11 September 2022

El 11 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1



El 11 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Génesis 47-49:
47 Vino José y lo hizo saber a Faraón, y dijo: Mi padre y mis hermanos, y sus ovejas y sus vacas, con todo lo que tienen, han venido de la tierra de Canaán, y he aquí están en la tierra de Gosén. Y de los postreros de sus hermanos tomó cinco varones, y los presentó delante de Faraón. Y Faraón dijo a sus hermanos: ¿Cuál es vuestro oficio? Y ellos respondieron a Faraón: Pastores de ovejas son tus siervos, así nosotros como nuestros padres. Dijeron además a Faraón: Para morar en esta tierra hemos venido; porque no hay pasto para las ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la tierra de Canaán; por tanto, te rogamos ahora que permitas que habiten tus siervos en la tierra de Gosén. Entonces Faraón habló a José, diciendo: Tu padre y tus hermanos han venido a ti. La tierra de Egipto delante de ti está; en lo mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos; habiten en la tierra de Gosén; y si entiendes que hay entre ellos hombres capaces, ponlos por mayorales del ganado mío. También José introdujo a Jacob su padre, y lo presentó delante de Faraón; y Jacob bendijo a Faraón. Y dijo Faraón a Jacob: ¿Cuántos son los días de los años de tu vida? Y Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación. Y Jacob bendijo a Faraón, y salió de la presencia de Faraón. Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés, como mandó Faraón. Y alimentaba José a su padre y a sus hermanos, y a toda la casa de su padre, con pan, según el número de los hijos. No había pan en toda la tierra, y el hambre era muy grave, por lo que desfalleció de hambre la tierra de Egipto y la tierra de Canaán. Y recogió José todo el dinero que había en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, por los alimentos que de él compraban; y metió José el dinero en casa de Faraón. Acabado el dinero de la tierra de Egipto y de la tierra de Canaán, vino todo Egipto a José, diciendo: Danos pan; ¿por qué moriremos delante de ti, por haberse acabado el dinero? Y José dijo: Dad vuestros ganados y yo os daré por vuestros ganados, si se ha acabado el dinero. Y ellos trajeron sus ganados a José, y José les dio alimentos por caballos, y por el ganado de las ovejas, y por el ganado de las vacas, y por asnos; y les sustentó de pan por todos sus ganados aquel año. Acabado aquel año, vinieron a él el segundo año, y le dijeron: No encubrimos a nuestro señor que el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya de nuestro señor; nada ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y nuestra tierra. ¿Por qué moriremos delante de tus ojos, así nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra por pan, y seremos nosotros y nuestra tierra siervos de Faraón; y danos semilla para que vivamos y no muramos, y no sea asolada la tierra. Entonces compró José toda la tierra de Egipto para Faraón; pues los egipcios vendieron cada uno sus tierras, porque se agravó el hambre sobre ellos; y la tierra vino a ser de Faraón. Y al pueblo lo hizo pasar a las ciudades, desde un extremo al otro del territorio de Egipto. Solamente la tierra de los sacerdotes no compró, por cuanto los sacerdotes tenían ración de Faraón, y ellos comían la ración que Faraón les daba; por eso no vendieron su tierra. Y José dijo al pueblo: He aquí os he comprado hoy, a vosotros y a vuestra tierra, para Faraón; ved aquí semilla, y sembraréis la tierra. De los frutos daréis el quinto a Faraón, y las cuatro partes serán vuestras para sembrar las tierras, y para vuestro mantenimiento, y de los que están en vuestras casas, y para que coman vuestros niños. Y ellos respondieron: La vida nos has dado; hallemos gracia en ojos de nuestro señor, y seamos siervos de Faraón. Entonces José lo puso por ley hasta hoy sobre la tierra de Egipto, señalando para Faraón el quinto, excepto sólo la tierra de los sacerdotes, que no fue de Faraón. Así habitó Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de Gosén; y tomaron posesión de ella, y se aumentaron, y se multiplicaron en gran manera. Y vivió Jacob en la tierra de Egipto diecisiete años; y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento cuarenta y siete años. Y llegaron los días de Israel para morir, y llamó a José su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás conmigo misericordia y verdad. Te ruego que no me entierres en Egipto. Mas cuando duerma con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos. Y José respondió: Haré como tú dices. E Israel dijo: Júramelo. Y José le juró. Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de la cama. 48 Sucedió después de estas cosas que dijeron a José: He aquí tu padre está enfermo. Y él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín. Y se le hizo saber a Jacob, diciendo: He aquí tu hijo José viene a ti. Entonces se esforzó Israel, y se sentó sobre la cama, y dijo a José: El Dios Omnipotente me apareció en Luz en la tierra de Canaán, y me bendijo, y me dijo: He aquí yo te haré crecer, y te multiplicaré, y te pondré por estirpe de naciones; y daré esta tierra a tu descendencia después de ti por heredad perpetua. Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos. Y los que después de ellos has engendrado, serán tuyos; por el nombre de sus hermanos serán llamados en sus heredades. Porque cuando yo venía de Padan-aram, se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino, como media legua de tierra viniendo a Efrata; y la sepulté allí en el camino de Efrata, que es Belén. Y vio Israel los hijos de José, y dijo: ¿Quiénes son éstos? Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí. Y él dijo: Acércalos ahora a mí, y los bendeciré. Y los ojos de Israel estaban tan agravados por la vejez, que no podía ver. Les hizo, pues, acercarse a él, y él les besó y les abrazó. Y dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver también a tu descendencia. Entonces José los sacó de entre sus rodillas, y se inclinó a tierra. Y los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a la izquierda de Israel, y Manasés a su izquierda, a la derecha de Israel; y los acercó a él. Entonces Israel extendió su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede, aunque Manasés era el primogénito. Y bendijo a José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día, el Angel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra. Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto; y asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza. Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones. Y los bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín antes de Manasés. Y dijo Israel a José: He aquí yo muero; pero Dios estará con vosotros, y os hará volver a la tierra de vuestros padres. Y yo te he dado a ti una parte más que a tus hermanos, la cual tomé yo de mano del amorreo con mi espada y con mi arco. 49 Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los días venideros. Juntaos y oíd, hijos de Jacob, 
Y escuchad a vuestro padre Israel. Rubén, tú eres mi primogénito, 
mi fortaleza, y el principio de mi vigor; 
Principal en dignidad, principal en poder. Impetuoso como las aguas, no serás el principal, 
Por cuanto subiste al lecho de tu padre; 
Entonces te envileciste, subiendo a mi estrado. Simeón y Leví son hermanos; 
Armas de iniquidad sus armas. En su consejo no entre mi alma, 
Ni mi espíritu se junte en su compañía. 
Porque en su furor mataron hombres, 
Y en su temeridad desjarretaron toros. Maldito su furor, que fue fiero; 
Y su ira, que fue dura.Yo los apartaré en Jacob, 
Y los esparciré en Israel. Judá, te alabarán tus hermanos; 
Tu mano en la cerviz de tus enemigos; 
Los hijos de tu padre se inclinarán a ti. Cachorro de león, Judá; 
De la presa subiste, hijo mío. 
Se encorvó, se echó como león, 
Así como león viejo: ¿quién lo despertará? No será quitado el cetro de Judá, 
Ni el legislador de entre sus pies, 
Hasta que venga Siloh; 
Y a él se congregarán los pueblos. Atando a la vid su pollino, 
Y a la cepa el hijo de su asna, 
Lavó en el vino su vestido, 
Y en la sangre de uvas su manto. Sus ojos, rojos del vino, 
Y sus dientes blancos de la leche. Zabulón en puertos de mar habitará; 
Será para puerto de naves, 
Y su límite hasta Sidón. Isacar, asno fuerte 
Que se recuesta entre los apriscos; Y vio que el descanso era bueno, 
y que la tierra era deleitosa; 
Y bajó su hombro para llevar, 
Y sirvió en tributo. Dan juzgará a su pueblo, 
Como una de las tribus de Israel. Será Dan serpiente junto al camino, 
Víbora junto a la senda, 
Que muerde los talones del caballo, 
Y hace caer hacia atrás al jinete. Tu salvación esperé, oh Jehová. Gad, ejército lo acometerá; 
Mas él acometerá al fin. El pan de Aser será substancioso, 
Y él dará deleites al rey. Neftalí, cierva suelta, 
Que pronunciará dichos hermosos. Rama fructífera es José, 
Rama fructífera junto a una fuente, 
Cuyos vástagos se extienden sobre el muro. Le causaron amargura, 
Le asaetearon, 
Y le aborrecieron los arqueros; Mas su arco se mantuvo poderoso, 
Y los brazos de sus manos se fortalecieron 
Por las manos del Fuerte de Jacob 
(Por el nombre del Pastor, la Roca de Israel), Por el Dios de tu padre, el cual te ayudará, 
Por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá 
Con bendiciones de los cielos de arriba, 
Con bendiciones del abismo que está abajo, 
Con bendiciones de los pechos y del vientre. Las bendiciones de tu padre 
Fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; 
Hasta el término de los collados eternos 
Serán sobre la cabeza de José, 
Y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos. Benjamín es lobo arrebatador; 
A la mañana comerá la presa, 
Y a la tarde repartirá los despojos. Todos éstos fueron las doce tribus de Israel, y esto fue lo que su padre les dijo, al bendecirlos; a cada uno por su bendición los bendijo. Les mandó luego, y les dijo: Yo voy a ser reunido con mi pueblo. Sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo, en la cueva que está en el campo de Macpela, al oriente de Mamre en la tierra de Canaán, la cual compró Abraham con el mismo campo de Efrón el heteo, para heredad de sepultura. Allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer; allí sepultaron a Isaac y a Rebeca su mujer; allí también sepulté yo a Lea. La compra del campo y de la cueva que está en él, fue de los hijos de Het. Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y expiró, y fue reunido con sus padres. 



