19 December 2022

El 19 de diciembre Lectura Bíblica Diaria

El Mensaje de la Cruz-capítulo-2


El 19 de diciembre Lectura Bíblica Diaria:

I Crónicas 6-8:

6 Los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari. Los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Los hijos de Amram: Aarón, Moisés y María. Los hijos de Aarón: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. Eleazar engendró a Finees, Finees engendró a Abisúa, Abisúa engendró a Buqui, Buqui engendró a Uzi, Uzi engendró a Zeraías, Zeraías engendró a Meraiot, Meraiot engendró a Amarías, Amarías engendró a Ahitob, Ahitob engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Ahimaas, Ahimaas engendró a Azarías, Azarías engendró a Johanán, y Johanán engendró a Azarías, el que tuvo el sacerdocio en la casa que Salomón edificó en Jerusalén. Azarías engendró a Amarías, Amarías engendró a Ahitob, Ahitob engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Salum, Salum engendró a Hilcías, Hilcías engendró a Azarías, Azarías engendró a Seraías, y Seraías engendró a Josadac, y Josadac fue llevado cautivo cuando Jehová transportó a Judá y a Jerusalén por mano de Nabucodonosor. Los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari. Y estos son los nombres de los hijos de Gersón: Libni y Simei. Los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Los hijos de Merari: Mahli y Musi. Estas son las familias de Leví, según sus descendencias. Gersón: Libni su hijo, Jahat su hijo, Zima su hijo, Joa su hijo, Iddo su hijo, Zera su hijo, Jeatrai su hijo. Los hijos de Coat: Aminadab su hijo, Coré su hijo, Asir su hijo, Elcana su hijo, Ebiasaf su hijo, Asir su hijo, Tahat su hijo, Uriel su hijo, Uzías su hijo, y Saúl su hijo. Los hijos de Elcana: Amasai y Ahimot; Elcana su hijo, Zofai su hijo, Nahat su hijo, Eliab su hijo, Jeroham su hijo, Elcana su hijo. Los hijos de Samuel: el primogénito Vasni, y Abías. Los hijos de Merari: Mahli, Libni su hijo, Simei su hijo, Uza su hijo, Simea su hijo, Haguía su hijo, Asaías su hijo. Estos son los que David puso sobre el servicio de canto en la casa de Jehová, después que el arca tuvo reposo, los cuales servían delante de la tienda del tabernáculo de reunión en el canto, hasta que Salomón edificó la casa de Jehová en Jerusalén; después estuvieron en su ministerio según su costumbre. Estos, pues, con sus hijos, ayudaban: de los hijos de Coat, el cantor Hemán hijo de Joel, hijo de Samuel, hijo de Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eliel, hijo de Toa, hijo de Zuf, hijo de Elcana, hijo de Mahat, hijo de Amasai, hijo de Elcana, hijo de Joel, hijo de Azarías, hijo de Sofonías, hijo de Tahat, hijo de Asir, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré, hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, hijo de Israel; y su hermano Asaf, el cual estaba a su mano derecha; Asaf, hijo de Berequías, hijo de Simea, hijo de Micael, hijo de Baasías, hijo de Malquías, hijo de Etni, hijo de Zera, hijo de Adaía, hijo de Etán, hijo de Zima, hijo de Simei, hijo de Jahat, hijo de Gersón, hijo de Leví. Pero a la mano izquierda estaban sus hermanos los hijos de Merari, esto es, Etán hijo de Quisi, hijo de Abdi, hijo de Maluc, hijo de Hasabías, hijo de Amasías, hijo de Hilcías, hijo de Amsi, hijo de Bani, hijo de