El 14 de octubre Lectura Bíblica Diaria
Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
Números 29-31:
29 En el séptimo mes, el primero del mes, tendréis santa convocación; ninguna obra de siervos haréis; os será día de sonar las trompetas. Y ofreceréis holocausto en olor grato a Jehová, un becerro de la vacada, un carnero, siete corderos de un año sin defecto; y la ofrenda de ellos, de flor de harina amasada con aceite, tres décimas de efa con cada becerro, dos décimas con cada carnero, y con cada uno de los siete corderos, una décima; y un macho cabrío por expiación, para reconciliaros, además del holocausto del mes y su ofrenda, y el holocausto continuo y su ofrenda, y sus libaciones conforme a su ley, como ofrenda encendida a Jehová en olor grato. En el diez de este mes séptimo tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas; ninguna obra haréis; y ofreceréis en holocausto a Jehová en olor grato, un becerro de la vacada, un carnero, y siete corderos de un año; serán sin defecto. Y sus ofrendas, flor de harina amasada con aceite, tres décimas de efa con cada becerro, dos décimas con cada carnero, y con cada uno de los siete corderos, una décima; y un macho cabrío por expiación; además de la ofrenda de las expiaciones por el pecado, y del holocausto continuo y de sus ofrendas y de sus libaciones. También a los quince días del mes séptimo tendréis santa convocación; ninguna obra de siervos haréis, y celebraréis fiesta solemne a Jehová por siete días. Y ofreceréis en holocausto, en ofrenda encendida a Jehová en olor grato, trece becerros de la vacada, dos carneros, y catorce corderos de un año; han de ser sin defecto. Y las ofrendas de ellos, de flor de harina amasada con aceite, tres décimas de efa con cada uno de los trece becerros, dos décimas con cada uno de los dos carneros, y con cada uno de los catorce corderos, una décima; y un macho cabrío por expiación, además del holocausto continuo, su ofrenda y su libación. El segundo día, doce becerros de la vacada, dos carneros, catorce corderos de un año sin defecto, y sus ofrendas y sus libaciones con los becerros, con los carneros y con los corderos, según el número de ellos, conforme a la ley; y un macho cabrío por expiación; además del holocausto continuo, y su ofrenda y su libación. El día tercero, once becerros, dos carneros, catorce corderos de un año sin defecto; y sus ofrendas y sus libaciones con los becerros, con los carneros y con los corderos, según el número de ellos, conforme a la ley; y un macho cabrío por expiación, además del holocausto continuo, y su ofrenda y su libación. El cuarto día, diez becerros, dos carneros, catorce corderos de un año sin defecto; sus ofrendas y sus libaciones con los becerros, con los carneros y con los corderos, según el número de ellos, conforme a la ley; y un macho cabrío por expiación; además del holocausto continuo, su ofrenda y su libación. El quinto día, nueve becerros, dos carneros, catorce corderos de un año sin defecto; y sus ofrendas y sus libaciones con los becerros, con los carneros y con los corderos, según el número de ellos, conforme a la ley; y un macho cabrío por expiación, además del holocausto continuo, su ofrenda y su libación. El sexto día, ocho becerros, dos carneros, catorce corderos de un año sin defecto; y sus ofrendas y sus libaciones con los becerros, con los carneros y con los corderos, según el número de ellos, conforme a la ley; y un macho cabrío por expiación, además del holocausto continuo, su ofrenda y su libación. El séptimo día, siete becerros, dos carneros, catorce corderos de un año sin defecto; y sus ofrendas y sus libaciones con los becerros, con los carneros y con los corderos, según el número de ellos, conforme a la ley; y un macho cabrío por expiación, además del holocausto continuo, con su ofrenda y su libación. El octavo día tendréis solemnidad; ninguna obra de siervos haréis. Y ofreceréis en holocausto, en ofrenda encendida de olor grato a Jehová, un becerro, un carnero, siete corderos de un año sin defecto; sus ofrendas y sus libaciones con el becerro, con el carnero y con los corderos, según el número de ellos, conforme a la ley; y un macho cabrío por expiación, además del holocausto continuo, con su ofrenda y su libación. Estas cosas ofreceréis a Jehová en vuestras fiestas solemnes, además de vuestros votos, y de vuestras ofrendas voluntarias, para vuestros holocaustos, y para vuestras ofrendas, y para vuestras libaciones, y para vuestras ofrendas de paz. Y Moisés dijo a los hijos de Israel conforme a todo lo que Jehová le había mandado. 