11 October 2022

El 11 de octubre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre


El 11 de octubre Lectura Bíblica Diaria:

Números 20-22:

20 Llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al desierto de Zin, en el mes primero, y acampó el pueblo en Cades; y allí murió María, y allí fue sepultada. Y porque no había agua para la congregación, se juntaron contra Moisés y Aarón. Y habló el pueblo contra Moisés, diciendo: ¡Ojalá hubiéramos muerto cuando perecieron nuestros hermanos delante de Jehová! ¿Por qué hiciste venir la congregación de Jehová a este desierto, para que muramos aquí nosotros y nuestras bestias? ¿Y por qué nos has hecho subir de Egipto, para traernos a este mal lugar? No es lugar de sementera, de higueras, de viñas ni de granadas; ni aun de agua para beber. Y se fueron Moisés y Aarón de delante de la congregación a la puerta del tabernáculo de reunión, y se postraron sobre sus rostros; y la gloria de Jehová apareció sobre ellos. Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias. Entonces Moisés tomó la vara de delante de Jehová, como él le mandó. Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña? Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado. Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con Jehová, y él se santificó en ellos. Envió Moisés embajadores al rey de Edom desde Cades, diciendo: Así dice Israel tu hermano: Tú has sabido todo el trabajo que nos ha venido; cómo nuestros padres descendieron a Egipto, y estuvimos en Egipto largo tiempo, y los egipcios nos maltrataron, y a nuestros padres; y clamamos a Jehová, el cual oyó nuestra voz, y envió un ángel, y nos sacó de Egipto; y he aquí estamos en Cades, ciudad cercana a tus fronteras. Te rogamos que pasemos por tu tierra. No pasaremos por labranza, ni por viña, ni beberemos agua de pozos; por el camino real iremos, sin apartarnos a diestra ni a siniestra, hasta que hayamos pasado tu territorio. Edom le respondió: No pasarás por mi país; de otra manera, saldré contra ti armado. Y los hijos de Israel dijeron: Por el camino principal iremos; y si bebiéremos tus aguas yo y mis ganados, daré el precio de ellas; déjame solamente pasar a pie, nada más. Pero él respondió: No pasarás. Y salió Edom contra él con mucho pueblo, y mano fuerte. No quiso, pues, Edom dejar pasar a Israel por su territorio, y se desvió Israel de él. Y partiendo de Cades los hijos de Israel, toda aquella congregación, vinieron al monte de Hor. Y Jehová habló a Moisés y a Aarón en el monte de Hor, en la frontera de la tierra de Edom, diciendo: Aarón será reunido a su pueblo, pues no entrará en la tierra que yo dí a los hijos de Israel, por cuanto fuisteis rebeldes a mi mandamiento en las aguas de la rencilla. Toma a Aarón y a Eleazar su hijo, y hazlos subir al monte de Hor, y desnuda a Aarón de sus vestiduras, y viste con ellas a Eleazar su hijo; porque Aarón será reunido a su pueblo, y allí morirá. Y Moisés hizo como Jehová le mandó; y subieron al monte de Hor a la vista de toda la congregación. Y Moisés desnudó a Aarón de sus vestiduras, y se las vistió a Eleazar su hijo; y Aarón murió allí en la cumbre del monte, y Moisés y Eleazar descendieron del monte. Y viendo toda la congregación que Aarón había muerto, le hicieron duelo por treinta días todas la familias de Israel. 21 Cuando el cananeo, el rey de Arad, que habitaba en el Neguev, oyó que venía Israel por el camino de Atarim, peleó contra Israel, y tomó de él prisioneros. Entonces Israel hizo voto a Jehová, y dijo: Si en efecto entregares este pueblo en mi mano, yo destruiré sus ciudades. Y Jehová escuchó la voz de Israel, y entregó al cananeo, y los destruyó a ellos y a sus ciudades; y llamó el nombre de aquel lugar Horma. Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel. Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo. Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía. Después partieron los hijos de Israel y acamparon en Obot. Y partiendo de Obot, acamparon en Ije-abarim, en el desierto que está enfrente de Moab, al nacimiento del sol. Partieron de allí, y acamparon en el valle de Zered. De allí partieron, y acamparon al otro lado de Arnón, que está en el desierto, y que sale del territorio del amorreo; porque Arnón es límite de Moab, entre Moab y el amorreo. Por tanto se dice en el libro de las batallas de Jehová:
