Sonidos del aire libre
El 9 de julio Lectura Bíblica Diaria:
Isaías 58 a 60:58
Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y
anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. Que me
buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese
hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden
justos juicios, y quieren acercarse a Dios. ¿Por qué, dicen, ayunamos, y
no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por
entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio
gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores. He aquí que para
contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no
ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto. ¿Es tal el
ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su
cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto
ayuno, y día agradable a Jehová? ¿No es más bien el ayuno que yo escogí,
desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y
dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que
partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en
casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu
hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará
ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será
tu retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá
él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo
amenazador, y el hablar vanidad; y si dieres tu pan al hambriento, y
saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu
oscuridad será como el mediodía. Jehová te pastoreará siempre, y en las
sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto
de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan. Y los
tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y
generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos,
restaurador de calzadas para habitar. Si retrajeres del día de reposo tu
pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia,
santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios
caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras,
entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas
de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la
boca de Jehová lo ha hablado. 59 He
aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha
agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división
entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de
vosotros su rostro para no oír. Porque vuestras manos están contaminadas
de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian
mentira, habla maldad vuestra lengua. No hay quien clame por la
justicia, ni quien juzgue por la verdad; confían en vanidad, y hablan
vanidades; conciben maldades, y dan a luz iniquidad. Incuban huevos de
áspides, y tejen telas de arañas; el que comiere de sus huevos, morirá; y
si los apretaren, saldrán víboras. Sus telas no servirán para vestir,
ni de sus obras serán cubiertos; sus obras son obras de iniquidad, y
obra de rapiña está en sus manos. Sus pies corren al mal, se apresuran
para derramar la sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de
iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos. No
conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos; sus veredas
son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz. Por esto
se alejó de nosotros la justicia, y no nos alcanzó la rectitud;
esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en
oscuridad. Palpamos la pared como ciegos, y andamos a tientas como sin
ojos; tropezamos a mediodía como de noche; estamos en lugares oscuros
como muertos. Gruñimos como osos todos nosotros, y gemimos
lastimeramente como palomas; esperamos justicia, y no la hay; salvación,
y se alejó de nosotros. Porque nuestras rebeliones se han multiplicado
delante de ti, y nuestros pecados han atestiguado contra nosotros;
porque con nosotros están nuestras iniquidades, y conocemos nuestros
pecados: el prevaricar y mentir contra Jehová, y el apartarse de en pos
de nuestro Dios; el hablar calumnia y rebelión, concebir y proferir de
corazón palabras de mentira. Y el derecho se retiró, y la justicia se
puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo
venir. Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del mal fue puesto
en prisión; y lo vio Jehová, y desagradó a sus ojos, porque pereció el
derecho. Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien
se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia.
Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en
su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo
como de manto, como para vindicación, como para retribuir con ira a sus
enemigos, y dar el pago a sus adversarios; el pago dará a los de la
costa. Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el
nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como río, mas el
Espíritu de Jehová levantará bandera contra él. Y vendrá el Redentor a
Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová. Y
este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está
sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni
de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo
Jehová, desde ahora y para siempre 60 Levántate,
resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido
sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad
las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su
gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu
nacimiento. Alza tus ojos alrededor y mira, todos estos se han juntado,
vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas
en brazos. Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará
tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las
riquezas de las naciones hayan venido a ti. Multitud de camellos te
cubrirá; dromedarios de Madián y de Efa; vendrán todos los de Sabá;
traerán oro e incienso, y publicarán alabanzas de Jehová. Todo el ganado
de Cedar será juntado para ti; carneros de Nebaiot te serán servidos;
serán ofrecidos con agrado sobre mi altar, y glorificaré la casa de mi
gloria. ¿Quiénes son estos que vuelan como nubes, y como palomas a sus
ventanas? Ciertamente a mí esperarán los de la costa, y las naves de
Tarsis desde el principio, para traer tus hijos de lejos, su plata y su
oro con ellos, al nombre de Jehová tu Dios, y al Santo de Israel, que te
ha glorificado. Y extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te
servirán; porque en mi ira te castigué, mas en mi buena voluntad tendré
de ti misericordia. Tus puertas estarán de continuo abiertas; no se
cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de
las naciones, y conducidos a ti sus reyes. Porque la nación o el reino
que no te sirviere perecerá, y del todo será asolado. La gloria del
Líbano vendrá a ti, cipreses, pinos y bojes juntamente, para decorar el
lugar de mi santuario; y yo honraré el lugar de mis pies. Y vendrán a ti
humillados los hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus
pies se encorvarán todos los que te escarnecían, y te llamarán Ciudad de
Jehová, Sion del Santo de Israel. En vez de estar abandonada y
aborrecida, tanto que nadie pasaba por ti, haré que seas una gloria
eterna, el gozo de todos los siglos. Y mamarás la leche de las naciones,
el pecho de los reyes mamarás; y conocerás que yo Jehová soy el
Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob. En vez de bronce
traeré oro, y por hierro plata, y por madera bronce, y en lugar de
piedras hierro; y pondré paz por tu tributo, y justicia por tus
opresores. Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni
quebrantamiento en tu territorio, sino que a tus muros llamarás
Salvación, y a tus puertas Alabanza. El sol nunca más te servirá de luz
para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová
te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria. No se pondrá
jamás tu sol, ni menguará tu luna; porque Jehová te será por luz
perpetua, y los días de tu luto serán acabados. Y tu pueblo, todos ellos
serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío,
obra de mis manos, para glorificarme. El pequeño vendrá a ser mil, el
menor, un pueblo fuerte. Yo Jehová, a su tiempo haré que esto sea
cumplido pronto.
Psalms 7
¡Sálvame,
Señor mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis
perseguidores! De lo contrario, me devorarán como leones; me
despedazarán, y no habrá quien me libre. Señor mi Dios, ¿qué es lo que
he hecho? ¿qué mal he cometido? Si le he hecho daño a mi amigo, si he
despojado sin razón al que me oprime, entonces que mi enemigo me persiga
y me alcance; que me haga morder el polvo y arrastre mi honra por los
suelos. Selah. ¡Levántate, Señor, en tu ira; enfréntate al furor de mis
enemigos! ¡Despierta, oh Dios, e imparte justicia! Que en torno tuyo se
reúnan los pueblos; reina sobre ellos desde lo alto. ¡El Señor juzgará a
los pueblos! Júzgame, Señor, conforme a mi justicia; págame conforme a
mi inocencia. Dios justo, que examinas mente y corazón, acaba con la
maldad de los malvados y mantén firme al que es justo. Mi escudo está en
Dios, que salva a los de corazón recto. Dios es un juez justo, un Dios
que en todo tiempo manifiesta su enojo. Si el malvado no se arrepiente,
Dios afilará la espada y tensará el arco; ya ha preparado sus
mortíferas armas; ya tiene listas sus llameantes saetas. Miren al
preñado de maldad: Concibió iniquidad y parirá mentira. Cavó una fosa y
la ahondó, y en esa misma fosa caerá. Su iniquidad se volverá contra él;
su violencia recaerá sobre su cabeza. ¡Alabaré al Señor por su
justicia! ¡Al nombre del Señor altísimo cantaré salmos!