22 Pero su carne sobre él se dolerá, y ha de entristecerse en él su alma. (Esta declaración está basada en la situación presente de Job. La Inspiración garantiza que estas cosas fueron dichas, y a quienes fueron atribuidas. Sin embargo, la Inspiración no garantiza que todo lo que se dice es verdad. De hecho, prácticamente todo de lo que los amigos de Job dijeron tiene que concluirse como incorrecto. La mayoría de lo que Job dice es ve
Salmo 122:
Yo me alegro con los que me dicen: «Vamos a la casa del Señor.» Ya nuestros pies se dan prisa; ¡ya estamos, Jerusalén, ante tus puertas! La ciudad de Jerusalén fue construida como centro de reunión de la comunidad. Todas las tribus del Señor llegan a ella, cumpliendo con la orden dada a Israel de alabar allí el nombre del Señor. Allí se encuentran los tribunales de justicia; allí está el trono de la casa de David. Pidamos por la paz de Jerusalén, y porque prosperen los que te aman. Que haya paz dentro de tus murallas, y se respire tranquilidad en tus palacios. Por mis hermanos y mis compañeros, ruego a Dios que haya paz en ti. Por el templo del Señor nuestro Dios, pido a Dios que te dé bienestar. 

 
Proverbios 22:
Mejor tener buena fama que mucha riqueza; la buena fama es mejor que la plata y el oro. El rico y el pobre coinciden en algo: a uno y otro los hizo el Señor. El que es astuto, ve el peligro y se esconde; el que es ingenuo, sigue adelante y es afectado. El Señor recompensa a los que le temen con riquezas, honra y vida, si son humildes. El camino del perverso está lleno de trampas y espinas; quien se cuida a sí mismo, se cuida de seguirlo. Enseña al niño a seguir fielmente su camino, y aunque llegue a anciano no se apartará de él. Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de los prestamistas. El que siembra maldad, maldad cosechará; ¡el Señor destruirá su insolente violencia! Bendito sea quien ve a otros con bondad y comparte su pan con el indigente! Expulsa al blasfemo, y se acabarán las peleas, cesarán los pleitos y las ofensas. 




