18 October 2022

El 18 de octubre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre


El 18 de octubre Lectura Bíblica Diaria:

Deuteronomio 5-7:

5 Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por obra. Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb. No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos. Cara a cara habló Jehová con vosotros en el monte de en medio del fuego. Yo estaba entonces entre Jehová y vosotros, para declararos la palabra de Jehová; porque vosotros tuvisteis temor del fuego, y no subisteis al monte. Dijo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y que hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque Jehová no dará por inocente al que tome su nombre en vano. Guardarás el día de reposo para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo a Jehová tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu sierva como tú. Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo. Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da. No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No dirás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. Estas palabras habló Jehová a toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz; y no añadió más. Y las escribió en dos tablas de piedra, las cuales me dio a mí. Y aconteció que cuando vosotros oísteis la voz de en medio de las tinieblas, y visteis al monte que ardía en fuego, vinisteis a mí, todos los príncipes de vuestras tribus, y vuestros ancianos, y dijisteis: He aquí Jehová nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz de en medio del fuego; hoy hemos visto que Jehová habla al hombre, y éste aún vive. Ahora, pues, ¿por qué vamos a morir? Porque este gran fuego nos consumirá; si oyéremos otra vez la voz de Jehová nuestro Dios, moriremos. Porque ¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún viva? Acércate tú, y oye todas las cosas que dijere Jehová nuestro Dios; y tú nos dirás todo lo que Jehová nuestro Dios te dijere, y nosotros oiremos y haremos. Y oyó Jehová la voz de vuestras palabras cuando me hablabais, y me dijo Jehová: He oído la voz de las palabras de este pueblo, que ellos te han hablado; bien está todo lo que han dicho. ¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre! Vé y diles: Volveos a vuestras tiendas. Y tú quédate aquí conmigo, y te diré todos los mandamientos y estatutos y decretos que les enseñarás, a fin de que los pongan ahora por obra en la tierra que yo les doy por posesión. Mirad, pues, que hagáis como Jehová vuestro Dios os ha mandado; no os apartéis a diestra ni a siniestra. Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer. 6 Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres. Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás. No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos; porque el Dios celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Jehová tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la tierra. No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah. Guardad cuidadosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado. Y haz lo recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien, y entres y poseas la buena tierra que Jehová juró a tus padres; para que él arroje a tus enemigos de delante de ti, como Jehová ha dicho. Mañana cuando te preguntare tu hijo, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y estatutos y decretos que Jehová nuestro Dios os mandó? entonces dirás a tu hijo: Nosotros éramos siervos de Faraón en Egipto, y Jehová nos sacó de Egipto con mano poderosa. Jehová hizo señales y milagros grandes y terribles en Egipto, sobre Faraón y sobre toda su casa, delante de nuestros ojos; y nos sacó de allá, para traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres. Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy. Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado. 7 Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra en la cual entrarás para tomarla, y haya echado de delante de ti a muchas naciones, al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, siete naciones mayores y más poderosas que tú, y Jehová tu Dios las haya entregado delante de ti, y las hayas derrotado, las destruirás del todo; no harás con ellas alianza, ni tendrás de ellas misericordia. Y no emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo. Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá pronto. Mas así habéis de hacer con ellos: sus altares destruiréis, y quebraréis sus estatuas, y destruiréis sus imágenes de Asera, y quemaréis sus esculturas en el fuego. Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto. Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones; y que da el pago en persona al que le aborrece, destruyéndolo; y no se demora con el que le odia, en persona le dará el pago. Guarda, por tanto, los mandamientos, estatutos y decretos que yo te mando hoy que cumplas. Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en tus ganados. Y quitará Jehová de ti toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto, que tú conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos los que te aborrecieren. Y consumirás a todos los pueblos que te da Jehová tu Dios; no los perdonará tu ojo, ni servirás a sus dioses, porque te será tropiezo. Si dijeres en tu corazón: Estas naciones son mucho más numerosas que yo; ¿cómo las podré exterminar? no tengas temor de ellas; acuérdate bien de lo que hizo Jehová tu Dios con Faraón y con todo Egipto; de las grandes pruebas que vieron tus ojos, y de las señales y milagros, y de la mano poderosa y el brazo extendido con que Jehová tu Dios te sacó; así hará Jehová tu Dios con todos los pueblos de cuya presencia tú temieres. También enviará Jehová tu Dios avispas sobre ellos, hasta que perezcan los que quedaren y los que se hubieren escondido de delante de ti. No desmayes delante de ellos, porque Jehová tu Dios está en medio de ti, Dios grande y temible. Y Jehová tu Dios echará a estas naciones de delante de ti poco a poco; no podrás acabar con ellas en seguida, para que las fieras del campo no se aumenten contra ti. Mas Jehová tu Dios las entregará delante de ti, y él las quebrantará con grande destrozo, hasta que sean destruidas. El entregará sus reyes en tu mano, y tú destruirás el nombre de ellos de debajo del cielo; nadie te hará frente hasta que los destruyas. Las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego; no codiciarás plata ni oro de ellas para tomarlo para ti, para que no tropieces en ello, pues es abominación a Jehová tu Dios; y no traerás cosa abominable a tu casa, para que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es anatema.