30 Habló Moisés a los príncipes de las tribus de los hijos de Israel, diciendo: Esto es lo que Jehová ha mandado. Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca. Mas la mujer, cuando hiciere voto a Jehová, y se ligare con obligación en casa de su padre, en su juventud; si su padre oyere su voto, y la obligación con que ligó su alma, y su padre callare a ello, todos los votos de ella serán firmes, y toda obligación con que hubiere ligado su alma, firme será. Mas si su padre le vedare el día que oyere todos sus votos y sus obligaciones con que ella hubiere ligado su alma, no serán firmes; y Jehová la perdonará, por cuanto su padre se lo vedó. Pero si fuere casada e hiciere votos, o pronunciare de sus labios cosa con que obligue su alma; si su marido lo oyere, y cuando lo oyere callare a ello, los votos de ella serán firmes, y la obligación con que ligó su alma, firme será. Pero si cuando su marido lo oyó, le vedó, entonces el voto que ella hizo, y lo que pronunció de sus labios con que ligó su alma, será nulo; y Jehová la perdonará. Pero todo voto de viuda o repudiada, con que ligare su alma, será firme. Y si hubiere hecho voto en casa de su marido, y hubiere ligado su alma con obligación de juramento, si su marido oyó, y calló a ello y no le vedó, entonces todos sus votos serán firmes, y toda obligación con que hubiere ligado su alma, firme será. Mas si su marido los anuló el día que los oyó, todo lo que salió de sus labios cuanto a sus votos, y cuanto a la obligación de su alma, será nulo; su marido los anuló, y Jehová la perdonará. Todo voto, y todo juramento obligándose a afligir el alma, su marido lo confirmará, o su marido lo anulará. Pero si su marido callare a ello de día en día, entonces confirmó todos sus votos, y todas las obligaciones que están sobre ella; los confirmó, por cuanto calló a ello el día que lo oyó. Mas si los anulare después de haberlos oído, entonces él llevará el pecado de ella. Estas son las ordenanzas que Jehová mandó a Moisés entre el varón y su mujer, y entre el padre y su hija durante su juventud en casa de su padre. 31 Jehová habló a Moisés, diciendo: Haz la venganza de los hijos de Israel contra los madianitas; después serás recogido a tu pueblo. Entonces Moisés habló al pueblo, diciendo: Armaos algunos de vosotros para la guerra, y vayan contra Madián y hagan la venganza de Jehová en Madián. Mil de cada tribu de todas las tribus de los hijos de Israel, enviaréis a la guerra. Así fueron dados de los millares de Israel, mil por cada tribu, doce mil en pie de guerra. Y Moisés los envió a la guerra; mil de cada tribu envió; y Finees hijo del sacerdote Eleazar fue a la guerra con los vasos del santuario, y con las trompetas en su mano para tocar. Y pelearon contra Madián, como Jehová lo mandó a Moisés, y mataron a todo varón. Mataron también, entre los muertos de ellos, a los reyes de Madián, Evi, Requem, Zur, Hur y Reba, cinco reyes de Madián; también a Balaam hijo de Beor mataron a espada. Y los hijos de Israel llevaron cautivas a las mujeres de los madianitas, a sus niños, y todas sus bestias y todos sus ganados; y arrebataron todos sus bienes, e incendiaron todas sus ciudades, aldeas y habitaciones. Y tomaron todo el despojo, y todo el botín, así de hombres como de bestias. Y trajeron a Moisés y al sacerdote Eleazar, y a la congregación de los hijos de Israel, los cautivos y el botín y los despojos al campamento, en los llanos de Moab, que están junto al Jordán frente a Jericó. Y salieron Moisés y el sacerdote Eleazar, y todos los príncipes de la congregación, a recibirlos fuera del campamento. Y se enojó Moisés contra los capitanes del ejército, contra los jefes de millares y de centenas que volvían de la guerra, y les dijo Moisés: ¿Por qué habéis dejado con vida a todas las mujeres? He aquí, por consejo de Balaam ellas fueron causa de que los hijos de Israel prevaricasen contra Jehová en lo tocante a Baal-peor, por lo que hubo mortandad en