Semer, hijo de Mahli, hijo de Musi, hijo de Merari, hijo de Leví. Y sus hermanos los levitas fueron puestos sobre todo el ministerio del tabernáculo de la casa de Dios. Mas Aarón y sus hijos ofrecían sacrificios sobre el altar del holocausto, y sobre el altar del perfume quemaban incienso, y ministraban en toda la obra del lugar santísimo, y hacían las expiaciones por Israel conforme a todo lo que Moisés siervo de Dios había mandado. Los hijos de Aarón son estos: Eleazar su hijo, Finees su hijo, Abisúa su hijo, Buqui su hijo, Uzi su hijo, Zeraías su hijo, Meraiot su hijo, Amarías su hijo, Ahitob su hijo, Sadoc su hijo, Ahimaas su hijo. Estas son sus habitaciones, conforme a sus domicilios y sus términos, las de los hijos de Aarón por las familias de los coatitas, porque a ellos les tocó en suerte. Les dieron, pues, Hebrón en tierra de Judá, y sus ejidos alrededor de ella. Pero el territorio de la ciudad y sus aldeas se dieron a Caleb, hijo de Jefone. De Judá dieron a los hijos de Aarón la ciudad de refugio, esto es, Hebrón; además, Libna con sus ejidos, Jatir, Estemoa con sus ejidos, Hilén con sus ejidos, Debir con sus ejidos, Asán con sus ejidos y Bet-semes con sus ejidos. Y de la tribu de Benjamín, Geba con sus ejidos, Alemet con sus ejidos y Anatot con sus ejidos. Todas sus ciudades fueron trece ciudades, repartidas por sus linajes. A los hijos de Coat que quedaron de su parentela, dieron por suerte diez ciudades de la media tribu de Manasés. A los hijos de Gersón, por sus linajes, dieron de la tribu de Isacar, de la tribu de Aser, de la tribu de Neftalí y de la tribu de Manasés en Basán, trece ciudades. Y a los hijos de Merari, por sus linajes, de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la tribu de Zabulón, dieron por suerte doce ciudades. Y los hijos de Israel dieron a los levitas ciudades con sus ejidos. Dieron por suerte de la tribu de los hijos de Judá, de la tribu de los hijos de Simeón y de la tribu de los hijos de Benjamín, las ciudades que nombraron por sus nombres. A las familias de los hijos de Coat dieron ciudades con sus ejidos de la tribu de Efraín. Les dieron la ciudad de refugio, Siquem con sus ejidos en el monte de Efraín; además, Gezer con sus ejidos, Jocmeam con sus ejidos, Bet-horón con sus ejidos, Ajalón con sus ejidos y Gat-rimón con sus ejidos. De la media tribu de Manasés, Aner con sus ejidos y Bileam con sus ejidos, para los de las familias de los hijos de Coat que habían quedado. A los hijos de Gersón dieron de la media tribu de Manasés, Golán en Basán con sus ejidos y Astarot con sus ejidos. De la tribu de Isacar, Cedes con sus ejidos, Daberat con sus ejidos, Ramot con sus ejidos y Anem con sus ejidos. De la tribu de Aser, Masal con sus ejidos, Abdón con sus ejidos, Hucoc con sus ejidos y Rehob con sus ejidos. De la tribu de Neftalí, Cedes en Galilea con sus ejidos, Hamón con sus ejidos y Quiriataim con sus ejidos. A los hijos de Merari que habían quedado, dieron de la tribu de Zabulón, Rimón con sus ejidos y Tabor con sus ejidos. Del otro lado del Jordán frente a Jericó, al oriente del Jordán, dieron de la tribu de Rubén, Beser en el desierto con sus ejidos, Jaza con sus ejidos, Cademot con sus ejidos y Mefaat con sus ejidos. Y de la tribu de Gad, Ramot de Galaad con sus ejidos, Mahanaim con sus ejidos, Hesbón con sus ejidos y Jazer con sus ejidos. 