20 December 2022

El 20 de diciembre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz-introducción

Sonidos del aire libre



El 20 de diciembre Lectura Bíblica Diaria:

I Crónicas 9-11:

9 Contado todo Israel por sus genealogías, fueron escritos en el libro de los reyes de Israel. Y los de Judá fueron transportados a Babilonia por su rebelión. Los primeros moradores que entraron en sus posesiones en las ciudades fueron israelitas, sacerdotes, levitas y sirvientes del templo. Habitaron en Jerusalén, de los hijos de Judá, de los hijos de Benjamín, de los hijos de Efraín y Manasés: Utai hijo de Amiud, hijo de Omri, hijo de Imri, hijo de Bani, de los hijos de Fares hijo de Judá. Y de los silonitas, Asaías el primogénito, y sus hijos. De los hijos de Zera, Jeuel y sus hermanos, seiscientos noventa. Y de los hijos de Benjamín: Salú hijo de Mesulam, hijo de Hodavías, hijo de Asenúa, Ibneías hijo de Jeroham, Ela hijo de Uzi, hijo de Micri, y Mesulam hijo de Sefatías, hijo de Reuel, hijo de Ibnías. Y sus hermanos por sus linajes fueron novecientos cincuenta y seis. Todos estos hombres fueron jefes de familia en sus casas paternas. De los sacerdotes: Jedaías, Joiarib, Jaquín, Azarías hijo de Hilcías, hijo de Mesulam, hijo de Sadoc, hijo de Meraiot, hijo de Ahitob, príncipe de la casa de Dios; Adaía hijo de Jeroham, hijo de Pasur, hijo de Malquías; Masai hijo de Adiel, hijo de Jazera, hijo de Mesulam, hijo de Mesilemit, hijo de Imer, y sus hermanos, jefes de sus casas paternas, en número de mil setecientos sesenta, hombres muy eficaces en la obra del ministerio en la casa de Dios. De los levitas: Semaías hijo de Hasub, hijo de Azricam, hijo de Hasabías, de los hijos de Merari, Bacbacar, Heres, Galal, Matanías hijo de Micaía, hijo de Zicri, hijo de Asaf; Obadías hijo de Semaías, hijo de Galal, hijo de Jedutún; y Berequías hijo de Asa, hijo de Elcana, el cual habitó en las aldeas de los netofatitas. Y los porteros: Salum, Acub, Talmón, Ahimán y sus hermanos. Salum era el jefe. Hasta ahora entre las cuadrillas de los hijos de Leví han sido estos los porteros en la puerta del rey que está al oriente. Salum hijo de Coré, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré, y sus hermanos los coreítas por la casa de su padre, tuvieron a su cargo la obra del ministerio, guardando las puertas del tabernáculo, como sus padres guardaron la entrada del campamento de Jehová. Y Finees hijo de Eleazar fue antes capitán sobre ellos; y Jehová estaba con él. Zacarías hijo de Meselemías era portero de la puerta del tabernáculo de reunión. Todos éstos, escogidos para guardas en las puertas, eran doscientos doce cuando fueron contados por el orden de sus linajes en sus villas, a los cuales constituyó en su oficio David y Samuel el vidente. Así ellos y sus hijos eran porteros por sus turnos a las puertas de la casa de Jehová, y de la casa del tabernáculo. Y estaban los porteros a los cuatro lados; al oriente, al occidente, al norte y al sur. Y sus hermanos que estaban en sus aldeas, venían cada siete días según su turno para estar con ellos. Porque cuatro principales de los porteros levitas estaban en el oficio, y tenían a su cargo las cámaras y los tesoros de la casa de Dios. Estos moraban alrededor de la casa de Dios, porque tenían el cargo de guardarla, y de abrirla todas las mañanas. Algunos de éstos tenían a su cargo los utensilios para el ministerio, los cuales se metían por cuenta, y por cuenta se sacaban. Y otros de ellos tenían el cargo de la vajilla, y de todos los utensilios del santuario, de la harina, del vino, del aceite, del incienso y de las especias. Y algunos de los hijos de los sacerdotes hacían los perfumes aromáticos. Matatías, uno de los levitas, primogénito de Salum coreíta, tenía a su cargo las cosas que se hacían en