23 December 2022

El 23 de diciembre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo


El 23 de diciembre Lectura Bíblica Diaria:


I Crónicas 18-20:

18 Después de estas cosas aconteció que David derrotó a los filisteos, y los humilló, y tomó a Gat y sus villas de mano de los filisteos. También derrotó a Moab, y los moabitas fueron siervos de David, trayéndole presentes. Asimismo derrotó David a Hadad-ezer rey de Soba, en Hamat, yendo éste a asegurar su dominio junto al río Eufrates. Y le tomó David mil carros, siete mil de a caballo, y veinte mil hombres de a pie; y desjarretó David los caballos de todos los carros, excepto los de cien carros que dejó. Y viniendo los sirios de Damasco en ayuda de Hadad-ezer rey de Soba, David hirió de ellos veintidós mil hombres. Y puso David guarnición en Siria de Damasco, y los sirios fueron hechos siervos de David, trayéndole presentes; porque Jehová daba la victoria a David dondequiera que iba. Tomó también David los escudos de oro que llevaban los siervos de Hadad-ezer, y los trajo a Jerusalén. Asimismo de Tibhat y de Cun, ciudades de Hadad-ezer, tomó David muchísimo bronce, con el que Salomón hizo el mar de bronce, las columnas, y utensilios de bronce. Y oyendo Toi rey de Hamat que David había deshecho todo el ejército de Hadad-ezer rey de Soba, envió a Adoram su hijo al rey David, para saludarle y bendecirle por haber peleado con Hadad-ezer y haberle vencido; porque Toi tenía guerra contra Hadad-ezer. Le envió también toda clase de utensilios de oro, de plata y de bronce; los cuales el rey David dedicó a Jehová, con la plata y el oro que había tomado de todas las naciones de Edom, de Moab, de los hijos de Amón, de los filisteos y de Amalec. Además de esto, Abisai hijo de Sarvia destrozó en el valle de la Sal a dieciocho mil edomitas. Y puso guarnición en Edom, y todos los edomitas fueron siervos de David; porque Jehová daba el triunfo a David dondequiera que iba. Reinó David sobre todo Israel, y juzgaba con justicia a todo su pueblo. Y Joab hijo de Sarvia era general del ejército, y Josafat hijo de Ahilud, canciller. Sadoc hijo de Ahitob y Abimelec hijo de Abiatar eran sacerdotes, y Savsa, secretario. Y Benaía hijo de Joiada estaba sobre los cereteos y peleteos; y los hijos de David eran los príncipes cerca del rey. 19 Después de estas cosas aconteció que murió Nahas rey de los hijos de Amón, y reinó en su lugar su hijo. Y dijo David: Manifestaré misericordia con Hanún hijo de Nahas, porque también su padre me mostró misericordia. Así David envió embajadores que lo consolasen de la muerte de su padre. Pero cuando llegaron los siervos de David a la tierra de los hijos de Amón a Hanún, para consolarle, los príncipes de los hijos de Amón dijeron a Hanún: ¿A tu parecer honra David a tu padre, que te ha enviado consoladores? ¿No vienen más bien sus siervos a ti para espiar, e inquirir, y reconocer la tierra? Entonces Hanún tomó los siervos de David y los rapó, y les cortó los vestidos por la mitad, hasta las nalgas, y los despachó. Se fueron luego, y cuando llegó a David la noticia sobre aquellos varones, él envió a recibirlos, porque estaban muy afrentados. El rey mandó que les dijeran: Estaos en Jericó hasta que os crezca la barba, y entonces volveréis. Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, Hanún y los hijos de Amón enviaron mil talentos de plata para tomar a sueldo carros y gente de a caballo de Mesopotamia, de Siria, de Maaca y de Soba. Y tomaron a sueldo treinta y dos mil carros, y al rey de Maaca y a su ejército, los cuales vinieron y acamparon delante de Medeba. Y se juntaron también los hijos de Amón de sus ciudades, y vinieron a la guerra. Oyéndolo David, envió a Joab con todo el ejército de los hombres valientes. Y los hijos de Amón salieron, y ordenaron la batalla a la entrada de la ciudad; y los reyes que habían venido estaban aparte en el campo. Y viendo Joab que el ataque contra él había sido dispuesto por el frente y por la retaguardia, escogió de los más aventajados que había en Israel, y con ellos ordenó su ejército contra los sirios. Puso luego el resto de la gente en mano de Abisai su hermano, y los ordenó en batalla contra los amonitas. Y dijo: Si los sirios fueren más fuertes que yo, tú me ayudarás; y si los amonitas fueren más fuertes que tú, yo te ayudaré. Esfuérzate, y esforcémonos por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro Dios; y haga Jehová lo que bien le parezca. Entonces se acercó Joab y el pueblo que tenía consigo, para pelear contra los sirios; mas ellos huyeron delante de él. Y los hijos de Amón, viendo que los sirios habían huido, huyeron también ellos delante de Abisai su hermano, y entraron en la ciudad. Entonces Joab volvió a Jerusalén. Viendo los sirios que habían caído delante de Israel, enviaron embajadores, y trajeron a los sirios que estaban al otro lado del Eufrates, cuyo capitán era Sofac, general del ejército de Hadad-ezer. Luego que fue dado aviso a David, reunió a todo Israel, y cruzando el Jordán vino a ellos, y ordenó batalla contra ellos. Y cuando David hubo ordenado su tropa contra ellos, pelearon contra él los sirios. Mas el pueblo sirio huyó delante de Israel; y mató David de los sirios a siete mil hombres de los carros, y cuarenta mil hombres de a pie; asimismo mató a Sofac general del ejército. Y viendo los siervos de Hadad-ezer que habían caído delante de Israel, concertaron paz con David, y fueron sus siervos; y el pueblo sirio nunca más quiso ayudar a los hijos de Amón. 20 Aconteció a la vuelta del año, en el tiempo que suelen los reyes salir a la guerra, que Joab sacó las fuerzas del ejército, y destruyó la tierra de los hijos de Amón, y vino y sitió a Rabá. Mas David estaba en Jerusalén; y Joab batió a Rabá, y la destruyó. Y tomó David la corona de encima de la cabeza del rey de Rabá, y la halló de peso de un talento de oro, y había en ella piedras preciosas; y fue puesta sobre la cabeza de David. Además de esto sacó de la ciudad muy grande botín. Sacó también al pueblo que estaba en ella, y lo puso a trabajar con sierras, con trillos de hierro y con hachas. Lo mismo hizo David a todas las ciudades de los hijos de Amón. Y volvió David con todo el pueblo a Jerusalén. Después de esto aconteció que se levantó guerra en Gezer contra los filisteos; y Sibecai husatita mató a Sipai, de los descendientes de los gigantes; y fueron humillados. Volvió a levantarse guerra contra los filisteos; y Elhanán hijo de Jair mató a Lahmi, hermano de Goliat geteo, el asta de cuya lanza era como un rodillo de telar. Y volvió a haber guerra en Gat, donde había un hombre de grande estatura, el cual tenía seis dedos en pies y manos, veinticuatro por todos; y era descendiente de los gigantes. Este hombre injurió a Israel, pero lo mató Jonatán, hijo de Simea hermano de David. Estos eran descendientes de los gigantes en Gat, los cuales cayeron por mano de David y de sus siervos.  

