El 9 de setiembre Lectura Bíblica Diaria
Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
El 9 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:
Génesis 41-43:
41 Aconteció que pasados dos años tuvo Faraón un sueño. Le parecía que estaba junto al río; y que del río subían siete vacas, hermosas a la vista, y muy gordas, y pacían en el prado. Y que tras ellas subían del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río; y que las vacas de feo aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas. Y despertó Faraón. Se durmió de nuevo, y soñó la segunda vez: Que siete espigas llenas y hermosas crecían de una sola caña, y que después de ellas salían otras siete espigas menudas y abatidas del viento solano; y las siete espigas menudas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas. Y despertó Faraón, y he aquí que era sueño. Sucedió que por la mañana estaba agitado su espíritu, y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a todos sus sabios; y les contó Faraón sus sueños, mas no había quien los pudiese interpretar a Faraón. Entonces el jefe de los coperos habló a Faraón, diciendo: Me acuerdo hoy de mis faltas. Cuando Faraón se enojó contra sus siervos, nos echó a la prisión de la casa del capitán de la guardia a mí y al jefe de los panaderos. Y él y yo tuvimos un sueño en la misma noche, y cada sueño tenía su propio significado. Estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; y se lo contamos, y él nos interpretó nuestros sueños, y declaró a cada uno conforme a su sueño. Y aconteció que como él nos los interpretó, así fue: yo fui restablecido en mi puesto, y el otro fue colgado. Entonces Faraón envió y llamó a José. Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y vino a Faraón. Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos. Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón. Entonces Faraón dijo a José: En mi sueño me parecía que estaba a la orilla del río; y que del río subían siete vacas de gruesas carnes y hermosa apariencia, que pacían en el prado. Y que otras siete vacas subían después de ellas, flacas y de muy feo aspecto; tan extenuadas, que no he visto otras semejantes en fealdad en toda la tierra de Egipto. Y las vacas flacas y feas devoraban a las siete primeras vacas gordas; y éstas entraban en sus entrañas, mas no se conocía que hubiesen entrado, porque la apariencia de las flacas era aún mala, como al principio. Y yo desperté. Vi también soñando, que siete espigas crecían en una misma caña, llenas y hermosas. Y que otras siete espigas menudas, marchitas, abatidas del viento solano, crecían después de ellas; y las espigas menudas devoraban a las siete espigas hermosas; y lo he dicho a los magos, mas no hay quien me lo interprete. Entonces respondió José a Faraón: El sueño de Faraón es uno mismo; Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer. Las siete vacas hermosas siete años son; y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo. También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del viento solano, siete años serán de hambre. Esto es lo que respondo a Faraón. Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón. He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra. Y aquella abundancia no se echará de ver, a causa del hambre siguiente la cual será gravísima. Y el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla. Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto. Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia. Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo. Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre. El asunto pareció bien a Faraón y a sus siervos, y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto. Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto. Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnat-panea; y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y salió José por toda la tierra de Egipto. Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto; y salió José de delante de Faraón, y recorrió toda la tierra de Egipto. En aquellos siete años de abundancia la tierra produjo a montones. Y él reunió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y guardó alimento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el alimento del campo de sus alrededores. Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número. Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre. Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción. Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto. Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan. Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan. Y dijo Faraón a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que él os dijere. Y el hambre estaba por toda la extensión del país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto. Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre. 42 Viendo Jacob que en Egipto había alimentos, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando? Y dijo: He aquí, yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no muramos. Y descendieron los diez hermanos de José a comprar trigo en Egipto. Mas Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos; porque dijo: No sea que le acontezca algún desastre. Vinieron los hijos de Israel a comprar entre los que venían; porque había hambre en la tierra de Canaán. Y José era el señor de la tierra, quien le vendía a todo el pueblo de la tierra; y llegaron los hermanos de José, y se inclinaron a él rostro a tierra. Y José, cuando vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo como que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán, para comprar alimentos. José, pues, conoció a sus hermanos; pero ellos no le conocieron. Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: Espías sois; por ver lo descubierto del país habéis venido. Ellos le respondieron: No, señor nuestro, sino que tus siervos han venido a comprar alimentos. Todos nosotros somos hijos de un varón; somos hombres honrados; tus siervos nunca fueron espías. Pero José les dijo: No; para ver lo descubierto del país habéis venido. Y ellos respondieron: Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un varón en la tierra de Canaán; y he aquí el menor está hoy con nuestro padre, y otro no parece. Y José les dijo: Eso es lo que os he dicho, afirmando que sois espías. En esto seréis probados: Vive Faraón, que no saldréis de aquí, sino cuando vuestro hermano menor viniere aquí. Enviad a uno de vosotros y traiga a vuestro hermano, y vosotros quedad presos, y vuestras palabras serán probadas, si hay verdad en vosotros; y si no, vive Faraón, que sois espías. Entonces los puso juntos en la cárcel por tres días. Y al tercer día les dijo José: Haced esto, y vivid: Yo temo a Dios. Si sois hombres honrados, quede preso en la casa de vuestra cárcel uno de vuestros hermanos, y vosotros id y llevad el alimento para el hambre de vuestra casa. Pero traeréis a vuestro hermano menor, y serán verificadas vuestras palabras, y no moriréis. Y ellos lo hicieron así. Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. Entonces Rubén les respondió, diciendo: ¿No os hablé yo y dije: No pequéis contra el joven, y no escuchasteis? He aquí también se nos demanda su sangre. Pero ellos no sabían que los entendía José, porque había intérprete entre ellos. Y se apartó José de ellos, y lloró; después volvió a ellos, y les habló, y tomó de entre ellos a Simeón, y lo aprisionó a vista de ellos. Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo, y devolviesen el dinero de cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y les diesen comida para el camino; y así se hizo con ellos. Y ellos pusieron su trigo sobre sus asnos, y se fueron de allí. Pero abriendo uno de ellos su saco para dar de comer a su asno en el mesón, vio su dinero que estaba en la boca de su costal. Y dijo a sus hermanos: Mi dinero se me ha devuelto, y helo aquí en mi saco. Entonces se les sobresaltó el corazón, y espantados dijeron el uno al otro: ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios? Y venidos a Jacob su padre en tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había acontecido, diciendo: Aquel varón, el señor de la tierra, nos habló ásperamente, y nos trató como a espías de la tierra. Y nosotros le dijimos: Somos hombres honrados, nunca fuimos espías. Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno no parece, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán. Entonces aquel varón, el señor de la tierra, nos dijo: En esto conoceré que sois hombres honrados: dejad conmigo uno de vuestros hermanos, y tomad para el hambre de vuestras casas, y andad, y traedme a vuestro hermano el menor, para que yo sepa que no sois espías, sino hombres honrados; así os daré a vuestro hermano, y negociaréis en la tierra. Y aconteció que vaciando ellos sus sacos, he aquí que en el saco de cada uno estaba el atado de su dinero; y viendo ellos y su padre los atados de su dinero, tuvieron temor. Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosas. Y Rubén habló a su padre, diciendo: Harás morir a mis dos hijos, si no te lo devuelvo; entrégalo en mi mano, que yo lo devolveré a ti. Y él dijo: No descenderá mi hijo con vosotros, pues su hermano ha muerto, y él solo ha quedado; y si le aconteciere algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor al Seol. 43 El hambre era grande en la tierra; y aconteció que cuando acabaron de comer el trigo que trajeron de Egipto, les dijo su padre: Volved, y comprad para nosotros un poco de alimento. Respondió Judá, diciendo: Aquel varón nos protestó con ánimo resuelto, diciendo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros. Si enviares a nuestro hermano con nosotros, descenderemos y te compraremos alimento. Pero si no le enviares, no descenderemos; porque aquel varón nos dijo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros. Dijo entonces Israel: ¿Por qué me hicisteis tanto mal, declarando al varón que teníais otro hermano? Y ellos respondieron: Aquel varón nos preguntó expresamente por nosotros, y por nuestra familia, diciendo: ¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano? Y le declaramos conforme a estas palabras. ¿Acaso podíamos saber que él nos diría: Haced venir a vuestro hermano? Entonces Judá dijo a Israel su padre: Envía al joven conmigo, y nos levantaremos e iremos, a fin de que vivamos y no muramos nosotros, y tú, y nuestros niños. Yo te respondo por él; a mí me pedirás cuenta. Si yo no te lo vuelvo a traer, y si no lo pongo delante de ti, seré para ti el culpable para siempre; pues si no nos hubiéramos detenido, ciertamente hubiéramos ya vuelto dos veces. Entonces Israel su padre les respondió: Pues que así es, hacedlo; tomad de lo mejor de la tierra en vuestros sacos, y llevad a aquel varón un presente, un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras. Y tomad en vuestras manos doble cantidad de dinero, y llevad en vuestra mano el dinero vuelto en las bocas de vuestros costales; quizá fue equivocación. Tomad también a vuestro hermano, y levantaos, y volved a aquel varón. Y el Dios Omnipotente os dé misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, séalo. Entonces tomaron aquellos varones el presente, y tomaron en su mano doble cantidad de dinero, y a Benjamín; y se levantaron y descendieron a Egipto, y se presentaron delante de José. Y vio José a Benjamín con ellos, y dijo al mayordomo de su casa: Lleva a casa a esos hombres, y degüella una res y prepárala, pues estos hombres comerán conmigo al mediodía. E hizo el hombre como José dijo, y llevó a los hombres a casa de José. Entonces aquellos hombres tuvieron temor, cuando fueron llevados a casa de José, y decían: Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para tendernos lazo, y atacarnos, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos. Y se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa. Y dijeron: Ay, señor nuestro, nosotros en realidad de verdad descendimos al principio a comprar alimentos. Y aconteció que cuando llegamos al mesón y abrimos nuestros costales, he aquí el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer con nosotros. Hemos también traído en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos; nosotros no sabemos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales. El les respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos. Y llevó aquel varón a los hombres a casa de José; y les dio agua, y lavaron sus pies, y dio de comer a sus asnos. Y ellos prepararon el presente entretanto que venía José a mediodía, porque habían oído que allí habrían de comer pan. Y vino José a casa, y ellos le trajeron el presente que tenían en su mano dentro de la casa, y se inclinaron ante él hasta la tierra. Entonces les preguntó José cómo estaban, y dijo: ¿Vuestro padre, el anciano que dijisteis, lo pasa bien? ¿Vive todavía? Y ellos respondieron: Bien va a tu siervo nuestro padre; aún vive. Y se inclinaron, e hicieron reverencia. Y alzando José sus ojos vio a Benjamín su hermano, hijo de su madre, y dijo: ¿Es éste vuestro hermano menor, de quien me hablasteis? Y dijo: Dios tenga misericordia de ti, hijo mío. Entonces José se apresuró, porque se conmovieron sus entrañas a causa de su hermano, y buscó dónde llorar; y entró en su cámara, y lloró allí. Y lavó su rostro y salió, y se contuvo, y dijo: Poned pan. Y pusieron para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los egipcios que con él comían; porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación a los egipcios. Y se sentaron delante de él, el mayor conforme a su primogenitura, y el menor conforme a su menor edad; y estaban aquellos hombres atónitos mirándose el uno al otro. Y José tomó viandas de delante de sí para ellos; mas la porción de Benjamín era cinco veces mayor que cualquiera de las de ellos. Y bebieron, y se alegraron con él.
Salmo 121:
Alzaré mis ojos a los montes, ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de YHVH, Que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. He aquí no se adormecerá ni dormirá, El que guarda a Israel. YHVH es tu guardador, YHVH es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche. YHVH te guardará de todo mal, Él guardará tu alma. YHVH guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre.