7 Los hijos de Isacar fueron cuatro: Tola, Fúa, Jasub y Simrón. Los hijos de Tola: Uzi, Refaías, Jeriel, Jahmai, Jibsam y Semuel, jefes de las familias de sus padres. De Tola fueron contados por sus linajes en el tiempo de David, veintidós mil seiscientos hombres muy valerosos. Hijo de Uzi fue Israhías; y los hijos de Israhías: Micael, Obadías, Joel e Isías; por todos, cinco príncipes. Y había con ellos en sus linajes, por las familias de sus padres, treinta y seis mil hombres de guerra; porque tuvieron muchas mujeres e hijos. Y sus hermanos por todas las familias de Isacar, contados todos por sus genealogías, eran ochenta y siete mil hombres valientes en extremo. Los hijos de Benjamín fueron tres: Bela, Bequer y Jediael. Los hijos de Bela: Ezbón, Uzi, Uziel, Jerimot e Iri; cinco jefes de casas paternas, hombres de gran valor, y de cuya descendencia fueron contados veintidós mil treinta y cuatro. Los hijos de Bequer: Zemira, Joás, Eliezer, Elioenai, Omri, Jerimot, Abías, Anatot y Alamet; todos éstos fueron hijos de Bequer. Y contados por sus descendencias, por sus linajes, los que eran jefes de familias resultaron veinte mil doscientos hombres de grande esfuerzo. Hijo de Jediael fue Bilhán; y los hijos de Bilhán: Jeús, Benjamín, Aod, Quenaana, Zetán, Tarsis y Ahisahar. Todos éstos fueron hijos de Jediael, jefes de familias, hombres muy valerosos, diecisiete mil doscientos que salían a combatir en la guerra. Supim y Hupim fueron hijos de Hir; y Husim, hijo de Aher. Los hijos de Neftalí: Jahzeel, Guni, Jezer y Salum, hijos de Bilha. Los hijos de Manasés: Asriel, al cual dio a luz su concubina la siria, la cual también dio a luz a Maquir padre de Galaad. Y Maquir tomó mujer de Hupim y Supim, cuya hermana tuvo por nombre Maaca; y el nombre del segundo fue Zelofehad. Y Zelofehad tuvo hijas. Y Maaca mujer de Maquir dio a luz un hijo, y lo llamó Peres; y el nombre de su hermano fue Seres, cuyos hijos fueron Ulam y Requem. Hijo de Ulam fue Bedán. Estos fueron los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés. Y su hermana Hamolequet dio a luz a Isod, Abiezer y Mahala, Y los hijos de Semida fueron Ahián, Siquem, Likhi y Aniam. Los hijos de Efraín: Sutela, Bered su hijo, Tahat su hijo, Elada su hijo, Tahat su hijo, Zabad su hijo, Sutela su hijo, Ezer y Elad. Mas los hijos de Gat, naturales de aquella tierra, los mataron, porque vinieron a tomarles sus ganados. Y Efraín su padre hizo duelo por muchos días, y vinieron sus hermanos a consolarlo. Después él se llegó a su mujer, y ella concibió y dio a luz un hijo, al cual puso por nombre Bería, por cuanto había estado en aflicción en su casa. Y su hija fue Seera, la cual edificó a Bet-horón la baja y la alta, y a Uzen-seera. Hijo de este Bería fue Refa, y Resef, y Telah su hijo, y Tahán su hijo, Laadán su hijo, Amiud su hijo, Elisama su hijo, Nun su hijo, Josué su hijo. Y la heredad y habitación de ellos fue Bet-el con sus aldeas; y hacia el oriente Naarán, y a la parte del occidente Gezer y sus aldeas; asimismo Siquem con sus aldeas, hasta Gaza y sus aldeas; y junto al territorio de los hijos de Manasés, Bet-seán con sus aldeas, Taanac con sus aldeas, Meguido con sus aldeas, y Dor con sus aldeas. En estos lugares habitaron los