Salmo 74:
¿Por qué, oh Dios, nos has rechazado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu ira contra las ovejas de tu prado? Acuérdate del pueblo que adquiriste desde tiempos antiguos, de la tribu que redimiste para que fuera tu posesión. Acuérdate de este monte Sión, que es donde tú habitas. Dirige tus pasos hacia estas ruinas eternas; ¡todo en el santuario lo ha destruido el enemigo! Tus adversarios rugen en el lugar de tus asambleas y plantan sus banderas en señal de victoria. Parecen leñadores en el bosque, talando árboles con sus hachas. Con sus hachas y martillos destrozaron todos los adornos de madera. Prendieron fuego a tu santuario; profanaron el lugar donde habitas. En su corazón dijeron: "¡Los haremos polvo!", y quemaron en el país todos tus santuarios. Ya no vemos ondear nuestras banderas; ya no hay ningún profeta, y ni siquiera sabemos hasta cuándo durará todo esto. ¿Hasta cuándo, oh Dios, se burlará el adversario? ¿Por siempre insultará tu nombre el enemigo? ¿Por qué retraes tu mano, tu mano derecha? ¿Por qué te quedas cruzado de brazos? Tú, oh Dios, eres mi rey desde tiempos antiguos; tú traes salvación sobre la tierra. Tú dividiste el mar con tu poder; les rompiste la cabeza a los monstruos marinos. Tú aplastaste las cabezas de Leviatán y lo diste por comida a las jaurías del desierto. Tú hiciste que brotaran fuentes y arroyos; secaste ríos de inagotables corrientes. Tuyo es el día, tuya también la noche; tú estableciste la luna y el sol; trazaste los límites de la tierra, y creaste el verano y el invierno. Recuerda, Señor, que tu enemigo se burla, y que un pueblo insensato ofende tu nombre. No entregues a las fieras la vida de tu tórtola; no te olvides, ni ahora ni nunca, de la vida de tus pobres. Toma en cuenta tu pacto, pues en todos los rincones del país abunda la violencia. Que no vuelva humillado el oprimido; que alaben tu nombre el pobre y el necesitado. Levántate, oh Dios, y defiende tu causa; recuerda que a todas horas te ofenden los necios. No pases por alto el griterío de tus adversarios, el creciente tumulto de tus enemigos.


