19
Así dijo Jehová: Vé y compra una vasija de barro del alfarero, y lleva
contigo de los ancianos del pueblo, y de los ancianos de los sacerdotes;
y saldrás al valle del hijo de Hinom, que está a la entrada de la
puerta oriental, y proclamarás allí las palabras que yo te hablaré.
Dirás, pues: Oíd palabra de Jehová, oh reyes de Judá, y moradores de
Jerusalén. Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que
yo traigo mal sobre este lugar, tal que a todo el que lo oyere, le
retiñan los oídos. Porque me dejaron, y enajenaron este lugar, y
ofrecieron en él incienso a dioses ajenos, los cuales no habían conocido
ellos, ni sus padres, ni los reyes de Judá; y llenaron este lugar de
sangre de inocentes. Y edificaron lugares altos a Baal, para quemar con
fuego a sus hijos en holocaustos al mismo Baal; cosa que no les mandé,
ni hablé, ni me vino al pensamiento. Por tanto, he aquí vienen días,
dice Jehová, que este lugar no se llamará más Tofet, ni valle del hijo
de Hinom, sino Valle de la Matanza. Y desvaneceré el consejo de Judá y
de Jerusalén en este lugar, y les haré caer a espada delante de sus
enemigos, y en las manos de los que buscan sus vidas; y daré sus cuerpos
para comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra. Pondré a
esta ciudad por espanto y burla; todo aquel que pasare por ella se
asombrará, y se burlará sobre toda su destrucción. Y les haré comer la
carne de sus hijos y la carne de sus hijas, y cada uno comerá la carne
de su amigo, en el asedio y en el apuro con que los estrecharán sus
enemigos y los que buscan sus vidas. Entonces quebrarás la vasija ante
los ojos de los varones que van contigo, y les dirás: Así ha dicho
Jehová de los ejércitos: Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad,
como quien quiebra una vasija de barro, que no se puede restaurar más; y
en Tofet se enterrarán, porque no habrá otro lugar para enterrar. Así
haré a este lugar, dice Jehová, y a sus moradores, poniendo esta ciudad
como Tofet. Las casas de Jerusalén, y las casas de los reyes de Judá,
serán como el lugar de Tofet, inmundas, por todas las casas sobre cuyos
tejados ofrecieron incienso a todo el ejército del cielo, y vertieron
libaciones a dioses ajenos. Y volvió Jeremías de Tofet, adonde le envió
Jehová a profetizar, y se paró en el atrio de la casa de Jehová y dijo a
todo el pueblo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel:
He aquí, yo traigo sobre esta ciudad y sobre todas sus villas todo el
mal que hablé contra ella; porque han endurecido su cerviz para no oír
mis palabras. 20 El sacerdote Pasur hijo de Imer, que presidía como
príncipe en la casa de Jehová, oyó a Jeremías que profetizaba estas
palabras. Y azotó Pasur al profeta Jeremías, y lo puso en el cepo que
estaba en la puerta superior de Benjamín, la cual conducía a la casa de
Jehová. Y el día siguiente Pasur sacó a Jeremías del cepo. Le dijo
entonces Jeremías: Jehová no ha llamado tu nombre Pasur, sino
Magor-misabib. Porque así ha dicho Jehová: He aquí, haré que seas un
terror a ti mismo y a todos los que bien te quieren, y caerán por la
espada de sus enemigos, y tus ojos lo verán; y a todo Judá entregaré en
manos del rey de Babilonia, y los llevará cautivos a Babilonia, y los
matará a espada. Entregaré asimismo toda la riqueza de esta ciudad, todo
su trabajo y todas sus cosas preciosas; y daré todos los tesoros de los
reyes de Judá en manos de sus enemigos, y los saquearán, y los tomarán y
los llevarán a Babilonia. Y tú, Pasur, y todos los moradores de tu casa
iréis cautivos; entrarás en Babilonia, y allí morirás, y allí serás
enterrado tú, y todos los que bien te quieren, a los cuales has
profetizado con mentira. Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más
fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada
cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito:
Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para
afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él, ni
hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego
ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude. Porque oí
la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad,
denunciémosle. Todos mis amigos miraban si claudicaría. Quizá se
engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra
venganza. Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los
que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en
gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás
será olvidada. Oh Jehová de los ejércitos, que pruebas a los justos,
que ves los pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza de ellos;
porque a ti he encomendado mi causa. Cantad a Jehová, load a Jehová;
porque ha librado el alma del pobre de mano de los malignos. Maldito el
día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito.
Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha
nacido, haciéndole alegrarse así mucho. Y sea el tal hombre como las
ciudades que asoló Jehová, y no se arrepintió; oiga gritos de mañana, y
voces a mediodía, porque no me mató en el vientre, y mi madre me hubiera
sido mi sepulcro, y su vientre embarazado para siempre. ¿Para qué salí
del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en
afrenta? 21 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, cuando el rey
Sedequías envió a él a Pasur hijo de Malquías y al sacerdote Sofonías
hijo de Maasías, para que le dijesen: Consulta ahora acerca de nosotros a
Jehová, porque Nabucodonosor rey de Babilonia hace guerra contra
nosotros; quizá Jehová hará con nosotros según todas sus maravillas, y
aquél se irá de sobre nosotros. Y Jeremías les dijo: Diréis así a
Sedequías: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: He aquí yo vuelvo atrás
las armas de guerra que están en vuestras manos, con que vosotros
peleáis contra el rey de Babilonia; y a los caldeos que están fuera de
la muralla y os tienen sitiados, yo los reuniré en medio de esta ciudad.
Pelearé contra vosotros con mano alzada y con brazo fuerte, con furor y
enojo e ira grande. Y heriré a los moradores de esta ciudad, y los
hombres y las bestias morirán de pestilencia grande. Después, dice
Jehová, entregaré a Sedequías rey de Judá, a sus criados, al pueblo y a
los que queden de la pestilencia, de la espada y del hambre en la
ciudad, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, en mano de sus
enemigos y de los que buscan sus vidas, y él los herirá a filo de
espada; no los perdonará, ni tendrá compasión de ellos, ni tendrá de
ellos misericordia. Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí
pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte. El que
quedare en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de pestilencia; mas
el que saliere y se pasare a los caldeos que os tienen sitiados, vivirá,
y su vida le será por despojo. Porque mi rostro he puesto contra esta
ciudad para mal, y no para bien, dice Jehová; en mano del rey de
Babilonia será entregada, y la quemará a fuego. Y a la casa del rey de
Judá dirás: Oíd palabra de Jehová: Casa de David, así dijo Jehová: Haced
de mañana juicio, y librad al oprimido de mano del opresor, para que mi
ira no salga como fuego, y se encienda y no haya quien lo apague, por
la maldad de vuestras obras. He aquí yo estoy contra ti, moradora del
valle, y de la piedra de la llanura, dice Jehová; los que decís: ¿Quién
subirá contra nosotros, y quién entrará en nuestras moradas? Yo os
castigaré conforme al fruto de vuestras obras, dice Jehová, y haré
encender fuego en su bosque, y consumirá todo lo que está alrededor de
él.
Salmo 16:
Cuídame,
oh Dios, porque en ti busco refugio. Yo le he dicho al SEÑOR: «Mi SEÑOR
eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» Poderosos son los
sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. Pero aumentarán
los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus
sangrientas libaciones, ni con mis labios pronunciaré sus nombres! Tú,
SEÑOR, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afirmado mi suerte.
Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha
correspondido! Bendeciré al SEÑOR, que me aconseja; aun de noche me
reprende mi conciencia. Siempre tengo presente al SEÑOR; con él a mi
derecha, nada me hará caer. Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan
mis entrañas; todo mi ser se llena de confianza. No dejarás que mi vida
termine en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo
fiel. Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría
en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.