Proverbios 20:
EL vino es pendenciero, alborotador el licor: El que se tambalea con ellos no es sabio. Como rugido de león es el terror del rey, El que provoca su ira, expone su propia vida. Honra del hombre es evitar la contienda, pero todo insensato se envolverá en ella. En otoño no ara el holgazán, Rebuscará en la cosecha, pero no hallará nada. Agua profunda es el consejo en el corazón del hombre, El hombre entendido logrará sacarlo. Muchos proclaman sus propias bondades, Pero un hombre de fiar, ¿quién lo hallará? El justo que camina en su integridad, Deja hijos bienaventurados tras él. Un rey sentado en el tribunal, Disipa con su mirada toda maldad. ¿Quién podrá decir: Tengo la conciencia pura, Limpio estoy de mi pecado? Pesa falsa y medida falsa, Ambas son abominación a YHVH. Ya con sus acciones deja ver el niño, Si su conducta será limpia y recta. El oído que oye y el ojo que ve: Ambas cosas las hizo YHVH. No te aficiones al sueño, No sea que te empobrezcas, Despega tus ojos y te saciarás de pan. Caro, caro, dice el comprador, Pero se marcha restregándose las manos. Está el oro y multitud de rubíes, Pero los labios sabios son una joya preciosa. Quítale el vestido a quien sale fiador de un extraño, Y toma prendas del que se obliga por la extraña. Dulce es al hombre el pan de la falsedad, Pero cuando haya llenado su boca, se convertirá en cascajo. Sopesa los planes mediante el consejo, Y con sabias direcciones haz la guerra. Quien descubre secretos levanta calumnia, No frecuentes, pues, al que abre mucho la boca. Al que insulte a su padre o a su madre, Se le apagará su lámpara en la más densa oscuridad. Herencia adquirida con rapacidad al comienzo, No será bendita en su fin. No digas, yo me vengaré, Espera a YHVH, y Él te salvará. Las pesas desiguales son abominación a YHVH, Y una balanza con trampa no es buena. De YHVH son los pasos del hombre, ¿Cómo, pues, podrá el hombre entender su camino? Lazo es al hombre hacer apresuradamente un voto, Y después de prometido, pensarlo. El rey sabio avienta a los malvados, Y hace pasar sobre ellos la rueda de trillar. Lámpara de YHVH es el espíritu del hombre, Que escudriña las profundidades del alma. Misericordia y verdad preservan al rey, Y la clemencia sustenta su trono. La gloria de los jóvenes es su fortaleza, Y el esplendor de los ancianos, la cabeza cana. Las heridas y las llagas drenan el mal, Y los golpes llegan a lo íntimo del corazón.
El Libro de Marcos Capítulo 4 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS
CAPÍTULO 4
(31 d.C.)
LA PARÁBOLA DEL
SEMBRADOR
Y OTRA vez Jesús comenzó a enseñar junto al mar: y se reunió a Él mucha gente, tanto que entrándose Él en un barco, se sentó en el mar (sentado en el barco en el Mar de Galilea); y toda la multitud estaba en tierra junto al mar.
2 Y les enseñaba por Parábolas muchas cosas, y les decía en Su Doctrina (si Él se hubiera quedado en la orilla del mar, los enfermos podrían haberlo tocado y podrían haber sido sanados; pero Su tarea como Siervo era de tratar con el pecado en vez de sus efectos),
3 Oíd (escuchen); he aquí, el sembrador salió a sembrar (esta Parábola es dada en Mateo, cap. 13, y repetida en Lucas, cap. 8, pero redactada un poco diferente; éstas eran ilustraciones tomadas de la vida diaria y del vivir, que la gente entendía. Sin embargo, ellos rara vez entendían Sus Parábolas):
4 Y aconteció, sembrando, que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del Cielo y la devoraron (la "semilla sembrada" es el Evangelio; las "aves del aire" representan a Satanás y sus poderes demoníacos).
5 Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y luego salió, porque no tenía la tierra profunda:
6 Mas salido el sol, se quemó; y por cuanto no tenía raíz, se secó (muchos comienzan con Cristo, pero no duran mucho tiempo; todo esto completamente refuta la doctrina no bíblica de la Seguridad Eterna Incondicional).
7 Y otra parte (la simiente) cayó en espinas, y subieron las espinas, y la ahogaron (las preocupaciones de esta vida, etc.), y no dio fruto.
8 Y otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, que subió y creció; y llevó uno a treinta, y otro a sesenta, y otro a ciento (un ciento por uno, etc.).
9 Entonces les dijo, El que tiene oídos para oír, oiga (aquéllos que "oirían" correctamente, se ocuparían de estas Palabras de Cristo, considerándolas, hasta que de alguna manera la Verdad sería revelada finalmente; el Evangelio está diseñado de esta manera deliberadamente por el Espíritu Santo, a fin de descubrir lo que es insincero).
EL PROPÓSITO DE
LAS PARÁBOLAS
10 Y cuando estuvo solo, Le preguntaron los que estaban cerca de Él con los Doce (posiblemente no menos de cuarenta o cincuenta), sobre la Parábola (lo que ésta significaba).
11 Y les dijo, A vosotros es dado saber el misterio del Reino de Dios (aquéllos que realmente quieren saber): mas a los que están fuera (quienes no tienen deseo alguno de saber), reciben por Parábolas todas las cosas (las Parábolas fueron usadas para rechazar a los simples curiosos, y acercar a los que sinceramente estaban deseosos):
12 Para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados. (La ceguera y la sordera judicial justamente acontecen a aquéllos que no desean ver ni oír; el énfasis está en la persona y no en Dios. Él desea que todos vean y oigan bien.)
13 Y les dijo, ¿No sabéis esta Parábola? (Contiene un reproche apacible. La pregunta como dada por el Señor, indica que ellos deberían haber sabido.) ¿Cómo, pues, entenderéis todas las Parábolas? (La Parábola del Sembrador expone el principio de todas las Parábolas acerca del entendimiento de ellas.)
LA PARÁBOLA DEL
SEMBRADOR
14 El que siembra es el que siembra la Palabra (la Palabra de Dios. Esta "semilla" debe ser sembrada en todo el mundo [Marc. 16:15]).
15 Y estos (los que solamente oyen, pero no reciben) son los de junto al camino, en los que la Palabra es sembrada; pero después que la oyeron, inmediatamente viene Satanás, y quita la Palabra que fue sembrada en sus corazones (la estructura de la oración es que estos individuos no tienen que permitir que Satanás les quite la Palabra).
16 Y asimismo estos (aquéllos que oyen y reciben, pero no tienen durabilidad alguna) son los que son sembrados en pedregales; los que cuando han oído la Palabra, luego la toman con gozo (millones se hunden en esta categoría);
17 Pero no tienen raíz en sí (otra vez, esto es culpa del individuo), antes son temporales (quiere decir que ellos sinceramente Nacieron de Nuevo): cuando llega la tribulación o la persecución por causa de la Palabra (es seguro que ocurrirá), luego se escandalizan (no pueden aguantar la oposición, porque ellos no tienen raíz alguna, que significa que la tierra no estuvo suficientemente preparada).
18 Y estos (empiezan bien, y hasta aguantan por un rato, pero ellos permiten que el mundo los detenga) son los que son sembrados entre espinas; los que oyen la Palabra,
19 Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la Palabra, y se hace infructuosa (significa que ellos manifestaban realmente el fruto por un momento, pero permitieron que las cosas del mundo lo ahogaran, hasta que ellos se volvieron totalmente infructuosos, y perdieron su camino; la Parábola del Sembrador completamente refuta la doctrina no bíblica de la Seguridad Eterna Incondicional, como es obvio aquí).
