25 December 2022

El 25 de diciembre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz-introducción


¡Feliz Navidad! ✨

El 25 de diciembre Lectura Bíblica Diaria:

I Crónicas 24-26:
24 También los hijos de Aarón fueron distribuidos en grupos. Los hijos de Aarón: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. Mas como Nadab y Abiú murieron antes que su padre, y no tuvieron hijos, Eleazar e Itamar ejercieron el sacerdocio. Y David, con Sadoc de los hijos de Eleazar, y Ahimelec de los hijos de Itamar, los repartió por sus turnos en el ministerio. Y de los hijos de Eleazar había más varones principales que de los hijos de Itamar; y los repartieron así: De los hijos de Eleazar, dieciséis cabezas de casas paternas; y de los hijos de Itamar, por sus casas paternas, ocho. Los repartieron, pues, por suerte los unos con los otros; porque de los hijos de Eleazar y de los hijos de Itamar hubo príncipes del santuario, y príncipes de la casa de Dios. Y el escriba Semaías hijo de Natanael, de los levitas, escribió sus nombres en presencia del rey y de los príncipes, y delante de Sadoc el sacerdote, de Ahimelec hijo de Abiatar y de los jefes de las casas paternas de los sacerdotes y levitas, designando por suerte una casa paterna para Eleazar, y otra para Itamar. La primera suerte tocó a Joiarib, la segunda a Jedaías, la tercera a Harim, la cuarta a Seorim, la quinta a Malquías, la sexta a Mijamín, la séptima a Cos, la octava a Abías, la novena a Jesúa, la décima a Secanías, la undécima a Eliasib, la duodécima a Jaquim, la decimatercera a Hupa, la decimacuarta a Jesebeab, la decimaquinta a Bilga, la decimasexta a Imer, la decimaséptima a Hezir, la decimaoctava a Afses, la decimanovena a Petaías, la vigésima a Hezequiel, la vigesimaprimera a Jaquín, la vigesimasegunda a Gamul, la vigesimatercera a Delaía, la vigesimacuarta a Maazías. Estos fueron distribuidos para su ministerio, para que entrasen en la casa de Jehová, según les fue ordenado por Aarón su padre, de la manera que le había mandado Jehová el Dios de Israel. Y de los hijos de Leví que quedaron: Subael, de los hijos de Amram; y de los hijos de Subael, Jehedías. Y de los hijos de Rehabías, Isías el jefe. De los izharitas, Selomot; e hijo de Selomot, Jahat. De los hijos de Hebrón: Jerías el jefe, el segundo Amarías, el tercero Jahaziel, el cuarto Jecamán. Hijo de Uziel, Micaía; e hijo de Micaía, Samir. Hermano de Micaía, Isías; e hijo de Isías, Zacarías. Los hijos de Merari: Mahli y Musi; hijo de Jaazías, Beno. Los hijos de Merari por Jaazías: Beno, Soham, Zacur e Ibri. Y de Mahli, Eleazar, quien no tuvo hijos. Hijo de Cis, Jerameel. Los hijos de Musi: Mahli, Edar y Jerimot. Estos fueron los hijos de los levitas conforme a sus casas paternas. Estos también echaron suertes, como sus hermanos los hijos de Aarón, delante del rey David, y de Sadoc y de Ahimelec, y de los jefes de las casas paternas de los sacerdotes y levitas; el principal de los padres igualmente que el menor de sus hermanos. 25 Asimismo David y los jefes del ejército apartaron para el ministerio a los hijos de Asaf, de Hemán y de Jedutún, para que profetizasen con arpas, salterios y címbalos; y el número de ellos, hombres idóneos para la obra de su ministerio, fue: De los hijos de Asaf: Zacur, José, Netanías y Asarela, hijos de Asaf, bajo la dirección de Asaf, el cual profetizaba bajo las órdenes del rey. De los hijos de Jedutún: Gedalías, Zeri, Jesaías, Hasabías, Matatías y Simei; seis, bajo la dirección de su padre Jedutún, el cual profetizaba con arpa, para aclamar y alabar a Jehová. De los hijos de Hemán: Buquías, Matanías, Uziel, Sebuel, Jeremot, Hananías, Hanani, Eliata, Gidalti, Romanti-ezer, Josbecasa, Maloti, Hotir y Mahaziot. Todos éstos fueron hijos de Hemán, vidente del rey en las cosas de Dios, para exaltar su poder; y Dios dio a Hemán catorce hijos y tres hijas. Y todos éstos estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová, con címbalos, salterios y arpas, para el ministerio del templo de Dios. Asaf, Jedutún y Hemán estaban por disposición del rey. Y el número de ellos, con sus hermanos, instruidos en el canto para Jehová, todos los aptos, fue doscientos ochenta y ocho. Y echaron suertes para servir por turnos, entrando el pequeño con el grande, lo mismo el maestro que el discípulo. La primera suerte salió por Asaf, para José; la segunda para Gedalías, quien con sus hermanos e hijos fueron doce. la tercera para Zacur, con sus hijos y sus hermanos, doce; la cuarta para Izri, con sus hijos y sus hermanos, doce; la quinta para Netanías, con sus hijos y sus hermanos, doce; la sexta para Buquías, con sus hijos y sus hermanos, doce; la séptima para Jesarela, con sus hijos y sus hermanos, doce; la octava para Jesahías, con sus hijos y sus hermanos, doce; la novena para Matanías, con sus hijos y sus hermanos, doce; la décima para Simei, con sus hijos y sus hermanos, doce; la undécima para Azareel, con