Lo que hizo en el Mar Rojo,
Y en los arroyos de Arnón; Y a la corriente de los arroyos
Que va a parar en Ar,
Y descansa en el límite de Moab. De allí vinieron a Beer: este es el pozo del cual Jehová dijo a Moisés: Reúne al pueblo, y les daré agua. Entonces, cantó Israel este cántico:
Sube, oh pozo; a él cantad; Pozo, el cual cavaron los señores.
Lo cavaron los príncipes del pueblo,
Y el legislador, con sus báculos.
Del desierto vinieron a Matana, y de Matana a Nahaliel, y de Nahaliel a Bamot; y de Bamot al valle que está en los campos de Moab, y a la cumbre de Pisga, que mira hacia el desierto. Entonces envió Israel embajadores a Sehón rey de los amorreos, diciendo: Pasaré por tu tierra; no nos iremos por los sembrados, ni por las viñas; no beberemos las aguas de los pozos; por el camino real iremos, hasta que pasemos tu territorio. Mas Sehón no dejó pasar a Israel por su territorio, sino que juntó Sehón todo su pueblo y salió contra Israel en el desierto, y vino a Jahaza y peleó contra Israel. Y lo hirió Israel a filo de espada, y tomó su tierra desde Arnón hasta Jaboc, hasta los hijos de Amón; porque la frontera de los hijos de Amón era fuerte. Y tomó Israel todas estas ciudades, y habitó Israel en todas las ciudades del amorreo, en Hesbón y en todas sus aldeas. Porque Hesbón era la ciudad de Sehón rey de los amorreos, el cual había tenido guerra antes con el rey de Moab, y tomado de su poder toda su tierra hasta Arnón. Por tanto dicen los proverbistas:
Venid a Hesbón,
Edifíquese y repárese la ciudad de Sehón. Porque fuego salió de Hesbón,
Y llama de la ciudad de Sehón,
Y consumió a Ar de Moab,
A los señores de las alturas de Arnón. ¡Ay de ti, Moab!
Pereciste, pueblo de Quemos.
Fueron puestos sus hijos en huida,
Y sus hijas en cautividad,
Por Sehón rey de los amorreos. Mas devastamos el reino de ellos;
Pereció Hesbón hasta Dibón,
Y destruimos hasta Nofa y Medeba. Así habitó Israel en la tierra del amorreo. También envió Moisés a reconocer a Jazer; y tomaron sus aldeas, y echaron al amorreo que estaba allí. Y volvieron, y subieron camino de Basán; y salió contra ellos Og rey de Basán, él y todo su pueblo, para pelear en Edrei. Entonces Jehová dijo a Moisés: No le tengas miedo, porque en tu mano lo he entregado, a él y a todo su pueblo, y a su tierra; y harás de él como hiciste de Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón. E hirieron a él y a sus hijos, y a toda su gente, sin que le quedara uno, y se apoderaron de su tierra. 22 Partieron los hijos de Israel, y acamparon en los campos de Moab junto al Jordán, frente a Jericó. Y vio Balac hijo de Zipor todo lo que Israel había hecho al amorreo. Y Moab tuvo gran temor a causa del pueblo, porque era mucho; y se angustió Moab a causa de los hijos de Israel. Y dijo Moab a los ancianos de Madián: Ahora lamerá esta gente todos nuestros contornos, como lame el buey la grama del campo. Y Balac hijo de Zipor era entonces rey de Moab. Por tanto, envió mensajeros a Balaam hijo de Beor, en Petor, que está junto al río en la tierra de los hijos de su pueblo, para que lo llamasen, diciendo: Un pueblo ha salido de Egipto, y he aquí cubre la faz de la tierra, y habita delante de mí. Ven pues, ahora, te ruego, maldíceme este pueblo, porque es más fuerte que yo; quizá yo pueda herirlo y echarlo de la tierra; pues yo sé que el que tú bendigas será bendito, y el que tú maldigas será maldito. Fueron los ancianos de Moab y los ancianos de Madián con las dádivas de adivinación en su mano, y llegaron a Balaam y le dijeron las palabras de Balac. El les dijo: Reposad aquí esta noche, y yo os daré respuesta según Jehová me hablare. Así los príncipes de Moab se quedaron con Balaam. Y vino Dios a Balaam, y le