Salmo 8:

Oh Señor, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra! ¡Has puesto tu gloria sobre los cielos! Por causa de tus adversarios has hecho que brote la alabanza de labios de los pequeñitos y de los niños de pecho, para silenciar al enemigo y al rebelde. Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste, me pregunto: "¿Qué es el *hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?" Pues lo hiciste poco menos que un dios, y lo coronaste de gloria y de honra: lo entronizaste sobre la obra de tus manos, todo lo sometiste a su dominio; todas las ovejas, todos los bueyes, todos los animales del campo, las aves del cielo, los peces del mar, y todo lo que surca los senderos del mar. Oh Señor, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!




Proverbs 27



No te jactes del día de mañana, porque no sabes lo que el día traerá. No te jactes de ti mismo; que sean otros los que te alaben. Pesada es la piedra, pesada es la arena, pero más pesada es la ira del necio. Cruel es la furia, y arrolladora la ira, pero ¿quién puede enfrentarse a la envidia? Más vale ser reprendido con franqueza que ser amado en secreto. Más confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa. Al que no tiene hambre, hasta la miel lo empalaga; al hambriento, hasta lo amargo le es dulce. Como ave que vaga lejos del nido es el hombre que vaga lejos del hogar. El perfume y el incienso alegran el corazón; la dulzura de la amistad fortalece el ánimo. No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre. No vayas a la casa de tu hermano cuando tengas un  problema. Más vale vecino cercano que hermano distante. Hijo mío, sé sabio y alegra mi corazón; así podré responder a los que me desprecian. El prudente ve el peligro y lo evita; el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias. Toma la prenda del que salga fiador por un extraño; reténla en garantía si la entrega por la mujer ajena. El mejor saludo se juzga una impertinencia cuando se da a gritos y de madrugada. Gotera  constante en un día lluvioso es la mujer que siempre pelea. Quien la domine, podrá dominar el viento y retener aceite en la mano. El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre. El que cuida de la higuera comerá de sus higos, y el que vela por su amo recibirá honores. En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona. El sepulcro, la muerte y los ojos del hombre jamás se dan por satisfechos. En el crisol se prueba la plata; en el horno se prueba el oro; ante las alabanzas, el hombre. Aunque al necio lo muelas y lo remuelas, y lo machaques como al grano, no le quitarás la necedad. Asegúrate de saber cómo están tus rebaños; cuida mucho de tus ovejas; pues las riquezas no son eternas ni la fortuna está siempre segura. Cuando se limpien los campos y brote el verdor, y en los montes se recoja la hierba, las ovejas te darán para el vestido, y las cabras para comprar un campo; tendrás leche de cabra en abundancia para que se alimenten tú y tu familia, y toda tu servidumbre.