sus hijos y sus hermanos, doce; la duodécima para Hasabías, con sus hijos y sus hermanos, doce; la decimatercera para Subael, con sus hijos y sus hermanos, doce; la decimacuarta para Matatías, con sus hijos y sus hermanos, doce; la decimaquinta para Jeremot, con sus hijos y sus hermanos, doce; la decimasexta para Hananías, con sus hijos y sus hermanos, doce; la decimaséptima para Josbecasa, con sus hijos y sus hermanos, doce; la decimaoctava para Hanani, con sus hijos y sus hermanos, doce; la decimanovena para Maloti, con sus hijos y sus hermanos, doce; la vigésima para Eliata, con sus hijos y sus hermanos, doce; la vigesimaprimera para Hotir, con sus hijos y sus hermanos, doce; la vigesimasegunda para Gidalti, con sus hijos y sus hermanos, doce; la vigesimatercera para Mahaziot, con sus hijos y sus hermanos, doce; la vigesimacuarta para Romanti-ezer, con sus hijos y sus hermanos, doce. 26 También fueron distribuidos los porteros: de los coreítas, Meselemías hijo de Coré, de los hijos de Asaf. Los hijos de Meselemías: Zacarías el primogénito, Jediael el segundo, Zebadías el tercero, Jatniel el cuarto, Elam el quinto, Johanán el sexto, Elioenai el séptimo. Los hijos de Obed-edom: Semaías el primogénito, Jozabad el segundo, Joa el tercero, el cuarto Sacar, el quinto Natanael, el sexto Amiel, el séptimo Isacar, el octavo Peultai; porque Dios había bendecido a Obed-edom. También de Semaías su hijo nacieron hijos que fueron señores sobre la casa de sus padres; porque eran varones valerosos y esforzados. Los hijos de Semaías: Otni, Rafael, Obed, Elzabad, y sus hermanos, hombres esforzados; asimismo Eliú y Samaquías. Todos éstos de los hijos de Obed-edom; ellos con sus hijos y sus hermanos, hombres robustos y fuertes para el servicio; sesenta y dos, de Obed-edom. Y los hijos de Meselemías y sus hermanos, dieciocho hombres valientes. De Hosa, de los hijos de Merari: Simri el jefe (aunque no era el primogénito, mas su padre lo puso por jefe), el segundo Hilcías, el tercero Tebalías, el cuarto Zacarías; todos los hijos de Hosa y sus hermanos fueron trece. Entre éstos se hizo la distribución de los porteros, alternando los principales de los varones en la guardia con sus hermanos, para servir en la casa de Jehová. Echaron suertes, el pequeño con el grande, según sus casas paternas, para cada puerta. Y la suerte para la del oriente cayó a Selemías. Y metieron en las suertes a Zacarías su hijo, consejero entendido; y salió la suerte suya para la del norte. Y para Obed-edom la puerta del sur, y a sus hijos la casa de provisiones del templo. Para Supim y Hosa, la del occidente, la puerta de Salequet, en el camino de la subida, correspondiéndose guardia con guardia. Al oriente seis levitas, al norte cuatro de día; al sur cuatro de día; y a la casa de provisiones de dos en dos. En la cámara de los utensilios al occidente, cuatro al camino, y dos en la cámara. Estas son las distribuciones de los porteros, hijos de los coreítas y de los hijos de Merari. Y de los levitas, Ahías tenía cargo de los tesoros de la casa de Dios, y de los tesoros de las cosas santificadas. Cuanto a los hijos de Laadán hijo de Gersón: de Laadán, los jefes de las casas paternas de Laadán gersonita fueron los jehielitas. Los hijos de Jehieli, Zetam y Joel su hermano, tuvieron cargo de los tesoros de la casa de Jehová. De entre los amramitas, de los izharitas, de los hebronitas y de los uzielitas, Sebuel hijo de Gersón, hijo de Moisés, era jefe sobre los tesoros. En cuanto a su hermano Eliezer, hijo de éste era Rehabías, hijo de éste Jesaías, hijo de éste Joram, hijo de éste Zicri, del que fue hijo Selomit. Este Selomit y sus hermanos tenían a su cargo todos los tesoros de todas las cosas santificadas que había consagrado el rey David, y los jefes de las casas paternas, los capitanes de millares y de centenas, y los jefes del ejército; de lo que habían consagrado de las guerras y de los botines, para reparar la casa de Jehová. Asimismo todas las cosas que había consagrado el vidente Samuel, y Saúl hijo de Cis, Abner hijo de Ner y Joab hijo de Sarvia, y todo lo que cualquiera consagraba, estaba a cargo de Selomit y de sus hermanos. De los izharitas, Quenanías y sus hijos eran gobernadores y jueces sobre Israel en asuntos exteriores. De los hebronitas, Hasabías y sus hermanos, hombres de vigor, mil setecientos, gobernaban a Israel al otro lado del Jordán, al occidente, en toda la obra de Jehová, y en el servicio del rey. De los hebronitas, Jerías era el jefe de los hebronitas repartidos en sus linajes por sus familias. En el año cuarenta del reinado de David se registraron, y fueron hallados entre ellos hombres fuertes y vigorosos en Jazer de Galaad. Y sus hermanos, hombres valientes, eran dos mil setecientos, jefes de familias, los cuales el rey David constituyó sobre los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés, para todas las cosas de Dios y los negocios del rey.