sartén. Y algunos de los hijos de Coat, y de sus hermanos, tenían a su cargo los panes de la proposición, los cuales ponían por orden cada día de reposo. También había cantores, jefes de familias de los levitas, los cuales moraban en las cámaras del templo, exentos de otros servicios, porque de día y de noche estaban en aquella obra. Estos eran jefes de familias de los levitas por sus linajes, jefes que habitaban en Jerusalén. En Gabaón habitaba Jehiel padre de Gabaón, el nombre de cuya mujer era Maaca; y su hijo primogénito Abdón, luego Zur, Cis, Baal, Ner, Nadab, Gedor, Ahío, Zacarías y Miclot; y Miclot engendró a Simeam. Estos habitaban también en Jerusalén con sus hermanos enfrente de ellos. Ner engendró a Cis, Cis engendró a Saúl, y Saúl engendró a Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es-baal. Hijo de Jonatán fue Merib-baal, y Merib-baal engendró a Micaía. Y los hijos de Micaía: Pitón, Melec, Tarea y Acaz. Acaz engendró a Jara, Jara engendró a Alemet, Azmavet y Zimri, y Zimri engendró a Mosa, y Mosa engendró a Bina, cuyo hijo fue Refaías, del que fue hijo Elasa, cuyo hijo fue Azel. Y Azel tuvo seis hijos, los nombres de los cuales son: Azricam, Bocru, Ismael, Searías, Obadías y Hanán. Estos fueron los hijos de Azel. 10 Los filisteos pelearon contra Israel; y huyeron delante de ellos los israelitas, y cayeron heridos en el monte de Gilboa. Y los filisteos siguieron a Saúl y a sus hijos, y mataron los filisteos a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl. Y arreciando la batalla contra Saúl, le alcanzaron los flecheros, y fue herido por los flecheros. Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan estos incircuncisos y hagan escarnio de mí; pero su escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada, y se echó sobre ella. Cuando su escudero vio a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada y se mató. Así murieron Saúl y sus tres hijos; y toda su casa murió juntamente con él. Y viendo todos los de Israel que habitaban en el valle, que habían huido, y que Saúl y sus hijos eran muertos, dejaron sus ciudades y huyeron, y vinieron los filisteos y habitaron en ellas. Sucedió al día siguiente, que al venir los filisteos a despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus hijos tendidos en el monte de Gilboa. Y luego que le despojaron, tomaron su cabeza y sus armas, y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos para dar las nuevas a sus ídolos y al pueblo. Y pusieron sus armas en el templo de sus dioses, y colgaron la cabeza en el templo de Dagón. Y oyendo todos los de Jabes de Galaad lo que los filisteos habían hecho de Saúl, se levantaron todos los hombres valientes, y tomaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos, y los trajeron a Jabes; y enterraron sus huesos debajo de una encina en Jabes, y ayunaron siete días. Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a una adivina, y no consultó a Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí. 11 Entonces todo Israel se juntó a David en Hebrón, diciendo: He aquí nosotros somos tu hueso y tu carne. También antes de ahora, mientras Saúl reinaba, tú eras quien sacaba a la guerra a Israel, y lo volvía a traer. También Jehová tu Dios te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás príncipe sobre Israel mi pueblo. Y vinieron todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y David hizo con ellos pacto delante de Jehová; y ungieron a David por rey sobre Israel, conforme a la palabra de Jehová por medio de Samuel. Entonces se fue David con todo Israel a Jerusalén, la cual es Jebús; y los jebuseos habitaban en aquella tierra. Y los moradores de Jebús dijeron a David: No entrarás acá. Mas David tomó la fortaleza de Sion, que es la ciudad de David. Y David había dicho: El que