20 Y estos (aquéllos que oyen, reciben, llevan fruto y siguen llevando fruto para siempre; no permiten que nada los detenga) son los que fueron sembrados en buena tierra (el individuo determina si la tierra es buena o no); los que oyen la Palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno a treinta, otro a sesenta, y otro a ciento.
EL EVANGELIO
21 También les dijo, ¿Se trae la antorcha para ser puesta debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ser puesta en el candelero? (El Evangelio no debe ser simplemente disfrutado en privado, sino más bien impartido como una lámpara imparte su luz.)
22 Porque no hay nada oculto, que no haya de ser manifestado; ni secreto, que no haya de descubrirse (el Evangelio no está destinado para ser escondido, o guardado en secreto, pero debe ser extendido por todas partes, en todo el mundo).
23 Si alguno tiene oídos para oír, oiga (el Señor hará que el Evangelio sea conocido a todas las Naciones, y todos los que lo oyen serán responsables por lo que oyen).
24 Les dijo también, Mirad lo que oís (no hay excusa alguna para que los Creyentes no oigan correctamente): con la medida que medís, os medirán otros: y será añadido a vosotros los que oís (en la misma proporción a la diligencia dada al Estudio de la Biblia, así la inteligencia espiritual será medida al estudiante).
25 Porque al que tiene, le será dado: y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado (los dones espirituales, si están ejercidos, serán desarrollados; si no, serán perdidos).
LA PARÁBOLA DE LA SEMILLA
26 Decía más, Así es el Reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra (la responsabilidad de los Creyentes de extender el Evangelio);
27 Y duerme, y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece, cómo, él no sabe (la Palabra si es correctamente sembrada, tendrá sin falta, su efecto apropiado).
28 Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga (esta es la Ley del Evangelio en cuanto a "sembrar y cosechar").
29 Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la cosecha ha llegado (tiene referencia al fin de la época, cuando la Iglesia será llamada para dar cuenta).
LA PARÁBOLA DE LA SEMILLA
DE MOSTAZA
30 Y decía, ¿A qué haremos semejante el Reino de Dios? ¿o con qué Parábola le compararemos? (Tiene la intención de indicar la manera en que Satanás procurará corromper la Palabra de Dios.)
31 Es como el grano de mostaza, que, cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las simientes que hay en la tierra (la Iglesia comenzó muy pequeña):
32 Pero después de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas (el Cristianismo es actualmente la religión más grande en la Tierra, que cuenta con casi dos mil millones de adherentes, en una forma u otro); de tal manera que las aves del Cielo puedan morar bajo su sombra (se refiere a la mayor parte del Cristianismo corrompido por Poderes Satánicos como explicado en Mat. 13:19 y Luc. 8:12).
33 Y con muchas tales Parábolas Él les hablaba la Palabra, conforme a lo que podían oír (capaz de entender).
34 Y sin Parábola Él no les hablaba: mas a Sus Discípulos en particular Él declaraba todo (les dio una instrucción ampliada).
JESÚS CALMA LA TEMPESTAD
35 Y les dijo (los Doce) aquel día, cuando fue tarde (se refiere al mismo día que Él enseñaba a la gente por Parábolas), Pasemos al otro lado del mar (se manifiesta como un microcosmo de esta vida presente; las tormentas vienen, y es sólo con Cristo, que podemos llegar a la otra orilla).
36 Y despachando la multitud, Le tomaron como estaba, en el barco (quiere decir que Él estuvo muy cansado, hasta el punto del agotamiento físico; como ser humano, Él se cansó, como nosotros lo hacemos). Y había también con Él otros barquitos (¡se refiere a aquéllos que quisieron estar cerca de Él, lo cual es muy comprensible!).
37 Y se levantó una grande tempestad de viento, y echaba las olas en el barco, de tal manera que ya se llenaba de agua (representa en el sentido espiritual, las tormentas de la vida, que vienen a todas las personas).
38 Y Él estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal: y Le despertaron, y Le dicen, ¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos? (El Señor había dicho, "déjenos pasar al otro lado." Esto significa que a pesar de la tormenta, o algo más respecto a eso, alcanzarían la otra orilla. La gente de Dios está en el mismo barco con Cristo, y no podemos perecer porque Él no puede perecer. Pero es de esperar las tormentas de oposición porque con seguridad vendrá [Sal. 93].)
39 Y Él levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar, Calla, enmudece (el Griego insinúa, "¡Silencio! ¡Cállese!"). Y cesó el viento, y fue hecha grande bonanza (inmediatamente).
40 Y a ellos dijo, ¿Por qué estáis así amedrentados? (Este tipo de miedo, muestra el amor inapropiado [I Jn. 4:18].) ¿Cómo no tenéis fe? (Los Discípulos habían aceptado Su Oficio como el Mesías, pero tenían el concepto más inadecuado de lo que aquel Oficio incluía.)
41 Y temieron con gran temor (significa que su temor a Él, era más que el miedo que le tenían a la tormenta), y decían el uno al otro, ¿Quién es Éste, que aun el viento y el mar Le obedecen? (¡Los Discípulos tenían razón! El viento y el mar de veras Le obedecieron, y todas las demás cosas también. ¿Entonces, por qué tendremos miedo?)
