21 December 2022

El 21 de diciembre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz-capítulo-2


El 21 de diciembre Lectura Bíblica Diaria:

I Crónicas 12-14:

12 Estos son los que vinieron a David en Siclag, estando él aún encerrado por causa de Saúl hijo de Cis, y eran de los valientes que le ayudaron en la guerra. Estaban armados de arcos, y usaban de ambas manos para tirar piedras con honda y saetas con arco. De los hermanos de Saúl de Benjamín: El principal Ahiezer, después Joás, hijos de Semaa gabaatita; Jeziel y Pelet hijos de Azmavet, Beraca, Jehú anatotita, Ismaías gabaonita, valiente entre los treinta, y más que los treinta; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad gederatita, Eluzai, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías harufita, Elcana, Isías, Azareel, Joezer y Jasobeam, coreítas, y Joela y Zebadías hijos de Jeroham de Gedor. También de los de Gad huyeron y fueron a David, al lugar fuerte en el desierto, hombres de guerra muy valientes para pelear, diestros con escudo y pavés; sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas. Ezer el primero, Obadías el segundo, Eliab el tercero, Mismana el cuarto, Jeremías el quinto, Atai el sexto, Eliel el séptimo, Johanán el octavo, Elzabad el noveno, Jeremías el décimo y Macbanai el undécimo. Estos fueron capitanes del ejército de los hijos de Gad. El menor tenía cargo de cien hombres, y el mayor de mil. Estos pasaron el Jordán en el mes primero, cuando se había desbordado por todas sus riberas; e hicieron huir a todos los de los valles al oriente y al poniente. Asimismo algunos de los hijos de Benjamín y de Judá vinieron a David al lugar fuerte. Y David salió a ellos, y les habló diciendo: Si habéis venido a mí para paz y para ayudarme, mi corazón será unido con vosotros; mas si es para entregarme a mis enemigos, sin haber iniquidad en mis manos, véalo el Dios de nuestros padres, y lo demande. Entonces el Espíritu vino sobre Amasai, jefe de los treinta, y dijo: Por ti, oh David, y contigo, oh hijo de Isaí. Paz, paz contigo, y paz con tus ayudadores, pues también tu Dios te ayuda. Y David los recibió, y los puso entre los capitanes de la tropa. También se pasaron a David algunos de Manasés, cuando vino con los filisteos a la batalla contra Saúl (pero David no les ayudó, porque los jefes de los filisteos, habido consejo, lo despidieron, diciendo: Con peligro de nuestras cabezas se pasará a su señor Saúl). Así que viniendo él a Siclag, se pasaron a él de los de Manasés, Adnas, Jozabad, Jediaiel, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletai, príncipes de millares de los de Manasés. Estos ayudaron a David contra la banda de merodeadores, pues todos ellos eran hombres valientes, y fueron capitanes en el ejército. Porque entonces todos los días venía ayuda a David, hasta hacerse un gran ejército, como ejército de Dios. Y este es el número de los principales que estaban listos para la guerra, y vinieron a David en Hebrón para traspasarle el reino de Saúl, conforme a la palabra de Jehová: De los hijos de Judá que traían escudo y lanza, seis mil ochocientos, listos para la guerra. De los hijos de Simeón, siete mil cien hombres, valientes y esforzados para la guerra. De los hijos de Leví, cuatro mil seiscientos; asimismo Joiada, príncipe de los del linaje de Aarón, y con él tres mil setecientos, y Sadoc, joven valiente y esforzado, con veintidós de los principales de la casa de su padre. De los hijos de Benjamín hermanos de Saúl, tres mil; porque hasta entonces muchos de ellos se mantenían fieles a la casa de Saúl. De los hijos de Efraín, veinte mil ochocientos, muy valientes, varones ilustres en las casas de sus padres. De la media tribu de Manasés, dieciocho mil, los cuales fueron tomados por lista para venir a poner a David por rey. De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos. De Zabulón cincuenta mil, que salían a campaña prontos para la guerra, con toda clase de armas de guerra, dispuestos a pelear sin doblez de corazón. De Neftalí, mil capitanes, y con ellos treinta y siete mil con escudo y lanza. De los de Dan, dispuestos a pelear, veintiocho mil seiscientos. De Aser, dispuestos para la guerra y preparados para pelear, cuarenta mil. Y del otro lado del Jordán, de los rubenitas y gaditas y de la media tribu de Manasés, ciento veinte mil con toda clase de armas de guerra. Todos estos hombres de guerra, dispuestos para guerrear, vinieron con corazón perfecto a Hebrón, para poner a David por rey sobre todo Israel; asimismo todos los demás de Israel estaban de un mismo ánimo para poner a David por rey. Y estuvieron allí con David tres días comiendo y bebiendo, porque sus hermanos habían preparado para ellos. También los que les eran vecinos, hasta Isacar y Zabulón y Neftalí, trajeron víveres en asnos, camellos, mulos y bueyes; provisión de harina, tortas de higos, pasas, vino y aceite, y bueyes y ovejas en abundancia, porque en Israel había alegría. 13 Entonces David tomó consejo con los capitanes de millares y de centenas, y con todos los jefes. Y dijo David a toda la asamblea de Israel: Si os parece bien y si es la voluntad de Jehová nuestro Dios, enviaremos a todas partes por nuestros hermanos que han quedado en todas las tierras de Israel, y por los sacerdotes y levitas que están con ellos en sus ciudades y ejidos, para que se reúnan con nosotros; y traigamos el arca de nuestro Dios a nosotros, porque desde el tiempo de Saúl no hemos hecho caso de ella. Y dijo toda la asamblea que se hiciese así, porque la cosa parecía bien a todo el pueblo. Entonces David reunió a todo Israel, desde Sihor de Egipto hasta la entrada de Hamat, para que trajesen el arca de Dios de Quiriat-jearim. Y subió David con todo Israel a Baala de Quiriat-jearim, que está en Judá, para pasar de allí el arca de Jehová Dios, que mora entre los querubines, sobre la cual su nombre es invocado. Y llevaron el arca de Dios de la casa de Abinadab en un carro nuevo; y Uza y Ahío guiaban el carro. Y David y todo Israel se regocijaban delante de Dios con todas sus fuerzas, con cánticos, arpas, salterios, tamboriles, címbalos y trompetas. Pero cuando llegaron a la era de Quidón, Uza extendió su mano al arca para sostenerla, porque los bueyes tropezaban. Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió, porque había extendido su mano al arca; y murió allí delante de Dios. Y David tuvo pesar, porque Jehová había quebrantado a Uza; por lo que llamó aquel lugar Pérez-uza, hasta hoy. Y David temió a Dios aquel día, y dijo: ¿Cómo he de traer a mi casa el arca de Dios? Y no trajo David el arca a su casa en la ciudad de David, sino que la llevó a casa de Obed-edom geteo. Y el arca de Dios estuvo con la familia de Obed-edom, en su casa, tres meses; y bendijo Jehová la casa de Obed-edom, y todo lo que tenía. 14 Hiram rey de Tiro envió a David embajadores, y madera de cedro, y albañiles y carpinteros, para que le edificasen una casa. Y entendió David que Jehová lo había confirmado como rey sobre Israel, y que había exaltado su reino sobre su pueblo Israel. Entonces David tomó también mujeres en Jerusalén, y engendró David más hijos e hijas. Y estos son los nombres de los que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibhar, Elisúa, Elpelet, Noga, Nefeg, Jafía, Elisama, Beeliada y Elifelet. Oyendo los filisteos que David había sido ungido rey sobre todo Israel, subieron todos los filisteos en busca de David. Y cuando David lo oyó, salió contra ellos. Y vinieron los filisteos, y se extendieron por el valle de Refaim. Entonces David consultó a Dios, diciendo: ¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová le dijo: Sube, porque yo los entregaré en tus manos. Subieron, pues, a Baal-perazim, y allí los derrotó David. Dijo luego David: Dios rompió mis enemigos por mi mano, como se rompen las aguas. Por esto llamaron el nombre de aquel lugar Baal-perazim. Y dejaron allí sus dioses, y David dijo que los quemasen. Y volviendo los filisteos a extenderse por el valle, David volvió a consultar a Dios, y Dios le dijo: No subas tras ellos, sino rodéalos, para venir a ellos por delante de las balsameras. Y así que oigas venir un estruendo por las copas de las balsameras, sal luego a la batalla, porque Dios saldrá delante de ti y herirá el ejército de los filisteos. Hizo, pues, David como Dios le mandó, y derrotaron al ejército de los filisteos desde Gabaón hasta Gezer. Y la fama de David fue divulgada por todas aquellas tierras; y Jehová puso el temor de David sobre todas las naciones.