hijos de José hijo de Israel. Los hijos de Aser: Imna, Isúa, Isúi, Bería, y su hermana Sera. Los hijos de Bería: Heber, y Malquiel, el cual fue padre de Birzavit. Y Heber engendró a Jaflet, Somer, Hotam, y Súa hermana de ellos. Los hijos de Jaflet: Pasac, Bimhal y Asvat. Estos fueron los hijos de Jaflet. Y los hijos de Semer: Ahí, Rohga, Jehúba y Aram. Los hijos de Helem su hermano: Zofa, Imna, Seles y Amal. Los hijos de Zofa: Súa, Harnefer, Súal, Beri, Imra, Beser, Hod, Sama, Silsa, Itrán y Beera. Los hijos de Jeter: Jefone, Pispa y Ara. Y los hijos de Ula: Ara, Haniel y Rezia. Todos éstos fueron hijos de Aser, cabezas de familias paternas, escogidos, esforzados, jefes de príncipes; y contados que fueron por sus linajes entre los que podían tomar las armas, el número de ellos fue veintiséis mil hombres. 8 Benjamín engendró a Bela su primogénito, Asbel el segundo, Ahara el tercero, Noha el cuarto, y Rafa el quinto. Y los hijos de Bela fueron Adar, Gera, Abiud, Abisúa, Naamán, Ahoa, Gera, Sefufán e Hiram. Y estos son los hijos de Aod, estos los jefes de casas paternas que habitaron en Geba y fueron transportados a Manahat: Naamán, Ahías y Gera; éste los transportó, y engendró a Uza y a Ahiud. Y Saharaim engendró hijos en la provincia de Moab, después que dejó a Husim y a Baara que eran sus mujeres. Engendró, pues, de Hodes su mujer a Jobab, Sibia, Mesa, Malcam, Jeúz, Saquías y Mirma. Estos son sus hijos, jefes de familias. Mas de Husim engendró a Abitob y a Elpaal. Y los hijos de Elpaal: Heber, Misam y Semed (el cual edificó Ono, y Lod con sus aldeas), Bería también, y Sema, que fueron jefes de las familias de los moradores de Ajalón, los cuales echaron a los moradores de Gat. Y Ahío, Sasac, Jeremot, Zebadías, Arad, Ader, Micael, Ispa y Joha, hijos de Bería. Y Zebadías, Mesulam, Hizqui, Heber, Ismerai, Jezlías y Jobab, hijos de Elpaal. Y Jaquim, Zicri, Zabdi, Elienai, Ziletai, Eliel, Adaías, Beraías y Simrat, hijos de Simei. E Ispán, Heber, Eliel, Abdón, Zicri, Hanán, Hananías, Elam, Anatotías, Ifdaías y Peniel, hijos de Sasac. Y Samserai, Seharías, Atalías, Jaresías, Elías y Zicri, hijos de Jeroham. Estos fueron jefes principales de familias por sus linajes, y habitaron en Jerusalén. Y en Gabaón habitaron Abigabaón, la mujer del cual se llamó Maaca, y su hijo primogénito Abdón, y Zur, Cis, Baal, Nadab, Gedor, Ahío y Zequer. Y Miclot engendró a Simea. Estos también habitaron con sus hermanos en Jerusalén, enfrente de ellos. Ner engendró a Cis, Cis engendró a Saúl, y Saúl engendró a Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es-baal. Hijo de Jonatán fue Merib-baal, y Merib-baal engendró a Micaía. Los hijos de Micaía: Pitón, Melec, Tarea y Acaz. Acaz engendró a Joada, Joada engendró a Alemet, Azmavet y Zimri, y Zimri engendró a Mosa. Mosa engendró a Bina, hijo del cual fue Rafa, hijo del cual fue Elasa, cuyo hijo fue Azel. Los hijos de Azel fueron seis, cuyos nombres son Azricam, Bocru, Ismael, Searías, Obadías y Hanán; todos éstos fueron hijos de Azel. Y los hijos de Esec su hermano: Ulam su primogénito, Jehús el segundo, Elifelet el tercero. Y fueron los hijos de Ulam hombres valientes y vigorosos, flecheros diestros, los cuales tuvieron muchos hijos y nietos, ciento cincuenta. Todos éstos fueron de los hijos de Benjamín.