El Libro de Marcos Capítulo 6 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



EL SANTO EVANGELIO SEGÚN

SAN MARCOS



CAPÍTULO 6
(31 d.C.)
LA INCREDULIDAD
EN NAZARET



Y SALIÓ de allí (de Capernaum), y vino a Su tierra (Nazaret); y Le siguieron Sus Discípulos. 2 Y llegado el Día Sábado, Él comenzó a enseñar en la Sinagoga: y muchos oyéndole estaban atónitos, diciendo, ¿De dónde tiene este Hombre estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que Le es dada, y tales maravillas que por Sus Manos son hechas? (No ponían en duda la sabiduría ni las obras, sino más bien Su derecho de hacer tales cosas. ¡En sus pensamientos, Él no era digno!) 3 ¿No es éste el carpintero (Crisóstomo dijo que Él hizo arados y yugos para bueyes; en las mentes de Sus críticos, esto lo descalificó como un gran maestro), hijo de María, hermano de Santiago, y de José, y de Judas, y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros, sus hermanas? (Esto refuta las afirmaciones de la Iglesia Católica que Jesús no tenía ningún hermano o hermana carnal.) Y se escandalizaban de Él (Él no calificaba para su aprobación según lo que pensaban). 4 Mas Jesús les decía (representa Su respuesta a su incredulidad), No hay Profeta sin honra (para demostrar deferencia y reverencia) sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su propia casa (no pienso que María tenía arte ni parte en esta incredulidad, pero esto definitivamente incluyó a los demás miembros de la familia, con José ya, probablemente fenecido). 5 Y Él no pudo hacer ningún otro milagro allá (realmente quiere decir, ni siquiera uno; no era el caso de que Él no podía, pero no le trajeron a los enfermos ni a los afligidos; ¡preferían ver enfermos a sus amados, que ver a Cristo sanarlos!), solamente sanó a unos pocos enfermos (unos cuantos enfermizos), poniendo sobre ellos las Manos. 6 Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos (expresa el punto de vista de Su Humanidad; el Espíritu Santo lo menciona maravillándose dos veces, una vez por la Fe de un Gentil, y frente a la incredulidad de Sus Propios familiares [Mat. 8:10]). Y rodeaba las aldeas de alrededor, enseñando. LOS DOCE ENVIADOS 7 Y Él llamó a los Doce (se refiere a su primera Misión cuando fueron enviados sin Él), y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio potestad sobre los espíritus inmundos; 8 Y les mandó que no llevasen nada para el camino (no es una sugerencia, sino un Mandato), sino solamente báculo (un cayado SAN MARCOS 6 146 de madera con que caminar); ni alforja (una bolsa de cuero para alimentos), ni pan, ni dinero en la bolsa (significa que no debían almacenar estas cosas antes de que ellos se fueran, pero al contrario debían confiar en el Señor); 9 Mas que calzasen sandalias (se refiere a la asociación con el pueblo común quienes llevaban tales), y no vistiesen dos túnicas (la más simple de calidad y cantidad). 10 Y Él les decía, Dondequiera que entréis en una casa, (ellos os aceptan) posad en ella hasta que salgáis de allí (no mudéis de un lugar a otro). 11 Y todos aquellos que no os recibieren, ni os oyeren (básicamente se refiere al área, hasta la ciudad, y no la casa en la cual ellos fueran invitados), saliendo de allí (tenía la intención de expresar el significado de la visita), sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies en testimonio a ellos (un gesto simbólico). De cierto os digo, Que más tolerable será el castigo de los de Sodoma y Gomorra en el Día del Juicio, que el de aquella ciudad (en referencia al hecho de que Sodoma y Gomorra no tenían a ningún testigo del Evangelio, mientras estos sitios sí lo tenían). 12 Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintieren (el Mensaje no cambió, y no debería cambiar ahora). 