Proverbios 4:
Oíd,
hijos, la enseñanza de un padre, Y estad atentos, para que conozcáis
cordura. (2) Porque os doy buena enseñanza; No desamparéis mi ley. (3)
Porque yo también fui hijo de mi padre, Delicado y único delante de mi
madre. (4) Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones,
Guarda mis mandamientos, y vivirás. (5) Adquiere sabiduría, adquiere
inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; (6)
No la dejes, y ella te guardará; Amala, y te conservará. (7) Sabiduría
ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere
inteligencia. (8) Engrandécela, y ella te engrandecerá; Ella te honrará,
cuando tú la hayas abrazado. (9) Adorno de gracia dará a tu cabeza;
Corona de hermosura te entregará. (10) Oye, hijo mío, y recibe mis
razones, Y se te multiplicarán años de vida. (11) Por el camino de la
sabiduría te he encaminado, Y por veredas derechas te he hecho andar.
(12) Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos, Y si corrieres, no
tropezarás. (13) Retén el consejo, no lo dejes; Guárdalo, porque eso es
tu vida. (14) No entres por la vereda de los impíos, Ni vayas por el
camino de los malos. (15) Déjala, no pases por ella; Apártate de ella,
pasa. (16) Porque no duermen ellos si no han hecho mal, Y pierden el
sueño si no han hecho caer a alguno. (17) Porque comen pan de maldad, y
beben vino de robos; (18) Mas la senda de los justos es como la luz de
la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto. (19) El
camino de los impíos es como la oscuridad; No saben en qué tropiezan.
(20) Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis
razones. (21) No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu
corazón; (22) Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su
cuerpo. (23) Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él
mana la vida. (24) Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti
la iniquidad de los labios. (25) Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse
tus párpados hacia lo que tienes delante. (26) Examina la senda de tus
pies, Y todos tus caminos sean rectos. (27) No te desvíes a la derecha
ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal.
El Libro de Juan Capítulo 11 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
CAPÍTULO 11
(33 d.C.)
LÁZARO
ESTABA
entonces enfermo uno llamado Lázaro (no era el mismo Lázaro de Lucas,
cap. 16, que murió algún tiempo antes), de Betania (un pueblo pequeño
aproximadamente a tres kilómetros [dos millas] de Jerusalén, situado en
la cuesta oriental del Monte de los Olivos), la aldea de María y de
Marta su hermana (las hermanas de Lázaro).
2 (Y María, era la que
ungió al Señor con ungüento, y limpió Sus Pies con sus cabellos (la
"unción" ocurrió un poco antes de la Crucifixión, y después del
acontecimiento de Lázaro habiendo resucitado de los muertos), cuyo
hermano Lázaro estaba enfermo.)
3 Enviaron, pues, sus hermanas a Él,
diciendo, Señor, he aquí, el que amas está enfermo (se refiere a más que
sólo una enfermedad, sino una aflicción mortal, que realmente le quitó
la vida, al menos en ese momento).
4 Y oyéndolo Jesús, dijo, Esta
enfermedad no es para muerte (el Texto Griego realmente dice, "él no
caerá víctima de la muerte," que es la manera que debiera haberse
traducido), mas para la Gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea
glorificado por ella (nos dice que aunque el Señor no recibe gloria por
el pecado o la enfermedad, Él definitivamente recibe gloria al librar a
los hombres del pecado, y al sanar a los enfermos).
5 Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana, y a Lázaro (el resultado de una larga relación).
6
Cuando oyó pues que él (Lázaro) estaba enfermo (parece indicar que
enviaron a un mensajero antes de que Lázaro muriera, aunque Lázaro muere
poco después de marcharse el mensajero, pero el mensajero no lo sabía
cuando se acercó a Cristo), se quedó aún dos días en aquel lugar donde
estaba (Él obedeció las instrucciones del Espíritu Santo; de hecho, el
Espíritu Le dijo que Lázaro había muerto).
JUDEA
7 Luego, después
de esto, dijo a Sus Discípulos, Vamos a Judea otra vez (Reynolds dijo,
"El uso de las palabras 'otra vez' vuelve a hacer hincapié a la última
visita, cuando Él le dijo a los amigos y a los enemigos que el Buen
Pastor arrebataría a Sus Ovejas de las garras de la muerte, aunque Él
tuviera que exponer Su Propia Vida").