Salmo 69:
Sálvame, Dios mío, que las aguas ya me llegan al cuello. Me estoy hundiendo en una ciénaga profunda, y no tengo dónde apoyar el pie. Estoy en medio de profundas aguas, y me arrastra la corriente. Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Mis ojos languidecen, esperando la ayuda de mi Dios. Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo; muchos son los enemigos gratuitos que se han propuesto destruirme. ¿Cómo voy a devolver lo que no he robado? Oh Dios, tú sabes lo insensato que he sido; no te puedo esconder mis transgresiones. Señor Soberano, Todopoderoso, que no sean avergonzados por mi culpa los que en ti esperan; oh Dios de Israel, que no sean humillados por mi culpa los que te buscan. Por ti yo he sufrido insultos; mi rostro se ha cubierto de ignominia. Soy como un extraño para mis hermanos; soy un extranjero para los hijos de mi madre. El celo por tu casa me consume; sobre mí han recaído los insultos de tus detractores. Cuando lloro y ayuno, tengo que soportar sus ofensas; cuando me visto de luto, soy objeto de burlas. Los que se sientan a la puerta murmuran contra mí; los borrachos me dedican parodias. Pero yo, Señor, te imploro en el tiempo de tu buena voluntad. Por tu gran amor, oh Dios, respóndeme; por tu fidelidad, sálvame. Sácame del fango; no permitas que me hunda. Líbrame de los que me odian, y de las aguas profundas. No dejes que me arrastre la corriente; no permitas que me trague el abismo, ni que el foso cierre sus fauces sobre mí. Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor; por tu gran compasión, vuélvete a mí. No escondas tu rostro de este siervo tuyo; respóndeme pronto, que estoy angustiado. Ven a mi lado, y rescátame; redímeme, por causa de mis enemigos. Tú bien sabes cómo me insultan, me avergüenzan y denigran; sabes quiénes son mis adversarios. Los insultos me han destrozado el corazón; para mí ya no hay remedio. Busqué compasión, y no la hubo; busqué consuelo, y no lo hallé. En mi comida pusieron hiel; para calmar mi sed me dieron vinagre. Que se conviertan en trampa sus banquetes, y su prosperidad en lazo. Que se les nublen los ojos, para que no vean; y que sus fuerzas flaqueen para siempre. Descarga tu furia sobre ellos; que tu ardiente ira los alcance. Quédense desiertos sus campamentos, y deshabitadas sus tiendas de campaña. Pues al que has afligido lo persiguen, y se burlan del dolor del que has herido. Añade a sus pecados más pecados; no los hagas partícipes de tu salvación. Que sean borrados del libro de la vida; que no queden inscritos con los justos. Y a mí, que estoy pobre y adolorido, que me proteja, oh Dios, tu salvación. Con cánticos alabaré el nombre de Dios; con acción de gracias lo exaltaré. Esa ofrenda agradará más al Señor que la de un toro o un novillo con sus cuernos y pezuñas. Los pobres verán esto y se alegrarán; ¡reanímense ustedes, los que buscan a Dios! Porque el Señor oye a los necesitados, y no desdeña a su pueblo cautivo. Que lo alaben los cielos y la tierra, los mares y todo lo que se mueve en ellos, porque Dios salvará a Sión y reconstruirá las ciudades de Judá. y tomará posesión de la tierra. La heredarán los hijos de sus siervos; la habitarán los que aman al Señor.



Proverbios 26:
Ni la nieve es para el verano, ni la lluvia para la cosecha, ni los honores para el necio. Como el gorrión sin rumbo o la golondrina sin nido, la maldición sin motivo jamás llega a su destino. El látigo es para los caballos, el freno para los asnos, y el garrote para la espalda del necio. No respondas al necio según su necedad, o tú mismo pasarás por necio. Respóndele al necio como se merece, para que no se tenga por sabio. Enviar un mensaje por medio de un necio es como cortarse los pies o sufrir violencia. Inútil es el proverbio en la boca del necio como inútiles son las piernas de un tullido. Rendirle honores al necio es tan absurdo como atar una piedra a la honda. El proverbio en la boca del necio es como espina en la mano del borracho. Como arquero que hiere a todo el que pasa es quien contrata al necio en su casa. Como vuelve el perro a su vómito, así el necio insiste en su necedad. ¿Te has fijado en quien se cree muy sabio? Más se puede esperar de un necio que de gente así. Dice el perezoso: "Hay una fiera en el camino. ¡Por las calles un león anda suelto!" Sobre sus goznes gira la puerta; sobre la cama, el perezoso. El perezoso mete la mano en el plato, pero le pesa llevarse el bocado a la boca. El perezoso se cree más sabio que siete sabios que saben responder. Meterse en pleitos ajenos es como agarrar a un perro por las orejas. Como loco que dispara mortíferas flechas encendidas, es quien engaña a su amigo y explica: "¡Tan sólo estaba bromeando!" Sin leña se apaga el fuego; sin chismes se acaba el pleito. Con el carbón se hacen brasas, con la leña se prende fuego, y con un pendenciero se inician los pleitos. Los chismes son como ricos bocados: se deslizan hasta las entrañas. Como baño de plata sobre vasija de barro son los labios zalameros de un corazón malvado. El que odia se esconde tras sus palabras, pero en lo íntimo alberga perfidia. No le creas, aunque te hable con dulzura, porque su corazón rebosa de abominaciones. Tal vez disimule con engaños su odio, pero en la asamblea se descubrirá su maldad. Cava una fosa, y en ella caerás; echa a rodar piedras, y te aplastarán. La lengua mentirosa odia a sus víctimas; la boca lisonjera lleva a la ruina.