Proverbios 31:
Los dichos del rey Lemuel. Oráculo mediante el cual su madre lo instruyó: "¿Qué pasa, hijo mío? ¿Qué pasa, hijo de mis entrañas? ¿Qué pasa, fruto de mis votos al Señor? No gastes tu vigor en las mujeres, ni tu fuerza en las que arruinan a los reyes. "No conviene que los reyes, oh Lemuel, no conviene que los reyes se den al vino, ni que los gobernantes se entreguen al licor, no sea que al beber se olviden de lo que la ley ordena y priven de sus derechos a todos los oprimidos. Dales licor a los que están por morir, y vino a los amargados; ¡que beban y se olviden de su pobreza! ¡que no vuelvan a acordarse de sus penas! "¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos! ¡Levanta la voz, y hazles justicia! ¡Defiende a los pobres y necesitados!" Epílogo: Acróstico a la mujer ejemplar Álef - Mujer ejemplar, ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras preciosas! Bet - Su esposo confía plenamente en ella y no necesita de ganancias mal habidas. Guímel - Ella le es fuente de bien, no de mal, todos los días de su vida. Dálet - Anda en busca de lana y de lino, y gustosa trabaja con sus manos. He - Es como los barcos mercantes, que traen de muy lejos su alimento. Vav - Se levanta de madrugada, da de comer a su familia y asigna tareas a sus criadas. Zayin - Calcula el valor de un campo y lo compra; con sus ganancias planta un viñedo. Jet - Decidida se ciñe la cintura y se apresta para el trabajo. Tet - Se complace en la prosperidad de sus negocios, y no se apaga su lámpara en la noche. Yod - Con una mano sostiene el huso y con la otra tuerce el hilo. Caf - Tiende la mano al pobre, y con ella sostiene al necesitado. Lámed - Si nieva, no tiene que preocuparse de su familia, pues todos están bien abrigados. Mem - Las colchas las cose ella misma, y se viste de púrpura y lino fino. Nun - Su esposo es respetado en la comunidad; ocupa un puesto entre las autoridades del lugar. Sámej - Confecciona ropa de lino y la vende; provee cinturones a los comerciantes. Ayin - Se reviste de fuerza y dignidad, y afronta segura el porvenir. Pe - Cuando habla, lo hace con sabiduría; cuando instruye, lo hace con amor. Tsade - Está atenta a la marcha de su hogar, y el pan que come no es fruto del ocio. Qof - Sus hijos se levantan y la felicitan; también su esposo la alaba: Resh - "Muchas mujeres han realizado proezas, pero tú las superas a todas." Shin - Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza. Tav - ¡Sean reconocidos sus logros, y públicamente alabadas sus obras!