8 Le dicen los Discípulos,
Rabí, ahora procuraban los Judíos apedrearte; ¿y otra vez vas allá? (Qué
diferente es este lenguaje al de Sus Propios hermanos [Jn. 7:3-5].)
9
Respondió Jesús, ¿No tiene el día doce horas? (Nuestro Señor usa esta
terminología como una analogía.) El que anduviere de día, no tropieza,
porque ve la luz de este mundo (se refiere al sol que resplandece de
acuerdo a la rotación de la Tierra).
10 Mas el que anduviere de
noche, tropieza (emplea una expresión natural para expresar una Verdad
Espiritual), porque no hay luz en él (anula la doctrina de la "luz
interior" como lo reclama el hombre en el nacimiento natural; la verdad
es que, el hombre en sí mismo no tiene ninguna Luz Espiritual).
11
Dicho esto, les dijo después, Lázaro nuestro amigo duerme (Jesús no está
enseñando aquí el "sueño del alma"; en la muerte, es solamente el
cuerpo del Creyente que duerme, no el alma y el espíritu, que
inmediatamente se van para estar con Cristo; en realidad, el alma y el
espíritu de Lázaro bajaron al Paraíso en ese momento, porque Jesús aún
no había sido glorificado); mas voy, a despertarle del sueño (se refiere
a que el Espíritu Santo le había dicho a Jesús que tenía que resucitar a
este hombre de la muerte).
12 Dijeron entonces Sus Discípulos, Señor, si duerme, salvo estará (no sabían realmente lo que Jesús decía).
13
Más esto decía Jesús de la muerte de él (Juan, quien escribió este
relato, no oculta la insensibilidad espiritual de los Discípulos): y
ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño (Sus declaraciones fue
una interpretación carnal).
14 Entonces, pues, Jesús les dijo claramente, Lázaro ha muerto.
15
Y me alegro por vosotros, que Yo no haya estado allí (describe el hecho
de que si Jesús hubiera estado allí, Lázaro no hubiera muerto; Jesús lo
hubiera sanado), para que creáis (el Espíritu Santo le instruyó a Jesús
a obrar el Milagro de resucitar a Lázaro de la muerte por varios
motivos; entre ellos, para enseñar a los Discípulos acerca de la
Resurrección venidera); más vamos a él.
16 Dijo entonces Tomás, el
que se dice el Dídimo, a Sus Condiscípulos, Vamos también nosotros, para
que muramos con Él (esta declaración de Tomás expresa el hecho que los
Discípulos se daban por vencidos a la esperanza de un Reino Mesiánico,
en que ellos pensaban que vendría de inmediato).
LA RESURRECCIÓN
17
Vino pues Jesús, y halló que él (Lázaro) había ya cuatro días que
estaba en el sepulcro (al cuarto día de muerte, la descomposición
comienza a surtir efecto; así que no había duda alguna en cuanto a la
muerte de este hombre).
18 Y Betania estaba cerca de Jerusalén, como quince estadios (a unos tres kilómetros [dos millas] de Jerusalén):
19
Y muchos de los Judíos habían venido a Marta y a María, a consolarlas
de su hermano (muestra que la familia pudiera ser de dinero, de alto
nivel social y de importancia).
20 Entonces Marta, como oyó que Jesús
venía, salió a encontrarle (indica que Jesús, al aproximarse a Betania,
poco antes de entrar a la ciudad; se dio cuenta de la animosidad contra
Él, no quiso atraer ningún disturbio indebido, sobre todo en ese
momento; era evidente que Él envió a alguien a la casa de ellos para
informarles que Él había llegado y dónde se encontraba): mas María se
estuvo en casa (alguien tuvo que estar en la casa para recibir a la
gente para darle su pésame).
21 Y Marta dijo a Jesús, Señor, si
hubieses estado aquí, mi hermano no fuera muerto (es claro que ella no
cree que Jesús iba a resucitar a su hermano de la muerte).