dijo: ¿Qué varones son estos que están contigo? Y Balaam respondió a Dios: Balac hijo de Zipor, rey de Moab, ha enviado a decirme: He aquí, este pueblo que ha salido de Egipto cubre la faz de la tierra; ven pues, ahora, y maldícemelo; quizá podré pelear contra él y echarlo. Entonces dijo Dios a Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es. Así Balaam se levantó por la mañana y dijo a los príncipes de Balac: Volveos a vuestra tierra, porque Jehová no me quiere dejar ir con vosotros. Y los príncipes de Moab se levantaron, y vinieron a Balac y dijeron: Balaam no quiso venir con nosotros. Volvió Balac a enviar otra vez más príncipes, y más honorables que los otros; los cuales vinieron a Balaam, y le dijeron: Así dice Balac, hijo de Zipor: Te ruego que no dejes de venir a mí; porque sin duda te honraré mucho, y haré todo lo que me digas; ven, pues, ahora, maldíceme a este pueblo. Y Balaam respondió y dijo a los siervos de Balac: Aunque Balac me diese su casa llena de plata y oro, no puedo traspasar la palabra de Jehová mi Dios para hacer cosa chica ni grande. Os ruego, por tanto, ahora, que reposéis aquí esta noche, para que yo sepa qué me vuelve a decir Jehová. Y vino Dios a Balaam de noche, y le dijo: Si vinieron para llamarte estos hombres, levántate y vete con ellos; pero harás lo que yo te diga. Así Balaam se levantó por la mañana, y enalbardó su asna y fue con los príncipes de Moab. Y la ira de Dios se encendió porque él iba; y el ángel de Jehová se puso en el camino por adversario suyo. Iba, pues, él montado sobre su asna, y con él dos criados suyos. Y el asna vio al ángel de Jehová, que estaba en el camino con su espada desnuda en su mano; y se apartó el asna del camino, e iba por el campo. Entonces azotó Balaam al asna para hacerla volver al camino. Pero el ángel de Jehová se puso en una senda de viñas que tenía pared a un lado y pared al otro. Y viendo el asna al ángel de Jehová, se pegó a la pared, y apretó contra la pared el pie de Balaam; y él volvió a azotarla. Y el ángel de Jehová pasó más allá, y se puso en una angostura donde no había camino para apartarse ni a derecha ni a izquierda. Y viendo el asna al ángel de Jehová, se echó debajo de Balaam; y Balaam se enojó y azotó al asna con un palo. Entonces Jehová abrió la boca al asna, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres veces? Y Balaam respondió al asna: Porque te has burlado de mí. ¡Ojalá tuviera espada en mi mano, que ahora te mataría! Y el asna dijo a Balaam: ¿No soy yo tu asna? Sobre mí has cabalgado desde que tú me tienes hasta este día; ¿he acostumbrado hacerlo así contigo? Y él respondió: No. Entonces Jehová abrió los ojos de Balaam, y vio al ángel de Jehová que estaba en el camino, y tenía su espada desnuda en su mano. Y Balaam hizo reverencia, y se inclinó sobre su rostro. Y el ángel de Jehová le dijo: ¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí. El asna me ha visto, y se ha apartado luego de delante de mí estas tres veces; y si de mí no se hubiera apartado, yo también ahora te mataría a ti, y a ella dejaría viva. Entonces Balaam dijo al ángel de Jehová: He pecado, porque no sabía que tú te ponías delante de mí en el camino; mas ahora, si te parece mal, yo me volveré. Y el ángel de Jehová dijo a Balaam: Vé con esos hombres; pero la palabra que yo te diga, esa hablarás. Así Balaam fue con los príncipes de Balac. Oyendo Balac que Balaam venía, salió a recibirlo a la ciudad de Moab, que está junto al límite de Arnón, que está al extremo de su territorio. Y Balac dijo a Balaam: ¿No envié yo a llamarte? ¿Por qué no has venido a mí? ¿No puedo yo honrarte? Balaam respondió a Balac: He aquí yo he venido a ti; mas ¿podré ahora hablar alguna cosa? La palabra que Dios pusiere en mi boca, esa hablaré. Y fue Balaam con Balac, y vinieron a Quiriat-huzot. Y Balac hizo matar bueyes y ovejas, y envió a Balaam, y a los príncipes que estaban con él. El día siguiente, Balac tomó a Balaam y lo hizo subir a Bamot-baal, y desde allí vio a los más cercanos del pueblo.