El Libro de Juan Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN


CAPÍTULO 3
(30 d.C.)
NICODEMO




Y HABÍA un hombre de los Fariseos, que se llamaba Nicodemo (fue dicho que era uno de los tres hombres más ricos en Jerusalén), Prominente entre los Judíos (un miembro del Sanedrín, el cuerpo Gobernante de Israel).
2 Éste vino a Jesús de noche (no se sabe exactamente por qué vino él de noche), y Le dijo, Rabí, nosotros sabemos que has venido de Dios como Maestro (el pronombre "nosotros" podría indicar que Nicodemo representaba a algunos miembros del Sanedrín; aquí Nicodemo se dirigió a Cristo como hombre y no como Dios; la Cruz le cambiaría): porque nadie puede hacer estas Señales que Tú haces, si no fuere Dios con Él (¡en esto, tiene razón!).
3 Respondió Jesús y le dijo (presenta una contestación completamente distinta de la que él esperaba), De cierto, de cierto, te digo, Que él que no naciere de nuevo (el término, "Nacer de Nuevo," quiere decir que el hombre ya ha tenido un nacimiento natural, pero ahora tiene que haber un Nacimiento Espiritual, lo cual acontece por Fe en Cristo, y lo que Él hizo en la Cruz por nosotros, y es obtenible por todos), no puede ver el Reino de Dios (en realidad quiere decir que sin el Nuevo Nacimiento, no se puede entender o comprender el "Reino de Dios").
4 Le dice Nicodemo, ¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo? (Se refiere a este líder espiritual de Israel como que le faltaba conocimiento con respecto a todo lo que Jesús le estaba diciendo. Si él hubiese realmente "Nacido de Nuevo," hubiese entendido estos términos.) ¿Puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer? (Parece que no sabía el lenguaje de los Profetas acerca de la circuncisión del corazón [Deut. 30:6; Jer. 4:4], y acerca de un corazón duro y un espíritu recto [Sal. 51:10; Ezeq. 36:26-27].)
5 Respondió Jesús, De cierto, de cierto, te digo, Que el que no naciere de agua y del Espíritu (la frase, "Naciere de agua," se refiere al nacimiento natural, lo que Jesús menciona en el siguiente Versículo, y es propio a un bebé cuando nace; "Nacido del Espíritu" se refiere a un Nacimiento Espiritual, que solamente Dios efectúa; y no se refiere tampoco al Bautismo en Agua), no puede entrar en el Reino de Dios.
6 Lo que es nacido de la carne, carne es (tiene que ver con el nacimiento natural, y es ilustrado, como se expresó anteriormente, por la frase, "Naciere de agua"); y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (tiene que ver con lo que es únicamente de Dios; la [carne] no tiene relación alguna al [Espíritu] y no pueden ser unidos).
7 No te maravilles de que te dije, Os es necesario nacer otra vez (es evidente que se dirige a la sorpresa, que debió haberse reflejado en el semblante de Nicodemo).
8 El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido, mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde vaya (presenta la manera cómo Jesús explica la experiencia de "Nacer de Nuevo"; Él la compara con el viento que viene y va, pero es imposible distinguir exactamente cómo): así es todo aquel que es nacido del Espíritu (es un nacimiento espiritual, por eso no se puede explicar intelectualmente).
9 Respondió Nicodemo y Le dijo, ¿Cómo puede esto hacerse? (No haber "Nacido de Nuevo" en ese determinado momento, y a pesar de su gran inteligencia en otros aspectos, no tiene entendimiento alguno de esta gran Verdad; ¡él es religioso pero perdido!)
10 Respondió Jesús y le dijo, ¿Tú eres un Maestro de Israel (le tenían en cuenta como uno de los grandes líderes espirituales de Israel), y no sabes esto? (Como líder espiritual, él debería conocer el Camino de la Salvación, pero lo triste es que él no lo conocía.)
11 De cierto, de cierto, te digo, Que lo que sabemos hablamos (Jesús se refería de la Deidad Trino, y también de todos los "Apóstoles y Profetas"; en esencia, Él se refiere a la Palabra de Dios, y estaba dirigiendo a Nicodemo a aquella Fuente en vez de la tradición), y lo que hemos visto, testificamos (quiere decir que realmente se puede "ver" el fruto o ventajas de este "Testimonio," es decir, "la Palabra de Dios"); y no recibís nuestro testimonio (tiene que ver con el Sanedrín Judaico).
12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis (se refiere al tipo y acontecimientos terrenales en la Biblia, tales como los Sacrificios y Días de Fiesta, etc., que sin duda Nicodemo había leído muchas veces, pero estaba tan ciego que él no veía ni creía sus lecciones), ¿cómo creeréis si os dijere las Celestiales? (En efecto, nos dice que si conociéramos a Jesús como Dios [lo Celestial], debemos conocer primero a Jesús y la Encarnación [lo terrenal]. Nicodemo se había dirigido a Jesús como simplemente un "Maestro." Entonces, hasta que él entienda a Dios hecho carne y que mora entre los hombres, él no entenderá los asuntos Celestiales.)