22 Mas
también sé ahora, que todo lo que pidieres de Dios, te dará Dios (la
terminología usada por Marta muestra que todavía estaba confundida en
cuanto a Quién exactamente era Jesús).
23 Le dice Jesús, Resucitará
tu hermano (muy claramente, Jesús le dice lo que está a punto de
acontecer; pero en su duda, ella malentiende).
24 Marta Le dice, Yo
sé que resucitará en la Resurrección en el día postrero (lo que ella muy
probable había aprendido a los Pies de Jesús [Dan. 12:2, 13; Jn.
6:39-40, 44, 54; 12:48]).
25 Le dice Jesús, Yo soy la Resurrección y
la Vida (efectivamente, Él le dice, "Marta, mírame, tú miras a la
Resurrección y la Vida"; esto muestra que la "Resurrección" y la "Vida"
no son simplemente doctrinas, sino en realidad una Persona, el Señor
Jesucristo): el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá (se refiere a
la Resurrección venidera de la Vida, cuando todos los Santos que están
muertos resucitarán [I Tes. 4:13-18]).
26 Y todo aquel que vive y
cree en Mí, no morirá eternamente ("quienquiera que cree en Mí vivirá
Eternamente"). ¿Crees esto? (La Resurrección pone fin a la muerte; en
consecuencia la muerte ya no tiene nada más que hacer con los Redimidos;
hizo todo lo que ésta pudiera hacer; ¡está terminada! Los Redimidos
viven en la vida impartida que puso fin a la muerte; para ellos, la
vieja vida, su muerte y juicio ya no existen.)
27 Le dice, Sí Señor:
yo he creído que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al
mundo (declara su creencia en el Señor en una luz diferente a como ella
Lo conocía antes; ¡ella ahora cree que Jesús es Dios!).
JESÚS Y MARÍA
28
Y esto dicho, fuese, y llamó en secreto a María su hermana (ella le
relataba a su hermana lo que Jesús acababa de decir), diciendo, El
Maestro está aquí, y te llama (tiene que ser una de las declaraciones
más hermosas encontradas en la totalidad de la Palabra de Dios).
29 Ella, como lo oyó, se levanta cuanto antes y viene a Él (ella hizo eso con un espíritu de gran anticipación).
30
Que aún no había llegado Jesús a la aldea, mas estaba en aquel lugar
donde Marta Le había encontrado (probablemente una distancia muy corta
de la casa de las hermanas).
31 Entonces los Judíos que estaban en
casa con ella, y la consolaban, cuando vieron que María, se había
levantado apresuradamente y había salido, la siguieron, diciendo, Va al
sepulcro a llorar allí (¡ellos poco sabían lo que estaba a punto de
acontecer!).
32 Mas María cuando vino donde estaba Jesús, viéndole,
se derribó a Sus Pies (representa, en cierto modo, su anticipación),
diciéndole, Señor, si hubieras estado aquí, no fuera muerto mi hermano
(las mismas palabras pronunciadas por su hermana Marta; ellas creían,
pero pienso que fue muy difícil aún para ellas comprender que Él
resucitaría a su hermano de la muerte, porque él ya había muerto hace
unos cuatro días).
COMPASIÓN
33 Jesús entonces, cuando la vio
llorando, y a los Judíos que habían venido juntamente con ella llorando,
se conmovió en espíritu, y se turbó (Reynolds dijo, "En este momento,
vislumbró sobre Su Espíritu todas las terribles consecuencias morales de
las cuales la muerte era un símbolo espantoso."),
34 Y dijo, ¿Dónde le pusisteis? Le dicen, Señor, ven y ve (ellos Lo condujeron a la tumba).
35 Y lloró Jesús (lágrimas de dolor debido al espectro terrible de la muerte, que le vino a la raza humana por el pecado).
36
Dijeron entonces los Judíos, Mirad cómo le amaba. (Sin embargo, Sus
lágrimas tuvieron que ver con un grado mucho mayor de miseria que era
evidente).
37 Y algunos de ellos dijeron, ¿No podía Éste que abrió
los ojos al ciego, hacer que éste no muriera? (Parece que fue dicho con
sarcasmo por algunos curiosos.)