Pasaporte al Imposible: 


Salmo 1:



Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera! En cambio, los malvados son como paja arrastrada por el viento. Por eso no se sostendrán los malvados en el juicio, ni los pecadores en la asamblea de los justos. Porque el Señor cuida el camino de los justos, mas la senda de los malos lleva a la perdición.



Proverbios 20:



El vino lleva a la insolencia, y la bebida embriagante al escándalo; ¡nadie bajo sus efectos se comporta sabiamente! Rugido de león es la furia del rey; quien provoca su enojo se juega la vida. Honroso es al hombre evitar la contienda, pero no hay necio que no inicie un pleito. El perezoso no labra la tierra en otoño; en tiempo de cosecha buscará y no hallará. Los pensamientos humanos son aguas profundas; el que es inteligente los capta fácilmente. Son muchos los que proclaman su lealtad, ¿pero quién puede hallar a alguien digno de confianza? Justo es quien lleva una vida sin tacha; ¡dichosos los hijos que sigan su ejemplo! Cuando el rey se sienta en el tribunal, con su sola mirada barre toda maldad. ¿Quién puede afirmar: "Tengo puro el corazón; estoy limpio de pecado"? Pesas falsas y medidas engañosas: ¡vaya pareja que el Señor detesta! Por sus hechos el niño deja entrever si su conducta será pura y recta. Los oídos para oír y los ojos para ver: ¡hermosa pareja que el Señor ha creado! No te des al sueño, o te quedarás pobre; manténte despierto y tendrás pan de sobra. "¡No sirve, no sirve!", dice el comprador, pero luego va y se jacta de su compra. Oro hay, y abundan las piedras preciosas, pero aún más valiosos son los labios del saber. Toma la prenda del que salga fiador de un extraño; reténla en garantía si la da en favor de desconocidos. Tal vez sea agradable ganarse el pan con engaños, pero uno acaba con la boca llena de arena. Afirma tus planes con buenos consejos; entabla el combate con buena estrategia. El chismoso traiciona la confianza; no te juntes con la gente que habla de más. Al que maldiga a su padre y a su madre, su lámpara se le apagará en la más densa oscuridad. La herencia de fácil comienzo no tendrá un final feliz. Nunca digas: "¡Me vengaré de ese daño!" Confía en el Señor, y él actuará por ti. El Señor aborrece las pesas falsas y reprueba el uso de medidas engañosas. Los pasos del hombre los dirige el Señor. ¿Cómo puede el hombre entender su propio camino? Trampa es consagrar algo sin pensarlo y más tarde reconsiderar lo prometido. El rey sabio avienta como trigo a los malvados, y los desmenuza con rueda de molino. El espíritu humano es la lámpara del Señor, pues escudriña lo más recóndito del ser. La misericordia y la verdad sostienen al rey; su trono se afirma en la misericordia. La gloria de los jóvenes radica en su fuerza; la honra de los ancianos, en sus canas. Los golpes y las heridas curan la maldad; los azotes purgan lo más íntimo del ser.