Primera Corintios Capítulo 13:
Si yo hablara en lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como el bronce que resuena, o un címbalo que retiñe. Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y toda la ciencia, y si tuviera toda la fe, de tal manera que removiera montañas, y no tuviera amor, nada soy. Y aun si repartiera todas mis posesiones, y entregara mi cuerpo para gloriarme, y no tuviera amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, el amor es bondadoso, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece, no actúa indebidamente, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra en la injusticia, sino que se regocija con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser. Porque las profecías serán abolidas, las lenguas cesarán, el conocimiento se acabará; porque en parte conocemos, y en parte profetizamos, pero cuando venga lo perfecto, lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser hombre, dejé lo que era de niño. Porque aún ahora vemos mediante espejo, veladamente; pero entonces, cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, conforme fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
Hebreos 10:35-12:4:
No perdáis, pues, vuestra confianza, la cual tiene gran recompensa. Porque tenéis necesidad de la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque de aquí a un momento, Tan solo un momento. Y el que ha de venir vendrá, Y no tardará. Pero mi justo vivirá por fe; Y si retrocede, mi alma no se agradará en él. Pero nosotros no somos de los que retrocedemos para destrucción, sino de los que tenemos fe para preservación del alma. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;
Romanos 8:
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
El 9 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:
Génesis 41-43:
41 Aconteció que pasados dos años tuvo Faraón un sueño. Le parecía que estaba junto al río; y que del río subían siete vacas, hermosas a la vista, y muy gordas, y pacían en el prado. Y que tras ellas subían del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río; y que las vacas de feo aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas. Y despertó Faraón. Se durmió de nuevo, y soñó la segunda vez: Que siete espigas llenas y hermosas crecían de una sola caña, y que después de ellas salían otras siete espigas menudas y abatidas del viento solano; y las siete espigas menudas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas. Y despertó Faraón, y he aquí que era sueño. Sucedió que por la mañana estaba agitado su espíritu, y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a todos sus sabios; y les contó Faraón sus sueños, mas no había quien los pudiese interpretar a Faraón. Entonces el jefe de los coperos habló a Faraón, diciendo: Me acuerdo hoy de mis faltas. Cuando Faraón se enojó contra sus siervos, nos echó a la prisión de la casa del capitán de la guardia a mí y al jefe de los panaderos. Y él y yo tuvimos un sueño en la misma noche, y cada sueño tenía su propio significado. Estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; y se lo contamos, y él nos interpretó nuestros sueños, y declaró a cada uno conforme a su sueño. Y aconteció que como él nos los interpretó, así fue: yo fui restablecido en mi puesto, y el otro fue colgado. Entonces Faraón envió y llamó a José. Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y vino a Faraón. Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos. Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón. Entonces Faraón dijo a José: En mi sueño me parecía que estaba a la orilla del río; y que del río subían siete vacas de gruesas carnes y hermosa apariencia, que pacían en el prado. Y que otras siete vacas subían después de ellas, flacas y de muy feo aspecto; tan extenuadas, que no he visto otras semejantes en fealdad en toda la tierra de Egipto. Y las vacas flacas y feas devoraban a las siete primeras vacas gordas; y éstas entraban en sus entrañas, mas no se conocía que hubiesen entrado, porque la apariencia de las flacas era aún mala, como al principio. Y yo desperté. Vi también soñando, que siete espigas crecían en una misma caña, llenas y hermosas. Y que otras siete espigas menudas, marchitas, abatidas del viento solano, crecían después de ellas; y las espigas menudas devoraban a las siete espigas hermosas; y lo he dicho a los magos, mas no hay quien me lo interprete. Entonces respondió José a Faraón: El sueño de Faraón es uno mismo; Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer. Las siete vacas hermosas siete años son; y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo. También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del viento solano, siete años serán de hambre. Esto es lo que respondo a Faraón. Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón. He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra. Y aquella abundancia no se echará de ver, a causa del hambre siguiente la cual será gravísima. Y el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla. Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto. Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia. Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo. Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre. El asunto pareció bien a Faraón y a sus siervos, y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto. Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto. Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnat-panea; y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y salió José por toda la tierra de Egipto. Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto; y salió José de delante de Faraón, y recorrió toda la tierra de Egipto. En aquellos siete años de abundancia la tierra produjo a montones. Y él reunió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y guardó alimento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el alimento del campo de sus alrededores. Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número. Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre. Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción. Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto. Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan. Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan. Y dijo Faraón a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que él os dijere. Y el hambre estaba por toda la extensión del país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto. Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre. 42 Viendo Jacob que en Egipto había alimentos, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando? Y dijo: He aquí, yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no muramos. Y descendieron los diez hermanos de José a comprar trigo en Egipto. Mas Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos; porque dijo: No sea que le acontezca algún desastre. Vinieron los hijos de Israel a comprar entre los que venían; porque había hambre en la tierra de Canaán. Y José era el señor de la tierra, quien le vendía a todo el pueblo de la tierra; y llegaron los hermanos de José, y se inclinaron a él rostro a tierra. Y José, cuando vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo como que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán, para comprar alimentos. José, pues, conoció a sus hermanos; pero ellos no le conocieron. Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: Espías sois; por ver lo descubierto del país habéis venido. Ellos le respondieron: No, señor nuestro, sino que tus siervos han venido a comprar alimentos. Todos nosotros somos hijos de un varón; somos hombres honrados; tus siervos nunca fueron espías. Pero José les dijo: No; para ver lo descubierto del país habéis venido. Y ellos respondieron: Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un varón en la tierra de Canaán; y he aquí el menor está hoy con nuestro padre, y otro no parece. Y José les dijo: Eso es lo que os he dicho, afirmando que sois espías. En esto seréis probados: Vive Faraón, que no saldréis de aquí, sino cuando vuestro hermano menor viniere aquí. Enviad a uno de vosotros y traiga a vuestro hermano, y vosotros quedad presos, y vuestras palabras serán probadas, si hay verdad en vosotros; y si no, vive Faraón, que sois espías. Entonces los puso juntos en la cárcel por tres días. Y al tercer día les dijo José: Haced esto, y vivid: Yo temo a Dios. Si sois hombres honrados, quede preso en la casa de vuestra cárcel uno de vuestros hermanos, y vosotros id y llevad el alimento para el hambre de vuestra casa. Pero traeréis a vuestro hermano menor, y serán verificadas vuestras palabras, y no moriréis. Y ellos lo hicieron así. Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. Entonces Rubén les respondió, diciendo: ¿No os hablé yo y dije: No pequéis contra el joven, y no escuchasteis? He aquí también se nos demanda su sangre. Pero ellos no sabían que los entendía José, porque había intérprete entre ellos. Y se apartó José de ellos, y lloró; después volvió a ellos, y les habló, y tomó de entre ellos a Simeón, y lo aprisionó a vista de ellos. Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo, y devolviesen el dinero de cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y les diesen comida para el camino; y así se hizo con ellos. Y ellos pusieron su trigo sobre sus asnos, y se fueron de allí. Pero abriendo uno de ellos su saco para dar de comer a su asno en el mesón, vio su dinero que estaba en la boca de su costal. Y dijo a sus hermanos: Mi dinero se me ha devuelto, y helo aquí en mi saco. Entonces se les sobresaltó el corazón, y espantados dijeron el uno al otro: ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios? Y venidos a Jacob su padre en tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había acontecido, diciendo: Aquel varón, el señor de la tierra, nos habló ásperamente, y nos trató como a espías de la tierra. Y nosotros le dijimos: Somos hombres honrados, nunca fuimos espías. Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno no parece, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán. Entonces aquel varón, el señor de la tierra, nos dijo: En esto conoceré que sois hombres honrados: dejad conmigo uno de vuestros hermanos, y tomad para el hambre de vuestras casas, y andad, y traedme a vuestro hermano el menor, para que yo sepa que no sois espías, sino hombres honrados; así os daré a vuestro hermano, y negociaréis en la tierra. Y aconteció que vaciando ellos sus sacos, he aquí que en el saco de cada uno estaba el atado de su dinero; y viendo ellos y su padre los atados de su dinero, tuvieron temor. Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosas. Y Rubén habló a su padre, diciendo: Harás morir a mis dos hijos, si no te lo devuelvo; entrégalo en mi mano, que yo lo devolveré a ti. Y él dijo: No descenderá mi hijo con vosotros, pues su hermano ha muerto, y él solo ha quedado; y si le aconteciere algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor al Seol. 43 El hambre era grande en la tierra; y aconteció que cuando acabaron de comer el trigo que trajeron de Egipto, les dijo su padre: Volved, y comprad para nosotros un poco de alimento. Respondió Judá, diciendo: Aquel varón nos protestó con ánimo resuelto, diciendo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros. Si enviares a nuestro hermano con nosotros, descenderemos y te compraremos alimento. Pero si no le enviares, no descenderemos; porque aquel varón nos dijo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros. Dijo entonces Israel: ¿Por qué me hicisteis tanto mal, declarando al varón que teníais otro hermano? Y ellos respondieron: Aquel varón nos preguntó expresamente por nosotros, y por nuestra familia, diciendo: ¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano? Y le declaramos conforme a estas palabras. ¿Acaso podíamos saber que él nos diría: Haced venir a vuestro hermano? Entonces Judá dijo a Israel su padre: Envía al joven conmigo, y nos levantaremos e iremos, a fin de que vivamos y no muramos nosotros, y tú, y nuestros niños. Yo te respondo por él; a mí me pedirás cuenta. Si yo no te lo vuelvo a traer, y si no lo pongo delante de ti, seré para ti el culpable para siempre; pues si no nos hubiéramos detenido, ciertamente hubiéramos ya vuelto dos veces. Entonces Israel su padre les respondió: Pues que así es, hacedlo; tomad de lo mejor de la tierra en vuestros sacos, y llevad a aquel varón un presente, un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras. Y tomad en vuestras manos doble cantidad de dinero, y llevad en vuestra mano el dinero vuelto en las bocas de vuestros costales; quizá fue equivocación. Tomad también a vuestro hermano, y levantaos, y volved a aquel varón. Y el Dios Omnipotente os dé misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, séalo. Entonces tomaron aquellos varones el presente, y tomaron en su mano doble cantidad de dinero, y a Benjamín; y se levantaron y descendieron a Egipto, y se presentaron delante de José. Y vio José a Benjamín con ellos, y dijo al mayordomo de su casa: Lleva a casa a esos hombres, y degüella una res y prepárala, pues estos hombres comerán conmigo al mediodía. E hizo el hombre como José dijo, y llevó a los hombres a casa de José. Entonces aquellos hombres tuvieron temor, cuando fueron llevados a casa de José, y decían: Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para tendernos lazo, y atacarnos, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos. Y se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa. Y dijeron: Ay, señor nuestro, nosotros en realidad de verdad descendimos al principio a comprar alimentos. Y aconteció que cuando llegamos al mesón y abrimos nuestros costales, he aquí el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer con nosotros. Hemos también traído en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos; nosotros no sabemos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales. El les respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos. Y llevó aquel varón a los hombres a casa de José; y les dio agua, y lavaron sus pies, y dio de comer a sus asnos. Y ellos prepararon el presente entretanto que venía José a mediodía, porque habían oído que allí habrían de comer pan. Y vino José a casa, y ellos le trajeron el presente que tenían en su mano dentro de la casa, y se inclinaron ante él hasta la tierra. Entonces les preguntó José cómo estaban, y dijo: ¿Vuestro padre, el anciano que dijisteis, lo pasa bien? ¿Vive todavía? Y ellos respondieron: Bien va a tu siervo nuestro padre; aún vive. Y se inclinaron, e hicieron reverencia. Y alzando José sus ojos vio a Benjamín su hermano, hijo de su madre, y dijo: ¿Es éste vuestro hermano menor, de quien me hablasteis? Y dijo: Dios tenga misericordia de ti, hijo mío. Entonces José se apresuró, porque se conmovieron sus entrañas a causa de su hermano, y buscó dónde llorar; y entró en su cámara, y lloró allí. Y lavó su rostro y salió, y se contuvo, y dijo: Poned pan. Y pusieron para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los egipcios que con él comían; porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación a los egipcios. Y se sentaron delante de él, el mayor conforme a su primogenitura, y el menor conforme a su menor edad; y estaban aquellos hombres atónitos mirándose el uno al otro. Y José tomó viandas de delante de sí para ellos; mas la porción de Benjamín era cinco veces mayor que cualquiera de las de ellos. Y bebieron, y se alegraron con él.
Salmo 121:
Alzaré mis ojos a los montes, ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de YHVH, Que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. He aquí no se adormecerá ni dormirá, El que guarda a Israel. YHVH es tu guardador, YHVH es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche. YHVH te guardará de todo mal, Él guardará tu alma. YHVH guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre.