13 Y nadie subió al Cielo, sino El Que descendió del Cielo (Él bajó del Cielo y se hizo Hombre, y aproximadamente tres años y medio más tarde subirá al Cielo, cuando Su Misión se haya cumplido), aun el Hijo del Hombre que está en el Cielo (mejor traducido, "que es del Cielo").
14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto (se refiere a Núm. 21:5-9; "la serpiente" representa a Satanás que es el autor del pecado), así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado (se refiere a Cristo siendo levantado sobre la Cruz, que con sólo eso se puede derrotar a Satanás y al pecado):
15 Para que todo aquel (destruye la explicación errónea de la predestinación hiper-Calvinística, es a saber, que algunos están predestinados para ser salvos, mientras todos los demás están predestinados para estar perdidos; la palabra "todo aquel" quiere decir que ninguno está excluido de ser perdido, y ninguno está excluido de ser salvo) que en Él creyere (cree en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz; de otro modo, perece), no se pierda, sino que tenga Vida Eterna (la Vida de Dios, El Que es el Único Dios Sempiterno, Quien tiene la vida en Sí Mismo, y que Únicamente tiene la inmortalidad).
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo (presenta la clase de Amor que es de Dios), que ha dado a Su Hijo Unigénito (Le entregó a la Cruz, ya que esto es lo que se exige para redimir a la humanidad), para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga Vida Eterna.
17 Porque no envió Dios a Su Hijo al mundo, para que condene al mundo (quiere decir que el Objetivo de la Misión de Cristo era Salvar, pero el asunto para aquéllos que lo rechazan debe y sólo puede ser la condenación); mas para que el mundo sea salvo por Él (Jesucristo es la única Salvación para el mundo; ¡no hay otra alguna! además, Él es la Salvación solamente mediante la Cruz; en consecuencia, la Cruz debe ser siempre el Objeto de nuestra Fe).
18 El que en Él cree, no es condenado (no está condenado para estar eternamente perdido en el Lago de Fuego para siempre jamás [Apoc. 20:11-15]): mas el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el Nombre del Unigénito Hijo de Dios (todo esto se refiere a Cristo y lo que Él hizo en la Cruz a fin de redimir a la humanidad; la Salvación nunca es por obras, sino por la Gracia por medio de la Fe, siempre con la Cruz como Objeto de aquella Fe).
19 Y esta es la condenación, porque la Luz vino al mundo (se refiere a Jesús como la "Luz"; ¡no hay otra alguna!), y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, porque sus obras eran malas (el gran castigo del pecado es el deseo pecaminoso; el amor a las tinieblas es la consecuencia de los malos caminos del hombre; el rechazo de Jesucristo no es la causa de la perdición del hombre, sino más bien el resultado de ello).
20 Porque todo aquel que hace lo malo aborrece la Luz (presenta una reprensión notable a Nicodemo con una penetración de una espada afilada, diciéndole que los malhechores eligen las tinieblas, entonces, ¿por qué vino este Fariseo de noche?), y no viene a la Luz, para que sus obras no sean redargüidas (aceptar verdaderamente a Jesús significa la Revelación y la condenación de todo mal camino, que es totalmente diferente a las religiones del mundo que no revelan nada; la "Luz" automáticamente revela lo que las tinieblas oculta).
21 Mas el que obra verdad viene a la Luz (El Espíritu Santo coloca el deseo por la verdad en el corazón del hombre, por medio de la Palabra revelada de Dios; si la persona sinceramente quiere "hacer la verdad," entonces debe aceptar a Cristo, ya que Cristo es la única "Luz"), para que sus obras sean manifestadas que son hechas en Dios (el gran cambio que ocurre en la vida del pecador que ahora Cree y acepta a Cristo; las acciones perversas son borradas para siempre en la Sangre del Cordero de Dios, y ponen en su lugar las acciones de justicia).
22 Pasado esto vino Jesús con Sus Discípulos a la Tierra de Judea (quiere decir que Jesús y Sus Discípulos dejaron la metrópoli de Jerusalén, donde la hostilidad ya comenzaba a aumentar, sobre todo considerando Su purificación del Templo; fueron a otras partes de Judea); y estaba allí con ellos, y bautizaba (Él Mismo en realidad no hizo ningún bautismo; sino fueron Sus Discípulos, mas sin duda fue bajo Su Dirección; La Escritura parece indicar que esta práctica no se realizó por mucho tiempo; sin duda, Cristo lo hizo para confirmar el Ministerio de Juan el Bautista, cuyo gran énfasis fue el Bautismo en Agua).
JUAN EL BAUTISTA
23 Y bautizaba también Juan en Enón junto a Salim, porque había allí muchas aguas (se cree que estaba situado a unos 80 kilómetros [50 millas] al norte de Jerusalén en Samaria): y venían, y eran bautizados (significa que las multitudes siguieron viniendo, pero en realidad ya disminuían para ese entonces).
24 Porque Juan no había sido aún puesto en la cárcel (el Espíritu Santo nos dice aquí que el Ministerio de Juan el Bautista estaba a punto de concluir).