El Libro de Lucas Capítulo 20 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS




CAPÍTULO 20
(33 d.C.)
LA AUTORIDAD




Y ACONTECIÓ un día (probablemente era el Lunes; Él fue arrestado el Miércoles por la noche, ya que el nuevo día comenzaba con la puesta del sol en vez de la medianoche como ahora se fija la hora), que enseñando Él al pueblo en el Templo, y anunciando el Evangelio (la "predicación" y la "enseñanza" son todavía el Método de Dios de proclamar la Palabra), se llegaron los Principales Sacerdotes y los Escribas, con los Ancianos (estaban enfurecidos con Él por varios motivos, pero la razón principal era que ellos estaban llenos del Diablo),
2 Y Le hablaron, diciendo, Dinos, ¿con qué autoridad haces estas cosas? (Es una trampa diseñada para obligarlo a afirmar abiertamente Su Comisión Divina.) ¿O quién es Él que Te ha dado esta autoridad? (Sabían que Él afirmaba que Dios era Su única Autoridad, pero quisieron que Él lo dijera en público en el Templo. Por supuesto, ellos no Le creyeron que Su Fuente era Dios. Pero era muy difícil para ellos justificar los milagros; por lo tanto, los atribuyeron a Satanás, que, de hecho, era Blasfemia al Espíritu Santo [Mat. 12:24-32].)
3 Respondiendo entonces Jesús les dijo, Os preguntaré Yo también una palabra; respondedme (exigió una contestación, el Señor reclamó una contestación de los maestros autorizados, lo que ellos afirmaban ser; por eso, Él volvió la pregunta en su contra para que cayeran en su propia trampa):
4 El bautismo de Juan, ¿era del Cielo, o de los hombres? (Su pregunta no era una de astucia como la de ellos, sino más bien una pregunta legítima, con una respuesta legítima y obvia que señala a la Fuente de Su Autoridad.)
5 Más ellos pensaban dentro de sí (discutían en secreto; ¡estaban entre la espalda y la pared!), diciendo, Si dijéremos, Del Cielo, dirá, ¿Por qué pues no le creísteis? (Si reconocieran que Juan era un Verdadero Profeta de Dios, entonces tendrían que reconocer su Mensaje, y aun más importante a Quien él presentó, al Señor Jesucristo.)
6 Y si dijéremos, De los hombres; todo el pueblo nos apedreará: porque estaban convencidos de que Juan era Profeta (tiene que ver con las personas que estaban más adelantadas que sus líderes espirituales).
7 Y respondieron, que no sabían de dónde fuese (de hecho, ellos eran los que se suponían saber contestar tal pregunta; su respuesta floja demostró que no tenían ninguna espiritualidad en absoluto; ¡Cómo se escabulleron de la verdad!).
8 Entonces Jesús les dijo, Ni Yo os digo con qué potestad hago estas cosas.
LOS LABRADORES MALVADOS
9 Y comenzó a decir al pueblo esta Parábola (explicará en detalle gráfico la respuesta a la pregunta que estos líderes religiosos habían hecho); Un cierto Hombre (Dios) plantó una Viña (Israel), y la arrendó a labradores (se refería a los líderes religiosos de Israel, quienesquiera que ellos eran, y para toda la época de la Nación), y se ausentó por mucho tiempo (corresponde a partir de la época de Abraham hasta Cristo).
10 Y al tiempo, envió un siervo a los labradores (se refiere a los Profetas quienes fueron enviados a intervalos), para que Le diesen del fruto de la Viña: mas los labradores le hirieron, y le enviaron vacío (con respecto al trato de los Profetas).
11 Y volvió a enviar otro siervo (otro Profeta): más ellos a éste también, herido y afrentado, le enviaron vacío.
12 Y volvió a enviar al tercer siervo: más ellos también a éste echaron herido.