primero derrote a los jebuseos será cabeza y jefe. Entonces Joab hijo de Sarvia subió el primero, y fue hecho jefe. Y David habitó en la fortaleza, y por esto la llamaron la Ciudad de David. Y edificó la ciudad alrededor, desde Milo hasta el muro; y Joab reparó el resto de la ciudad. Y David iba adelantando y creciendo, y Jehová de los ejércitos estaba con él. Estos son los principales de los valientes que David tuvo, y los que le ayudaron en su reino, con todo Israel, para hacerle rey sobre Israel, conforme a la palabra de Jehová. Y este es el número de los valientes que David tuvo: Jasobeam hijo de Hacmoni, caudillo de los treinta, el cual blandió su lanza una vez contra trescientos, a los cuales mató. Tras de éste estaba Eleazar hijo de Dodo, ahohíta, el cual era de los tres valientes. Este estuvo con David en Pasdamim, estando allí juntos en batalla los filisteos; y había allí una parcela de tierra llena de cebada, y huyendo el pueblo delante de los filisteos, se pusieron ellos en medio de la parcela y la defendieron, y vencieron a los filisteos, porque Jehová los favoreció con una gran victoria. Y tres de los treinta principales descendieron a la peña a David, a la cueva de Adulam, estando el campamento de los filisteos en el valle de Refaim. David estaba entonces en la fortaleza, y había entonces guarnición de los filisteos en Belén. David deseó entonces, y dijo: ¡Quién me diera de beber de las aguas del pozo de Belén, que está a la puerta! Y aquellos tres rompieron por el campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén, que está a la puerta, y la tomaron y la trajeron a David; mas él no la quiso beber, sino que la derramó para Jehová, y dijo: Guárdeme mi Dios de hacer esto. ¿Había yo de beber la sangre y la vida de estos varones, que con peligro de sus vidas la han traído? Y no la quiso beber. Esto hicieron aquellos tres valientes. Y Abisai, hermano de Joab, era jefe de los treinta, el cual blandió su lanza contra trescientos y los mató, y ganó renombre con los tres. Fue el más ilustre de los treinta, y fue el jefe de ellos, pero no igualó a los tres primeros. Benaía hijo de Joiada, hijo de un varón valiente de Cabseel, de grandes hechos; él venció a los dos leones de Moab; también descendió y mató a un león en medio de un foso, en tiempo de nieve. El mismo venció a un egipcio, hombre de cinco codos de estatura; y el egipcio traía una lanza como un rodillo de tejedor, mas él descendió con un báculo, y arrebató al egipcio la lanza de la mano, y lo mató con su misma lanza. Esto hizo Benaía hijo de Joiada, y fue nombrado con los tres valientes. Y fue el más distinguido de los treinta, pero no igualó a los tres primeros. A éste puso David en su guardia personal. Y los valientes de los ejércitos: Asael hermano de Joab, Elhanan hijo de Dodo de Belén, Samot harodita, Heles pelonita; Ira hijo de Iques tecoíta, Abiezer anatotita, Sibecai husatita, Ilai ahohíta, Maharai netofatita, Heled hijo de Baana netofatita, Itai hijo de Ribai, de Gabaa de los hijos de Benjamín, Benaía piratonita, Hurai del río Gaas, Abiel arbatita, Azmavet barhumita, Eliaba saalbonita, los hijos de Hasem gizonita, Jonatán hijo de Sage ararita, Ahíam hijo de Sacar ararita, Elifal hijo de Ur, Hefer mequeratita, Ahías pelonita, Hezro carmelita, Naarai hijo de Ezbai, Joel hermano de Natán, Mibhar hijo de Hagrai, Selec amonita, Naharai beerotita, escudero de Joab hijo de Sarvia, Ira itrita, Gareb itrita, Urías heteo, Zabad hijo de Ahlai, Adina hijo de Siza rubenita, príncipe de los rubenitas, y con él treinta, Hanán hijo de Maaca, Josafat mitnita, Uzías astarotita, Sama y Jehiel hijos de Hotam aroerita; Jediael hijo de Simri, y Joha su hermano, tizita, Eliel mahavita, Jerebai y Josavía hijos de Elnaam, Itma moabita, Eliel, Obed, y Jaasiel mesobaíta.