13 Y echaban fuera muchos demonios (espíritus demoníacos), y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban (el aceite es simbólico del Espíritu Santo, no tiene nada que ver con la medicina [Éx. 27:20; 30:25; Núm. 6:15; I Sam. 16:1, 13; Sal. 45:7]). JUAN EL BAUTISTA DECAPITADO 14 Y oyó el rey Herodes (Antipas) la fama de Jesús; (porque Su Nombre se había hecho notorio:) y dijo, Juan el Bautista, ha resucitado de los muertos y, por tanto, poderes milagrosos obran en él (manifiesta una conciencia preocupada y culpable por haber ejecutado a Juan el Bautista). 15 Otros decían (se refiere al Tribunal de Herodes, así como muchos en Israel), Elías es. Y otros decían, Profeta es, o alguno de los Profetas (parece que Israel se confesaría culpable a cualquier cosa menos la Verdad de que Él era el Mesías, el Hijo del Dios Viviente). 16 Y oyéndolo Herodes, dijo, Éste es Juan el que yo decapité: él ha resucitado de los muertos (¡significa que él siguió diciéndolo repetidas veces, en respuesta a la predicción de otros en cuanto a Quién era Cristo!). 17 Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había aprisionado en la cárcel (el Espíritu Santo quiso asegurarse que nadie entendiera SAN MARCOS 6 147 mal que fue Herodes quien había hecho esta cosa malvada) a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano (Juan había estado en la prisión porque la esposa de Herodes, Herodías, lo había exigido): pues él (Herodes) la había tomado por mujer. 18 Porque Juan decía a Herodes, No te es lícito tener la mujer de tu hermano (significa que él lo dijo más de una vez, tanto a Herodes como a la gente). 19 Por lo tanto Herodías le acechaba (ella nunca soltó su furia contra el Bautista por haberse atrevido a denunciar sus relaciones privadas con Herodes, y esperaba el tiempo de vengarse), y deseaba matarle; pero no podía (significa que ella no careció de voluntad, sino la manera de hacerlo; ella sí encontraría la manera de hacerlo): 20 Porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo (significa que él estaba en un estado continuo de miedo con respecto al Profeta), y le tenía respeto (significa que vigilaba a Juan para guardarlo seguro de los malos complots de Herodías); y oyéndole, hacía muchas cosas, y le oía de buena gana (él siguió volviendo a la celda de la prisión húmeda e insalubre, a hablar con el Profeta; en otras palabras, el Espíritu Santo trataba con el alma de Herodes). 21 Y venido un día oportuno (se refiere a un tiempo conveniente para que Herodías matara a Juan el Bautista), en que Herodes siendo su cumpleaños daba una cena a sus príncipes, y tribunos, y a los principales de Galilea (Herodías encontraría su momento para vengarse en esta reunión); 22 Y entrando la hija de Herodías, y danzando, y agradando a Herodes y a los que estaban sentados con él (ella se degradó a sí misma en un baile licencioso), el rey dijo a la muchacha, Pídeme lo que quisieres, que yo te lo daré (Ellos estaban probablemente ebrios, o casi ebrios. Herodías activaría ahora su trampa). 23 Y le juró a ella (se puso a sí mismo bajo juramento), Todo lo que me pidieres, te daré, hasta la mitad de mi reino (él no quería perder prestigio delante de sus invitados). 24 Y saliendo ella, dijo a su madre (indica su conocimiento a lo menos de una parte del plan de la venganza), ¿Qué pediré? Y ella dijo, La cabeza de Juan el Bautista. 25 Entonces ella (la hija de Herodías) entró prestamente (inmediatamente) al rey (presenta a ella inmediatamente exigiendo su demanda, para que el rey no tuviera la oportunidad de no cumplir su promesa), y pidió, diciendo, Quiero que ahora mismo (inmediatamente) me des en un plato (en una bandeja) la cabeza de Juan el Bautista. SAN MARCOS 6 148 26 Y el rey se entristeció mucho; mas a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa (él guardaría las apariencias), no quiso desecharla (la vida del Profeta más grande que jamás vivió, se había reducido al valor de un baile lujurioso, al menos para estos hombres). 