la congregación de Jehová. Matad, pues, ahora a todos los varones de entre los niños; matad también a toda mujer que haya conocido varón carnalmente. Pero a todas las niñas entre las mujeres, que no hayan conocido varón, las dejaréis con vida. Y vosotros, cualquiera que haya dado muerte a persona, y cualquiera que haya tocado muerto, permaneced fuera del campamento siete días, y os purificaréis al tercer día y al séptimo, vosotros y vuestros cautivos. Asimismo purificaréis todo vestido, y toda prenda de pieles, y toda obra de pelo de cabra, y todo utensilio de madera. Y el sacerdote Eleazar dijo a los hombres de guerra que venían de la guerra: Esta es la ordenanza de la ley que Jehová ha mandado a Moisés: Ciertamente el oro y la plata, el bronce, hierro, estaño y plomo, todo lo que resiste el fuego, por fuego lo haréis pasar, y será limpio, bien que en las aguas de purificación habrá de purificarse; y haréis pasar por agua todo lo que no resiste el fuego. Además lavaréis vuestros vestidos el séptimo día, y así seréis limpios; y después entraréis en el campamento. Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Toma la cuenta del botín que se ha hecho, así de las personas como de las bestias, tú y el sacerdote Eleazar, y los jefes de los padres de la congregación; y partirás por mitades el botín entre los que pelearon, los que salieron a la guerra, y toda la congregación. Y apartarás para Jehová el tributo de los hombres de guerra que salieron a la guerra; de quinientos, uno, así de las personas como de los bueyes, de los asnos y de las ovejas. De la mitad de ellos lo tomarás; y darás al sacerdote Eleazar la ofrenda de Jehová. Y de la mitad perteneciente a los hijos de Israel tomarás uno de cada cincuenta de las personas, de los bueyes, de los asnos, de las ovejas y de todo animal, y los darás a los levitas, que tienen la guarda del tabernáculo de Jehová. E hicieron Moisés y el sacerdote Eleazar como Jehová mandó a Moisés. Y fue el botín, el resto del botín que tomaron los hombres de guerra, seiscientas setenta y cinco mil ovejas, setenta y dos mil bueyes, y sesenta y un mil asnos. En cuanto a personas, de mujeres que no habían conocido varón, eran por todas treinta y dos mil. Y la mitad, la parte de los que habían salido a la guerra, fue el número de trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas; y el tributo de las ovejas para Jehová fue seiscientas setenta y cinco. De los bueyes, treinta y seis mil; y de ellos el tributo para Jehová, setenta y dos. De los asnos, treinta mil quinientos; y de ellos el tributo para Jehová, sesenta y uno. Y de las personas, dieciséis mil; y de ellas el tributo para Jehová, treinta y dos personas. Y dio Moisés el tributo, para ofrenda elevada a Jehová, al sacerdote Eleazar, como Jehová lo mandó a Moisés. Y de la mitad para los hijos de Israel, que apartó Moisés de los hombres que habían ido a la guerra (la mitad para la congregación fue: de las ovejas, trescientas treinta y siete mil quinientas; de los bueyes, treinta y seis mil; de los asnos, treinta mil quinientos; y de las personas, dieciséis mil); de la mitad, pues, para los hijos de Israel, tomó Moisés uno de cada cincuenta, así de las personas como de los animales, y los dio a los levitas, que tenían la guarda del tabernáculo de Jehová, como Jehová lo había mandado a Moisés. Vinieron a Moisés los jefes de los millares de aquel ejército, los jefes de millares y de centenas, y dijeron a Moisés: Tus siervos han tomado razón de los hombres de guerra que están en nuestro poder, y ninguno ha faltado de nosotros. Por lo cual hemos ofrecido a Jehová ofrenda, cada uno de lo que ha hallado, alhajas de oro, brazaletes, manillas, anillos, zarcillos y cadenas, para hacer expiación por nuestras almas delante de Jehová. Y Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron el oro de ellos, alhajas, todas elaboradas. Y todo el oro de la ofrenda que ofrecieron a Jehová los jefes de millares y de centenas fue dieciséis mil setecientos cincuenta siclos. Los hombres del ejército habían tomado botín cada uno para sí. Recibieron, pues, Moisés y el sacerdote Eleazar el oro de los jefes de millares y de centenas, y lo trajeron al tabernáculo de reunión, por memoria de los hijos de Israel delante de Jehová.