Salmo 71:
En ti, Señor, me he refugiado; jamás me dejes quedar en vergüenza. Por tu justicia, rescátame y líbrame; dígnate escucharme, y sálvame. Sé tú mi roca de refugio adonde pueda yo siempre acudir; da la orden de salvarme, porque tú eres mi roca, mi fortaleza. Líbrame, Dios mío, de manos de los impíos, del poder de los malvados y violentos. Tú, Soberano Señor, has sido mi esperanza; en ti he confiado desde mi juventud. De ti he dependido desde que nací; del vientre materno me hiciste nacer. ¡Por siempre te alabaré! Para muchos, soy motivo de asombro, pero tú eres mi refugio inconmovible. Mi boca rebosa de alabanzas a tu *nombre, y todo el día proclama tu grandeza. No me rechaces cuando llegue a viejo; no me abandones cuando me falten las fuerzas. Porque mis enemigos murmuran contra mí; los que me acechan se confabulan. Y dicen: "¡Dios lo ha abandonado! ¡Persíganlo y agárrenlo, que nadie lo rescatará!" Dios mío, no te alejes de mí; Dios mío, ven pronto a ayudarme. Que perezcan humillados mis acusadores; que se cubran de oprobio y de ignominia los que buscan mi ruina. Pero yo siempre tendré esperanza, y más y más te alabaré. Todo el día proclamará mi boca tu justicia y tu salvación, aunque es algo que no alcanzo a descifrar. Soberano Señor, relataré tus obras poderosas, y haré memoria de tu justicia, de tu justicia solamente. Tú, oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y aún hoy anuncio todos tus prodigios. Aun cuando sea yo anciano y peine canas, no me abandones, oh Dios, hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido. Oh Dios, tú has hecho grandes cosas; tu justicia llega a las alturas. ¿Quién como tú, oh Dios? Me has hecho pasar por muchos infortunios, pero volverás a darme vida; de las profundidades de la tierra volverás a levantarme. Acrecentarás mi honor y volverás a consolarme. Por tu fidelidad, Dios mío, te alabaré con instrumentos de cuerda; te cantaré, oh Santo de Israel, salmos con  la lira. Gritarán de júbilo mis labios cuando yo te cante salmos, pues me has salvado la vida. Todo el día repetirá mi lengua la historia de tus justas acciones, pues quienes buscaban mi mal han quedado confundidos y avergonzados.



Proverbios 28: 
El malvado huye aunque nadie lo persiga; pero el justo vive confiado como un león. Cuando hay rebelión en el país, los caudillos se multiplican; cuando el gobernante es entendido, se mantiene el orden. El gobernante que oprime a los pobres es como violenta lluvia que arrasa la cosecha. Los que abandonan la ley alaban a los malvados; los que la obedecen luchan contra ellos. Los malvados nada entienden de la justicia; los que buscan al Señor lo entienden todo. Más vale pobre pero honrado, que rico pero perverso. El hijo entendido se sujeta a la ley; el derrochador deshonra a su padre. El que amasa riquezas mediante la usura las acumula para el que se compadece de los pobres. Dios aborrece hasta la oración del que se niega a obedecer la ley. El que lleva a los justos por el mal camino, caerá en su propia trampa; pero los íntegros heredarán el bien. El rico se las da de sabio; el pobre pero inteligente lo desenmascara. Cuando los justos triunfan, se hace gran fiesta; cuando los impíos se imponen, todo el mundo se esconde. Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón. ¡Dichoso el que siempre teme al Señor! Pero el obstinado caerá en la desgracia. Un león rugiente, un oso hambriento, es el gobernante malvado que oprime a los pobres. El gobernante falto de juicio es terrible opresor; el que odia las riquezas prolonga su vida. El que es perseguido por homicidio será un fugitivo hasta la muerte. ¡Que nadie le brinde su apoyo! El que es honrado se mantendrá a salvo; el de caminos perversos caerá en la fosa. El que trabaja la tierra tendrá abundante comida; el que sueña despierto sólo abundará en pobreza. El hombre fiel recibirá muchas bendiciones; el que tiene prisa por enriquecerse no quedará impune. No es correcto mostrarse parcial con nadie. Hay quienes pecan hasta por un mendrugo de pan. El tacaño ansía enriquecerse, sin saber que la pobreza lo aguarda. A fin de cuentas, más se aprecia al que reprende que al que adula. El que roba a su padre o a su madre, e insiste en que no ha pecado, amigo es de gente perversa. El que es ambicioso provoca peleas, pero el que confía en el Señor prospera. Necio es el que confía en sí mismo; el que actúa con sabiduría se pone a salvo. El que ayuda al pobre no conocerá la pobreza; el que le niega su ayuda será maldecido. Cuando triunfan los impíos, la gente se esconde; cuando perecen, los justos prosperan.