El Libro de Primera Corintios Capítulo 4 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS
CAPÍTULO 4
(59 d.C.)
EL JUICIO

CONSIDÉRENNOS los hombres por Ministros de Cristo (los Cristianos han de tomar en cuenta la posición de los Ministros del Evangelio, y Pablo nos dice qué es lo que han de tomar en cuenta), y Administradores (literalmente un mayordomo de la casa) de los Misterios de Dios. (Éstas son las Verdades que una vez estuvieron ocultas, pero son reveladas ahora.) 2 Más ahora se requiere en los Administradores, que cada uno sea hallado Fiel (como se expresó, Dios no exige el éxito, sino la Fidelidad). 3 Yo en muy poco tengo el ser juzgado de vosotros (juzgado en cuanto a sus motivos), o de juicio humano (cualquier hombre que lo juzga en cuanto a motivos): y ni aun yo me juzgo. (En efecto, un Creyente en realidad no tiene la capacitad de juzgarse a sí mismo, mucho menos a otros.) 4 Porque aunque de nada tengo mala conciencia (en efecto, “el veredicto de mi propia conciencia me absuelve de toda infidelidad intencional”; pero esto es insuficiente, porque Dios ve más claramente que nosotros); no por eso soy justificado (no sé de que haya nada en mi vida ni en mi Ministerio que es contrario al Señor, de todos modos no es mi juicio lo que cuenta en este caso, sino más bien el del Señor): mas El Que me juzga, el Señor es (el Señor es el Mando final, de hecho, el único Juez Verdadero). 5 Así que no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor (se refiere al próximo “Tribunal de Cristo”), El Cual también aclarará lo oculto de las tinieblas, y manifestará los intentos de los corazones (en aquel momento, el Señor revelará los motivos verdaderos detrás de las acciones de Su Pueblo): y entonces cada uno tendrá de Dios la alabanza (en realidad quiere decir “tal alabanza como se lo merece”). LA HUMILDAD 6 Esto empero, Hermanos, he pasado por  ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros (él y Apolos se han usado de ejemplos); para que en nosotros aprendáis a no saber más de lo que está escrito (se refiere a Las Escrituras), para que ninguno de vosotros se vuelva arrogante a favor del uno contra el otro (una inflación de orgullo). 7 Porque ¿quién te distingue? (Todos están a la misma altura, en necesidad desesperada de Dios.) ¿O qué tienes que no hayas recibido? (Cualquier cosa que tenemos es un Don, no es un mérito.) Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías como si no hubieras recibido? (¡Es una jactancia falsa!) 8 Ya estáis hartos, ya estáis ricos (el Apóstol usando ironía), sin nosotros reináis (actúan como si no necesitaran de nuestro Ministerio): ¡ah eso! qué hubierais empezado a reinar, para que nosotros reináramos también juntamente con vosotros (en efecto, dice que a él le hubiera gustado que ellos estuvieran en el Milenio). 9 Porque a lo que pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los Apóstoles por los postreros, como a sentenciados a muerte (gladiadores en la arena, designados a morir): porque somos hechos espectáculo al mundo, y a los Ángeles, y a los hombres. (Exhibieron en un teatro a hombres y mujeres llamados por Dios como un espectáculo al mundo de los hombres y a los Ángeles.) 10 Nosotros somos necios por amor de Cristo (continuamos siendo el espectáculo), y vosotros prudentes en Cristo (diciéndole a los Corintios, y de hecho a todos los demás respecto a eso, que si ellos verdaderamente andan cerca de Cristo, entonces se encontrarán con el mismo desprecio y odio que los hombres demostraron a Cristo); nosotros débiles (todos los Creyentes son débiles, por lo menos en cuanto a lo que se refiere a la carne), y vosotros fuertes (estos Corintios estaban ocupados diciéndole a todos cuán fuertes eran en el Señor); vosotros distinguidos, y nosotros despreciados. (Mientras más popular sea la Iglesia, más lejos está de Dios. ¡Los Creyentes Verdaderos son despreciados!) 