Proverbios 20:
EL vino es pendenciero, alborotador el licor: El que se tambalea con ellos no es sabio. Como rugido de león es el terror del rey, El que provoca su ira, expone su propia vida. Honra del hombre es evitar la contienda, pero todo insensato se envolverá en ella. En otoño no ara el holgazán, Rebuscará en la cosecha, pero no hallará nada. Agua profunda es el consejo en el corazón del hombre, El hombre entendido logrará sacarlo. Muchos proclaman sus propias bondades, Pero un hombre de fiar, ¿quién lo hallará? El justo que camina en su integridad, Deja hijos bienaventurados tras él. Un rey sentado en el tribunal, Disipa con su mirada toda maldad. ¿Quién podrá decir: Tengo la conciencia pura, Limpio estoy de mi pecado? Pesa falsa y medida falsa, Ambas son abominación a YHVH. Ya con sus acciones deja ver el niño, Si su conducta será limpia y recta. El oído que oye y el ojo que ve: Ambas cosas las hizo YHVH. No te aficiones al sueño, No sea que te empobrezcas, Despega tus ojos y te saciarás de pan. Caro, caro, dice el comprador, Pero se marcha restregándose las manos. Está el oro y multitud de rubíes, Pero los labios sabios son una joya preciosa. Quítale el vestido a quien sale fiador de un extraño, Y toma prendas del que se obliga por la extraña. Dulce es al hombre el pan de la falsedad, Pero cuando haya llenado su boca, se convertirá en cascajo. Sopesa los planes mediante el consejo, Y con sabias direcciones haz la guerra. Quien descubre secretos levanta calumnia, No frecuentes, pues, al que abre mucho la boca. Al que insulte a su padre o a su madre, Se le apagará su lámpara en la más densa oscuridad. Herencia adquirida con rapacidad al comienzo, No será bendita en su fin. No digas, yo me vengaré, Espera a YHVH, y Él te salvará. Las pesas desiguales son abominación a YHVH, Y una balanza con trampa no es buena. De YHVH son los pasos del hombre, ¿Cómo, pues, podrá el hombre entender su camino? Lazo es al hombre hacer apresuradamente un voto, Y después de prometido, pensarlo. El rey sabio avienta a los malvados, Y hace pasar sobre ellos la rueda de trillar. Lámpara de YHVH es el espíritu del hombre, Que escudriña las profundidades del alma. Misericordia y verdad preservan al rey, Y la clemencia sustenta su trono. La gloria de los jóvenes es su fortaleza, Y el esplendor de los ancianos, la cabeza cana. Las heridas y las llagas drenan el mal, Y los golpes llegan a lo íntimo del corazón.
El Libro de Marcos Capítulo 4 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS
CAPÍTULO 4
(31 d.C.)
LA PARÁBOLA DEL
SEMBRADOR
Y OTRA vez Jesús comenzó a enseñar junto al mar: y se reunió a Él mucha gente, tanto que entrándose Él en un barco, se sentó en el mar (sentado en el barco en el Mar de Galilea); y toda la multitud estaba en tierra junto al mar.
2 Y les enseñaba por Parábolas muchas cosas, y les decía en Su Doctrina (si Él se hubiera quedado en la orilla del mar, los enfermos podrían haberlo tocado y podrían haber sido sanados; pero Su tarea como Siervo era de tratar con el pecado en vez de sus efectos),
3 Oíd (escuchen); he aquí, el sembrador salió a sembrar (esta Parábola es dada en Mateo, cap. 13, y repetida en Lucas, cap. 8, pero redactada un poco diferente; éstas eran ilustraciones tomadas de la vida diaria y del vivir, que la gente entendía. Sin embargo, ellos rara vez entendían Sus Parábolas):
4 Y aconteció, sembrando, que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del Cielo y la devoraron (la "semilla sembrada" es el Evangelio; las "aves del aire" representan a Satanás y sus poderes demoníacos).
5 Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y luego salió, porque no tenía la tierra profunda:
6 Mas salido el sol, se quemó; y por cuanto no tenía raíz, se secó (muchos comienzan con Cristo, pero no duran mucho tiempo; todo esto completamente refuta la doctrina no bíblica de la Seguridad Eterna Incondicional).
7 Y otra parte (la simiente) cayó en espinas, y subieron las espinas, y la ahogaron (las preocupaciones de esta vida, etc.), y no dio fruto.
8 Y otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, que subió y creció; y llevó uno a treinta, y otro a sesenta, y otro a ciento (un ciento por uno, etc.).
9 Entonces les dijo, El que tiene oídos para oír, oiga (aquéllos que "oirían" correctamente, se ocuparían de estas Palabras de Cristo, considerándolas, hasta que de alguna manera la Verdad sería revelada finalmente; el Evangelio está diseñado de esta manera deliberadamente por el Espíritu Santo, a fin de descubrir lo que es insincero).
EL PROPÓSITO DE
LAS PARÁBOLAS
10 Y cuando estuvo solo, Le preguntaron los que estaban cerca de Él con los Doce (posiblemente no menos de cuarenta o cincuenta), sobre la Parábola (lo que ésta significaba).
11 Y les dijo, A vosotros es dado saber el misterio del Reino de Dios (aquéllos que realmente quieren saber): mas a los que están fuera (quienes no tienen deseo alguno de saber), reciben por Parábolas todas las cosas (las Parábolas fueron usadas para rechazar a los simples curiosos, y acercar a los que sinceramente estaban deseosos):
12 Para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados. (La ceguera y la sordera judicial justamente acontecen a aquéllos que no desean ver ni oír; el énfasis está en la persona y no en Dios. Él desea que todos vean y oigan bien.)
13 Y les dijo, ¿No sabéis esta Parábola? (Contiene un reproche apacible. La pregunta como dada por el Señor, indica que ellos deberían haber sabido.) ¿Cómo, pues, entenderéis todas las Parábolas? (La Parábola del Sembrador expone el principio de todas las Parábolas acerca del entendimiento de ellas.)
LA PARÁBOLA DEL
SEMBRADOR
14 El que siembra es el que siembra la Palabra (la Palabra de Dios. Esta "semilla" debe ser sembrada en todo el mundo [Marc. 16:15]).
15 Y estos (los que solamente oyen, pero no reciben) son los de junto al camino, en los que la Palabra es sembrada; pero después que la oyeron, inmediatamente viene Satanás, y quita la Palabra que fue sembrada en sus corazones (la estructura de la oración es que estos individuos no tienen que permitir que Satanás les quite la Palabra).
16 Y asimismo estos (aquéllos que oyen y reciben, pero no tienen durabilidad alguna) son los que son sembrados en pedregales; los que cuando han oído la Palabra, luego la toman con gozo (millones se hunden en esta categoría);
17 Pero no tienen raíz en sí (otra vez, esto es culpa del individuo), antes son temporales (quiere decir que ellos sinceramente Nacieron de Nuevo): cuando llega la tribulación o la persecución por causa de la Palabra (es seguro que ocurrirá), luego se escandalizan (no pueden aguantar la oposición, porque ellos no tienen raíz alguna, que significa que la tierra no estuvo suficientemente preparada).
18 Y estos (empiezan bien, y hasta aguantan por un rato, pero ellos permiten que el mundo los detenga) son los que son sembrados entre espinas; los que oyen la Palabra,
19 Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la Palabra, y se hace infructuosa (significa que ellos manifestaban realmente el fruto por un momento, pero permitieron que las cosas del mundo lo ahogaran, hasta que ellos se volvieron totalmente infructuosos, y perdieron su camino; la Parábola del Sembrador completamente refuta la doctrina no bíblica de la Seguridad Eterna Incondicional, como es obvio aquí).