El Libro de Los Romanos Capítulo 15 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS ROMANOS
CAPÍTULO 15(60 d.C.)LA UNIDAD EN CRISTO
ASÍ que, los que somos más firmes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles (tiene en mente el resultado final de que estos Hermanos más débiles que también se hagan fuertes en la Fe y en el conocimiento del Señor), y no agradarnos a nosotros mismos (agradarse a sí mismo estropea nuestra comunión Cristiana). 2 Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno para su edificación (se refiere al Creyente que renuncia a un acto legítimo porque el Cristiano más débil piensa que es incorrecto). 3 Porque Cristo no se agradó a Sí Mismo (la totalidad de la Vida y el Ministerio de Cristo estaba dedicado a hacer la Voluntad del Padre); antes bien, como está escrito (Sal. 69:9), Los vituperios de los que te vituperan, cayeron sobre Mí (Cristo sufrió este reproche para nuestro bien, y seguramente no para complacerse a Sí Mismo; esto debe ser nuestro ejemplo). 4 Porque las cosas que antes fueron escritas, para nuestra enseñanza fueron escritas (se refiere a Las Escrituras del Antiguo Testamento en su totalidad), para que por la paciencia y por la consolación de Las Escrituras, tengamos esperanza (la Palabra de Dios debe ser siempre nuestro criterio, y no debe ser de nuestra propia voluntad). 5 Mas el Dios de la Paciencia y de la Consolación os dé que entre vosotros seáis unánimes (presenta a Dios como el Autor de la Paciencia y Consolación fijadas en Las Escrituras, que alimentan la Esperanza de los Creyentes) según Cristo Jesús (otra vez, si depositamos nuestra Fe exclusivamente en Cristo y la Cruz, no será difícil obedecer estas amonestaciones): 6 Para que todos juntos a una voz glorifiquéis al Dios (declara el ser semejante a Cristo como la única manera por la cual las diferencias pueden ser resueltas correctamente), y el Padre de nuestro Señor Jesucristo (presenta a Cristo que complacía al Padre, a Quien debemos estar deseosos de complacer). 7 Por tanto, sobrellevaos los unos a los otros (aceptar en amistad y comunión), como también Cristo nos sobrellevó para Gloria de Dios (“Nos” cubre todos los grupos en la Iglesia, sin embargo ellos pueden ser distinguidos; si Cristo recibe a los dos, estamos obligados a recibirnos el uno al otro).
UNO EN CRISTO
8 Digo pues que Cristo Jesús fue hecho Ministro de la Circuncisión por la Verdad de Dios (indica que Jesús tenía obligación en primer lugar con los Judíos, y por ciertos motivos), para confirmar las Promesas hechas a los Padres (indica el cumplimiento de las Promesas Mesiánicas a Israel): 9 Y para que los Gentiles Glorifiquen a Dios por la Misericordia (nosotros los Gentiles somos injertados, no debido a ningún mérito de nuestra parte, sino estrictamente a causa de la “Misericordia” de Su Parte); como está   escrito (Sal. 18:49), Por tanto yo Te confesaré (a Dios) entre los Gentiles, y cantaré a Tu Nombre (se supone que Cristo es el Orador, al igual como Él es en todos los Salmos; Él da gracias a Dios entre los Gentiles, cuando los Gentiles dan gracias a Dios por medio de Él [Heb. 2:12]). 10 Y otra vez dice, Alegraos, Gentiles, con Su pueblo (cuando se une a los “Gentiles” con Israel, “Su Pueblo,” Moisés predice el injerto del “olivo silvestre” en el “olivo bueno” [Rom. 11:17-24]). 11 Y otra vez (Sal. 117:1), Alabad al Señor, todos los Gentiles; y magnificadle, todos los pueblos (predijo el día unos mil años en el futuro de que los Gentiles Alabarían al Señor y “Lo elogiarían,” que significa ensalzar Su Gracia y Virtud). 12 Y otra vez (Isa. 11:1), dice Isaías, Estará la raíz de Isaí (corresponde a Jesús que proviene de la familia de David, en cuanto a la Encarnación), y Él Que se levantará a regir sobre los Gentiles (esta Porción predice que Jesús “regirá” al final como el Rey sobre la totalidad de la Tierra); los Gentiles confiarán en Él (la Iglesia está compuesta casi completamente de Gentiles).