El Libro de Primera Corintios Capítulo 1 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS




CAPÍTULO 1
(59 d.C.)
INTRODUCCIÓN




PABLO, llamado a ser Apóstol (este Llamado presenta al líder titular de la Iglesia, y corresponde al Mensaje; en otras palabras, cada Apóstol llamado por Dios se le ha encomendado un énfasis especial por el Espíritu Santo en cuanto a su Mensaje) de Jesucristo por la Voluntad de Dios (por el Propio Nombramiento de Dios y Voluntad), y Sóstenes nuestro Hermano (Hch. 18:17),
2 A la Iglesia de Dios que está en Corinto (este tratamiento muestra la ausencia de todo Gobierno Eclesiástico fijo), Santificados en Cristo Jesús (separados para Cristo), llamados Santos (quiere decir que el que está en Cristo es un Santo), y a todos los que invocan el Nombre de nuestro Señor Jesucristo en cualquier lugar (esta Epístola está dirigida no sólo a la Iglesia en Corinto, sino a todas las demás Iglesias y para siempre), Señor de ellos y nuestro (asesta un golpe mortal a los Cristianos quienes afirman tener un monopolio en Cristo para sí mismos y sus propias sectas, etc.):
3 Gracia, y Paz (la Gracia es el inicio de todas las Bendiciones, mientras que la Paz es el fin de todas las Bendiciones; todo hecho posible por la Cruz) de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo (coloca al Padre primero; en esta función paternal, Él es la Fuente de toda buena dádiva y todo don perfecto, pero lo hace por medio de Jesucristo y lo que Él hizo en la Cruz).
ACCIÓN DE GRACIAS
4 Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros (el rebosar natural de un corazón lleno), por la Gracia de Dios que os es dada en Cristo Jesús (como se expuso, toda Gracia, que es la Bondad de Dios, ¡es posible por la Cruz, y solamente la Cruz!);
5 Que en todas las cosas sois enriquecidos en Él (tiene la intención de exclamar la Fuente de toda cosa buena, Quien es Cristo Jesús), en toda lengua (no se refiere al Don de Lenguas como algunos piensan, sino más bien todas las Promesas de Dios que Él ha pronunciado o dado desde el principio) y en toda ciencia;
6 Así como el Testimonio de Cristo ha sido confirmado en vosotros (lo que Cristo hizo en la Cruz se había realizado en las vidas de algunos de estos Corintios):
7 De tal manera que nada os falte en ningún Don (no está limitado a los nueve Dones del Espíritu, sino más bien cada una de las cosas dadas por el Señor, para las cuales Él pagó en la Cruz); esperando la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo (corresponde al Arrebatamiento de la Iglesia [I Tes. 4:13-18]):
8 El Cual también os confirmará hasta el fin (se refiere al poder conservador de nuestro Señor Jesucristo, que es hecho por el Espíritu Santo con tal que el Creyente siempre haga de la Cruz el Objeto de su Fe), para que seáis sin falta en el día de nuestro Señor Jesucristo (de nuevo, sólo se puede alcanzar esta vida por la Fe constante en la Cruz de Cristo).