Proverbs 26Ni
la nieve es para el verano, ni la lluvia para la cosecha, ni los
honores para el necio. Como el gorrión sin rumbo o la golondrina sin
nido, la maldición sin motivo jamás llega a su destino. El látigo es
para los caballos, el freno para los asnos, y el garrote para la espalda
del necio. No respondas al necio según su necedad, o tú mismo pasarás
por necio. Respóndele al necio como se merece, para que no se tenga por
sabio. Enviar un mensaje por medio de un necio es como cortarse los pies
o sufrir violencia. Inútil es el proverbio en la boca del necio como
inútiles son las piernas de un tullido. Rendirle honores al necio es tan
absurdo como atar una piedra a la honda. El proverbio en la boca del
necio es como espina en la mano del borracho. Como arquero que hiere a
todo el que pasa es quien contrata al necio en su casa. Como vuelve el
perro a su vómito, así el necio insiste en su necedad. ¿Te has fijado en
quien se cree muy sabio? Más se puede esperar de un necio que de gente
así. Dice el perezoso: "Hay una fiera en el camino. ¡Por las calles un
león anda suelto!" Sobre sus goznes gira la puerta; sobre la cama, el
perezoso. El perezoso mete la mano en el plato, pero le pesa llevarse el
bocado a la boca. El perezoso se cree más sabio que siete sabios que
saben responder. Meterse en pleitos ajenos es como agarrar a un perro
por las orejas. Como loco que dispara mortíferas flechas encendidas, es
quien engaña a su amigo y explica: "¡Tan sólo estaba bromeando!" Sin
leña se apaga el fuego; sin chismes se acaba el pleito. Con el carbón se
hacen brasas, con la leña se prende fuego, y con un pendenciero se
inician los pleitos. Los chismes son como ricos bocados: se deslizan
hasta las entrañas. Como baño de plata sobre vasija de barro son los
labios zalameros de un corazón malvado. El que odia se esconde tras sus
palabras, pero en lo íntimo alberga perfidia. No le creas, aunque te
hable con dulzura, porque su corazón rebosa de abominaciones. Tal vez
disimule con engaños su odio, pero en la asamblea se descubrirá su
maldad. Cava una fosa, y en ella caerás; echa a rodar piedras, y te
aplastarán. La lengua mentirosa odia a sus víctimas; la boca lisonjera
lleva a la ruina.
El Libro de Juan Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚNSAN JUAN
CAPÍTULO 2
(30 d.C.)
EL PRIMER MILAGRO
Y
AL tercer día (se refiere a la cantidad de tiempo que había
transcurrido desde que Jesús dejó la Tentación en el Desierto para
comenzar Su Ministerio público) se hicieron unas bodas en Caná de
Galilea (el sitio que ocasiona Su Primer Milagro); y estaba allí la
madre de Jesús (indica que ella ya estaba allí cuando llegó Jesús):
2
Y fue también llamado Jesús y Sus Discípulos a las bodas (Él pudo haber
tenido solamente unos cinco Discípulos al comienzo de Su Ministerio).
3
Y faltando el vino (ellos se habían quedado sin vino; la palabra Griega
para vino, como se usa aquí, es "oinos"; significa fermentado o no
fermentado, según como se usaba; todo indica que no era fermentado, es
decir, "jugo de uva"), la madre de Jesús (María) Le dijo, Vino no tienen
(había una indicación en su espíritu, colocada allí por el Espíritu
Santo, que ella debería apelar a su Hijo).
4 Y le dice Jesús, ¿Qué
tengo yo contigo, mujer? (El término "Mujer," como se usaba en esa
época, era básicamente lo mismo como actualmente se usa hoy la palabra
"Señora." La lengua insinúa que el período de sometimiento a María [se
cree que José ya había muerto] ya había terminado.) Aún no ha venido Mi
hora (quiere decir que si esta es la hora cuando Él debiera comenzar Su
Ministerio Milagroso, ¡tal dirección tendría que venir de Dios, y Dios
Solo! en otras palabras, con respecto a cosas espirituales, Él no estaba
allí para hacer lo que Su madre quería, sino más bien lo que Dios
quería; la Iglesia Católica debiera tomar nota de esto).
5 Su madre
dice a los que servían (indica una Revelación a ella por el Espíritu
Santo), Haced todo lo que os dijere (representa las últimas palabras
registradas de María; con estas palabras ella se hizo a un lado, en
efecto, diciéndole a los siervos que no recurrieran a ella y acudieran a
Él).