27 Y luego el rey enviando uno de la guardia, mandó que fuese traída su cabeza: el cual fue, y le decapitó en la cárcel (la prisión realmente estaba conectada al palacio donde la celebración estaba en progreso), 28 Y trajo su cabeza en un plato, y la dio a la muchacha: y la muchacha la dio a su madre (demuestra a Herodías, según Jerónimo que clavaba la lengua con un clavo largo; porque ella no podía soportar oír la verdad, por lo tanto, ella clavaría la lengua que había dicho la verdad; tanto Herodías como Herodes, un poco más tarde, fueron desterrados por un decreto del Senado Romano a Lyón donde ambos fallecieron miserablemente; Salomé, la hija que bailó, murió poco después, con su cabeza casi cortada por los filos agudos de hielo roto; “Mía es la Venganza; Yo pagaré, dice el Señor” [Rom. 12:19]). 29 Y oyéndolo sus discípulos (los discípulos de Juan el Bautista), vinieron y tomaron su cuerpo (Josefo dice que después de la decapitación, los restos mutilados fueron echados de la prisión y los dejaron abandonados), y le pusieron en un sepulcro (y así concluye la vida y el Ministerio del Profeta más grande que jamás ha vivido). JESÚS ALIMENTA A CINCO MIL 30 Y los Apóstoles se juntaron con Jesús (corresponde al anterior Versículo siete donde los Doce habían sido enviados de “dos en dos”; ya vuelven para hacer un informe a Cristo), y Le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado. 31 Y Él les dijo, Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco: porque eran muchos los que iban y venían, que ni aun tenían tiempo ni siquiera para comer. 32 Y se fueron en un barco al lugar desierto aparte (probablemente uno de los barcos que pertenecía a Zebedeo). 33 Y los vieron ir muchos, y Le conocieron, y concurrieron allá muchos a pie de las ciudades, y llegaron antes que ellos (los manifiesta esperándolo dondequiera que el barco atracara en este lugar desierto), y se juntaron a Él. 34 Y saliendo Jesús, vio grande multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor (la Nación era más religiosa que nunca, pero con pocos pastores genuinos): y Él les comenzó a enseñar muchas SAN MARCOS 6 149 cosas (indica el único Evangelio Verdadero que muchos de ellos jamás habían escuchado). 35 Y como ya avanzada la tarde, Sus Discípulos llegaron a Él, diciendo, El lugar es desierto, y el día ya muy entrado (el día estaba haciéndose tarde): 36 Envíalos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren para sí pan: porque no tienen qué comer. 37 Y respondiendo Él les dijo, Dadles de comer vosotros (Él se refería tanto en lo físico como en el sentido espiritual). Y Le dijeron, ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer? (Probablemente equivale a siete u ocho mil dólares en la actualidad.) 38 Y Él les dice, ¿Cuántos panes tenéis? (Pensaban en miles de panes.) Id, y vedlo. Y sabiéndolo, dijeron, Cinco, y dos peces (según Andrés, esta pequeña colección perteneció a un muchacho [Jn. 6:8-9]; poco es mucho si Dios está en ello). 39 Y Él les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre el pasto verde (al tomar en cuenta que el pasto estaba verde, era probablemente cerca del mes de Abril). 40 Y se recostaron por grupos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta. 41 Y tomados los cinco panes y los dos peces (significa el principio del Milagro, y porque estaba en Sus Manos), mirando al Cielo (es de Dios de donde todas las Bendiciones provienen), bendijo (Su Bendición garantiza todo), y partió los panes, y dio a Sus Discípulos para que los pusiesen delante; y repartió a todos los dos peces (el Milagro ocurrió entre el partir de los panes y peces y el repartir de ellos; cada Discípulo pronto agotó su provisión y, por lo tanto, tuvo que volver a Jesús para conseguir más, y nunca quedaba defraudado). 42 Y comieron todos, y se quedaron satisfechos (Jehová del Salmo 132 se reveló a Sí Mismo aquí). 