9 Fiel es Dios (una expresión favorita entre los Judíos acerca de la integridad de Dios [II Cor. 1:18; I Tes. 5:24; II Tes. 3:3]), por El Cual sois llamados a la participación de Su Hijo Jesucristo nuestro Señor (llamado se refiere a la Predestinación, con respecto del Plan de Dios y no de la persona).
DIVISIONES
10 Os ruego pues (indica la transición de una acción de gracias hacia una reprensión), Hermanos, por el Nombre de nuestro Señor Jesucristo (proclama al Señor como la Cabeza de la Iglesia), que habléis todos una misma cosa (exige unidad con respecto a la Persona de Cristo, y lo que Él ha hecho para Redimirnos por medio de la Cruz), y que no haya divisiones entre vosotros (con respecto a Cristo y la Cruz); antes seáis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer (expresa lo que sólo se puede efectuar por la Cruz que siempre es el Objeto de la Fe, que luego da al Espíritu Santo la libertad de acción para obrar estas cosas dentro de nuestras vidas).
11 Porque me ha sido declarado de vosotros, Hermanos míos, por los que son de Cloé (Pablo con sabiduría y bondad expresa su autoridad en estos informes), que hay entre vosotros contiendas. (Veremos que estas controversias se concentraron en desacuerdos acerca de la Cruz.)
12 Quiero decir, que cada uno de vosotros dice (se refiere a una manera agresiva), Yo cierto soy de Pablo; pues yo de Apolos; y yo de Cefas (Simón Pedro); y yo de Cristo. (En efecto, este último grupo estaba diciendo que no necesitaba Predicadores, lo que es incorrecto.)
13 ¿Está dividido Cristo? (¿Hay un Cristo Bautista, un Cristo Pentecostal, o un Cristo Apostólico? La respuesta es un tajante No.) ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? (El Apóstol reprende el partidismo, que se relacionaba a su propio nombre.) ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo? (Expresa la idea de que él nunca tuvo la intención de apartar a los Discípulos para sí mismo, sino más bien para Cristo.)
14 Doy gracias a Dios, que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispo y a Gayo (si el Bautismo en Agua es esencial a la Salvación, como algunos reclaman, no creo que Pablo hubiera anunciado descaradamente que sólo había bautizado a éstos pocos, como lo hizo aquí);
15 Para que ninguno diga que habéis sido bautizados en mi nombre (nada se debe hacer para apartarse de la lealtad a Cristo).
16 Y también bauticé la familia de Estéfanas: mas, no sé si he bautizado a algún otro (nos informa que la inspiración de los Apóstoles en escribir Las Escrituras no compromete la infalibilidad mecánica que se le atribuyó a ellos por el dogma popular).
17 Porque no me envió Cristo a bautizar (nos manifiesta una Verdad Cardinal), sino a Predicar el Evangelio (la manera en la que se puede ser salvo del pecado): no en sabiduría de palabras (el intelectualismo no es el Evangelio), para que no sea hecha vana la Cruz de Cristo. (Nos dice claramente que la Cruz de Cristo debe siempre ser el énfasis del Mensaje.)
LA SABIDURÍA
18 Porque la Palabra (en el Griego logos se traduce como el mensaje de la Palabra) de la Cruz es locura a los que se pierden (las cosas espirituales no pueden ser discernidas por personas que no son redimidas, pero esto no importa; la Cruz tiene que ser Predicada, incluso lo veremos); mas a los que se salvan, es a saber, a nosotros, es Poder de Dios. (La Cruz es el Poder de Dios simplemente porque es precisamente allí donde toda la deuda del pecado fue pagada, dando al Espíritu Santo, en Quien reside el Poder, libertad de acción para obrar con poder en nuestra vida.)
19 Porque está escrito (Isa. 29:14), Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé la inteligencia de los entendidos (se refiere a aquellos que son sabios en sus propios ojos, en realidad, habiendo abandonado los Caminos del Señor).