6 Y estaban allí seis grandes tinajas de piedra para agua,
conforme a la purificación de los Judíos (el "6" representa el número
del hombre, y no siempre alcanza la perfección representada por el
número "7," llamado el "número de Dios"), que cabían en cada una dos o
tres cántaros (se refiere a unos 68 a 102 litros [18 a 27 galones] cada
uno, según el tamaño; como es obvio, éstos eran bastante grandes).
7
Les dice Jesús, Llenad estas tinajas de agua (quiere decir que había
llegado Su hora, y Su Padre Divino Le había dado instrucciones en cuanto
a lo que Él debería hacer). Y las llenaron hasta arriba (presentaba
todo lo que el hombre podría hacer; el resto era la decisión de nuestro
Señor).
8 Y les dice, Sacad ahora, y presentad al Maestresala (era todo lo que fue dicho y hecho). Así lo hicieron.
9
Y cuando el Maestresala gustó el agua hecha vino, que no sabía de dónde
era (desde luego, esta situación había ocurrido en la presencia de unas
cuantas personas solamente): (mas lo sabían los sirvientes que habían
sacado el agua;) el Maestresala llama al esposo,
10 Y le dice, Todo
hombre pone primero el buen vino; y cuando están satisfechos (no
significa que estaban intoxicados, como algunos lo suponen, sino que ya
habían bebido mucho), entonces lo que es peor: mas tú has guardado el
buen vino hasta ahora (¡guardaron lo mejor por último, pero no
intencionadamente!).
11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná
de Galilea (fue el Primer Milagro que Él obró; ¡luego iba a haber muchos
más!), y manifestó Su Gloria (se realizó primero este tipo de milagro
para demostrar que Él podía transformar y realizarlo milagrosamente); y
Sus Discípulos creyeron en Él (su Fe aumentó como resultado de la
manifestación de Su Gloria cuando convirtió el agua en vino).
12
Después de esto descendió a Capernaum (no nos dice por qué, pero es muy
posible que Él ya estaba pensando en hacer este lugar Su Sede), Él, y Su
madre, y Sus hermanos (al parecer que Sus hermanos ya no estaban en
contra de Él, como lo estarían más tarde; por lo menos dos de ellos, a
pesar de su oposición anterior, se convirtieron en líderes de la
Iglesia; me refiero a Santiago y a Judas; no se menciona aquí a José,
por eso es muy posible que ya había muerto; tampoco no se menciona a Sus
hermanas, porque probablemente estaban casadas, y en sus respectivas
casas), y Sus Discípulos (como se expresó anteriormente, no se sabe
exactamente cuántos discípulos Él tenía en ese momento): y estuvieron
allí no muchos días (tiene referencia a la "Pascua," la cual estaba por
comenzar dentro de poco en Jerusalén).
EL TEMPLO
13 Y estaba cerca
la Pascua de los Judíos (había sido la Pascua de Jehová, pero la había
entrado la corrupción y ahora era "la Pascua de los Judíos"), y subió
Jesús a Jerusalén (declara que Él hizo este viaje, aunque no con
entusiasmo, como lo relaciona los eventos),
14 Y halló en el Templo a
los que vendían bueyes y ovejas y palomas, y a los que cambiaban dinero
sentados (probablemente se refiere al Atrio de los Gentiles; no fue la
venta de los animales a lo que Jesús opuso, sino el lugar donde estaban
vendiéndolos; fue lo mismo con los cambistas).
15 Y hecho un azote de
cuerdas (representa la primera purificación del Templo del Señor; la
segunda y última purificación se encuentran en Mateo 21:12), los echó a
todos del Templo, y las ovejas, y los bueyes; y derramó los dineros de
los que cambiaban dinero, y trastornó las mesas (lo que Él hizo fue de
acuerdo a Las Escrituras [Sal. 69:9]; espiritualmente, yo sospecho que
la Iglesia moderna es culpable del mismo pecado);
16 Y a los que
vendían las palomas, dijo, Quitad de aquí esto (la tradición dice que Él
abrió las jaulas, dejando libres a las palomas, que volaban encima de
las cabezas de la gente, etc.); y no hagáis la Casa de Mi Padre casa de
mercado (Su declaración, en esencia, dice que Él es el "Hijo del Dios
Altísimo").