Salmo 72: 
Oh Dios, otorga tu justicia al rey, tu rectitud al príncipe heredero. Así juzgará con rectitud a tu pueblo y hará justicia a tus pobres. Brindarán los montes bienestar al pueblo, y fruto de justicia las colinas. El rey hará justicia a los pobres del pueblo y salvará a los necesitados; ¡él aplastará a los opresores! Que viva el rey por mil generaciones, lo mismo que el sol y que la luna. Que sea como la lluvia sobre un campo sembrado, como las lluvias que empapan la tierra. Que en sus días florezca la justicia, y que haya gran prosperidad, hasta que la luna deje de existir. Que domine el rey de mar a mar, desde el río Éufrates hasta los confines de la tierra. Que se postren ante él las tribus del desierto; ¡que muerdan el polvo sus enemigos! Que le paguen tributo los reyes de Tarsis y de las costas remotas; que los reyes de Sabá y de Seba le traigan presentes. Que ante él se inclinen todos los reyes; ¡que le sirvan todas las naciones! Él librará al indigente que pide auxilio, y al pobre que no tiene quien lo ayude. Se compadecerá del desvalido y del necesitado, y a los menesterosos les salvará la vida. Los librará de la opresión y la violencia, porque considera valiosa su vida. ¡Que viva el rey! ¡Que se le entregue el oro de Sabá! Que se ore por él sin cesar; que todos los días se le bendiga. Que abunde el trigo en toda la tierra; que ondeen los trigales en la cumbre de los montes. Que el grano se dé como en el Líbano; que abunden las gavillas como la hierba del campo. Que su nombre perdure para siempre; que su fama permanezca como el sol. se bendigan unas a otras; que todas ellas lo proclamen dichoso. Bendito sea Dios el Señor, el Dios de Israel, el único que hace obras portentosas. Bendito sea por siempre su glorioso nombre; ¡que toda la tierra se llene de su gloria! Amén y amén. Aquí terminan las oraciones de David hijo de Isaí.