38 Y Jesús, conmoviéndose otra vez en
Sí Mismo, vino al sepulcro (si hay algo que simboliza todo el dolor y
el daño por resultado de la Caída del hombre, el "sepulcro" o la "tumba"
es aquel ejemplo; ¡semejante enemigo es la Muerte!). Era una cueva, la
cual tenía una piedra encima (el fin asombroso de todos los hombres, ya
que está "establecido a los hombres que mueren una sola vez").
39
Dice Jesús, Quitad la piedra (uno de los momentos más conmovedores en la
historia humana). Marta, la hermana del que se había muerto, le dice,
Señor, ya huele mal: que es de cuatro días (su Fe parece menguar y
debilitarse cuando ella está cara a cara con la fría realidad de esta
tumba).
40 Jesús le dice, ¿No te he dicho que, si creyeres, verás la
Gloria de Dios? (La corrupción, física o moral, no es ningún obstáculo a
Él Quién es la Resurrección y la Vida.)
LA ORACIÓN
41 Entonces
quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto. Y Jesús,
alzando los Ojos arriba, dijo, Padre, gracias Te doy que Me has oído
(una acción de gracias por lo que ya Le había suplicado y oído).
42
Que Yo sabía que siempre Me oyes (se refiere a una relación más allá de
nuestra comprensión): mas por causa de la compañía que está alrededor,
lo dije, para que crean que Tú Me has enviado (la gente oyó que Él oraba
al Padre, y ya ellos verán al Padre contestar Su Oración; en
consecuencia, la prueba de Quién Él es será indiscutible).
LÁZARO
43
Y habiendo dicho estas cosas, clamó a gran voz, Lázaro, ven fuera
(constituye un Mandato del Creador de las Edades; considerando que Él es
la Resurrección y la Vida, si Él no hubiera llamado a Lázaro por su
nombre ¡todos los otros Santos muertos hubieran salido de sus sepulcros
también!).
44 Y el que había estado muerto, salió (constituye el
mayor Milagro en la historia humana), atadas las manos y los pies con
vendas (sin duda las piernas estuvieron atadas por separado para que
pudiera andar, aunque con un poco de dificultad): y su rostro estaba
envuelto en un sudario (una tela con la que le habían tapado la cara,
pero probablemente él se la había quitado parcialmente). Les dice Jesús,
Desatadle, y dejadle ir (se refiere, como es obvio, a este manto de
entierro que le quitaron de su cuerpo; Lázaro fue llamado desde el
Paraíso donde estuvo por cuatro días; sólo se puede suponer lo que
aconteció cuando la Voz de Jesús se oyó en aquel lugar con respecto a
Lázaro).
45 Entonces muchos de los Judíos que habían venido a María, y
habían visto lo que había hecho Jesús, creyeron en Él (Jesús diría más
tarde, "bienaventurados los que no vieron, y creyeron" [Jn. 20:29]).
46
Mas algunos de ellos fueron a los Fariseos, y les dijeron lo que Jesús
había hecho (¿cómo es que hay personas que pueden observar ese tipo de
Milagro que acababan de presenciar, y todavía oponerse a Cristo?).
LOS FARISEOS
47
Entonces los Principales Sacerdotes y los Fariseos juntaron el
Concilio, y decían, ¿Qué hacemos? (Los Fariseos y los Saduceos se unen
para denunciar a Jesús, aunque normalmente eran enemigos implacables.)
porque este Hombre hace muchos Milagros (no todos ellos negaban los
Milagros, sino que algunos realmente admitían su veracidad).
48 Si Le
dejamos así, todos creerán en Él: y vendrán los Romanos, y quitarán
nuestro lugar y la nación (de hecho, eso fue exactamente lo que hicieron
los Romanos; el rechazo de Cristo causó todo esto; ¡qué ciegos
espiritualmente estaban!).