EL MINISTERIO
13 Y el Dios de Esperanza os llene de todo Gozo y Paz creyendo (lo que el Señor imparte a los Creyentes depende de la Fe), para que abundéis en Esperanza, por el Poder del Espíritu Santo (el Espíritu Santo nos ayudará a tener todas estas cosas si depositamos nuestra Fe exclusivamente en Cristo y la Cruz [I Cor. 1:18]). 14 Empero cierto estoy yo de vosotros, Hermanos míos (tiene Fe en estos Creyentes), que aun vosotros mismos estáis llenos de bondad (quiere decir que ellos tenían bondad a causa  de Cristo), llenos de todo conocimiento (conocimiento de la Palabra), de tal manera que podáis amonestaros los unos a los otros (ellos podían corregirse uno al otro en caso necesario, porque tenían conocimiento de la Palabra). 15 Mas os he escrito, Hermanos, en parte resueltamente (con mayor confianza que por lo demás), como amonestándoos, por la Gracia que de Dios me es dada (su Misión especial como Apóstol a los Gentiles le dio el derecho de amonestarlos), 16 Para ser Ministro de Jesucristo a los Gentiles (Pablo manifiesta su Llamamiento como Apóstol a la Iglesia), Ministrando el Evangelio de Dios (la palabra “Ministrando” se usa en el sentido de los Sacerdotes y Levitas de la antigüedad, quienes se ocupaban de los Ritos Sagrados en el Tabernáculo y el Templo), para que la ofrenda de los Gentiles sea agradable (describe a Pablo que se da cuenta que está presentando a la Iglesia Gentil como “una Ofrenda” a Dios), Santificada por el Espíritu Santo (el Espíritu Santo, por Pablo, muestra al Apóstol ofreciendo a los Gentiles como Sacrificio puro, aceptable a Dios, porque fueron lavados en la Sangre y Santificados por el Espíritu Santo). 17 Tengo pues de qué gloriarme en Cristo Jesús (todo es a través de Cristo, y lo que Cristo hizo en la Cruz) en lo que mira a Dios (la idea es que todo el Ministerio de Pablo, y en cualquier capacidad, es mandado y dirigido por el Espíritu Santo, esto significa el Orden Divino).     18 Porque no osaría hablar alguna cosa que Cristo no haya hecho por mí (como el Apóstol, de hecho, el primer Apóstol a los Gentiles, afirma aquí la inspiración en la obra escrita de esta Epístola, y con razón) para la obediencia de los Gentiles, con la palabra y con las obras (no es el resultado de su propio impulso por el cual él escribe esta Epístola, sino es en Cristo por el cual él escribe; los Romanos como los Gentiles, están dentro de esta esfera en la cual Cristo obra por medio de él), 19 Con potencia de milagros y prodigios, en Virtud del Espíritu de Dios (indica el Poder Extraordinario de Dios en acción); de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, he predicado todo del Evangelio de Cristo (él predicó todo el Evangelio, no comprometiéndolo para nada). 20 Y de esta manera me esforcé a Predicar el Evangelio (se refiere a su celo ardiente), no donde antes Cristo fuese nombrado (quiere decir que Pablo nunca procuró Evangelizar donde ya el Cristianismo fue establecido), por no edificar sobre fundamento ajeno (Jesús, como la Cabeza de la Iglesia, da la dirección por medio de y por el Espíritu Santo a ciertos obreros; aquella “dirección,” no debe ser impugnada por otros): 21 Sino como esta escrito (Isa. 52:15), A los que no fue anunciado de Él, verán: y los que no oyeron, entenderán (se refiere al Mensaje de la Redención que va hacia los Gentiles, como es obvio).