20 ¿Qué es del sabio? (Presenta la primera de las tres clases de personas cultas que vivían en esa época.) ¿Qué del Escriba? (Corresponde a los Teólogos Judíos de esa época.) ¿Dónde está el que sabe discutir de este mundo? (Describe a los Griegos, que eran buscadores de las interpretaciones místicas y metafísicas.) ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? (Corresponde a lo que Dios hizo al enviar a Su Hijo para Redimir a la humanidad, lo cual Él hizo en la Cruz. ¡Toda la sabiduría del mundo no pudo hacer esto!)
21 Porque en la Sabiduría de Dios, el mundo por no haber conocido a Dios por la sabiduría (la sabiduría endeble del hombre, hasta lo mejor que tiene para ofrecer, de ninguna manera puede llegar a conocer a Dios), agradó a Dios salvar a los Creyentes (la  Predicación acerca de la Cruz) por la locura de la Predicación. (Pablo no está tratando sobre el arte de la predicación, sino el mensaje de la predicación.)
22 Porque los Judíos piden señales (las señales del Mesías al tomar el Trono y hacer de Israel una gran Nación otra vez), y los Griegos buscan sabiduría (pensaban que eso solucionaría el problema humano; sin embargo, si así lo fuera, ¿por qué buscaban siempre más sabiduría?):
23 Mas nosotros Predicamos a Cristo Crucificado (es el Fundamento de la Palabra de Dios y, por lo tanto, de la Salvación), a los Judíos ciertamente tropezadero (la Cruz era el tropezadero), y a los Gentiles locura (le resultaban difícil a ambos aceptar como Dios a un Hombre muerto colgado en una Cruz, porque eso era Cristo para ellos);
24 Empero a los llamados (aquellos que aceptan el Llamado, ya que la totalidad de la humanidad está invitada [Jn. 3:16; Apoc. 22:17]), así Judíos como Griegos (significa, en realidad, a los Judíos y a los Gentiles), Cristo el Poder de Dios (lo que Él hizo en la Cruz Expió todo el pecado, de ese modo, haciéndolo posible para que el Espíritu Santo   pueda exhibir Su Poder en nuestra vida), y la Sabiduría de Dios. (Esta Sabiduría concibió un Plan de Salvación que perdonó a los hombres culpables y al mismo tiempo justificó y glorificó la Justicia de Dios, que se destaca como el Plan más sabio y más notable de todo el tiempo.)
25 Porque la insensatez de Dios es más sabio que los hombres (Dios logra los fines más poderosos por los medios más humildes); y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres (lo que los hombres consideran débil, pero en realidad no lo es \ la Cruz).
26 Porque mirad, Hermanos (la naturaleza y el método de su Vocación Divina), vuestra  vocación, que no sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles (son Llamados y la aceptan):
27 Antes lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios (la Predicación de la Cruz confunde al sabio porque resulta en vidas cambiadas, nada se puede hacer de lo que el hombre tiene); y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte (la Cruz es vista como debilidad, pero efectúa gran fuerza y poder, con respecto a aquellos que aceptan la Obra Terminada de Cristo);
28 Y lo vil del mundo y lo menospreciado, escogió Dios (es Dios obrando en lo despreciable y lo bajo de lo cual resulta en milagros), y lo que no es, para deshacer lo que es (Dios puede usar lo que no es nada en sí, pero con Él todo es posible):
29 Para que ninguna carne (esfuerzo humano) se jacte en Su Presencia.
30 Mas de Él sois vosotros en Cristo Jesús (el gran Plan de Dios que está mucho más allá de toda la sabiduría del mundo; somos en Cristo Jesús, en virtud de la Cruz \ lo que Él hizo allí), El Cual nos ha sido hecho por Dios Sabiduría, y Justificación, y Santificación, y Redención (tenemos todo esto por el Espíritu Santo, a través de Cristo y lo que Él hizo en la Cruz; significa que la Cruz debe ser siempre el Objeto de nuestra  Fe):
31 Para que, como está escrito (Jer. 9:23), El que se gloría, gloríese en el Señor. (El que se jacta, permítele jactarse en el Señor, y no en ciertos Predicadores.)


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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