Psalms 4:1-8:
Proverbs 23:1-35 NVI
6 Cuando te sientes a comer con un gobernante, fíjate bien en lo que tienes ante ti. Si eres dado a la glotonería, domina tu apetito. No codicies sus manjares, pues tal comida no es más que un engaño. 7 No te afanes acumulando riquezas; no te obsesiones con ellas. ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas. No te sientes a la mesa de un tacaño, ni codicies sus manjares, que son como un pelo en la garganta. "Come y bebe", te dirá, pero no te lo dirá de corazón. 8 Acabarás vomitando lo que hayas comido, y tus cumplidos no habrán servido de nada. 9 A oídos del necio jamás dirijas palabra, pues se burlará de tus sabios consejos. 10 No cambies de lugar los linderos antiguos, ni invadas la propiedad de los huérfanos, porque su Defensor es muy poderoso y contra ti defenderá su causa. 11 Aplica tu corazón a la disciplina y tus oídos al conocimiento. 12 No dejes de disciplinar al joven, que de unos cuantos azotes no se morirá. Dale unos buenos azotes, y así lo librarás del sepulcro. 13 Hijo mío, si tu corazón es sabio, también mi corazón se regocijará; en lo íntimo de mi ser me alegraré cuando tus labios hablen con rectitud. 14 No envidies en tu corazón a los pecadores; más bien, muéstrate siempre celoso en el temor del Señor. Cuentas con una esperanza futura, la cual no será destruida. 15 Hijo mío, presta atención y sé sabio; mantén tu corazón en el camino recto. No te juntes con los que beben mucho vino, ni con los que se hartan de carne, pues borrachos y glotones, por su indolencia, acaban harapientos y en la pobreza. 16 Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana. Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas! El padre del justo experimenta gran regocijo; quien tiene un hijo sabio se solaza en él. ¡Que se alegren tu padre y tu madre! ¡Que se regocije la que te dio la vida! 17 Dame, hijo mío, tu corazón y no pierdas de vista mis caminos. Porque fosa profunda es la prostituta, y estrecho pozo, la mujer ajena. Se pone al acecho, como un bandido, y multiplica la infidelidad de los hombres. 18 ¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares? ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas? ¿De quién son las heridas gratuitas? ¿De quién los ojos morados? ¡Del que no suelta la botella de vino ni deja de probar licores! No te fijes en lo rojo que es el vino, ni en cómo brilla en la copa, ni en la suavidad con que se desliza; porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora. Tus ojos verán alucinaciones, y tu mente imaginará estupideces. Te parecerá estar durmiendo en alta mar, acostado sobre el mástil mayor. Y dirás: "Me han herido, pero no me duele. Me han golpeado, pero no lo siento. ¿Cuándo despertaré de este sueño para ir a buscar otro trago?"
El Libro de Lucas Capítulo 23 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS
CAPÍTULO 23
(33 d.C.)
JESÚS ANTE PILATO
LEVANTÁNDOSE entonces toda la multitud de ellos (incluía a todos los setenta miembros del Sanedrín, con la posible excepción de José de Arimatea y Nicodemo, que eran también miembros, pero amaban a Cristo), Le llevaron a Pilato (indica el segundo paso que debe ser realizado si, de hecho, deberían librarse de Jesús de una vez para siempre, o ¡así pensaron!).
2 Y comenzaron a acusarle (expresa su reacción a Cristo, y desde el comienzo de Su Ministerio), diciendo, A Éste hemos hallado que pervierte la Nación (afirmaban que Cristo intentaba agitar la Nación de Israel para incitar una rebelión contra César; esta era una fabricación total, ya que Él estaba haciendo lo contrario), y que prohíbe dar tributo a César (¡constituía su segunda acusación, que también era una mentira!), diciendo que Él es el Cristo, el Rey (afirmaban que Él decía a Israel que Él era el Rey en vez de César, que era otra mentira).
3 Entonces Pilato Le preguntó, diciendo, ¿Eres Tú el Rey de los Judíos? (Demuestra a Pilato que completamente ignora las dos primeras acusaciones, sabiendo bien que no tenía base alguna.) Y respondiendo Él dijo, Tú lo dices (en efecto, Él contestó en lo afirmativo).
4 Y Pilato dijo a los Principales Sacerdotes y a las gentes, Ninguna culpa hallo en este Hombre (y ningún otro ser humano jamás halló ninguna "culpa" en Él).
5 Más ellos insistían (explica el hecho de que la posición de Pilato les cayó de sorpresa a estos fanáticos), diciendo, Alborota al pueblo (la palabra Griega "Alborota" es como incitar una turba para amotinarse; por supuesto, lo que decían era despreciablemente falso), enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
HERODES
6 Entonces Pilato, oyendo de Galilea, preguntó si el Hombre era Galileo.
7 Y como entendió que era de la jurisdicción de Herodes (le indica que pensaba que él podría lavarse las manos de este asunto), Le remitió a Herodes, el cual también estaba en Jerusalén en aquellos días (constituido la Temporada de la Pascua, que llevó a Herodes a la ciudad; su residencia de todos los días era Capernaum, donde había sido la Sede de Jesús, sin embargo, aparentemente sin mucho impacto sobre este asesino).