43 Y recogieron de los pedazos doce canastas llenas, y de los peces. 44 Y los que comieron eran cinco mil hombres (posiblemente no menos de 10.000 a 15.000 en total, incluyendo a las mujeres y a los niños). JESÚS ANDA SOBRE EL MAR 45 Y luego (inmediatamente) dio prisa a Sus Discípulos a subir en el barco (estaban poco dispuestos a hacer así), e ir delante de Él a Betsaida de la otra parte, entre tanto que Él despedía a la multitud (pero Él los despidió sanados, alimentados y satisfechos). 46 Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar (la oración establece la relación). SAN MARCOS 6 150 47 Y cuando fue la tarde, el barco estaba en medio del mar, y Él solo en la tierra. 48 Y Él los vio fatigados bogando, porque el viento les era contrario (en vista de que fue de noche, Él no podía haberlos visto físicamente, luego el Espíritu Santo tenía que revelarle esto): y cerca de la cuarta vigilia de la noche Él vino a ellos (entre las 3:00 y las 6:00 de la madrugada), andando sobre el mar (se concluye que las sandalias de nuestro Señor realmente tuvo contacto con el agua; Él anduvo sobre la superficie del mar como andamos sobre un pavimento duro), y quería pasarlos de largo (debiera traducirse, “y vino cerca de ellos”). 49 Y viéndole ellos, que andaba sobre el mar (no podían creer lo que veían), pensaron que era fantasma, y dieron voces (pensaron que era una aparición): 50 Porque todos Le veían, y se turbaron (todos los Doce Lo vieron). Mas luego habló con ellos, y les dijo, Alentaos: Yo soy; no temáis (Él claramente estaba muy cerca cuando Él les dijo esto). 51 Y subió a ellos en el barco (Marcos omite lo de Pedro que caminó sobre el agua, lo cual fue registrado por Mateo); y calmó el viento (enfatiza el hecho de que tal fue hecho únicamente porque Él estaba ya en el barco): y ellos en gran manera estaban fuera de sí, y se maravillaban (habían presenciado algo más allá de su comprensión). 52 Porque aun no habían considerado lo de los panes: por cuanto estaban ofuscados sus corazones (el deseo de hacerle Rey a Jesús como Juan mencionaba, era supremo, en las mentes de Sus Discípulos; por consiguiente, no entendían la verdadera Misión de Cristo, al menos en este tiempo; y el desvío de la verdadera Voluntad de Dios siempre “endurece el corazón”; nada entorpece espiritualmente como el entusiasmo religioso de la naturaleza carnal que actúa en compañerismo con el mundo religioso). JESÚS SANA A MUCHOS ENFERMOS 53 Y después de cruzar el lago (el barco había comenzado sin Jesús, pero concluye con Él; ¡qué Milagro!), vinieron a tierra de Genezaret, y atracaron en la orilla (era una llanura fértil en la orilla del norte de Galilea y al oeste del Río Jordán). 54 Y saliendo ellos del barco (insinúa un barco de cierto tamaño; probablemente uno de los barcos de pesca más grandes de Zebedeo), luego (inmediatamente) Le conocieron. 55 Y recorriendo toda la tierra de alrededor (indica que los corredores iban de pueblo a pueblo y notificaban que Jesús estaba en las cercanías), comenzaron a SAN MARCOS 6 151 traer de todas partes enfermos en lechos, adonde oían que Él estaba (¡era un panorama patético, pero comprensible!). 56 Y dondequiera que entraba, en aldeas, o ciudades, o heredades, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y Le rogaban que tocasen siquiera el borde de Su Vestido: y todos los que Le tocaban quedaban sanos (¡tuvo que haber sido una situación asombrosa de contemplar!; ¡qué escena más maravillosa!; así será cuando Él vuelva la segunda vez, y aun mayor).


Primera Corintios Capítulo 13: 

Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.



Hebreos 10:35-12:4  
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

    
Romanos 8:  

Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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