ROMA
22 Por lo cual aun (se refiere a Pablo que predicaba éstos numerosos años en áreas que no tenían el Evangelio) he sido impedido muchas veces de venir a vosotros (su deseo de ministrar en Roma no nació de la ambición personal, sino que fue dirigido por el Espíritu Santo en relación con su Apostolado). 23 Mas ahora no teniendo más lugar en estas regiones (significa que él había terminado su obra en los lugares mencionados), y deseando ir a vosotros hace muchos años (indica la firmeza que había dentro de su corazón, y puesto allí por el Espíritu Santo); 24 Cuando partiere para España, iré a vosotros (no hay ningún registro en Las Escrituras o la historia que Pablo haya realizado este viaje propuesto a España): porque espero que pasando os veré, y que seré llevado de vosotros allá (indica que esperaba llevarse con él a un número de escogidos de la Iglesia en Roma a España), si empero antes hubiere gozado de vosotros (se refiere a la parada que estaba propuesta en la Ciudad Imperial en camino a España). 25 Mas ahora parto para Jerusalén a Ministrar a los Santos (para tomar ofrendas de las Iglesias Gentiles para Jerusalén para ministrar a muchos Santos que estaban en grave necesidad). 26 Porque Macedonia y Acaya tuvieron por bien hacer una colecta para los pobres de los Santos que están en Jerusalén (tenía que ver con la persecución dirigida a la Iglesia en Jerusalén por el Sanedrín Judaico). 27 Porque les pareció bueno; y son deudores a ellos (se refiere a los Judíos de la Antigüedad que eran los portadores de la Salvación, que eran de gran Bendición al mundo Gentil). Porque si los Gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos servirles en los carnales (se aplica para la totalidad del Evangelio, y para siempre; si nos ministran espiritualmente, debemos devolver el favor ministrando con cosas materiales). 28 Así que, cuando hubiere concluido esto (llevar las Ofrendas a Jerusalén), y les hubiere consignado este fruto (todo lo que el Creyente hace para el Señor, el Espíritu Santo lo ve como “fruto”), pasaré por vosotros a España (existe una tradición de que Pablo al fin fue a España; pero como se mencionó, no hay ninguna prueba histórica o Bíblica). 29 Y sé que cuando llegue a vosotros, llegaré con abundancia de la Bendición del Evangelio de Cristo (declara el hecho de las grandes Verdades sostenidas por Pablo, que realmente les fueron dadas a él por Cristo [Gál. 1:11-12], que deseaba dar a la Iglesia Romana).
LA ORACIÓN
30 Os ruego empero, Hermanos, por el Señor nuestro Jesucristo (se refiere a la Obra de Dios; aunque el Señor haya pagado el precio en la Cruz por la Redención del hombre, incumbe a nosotros llevar el Mensaje al mundo), y por el Amor del Espíritu (que él siempre sería guiado por el Espíritu), que me ayudéis con oraciones por mí a Dios (muestra la humildad de este hombre, y el Poder de la Oración); 31 Que sea librado de los rebeldes que están en Judea (la Nación de Israel, que había rechazado a Cristo); y que la ofrenda de mi servicio a los Santos en Jerusalén sea acepta (se refiere a la Ofrenda para los Santos pobres en Jerusalén quienes estaban en desesperada necesidad); 32 Para que con gozo llegue a vosotros por la Voluntad de Dios (se refiere al hecho de que definitivamente era la Voluntad de Dios que Pablo fuese a Roma), y que me disfrute confortante descanso juntamente con vosotros (revela que Pablo tenía muchos amigos en Roma, por lo tanto, se nota el cariño en sus declaraciones). 33 Y el Dios de Paz sea con todos vosotros. Amén.

Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.

Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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