8 Y Herodes viendo a Jesús, se alegró mucho (constituye una alegría por todos los motivos erróneos): porque hacía mucho que deseaba verle (tuvo que ver en cierto modo con ambos establecidos en Capernaum), porque había oído de Él muchas cosas, y tenía esperanza que Le vería hacer alguna señal (Jesús era para el parecer de Herodes Antipas, el asesino de Juan el Bautista, como un malabarista es a una corte saciada — un objeto de curiosidad; ¡parece que tenía poco interés en Él aparte de eso!).
9 Y Le preguntaba con muchas palabras; mas Él nada le respondió (nos dice que las preguntas eran triviales; este ególatra pomposo no se daba cuenta ni por un momento que el Señor de Gloria, el Creador de todas las cosas, estaba delante de él).
10 Y estaban los Principales Sacerdotes y los Escribas acusándole con gran insistencia (todos claramente siguieron a fin de acusar a Jesús ante Herodes; tenemos aquí delante de nosotros a diablos seculares y diablos religiosos; ¡tan malos como podrían ser los diablos seculares; los diablos religiosos son peores!).
11 Mas Herodes con su corte Le menospreció, y escarneció (registra la actitud y pensar de este déspota), vistiéndole de una ropa rica, y Le volvió a enviar a Pilato (quiere decir, también, que Herodes no encontró ninguna causa para la muerte en Él; en consecuencia, tenemos un segundo registro y testimonio público de Su inocencia).
12 Y fueron hechos amigos entre sí Pilato y Herodes en el mismo día: porque antes eran enemigos entre sí (los hombres mundanos que tienen diferencias se reúnen, cuando se ofrece la oportunidad para herir a Cristo).
BARRABÁS
13 Entonces Pilato, convocando a los Principales Sacerdotes, y a los Magistrados, y al pueblo (de nuevo en el salón del juicio de Pilato),
14 Les dijo, Me habéis presentado a Éste por hombre que desvía al pueblo: y, he aquí, preguntando yo delante de vosotros, no he hallado culpa alguna en este Hombre de aquéllas de que Le acusáis (¡presenta la segunda confesión pública de Pilato, quien también en público reconoció que los gobernadores civiles de Galilea no habían encontrado ninguna falta en Él tampoco!).
15 Y ni aun Herodes: porque os remití a Él (se refiere al Sanedrín enviado a Herodes, junto con Jesús); y, he aquí, ninguna cosa digna de muerte ha sido hecho a Él (debiera traducirse, "por Él").
16 Por lo tanto, yo Lo castigaré (azótelo; él sometería a un Hombre a Quien había declarado inocente al horrible castigo de azotes sólo para satisfacer el clamor de los Sanedrinistas, porque tenía temor de que podrían acusarlo en Roma, donde él sabía que tenía enemigos), pues, y Le soltaré (fue dicho acerca de poner en libertad a un preso cada año en la Pascua).
17 (Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta.) (Esta costumbre fue probablemente introducida en Jerusalén por el poder Romano. No hay ninguna evidencia de esto en la Ley Levítica.)
18 Más toda la multitud dio voces a una (manifiesta la oposición fuerte de ellos a su decisión de liberar a Jesús), diciendo, Quita a Éste, y suéltanos a Barrabás (es exactamente lo que consiguieron, y han tenido desde entonces; prefirieron a un "ladrón," como Juan lo describió, que al Hijo de Dios; entonces consiguieron al ladrón, y desde entonces han tenido ladrones; las naciones del mundo les han privado de su dignidad, orgullo y vidas por casi 2.000 años):
19 (El cual había sido echado en la cárcel por una sedición hecha en la ciudad (trató de provocar insurrección contra Roma), y una muerte.) (Era bastante malo preferir a un "ladrón" que a Jesús, pero preferir a un "asesino" era un horror, que sería perpetrado sobre ellos a partir de aquel día en adelante. ¡La historia está repleta con estos relatos!)
20 Y les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús (¡indica que el Gobernador intentaba liberar a Jesús por cuarta vez como Lucas lo registra, pero en vano!).
21 Pero ellos volvieron a dar voces, diciendo, Crucifícale, crucifícale (indica el tipo de ejecución que ellos exigieron; ¿por qué? la Ley Levítica declaraba que el que era colgado en un árbol por delitos severos era maldecido por Dios; en consecuencia, Él siendo Crucificado demostraría a la gente, o era lo que pensaron, que Él no era de Dios; si Él fuera de Dios, razonaron, Dios no hubiera permitido esto [Deut. 21:22-23]).