Proverbios 29:
El que es reacio a las reprensiones será destruido de repente y sin remedio. Cuando los justos prosperan, el pueblo se alegra; cuando los impíos gobiernan, el pueblo gime. El que ama la sabiduría alegra a su padre; el que frecuenta rameras derrocha su fortuna. Con justicia el rey da estabilidad al país; cuando lo abruma con tributos, lo destruye. El que adula a su prójimo le tiende una trampa. Al malvado lo atrapa su propia maldad, pero el justo puede cantar de alegría. El justo se ocupa de la causa del desvalido; el malvado ni sabe de qué se trata. Los insolentes conmocionan a la ciudad, pero los sabios apaciguan los ánimos. Cuando el sabio entabla pleito contra un necio, aunque se enoje o se ría, nada arreglará. Los asesinos aborrecen a los íntegros, y tratan de matar a los justos. El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla. Cuando un gobernante se deja llevar por mentiras, todos sus oficiales se corrompen. Algo en común tienen el pobre y el opresor: a los dos el Señor les ha dado la vista. El rey que juzga al pobre según la verdad afirma su trono para siempre. La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergüenza a su madre. Cuando prospera el impío, prospera el pecado, pero los justos presenciarán su caída. Disciplina a tu hijo, y te traerá tranquilidad; te dará muchas satisfacciones. Donde no hay visión, el pueblo se extravía; ¡dichosos los que son obedientes a la ley! No sólo con palabras se corrige al siervo; aunque entienda, no obedecerá. ¿Te has fijado en los que hablan sin pensar? ¡Más se puede esperar de un necio que de gente así! Quien consiente a su criado cuando éste es niño, al final habrá de lamentarlo. El hombre iracundo provoca peleas; el hombre violento multiplica sus crímenes. El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido. El cómplice del ladrón atenta contra sí mismo; aunque esté bajo juramento, no testificará. Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que confía en el Señor sale bien librado. Muchos buscan el favor del gobernante, pero la sentencia del hombre la dicta el Señor. Los justos aborrecen a los malvados, y los malvados aborrecen a los justos.