13 Entonces el Señor de la Viña dijo, ¿Qué haré? (La pregunta no es por falta de conocimiento de parte de Dios en cuanto a lo que Él hará, sino, en efecto, realmente declara lo que será hecho.) Yo enviaré a Mi Hijo Amado (el Señor Jesucristo): quizás cuando a Éste vieren, tendrán respeto (el Hijo era el Heredero, por lo tanto, la Viña Le pertenecía).
14 Mas los labradores, viéndole, pensaron entre sí (exactamente como hicieron los líderes religiosos), diciendo, Éste es el Heredero (explica muy claro que los Escribas y los Fariseos sabían exactamente Quién era Jesús realmente): venid, matémosle (aunque sabían Quién era Él, el plan de ellos era de asesinarlo) para que la heredad sea nuestra (millones de personas han dicho la misma cosa; no quieren el Plan de Dios para este mundo y para sus vidas; desean trazar su propio derrotero, que siempre conduce a la destrucción; no hacen más que estropear la herencia).
15 Y Le echaron fuera de la Viña, y Le mataron (¡dice claramente, en términos inequívocos, lo que harían y, de hecho, así hicieron realmente!). ¿Qué pues, les hará el Señor de la Viña? (Aunque fueron advertidos, así como lo manifiesta el siguiente Versículo, ellos no querían escuchar.)
16 Vendrá, y destruirá a estos labradores (ocurrió unos treinta y siete años más tarde, exactamente como Él dijo que sería, como Roma destruyó Jerusalén totalmente), y dará Su Viña a otros (tiene referencia a la Iglesia Gentil). Y cuando ellos lo oyeron, dijeron, ¡Dios nos libre! (Demuestra que sabían exactamente lo que Jesús decía, y exactamente lo que Él quiso decir; ¡su respuesta era "Dios nos libre," quiere decir, "¡Dios no permitirá eso!"; su respuesta debiera haber sido, "Dios tenga misericordia de nosotros.")
17 Más Él mirándolos, dice, ¿Qué pues es lo que está escrito (Sal. 118:22), La Piedra que condenaron los edificadores (aquella "Piedra" es Cristo), Esta se ha convertido en Piedra Angular? (El rechazo por Israel de Cristo no revocó Su posición como la "Piedra Angular." Él es precisamente esta Piedra para la Iglesia, y al final lo será también para Israel.)
18 Cualquiera que cayere sobre aquella Piedra, será quebrantado (se refiere a Israel, y  cualquier nación o pueblo, o una persona respecto a eso, que intenta destruir a Cristo, es decir, "Lo rechaza"; en cambio, es quebrantado; ¡esta es una batalla que nadie puede ganar, ya que Jesús es Dios!); mas sobre el que la Piedra cayere, le desmenuzará (demuestra a Cristo que al final aplastará a los reinos de este mundo, que Él así hará en la Segunda Venida, haciéndolos Suyos [Dan. 2:35]; Jesús se presenta como la figura principal de la totalidad de la humanidad y del mundo, y declara que la grandeza o decadencia de ellos se basa en su aceptación o rechazo de Él).
EL DINERO DE LOS TRIBUTOS
19 Y procuraban los Principales Sacerdotes y los Escribas echarle mano en aquella hora (estaban enfurecidos con la Parábola que Él acababa de relatarles, y sobre todo al referirse como la "Piedra," es decir, "Piedra Angular"), porque entendieron que contra ellos había dicho esta Parábola: más temieron al pueblo (entonces lo que ellos hicieron no era por ignorancia, sino más bien desde una posición de rebelión).
20 Y acechándole (se refiere al hecho de que intentaban atraparle en Sus Palabras para poder acusarlo de traición contra Él) enviaron espías que se simulasen justos, para sorprenderle en palabras (qué insensatos eran), para que Le entregasen al principado y a la potestad del gobernador (Pilato).
21 Los cuales Le preguntaron, diciendo, Maestro, sabemos que dices y enseñas bien, y que no tienes respeto a persona, antes enseñas el Camino de Dios con verdad (todo esto era lo cierto, pero ellos no lo creyeron, sólo decían estas palabras para intentar de atraparle):