22 Y él les dijo la tercera vez (se refiere a las veces que él había intentado liberar a Jesús con la premisa de la costumbre de poner en libertad a un prisionero cada año en la Pascua; realmente, era como la quinta vez que él intentaba), ¿Pues qué mal ha hecho Éste? (Él no había cometido ningún mal, y Pilato sabía que las acusaciones de la jerarquía religiosa contra Él eran falsas.) Ninguna culpa de muerte he hallado en Él (poco sabía el Gobernador de las prédicas de Jesús; de haber una causa para condenarlo a la muerte, Él no hubiera podido servir como Sacrificio por el pecado): Le castigaré, pues, y Le soltaré (sonaba a desesperación).
23 Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado (¡muchos han dicho que la misma muchedumbre que gritaba, "¡Hosanna! en las Alturas" en la Entrada Triunfal gritaba ahora, "¡Crucifícalo!"; es incorrecto; la chusma que se afilió a los líderes religiosos en esa hora temprana de la mañana era, en su mayor parte, la gente de la noche, o los secuaces del Sanedrín). Y las voces de ellos y de los Principales Sacerdotes crecían (demuestra su éxito, pero un éxito que lamentarían para siempre; su predominio selló su propio destino).
24 Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían (resultaría ser el peor día de su vida, pero hubiera podido ser el mejor).
25 Y les soltó a aquél que había sido echado en la cárcel por sedición y una muerte, al cual habían pedido (recibieron exactamente lo que pidieron, que ha tenido consecuencia hasta hoy día); mas entregó a Jesús a la voluntad de ellos (era la peor cosa que Pilato jamás había hecho en toda su vida).
26 Y llevándole (indica el viaje horrendo al lugar de la Crucifixión, el Gólgota, y Jesús cargando la Cruz), tomaron a un Simón, Cireneo, que venía del campo (como nos lo dice Marcos, éste era el padre de "Alejandro y Rufo," personas notables en la Iglesia Primitiva [Marc. 15:21]), y le pusieron encima la Cruz para que la llevase tras Jesús (probablemente quiere decir que Jesús, a raíz de los golpes severos que había recibido, lo cual, sin duda, perdió mucha sangre, que al final estaba tan débil como para aguantar el peso de la Cruz; por eso, Simón fue obligado a cargarla; qué honor es cargar la Cruz para Jesús).
LAS MUJERES
27 Y Le seguía una grande multitud del pueblo (habían muchos, sin lugar a dudas, de entre la muchedumbre a quienes Él había sanado), y de mujeres, las cuales Le lloraban y lamentaban (no hubo ninguna mujer en los Evangelios que habló contra el Señor, o tomó parte en la causa de Su Muerte).
28 Mas Jesús vuelto a ellas les dice (representa la primera vez que Él habló después de la última interrogación con Pilato), Hijas de Jerusalén (una parte integrante de "Cantar de Cantares"), no Me lloréis a Mí, mas llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos (expresa Su rechazo por los líderes religiosos de Israel, el juicio subsiguiente que seguirá).
29 Porque, he aquí, vendrán días (en efecto será cumplido unos 37 años desde este momento) en que dirán, Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron (relata una Bienaventuranza muy extraña; Él hablaba del horror que estaba por venir, lo que sería tan horrible que los muertos serán bendecidos, incluso los niños que no nacieron).
30 Entonces comenzarán a decir a los montes, Caed sobre nosotros; y a los collados, Cubridnos (esta Profecía describe la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C.).
31 Porque si en el árbol verde (Él era el "Árbol Verde") hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará? (¡Cuando Él se ausente! Corresponde a la Gran Tribulación, que aún ha de venir.)
LA CRUCIFIXIÓN
32 Y llevaban también con Él otros dos, malhechores (criminales; algunos creen que éstos eran compañeros de Barrabás, a quien acababa de darle la libertad), a ser muertos.
33 Y cuando vinieron al lugar que se llama de la Calavera, Le crucificaron allí (la Cruz, fue el instrumento de tortura más horripilante que el mundo jamás haya conocido, llegó a ser la emblema de belleza por lo que Jesús hizo en la Cruz), y a los malhechores (los dos criminales), uno a la Derecha, y otro a la Izquierda (quizá no eran los únicos crucificados aquel día, pero eran los únicos en esta posición particular).