20 Y estos (aquéllos que oyen, reciben, llevan fruto y siguen llevando fruto para siempre; no permiten que nada los detenga) son los que fueron sembrados en buena tierra (el individuo determina si la tierra es buena o no); los que oyen la Palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno a treinta, otro a sesenta, y otro a ciento.
EL EVANGELIO
21 También les dijo, ¿Se trae la antorcha para ser puesta debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ser puesta en el candelero? (El Evangelio no debe ser simplemente disfrutado en privado, sino más bien impartido como una lámpara imparte su luz.)
22 Porque no hay nada oculto, que no haya de ser manifestado; ni secreto, que no haya de descubrirse (el Evangelio no está destinado para ser escondido, o guardado en secreto, pero debe ser extendido por todas partes, en todo el mundo).
23 Si alguno tiene oídos para oír, oiga (el Señor hará que el Evangelio sea conocido a todas las Naciones, y todos los que lo oyen serán responsables por lo que oyen).
24 Les dijo también, Mirad lo que oís (no hay excusa alguna para que los Creyentes no oigan correctamente): con la medida que medís, os medirán otros: y será añadido a vosotros los que oís (en la misma proporción a la diligencia dada al Estudio de la Biblia, así la inteligencia espiritual será medida al estudiante).
25 Porque al que tiene, le será dado: y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado (los dones espirituales, si están ejercidos, serán desarrollados; si no, serán perdidos).
LA PARÁBOLA DE LA SEMILLA
26 Decía más, Así es el Reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra (la responsabilidad de los Creyentes de extender el Evangelio);
27 Y duerme, y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece, cómo, él no sabe (la Palabra si es correctamente sembrada, tendrá sin falta, su efecto apropiado).
28 Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga (esta es la Ley del Evangelio en cuanto a "sembrar y cosechar").
29 Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la cosecha ha llegado (tiene referencia al fin de la época, cuando la Iglesia será llamada para dar cuenta).
LA PARÁBOLA DE LA SEMILLA
DE MOSTAZA
30 Y decía, ¿A qué haremos semejante el Reino de Dios? ¿o con qué Parábola le compararemos? (Tiene la intención de indicar la manera en que Satanás procurará corromper la Palabra de Dios.)
31 Es como el grano de mostaza, que, cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las simientes que hay en la tierra (la Iglesia comenzó muy pequeña):
32 Pero después de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas (el Cristianismo es actualmente la religión más grande en la Tierra, que cuenta con casi dos mil millones de adherentes, en una forma u otro); de tal manera que las aves del Cielo puedan morar bajo su sombra (se refiere a la mayor parte del Cristianismo corrompido por Poderes Satánicos como explicado en Mat. 13:19 y Luc. 8:12).
33 Y con muchas tales Parábolas Él les hablaba la Palabra, conforme a lo que podían oír (capaz de entender).
34 Y sin Parábola Él no les hablaba: mas a Sus Discípulos en particular Él declaraba todo (les dio una instrucción ampliada).
JESÚS CALMA LA TEMPESTAD
35 Y les dijo (los Doce) aquel día, cuando fue tarde (se refiere al mismo día que Él enseñaba a la gente por Parábolas), Pasemos al otro lado del mar (se manifiesta como un microcosmo de esta vida presente; las tormentas vienen, y es sólo con Cristo, que podemos llegar a la otra orilla).
36 Y despachando la multitud, Le tomaron como estaba, en el barco (quiere decir que Él estuvo muy cansado, hasta el punto del agotamiento físico; como ser humano, Él se cansó, como nosotros lo hacemos). Y había también con Él otros barquitos (¡se refiere a aquéllos que quisieron estar cerca de Él, lo cual es muy comprensible!).
37 Y se levantó una grande tempestad de viento, y echaba las olas en el barco, de tal manera que ya se llenaba de agua (representa en el sentido espiritual, las tormentas de la vida, que vienen a todas las personas).
38 Y Él estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal: y Le despertaron, y Le dicen, ¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos? (El Señor había dicho, "déjenos pasar al otro lado." Esto significa que a pesar de la tormenta, o algo más respecto a eso, alcanzarían la otra orilla. La gente de Dios está en el mismo barco con Cristo, y no podemos perecer porque Él no puede perecer. Pero es de esperar las tormentas de oposición porque con seguridad vendrá [Sal. 93].)
39 Y Él levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar, Calla, enmudece (el Griego insinúa, "¡Silencio! ¡Cállese!"). Y cesó el viento, y fue hecha grande bonanza (inmediatamente).
40 Y a ellos dijo, ¿Por qué estáis así amedrentados? (Este tipo de miedo, muestra el amor inapropiado [I Jn. 4:18].) ¿Cómo no tenéis fe? (Los Discípulos habían aceptado Su Oficio como el Mesías, pero tenían el concepto más inadecuado de lo que aquel Oficio incluía.)
41 Y temieron con gran temor (significa que su temor a Él, era más que el miedo que le tenían a la tormenta), y decían el uno al otro, ¿Quién es Éste, que aun el viento y el mar Le obedecen? (¡Los Discípulos tenían razón! El viento y el mar de veras Le obedecieron, y todas las demás cosas también. ¿Entonces, por qué tendremos miedo?)
Primera Corintios Capítulo 13:
Si yo hablara en lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como el bronce que resuena, o un címbalo que retiñe. Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y toda la ciencia, y si tuviera toda la fe, de tal manera que removiera montañas, y no tuviera amor, nada soy. Y aun si repartiera todas mis posesiones, y entregara mi cuerpo para gloriarme, y no tuviera amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, el amor es bondadoso, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece, no actúa indebidamente, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra en la injusticia, sino que se regocija con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser. Porque las profecías serán abolidas, las lenguas cesarán, el conocimiento se acabará; porque en parte conocemos, y en parte profetizamos, pero cuando venga lo perfecto, lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser hombre, dejé lo que era de niño. Porque aún ahora vemos mediante espejo, veladamente; pero entonces, cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, conforme fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
Hebreos 10:35-12:4:
No perdáis, pues, vuestra confianza, la cual tiene gran recompensa. Porque tenéis necesidad de la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque de aquí a un momento, Tan solo un momento. Y el que ha de venir vendrá, Y no tardará. Pero mi justo vivirá por fe; Y si retrocede, mi alma no se agradará en él. Pero nosotros no somos de los que retrocedemos para destrucción, sino de los que tenemos fe para preservación del alma. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;
Romanos 8:
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
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