritual no es del todo una Circuncisión verdadera, y espiritualmente no proporciona nada):
29 Mas es Judío, el que lo es en lo interior (es sólo la obra realizada interiormente por Cristo que constituye la Salvación); y la Circuncisión es la del corazón, en espíritu (se refiere al corazón del individuo cambiado, que se ha cumplido en el espíritu y se habla de ser Nacido de Nuevo), no en letra (se refiere a las reglas y las regulaciones de la Ley de Moisés, o incluso las de la Iglesia); la alabanza del cual no es de los hombres, sino de Dios (mantener los Rituales religiosos gana la alabanza de los hombres, pero no de Dios; los hombres pueden alabar en verdad a Dios sólo cuando aceptan sinceramente a Cristo, que quiere decir confiar verdaderamente en Cristo y no en los Rituales religiosos del hombre).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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