49 Y Caifás, uno de ellos, Sumo Sacerdote
de aquel año (el espectro político de este alto puesto), les dijo,
Vosotros no sabéis nada (pudiera traducirse, "¡ustedes no entienden los
peligros que afrontamos!"),
50 Ni pensáis que nos conviene que un
hombre muera por el pueblo, y no que toda la Nación se pierda. (Williams
dijo, "La muerte de Jesús, propuesta y ordenada por el Sumo Sacerdote,
fue resuelta durante aquel momento temeroso; porque la resurrección de
Lázaro, había traído la malignidad suya a una culminación.")
51 Más
esto no lo dijo de sí mismo (en realidad quiere decir que Su condenación
a muerte de Jesús, aunque malo y perverso por la cual ellos pagarían
caramente, Dios usaría para la Redención de la humanidad): sino que,
como era el Sumo Sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de
morir por la Nación (otra vez daría el resultado a lo que fue ordenado
por Dios, pero que de ninguna manera exoneró de culpa a éstos):
52 Y
no solamente por aquella Nación (cuando Jesús murió, Él murió por el
mundo entero, no sólo para Israel), mas también para que juntase en uno
(un cuerpo que consiste tanto de Judíos como de Gentiles) los hijos de
Dios que estaban desparramados (al Apóstol Pablo le sería dado el
significado del Nuevo Convenio, que era el significado de la Cruz que
establecería a la Iglesia).
53 Así que, desde aquel día consultaban
juntos de matarle (si los hombres rechazan a Cristo, el siguiente paso
sería matarlo a Él, es decir, rechazarlo por Quien y Lo Que Él es).
54
Por tanto, Jesús ya no andaba públicamente entre los Judíos (la
resurrección de Lázaro de los muertos era el gran Milagro que llevó todo
esto a un punto culminante); mas fuese de allí a la tierra que está
junto al desierto, a una ciudad que se llama Efraín: y se estaba allí
con Sus Discípulos (parece representar un lugar en relación a Betel [II
Crón. 13:19]; situado a unos 22 kilómetros [probablemente 15 millas] al
norte de Jerusalén de esa época).
55 Y la Pascua de los Judíos estaba
cerca (Él era la Verdadera Pascua, y cumpliría el tipo al morir en el
Calvario): y muchos subieron de aquella Tierra a Jerusalén antes de la
Pascua, para purificarse (pasar por una limpieza Levítica, ceremonial
como resultado de haber tocado a los muertos y otras cosas inmundas
[Núm. 9:6-10]).
56 Y buscaban a Jesús (parece presentar a las
autoridades que Lo buscaban a fin de que Él fuese detenido), y hablaban
los unos con los otros estando en el Templo, ¿Qué os parece, que no
vendrá Él a la Fiesta? (En casi cada lugar, cientos, aun miles de
personas Le rodearon para procurar escucharle o para que les sanara;
¡por lo tanto, su tarea de arrestarlo no sería fácil!)
57 Y los
Principales Sacerdotes y los Fariseos habían dado mandamiento, que, si
alguno supiese dónde estuviera, lo manifestase, para que Le prendiesen
(ellos determinaron que Él debía ser detenido, y a toda costa; la verdad
es que les costó todo, el alma y la vida).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue,
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así
que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.
Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la
voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy
poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo
vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero
nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse,
sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la
garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a
ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo
fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino
de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más
aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo,
pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto,
habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar
la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser
llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe
es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios
tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por
la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor
reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó
al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por
la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde
recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la
fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas
de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es
arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad
y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos,
porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este
solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las
estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor,
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado,
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob,
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada;
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades,
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su
sangre.
Romanos 8:
Por
lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a
Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha
liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo
liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios
envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de
pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así
condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas
demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la
naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a
la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza;
en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los
deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la
mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad
pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no
pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza
pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive
en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del
pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la
justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los
muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los
muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su
Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una
obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.
Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del
Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y
ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba!
¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos
parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan
los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en
nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de
Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su
propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme
esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción
que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera
dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras
aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de
nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la
esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?
Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos
nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que
examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el
Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de
quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los
que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los
glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte,
¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e
intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home