34 Y Jesús decía, Padre, perdónalos; porque no saben lo que hacen (narra que fue la única oración de Jesús que no fue contestada; si los hombres no buscan el perdón, ¡aunque Cristo ore por ellos no serán perdonados!). Y partiendo Sus Vestidos (dividieron Sus Vestidos), echaron suertes (Su Manto no tenía costura, por eso en lugar de cortarlo, ellos echaron pajas).
35 Y el pueblo estaba mirando (no se sabe quiénes eran los que componían esta muchedumbre). Y se burlaban de Él los gobernadores con ellos (es decir que ellos "se mofaron de Él"), diciendo, A otros hizo salvos; sálvese a sí, si Éste es el Mesías, el Escogido de Dios (si Él hubiera Salvado Su Propia Vida, la cual ciertamente pudo haberlo hecho, Él no hubiera podido Salvar a otros; de hecho, la Cruz fue planeado desde antes de la fundación del mundo [I Ped. 1:18-20]).
36 Escarnecían de Él también los soldados (probablemente estos paganos hicieron lo mismo simplemente porque habían escuchado a los líderes religiosos mofarse de Él), llegándose y presentándole vinagre (fue al responder a Su súplica por agua [Jn. 19:28]),
37 Y diciendo, Si Tú eres el Rey de los Judíos, sálvate a Ti Mismo (lo que ellos no sabían es que Él no era solamente el "Rey de los Judíos," sino el Creador de los Cielos y de la Tierra, el Hacedor de todas las cosas).
38 Y había también sobre Él un título escrito con letras Griegas, y Latinas, y Hebraicas (constituyó lo que había escrito Pilato; él probablemente lo hizo para burlarse de los líderes religiosos de Israel), ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
EL LADRÓN PENITENTE
39 Y uno de los malhechores que estaban colgados, Le injuriaba, diciendo, Si Tú eres el Cristo, sálvate a Ti Mismo y a nosotros (fue reportado por Mateo y Marcos, los dos malhechores le insultaban desde el principio; sin embargo, a cierta altura, uno de ellos, de quien leeremos en un momento, cambió completamente).
40 Mas respondiendo el otro, le reprendió, diciendo (demuestra el espíritu genuino del Arrepentimiento), ¿Ni aun tú temes a Dios, estando en la misma condenación? (Quiere decir que él se hizo responsable por su propia culpa, lo cual es el primer requisito del Arrepentimiento.)
41 Y nosotros, a la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos (indica que sin hacer excusas, él admitió su pecado, no guardó enemistad hacia sus verdugos, lo cual presenta una verdad poderosa): mas Éste ningún mal hizo (manifiesta la única palabra de bondad acerca de Jesús durante este tiempo, además de la palabra dicha por el Centurión).
42 Y dijo a Jesús (se refiere al reconocimiento de Quién era en realidad Jesús), Señor, acuérdate de mí cuando vinieres a Tu Reino (expresa la oración simple de Arrepentimiento; y es una de las conversiones más notables registrados en la Biblia).
43 Entonces Jesús le dijo, De cierto te digo, Que hoy estarás Conmigo en el Paraíso (una declaración factible, y no en son de interrogación, como algunos afirman; sin embargo, su estadía en el Paraíso sería muy breve; unos tres días más tarde, él acompañaría a Cristo al Cielo, junto con cada persona en el Paraíso que incluiría a todos los Santos del Antiguo Testamento).
LA MUERTE DE JESÚS
44 Y cuando era como la hora sexta (a las 12:00 del mediodía), fueron hechas tinieblas sobre toda la Tierra hasta la hora novena (a las 3:00 de la tarde; esta fue la hora en que Jesús llevó la culpabilidad del pecado por la humanidad entera, y por toda la edad).
45 Y el sol se oscureció (quiere decir que la oscuridad fue tan profunda que literalmente borraba la luz del sol; que es lo que Él experimentó durante este período de tres horas, nadie jamás sabrá [Sal. 22:1-21]): y el Velo del Templo se rompió por medio (probablemente se refiere al tiempo aproximado cuando Él murió, cerca de a las 3:00 de la tarde; este "Velo" separó el Lugar Santo del Templo del Lugar Santísimo, en donde Dios supuestamente moraba; el Velo que ya se rasgó, en efecto, declaraba que Dios había aceptado el Sacrificio, y ya el camino estaba abierto al hombre pecaminoso para acercarse a Dios y ser limpiado; pero él tendría que venir por medio del Camino de Cristo y de la Cruz; no hay otro camino de Salvación [Jn. 14:6]).