17 Entonces se acordaron Sus Discípulos que está escrito,
Porque Me consumió el celo de Tu Casa (prefigura el oprobio y la agonía
que le acontecerá al Siervo Justo de Dios en Su Pasión por Honor de
Dios).
UNA SEÑAL
18 Y los Judíos respondieron, y Le dijeron (tiene
que ver con la oposición, la cual solamente crecerá en intensidad),
¿Qué señal nos muestras, de que haces esto? (La interpretación apropiada
es, "¿cuál es la señal que nos muestras que Tú eres el Mesías, puesto
que haces todas estas cosas?")
19 Respondió Jesús y les dijo,
Destruid este Templo (se refiere a Su Cuerpo físico, no a la estructura
construida por Herodes), y en tres días lo levantaré (habla de Su
Resurrección y exactamente cuándo ocurriría, tres días después de Su
Muerte).
20 Dijeron luego los Judíos, En cuarenta y seis años fue
este Templo edificado, ¿y Tú en tres días lo levantarás? (La última
declaración fue dicho con sarcasmo.)
21 Mas Él hablaba del Templo de
Su Cuerpo (fue dicho después del hecho; sin embargo, cuando en un
principio Él hizo esta declaración, es probable que señalaba a Su
Cuerpo, pero aún así ellos no hubieran comprendido Su significado).
22
Por tanto cuando resucitó de los muertos, Sus Discípulos se acordaron
que había dicho esto (dándose cuenta que se refería a Su Muerte y
Resurrección, y no al Templo construido por Herodes); y creyeron a La
Escritura, y a la Palabra que Jesús había dicho (puede ser que aquí se
refiere a Salmos 16:10; la Fe Divina está siempre basada en Las
Escrituras).
23 Y estando en Jerusalén en la Pascua, en el Día de la
Fiesta (habla de la misma ocasión cuando Él había purificado el Templo
de los Versículos 14-17), muchos creyeron en Su Nombre, viendo las
Señales que hacía.
24 Mas el mismo Jesús no se confiaba a Sí Mismo de
ellos (quiere decir que Él prestó poca atención a sus alabanzas, las
cuales se originaron en los milagros; su fe era una fe poca profunda, y
no estaba necesariamente basada en Las Escrituras, sino más bien en las
observancias exteriores), porque Él conocía a todos (se refiere a las
inconstancias del hombre, especialmente de aquéllos que han extraviado
de la Fe como éstos),
25 Y no tenía necesidad que alguien Le diese
testimonio del hombre (quiere decir que solamente Él podía discernir
bien la verdadera naturaleza del hombre): porque Él sabía lo que había
en el hombre (depravación total).
Primera Corintios Capítulo 13:Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue,
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4Así
que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.
Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la
voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy
poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo
vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero
nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse,
sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la
garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a
ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo
fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino
de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más
aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo,
pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto,
habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar
la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser
llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe
es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios
tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por
la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor
reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó
al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por
la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde
recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la
fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas
de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es
arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad
y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos,
porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este
solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las
estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor,
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado,
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob,
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada;
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades,
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su
sangre.
Romanos 8:
Por
lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a
Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha
liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo
liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios
envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de
pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así
condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas
demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la
naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a
la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza;
en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los
deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la
mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad
pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no
pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza
pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive
en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del
pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la
justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los
muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los
muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su
Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una
obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.
Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del
Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y
ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba!
¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos
parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan
los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en
nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de
Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su
propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme
esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción
que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera
dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras
aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de
nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la
esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?
Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos
nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que
examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el
Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de
quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los
que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los
glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte,
¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e
intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home