11 Hasta esta hora (habla del momento cuando él escribía esta Epístola) hambrientos, y tenemos sed, y estamos desnudos, y somos heridos de golpes, y no tenemos ni dónde vivir (quizás el desamparo y estar sin casa era la más severa de todas las pruebas); 12 Y trabajamos, obrando con nuestras manos (su trabajo de fabricar tiendas de campaña, que fue lo que hizo para suplir sus necesidades en los sitios donde intentaba fundar una Iglesia): nos maldicen, y bendecimos (presenta la postura espiritual correcta para el Hijo de Dios); padecemos persecución, y sufrimos (póngalo en las Manos del Señor): 13 Somos blasfemados, y rogamos (sin tener en cuenta cuan mala era la reacción al Mensaje, el Apóstol no permitía que su espíritu fuera afectado por la oposición): hemos venido a ser como la basura del mundo (podría haberse traducido, “somos tratados como la inmundicia del mundo”), el desecho de todos hasta ahora (derriba la popularidad). CONSEJO 14 No escribo esto para avergonzaros (conlleva la idea que no está simplemente descargándose su mal humor, por así decirlo; hay una lección que el Espíritu Santo desea que él enseñe), mas os amonesto como a mis hijos amados. (Estos cuatro Capítulos no están presentando solamente los sentimientos heridos de un Predicador que ha sido rechazado, sino manifestando que estos Corintios estaban desviándose, que resultaría en su propio perjuicio si continuaran.) 15 Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo (se refiere a los maestros), no tendréis muchos padres (se refiere al que ha traído el Evangelio al pecador para que él pudiera ser salvo): que en Cristo Jesús yo os engendré por el Evangelio. (Es mucho más que solamente la predicación. Es realmente la totalidad del Llamado de Dios en la vida de un hombre, resultando en almas.) 16 Por tanto, os ruego (os suplico) que me imitéis (debiera traducirse, “sean ustedes imitadores de mí”; Pablo predicó la Cruz, vivió la Cruz y sabía que si alguien experimentara la victoria, tendría que ser por la Cruz; lamentablemente, todos los Predicadores de esa época, como los de ahora, no estaban Predicando la Cruz; por lo tanto, la amonestación del Apóstol). 17 Por lo cual os he enviado a Timoteo (Pablo sabía que la carta llegaría antes de Timoteo), que es mi hijo amado y Fiel en el Señor (su hijo en el Señor; Pablo lo había ganado a Cristo algunos años antes), el cual os amonestará de mis caminos cuáles sean en Cristo, de la manera que enseño en todas partes en todas las Iglesias. (Timoteo Predicaría la Cruz, tal como lo hizo Pablo [I Cor. 1:17-18, 23; 2:2].) 18 Mas algunos están envanecidos (actitudes orgullosas), como si nunca hubiese yo de ir a vosotros (debiera traducirse, “como si ellos no tendrían que enfrentarme finalmente en persona”). 19 Empero iré presto a vosotros, si el Señor quisiere (un espíritu humilde de dependencia), y entenderé, no las palabras de los que andan arrogantes, sino el poder. (Él dirige estos comentarios a aquellos que realmente creían que su espiritualidad era más que la de él.) 20 Porque el Reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. (El Mensaje de la Cruz cambia vidas, y es así por el Poder de Dios.) 21 ¿Qué queréis? (Realmente viene del Espíritu Santo, y entrega un ultimátum.) ¿Iré a vosotros con vara, o con caridad y espíritu de mansedumbre? (Si la Cruz es rechazada, el problema al final es en la oferta. ¿Aceptada? ¡Todo lo opuesto!)


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de  Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los  muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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