El Libro de Primera Corintios Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS




CAPÍTULO 2
(59 d.C.)
LA SABIDURÍA AUTÉNTICA



ASÍ QUE, Hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con superioridad de palabra, o de sabiduría (él no dependía en habilidades oratorias, ni tampoco ahondaba en la filosofía, que era lo que estaba en furor en esa época), para anunciaros el Testimonio de Dios (que es Cristo y Él Crucificado).
2 Porque no me propuse saber algo entre vosotros (con propósito e intención, Pablo no recurrió al conocimiento o la filosofía del mundo con respecto a la Predicación del Evangelio), sino a Jesucristo, y a Éste Crucificado (éste y sólo éste es el Mensaje que salvará al pecador, libertará al cautivo y dará al Creyente la victoria perpetua).
3 Y estuve yo con vosotros con (personal) flaqueza (una expresión de dependencia completa en Dios), y mucho temor (temor de no poder Predicar bien la Cruz) y temblor. (Él se daba cuenta del significado de lo que Predicaba, y su insuficiencia en cuanto a su propia persona.)
4 Y ni mi palabra ni mi Predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría (sabía que eso no iba a libertar a nadie; la Iglesia moderna ha de aprender una lección de esto), mas con demostración del Espíritu y de poder (lo que el Espíritu Santo puede   hacer en el corazón y vida de los Creyentes, si se Predica acerca de la Cruz correctamente):
5 Para que vuestra Fe no esté fundada en la sabiduría de hombres (todo camino propuesto que no sea la Cruz), mas en Poder de Dios (hecho posible sólo por la Cruz).
6 Empero hablamos sabiduría de Dios entre perfectos (sólo los que son maduros en lo espiritual pueden entender la Sabiduría de Dios, que es la Cruz): y una sabiduría, no de este siglo (la Sabiduría de Dios que pertenece a la Salvación no tiene en absoluto ninguna relación a la sabiduría de este mundo), ni de los príncipes de este siglo, que se deshacen (los grandes Sabios y los Filósofos del mundo no contribuyeron nada a Pablo, como tampoco a nosotros):
7 Mas hablamos Sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta (la Sabiduría de Dios conduce a los pecadores al gran Sacrificio de la historia, la ofrenda de Jesús en la Cruz del Calvario, la cual pagó la deuda del terrible pecado del hombre, al menos para todos aquellos que creen), la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria (en la Mente de Dios, Cristo fue ofrecido en la Cruz aun antes de la fundación del mundo [I Ped. 1:18-20]):
8 La Cual ninguno de los príncipes de este siglo conoció (su ignorancia que es voluntariosa, que era su juicio por haber rechazado a Cristo [Hch. 3:17; 13:27]): porque si la hubieran conocido (si ellos hubieran querido saber), nunca hubieran Crucificado al Señor de Gloria. (Estas palabras hacen entrar la yuxtaposición de la humillación más baja y la exaltación más espléndida.)
EL ESPÍRITU SANTO
9 Antes como está escrito (Isa. 64:4), Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón del hombre (el propósito es demostrar que no podemos llegar a un conocimiento de Dios por métodos normales de aprendizaje), son las que Dios ha preparado para aquellos que Le aman.
10 Empero Dios nos lo reveló a nosotros por Su Espíritu (la manera de impartición del conocimiento espiritual, que es la Revelación): porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. (El Espíritu Santo es el Único bien capacitado para revelar a Dios porque Él es Dios, y Él es el miembro de la Deidad Quien trata directamente con el hombre.)
11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? (El espíritu del hombre puede saber ciertas cosas acerca de otro hombre, pero en sí no puede saber nada acerca de Dios.) Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. (Los hombres no pueden aprender acerca de Dios por investigación científica o por razonamiento humano, sino sólo cuando el Espíritu de Dios se lo revela al Creyente.)
12 Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo (que es de Satanás), sino el Espíritu que es de Dios (en la conversión, el Creyente recibe el Espíritu de Dios); para que conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente (la única manera en que podemos saber realmente).
13 Lo cual también hablamos, no con doctas palabras de humana sabiduría (sabiduría corrompida), sino con las enseñadas del Espíritu (que es un entendimiento de la Palabra de Dios); acomodando lo espiritual a lo espiritual (la comunicación de las Verdades espirituales a los hombres espirituales por el Espíritu).
14 Mas el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios (el individuo que no es Nacido de Nuevo): porque le son locura (una falta de entendimiento): y no las puede entender (el hombre caído no puede entender las Verdades espirituales), porque se han de examinar espiritualmente (sólo el espíritu Regenerado del hombre puede entender las cosas del Espíritu).
15 Empero el espiritual juzga todas las cosas (sólo la persona espiritual está capacitada para juzgar apropiadamente), mas él no es juzgado de nadie (se refiere al juicio que Dios aceptará).
16 Porque ¿quién conoció la Mente del Señor? ¿Quién le instruyó? (¡La respuesta es nadie! [Isa. 40:14].) Mas nosotros tenemos la Mente de Cristo. (Aquellos que tienen la Mente de Cristo ven las cosas como Dios las ve.)
 


Primera Corintios Capítulo 13: 
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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