22 ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no? (Este "tributo" fue un impuesto en cada persona por la cantidad de un Denario por cabeza. Ya que si Él hubiera dicho "sí," Él hubiera sido clasificado como traidor por Israel, porque aborrecían el impuesto porque los indicaba como sujetos de Roma. Pero si Él decía "no," Él hubiera sido marcado como promovedor de insurrección por Roma. Pues en las mentes de ellos, no importaría la manera en que Él contestaría porque de todos modos Lo incriminaría.)
23 Mas Él entendiendo la astucia de ellos (Él reconoció al instante sus artimañas y sus trucos descarados), les dijo, ¿Por qué Me tentáis? (Él los deja saber que Él sabe a ciencia cierta lo que estaban haciendo, y de su hipocresía.)
24 Mostradme la moneda (el Denario Romano; no podía normalmente llevarlo dentro del Templo porque tenía la inscripción de César en su cara). ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron, De César.
25 Entonces les dijo, Pues dad a César lo que es de César, y lo que es de Dios, a Dios (Jesús estaba diciendo que las deudas al hombre y las deudas a Dios debían saldarse, las dos esferas de obligación son distintas y conciliables; en efecto, Jesús empezaba a enseñar acerca de la separación de la Iglesia y del Estado).
26 Y no pudieron reprender Sus palabras delante del pueblo (Su respuesta fue tan perfecta que no tenían refutación alguna): antes maravillados de Su respuesta, callaron (en sus artimañas, estaban positivamente convencidos de que en Su Respuesta Lo incriminaría de una forma u otra, pero para su gran asombro, no sirvió para nada sus malas intenciones).
LA RESURRECCIÓN
27 Y llegándose unos de los Saduceos (los Modernistas de Israel de esa época, y quienes generalmente controlaban a los Principales Sacerdotes y el Sanedrín), los cuales niegan haber Resurrección (su interpretación falsa de la Palabra de Dios había descartado la vida después de la muerte, en consecuencia, el Plan de Dios se reducía a pura superficialidad); Le preguntaron,
28 Diciendo, Maestro, Moisés nos escribió, Si el hermano de alguno muriere, teniendo mujer, y muriere sin hijos, que su hermano tome la mujer, y levante simiente a su hermano ([Deut. 25:5], afirmaron que creían en Génesis hasta Deuteronomio, pero no tenían creencia alguna en el resto de la Biblia de esa época, la cual era de Josué a Malaquías).
29 Fueron, pues, siete hermanos: y el primero tomó mujer, y murió sin hijos.
30 Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos.
31 Y la tomó el tercero; asimismo también todos los siete: y murieron sin dejar prole.
32 Y a la postrera de todos murió también la mujer.
33 En la Resurrección, pues, ¿mujer de cuál de ellos será? porque los siete la tuvieron por mujer (Deuteronomio no contiene esta ilustración, por lo menos no de esta manera; esta es una situación hipotética inventada por los Saduceos, por la cual pensaban que concretaba su argumento que no hay tal cosa como la Resurrección).
34 Entonces respondiendo Jesús les dijo, Los hijos de este mundo (esta vida antes de la muerte) se casan, y son dados en casamiento (coloca la institución del matrimonio únicamente en este mundo presente y no en el mundo venidero):
35 Mas los que fueren tenidos por dignos de aquel mundo (la Vida Eterna, se efectúa solamente por la experiencia del "Nacer de Nuevo") y de la Resurrección de los muertos (declara sin lugar a dudas que habrá una "Resurrección"), ni se casan, ni son dados en casamiento (corresponde a los que tendrán parte en la Primera Resurrección, la cual incluirá a todo Creyente que jamás haya vivido hasta la conclusión de la Gran Tribulación):