25 Y hubo cuestión entre los discípulos de Juan y los Judíos acerca de la purificación (¡fue un debate muy airado! el debate se trataba de la cantidad de leyes y rituales inventados por los Fariseos; en otras palabras, ¡mucho ruido y pocas nueces!).
26 Y vinieron a Juan, y le dijeron, Rabí, El Que estaba contigo de la otra parte del Jordán, del Cual tú diste testimonio (Jesús), he aquí, bautiza, y todos vienen a Él (intentaron instigar rivalidad entre Cristo y Juan, y más concretamente para degradar a Juan).
27 Respondió Juan y dijo, No puede el hombre recibir algo, si no le fuere dado del Cielo (el Ministerio de Juan era de Dios y, por lo tanto, del Cielo; y el Ministerio de Cristo era de Dios y, por lo tanto, del Cielo; por consiguiente, ellos se complementaban el uno al otro; ¡no había rivalidad alguna!).
28 Vosotros mismos me sois testigos que dije, Yo no soy el Cristo (quiere decir que él era servil y sumiso a Aquél Quién realmente es el Cristo), sino que soy enviado delante de Él (declara el hecho de que Juan estaba bajo la autoridad de Cristo, y no la autoridad de los Fariseos, o cualquier parte de la jerarquía religiosa de Israel).
29 El que tiene la novia, es el novio (decía que todas las almas que él ha ganado en realidad le pertenecen a Jesús, y no a él, porque Jesús es el "Novio"; en consecuencia, no se ofende por las grandes multitudes que iban a Jesús, que en un principio habían venido a él): mas el amigo del novio (lo que Juan concluye que eso era él), que está en pie y Le oye (se refiere al Ministerio de Cristo, que excede todo lo que Juan jamás podría haber imaginado), se goza grandemente de la Voz del novio (se refiere al Ministerio de Cristo): así pues, este mi gozo es cumplido (Juan no sólo había "realizado" su misión, sino que se sintió "realizado").
30 A Él conviene crecer (Él siempre debe "crecer," no los hombres, ni las denominaciones u oficinas religiosas, ni la Virgen María, ni los Apóstoles, etc.), mas a mí menguar (los Ministros del Nuevo Convenio deben tomar nota de la Alabanza Divina y la abnegación, cuando le preparamos el Camino del Señor a los corazones humanos; debemos escondernos detrás de la Gloria mayor de nuestro Señor; somos exitosos, sólo cuando tenemos éxito en hacer esto).
31 El Que de arriba viene, sobre todos es (se refiere al hecho de que Cristo era un hombre, pero sobre todo que Él era más que hombre, de hecho, Dios): el que es de la Tierra, terrenal es, y cosas terrenales habla (se refiere a todos los hombres, hasta los grandes Profetas, que son por necesidad limitados): El Que viene del Cielo, sobre todos es (¡coloca a Cristo en una categoría por encima de todos los hombres, justo como Él debe ser!).
32 Y lo que vio y oyó, esto testifica (se refiere a lo que Jesús recibió del Padre, que atestiguó de Él y Él de ello); y nadie recibe Su Testimonio (quiere decir que ningún hombre contribuyó a Su Testimonio, sino que todo fue de Dios).
33 El que recibe Su Testimonio (se refiere a todos los que han creído en Su Nombre y Lo han aceptado como Señor y Salvador), éste ha puesto Su Sello que Dios es verdadero (tiene que ver con el hombre que recibe el testimonio del Hijo como el Dador de la Vida Eterna; así como el testimonio de Jesús es verdadero en todo sentido, así describe que Dios es verdadero a Su Palabra).
34 Porque El Que Dios envió las Palabras de Dios habla (se refiere a Cristo Quien siempre tenía la Mente de Dios y, por lo tanto, la Palabra de Dios): porque no Le da Dios el Espíritu por medida (se refiere al hecho de que todas las personas, quien sea que fuese, y aun el mejor, mientras que teniendo el Espíritu Santo, fue por "medida," que no fue así con Jesús; Él tenía el Espíritu en Su totalidad, por lo tanto, las constantes sanidades y milagros).
35 El Padre ama al Hijo (se refiere a la Encarnación, y lo que Cristo haría para redimir a la humanidad), y todas las cosas dio en Su Mano (se refiere al gran Plan de Redención que el Señor Jesucristo llevaría a cabo).
36 El que cree en el Hijo tiene Vida Eterna (le declara a todos el sencillo Plan de la Salvación; las consecuencias son eternas): más el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida (significa que hay sólo un Camino para ser salvo, y es confiar en Cristo y lo que Él hizo por nosotros en la Cruz); sino que la ira de Dios está sobre él (la única manera para ser limpio del pecado es por la Sangre Preciosa de Cristo, y nuestra Fe en esa Obra Terminada; no hacer esto significa que el pecado permanece, y por siempre la Ira de Dios debe estar opuesto al pecado, y a aquéllos que lo permiten que permanezca en sus vidas).


Primera Corintios Capítulo 13:



Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4



Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:



Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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