Salmo 76:
Dios es conocido en Judá; su nombre es exaltado en Israel. En Salén se halla su santuario; en Sión está su morada. Allí hizo pedazos las centelleantes saetas, los escudos, las espadas, las armas de guerra. Selah. Estás rodeado de esplendor; eres más imponente que las montañas eternas. Los valientes yacen ahora despojados; han caído en el sopor de la muerte. Ninguno de esos hombres aguerridos volverá a levantar sus manos. Cuando tú, Dios de Jacob, los reprendiste, quedaron pasmados jinetes y corceles. Tú, y sólo tú, eres de temer. ¿Quién puede hacerte frente cuando se enciende tu enojo? Desde el cielo diste a conocer tu veredicto; la tierra, temerosa, guardó silencio cuando tú, oh Dios, te levantaste para juzgar, para salvar a los pobres de la tierra.
Selah. La furia de Edom se vuelve tu alabanza; lo que aún queda de Jamat se vuelve tu corona. Hagan votos al Señor su Dios, y cúmplanlos; que todos los países vecinos paguen tributo al Dios temible, al que acaba con el valor de los gobernantes, ¡al que es temido por los reyes de la tierra!


Proverbios 2:
Hijo mío, si haces tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos; si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; si llamas a la inteligencia y pides discernimiento; si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido, entonces comprenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios. Él reserva su ayuda para la gente íntegra y protege a los de conducta intachable. Él cuida el sendero de los justos y protege el camino de sus fieles. Entonces comprenderás la justicia y el derecho, la equidad y todo buen camino; la sabiduría vendrá a tu corazón, y el conocimiento te endulzará la vida. La discreción te cuidará, la inteligencia te protegerá. La sabiduría te librará del camino de los malvados, de los que profieren palabras perversas, de los que se apartan del camino recto para andar por sendas tenebrosas, de los que se complacen en hacer lo malo y festejan la perversidad, de los que andan por caminos torcidos y por sendas extraviadas; te librará de la mujer ajena, de la extraña de palabras seductoras que, olvidándose de su pacto con Dios, abandona al compañero de su juventud. Ciertamente su casa conduce a la muerte; sus sendas llevan al reino de las sombras. El que se enreda con ella no vuelve jamás, ni alcanza los senderos de la vida. Así andarás por el camino de los buenos y seguirás la senda de los justos. Pues los íntegros, los perfectos, habitarán la tierra y permanecerán en ella. Pero los malvados, los impíos, serán desarraigados y expulsados de la tierra.


El Libro de Primera Corintios Capítulo 6 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS



CAPÍTULO 6
(59 d.C.)
LA LEY CIVIL



¿OSA alguno de vosotros, teniendo algo con otro, ir a juicio delante de los injustos (desde luego la Casa de Cloé había llevado esta situación a la atención de Pablo [1:11]), y no delante de los Santos? (Demuestra lo que nuestro Señor proclamó cuando Él impuso la norma para que los Creyentes resolvieran entre ellos las riñas [Mat. 18:15-17].)
2 ¿O no sabéis que los Santos han de juzgar al mundo? (los Reinos Milenarios y Eternos de Jesucristo y Sus Santos.) Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? (una reprensión apropiada.)
3 ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los Ángeles? (Sólo se refiere a aquellos Ángeles que cayeron con Lucifer [II Ped. 2:4; Judas, v. 6; Apoc. 20:10].) ¿Cuánto más las cosas de esta vida? (La vida presente es elemental en comparación con aquella vida venidera.)
4 Por tanto, si hubiereis de tener juicios de las cosas de esta vida (parece que habían muchas riñas en la Iglesia en Corinto), poned para juzgar a los que son de menor estima en la Iglesia (de nuevo Pablo recurre a la ironía).
5 Para avergonzaros lo digo (yo no tuviera que decir estas cosas). ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio? (La pregunta conlleva sarcasmo.) ¿Ni aun uno que pueda juzgar entre sus Hermanos? (La pregunta se hizo en Griego de manera que exige una respuesta afirmativa. ¡Claro que sí!)
6 Sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos (¡un mal ejemplo!).
7 Así que por cierto es ya una falta en vosotros, que tengáis pleitos entre vosotros mismos (no debe ser así entre los Cristianos). ¿Por qué no sufrís antes la injuria? (El ejemplo perfecto de la persona que no ha crucificado su propio interés.) ¿Por qué no sufrís antes ser defraudados? (Es mejor sufrir pérdida material que pérdida espiritual.)
8 Empero vosotros hacéis la injuria, y defraudáis, y esto a los Hermanos. (¡De por sí es incorrecto defraudar a alguien, pero es aún peor defraudar a un Hermano compañero en el Señor!)
LA PUREZA
9 ¿No sabéis que los injustos no poseerán el Reino de Dios? (Derriba la doctrina no Bíblica de la Seguridad Eterna Incondicional.) Que nadie os engañe (las mismas palabras de nuestro Señor, no deje que ningún hombre os engañe [Marc. 13:5]): que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones (la prueba del Verdadero Cristianismo es la vida cambiada),
10 Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores, heredarán el Reino de Dios (aquellos que se consideran Creyentes, pero aún siguen cometiendo los pecados ya mencionados, a éstos el Espíritu Santo les dice que no son salvos, sin tomar en consideración sus afirmaciones).
11 Y esto erais algunos (antes de la conversión): mas ya sois lavados (la Sangre de Jesús limpia de todo pecado), mas ya sois Santificados (la posición en Cristo de la persona), mas ya sois Justificados (declarado sin culpa) en el Nombre del Señor Jesús (se refiere a Cristo y lo que Él hizo en la Cruz, a fin de que pudiéramos ser salvos), y por el Espíritu de nuestro Dios (la Tercera Persona de la Deidad Trina como el Mecánico en esta gran Obra de la Gracia).
12 Todas las cosas me son Lícitas (el Cristianismo no es una religión que consiste de reglas, etc.), mas no todas convienen (no provechoso): todas las cosas me son Lícitas, mas yo no me meteré debajo de potestad de ninguna (la Gracia no da licencia para pecar, sino más bien libertad para vivir una Vida Santa).