46 Entonces Jesús clamando a gran voz (expresa el hecho de que Él no murió de debilidad alguna; en efecto, no tomaron Su Vida, Él libremente la ofreció [Jn. 10:17-18]), dijo, Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu (declara las últimas palabras que Él habló). Y habiendo dicho esto, expiró (Él no murió hasta que el Espíritu Santo Le dijo que muriera [Heb. 9:14]).
47 Y cuando el Centurión vio lo que había acontecido, dio Gloria a Dios (¡este duro Centurión Romano sabía que Jesús era el Hijo de Dios, pero los líderes religiosos de Israel no sabían!), diciendo, Verdaderamente este Hombre era Justo (la tradición nos dice que el nombre de ese Centurión era Longino, y que él se convirtió en un ávido seguidor de Cristo, y murió como mártir por Su causa).
48 Y toda la multitud de los que estaban presentes a este espectáculo, viendo lo que había acontecido (parece indicar que habían muchos allí cuando Él murió, estando de pie en la oscuridad, escuchando sus últimas palabras y, por lo tanto, experimentaron el terremoto; pero aún, a raíz de la oscuridad, ellos en realidad no podían verle morir; ¡de hecho nadie lo presenció!), se volvían hiriendo sus pechos (describe la agonía del corazón, sabiendo que algo horripilante había ocurrido, y que se había cometido un gran mal).
49 Mas todos Sus conocidos (corresponde a los Discípulos escogidos y algunos seguidores escogidos), y las mujeres que Le habían seguido desde Galilea, estaban lejos, mirando estas cosas (parece indicar que algunos estuvieron junto a la Cruz por algún tiempo [Jn. 19:25-27], y se retiraron por alguna razón a una distancia más lejos [Mat. 27:55-56]).
LA SEPULTURA DE JESÚS
50 Y, he aquí, un varón llamado José, el cual era miembro del concilio supremo (era José de Arimatea, un miembro del Sanedrín y una persona de alta distinción en Jerusalén y evidentemente de grandes riquezas); varón bueno y justo:
51 (El cual no había consentido en el consejo ni en los hechos de ellos;) (indica la decisión ilegal e injusta del Sanedrín, del cual él formaba parte) de Arimatea, ciudad de Judea (el hogar del Profeta Samuel; sin embargo, ya él vivía en Jerusalén a raíz del hecho de que él era miembro del Sanedrín): el cual también esperaba el Reino de Dios (ese Reino se le iba a ser revelado, y él entraría en ese Reino).
52 Éste llegó a Pilato (parece que el Centurión que había sido testigo de la muerte de Jesús acompañó a José a una audiencia con Pilato), y pidió el Cuerpo de Jesús (había una urgencia acerca de esto porque el Sábado Alto de la Pascua estaba por comenzar a la puesta del sol del Jueves; si no hubieran sido bajado a Jesús de la Cruz antes de la puesta del sol y colocado en una tumba, Le hubieran tenido que dejarlo en la Cruz por otras 24 horas).
53 Y quitado (se refiere al Cuerpo de Jesús, lo cual dice mucho pero a la vez dice muy poco), Lo envolvió en una sábana (corresponde a la parte del proceso del entierro, que se llevó a cabo apresuradamente porque el Sábado Alto de la Pascua estaba por comenzar a la puesta del sol, que requería que se parara todo trabajo), y Le puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual ninguno había aun sido puesto (ese sepulcro le pertenecía a José, y así fue predicho por Isaías [Isa. 53:9]).
54 Y era día de la víspera de la Pascua (se refería a la preparación de la Pascua, la cual se debía comer el día siguiente, Jueves), y estaba a punto de empezar el Sábado (no se refiere al Día de Reposo semanal de Sábado, sino más bien del Sábado Alto de la Pascua, que comenzaría a la puesta del sol).
55 Y las mujeres que con Él habían venido de Galilea (Mateo registra que habían "muchas mujeres que estaban allí"), siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto Su Cuerpo (no dice exactamente que ellas participaron ayudando a José y Nicodemo, pero es posible que sí).
56 Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos (quiere decir que regresaron a los lugares donde estaban hospedados durante su estadía en Jerusalén, e hicieron preparativos para el día Viernes); y reposaron el Sábado, conforme al Mandamiento (el día siguiente, Jueves, era el Sábado Alto de la Pascua, y no podían preparar estas cosas en ese día; tenían que prepararlas el Viernes; y después descansar de nuevo en el Día de Reposo semanal de Sábado como se requería, y regresar temprano el Domingo por la mañana para aplicar los ingredientes, pero quedarían sorprendidos con lo que hallaron).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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