36 Porque no pueden ya más morir (para ese entonces, todos los Santos de Dios tendrán cuerpos glorificados; y no habrá más muerte entre ellos): porque son iguales a  los Ángeles (solamente se refiere a la inmortalidad); y son Hijos de Dios, cuando son Hijos de la Resurrección (todos los Creyentes serán "Hijos de la Resurrección," simplemente porque son "Hijos de Dios" mediante la experiencia del Nuevo Nacimiento [Jn. 3:3]).
37 Y que los muertos hayan de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el Pasaje de la zarza (lleva a los Saduceos a la parte de la Biblia donde ellos afirman que creían), cuando llama al Señor, Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob (indica la verdad firme con respecto a la vida después de la muerte, la cual será explicada en el próximo Versículo).
38 Porque Dios no es Dios de muertos (quiere decir que hay vida después de la muerte, ya sea en el Cielo o en el Infierno), mas de vivos (en efecto, Moisés estaba diciendo que Abraham, Isaac y Jacob aún estaban vivos, aunque físicamente habían muerto hace años; lo mismo sucede con todos los Creyentes): porque todos viven a Él (Él no es un Dios de seres muertos, sino de seres vivientes; Dios no puede ser Dios de algún ser que no existe).
LA ENCARNACIÓN
39 Y respondiéndole ciertos de los Escribas dijeron, Maestro, bien has dicho (los Escribas eran Fariseos, y ellos creyeron en la Resurrección).
40 Y no osaron más preguntarle algo (tanto los Fariseos como los Saduceos cedieron este método de ataque).
41 Y Él les dijo, ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? ("Cristo" quiere decir "El Ungido" o "Mesías." Esta pregunta, formulada por Cristo, tenía que ver con la Encarnación.)
42 Y el mismo David dice en el Libro de los Salmos, Dijo el SEÑOR a Mi Señor, Siéntate a Mi Diestra ([Sal. 110:1] esta declaración se refiere a la Deidad del Mesías, que dio directo al grano a la creencia falsa de los Judíos con respecto a Jesús, ellos suponían que su Mesías fuera simplemente "un hombre amado"; en esencia, "Dios el Padre Le dice a Dios el Hijo. . ."),
43 Entre tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies (Jesús lo hizo a través de la Cruz [Col. 2:14-15]).
44 Así que David Le llama Señor, ¿cómo pues es Su hijo? (Con esta pregunta, Jesús situó la Encarnación, Dios hecho hombre, firmemente delante de los Fariseos. Jesús es el Señor de David porque Él es Dios. Él es el hijo de David, respecto a Su Humanidad, Dios hecho hombre.)
45 Y oyéndole todo el pueblo, dijo a Sus Discípulos (dijo lo siguiente en presencia de todo el pueblo),
46 Guardaos de los Escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las Sinagogas, y los primeros asientos en las cenas (su religión era simplemente un "espectáculo," y no contenía sustancia alguna; sin embargo, eran Pastores del pueblo);
47 Que devoran las casas de las viudas, poniendo por pretexto la larga oración (hacían oraciones en presencia de ciertas mujeres para conseguir su dinero): éstos recibirán mayor condenación (se refiere al juicio; será más caliente el Infierno para este tipo de líderes, que nada más pretenden, pero en realidad no poseen nada).


Primera Corintios Capítulo 13:



Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4



Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:



Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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