13 Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas (el alimento no contiene ninguna aplicación espiritual): empero a él y a ellas deshará Dios (no haga un dios de su vientre; no le caerá bien al Señor). Mas el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor (nuestro cuerpo físico es el Templo del Espíritu Santo [3:16]); y el Señor para el cuerpo (si mantenemos puro el Templo, lo que sólo puede realizar por Su Gracia, Él lo cuidará bien).
14 Y Dios que levantó al Señor (la Resurrección de nuestro Señor), también a nosotros nos levantará con Su Poder (conlleva la idea que el cuerpo humano pertenece a Dios, no sólo el alma y espíritu, porque éste también participará en la Resurrección física de los Creyentes).
15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? (Cuando una persona es salva, ellos son salvos de un modo integral, que significa el espíritu, el alma y el cuerpo; todos juntos. Nos convertimos en un miembro de Cristo como una unidad, el Espíritu Santo considera el ser trino del hombre como uno.) ¿Quitaré pues los miembros de Cristo, y los haré miembros de una ramera? (Cada parte del cuerpo físico, incluso los órganos sexuales, le pertenecen a Cristo.) Lejos sea (¡Qué nunca sea así!).
16 ¿O (¡cómo podría alguien, sobre todo un Creyente, pensar que el Espíritu Santo sancionaría el terrible pecado de la fornicación!) no sabéis que el que se junta con una ramera, es hecho con ella un cuerpo? (Concierne un argumento contra este pecado que es el más original e impresionante que se haya usado.) porque dice, los dos serán una sola carne ([Gén. 2:24] ningún tipo de relaciones sexuales entre los sexos es libre del pecado, excepto bajo la sanción del matrimonio).
17 Empero el que se junta con el Señor (indica la unión más cercana posible, simbolizada por la unión sexual de un marido Cristiano y su esposa), un espíritu es (refleja la misma unión con Cristo, aunque en un sentido espiritual, como la tienen un marido y su esposa en un sentido físico).
18 Huid la fornicación (no es una sugerencia, sino un Mandato; la fornicación, como definición abreviada, se refiere a cualquier tipo de inmoralidad). Cualquier otro pecado que el hombre hiciere, está fuera de su cuerpo (todos los demás pecados que no son de la fornicación; la glotonería, la embriaguez o la drogadicción, etc., aunque afectan el cuerpo de modo negativo, tienen su origen desde fuera; pero con la fornicación, la fuente de inmundicia está en el corazón); mas el que fornica contra su propio cuerpo peca (presenta en el sentido físico un tipo de unión espiritual del hombre con los demonios; es la razón por la cual Dios se refería a Israel cuando adoraba a los ídolos como adulterio espiritual o fornicación [Jer. 3:1-9; Ezeq. 23:1-45; Os., cap. 4]).
19 ¿O (¡para este momento, ya usted debe de saber!) ignoráis que vuestro cuerpo es Templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros (en realidad se refiere al cuerpo humano del Creyente Nacido de Nuevo como un Santuario del Espíritu Santo), el cual tenéis de Dios (todo es de Dios y en consecuencia debe ser tratado así), y que no sois vuestros? (Pertenecemos al Señor.)
20 Porque comprados sois por precio (el precio era la Sangre derramada de Cristo en el Calvario): Glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo (donde mora el Espíritu) y en vuestro espíritu (el uso de la morada), los cuales son de Dios (porque fuimos creados por Dios, y hemos sido comprados a gran precio).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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